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Análisis Caricatura Nostalgia – Thumor

Es claro que no se puede tapar el sol con un dedo, sobre todo tapar algo tan evidente como
lo que ocurre en nuestro país. Lo sucedido en las elecciones del 17 de junio es una muestra
más de lo incoherente que somos y seguramente también es una evidencia de lo malo que es
acostumbrarse a lo malo. Mientras se habla del sonsonete que está de moda y que genera
controversia en gran parte de los hogares colombianos: la marihuana y sus implicaciones; se
están asesinando líderes sociales en algunas partes del país, pero claro, como no se trata del
hijo del vecino, del tío, que se está volviendo adicto, los asesinatos nos tienen sin cuidado.
Lo irónico de todo es que en un país lleno de violencia y de paracos, lleno de desigualdad y
de incompetencia, se tenga un premio Nobel de Paz, segundo premio Nobel que ha tenido
Colombia. Hay quienes dicen que Santos compró el premio Nobel firmando el acuerdo de
Paz con los guerrilleros, hay quienes dicen que no están de acuerdo con que un guerrillero
desmovilizado gane millón ochocientos, hay quienes dicen que la izquierda va a volver a
Colombia como Venezuela, pero, no se dan cuenta que la derecha actúa como Poncio Pilato
mediante este tipo de frases, problema que lleva a los más pobres a ser más pobres y a los
ricos a ser menos vulnerables, sin darse cuenta que la idea de votar por el que dice ‘El Dotor
Uribe’ no es tan buena.
La muerte y los asesinatos en nuestro país se volvieron algo tan usual, ‘tan típico’, que la
atención no se centra en velar por la seguridad de los ciudadanos, sino en estigmatizar el
consumo del precursor del tetrahidrocannabinol, que aunque se ha demostrado cientos de
veces que tiene grandes propiedades medicinales, sigue siendo satanizada y prohibida porque
es obvio que la prohibición eleva el costo, pero como esta industria no la tiene el gobierno y
este no puede sacar provecho de ella, pues entonces que se saque de las calles y que nadie se
lucre con ella. Es de recordar que vivimos en un país del tercer mundo, bueno, en vía de
desarrollo para no herir susceptibilidades, un país lleno de prejuicios, un país en donde la
educación es un privilegio de unos cuantos y en donde ir a la iglesia a confesarse después de
cometer un homicidio para que Diosito libere las culpas, es más normal que salir a protestar
por los derechos que como ciudadanos, nos corresponden, lo que muestra que la vía de
desarrollo que estamos siguiendo, no es la adecuada.

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