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Debe entenderse que la violación hacia los Derechos de las Mujeres también es una
violación a los derechos humanos en cuanto se cercenan sus derechos políticos, civiles,
culturales y económicos.
La No Discriminación
Una de los más importantes sucesos fue la Convención para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer (Brasil), que define las distintas facetas de la
violencia contra las mujeres y establece que los Estados deben garantizar su derecho a
vivir una vida sin violencia, que se concibe como una violación a sus libertades
fundamentales.
“Se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que
tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o
psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la
privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en
la vida privada.” (Wikipedia)
Debemos entender que la discriminación es el origen de las violencias que sufren las
mujeres y forman parte de las violaciones a los Derechos Humanos.
Sin embargo, existe un debate que refiere a la situación de la presencia de las mujeres
en cargos políticos como indicador de ciudadanía efectiva; o si esta en realidad refleja el
avance de la perspectiva de género en las policitas públicas. Si tanto las leyes como los
derechos son Expresiones de Estado, la falta de respuestas efectivas en las
problemáticas especificas también es responsabilidad del mismo, es decir, que este debe
garantizar la protección de los derechos y libertades de las personas con igualdad de
acceso para todos.
La concepción de género depende del sexo o la percepción que la sociedad tiene de él;
se relaciona con la vida económica y social de los individuos, atribuyéndoles
características y funciones a los mismos.
Desde la creencia de que la mujer se valoriza solo desde su capacidad de procrear nacen
las bases de la discriminación y racismo. Así también, el establecimiento de distintas
jerarquías en ámbitos e instituciones públicas que han cimentado dicha subalternidad.
El enfoque de género revela las diferencias y los distintos papeles que la sociedad le ha
otorgado a cada hombre o mujer solo por el hecho de serlo. Por eso sexo y género son
connotaciones que deben ser diferenciadas:
En las relaciones de género se plasman los modos en los cuales las culturas asignan las
funciones y responsabilidades a cada mujer y hombre. Por estas razones el género se
vincula con el sexo solo en forma ficticia y no por mandato de la naturaleza; además, se
considera como posicional, ya que se define con el lugar en el que cada individuo de
ubica.
Hay que tener en cuenta que estos modelos ideales se trasmiten como identidad de
género por cada grupo humano que inconscientemente atribuye características en torno
a la masculinidad y feminidad que se trasmiten y se aprenden a través de nuestras vidas.
Mediante el estudio de estos modelos se busca modificarlos y trasladar las funciones de
las mujeres desde el espacio privado al espacio público, es decir, no confinarlas solo a
los roles domésticos, de crianza y cuidado de niños y ancianos, etc.; entendiendo así a la
Familia como la principal institución que sustenta inconscientemente las inequidades de
género. Esto se refleja incluso en el diferente trato de madres y padres dependiendo si
los hijos son varones o mujeres.
Los estereotipos se forman desde figuras adultas significativas que definen roles
femeninos o masculinos y jerarquizan de forma excluyente los distintos roles de varones
y mujeres. Estos están basados en perjuicios arraigados y trasmitidos generacionalmente
y se plasma en el mundo del trabajo, la forma de establecer relaciones y el desempeño
de la sexualidad de las mujeres.
Desde la visión de la ética del ciudadano se crean las condiciones de subordinación que
asignan a las mujeres a roles pasivos y domésticos como la atención y al mantenimiento
de los diferentes procesos familiares referido al cuidados de hijos e hijas y también el
cuidado de ancianos y personas con discapacidades.
Desde el enfoque sexista existente se han orientado diferentes políticas de sanidad que
contrarresten el desprecio por la autodeterminación de la mujer en cuanto a su propio
cuerpo y sus derechos reproductivos. Estos incluyen la promoción de la higiene, la
maternidad e infancia y las políticas contraceptivas en las políticas poblacionales.
Conclusión
Considero que la necesidad de una toma de acción por parte del Estado sería
fundamental para la consolidación de los Derechos Humanos de la Mujer y la
propagación de los mismos como herramienta fundamental para lograr una equidad en
cuanto a las posibilidades de desarrollo de la ciudadanía de las mismas.
Por otro lado, la concepción de género solo ha atenuado las diferencias sociales entre
ambos sexos y sigue demarcando un límite entre lo que se acepta como femenino o
masculino en cuanto al accionar, la profesión o el desarrollo social de los mismos
individuos.
A mi entender, una medida por parte de los medios de comunicación que limite estos
prototipos sociales sería de gran ayuda para evitar que se siga ligando a la mujer a roles
subalternos e “inferiores” a los de los hombres.