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En la actualidad nos encontramos en un periodo de alto nivel en lo que

respecta a avances tecnológicos y científicos, sin embargo dentro del contexto


social-humanístico los niveles se mantienen en una línea decreciente, que cada
vez preocupa mucho más a los padres y madres de familia. Y es que hoy en
día ya casi nada es admirable, pues la moral se encuentra dividida entre ideas
y teoría que se fundamentan en la propia conveniencia. Visto desde esta
perspectiva nace una gran incógnita ¿Cómo hacer para superar tal crisis? Las
respuesta hasta ahora son muchas, pero las acciones son nulas, pues para
lograr la transformación será necesario promover la formación de una
ciudadanía democrática desde la educación inicial teniendo como principal
apoyo a la familia.

Las acciones que favorecen este eje transversal del currículo en la educación
inicial deben estar presididas por la familia, sobre esta idea se analiza lo
expuesto por Hernández, Viudez, & Guerrero (2015), quienes en su trabajo
hacen enfasis de que dià a dìa son menos los padres y madres que acuden a
las reuniones y que se encuentran pendiente del proceso formativo de sus
hijos, por ello expresan que: “Se observa un alejamiento entre la familia y la
escuela, lo que hace dificil la propuesta de un proyecto educativo compartido
para los hijos del que forman parte la familia como los profesores” p. 193.

La transversalidad en la educación inicial debe empezar a impulsarse desde el


contexto familiar, hasta demostrar a los padres que los docentes no pueden ser
sus sustitutos en la formación de los niños, pero si sus guías, además de
reconocer que el fracaso de sus hijos (as) es en gran proporción su
responsabilidad,

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