La contaminación del suelo a menudo no puede percibirse ni evaluarse
directamente, lo que lo convierte en un peligro oculto, con graves
consecuencias. Entre ellas afecta a la seguridad alimentaria, al dificultar el metabolismo de las plantas y al reducir los rendimientos agrícolas, haciendo además que los cultivos sean nocivos para el consumo. Los contaminantes dañan también de forma directa a los organismos que viven en el suelo y lo hacen más fértil. Se identificó un suelo calizo, de color blanco, árido y seco, sin presencia de plantas o especie vegetal alguna. En el suelo se ha producido una contaminación química por lo siguiente:
Se observó azufre en barras como potencial contaminante que al ser aplicado
al suelo está sujeto a oxidación microbiológica, a través del cual se transforma a sulfato en condiciones aeróbicas, lo que conduce a una disminución del pH del suelo (Brady, 1990; Deng y Dick 1990; Miyamato; 1998).
El dióxido de carbono liberado en la incineración de basura cuyo alto contenido
en la atmósfera hace que las plantas sean menos productivas en su fotosíntesis liberando así menos oxígeno y alterando el ciclo de este. Sin embargo, las altas temperaturas también podrían incrementar la descomposición y mineralización de la materia orgánica del suelo, reduciendo el contenido de carbono orgánico.