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Querida Violeta:

Me he enterado que cumples 100 años de haber nacido y quería decirte que me hubiese
encantado conocerte en persona. Haber tenido el privilegio de escuchar una de tus
canciones en vivo hubiese sido un sueño. Es admirable que te hayas dado el trabajo de
recopilar canciones tradicionales en diversos barrios de Santiago y a lo largo de Chile, y que
lo hayas hecho sin ninguna ayuda, sino que por tus propios medios, me asombra demasiado.
Que hayas rescatado de la desaparición, instrumentos como el guitarrón e introdujeras el
charango andino, me parece digno de admiración.
También quería confesarte que no solo fuiste una gran poeta o una de las más grandes
artistas de Chile y tal vez del mundo, sino que también fuiste una mujer de ejemplo para
todas nosotras. Es que, me parece tan agradable escuchar las canciones que cantas con tan
profundos sentimientos hablando de la vida y de otras cosas que te importaban. Por esto
es que eres un orgullo para mí como mujer, pues que hayas ganado el premio Caupolicán y
que gracias a eso hayas decidido unirte a la delegación que representaría a Chile en el
festival de la juventud en Varsovia, muestra tu amor por este país.
A pesar de lo duro que debió ser para ti abandonar a tus cuatro hijos y tu vida en Chile, y
más difícil aun saber que tu hija más pequeña falleció cuando tú estabas en el barco lejos
de ella, seguiste adelante contagiando tu energía y tu carisma sin igual.
Si hay algo que me intriga profundamente es saber qué sentías cuando escribías esas
canciones tan maravillosas. No sabría definir si solo sentiste amor por tu país, quizás enojo
por las personas que en él viven o tal vez solo la alegría de poder expresar tus sentimientos.
Siento que parte de tu grandeza tiene que ver con lo inexplicable de muchas cosas que
ocurrieron a tu alrededor.
Me pregunto ¿por qué te suicidaste?, ¿tan mala era tu vida?, ¿acaso ya no sabías que
hacer?, ¿te falto esa chispa o tal vez no la pudiste encontraste en este mundo?
Aunque ya no estés en carne y huesos, vives en la mente y en el corazón de todas las
personas que saben reconocer la sensibilidad humana que tú manifestabas en cada una de
tus obras artísticas. “Casamiento de negros”, “Que pena siente el alma” y “Gracias a la
vida”, quizás no sean más que fragmentos de tu enorme corazón que hoy irrumpen en mi
mente y me hacen pensar que tu jamás morirás.

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