La sociología se suele relacionar directamente con las encuestas, al
punto de que se llega a crear una concepción de las mismas como elementos básicos y centrales para comprender y formular esta ciencia. Al identificar de forma tan directa e inmediata en la mente del público las encuestas con la sociología, se desarrolla una opinión de ésta como poco fiable y poco estable. Las encuestas son, en esencia, una acumulación de datos ambiguos y superficiales, datos faltos de objetividad, basados en suposiciones generalmente equívocas y simplificadas. Son realmente opiniones, y siempre es difícil distinguir entre dato y opinión. Aunque estos hechos explican claramente por qué las encuestas no deben ser tomadas como única y exclusiva referencia, se debe tener en cuenta que siguen siendo elementos importantes en el trabajo del sociólogo. “Hacer encuestas no es hacer sociología; es, en el mejor de los casos, preparar el terreno para hacer sociología” (Cardús i Ros, 2003, p.23). Es importante alejar la sociología de este estereotipo, y de esta concepción equivocada como una ciencia que se basa directamente en las encuestas para establecer conclusiones, ya que de esta forma se identifica directamente con el error y queda permanentemente relegada a la desconfianza en la mente del público general.
Bibliografía: -Cardús i Ros, S. (2003). “La Mirada del sociólogo: Qué es, qué hace, qué dice la sociología”. Barcelona: Editorial UOC. (Págs 23-25)