Explora Libros electrónicos
Categorías
Explora Audiolibros
Categorías
Explora Revistas
Categorías
Explora Documentos
Categorías
S.A.
“Nada encuentro en mi vida más decisivo que leer” (Basanta, 2017, p. 12)
El apartado inicial del texto describe una vibrante invitación a la lectura. Pues, al evocar los recuerdos
personales y profesionales en cuanto a la experiencia construida por la lectura, El autor señala su
vitalidad y relación constituyente para las relaciones humanas y el lenguaje, pues la lectura y la
escritura como hechos sociales en continua transformación atraviesan las vivencias humanas y su
relación con el entorno social y el conocimiento.
La pasión de leer
La pasión por la lectura, de acuerdo con el autor, comienza en casa con las narraciones nocturnas de
los progenitores, historias construidas con tradiciones orales pero con cierto toque innovador por
parte de sus narradores, pues, la imaginación de quien cuenta una historia no tiene límites. Luego,
con los libros como regalos, detalles que se convertían en aventuras y nuevas travesías, que se
configuran como aquellas fugas a las rutinas y monotonías de la lectura en la escuela donde las letras
se presentan planas sin significado sin sentido para el estudiante…aburrido. Leer en casa y por gusto,
se ha consolidado como una nueva forma de lectura, una vivencia cotidiana que hace habitar desde
el deleite las palabras.
El ADN de la Lectura
El autor hace referencia al ADN de la lectura como aquella “concatenación”, es decir, enlace, red o
vinculación de hechos y acciones que configuran en esencia, el misterio de la lectura. Este conjunto
de verbos o características se comprenden en varios grupos que describen los procesos que
comprenden la lectura, desde esta perspectiva, el Basanta (2017) afirma que la lectura es:
En suma, el autor plantea que estos verbos constituyen procesos para abstraer y potenciar la
propia experiencia de la vida, por lo cual, leer se convierte en “una manera de ser y estar en
la vida” (Basanta, 2017, p. 47)
La afirmación bíblica “En el principio era el verbo y el verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros”
Juan 1:1 (Citado por Basanta, 2017, p. 69). Llama la atención por el uso del verbo, el logos, las
palabras y el pensamiento; lo que conlleva a penar en el origen del lenguaje y las palabras como
aquellos momentos indescriptibles en los que el hombre enuncia su primera palabra y la evoca ¿Qué
es lo que hace tan único el lenguaje del Homo Sapiens? Las investigaciones y reflexiones en torno a
esta pregunta, tienen asidero, en las dos dimensiones del ser humano: la conciencia de su yo y su
vivencia en comunidad, esto provoca, el surgimiento de las palabras a través de las historias, las
gestualidades, las experiencias corpóreas, así como, la necesidad del establecimiento de las relaciones
humanas.
Contar, narrar, expresar… procesos comunes a la abstracción de objetos y palabras y, a contar las
vivencias y los caminos de la evolución humana. ¿Cómo se guardan las palabras y los significados
en la memoria?
Para esta pregunta, sin intentar dar una respuesta totalitaria, el autor realiza un recorrido por los
diversos orígenes de las escritura. En primer lugar, señala a los dioses y las mitologías, en especial, a
Cadmo, cuando lo obsequia a Harmonía las primeras letras; segundo, la creación del lenguaje fenicio
compuesto por 22 signos hacia el año 1000 a.C. (escritura egipcia y símbolos jeroglíficos); tercero,
la democratización de la lectura y la escritura en Atenas hacia el siglo IV; cuarto, la presencia de la
oralidad en la sociedad griega es innegable pero el desarrollo de la escritura se acompaña de nuevos
materiales (papiro, pergamino, rollo) y el descubrimiento del códice por la Roma imperial; quinto, la
abundancia de los copistas de texto y los vendedores de escritos, así como, de la lectura silenciosa
como acto de dignidad. Más adelante, dichas prácticas proliferan por los conventos y monasterios.
Acabada la Edad Media, el impulso de la creación de las universidades augura un resplandor de la
escritura y la lectura en el renacimiento y la Edad Moderna.
En este capítulo el autor narra los hechos que dieron lugar a una revolución cultural desde la aparición
de los alfabetos. Primero, Gutenberg en Alemania, dió espacio a su imaginación e invención para
desarrollar la imprenta. Idea que emerge por un pedido especial: la impresión de ejemplares de la
Biblia y otros textos religiosos. Después, de varios intentos en 1480 había imprentas por toda Europa,
el libro impreso y en físico, se convierten en una revolución para la lectura y la escritura. Segundo,
la conquista del continente americano por parte de Cristóbal Colón. Tercero, la reforma protestante
de Martín Lutero en el año 1517, que promovió la lectura individual de la Biblia. Cuarto, después de
500 años y a mediados del siglo XX, el lagar se transforma en garaje, surge el sistema binario, los
cables, los teclados y las pantallas, para llegar, finalmente, a la fábrica del primer ordenador personal.
Quinto, la producción de dispositivos móviles redefine los roles de autor y lector.
Regreso al futuro
A partir del capítulo anterior, el autor presenta, ciertas condiciones de existencia y hechos sociales
que configuran una revolución en las comunicaciones y la información. De ahí señala, en primera
instancia, que la conexión digital y el aumento de la información, genero un auge en el acervo
informativo de la humanidad. Allí cita a Steiner, elevando una preocupación, “Nunca tanta
información generó tan escasa sabiduría” (Citador por Basanta, 2017, p. 120). Lo que se agudiza con
la expansión del internet y la comunicación electrónica sin desconocer su intento por acortar las
distancias espaciotemporales. El internet requiere de precauciones críticas para saberlo administrar,
puede que se convierta en una gran herramienta que conceda un gran futuro para ampliar lo
desconocido sin perder la esencia de lo que se constituye nuevo o distinto.
La sociedad lectora
Aquí, el autor señala algunas preocupaciones. La revolución tecnológica no puede opacar a una
sociedad lectora. Leer debe convertirse en una invitación constante, donde familia, sistema educativo
y comunidad en general sigan animando a la utopía de alcanzar un mundo lector. “Saber leer, poder
leer, querer leer es el lema que ha de guiar nuestra labor. Y nuestro entusiasmo” (Basanta, 2017, p.
140). Se puede comenzar en casa, dando a los niños y niñas el mayor regalo posible, tiempos,
palabras, cuentos e historias. En segundo lugar, las escuelas, como espacio privilegiado para
humanizar y aprender lo que se ama, un escenario que potencie las emociones, el pensamiento y la
creación, formarán una escuela lectora, una escuela transformada que enriquezca la lectura y la
escritura. Por último, las bibliotecas públicas, como lugares privilegiados para el placer de la lectura
y su práctica en un contexto social especifico. Sin olvidar, el panorama digital como canal para
potenciar otras formas de leer y escribir, propuestas lectoras novedosas.
Una de las tantas palabras que acompaña al lector, es la palabra rebelión. Quien lee de manera
profunda y comprometida, finalmente, se rebela contra el todo y la nada de lo que pretende hacerse
dueño del pensamiento y del ánimo noble de la lectura. La lectura puede potenciarse y multiplicarse,
en tanto, lo haga la humanidad y los nuevos horizontes lectores. Esto se acompaña, con un apartado
final, en el que el autor plasma ciertos pensamientos desafiantes e inspiradores para invitarnos al
ejercicio y deleite propio de la lectura.
Finalmente, después de presentar el texto escrito y pensado por Basanta, se invita a su lectura y
extensión, pues en sí, se convierte en un emocionante y cordial acercamiento al inimaginable placer
que puede llegar a convertirse el leer. Un paso para ir más allá de la tarea de lectura y convertirla en
un escape, un fuga… una utopía. Como afirma Derrida (1989) “el acto de la lectura agujerea el acto
de habla o de escritura. A través de ese agujero me escapo de mí mismo.” (p. 245).