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Introducción:
Uno de nuestros problemas hoy es que tenemos ministros detrás de pulpitos que no tienen
convicción acerca del poder transformador de la Palabra de Dios, y si el predicador no cree
en lo que predica, menos creerán los que reciban la predicación.
En la medida que la iglesia primitiva crecía, notemos el énfasis que se le daba a la Palabra:
Hechos 4:31
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos
del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
Hechos 6:7
Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente
en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.
Amados hermanos que se encuentran en esta tarde en este lugar quiero que sepa lo
siguiente: cuando la biblia deja de ser el centro de la vida del cuerpo de Cristo, la iglesia
pierde su rumbo porque la Palabra de Dios es su única brújula, y esto se ha visto reflejado
en múltiples aspectos de la vida de la Iglesia.
Texto Bíblico:
Spoudazo (tener diligencia) conlleva la idea de tener persistencia insistente para lograr un
objetivo particular. El creyente diligente en este contexto, el maestro diligente se esfuerza al
máximo por impartir completamente la verdad de Dios, tan claramente y sin ambigüedades
como sea posible. Se compromete sin reservas a examinar, interpretar, explicar y aplicar la
Palabra de Dios. Por esa razón, “los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de
doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar” (1 Ti. 5:17).
Todo maestro y predicador cristiano debe estar en capacidad de decir: “Según fuimos
aprobados por Dios para quese nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para
agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones” (1 Ts. 2:4). El mayor
deseo de Pablo era oír decir a su Maestro: “Bien, buen siervo y fiel” (Mt. 25:21). Tal
maestro o predicador es un obrero que no tiene de qué avergonzarse.
Queda claro en los dos Testamentos, así como en la historia y el presente de la iglesia, que
muchos de los peores falsos maestros afirman ser siervos de Dios. La mayoría de los
escribas, fariseos y otros líderes judíos de la época de Jesús, se consideraban piadosos y
devotos, además de los únicos intérpretes confiables de las Escrituras. Con todo, Jesús les
dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.
Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay
verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de
mentira” (Jn. 8:44).
Pero sin llegar a esos extremos, cualquiera que ignore, deforme, malinterprete o le reste
méritos a la verdad de Dios, ya sea por adición o sustracción (Ap. 22:18-19), tiene razones
para avergonzarse y para temer. Conscientemente o no, quienes corrompen o denigran la
verdad de Dios son hijos espirituales de Satanás.
La marca del pastor o predicador fiel es que usa bien la palabra de verdad. Usa bien es
traducción del participio orthotome¯o, cuyo significado literal es “cortar derecho”. Se
usaba para un artesano que cortara en línea recta, para un labrador que cavara un
surco, para un albañil que alineara los ladrillos, o para un obrero que construyera un
camino derecho. Metafóricamente, se usaba para realizar cualquier tarea con cuidado.
Como Pablo hacía tiendas (Hch. 18:3), podría haber pensado en cortar y coser
cuidadosamente las múltiples piezas de cuero o paño que se necesitaban para hacer una
tienda.
Todo aspecto de la verdad divina debe usarse bien, como un depósito sagrado a quienes lo
enseñan y a quienes lo reciben.
Hoy escuchamos predicaciones saturadas de chistes, psicología y más , pero muy poco de la
Palabra de Dios.
Por cierto, esto significa que él es el tipo de líder que está preocupado de “usar
correctamente la palabra de verdad”. Esta palabra de verdad es “el testimonio acerca de
nuestro Señor” (2 Ti. 1:8), el “evangelio” (la misma referencia y véase Ef. 1:13), “la palabra de
Dios” (2 Ti. 2:9). Es la verdad redentora de Dios. El modificativo “de verdad” enfatiza el
contraste entre la inconmovible revelación especial de Dios, por una parte, y las charlas sin
valor de los seguidores del error, por la otra.
Bien dijo un siervo de Dios: “Nosotros solo somos micrófonos en las manos de Dios, y solo
debemos transmitir su mensaje”.
Nosotros somos los mesoneros no el cocinero, somos los mayordomos no los dueños.
Se nos ha encargado transmitir el mensaje de Dios en su Palabra y no solo eso hacerlo bien.