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La épica de la vida
humana
El actual “malestar en la
cultura” y sus efectos de
desbordes en la psiquis
Sociedad – psiquis – clínica
Resumen
La cultura posmoderna para algunos (Lyotard), o la modernidad líquida para otros (Bauman), ha
hecho caducar el “viejo ideal heroico” (Freud) de los grandes relatos religiosos y filosóficos, y el
sujeto se ha vuelto un ser plástico, de identidad líquida, maleable y mutable, de acuerdo a los
designios del marketing y los medios de comunicación de masas. Entonces, en esta sociedad, el
“superyó cultural”, tal vez de forma más inconciente que conciente, estaría instaurando una nueva
ideología, legitimadora del actual sistema social, una cultura hedonista-narcisista, pragmática y
superflua. Y a nivel psicopatológico, el psiquismo se desmadra en lo alucinatorio, la actuación y
las somatizaciones (Green), detectándose un incremento de psicosis, patologías del vacío,
psicosomatosis, borderline, psicopatías, entre otras. Al par de la labor psicoanalítica, la sociedad
necesita renovar los grandes relatos, pero filosóficos y científicos, sustentados en principios y
visiones que permitan procesar una nueva épica de la vida humana, ya sin guerras, con la vigencia
plena de los valores universales de la humanidad.
Palabras clave: cultura, superyó cultural, posmodernidad, identidad líquida, hedonismo,
narcisismo, patologías del vacío, psicosomatosis, borderline, épica existencial.
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El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.
A escasos años de su centenario, la obra de Sigmund Freud, El malestar en la cultura (1930)1, nos
convoca a repensarla en función del malestar actual de la humanidad. Hoy vemos y sentimos el
sufrimiento humano dentro y fuera del consultorio, consecuencia de las grandes contradicciones
de la sociedad que generan contrastes y conflictos de todo tipo.
Con la primera guerra mundial y el ascenso del nazismo, Freud estuvo entre los intelectuales que
expresaron su preocupación acerca del destino de la humanidad. En el citado texto freudiano, su
autor procura encontrar una explicación a tanto impulso destructivo de la especie humana. Dos
años después de la publicación de dicha obra, por iniciativa de la Liga de las Naciones, Albert
Einstein le propone a Freud un intercambio epistolar público, conocido luego bajo el título “¿Por
qué la guerra?”.
En su carta del 30 de julio de 1932, Einstein le expresa a Freud: “El problema es este: ¿Hay algún
camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra? Es bien sabido que, con el avance de
la ciencia moderna, este ha pasado a ser un asunto de vida o muerte para la civilización tal cual la
conocemos; sin embargo, pese al empeño que se ha puesto, todo intento de darle solución ha
terminado en un lamentable fracaso”2.
Por su parte, Freud responde a Einstein en setiembre de 1932, explicándole: “en la realidad, la
situación se complica por el hecho de que la comunidad incluye desde el comienzo elementos de
poder desigual, varones y mujeres, padres e hijos, y pronto, a consecuencia de la guerra y el
sometimiento, vencedores y vencidos, que se trasforman en amos y esclavos. Entonces el derecho
de la comunidad se convierte en la expresión de las desiguales relaciones de poder que imperan en
su seno; las leyes son hechas por los dominadores y para ellos, y son escasos los derechos
concedidos a los sometidos”3.
Y Freud le propone: “Desde nuestra doctrina mitológica de las pulsiones hallamos fácilmente una
fórmula sobre las vías indirectas para combatir la guerra. Si la aquiescencia a la guerra es un
desborde de la pulsión de destrucción, lo natural será apelar a su contraria, el Eros. Todo cuanto
establezca ligazones de sentimiento entre los hombres no podrá menos que ejercer un efecto
contrario a la guerra. Tales ligazones pueden ser de dos clases. En primer lugar, vínculos como los
que se tienen con un objeto de amor, aunque sin metas sexuales. El psicoanálisis no tiene motivo
para avergonzarse por hablar aquí de amor, pues la religión dice lo propio: «Ama a tu prójimo
como a ti mismo». Ahora bien, es fácil demandarlo, pero difícil cumplirlo. La otra clase de ligazón
de sentimiento es la que se produce por identificación. Todo lo que establezca sustantivas
1
El malestar en la cultura. Sigmund Freud. Obras Completas, Amorrortu Editores. Vol. 21. Págs. 57-140.
2 ¿Por qué la guerra? (Einstein y Freud) (1933 [1932]). S. Freud. OC. AE. Vol. 22. Pág. 183.
3 Íbidem. Págs. 189 y 190.
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El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.
relaciones de comunidad entre los hombres provocará esos sentimientos comunes, esas
identificaciones. Sobre ellas descansa en buena parte el edificio de la sociedad humana”4.
Por otro lado, en El malestar en la cultura, Freud aborda la religión como el gran relato destinado
al hombre común que le explica sobre el origen del mundo y le da al mismo tiempo protección y
reparación en sus sufrimientos y el gran sentido de la vida para alcanzar la felicidad. Por lo tanto,
Freud ratifica en una de sus conferencias de 1933 (1932) que “de los tres poderes que pueden
disputar a la ciencia su territorio, el único enemigo serio es la religión”5.
Sin embargo, los pensadores de la posmodernidad sostienen que se terminaron los grandes relatos
en las condiciones posmodernas de la vida actual (Jean Françoise Lyotard), o que se ha consumado
el “fin de la historia” (Francis Fukuyama). Lyotard6 declara que “simplificando al máximo, se
tiene por «postmoderna» la incredulidad con respecto a los metarrelatos”7, vale decir, la crisis de
los grandes relatos. Francis Fukuyama8 afirma que los adictos al trabajo (workaholics)
remplazaron el deseo por la “thymós”9. Dice al respecto: “La razón de que trabajen tan duro como
lo hacen está solo parcialmente relacionada con su compensación monetaria, pues es evidente que
sienten satisfacción por el trabajo o por la posición y reconocimiento que les proporciona. Su
sentido de autoestima está relacionado con lo duro y hábilmente que trabajan, con lo rápidamente
que ascienden en los cargos de la empresa y con el respeto que les muestran otras personas. Incluso
disfrutan más de sus bienes materiales por la reputación que les da que por el empleo real de los
mismos, puesto que disponen de tan poco tiempo para disfrutarlos. El trabajo, en otras palabras,
se realiza para satisfacer su thymós más bien que su deseo”10.
Sin embargo, el devaneo posmoderno en que está inmerso una amplia capa social, atrapada en el
consumismo hedonista, está inclusive terminando como el despertar de un sueño a consecuencia
de los cambios neoliberales de políticas económicas en los países del primer mundo y su impacto
en el resto del planeta; tales como las fuertes restricciones y prácticamente el desmantelamiento
del “estado del bienestar” en Europa.
A esos menoscabos del bienestar social, el cual estaba vigente por décadas en el período de la
posguerra mundial, se le suma ahora el incremento del belicismo mediante conflagraciones
focalizadas en puntos estratégicos del planeta, como parte de la disputa por la hegemonía mundial
de las grandes potencias. El hombre posmoderno está perdiendo su paraíso de mercado. Como
muestra valga un botón: en España 7.000 desempleados se presentaron para 100 puestos de trabajo.
Por su lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) recomienda recortar los beneficios sociales,
sobre todo de la jubilación, ante “el impacto financiero del riesgo de longevidad”11.
fuerza vital, como aquello que vivifica el cuerpo, pero que desaparece tras la muerte de éste. Lo único que parece sobrevivir a la
destrucción del cuerpo es la psyché entendida como sombra, imagen, espíritu o fantasma de la persona que tras la muerte del
cuerpo habita en el mundo de las sombras, el Hades. Cuando Ulises en sueños baja al Hades y se encuentra con la psyché de sus
amigos muertos en Troya, los ve tristes, apagados, sin apenas actividad, y eso porque les falta la thymós o fuerza vital”.
http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiagriega/Presocraticos/Alma.htm
10 El fin de la historia y el último hombre. Francis Fukuyama. Editorial Planeta. Argentina, 1992. Pág. 309.
11 El Mundo. Diario español, del 11 de abril de 2012.
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El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.
12 Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Pre-Textos. Giorgio Agamben. Valencia 1998.
13
El malestar en la cultura. Sigmund Freud. Obras Completas, Amorrortu Editores. Vol. 21. Pág. 94.
14 La relación paciente-terapeuta. Joan Coderch. Herder Editorial. Barcelona, 2012. Pág. 44.
15 Íbidem. Págs. 44 y 45.
16 Estudios sobre la histeria (Breuer y Freud) (1893-95) [IV. Sobre la psicoterapia de la histeria (Freud)]. S. Freud. OC. AE. Vol. 2.
Pág. 309
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Samuel Arbiser. Psiquis y cultura. Revista Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 – 2003.
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El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.
psicopatología tributaria, convendría desbrozar sus valores subyacentes para confrontarlos con los
valores implícitos del método psicoanalítico, en línea … con los valores humanos más
permanentes”.
Evidentemente que ya no se trata del sujeto dominado inconcientemente por un ideal del yo épico.
Estamos hablando de un nuevo ethos, el hedonista (narcisista), que genera un ideal del yo
hedónico. Para explicar mejor el cambio de época, Arbiser cita a Joyce McDougall (1982), con
respecto a los pacientes ‘posmodernos’: “Hace algunos años encontrábamos sobre el diván del
analista un buen número de pacientes que sufrían diversas formas de impotencia sexual o frigidez,
en un contexto en que el objeto sexual habitualmente era amado o sobrestimado: ‘La amo y sin
embargo no puedo hacer el amor con ella’. Hoy hay más analizados que dicen: ‘hago el amor con
ella pero no la amo’ ”18.
Arbiser afirma que “el ‘infortunio ordinario’, al que Freud aludía en sus tempranos trabajos, es la
porción del inevitable ‘malestar en la cultura’ que nos toca a cada persona enfrentada a la tarea de
vivir. El superyó de la cultura impone ideales y define la ética de la comunidad como normativa
de convivencia entre los individuos19. Recomienda por lo tanto el autor contar con esa mirada para
comprender los cambios en la salud mental, vale decir, de la anterior preponderancia de las
neurosis a la actual de las patologías narcisistas, considerando que, como dice Arbiser, “los
cambios culturales producidos a lo largo de la historia de la humanidad han redundado en marcados
cambios en la subjetividad y por consiguiente en la psicopatología”20.
Concluye en este aspecto el mencionado analista cuanto sigue: “se ha insistido, con razón y cierto
tono nostálgico, en que el psicoanálisis marcha a contrapelo de la cultura posmoderna. Esa
evidencia, lejos de abatirnos, debiera estimular la creatividad de los psicoanalistas para abordar
con renovados bríos el desafío que lo nuevo nos plantea e intentar así actualizar la eficacia y la
frescura del método y la teoría”21.
En esa misma dirección, el psicoanálisis nos demuestra que uno de los fundamentos de la felicidad
está en haber sido amado, libidinizado por la madre, con lo que se logra esa capacidad de amar a
los demás, de tener empatía; y amarse a sí mismo, tener autoestima; desarrollando así la condición
de sujeto con la capacidad de sobrellevar adversidades y sufrimientos, lo que lleva a impulsar la
dinámica autopoiética de la vida, vale decir, la épica de la vida humana. Este es el fundamento de
la propuesta de Freud a Einstein, contra la violencia entre los seres humanos, el amor, junto a la
identificación. En esa línea de reflexión, son innegables los aportes de Winnicott (madre
suficientemente buena), Bion (reverie), Bowlby (apego) y Kohut (el sí mismo o self), para una
mayor comprensión de la importancia de esa libidinización inicial y luego la reparación necesaria
para afianzar la autoestima en el análisis.
Por todo lo dicho con antelación, podemos afirmar que la metáfora integradora del sujeto con sus
ideales épicos, producto de los grandes relatos, en la posmodernidad fue sustituida por la
metonimia fragmentaria de un sujeto disperso en pequeños, parciales y diversos relatos con los
que aparenta encontrarse a sí mismo. De ese modo, el individuo posmoderno ya no está inserto en
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El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.
un gran sentido de su vida proveniente de un gran relato, sea religioso, ideológico, científico, o
filosófico. Se trata de un sujeto que vive el día, carpe diem, que produce con eficiencia y consume
con deleite.
En consecuencia, las patologías actuales están marcadas por lo sensorial; instancia denominada
“lo originario” por la psicoanalista francesa Piera Aulagnier22. Este lugar de “lo originario”23 sigue
siendo funcional por cuanto se trata del contacto directo de los sentidos con el mundo exterior, ahí
en donde al nacer surgieron las primeras huellas, todavía sin representación ni fantasías
inconcientes; puras sensaciones sin poder de simbolización; desde donde, en los casos
psicopatológicos, afloran las adicciones, tendencias suicidas, bulimia-anorexia, defensas centradas
en descargas pulsionales, conflictos de identidad, etc.; así como “lo no representado” (lo
traumático), la compulsión a la repetición y sus vinculaciones con el masoquismo, la reacción
terapéutica negativa y la pulsión de muerte.
Por su parte, André Green (2003), cuando expone el fenómeno de los desbordes y su vinculación
originaria con las pulsiones, plantea que el psiquismo se desmadra en lo alucinatorio, la actuación
y las somatizaciones24. En el primero, con la alucinación negativa que emerge de las etapas
anteriores al recuerdo y al lenguaje. En el segundo, con la actuación en remplazo del recuerdo, sin
referencia a la representación, que lleva a la descarga (acting o enacción, compulsión a la
repetición, etc.). En el tercero, con las dolencias psicosomáticas signadas por la depresión esencial,
desorganización progresiva, desmentalización, pensamiento operatorio e irregular actividad
mental, en referencia a la teoría de Pierre Marty.
Raúl Tebaldi, psicoanalista argentino, ahonda en esa regresión preedípica cuando explica que
“Freud nos lleva más allá de las identificaciones secundarias, donde asienta otro poder, aquel del
objeto capaz de permanecer ajeno a las leyes culturales, y mucho más apto para ser
responsabilizado de las manifestaciones destructivas del ‘más allá’. En El yo y el ello, aparece la
cita de capital importancia en la cual Freud atribuye el origen del ideal del yo, a la identificación
inicial, prehistórica, con los progenitores, en la época en la cual no era posible la diferencia sexual.
Es para él la identificación primera, directa y la de mayor valencia”25. Relaciona también el autor
dicho proceso con el concepto “ligazón-madre originaria” de Freud en la obra de este “Sobre la
sexualidad femenina”26. Valga el juego de palabras, cuando decimos que este “desmadre”, o
desborde, de la instancia secundaria hace hundirse a la psiquis hasta la “roca madre” como último
soporte; hasta la instancia primaria, en la primera identificación, antes del recuerdo y el lenguaje,
o lo que es lo mismo, previa a la simbolización.
El proceso de desintegración del sujeto, con desbordes y regresión hacia “lo originario”, trae
consigo la disminución, o la pérdida notable, de la capacidad de simbolización; proceso que ya era
avizorado varias décadas atrás, en los comienzos de la posmodernidad, por varios investigadores.
Entre éstos, estaba Nasim Yampey, psicoanalista paraguayo, quien sostenía en su libro
22 La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado. Piera Aulagnier. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1ª ed.
1977. - 7ª reimp. 2007. Págs. 17 y 18.
23 “¿tenemos derecho a suponer la supervivencia de lo originario junto a lo posterior, devenido desde él? Sin duda ninguna; un
hecho así no es extraño al ámbito anímico ni a otros.” … “en el ámbito del alma es frecuente la conservación de lo primitivo
junto a lo que ha nacido de él por trasformación”. El malestar en la cultura. S. Freud. OC, AE. Vol. 21. Pág. 69.
24 Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo. André Green. Amorrortu Editores. 2005. Buenos Aires. Págs. 216/224.
25 Más allá del superyó. Raúl Tebaldi. XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis. FEPAL. Lima, Perú. Octubre 2006.
26 Sobre la sexualidad femenina. S. Freud. OC, AE. Vol. 21. Pág. 228.
6
El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.
27 Psicoanálisis de la cultura. Nasim Yampey. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1981. Pág. 111.
28 Íbidem. Pág. 111.
29 Ídem. Pág. 112.
30 Ídem. Pág. 117.
31 31° conferencia. La descomposición de la personalidad psíquica. Nuevas Conferencias de introducción al psicoanálisis (1933
7
El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.
Lidiar con la complejidad humana, tanto en la clínica como en la educación, lleva a reflexionar
más profundamente sobre los planteamientos de Freud, quien en los últimos años de su vida se
ocupó con mayor énfasis de las cuestiones de la cultura.
La “modificación cultural” que propugna Freud en la carta a Einstein será posible desde una
“cosmovisión científica”33 mediante la educación en las ciencias y las artes, que incluya la ética y
la filosofía, apoyada desde luego en una alfabetización masiva. A partir de ello se puede sustentar
un sentido de la vida distinto, humanista, y hoy en día también ecologista. Desde esta óptica del
creador del psicoanálisis, tiene significación un nuevo gran relato de la humanidad, y al mismo
tiempo la continuidad de una épica de la vida humana, pero superadora del “viejo ideal heroico”34
con el cual se justificaban las guerras de conquista, el sometimiento de pueblos enteros a la
esclavitud y a la religión y la cultura del vencedor. Una nueva épica existencial para la sociedad y
el individuo es posible, fundada en el Eros y la identificación, pero también en la ética, la filosofía,
las ciencias y las artes.
Entonces, el “viejo ideal heroico” tendrá que ir cediendo paulatinamente a la nueva épica de la
vida humana, en la cual el ello, o la thymós griega de Homero, Sócrates y Platón, es modificado
por la cultura con la capacidad de trasformar la realidad, no de destruirla, haciendo honor a la
esclarecida y pertinente traducción de Derrida del término heideggeriano “destruktion” como
deconstrucción, por cuanto que no se buscaría la reducción metafísica a la nada, sino por el
contrario, liberar e impulsar la creatividad y la sabiduría humanas, con las cuales las pulsiones de
vida y de muerte se integran en un nivel superior, acorde a la ansiada y utópica evolución ética,
pero sin abandonar el espíritu concebido por Morin del “homo sapiens-demens”, aunque ya sin
guerras, para el bien de la humanidad y la naturaleza.
“Ante todo, el hombre no puede verse reducido a su aspecto técnico de homo faber, ni a su aspecto racionalístico de
homo sapiens. Hay que ver en él también el mito, la fiesta, la danza, el canto, el éxtasis, el amor, la muerte, la
desmesura, la guerra… No deben despreciarse la afectividad, el desorden, la neurosis, la aleatoriedad. El auténtico
hombre se halla en la dialéctica sapiens-demens…”. Edgar Morin. El paradigma perdido: el pasado olvidado.
“Siempre es posible ligar en el amor a una multitud mayor de seres humanos, con tal que otros queden fuera para
manifestarles la agresión”. Sigmund Freud. El malestar en la cultura. OC, AE. Vol. 21. Pág. 111.
“Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro” («Lupus est homo homini,
non homo, quom qualis sit non novit»). Tito M. Plauto (comediógrafo latino, 251-184 AC), Asinaria, II, iv, 88.
“El hombre es un lobo para el hombre” (“Homo homini lupus est”). Thomas Hobbes (1588-1679), El ciudadano.
"El hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe”. Jean-Jacques Rousseau (1712-1778).
“Y ahora cabe esperar que el otro de los dos «poderes celestiales», el Eros eterno, haga un esfuerzo para
afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede prever el desenlace?”
Sigmund Freud. El malestar en la cultura. OC, AE. Vol. 21. Pág. 140.
33 35° conferencia. En torno de una cosmovisión. Nuevas Conferencias de introducción al psicoanálisis (1933 [1932]). S. Freud.
OC, AE. Vol. 22. Pág. 146.
34
¿Por qué la guerra? (Einstein y Freud) (1933 [1932]). S. Freud. OC. AE. Vol. 22. Pág. 196.
8
El actual “malestar en la cultura” y sus efectos de desbordes en la psiquis. – FEPAL mayo 2018. Asunción – Py.
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- El malestar en la cultura (1930). Vol. 21.
- Sobre la sexualidad femenina (1931). Vol. 21.
- 31° conferencia. La descomposición de la personalidad psíquica (1933 [1932]). Vol. 22.
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