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Universidad Pedagógica Nacional

Procesos De Lectura Y Escritura


Docente: Carlos Valenzuela
Estudiante: Mayra Gisell Arango Gómez

RESEÑA DEL TEXTO


LEER CONTRA LA NADA
Referencia bibliográfica: Basanta, A. (2017). Leer contra la nada. Anzos: España. Editorial Siruela

S.A.

“Nada encuentro en mi vida más decisivo que leer” (Basanta, 2017, p. 12)

Antonio Basanta es doctor en Literatura Hispánica de la Universidad Complutense de Madrid y ha


dedicado su vida profesional al fomento y desarrollo de la lectura desde sus múltiples labores como
docente, editor, gestor de proyectos culturales, conferenciante, articulista o autor de abundantes
libros. Para este caso, presenta leer contra la nada, como una forma cercana, experiencial, sensible,
emocionante y humana de mostrar y dar a conocer lo vibrante de la lectura desde diferentes campos
saberes y prácticas de vida. Para ello divide el texto en 11 apartados subtitulados, en los cuales,
conceptualización la lectura desde diferentes miradas anudado con fragmentos literarios, con los
cuales el autor busca resaltar los puntos de vista y las experiencias lectoras como prácticas cotidianas
de vida placenteras.

El apartado inicial del texto describe una vibrante invitación a la lectura. Pues, al evocar los recuerdos
personales y profesionales en cuanto a la experiencia construida por la lectura, El autor señala su
vitalidad y relación constituyente para las relaciones humanas y el lenguaje, pues la lectura y la
escritura como hechos sociales en continua transformación atraviesan las vivencias humanas y su
relación con el entorno social y el conocimiento.

Los siguientes apartados presentan

La pasión de leer

La pasión por la lectura, de acuerdo con el autor, comienza en casa con las narraciones nocturnas de
los progenitores, historias construidas con tradiciones orales pero con cierto toque innovador por
parte de sus narradores, pues, la imaginación de quien cuenta una historia no tiene límites. Luego,
con los libros como regalos, detalles que se convertían en aventuras y nuevas travesías, que se
configuran como aquellas fugas a las rutinas y monotonías de la lectura en la escuela donde las letras
se presentan planas sin significado sin sentido para el estudiante…aburrido. Leer en casa y por gusto,
se ha consolidado como una nueva forma de lectura, una vivencia cotidiana que hace habitar desde
el deleite las palabras.

El ADN de la Lectura

El autor hace referencia al ADN de la lectura como aquella “concatenación”, es decir, enlace, red o
vinculación de hechos y acciones que configuran en esencia, el misterio de la lectura. Este conjunto
de verbos o características se comprenden en varios grupos que describen los procesos que
comprenden la lectura, desde esta perspectiva, el Basanta (2017) afirma que la lectura es:

 Detenerse, observar y escuchar: toda lectura consta de un primer ejercicio de


detenimiento, es decir, “siste viator un detente caminante” Basanta (2017, p. 25). De esta
forma, leer requiere, entonces, atención para encontrar el sentido, un traslado, un
encontrarse.
 Interpretar: Basanta afirma que “interpretar es el alba de la lectura” (2017, p. 27). Hace
referencia a la primera luz del día, a la revelación primaria del texto de acuerdo con el
avance en la construcción de sentido que se otorga al texto, desde la significación, a partir
de la experiencia y los conocimientos propios, así como, la intención comunicativa que
se deriva del texto.
 Comprender: indica acomodar en el interior el sentido de lo que se ha leído, no solo en el
contenido, también, en la estructura y la forma, en el propósito y en el desarrollo de la
historia. La comprensión, solicita el interjuego de las tres cualidades de la inteligencia:
la imaginación, la emoción y la intuición, en consecuencia, se podría decir, que la
responsabilidad del proceso de comprensión reposa sobre los recuerdos y apropiaciones
que estén en la memoria del lector.
En la siguiente parte del capítulo se define el ADN de la lectura a partir de su raíz etimológica
del latino lege y su infinitivo legere. Desde este marco de sentido, leer hace referencia a:
 Cosechar: Legere significa cosechar lo sembrado, recoger. El lector se convierte en un
recolector del sentido de lo escrito.
 Tejer: legere implica desenredar e hilar, de ahí que, se le llame al texto tejido o trama.
 Surcar: legere consiste en desplegar las velas y navegar, en este escenario, la lectura se
convierte en un ejercicio libre de navegación.
 Elegir: lego deriva en una concepción de la lectura como valoración y selección, en otras
palabras, discutir, acercarse y distanciarse del texto.
 Transformar: leer implica, siempre, un proceso activo de creación.
 Asimilar: dejarse tocar e impactar por el texto, estar dispuesto a sentir lo que las palabras
pueden hacer dentro de cada persona.
 Compartir: la lectura y la escritura involucra una conversación constante, un trabajo en
equipo, un acompañamiento. Como afirma Cantú “si leer es pensar en compañía” (2007,
p. 40) habría espacios para el sujeto lector en continua construcción colectiva.

En suma, el autor plantea que estos verbos constituyen procesos para abstraer y potenciar la
propia experiencia de la vida, por lo cual, leer se convierte en “una manera de ser y estar en
la vida” (Basanta, 2017, p. 47)

El cerebro del lector

En este apartado, el autor se concentra en la relación entre la lectura y el cerebro. Para


comenzar con sus argumentos, primero, describe que los seres humanos no nacieron para la
lectura alfabética, esa fue una invención humana. Pero, al regirse por esos parámetros es
posible describir que el cerebro pone todo su funcionamiento durante este proceso de la
siguiente manera:

 De 0 a 100 milésimas de segundo, el cerebro desconecta cualquier otro estímulo para


centrarse únicamente en el texto. El tálamo y el cíngulo, se ponen en sintonía para
formar redes semánticas y asociativas, para retener el significado y llegar a la
comprensión.
 En un intervalo de tiempo entre 100 y 200 milésimas de segundo, se pone en juego
el sistema lingüístico, es decir, las neuronas de la lengua y el habla se ponen al
servicio de la comprensión de la información leída. Al mismo tiempo que, logra
abstraer el sonido de las palabras leídas en pro de leer y escuchar para entender lo
que se lee.
 Por último, en un intervalo entre 200 y 500 milésimas de segundo, el cerebro, pone
en funcionamiento la memoria de trabajo, el ir y venir de lo leído con el contexto.
Estas descripciones se hacen relevantes para comprender las funciones que se ponen en
juego en el cerebro cuando se lee, pero, el cerebro va más allá, pues el cerebro se asemeja
de acuerdo con Basanta (2017) a un cosmos que se encuentra poblado por múltiples
cuerpos celestes, en este caso, las palabras. Las palabras determinan la capacidad lectora.
Para iluminar esto, el autor, narra una visita al Museo de Historia Natura de Londres,
donde había una exposición acerca del funcionamiento y el desarrollo del cerebro
humano, para él, fue sorprendente darse cuenta que cuando se oprime el botón de lectura
literaria para ver su reacción en la sinapsis, los bombillos, que representan las conexiones
neuronales, encienden por completo, la lectura, entonces, configura una de las mejores
formas de desarrollar el cerebro humano.
En el principio era el verbo

La afirmación bíblica “En el principio era el verbo y el verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros”
Juan 1:1 (Citado por Basanta, 2017, p. 69). Llama la atención por el uso del verbo, el logos, las
palabras y el pensamiento; lo que conlleva a penar en el origen del lenguaje y las palabras como
aquellos momentos indescriptibles en los que el hombre enuncia su primera palabra y la evoca ¿Qué
es lo que hace tan único el lenguaje del Homo Sapiens? Las investigaciones y reflexiones en torno a
esta pregunta, tienen asidero, en las dos dimensiones del ser humano: la conciencia de su yo y su
vivencia en comunidad, esto provoca, el surgimiento de las palabras a través de las historias, las
gestualidades, las experiencias corpóreas, así como, la necesidad del establecimiento de las relaciones
humanas.

De esta forma, el progreso en el lenguaje se da a partir de configurarse como seres supersociales e


hipercomunicativos. Entonces, la socialización y la comunicación, son por excelencia complemento
y origen de la imaginación, la invención de las palabras y el uso del lenguaje, por medio del cual, se
consolida el compromiso ético de la escritura: diferenciar entre lo verdadero y lo que parece serlo,
construir paso a paso finalmente, el pensamiento crítico.

Cuentas que no son cuentos

Contar, narrar, expresar… procesos comunes a la abstracción de objetos y palabras y, a contar las
vivencias y los caminos de la evolución humana. ¿Cómo se guardan las palabras y los significados
en la memoria?

Para esta pregunta, sin intentar dar una respuesta totalitaria, el autor realiza un recorrido por los
diversos orígenes de las escritura. En primer lugar, señala a los dioses y las mitologías, en especial, a
Cadmo, cuando lo obsequia a Harmonía las primeras letras; segundo, la creación del lenguaje fenicio
compuesto por 22 signos hacia el año 1000 a.C. (escritura egipcia y símbolos jeroglíficos); tercero,
la democratización de la lectura y la escritura en Atenas hacia el siglo IV; cuarto, la presencia de la
oralidad en la sociedad griega es innegable pero el desarrollo de la escritura se acompaña de nuevos
materiales (papiro, pergamino, rollo) y el descubrimiento del códice por la Roma imperial; quinto, la
abundancia de los copistas de texto y los vendedores de escritos, así como, de la lectura silenciosa
como acto de dignidad. Más adelante, dichas prácticas proliferan por los conventos y monasterios.
Acabada la Edad Media, el impulso de la creación de las universidades augura un resplandor de la
escritura y la lectura en el renacimiento y la Edad Moderna.

Del largar a la Nube

En este capítulo el autor narra los hechos que dieron lugar a una revolución cultural desde la aparición
de los alfabetos. Primero, Gutenberg en Alemania, dió espacio a su imaginación e invención para
desarrollar la imprenta. Idea que emerge por un pedido especial: la impresión de ejemplares de la
Biblia y otros textos religiosos. Después, de varios intentos en 1480 había imprentas por toda Europa,
el libro impreso y en físico, se convierten en una revolución para la lectura y la escritura. Segundo,
la conquista del continente americano por parte de Cristóbal Colón. Tercero, la reforma protestante
de Martín Lutero en el año 1517, que promovió la lectura individual de la Biblia. Cuarto, después de
500 años y a mediados del siglo XX, el lagar se transforma en garaje, surge el sistema binario, los
cables, los teclados y las pantallas, para llegar, finalmente, a la fábrica del primer ordenador personal.
Quinto, la producción de dispositivos móviles redefine los roles de autor y lector.

En suma, el mundo se vuelve un planeta globalizado, de la sociedad del silencio y la pausa, se


transforma en cambiante y ruidosa, en una malla de redes que configura nuevas prácticas
comunicativas, ahora no se guardan o conservan libros o documentos en casa, se guardan en la nube.

Regreso al futuro

A partir del capítulo anterior, el autor presenta, ciertas condiciones de existencia y hechos sociales
que configuran una revolución en las comunicaciones y la información. De ahí señala, en primera
instancia, que la conexión digital y el aumento de la información, genero un auge en el acervo
informativo de la humanidad. Allí cita a Steiner, elevando una preocupación, “Nunca tanta
información generó tan escasa sabiduría” (Citador por Basanta, 2017, p. 120). Lo que se agudiza con
la expansión del internet y la comunicación electrónica sin desconocer su intento por acortar las
distancias espaciotemporales. El internet requiere de precauciones críticas para saberlo administrar,
puede que se convierta en una gran herramienta que conceda un gran futuro para ampliar lo
desconocido sin perder la esencia de lo que se constituye nuevo o distinto.

La sociedad lectora

Aquí, el autor señala algunas preocupaciones. La revolución tecnológica no puede opacar a una
sociedad lectora. Leer debe convertirse en una invitación constante, donde familia, sistema educativo
y comunidad en general sigan animando a la utopía de alcanzar un mundo lector. “Saber leer, poder
leer, querer leer es el lema que ha de guiar nuestra labor. Y nuestro entusiasmo” (Basanta, 2017, p.
140). Se puede comenzar en casa, dando a los niños y niñas el mayor regalo posible, tiempos,
palabras, cuentos e historias. En segundo lugar, las escuelas, como espacio privilegiado para
humanizar y aprender lo que se ama, un escenario que potencie las emociones, el pensamiento y la
creación, formarán una escuela lectora, una escuela transformada que enriquezca la lectura y la
escritura. Por último, las bibliotecas públicas, como lugares privilegiados para el placer de la lectura
y su práctica en un contexto social especifico. Sin olvidar, el panorama digital como canal para
potenciar otras formas de leer y escribir, propuestas lectoras novedosas.

La rebelión del lector

Una de las tantas palabras que acompaña al lector, es la palabra rebelión. Quien lee de manera
profunda y comprometida, finalmente, se rebela contra el todo y la nada de lo que pretende hacerse
dueño del pensamiento y del ánimo noble de la lectura. La lectura puede potenciarse y multiplicarse,
en tanto, lo haga la humanidad y los nuevos horizontes lectores. Esto se acompaña, con un apartado
final, en el que el autor plasma ciertos pensamientos desafiantes e inspiradores para invitarnos al
ejercicio y deleite propio de la lectura.

Finalmente, después de presentar el texto escrito y pensado por Basanta, se invita a su lectura y
extensión, pues en sí, se convierte en un emocionante y cordial acercamiento al inimaginable placer
que puede llegar a convertirse el leer. Un paso para ir más allá de la tarea de lectura y convertirla en
un escape, un fuga… una utopía. Como afirma Derrida (1989) “el acto de la lectura agujerea el acto
de habla o de escritura. A través de ese agujero me escapo de mí mismo.” (p. 245).

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