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Para empezar, Rousseau ilustra cómo se debe educar al ciudadano ideal, esto
teniendo en cuenta que la educación del niño se debe realizar al margen de la vida
social. El autor parte de los siguientes supuestos: que Emilio es huérfano, goza de
abundantes recursos económicos y que su preceptor o maestro se dedica sin
molestias a su labor pedagógica. Se divide en varias partes, como haciendo
significación sobre las etapas de la vida: modelo de educación hasta los cinco años;
modelo de educación hasta los doce años; una vez adquiridas las sensaciones, las
habilidades y la inteligencia para los razonamientos, se emplea el modelo para los
quince años donde se despiertan conocimientos más difíciles, se formulan
preguntas que derivan de experiencias; modelo para la adolescencia del humano,
es concentrado en valores, vivencias y, también, se reflexiona sobre las relaciones
sexuales y la necesidad de una pareja para el ahora joven; alude a la educación de
la “mujer ideal”, y a la vida doméstica y civil.
Como acto seguido, es importante hacer mención que para el autor, existen tres
tipos de educación: la primera llamada educación de la naturaleza, referida al
desarrollo de los órganos y las facultades innatas, la cual no depende del individuo
ya que está establecida desde el nacimiento; la segunda llamada educación de los
hombres que comprende el uso que se aprende a hacer de las facultades de cada
uno, dependiendo así de la relación que se funde entre el guía y el colegial y la
tercera llamada educación de las cosas, la cual consiste en la experiencia que se
tienen de los objetos que afectan al hombre, dejándola así al azar.
Una de las tantas condiciones - por así llamarlas – para educar que se nombra en
el libro, es la de considerar necesario impulsar el desarrollo de estos
acontecimientos desde la niñez, en vez de cohibir con una educación mal entendida.
Teniendo en cuenta que durante la gestación sus sentimientos, ideas y sensaciones
pasan casi que inadvertidas; después de su nacimiento, desarrolla estas habilidades
a pasos agigantados: aprende a hablar conocer y trasladarse. El niño nace privado
hasta del sentido de su existencia, ignorante, pero apto de aprender con el
nacimiento comienza la educación. Es de particular importancia en este campo no
provocar el adelanto, uno de los grandes males de la educación, es decir, no
quemarle etapas. Por sí solo, a través de la naturaleza los niños van evolucionando
o creciendo tal cual como se lo indique su entorno y contexto. El autor pretende
atraves de el perfecto personaje pulir los órganos del saber, disponer el camino del
conocimiento con un buen adiestramiento de los sentidos. Por ejemplo, en cuanto a
los vestidos y las vendas u obstáculos que a veces se les ponen intervendrán
negativamente sobre su condición. Para evitar esto, recalca varios periodos que
corresponden al perfeccionamiento del cuerpo, de los sentidos, del cerebro y otros
Es culminante evitar dos extremos en el trato con los niños: imponerles nuestra
voluntad y que ellos nos impongan la suya con sus gritos, para que no se formen ni
la idea de sometimiento, ni la de mando, sino la de autonomía. Menos mandatos y
más autonomía de movimientos, que obren por sí mismos, y se darán cuenta de lo
que pueden y de lo que no pueden. Los niños no deben encontrar resistencia en la
voluntad humana, sólo la que las cosas les ofrecen, así no se harán furiosos ni
caprichosos. Cuando un niño tiende la mano hacia un objeto; acerquémosle el
objeto para que pueda tomarlo; pero cuando extiende su mano gritando y llorando,
como si mandase al objeto que se acerque, no hagamos caso ninguno de sus
llantos, para que no se habitúe a ordenar y a ser caprichoso. La educación
intelectual debe partir siempre de un interés sensible, y ha de deshacerse todo
sistema teórico que solo confundiría al niño.