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Los Pazos de Ulloa

Literatura Española de los Ss. XVIII y XIX (Universidad de Alcalá)

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I. Introducción al contexto histórico-artístico y a la vida y obra del autor.


1.1. Marco Histórico-Político.
Durante el siglo XIX, España vivió uno de los periodos más convulsos de su historia. Se
abrió la centuria con la guerra de la Independencia contra Francia y se cerró con la
Guerra Hispano-estadounidense y el Desastre del 98, que significaron la pérdida de
Cuba en América y de Filipinas en Asia. La dinastía borbónica, tras los reinados de
Fernando VII (1814-1833) y de Isabel II (1833-1868), fue derrocada por la revolución
de este último año, “La Gloriosa”. Sucedieron la regencia de Serrano (1869-1870) y el
breve reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873). Se abrió después la corta etapa de la
Primera República (1873-1874), a la que siguieron la jefatura de Estado de Serrano
(1874) y la Restauración de la dinastía borbónica en manos de Alfonso XII (1875-
1885), hijo de Isabel II, tras el pronunciamiento de Martínez Campos. Muerto el rey, su
segunda esposa, María Cristina asumió la Regencia hasta 1902, año en que comenzó a
reinar su hijo Alfonso XIII.

1.2. Contexto Artístico. Principales tendencias Literarias: Realismo y Naturalismo.

 El Realismo.
El Realismo supone en la literatura la totalidad significativa de la realidad, entendiendo
la totalización como una gran materialización artística y significativa, una nueva visión
del mundo. El Realismo recoge y recrea en sus obras las relaciones explicativas de la
sociedad. Esta totalización es coherente, ya que es artística y unitaria.
En la novela realista se preside de los juicios de valor, carece de un fin moralizante o
ejemplarizante (propio de los novelistas prerrealistas), esto acerca al autor a la
objetividad, haciendo que la novela gane en peso y realidad.
En la novela realista abundan las descripciones ricas, amplias y profundas. En las
novelas realistas desaparecen los personajes paradigmáticos del prerrealismo, los
personajes son descritos de manera minuciosa y se les permite actuar de manera más
libre, dando siempre explicaciones del porqué de sus respectivas conductas. Estos
personajes son tratados en todos los estilos (directo e indirecto) y analizados
psicológicamente. Todo esto hace que el universo novelesco quede altamente
enriquecido. Los autores se centran en la realidad más próxima, más conocida,
normalmente en personajes y ambientes burgueses; como consecuencia se describe la

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sociedad contemporánea del autor. El estilo suele ser natural y la lengua adaptada a la
situación y la condición de vida de los personajes: culta, popular e incluso vulgar.
 Naturalismo.
El Naturalismo es realismo llevado al extremo, reproduce la realidad con una
objetividad perfecta y documental en todos sus aspectos, tanto en los más sublimes
como los más vulgares. Su máximo representante, teorizador e impulsor fue el
periodista Émile Zola que expuso esta teoría en el prólogo a su novela “Thérèse
Raquin” y sobre todo en “Le roman expérimental” (1880). Desde Francia, el
Naturalismo se extendió a toda Europa en el curso de los veinte años siguientes
adaptándose a las distintas literaturas nacionales. El naturalista presenta al ser humano
sin albedrío, determinado por la herencia genética y el medio en que vive. En la mayoría
de los escritos lo que se intenta es reflejar que la condición humana está mediatizada por
tres factores: La herencia genética, las taras sociales (alcoholismo, prostitución,
pobreza, violencia, etc.) y el entorno social y material en que se desarrolla e inserta el
individuo.
Se considera que el Naturalismo es una evolución del Realismo. De hecho, la mayoría
de los autores realistas evolucionó hacia esta corriente materialista, si bien otros
orientaron su descripción de la realidad hacia el interior del personaje llegando a la
novela psicológica. El Naturalismo, al igual que el Realismo, refuta el Romanticismo
rechazando la evasión y volviendo la mirada a la realidad más cercana, material y
cotidiana, pero, lejos de conformarse con la descripción de la mesocracia burguesa y su
mentalidad individualista y materialista, extiende su mirada a las clases más
desfavorecidas de la sociedad y pretende explicar los males de la sociedad de forma
determinista. El Naturalismo tenía como objetivo explicar los comportamientos del ser
humano. El novelista del Naturalismo pretende interpretar la vida mediante la
descripción del entorno social y descubrir las leyes que rigen la conducta humana. El
Naturalismo surge en París; Zola fue el iniciador del movimiento Naturalista, al decidir
romper con el Romanticismo, crea este movimiento literario; siendo considerado el
maestro de este movimiento junto con Gustave Flaubert. En sus obras más importantes
describirían de manera cruda y realista el contexto social de París, el lugar de inicio del
movimiento.
En España participaron de este movimiento hombres comprometidos con posturas
cercanas al Krausismo o la izquierda como Galdós (“La desheredada”), Clarín y
Vicente Blasco Ibáñez. Desde la óptica conservadora puede también hablarse de un

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Naturalismo cristiano no rigurosamente pesimista ni determinista en el que militaron


autores como Pardo Bazán, Luis Coloma, José María de Pereda (que se acercó al
Naturalismo en su novela “La Puchera”), Juan Armada y Losada, José de Siles,
Francisco Tusquets, Ángel Salcedo y Ruiz y Alfonso Pérez Gómez Nieva. Otro tercer
grupo estaría integrado por los hombres de la revista Gente Nueva, luego ampliado en
otra revista, Germinal, de ideología más extremista y que estaría integrado por los
escritores del llamado Naturalismo radical: Eduardo López Bago, José Zahonero,
Remigio Vega Armentero, Enrique Sánchez Seña, Joaquín de Arévalo, José María
Matheu Aybar, Manuel Martínez Barrionuevo, Eugenio Antonio Flores, Silverio Lanza,
Emilio Bobadilla, Alejandro Sawa, Silverio Lanza, Joaquín Dicenta, José Ortega
Munilla, Jacinto Octavio Picón, Ernesto Bark, Ricardo Macías Picavea y algunos otros
más. Epígonos del naturalismo son en cierta medida Felipe Trigo y Augusto Martínez
Olmedilla.

 Costumbrismo.
Como género literario específico, el Costumbrismo alcanza vida plena en la literatura
española del s. XIX, pero sus antecedentes tradicionales podrían buscarse en ciertos
autores del s. XVII (Santos, Zabaleta, etc.) y del s. XVIII (Torres Villarroel, Clavijo,
Cadalso, Mercadal) o en aquellos autores dramáticos de este tiempo que, como Ramón
de la Cruz o González del Castillo (17631800), reflejan en sus obras el color típico de
ciudades o regiones determinadas.
El Costumbrismo propio procede, directamente, del movimiento romántico
(Romanticismo), en lo que éste tuvo de exaltación de lo típico. Es, además, un género
moderno, tanto por el interés de autores y público como por los vehículos de expresión
utilizados, pues la mayor parte de los costumbristas se manifestaron por medio de los
periódicos y se dirigieron a todo el público.
Las grandes remociones sociales reclaman la atención del costumbrista que puede
llegar, observándolas, a consideraciones más hondas que la mera descripción y en ese
caso su arte puede lindar con el ensayo de tipo inglés moderno o bien puede quedarse en
un género más. La estructura del «cuadro de costumbres» es, como dice Correa
Calderón, «de una extraordinaria elasticidad y variedad», debido a su profusión y no
puede cómodamente circunscribirse. Muchos de estos cuadros y escenas podrían hoy
considerarse reportajes e incluso encuestas de tipo folclorístico, pero en todas ellas hay

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intencionalidad, afán de sorprender, de captar algo que se tiene conciencia de que es


cambiable y efímero, todo ello dentro del vasto panorama del siglo pasado.
No obstante su adscripción a esta época, la revisión cada vez más concienzuda de la
literatura decimonónica ha puesto de relieve la importancia del género, destacando en él
dos aportaciones fundamentales. La primera documental e histórica: los costumbristas
presentan fragmentos de vida urbana o rural española del s. XIX, sobre todo en su
contextura social, tan cambiante en esta centuria. La segunda, artística y de enorme
valor. Porque, desde dentro del Costumbrismo se asiste al nacimiento de otro género de
más amplitud, la novela moderna, cuyo vestíbulo, como ha señalado la crítica, es el
realismo que los costumbristas aportan.
1.3. Vida y obra de Emilia Pardo Bazán.
Emilia Pardo Bazán nace en 1851 en La Coruña, en el seno de una familia aristocrática
y económicamente acomodada. En su infancia destacó por ser una niña lista y muy
aficionada a la lectura. Como lecturas predilectas de esa época destacan “El Quijote”,
del que llega a aprenderse capítulos enteros, y la Biblia, que le entusiasma. Pronto es
mandada a estudiar a París, a un colegio del que no tiene muy buenos recuerdos, pero
del que sale hablando francés. En su adolescencia lee a Víctor Hugo 1865, que le
descubre un mundo novelesco diferente al de Cervantes y Fermín Caballero, únicos a
los que hasta entonces había tenido acceso: “influyó en el concepto que por muchos
años tuve de la novela, creyéndola fuera del dominio de mis aspiraciones, por requerir
inventiva maravillosa” (v. Marina Mayoral, ed. Los Pazos de Ulloa, pág. 8). En 1868 se
casa con José Quiroga Pérez Pinal, el cual pertenece también a una familia acomodada.
Éste influye a la joven Emilia ideas carlistas, ideas que ya habían circulado alrededor de
su propia familia. En 1869, su padre, don José Pardo Bazán, es elegido diputado a
Cortes y la familia se desplaza a Madrid, aunque seguirán pasando los veranos en
Galicia. En 1871, debido al ambiente políticamente tenso provocado por la Revolución
(La Gloriosa), toda la familia se marcha a Francia. Durante este periodo, Emilia estudia
inglés y viaja por Italia, donde lee a los románticos italianos: “saboreó a las orillas del
Po y en el canal de Venecia poesías de Alfieri y Ugo Foscolo, prosa de Manzoni y Silvio
Pellico” (v. María de los Ángeles Ayala, de. Los Pazos de Ulloa, pag. 14). Tras este paso
por el extranjero, despierta en la Pardo Bazán una inquietud por llenar todos los vacíos
culturales que cree albergar. Entra en contacto con el krausismo, lee mucha filosofía,
sobre todo a Kant. Aprende alemán y lee a Goethe, Schiller, Burger y Heine. Se somete
a una intensa y férrea disciplina de trabajo: “viendo lo mal fundado de mi instrucción,

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mi erudición a la violeta y el desorden de mis lecturas, me impuse el trabajo de


enlazarlas y escalonarlas, llenando los huecos de mis desconocimientos... (V. Marina
Mayoral, ed. Los Pazos de Ulloa, pág. 9) En 1876 nace su hijo Jaime, al que le dedicará
más tarde un libro homónimo de poesía lírica. Lee a Zola y se interesa por los novelistas
españoles contemporáneos. Ésto le anima a escribir y publicar su primera novela:
“Pascual López” (1879). Aprovechando una estancia en Vichy lee a Balzac, Flaubert,
Goncourt, Daudet, etc. Empieza a escribir “Un viaje de novios” (1880). En la década de
1880 se dan los años de mayor producción literaria: “San Francisco de Asís”, “La
Tribuna”, “La Cuestión palpitante” (la cual provoca un escándalo literario y social),
“El cisne de Villamorta”, “Los pazos de Ulloa”, “La Madre Naturaleza”, “Insolación”,
“Morriña”, “Al pie de la Torre Eiffel”, “Por Francia y Alemania” y “Una Cristiana”.
Durante estos años, además, conoce a personajes importantes del mundo de la cultura
como Zola o Pérez Galdós, con el que mantendrá una relación sentimental. En el
decenio de 1890 comienza su inmersión en el género de la cuentística: “Cuentos de
Marineda” (1892), “Cuentos nuevos” (1893), “Cuentos de Amor” (1898) y “Cuentos
de la Patria” (1898). En 1911 publica “Dulce Sueño”, su última novela. En este mismo
año publica su último cuento “El árbol rosa”. Muere el 2 de mayo de 1921, en Madrid,
de una gripe complicada de diabetes.
II. Análisis de la estructura y significado de la obra estudiada.
2.1. Estructura de la obra.
Son muchos los elementos que configuran y dan vida a la obra de “Los Pazos de
Ulloa”, como por ejemplo el perspectivismo o el choque de visiones opuestas que
producen enfrentamientos y rivalidades entre los distintos personajes.
En la primera estructura el narrador enfoca a Julián desde el inicio de la novela hasta
el final del capítulo VII, es decir para el narrador el sacerdote es el centro de atención
desde el primer momento. Este personaje tan importante, hace que empiece la acción al
final del capítulo II. Éste valora, observa y juzga todo lo que se pone delante de él, ya
que el embrutecimiento de quienes moran en el pazo es evidente. Las tertulias
celebradas en el solar, nos introducen en un mundo fantasmal, plagado de creencias y
supersticiones, que configuran la forma de concebir la vida de algunos personajes.
Es evidente que el mundo de la tertulia desempeña un papel relevante entre los
escritores de la segunda mitad del siglo XIX. Por ejemplo en el capítulo XIX los
esperpénticos personajes que allí conversan con actitudes y creencias supersticiosas

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provocan el miedo y la alteración en el sacerdote. Estos tipos de creencias y


supersticiones configuran la peculiar idiosincrasia del mundo rural gallego.
En esta primera estructura se puede percibir la suciedad y la ruina del pazo y el caótico
archivo que corrobora la decadencia del noble solar. También se perciben los tres
apartados que para Pardo Bazán constituyen el núcleo central de la novela: la montaña
gallega, el caciquismo y la decadencia de un noble solar. El ocaso familiar se expresa
perfectamente mediante la lucha que el sacerdote mantiene con los documentos en
general.
Otro tema es el que mezcla el mundo de ficción con el escenario costumbrista, donde
fusiona el ambiente festivo y la singular personalidad de quienes concurren la
celebración. De esta forma el lector se sumerge en una tradición estructurada y
ambientada sin perder de vista el acontecer novelesco.
La brutal escena entre Don Pedro y Sabel, y la debida intervención de don Julián,
pondrán punto y final a esta primera estructura.
La segunda estructura está configurada por un total de seis capítulos, desde el VII
hasta el XIII, inclusive. El primero de ellos puede considerarse como capítulo puente.
Los preparativos del viaje, la intransigencia y brutalidad de los personajes enraizados en
el espacio rural, actúan como línea fronteriza entre dicho espacio y el urbano. El
espacio urbano se engarza mediante el análisis de la casa del señor de la Lage, el casino,
los paseos, las calles y los monumentos. El casino ocupa un lugar privilegiado en la
narrativa de la segunda mitad del siglo XIX. El casino actúa como ente receptor y
difusor al mismo tiempo, informando a los interlocutores de aspectos concretos y
precisos.
A partir de esta segunda estructura el foco de atención se traslada a Don Pedro, que
produce una gran transformación en su carácter, la casa del señor de la Lage ocupa en
ese momento el protagonismo de la novela, analizándose el comportamiento de quienes
la habitan desde la peculiar visión de don Pedro y del narrador.
A través de la perspectiva del marqués y del narrador se desvelan los inconvenientes de
la vida en sociedad. La nivelación social de la ciudad santiaguesa es incompatible con el
rudo carácter del marqués. La envidia, la curiosidad maliciosa y la sutil ironía serán
coordenadas habitualmente manejadas por la autora y que empequeñecerán la figura del
marqués. Acontecimientos que provocan no sólo la marcha de don Pedro y Nucha al
pazo, sino también la transformación gradual del ánimo de don Pedro, identificado
plenamente con la naturaleza y orgulloso de ser quien es. La llegada a los pazos de éstos

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replantea la interacción de quienes habitan en él. La perspectiva del futuro hijo y el


estudio detenido de la propia Nucha configuran y dan paso a la siguiente estructura.
La llegada del heredero de los moscosos es el eje esencial de la tercera estructura
protagonizada por Nucha. Ella es ahora el foco de atención, siendo a menudo el
personaje de las conversaciones que en el pazo se suceden. Ésta será protagonista desde
el capítulo XIV hasta el XVIII.
Una vez finalizada dicha estructura el eje central de la siguiente estaría configurado por
el sacerdote y Nucha. El primer capítulo se centra en su embarazo y en la convicción
por parte de don Pedro de que el nuevo vástago será un niño. El detonante de estas
páginas será la no sucesión masculina de los moscosos, de ahí el desprecio y la rabia por
parte del marqués al conocer el alumbramiento.
La relación adulterina entre don Pedro y Sabel, percibida y comunicada al lector con
precisión gracias al encuentro fortuito de Julián con la criada, cierra esta estructura que
actúa como una especie de puente en el desarrollo final de los hechos.
La cuarta estructura está configurada por el paréntesis que abarca desde el capítulo
XIX hasta el XXVIII. El foco de atención lo constituye la propia Nucha y el sacerdote
don Julián. En el capítulo XVIII Julián se enfrenta con el recuerdo soñado que le
impulsaba a instituir en el solar un matrimonio cristiano idéntico al de la Sagrada
familia. Pero aquí la unidad de familia aparece truncada. El capítulo XIX es el que
mayor número de situaciones o imágenes premonitorias reúne: echar las cartas, el sueño
o mediante la aparición de figuras o estampas reales que la propia imaginación ha
desvirtuado convirtiéndolas en figuras fantásticas.
Una atmósfera de irrealidad o de fantasía impregna la propia visión y escenario de la
novela. Amores secretos, riñas entre esposos y viudez serán aspectos que constituyan el
soporte de la acción novelesca.
El ambiente tétrico que envuelve la acción del capítulo XX nos remite a las novelas
góticas o de terror.
El simbolismo también juega un papel relevante en las presentes páginas, Emilia Pardo
Bazán alude al can Cerbero, cuyo simbolismo es evidente y premonitorio de desgracias,
como guardián del infierno que es. El sótano se convierte así en un mundo de horrores
custodiado por la imagen del mal. El hecho heroico de Nucha se identifica con su
empeño de desvelar los secretos del sótano y encontrar el arcón. De esta forma vence
sus turbaciones y se convierte de ser débil en fuerte. Afán decisorio que ésta pondrá en
práctica con Julián al considerar necesario el regreso a Santiago con su hija.

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Los capítulos XIX y XXII suponen una ruptura con la peripecia argumental, con la
escena de los cazadores en el solar y por la posterior cacería en la que participa el
sacerdote, hecho que provocará la sonrisa del lector. Un aire festivo, distendido y
colorista, propio de la escena costumbrista se mueve en la tertulia de los cazadores.
En todo este complejo laberinto de sucesos que configura y da vida a la cuarta
estructura se precipitan los hechos en el último capítulo (XXVIII). El foco en este
último capítulo se desplazará a favor de Perucho. El autor se sirve de él para provocar
una serie de situaciones conducentes a la muerte de primitivo, éste provoca con su
actitud el final trágico.
En el final de la cuarta estructura, se ve como Perucho toma venganza de un salario no
pagado por el sacerdote y confiesa a Primitivo que el sacerdote y Nucha se han quedado
solos en la capilla tras la celebración de la misa. El resto se desarrolla en la mente
retorcida y mal pensante de Primitivo. En la búsqueda infructuosa de primitivo se
produce su asesinato. El episodio del cobro de la deuda reafirma a Perucho,
convirtiéndole en un ser con honor, inteligente e incapaz de robar dinero, pero sí de
cobrar lo que se le debe. Este capítulo final constituye el clímax de la novela,
concentrándose en él toda la tensión emotiva y trascendental.
Los dos últimos capítulos constituyen la quinta y última estructura. El foco de
atención es el sacerdote. Julián es acusado y expulsado de los pazos. Nucha es
igualmente censurada, condenada por un marido que ha creído en la infamia. De nada
sirven las explicaciones del sacerdote. El destino ha sido injusto y cruel con los
virtuosos.
Con la marcha de Julián a Santiago se pone punto y final a esta sucesión de hechos.
El hijo ilegítimo, aparecerá al cabo de diez años con la hechura de aldeano acomodado;
Nucha por el contrario, es descrita con vestimenta pobre.
2.2. Significado de la obra.
Al calor de la Revolución del 68 se exacerba el liberalismo y con la restauración se
manifiesta un vivo afán de espiritualidad. Surge la novela de tesis, religiosa y social,
con tendencia al análisis Psicológico. De igual forma la gran novela de la segunda mitad
del siglo XIX manifiesta una gran predilección por el tipo sacerdotal o religioso.
Don Julián, el sacerdote, pertenece a una peculiar categoría de enamorados sutiles,
afeminados, de carácter débil y con un peculiar concepto de la vida y la entrega. El
sacerdote enamorado constituye por sí solo una especie de metagénero novelesco no
sólo en la literatura española, sino especialmente en la europea del siglo XIX, al igual

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que otros temas como el adulterio, las crisis religiosas, la sociedad del “quiero y no
puedo”. En “Los Pazos de Ulloa” la idealización de Nucha se desarrolla a través del
sacerdote, ya que para éste Nucha representa el ideal de la bíblica esposa, y la pensaba
para un estado más meritorio y espiritual como el convento. Identifica a su adorada
Nucha con la virgen.
En esta obra también hay un gran trasfondo político, donde la acción política se
traslada a un pueblo situado en el interior de Galicia. Es notorio, pues, la presencia de la
figura del cacique en la narrativa de la segunda mitad del siglo XIX, hasta el punto que
puede configurar por sí sola una especie de metagénero. Éste se ve como un ser que se
entrega al manejo sucio de la política a fin de medrar y conseguir el poder a costa de lo
que sea, consiguiendo así que se le dé la mayoría de las veces connotaciones negativas.
Es evidente, pues, la débil plataforma moral de un régimen basado en el falseamiento
sistemático de la constitución. Los personajes se mueven dentro de un aparente orden
político y social para el que el triunfo, resultado de la racionalización de nuestra
conducta y del mundo, tenga sentido. Es evidente que triunfar significa estar en
posesión del poder económico, social y político; de ahí que la contienda electoral deba
sustentarse a través de un modelo de poder que emana del concepto que del mismo se
tiene en la época. Ser cacique, por lo tanto, significa pragmatismo, es decir, sabiduría
práctica para sacar provecho del mundo. En el final de la obra don Pedro Moscoso es
traicionado por Primitivo, de modo que las acaba perdiendo. La ley del cacique es tan
brutal en la obra, que la traición se paga con la muerte.
Emilia Pardo Bazán critica no sólo el fraude electoral practicado de forma sistemática,
sino también la figura de Posada Herrera o lo que éste representaba en materia electora
y el inmenso daño que hizo a la sociedad española.
El entramado social, los preparativos electorales, los candidatos designados y la
captación de votantes configuran y dan vida a hechos reales, conocidos por la propia
autora y los lectores de la época.
Respecto al tema del amor en “Los Pazos de Ulloa”, como señala Josefa Valcárcel, hay
en la novela todo un muestrario de casos amorosos. Hay dos figuras que destacan
porque han acaparado la atención del lector: don Julián y Nucha. Pero están también las
parejas siguientes:
Don Pedro-Sabel: es la primera pareja que aparece ante el lector de la novela. Es una
relación basada en el abuso de poder del hombre sobre la mujer, ya que don Pedro la
utiliza, como amante y como criada. Es una relación marcada por la diferencia de clase

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social. Sabel no quiere a don Pedro y aprovechará cualquier situación para engañarle.
Defraudado don Pedro en sus deseos de ser padre de varón, éste vuelve a utilizar a Sabel
como amante.
Carmen y el estudiante de Medicina: Carmen es la hija menor de don Manuel de la
Lage. Es una pareja teórica porque en realidad nunca llegan a estar juntos. Carmen
responde al prototipo de la belleza romántica: ojos negros de cárdenas orejas, alta,
esbelta, y siempre triste y suspirosa por sus amores contrariados. El pretendiente
aparece caracterizado por la melena y la vestimenta pasada de moda. Su amor no ha
nacido del trato, sino del intercambio de miradas ardientes y cartas escritas y leídas a
escondidas. La función de esta pareja ha sido la de servir de contrapunto a la conducta
de Nucha.
Don Pedro- Rita: son una pareja frustrada, pero hubo un tiempo en que todos los
consideraron novios. El escándalo estalla cuando don Pedro pide la mano de Nucha y no
la de Rita. La razón es porque don Pedro quiere casarse con una mujer intachable, y en
la que pudiese confiar.
Don Pedro- Nucha: don Pedro eligió mal, escogió a la mujer que le gustaba a su
capellán, no a él, y la menos capaz para afrontarla vida en los pazos según él. Pero
según el capellán era la perfecta mujer cristiana.
Don Julián-Nucha. Sólo el amor de don Julián representa la forma más desencarnada,
espiritual y generosa del amor humano, el sacerdote sólo desea el bien y la felicidad de
Nucha, y su impotencia para evitarle el sufrimiento y la muerte es , en un sentido
amplio, símbolo de la impotencia del amor humano ante los males de la existencia.
(v.ed. de Estudios sobre “Los Pazos de Ulloa”, págs... 37-46).
 El Naturalismo en “Los Pazos de Ulloa”.
En primer lugar, hay que destacar que el Naturalismo de la Pardo Bazán tiene que ver
muy poco o nada con el Naturalismo de Zola. Doña Emilia es una católica española que
cree en el libre albedrío y en la posibilidad de la salvación. Todo esto choca totalmente
con el fatalismo y determinismo en el que se basa el naturalismo que triunfa en Francia.
Debido a esta contradicción, podemos decir que la Pardo Bazán va a avivar la creación
de un naturalismo católico o naturalismo a la española.
La Pardo Bazán será naturalista en el método, pero no en las creencias. Fusionará el
Realismo nacional fuertemente arraigado en la literatura tradicional española con los
elementos sociales de la novela francesa. Acepta la figura del protagonista colectivo y
utiliza una mayor amplitud y profundidad en el lenguaje. Con esta conciliación entre sus

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creencias católicas y los elementos del Naturalismo busca ampliar los horizontes
humanos dentro de sus novelas.
En “Los Pazos de Ulloa” Emilia Pardo Bazán describe un mundo gallego en
decadencia, decadencia protagonizada por una clase social de la que es símbolo el señor
de Lage. Los personajes que habitan en los Pazos son ariscos y montaraces. En toda la
obra existe una fuerza de lo natural y lo salvaje, un torbellino de instintos que estarán a
punto de acabar con la sensible y espiritual perspectiva que tiene del mundo el sacerdote
protagonista. Los personajes adustos y violentos que transitan por los Pazos representan
el proceso de animalización a que se ven sometidos al abandonarse a sus instintos. Éste
es un proceso de degradación, degradación que gusta de ser estudiada por lo autores
naturalistas. Pardo Bazán pone en el centro de esta vorágine de almas oscurecidas a
Nucha y Julián, dos personas delicadas y refinadas. Ellos son los buenos, los puros,
alejados por completo del materialismo, la corrupción y la avaricia. Estos seres nobles
aparentemente serán vencidos por los personajes groseros y vulgares. Pero en las
últimas páginas de “Los Pazos de Ulloa” vemos que no es así: en la figura de Julián, el
sacerdote calumniado y desterrado, vemos algo sublime, una grandeza palpable en su
rehabilitación final y en sus lágrimas. Algo nos dice que no han triunfado los seres que
podrían ser representativos del naturalismo. La redención de Julián quiere demostrar
que el ideal cristiano es invencible, resistiendo al instinto por medio de la espiritualidad.
Con esto se comprueba que Emilia Pardo Bazán es naturalista en el método y
espiritualista en la filosofía, en la creencia, en la inspiración.
Podemos encuadrar dentro de la perspectiva naturalista varias situaciones: las relaciones
físicas de Pedro Moscoso e Isabel; la visión de la cocina, con el gateo de Perucho entre
los perros; la violenta escena del señor golpeando a culatazos a sus amante, ciego de
furor y de celos; la situación límite del brutal Primitivo.
 El mundo rural en “Los Pazos de Ulloa”.
La estructuración socioeconómica del mundo rural gallego se proyecta sobre los cercos
novelísticos de Los Pazos de Ulloa. Dentro de una sociedad inmovilizada en el trabajo
de la tierra, la escritora coruñesa establece una bipolarización entre la nobleza rural y el
pueblo aldeano, entre la unidad de cultivo de los pazos y el minifundismo.
Doña Emilia proyecta el cerco real del pazo de Banga, propiedad de su marido, sobre el
mundo de “Los pazos de Ulloa”, en las tierras altas del ayuntamiento de Carballino
(Orense). El pazo muestra su aspecto de fortaleza, su imponente arquitectura de granito
labrado, con abiertas solanas y balaustradas, la amplia cocina, los salones, la capilla, las

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dependencias de los trabajos agrícolas. Su monumentalidad y amplitud contrastan con la


estrechez y la pobreza de las casas aldeanas.
Desde el punto de vista socioeconómico, estas mansiones rurales han entrado en una
época de decadencia. La ruina, el desmoronamiento físico están presentes en las
habitaciones deshabitadas, en los legajos y protocolos, en las estanterías y por el suelo
de la biblioteca, en el desvencijado tejado de la capilla, en los vestigios del antiguo
jardín de trazado geométrico. Pero este desmoronamiento trasciende, también, al status
económico, a la pérdida del antiguo prestigio, a la decadencia moral, al laxismo de los
señores. La Condesa se sirve de dos constataciones perspectivistas para resaltar la ruina
económica y moral del señorío aldeano. En “Los Pazos de Ulloa”, desde el enfoque del
capellán que viene de la ciudad de Santiago, explora el estancamiento económico, la
incuria, el abandono, la relajación moral de Pedro Moscoso, dominado por la atracción
de la caza y el amor sensual de su criada Sabel.
La novelista aporta, además, datos sobre las condiciones ecológicas, las formas de
asentamiento, las áreas de población dispersa, el inmovilismo, la precaria existencia de
buena parte de la población rural. El principal indicador de esta economía enquistada
son los tipos de vivienda elemental, las casas en las que se mezclan los hombres y los
animales, con sus estrecheces, sus pisos terreros, sus carencias de mobiliario.
 Galleguismos en Los Pazos.
Es frecuente que los escritores gallegos que escriben en castellano, recurran a la
utilización de palabras de la lengua original de Galicia. Por esta razón como señala
Carlos casares, la lectura de estos escritores, plantea algunos problemas para los lectores
que desconocen dicha lengua (v. ed. De Estudios sobre Los Pazos de Ulloa, pág. 129).
Centrados en la obra que nos ocupa, y haciendo referencia al léxico y a determinados
giros y expresiones empleadas por la escritora gallega, se observa que uno de los
problemas que se planteó a los escritores realistas gallegos, fue el reflejar fielmente el
habla de sus personajes. En la obra, se distinguen cuatro niveles distintos en los
galleguismos:
Los vulgarismos, siempre puesto en boca de los personajes populares, se encuentra al
comienzo de la obra, cuando el peón caminero muestra a Julián el camino de los pazos,
de los que dice que son una construcción grandísima; la autora trata así de mostrar la
tendencia del gallego a eliminar las consonantes del grupo culto –cc-. Dentro de este
nivel hay que llamar la atención también sobre un rasgo fonético muy característico de

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la lengua gallega, llamado por los lingüistas «gheada »; es la aspiración del fonema /g/
reflejado en la obra en palabras como amijo o ruegen.
En segundo lugar, palabras gallegas castellanizadas, (la mayoría explicadas en las
ediciones críticas de Marina Mayoral y Nelly Clémessy). Un ejemplo de estos vocablos
es, el de la forma pueda que y seque el primero procedente de una castellanización de
poida que, que significa «pueda que» o «a lo mejor» y el segundo de seique o seica,
expresión de duda que significa «parece que» o «por lo visto».
El tercer lugar está ocupado por las palabras gallegas puras, es decir, no traducidas, es
el más nutrido de los niveles todos ellos explicados en las ediciones, pero el que merece
mayor atención para Marina Mayoral es escotar que según apunta tan sólo en el
vocabulario gallego de Eligio Rivas aparece con el mismo significado con el que lo
emplea Pardo Bazán, «dar una dormidita».
Por último, giros, expresiones o formas verbales gallegas empleadas como si fuesen
castellanas. Mayoral llama la atención en primer lugar sobre la utilización de perífrasis
gallegas como tengo dicho o tendría matado, que expresan aspectos perfectivos;
también apunta la colocación de pronombres átonos según las reglas seguidas por el
gallego, como por se reír un poco o no debe de los haber.
Finalmente hace referencia a las frases gallegas traducidas al castellano, como hijos
nacidos por detrás de la iglesia para referirse a los hijos nacidos fuera del matrimonio.
Sería muy numeroso el glosario de términos gallegos que se podría hacer entorno a la
obra. Con todo esto Podemos observar un gran dominio estilístico en la autora, que
logra pasar de un estilo estándar-semiculto a un registro vulgar-coloquial de forma
realista. El lenguaje culto no deja de ser por ello comprensible; El uso de un lenguaje
coloquial e incluso regional colabora a la transmisión objetiva de realidad que se
persigue con el naturalismo de la novela.
 Hécnicas de focalización en la obra.
La manifestación narrativa de “Los pazos de Ulloa” depende de la interrelación de las
estructuras lingüísticas y las manipulaciones técnicas. Según Benito Varela Jacome,
Pardo Bazán adopta una estrategia singular para diseñar varios tipos esenciales de
focalización (v. ed. De Estudios sobre los Pazos de Ulloa). En primer lugar su voluntad
creadora, renuncia a su perspectiva globalizadora. La narración se efectúa en tercera
persona, pero la« instancia que se ve» es el agente central de la novela; y el espacio
geográfico, el área social, lo personajes, las tensiones humanas, se generan desde su

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óptica, desde la focalización intencional y las elucubraciones mentales. La escritora


gallega esta anticipándose con este desplazamiento del punto de vista al protagonista.
Las macro estructuras semánticas de la novela, con los elementos de base de la textura y
de la organización jerárquica de la composición, pierden cierta efectividad, pues están
manipuladas por un focalizador.
Estas técnicas se aplican, continuamente a la reproducción de escenarios, restringidos o
panorámicos, de las tierras carballinesas. Emilia Pardo Bazán tiene asimilados los
códigos descriptivos y representativos del realismo, adquiridos a través de la novela
francesa, inglesa y rusa, además de los realistas españoles. En los Pazos se
interrelacionan la competencia descriptiva y competencia narrativa.
Dentro del modus operandi de la descripción realista, en la novela, se impone la
construcción de un continuum, apoyado en la función reiterativa de ver. Pero la posición
descriptora de Doña Emilia se modela según la materia que quiere representar, sus
enunciados de plasmación se ajustan a las operaciones de tipo metalingüístico.
 La mujer en “Los Pazos de Ulloa”.
En la obra maestra de la novelista gallega aparecen varias mujeres de caracteres
distantes. Cada una de estas mujeres es producto de la sociedad que la cría y de las
tendencias naturales con las que ha venido al mundo. A continuación se describirá el
carácter y temperamento de cada una de las mujeres protagonistas de “Los Pazos de
Ulloa”:
Sabel: Representada como la pecadora, es la primera mujer que aparece en la obra, es
de carácter misterioso y enigmático. Su principal característica es que carece de los
valores propios de siglo decimonónico. Es bella y de buena constitución. Es una víctima
utilizada por dos hombres: el marqués y su propio padre. Es la criada de los pazos,
donde hace y deshace a su antojo, pero siempre vigilada de cerca por el verdadero
dueño de los pazos: Primitivo. Aunque es difícil de adivinar, es posible que en un
principio estuviese enamorada del marqués, lo que está claro es que en el tiempo en que
se desarrolla la novela, ella no muestra ningún cariño por su señor. Sabel es usada por su
padre para mantener el poder de los pazos en sus manos. A Primitivo le interesa esta
situación de concubinato entre el marqués y su hija. El marqués la desprecia y jamás se
casaría con ella debido a la diferencia de estatus social que existe entre ambos, pero la
trata como si fuese de su propiedad, maltratándola cuando lo cree necesario y no
quejándose por ello: “¿Cree usted que Sabel irá a quejarse a la justicia de los culatazos
de hoy?” (v. Federico Sainz de Robles, ed. Los Pazos de Ulloa, pág. 194).

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Sabel usa su belleza para los fines que su padre dispone. La vemos intentando seducir a
don Julián, en quien su padre ve una amenaza. Sabel, finalmente, será repudiada por el
marqués que cree conveniente casarse con una señorita de su condición.
Nucha: Es de origen noble, aunque de salud débil y poco atractiva. De fuertes
convicciones católicas defiende la castidad como virtud imprescindible en una joven
cristiana. La castidad de Nucha agrada al marqués, ya que ve poco probable que su
mujer llegue a fijarse en otros hombres.
Don Manuel, el padre de Nucha, es quien elige con quien ha de casarse su hija. La
candidatura del marqués le parece óptima, pues tiene sangre noble. Nucha antepone a
toda voluntad el deseo de su padre al que obedece sin pensarlo. Una joven cristiana no
se atrevería a desobedecer al padre, pues sería considerado rebelión contra Dios, de aquí
la ciega obediencia de Nucha.
Nucha es tratada por el marqués como un objeto, su única misión es traer un varón al
mundo. El de Ulloa nunca siente amor por ella, solo la trata con cuidado y dedicación
mientras está embarazada. Cuando Nucha da a luz a una niña, la joven caerá en
desgracia, el marqués nunca le perdonará ese “fallo”. A partir de este momento, el
marqués perderá el interés por Nucha y se entregará de nuevo a los amores de Sabel. El
marqués tiene una esposa a quien no quiere y una hija que nunca deseó.
Nucha, marginada y olvidada por su marido, centrará su amor en la niña. Este amor se
convertirá en obsesión y seguidamente en una verdadera enfermedad mental. Nucha
cree que le van a robar a la niña, que los habitantes de los pazos se unen para arrebatarle
a su pequeña. Julián intentará calmarla y en las frías noches de otoño le leerá trágicas
vidas de santos que fueron mártires. Esto empeora la situación, haciendo que el
desequilibrio mental sea cada vez más grande: “tengo la imaginación loca y suelta por
esos mundos de Dios” (v. Federico Sainz de Robles, ed. Los Pazos de Ulloa, pág. 233)
afirma la joven. La santiaguesa no es feliz en aquel ambiente, solo el amor y la
comprensión de un marido hubiesen hecho posible su felicidad, nada más lejos de la
realidad. Nucha toma la decisión de volver a la casa paterna: “Quiero marcharme.
Llevarme a mi niña. Volverme con mi padre. Para conseguirlo hay que guardar el
secreto. Si lo saben aquí, me encerrarán con llave. Me apartarán de la pequeña. Sé de
fijo que la matarán” (v. Federico Sainz de Robles, ed. Los Pazos de Ulloa, pág. 271).
Dada la profunda religiosidad de la esposa, la decisión de abandonar el hogar doméstico
causa una tremenda lucha en su mente. Al final la joven muere; la obligación de casarse
le cuesta la vida. Con las desventuras y muerte de Nucha, Pardo Bazán critica la

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“obligatoriedad” de casarse que tiene la mujer de la época, al matrimonio no debe llevar


la conveniencia. El matrimonio no debe ser el único camino para la mujer.
Rita: La hermana mayor de Nucha, Rita, es la que realmente atrae al marqués. Es la
antítesis de Nucha: de gran belleza física, coqueta y de fuerte constitución. El de Ulloa
desestima casarse con ella porque la encuentra demasiado coqueta, aspecto que podría
ser peligroso en el matrimonio. El marqués, tal vez por no estar seguro de su propia
masculinidad, tiene un miedo atroz a tener una esposa infiel, y así se lo confiesa a
Julián: “Para casarse, no es cosa de broma que la mujer las gaste con el primero que
llegue” (v. Federico Sainz de Robles, ed. Los Pazos de Ulloa, pág. 202). Tiene miedo de
no controlar a la exuberante Rita. Rita es considerada por todos una mujer de primer
orden que no encontrará marido en los pazos. La joven no se sale de las normas
morales, pero es su desenvoltura y su falta de timidez lo que asustan al marqués y a los
demás hombres. Rita quiere enamorar al marqués, pero comete el error de no mostrar
una virtuosidad cristiana extrema, como si hace su hermana. La muchacha no infringe la
castidad, pero no es recatada. Rita se enemista con su hermana cuando ve que es ella la
elegida. No es amor lo que surge en Rita; es ganas de casarse, de vivir con un hombre.
3.3. Argumento:
La acción tiene como protagonista a Julián, un joven párroco recién salido del
seminario, el cual posee un carácter muy sensible. Éste se traslada a la casa señorial de
los Pazos de Ulloa para hacer uso de sus funciones eclesiásticas y ayudar a recomponer
el archivo de contabilidad de la propiedad, además de ocuparse de la administración de
la casa. Cuando llega observa una serie de situaciones, que no serán de su agrado y que
intentará por todos los medios cambiar, como por ejemplo la higiene en Perucho, o
enseñarle a leer y a escribir.
Dicha propiedad es patrimonio de Don Pedro, el Marqués de Moscoso, propietario de
los Pazos, un hombre de pocos escrúpulos, corrupto y ambicioso. Bajo su techo viven
Primitivo, criado y padre de Sabel, una cocinera con la que el Marqués mantiene una
relación a escondidas de la que ha nacido Perucho, un niño salvaje que gusta de
acompañarse de animales. Julián intentará durante toda la novela seguir lo que él
considera un deber con su Dios, poniendo orden y paz cristiana en los Pazos, mas le
será imposible, a pesar de sus intentos fervientes de humanizar a Perucho, o lograr
desposar al Marqués con Nucha (prima del propio marqués, la cual desarrollará una
gran afinidad con el párroco).
Pero finalmente, tras chocar una y otra vez contra el caciquismo, la corrupción

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imperante en los Pazos, y teniendo como catarsis la siniestra muerte de Primitivo,


auténtico amo de los Pazos a la práctica, Julián será acusado por engañar a don Pedro y
se enclaustrará en una parroquia de montaña lejos de los Pazos.
Años más tarde recibirá la noticia de que Nucha ha muerto. Perucho se ve reflejado
años más tarde con vestimenta de acomodado, mientras la hija de Nucha, irá vestida
totalmente contraria a él.

III. Conclusiones:
I) En cuanto al contexto histórico y vida del auto se refiere, hay que destacar que a
Pardo Bazán le toca vivir posiblemente el siglo mas convulso de la historia moderna de
nuestro país, con revoluciones como “la Gloriosa”, los cambios dinásticos y las Guerras
Carlistas. Fue una lectora precoz que no se decidió a escribir hasta el final de su
juventud, ya que no se sentía capacitada para ello, viajó por toda la Europa occidental,
conoció a los principales autores de su época (como Zola o Pérez Galdós etc.…),
destacó por sus novelas naturalistas, aunque al final de su vida se sumergió en el mundo
de la cuentística.
Las principales tendencias literarias que se dan en el siglo XIX: el Costumbrismo, el
Realismo y el Naturalismo. El siglo comienza con el costumbrismo, presentes los
cuadros de costumbres, hacia mediados de siglo se produce la eclosión del realismo, en
el cual la descripción y el detalle tendrán una importancia capital. Más adelante el
naturalismo, beberá del realismo y llevara el detalle al extremo, centrándose en
ambientes rurales y dentro de estos, en los aspectos más sórdidos.
II) En cuanto a la estructura y al significado de la obra se podrían destacar los
siguientes aspectos: durante los primeros capítulos de la obra, el narrador centra su
atención en Julián, el joven párroco que llega a la comarca. Éste observa, valora y juzga
todo lo que encuentra a su alrededor. Nos mostrará el ambiente de los pazos: la
decadencia del lugar y peculiar día a día del mundo rural gallego. Todo esto ayuda a que
el lector se sumerja en la obra.
Seguidamente la descripción se focaliza en la casa de la Lage y los personajes que la
moran. También se analizan pasajes como el casino y el paseo. A continuación el papel
protagonista será tomado por Don Pedro, el cual analizará al resto de habitantes desde
su particular visión.
El narrador a través de su protagonista desvela de forma indirecta los inconvenientes de
la vida en sociedad y la nivelación social de la ciudad de Santiago.

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El soporte de la acción novelesca lo constituirán los amores secretos, las riñas entre
esposos y la viudez.
La obra, aun teniendo un claro corte realista y naturalista, y abundando escenas
costumbristas (por ejemplo: las tertulias en el casino), en algunas partes de la novela se
creará una atmosfera de irrealidad o de fantasía, donde destacará el simbolismo.
En cuanto a la temática escogida en “Los pazos de Ulloa” por Pardo Bazán se
encuentran el adulterio, las crisis religiosas, la política, donde se destaca la presencia de
la figura del cacique, la autora critica el fraude electoral practicado de forma sistemática
y de la figura del Posada Herrera, que tanto daño hizo a la sociedad española.
En otro de los temas que se dan, el del amor, se destaca el abuso de poder en la pareja,
las diferencias sociales entre hombre y mujer, la frustración de pareja o el prototipo de
mujer cristiana.
El naturalismo de pardo Bazán será un naturalismo católico, será naturalista en el
método pero no en las creencias, ya que en estas será espiritualista.
Utiliza una mayor profundidad en el lenguaje, mezclando sus creencias católicas y los
elementos del naturalismo busca ampliar los horizontes humanos dentro de sus novelas.
En ésta, describe un mundo gallego en decadencia en toda la obra existe una fuerza de
lo natural y lo salvaje a partir de la animalización de algunos personajes.
Por otra parte se produce una bipolarización entre la nobleza rural y el pueblo aldeano,
la autora describe el desmoronamiento económico de las propiedades señoriales y el de
la relajación moral de Don Pedro Moscoso.
En la obra se utilizan palabras de la lengua original de Galicia, para reflejar fielmente el
habla de sus personajes, se distinguen cuatro niveles distintos: los vulgarismos, las
palabras gallegas castellanizadas, las palabras gallegas puras o las expresiones gallegas
empleadas como si fueran castellanas.
La autora narra la acción novelesca en tercera persona, desplazándose así a punto de
vista del protagonista. Se interrelacionan la competencia descriptiva y la narrativa.
En cuanto al trato que se le da a la mujer cabe destacar que cada una de ellas es
producto de la sociedad en la que se desarrollan.
III) Valoración Crítica:
Consideramos que “Los pazos de Ulloa” es una obra que muestra con un alto grado de
fidelidad el ambiente rural gallego de la época. Quizá haya demasiado trasfondo
moralizante, aunque comprensible dentro del naturalismo de corte “católico” que cultiva
la autora gallega.

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En cuanto a los personajes, se echa de menos una conducta más humana. Se puede
considerar que son demasiado demonizados, sin ningún ápice de bondad en su
corrompida moral. El lector actual y poco familiarizado con la novela naturalista, puede
encontrar dichas personalidades demasiado desagradables, echando en falta un
personaje con el que sentirse identificado. Desde nuestro punto de vista, consideramos
los pazos de Ulloa la obra cumbre de la condesa de Pardo Bazán, muy por encima de su
continuación, “La madre naturaleza”.

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