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El Año Geofísico Internacional

Hace medio siglo, en un mundo polarizado tanto ideológica como económicamente, se llevó a cabo
una experiencia, en térmicos actuales, globalizadora. Desde Julio de 1957 a Diciembre de 1958,
miles de científicos pertenecientes a 67 países con muy distintos sistemas políticos y niveles de
desarrollo económico, tomaron parte en un proyecto destinado a incrementar nuestros
conocimientos sobre la Tierra; pero no en forma aislada, sino con observaciones simultáneas y a
escala mundial que permitieran analizar a nuestro mundo como el complejo sistema dinámico que
es. Esta empresa conjunta fue el Año Geofísico Internacional (AGI o en sus siglas inglesas IGY).

Su origen hay que buscarlo siete años antes, el 5 de Abril de 1950, durante una cena en honor del
geofísico inglés Sidney Chapman, organizada en su casa por James Van Allen. Allí el también
geofísico y antiguo explorador polar norteamericano Lloyd V. Berkner, hizo notar los grandes
avances tecnológicos que se habían producido en los últimos años, muchos de ellos consecuencia de
la investigación militar durante la Segunda Guerra Mundial e inicio de la Guerra Fría. Con los
progresos realizados en las técnicas de observación y medida, en particular en lo que toca a
investigaciones ionosféricas, parecía justificado llevar a cabo un Tercer Año Polar (en 1882/83 y
1932/33 se habían celebrado los dos anteriores1); pero no a los 50 años como estaba previsto sino a
los 25. Es decir, en el periodo 1957/58; en el cual además se esperaba una intensa actividad solar.
Esta sugerencia recibió una acogida favorable y fue presentada a las sociedades científicas
internacionales. La idea fue cuajando y en Octubre de 1952 se le cambió el nombre por el de Año
Geofísico Internacional, ampliando su alcance y no limitándose a las regiones polares. El AGI
cubriría áreas como la radiación cósmica, gravimetría, geodesia, meteorología, etc.; y en particular
el estudio de la alta atmósfera mediante cohetes sondas y satélites.

Si bien los gobiernos no fueron los impulsores directos en este movimiento científico, también es
cierto que al menos en el caso de Estados Unidos, muchos de los temas procedían del interés militar
en conocer el entorno ambiental. Para el ejército americano estaban claras las ventajas que
conllevaba el conocimiento tanto de los medios polares y marinos como de la atmósfera superior.
Sobre todo teniendo en cuenta la posibilidad de cualquier reclamación de soberanía del Antártico,
así como todos los temas relacionados con mejoras en la guerra submarina, las comunicaciones y la
guerra electrónica.

La utilización de satélites para la realización de experimentos durante el AGI fue propuesta


unilateralmente por los Estados Unidos en Octubre de 1954, antes de que la URSS se hubiera
adherido oficialmente al proyecto. El 29 de Julio de 1955 el gobierno de Eisenhower dio a conocer
públicamente que Estados Unidos iba a colocar en órbita una serie de pequeños satélites (Proyecto
Vanguard) como parte de su contribución al AGI. Unos días más tarde, el 2 de agosto durante el 6º
International Astronautical Congress (IAC), la URSS anunció el lanzamiento de su propio satélite a
lo largo del Año Geofísico.

El 4 de Octubre de 1957, una breve nota de la agencia TASS informó de la puesta en órbita del
primer objeto hecho por el hombre.

Era una crónica anunciada, y si este objeto hubiera sido made in USA la historia habría sido
diferente. Pero fueron los rusos, que no sólo lo habían puesto en órbita, sino que dicho satélite
pesaba 60 veces más que el diseño americano.

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Éste año se inicia el Tercer Año Polar.

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Ese Octubre el mundo aprendió una nueva palabra: SPUTNIK, y el mundo libre (léase: Estados
Unidos) sufrió un traumático despertar, era cuestión de tiempo que su territorio, hasta el momento
fuera del alcance de amenazas externas, dejara de estar a salvo. Dos nuevos golpes: la puesta en
órbita, por parte de la URSS, del primer ser vivo (un mes más tarde) y del primer hombre (Abril de
1961), conmovieron y movilizaron a la sociedad americana de tal manera, que su respuesta cambió
el mundo.

Los Precedentes (1900 a 1945)

Un siglo antes, el 17 de Septiembre de 1857, nace Konstantin E. Ziolkovsky (1857-1935). A los 11


años se quedó casi sordo a causa de la escarlatina, no pudiendo acceder a una educación superior.
De manera autodidacta y mientras trabajaba de profesor de matemáticas en un instituto de un
pueblo de provincias, Borovsk, en la región de Kaluga, dedicó su tiempo libre al estudio de los
viajes espaciales. En 1883 completa su manuscrito denominado Espacio libre donde ya analiza la
posibilidad de colocar un satélite en torno a la Tierra. En 1903 publicó el artículo La Investigación
del Espacio Interplanetario por Medio de Cohetes donde aparece claramente expuesto el potencial
de esta tecnología, así como sus bases. Ziolkovsky que se considera el Padre de la Cosmonáutica
fue un teórico y jamás construyó un cohete.

El científico alemán (de origen transilvano, entonces parte del Austro-Hungría) Hermann Oberth
(1894-1989) comparte esta paternidad teórica. A la edad de 11 años, tras leer De la Tierra a la Luna
de Verne se sintió fascinado por la posibilidad del vuelo espacial. Durante la Primera Guerra
Mundial desarrolló una propuesta de un cohete de combustible líquido que fue rechazada por el
Ministro de Guerra alemán con una breve justificación: “De acuerdo con la experiencia, estos
cohetes no vuelan más allá de siete kilómetros...no es de esperar que esta distancia pueda
rebasarse considerablemente”

Tras la guerra, Oberth intentó conseguir un doctorado bien en Astronomía o bien en Física. Pero su
tesis, basada en su diseño de cohete, fue rechazada en 1922 al no ser considerada ni un trabajo en
astronomía por los astrónomos, ni en física por los físicos. A costa de los ahorros de su esposa, en
1923 publica el libro El cohete en el Espacio Interplanetario centrado en la dinámica de los
cohetes, aunque incluyendo posibles aplicaciones de los mismos orbitando la Tierra: exploración de
territorios desconocidos, observación de escenarios de guerra, vigilancia de icebergs y avisos a la
navegación (la sombra del Titanic), etc.

En esta época aún no se habían desarrollado canales de transmisión de información entre estos
entusiastas, pues no contaban con el apoyo de la comunidad científica y cultural que los consideraba
con indiferencia. Por eso los pioneros trabajaban aislados y no es de extrañar que Oberth no tuviera
conocimiento de Robert Goddard ni de Konstantin Zilkovsky hasta fechas tan tardías como 1922 y
1925 respectivamente.

Si tanto Ziolkovsky como Oberth plasmaron sus ideas en papel, la paternidad de la Astronáutica
Práctica podría recaer en Robert Goddard (1882-1945). Lamentablemente el gran trabajo de
ingeniería desarrollado por este hombre no fue aprovechado. Como consecuencia de su particular
manera de ser y del tratamiento (totalmente erróneo) que la prensa dio a sus ideas, ridiculizando sus
exposiciones y poniendo en duda su profesionalismo, trabajó en secreto huyendo de la publicidad y
sin compartir sus ideas con otras personas o grupos de trabajo.

A finales de los años 20 y principio de los 30 surgen en diversos países sociedades de cohetes y
vuelos espaciales, que formadas por un número cada vez mayor de entusiastas se dedican a explorar

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la posibilidad del vuelo espacial. No pasa mucho tiempo antes de que los estamentos militares se
interesen en el potencial bélico del cohete y comiencen a apoyar a dichas sociedades.

En 1932 el ejército alemán decidió desarrollar un cohete con propulsante líquido y con un alcance
superior al de la artillería. Al mando del proyecto se encontraba el entonces capitán Walter R.
Dornberger, que usando la cantera de la VfR (Verein fur Raumschiffahrt, Sociedad del Vuelo
Espacial) fichó a uno de los hombres que escribiría la historia de la conquista del espacio: Wernher
von Braun (1912-1977). Hasta 1935 el trabajo se realizó en el campo de Kummersdorf, en las
proximidades de Berlín, donde se desarrollaron los cohetes A1 y A2. Con la mejora en las
actuaciones de los prototipos, la base se quedó pequeña y se buscó un nuevo emplazamiento más
seguro y con mayor superficie en la isla de Usedom, en las costas del Báltico, concretamente en el
pueblo de Peenemünde. Hacia 1937 ya se había producido el traslado de la mayor parte del equipo
con Von Braun como Director Técnico. Si en 1937 el personal técnico en la base rondaba los 100
hombres, ya eran unos miles en otoño de 1942 y más de 10.000 en 1944.

En la segunda mitad de los años 20 se adoptó el nombre de Astronáutica para el arte de diseñar, construir y operar
vehículos espaciales. Entre otras propuestas, se sugirió Sideración (por analogía a Aviación) y Cosmonáutica. Ésta
última sería la palabra adoptada en lengua rusa.
Actualmente los térmicos astronauta (navegante de los astros) y cosmonauta (navegante del Cosmos) son
sinónimos, utilizándose uno u otro en función de ámbitos geográficos o políticos y preferencias personales. En los
últimos años, con el acceso de China a los vuelos espaciales tripulados, en ciertas publicaciones se ha usado el
término taiconauta (navegante del espacio)

En la nueva base se procedió al diseño del A3 y del A5, culminando con el A-4, una maravilla de la
técnica que incorporaba gran parte de los conceptos, tecnologías y materiales que serían comunes a
lo largo de la siguiente década y más. El cohete con unos 14 metros de longitud y más de 12
toneladas de peso, transportaba en su sección superior una cabeza de guerra de 1000 kg, con la
sección de guiado y control inmediatamente debajo. Los depósitos de combustible y oxidante
(alcohol y oxígeno líquido respectivamente) ocupaban la parte central. Los motores, deflectores del
chorro y superficies de control aerodinámico se encontraban en la zona inferior.

La versión operativa de este cohete fue la tristemente famosa V-2, que el 3 de octubre de 1942 fue
el primer objeto de facture humana que salió al espacio, al alcanzar en su primer lanzamiento con
éxito una altitud de 96 km (durante el transcurso de la guerra se llegaría hasta los 189 km). Se
construyeron unas 6000 unidades, de las que el 60 o 70 % fueron lanzadas contra territorio
enemigo, principalmente sobre Londres y Amberes, aunque con una eficacia discutible, sobre todo
teniendo en cuenta el alto coste del arma.

Una vez finalizada la etapa de desarrollo del misil, Peenemünde perdió protagonismo (ya era blanco
de las incursiones aéreas aliadas) y la producción se trasladó a Mittelwerk, en la Alemania central.

En los últimos meses de la guerra en Europa, comenzó una carrera entre las fuerzas de ocupación
rusas y americanas para adquirir la tecnología alemana, tanto a sus científicos como el hardware
existente (en el caso de Estados Unidos, este programa acabó siendo denominado Proyecto
Paperclip, por los sujetapapeles usados para marcar las fichas de los científicos de interés).

En el caso de la cohetería, los americanos se llevaron la mejor parte. En el tema de materia gris, los
máximos responsables técnicos, liderados por Von Braum, se entregaron a las tropas americanas (en
el lote se incluía algunas toneladas de información técnica). En el aspecto material, los
estadounidenses llegaron antes a Peenemünde y a Mittelwerk, en zona de ocupación soviética según
los acuerdos de Yalta. En este último emplazamiento tuvieron tiempo de llenar más de 300 vagones
de tren con material antes de que llegaran sus entonces aliados soviéticos.

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Mittelwerk era en origen una mina de yeso excavada alrededor de 1917 en el la Montaña Kohnstein, en el Macizo de
Harz. Con el paso del tiempo, se fue ampliando y pasó a convertirse en un almacén de productos estratégicos tales
como aceites minerales y gasolina. En 1943, los túneles sufrieron una nueva ampliación, pasando a convertirse en
fábricas para la producción de V-2, V-1 y turborreactores. En esta época las instalaciones consistían en dos largos
túneles paralelos de 1,7 km de largo y 11 m de ancho, conectados con 47 pasadizos transversales de 9,1 m de ancho,
lo que suponía una superficie útil de 100.000 m2.
Gran parte de la mano de obra utilizada para esta última ampliación procedía de Dora, un campo de concentración,
hornos crematorios incluidos, especialmente dedicado a este fin.
Una vez puesta en marcha la cadena de producción de la V-2, trabajaban en las instalaciones unas 8000 personas, de
ellas 5000 eran prisioneros-esclavos. Éstos últimos con unas condiciones de vida mejores que durante la
construcción del complejo (usando como índice la mortalidad mensual, algunas estimaciones indican que ésta pasó
del 6 % al 1%).
Un riesgo al utilizar prisioneros era la posibilidad de sabotear algún punto del proceso. Por este motivo la mayor
parte del montaje fue realizado por técnicos alemanes; además de castigar con extremada dureza cualquier intento o
sospecha de sabotaje. Aparentemente esta política dio resultados, pues el análisis estadístico de fallos en el cohete no
presentaba diferencias entre éstos y los fabricados en Peenemünde por personal íntegramente alemán.
El número de víctimas causado por las V-2 lanzadas sobre territorio enemigo fue bastante inferior al número de
vidas perdidas durante la construcción de las instalaciones y fabricación de las bombas. Considerando las muertes
producidas durante la preparación del complejo y fabricación propiamente dicha, se obtiene un coste de 6 vidas por
bomba fabricada en Mittelwerk.

La postguerra (1946 a 1958)

Tras acabar la guerra, tanto Rusia como Estados Unidos crearon equipos de trabajo en torno a los
técnicos alemanes reclutados.

Sin embargo cada país tuvo su propia filosofía. Para los americanos que en esa época poseían una
mayor capacidad ofensiva nuclear, una gran flota de bombarderos estratégicos y bases amigas en
torno al territorio soviético, el desarrollo de misiles balísticos intercontinentales no era una
prioridad, sobre todo teniendo en cuenta su elevado coste. Sin embargo, no ocurría lo mismo en la
URSS, donde todos los esfuerzos se centraban en el desarrollo de misiles balísticos
intercontinentales (ICBMs).

Estados Unidos

Al contingente de científicos e ingenieros capturados en Alemania se les proporcionó la posibilidad


de seguir realizando su trabajo en Estados Unidos, al principio bajo fuertes medidas de seguridad
que posteriormente se fueron relajando. Con el tiempo muchos de ellos consiguieron la ciudadanía
americana. Este grupo fue la simiente del posterior desarrollo espacial americano.

En 1946 se creó la organización denominada Project RAND con el objetivo de realizar estudios de
investigación y análisis para las fuerzas armadas, en particular de armamento avanzado y guerra
intercontinental. Dos años mas tarde se reestructuró y convirtió en la RAND Corporation. Su primer
estudio, denominado Diseño Preliminar de una Nave Espacial Experimental en Órbita Terrestre
(Preliminary Design of an Experimental World-Circling Space Ship), presentaba un análisis de
ingeniería sobre las posibilidades de diseñar un satélite, teniendo en cuenta desde el lanzador hasta
los diversos subsistemas involucrados (control de actitud, comunicaciones, control térmico, etc.).
También se analizaba la problemática asociada a un vehículo espacial tripulado. Entre los usos
potenciales de esta tecnología se contemplaba su uso como satélites de reconocimiento militares,
aplicación que por si misma justificaba el desarrollo de estos vehículos.

Cuatro años más tarde, desde la RAND se planteó el posible efecto, y consecuencia, que lanzar un
satélite podría tener sobre la URSS. Se pensó que el tener cámaras orbitando sobre territorio
soviético podría considerarse como una provocación causando no tan sólo una protesta diplomática.
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Si bien existía una legislación sobre espacios aéreos y de hecho podía ser aceptado el derribo de un
avión que violara éste como un acto legítimo; no ocurría lo mismo con el espacio. Con objeto de
minimizar una posible respuesta, se recomendaba el lanzamiento de un pequeño satélite científico,
desprovisto de cámaras y en órbita ecuatorial. De esta manera no se sobrevolaba el territorio
soviético y, al no perseguir objetivos militares, se podía orbitar sobre diversos países sin quejas de
éstos (o si las habían, al no ser potencias, podían ignorarse).

Este mismo criterio fue defendido en dos informes independientes realizados en 1952 y 1955,
dando lugar al principio denominado Libertad de Espacio (Freedom of Space), que rigió la política
del gobierno de Eisenhower en el campo espacial. Su objetivo era sentar precedente legal para el
uso del espacio y permitir en un futuro la realización de vuelos militares; sabiendo que se
renunciaba al aspecto psicológico relacionado con el prestigio y reconocimiento de ser los primeros
en colocar un satélite en órbita.

En 1955 y dentro del marco del AGI se tomó la decisión de lanzar un satélite, su desarrollo vendría
condicionado por el principio de la Libertad de Espacio. Por otro lado, debido a la limitación de
recursos, no se debía interferir con el desarrollo de ICBMs (la escasez era de recursos humanos, no
monetarios, pues no había suficiente personal con la formación técnica necesaria).

En ese momento rivalizaban tres proyectos como posibles candidatos para desarrollar el satélite. El
primero correspondía a las Fuerzas Aéreas (plan World Series) que preveía el lanzamiento de un
satélite utilizando como primera etapa del lanzador el misil Atlas. El segundo candidato era el
proyecto del Ejército presentado por la Army Ballistic Missile Agency (ABMA), donde se proponía
lanzar un satélite pequeño usando un misil Redstone como primera etapa. La última opción era el
Proyecto Vanguard de la Armada basado en un satélite científico puesto en órbita con un lanzador
diseñado ad hoc.

Las Fuerzas Aéreas fueron rápidamente descartadas por interferir con el programa de misiles,
considerándose durante un tiempo unir los desarrollos del Ejército y la Armada.

Finalmente fue seleccionado el Proyecto Vanguard, encargándose de su desarrollo el Naval


Research Laboratory (NRL), centro especializado en cohetes científicos de sondeo. Éste era el
único cohete de la época que no derivaba de desarrollos de misiles y que estaba específicamente
diseñado para ser un lanzador espacial; de esta manera los satélites científicos americanos quedaban
claramente desacoplados de las aplicaciones militares.

Esto significó el puntillazo al Proyecto Orbiter de la ABMA, liderado por von Braun.

Mientras que el Vanguard seguía su desarrollo, el Ejército redirigió sus esfuerzos al análisis de la
reentrada de objetos. El fin de estos estudios era la supervivencia de ojivas nucleares, aunque
sirvieron para el establecimiento de bases de datos y el desarrollo de modelos que posteriormente se
utilizaron, y usan, en el diseño de vehículos de reentrada, tripulados o no. Los ensayos requerían de
un lanzador multietapa para conseguir una velocidad lo bastante elevada como para validar las
tecnologías que se estaban desarrollando para los conos (cabezas nucleares) del IRBM Jupiter
(IRBM corresponde a las siglas inglesas de Misil Balístico de Alcance Intermedio).

En septiembre del 55 se autorizó el desarrollo de dicho lanzador, denominado Jupiter C. Un año


después, se lanzaba desde Cabo Cañaveral un Jupiter C con una carga de 9 kg de instrumentación
científica, unida a una cuarta etapa inactiva (siguiendo órdenes estrictas, ya que se temía que por
error se pusiera un satélite en órbita). El misil alcanzó los 1057 km de altura y de haberse activado
su cuarta etapa ésta se habría situado en órbita. Tras el éxito de este lanzamiento, el Ejército solicitó
repetidamente autorización para lanzar un satélite, pero le fue sistemáticamente denegada.

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Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas

La persona que más destacó en la ingeniería espacial soviética en los años 50 y 60 fue Sergei
Pavlovich Korolev (1907-1966), que puede considerarse la contrapartida rusa de Wherner von
Braun. Comenzó como entusiasta del espacio en los 30 y sobrevivió a su arresto en 1938 y posterior
condena a 10 años de trabajos forzados durante las purgas estalinistas. Fue afortunado, pues
continúo con vida pese a ser torturado, pasar meses encarcelado durante su traslado y acabar en las
minas de oro del gulag de Kolyma, Siberia. En 1940, Korolev acabó en una Sharashka, una
combinación de prisión con centro de investigación e ingeniería, que proporcionaba una cierta
esperanza de supervivencia. En 1944 fue liberado.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética reconoció la importancia de disponer de


misiles de largo alcance, que con el uso de cabezas atómicas compensaban su limitada precisión. Se
enviaron técnicos a la Alemania ocupada para que, junto con los especialistas alemanes capturados,
fueran capaces de poner a punto y reproducir las V2. Posteriormente, los técnicos alemanes más
destacados fueron trasladados a territorio soviético, aunque no se les permitió tomar parte activa en
el desarrollo de los lanzadores y misiles. A partir de 1951 se les fue permitiendo regresar a su tierra.

En 1946, Korolev fue nombrado Proyectista Jefe del centro secreto para investigación de cohetes
instalado en Podlipki, en los suburbios de Moscú. En 1948 alcanzó sus primeros objetivos al diseñar
y construir el R-1, una V2 reconstruida con tecnología propia. Quizás el mayor beneficio obtenido
con este misil fue el sentar las bases de colaboración entre 13 institutos de investigación y oficinas
de diseño junto a 35 fábricas y grupos industriales. Esta cooperación se mantendría como base y
estructura del programa espacial soviético durante muchos años.

En 1952, el Ejército Soviético desplegó el misil R-2, una versión mejorada del R-1. En 1956, el R-
5M, un cohete IRBM propulsado por oxígeno líquido y alcohol, sistema de propulsión herencia de
la vieja V2, fue lanzado con una cabeza nuclear activa que detonó, por primera vez en la historia,
sobre un blanco.

En 1954 el gobierno convirtió en prioridad nacional la consecución de un misil intercontinental


(ICBM) capaz de colocar una carga nuclear en cualquier sitio del mundo, y en particular en el
territorio del adversario principal. El ingenio desarrollado por el equipo de Korolev recibió la
designación R-7. Estaba compuesto por un racimo de cinco cohetes, uno central y cuatro laterales,
lo que le proporcionaba el aspecto de fuerza bruta característico de los lanzadores rusos cuando se
comparaban con la esbeltez de sus rivales occidentales. El cuerpo central estaba diseñado para
permanecer encendido durante 283 s, mientras que los laterales eran separados tras su apagado a los
115 s. El cohete, que podría considerarse de dos etapas, iba propulsado por oxígeno líquido (LOX)
y queroseno.

La base de Tyuratam fue construida a partir de 1955 en la orilla derecha del río Syr Darya, en una zona despoblada
y sin infraestructuras (salvo la proximidad de la línea de ferrocarril del Turquestán). Su localización era secreta. En
1961, tras el vuelo de Gagarin y con objeto de poderlo registrar como un récord, fue necesario identificar el sitio del
lanzamiento. Al ser el emplazamiento de la base alto secreto, se identificó al punto de partida del vuelo con el
nombre de Baikonur, un pueblo minero a mas de 300 km del complejo. Desde ese momento se le denomina
Cosmódromo de Baikonur. Lo que la URSS desconocía era que desde mediados de 1957 la CIA había localizado, a
partir de vuelos con el avión espía U2 y con la ayuda de cartografía alemana de la época de la guerra, el
emplazamiento de la base, teniéndolo identificado como Tyuratam, el nombre de la estación de ferrocarril más
próxima según los mapas alemanes. Actualmente Rusia tiene alquilado el cosmódromo a Kazajstán.

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Tras varios intentos de lanzamiento fallidos, cosa normal en esos años a ambos lados del Telón de
Acero, el 21 de Agosto de 1957 un R-7 lanzado desde Tyuratam, en Kazajstán; alcanzó su blanco
en la Península de Kamchatka tras un vuelo de 6400 km. Seis días después, la agencia TASS
declaró que la URSS había demostrado su ICBM.

Aunque concentrado en el desarrollo del ICBM, Korolev tenía en mente la puesta en órbita terrestre
de un satélite. Ya en 1954 había presentado al gobierno el informe de Tikhonravov titulado Acerca
de un Satélite Artificial de la Tierra, con objeto de solicitar permiso para abordar el diseño del
mismo. El estamento militar que no estaba demasiado preocupado por los satélites, pero sí y
posiblemente con fundamento, porque Korolev pudiera desviar recursos asignados al ICBM, lo
ignoró.

Sin embargo la situación cambió a mediados del año siguiente, tras el anuncio el 29 de Julio por
parte de la Casa Blanca, y como no podía ser de otra forma por la URSS, de poner en órbita un
satélite durante el AGI. Sin saberlo, el gobierno americano había dado el pistoletazo de salida de la
no oficialmente reconocida Carrera Espacial.

En Agosto, Korolev presentó una nueva propuesta para lanzar un satélite utilizando un R-7
ligeramente modificado, y esta vez hubo una respuesta positiva. En enero de 1956 se dio vía libre al
lanzamiento del Objeto-D.

Las cargas de pago anteriormente diseñadas para el R-7, cuatro contenedores para cabezas de guerra
nucleares, fueron denominadas siguiendo el orden alfabético (en cirílico) como Objetos A, B, V y G.
El satélite era su quinta carga útil, la D. En origen su masa era de unos 1000 a 1400 kg, de los
cuales 300 o 400 kg correspondían al equipo científico, siendo éste mucho más sofisticado que
cualquiera de los propuestos al AGI.

Los problemas técnicos que se debían resolver eran múltiples, desde comunicaciones a larga
distancia hasta la selección de materiales sobre los que no se conocía el efecto de una larga
exposición al entorno espacial. No es raro que pronto fuera evidente que el proyecto se retrasaba y
en el mejor de los casos no podría realizarse el lanzamiento antes de la primavera del 58.

En enero del 57, sabiendo la intención de los EEUU de lanzar un satélite durante el AGI, el equipo
de Korolev propuso un satélite mucho más sencillo y liviano con idea de lanzarlo cuanto antes y
batir a los americanos. La propuesta fue aceptada y el nuevo satélite fue denominado Objeto-PS
(Prosteishii Sputnik, o satélite simple). Se desarrollaron dos unidades, identificadas como PS-1 y
PS-2. Una de ellas sería lanzada, la otra se utilizaría para ensayos en tierra y el desarrollo de
técnicas de fabricación.

El diseño del satélite seguía unas directrices básicas:

• Debía ser lo más sencillo y fiable, pero sin olvidar que tenía que servir como demostrador
tecnológico para futuros vehículos espaciales.
• El cuerpo del satélite sería esférico con objeto de obtener información acerca de la densidad
atmosférica a lo largo de la trayectoria (por motivos de experiencia e instalación en el
lanzador, parte del equipo prefería una forma cónica, aunque prevaleció el criterio de
Korolev).
• Debía ir equipado con un sistema de radio capaz de emitir en al menos dos frecuencias y con
bastante potencia para ser seguido por radioaficionados. De esta forma ser pretendía obtener
información sobre de la propagación atmosférica de ondas de radio.
• La antena debía diseñarse de forma que la rotación del satélite no afectara a la recepción de
la señal de radio.

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• La fuente de alimentación, basada en baterías (el Objeto-D se diseñó para usar células
solares), debía permitir el funcionamiento del satélite durante un mínimo de dos semanas.
• El sistema de separación del satélite con la última etapa debía ser seguro.

El resultado fue una esfera, de unos 58 cm de diámetro, compuesta por dos carcasas de aleación de
aluminio. En su interior se alojaban tres baterías de plata-cinc, dos transmisores de radio, un sistema
de control térmico, un sistema de comunicaciones, sensores de temperatura y presión y el cableado
necesario. Como antenas, poseía dos pares de varillas de 2.4 y 2.9 metros respectivamente. La masa
del satélite fue de 83.6 kg, correspondiendo la mayor parte al peso a las baterías.

Las emisiones de radio se realizaban en los 20 y 40 MHz. La utilización de estas bandas contrarió a
la comunidad intencional que daba por hecho los 108 MHz acordados para los satélites
(americanos) del AGI y para los que estaba diseñada la red de seguimiento terrestre. También es
cierto que la URSS nunca se decantó en este tema y técnicamente las frecuencias seleccionadas
podían justificarse.

Exteriormente su superficie estaba pulida para intentar evitar el recalentamiento de los equipos,
tema que preocupaba a los técnicos de radio. Aunque puede ser que los gustos personales de
Korolev también influyeran en su impecable acabado. Se dice que en cierta ocasión, al observar un
acabado mediocre en la superficie exterior de una de las maquetas del satélite, gritó al joven
operario que lo estaba realizando: ¡Esta pelota será expuesta en los museos!.

Interiormente el satélite estaba presurizado con nitrógeno a 1.5 atm. La razón era doble: como parte
del sistema de control térmico para permitir la transferencia de calor por convección forzada, y por
otro lado para evaluar el riesgo de impacto de micrometeoritos y estimar los daños mediante la
evolución de la presión si la carcasa era perforada.

Inicialmente se fijó el lanzamiento para el 17 de septiembre de 1957, centenario del nacimiento de


Ziolkovsky. Pero no fue posible conseguirlo, por lo que se atrasó hasta el 6 de octubre. A última
hora, Korolev, preocupado por que los americanos se adelantaran, propuso realizar el lanzamiento
un par de días antes de la fecha prevista. La razón fue la siguiente: el día 6 de octubre, dentro de los
planes del AGI estaba prevista la presentación por parte de la delegación americana del artículo Un
Satélite Sobre el Planeta (Satellite Over the Planet), y Korolev estaba convencido de que iba a estar
sincronizada con el lanzamiento de un satélite sin previo aviso. De nada sirvió que la KGB le
asegurase que eso no era así.

Al final, a las 22:28 horas 34 segundos, hora de Moscú, del 4 de octubre los motores del R-7 se
encendieron y comenzó la ascensión. 324.5 segundos más tarde el primer objeto hecho por el
hombre iniciaba su órbita elíptica en torno a la Tierra.

Tras un par de órbitas, una vez confirmado que se habían logrado los objetivos, se informó a Nikita
Khrushchev del lanzamiento. Aunque existen varias versiones de la respuesta de éste, todas están de
acuerdo en que en ese momento no fue consciente de la importancia de este hecho histórico.
Felicité al grupo de ingenieros y técnicos por esta excepcional hazaña y me fui tranquilamente a la
cama - se dice que contaba posteriormente el propio Nikita.

La Agencia TASS sólo emitió un breve comunicado, publicado marginalmente el día 5 en Pravda.

Sin embargo la repercusión mediática en los EEUU fue muy alta. Tanto que los propios rusos se
quedaron sorprendidos y comprendieron el potencial propagandístico del lanzamiento. El día 9,
Pravda publicó un extenso artículo anónimo (realizado por Korolev y otros responsables del
lanzamiento) detallando el diseño y construcción del satélite. A partir de esa fecha, con objeto de

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garantizar la seguridad nacional y las vidas de estos científicos, ingenieros,..., no se puede dar a
conocer sus nombres o publicar sus fotografías. Cual faraón caído en desgracia, el nombre y la
imagen de Korolev desaparecieron de todas las nuevas ediciones de obras donde previamente
aparecían, y si había que referirse a él, se le denominaba el Proyectista Jefe. Como gracia especial,
se le permitió publicar algunos artículos con el seudónimo de Profesor K. Sergeyev.

El premier soviético no tardó en ver el prestigio y potencial propagandístico que suponían los logros
espaciales. El cosmonauta ruso Grechko narra la siguiente historia que le contó Korolev sobre una
reunión en el Kremlin en los días posteriores al lanzamiento: ...Khrushchev le dijo, “Nunca
pensamos que pudieras lanzar un Sputnik antes que los americanos. Pero lo hiciste. Ahora, por
favor, lanza algo nuevo al espacio para el próximo aniversario de nuestra Revolución”

Sólo quedaba un mes para el cuadragésimo aniversario de la Revolución.

Todo el equipo volvió al trabajo. No se realizarían planos especiales ni controles de la calidad,


pasando los diagramas y esquemas de diseño directamente del tablero de dibujo al taller.

Y lo hizo. El 3 de Noviembre de 1957, el Sputnik 2 colocó en órbita al primer ser vivo, la perra
Laika. Este satélite pesaba 508 kg, más de seis veces lo que su predecesor. Un carenado contenía
dos módulos, ambos reciclados de componentes existentes y adaptados a la misión. Uno de ellos era
el contenedor de la perra, del mismo tipo que los utilizados en los vuelos experimentales balísticos
con animales. El otro módulo era el gemelo del Sputnik 1 utilizado para ensayos en tierra. El
mecanismo de separación entre el satélite y la última etapa se suprimió, permaneciendo ambos
unidos en aras de la simplicidad y fiabilidad.

Laika era una perra callejera entrenada para la realización de vuelos suborbitales. Desde un
principio no estaba prevista la recuperación del satélite, por lo que su viaje sólo era de ida. La nave
debía suministrar soporte vital al animal durante unos 7 días, suministrando agua y comida en forma
de gel. La cápsula debía mantenerse a una temperatura de 15 grados e iba provista de un equipo de
regeneración de oxígeno y eliminación de CO2. A la perra, prácticamente inmovilizada en su
receptáculo, se le monitorizaban una serie de datos biométricos como respiración, presión arterial,
electrocardiograma y movimientos. Éstos posteriormente eran transmitidos a la Tierra.

Durante años la historia más aceptada fue que la perra había sobrevivido durante varios días en unas
condiciones aceptables antes de practicársele la eutanasia. En 2002 se desveló que durante el vuelo
se produjo un fallo del sistema de control térmico. La temperatura y humedad aumentaron en la
cápsula y según los registros biométricos el animal entró en un estado de ansiedad. Tras tres o
cuatro órbitas Laika falleció (unas seis o siete horas después del lanzamiento). El fallo del sistema
de control térmico pudo ser causado por daños provocados durante la separación del cono que
cubría la cápsula; o más probablemente por un mal diseño térmico, al evaluar erróneamente el
efecto de dejar unida la última etapa al satélite.

¿Que pasó con el complejo laboratorio físico que era el Objeto-D? Se convirtió en el Sputnik 3. Fue
lanzado el 27 de Abril de 1958, pero un fallo en el motor cohete hizo fracasar la misión. El satélite
cayó separadamente y tras su búsqueda y posterior hallazgo (por un grupo de pilotos militares que
no sabían que estaban buscando, debido al alto secreto que rodeaba todo el tema espacial) se logró
recuperar parte de la instrumentación. Fue reconstruido y el 15 de Mayo del mismo año se lanzó
con éxito. Sin embargo la misión no fue muy lucida al fallar una de las cintas magnéticas para
grabación de datos durante la fase de vuelo en la que no existía comunicación con el satélite. Este
fallo impidió cartografiar los cinturones de Van Allen, descubiertos por el Explorer I americano
poco antes, lo que científicamente habría sido un tanto para la URSS.

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La crisis del Sputnik (1958)

Para el gobierno americano la noticia del lanzamiento no supuso una sorpresa, viniendo incluso
bien a la hora de liberalizar el espacio. Donde la administración republicana fracasó fue al evaluar
las consecuencias derivadas de aspectos como el prestigio, orgullo nacional y efecto psicológico del
hecho. Estos factores fueron subestimados pese a estar identificados en los diversos estudios y
análisis que se realizaron en los años previos.

Si fuera posible resumir la reacción de toda una nación, se podrían identificar tres actitudes distintas
correspondientes a diversos estamentos. La primera es la reacción de la comunidad científica, donde
la puesta en órbita del satélite constituyó un hecho estimulante y motivo de felicitación a sus
colegas soviéticos. La segunda corresponde a la administración, que también felicitó a gobierno
ruso e intentó tranquilizar al pueblo americano. La tercera y más importante es la del pueblo, que
confiado en la supremacía tecnológica de su nación, de pronto interpretó que estaba a merced del
enemigo.

Dejando de lado el tema del prestigio, parece que Eisenhower sí poseía una visión realista de la
situación; donde en realidad no se había producido ningún cambio en la balanza internacional de
poderes. Era consciente de que tecnológicamente EEUU seguía por delante de la URSS y que en
temas de defensa la capacidad de respuesta americana era muy superior a la soviética, si bien es
cierto que basada en bombarderos de largo alcance en vez de en misiles.

Cuando se conoció la noticia del Sputnik, el Secretario de Defensa Neil H. McElroy se encontraba
visitando la ABMA en compañía de Von Braun y su superior el general Medaris. Von Braun
aprovechó las circunstancias y le espetó: El Vanguard no lo conseguirá. Nosotros tenemos el
material disponible.[...] ¡Podemos colocar un satélite en 60 días, Sr. McElroy!. ¡Simplemente
dénos luz verde y 60 días! ¡60 días!. Menos impulsivamente, Medaris intervino: No, Wernher, 90
días.

Al día siguiente el Secretario de Defensa asistió a una reunión informativa, de la cual el general
Medaris salió optimista. Con objeto de ganar tiempo, bajo su responsabilidad y exponiéndose a un
consejo de guerra, Medaris autorizó la preparación del lanzamiento y destinó los fondos necesarios.
El 8 de Noviembre, tras el lanzamiento del segundo Sputnik, McElroy autorizó oficialmente los
trabajos.

Mientras tanto el Vanguard continuaba según lo planificado, estando previsto su primer vuelo de
pruebas para Diciembre de ese año. Sin embargo todos los medios de comunicación estaban
pendientes del mismo. Esto constituía un gran inconveniente, y aunque hubo voces que advirtieron
sobre el carácter experimental del vuelo y su alto riesgo de fracaso, lo que debía ser una prueba más
se consideró un lanzamiento en toda regla.

El 6 de Diciembre el lanzador del Vanguard, tras elevarse un metro del suelo estallaba en una bola
de fuego ante las cámaras de televisión. El primer Kaputnik americano, como fue denominado en
algunos medios, resultó una humillación retransmitida en directo.

El 31 de Enero, el equipo de Von Braun puso en órbita un pequeño satélite (14 kg), el Explorer 1.
Un mes y medio después, con un lanzamiento abortado a finales de Enero y otro explosivo fracaso
de por medio, el primer Vanguard (1.5 kg) giraba en torno a la Tierra (actualmente sigue haciéndolo
y así seguirá por otros dos siglos, es considerado por algunos como una pieza arqueológica al ser el
dispositivo de origen humano más antiguo que existe en espacio). De cara al exterior y en particular
ante sus socios de la OTAN, los EEUU recuperaron parte de su prestigio en cuanto a vanguardia

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tecnológica. Además, ninguno de estos lanzamientos levantó protestas diplomáticas por sobrevolar
otros países violando su soberanía aérea, quedando implantada por la vía de los hechos consumados
la libertad de espacio. A partir de este momento, el programa de satélites espías tuvo vía libre.

Sin embargo, internamente el ambiente seguía caldeado. Como consecuencia de la presión que la
opinión pública ejerció sobre el gobierno, a lo largo de 1958 se realizaron una serie de acciones
paliativas:

• Se creó la Agencia para Proyectos Avanzados de Investigación (Advanced Research


Projects Agency, ARPA) actualmente denominada DARPA (Defense Advanced Research
Projects Agency), con la misión de mantener la tecnología militar norteamericana por
delante de la de sus enemigos.

• Se identificaron fallos en el sistema educativo, hasta ese momento casi responsabilidad de


los gobiernos locales. Uno de ellos fue la existencia de un número insuficiente de ingenieros
y técnicos. Por eso se incrementaron los presupuestos y se desarrolló un plan de educación
nacional, incidiendo sobre los campos de matemáticas, ciencias e idiomas.

• Se incrementaron los fondos para investigación a través de la National Science Foundation


(NSF).

• Por razones de prestigio internacional, se creó un organismo específico para la investigación


no militar del espacio: la National Aeronautic and Space Administration, NASA.

La Carrera Espacial (1959 a 1973)

Si los rusos habían tomado la salida en Julio del 55, los americanos lo hicieron el 1 de Octubre de
1958 con la creación de la NASA.

Hasta ese momento la mayor parte de la labor de investigación en el campo aeroespacial había sido
desarrollada por la venerable National Advisory Committe for Aeronautics, NACA, creada 43 años
antes. La NACA centrada en temas aeronáuticos, a partir de fines de los cuarenta y en los cincuenta
dedicó gran parte de sus esfuerzos al estudio de los regímenes de vuelo supersónico e hipersónico,
de aplicación directa en el campo espacial. Entre otros logros, conviene recordar la rotura de la
barrera del sonido con un vehículo tripulado, el avión-cohete Bell X-1, hace ahora 60 años (14 de
Octubre de 1947).

Al crearse la NASA, esta englobó a la NACA junto a otros centros de investigación y desarrollo
estatales. Pero lo más importante fue la increíble inyección de dinero que recibió, multiplicándose
en tan sólo 8 años su presupuesto por más de 60 (pasó de 89 millones de dólares en 1958 a 5.900 en
1966).

Dentro de los Estados Unidos, la crisis del Sputnik ya estaba desatada y los éxitos de los
lanzamientos no lograron calmar los ánimos. La situación fue aprovechada por los demócratas en
un acto de claro oportunismo político, y por parte del estamento militar que vio una forma de
incrementar su presupuesto.

En el Congreso, la oposición comparó la situación con Pearl Harbor, además de crear la falsa idea
de que existía una brecha tecnológica con el Este en el tema de los ICBMs (el denominado missile
gap).

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En las elecciones presidenciales de 1960, en la campaña demócrata J. F. Kennedy usó el missile gap
para atacar a los republicanos. Eisenhower no pudo rebatir la falsedad de este concepto por ser un
tema de seguridad nacional. Las pruebas de que no existía tal retraso tecnológico procedían de los
vuelos de los aviones espías U-2, y presentarlas era equivalente a desvelar su existencia y
capacidades. Por otro lado, Ike pensaba que demostrar públicamente la superioridad americana
podría afectar la autoestima soviética, haciendo que su política exterior se volviera más agresiva.

Como resultado, y por muy poco margen, se produjo el cambio de gobierno.

En los dos años siguientes continuaron por ambos lados los lanzamientos, tanto de satélites
científicos como militares, hasta que el 12 de Abril de 1961 Yuri Gagarin realizó el primer vuelo
orbital tripulado.

La resurrección del aún no enterrado fantasma del Sputnik, junto con una serie de fracasos como el
de Bahía Cochinos (Cuba), llevó al presidente Kennedy, el 25 de Mayo de 1961, a lanzar un reto:
“Creo que esta nación debe fijarse el objetivo de poner un hombre en la Luna y devolverlo sano y
salvo a la Tierra antes de que termine esta década”.

A partir de este momento se inició una verdadera competición en la que hubo que superar una serie
de etapas para preparar el camino a la Luna. Estas etapas se convirtieron en una colección de
“primer-os” (el primer alunizaje no tripulado, el primer paseo espacial, la primera cita espacial, etc.)
hasta llegar al primer hombre en la Luna.

El 24 de Julio de 1969, el hombre regresó a la Tierra tras haber alunizado. Para los Estados Unidos
había finalizado la carrera. La Unión Soviética intentó durante unos años más alcanzar la meta. A
principios de 1973 abandonó, por un lado al no ser capaz de poner a punto su lanzador, el N-1, y
por otro debido a que la Luna había perdido su protagonismo.

¿Quién ganó la carrera espacial?. Si el objetivo era la Luna, está claro, los Estados Unidos. Si nos
fijamos en el cumplimiento de etapas, la Unión Soviética. En realidad, la Humanidad.

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