Lleva más de 20 años en tratamiento psiquiátrico y ha sido
valorada por más de un psiquiatra durante su evolución. Desde los 20 años de edad, ella se reconoce triste. Excepto por breves temporadas, cada una de las cuales raramente ha durado más de un mes, en las que se nota prácticamente bien. La intensidad de la sintomatología nunca ha sido severa. En general, con ciertos reparos, reconoce que siempre ha seguido desarrollando las tareas domésticas. Desde hace años es su hija quien se responsabiliza de la casa, y ella procura ayudarle. Se queja de tristeza, desánimo al afrontar el día desde que se levanta. Pero sobre todo una pobre confianza en sí misma. Dificultad para concentrarse en cualquier tarea que con dificultad emprende.