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de escritura dramática
teatro, radio, cine, televisión y
nuevos medios electrónicos
Alejandro Robino
Robino, Alejandro
Manual de análisis de escritura dramática : teatro, radio, cine, televisión y nuevos medios
electrónicos / Alejandro Robino. - 1a ed compendiada. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires :
Inteatro, 2016.
166 p. ; 22 x 15 cm. - (Estudios teatrales)
ISBN 978-987-3811-23-4
1. Arte Dramático. I. Título.
CDD 807
Esta edición fue aprobada por el Consejo de Dirección del INT en Acta Nº 486/15
CONSEJO EDITORIAL
STAFF EDITORIAL
Agradecimientos:
A Omar Quiroga,
por su disposición a la reflexión conjunta;
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introducción
El analista interno
La mirada del otro será siempre necesaria en mayor o menor grado. No es
la voluntad de este trabajo sustituir esa etapa por la que tarde o temprano atravesará
la obra, sino establecer un paso previo que le permita al autor hacer una evaluación,
tanto cuando ya considere terminado el trabajo, como cuando se halle detenido en
medio del proceso creativo de su escritura por causas que desconoce. El desarrollo
de este autor crítico interno, que convive disociado del autor creador, es posible y
deseable. Para ello, es menester el apego a un conjunto de herramientas técnicas
que nos posibiliten fabricar artificialmente esa distancia, esa falsa ajenidad necesaria
que le permita acceder a la obra desde un punto de vista novedoso. Un proceso que
lo faculte como autor a desguazar su obra correctamente, para observar qué
cuestión no funciona y debe ser suplantada, modificada o suprimida, de qué
carencias adolece y que desarrollos aún están truncos o incipientes y podrían
contribuir a su enriquecimiento. Es saludable entender estas herramientas como
tales y, por lo tanto, deseable que cada autor las organice en su taller del modo que
le sea más útil, complementándola con cuanta herramienta se le ponga a mano.
Esto pretende ser una metodología a completar por el autor y no una creencia, por
lo que no está usted ante “el método”, sino ante un método que le será útil en la
medida en que lo amolde a sus necesidades y posibilidades. Así como no se puede
enseñar a construir un texto dramático, sino brindar herramientas (una técnica)
para que con ellas aflore la escritura, ese proceso íntimo, privado y misterioso. Del
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introducción
mismo modo, la deconstrucción puede ser guiada con la misma distancia que hay
entre el mapa y el territorio. Si esta propuesta llega a buen puerto, debería lograr
que después de mucho ejercicio en el análisis, usted, partiendo de ella, arribe a una
metodología que le sea propia. El recorrido que va de la vestimenta por talle, a la
hecha a medida.
Ese mismo camino es el que comienza con estas herramientas como tutor
externo y aspira a concluir con su internalización personalizada. No se asuste, es
cuestión de ejercicio. Cuando aprendimos a andar en bicicleta, hasta disfrutar del
paisaje, estábamos pendientes de muchas operaciones que nos parecían imposibles
de atender de manera conjunta: pedalear, mantener el equilibrio, el rumbo, frenar.
Hasta que logramos a fuerza de repetición y caídas, dominarlas e internalizarlas de
manera automática, no pudimos disfrutar de las imágenes que nos ofrece el camino.
Con el análisis, el único que puede sufrir algún golpe, es el ego –y mal no le viene–.
El proceso creativo
La primera tentación que tuve sobre este punto fue escribir lo siguiente:
Nadie sabe a ciencia cierta de donde vienen las ideas. Es un problema
metafísico y no dramatúrgico. Por lo tanto, pasemos a otra cosa.
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introducción
Lo cierto es que el niño ejecuta el golpe como brazo armado de la ira que lo
aborda y no como conclusión final de un plan represivo hacia su hermanito.
Primero nos emocionamos y luego racionalizamos. Así es que, puestos a escribir un
drama, buscamos denodadamente el epicentro del volcán que nos proporcione la
conmoción, la emotividad necesaria que nos sirva de materia prima, para ser luego
elaborada mediante la racionalización en una “concatenación inexorable de la
acción” (más adelante me explayaré sobre esta definición de estructura). La forma
de acotar este grupo de emociones contradictorias como primer paso organizador
del caos al cosmos es generar un mecanismo de reproducción de dichas emociones,
que nos permita controlarlas: el conflicto. A través de este podremos recrearlas y
transmitirlas de manera meramente aproximada. Por ejemplo: salvo a sujetos
altamente sádicos, la suerte de Romeo y Julieta entristece a las personas.
El conflicto es, entonces, el motor evocativo de estas emociones encontradas,
contrarias, simultáneas, paradojales que dan origen al drama. Y como ya dijera, esas
paradojas, no pueden ser explicadas por la palabra racional de manera suficiente
como para satisfacernos, ya que el corsé socrático de nuestra idiosincrasia occidental
(“el ser es y el no ser no es”) nos lo impide, puesto que en el conflicto habita la
contradicción. En el drama se “es” y se “no es” al mismo tiempo. Así, un personaje
se promete adelgazar mientras come toda una torta de chocolate y crema. Y ambos
polos del conflicto, el deseo estético y la gula, son verdad esencial de ese personaje.
Es por ello que ante la impotencia racional para describir lo que dicha contradicción
nos provoca y conmueve, el ser humano recurre a la poética; en nuestro caso, a través
de las imágenes o la palabra que provoca la acción.
Para la dimisión de conflictos, los romanos entendían que había dos
caminos posibles: el racional, que es el derecho, y el poético, que es el teatro, y por
analogía, proyectado a nuestros días, todo el drama.
Todos los dramas clásicos dan cuenta de un conflicto universal que
reverbera en nuestra vida cotidiana. ¿Qué niño no ha atravesado como Hamlet la
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introducción
imágenes que no sigue una lógica lineal, sino que es analógico, funciona por
analogía, por semejanzas.
La analogía
Podemos aventurar, entonces, que el proceso que lleva adelante un
dramaturgo, sea cual fuere el medio para el que escribe, se inicia con una
improvisación imaginaria que registra a través de la palabra escrita y / o el dibujo
(como si fuera un story board), a través de un pensamiento analógico.
Y decimos que se inicia con una improvisación en el sentido teatral, actoral,
de la palabra, porque el dramaturgo combina esas imágenes poniéndolas a accionar
de manera contrapuesta, a diferencia del novelista, quien también utiliza el proceso
descriptivo. Algunos autores sostenían que esta improvisación imaginaria, debería
comprometer a todos los sentidos, pero esta línea de pensamiento es anacrónica a
la luz de los recientes descubrimientos neurocientíficos ya comentados.
El primer hecho catártico del autor es este proceso que consiste en aparear
de manera intuitiva y kinética –es decir, a través de acciones– a las imágenes que
nos han asaltado, plasmándolas y reduciéndolas a un texto escrito.
Podemos describir y comprender esta primera instancia, pero no la podemos
fabricar. Su origen nos está vedado. El punto de partida es un misterio. Mas una vez
originado ese detonante que generó la conmoción emotiva que concibió ese grupo
de imágenes, es a través del oficio, ese grupo de herramientas técnicas guiados por
la experiencia, que podremos proceder a una delimitación más fidedigna del hecho
que nos conmueve, utilizando al lenguaje como sistema de clasificación de dicho
pensamiento. Esto deriva en que, a mayor prodigalidad de vocablos, más
oportunidad de precisión tendremos. Y cuanto más y mejor delimitemos el
contorno del objeto irracional a comunicar a través del drama, mayor será su
exposición. Y me refiero al contorno, porque eso es lo que nosotros fabricamos.
Decía Berkeley, frecuentemente citado por Borges, que “el sabor de la
manzana no radica en la manzana sino en el choque de la manzana contra el paladar”.
Por lo tanto, podemos fabricar la manzana y el paladar e impulsar a través de acciones
su encuentro. Ese choque, el hecho artístico, nos excede, se produce en el espectador.
El hecho catártico, si bien origina la escritura, no la constituye. Escribir es
corregir. Este trabajo pretende ser una herramienta de ayuda en la corrección.
El análisis del caos creativo en medio de la catarsis es restrictivo y, por ende,
contraproducente. También es el análisis un proceso reflexivo y, por ende, una
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introducción
De la imagen a la idea
Una forma de iniciar la escritura dramática es partir de una o varias
imágenes que conmueven sin conocer ni entender las razones de su aparición:
asociándolas, apareándolas, friccionándolas hasta lograr una idea argamasa, un
esquema dinámico, entendiendo por tal a un “precario sistema físico cuyo estado
evoluciona con el tiempo”.9
Chejov ha contado que su obra El jardín de los cerezos,10 proviene de tres
imágenes inconexas que se le presentaban recurrentemente y que comenzó a
vincular; a saber: un hombre pescando en un bote en medio de un lago, una mesa
de billar, una rama de cerezo florecido entrando por la ventana.
Pero esta vinculación de imágenes, a diferencia del proceso en la narrativa,
confluye inevitablemente en un personaje que hace y nos da su punto de vista.
Entiendo como personaje lo definido por la Real Academia Española (RAE): “ser
simbólico que interviene en una obra artística”. Este personaje no necesariamente es
el protagonista de la obra dramática, aunque sí el principal. Sobre este punto
ahondaré más adelante al detenerme específicamente en el análisis de los personajes.
De la idea a la imagen
Algunos dramaturgos parten de la idea acabada y su trabajo consiste en
dotar de imágenes esa idea. Los trabajos temáticos a pedido son un claro ejemplo.
La vida de un personaje histórico, un acontecimiento importante, una anécdota
curiosa, etc. Todos estos disparadores, resumidos en ideas, descripciones y
conceptos necesitan ser traducidos por el dramaturgo en imágenes, para comenzar
ese proceso de improvisación imaginaria que engendrará las acciones. Debe dotar
de imágenes vivas dentro de sí a aquella idea propulsora y para ello debe recurrir a
la mayor cantidad de información sobre aquello que debe escribir. Como decía
Borges, “Como el Dios del primer versículo de la Biblia, cada escritor crea un
mundo. Esa creación, a diferencia de la divina, no es ex nihilo;11 surge de la
memoria, del olvido que es parte de la memoria, de la literatura anterior, de los
hábitos de un lenguaje y, esencialmente, de la imaginación y de la pasión”. Por lo
tanto, cuanto mayor enriquecimiento pueda hacer de su conocimiento sobre la
idea, mejor preparado estará para afrontar el desafío.
Los conceptos de lo que se encomienda escribir pueden ser muy claros, pero
son inútiles a la hora de llevar adelante una obra dramática. Es que los conceptos
son generales y las imágenes son particulares y el pensamiento narrativo, surge a
partir de esa singularidad. Por lo tanto, por ejemplo, ante un encargo de un libro
La primera argamasa
No todo primer vuelco al papel logra ser un primer borrador. Es que la
catarsis no necesariamente se lleva a cabo de una sola vez. No se apure. El tiempo
para vincular imágenes es el propio de la obra y analizar antes de tener una idea
acabada de itinerario kinético, puede ser paralizante. Es altamente probable que
ante una primera escritura surja la necesidad de ahondar su conocimiento sobre la
temática que aborda y luego volver a la carga sobre ese primer esbozo. Dése ese
tiempo esencial. No se puede escribir sobre lo que no se conoce profunda y de
manera abarcante.
¿Y cómo saber si uno está ante la primera argamasa?
Un buen testeo es detectar si nos conforma el argumento, entendiendo
como tal la narración del desarrollo de la acción principal, a través de sus personajes
y localizaciones. Pregúntese si a un amigo le puede contar “de qué va” la historia
que ha escrito. Si la respuesta es afirmativa, ya está en condiciones de sentarse a
analizar, aun si la obra propiamente dicha está inconclusa. Si la respuesta es
negativa, hay dos caminos. El primero, que usted aún deba seguir chapoteando en
el caos. El segundo, que salga unos instantes del mar de imágenes, analice de
manera híper provisoria y se vuelva a lanzar al caos. En este caso, el análisis solo
servirá de faro, ayudándolo a definir el rumbo.
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introducción
nos aferramos a la técnica–, de manera tal que seamos como analistas una
herramienta idónea para el autor, aunque sea nuestra propia obra la que
analizamos.
Las opiniones ideológicas y estéticas - recordando que la estética no es más
que una cristalización de la ideología - violentan las zonas personal e íntima del
autor y no ayudan en algo a la mejor elaboración de la obra dramática.
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introducción
llevarse a cabo. O bien un tonto que perdió veinte años estudiando lo que se puede
aprender en pocos días, o bien un tonto que cree que puede aprender en pocos días
el saber y la experiencia acopiada en veinte años de trabajo. Yo no me considero así,
ni lo considero a usted de ese modo, e intento acompañarlo con estas palabras en su
camino tanto como le sea útil, sin considerar cuánto tiempo nos lleve.
Intenté no integrar el siguiente razonamiento al trabajo por varias buenas
razones aconsejadas que procedo a desoír. Su lógica es imbatible. Un pollo tarda
cuarenta y siete días en ser criado, un lechón seis meses, un ternero dos años. Un
pretendido dramaturgo, generado a partir de un curso “intensivo” de unos pocos
días, da por resultado un escritor dramático con menos cerebro que un pollo.
Había que decirlo.
Entienda la bibliografía referencial de este trabajo como lectura obligatoria,
pero sin plazo perentorio alguno. Son libros que ampliarán su horizonte e irán
acompañando su proceso de crecimiento en la profesión. Todos los seguimos
leyendo, ya que los mismos crecen a la luz de nuestras nuevas experiencias
generándonos nuevas preguntas y respuestas.
Como primer ejercicio, tome una caja (en caso de ser argentino, como yo,
puede utilizar un contenedor) ponga allí su ego, viaje a un lugar inhóspito y
entiérrelo lejos del alcance de sus semejantes. Es un elemento completamente inútil
que solamente le causará dificultades, entorpeciendo su aprendizaje y crecimiento.
La lectura
Si la obra dramática a analizar no es suya, le recomiendo algo que mis
maestros me aconsejaron: haga por lo menos tres lecturas. Mi elaboración de ese
consejo y, a propósito, de este trabajo es que haga:
1. una primera lectura como espectador, absolutamente despreocupado por el
análisis y entregado al disfrute;
2. una segunda lectura destinada a detectar las fallas, intentando hacer anclaje en
el mapa de análisis que aquí le propondré;
3. una tercera lectura glosando el texto, puntualizando y anotando las fallas detectadas.
Si la obra es suya, la primera lectura puede ser obviada, aunque nunca está
de más. Un truco que a ciertos escritores les funciona para conseguir distancia, es
hacer esta primera lectura intentando paladearla del modo que lo haría una persona
de su cercanía. Intente leer asumiendo el rol de su madre, un hijo, un amigo,
etcétera. ¿Cómo reaccionaría ante eso que usted ha escrito?
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comenzando el análisis
El análisis formal
Es menester parcelar el territorio en el que vamos a trabajar y ver cómo lo
ha dividido el autor/a. Comenzaremos el análisis con un relevamiento formal que
nos permita percatarnos de los actos, cuadros, escenas, unidades dramáticas y tipos
de unidades dramáticas, que contiene la obra. Para ello, definiremos cada una de
estas secciones. Esta clasificación formal no debe ser confundida con la estructural.
Es una detección nominativa. Una obra escrita en “acto único formal” sigue
poseyendo tres actos en lo que refiere a la estructura.
Entendemos por acto, en un sentido formal (no acto estructural), una
unidad temporal y espacial. Ahora bien, ¿qué extensión debe tener para ser
considerado un cambio de espacio o tiempo, ya que cualquier obra dramática
discurre a través del tiempo y, por lo tanto, el espacio se ve modificado?
Decimos que hay cambio de acto cuando implica una elipsis temporal y un
cambio espacial radical. Por ejemplo, si el primer segmento transcurre en
España, en 1492 y el siguiente en Cuba, en 1493, estamos ante un cambio de
acto. Pero si el primer segmento ocurre en Santiago de Chile en 1973 y el
segundo en el mismo sitio en 2015, también hay cambio de acto, porque el
enorme paso del tiempo también modificó el espacio.
Por cuadro entendemos una unidad espacio-temporal menor al acto cuya
modificación temporal está signada por una elipsis sobre el mismo espacio o en
espacios disímiles, una elipsis breve o simultaneidad del tiempo. Por ejemplo, en la
misma oficina un segmento transcurre durante la mañana y el siguiente por la noche.
Entendemos por escena a el segmento de la obra que no tiene
modificación de número de personajes. Cambia el número de personajes y
entonces estamos ante una nueva escena. La escena puede contar con múltiples
personajes, pero las fuerzas en pugna dentro de una escena pueden ser tres como
máximo. Profundizaremos sobre esta cuestión cuando aborde el análisis de los
personajes.
La unidad dramática es aquella porción de la escena en que la fuerza
protagónica sufre un viraje pronunciado, a saber:
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comenzando el análisis
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comenzando el análisis
Citemos como ejemplo algunos clásicos y sus premisas, aclarando que estas
son completadas por el intérprete, pero con un rango de divergencia menor. Sobre
la misma obra, todos podemos redactar premisas distintas, pero todas serán muy
parecidas, ya que obligatoriamente, contendrán estos elementos, pero con distintas
interpretaciones que harán oscilar su redacción.
Me pareció muy didáctico hacer una apretada síntesis argumental de
cada uno de estos textos, para que usted sepa sobre que estoy hablando, pero
luego reflexioné sobre el tema y me pareció que puede haber dos tipos de
lectores de estos párrafos: los que ya hayan leído estas obras fundamentales de
la dramaturgia, entonces ya saben a lo que refiero; por otro lado, están los que
no las han leído y pretenden hacer pie en esta profesión. Para los primeros, sería
una pérdida de tiempo y, para los segundos, un atajo peligroso. Por eso, opté
para estos últimos, dejarles la referencia bibliográfica, ya que es primordial que
vayan raudamente a su lectura.
Estas son las premisas de estos clásicos:
. Otelo:15 El celoso destruye al objeto de su amor y a sí mismo.
. Espectros:16 La pobreza incentiva al crimen.
. Macbeth:17 La ambición ilimitada lleva a la autodestrucción.
. Hamlet:18 La supresión de una parte de la identidad lleva a la muerte.
. Rey Lear:19 La confianza ciega conduce a la destrucción.
. Médico a palos:20 La apariencia es una guía traicionera.
. Tartufo:21 El que planifica una desgracia para otros termina cayendo en ella.
. Edipo:22 Quien intenta eludir al destino solo incrementa su desgracia
. Antígona:23 Quien se aparte de la ley en busca de justicia perece.
. Fausto:24 El vicio contiene al castigo.
. Citizen Kane:25 La riqueza y el poder no curan el desamor de la infancia.
. Casablanca:26 El amor a la humanidad lleva a sacrificios personales.
. Psicosis:27 El placer obtenido a través del delito conduce al horror.
. El padrino:28 Cuidar a la familia lo justifica todo.
. Metrópolis:29 Solo el amor reconcilia la lucha de clases
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la primera entrada
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Con Romeo y Julieta, de Shakespeare , haré una excepción y relataré, con
fines ilustrativos, un resumen argumental:
Dos familias están enemistadas a muerte. Romeo, el hijo de la familia
Montesco, y Julieta, hija de la familia Capuleto, sienten un mutuo amor tan grande
que los hace olvidar el odio familiar pre existente. Los padres de Julieta la obligan
a casarse con el conde Paris. Ella, renuente, consulta al Fraile Lorenzo, quien
aconseja que tome un poderoso brebaje, que la hará dormir la noche de la boda,
aparentando estar muerta, lo que le permitirá eludir el compromiso. Romeo,
ignorante del plan, la cree muerta y se suicida envenenándose. Julieta despierta y,
al descubrir a Romeo muerto, se quita la vida para ir a su encuentro.
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la primera entrada
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la primera entrada
Puntualización
El conflicto debe ser puntual. Es ese y no otro, aunque muchos otros lo
secunden y den origen a interesantes historias secundarias (subtramas). Pero todas
ellas deberán estar ancladas al conflicto principal, ya que, si no, tendrán el efecto
contraproducente de competir o distraer sobre lo que queremos narrar. Las
generalidades no se actúan. Es más, todo el mundo conceptual naufraga en la
dramática. La extracción de conceptos sobre el drama es patrimonio de los
espectadores, de los críticos y de los ensayistas. Pero para la labor del dramaturgo/a
es veneno. En esta labor que emprendemos debemos particularizar lo máximo
posible en ambas partes de la polaridad. El concepto se armará –si lo hacemos
bien– en la cabeza del espectador. La belleza, como el diablo, está en los detalles. Y
el conflicto debe ser lo más particular e individualizable posible. Es frecuente leer
en una primera argamasa que la protagonista –por ejemplo– es una mujer. Es
imposible que así sea. Porque una mujer no se puede actuar, no se puede
caracterizar, no se puede circunstanciar. ¡No se puede hacer el casting! Seguramente
ese personaje tiene nombre junto a otras características que lo hacen diferente a las
demás mujeres del planeta y que es en parte la causa por la que esta historia merece
ser contada. Y en la dramática, la característica principal del personaje o la fuerza
que encarna una de las polaridades del conflicto es lo que hace. El conflicto,
entonces, debe ser puntual: A contra B. Les sucede a estas dos fuerzas particulares
y no a otras. Y digo fuerzas porque excede a los personajes. Si la película narra la
Claridad
El conflicto debe ser claro, es decir, que debe fulgurar, resaltar, brillar de
manera absolutamente evidente. Esto nada tiene que ver con cuánto y dónde hay
que suministrarle al espectador la información. Eso es la estrategia y hay tantas
como autores. Pueden los personajes no conocer el conflicto, el espectador creer no
conocerlo, pero el autor debe conocerlo desde la primera palabra de la obra
dramática. Como ejemplo, daré la película The sixth sense,43 de M. Night
Shyamalan. Su argumento es el siguiente:
El Dr. Malcolm Crowe, un psicólogo infantil en Filadelfia, regresa a su casa
una noche con su esposa, Anna Crowe, después de haber sido honrado por su
trabajo. Anna le dice a Malcolm que todo está en segundo lugar a su trabajo. Los
dos entonces descubren que no están solos: un joven aparece blandiendo una
pistola. Dice que ya no quiere tener miedo y acusa a Malcolm de no ayudarlo.
Malcolm lo reconoce como Vincent Grey, un ex paciente a quien trataba cuando
era un niño por sufrir alucinaciones. Vincent le dispara a Malcolm en el abdomen,
antes de dispararse a sí mismo.
En el siguiente otoño, Malcolm comienza a trabajar con otro paciente, un
niño de ocho años llamado Cole Sear cuyo caso es similar al de Vincent. Malcolm
se dedica al niño, a pesar de que es perseguido por las dudas sobre su capacidad
para ayudarlo después de su fracaso con Vincent. Mientras tanto, se ha distanciado
de su esposa y Malcolm cree que Anna puede estar contemplando un romance con
un compañero de trabajo que sigue apareciendo en la casa, aunque esto le provoca
tristeza, en lugar de ira. Al mismo tiempo, en varias ocasiones intenta abrir la
puerta de su oficina en el sótano con dificultad.
Una vez que Malcolm gana la confianza del niño, Cole finalmente habla
con él: “Veo gente muerta... caminando como gente normal... Ellos no saben que
están muertos”. Un ejemplo de esto es alguien que intenta hacer daño a Cole y que
sólo se escucha como una voz que le pide al niño ayuda para dejarlo fuera de un
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la primera entrada
armario oscuro, entonces grita que él no robó “el caballo del Maestro” y amenaza
con atacar a Cole. Otro fantasma que aparece ante Cole es una mujer con exceso
de trabajo, maltratada por su marido, que se ha cortado las muñecas. Un tercer
fantasma es un niño con una gran salida de la herida de bala en la parte posterior
de su cabeza, que invita a Cole para ver la pistola de su padre.
Al principio, Malcolm piensa que Cole es delirante y planea dejar su
tratamiento. Recordando a Vincent, el psicólogo escucha una cinta de audio que
Malcolm había salvado de una sesión de psicoterapia entre él y Vincent (entonces
un niño) en 1987. En la cinta, Malcolm salió de la habitación y cuando regresó
Vincent estaba llorando. Al subir el volumen hasta el final, Malcolm alcanza a oír
la voz de un hombre llorando y suplicando. Es así como cree que Cole está
diciendo la verdad y que Vincent pudo haber tenido la misma capacidad de
percibir a los fantasmas. Él le sugiere a Cole que él debe tratar de encontrar un
propósito por su don de comunicarse con los fantasmas y tal vez ayudarles con sus
asuntos sin terminar en la Tierra. Al principio, Cole no está dispuesto ya que los
fantasmas lo aterrorizan, pero finalmente decide probarlo.
Habla con uno de los fantasmas, una niña muy enferma que aparece en
su habitación y vomita inmediatamente en su tienda. Él decide escuchar a la
chica y ella, Kyra Collins, le pide que vaya a su casa durante la recepción de su
funeral. Él, entonces, va hasta allá en compañía de Malcolm. Kyra murió
después de una enfermedad prolongada y se escuchan los comentarios de los
asistentes al funeral que cuentan que la hermana menor de Kyra está
empezando a enfermar también. El fantasma de Kyra aparece y le da una caja a
Cole, que éste entrega al padre de Kyra para revelar una cinta de vídeo. Cuando
el padre observa el video, se muestra a la madrastra de Kyra poner líquido
limpiador de pisos en la comida de Kyra, mientras aparentemente cuida de Kyra
durante su enfermedad.
Aprendiendo a vivir con los fantasmas, Cole empieza a encajar en la escuela
y obtiene un papel importante en una obra de teatro, a la que asiste Malcolm. El
médico y el paciente aparecen muy contentos después la representación y Cole le
sugiere a Malcolm que debe tratar de hablar con Anna mientras está durmiendo.
De camino a casa, Cole le confiesa su secreto a su madre, Lynn. Aunque su madre
en un principio no le cree, para que Lynn crea en él, Cole le confiesa que ve a su
abuela muerta y le dice a Lynn que ella fue a verla actuar en un recital de baile una
noche, cuando ella era una niña, y que Lynn no estaba al tanto de esto porque su
madre se quedó en la parte posterior de la audiencia donde no podía ser vista.
También le dice que la respuesta a una pregunta que hizo cuando estaba sola en la
tumba de su madre, “¿Te hago sentir orgullosa?”, fue “Todos los días”. Lynn acepta
esto con lágrimas como la verdad.
Delimitación
El alcance del conflicto debe ser limitado, ya que su posibilidad de
extensión en cuanto a sus consecuencias es infinita. Es como cuando tiramos
una piedra a un lago. La onda circular en torno al punto en que se hundió la
piedra va decreciendo en la medida que se aleja. Nuestros ojos perciben hasta
cierto punto la ondulación, pero esta es mucho más extensa. Cuando elegimos
un conflicto, debemos recortar alrededor del epicentro la reverberación
fundamental, ya que, si nos extendemos, corremos el riesgo de debilitarlo.
Supongamos que vamos a contar la historia de un divorcio y que elegimos como
conflicto principal la puja por la tenencia del hijo en común. Kramer vs.
Kramer,44 de Robert Benton, por ejemplo. ¿Cuál es el alcance de las
consecuencias familiares de ese conflicto? ¿Las familias de ambos, las relaciones
laborales de ambos, etcétera? Podríamos extender la red hasta el infinito, pero
el autor, sabiamente decidió reconcentrarse en los personajes básicos. Y es esta
una lección. Nuestra labor demanda la búsqueda incesante de esencialidad en
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la primera entrada
los términos del conflicto. Aquello que no es necesario, debe ser suprimido, ya
que deprime la estructura dramática y dinamita la lógica interna de la obra, que
necesita que una escena desemboque necesariamente en la siguiente. Por todo
lo expuesto, es que debemos circunscribir el conflicto a su expresión esencial.
Aquellos elementos sin los cuales no podría ser contado. Para todo lo demás,
que no le tiemble el pulso y arrójelo al cesto de los residuos.
• ¿Cuál es la historia esencial?
• ¿Qué historias satelitales referenciales no lo integran?
• ¿De qué historias satelitales contenidas se podría prescindir sin afectar la historia
principal?
Amplificación
El conflicto debe exponerse en su máxima tensión. Es por ello que
debemos observar si las circunstancias y la condición que origina la urgencia de
resolución del conflicto son las más extremas dentro de la frontera del género,
es decir, sin perder verosímil. Volviendo a citar a Chaplin, si el asunto radica en
poner a un personaje en un problema, entonces tratemos que el problema sea
el mayor posible. Y para ello tenemos que revisar si las distintas condiciones que
lo enmarcan son las más extremas. ¿Está enmarcado en el mejor dónde y
cuándo el conflicto? ¿Está motorizado por el mejor para qué? Para averiguarlo,
es útil comparar el valor que se pone en juego. Por ejemplo, supongamos que la
historia trata de una mujer que es diagnosticada con una enfermedad
desconocida, lo que la llevará a buscar denodadamente su cura. Si la
enfermedad le produce simplemente caspa, no tensa el conflicto de la misma
manera que si es mortal. Se le atribuye a Shakespeare la convicción de que
cuando la obra declina se hace necesario poner “más sangre”. Cierta o no la
paternidad del dicho, bien elocuente es en cuanto al asunto que estamos
tratando. A más importante el valor en juego, más tensión generará el conflicto.
Y para ello, las clavijas que permitirán tensar las cuerdas del conflicto son las
peores circunstancias para ese problema a resolver y el mejor propósito. La
frontera estará marcada por el género elegido, a excepción de que no tengamos
elección a priori y dejemos que el género surja de la máxima tensión de la
bipolaridad. Pero en este último caso, amerita un nuevo análisis.
Por todo ello es que debemos preguntar:
• ¿Es la acción rectora establecida la más adecuada para tensar el conflicto en su
máxima exposición?
d. Acción rectora
Entendemos por acción a la modificación del otro o del espacio. Cuando
nos referimos a acción dramática, estamos señalando la acción que lleva
adelante un personaje, impulsada por un propósito, ya sea de connotación
protagónica o antagónica. En el caso de la acción dramática rectora, es aquella
acción dramática que lleva adelante la fuerza principal de nuestro protagonista
/ antagonista, personaje principal de la obra. Es la piedra basal de la escritura
dramática y es por ello que me permito hacer una pequeña disquisición al
respecto, en lo que atañe a su construcción, narrando una pequeña anécdota
ocurrida en la clase, que creo por demás ilustrativa, ya que quienes escribimos
drama, escribimos en principio para intérpretes que construirán a través de
nuestra partitura una segunda obra para los espectadores. Nuestra obra no
trasciende la frontera de la literatura dramática. Lo que se hace con ella es un
producto colectivo y colaborativo del que solo formamos parte. El libro
dramático es a la obra (teatral o audiovisual), lo que el plano a la casa.
Disculpándome por la autorreferencia, me permito transcribirles la anécdota
(de manera inexacta por el afán didáctico) para enmarcar lo sucedido de manera
tal que permita una comprensión más amplia de la cuestión:
ROBINO: Entendemos como acción la modificación del otro o del espacio,
pero debemos distinguir entre acción dramática y acción física. La
primera es el gesto originado en un propósito, el impulso primario
concretado físicamente, la segunda es una modificación del cuerpo
que puede o no ser consecuencia de la primera…
PABLO: ¿Por ejemplo?
ROBINO: Alguien ruega de rodillas. Rogar es una acción dramática, arrodillarse
es una acción física, en este caso causada la segunda por la primera…
MARÍA: Es lógico.
ROBINO: No lo es… Podría estar rogando y barriendo, con lo cual la acción
física sería casi un automatismo neutro respecto de la acción
dramática o podría estar rogando mientras encañona con una
pistola, en este caso, la apariencia es paradójicamente
contradictoria…
FERNANDO: Pero todo eso sale de lo que uno está diciendo.
46 A L E J A N D RO RO B I N O
la primera entrada
ROBINO: No hay chiste ni ironía. Un buen texto es poner la valla más alta. Si
el salto no es acorde, el resultado es catastrófico.
FERNANDO: ¿Quiere decir que podría escribir una obra que utilice la palabra
como un ruido y por el sólo hecho de estar descriptas las acciones
dramáticas detalladamente, usted como autor sentiría que ha
puesto en el papel todo lo suficiente como para sentirse
representado por el actor?
ROBINO: Una obra es un sistema cerrado de producción de sentido, de modo
tal que, si me pusiera a escribir una obra a través de las acciones
dramáticas, acciones físicas y circunstancias, especificando el orden
jerárquico, el diálogo sería irrelevante…
FERNANDO: ¿Quiere decir que si la hicieran en japonés se entendería igual?
ROBINO: Eso creo.
FERNANDO: Si eso es cierto, el diálogo es ruidito.
ROBINO: A los efectos que describí, sí.
FERNANDO: ¿Seguro?
ROBINO: Sí.
48 A L E J A N D RO RO B I N O
la primera entrada
50 A L E J A N D RO RO B I N O
la primera entrada
Los sinónimos, pese a que el diccionario los define como palabras que
tienen el mismo significado que otra u otras palabras o expresiones, no son
conceptos especulares, no son ni idénticos ni iguales. Los sinónimos son palabras
muy aproximadas, similares, pero no tienen exactamente el mismo significado. Por
ello, ante una acción rectora hallada, debemos preguntarnos si el verbo rector es el
adecuado o podemos encontrar uno más activo. Por ejemplo, podríamos decir que
la acción rectora de Edipo es conocer y no estaría mal, pero si dijéramos que la
acción rectora es averiguar, sin duda, estaríamos dándole al protagonista una tarea
52 A L E J A N D RO RO B I N O
la primera entrada
más activa. Porque averiguar implica que hay un deseo de conocer lo no revelado.
Por lo tanto, el cambio de visión que nos dará optar por otra acción rectora nos
dará más precisión en la reescritura.
Estos detalles podrían parecer una sutileza que no es más que una pequeña
diferencia de grado. Y es cierto. Pero una diferencia de medio grado en el mapa, a
través de un largo recorrido como lo es una obra dramática, será un grosero error
en el trazado del camino que no le permitirá llegar al destino deseado.
• La obra tiene episodios interesantes, pero se dispersa el centro de atención. Crece
el volumen del universo creado, se prodigan los sucesos, pero decrece la intriga.
• ¿Tiene el conflicto una acción rectora principal o hay dos en competencia?
• ¿Bajo la acción rectora se organiza una jerarquía de acciones dramáticas o
compiten entre sí?
Las plateas más caras de una cancha de tenis son las de las cabeceras. Las más
baratas, las perpendiculares al centro, junto a la red. En las primeras, se puede
observar el partido con un orden jerárquico de perspectiva, mientras que en las
segundas hay que voltear permanentemente la cabeza hacia uno y otro lado de la
cancha siguiendo el recorrido de la pelota, de manera fatigosa. Ahora bien,
supongamos que además ambos jugadores sacaran simultáneamente y pusieran
sendas pelotas en juego. Claramente, sería imposible comprender qué pasa. Y
después de unos minutos en los que elegiríamos alternativamente seguir la acción
de uno y otro, desistiríamos. Esto es lo que pasa cuando hay dos acciones dramáticas
compitiendo de manera sucesiva o paralela: se esfuma el centro de atención y no se
puede lograr armar un reglamento del juego propuesto por el autor que guíe al
espectador. Supongamos, por ejemplo, que Antígona quiera por igual enterrar a su
hermano como casarse y no en orden jerárquico como plantea la obra. Tendríamos
entonces dos historias compitiendo y no una alimentado a la otra. Supongamos que
Hamlet esté tan preocupado por vengarse como por casarse con Ofelia. Un verbo
–vengar– desplaza al otro –desposar–. La cantidad de posibles acciones dramáticas
en una obra es muy grande –es deseable que sea enorme–, siempre y cuando todas
ellas tengan un orden jerárquico de sujeción a una acción rectora.
Retrospectiva primera
Hasta aquí, hemos averiguado:
• ¿Cuáles son los dos valores en juego?
e. El reloj interno
Todo conflicto atrapante, convocante, tiene una urgencia de resolución
dada por las circunstancias. A esto denominaremos reloj interno de la obra.
Cuando las condiciones del conflicto no tornan acuciante su resolución, entonces
la obra pierde interés. Esta inminencia de resolución pude ser analizada de forma
lógica, pero la decisión de disponer de las acciones dramáticas en determinado
tiempo ya es analógica. La condición temporal resolutiva es el oficio, la forma de
disposición es el arte y eso no se enseña ni se analiza. Ocupémonos, entonces, de
lo que está a nuestro alcance. Pongamos, por ejemplo, la siguiente historia:
Un terrorista deja oculta en un depósito de una ciudad populosa una bomba
atómica activada con un reloj que indica una cuenta regresiva y luego se suicida,
54 A L E J A N D RO RO B I N O
la primera entrada
f. El propósito y la motivación
Toda acción dramática tiene un propósito impulsado por una motivación.
Entendemos por propósito la intención o voluntad de hacer algo. En el caso del
drama también podemos decir que es cumplir con una meta u objetivo. Esta
voluntad está motorizada por la motivación (es decir el motivo, causa o razón que
motiva una acción).
Toda motivación y su correlato, el propósito, custodian un valor. Si el valor
es menor, entonces la fuerza que impulsa la acción será débil. Tomemos por
ejemplo el siguiente argumento:
Ocurre un homicidio. Una mujer es encontrada asfixiada dentro de una
heladera. El detective que cubre el caso tiene por propósito hallar al culpable para
llenar satisfactoriamente la planilla de la auditoría interna del departamento de
policía cumpliendo con los estándares burocráticos regulares de la entidad.
56 A L E J A N D RO RO B I N O
la primera entrada
reforzar el conflicto deberíamos volver sobre las circunstancias que marcan el reloj
interno: ¿el preso está por salir en libertad o a punto de ser ejecutado?
Es claro que, en el primer caso, el valor que busca cuidar el propósito es el
honor y la libertad, pero en el segundo, es la vida. Varias vueltas de tuerca sobre el
mismo tornillo. Una y otra vez nuestra indagación nos devuelve al conflicto.
En conclusión, cuanto más fuerte es la motivación y más claro el propósito,
mayor tensión dramática tendrá la polaridad del conflicto.
Teniendo en cuenta motivación y propósito como elementos vitales de la
fuerza motora del drama, es que debemos preguntar:
• ¿Cuál era la motivación latente, prehistórica?
• ¿Cuál es la motivación del personaje principal?
• ¿Cuál es el propósito del personaje principal?
• ¿El propósito del personaje principal es también un propósito colectivo?
Retrospectiva segunda
Hasta aquí, hemos averiguado:
• ¿Qué circunstancia origina la urgencia?
• ¿Posee crescendo la urgencia?
• ¿Qué circunstancias podían extremar la urgencia?
• ¿Cuál era la motivación latente, prehistórica?
• ¿Cuál es la motivación del personaje principal?
• ¿Cuál es el propósito del personaje principal?
• ¿El propósito del personaje principal es también un propósito colectivo?
g. El argumento
El diccionario tiene dos acepciones para argumento. La primera lo define
como el asunto del que se trata una obra literaria (y la nuestra lo es, aunque sea
literatura en tránsito). La otra, lo define como razonamiento empleado para
convencer o demostrar algo. De esta otra también nos valdremos, puesto que de
esto se trata una premisa.
62 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
64 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
El análisis del argumento de una obra puede hacerse con el autor/a o sin su
testimonio. Si tenemos la suerte de contar con su palabra, le pediremos que nos lo
cuente de forma oral o escrita, pero de manera sucinta. Si no podemos contar con
este, acudiremos a la sinopsis cuando la obra es original, o a la fuente, cuando la
obra es derivada (de una obra de teatro, un cuento, una novela, un hecho
periodístico o histórico). Si carecemos de todo tipo de información allende la obra,
entonces reconstruyámoslo en no más de diez líneas de la manera más fidedigna
posible; es decir, sin complementar ninguna cosa, sin hacer agregados, sólo con los
elementos que la obra nos brinda.
Sobre el argumento, entonces, procederemos a hacer estas cuatro preguntas:
¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Quién? y ¿Qué?
¿DÓNDE?
El espacio narra (a través del tiempo). Tomemos, por ejemplo, dos
fotografías. La primera, un salón de clases antes de que ingresen los alumnos, la
segunda, el mismo salón después de que la clase ha concluido y los alumnos la han
abandonado. Si las ponemos a una junto a la otra, nos permitirán imaginar que en
esa aula hubo clases. La disposición en que han quedado las sillas y mesas, la
66 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
58
patéticas. Otro ejemplo es Hedda Gabler, de Ibsen, en cuya didascalia inicial el
autor describe con minuciosidad el ámbito en el que se desarrollará la pieza,
poniendo de relieve el costoso lujo en el que esos personajes viven y que no
pueden pagar, esencia del drama y origen de su trágica suerte.
Por lo hasta aquí expuesto, explorar el argumento a través del dónde nos
impone las siguientes preguntas:
• ¿Cuál o cuáles son los espacios en que sucede la historia?
• ¿Es el espacio elegido el mejor para tensar y desarrollar el conflicto?
• ¿Podría llevarse a cabo en el mismo ámbito, pero cambiando algunas características
del mismo?
• ¿Podría llevarse a cabo en otro espacio y, si así fuera, qué mejoraría?
¿ C UÁ N D O ?
Escribimos sobre una línea de tiempo. Concebimos, percibimos el tiempo,
en términos occidentales, con un inicio y un fin, y no de manera circular, como
algunas culturas orientales que la globalización arrinconó aún más. Dijo Graham
Greene que “una historia no tiene comienzo ni final: arbitrariamente uno elige el
momento de la experiencia desde el cual mirar hacia atrás o adelante”.59
Tanto el argumento como la escritura son lineales, ya que optamos por el
orden de prelación. En cambio, las posibilidades estéticas temporales –es decir,
cómo llevar adelante la trama (la elección estratégica de como narrar
dramáticamente)– pueden ser: lineal, simultánea, fragmentada, episódica o circular.
Pero todas estas estrategias son posibles de clasificar a la luz del argumento que tiene
una idea lineal del tiempo. Es rigiéndonos por él que podemos trazar la estrategia.
Aun cuando la obra dramática sea presentada como mosaico temporal,
cuenta con esta concepción del tiempo argumental como código de interpretación
entre emisor y receptor. Podemos citar 2001: odisea del espacio,60 de Clarke y
Kubrik, Pulp Fiction,61 de Tarantino, Antes de la lluvia,62 de Manchevski o 21
gramos,63 de Arriaga, como ejemplos de esto. Libros cinematográficos cuya estética
presenta fragmentada la línea de tiempo, pero no su sólido argumento, que permite
la reconstrucción en el espectador.
Es importante tener en cuenta que el tiempo argumental no es el tiempo de
la duración de la obra ni el tiempo dramático. Mientras que el tiempo argumental
da cuenta del abarcado por el acontecimiento, la duración de la obra dependerá del
estilo (método narrativo elegido) y el lenguaje (cine, teatro, televisión, radio,
nuevos medios electrónicos), del mismo modo que puedo narrar el mismo
Dice Abelardo Castillo: “Podrás escribir: ‘Volvió a verla tres días más
tarde’,63 pero sólo a condición de saber perfectamente (aunque no lo digas) qué le
pasó a tu personaje en esos tres días y por qué fueron tres días y no una semana o
un año”. Bien enseña el maestro, ya que conocer el tiempo es conocer
minuciosamente qué ha sucedido en su transcurso.
¿ QU I É N ?
¿Quién lleva adelante la acción rectora de la obra? ¿La historia de quién o de
quienes –a través del hacer de uno de estos– estamos contando?
Aunque usualmente se lo denomine protagonista, técnicamente debemos
advertir que puede ser antagonista el personaje principal del relato. Es decir, que la
68 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
fuerza protagónica, iniciática del suceso, la que origina que se haya desencadenado
la historia, no esté en personaje principal, sino que este sea un opositor a ella.
Encontramos el ejemplo de esta cuestión en cualquier película de cine
catástrofe: el personaje principal lucha, sin alternativa, contra algo que no ha
iniciado. Se opone, antagoniza. Esto no es un mero tecnicismo, pues si no
podemos reconocer la característica de su fuerza, podremos incurrir en un error
habitual cuando el personaje estimemos que “está débil”. Este yerro consiste en
ampliar y profundizar sus características, sumarle habilidades. Esto genera el efecto
opuesto a nuestro deseo. El personaje principal más se debilita. Esto se debe a que
trabajamos sobre un personaje que reacciona, no que acciona. Por lo tanto, la
medida de su reacción estará dada por la fuerza a la que él se opone.
Ejemplificaré con el ridículo. Supongamos que nuestro héroe, meteorólogo,
de vacaciones junto a su familia en la comodidad de la cabaña en la que se aloja,
merced a sus habilidades laborales específicas detecta la inminencia de una llovizna
que caerá sobre ese pequeño pueblo costero. Entonces lucha denodadamente por
poner a salvo a los suyos escapando de la inclemencia climática. Su hija adolescente,
junto a sus amigos, escala un acantilado en pos de llegar a un mirador. Su esposa,
ha ido al mar a recorrer la costa en kayak. Ambas corren serio riesgo de resfriarse.
De todos modos, a todas luces, nuestro héroe –a excepción de una sátira del
cine catástrofe– es un personaje débil. No nos interesa su propósito, ya que el valor
en juego es pequeño. Y por más que busquemos y busquemos, no es allí donde está
¿ QU É ?
Qué, esa es la cuestión. El qué es lo que le sucede a nuestro quién. Algunos
estudiosos de la técnica dramática, prefieren hablar de cuál. Es decir, cuál historia
voy a delimitar dentro del argumento. Yo prefiero hablar de “qué” porque ese “qué”
es lo que, al decir de Hegel, la singulariza.
¿Qué estamos contando? Eso desembocará necesariamente en cuál es el
epicentro de lo que estamos contando. Siempre llegaremos a la siguiente
conclusión. Lo que estamos contando es una acción, un verbo. Es el vengar de
Hamlet, el conquistar de Ricardo III, es el averiguar de Edipo, es el ajusticiar de
Antígona, etc.
Es decir, que nuestro qué es una acción dramática. Y no cualquier acción
dramática, sino la acción rectora. Sí, sí. Otra vez con lo mismo. Pero esta vez desde
un punto de vista diferente que consiste en meditar sobre la importancia de qué se
pretendió contar y lo que estamos contando.
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la segunda entrada
72 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
Hasta acá, la historia en primer plano es que un vecino, asfixiado por las
deudas, decidió ir a comprar una bebida alcohólica. Que a su regreso el encargado
del edificio le reclamó la deuda y la esposa del vecino, pese a los improperios que
ya alcoholizado le lanza su marido al reclamante, intenta disculparlo.
Ahora, agréguele esta frase para rematar el final: “Dijo el forense que el
encargado hacía cinco días que yacía en el foso del ascensor”.
Y de esta manera se revela la segunda historia, presente desde la primera
frase: el vecino asesinó al encargado, cuyo cadáver se ha hinchado.
O bien: “Dijo el forense que hacía cinco días que yacía en el foso del
ascensor”. Y de esta otra manera, alguno de los dos resultó muerto, sin saber con
certeza cuál.
En la primera historia, la aparente, el valor en juego es el cumplimiento del
deber versus el cumplimiento del deber. No solamente pone en juego valores
fácilmente posibles de relativizar, sino que además los enfrenta de manera contraria y
equitativa, anulándolos. Como dos vectores de idéntica fuerza opuestos contrarios.
Pero en la segunda historia, la narración que está velada, el valor justicia se
enfrenta con el valor vida. De este modo, la historia velada, una vez emergida,
resignifica la primera.
Citando nuevamente a Piglia: “el cuento se construye para hacer aparecer
artificialmente algo que estaba oculto. Reproduce la búsqueda siempre renovada de
una experiencia única que nos permita ver, bajo la superficie opaca de la vida, una
verdad secreta”. Esto es aplicable al argumento y es lo que permite mantener al
espectador en actividad. Recordando a Umberto Eco: “una obra de arte es un
mensaje fundamentalmente abierto con una pluralidad de significados que
conviven en un solo significante”.66 El sentido de las obras no está completamente
determinado por el autor, sino que este espera que su receptor colabore de manera
activa en la interpretación.
Nos despierta interés el incidente extraordinario en el mundo ordinario o el
incidente ordinario en el mundo extraordinario. Pero es la fricción de esa dualidad,
ese par fantástico, lo que genera nuestro asombro. Cuando me refiero a los
términos relativos ordinario o extraordinario, recordemos que dejan de serlo
respecto del personaje principal del argumento. Marte es un mundo ordinario para
74 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
Retrospectiva tercera
Hasta aquí, sobre esta segunda entrada, hemos preguntado sobre la obra:
• ¿El argumento encaja en alguno de los arquetipos?
• ¿El argumento se asemeja a alguno o algunos de los arquetipos?
76 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
78 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
libro. Lo que falle en ella, no podrá ser remediado con posterioridad con artilugios
del mismo modo que un buen vestuario no arregla una mala actuación. Por ejemplo,
si el conflicto es débil, por más que se plasme a través de personajes altamente
complejos, que llevan adelante diálogos ingeniosos, en universos asombrosos, de
todos modos la obra no logrará llegar a captar la atención del espectador por mucho
tiempo. Es que el ingenio es a la inteligencia lo que los fuegos artificiales a la vía láctea.
Una buena estructura no garantiza una buena obra, del mismo modo que
buenos cimientos por sí solos no garantizan una buena casa. Pero tenga en cuenta su
primordialidad: sin ellos, la casa se derrumba.
Al igual que una construcción edilicia, para determinar un problema no
necesariamente debemos comenzar por el plano, pero sin dudas tarde o temprano
recurriremos a él. Recuerde que la obra es un todo, es una esfera y, por lo tanto, un
abordaje no es más valioso que otro. Su elección dependerá de la problemática
aparente que presente el material y su propia habilidad que lo llevará a una
preferencia metodológica.
Advertencia: unos cuantos manuales sobre escritura dramática (todos ellos
buenos libros), dan por sentado determinada extensión de páginas para cada acto.
Esto no es cierto y tampoco es mentira.
¿Cómo se constituye esta aparente contradicción? Una verdad particular no
conforma una regla general. Quien afirma, por ejemplo, que “el primer acto dura treinta
páginas. El planteo debe estar en las primeras diez”, lo hace respecto de determinado
lenguaje e inserto en un establecido marco de producción. El ejemplo que cité es de un
muy buen manual de escritura cinematográfica, que está pensado para el modo
industrial de Hollywood, en el que la distribución de películas tiene una demanda de
films de determinada duración. Suponga que quiera aplicar este concepto cuantitativo a
Máquina Hamlet de Heiner Muller, cuya extensión es de alrededor de catorce páginas,
según la edición, o La isla desierta, de Roberto Arlt, que no supera las seis carillas, o el
film Un perro andaluz, de Buñuel y Dalí. Si tomáramos esta unidad de medida propuesta
sin comprender el marco, sería inutilizable para gran parte de la dramática.
Puestos a investigar la estructura de la obra dada, dos preguntas nos la revelarán:
• ¿En qué momento queda clara, puntual y delimitadamente explicitado el conflicto?
• ¿En qué momento comienza a resolverse el conflicto?
Las respuestas le indicarán los dos cambios de acto.
80 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
82 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
en qué grado amenaza la obtención del éxito del propósito. Una vez evaluada esta
cuestión, deberemos preguntarnos:
• ¿Están los obstáculos en el adecuado orden jerárquico que nos permite construir
un crecimiento de la tensión dramática?
Este orden jerárquico nos permitirá establecer:
a. La modificación de la situación a través de la línea de tiempo
Si el reloj interno está bien construido, el paso del tiempo debería generar
que las situaciones que se suceden agraven el problema. Pero puede suceder que
alguno de los obstáculos planteados interfiera con esa circunstancia que establece
la urgencia. Si esto ocurre, el interés del espectador decrece.
b. La progresión multifacética del personaje principal
El personaje principal, que porta la acción rectora, es, cuando menos,
tridimensional (planos íntimo, relacional y público). Podría ser que la línea de
obstáculos que tenga que atravesar obedecieran solo a uno de estos planos sin
siquiera la injerencia referencial de los otros. Dice Robert McKee: “Cuando una
historia verdaderamente progresa pide cada vez una mayor capacidad humana.” La
visión monofacetica del personaje lo aleja de la posibilidad de contradicciones que
es lo que le dará los rasgos de humanidad a esta construcción ficcional.
c. El ingreso al relato de nuevas complicaciones
Podría suceder que las nuevas complicaciones que aparecen en la travesía
sean de una fuerza tal que compitan con el problema principal. Le propongo
tomar como ejemplo Lorenzo’s oil, de Michell y Miller.77 En esta película, dos
padres luchan denodadamente por encontrar un remedio que salve la vida de su
hijo, afectado por una cruel enfermedad. Supongamos –no es parte de la
película– que tuviera un hermano que también estuviera afectado por una
enfermedad terminal y que requiere los mismos cuidados de atención y energía.
Inmediatamente estaríamos ante una competencia de problemas, ya que ambos
versan sobre un valor idéntico.
Las complicaciones pueden ser tantas como necesite la historia, pero su
orden jerárquico no puede ser cualquiera, sino que, por regla general, deberán ir de
menor a mayor, a excepción que sea el preámbulo de una solución aparente.
d. El momento en el que se arriba a soluciones aparentes que generan un
incremento de la tensión
Es una solución aparente cuando se da una falsa resolución o una
resignación supuesta de la fuerza protagónica. Esto produce una meseta que no está
84 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
Prólogo y epílogo
Tanto el prólogo como el epílogo se encuentran adosados a la estructura
dramática, pero no pertenecen a ella. Esta afirmación parte de que el drama se puede
contar prescindiendo de ambos. Sin embargo, ambos tienen su razón de ser y la obra
que contiene a uno, otro o ambos no sería la misma sin estos, ya que la resignifican.
Prólogo
El prólogo es la presentación que se hace antes de que se presente el drama y
sirve de necesaria preparación (si no es realmente necesario, explíquele al autor que
no es personal, solo negocios, y que haga lo que tiene que hacer). Sus elementos son:
• la ubicación temporaria;
• la circunstancia determinante preexistente;
• el nexo del personaje principal con el pasado, lo que cimienta su motivación.
86 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
Epílogo
La etimología mucho nos acerca a la función de esta herramienta. El
término epílogo deriva del vocablo, epi, que significa sobre, y logos, que significa discurso.
Es decir que el epílogo es lo que hay sobre o después del discurso dramático. Es
una conclusión, un resumen breve de las ideas expuestas por el drama que sintetiza las
conclusiones, adosando la culminación de historias satelitales no resueltas.
El epílogo puede ser reflexivo o simplemente una complementación no
esencial del drama pero sí de la empatía. Es decir, conocer el destino de
determinados acontecimientos no modificará el curso de la historia, pero sí
complacerá –en sentido amplio– al espectador, colmando sus expectativas.
Deberemos preguntarnos entonces sobre esta adosada herramienta:
• ¿Para qué es necesaria?
• ¿Es reflexiva, complementaria o posee ambas funciones?
Y, de serlo:
• ¿Qué reflexión acerca con más profundidad, claridad o distinto punto de vista
que lo que se desprende del drama?
• ¿Qué historias satelitales cierra y con qué producción de sentido?
Y por último y de manera esencial:
• ¿En qué resignifica el epílogo todo el drama?
Epílogo que no suma alguna de estas cuestiones, es pasible de eliminación
(hágale al espectador una oferta que no pueda rechazar), ya que irremediablemente
arruinará el final quitándole contundencia con reiteraciones de menor intensidad.
88 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
n. La trama principal
La palabra trama tiene su origen en un vocablo latino que hace referencia
al grupo de hilos que, combinados y enlazados entre sí, consigue darle forma a
una tela. Se habría formado a partir de la raíz indoeuropea tragh, que significa tirar
o arrastrar. Y es una imagen metafórica muy adecuada para referir a la forma en la
cual escribiremos la obra dramática. La manera en que expondremos la estructura
del relato. La trama es la plasmación de la estrategia mediante la cual esperamos
captar de mejor manera la atención del espectador. Es la forma de tejer.
Al referirnos a la trama principal, hacemos referencia a la que está signada
por la acción rectora que lleva adelante el personaje principal del drama.
Tres elementos constituyen la trama. Uno de forma (la disposición
temporal), otro de fondo (la transformación del personaje que encarna la acción
dramática rectora) y el otro táctico (la introducción de la información).
La disposición temporal, como ya adelantara, puede ser:
• Lineal: cuando todos los acontecimientos de una narrativa tienen lugar en orden
cronológico.
• Simultánea: se narran alternativamente dos o más líneas.
• Fragmentada o episódica: la narrativa está formada por un número de episodios
discontinuos.
a. Asociada por la historia y dividida por grandes elipsis
b. Asociada por la temática conformando un supra relato
• Circular: la narrativa se forma a través de acontecimientos que se repiten de
aparente forma circular, incorporando en cada repetición nuevos elementos.
90 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
o. Las subtramas
Las subtramas son los tejidos complementarios de las historias secundarias,
terciarias, etcétera. Poseen una autonomía relativa, limitada por su funcionalidad a
la trama, pero bien admitirían autonomía plena si se las desarrollara. Ismene, por
ejemplo, ha brincado desde su originaria Antígona a la obra que lleva su nombre,
de Marisabel Contreras,87 para contar su propia historia. También podemos citar a
Yago, extraído de Otelo y puesto en el espectáculo que lleva su nombre, con
dramaturgia de Paco Montes y Ramón Reche.88 Otro ejemplo es Ofelia, partiendo
de su natal Hamlet para protagonizar Ofelia o la madre muerta,89 de Marco Antonio
de la Parra. Las referencias abundan porque una historia secundaria bien
construida es un anzuelo irresistible para un dramaturgo de oficio, que puede ver
en ella el germen de un desarrollo de mayor envergadura.
Las subtramas son pasibles de los mismos interrogantes que los que ya
expuse para la trama principal, pero debemos adicionarle tres cuestiones propias
fundamentales, a saber:
• La imbricación a la trama principal
Es esencial que la subtrama se desprenda de manera necesaria de la trama
principal. Esta necesidad es absoluta. Sin ella, se descompensaría la tensión del
conflicto. Por ello, va de suyo preguntarse:
• ¿Se puede contar la historia desprovista de esta subtrama sin que pierda tensión
el conflicto?
• ¿Cuál es la retroalimentación con la trama principal?
Para que dicha tensión se incremente a lo largo de la obra, las sub tramas
deben alimentar y alimentarse del conflicto principal. Para indagar si esto sucede,
aplicaremos un método sencillo. Observaremos la polaridad del conflicto rector de
la trama principal y la del conflicto secundario de la subtrama y, una vez que estén
claramente identificados, nos preguntaremos:
• ¿Qué polaridad del conflicto principal alimenta qué polaridad del conflicto
secundario? (y viceversa).
92 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
Retrospectiva cuarta
• ¿Cuál es la esencialidad basal, los cimientos sobre los que está construida la obra?
• ¿Cuál es la disposición dinámica de las partes que permitirá su avance?
• ¿Cuál es el primer acto, o principio o presentación del conflicto?
• ¿Cuál es el segundo acto, o desarrollo o confrontación?
• ¿Cuál es el tercer acto, o desenlace o resolución?
94 A L E J A N D RO RO B I N O
la segunda entrada
p. Fuerzas y funciones
En toda obra dramática, los personajes encarnan fuerzas. Nos dice el
diccionario de la RAE que una fuerza es el poder para sacar o desplazar de lugar
algo o a alguien que posea peso o que ejerza resistencia, la capacidad para resistir
un empuje o y el acto de obligar a alguien a que haga algo. Si bien, en lo que
respecta a la fuerza dramática, se trata de algo muy aproximado, encontramos
la definición que proporciona la física clásica. Define a la fuerza como cualquier
acción, esfuerzo o influencia que puede alterar el estado de movimiento o de
reposo de cualquier cuerpo. Esto quiere decir que una fuerza puede dar
aceleración a un objeto, modificando su velocidad, su dirección o el sentido de
su movimiento. La fórmula matemática que la contiene es masa más
aceleración. Haciendo una analogía, podemos decir que la acción dramática es
propósito más motivación. En cualquier par fantástico que integre un drama, al
menos una de las fuerzas será encarnada por un personaje, pero no todas las
fuerzas involucradas en el conflicto están necesariamente encarnadas por
personajes, ya que pueden aparecer bajo la forma de hechos naturales o
sobrenaturales. ¿Y cómo aplica la motivación sobre una fuerza natural?
Necesariamente de manera metafórica. El agua que inunda el Titanic está
motivada por el desafío a los constructores del barco, que lo pensaron imposible
de naufragar; el propósito del agua es hundirlo. Para poder determinar las
adecuadas acción y reacción, antes que escudriñar los personajes es necesario
establecer el mapa de fuerzas, para luego establecer los personajes que las
encarnan.
Junto a las fuerzas, encontramos roles que llevan adelante determinados
desempeños que no poseen una de estas fuerzas de la polaridad. A ellos los llamaré
funciones.
1. Fuerza protagónica
Como ya adelantara explicando su etimología (primer jugador o primer
luchador), la fuerza protagónica es la que inicia el juego. Y a este juego se juega con
la acción. También el diccionario dice que protagonista es el personaje principal de
una obra y esta es la acepción que nos es más familiar, pero opto para este trabajo
por la primera definición, porque es funcional al análisis. Nos permite establecer si
2. Fuerza antagónica
Es la fuerza que se opone a la iniciática. La antítesis. Desde esta concepción,
el personaje principal de la obra puede ser el antagonista.
Es menester discernir entre la fuerza antagónica y los obstáculos que se le
presentan a la fuerza protagónica. La fuerza antagónica es persistente y solo
culmina con la resolución del conflicto; es decir, con la síntesis dialéctica. Encarna
un valor o antivalor, según lo juzgue favorable o adversamente la resolución del
conflicto. Los obstáculos, en cambio, pueden ser manifestaciones de cualquiera de
las dos fuerzas principales o complicaciones derivadas de las circunstancias.
• ¿Cuál es la fuerza antagónica de la obra?
3. Fuerza coprotagónica
Como ya introdujera, en una obra dramática no se usan dos elementos para
un mismo fin, ya que, de hacerlo, ambos se neutralizan entre sí, con lo cual, afirmar
que la fuerza coprotagónica es la que comparte la acción protagónica, es
meramente aproximativo. El unísono carece de sentido en el drama porque genera
concurrencia y ya me explayé acerca del inconveniente que acarrea. La fuerza
coprotagónica comparte la acción rectora, pero aporta la suya propia, de menor
grado jerárquico. Contribuye, como una segunda nota en un acorde, a generar una
armonía que hará más compleja y rica la melodía.
• ¿Cuál o cuáles son las fuerzas coprotagónicas de la obra?
4. Fuerza coantagónica
Se aplica lo precedentemente expuesto para la fuerza coprotagónica a la
correlativa a la fuerza antagónica.
• ¿Cuál o cuáles son las fuerzas coantagónicas de la obra?
5. Función de Corifeo
El corifeo o narrador está exento de acción dramática. Su relato es directo al
público, ocasionando una ruptura de la cuarta pared.90 Su función es narrativa; sin
100 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
Luego, el discurso muta en una arenga (una acción), por lo que el personaje
recobra su rol coprotagónico, ya que recobra la acción dramática. Pero en el
fragmento transcripto, desprovisto de acción, su función de corifeo permite
resignificar todo lo visto hasta ese momento.
Por todo lo expuesto es que, en pos del análisis, debemos:
• Ubicar la función del corifeo dentro de la obra (¿Lo lleva adelante un personaje,
un objeto, un grupo de imágenes, etcétera?).
• Establecer si se cumple eficientemente una o más de las acciones que le son propias.
6. Coro
Históricamente, el coro, grupo de personajes similares que podían
representar a testigos ajenos al drama o a un grupo involucrado en él. Cito, por
ejemplo, Las bacantes,96 el coro representa las sirvientes fanáticas de Dionisio, o Las
suplicantes,97 en la que el coro está integrado por las mujeres suplicantes. El corifeo
es antecesor de su evolución: en un principio lo comandaba. A diferencia de este
último, el coro también puede desarrollarse a través del canto. Las funciones que
cumple son casi idénticas. La diferencia radica en que, en esta modalidad, el grupo
actúa a modo de caja de resonancia. Cuando el personaje principal toca fondo,
desnuda su alma o pone de manifiesto su desconcierto ante la adversidad, el coro
amplifica la movilización emocional.
Su utilización, si bien en general no es tan usual, habiendo quedado más
relegado a la ópera y la comedia musical, sigue siendo una herramienta sumamente
102 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
7. Función Agonista
Su origen etimológico proviene del griego agonistēs, que quiere decir atleta
o luchador. Hasta aquí, no encontramos diferencia con las cuatro fuerzas antes
descriptas. La divergencia radica en que este luchador carece de propósito. Es el que
traslada una información vital para el drama sin motivación, y cuya divulgación lo
sitúa en la puja del drama, pese a su voluntad. Un gag de réplica y contra réplica
lo ejemplifica con claridad.
–Ayer me encontré con tu ex mujer y el novio. Simuló no verme.
–Yo no me separé.
A menos que el primer personaje tenga una intención aviesa y no sea sincero,
es un claro ejemplo de cómo comienza a integrar el drama desde la falta de motivación
y propósito. Su información opera de manera decisiva allende su voluntad.
El agonista es una herramienta que nos permite manipular el azar y, aunque
se sume a una de las polaridades del conflicto, prefiero designarla como función
por su carencia de impulso propio. Sobre ella es menester preguntarse:
• ¿Hay agonista/s en la obra?
• ¿Está realmente desprovisto de motivación y propósito?
• ¿La información que traslada es vital al desarrollo del drama?
q. Personajes
Además de la definición general que reza “ser de ficción”, podemos afirmar
que un personaje es la suma de motivación, propósito, acción y circunstancias.
Esto nos lleva a preguntarnos si el personaje antecede al incidente narrado o el
incidente preexiste al personaje. ¿Sé la historia que que quiero contar y para ello
104 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
se harán presentes, tanto que la crítica soltará ríos de tinta regodeándose en los
conceptos. Es su tarea, no la nuestra.
En la parte que nos toca, debemos abocarnos a asegurar que las piezas de
este armado sean las que permitan el traslado de esos conceptos de una etapa
primera de la creación a la última, la del espectador reflexionando sobre lo visto. Es
un camino largo e indirecto. El libro dramático –literatura en tránsito– deberá
pasar por la producción, la dirección, la actuación y la edición en los medios
audiovisuales, antes de llegar al público. Por lo tanto, nuestro trabajo, como
analistas, consiste en asegurarnos de que así sucederá.
Un personaje es una unidad, una identidad con lógica propia, entendiendo
por lógica las formas y principios generales que rigen el conocimiento y el
pensamiento. Tal es así, que muchas veces los personajes traspasan los límites de la
obra que les dio origen para ser ellos generadores de nuevas obras. Desde Antígona99
a James Bond,100 la historia de la dramaturgia está colmada de ejemplos. Y, al ser
dramática esta construcción, se lleva adelante con acciones concatenadas, las cuales
describen un arco de mutación. Un personaje siempre se transforma en el derrotero
de la obra a través de la dialéctica del conflicto. Estas cuestiones pueden ser
observadas en general de manera conceptual, y cuando no funcionan, queda en
evidencia que hay problemas. ¿Pero cuáles son los problemas que puede tener un
personaje? La manera práctica que le propongo de analizar su composición es a
través de siete preguntas iniciales.
1 . ¿ Q U I É N S OY ?
La descripción de un personaje obedece a tres facetas, bien diferenciadas
conceptualmente, pero no así en la escritura dramática. Estos son los aspectos:
• Físico: edad, peso, altura, raza, caracteres singulares, etcétera.
• Relacional (o sociológico): el tejido de relaciones familiares, laborales y de hábitat
en su entorno cultural (político, religioso, socio económico).
106 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
2. ¿DÓNDE E S TOY ?
108 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
en cualquier lado, sino en el lugar que le es más incómodo para resolver ese
conflicto. Es por ello que al universo que entrega la catarsis de la primera escritura
debemos evaluarlo de manera meditada para estar seguros que esa espacialidad es la
que más aporta a la tensión. Esta graduación podemos dividirla en cuatro estadios,
una división arbitraria –procede de mi arbitrio– pero usted puede hacer una
segmentación más fina, tanto como lo desee. La que le propongo es esta:
• situación geográfica (hemisferio, región, país);
• sociedad determinada (un barrio, una aldea);
• ámbito preponderante (una casa, una oficina, la calle);
• sector preponderante del ámbito en que se desarrolla lo más álgido de la acción
(la sala, un despacho, una esquina).
Podría ser que toda la obra trascurra en ámbito único, como por ejemplo en
Esperando a Godot, de Beckett. En ese caso, debemos preguntarnos, respecto de las
cuatro graduaciones, cómo incide el paso del tiempo a través del ámbito único, ya
que su avance, como ya referí anteriormente, modifica el espacio.
Para ejemplificar esta cuestión, analicemos a Willy Loman, en Death of a
Salesman [Muerte de un viajante],105 de Arthur Miller, ese dramaturgo pseudo
generoso que divulgó todo, menos cómo hacer para conquistar a una mujer
como Marilyn. Analicemos la espacialidad en la que desarrolla su accionar Willy
Loman:
• Situación geográfica: Estados Unidos de Norte América, estado de Nueva york.
Esta locación, permite exponer: 1. La sociedad de consumo; 2. el idealismo del
Sueño Americano.
• Sociedad determinada: una barriada de Brooklyn que atraviesa una depresión
económica. Esta locación facilita explicitar la derrota económica como
emergente social.
• Ámbito preponderante: la casa, el hogar. El lugar en donde se puede confrontar
el deber ser social con el ser familiar.
• Sector preponderante del ámbito: en la sala. Este sector del ámbito, propio de
todos los integrantes de la familia, facilita evidenciar:
a. la distorsión del núcleo familiar
b. la insignificancia de las virtudes y principios morales en un cambio de paradigma
Es decir, de lo macro a lo micro, el “dónde está Willy” favorece el
conflicto de lo viejo frente a lo nuevo. La acción de Willy, perseverar, encuentra
más obstáculos genuinos en estas circunstancias espaciales.
110 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
• ¿En qué estación del año? Si el clima está presente en la obra, no puede ser ocioso.
El mismo debe implicar una repercusión en el personaje. No es lo mismo estar
hambriento en verano que en el rigor del invierno. De modo tal que en Los
Miserables,107 de Víctor Hugo, su protagonista, Jean Valjean, no está situado de
casualidad viviendo penurias en el duro invierno. El invierno realza la necesidad.
En El jardín de los cerezos o en La gaviota,108 ambas de Chejov, el paso de las
estaciones acrecienta el drama. Por ende, si hay una determinación sobre la estación
en que transcurre la historia, esta debe tener una incidencia capital.
• ¿De día o de noche? El día y la noche permiten proyectar en el espectador
conductas habituales; por lo tanto, que determinado personaje accione en una u
otra hora resignifica el accionar. Por ejemplo, un personaje bebe un whisky doble.
No tiene la misma connotación a las ocho de la noche que a las ocho de la mañana.
Es parte de la tarea del analista, cuando esté indicado el día o la noche, escudriñar
en su conveniencia cotejando con la alternativa, ya sea para descubrir un error o
para brindar alternativas posibles.
5 . ¿ QU É QU I E RO ?
6 . ¿ QU É SE ME OPONE?
112 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
7 . ¿ QU É E S TOY D I S P U E S TO A H A C E R PA R A L O G R A R L O ?
Retrospectiva quinta
• ¿Cuál es la fuerza protagónica de la obra?
• ¿Cuál es la fuerza antagónica de la obra?
• ¿Cuál o cuáles son las fuerzas coprotagónicas de la obra?
• ¿Cuál o cuáles son las fuerzas coantagónicas de la obra?
• ¿El corifeo lo asume un personaje?
• ¿El corifeo rota por varios personajes que lo asumen a lo largo de la obra?
• ¿El corifeo está dado a través de un objeto? ¿El corifeo puede construirse con un
grupo de imágenes?
• ¿Qué tramo argumental abrevia el corifeo?
• ¿Qué significa el corifeo cuando precede la acción?
• ¿Qué resignifica el corifeo al concluir la acción?
114 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
• ¿El coro amplifica? ¿Es caja de resonancia necesaria de alguno de los elementos
que integran el drama?
• ¿Hay agonista/s en la obra?
• ¿Es realmente carente de motivación y propósito?
• ¿La información que traslada es vital al desarrollo del drama?
• ¿Quién es el personaje físicamente?
• ¿Quién es el personaje relacionalmente?
• ¿Quién es el personaje íntimamente?
• ¿Qué aspectos del personaje emanan de la acción?
• ¿Qué aspectos del personaje se describen pero que no logran anclaje?
• ¿Qué aspectos del personaje no se han desarrollado?
• ¿Cómo argumenta el personaje?
• ¿Qué emoción contiene el personaje y a través de cuáles acciones paradójicas se expone?
• ¿Cuál es su razón y cuál su bondad?
• ¿En dónde está el personaje (en los niveles macro y micro)?
• ¿En qué ámbito se desarrolla la acción principal?
• ¿En qué sector preponderante transcurre la acción? ¿Qué aporta ello?
• ¿En qué época está el personaje?
• ¿En qué estación del año?
• ¿Es de día o de noche?
• ¿De dónde viene el personaje (en los niveles macro y micro)?
• ¿A dónde va el personaje (en los niveles macro y micro)?
• ¿Qué quiere el personaje?
• ¿Qué se le opone al personaje?
• Para tutelar un valor, ¿que otro valor está dispuesto a poner en peligro y aún a sacrificar?
s. El sendero mítico
Desde una perspectiva dramatúrgica, todo mito contiene una metáfora que
revela lo que dice el personaje, afirma con sumo acierto Mauricio Kartun.113 Y este
núcleo simbólico contiene un saber sobre lo humano. Su profundidad será la
medida de la universalización y trascendencia que alcance la obra.
Es pertinente recordar que todo personaje dice a través de su hacer; por lo
tanto, es de su accionar transformador de donde el espectador tomará los elementos
necesarios para reconstruir esa metáfora. Y lo que transforma el personaje principal
de una obra es, fundamentalmente, a sí mismo. Esta metamorfosis es el viaje del
héroe. Un viaje en sentido metafórico que puede coincidir con un sentido literal
como en Peer Gynt,114 de Ibsen, por señalar un ejemplo.
El derrotero del héroe, ha sido descripto acertadísimamente tanto por
Campbell en El poder del mito115 como en su adaptación hollywoodense al oficio,
en El viaje del escritor,110 por Vogler. En términos de análisis del personaje, es de
suma utilidad abrevar en los segmentos del camino del héroe que nos proponen,
ya que ese rol será el que ocupe el personaje principal de cualquier drama.
Transcribiré mi versión del asunto traducida en preguntas con fin analítico,
recomendándole no dejar de conocer en profundidad El poder del mito y toda la
cuantiosa lectura referencial sobre distintas mitologías a la que obliga.
El mundo propio
El héroe parte de un mundo que le es propio. Puede ser ordinario o
extraordinario, tanto para el espectador como para el personaje. Es ejercicio
obligatorio tener en claro la diferencia, ya que ambas cuestiones operan sobre
116 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
La provocación
Un acontecimiento puntual, individualizable, es lo que provoca la llamada
de la aventura. Este incidente catalizador puede generar fuerza protagónica tanto
como antagónica. El anuncio de la existencia de un hijo del que no se tenía
conocimiento provoca la fuerza protagónica de la búsqueda. La acción dramática
que vertebrará será el verbo buscar. Una invasión de un ejército extranjero provoca
118 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
El bautismo de fuego
Decidido el héroe a llevar adelante el cambio, el primer escollo es iniciático.
Su construcción nos dará la medida esperable de las fuerzas de nuestro personaje
principal. Este bautismo de fuego claramente situado en la estructura al inicio del
segundo acto, es la primera estrategia fallida a desarrollar. En el yerro la adversidad
se presenta en toda su magnitud, lo que permite describir mediante acciones claras
las aptitudes y carencias del héroe para resolver el conflicto.
Esta iniciación también trae aparejada la pérdida de cualquier posibilidad de
retorno. El personaje principal “quema las naves” y solo puede resolver el conflicto
favorablemente o perecer en el intento. Dicho esto en un sentido amplio y
metafórico. Lo que muere, si no tiene éxito en su empresa de cambio, es el valor
que tutela y que lo constituye. Por eso afirmo: de no lograr su propósito de sostén
del valor constituyente, fenece en el intento.
El otro signo distintivo de esta primera batalla que libra, es que de ella
obtiene una cantidad de información nueva. El personaje abandona las hipótesis
La cruzada
El héroe inicia una campaña donde escalará obstáculos, perfeccionando
estrategias fallidas hasta encontrar la que acertadamente resolverá el conflicto.
Estos obstáculos constituyen pruebas, en orden creciente, que implican
supervivencia en sentido amplio. La prueba debe implicarle al detective el peligro
de que abandone la investigación policíaca y, por ende, deje de constituirse en un
investigador policial. Su identidad debe sobrevivir en cada batalla que se le
presenta. ¿Qué quedaría en pie del personaje Dr. House, personaje principal de la
serie de televisión homónima de David Shore, si una complicación en la salud del
paciente lo desahuciara?
120 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
Salido del puerto seguro del status quo conocido, el héroe siempre desarrolla
su cruzada en territorio misterioso. Abandona la tierra que lo cobija y se hace a la
mar inexplorada. Homero,121 en la Ilíada y en la Odisea, nos enseña todo, y si por
las dudas no entendimos, Dante Alighieri,122 retoma la cuestión y vuelve a
demostrarlo en la Divina Comedia, libros de lectura obligatoria en este oficio. Este
cambio en el territorio debemos observarlo en sentido amplio y metafórico. En
Casa de muñecas, la casa (para Nora, su propio hogar) se vuelve un lugar
desconocido bajo la lente de su vocación de cambio. Lo mismo podríamos afirmar
sobre la transformación de la visión del territorio familiar para Michael Corleone,
en The godfather,123 de Puzzo y Coppola, la ciudad de Nueva York para el teniente
Kojak,124 en la serie que lleva su nombre, escrita por Abby Mann, o las calles de San
Francisco, en la serie de televisión homónima, de Sherry Coben,125 para los
tenientes Stone y Keller, sus protagonistas.
Es a través de los obstáculos que debe atravesar quien porta la acción rectora
que se van construyendo las fuerza coprotagónicas y coantagónicas.
Es sumamente útil pensar a los integrantes de ambas fuerzas como aliados
propios y del enemigo, puesto que nos lleva a justificar la conveniencia para sí de
esas alianzas. Esos provechos exclusivos de las fuerzas secundantes son las semillas
de las subtramas. Dicen Borges, en sus magistrales versos: “No nos une el amor
sino el espanto / será por eso que la quiero tanto”.126 Y pone en evidencia las dos
motivaciones que determinan los pactos. Porque ambos quieren lo mismo, o
porque ambos no quieren lo mismo.
Cuando la alianza se da de manera positiva, el común denominador ético
está implícito en lo que respecta a ese querer. Ambos comparten valores.
Cuando se da de manera negativa, la alianza puede ser a nivel ético o
simplemente táctico. En el primer caso, por ejemplo, podemos pensar dos adversarios
políticos que se aúnan para repeler una invasión extranjera a su país. El valor patria
los encuentra encolumnados detrás un propósito común. De lograr el objetivo de la
liberación, ambos seguirán siendo adversarios sin que por ello se rompa la alianza
ética que trabaron. En el segundo caso, podemos pensar en dos condenados a muerte
que traman un escape de la prisión en la que están esperando su ejecución. Uno es
un asesino serial confeso y el otro un inocente injustamente sentenciado. Los dos
huyen de la muerte. Pero una vez conseguido el objetivo, el homicida intentará seguir
su derrotero de muerte, mientras que el inocente intentará demostrar limpiar su
honra demostrando que carece de culpa. No hay alianza ética y, por lo tanto, una vez
que la necesidad táctica se disipe, el pacto fenecerá.
El abanderado de la fuerza opositora puede ser tanto un adversario como un
enemigo. La diferencia radica en que, mientras que el primero rivaliza por el
122 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
El sacrificio
El personaje principal genera expectativas sobre su estatura ética cuando da
a conocer qué está dispuesto a hacer en pos de lograr su objetivo, pero lo explicita
cuando se sacrifica. Y si ese sacrificio es aun mayor que la expectativa planteada, de
manera asombrosa aun para él, entonces su aventura tomará dimensiones épicas.
Una hazaña en pos de ideales supremos.
Sólo el personaje que ha atravesado la zona de sacrificio alcanza la estatura
de héroe.
El sacrificio puede llevarse adelante tanto en medio de la crisis como en
la batalla final. Si tomamos como ejemplo la película Gladiator,131 de Franzoni,
Logan y Nicholson, encontraremos que el supremo sacrificio hacia la patria del
protagonista, el general Máximo, es poner en peligro la vida de su mujer y su
hijo, quienes perecen por orden del Cesar, su enemigo. Ninguno de los
tormentos corporales que la batalla final le infligirá luego se compara con este
dolor. Aquí queda planteado que su recompensa es reunirse con su familia, bien
más ansiado que la venganza. Este episodio se produce cuando se desata la crisis
y no estaba en el primer borrador hecho por Franzoni. Fue incorporado en la
reescritura de Logan. Tuvo por objetivo que el personaje fuera polifacético y no
solo un militar que emprende una venganza. En cambio, en Braveheart,132 de
Randall Wallace, el sacrificio supremo se encuentra en la batalla final, dicho esto
en sentido alegórico. William Wallace –el personaje– se enfrenta a la tortura, la
que puede evitar, si renuncia a la libertad, valor que tutela en cuanto que
protagonista. Literalmente, ya ha perdido la última batalla militar, también ha
perdido la contienda en el terreno político. Está solo y sabe que su decisión es
ejemplo, es brújula utópica. Marcará el rumbo de su pueblo. Si en el primer
acto pudimos detectar qué valor custodia, si tuvimos en claro que la premisa es
que la libertad vale más que la propia vida, o que la vida no merece ser vivida
sin libertad, llegada esta instancia de la obra dramática sabremos que atravesará
el calvario sin desertar.
Los ejemplos dados adrede para observar el calvario ubicado en distintos
lugares del argumento y de la trama indican las fronteras. Dentro de este marco, la
necesidad del argumento y la elección de la trama indicarán la ubicación.
Todo sacrificio implica un apartarse del ego, correrse del centro del mundo.
Cambiar “el mundo es para mí” por “yo soy para el mundo”.
124 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
La batalla final
La batalla final es la que enfrenta a los dos valores sin alternativa de escape.
En ella, el héroe puede atravesar el sacrificio o no, pero, de todos modos, los
acontecimientos lo encontrarán al límite de la muerte. Y vuelvo a insistir con que
la muerte es en sentido amplio, como analogía, refiriéndome siempre a la extinción
del valor de la polaridad del conflicto que le es constitutivo. El valor que, de
perderlo, implicaría que dejara de ser quien es. Esto integra el clímax. El apogeo
del peligro es parte del punto culminante del proceso de resolución del conflicto al
que le sobreviene, de manera nítida, la recompensa. La satisfacción de la necesidad
que el conflicto había planteado y que permitirá la transformación del personaje y
el reconocimiento de su nueva jerarquía por parte de sus pares. En la mitología
griega, quienes llevaban a cabo heroicas hazañas eran premiados por los dioses
integrándolos al exclusivo círculo de los inmortales. El personaje es transformado
por la hazaña y quienes lo rodean ratifican su nueva constitución. Suena algo
difícil, pero ejemplificándolo de manera elemental, se allana:
El eterno retorno
El eterno retorno es una concepción filosófica del tiempo que plantea una
repetición del mundo la que este se extingue para volver a crearse. A diferencia de
la concepción oriental, que es circular, en esta el regreso está dado por la repetición.
Pero ambas se organizan en base a la idea de la unidad en el misterio. Innumerables
religiones (re ligare: volver a unir) asientan su racionalización del misterio en esta
concepción del regreso a la Edad de Oro griega,134 o el Paraíso bíblico,135 en el que
el ser humano se halla en estado de pureza. Este es el punto de contacto del héroe
con el enigma de la vida, el sentimiento trágico de la vida136 en el que los seres
humanos comulgamos. Es cuando la ola abandona su constitución fugaz para
volver a integrarse al océano como parte indivisa de este.137 El héroe alcanza la
posibilidad de volver a fundirse con el inconsciente colectivo que nos planteaba
Jung, al aportar un “elixir”, una cura al mal que ocasionó el conflicto.
Al finalizar el tercer acto, el héroe puede cerrar el círculo de tres maneras:
• volviendo al mundo ordinario que lo vio partir con el aprendizaje de la aventura;
126 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
128 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
sólida, plasmada por una pluma tosca, hará añorar el silencio en el espectador. Dijo
Ítalo Calvino:139
Yo trabajo para llegar a la espontaneidad, porque la espontaneidad es un
punto de llegada, no un inicio. La primera cosa que uno dice no es nunca
sincera, ingenua, sino algo ya dicho, un lugar común. Para llegar a decir algo
espontáneo, uno debe trabajar mucho, es decir, fingir mucho. Se llega a la
sinceridad después de una serie de pruebas diferentes, de máscaras distintas. El
punto de llegada es la máscara que coincide con tu rostro.
La pertinencia
El lenguaje debe ser pertinente a las circunstancias creadas. Para ello,
debemos aplicar las siete preguntas al personaje.
1. ¿Habla como quien es? (en el plano público y relacional)
Su modo de dirigirse a desconocidos y a conocidos debe ser coherente con
la afirmación que se haga sobre el personaje. Si el personaje es un arrogante
(concepto) en público (es decir, lleva adelante acciones que nos permiten inferir su
arrogancia), deberemos testear si el lenguaje utilizado es pertinente a este accionar.
Si, en el plano relacional, deducimos de las circunstancias que es un personaje
solitario, ¿son sus formas de entablar diálogo acordes a esta caracterización?
2. ¿Habla de manera coherente al lugar de donde viene?
El personaje llega en lo inmediato y en lo mediato de distintos ámbitos. El
personaje puede llegar desde el extranjero en el nivel macro y puede venir del
cuarto contiguo en el nivel micro. Su lenguaje debe portar la experiencia emocional
de ambos ámbitos.
3. ¿Habla de manera pertinente al lugar en el que está?
La mayoría de las personas se comunican adecuando su lenguaje y la forma
de pronunciarlo, adaptándose al ámbito en el que se pronuncia. Así, los
improperios y los gritos son moneda corriente en las tribunas deportivas. Y las
frases hechas y los susurros reinan en los entierros. Quienes no tienen esa
adecuación se manejan entre los márgenes de la inadaptación social y la locura. Si
nuestro personaje no está dentro de dicho segmento o no lleva adelante una acción
dramática evidentemente confrontativa con el medio, entonces deberá adaptarse a
los usos y costumbres propios del ámbito donde se desenvuelve.
130 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
odisea que atraviese. Es decisión estratégica saber si ese tormento será previsto o
imprevisto. Acorde a esa decisión será lo que exprese el personaje. Por supuesto, no
me refiero a un hablar literal, sino a poder deducir de lo expresado su conocimiento
o ignorancia sobre el calvario que deberá atravesar.
La verosimilitud
El lenguaje debe ser verosímil, no verídico. La verosimilitud, es el arte del
equilibrio del propósito y la acción, bajo la normativa dictada por el género, en la
condensación del tiempo y el espacio que proveen las circunstancias.
La definición es compleja (está compuesta por muchos elementos), pero no
es difícil.
Una expresión verídica, una forma de hablar de una persona, puede resultar
increíble en una ficción dramática en boca de un personaje. Eso ocurre porque el
lenguaje no ha tenido la condensación que porta la escena. El drama nos cuenta en
pocos pasos cosas que en la vida suceden en un tiempo más dilatado. Eso hace que
sean más interesantes las discusiones álgidas que las conversaciones que nuestros
vecinos nos permiten oír tras las paredes. Porque en la discusión cada parlamento
está cargado de una historia, es el drama vivo. Pero, a diferencia de lo que deja
escapar la mala insonorización de las viviendas modernas, en el drama, ese choque
obedece a una estrategia. Tres peligros de inverosimilitud que amenazan el lenguaje
y deben ser detectados, a más tardar, en el análisis.
• ¿El lenguaje incorpora todos los elementos del drama?
• ¿El lenguaje se hace cargo de la condensación necesaria?
• ¿El lenguaje aporta a la construcción de la estrategia pretendida?
El diálogo
El diálogo no es conversación, aunque pueda aparentarla. Mientras que en
el diálogo se produce una dialéctica permanente, en donde lo dicho por uno
modifica al otro, en la conversación se establece una serie de aseveraciones y
comentarios paralelos que no provocan reacción recíproca. Es un claro ejemplo de
conversación el que surge en la breve intimidad del ascensor.
–Buenos días.
–Buenos días.
–…
–Hace frío estos días.
–Era de esperarse, es invierno.
La conversación aparente
La conversación aparente es una herramienta que potencia la acción. Por
ejemplo, podría ser que los personajes estuvieran llevando adelante una acción
dramática que necesita de ausencia de acción y reacción en los parlamentos, para
subrayarla. Tomemos por caso que están eludiendo hablar sobre una infidelidad y
conversan. En ese caso, la acción dramática es “eludir” y la conversación aparente
fortalece la acción. Por ende, lo que debemos preguntarnos en primer lugar es:
• ¿Estamos ante un diálogo o una conversación?
La singularidad
Los personajes deben estar exentos del lenguaje del autor/a, porque si lo
asumen, jamás podrán trasmitir lo que el dramaturgo/a pretende. Dos mensajeras
llevan nuestro mensaje en partes iguales al espectador, la fuerza protagónica y la
fuerza antagónica. Con la síntesis de su combate dialéctico, le proporcionan al
espectador el mensaje emitido. Cuando el autor está presente en los diálogos, todos
los personajes hablan parecido y estamos más cerca de un ensayo que de una obra
dramática. Cuando, por razones demostrativas, en obras didácticas de materias
132 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
El lenguaje y el asombro
Las representaciones sociales de los roles que las personas desarrollan en una
sociedad, los arquetipos, seguramente como toda mentira, se apoyan en algunos
puntos de verdad. Y, si bien nos permite el rápido reconocimiento de la figura a la
que apuntamos, las generalidades con la que está construida llevan inevitablemente
al lugar común de lo trillado, del cliché verbal. Esto genera un lenguaje esperable,
que opaca las situaciones más asombrosas. Es que el asombro es una impresión
dada por una cualidad extraordinaria y el lenguaje, que no proviene de la
singularidad, de la particularidad más precisa, de la pertinencia circunstancial más
estricta, es un salvavidas de plomo. No se debe confundir asombroso con exótico,
ya que son términos completamente distintos. Lo exótico, entendiendo por tal
aquello que es lejano y muy distinto, es impropio. Esta aseveración no hace al
género ni al estilo. En la construcción dramática más costumbrista, el asombro está
presente. Un buen ejemplo de esto es el Film Il Postino,141 de Anna Pavignano,
Michael Radford, Furio Scarpelli, Giacomo Scarpelli y Massimo Troisi, basado en
la novela de Antonio Skarmeta Ardiente paciencia. En esta película, el par fantástico
–la polaridad paradójica– se da en primer plano a nivel del lenguaje. Pablo Neruda,
un poeta refinadísimo, dialoga sobre literatura con el cartero, Mario Ruóppolo, de
elemental instrucción y vocabulario acotado. Si bien toda la película es buen
134 A L E J A N D RO RO B I N O
la tercera entrada
La duplicación
Hay una regla, que, de romperse, debe ser a sabiendas y para generar una
saturación perseguida. La regla es que no es necesario decir lo que se ve y
viceversa, puesto que conforman una duplicación. La primera mata la sorpresa
de la segunda y la segunda la gracia de la primera. De manera tal que debemos
obligatoriamente preguntar:
• ¿El diálogo se reitera?
• ¿El diálogo ilustra lo visto?
• ¿El diálogo es ilustrado posteriormente?
• De darse la reiteración, ¿qué fin persigue?
Sobreabundancia y escasez
El lenguaje del personaje a través del diálogo (recordemos que la única
excepción es el soliloquio, ya que el monólogo es un diálogo con uno de los
interlocutores de modo referencial) puede desbarrancarse hacia los dos lados del
camino. O bien por incurrir en ostentación, preciosismo y barroquismo, ya sea por
informar en detalle cuestiones superfluas o por engolosinarse con la musicalidad
fonética de la palabra misma, lo que resulta en una demora de la ejecución de la
acción. O, por el contrario, puede ser que el personaje posea un lenguaje elemental,
mínimo. No me refiero a una caracterización parca del personaje, si así se lo desea,
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la tercera entrada
sino que sus manifestaciones son pobres a la hora de provocar reacción o les falta
énfasis (esto se logra con acciones adecuadas, no con signos de admiración).
También puede ocurrir por omisión de información vital que se da por supuesta.
Para detectar estos problemas es que es conveniente preguntar:
• ¿La información contenida en los parlamentos es la esencial, es escasa o sobreabunda?
• ¿El lenguaje provoca la reacción adecuada? ¿Traduce las acciones con la necesaria
intensidad?
• ¿El mensaje podría expresarse de manera más económica sin perder las
características deseadas?
La obscenidad
Otro problema que puede presentarse es que el personaje dice lo que hace,
lo que quiere comunicar y lo que piensa. Nada queda que no esté expuesto. Esto
deja sin trabajo a los personajes que son sus interlocutores y al espectador, que
necesita desentrañar el cuento dentro del cuento. Por lo general, el que mucho
habla está compensando lo que no hace. Valiéndonos de este prejuicio, si se lo
quiere ver de esa forma, es que, una vez que hemos detectado esta característica, es
preciso escudriñar en el relato kinético.
• ¿Qué es eso que no está haciendo el personaje que lo lleva a hablar sin parar?
• De lo que dice, ¿qué pertenece al plano público?
• De lo que dice, ¿qué pertenece al plano relacional?
• De lo que dice, ¿qué pertenece al plano íntimo?
• ¿Cuánto de lo dicho es sustituible por acciones?
• ¿Cuánto de lo dicho es sustituible por imágenes?
v. El tiempo dramático
Como ya adelantara, el tiempo dramático se diferencia del tiempo
argumental y el tiempo real. Mientras que el primero es el tiempo de la historia, el
segundo es el tiempo de duración de la obra. En algunas obras, infrecuentes, el
tiempo real coincide con el argumental, como, por ejemplo, en la película Nick of
time,143 de Patrick Sheane Duncan, en la que desde el planteamiento del conflicto
hasta su resolución, el personaje cuenta con noventa minutos para resolverlo, que
es el tiempo que abarca la ficción (en total, dura 104 minutos).
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la tercera entrada
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la tercera entrada
Retrospectiva sexta
• ¿El personaje es héroe o anti héroe?
• ¿El universo inicial es propio del personaje principal?
• ¿Es un universo ordinario o extraordinario para el personaje?
• ¿Qué fisura contiene que lo hace inestable?
• ¿Cuál es el acontecimiento que provoca la aventura, entendiendo como tal el que
activa la motivación que justifica el propósito?
• ¿Qué carencia previa a la provocación satisface la consecución de este propósito?
• ¿Qué aspectos del status quo son netamente gananciosos para el personaje principal?
• ¿Cuáles son las excusas realmente valederas?
• ¿Cuál es la fuente de sabiduría?
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la tercera entrada
Las tres entradas de análisis –y su orden sucesivo– son muy prácticas para
“mí”. Sin embargo, tanto el número de entradas como el orden de sus
cuestionamientos son absolutamente arbitrarios. Usted podrá combinar los
mismos elementos de la manera que le sea más cómoda, útil y necesaria. Pero, si
me permite, le aconsejo comenzar por el camino que ya tracé, para ganar un poco
de experiencia antes de abrir su propia brecha.
La metodología puede variar, pero los puntos a indagar son estos y usted los
tiene que dominar.
El análisis completo muy pocas veces tendrá posibilidad de ser realizado, ya
que una vez que se detectan las grandes fallas, estas se encuentran replicadas en los
demás componentes. Una vez descubierto un yerro fundamental, es ocioso insistir
en el análisis. Por ejemplo, si encontramos en el análisis de una obra que la fuerza
antagónica es débil porque carece de motivación, no tendría sentido analizar los
diálogos, que repetirán esta debilidad en la dialéctica.
En la sinopsis que antecede a la obra –cuando la hay–, aparecen todos los
problemas estructurales, porque tiene la función de resumen condensador. Allí
queda al descubierto la confección de la estructura. Sin embargo, no se confíe
enteramente en esta cuestión, pues cabe la posibilidad de estar ante un autor/a que
tenga poca pericia para el resumen.
Todo lo aquí expresado tiene bibliografía referencial que es de lectura
ineludible. Este trabajo no intentó ser un atajo, sino una invitación a un camino
perenne de reflexión sobre el oficio. Esta senda puede ser comenzada a desandar con
los rudimentos aquí enunciados, pero teniendo en cuenta que la adquisición de
conocimiento y la práctica del análisis son una cuesta infinita a recorrer diariamente.
Recuerde que este manual trabaja sobre el drama, común denominador
de los lenguajes dramáticos. Cada uno posee posibilidades, impedimentos,
necesidades y herramientas propias. Las formas específicas de cada uno de los
lenguajes no pueden por sí solas corregir lo que falle en el drama, porque
cuando la herramienta se constituye en un fin, ponemos el carro delante del
caballo. Todos los instrumentos de forma, propios de cada lenguaje, nos pueden
ayudar a resolver los problemas, siempre y cuando sean detectados y reparados
en la cuestión de fondo.
150 A L E J A N D RO RO B I N O
> notas y bibliografía de referencia
152 A L E J A N D RO RO B I N O
notas y bibliografía de referencia
50 Conde Carlo Gozzi (1720-1806). Escritor y dramaturgo italiano de gran inserción en la ópera
(autor de Turandot), poeta y narrador, realizó la primera clasificación de argumentos de la que se
tiene conocimiento, que alcanzaba un número de 36.
51 Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832). Poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán.
Pilar del romanticismo, su obra Fausto, clásico de la literatura universal, ha sido replicada en
diversas versiones costumbristas en todo el planeta.
52 Johann Christoph Friedrich Schiller (1759-1805). Poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán.
53 Polti, Georges, Les trente-six situations dramatiques, Mercure de France, París, 1895.
54 Polti, Georges, L'art d'inventer les personnages, Figuiere et Cie, París, 1912.
55 Tobias, Ronald, 20 Master Plots, Writer’s Digest Books, Georgetown, 2011.
56 Le Corbousier, Cuando las catedrales eran blancas, Poseidón, Buenos Aires, 1963.
57 Beckett, Samuel, Esperando a Godot, Último Recurso, Rosario, 2006.
58 Ibsen, Henrik, Hedda Gabler, Editores Mexicanos Unidos, México, 1989.
59 Henry Graham Greene (1904-1991), dramaturgo, novelista y crítico británico.
60 2001, odisea del espacio, de Arthur Clarke y Stanley Kubrik. Película estadounidense de 1968.
Su trama utiliza la disposición circular del tiempo.
61 Pulp Fiction, de Quentin Tarantino y Roger Avary. Película estadounidense de 1994. Su trama
fracciona el argumento en forma micro episódica, alterando el relato temporal lineal, obligando al
espectador a su reconstrucción.
62 Antes de la lluvia, de Milcho Manchevski. Película anglo-franco-macedónica de 1994. Su trama,
fragmentada en tres aparentes actos de la tragedia clásica, es una estrategia episódica de
disposición circular del tiempo.
63 Castillo, Abelardo, El oficio de mentir, Emecé, Buenos Aires, 1998.
64 Goldman, William, Aventuras de un guionista en Hollywood y Nuevas aventuras de un guionista
en Hollywood, Plot ediciones, Madrid, 1995.
65 Dr. House, de David Shore. Serie estadounidense, emitida entre 2004 y 2012. Comedia
dramática de temática médica, cuya trama, de manera encubierta, sigue las reglas del género
policial clásico.
66 Piglia, Ricardo, “Tesis sobre el cuento”, en Crítica y Ficción, Siglo XX, Universidad nacional del
Litoral, Argentina, 1990.
67 Eco, Umberto, Obra cerrada, obra abierta, Editorial Planeta-Agostini, México, 1990.
68 Ródari, Gianni, Gramática de la fantasía. Introducción al arte de inventar historias, Argos Vergara,
España, 1983.
69 1789, de Ariane Mnoushkine. Es la primera parte de un díptico sobre la Revolución Francesa,
creado junto al grupo Théâtre du Soleil. Se estrenó en la Cartoucherie de Vincennes, el 26 de
diciembre de 1970. Fue seguido dos años más tarde (mayo, 1972) por otra creación colectiva: 1793.
70 Nietzsche, Friedriech, Más allá del bien y el mal, Porrúa, México, 1998.
71 Field, Syd, Cómo mejorar un guion, Paidós, España, 2004.
72 Hill, Rust, Writing in General and the Short Story in Particular, First Mariner Book Edition,
Estados Unidos, 2000.
73 García Lorca, Federico (1898-1936). Poeta y dramaturgo español. Bibliografía completa en:
http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/biografias/tokio_federico_garcia
_lorca.htm
74 Leeson, Michael, The war of the Roses (basado en la novela homónima de Warren Adler).
Película estadounidense de 1989. Su trama posee un exacto equilibrio entre las fuerzas
protagónica y antagónica.
75 Aristóteles, Poética, Editorial Leviatán, Buenos Aires, 1985.
76 Saramago, José, El evangelio según Jesucristo de José Saramago, Alfaguara, Buenos Aires, 1991.
77 Lorenzo’s Oil, de Doug Michell y George Miller. Película estadounidense de 1992.
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notas y bibliografía de referencia
105 Miller, Arthur, Muerte de un viajante, Cátedra, España, 2010.
106 Bachelard, Gastón, Poética del espacio, Fondo de Cultura Económica, México, 1965.
107 Hugo, Victor, Les Miserables, Porrúa, México, 2006.
108 Chejov, Antón, La gaviota, Punto de encuentro, Buenos Aires, 2008.
109 Jung, Carl, Los arquetipos y lo inconsciente colectivo, Trotta, España, 2003.
110 Vogler, Christopher, El viaje del escritor, Robinbook, Barcelona, 2002.
111 El profesional (Léon) o El perfecto asesino, de Luc Besson. Película de coproducción Franco-
Estadounidense de 1994.
112 Star Wars, de George Lucas. Película estadounidense de 1977, cuyo libro cinematográfico tiene
fuerte apoyatura mítica, basada en el trabajo de Joseph Campbell, El poder del mito.
113 Mauricio Kartun, extractado del audiovisual didáctico La odisea, para el plan Conectar.
www.conectarigualdad.gob.ar
114 Ibsen, Henrik, Peer Gynt, Ediciones Colihue, Buenos Aires, 2006.
115 Campbell, Joseph, El poder del Mito, Emecé, Buenos Aires, 1996.
116 The Truman Show, de Andrew Niccol. Película estadounidense de 1998.
117 Sleeper, de Woody Allen. Película estadounidense de 1973.
118 Encino man (en Latinoamérica, El hombre de california) de Shawn Schepps y George Zaloom.
Película estadounidense de 1992.
119 Demolition man, de Robert Reneau, Daniel Waters y Peter Lenkov. Película estadounidense de 1993.
120 The Untouchables, de David Mamet y Marvin Albert, Ediciones B, España, 1997.
121 Homero (c. S. VIII a.C.). Poeta griego de la edad antigua, autor de La Ilíada, La Odisea y
Batracomiomaquia.
122 Dante Alighieri (1265-1321). Poeta italiano renacentista, autor de La Divina comedia.
123 The Godfather, de Mario Puzzo y Francis Ford Coppola. Película estadounidense de 1972, que
da inicio a una trilogía.
124 Kojak, de Abby Mann. Serie estadounidense (cuyo personaje protagónico, que da nombre a la
obra, surge de un telefilm del propio autor titulado: Kojak and the Marcus-Nelson murders), emitida
entre 1973 y 1978.
125 Calles de San Francisco, de Sherry Coben. Serie estadounidense emitida entre 1972 y 1977.
126 “Buenos Aires”, poema de Jorge Luis Borges.
127 For the Love of the Game, de Dana Stevens. Película estadounidense de 1999.
128 Chariots of fire, de Colin Welland. Película inglesa de 1981.
129 Any Given Sunday, de John Logan y Oliver Stone. Película estadounidense de 1999.
130 Mi mejor enemigo, de Julio Rojas, Paula del Fierro y Alex Bowen. Película chilena-argentina-
española de 2005.
131 Gladiator, de David Franzoni, John Logan y William Nicholson. Película estadounidense de 2000.
132 Braveheart, de Randall Wallace. Película estadounidense-irlandesa de 1995.
133 Mohamed Ali hizo estas declaraciones a la prensa con posterioridad a su triunfo ante George
Foreman, el 30 de octubre de 1974, en Kinshasa, Zaire. Contra el 98 por ciento de los pronósticos,
según datan los periódicos de la época, Ali recupera el título mundial de los pesos pesados.
134 El concepto de “Edad de Oro” proviene de la mitología griega, recogido por el poeta Hesíodo.
Se refiere a la primera etapa, en la que la Humanidad vivió inmortal y pura en un estado ideal o utopía.
135 “Paraíso” proviene de la palabra griega paradeisos (“huerto”). En el huerto de Dios, el hombre
y la mujer vivían en estado de pureza e inmortalidad.
136 De Unamuno, Miguel, El sentimiento trágico de la vida, Orbis, España, 1985.
137 “Dios es el océano de ser todas las cosas son sus olas transitorias”, afirmación de Baruch de
Spinoza, en Salazar, Allende, Spinoza: Filosofía, pasiones y política, Editorial Alianza, Madrid, 1988.
138 De Quevedo, Francisco, “Himno a las estrellas” en Poesía Completa, Planeta, España, 1995.
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> índice
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f. El propósito y la motivación .................................................................... pág. 56
Retrospectiva segunda ................................................................................. pág. 57
158
> ediciones inteatro