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III Encuentro Interregional de Psicoanálisis de Adultos de la FEPAL “Clínica de los Desbordes”. Asunción, 4-5 de mayo de 2018.

III Encuentro Interregional de


Psicoanálisis de Adultos de la FEPAL
“Clínica de los Desbordes”
Viernes 4 y sábado 5 de mayo de 2018
– Gran Hotel del Paraguay –
Asunción

La épica de la vida
humana
El actual “malestar en la
cultura” y sus efectos de
desbordes en la psiquis
Sociedad – psiquis – clínica

Por Osmar Sostoa


El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.

La épica de la vida humana

Resumen
La cultura posmoderna para algunos (Lyotard), o la modernidad líquida para otros (Bauman), ha
hecho caducar el “viejo ideal heroico” (Freud) de los grandes relatos religiosos y filosóficos, y el
sujeto se ha vuelto un ser plástico, de identidad líquida, maleable y mutable, de acuerdo a los
designios del marketing y los medios de comunicación de masas. Entonces, en esta sociedad, el
“superyó cultural”, tal vez de forma más inconciente que conciente, estaría instaurando una nueva
ideología, legitimadora del actual sistema social, una cultura hedonista-narcisista, pragmática y
superflua. Y a nivel psicopatológico, el psiquismo se desmadra en lo alucinatorio, la actuación y
las somatizaciones (Green), detectándose un incremento de psicosis, patologías del vacío,
psicosomatosis, borderline, psicopatías, entre otras. Al par de la labor psicoanalítica, la sociedad
necesita renovar los grandes relatos, pero filosóficos y científicos, sustentados en principios y
visiones que permitan procesar una nueva épica de la vida humana, ya sin guerras, con la vigencia
plena de los valores universales de la humanidad.
Palabras clave: cultura, superyó cultural, posmodernidad, identidad líquida, hedonismo,
narcisismo, patologías del vacío, psicosomatosis, borderline, épica existencial.

The epics of human life


Abstract
Postmodern culture for some (Lyotard), or the liquid modernity for others (Bauman), has made the
"old heroic ideal" (Freud) of the great religious and philosophical stories expire, and the subject
has become a plastic being, liquid, malleable and mutable identity, according to the designs of
marketing and mass media. Then, in this society, the "cultural superego", perhaps more
unconsciously than conscious, would be establishing a new ideology, legitimizing the current
social system, a hedonistic-narcissistic, pragmatic and superfluous culture. And at the
psychopathological level, the psyche is out of control in the hallucinatory, acting and somatization
(Green), detecting an increase in psychosis, pathologies of emptiness, psychosomatosis,
borderline, psychopathies, among others. Along with psychoanalytic work, society needs to renew
the great stories, but philosophical and scientific, based on principles and visions that allow
processing a new epics of human life, without wars, with the full validity of the universal values
of the humanity.
Keywords: culture, cultural superego, postmodernity, liquid identity, hedonism, narcissism,
pathologies of emptiness, psychosomatosis, borderline, existential epics.

1
El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.

La épica de la vida humana.


El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis
Por Osmar Sostoa

A escasos años de su centenario, la obra de Sigmund Freud, El malestar en la cultura (1930)1, nos
convoca a repensarla en función del malestar actual de la humanidad. Hoy vemos y sentimos el
sufrimiento humano dentro y fuera del consultorio, consecuencia de las grandes contradicciones
de la sociedad que generan contrastes y conflictos de todo tipo.
Con la primera guerra mundial y el ascenso del nazismo, Freud estuvo entre los intelectuales que
expresaron su preocupación acerca del destino de la humanidad. En el citado texto freudiano, su
autor procura encontrar una explicación a tanto impulso destructivo de la especie humana. Dos
años después de la publicación de dicha obra, por iniciativa de la Liga de las Naciones, Albert
Einstein le propone a Freud un intercambio epistolar público, conocido luego bajo el título “¿Por
qué la guerra?”.
En su carta del 30 de julio de 1932, Einstein le expresa a Freud: “El problema es este: ¿Hay algún
camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra? Es bien sabido que, con el avance de
la ciencia moderna, este ha pasado a ser un asunto de vida o muerte para la civilización tal cual la
conocemos; sin embargo, pese al empeño que se ha puesto, todo intento de darle solución ha
terminado en un lamentable fracaso”2.
Por su parte, Freud responde a Einstein en setiembre de 1932, explicándole: “en la realidad, la
situación se complica por el hecho de que la comunidad incluye desde el comienzo elementos de
poder desigual, varones y mujeres, padres e hijos, y pronto, a consecuencia de la guerra y el
sometimiento, vencedores y vencidos, que se trasforman en amos y esclavos. Entonces el derecho
de la comunidad se convierte en la expresión de las desiguales relaciones de poder que imperan en
su seno; las leyes son hechas por los dominadores y para ellos, y son escasos los derechos
concedidos a los sometidos”3.
Y Freud le propone: “Desde nuestra doctrina mitológica de las pulsiones hallamos fácilmente una
fórmula sobre las vías indirectas para combatir la guerra. Si la aquiescencia a la guerra es un
desborde de la pulsión de destrucción, lo natural será apelar a su contraria, el Eros. Todo cuanto
establezca ligazones de sentimiento entre los hombres no podrá menos que ejercer un efecto
contrario a la guerra. Tales ligazones pueden ser de dos clases. En primer lugar, vínculos como los
que se tienen con un objeto de amor, aunque sin metas sexuales. El psicoanálisis no tiene motivo
para avergonzarse por hablar aquí de amor, pues la religión dice lo propio: «Ama a tu prójimo
como a ti mismo». Ahora bien, es fácil demandarlo, pero difícil cumplirlo. La otra clase de ligazón
de sentimiento es la que se produce por identificación. Todo lo que establezca sustantivas

1
El malestar en la cultura. Sigmund Freud. Obras Completas, Amorrortu Editores. Vol. 21. Págs. 57-140.
2 ¿Por qué la guerra? (Einstein y Freud) (1933 [1932]). S. Freud. OC. AE. Vol. 22. Pág. 183.
3 Íbidem. Págs. 189 y 190.

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El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.

relaciones de comunidad entre los hombres provocará esos sentimientos comunes, esas
identificaciones. Sobre ellas descansa en buena parte el edificio de la sociedad humana”4.
Por otro lado, en El malestar en la cultura, Freud aborda la religión como el gran relato destinado
al hombre común que le explica sobre el origen del mundo y le da al mismo tiempo protección y
reparación en sus sufrimientos y el gran sentido de la vida para alcanzar la felicidad. Por lo tanto,
Freud ratifica en una de sus conferencias de 1933 (1932) que “de los tres poderes que pueden
disputar a la ciencia su territorio, el único enemigo serio es la religión”5.
Sin embargo, los pensadores de la posmodernidad sostienen que se terminaron los grandes relatos
en las condiciones posmodernas de la vida actual (Jean Françoise Lyotard), o que se ha consumado
el “fin de la historia” (Francis Fukuyama). Lyotard6 declara que “simplificando al máximo, se
tiene por «postmoderna» la incredulidad con respecto a los metarrelatos”7, vale decir, la crisis de
los grandes relatos. Francis Fukuyama8 afirma que los adictos al trabajo (workaholics)
remplazaron el deseo por la “thymós”9. Dice al respecto: “La razón de que trabajen tan duro como
lo hacen está solo parcialmente relacionada con su compensación monetaria, pues es evidente que
sienten satisfacción por el trabajo o por la posición y reconocimiento que les proporciona. Su
sentido de autoestima está relacionado con lo duro y hábilmente que trabajan, con lo rápidamente
que ascienden en los cargos de la empresa y con el respeto que les muestran otras personas. Incluso
disfrutan más de sus bienes materiales por la reputación que les da que por el empleo real de los
mismos, puesto que disponen de tan poco tiempo para disfrutarlos. El trabajo, en otras palabras,
se realiza para satisfacer su thymós más bien que su deseo”10.
Sin embargo, el devaneo posmoderno en que está inmerso una amplia capa social, atrapada en el
consumismo hedonista, está inclusive terminando como el despertar de un sueño a consecuencia
de los cambios neoliberales de políticas económicas en los países del primer mundo y su impacto
en el resto del planeta; tales como las fuertes restricciones y prácticamente el desmantelamiento
del “estado del bienestar” en Europa.
A esos menoscabos del bienestar social, el cual estaba vigente por décadas en el período de la
posguerra mundial, se le suma ahora el incremento del belicismo mediante conflagraciones
focalizadas en puntos estratégicos del planeta, como parte de la disputa por la hegemonía mundial
de las grandes potencias. El hombre posmoderno está perdiendo su paraíso de mercado. Como
muestra valga un botón: en España 7.000 desempleados se presentaron para 100 puestos de trabajo.
Por su lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) recomienda recortar los beneficios sociales,
sobre todo de la jubilación, ante “el impacto financiero del riesgo de longevidad”11.

4 Ídem. Pág. 195.


5 35° conferencia. En torno de una cosmovisión. Nuevas Conferencias de introducción al psicoanálisis (1933 [1932]). S. Freud.
OC, AE. Vol. 22. pág. 148.
6 La condición postmoderna. Informe sobre el saber. Jean-François Lyotard. Red Editorial Iberoamericana S.A. Argentina, 1991.
7 Íbidem. Pág. 4.
8 El fin de la historia y el último hombre. Francis Fukuyama. Editorial Planeta. Argentina, 1992.
9 “Homero utiliza fundamentalmente las palabras psyché y thymós para referirse al alma. Thymós es el alma entendida como

fuerza vital, como aquello que vivifica el cuerpo, pero que desaparece tras la muerte de éste. Lo único que parece sobrevivir a la
destrucción del cuerpo es la psyché entendida como sombra, imagen, espíritu o fantasma de la persona que tras la muerte del
cuerpo habita en el mundo de las sombras, el Hades. Cuando Ulises en sueños baja al Hades y se encuentra con la psyché de sus
amigos muertos en Troya, los ve tristes, apagados, sin apenas actividad, y eso porque les falta la thymós o fuerza vital”.
http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiagriega/Presocraticos/Alma.htm
10 El fin de la historia y el último hombre. Francis Fukuyama. Editorial Planeta. Argentina, 1992. Pág. 309.
11 El Mundo. Diario español, del 11 de abril de 2012.

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El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.

El actual “malestar en la cultura”, en un escenario regresivo así, complica las condiciones de


subjetividad humana, por cuanto que a la pérdida de horizonte (de los grandes relatos religiosos,
ideológicos o filosóficos) que lleva a los extremos de las patologías del vacío, se le suma ahora un
contingente de “homo sacer”12, o individuos desechables según Agamben, marginados por el
mercado de trabajo y las guerras de hegemonía.
Tampoco podemos dejar de plantear otra dimensión de semejante malestar de la civilización
contemporánea, consistente en la pérdida de la individualidad. Históricamente, el gran relato del
liberalismo, producto de la Ilustración, comprendía la libertad individual, y en consecuencia el
respeto a la privacidad y la intimidad, el pensamiento propio y crítico, el acceso a la educación, la
cultura y el conocimiento en general; propuestas que enmarcan todo tratamiento psicoanalítico. Al
respecto, en El malestar en la cultura, Freud entiende que el conflicto individuo-sociedad y grupo-
sociedad sería fuente de crisis y confrontaciones sociales. Se plantea entonces que “uno de los
problemas que atañen a su destino es saber si mediante determinada configuración ese equilibrio
puede alcanzarse o si el conflicto es insalvable”13.
Sin embargo, en la actualidad, se está instalando otra realidad, la anunciada en la novela de George
Orwell, “1984”, consistente en la vigilancia del “Gran hermano”. Este totalitarismo actual
encuentra en las tecnologías de la informática y las telecomunicaciones una capacidad
inconmensurable de control social y mental, bajo la apariencia de una sociedad democrática.
El psicoanalista español Joan Coderch afirma que las configuraciones posmodernas del sujeto
“promueven el uso defensivo de la negación y del antipensamiento”14. Contextualiza dicho perfil
al indicar que los estudiosos “opinan que vivimos en un mundo amenazador en el que la tecnología
despersonaliza al individuo, el marketing vacía los objetos de significado y los sujetos se
encuentran frente al constante dilema de discriminación entre lo que es real o irreal, dentro y fuera,
la autenticidad y la inautenticidad. Dado que las formas sociales y culturales ofrecen muy poca
contención emocional y estabilidad personal, la ansiedad y la desesperación se incrementan
forzosamente –podemos ver con facilidad cómo los síntomas de ansiedad son cada vez más y más
frecuentes en las consultas médicas y psiquiátricas–, y nuestros recursos internos para hacernos
cargo del sufrimiento psíquico disminuyen.”15
Freud argumentaba en los inicios del psicoanálisis que al paciente hay que ayudarle a “mudar su
miseria histérica en infortunio ordinario”16. Con esto, procuraba ubicarse en un escenario de la
época, de carácter dramático, que planteaba un ideal del yo épico destinado a sobrevivir y triunfar
en el mismo, en un contexto de los ideales y valores éticos vigentes entonces.
En consecuencia ¿seguimos todavía en una sociedad restrictiva y represora del principio de placer,
generadora principalmente de las neurosis? Samuel Arbiser17 señala que se da “la íntima relación
entre las características de la cultura en cada momento y lugar, y las expresiones de la
psicopatología”, y que, actualmente, “en el caso particular de la cultura posmoderna y su

12 Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Pre-Textos. Giorgio Agamben. Valencia 1998.
13
El malestar en la cultura. Sigmund Freud. Obras Completas, Amorrortu Editores. Vol. 21. Pág. 94.
14 La relación paciente-terapeuta. Joan Coderch. Herder Editorial. Barcelona, 2012. Pág. 44.
15 Íbidem. Págs. 44 y 45.
16 Estudios sobre la histeria (Breuer y Freud) (1893-95) [IV. Sobre la psicoterapia de la histeria (Freud)]. S. Freud. OC. AE. Vol. 2.

Pág. 309
17
Samuel Arbiser. Psiquis y cultura. Revista Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 – 2003.

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psicopatología tributaria, convendría desbrozar sus valores subyacentes para confrontarlos con los
valores implícitos del método psicoanalítico, en línea … con los valores humanos más
permanentes”.
Evidentemente que ya no se trata del sujeto dominado inconcientemente por un ideal del yo épico.
Estamos hablando de un nuevo ethos, el hedonista (narcisista), que genera un ideal del yo
hedónico. Para explicar mejor el cambio de época, Arbiser cita a Joyce McDougall (1982), con
respecto a los pacientes ‘posmodernos’: “Hace algunos años encontrábamos sobre el diván del
analista un buen número de pacientes que sufrían diversas formas de impotencia sexual o frigidez,
en un contexto en que el objeto sexual habitualmente era amado o sobrestimado: ‘La amo y sin
embargo no puedo hacer el amor con ella’. Hoy hay más analizados que dicen: ‘hago el amor con
ella pero no la amo’ ”18.
Arbiser afirma que “el ‘infortunio ordinario’, al que Freud aludía en sus tempranos trabajos, es la
porción del inevitable ‘malestar en la cultura’ que nos toca a cada persona enfrentada a la tarea de
vivir. El superyó de la cultura impone ideales y define la ética de la comunidad como normativa
de convivencia entre los individuos19. Recomienda por lo tanto el autor contar con esa mirada para
comprender los cambios en la salud mental, vale decir, de la anterior preponderancia de las
neurosis a la actual de las patologías narcisistas, considerando que, como dice Arbiser, “los
cambios culturales producidos a lo largo de la historia de la humanidad han redundado en marcados
cambios en la subjetividad y por consiguiente en la psicopatología”20.
Concluye en este aspecto el mencionado analista cuanto sigue: “se ha insistido, con razón y cierto
tono nostálgico, en que el psicoanálisis marcha a contrapelo de la cultura posmoderna. Esa
evidencia, lejos de abatirnos, debiera estimular la creatividad de los psicoanalistas para abordar
con renovados bríos el desafío que lo nuevo nos plantea e intentar así actualizar la eficacia y la
frescura del método y la teoría”21.
En esa misma dirección, el psicoanálisis nos demuestra que uno de los fundamentos de la felicidad
está en haber sido amado, libidinizado por la madre, con lo que se logra esa capacidad de amar a
los demás, de tener empatía; y amarse a sí mismo, tener autoestima; desarrollando así la condición
de sujeto con la capacidad de sobrellevar adversidades y sufrimientos, lo que lleva a impulsar la
dinámica autopoiética de la vida, vale decir, la épica de la vida humana. Este es el fundamento de
la propuesta de Freud a Einstein, contra la violencia entre los seres humanos, el amor, junto a la
identificación. En esa línea de reflexión, son innegables los aportes de Winnicott (madre
suficientemente buena), Bion (reverie), Bowlby (apego) y Kohut (el sí mismo o self), para una
mayor comprensión de la importancia de esa libidinización inicial y luego la reparación necesaria
para afianzar la autoestima en el análisis.
Por todo lo dicho con antelación, podemos afirmar que la metáfora integradora del sujeto con sus
ideales épicos, producto de los grandes relatos, en la posmodernidad fue sustituida por la
metonimia fragmentaria de un sujeto disperso en pequeños, parciales y diversos relatos con los
que aparenta encontrarse a sí mismo. De ese modo, el individuo posmoderno ya no está inserto en

18 Íbidem. Pág. 202.


19 El malestar en la cultura. S. Freud. OC, AE. Vol. 21. Pág. 137.
20 Samuel Arbiser. Psiquis y cultura. Revista Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 – 2003. Pág. 201.
21 Íbidem. Pág. 202.

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un gran sentido de su vida proveniente de un gran relato, sea religioso, ideológico, científico, o
filosófico. Se trata de un sujeto que vive el día, carpe diem, que produce con eficiencia y consume
con deleite.
En consecuencia, las patologías actuales están marcadas por lo sensorial; instancia denominada
“lo originario” por la psicoanalista francesa Piera Aulagnier22. Este lugar de “lo originario”23 sigue
siendo funcional por cuanto se trata del contacto directo de los sentidos con el mundo exterior, ahí
en donde al nacer surgieron las primeras huellas, todavía sin representación ni fantasías
inconcientes; puras sensaciones sin poder de simbolización; desde donde, en los casos
psicopatológicos, afloran las adicciones, tendencias suicidas, bulimia-anorexia, defensas centradas
en descargas pulsionales, conflictos de identidad, etc.; así como “lo no representado” (lo
traumático), la compulsión a la repetición y sus vinculaciones con el masoquismo, la reacción
terapéutica negativa y la pulsión de muerte.
Por su parte, André Green (2003), cuando expone el fenómeno de los desbordes y su vinculación
originaria con las pulsiones, plantea que el psiquismo se desmadra en lo alucinatorio, la actuación
y las somatizaciones24. En el primero, con la alucinación negativa que emerge de las etapas
anteriores al recuerdo y al lenguaje. En el segundo, con la actuación en remplazo del recuerdo, sin
referencia a la representación, que lleva a la descarga (acting o enacción, compulsión a la
repetición, etc.). En el tercero, con las dolencias psicosomáticas signadas por la depresión esencial,
desorganización progresiva, desmentalización, pensamiento operatorio e irregular actividad
mental, en referencia a la teoría de Pierre Marty.
Raúl Tebaldi, psicoanalista argentino, ahonda en esa regresión preedípica cuando explica que
“Freud nos lleva más allá de las identificaciones secundarias, donde asienta otro poder, aquel del
objeto capaz de permanecer ajeno a las leyes culturales, y mucho más apto para ser
responsabilizado de las manifestaciones destructivas del ‘más allá’. En El yo y el ello, aparece la
cita de capital importancia en la cual Freud atribuye el origen del ideal del yo, a la identificación
inicial, prehistórica, con los progenitores, en la época en la cual no era posible la diferencia sexual.
Es para él la identificación primera, directa y la de mayor valencia”25. Relaciona también el autor
dicho proceso con el concepto “ligazón-madre originaria” de Freud en la obra de este “Sobre la
sexualidad femenina”26. Valga el juego de palabras, cuando decimos que este “desmadre”, o
desborde, de la instancia secundaria hace hundirse a la psiquis hasta la “roca madre” como último
soporte; hasta la instancia primaria, en la primera identificación, antes del recuerdo y el lenguaje,
o lo que es lo mismo, previa a la simbolización.
El proceso de desintegración del sujeto, con desbordes y regresión hacia “lo originario”, trae
consigo la disminución, o la pérdida notable, de la capacidad de simbolización; proceso que ya era
avizorado varias décadas atrás, en los comienzos de la posmodernidad, por varios investigadores.
Entre éstos, estaba Nasim Yampey, psicoanalista paraguayo, quien sostenía en su libro

22 La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado. Piera Aulagnier. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1ª ed.
1977. - 7ª reimp. 2007. Págs. 17 y 18.
23 “¿tenemos derecho a suponer la supervivencia de lo originario junto a lo posterior, devenido desde él? Sin duda ninguna; un

hecho así no es extraño al ámbito anímico ni a otros.” … “en el ámbito del alma es frecuente la conservación de lo primitivo
junto a lo que ha nacido de él por trasformación”. El malestar en la cultura. S. Freud. OC, AE. Vol. 21. Pág. 69.
24 Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo. André Green. Amorrortu Editores. 2005. Buenos Aires. Págs. 216/224.
25 Más allá del superyó. Raúl Tebaldi. XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis. FEPAL. Lima, Perú. Octubre 2006.
26 Sobre la sexualidad femenina. S. Freud. OC, AE. Vol. 21. Pág. 228.

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El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.

Psicoanálisis de la cultura (1981), cuanto sigue: “Actualmente el problema de la identidad, sea en


el sujeto o en los pueblos, suscita mucho interés ya que las condiciones contemporáneas han
puesto a prueba la coherencia e integridad tanto de los individuos como de las sociedades. Estas
condiciones sociales conflictivas destacan el grado de equilibrio psíquico de la persona individual
o colectiva que ha de enfrentar y resolver sus necesidades básicas de gratificación y seguridad”27.
Y agrega seguidamente el mismo autor que “E. Erikson afirma que el estudio de la identidad en
nuestra época es tan estratégico como fue en tiempos de Freud el de la sexualidad, y O. Fenichel
sostiene que los pacientes de nuestros días, más que de las manifestaciones neuróticas, sufren de
una restricción del yo debida a sus defensas, esto es, conforman caracteropatías. Por su parte, W.
Fairbairn considera que la salud mental depende de la preservación y el desenvolvimiento total de
la persona; piensa que lo importante no es la gratificación instintiva ni el control de las pulsiones,
ni siquiera la coordinación y conciliación de estructuras psíquicas independientes, sino la
preservación de la integridad psíquica, o su recuperación si ella ha sido perdida”28.
Más adelante, sostiene que “el fomento del individualismo y la suma de represión impuesta por
los sistemas vigentes han exacerbado el malestar social y los problemas individuales, creando
situaciones agudas de inestabilidad e inseguridad y la compulsión a actuaciones destructivas”29. Y
explica Yampey que “Mitscherlich pone de relieve las variables actuales de la cultura. En nuestra
sociedad comienzan a predominar –dice– las vivencias de extrañamiento emocional entre las
personas debido a los contactos superficiales y rápidamente cambiantes que caracterizan hoy las
relaciones humanas. Los individuos portadores de códigos de conducta diferentes se ven obligados
a efectuar rápidas adaptaciones a normas solo semejantes en apariencia, lo que origina inseguridad
y angustia”30.
En conclusión
Hoy más que nunca el psicoanálisis está comprometido, involucrado y forma parte de la
responsabilidad social que ineludiblemente tiene todo saber científico. Cuando Freud recibió la
propuesta de Einstein, bajo el patrocinio de la Liga de las Naciones, asumió dicho compromiso sin
retaceos. Y Freud sostiene en El malestar en la cultura que la instancia del superyó está abierta a
la evolución cultural, a la educación, a la comprensión del comportamiento humano en comunidad.
Dice al respecto: “Entrevén ustedes qué importante ayuda para comprender la conducta social de
los seres humanos (p. ej., la de la juventud desamparada), y acaso indicaciones prácticas para la
educación, se obtienen de la consideración del superyó”31. Y agrega luego: “La humanidad nunca
vive por completo en el presente; en las ideologías del superyó perviven el pasado, la tradición de
la raza y del pueblo, que sólo poco a poco ceden a los influjos del presente, a los nuevos cambios;
y en tanto ese pasado opera a través del superyó, desempeña en la vida humana un papel poderoso,
independiente de las relaciones económicas”32.

27 Psicoanálisis de la cultura. Nasim Yampey. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1981. Pág. 111.
28 Íbidem. Pág. 111.
29 Ídem. Pág. 112.
30 Ídem. Pág. 117.
31 31° conferencia. La descomposición de la personalidad psíquica. Nuevas Conferencias de introducción al psicoanálisis (1933

[1932]). S. Freud. OC, AE. Vol. 22. Pág. 62.


32 Íbidem. Pág. 63.

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El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.

Lidiar con la complejidad humana, tanto en la clínica como en la educación, lleva a reflexionar
más profundamente sobre los planteamientos de Freud, quien en los últimos años de su vida se
ocupó con mayor énfasis de las cuestiones de la cultura.
La “modificación cultural” que propugna Freud en la carta a Einstein será posible desde una
“cosmovisión científica”33 mediante la educación en las ciencias y las artes, que incluya la ética y
la filosofía, apoyada desde luego en una alfabetización masiva. A partir de ello se puede sustentar
un sentido de la vida distinto, humanista, y hoy en día también ecologista. Desde esta óptica del
creador del psicoanálisis, tiene significación un nuevo gran relato de la humanidad, y al mismo
tiempo la continuidad de una épica de la vida humana, pero superadora del “viejo ideal heroico”34
con el cual se justificaban las guerras de conquista, el sometimiento de pueblos enteros a la
esclavitud y a la religión y la cultura del vencedor. Una nueva épica existencial para la sociedad y
el individuo es posible, fundada en el Eros y la identificación, pero también en la ética, la filosofía,
las ciencias y las artes.
Entonces, el “viejo ideal heroico” tendrá que ir cediendo paulatinamente a la nueva épica de la
vida humana, en la cual el ello, o la thymós griega de Homero, Sócrates y Platón, es modificado
por la cultura con la capacidad de trasformar la realidad, no de destruirla, haciendo honor a la
esclarecida y pertinente traducción de Derrida del término heideggeriano “destruktion” como
deconstrucción, por cuanto que no se buscaría la reducción metafísica a la nada, sino por el
contrario, liberar e impulsar la creatividad y la sabiduría humanas, con las cuales las pulsiones de
vida y de muerte se integran en un nivel superior, acorde a la ansiada y utópica evolución ética,
pero sin abandonar el espíritu concebido por Morin del “homo sapiens-demens”, aunque ya sin
guerras, para el bien de la humanidad y la naturaleza.

“Ante todo, el hombre no puede verse reducido a su aspecto técnico de homo faber, ni a su aspecto racionalístico de
homo sapiens. Hay que ver en él también el mito, la fiesta, la danza, el canto, el éxtasis, el amor, la muerte, la
desmesura, la guerra… No deben despreciarse la afectividad, el desorden, la neurosis, la aleatoriedad. El auténtico
hombre se halla en la dialéctica sapiens-demens…”. Edgar Morin. El paradigma perdido: el pasado olvidado.
“Siempre es posible ligar en el amor a una multitud mayor de seres humanos, con tal que otros queden fuera para
manifestarles la agresión”. Sigmund Freud. El malestar en la cultura. OC, AE. Vol. 21. Pág. 111.
“Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro” («Lupus est homo homini,
non homo, quom qualis sit non novit»). Tito M. Plauto (comediógrafo latino, 251-184 AC), Asinaria, II, iv, 88.
“El hombre es un lobo para el hombre” (“Homo homini lupus est”). Thomas Hobbes (1588-1679), El ciudadano.
"El hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe”. Jean-Jacques Rousseau (1712-1778).
“Y ahora cabe esperar que el otro de los dos «poderes celestiales», el Eros eterno, haga un esfuerzo para
afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede prever el desenlace?”
Sigmund Freud. El malestar en la cultura. OC, AE. Vol. 21. Pág. 140.

33 35° conferencia. En torno de una cosmovisión. Nuevas Conferencias de introducción al psicoanálisis (1933 [1932]). S. Freud.
OC, AE. Vol. 22. Pág. 146.
34
¿Por qué la guerra? (Einstein y Freud) (1933 [1932]). S. Freud. OC. AE. Vol. 22. Pág. 196.

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El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.

Bibliografía
Agamben, Giorgio. Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Pre-Textos. Valencia 1998.
Arbiser, Samuel. Psiquis y cultura. Revista Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 – 2003.
Arendt, Hannah. Eichmann en Jerusalen. Un informe sobre la banalidad del mal.
Aulagnier, Piera. La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado. Amorrortu Editores, Buenos Aires,
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