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Haga una lista de frases que comiencen con las palabras “Tengo que …”. Piense
en todas aquellas cosas que usted considera “debe” hacer. Tómese el tiempo
necesario para reflexionar.
Tengo que
Tengo que
Tengo que
Tengo que
Tengo que
1
Ahora retome las frases que escribió y reemplace el “Tengo que…” por “Elijo…”.
Reproduzca exactamente las mismas modificando simplemente el encabezado
(Elijo en lugar de Tengo que)
Elijo
Elijo
Elijo
Elijo
Elijo
Siempre tenemos el poder de tomar una decisión, aun en el caso de que esa
elección sea entre alternativas indeseables. El círculo de preocupación está
lleno de “Tengo que…”
2
Parte 2: De lo imposible a lo no deseado
Haga una lista de frases que comiencen con las palabras “No puedo…”. Piense
en todas aquellas cosas que usted considera que “no puede” hacer. Tómese el
tiempo necesario para reflexionar.
No puedo
No puedo
No puedo
No puedo
No puedo
Ahora vuelva a las frases que escribió y reemplace el “No puedo…” por “No
quiero…”. Repita exactamente la misma frase modificando sólo el encabezado
(No quiero en lugar de no puedo)
No quiero
No quiero
No quiero
No quiero
No quiero
3
¿Cuál es la diferencia que nota en una y en otra versión de sus declaraciones?
Es algo realmente imposible, o es algo posible que usted se niega a hacer.
Reflexiones sobre su capacidad y poder de negación. ¿Qué otra cosa puede
descubrir?
Los “No puedo…”, “Tengo que…”, “Debo…”, “Si…” son un tipo de lenguaje
reactivo. Derivan de un paradigma básico determinista, en el cual yo no soy
responsable, sin poder elegir mi respuesta. El poder está puesto afuera, y
favorece el aumento de nuestro círculo de preocupación.
Por el contrario los “Elijo…”, “Quiero…”, “No quiero…” Puedo…” son parte del
lenguaje proactivo, y su uso consciente ayuda a aumentar nuestro círculo de
influencia.