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Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Ricardo Duarte Jáquez


Rector

David Ramírez Perea


Secretario General

Manuel Loera de la Rosa


Secretario Académico

Juan Ignacio Camargo Nassar


Director del Instituto de Ciencias Sociales y Administración

Ramón Chavira
Director General de Difusión Cultural y Divulgación Científica
EXPERIENCIAR Apuntes para
el acercamiento
EL TRABAJO a una evaluación
SOCIAL crítica

RICARDO ANTONIO YÁÑEZ FÉLIX


Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Primera edición: 2017

© Ricardo Antonio Yáñez Félix


© Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
Avenida Plutarco Elías Calles 1210
Foviste Chamizal, c.p. 32310
Ciudad Juárez, Chihuahua, México
Tel +52 (656) 688 2100 al 09

ISBN Electrónico: 978-607-520-242-6

Apoyado con recursos del PIFI

La edición, diseño y producción editorial de este documento estuvo


a cargo de la Dirección General de Difusión Cultural y Divulgación
Científica

Coordinación editorial: Mayola Renova González


Diagramación: Karla María Rascón
Cuidado editorial: Jorge Hernández

Impreso y hecho en México / Printed and made in Mexico


Para Diana, Paola y Karen
por su amor y paciencia
Índice

Prólogo............................................................................ 7
Introducción.................................................................... 11

1. Estado actual de la “cuestión social” en Ciudad Juárez,


Chihuahua...................................................................15
2. Muestra territorial de acción..........................................41
3. Acercamiento a una evaluación crítica.
La desvalorización del conocimiento de la realidad
en el trabajo social....................................................... 59
4. Formación académica básica para el trabajo social.......... 69
5. Conclusiones.............................................................. 83
6. Bibliografía................................................................. 89
Prólogo 9

E
n la frontera norte de México, particularmente Ciu-
dad Juárez, se pensaría que, por su ubicación, las
condiciones de vida de sus habitantes estarían mejor
que en el resto del país. Sin embargo, esto no es así:
los contrastes son muchos. Solo por mencionar uno, cuando en
2008, 2009 y 2010 la violencia estaba desbordada en nuestra
ciudad, del otro lado de la frontera no pasaba nada e, inclusive,
El Paso, Texas, se ubicaba como una de las ciudades más segu-
ras de Estados Unidos. La cuestión social se encuentra aban-
donada por parte de las autoridades en los últimos años y los
índices de pobreza, marginación y desigualdad han aumentado
considerablemente, por lo que de acuerdo a un estudio reali-
zado por El Colegio de la Frontera Norte (Fuentes, 2012), el
37 % de la población se encuentra en estado de pobreza, lo que
equivale a que 494 726 personas vivan con estas características.
La sociedad actual sufre los estragos de las acciones toma-
das por los adultos, situaciones a veces irresponsables que han
provocado que cada vez sea más complicado habitar el planeta.
Todos los días encontramos en los medios impresos, visuales,
audibles y virtuales, información que nos invita a pensar que
algo grave está pasando en nuestra sociedad. La violencia des-
bordada en México es un ejemplo claro de desarticulación y
desgaste social. En el mes de mayo de 2015, un niño de seis
años fue asesinado de manera violenta por adolescentes me-
nores de quince años, quienes simularon un secuestro, lo cual
se dio en la capital del estado de Chihuahua; la sociedad exige
que los agresores sean juzgados como adultos, lo que es muy
probable que no suceda, ya que las leyes locales no lo permiten.

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
10 Este ejemplo es una muestra clara de lo que sucede en nuestra
comunidad, donde el problema principal es la ausencia de pro-
gramas que se encarguen de atender a niños y adolescentes que
tengan problemas de conducta, desde una edad temprana, y
que permita detectar situaciones de riesgo que, posteriormen-
te, se agudicen y se salgan de control. Es en esto último donde
las y los practicantes del programa de Licenciatura en Trabajo
Social de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (uacj) de-
ben desarrollar su actuación como futuras(os) trabajadoras(es)
sociales, diseñando y poniendo en práctica sus conocimientos
para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.
Esta actuación del trabajador social debe de ser basada en
nuevos paradigmas que lleven a la ciudadanía a entender que
no son dádivas o paliativos los que solucionan las necesidades
y problemas sociales que nos aquejan a todos, sino la búsqueda
constante del autoconocimiento de la realidad social, para poder
promover soluciones alcanzables en un proceso en el cual estén
incluidos los ciudadanos, las autoridades y los profesionales.
En las aulas debemos fomentar el análisis y el debate acerca
de la problemática social, para primero estar conscientes no-
sotros de lo que pasa en nuestra comunidad, en el país y en el
mundo, y así poder ir con los individuos, grupos o comunida-
des para sembrar la idea de que las cosas pueden ser diferentes
con la participación y esfuerzo de todos. Replantear la idea de
fomentar la construcción de políticas sociales y, en su lugar,
promover la defensa de los derechos humanos y sociales, mis-
mos que están consagrados en la Constitución Política. Las po-
líticas sociales fomentan el paternalismo de la autoridad hacia
el ciudadano convirtiéndolo en mero receptor de beneficios,
pasivo, y se da el control social, ya que la mayoría de estas polí-
ticas está enfocada en la entrega de despensas, materiales para
construcción, calentadores, leña (madera) y cobijas. Sin em-
bargo, los derechos son instrumentos que nos permiten crecer

Ricardo Antonio Yáñez Félix


como ciudadanos al ejercerlos, porque podemos opinar, elegir 11
y decidir. Con nuestra participación en las decisiones del go-
bierno podemos transformar la realidad, reorientando el gasto
social basado en necesidades de la ciudadanía y no en la ocu-
rrencia de los funcionarios del gobierno.
El trabajo social en la comunidad convoca, integra, dialoga,
organiza, concientiza a los ciudadanos a buscar en colectividad
la mejoría para sus barrios y colonias. No es una tarea fácil,
ya que se requiere talento, creatividad, paciencia, tolerancia,
imaginación y, sobre todo, una vocación de servir y trascender
en la vida. Ser creativo implica crear, construir, innovar, soñar
cómo puede ser el futuro de la comunidad, pero a la vez tener
paciencia para aceptar la velocidad con la que los ciudadanos
quieren construir su proyecto colectivo. En ocasiones, las y
los practicantes de trabajo social se desesperan al ver que los
ciudadanos van lentos en la decisión de participar, lo cual es
normal, porque han sido muchos años de clientelismo político
y social con el que se les ha mantenido pasivos; ser tolerantes es
comprender que las diferentes formas de pensar son parte de
la pluralidad, la multiculturalidad y la diversidad en la que vivi-
mos, porque no somos únicos: vivimos en una sociedad donde
hay otros que piensan, sienten y perciben de manera diferente
la realidad en la que vivimos. La imaginación nos lleva a tener
esperanza en que las cosas pueden cambiar de rumbo, que no
siempre va a ser igual, que solo es necesario darle la oportuni-
dad a la comunidad de proyectarse hacia el futuro.
La práctica, ya sea de caso, grupo, acción social o comu-
nidad, no solo es la oportunidad para conocer la realidad,
sino también un espacio para el desarrollo profesional de las
y los estudiantes, ya que tienen que emplear un proceso me-
todológico que les implica atravesar por niveles de investiga-
ción-diagnóstico, el diseño de programas y proyectos, la im-
plementación de los mismos y su respectiva evaluación, todo

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
12 ello debidamente documentado y sistematizado, y acompaña-
do de técnicas e instrumentos que les permiten a las alumnas y
alumnos facilitar el proceso.
Arturo Herrera Robles

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Introducción 13

Quien sabe lo que está buscando y a donde quiere llegar,


encuentra los caminos ciertos y el surco de caminar.
(Anthony de Mello)

U
no de los retos actuales que enfrenta el trabajo
social es justificar su pertinencia histórica (que a
simple vista parece autoexplicarse y autoimponerse
en un contexto de acrecentamiento de necesidades
sociales), la cual suele ser sobreentendida en la relación di-
recta que guarda la “intervención social” con los sectores que
sufren los embates de la desigualdad contemporánea. Así, ve-
mos como cada día se incrementan de manera considerable los
programas académicos de grado y de posgrado, las matrículas,
las inserciones laborales y los proyectos construidos desde la
óptica “propia” del trabajo social. Ahora bien, este movimien-
to se debate entre dos polos: por una parte, encontramos a las
defensoras y los defensores —que, por lo regular, son parte del
gremio o de la población atendida— que sostienen que, efecti-
vamente, dicha profesión produce, a través de su intervención
planificada, cambios sociales,1 y por otro lado, tenemos a los
detractores rapaces del paradigma de la intervención social,

1 Para no enumerar el repertorio de textos y autoras(es) que comparten esta


idea, baste con mencionar aquella definición de la Federación Internacio-
nal de Trabajadores Sociales (fits) (2000) que expone que “la profesión de
trabajo social promueve el cambio social, la resolución de problemas en las
relaciones humanas y el fortalecimiento y la liberación del pueblo para in-
crementar el bienestar…”. Más adelante vamos a contrastar el acercamiento
idealista y subjetivo con el que se han tratado, tanto en la formación univer-

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
14 quienes, apoyados en datos cuantificables,2 afirman la inope-
rancia e ineficacia de los moldes que utilizan las profesiones
llamadas (incorrectamente) de campo en concordancia con las
directrices que toma el Estado para las actuales políticas de re-
distribución de la renta y para superar los índices de baja cali-
dad de la vida. Ante este panorama, ¿cuál es, concretamente,
el papel del trabajo social?, ¿qué tipo de alcance contienen los
cambios que promueve?, ¿es su práctica profesional simple y
llanamente una re-producción del orden vigente o, efectiva-
mente, representa una superación de las condiciones mate-
riales de la desigualdad?, ¿qué impacto tiene su práctica en las
condiciones de vida de la población que atiende?
Para responder a dichas interrogantes proponemos como
algo necesario y urgente abordar el impacto sistémico3 de las
distintas modalidades que asume el ejercicio del trabajo social
en los contextos donde este se enmarca. Para ello, tomamos
como base de nuestro análisis la práctica escolar y profesiona-
lizante del trabajo social en el municipio de Juárez, Chihuahua
(llevada a cabo en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
[uacj]), con lo cual pretendemos abonar a la discusión sobre las
líneas de reflexión que problematizan la naturaleza, pertinen-
cia y desarrollo de nuestra profesión.
Por otro lado, nuestra búsqueda también tiene por come-
tido evaluar la solidez de los contenidos categoriales que se

sitaria como en las asociaciones gremiales, las dimensiones constitutivas de


nuestra profesión.
2 Puede verse la aplicación del instrumento llamado coeficiente de Gini en dis-
tintos países de Latinoamérica, para medir el impacto de las políticas sociales.
3 En nuestro trabajo de investigación el término sistémico no está emparen-
tado ni tiene lugar como categoría de análisis en la Teoría de Sistemas. Con
dicho concepto queremos significar el reconocimiento de los sistemas eco-
nómico, político, social y cultural imbricados en los fenómenos que aborda
el trabajo social y cómo estos sufren una modificación, a partir de la interven-
ción planificada, en la población a la cual van dirigidas sus acciones.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


proclaman desde la práctica escolar del trabajo social en la uacj 15
(que, sin lugar a dudas, representa el ejercicio profesional en
nuestro municipio) expresados en las nociones del conocimien-
to de las causas, análisis crítico de la realidad e incidencia en
las políticas sociales. Para cumplir con nuestro cometido, par-
timos del propio impacto de las acciones y estrategias empren-
didas en los llamados campos de acción, involucrando la per-
cepción de los “beneficios” o cambios sufridos por la pobla-
ción implicada (usuarios, grupos, comunidades, profesores,
supervisores y estudiantes), ya que es de llamar la atención de
que en un solo semestre se estime que 6850 personas fueron
beneficiadas directamente y 12 501 de forma indirecta;4 por lo
tanto, ¿qué clase de beneficio fue este? Uno que se esfuma con
el cierre de la práctica o, por el contrario, aquel que tiene como
horizonte transformar los patrones de producción y distribu-
ción de las demandas sociales, que posibilite, entre otras cosas,
la organización y participación ciudadana real, es decir, como
un derecho y una práctica que se asumen en acciones colectivas
y que promueven luchas políticas de largo plazo en contra de
quienes generan la acumulación excluyente.

4 Información consignada en los cuadernillos de Informes de la práctica es-


colar publicados por la Coordinación de la Licenciatura en Trabajo Social
de la uacj.

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
1. Estado actual de la “cuestión social” 17
en Ciudad Juárez, Chihuahua

L
a intención del apartado que a continuación presen-
tamos trata de abordar, a manera de resumen, los
vínculos sustantivos que existen entre la denominada
“cuestión social”, el trabajo social y el estado actual
de la realidad “social” en Ciudad Juárez, hablando en términos
de aquellos fenómenos asociados a la exclusión, pobreza y mar-
ginación poblacional.
En principio, nos acercamos desde un punto de vista socio-
histórico a la relación productiva establecida entre la cuestión
social y el trabajo social, tratando de repensar los fundamentos
que le dieron origen y que, actualmente, sostienen dicho lazo
intrínseco hasta el punto de convertirse en uno de los princi-
pales ejes de reflexión y análisis de la profesión. Justo después
proponemos a Ciudad Juárez (espacio de nuestro estudio)
como territorio constituido en la trama de la complejidad y la
contradicción, debido a sus propias condiciones históricas,
geográficas, políticas, sociales y económicas, donde constante-
mente se recrudecen las artimañas de la clase político-empresa-
rial para reconfigurar el capitalismo como molde hegemónico.
Esto nos introduce en el debate de la “actual cuestión so-
cial” de la ciudad. En este sentido únicamente pretendemos
destacar las que —a nuestro juicio— son las secuelas más críti-
cas desencadenadas por la reciente precarización, a partir de la
recepción de algunos postulados neoliberales que configuran

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
18 el “mundo del trabajo” en nuestro municipio.5 Para finalizar,
polemizamos el abordaje del trabajo social hacia la problemá-
tica “social” de nuestra ciudad, donde sostenemos que los
instrumentos y las técnicas para la acción (sin considerar el
momento constitutivo de la instrumentalidad) se imponen al
acercamiento crítico de la realidad.

1.1 “Cuestión social” y trabajo social

Son ya varios los estudios que nos permiten entender que la


legitimidad social del trabajo social como profesión está vin-
culada a la intervención sobre las llamadas secuelas de la cues-
tión social. En efecto, el lugar que ocupa dicha profesión en
la división (actual) social y técnica del trabajo es determinada
por el reconocimiento explícito que el Estado, a través de la
concreción de las políticas públicas en instituciones, otorga
al proceso de operacionalización e instrumentalización de las
acciones dirigidas a la pretendida inclusión y fortalecimiento
de la población marginada. De ahí que gran parte de las dis-
cusiones actuales acerca de la naturaleza y reproducción de la
disciplina tengan como parte neurálgica el binomio interven-
ción/cuestión social, hasta tal punto de consolidarlo como el

5 En nuestro estudio hemos descartado (no de forma casual) el tema de la


violencia, debido a que, por su impacto estructural, ha merecido la aten-
ción reciente de innumerables investigaciones desde distintos ámbitos; sin
embargo, sostenemos que dicho fenómeno tiene la misma raíz respecto de
otros aquí tratados, a saber: el desempleo. Pues la polarización que produ-
ce entre aquellos grupos privilegiados con acceso a derechos laborales y
sociales y otros (la gran mayoría) subempleados o con empleos temporales,
también llamados descartables, provoca que se incremente el acceso de un
gran número de personas al mundo del narcotráfico, para cumplir (por un
intercambio monetario que suple los beneficios de un empleo estable) con
acciones de contrabando o de sicariato, esto solo por mencionar una de las
consecuencias del incremento del ejército de reserva de mano de obra en
cuanto a cuestiones de violencia se trata.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


eje central de la agenda contemporánea de nuestra profesión.6 19
Por esta razón es que nuestro punto de arranque será, aunque
sea de forma sintética y recordando que el objetivo de nuestro
trabajo es analizar la práctica específica del trabajo social en
nuestro municipio, repasar críticamente los fundamentos que
sostienen dichas nociones hoy día.
Desde hace ya algunas décadas, la jerga del trabajo social
incorporó a su acervo el término cuestión social o nueva cues-
tión social para referirse (de forma genérica e indistinta) a los
fenómenos o “problemáticas” de las más diversas y variadas
índoles (pobreza, exclusión, desempleo, entre otros), que re-
flejan las contradicciones fundamentales del sistema capita-
lista entre capital/trabajo y fuerzas productivas/relaciones de
producción, a su vez, dignas de ser tomadas en cuenta para su
modificación, con lo cual se naturalizó esta expresión sin que,
las más de las veces, se tracen sus fundamentos históricos, po-
líticos y teóricos.
Comencemos por señalar que el término no es para nada
nuevo (ni los fundamentos que actualmente la promueven,
como veremos más adelante). Esta expresión comienza a ser
difundida en la mitad del siglo xix por pensadores y críticos de
la sociedad, para designar los efectos catastróficos que trajo
consigo la primera onda industrializante iniciada en Inglaterra
a finales del siglo xviii, señalado como el fenómeno del paupe-
rismo (Netto, 2003, p. 57). Si bien es cierto que antes de la ins-
talación del periodo de industrialización en Europa Occidental

6 Para ejemplificar dicha aseveración, podemos mencionar el caso de la eva-


luación en la formación académico/profesional que en México lleva a cabo
el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval), a
través del examen egel (Examen General para el Egreso de la Licenciatura
en Trabajo Social), donde los contenidos a evaluar están permeados por la
noción referencial de la intervención social (instrumentalización, procesuali-
dad metodológica, estrategias y promoción) y de cuestión social (estudio del
contexto social, necesidades y factores de riesgo).

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
20 existían segmentos de población con carencias y necesidades
no resueltas, es importante subrayar que, “por primera vez en
la historia de Occidente la agudización masiva de la pobreza se
vinculaba de forma directa con el aumento de la capacidad so-
cial de producir riquezas” (idem, p. 58), con lo cual el consenso
general percibía este desdoblamiento como algo nuevo.
Ahora bien, esta nueva designación del pauperismo —como
cuestión social— tiene su cauce en las formas de organización
y presión sociopolíticas que la clase trabajadora (pauperizada)
desarrollara en los albores de la primera mitad del siglo xix,
transformando su condición de excluidos resignados, a favor
de mantener la esperanza de un progreso masivo que jamás lle-
garía en un movimiento de clase que hacía tambalear al orden
burgués y a sus instituciones sociales;7 así, la cuestión social
terminó por expresar “la relación dialéctica entre estructura y
acción, en la cual sujetos situados estratégicamente asumieron
papeles políticos fundamentales en la transformación de nece-
sidades sociales en cuestiones” —buscando incorporarlas en la
agenda pública y el campo decisorio— (Pereira, 2003, p. 72).
De esta forma, el sentido categorial de la expresión cues-
tión social estaba asociado directamente a su propia supe-
ración, es decir, su disolución (como punto de llegada del
movimiento obrero) se pensaba como la alteración esencial
del orden burgués. Irónicamente, en el punto más álgido del
movimiento obrero (nos estamos refiriendo a la revolución de
1848) el término comienza a ser apropiado por el vocabulario
del pensamiento conservador, por dos razones: la primera fue
que los defensores de la burguesía quedaron impedidos (ya que
su fe en el progreso y desarrollo que traería el sistema capitalis-
ta había mermado por obvias razones) para descubrir las cone-

7 Puede consultarse el proceso histórico del despliegue del movimiento


obrero en Historia social del movimiento obrero europeo, de Wolfgang Aben-
droth (para nuestro trabajo hemos consultado la edición Macondo).

Ricardo Antonio Yáñez Félix


xiones dialógicas entre economía y sociedad, y por otra parte, 21
les urgía (como presupone la lógica positivista) naturalizar la
expresión en comento para desestructurar su sentido históri-
co. Así, la cuestión social (reimpulsada por nuevos pensadores
conservadores y defensores del orden burgués) pasó a desig-
nar únicamente sus efectos inmediatos: desempleo, hambre,
desamparo, etcétera, que debían ser controlados por medio de
reformas políticas, con lo cual quedó intacto el fundamento de
la sociedad burguesa en cuanto al resguardo de la propiedad
privada de los medios de producción.
Es así que la cuestión social pasa al campo de la racionalidad
hegemónica del capitalismo, impidiendo su comprensión teóri-
ca, y es hasta que aparece la primera publicación del primer vo-
lumen de El capital que “la razón teórica accede a la compren-
sión de sus causalidades”, desvelando, en el capítulo 23 con la
Ley General de la Acumulación Capitalista,8 su núcleo fundador
en el conocimiento exhaustivo del proceso de producción capi-
talista. Es precisamente dicho análisis marxiano el que desnu-
da la complejidad y los elementos constitutivos de la cuestión
social asociados al propio desarrollo capitalista, a la relación
capital-trabajo, que produce la explotación manifestada como
realidad en las contradicciones y antagonismos de las fuerzas
productivas (socializadas), y a las relaciones de producción (que
garantizan la apropiación privada del excedente y la decisión,
también privada, de su destino) (cfr. Netto, idem, pp. 61-64).
Desde estas dos vertientes expuestas (la burguesa y la re-
volucionaria) la llamada cuestión social se integró como con-
cepto discutido (debido a sus comprensiones diferenciadas)
en los periodos de reestructuración del capital de los siglos
xix, xx y xxi hasta llegar actualmente a su lapso de restauración

8 Vid. Marx, C. (2000). Ley General de la Acumulación Capitalista. El ca-


pital. Crítica de la economía política, tomo i (1.ª reimp.) (trad.: Wenceslao
Roces). México: fce, 517-549.

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
22 (Vid. Mandel, 1987, pp. 427-484) bajo los presupuestos de la
globalización neoliberal,9 que aniquilan de tajo el welfare state
para instaurar una especie de workfare que “redescubre” a los
“nuevos excluidos”, “la nueva pauperización y explotación”;
en suma, la “nueva cuestión social” convertida en el supuesto
objeto de estudio del trabajo social.
Esta supuesta “nueva cuestión social” es actualmente uti-
lizada para encasillar los fenómenos “sociales” que aquejan a
la población más vulnerada de nuestro contexto (a veces men-
cionados como necesidades o problemáticas) y que producen
efectos perversos en las personas que los padecen, aunque
abordados desde distintos ángulos (académico, político, dis-
cursivo-ideológico) para su explicación, intervención y “com-
bate”. Lo cierto es que se “impone sin problematizaciones de
peso y, por lo tanto, sin los debidos enfrentamientos por parte
de fuerzas sociales estratégicas” (Pereira, idem, p. 72), donde,
por supuesto, incluiríamos como fuerza social a las distintas
profesiones encargadas de “intervenir” en la realidad como
es el caso del trabajo social, que dicho sea de paso tiene como
desafío teórico y como compromiso político explicar los funda-
mentos (incómodos y complicados), causas, impasses, articula-
ciones y formas de expresión (como efectos, no como causas)
de la actual “cuestión social”, si es que pretende apropiarse
comprehensivamente del señalado objeto de estudio.
Para ello, es necesario que urgentemente nos preocupemos
por entender los núcleos genéticos del capitalismo contempo-
ráneo (ya que este sistema es el que promueve la agudización
de los problemas), entre los que encontramos la economía

9 Como bien señala Carlos Taibo (2003) en su texto Globalización neoli-


beral y hegemonía de Estados Unidos (p. 42), la globalización neoliberal
contiene tres rasgos decisivos: no es un proceso espontáneo, no tiene un
carácter descentralizado y no reduce, en modo alguno, las dimensiones de
la pobreza.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


global, la hegemonía del liberalismo de mercado, la privatiza- 23
ción de los recursos socialmente producidos, entre otros. De
esta manera, nos pondremos en disposición de transformar las
“cuestiones sociales” —entre las que encontramos más eviden-
tes y reiterativas: la desigualdad social, la agudización de la po-
breza relativa y absoluta, el desmonte de los derechos sociales,
el desempleo (convertido en ocupaciones relativas), la violen-
cia estructural, etcétera— en cuestiones explícitas, que, como
bien ha señalado Potyara Pereira (ibidem), deben ser objeto de
correlaciones de fuerzas estratégicas para imponer un proyec-
to contrahegemónico.
Así, pues, la cuestión social (como tratamos de explicar
anteriormente) debe significar la confrontación política pro-
ducida por las contradicciones capital/trabajo y fuerzas pro-
ductivas/relaciones de producción que generan en nuestro
mundo10 las necesidades asociadas al desempleo, la pobreza y
la desigualdad. Lo que le exige al trabajo social desmontar los
contenidos de las nuevas coyunturas que explican, entre otras
cosas, el debilitamiento del Estado-nación, que garantizaba la
consecución de los derechos sociales en la trama del Estado be-
nefactor keynesiano y las nuevas formas estatales de regulación
y gestión social.

10 Algún lector informado podría refutar que es un anacronismo seguir uti-


lizando en la actualidad el término marxista de fuerzas productivas, ya que la
era industrial ha sido sustituida por la época informacional y, por lo tanto,
las condiciones materiales de producción ya no existen más (al menos no
de la misma forma); pues bien, las innovaciones tecnológicas y los nuevos
perfeccionamientos de las herramientas no han hecho otra cosa que seguir
acentuando las contradicciones en el orden económico imperante, alteran-
do, inclusive, la relación Estado-sociedad.

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
24 1.2 Ciudad Juárez: espacio fértil
para el establecimiento de la desigualdad social

La intención de este apartado pequeño es sintetizar y relacio-


nar algunos de los excelentes trabajos académicos, que hasta
hoy día nos permiten pensar en Ciudad Juárez como un espa-
cio forjado desde las condiciones de producción, distribución
y consumo capitalista, esencialmente asimétrico e inequitativo;
asimismo, pretendemos destacar las consecuencias funestas
que trae consigo sobrevivir en un municipio con vacíos de po-
der político, social, cultural y económico, que se instalan en la
conciencia colectiva como la actual “cuestión social” de nues-
tro municipio.
El establecimiento y desarrollo de los fenómenos estructu-
rales que padece gran parte de la población en Ciudad Juárez
(acentuados de forma significativa en las últimas tres décadas)
como violencia, pobreza, inequidad, desempleo, entre otros,
tiene una estrecha relación con su conformación histórica re-
ciente, como bien lo ha señalado Herrera Robles (2007), al
pasar de una ciudad preindustrial a una industrialización tar-
día y de una ciudad-dormitorio en tránsito a una sociedad de
consumo, como parte del reflejo de la programática neoliberal
asumida y propagada paulatinamente por la clase político-em-
presarial en la frontera norte del país.
A pesar de que el signo característico más relevante de
Ciudad Juárez, desde el punto de vista socioeconómico en la
segunda mitad del siglo xx y lo que llevamos del xxi, ha sido la
expansión industrial (tomando en cuenta los impasses en los
tiempos de recesión y crisis), producto del establecimiento de
empresas transnacionales que aquí operan, ello no ha sido si-
nónimo de estabilidad y seguridad social, sino al contrario, la
precarización en los terrenos de lo laboral, lo social y lo econó-
mico ha acompañado su propio proceso de “modernización” y

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de “urbanización”. Si bien la industria, junto al sector de ser- 25
vicios y el comercio, ha sido el motor fundamental de la eco-
nomía fronteriza, es necesario apuntar, por una parte, que a la
instalación de la maquiladora le sobrevino la supervivencia de
la población con sueldos de miseria llamados “mínimos”, don-
de en la actualidad con un promedio de 700 pesos semanales
(suponiendo que al trabajador le sumen en su salario las “bon-
dades” de las bonificaciones empresariales) el asalariado tiene
que cubrir todos los gastos generados en su hogar y, por otra,
los cambios sustanciales en la constitución de las familias: di-
vorcios, familias monoparentales, niños al cuidado de la vecina
o de nadie al entrar al mercado de trabajo los dos padres, des-
integración, deserción escolar para ingresar en el empleo de
la fábrica, etcétera, con todas las consecuencias que acarrean
dichos fenómenos sociales.
Aunado a ello y siguiendo con el análisis de Herrera Ro-
bles (2007, pp. 82-111), el municipio se convirtió en un foco de
atracción, sobre todo para miles de personas del sur del país
que dejaban su lugar de origen y llegaban a nuestra ciudad en
busca de mejores condiciones de vida o como trampolín para
introducirse a Estados Unidos y cumplir el “sueño americano”.
De tal suerte que Ciudad Juárez se convirtió en un enorme dor-
mitorio industrial. Esta especie de ciudad-dormitorio potenció
un aumento acelerado de viviendas amoldadas al estilo de vida
que imponía la industria maquiladora (con lo cual tomaron re-
levancia las actividades de construcción de fraccionamientos fi-
nanciados por el Infonavit o el Fovi), un crecimiento acelerado
sin planeación urbana, zonas residenciales de la clase obrera,
una organización espacial de la población relacionando vivien-
da-centro de trabajo y un fuerte apoyo de las autoridades loca-
les para asegurar los grandes parques industriales.
En consecuencia, se establecieron las condiciones idóneas
para que los habitantes de nuestra ciudad quedaran sometidos

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
26 a la lógica del consumismo, ya que la vida de la propia masa de
trabajadores vinculados directa o indirectamente a la industria
maquiladora giró en torno a la valorización suprema de la mer-
cancía —como una aspiración intrínseca del obrero por apro-
piarse del producto producido mediante el uso de su fuerza de
trabajo— como bien fetichizado e, incluso, propagado e ideolo-
gizado (en términos de falsa conciencia) por el gobierno local.
Estrategia acorde con la avanzada neoliberal que ha permitido
sectorizar las respuestas del aparato estatal en la redistribución
de la renta, segmentando y desarticulando en sectores autó-
nomos su propia responsabilidad, sobre todo dando un peso
mayúsculo al “tercer sector”, es decir, a la sociedad civil or-
ganizada. De esta forma, el círculo queda cerrado cuando se
desligan las consecuencias nefastas de una sociedad de con-
sumo desmedido (impuesta ideológicamente como norma de
“convivencia ciudadana”, claro está que regulada, promovida y
ponderada en el mercado —segundo sector—) del Estado —pri-
mer sector—, que a su vez se (des)responsabiliza de los princi-
pales problemas estructurales que afectan a la población, y de
la sociedad civil —tercer sector—, que queda como garante de
asistir a la ciudadanía.
De tal forma que Ciudad Juárez (como la mayoría de las ciu-
dades industriales del tercer mundo) se encuentra en la transi-
ción de no procurar ya más el trato del rezago social en un pro-
ceso de redistribución que garantice, por medio de políticas y
servicios sociales, el acceso del grueso de la población a bienes y
servicios. Se ha impuesto el proyecto neoliberal que entiende un
mínimo actuar del Estado en el “área de lo social”, focalizando
y precarizando las políticas sociales que en la actualidad son fi-
nanciadas en parte por donaciones de la sociedad civil y en parte
por las nuevas retenciones impuestas a las clases trabajadoras.
Resumiendo, irrumpe un asistencialismo disfrazado que, poco a
poco, sustituye los derechos constituidos históricamente.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


Muestra inequívoca de ello es el enfrentamiento a la pobre- 27
za procurado por la anterior gestión municipal expresado en
su Plan Municipal de Desarrollo 2010-2013, donde partiendo
de un diagnóstico11 que mostraba que, en 2005, el 43 % de los
hogares se encontraba en situación de pobreza patrimonial,
20 % en pobreza de capacidades, 15 % en pobreza alimentaria,
además de 50 % de la población juarense con algún grado de
marginación, se propuso implementar estrategias y políticas
públicas (partiendo de las premisas fundamentales de comu-
nidad con calidad de vida, que tiene por objeto el desarrollo
social) para la atención integral de la población. Para ello, se
diseñaron líneas de acción que claramente evidencian la (des)
responsabilización del gobierno municipal para atender las
necesidades de la población y la procuración de un nuevo asis-
tencialismo disfrazado en el ropaje del empoderamiento de la
sociedad civil expresado de la siguiente manera:

• Promover y gestionar el desarrollo social municipal en for-


ma conjunta con los diferentes órdenes de gobierno y la
sociedad civil.
• Promover la participación de la iniciativa privada y la so-
ciedad civil en los proyectos a realizar en el ámbito del de-
sarrollo municipal.
• Elaborar un censo de las organizaciones sociales y promo-
ver acciones en conjunto para atender la problemática so-
cial (Plan Municipal de Desarrollo 2010-2013, p. 21).

Desde esta perspectiva descubrimos que el supuesto “com-


bate” a la pobreza no es de ninguna manera estructural, sino
que depende de las situaciones inmediatas de la organización y
desenvolvimiento de la sociedad civil y de la “generosidad” res-

11Vid. Folleto anexo. Plan Municipal de Desarrollo 2010-2013 del municipio


de Juárez, Chihuahua.

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
28 ponsable de la iniciativa privada, es decir, se ofrece una respues-
ta superflua e inmediata a un fenómeno estructural. Por esta ra-
zón es que día a día se agravan más las condiciones de miseria en
Ciudad Juárez, ya que para 2012, según el informe técnico final
de la investigación intitulada La geografía de la pobreza urbana
en Ciudad Juárez, Chihuahua: dinámica y evolución (Fuentes
Flores, Peña Medina, & Hernández Hernández, 2012, p. 2),
el 33 % de la población se encontraba en situación de pobreza
moderada, 4.8 % en pobreza extrema, 23.2 % en vulnerabilidad
por carencias sociales y 13.8 % en vulnerabilidad por ingresos.
Asimismo, el 33.60 % de la población presentaba carencia ali-
mentaria, 26.30 % rezago educativo, 31.40 % no tenía acceso
a los servicios de salud, 31.60 % no tenía acceso a la seguridad
social, 29.90 % tenía viviendas con materiales de baja calidad y
5.60 % no tenía acceso a servicios básicos en sus casas.
Al acercarnos, aunque sucintamente, al estado de la situa-
ción actual de nuestra ciudad en los terrenos de la dualidad
“cuestión social”/calidad de vida, hemos visto que nuestro
municipio como ámbito territorial comporta el signo de la com-
plejidad, por lo cual pretendemos cerrar este apartado con una
pequeña reflexión que nos ponga en disposición de situar las
relaciones de producción en Ciudad Juárez como la fuente pri-
mordial que permite las disparidades sociales latentes en cuan-
to a niveles de vida, tipos de consumo, desigualdad económica
y diferencias sociales. Para ello, es necesario preguntarnos:
¿quién produce?, ¿cómo se comporta el mercado de trabajo y el
empleo en la región?, ¿cuáles son los niveles de bienestar actua-
les?, ¿de qué forma se establecen sus relaciones económicas?,
¿cuáles son las variaciones de la fuerza de trabajo?
Es vasta la bibliografía que ya apuntó que Ciudad Juárez (al
igual que las principales ciudades fronterizas de nuestro país)
estableció sus relaciones económicas de producción gracias a
la presencia de inversiones extranjeras, primordialmente a tra-

Ricardo Antonio Yáñez Félix


vés de la industria maquiladora de exportación, las cuales con- 29
dicionaron la forma de inserción laboral de la población econó-
micamente activa y los mecanismos de acceso a las condiciones
de bienestar, acentuando de forma significativa la interdepen-
dencia con Estados Unidos.12 Así, pues, las crisis económicas
de nuestro país han provocado un abaratamiento excepcional
de la mano de obra en las industrias fronterizas gracias al alto
poder adquisitivo del dólar, lo que de suyo trajo como conse-
cuencia una gran expansión de las maquiladoras en las últimas
dos décadas del siglo pasado en detrimento del empleo perdido
por otras actividades económicas establecidas (Brugués Rodrí-
guez, 2005, pp. 66-70).
Con lo cual vemos que el sector industrial absorbe la mayor
parte de la fuerza laboral en Ciudad Juárez, porque, según la
Encuesta Nacional de Empleo Urbano, para el cuarto trimestre
de 2002 la industria manufacturera contenía más del 50 % de la
mano de obra regional, a pesar de su incremento en los siguien-
tes años (lo que disminuye considerablemente la tasa de desem-
pleo en comparación con el comportamiento de este indicador
en la mayoría de las ciudades de nuestro país). Ello no quiere
decir que los niveles de bienestar hayan aumentado, como ya lo
hemos comentado,13 debido a que las condiciones laborales de
los asalariados son cada vez más desfavorables en lo que respec-
ta a ingresos, seguridad médica, número de horas trabajadas a la
semana, seguridad e higiene, entre otros, es decir, conforme el
empleo aumenta también lo hace su propia precarización, como
ya ha observado el análisis de Cruz Piñeiro (2005).

12 No es casual que, por ejemplo, de 2000 a 2004 Ciudad Juárez mostró pér-
didas de empleo en las maquilas, justo cuando apareció una desaceleración
económica importante en Estados Unidos (cfr. Cruz Piñeiro, 2005, p. 138).
13 Según esta misma encuesta, el aumento de horas trabajadas de la población
económicamente activa, de 1990 a 2005, fue de la mano con la reducción del
ingreso real mensual, lo que es una de las principales contradicciones en el
“mundo del trabajo” en Ciudad Juárez.

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
30 Recapitulando, cualquier intención real de abatir la pobre-
za y los empleos inestables e inseguros, por solo señalar parte
de las consecuencias de un desarrollo pauperizado de nuestra
ciudad, que trate de mejorar las condiciones de vida de la po-
blación, debe forzosamente impactar y revertir la lógica actual
de las relaciones de producción que establecen un mercado de
trabajo caracterizado por ser:

1. Precario: con salarios de supervivencia en los sectores de


la industria, el comercio y los servicios, donde cada vez
más persiste la tendencia a negar y desaparecer derechos
históricamente conquistados como los mecanismos de
protección de la seguridad social (sustituidos por la flexi-
bilización del empleo).
2. Discriminatorio: la figura de la mujer sufre los estragos
de un nulo reconocimiento equitativo por el empleo de su
fuerza de trabajo, ya que recibe en promedio (aun demos-
trando mayor competencia que su complemento masculi-
no, inclusive, mejor nivel educativo) 30 % menos retribu-
ción en salario que los hombres (vid. Brugués Rodríguez,
op. cit.).

Dichas consideraciones tratan de ofrecer un punto de parti-


da para pensar el ejercicio del trabajo social en Ciudad Juárez,
revalorando la responsabilidad ética, teórica y práctica, que
como actor social supone nuestro actuar en un contexto de
vulnerabilidad y (des)protección humana.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


1.3 Consecuencias del establecimiento del neoliberalismo 31
económico en la ciudad

El panorama trazado hasta el momento nos permite entender


a Ciudad Juárez como un espacio contradictorio y conflicti-
vo, que si bien contiene rasgos particulares por su condición
de frontera con el país imperialista por excelencia no escapa
al movimiento y disposición de la política económica global,
sino al contrario, las consecuencias de esta se recrudecen día
a día en un territorio de permanente intercambio industrial y
comercial, como ya hemos señalado que es el nuestro. Por ello,
vamos a repasar sumariamente los efectos negativos que han
acarreado a nuestro entorno las estrategias públicas actuales,
que cimentadas en el neoliberalismo económico condicionan
el desarrollo de la “actual cuestión social”, de la que se des-
prenden (como secuelas) los fenómenos o problemáticas que
estudia y aborda el trabajo social en la localidad, como ya he-
mos apuntado.
Como ya es bien sabido, el neoliberalismo ha sido la últi-
ma trama del liberalismo económico adoptado por la economía
global (comandada por los países poderosos de Occidente)
como parte fundamental de la respuesta dada para el manteni-
miento del orden capitalista, a partir de la gran crisis del welfa-
re state (1974-1975). Los postulados neoliberales surgen como
alternativa (liberal) de contrarrespuesta al keynesianismo,14

14 Es importante señalar que aunque aparentemente el keynesianismo y el


neoliberalismo parezcan ser posiciones mutuamente excluyentes, no lo son:
las dos corrientes son expresiones singulares de los postulados del libera-
lismo económico clásico, que si bien históricamente han constituido una
oposición estratégica entre liberales, las dos propician el mismo desarrollo
de acumulación capitalista. Por el momento baste con advertir que en plena
crisis económica mundial de 2008-2009 (generada por la crisis de hipotecas
de alto riesgo en Estados Unidos) las medidas adoptadas por los países, a
partir de las recomendaciones del fmi y del bm, fueron keynesianas conocidas

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
32 al Estado benefactor, a la justicia social y a la disminución de
la desigualdad. Constituye un ataque frontal al camino segui-
do por los países capitalistas avanzados, que en el periodo de
posguerra adoptaron el intervencionismo estatal para corregir
los problemas del mercado y aumentar la demanda y el em-
pleo, aunque resultaron inviables para el capital a largo plazo
derivando en una nueva fase de crisis capitalista (1973). De tal
forma que el neoliberalismo, a partir de esta etapa, se instaura
como el modelo hegemónico que “corrige” las grietas de un
sistema desigual e injusto (capitalista), que defiende y promue-
ve (para asegurar la “libertad” de los individuos) la defensa de
un sistema social organizado, a través de la libre competencia
en el mercado, la desigualdad social y la competitividad como
instrumentos de desarrollo y progreso, y la acción mínima del
Estado (democrático y de derecho) en la “cuestión social”.
Ahora bien, en México son varios los autores que coinci-
den en que el proyecto neoliberal en nuestro país se aplicó a
partir de 1982 como respuesta a la gran crisis que mostró el
“desarrollo estabilizador” en los años setenta con el modelo
político-económico de sustitución de importaciones. Es pre-
cisamente con la nacionalización de la banca en el país que el
Estado de intervención (o benefactor de premisas keynesianas)
encontró su desmoronamiento, ya que se amplió considera-
blemente el gasto estatal sin fuentes de financiamiento en un
entorno de desprestigio total de legitimación gubernamental,
corrupción, nepotismo y patrimonialismo. Fue en los sexenios
transcurridos de 1982 a 2000 que se consolidó la estrategia
neoliberal en cinco temas puntuales:

como “paquetes de estímulos”, con lo cual vemos que en pleno “auge” del
neoliberalismo y de las propias crisis que genera, aparecen sin contradicción
alguna los principios de una vertiente supuestamente superada (cuando en
realidad lo que persiste son los fundamentos de un mismo hilo conductor).

Ricardo Antonio Yáñez Félix


• Deterioro del Estado de intervención, así como de su res- 33
ponsabilidad social: para revertir el déficit público crónico
en México, se aumentaron los precios de los productos y
bienes de las empresas estatales, y se vigorizó un control
salarial estricto, aplicando topes a las retribuciones obre-
ras para disminuir su propia capacidad real de consumo.
• Liberalización y desregulación industrial, comercial y fi-
nanciera: baste con mencionar la apertura comercial del
país gracias a su ingreso al Acuerdo General sobre Aran-
celes Aduaneros y Comercio (gatt, por sus siglas en in-
glés) en 1986 —lo que propició una economía abierta—, a la
firma del Tratado de Libre Comercio en 1993 y al Tratado
de Libre Comercio con la Unión Europea en 2000.
• Se priorizó el capital financiero o la llamada inversión de
cartera sobre el capital productivo.
• Pérdida en la soberanía político-económica, al aceptar
paulatinamente las directrices del Fondo Monetario Inter-
nacional (fmi) y del Banco Mundial (bm).
• Privatizaciones y disminución del gasto público: un ejem-
plo fueron los casos de Mexicana de Aviación, Teléfonos
de México y la banca comercial. Con la venta de paraesta-
tales, se produjo, al mismo tiempo, una transferencia de
poder: con la reducción sustancial del Estado, se le abrie-
ron las puertas del poder político a las corporaciones in-
dustriales y financieras.

Desde esta caracterización general es que nuestro país si-


gue afianzando en su historia reciente no solo los ejes consti-
tutivos de la política neoliberal, sino sufriendo también los em-
bates de las crisis que genera dicho modelo. Es precisamente
dicho aspecto en el que nos detendremos para tratar de esbozar
una reflexión que nos ponga en disposición de responder una
cuestión central para el ejercicio del trabajo social en nuestra

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
34 localidad: ¿cómo se ha manifestado en la historia reciente de
Ciudad Juárez la última gran crisis económica mundial?, ¿qué
relación guardan dichos efectos con el ejercicio del trabajo so-
cial en el municipio?
Para responder a ello comencemos por señalar que la actual
crisis económica mundial (iniciada en 2008-2009) tuvo como
sustrato fundamental la crisis financiera de Estados Unidos,
que como ya señalamos emergió de las crisis de hipotecas de
alto riesgo en 2008. Con ello, cientos de miles de créditos fue-
ron cedidos a consumidores que no pudieron pagar sus cuotas
oportunamente, lo cual llevó a una restricción del crédito. Así,
el sistema financiero global (comandado principalmente por
Estados Unidos) se colapsó, dando paso a una serie de des-
ajustes en el orden del congelamiento del sistema crediticio
mundial, así como en la reducción de inversiones, de consumo
y de la demanda de bienes y servicios, trayendo consigo una
caída en la demanda de los precios y las materias primas. En di-
cho contexto de contracción de las economías nacionales (por
la reducción de la actividad, de la ganancia y de los ingresos
fiscales), se produjeron simultáneamente recortes en servicios
públicos, en el empleo y, en algunos casos, en el colapso de los
fondos públicos para el retiro, es decir, se conformó una crisis
de capital que también se convirtió en una crisis laboral (cfr.
Cohen, 2012, pp. 35-58).
Esta crisis surtió sus efectos en nuestro país15 de manera ge-
neral y, de forma particular, en todas las urbes que conforman
su territorio. Siguiendo el modelo de Cohen (2012), a conti-
nuación trazamos un panorama sucinto de los efectos urbanos
de la crisis en Ciudad Juárez.

15 Por comentar solo alguno, se estimó que la economía mexicana presenta-


ría un retroceso económico del 1.8 % en 2009, perdiendo puestos de trabajo
de entre 160 000 y 340 000 personas.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


Comencemos por señalar que se redujeron, a partir de la 35
desestabilización económica global, las inversiones, el consu-
mo y el empleo urbano. Muestra de ello es la crisis del empleo
maquilador16 en la ciudad, donde se estima que para 2009 exis-
tió una pérdida de 70 000 empleos tan solo en esta industria
(Ampudia Rueda, 2009, p. 52), lo cual, aunado a su proceso de
“flexibilización” precaria, donde se firman convenios de tres
días por semana y se suprimen los bonos, el subsidio alimenti-
cio y, en otros casos, hasta el transporte, genera un panorama
de decremento considerable de dinero en la ciudad, por lo cual
no hay consumo ni reserva económica en el grueso de las fami-
lias juarenses que dependen del salario obtenido por la venta
de su fuerza de trabajo en dicho campo laboral. Así, pues, el
desempleo, la anulación de prestaciones y bonos, y la desapari-
ción de unidades de producción familiares acentúan de forma
significativa la pobreza urbana y la distribución de los ingresos
en Ciudad Juárez hasta el punto de romper el imaginario co-
lectivo de la ciudad construido sobre la idea de la prosperidad
gracias a la sobreoferta de empleo, con lo que

entre el desempleo y la inseguridad pública… la gente


siente que su vida pende de un hilo; no hace planes a futu-
ro, trata de que no le pase nada hoy. Se vive en una situa-

16 De tener un total de 217 778 personas empleadas para septiembre de 2007


disminuyó a 161 179 para septiembre de 2009. Si bien existe un repunte pau-
latino para septiembre de 2013 con 190 031 trabajadores contratados, debe-
mos acentuar que estos contratos se han realizado con las nuevas condiciones
neoliberales de flexibilización de la mano de obra, que entre otras cosas su-
primen “antiguas conquistas y derechos históricos” como el reconocimiento
de la antigüedad, la contratación permanente y la seguridad social (para con-
trastar los datos estadísticos del comportamiento del empleo en la industria
manufacturera, puede verse el Sistema de Indicadores de Calidad de Vida
2013 del Plan Estratégico de Juárez y la Estadística Mensual del Programa
Immex del Inegi).

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
36 ción de riesgo permanente y la vulnerabilidad se ha hecho
más profunda (Almada Mireles, 2009, p. 108).

Dicha situación trajo consigo, de manera paralela, una crisis


alimentaria, de capacidades y patrimonial en nuestro municipio.
Es de llamar la atención la situación de miles de infantes que
pasan hambre en nuestra localidad, ya que datos otorgados por
fundaciones, asociaciones y organismos de la sociedad civil que
trabajan con niños como La Mesa de la Infancia, Organización
Popular Independiente, Fundación Pedro Zaragoza y la inicia-
tiva para el comedor Sembradores de Paz y Esperanza reportan
que en las colonias marginadas donde prestan sus servicios con
comedores y centros comunitarios (a orillas de la ciudad, tanto
en el poniente como en el suroriente)17 son alarmantes los re-
sultados de las evaluaciones nutricionales que llevan a cabo con
este grupo poblacional, donde se reportan condiciones de des-
nutrición severa producto de la falta de alimentos en sus casas,
con lo cual el 20 % de los infantes atendidos en guarderías de
estos espacios territoriales, que oscilan entre los 0 y los 4 años
de edad, pasan por situación de hambre, recibiendo solo los ali-
mentos que se les proporcionan en su estancia en la institución;
es el mismo caso para las escuelas primarias, donde ya es común
encontrar a niños al punto del desmayo por falta de ingesta re-
gular, como apunta Almada Mireles (2009) en su análisis. Ante
dichas circunstancias son varias las acciones que los organis-
mos mencionados han implementado para mitigar la situación

17 Son estos espacios los que aportan la mayoría de trabajadores a la indus-


tria maquiladora, con lo cual se atribuyen como causas de la situación de
hambre en los niños: la disminución de empleo en la industria (como ya lo
expusimos), el abandono en el cuidado infantil cuando los tutores del menor
dedican alrededor de doce horas al trabajo maquilador (entre su horario y el
traslado al centro de trabajo), mujeres viudas por causa de la violencia estruc-
tural acentuada de forma significativa a partir de 2006, el recorte en el gasto
de los hogares, la falta de tiempo para preparar alimentos, entre otras.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


señalada: aumentar el número de alimentos ofrecidos al día, 37
elevar el número de infantes atendidos, exponer diagnósticos
situacionales de la niñez en Ciudad Juárez con publicaciones
académicas y de divulgación en medios de comunicación loca-
les y realizando propuestas de dirección para implementar una
política social que atienda la problemática; empero todas estas
iniciativas, el fenómeno sigue al alza, porque, según el Coneval,
la proporción de la población que carece de acceso a la alimen-
tación aumenta año con año.
Asimismo, otro de los impactos de la crisis en la población
juarense es la incapacidad de sostener la educación escolar de
los adolescentes, lo cual ha vaciado de forma considerable los
planteles educativos de nivel secundaria como consecuencia de
la imposibilidad de los jefes del hogar por asumir los gastos de
inscripción y colegiaturas (disfrazados como aportaciones vo-
luntarias) que cubren servicios y mantenimiento de estos cen-
tros de enseñanza, dando como resultado lo que algunos es-
tudiosos del tema en la ciudad llaman pobreza de capacidades
cuando se recorta el gasto en la educación. Aunado a todo ello,
la pobreza también afecta el patrimonio de las familias. Ante
la incapacidad de realizar las aportaciones a los créditos con-
cedidos (sobre todo por el Instituto del Fondo Nacional de la
Vivienda para los Trabajadores [Infonavit]),18 miles de familias
se han visto obligadas a abandonar sus casas para instalarse en
asentamientos irregulares en zonas periféricas, lo cual acentúa
la vulnerabilidad y el riesgo para los jóvenes que se encuentran

18 Según notas periodísticas recogidas por Almada Mireles (2009), se es-


tima que en Ciudad Juárez existen alrededor de 8000 acreditados que se
encuentran en situación moratoria respecto al pago de sus créditos. Conse-
cuentemente, y aunado a la pérdida de empleos en el municipio, los créditos
autorizados para vivienda por el Infonavit descendieron considerablemente
en los últimos años, ya que de 21 186 créditos concedidos para 2007 tan solo
se tramitaron 2691 para el primer semestre de 2012 (Informe Así estamos
Juárez [2013]).

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
38 fuera del sistema escolar y sin oportunidad de acceso a algún
empleo.19
Esta situación es acompañada también de un descenso im-
portante en el gasto social, especialmente en lo que se refiere a
seguridad social. En lo que respecta a salud, miles de ciudada-
nos perdieron su derecho (debido al aumento proporcional de
la tasa de desocupación en la localidad que para 2009 ascendió
a 10.33 %, lo que representó una cancelación de alrededor de 20
000 empleos) a ser atendidos en el Instituto Mexicano del Se-
guro Social (imss), lo cual provocó una estrategia pública emer-
gente, precaria e inviable en el área de salud: se “fortaleció” el
Seguro Popular (programa que se encontraba en fase piloto)
para dar cobertura a las personas desempleadas, ya que, como
sustenta el estudio de Velázquez Vargas (2009, pp. 175-178),
el Seguro Popular no responde a las necesidades de la pobla-
ción abierta, pues las más de 208 000 personas que necesitan
adherirse a un sistema de salud rebasan la capacidad actual de
infraestructura y personal médico con los que cuenta el munici-

19 Esta migración urbana en nuestro municipio (expulsión masiva de los deu-


dores crediticios de las zonas “urbanizadas” para asentarse en el territorio
periférico) es una expresión, desde nuestro punto de vista, cruel y contradic-
toria de la incapacidad que viene arrastrando gran parte de la población por
mantener su más valorado producto de consumo: la apropiación de la tierra.
Es cruel debido a que se despoja al asalariado de su única y, de cierta forma,
“asequible” (por medio del endeudamiento) fuente ficticia de capital —ya que
del patrimonio se alberga la esperanza de rentas futuras—. Y es contradictoria
debido a que esta destrucción masiva de los barrios no se acompaña de una
revalorización para su aprovechamiento, inclusive por los intereses del gran
capital, a través, por ejemplo, de una política urbana neoliberal de gentrifica-
ción (lo que de suyo es catastrófico), debido a que no existen las condiciones
necesarias para ello. En consecuencia, la ciudad se encuentra en una degra-
dación de su entorno urbano: plagada de villas urbanas abandonadas (con
todas las consecuencias que esto conlleva) y asentamientos precarios en sus
polos extremos, característico de lo que Marx y Engels (apud., Harvey, 2012,
p. 327) denominaron como formas secundarias de explotación impuestas a
las clases trabajadoras en sus lugares de residencia.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


pio; muestra de ello es el desabasto de medicamentos. Aún más 39
importante es señalar que de 2009 a la fecha, las tres esferas de
gobierno no han procurado soluciones a mediano plazo, para
que la gente tenga derecho a servicios de salud dignos.
Hasta el momento trazamos un pequeño panorama de algu-
nos de los efectos de la crisis en la ciudad como el desempleo,
la precarización de la seguridad social y el deterioro de la man-
cha urbana a causa de la migración masiva de la población hacia
las extensiones periféricas del territorio municipal. Ahora es
momento de establecer la relación que guardan dichas expre-
siones de la “cuestión social” con el trabajo social. Para ello,
creemos conveniente retomar las discusiones contemporáneas
sobre la legitimación profesional en un contexto de desarro-
llo del capital como sistema hegemónico y del establecimiento
de un Estado, que sigue afianzando premisas liberales para su
mantenimiento y consolidación.
En efecto, el surgimiento del trabajo social como profesión,
hablando en términos históricos y contextuales, está vinculado
directamente a un espacio socio-profesional determinado por
la necesidad del Estado (que asumió las premisas keynesianas
durante las décadas que van de 1930 a 1970 en consonancia con
la fase monopólica del capitalismo) por operacionalizar la po-
lítica social, sobre todo con programas sociales, con lo cual el
trabajo social aparece como una de las profesiones que actúa
en el campo terminal o, dicho de otra manera, de implementa-
ción de las políticas sociales, en suma ligadas siempre a la insti-
tución y a la población.
Sin embargo, creemos que la procesualidad histórica (que
impone ciertas dinámicas, desarrollos y retrocesos) afectó en
los últimos tres decenios (donde pasamos de un capitalismo
monopolista a uno de consumo multinacional, y de un Estado
que pretendía ser de carácter benefactor a uno neoliberal), de
manera significativa, el movimiento del capitalismo y la confor-

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
40 mación del Estado actual —que sigue legitimando la profesión,
reconociendo con una retribución salarial sus acciones en
las instituciones que este organiza y comanda—; por lo tanto,
modifica también los desafíos y espacios de oportunidad del
trabajo social,20 ya que en la actualidad no solo se nos exige la
implementación de la política social, sino también su gestión,
formulación y evaluación a través de programas y proyectos.
A tenor de lo dicho, el trabajo social no puede ser simpli-
ficado únicamente a una tarea de planificación de respuestas
inmediatistas a las expresiones de la exclusión marginal de la
población, dadas desde un ámbito con reconocimiento insti-
tucional; muy al contrario, abordar en una perspectiva profun-
da esta profesión exige descubrir las funciones que el Estado
amplía o disminuye en el ámbito de la cuestión social, además
de analizar su papel como administrador de los conflictos so-
ciales generados a partir de la polarización de los recursos
(lo cual exige profundizar en el sistema de cuño capitalista) y
cuestionar permanentemente aquello que posibilita y consoli-
da nuestras acciones. Más aún, cuando en nuestro presente se
aminoran los recursos para la prestación de servicios sociales,
debido a la retracción del Estado en el espectro público, lo que
de suyo atraviesa las condiciones y posibilidades de nuestro
trabajo, quedando, como ya subrayó Iamamoto (2000), tensio-

20 Creemos conveniente realizar un pequeño señalamiento al respecto:


efectivamente podemos constatar una resignificación del espacio público y
el privado en el contexto del orden mundial como respuesta a las crisis es-
tructurales, mas esto no quiere decir que se haya superado en definitiva la
hegemonía del sistema capitalista (al contrario, hoy día se acrecientan las es-
trategias de acumulación de capital) o que el Estado ya no tenga mayor cabida
como el eje soberano de un país (ya que es cierto que se desvanece en algu-
nos aspectos, pero en otros se fortalece); asimismo, es ingenuo pensar que
la naturaleza del trabajo social haya sido alterada por dichas circunstancias,
ya que su razón de ser sigue determinada por el papel que cumple el Estado
para garantizar los mínimos sociales, sea por medio de instituciones públicas
o privadas, ong, osc o colectivos organizados.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


nado entre las demandas de la población ante el agravamiento 41
de la cuestión social y la carencia de recursos en función de los
recortes presupuestarios del Estado, para enfrentar los proble-
mas de la sociedad.
De manera subsecuente, cuando el trabajo social atiende
parte de lo que hemos llamado efectos urbanos de la crisis, que
de hecho son secuelas particulares de la “cuestión social”, y
se personifican en la vida cotidiana con situaciones de riesgo
en casos, grupos y comunidades que asume nuestra profesión
para cumplir con su cometido profesional, no podemos con-
tentarnos con la atención que requieren dichas situaciones en
el orden de la productividad dentro de una visión instrumental,
ya que detrás de estas particularidades (de violencia, abandono,
apatía social, entre otros) se esconden un proceso histórico y
una serie de determinaciones que posibilitan el movimiento de
la realidad, lo que nos tendría que llevar a pensar forzosamente
en la raíz común de la cuestión social situada, indudablemen-
te, en un marco de producción capitalista. En otras palabras,
el modo de producción capitalista es el que permite la acumu-
lación privada de capital (Marx apud. Montaño y Duriguetto,
2011, p. 11), a través de la explotación en la relación capital-tra-
bajo entre los dueños de los medios de producción y los dueños
de la mera fuerza de trabajo; por lo tanto, no es la escasez ni la
distribución en el mercado lo que genera la desigualdad y la po-
breza. En las distintas expresiones de la cuestión social (como
se presenta comúnmente en la enseñanza universitaria básica
del trabajo social) es el mpc su sustrato elemental y distintivo,
de ahí que debiera ser tomado en cuenta como núcleo sustanti-
vo en nuestra formación.
Concluyendo, tener como verdadero horizonte profesional
la permanencia y consecución de los derechos sociales, es de-
cir, abonar en la lucha de la justicia social, a pesar de la perma-
nente tensión de intereses en la que se encuentra la profesión

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
42 en comento, exige y compromete a los practicantes de trabajo
social a desarrollar habilidades técnicas que respondan a las exi-
gencias de la población privada de recursos en sintonía con las
posibilidades reales de la institución a la que representan en un
momento determinado, pero también se vuelve imprescindible
explicar, desde una postura teórica definida, los fundamentos
esenciales que nutren cada una de esas particularidades, con
la intención de desmitificar la “cuestión social” y de no seguir
reproduciendo (aun de forma involuntaria) propuestas, estra-
tegias o intervenciones afines a los intereses exclusivos de la
clase dominante.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


2. Muestra territorial de acción 43

P
ara cumplir con el objetivo trazado en nuestra búsque-
da, vamos a caracterizar una muestra territorial de las
prácticas escolares que desarrollan las alumnas y alum-
nos del programa de Licenciatura en Trabajo Social de
la uacj en dos colonias de la ciudad: Olivia Espinoza de Bermú-
dez y Ernesto Che Guevara, lo que nos pondrá en disposición
de objetivar las condiciones particulares de desigualdad en el
municipio, valorar el trabajo que desempeñan las y los estu-
diantes en sus centros de práctica y construir (a partir de los
distintos sujetos implicados en el proceso de intervención) una
reflexión crítica acerca del impacto que generan las acciones
que emplea el trabajo social direccionadas a la comunidad para
superar condiciones de rezago.
Nuestra reflexión se apoya en la información que, de las
colonias mencionadas, provee el Censo de Población y Vi-
vienda 2010 con la clasificación de áreas geoestadísticas bási-
cas (Ageb); así también acudimos al Informe técnico final de
la investigación La geografía de la pobreza urbana en Ciudad
Juárez, Chihuahua: dinámica y evolución (Fuentes Flores,
Peña Medina, & Hernández Hernández, 2012), que integra a
partir de unidades territoriales de análisis (uta) una nueva es-
tratificación de la ciudad (a partir del ingreso), tomando como
unidad de selección la vivienda y como unidad de observación
el hogar; de la misma forma tomamos en consideración los es-
tudios de polígonos de pobreza realizados por la Secretaría de
Desarrollo Social (Sedesol) en 2009. Con esto queremos ad-
vertir al lector que nuestra aproximación a los microterritorios
señalados es una reflexión descriptiva proporcional basada en

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
44 los criterios de selección y estratificación diseñados para de-
terminar polígonos de pobreza, Ageb y uta; así, en estas cate-
gorías se integran varias colonias con características similares.
De igual importancia tomamos como fuentes fidedignas
(por su rigurosidad metodológica) los trabajos finales de las
alumnas y alumnos presentados en el segundo semestre de
2013, para acreditar su práctica escolar en las dos áreas geográ-
ficas señaladas, que entre otras cosas complementan los análi-
sis duros de la estadística y la informática (insensibles a la pro-
fundidad de las carencias de la población), aportando insumos
específicos acerca de cómo impactan en la vida cotidiana de los
habitantes los efectos de la crisis; también queremos destacar
los resultados de instrumentos de corte cualitativo aplicados a
las y los estudiantes, supervisores de práctica y ciudadanos im-
plicados en el proceso de “intervención” en dichos espacios,
para conocer su percepción en cuanto a la modificación del
fenómeno (con minúsculas, es decir, el fenómeno tratado), a
partir de la intervención planificada del trabajo social.
La colonia Olivia Espinoza de Bermúdez se localiza en el
suroriente de la ciudad, la cual es una zona con un grado de
marginación medio, ya que no presenta un atraso significativo
de infraestructura urbana y concentra población con acceso a
ingresos “estables”, gracias a la gran proporción de personas
contratadas en la industria maquiladora, lo que provoca que
los salarios recibidos muchas veces no alcancen para cubrir
la totalidad de los pagos de servicios y alimentación. Según la
información de los polígonos Hábitat (Sedesol, 2009), dicha
comunidad forma parte del polígono 8021B, que comprende
manzanas colindantes de las colonias Frida Kahlo, María Mar-
tínez, Simona Barba y Sor Juana Inés de la Cruz (Ageb 6716,
6720 y 6769), aunque la colonia Olivia Espinoza de Bermúdez
pertenece a manzanas georreferenciadas únicamente en los es-

Ricardo Antonio Yáñez Félix


pacios 6720 y 6769. Se estima que el número total de habitan- 45
tes del polígono es de 11 390 personas.
Esta área geográfica del municipio tiene una topografía
accidentada, ya que no cuenta con pavimentación adecuada y
solo pocas calles lo están, y aunado a ello, las vialidades que se
encuentran en esta condición en ocasiones no tienen un buen
funcionamiento, pues las condiciones arenosas de las otras ca-
lles las afectan (Hábitat, 2009). En lo que respecta a la cues-
tión habitacional, en el polígono de análisis se localizan 2687
viviendas habitadas, de las cuales solamente 499 cuentan con
piso de tierra y 2086 con piso que no es de tierra; respecto al
número de cuartos de cada casa, en 733 la construcción cuenta
con un solo cuarto; 921 son de dos cuartos y 934 tienen tres o
más cuartos construidos. Podemos ver que las viviendas, en su
mayoría, presentan la característica de tener tres o más cuartos,
lo que representa que se dé un promedio de 1.94 habitantes por
cuarto y, a su vez, 4.28 habitantes por vivienda.
En el polígono el uso del suelo está distribuido de la si-
guiente manera: el uso habitacional corresponde al 65 %; bal-
díos y desusos, 13 %; equipamiento, 5 %; industrial, 5 %; co-
mercial, 5 %; servicios, 6 % y áreas verdes, 1 % (ocho espacios
educativos, tres espacios recreativos, un centro comunitario,
dos espacios culturales —iglesias— y ningún centro de salud)
(imip, 2009).
En términos generales, el factor económico es el que en
ocasiones limita a las diversas familias a priorizar entre los ali-
mentos o el pago de servicios, por lo cual su prioridad es la ali-
mentaria y cuando llega el momento del corte de los servicios,
su opción más viable es la reconexión clandestina; en este caso
podemos hablar del agua y la luz, y en el caso del drenaje, en
esta zona sí se cuenta con la infraestructura, pero existen ve-
cinos que no están conectados a la red pública, ya sea porque

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
46 no pueden costear la conexión o el material para hacerlo ellos
mismos (Sedesol, 2009).
Al igual que en la mayoría de los polígonos, la mayor ne-
cesidad que existe en las colonias es la del empleo, debido a la
crisis que se vivió en 2009, pues por causa de esta las personas
que habitan en estas zonas pudieran considerarse dentro del
margen de la pobreza (Sedesol, 2009).

Tabla 1. Precarización laboral.


Grado de
Población Población sin marginación
Población
económicamente derechohabiencia (según
ocupada
activa a servicios de salud indicadores
del Conapo)
3699 3207 2153 Medio

Fuente: elaboración propia con datos del Censo de Población y Vivienda


2010 del Inegi y Ageb 6720 y 6769.

Como podemos ver en la tabla 1, el porcentaje que repre-


senta la población sin acceso a servicios de salud (dentro del
área de georreferencia de la colonia) es de 21.96 %, lo cual in-
dica una precarización significativa en el mundo del trabajo,
ya que si bien existen empleos para la mayoría de la población
económicamente activa estos llevan consigo el signo de la fle-
xibilización, al imponer condiciones que niegan el acceso a la
seguridad social y de salud, tales como las contrataciones tem-
porales en la industria maquiladora, la rotación y los descansos
obligatorios, el autoempleo como medida para alcanzar ingre-
sos para cubrir los mínimos de sobrevivencia, entre otros.
Así, pues, según las conclusiones de la información de los
polígonos, las problemáticas y necesidades primordiales son:
red de agua potable, red sanitaria, mejoramiento de vialidades
de terracería, pavimentación, asesoría sobre riesgos y protec-

Ricardo Antonio Yáñez Félix


ción, seguridad, mejoramiento del centro comunitario, amplia- 47
ción del centro de salud, así como espacios de esparcimiento,
deportivos y de recreación.
Por lo descrito anteriormente, sus rezagos sociales se con-
sideran de nivel medio en la ciudad, por ejemplo, la mayoría de
las familias no presentan carencias por calidad y espacios en la
vivienda; respecto al acceso a la alimentación son un total de
6184 personas en situación de carencia, quienes representan
el 27.8 % del total a nivel de la medición de pobreza multidi-
mensional estratificada por las uta 54 y 55 (Fuentes, 2012). Si-
guiendo con esta fuente en cuanto a carencias por servicios bá-
sicos en las casas, no existe representatividad; para la carencia
por rezago educativo son 9273 personas, quienes representan
el 43.3 % del total; en la carencia por acceso a seguridad social
son 7726 personas, quienes representan el 33.8 % del total y,
finalmente, en la carencia por acceso a servicios de salud son 32
972 personas, quienes representan el 45 % del total.

Tabla 2. Personas con carencias en las uta 54 y 55.


uta Carencias Total
0 1 2 3 4 5
54 15 444 6178 3089 515 0 0 25 226
55 10 829 5157 1547 516 0 0
18 049

Fuente: proyecto La geografía de la pobreza urbana en Ciudad Juárez, Chi-


huahua: dinámica y evolución (Fuentes Flores, Peña Medina, & Hernández
Hernández, 2012).

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
48 Tabla 3. Valor promedio de bienestar.
Promedio Promedio
uta Valor
de ingreso de carencia
Población no pobre
54 5066 .5510
y no vulnerable
Población no pobre
55 2800 .5429
y no vulnerable
Fuente: proyecto La geografía de la pobreza urbana en Ciudad Juárez, Chi-
huahua: dinámica y evolución (Fuentes Flores, Peña Medina, & Hernández
Hernández, 2012).

Atendiendo estos criterios podemos señalar que los prin-


cipales focos de atención en cuanto a rezago social y acceso a
servicios en la población son:

• Personas de 3 a 15 años que no cuentan con educación


básica obligatoria y no asisten a un centro de educación
formal.
• Los nacidos antes de 1982 que no cuentan con el nivel de
educación básica obligatoria vigente (primaria completa/
secundaria completa) (vid. Norma de escolaridad obliga-
toria del Estado mexicano).
• Las familias y personas que no son derechohabientes de
las instituciones de seguridad social o que no cuentan con
algún otro mecanismo de previsión social en salud; aque-
llas que no cuentan con adscripción o derecho a servicios
médicos de alguna institución que los preste, incluyendo
el Seguro Popular u otras instituciones de seguridad social
o servicios médicos privados.
• Los integrantes de las familias que no cotizan o disfrutan
de los beneficios de la seguridad social; que no tienen las
prestaciones establecidas en el artículo 2 de la Ley del Ins-
tituto Mexicano del Seguro Social (imss); que no disponen
de servicios médicos como prestación laboral o por con-

Ricardo Antonio Yáñez Félix


tratación voluntaria al régimen obligatorio del imss y que, 49
además, no disponen de sar o Afore; o la población en
edad de jubilación que no es beneficiaria de algún progra-
ma social de pensiones para adultos mayores.
• De igual manera, los habitantes que, según la fao (2006),
no cuentan con acceso en todo momento a comida sufi-
ciente para llevar una vida activa y sana; o, siguiendo los
criterios del Coneval, las personas que se encuentran en
un grado de inseguridad alimentaria moderado o severo.

En cuanto a la colonia Ernesto Che Guevara, sabemos que


no está considerada dentro de los marcos que determinan los
polígonos de pobreza en la ciudad; no obstante, presenta algu-
nos focos de atención dignos de ser tomados en cuenta para la
intervención profesionalizante. Geográficamente se encuentra
ubicada en la zona norte-centro de nuestro municipio presen-
tando como principales vías de acceso el bulevar Óscar Flores
y la avenida Valentín Fuentes. Su trama de conformación his-
tórica indica que esta colonia se erigió gracias a la invasión,
aproximadamente en el año de 1979, de treinta y cinco familias
comandadas por el Comité de Defensa Popular (cdp) encabe-
zado en aquellos días por Pedro Matus, circunstancia que se
justificó por la supuesta falta de terrenos de aquellas familias
para asentarse dignamente.
Según datos recogidos por el Inegi esta comunidad com-
parte (con la descrita anteriormente) el signo de la precariza-
ción laboral y su efecto inmediato: la pérdida del acceso a la
seguridad médica y social, tal y como se muestra en la tabla 4.

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
50 Tabla 4. Precarización laboral.
Grado
Población Población sin de marginación
Población
económica- derechohabiencia (según indica-
ocupada
mente activa a servicios de salud dores del
Conapo)
1026 969 723 Bajo

Fuente: elaboración propia con datos del Censo de Población y Vi-


vienda 2010 del Inegi y Ageb 4669.

La tabla 4 nos indica que de un total de 2761 personas en


la Ageb, 723 constituyen la población sin derechohabiencia a
servicios de salud, lo cual representa una proporción de 26.18
%, cifra que puede ser entendida en los mismos términos de la
colonia Olivia Espinoza de Bermúdez.
Los rezagos sociales de la colonia Ernesto Che Guevara
presentan el valor de vulnerabilidad por carencia social, de-
bido a que según el análisis por uta (Fuentes, 2012) son 3724
personas las que viven con carencias por calidad y espacios en
la vivienda, quienes representan el 15.6 % del total de la uta
29; en cuanto al acceso a la alimentación son un total de 11 704
personas en situación de carencia, quienes representan el 53.7
% del total. Respecto a las carencias por servicios básicos en las
casas, no existe representatividad; para la carencia por rezago
educativo encontramos a 5852 personas, quienes representan
el 26.8 % del total; en la carencia por acceso a seguridad social
son 10 108 personas, quienes representan el 46.3 % del total y,
finalmente, en la carencia por acceso a servicios de salud son
9576 personas, quienes representan el 52.6 % del total.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


Tabla 5. Personas con carencias en la uta 29. 51
uta Carencias Total
0 1 2 3 4 5
29 21 812
4788 6384 5320 3192 2128 0

Fuente: proyecto La geografía de la pobreza urbana en Ciudad Juárez, Chi-


huahua: dinámica y evolución (Fuentes Flores, Peña Medina, & Hernández
Hernández, 2012).

Tabla 6. Valor promedio de bienestar.


Promedio de Promedio de
uta Valor
ingreso carencia
Vulnerabilidad por
29 5042 1.6098
carencia social

Fuente: proyecto La geografía de la pobreza urbana en Ciudad Juárez, Chi-


huahua: dinámica y evolución (Fuentes Flores, Peña Medina, & Hernández
Hernández, 2012).

Los datos y las tablas presentados indican que la colonia Er-


nesto Che Guevara comparte la misma situación de precariedad
que expusimos para la colonia Olivia Espinoza de Bermúdez,
agregando que presenta —también— un rezago importante en
cuanto a calidad y espacios en la vivienda, lo que quiere decir
que cumple con los criterios propuestos por la Comisión Na-
cional de Vivienda (Conavi) para determinar su propio estado
en dicho indicador como que el piso sea de tierra, el material del
techo sea de lámina, de cartón o de desechos, el hacinamiento
de las personas por cuarto sea mayor a 2.5 habitantes, que no
dispongan de energía eléctrica, entre otras características.
Este panorama propició que las dos colonias estudiadas
fueran tomadas en cuenta como centros de práctica en el pro-
grama de Licenciatura en Trabajo Social de la uacj, donde en
el segundo semestre de 2013 lograron insertarse alumnas y
alumnos de la carrera para conocer y actuar en dichos espacios,

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
52 a través de las metodologías conocidas como Acción social y
Comunidad.
Basando sus propuestas de intervención en la promoción
de la participación y organización en la colonia Olivia Espinoza
de Bermúdez, y la apropiación del espacio público, en este caso
se trata de la reforestación y mejoramiento de un parque en la
colonia Ernesto Che Guevara. A partir de dichos objetivos fue
que las y los estudiantes implementaron acciones para:

• Fortalecer la comunicación entre los colonos.


• Sensibilizar a los habitantes de la colonia acerca de la impor-
tancia de la organización y participación en la comunidad.
• Propiciar que los colonos ejerzan autonomía, para que
ellos mismos puedan dar solución a futuras problemáticas.
• Educar a los habitantes de la colonia acerca de las activida-
des que debe desarrollar un comité de vecinos.
• Crear redes vecinales que favorezcan la comunicación en-
tre los colonos.
• Crear un conocimiento crítico en los habitantes de la colo-
nia, con el fin de que identifiquen la problemática primor-
dial de su comunidad.
• Promover la participación ciudadana por medio de la au-
togestión.
• Reactivar un parque vandalizado y abandonado por los
mismos colonos.
• Implementar talleres de tanatología, violencia y género.
• Fomentar actividades recreativas, deportivas y culturales.
• Integrar a adultos mayores a programas sociales, para que
reciban apoyo económico, material e, incluso, emocional.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


Obteniendo los siguientes resultados: 53

• Reuniones con diversos líderes y representantes de comi-


tés, donde se les concientizó de la importancia de mejorar la
estructura organizacional, a través de la educación popular.
• Generación de interés en los líderes y colonos, para que tra-
bajen en conjunto para el mejoramiento de su comunidad.
• Organización de los integrantes de los comités.
• Participación de los habitantes de la colonia para la solu-
ción de problemáticas y necesidades.
• Reactivación de un espacio común (parque) para generar
formas de convivencia efectiva entre los colonos.
• Afiliación de doce adultos mayores al programa social “65
y Más”.
• Participación en brigadas de salud.

Es a partir de los diagnósticos, reflexiones, estrategias y ac-


ciones contenidos en las prácticas que venimos exponiendo, y
considerando también los instrumentos aplicados (grupos fo-
cales, entrevistas y cuestionarios) a las y los estudiantes, super-
visores y ciudadanos involucrados en dichos ejercicios, que po-
demos determinar que la base sustantiva de la práctica escolar
está contenida en el paradigma de la intervención social, que
se desdobla en tres ejes constitutivos: una procesualidad me-
todológica, un diagnóstico que se impone sobre el fenómeno a
tratar y una plataforma discursiva que plantea la posibilidad del
saber y del poder en la profesión.
En efecto, la forma tradicional y más fuertemente arraigada
de asumir la “nueva cuestión social” como el punto ineludible
en la constitución y permanencia del trabajo social como pro-
fesión, ha sido y sigue siendo el nombrado “paradigma de la
intervención social”. Es en torno a la idea (fuertemente natura-
lizada y defendida por los más ilustres académicos del colectivo

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
54 en nuestro país)21 de la intervención social, que se construyen
las bases de la formación académico-profesional y que, desde
luego, se reproducen en los distintos ámbitos o sectores del
quehacer remunerado. Por esta razón es importante pregun-
tarnos: ¿a qué hacemos referencia cuando hablamos de inter-
vención social?, ¿cuál es su estructura valorativa?, ¿de dónde
surgieron sus premisas fundamentales?, ¿qué intereses se pro-
mueven en el mencionado paradigma?
Comencemos por señalar que el proyecto de asumir las pro-
blemáticas sociales desde los presupuestos de la intervención
fueron, en principio, justificados y promovidos (incluso ya na-
turalizados por distintas profesiones y sectores del “área social”
desde los años setenta) por las Naciones Unidas y por instancias
nacidas en su seno (bm, fmi, Banco Interamericano de Desarro-
llo (bid) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
[pnud]), con la intención, de sobra conocida y discutida, de per-
petuar la dominación de Estados Unidos y los países del norte
desarrollada sobre los “tercermundistas” o en “vías de desarro-
llo” (lo cual desembocó en la actual globalización neoliberal).
El discurso hegemónico sostiene que el modelo de la inter-
vención social tiene como fin desarrollar proyectos y acciones
dirigidos a sectores desfavorecidos de la sociedad, con la in-
tención de mejorar su situación, pero lamentablemente vemos
que el discurso no se ha acompañado con la modificación de la
realidad, por lo que es evidente que no vivimos en sociedades

21 Un buen ejemplo lo constituye el actual plan de estudios de la carrera de


Trabajo Social en la uacj (que es de donde tomamos nuestro objeto de análi-
sis), en el cual la instrumentalización para intervenir en lo social, a través de
las metodologías clásicas, las técnicas y los elementos operacionales, se pri-
vilegia sobre otras dimensiones constitutivas que suponen en su estructura
la formación académica, ya que son dichos componentes los que posicionan
la práctica escolar como la base fundamental en la formación de las alumnas
y alumnos.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


más equitativas, justas y democráticas que las contenidas hace 55
sesenta años.
Los significados de la “intervención social” provienen, según
el atinado señalamiento de Bombarolo y Pauselli (2007), de una

misma estructura de acción y de una misma polaridad va-


lorativa en las cuales se establece la acción de un agente
externo al sistema u organismo intentando resolver una
anomalía que éste o aquellos no pueden resolver por sí mis-
mos. El agente es ajeno a la anomalía; ésta requiere de su
asistencia para poder ser eliminada, y la cancelación del mal
reestablecerá una situación por alguien deseada (pp. 8-10).

Con lo cual el agente externo a la realidad es quien, a pesar


de los modelos que promueven la acción participativa o la parti-
cipación ciudadana,22 contiene la fórmula del saber, para com-
prender la problemática y proponer las estrategias correspon-
dientes para su modificación. Así, por ejemplo, un problema
de vivienda “digna” (diríamos de “inclusión social”), según los
parámetros de la intervención racional planificada, se convier-
te en una “cuestión” de diseño urbano-arquitectónico cuando
se privilegia (sobre los propios elementos constitutivos del
fenómeno) la justificación de la distribución de espacios redu-

22 La dicotomía entre necesidades reales y necesidades sentidas nos ayuda


a entender lo siguiente: si bien se elaboran diagnósticos participativos con
base en instrumentos aplicados a la población inmersa en un fenómeno espe-
cífico, el resultado de las expresiones propias de la comunidad (que oscilan
entre la situación vigente y la situación deseada) es tomado por el “experto”
social como ilusiones inalcanzables, y es solo cuando pasa por el tamiz de
su juicio racional y científico que el idealismo se convierte en realidad; es
ahí precisamente que encontramos los medios posibles y adecuados para
iniciar la intervención planificada. Con esto, es decir, cuando los medios dis-
ponibles se imponen sobre la propia realidad (para reducirla y oscurecerla),
renunciamos, aunque sea involuntariamente, a conocer sus propios funda-
mentos: los efectos se convierten en causas.

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
56 cidos, ecotecnologías en cuanto a ahorro de consumo, fuentes
de financiamiento —que no es otra cosa que un endeudamiento
acrecentado por los intereses crediticios—, etcétera. Sin darnos
cuenta establecemos los espacios adecuados para los pobres,
claro está que desde nuestra propia perspectiva, y de esta ma-
nera construimos los espacios periféricos. ¿Qué clase de inclu-
sión es esta?, ¿sobre cuál base ético-política determinamos los
espacios dignos o adecuados para las clases baja, media y alta?
En suma, cuando a priori renunciamos posicionar el saber de la
comunidad como el punto de partida de la estrategia más ade-
cuada al medio, soslayamos la postura que ellos mismos desean
sin la posibilidad de contrastarla con la situación posible.
La internalización del ideario de la “intervención social” en
la formación de las alumnas y alumnos del programa de Licen-
ciatura en Trabajo Social de la uacj, la constatamos cuando in-
distintamente posicionan dicha referencia enunciativa como el
núcleo fundante de la profesión, como su toque de piedra o re-
ferencia ineludible (que, por lo regular, viene acompañada por
términos que instrumentalizan las acciones propuestas, como
es el caso del infinito concientizar, o también cosifican con na-
turalidad la apropiación del espacio de la ciudad, convirtiendo
a los ciudadanos en colonos); sin lugar a dudas, la intervención
social es un componente básico para la legitimación profesio-
nal, pero debe ser articulada con otros “accidentes” sustanti-
vos (la dimensión sociohistórica de la profesión, su reproduc-
ción social como trabajo, su vinculación con el Estado y con sus
instituciones, su posicionamiento político, sus construcciones
ideológicas), para tener una visión de conjunto que nos acer-
que, desde una perspectiva de totalidad —no solamente desde
la razón instrumental y el ejercicio operativo—, al significado y
(re)conocimiento de nuestra profesión.
A partir de estas consideraciones, el ejercicio profesional/
profesionalizante prioriza, casi de forma automática y sin posi-

Ricardo Antonio Yáñez Félix


bilidad de diálogo, la internalización del conocimiento (asocia- 57
do al saber y al poder) cuando hace de las y los trabajadores so-
ciales unos expertos en el dominio de técnicas e instrumentos
que les permiten diagnosticar, planear y ejecutar; en suma, in-
tervenir por encima de la comprehensión teórica de la realidad.
En general, y como ya lo señalamos anteriormente, la prác-
tica escolar presenta cuatro aspectos constitutivos que se re-
piten en todas sus modalidades (caso, grupo, acción social,
comunidad y taller de práctica institucional), que merecen un
reconocimiento en nuestra reflexión:

• Se sienta sobre la base de una procesualidad metodológica


(investigación, diagnóstico, planeación y evaluación) que
termina por reproducir fases, procedimientos, esquemas
y modelos técnico-instrumentales, que les permiten a las y
los trabajadores sociales abordar las distintas “problemá-
ticas” que les son asignadas para su modificación. Ahora
bien, es relevante señalar que todas estas metodologías
son construidas y transmitidas con independencia del ob-
jeto de intervención social asignado a las alumnas y alum-
nos en las aulas. Como bien ya se ha señalado, el debate
contemporáneo es ex ante al encuentro del fenómeno, lo
que de suyo muestra la imposición de la propuesta metó-
dica sobre la realidad, es decir, el supuesto análisis críti-
co —que es uno de los objetivos que persigue la práctica
escolar— queda reducido, en principio, a la apreciación
explorativa (investigación con base en la aplicación de ins-
trumentos variados), para después engrosar el diagnóstico
con datos estadísticos, algunas categorías conceptuales u
otros recursos, para luego pasar a la etapa de la planeación,
sin que exista la intención explícita de desvelar las causas o
fundamentos estructurales que esencialmente determinan
la cuestión asignada.

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
58 • El diagnóstico de la situación existente (que expresa la
problemática con independencia de la palabra de los ha-
bitantes inmersos en el contexto de actuación)23 determi-
na las acciones a desarrollar (no es la propia refracción o
consecuencia de las contradicciones en la sociedad capi-
talista donde se atienden), que por lo regular expresa falta
de participación y organización (en las prácticas de corte
comunitario e institucional), y “disfunciones” comporta-
mentales o de adaptación (donde se procura la interven-
ción terapéutica).
• Se construye un discurso con argumentos en apariencia
sólidos que justifican la intervención social (que por lo
regular están en consonancia con las estrategias guberna-
mentales de “empoderamiento de la ciudadanía”, siempre
y cuando no se cuestione el orden posible y deseado por
la institución o el especialista), de tal manera que encon-
tramos como justificación en una de las experiencias de
la práctica del caso el “generar su bienestar (del usuario),
gestionando para que se reduzca el gasto económico de la
familia en cuanto a la recuperación física y emocional del
usuario así como el acceso a otros servicios de atención
integral”.24 Podemos decir, en principio, que el objetivo,
que es urgente por obvias razones, es aceptable. Aunque
de igual manera esta particular experiencia de las y los
estudiantes con las necesidades de una familia podría (o
debería, si es que de verdad tenemos como objetivo en
la formación profesional el conocer críticamente la reali-
dad) ser caldo de cultivo para aprehender —actualizando

23 Ya hemos mencionado la distancia que establece el investigador social en-


tre lo deseado y lo existente. Por lo regular, el saber/sentir de la comunidad
es considerado como una fuente de segunda mano otorgando mayor peso a
los elementos disponibles (desde el horizonte de comprensión del que inter-
viene), para modificar o provocar cambios posibles y verdaderos.
24 Cita textual del cuadernillo mencionado.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


reflexivamente— las artimañas de la actual ampliación del 59
capital desde los postulados del neoliberalismo como la
reducción del derecho a la seguridad social (reducir el gas-
to económico familiar), la adaptación al medio (supuesta
libertad de elección) y la inevitable inclusión al sistema
desigual e injusto (que obliga a buscar otros servicios).
• La legitimación social de la práctica (el reconocimiento en
la sociedad) es asumida sobre el binomio saber/poder, que
instala a las y los trabajadores sociales como autoridades
para resolver problemáticas, necesidades o insatisfaccio-
nes, para lo cual la formación académica en la licenciatura
transmite modelos de intervención (arraigados en los enfo-
ques teóricos de sistemas, interacción, rol y dinámica; la or-
ganización y participación social; los modelos de desarrollo
comunitario y de distintas propuestas para la práctica insti-
tucional), que por lo regular son compatibles con el trata-
miento reduccionista e inmediatista (para lo cual debemos
tomar en cuenta ciertos factores particulares de dichos ejer-
cicios como la limitación temporal, los costos que genera el
trabajo, el compromiso por amoldarse a las exigencias de
la evaluación académica, entre otros) impulsado desde las
instituciones de gobierno; claro está que, por lo comentado
anteriormente, no parten de la misma intención.

Desde estas consideraciones lo que pretendemos es ge-


nerar una reflexión que nos ponga en disposición de evaluar
críticamente la orientación de la práctica en nuestra profesión,
que cimentada sobre el paradigma de la intervención social se
orienta a la consecución de bienes y servicios para “mejorar la
calidad de vida” de los usuarios, sin procurar una perspectiva
teórico-práctica que desvele los fundamentos de las condicio-
nes sociales inscritas en el propio ejercicio profesional.

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
3. Acercamiento a una evaluación crítica. 61
La desvalorización del conocimiento de la
realidad en el trabajo social

C
omencemos por señalar que consideramos inco-
rrecto el patrón discursivo (reiterativo) en la jerga
del trabajo social que proclama que “intervenimos
en lo social”, idea que muestra claramente el posi-
cionamiento teórico asumido por el trabajo social en la hege-
monía racional del posmodernismo vulgar, el neopositivismo y
el neoliberalismo, que promueven la desarticulación en partes
de la realidad; así, desde la perspectiva de dichos posiciona-
mientos teóricos tenemos en campos cerrados y propios los
“espacios” de lo económico, lo político, lo cultural y lo social,
lo que niega e impide un posicionamiento ontológico para co-
nocer la realidad desde la perspectiva de totalidad. Ya desde el
propio discurso profesional negamos la necesidad de conocer
o comprehender los fundamentos de los fenómenos asignados
para la intervención, ya que estos no se encuentran en la propia
problemática “social” (trabajo social fenoménico), sino en sus
núcleos genéticos de producción, es decir, en la síntesis de las
muchas determinaciones y relaciones diversas (económicas,
políticas, sociales) inscritas no en la apariencia (desprovista
de relación), sino en la esencia (comprehensión articulada) de
esta o aquella cuestión.
Esta difusión masificada en la enseñanza del trabajo social
de que la realidad es un todo con partes inconexas o, las más
de las veces, con relaciones polivalentes y casuales, da como
resultado que la práctica profesional (en la mayoría de los ca-
sos) no supere los bordes reduccionistas y esquemáticos que

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
62 pretenden posicionar la teoría como un molde ajeno pero in-
falible para “intervenir en lo social”. Vemos que dentro de la
práctica escolar del programa de Licenciatura en Trabajo So-
cial en Ciudad Juárez (pre-texto para nuestro análisis) faltan
ejercicios que verdaderamente den cuenta de las relaciones y
determinaciones que permitan la aparición, establecimiento y
desarrollo espacio-temporal de una “problemática” que distin-
ga sus causas estructurales, sus manifestaciones y sus niveles
de afectación en la cotidianidad de la población afectada, y con
ello generar estrategias de intervención adecuadas al medio
no solo para procurar cambios inmediatos o de corto aliento
(desde luego necesarios y demandados por la población), sino
también para explicar (no solamente contentarse con la mera
descripción) el estado actual del fenómeno, que entre otras co-
sas responda a las interrogantes sobre ¿qué lo produce?, ¿por
qué se produce?, ¿de qué depende su superación?
Ahora bien, pareciera a simple vista que no es responsabi-
lidad de la profesión (por su propia caracterización instrumen-
tal) encontrar los fundamentos inscritos en las demandas que
se le asignan, ya que estos pertenecen al ámbito estructural y
no al de la intervención planificada para modificar en cortos
plazos y, por lo tanto, fuera del alcance del trabajo social. Si
bien es cierto que la superación definitiva de un problema,
pongamos por caso el desempleo (hablando, por supuesto,
en términos generales y no por casos específicos), rehúye al
posicionamiento y actuación de un colectivo (como el trabajo
social, sociología, economía, entre otros tantos), el tratar de
explicar dicho fenómeno se convierte en un punto de partida
para generar correlaciones de fuerza que tengan por cometido
desmitificar la incomprensión del orden vigente que, eminen-
temente, es capitalista, y plantear su desestructuración como
horizonte posible. Esto, por una parte, y por la otra, demos-
trar la falsedad de la oposición antitética entre teoría/prácti-

Ricardo Antonio Yáñez Félix


ca, ya que precisamente es en el diálogo recíproco de las dos 63
que la realidad se construye y se desdobla, con lo cual podrían
rebasarse las angustiantes intervenciones asistencialistas y pa-
liativas que tienen como objetivo concientizar a la población,
apropiarse de espacios públicos en la comunidad o mejorar la
calidad de vida de los usuarios, sin trastocar las condiciones
materiales que promueven la desigualdad social, ya que, de otra
manera, ¿para qué establecemos acciones de empoderamien-
to en la comunidad, por ejemplo, impartir talleres de oficios
para que la gente se autoemplee, si de ninguna forma se podrá
competir en el mercado de consumo que asegure, al menos, el
material y el coste de la fuerza de trabajo empleada para ela-
borar el producto deseado?, o, ¿es posible que una operadora
de maquiladora supere el desánimo, la depresión y la soledad
producidos por el hastío del trabajo precarizado de la fábrica
con una intervención de (re)activación emocional, sin ofrecer-
le elementos para su adhesión a una comunidad de intereses y
lucha que propicien el conocimiento y enfrentamiento con su
opresor, es decir, que establezca su propia conciencia de clase?
Al haber puntualizado lo anterior es necesario que nos de-
tengamos, aunque sea a manera de resumen, en responder: ¿a
qué hacemos referencia cuando hablamos de realidad?, ¿es
posible su conocimiento? En principio, es importante resaltar
que aquí no estamos hablando de la realidad25 desde un punto
de vista meramente especulativo, existencial o ideal, sino desde
la objetivación concreta que permite al investigador (sea este:
trabajador social, sociólogo, ecónomo, politólogo o ingeniero)
aprehender los fundamentos, proyectos y dinámicas inscritos

25 Con dicha noción tratamos de describir la posibilidad de reproducir, en el


pensamiento, el movimiento real del objeto; por lo tanto, rehuimos al acer-
camiento de la REALIDAD (con mayúsculas), ya que a esta la entendemos
como una totalidad inacabada, en devenir, sin que la razón humana tenga
posibilidades de aprehenderla (cfr. Guerra, 2007, p. 9).

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
64 en los procesos sociales. En otras palabras, si pretendemos co-
nocer un objeto o fenómeno histórico singular a partir de sus
causalidades, es decir, ontológicamente, es imprescindible en-
tender las mediaciones (particulares y universales) escondidas
en su propia apariencia inmediata.
La práctica del trabajo social se ha caracterizado histórica-
mente por reproducir el pensamiento hegemónico conservador
formal/abstracto —en gran parte por la necesidad creada para
su funcionamiento como profesión—, circunscribiendo la teo-
ría como un elemento más (de uso) del proceso metodológico,
que entre otras cosas permite instrumentar acciones “corres-
pondientes” para aplicar en los fenómenos que le son atribui-
dos. Ahora bien, estos fenómenos presentes en la realidad son
determinados por CONDICIONES OBJETIVAS que afectan
la manera de llevar a cabo la propia intervención profesional:
insuficiencia de tiempo y espacios, exigencias institucionales
que poco o nada tienen que ver con las funciones “propias” del
trabajo social, un ideario formativo que promueve la fragmen-
tación de la realidad, entre otras. Dichas condiciones superan
la intencionalidad de los profesionales y la naturaleza de los
instrumentos a aplicar.
A pesar de ello, y en pos de superar los moldes reduccionis-
tas del (neo)positivismo que consideran los fenómenos socia-
les como anteriores, extraños e inmutables en relación con el
investigador, entendemos que en la propia naturaleza humana
las actividades del individuo son teleológicas, ya que conside-
ra finalidades a partir de posibilidades que rebasan el nivel de
actuación inmediatista (Guerra, 2007, pp. 8-9), con lo cual, si-
guiendo el estudio de Yolanda Guerra, se torna necesario para
los profesionales contener algunos vestigios sobre las FINA-
LIDADES y sus MEDIOS DE REALIZACIÓN, para que se
puedan establecer condiciones materiales necesarias para una

Ricardo Antonio Yáñez Félix


actuación profesional que supere las prácticas inmediatistas, 65
irreflexivas y burocratizadas.
Con lo expuesto anteriormente, proponemos la teoría
marxiana como punto de partida para esbozar una respuesta
aproximativa a la cuestión expuesta, ya que es precisamente
ella la que consiste en (re)producir, al nivel del pensamiento,
el movimiento real del objeto, descubriendo su sustento de le-
gitimación, su lógica constitutiva, convirtiendo, en concreto,
al objeto pensado, para llegar a “reproducir conceptualmente
lo real en la totalidad inacabada de sus elementos y procesos”
(Gorender apud. Guerra, 2007, p. 9).
En suma, de lo que se trata es de orientar una razón (racio-
nalidad) en el trabajo social que tenga por cometido la com-
prehensión concreta del objeto (fenómeno); para ello, consi-
deramos que entran en juego dos elementos sustantivos que
urgen ser resignificados al interior de la profesión y que deben
preceder la discusión acerca de los instrumentos y técnicas a
emplear: teoría y método (de acercamiento a la realidad). En
síntesis, es aquello que Guerra (2007) ha categorizado como
instrumentalidad pensando antes del cómo, el para qué y el
porqué se hace.
Respecto a la teoría hemos verificado en el proceso de for-
mación profesional un equívoco común: el querer encontrar en
esta medios e instrumentos para incidir en la inmediatez sobre
los fenómenos, lo cual creemos que no le compete y ni siquiera
se lo propone como razón de ser; entonces, ¿cuál es el papel de
la teoría? Desde nuestra consideración, propiciar (a nivel argu-
mentativo) el acceso de la razón a las estructuras de los procesos
sociales, a sus determinaciones contradictorias que nutren los
fenómenos y poner en tela de juicio (particularmente a través
de la duda) lo ya dado, ya existente, ya construido, por medio
de su negación. Así, pues, la teoría requiere de un momento de
reflexión que suceda a los propios hechos que estudia.

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EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
66 Ya la propia razón dialéctica de cuño materialista propone
que el conocimiento, así como sus elementos constitutivos
están intrínsecamente ligados a la actividad práctica humana.
En efecto, si la tarea de la teoría consiste en explicar ex post
facto los fenómenos que nos rodean, es debido a que en estos
se expresa (aun de manera inacabada) la condición histórica de
la actividad humana. Como consecuencia, la teoría evidencia
las contradicciones propias de un contexto polarizado en cla-
ses, que a merced del conservadurismo intelectual alcanza los
planteamientos discursivos del conocimiento social cuando,
por ejemplo, se propone la idea de que un fenómeno (por decir
algo, el desplazamiento forzado de familias a zonas marginales)
puede ser reivindicado o superado sin confrontar —hacer visi-
ble— la negación contradictoria de la supuesta “coincidencia”
entre su aparición, desarrollo y caracterización, y su esencia
real. Acorde con lo expuesto anteriormente, el conocimiento
lo es cuando permite entender las leyes de la sociedad, la rea-
lidad objetiva, la materia que existe independientemente de la
conciencia humana.
En cuanto al método, pretendemos superar su reducción
comprensiva cuando indistintamente lo asociamos como me-
diación epistemológica entre la objetivación de la realidad y
la subjetividad del sujeto (momento determinante de los ins-
trumentos y las acciones), para pensarlo en el sentido marxista
como camino que nos permite encontrar el más allá del objeto
estudiado, es decir, como acercamiento a la realidad.
A tenor de lo dicho, pensamos que el método de aproxima-
ción a la realidad que se promueve en la formación profesional
parte de un encuentro empírico con el objeto de análisis (con-
fundido como práctica concreta), para luego construir con los
datos reales recabados, e integrando algunas modalidades dis-
cursivas de lo social, de lo económico y de lo político, ciertas
abstracciones que representan conceptualmente el fenómeno

Ricardo Antonio Yáñez Félix


(entendido como elaboración teorética) para explicarlo y abor- 67
darlo, dejando de lado los elementos sobre los cuales reposan
las categorías de análisis utilizados por la propia teoría para
explicar la realidad; dando paso a un confusionismo en las ex-
plicaciones producto de una representación caótica del todo…
“pasando de lo concreto representado a abstracciones cada vez
más tenues negando el estudio de la totalidad de determina-
ciones y relaciones diversas inscritas en el objeto de reflexión
donde la representación plena se volatiza en la abstracta deter-
minación” (Marx, 1974, pp. 257-258).
Con lo cual se reduce lo concreto a una composición de
datos empíricos que niegan y contradicen la posibilidad de
asumirlo como la “síntesis de muchas determinaciones, es de-
cir, unidad de lo diverso que aparece en el pensamiento como
el proceso de la síntesis, como resultado, no como punto de
partida,… también de la percepción y de la representación”
(ibidem).
Ahora bien, para desentrañar la complejidad inscrita en los
procesos sociales (donde están contenidos los fenómenos que
observa el trabajo social) no basta con hacer lecturas reduccio-
nistas y segmentadas de la sociedad, sino que, al contrario, es
necesario estudiarla en la variedad de sus mediaciones, con-
tenidos y condiciones en miras de obtener una aprehensión
que se produzca como resultado del encuentro con el objeto
de estudio, a partir de la percepción y la representación, en
miras de superar visiones parcializadas de la realidad compleja
(lo que complejiza aún más su análisis), para pensarla y con-
cebirla como un concreto del pensamiento, es decir, como una
totalidad concreta (ibidem, p. 259). Sin reducir simple y llana-
mente lo concreto a la comprensión pragmática unilateral de
la vida cotidiana de los individuos en una sociedad polarizada
de clases, lo que a su vez reproduce una falsa conciencia o un
realismo ingenuo propios del mundo de la pseudoconcreción,

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
68 al que hace referencia Kosik (1967) en su afamado ensayo sobre
la Dialéctica de lo concreto. Para este autor, dicho mundo tiene
que ser pulverizado para que el conocimiento capte la realidad
a partir de un razonamiento dialéctico complementado por una
praxis verdadera.
Para recapitular, que nuestra profesión tenga como hori-
zonte explicarse (razón de ser) y comprehender (razón de co-
nocer) la realidad no implica que neguemos su eje de legitima-
ción sociofuncional (atender las demandas sociales, las más de
las veces, ocupados en las instituciones), sino al contrario, es
ejercer sobre las propias limitaciones en los espacios de actua-
ción con una modalidad que:

mantenga su foco orientado hacia las finalidades y no ape-


nas hacia las dificultades; y aún, que al enfrentarlas pueda
establecer un plan de acción capaz de constituirse en el
medio para el alcance de la finalidad. Convirtiendo así el
método de intervención en proyecto y la razón en potencia
para iluminar el conocimiento de las condiciones objetivas
de la realidad (Guerra, 2007, p. 11).

Así, pues (y como ya lo hemos afirmado en otros espacios),


pensar el trabajo social implica necesariamente pensar la reali-
dad, ya que como producto sociohistórico nuestra profesión es
una más de las síntesis contradictorias que permiten el desdo-
blamiento del sistema capitalista; expliquémonos: la materia-
lización de nuestro ejercicio en el espectro socio-profesional
depende de las estrategias que el Estado (en sus etapas de ex-
pansión o, como más recién venimos constatando, en los es-
cenarios de crisis) afianza en pos de consolidarse como el pro-
motor principal y sostén de la lógica hegemónica vigente, para
“aminorar” los efectos del principio de acumulamiento del
modo de producción capitalista (ya sea a través de la ejecución

Ricardo Antonio Yáñez Félix


de servicios sociales como lo fue en el Estado benefactor o a 69
través del “empoderamiento” de la ciudadanía que se propone
desde la vaga nomenclatura ideológica del tercer sector, que
incluye la responsabilidad social empresarial, organizaciones
de la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, entre
otras, como lo plantea el neoliberalismo y el neodesarrollismo
actual). Sin embargo, en la propia práctica del trabajo social
(aquellos encuentros con la personificación de la desigualdad:
desempleo, hambre, pobreza, desnutrición, etcétera, que ne-
cesariamente requieren ser explicados teóricamente) se abona
en la construcción de la lucha por mejores condiciones de vida,
lo que implica desvendar y enfrentar las estructuras que pro-
ducen dichos fenómenos, por ejemplo, en cuanto a la redistri-
bución de la renta, la lucha contra la explotación, el reconoci-
miento de salarios insuficientes para sobrevivir, la consecución
y mantenimiento de derechos laborales, entre muchos tantos.
En suma, pensar el trabajo social es pensar la realidad en el or-
den antitético actual.

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
4. Formación académica 71
básica para el trabajo social

E
n la reflexión anterior pretendimos llamar la atención
acerca de la relación desarticulada que existe entre el
trabajo social y el conocimiento de la realidad, que
puede ser reivindicada, según la perspectiva ya ex-
puesta, en la lógica del materialismo dialéctico. Sin embargo,
nuestra propuesta quedaría inconclusa si no damos cuenta de
aquellos elementos teóricos-éticos-prácticos-metodológicos
que consideramos indispensables para formar profesionistas
capaces de pensar la realidad independientemente de su in-
clinación preferencial por cierto campo de acción o, inclusi-
ve, algún “modelo teórico”. En otros términos, es necesario
responder a la pregunta: ¿qué conocimiento básico debe apre-
hender un cientista social para, al menos, pensar la realidad
“social”, entenderla y enfrentarla?
Nuestra interrogante nos lleva a abordar la formación aca-
démica básica para el trabajo social que, desde la óptica de
distintas universidades en nuestro país (particularmente toma-
mos como referencia el programa de la uacj) y Latinoamérica,
coincide con desarrollar un perfil profesional articulado sobre
la base de un discurso que promueve:

1. El conocimiento de las causas.


2. El análisis crítico de la realidad.
3. La incidencia en las políticas públicas.

En contraste, como ya hicimos notar con nuestra muestra


territorial de análisis, no existe correspondencia entre lo que

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
72 se dice que somos, aquello para lo cual estamos preparados y el
ejercicio profesional, sino al contrario, el eje de la intervención
social que exige la inmediatez de la acción, la operacionaliza-
ción por encima de la instrumentalidad y la subordinación de
la teoría a las metodologías, se impone en todos los niveles de
la formación. De tal suerte que lo que se ha establecido en la
planificación formativa universitaria son temáticas en términos
de (in)compatibilidad, aun cuando los discursos que las hacen
posibles sean divergentes.
Si bien es cierto que las causas originarias de la situación
expuesta son multifactoriales y tienen que ver con el desarrollo
histórico (contextual) de cada región en específico (donde se
han situado las escuelas de trabajo social, al menos en nuestro
país), en términos del proceso de profesionalización de nues-
tro colectivo, aunado a los determinantes socioeconómicos y
sociopolíticos que atraviesan el ingreso de un saber “especia-
lizado” en la división sociotécnica del trabajo, podemos afir-
mar que la consolidación académica universitaria del trabajo
social es un fenómeno complejo. No por ello vamos a dejar de
lado dicha discusión (la cual abordaremos, dada la finalidad de
este texto, desde una pequeña arista del asunto en cuestión)
apuntalando tan solo lo que, a nuestro juicio, ha sido la inter-
nalización, manejo y difusión del conocimiento teórico de la
profesión en México.
Para empezar comencemos por subrayar una de las constan-
tes en el trato del conocimiento teórico dentro de la formación
universitaria: la falta de consistencia en el proceso de enseñan-
za-aprendizaje. Con ello queremos referirnos a la inexistencia
de un enfoque rector incluyente26 (teórico-argumentativo, sea
este crítico, fenoménico o de corte positivista), que permita,

26 Lo cual nos llevaría a plantearnos el asunto acerca de la postura teórica


más conveniente, para actuar en lo social respecto al momento histórico que
estamos viviendo.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


en la diversidad de posturas, ofrecer una visión de conjunto que 73
dé sentido (aspiración de ser en la profesión) a las necesidades
y requerimientos profesionales27 que posibiliten reproducir y
representar el trabajo social. Pensamos que la génesis de la cir-
cunstancia descrita obedece al trato ecléctico y formal con el
que históricamente hemos asumido el conocimiento teórico.
En definitiva, al problematizar sobre las consecuencias de
captar y promover un bagaje teórico vacío de contenidos es
necesario detenernos, aunque sea a vuelta de hoja, en revisar
cuáles son algunos motivos que explican dicha circunstancia;
para ello, nos serviremos de algunos aportes del servicio social
crítico. El primero de ellos ha sido analizado desde la óptica
del eclecticismo con el que se tratan las diferentes corrientes de
pensamiento que posicionan teóricamente al trabajo social.
Ante la abrumadora tarea de justificar la dimensión práctica
de la profesión, se han ido incorporando acríticamente posicio-
nes teórico-filosóficas distintas y variadas (ya señaladas), que
sirven de soporte a las metodologías e instrumentos “específi-
cos” y “patrimoniales” de nuestro quehacer, desproveyéndolas
de los contenidos esenciales que permiten entender dichas pos-
turas como intérpretes de la realidad. Simplificadas y reducidas
a ciertas condiciones epistémicas y a algunas concepciones me-
todológicas que ofrecen, se han dejado de lado sus contenidos
teóricos fundamentales (visión que ofrecen de las relaciones de
sociedad, nociones generales, ubicación contextual, etcétera),
que permiten captar unificadamente los aspectos fundamenta-
les de sus propuestas, sometiendo así la producción teórica del
trabajo social, basado en los aportes del pensamiento social, a
un proceso de atrofia (Quiroga, 2000, p. 122).

27 Entre los cuales destacamos la comprensión de la sociedad, los métodos


de conocimiento y acción, el asumir una postura ético-política y la aplicación
de instrumentos, entre otros.

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
74 Por esta razón, se nulifican las visiones amplias de la teoría
en autores “clásicos”, por ejemplo, Comte, Weber, Durkheim
y Marx, lo cual no permite captar el conjunto de sus obras y dife-
renciarlas entre sí, aprehendiendo solamente algunas derivacio-
nes ulteriores a su pensamiento como las propuestas metodoló-
gicas asumidas en el trabajo social de tendencia neopositivista,
marxista u otra orientación. Consecuentemente, el eclecticis-
mo termina por ser una “tendencia sincrética a la tolerancia y a
la conciliación de posiciones heterogéneas y contrarias, asumi-
das como si fueran concordantes” (idem, p. 135).
Estamos de acuerdo con Iamamoto (2000, pp. 102-103),
quien al hablar de la superación del eclecticismo acentúa la exi-
gencia de una conciencia teórica que nos ponga en disposición
de enfrentar y debatir diferentes posiciones en pos de alcanzar
una perspectiva pluralista, que es precisamente uno de los cen-
tros del debate que intentamos perseguir.
A su vez, esta suerte de conciliación arbitraria ha acarreado
a nuestra profesión un encasillamiento metódico reduciendo la
teoría a moldes, pasos y esquemas que guían las acciones de los
profesionales para promover acciones, cambios de corto alien-
to y sistematizaciones, que tienen por finalidad exponer orde-
nadamente la reflexión de la experiencia. En suma, al restringir
la validez de la teoría únicamente cuando sirva para el cometido
de la resolución de problemáticas “urgentes”, lo que implícita-
mente rechaza el trabajo social es la creación, manejo y aplica-
ción de categorías de análisis que objetiven leyes para explicar
la realidad empírica, ya que dentro del esquema del quehacer
profesional (pregonada y asumida como la única razón de ser
en nuestra profesión) se excluye el espacio idóneo o las con-
diciones materiales, por ejemplo, el tiempo para el análisis y la
reflexión, para la producción de conocimiento, como ya bien lo
han señalado Lima y Rodríguez (2000, pp. 36-39).

Ricardo Antonio Yáñez Félix


Los autores mencionados denominan dicho fenómeno 75
como “esquematismo metodológico” del servicio social, el
cual reproduce fases y procedimientos metodológicos, que
por su naturaleza no permiten construir conceptualizaciones
abstractas de los datos empíricos, porque no existe la posibili-
dad de darles sentido de unidad, de lógica y de interpretación
dentro de un sistema teórico consistente. En adición a dicha
postura nuestro trabajo quiere demostrar que la fuente que ha
consolidado el esquematismo metodológico es un esquematis-
mo de orden ideológico-discursivo, que le sirve de base al pri-
mero para afianzarse y prolongarse en el tiempo, vertido en los
textos formativos de la profesión como un sistema modelizante
secundario (Cros, 1986).
En efecto, la asimilación del positivismo en el trabajo social
ha creado la ilusión falsa del despojo de esquemas referenciales
del investigador para acercarse al objeto de estudio, asignando
a los sentidos la capacidad de explicar neutralmente la realidad.
Al respecto, Émile Durkheim (2001) propone que

lo que importa conocer no es la manera como tal o cual


pensador se representa individualmente, sino la concep-
ción [obtenida a través del conocimiento sensible] que de
ella se ha formado el grupo: esta concepción es la única so-
cialmente eficaz. Es necesario, por tanto, buscar algunos
signos exteriores que la hagan sensible” (pp. 22-23)

negando de esta manera los procesos históricos de cons-


trucción de pensamiento (de tal o cual individuo que se quiera
investigar) que determinan la cosmovisión con la cual se acerca
este al fenómeno o a la problemática. Lo cierto es que nada de
neutral tienen las concepciones tesis que reproducimos en el
trabajo social. Ciertamente ellas responden a interrogantes de
un contexto histórico-social determinado, pero pasando por el

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
76 tamiz teórico, ideológico, político, discursivo y cultural de los
autores que las han producido.
Para ilustrar la aseveración anterior, baste el caso de dos
autores reconceptuados, que entre otros tantos edificaron para
la profesión el tan utilizado y discutido término de interven-
ción. Comúnmente los aportes teóricos del movimiento de la
reconceptualización son asumidos como parte de un lenguaje
expreso formado por construcciones conceptuales que agotan
enunciativamente su significado, mas hoy día falta un análisis
riguroso y serio que descubra su producción textual también
como un asunto de discurso, es decir, que genere oraciones
con sentido ideológico. Veamos cómo se imponen significan-
tes en un momento dado en el discurso del trabajo social con
una recurrencia excepcionalmente alta. Y, así, se va institu-
yendo un microsistema que se organiza en torno a semánticas
dominantes y a una serie de valores que fluctúan según las cir-
cunstancias históricas.
Vayamos al caso del término intervención, el cual ordina-
riamente entraña dos semas básicos: la acción del Estado y el
ejercicio habitual dentro de un sistema de valores asociados a
la realización del derecho para la integración social, que al ser
apropiada como palabra tesis de nuestra formación resulta una
rectificación estructural contenida de la siguiente manera:

Forma sémica Sustancia del significante


Información que transcribe
Intervención:
un contenido ideológico en
información que designa
Juan cuanto que el trabajo social
diferentes formas de
Barreix CONTROLA de manera
actuar en cuanto a
(2003) directa los procesos y las
métodos y técnicas.
leyes que fundamentan su
accionar.
Continúa...

Ricardo Antonio Yáñez Félix


Forma sémica Sustancia del significante 77
Intervención: Información que transcribe
información que designa un contenido ideológico al
Ricardo el espacio donde el legitimar el trabajo social
Hill trabajador social se como una profesión que
(1982) relaciona con un usuario, instaura un TERRITORIO
sea este un individuo, un para accionar con ciertos
grupo o una comunidad. individuos.

Cuando en un momento dado y en un contexto sociodiscur-


sivo determinado, se ha modificado el campo semántico del tér-
mino intervención, añadiendo a la definición original que solo
implica un ejercicio habitual, así como los semas de control y
territorio, su combinatoria estructural resulta rectificada y con
esta rectificación surge y se legitima una tematización ideo-
lógica que, en adelante, se inserta de manera específica en el
discurso profesional. De tal forma que en dicho concepto clave
del trabajo social, se oculta, con la apariencia de un concepto,
un funcionamiento que, de hecho, desvanece los puntos de re-
ferencia que son las nociones.
Es importante resaltar que en nuestra profesión las huellas
discursivas están estrechamente vinculadas a las transforma-
ciones en el contexto, las que no debemos tomar como un refe-
rente descriptivo, sino como un núcleo sustantivo. Por medio
de ellas podemos reconstruir los tipos de redes de signos para
volver a encontrar, aguas arriba, las prácticas ideológicas que
los han producido. Así, vemos cómo los núcleos temáticos que
expresan la realidad (posmodernidad, neoliberalismo, tercer
sector, cuestión social) los hemos vivido y representado como
colectividad. En estas huellas encontramos una significación
sociohistórica de la naturaleza de nuestro ejercicio.
Con este pequeño análisis del posicionamiento discursivo
de la profesión pretendemos reforzar el trato formal con el que
se ha asumido la teoría en el trabajo social que reproduce “los

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
78 fundamentos y la crítica de los modos de pensar la profesión
históricamente incorporados, imbricados en la herencia inte-
lectual y cultural del pensamiento social en la modernidad, es-
pecialmente en su vertiente conservadora y positivista” (Iama-
moto, 2000, p. 95), minimizando los contenidos explicativos
de los enfoques teóricos a pautas mecánicas de acción fortale-
cidas y robustecidas por conceptos, tesis, ideas y discursos que
justifican ideológicamente la pertinencia histórica de nuestra
profesión. Así, se vuelve suficiente en la enseñanza universi-
taria contener, al menos, ciertos aspectos “representativos”
(frases, lemas, consignas) de las diferentes escuelas del pensa-
miento económico, político y social, que adornan y, en un nivel
superfluo, parecen dar sentido al ejercicio profesional.
Si esta exposición resulta convincente valdría preguntarnos
(en contraposición al panorama descrito): ¿cómo puede con-
tribuir la academia universitaria para consolidar la masa crítica
que aprehenda las nuevas realidades emergentes en la sociedad
mexicana? En cualquiera de los casos, las posibles respuestas
nos llevan a pensar en los proyectos pedagógicos de nuestros
centros de enseñanza, de ahí que la reflexión a esbozar en lí-
neas siguientes quiera llamar la atención acerca de la necesi-
dad de construir en nuestro país un proyecto pedagógico con
orientación ético-política para el trabajo social.
Con lo cual queremos focalizar nuestra atención en una
postura ética que rebase la lógica del pensamiento idealis-
ta-conservador, que entre otros aspectos acentúa los moldes
endógenos y acríticos aceptados-[re]producidos históricamen-
te en la enseñanza del trabajo social en México.28 Por lo tanto,

28 Un ejemplo de ello es la bibliografía utilizada en la actualidad para los


cursos de ética en su relación con el trabajo social, donde los textos básicos
propuestos para el desarrollo de la materia son de las vertientes (conservado-
ra) europea y norteamericana; baste con mencionar a: Sarah Banks, Ética y
valores en el trabajo social y Felix Biestek, Las relaciones de Casework. En
este mismo orden de ideas es importante señalar que gran parte del colectivo

Ricardo Antonio Yáñez Félix


los principios rectores de nuestra propuesta29 (basados en los 79
ideales de la democracia y los derechos humanos) son cons-
truidos históricamente en cuanto que se concretan en la propia
práctica de la profesión: en las demandas creadas en el mundo
del trabajo. Desde dicha perspectiva, lo que se espera de las y
los trabajadores sociales es la “competencia” profesional, que
se traduce particularmente para nosotros en un compromiso
con la calidad de los servicios que prestamos, así como con el
bagaje intelectual que debiésemos desbordar.
En el contexto de nuestra sociedad mexicana se exigen
profesionales con una sólida base teórica, que permita llevar a
cabo análisis pertinentes para fundamentar intervenciones efi-
cientes que incidan en las causas y consecuencias de la “cues-
tión social”, que hoy más que en cualquier otro tiempo se ca-
racteriza por posibilitar condiciones asimétricas y excluyentes.
Por lo tanto, la formación ofrecida por nuestras universidades
debe ser compatible con:

1) Valores que signifiquen una posibilidad real de asumirlos


para la transformación del entorno: respeto a la igualdad,
libertad, enfrentamiento de la desigualdad, participación,

en nuestro país (sobre todo la rama académica) desapercibió el importante


debate acerca de los aportes de colegas de América Latina y el Caribe sobre
la definición del trabajo social internacional, que sistematizó Laura Acotto
entre septiembre de 2011 y enero de 2012, lo cual da cuenta del reforzamien-
to-aceptación de las concepciones, principios y valores (difundidos general-
mente por la fits) de nuestra disciplina en el país como abstracciones y no
como contenidos categoriales aplicables al movimiento de la sociedad. Para
complementar el análisis se puede consultar la Propuesta para definición del
trabajo social del Cfess de Brasil (presentada en Hong Kong el 10 de junio
de 2010).
29 De aquí en adelante tomamos como modelo paradigmático (dada su re-
ferencia ineludible en los procesos formativos del trabajo social en América
Latina) el proyecto de graduación (pregrado) en servicio social de la Univer-
sidad Federal de Río de Janeiro (ufrj), aprobado en 2001.

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
80 equidad, eliminación de todas las formas de preconcepto,
respeto a la diversidad de culturas, etnia, pensamiento,
orientación sexual, corrientes teórico-metodológicas y
defensa de una sociedad sin guerras, sin violencia y sin
opresión (vid. Propuesta para definición del trabajo social
del Cfess de Brasil, 2010).
2) Comprehensión de la realidad social mexicana.
3) Las exigencias del mercado de trabajo, ya que las y los
trabajadores sociales actúan en cuadros institucionales
y organizacionales, que en los últimos años se muestran
diversificados y cambiantes; por lo tanto, se requiere de
un profesional calificado para anticipar respuestas a las
demandas emergentes.
4) El papel de la universidad, ampliando creativamente la
masa crítica, cultivando la universalidad del conocimiento
sin perder de vista las particularidades de la formación so-
cial regional.

Si desde las universidades realmente se pretende contribuir


a la formación de trabajadoras y trabajadores sociales acorde
con los perfiles que, de antemano, se promueven, es necesario
tender las bases fundamentales para que las alumnas y alumnos
tengan la posibilidad de internalizar los contenidos de la críti-
ca, la capacidad y una visión del mundo. En el primer plano, se
trata de formar un profesional con una clara conciencia por la
urgencia de transformar la sociedad, redimensionando sus es-
tructuras e instituciones para responder a la democratización
social y económica puesta en la agenda por la clase trabajadora.
En segundo término, nos referimos a un profesional capaz de
identificar alternativas, priorizar demandas y entender las im-
plicaciones de las soluciones escogidas, es decir, que es apto
para comprender el significado social de su intervención pro-
fesional. Dicha capacidad entraña tres niveles distintos interre-

Ricardo Antonio Yáñez Félix


lacionados entre sí: capacidad teórica, que consiste en el domi- 81
nio de las principales matrices teóricas de las ciencias sociales
y humanas, así como de la producción propia del trabajo social;
capacidad técnica, conociendo las técnicas de investigación
y de intervención social; y capacidad política, profesional ca-
lificado para analizar coyunturas, instituciones, relaciones de
poder y posibilidades de implementar proyectos profesionales.
Por último, la visión del mundo se entiende como una con-
cepción ética radicalmente humanista, racionalista y universal,
donde la libertad y la cultura son valores en sí mismos, es decir,
son realidades posibles del género humano que deben ser prio-
rizadas por encima de cualquier particularismo.
Con lo expuesto anteriormente no negamos —ni rehui-
mos— que la formación sea necesariamente teórico-práctica.
Es precisamente por esto que los estudios deben fomentar el
diálogo entre el bagaje teórico y las experiencias de “campo”.
Dicho bagaje debe ser acorde con las exigencias del mundo
contemporáneo, por lo que supone el dominio de las matrices
analíticas que estructuran el pensamiento social en la moder-
nidad y sus determinaciones particulares en el ámbito de las
ciencias sociales. Este cúmulo de información se actualiza en
el enfrentamiento práctico con los fenómenos y las problemá-
ticas sociales, y es aquí precisamente donde aparece la razón
dialéctica: cuando (a la luz del universo teórico adquirido) las
y los trabajadores sociales comprehenden los objetivos de su
práctica profesional concreta, la dinámica y los resultados de
su acción, que en definitiva extrapolan la intencionalidad de los
sujetos individuales.
En esta visión, la práctica ya no puede ser entendida como un
conjunto de acciones presentes en espacios institucionales, sino
como un campo de posibilidades asumido por un profesionista
capacitado para formular propuestas de trabajo; con ello, la rela-
ción con el mercado de trabajo debe ser activa y productiva. En

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
82 suma, el carácter teórico-práctico de la profesión exige que, en
todo momento, la aptitud teórica esclarezca y oriente las condi-
ciones y alternativas de la intervención social, ya que la práctica
no es algo excluyente ni posterior a la formación teórica.
Si hemos sugerido que cualquier proyecto pedagógico
en el trabajo social que trate de superar las visiones tradicio-
nales/reduccionistas de la realidad supone asumir la relación
recíproca entre la teoría y la práctica, valdría preguntarnos en
última instancia: ¿cuáles son las disciplinas (sobrevaloradas y
despreciadas en nuestros planes de estudio con tendencia a la
“práctica social”) que nos permitirían pensar el trinomio rea-
lidad/teoría/práctica a tenor del planteamiento que venimos
siguiendo? Desde la visión aproximativa que estamos propo-
niendo sugerimos reconsiderar las siguientes: economía polí-
tica; teoría política y política social; teoría sociológica; Estado,
clases y movimientos sociales; mundo del trabajo y su relación
con la “cuestión social”.

1) Economía política: para la comprensión y constitución del


desarrollo del modo de producción capitalista, reflexionar
acerca de las condiciones de existencia del capitalismo y
pensar su superación rumbo a una organización societa-
ria, donde el ser social pueda realmente verse emancipado
de los procesos alienantes y barbarizantes impuestos por
el sistema capitalista. Adquirir los elementos suficientes
para entender las características y tendencias del capita-
lismo contemporáneo, las relaciones, implicaciones y re-
levancia del modo de producción capitalista, así como la
valorización y centralización de la fuerza de trabajo (véase:
Borgianni en Netto y Braz, 2006).
2) Teoría política y política social: como una introducción
teórica e histórica a la problemática de la política social,
donde se enfatice en la génesis de los desdoblamientos de

Ricardo Antonio Yáñez Félix


la política social en los países capitalistas centrales remiti- 83
da a la realidad mexicana. Temas centrales a desarrollar: el
Estado moderno desde el análisis de los clásicos (Hobbes,
Locke y Rousseau), el Estado y la sociedad civil en el aná-
lisis liberal y marxista, así como el debate contemporáneo
acerca de la democracia, la ciudadanía y el socialismo (véa-
se: Behring y Boschetti, 2008).
3) Teoría sociológica: es la relevancia y significado de la so-
ciología para el trabajo social. Temas ineludibles: el análi-
sis social de Marx (método y crítica social), el paradigma
positivista y la sociología de Durkheim, la sociología com-
prehensiva de Max Weber, la modernidad y la posmoder-
nidad (el debate sobre los paradigmas de análisis social).
En suma, identificar, a partir de los clásicos de la sociolo-
gía, las matrices más significativas del pensamiento social
pertinentes a nuestra profesión.
4) Estado, clases y movimientos sociales: que permita aden-
trarnos en las discusiones acerca de: a. El Estado en el cua-
dro de la mundialización del capital (funciones y transfor-
maciones); b. Las clases sociales en el capitalismo contem-
poráneo; c. Movimientos sociales “antiguos” y “nuevos”;
d. Proceso de formación de los movimientos sociales en
la dialéctica singular-particular-universal; e. Los nuevos
sujetos sociales (relación entre lo público y lo privado)
(véase: Montaño y Duriguetto, 2011).
5) Mundo del trabajo y su relación con la “cuestión social”:
que aprecie la centralidad del trabajo en la comprensión
de la “cuestión social”, el trabajo asalariado y la configura-
ción de la “cuestión social” clásica, la metamorfosis en el
“mundo del trabajo” y las transformaciones contemporá-
neas de la “cuestión social”. Con ello, se puede ofrecer un
instrumental analítico para la comprensión de la “cuestión

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
84 social” y sus expresiones contemporáneas en el cuadro de
las metamorfosis del mundo del trabajo.
Para finalizar, lo que pretendemos es generar un debate al
interior de nuestra profesión que llame la atención acerca de
la urgencia por reconsiderar los proyectos y planteamientos
académicos/universitarios que legitiman nuestro ejercicio
profesional. Para ello, hemos sugerido pensar como elemen-
tos unificadores de la formación básica: la razón dialéctica, la
relación teoría-práctica, el momento constitutivo de la instru-
mentalidad, las categorías de análisis y las materias básicas que
muestran la dinámica propia de la realidad.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


5. Conclusiones 85

C
omo hicimos notar en nuestra reflexión, el trabajo
social es una profesión compleja, ya que los elemen-
tos constitutivos que legitiman su ejercicio profe-
sional como las instituciones, la “cuestión social”,
el binomio saber/poder y la demanda de intervenciones socia-
les son históricos, dinámicos y contradictorios. Por lo tanto,
la base formativa de sus profesionales en la contemporaneidad
debe responder fehacientemente a las exigencias de una socie-
dad que requiere respuestas sólidas que expliciten su constitu-
ción actual (asimétrica e injusta), el padecimiento de las crisis
estructurales (cada vez más recurrentes e insoportables), la
pérdida del propio derecho a la ciudad (acentuada con la desa-
parición de derechos laborales y de seguridad social de la clase
trabajadora) y, sobre todo, la manera de luchar por la conse-
cución de una organización estructural (convivencia) emanci-
pada y sin clases. Así, lo que se ha pretendido en este ensayo
es contribuir al debate acerca de la formación profesional uni-
versitaria, la cual, sostenemos, debe ser acorde a las demandas
reales de los sectores excluidos, empobrecidos y vulnerados.
En este marco tomamos como eje de análisis la oferta edu-
cativa-formativa del programa de Licenciatura en Trabajo So-
cial de la uacj. Así, ofrecimos un trayecto de sentido que, en
principio, vinculara la relación productiva que en la actualidad
existe entre la “nueva cuestión social”, el contexto específi-
co desde donde se promueven las intervenciones sociales y la
práctica del trabajo social.
Para abordar los distintos aspectos que entrañan este trino-
mio seleccionamos algunos de los argumentos críticos que his-

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
86 tóricamente se han consolidado, dada la relación en comento
que enfrentan los posicionamientos tradicionales arraigados al
interior de la profesión, entre los que destacan el trato genéri-
co e indistinto concedido a los fenómenos que se estudian, así
como la naturalización de las expresiones que se construyen
para describir la realidad social. Con lo cual tratamos de res-
catar los fundamentos sociohistóricos que dieron origen a la
expresión “cuestión social”, construimos una caracterización
aproximativa del estado actual de la desigualdad en Ciudad
Juárez y esbozamos los trazos constitutivos del paradigma de
la intervención social.
Dentro de dicho marco de referencia (atendiendo los ins-
trumentos aplicados a los actores involucrados en las prácticas
escolares) descubrimos que los posicionamientos formales
asumidos en el trabajo social remiten directamente a una tra-
dición teórico-metodológica que se caracteriza por proponer
visiones abstractas de la realidad (sociedad) en un posiciona-
miento fragmentado, que tiene como trasfondo una legitima-
ción discursiva que, en la mayoría de los casos, es incompatible
con las propuestas, acciones y objetivos instrumentados en los
ejercicios de campo.
Ahora bien, basándonos en las construcciones categoriales
que promueven el perfil académico en la formación universita-
ria abordamos, en un posicionamiento ontológico, el construc-
to complejo de la realidad como detonante de las “problemá-
ticas” sociales actuales, que a la postre son las que, en última
instancia, justifican el reconocimiento de la profesión en la
división del trabajo actual.
Sobre la base de dichas propuestas enfatizamos el despre-
cio que, desde la formación académica, se promueve por ob-
jetivar las finalidades y medios de realización de las prácticas
profesionalizantes, lo cual tiene como sustrato una composi-
ción curricular que deja de lado el momento preponderante

Ricardo Antonio Yáñez Félix


de la instrumentalidad. Por esta razón propusimos (re)pen- 87
sar aquellas disciplinas básicas que permiten fortalecer y dar
sentido (en términos del materialismo dialéctico) a la relación
recíproca entre el conocimiento teórico y el abordaje empírico
de la realidad, resaltando solo aquellas materias que, a nues-
tro juicio, han sido “enterradas” en el panteón de la enseñanza
“moderna” en el trabajo social.
Así, pues, estamos convencidos de que:

1) La práctica del trabajo social, sea esta escolar, profesional


o institucional, es necesaria y urgente en el contexto actual
que vivimos de precarización masiva; por lo tanto, es perti-
nente que desde la propia academia universitaria cuestio-
nemos sus elementos constitutivos, así como su principio
de legitimación.
2) Es necesario plantear interrogantes que nutran la curio-
sidad intelectual de las y los estudiantes, para que ellos
mismos actualicen su propio “proceso” de formación y,
en la medida de lo posible, superen los esquemas anqui-
losados de pedagogía obsesionados más en las formas di-
dácticas exhaustivas y en la asimilación de “competencias”
que en lo sustancial: ayudar a formar una masa crítica que,
en correlación de fuerzas, propicie la superación del ac-
tual orden social, político, económico y cultural. En otras
palabras, luchar para que la enseñanza universitaria en el
trabajo social pase de ser una expresión del conservadu-
rismo intelectual de la modernidad y signifique una opción
crítica que verdaderamente opte por la justicia social.
3) El paradigma de la intervención social que hasta ahora pre-
domina en las prácticas escolares debe ser superado, para
que, con ello, se propicien estrategias adecuadas al medio
en contraste a las predeterminaciones metodológicas, se
expliquen contextualmente los fenómenos estudiados y no

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
88 solo se describan como parte de un proceso natural ahistó-
rico, y por último, para devolver a los individuos inmersos
en las problemáticas sociales su papel protagónico en la
lucha por conseguir mejores condiciones de vida, es decir,
propiciar su conciencia de clase a diferencia de imponer
la aceptación de los criterios preestablecidos por el pen-
samiento hegemónico institucional acerca de la partici-
pación ciudadana, la reconfiguración del tejido social y la
organización comunitaria.
4) Los contenidos categoriales que utilizamos para justificar
el ejercicio profesional deben ser consistentes, es decir,
que concuerden con la formación profesional con relación
a contener planes de estudio que favorezcan el acercamien-
to crítico a la realidad, que exista la intencionalidad en las
voluntades que administran los programas de Licenciatura
en Trabajo Social por posicionar políticamente la profesión,
no improvisar plantas de profesoras y profesores (des)infor-
madas(os) y (des)articuladas(os) de la realidad, y unificar la
matriz teórica que dota de sentido al perfil profesional.
5) Es necesario contar con docentes comprometidos con
la producción de conocimientos, que actualicen el pen-
samiento teórico, la razón instrumental y las estrategias
operativas que conforman la formación profesional. Que
trabajen por sobrepasar los simplismos recurrentes en la
profesión, donde, por ejemplo, se escucha (y hasta se de-
fiende de manera convencida) que el pensamiento social
clásico, como el marxismo, “no sirve para más nada, es
utópico, impertinente y extraño”, cuando que en realidad
sigue siendo la base para desvelar las artimañas del sistema
capitalista, siempre y cuando sea actualizado en confron-
tación con la realidad actual.

Ricardo Antonio Yáñez Félix


En suma, experienciar el trabajo social es hacer camino con 89
cimientos de concreto (en su doble acepción), ser tolerantes
con las angustias y decepciones de las personas consideradas
como desechables e intolerantes con las iniciativas superfluas
para “combatir” el hambre, la miseria, la opresión y la angustia:
es arriesgarnos al compromiso de ser trabajadoras o trabajado-
res sociales.

EXPERIENCIAR Apuntes para el acercamiento


EL TRABAJO SOCIAL a una evaluación crítica
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