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David Icke

LA CONSPIRACIÓN MUNDIAL
Y CÓMO ACABAR CON ELLA

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Si este libro le ha interesado y desea que le mantengamos informado de
nuestras publicaciones, escríbanos indicándonos qué temas son de su interés
(Astrología, Autoayuda, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Naturismo,
Espiritualidad, Tradición…) y gustosamente le complaceremos.
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Colección Estudios y Documentos


La conspiración mundial y cómo acabar con ella
David Icke
1.ª edición: abril de 2013
Título original: The David Icke Guide to the Global Conspiracy
(and how to end it)
Traducción: Ainhoa Pawlowsky
Maquetación: Joan Rosique Riudoms
Corrección: Sara Moreno
Diseño de cubierta: Marta Rovira Pons

© 2007, David Icke Books


Por acuerdo con lighthouse

email: bcn.lighthouse@gmail.com
http://www.lighthousebcn.com
(Reservados todos los derechos)
© Neil Hague (por las ilustraciones)
www.neilhague.com
© 2013, Ediciones Obelisco, S. L.
(Reservados los derechos para la presente edición)

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ISBN: 978-84-9777-924-1
Depósito Legal: B-393-2013

Printed in India

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño
de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en manera alguna
por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación
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Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)
si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

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Índice

Antes de que empecemos… ...................................................................................... 13


Capítulo uno: ¿Quiénes somos? ................................................................................. 15
Capítulo dos: ¿Dónde estamos? ................................................................................. 65
Capítulo tres: El conocimiento prohibido ............................................................... 103
Capítulo cuatro: El reino de las sombras ................................................................. 153
Capítulo cinco: La serpiente y el Sol ........................................................................ 183
Capítulo seis: «El engaño más cruel» ........................................................................ 223
Capítulo siete: Uña y carne ...................................................................................... 263
Capítulo ocho: La red de la Mesa Redonda ............................................................. 297
Capítulo nueve: Modus operandi ............................................................................ 319
Capítulo diez: Un paréntesis simbólico .................................................................... 371
Capítulo once: Esto sí que es profético .................................................................... 387
Capítulo doce: Neonaziconservadores ..................................................................... 399
Capítulo trece: 11-S: la Gran Mentira ..................................................................... 423
Capítulo catorce: Ganarse la vida mintiendo ......................................................... 457
Capítulo quince: La fábrica de milagros .................................................................. 483
Capítulo dieciséis: La red sin costuras ..................................................................... 521
Capítulo diecisiete: La alianza de los teóricos
de la «ausencia de conspiraciones» ......................................................................... 549
Capítulo dieciocho: Libertad para hacer lo que a uno le mandan ........................... 575
Capítulo diecinueve: Una «democracia» falsa ........................................................ 603
Capítulo veinte: El plan de los «superestados» ......................................................... 615
Capítulo veintiuno: Espejito, espejito mágico…
¿quién es el más corrupto de todos? ....................................................................... 653
Capítulo veintidós: La vibración aduladora ............................................................ 699
Capítulo veintitrés: Hecho en Manchuria ............................................................. 709
Capítulo veinticuatro: ¿De quién es el mundo que tienes en mente? ..................... 751
Capítulo veinticinco: La mentalidad de enjambre ................................................. 779
Capítulo veintiséis: Códigos de acceso ................................................................... 799
Capítulo veintisiete: La estafa del carbono ............................................................ 839
Capítulo veintiocho: El Cambio ............................................................................ 863
Un sueño dentro de un sueño ................................................................................ 903
Apéndice I ................................................................................................................... 905
Bibliografía .............................................................................................................. 919
Índice analítico ....................................................................................................... 923

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Héroe de la clase obrera

Ya desde que naces hacen que te sientas pequeño


porque no te dan tiempo en vez de dártelo todo
hasta que el dolor es tan grande que no sientes nada.
Te hacen daño en casa y te pegan en la escuela,
te odian si eres listo y te desprecian si eres tonto
hasta que estás tan atontado que no entiendes nada.
Después de veinte años de horror y tortura
se supone que has de elegir un trabajo,
pero ya no puedes funcionar del miedo que tienes.
Te drogan con la religión, el sexo y la televisión
y te crees ingenioso, apolítico y libre,
pero no eres más que un maldito ignorante.
Te dicen que puedes llegar a la cima,
pero antes debes aprender a matar sonriendo
si deseas triunfar como los de allá arriba.

John Lennon (Working Class Hero)

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Cajitas

Cajitas en la ladera de la colina, cajitas de cartón,


cajitas en la ladera de la colina, cajitas todas iguales,
hay una verde, una rosa, una azul y una amarilla
y todas están hechas de cartón y parecen iguales.
Y las personas de las casas fueron a la universidad
donde las pusieron en cajas y salieron todas iguales,
y hay médicos, abogados y ejecutivos
y todos están hechos de cartón y parecen todos iguales.
Y todos juegan en el campo de golf y beben sus vasos de Martini,
y tienen niños hermosos que van a la escuela,
a los campamentos de verano y luego a la universidad,
donde los ponen en cajas y salen todos iguales.
Y los chicos se dedican a los negocios, se casan y crean una familia
en cajas hechas de cartón que todas parecen iguales.

Malvina Reynolds (Little Boxes)

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La pregunta…

Trinity: Sé por qué estás aquí, Neo. Sé lo que estás haciendo. Sé por qué
apenas duermes, por qué vives solo y por qué noche tras noche te sientas
ante tu ordenador. Le buscas a él, lo sé porque una vez yo estuve buscando
lo mismo.

Y cuando él me encontró, me dijo que en realidad no le buscaba a él. Lo que


buscaba era una respuesta. Es la pregunta la que nos impulsa, Neo. Es la
pregunta la que te ha traído aquí. Conoces la pregunta igual que yo.

Neo: ¿Qué es Matrix?

Trinity: La respuesta la encontrarás por ahí. Te está buscando y te encon-


trará siempre que lo desees.

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Deja de buscar y encontrarás…

En una parábola de los indios americanos, el Creador reúne a todos los ani-
males y les dice:
—Quiero ocultar algo a los humanos hasta que estén preparados para
ello; se trata del conocimiento de que pueden crear su propia realidad.
—Dámelo a mí. Lo llevaré volando a la Luna –dice el águila.
—No, tarde o temprano irán allí y lo encontrarán.
—¿Y si lo escondemos en el fondo del océano? –pregunta el salmón.
—No, allí también lo encontrarán.
—Lo enterraré en las inmensas llanuras –dice el búfalo.
—Algún día las excavarán y lo encontrarán.
—Escóndelo en su interior –dice el sabio y anciano topo.
—Hecho –responde el Creador–. Es el último lugar en el que indagarán.
LEYENDA DE LOS INDIOS AMERICANOS

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Antes de que empecemos…

V ivimos en una época extraordinaria de increíbles cambios, mucho más


inverosímiles de lo que podemos alcanzar a imaginar. Está acontecien-
do una trasformación vibracional o despertar en los reinos ocultos y ajenos
al espectro visible del ser humano que está abriendo las mentes cerradas y
delimitadas de la población humana.
Está despertando a aquellos que están listos para salir del trance que los
esclaviza a la Mano Oculta que manipula desde las sombras a través de aque-
llos que sólo parecen estar «en el poder». El objetivo de las Personas de las
Sombras es un estado mundial orwelliano de absoluto control y obediencia
a su dictadura draconiana; un lugar en el que se habrá perdido la libertad en
sus distintas facetas hasta el punto de que vigilarán, a través de microchips,
todas nuestras acciones, palabras y pensamientos. Llevo advirtiendo sobre
esto desde hace mucho tiempo y muchas personas se han burlado de mí por
ello, pero en la actualidad la mofa es una reacción insólita porque las pruebas
hablan el mismo idioma que la experiencia cotidiana.
El despertar vibracional, junto con el control y las imposiciones cada vez
más extremas del gobierno, se han combinado para abrir los ojos de una
gran cantidad de personas que ha podido ver que en esta realidad «hay algo
que va mal». ¿Pero qué es lo que va mal? En la primera película de Matrix, el
personaje de Morfeo le dice a Neo, el buscador desconcertado:

Lo que sabes no lo puedes explicar, pero lo percibes. Ha sido así


durante toda tu vida, algo no funciona en el mundo. No sabes lo
que es pero allí está, como una astilla clavada en tu mente y te está
enloqueciendo.

Sé exactamente lo que se siente y tú también lo sabes, de lo contrario no


estarías leyendo este libro en un intento de responder las preguntas que «te

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están volviendo loco», tales como: ¿quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Por qué el
mundo es como es?
En la década de los ochenta inicié mi viaje consciente en busca de res-
puestas. Me ha llevado a más de cuarenta países y me ha guiado a conoci-
mientos, tanto «antiguos» como «actuales», que me han mostrado cuántas
piezas del rompecabezas encajan entre sí. Sólo podemos ver el panorama
cuando atamos los cabos, por eso en este libro he reunido dos décadas de
investigaciones y vivencias con el fin de explicar por qué «hay algo que va
mal». Como siempre, es un trabajo inacabado, pero supone un salto gigante
en el camino hacia la comprensión de la condición del ser humano y de
cómo podemos modificarla. El escritor Michael Ellner dijo acertadamente:

Míranos. Todo está al revés; todo está dado la vuelta. Los médicos
debilitan la salud, los abogados deterioran la justicia, las universida-
des arruinan el conocimiento, los gobiernos socavan la libertad, los
principales medios de comunicación menoscaban la información y
las religiones acaban con la espiritualidad.

Esto no es accidental, sino que se ideó de esta manera… tal y como explicaré
a medida que vayamos atando los cabos.

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CAPÍTULO UNO

¿Quiénes somos?

El verdadero valor de un ser humano puede hallarse en el grado en


que ha logrado liberarse de sí mismo.
ALBERT EINSTEIN

S ígueme un poco la corriente mientras digo esta obviedad…: nos perde-


mos porque no sabemos dónde estamos. Por supuesto, es así de simple.
Nos perdemos porque no tenemos la información necesaria para saber dón-
de estamos y, sin ella, no podemos encontrar el camino de regreso a casa. Es
igualmente obvio. ¿Cómo podemos llegar a algún lugar si, para empezar, no
sabemos dónde estamos?
Todo esto tal vez sea una tontería, pero lo que vemos y pensamos no
siempre es lo mismo. Como versa el dicho: si quieres ocultar algo, ponlo a
la vista del público. Lo que acabo de describir es precisamente la situación
en que se halla la «raza humana». Estamos perdidos porque (a) no sabemos
dónde estamos y (b) no tenemos acceso a la información necesaria para sa-
ber dónde nos hallamos. De hecho, en nuestro caso, aún va más lejos. Ni
siquiera sabemos quiénes somos, y menos todavía dónde estamos. Tal y como
escribió John Lennon: «¿Cómo puedo avanzar cuando no sé a qué dirección
estoy orientado? ¿Cómo puedo avanzar cuando no sé hacia qué rumbo?».
Sin estas coordenadas –quiénes somos y dónde estamos–, ¿cómo podemos
siquiera comprender aquello que vemos y experimentamos? No podemos,
de modo que hacemos conjeturas (muchas veces con desatino) que reciben
el nombre de religiones y teorías científicas. Decimos que hacemos «deduc-
ciones lógicas» basándonos en la información más racional que tenemos a
nuestra disposición pero, ¿qué ocurriría si esta información –que se expresa
mediante la religión y la ciencia– fuera mayoritariamente errónea y, todavía
más importante, se hubiera ideado precisamente para que fuese incorrecta? Es-
taríamos ante una situación incluso más confusa que el simple hecho de no

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saber qué dirección tomar. Nos estaríamos encaminando hacia la dirección
equivocada, creyendo que el transeúnte con la mitra o el microscopio sabía
de lo que estaba hablando.
Hoy en día, cada vez más personas comprenden que nuestros mapas están
obsoletos y que hemos estado leyéndolos al revés. O, mejor dicho, que hay agen-
tes que lo han hecho por nosotros, muchas veces a sabiendas, y que pertenecen
a un sistema que sólo puede existir mientras sigamos ignorando la brújula y las
coordenadas que nos llevarían de vuelta a casa. Alguien ha estado cambiando
las señales viales para confundirnos y controlarnos, y la intención de este libro
es que sirva de guía para saber quiénes somos, dónde estamos y cómo unos
pocos están manipulando nuestras vidas cada día a tal escala y para seme-
jantes fines que resulta difícil de creer. A partir de estas respuestas surgirán
todas las demás, y lo que hasta ahora nos ha parecido un «mundo» demencial,
desconcertante e inexplicable, de pronto se volverá nítido. El mundo parece de
locos porque lo hemos estado observando desde el ángulo equivocado. Cuan-
do lo observemos desde el ángulo correcto diremos: «¡Ah, eso es lo que está
sucediendo!».
En primer lugar, la coordenada número uno: ¿Quiénes somos?
A la mayoría de las personas que les preguntes quiénes son te responderá
algo similar a: «Soy Joe Bloggs. Soy empleado de Tooting en Londres, estoy
casado y tengo tres hijos. Me gusta el fútbol y la jardinería y me gustaría visitar
a mi hermano en Australia». Constantemente oímos frases similares cuando las
personas aparecen en programas de televisión y los presentadores las invitan
a «hablar de sí mismas». Las personas se identifican con su trabajo, su salario,
sus gustos y aversiones y con aquello que denominaríamos su «personalidad»:
«me encanta reírme e ir de fiesta», «me gusta quedarme en casa y vivir una
vida tranquila», o lo que sea. Sin embargo, ¿qué ocurriría si…? ¿Qué ocurriría
si aquello que llamas «tú», tu «personalidad», incluso tu sexo, no fueses tú?
¿Qué sucedería si todas estas expresiones fuesen un programa informático que
te han hecho creer que eres tú? Si preguntáramos a un astronauta quién es,
pensaríamos que es de locos que empezara a detallarnos las características de
su traje espacial: «Soy el traje espacial Mark III de la NASA, nacido en los
noventa. Tengo un torso superior rígido, elementos de cadera, cojinetes en el
hombro y un soporte estructural en la cintura y la cadera para la facilitar la
aducción/abducción. Resisto presiones de 0,56 atmósferas y me gustaría visitar
a mi hermano en la Estación Espacial Internacional». Probablemente pensaría-
mos que el tipo ha sufrido excesivos cambios de presión. ¿Qué está haciendo,
identificándose con su traje espacial, el muy tonto? Necesita ayuda, rápido. Sí,
la necesita, pero no es el único, ¿cierto? Los «seres humanos» hacemos precisa-

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mente lo mismo. Creemos que somos nuestro traje espacial y con ello perde-
mos totalmente el norte. ¿Cómo podría trabajar un astronauta si creyera que
es su traje espacial? Habría mucho caos y confusión, ¿no es cierto? Bien, pues
observa este «mundo» de personas que se creen trajes espaciales. ¿Qué es lo que
ves? Mucho caos y confusión. ¿Cómo podría ser de otra manera?
He aquí el primer descubrimiento sobre el camino hacia la libertad: tu cuer-
po no eres «tú», sino un increíble ordenador biológico que «tú» estás utilizando
para experimentar esta realidad. Es un vehículo, un medio, pero no eres «tú»
ni soy «yo». El traje espacial es el medio con el que el astronauta puede experi-
mentar otros «mundos». Lo mismo es tu «cuerpo». No somos nuestros cuerpos,
somos Consciencias Infinitas, Todo lo que Existe, un campo energético uni-
tario dentro del cual existen todos los «mundos» y ninguno de ellos. La única
diferencia entre todo ello es el nivel de conciencia acerca de que somos Todo
lo que Existe. Cuanto más profunda sea esta conciencia, más accederemos a
ese nivel de «conocimiento» y percepción; cuanto más pensemos que somos
«individuales» y que estamos separados de todo lo demás, más desconectados
estaremos de la Unidad Infinita que realmente somos. Vivimos en un reino de
división y «separación» porque hemos olvidado –y nos han manipulado para
que olvidemos– nuestra verdadera naturaleza infinita. Albert Einstein describió
la realidad como «una ilusión, a pesar de ser persistente», y dijo lo siguiente:

Los seres humanos formamos parte del todo que llamamos Univer-
so, una parte limitada temporal y espacialmente. Experimentamos
nuestra existencia, pensamientos y sentimientos como algo separa-
do del resto, como una especie de ilusión óptica de la consciencia.
Esta ilusión es una cárcel para nosotros, que limita nuestros deseos
y nuestro afecto a las pocas personas más próximas a nosotros.
Nuestra tarea debe ser la de liberarnos de esta cárcel, ampliando
nuestro círculo de compasión para abarcar todos los organismos
con vida y toda la hermosa naturaleza.

Más que eso, para comprender que somos Consciencias Infinitas o lo que
yo denomino Conciencia Infinita. Se trata de un nivel de consciencia que
sabe que es todo. Es el TODO con conciencia de sí mismo. Pensemos en la
diferencia entre una gota de agua y el océano; la gota simboliza la división,
un «yo» individual, desconectado de todo lo demás. Es como identificarse
con «Bill Bloggs» o «Ethel Jones». Sin embargo, si esta gota regresa al océa-
no, ¿dónde termina el océano y empieza la gota? No hay principio ni fin,
no hay Alfa ni Omega, porque todo es Uno. A ese nivel no existe un «noso-

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tros», solamente un «yo» infinito. Una parte del océano tal vez esté calmada
y pacífica y otra quizás esté violenta y tempestuosa, pero sigue siendo el
mismo océano, la misma Unidad. Siempre somos el océano y la Conciencia
Infinita, y literalmente no podemos desconectarnos de ella. Sin embargo,
cuando olvidamos quiénes somos podemos confundirnos y percibir la divi-
sión, creer que somos la gota, y con ello se forma una lente diminuta a través
de la cual percibimos la realidad. Esta lente percibe aquello en lo que cree
y manifiesta una experiencia que se corresponde con sus creencias. Piensa
en pequeñeces y serás insignificante, incluso aunque seas todas las Posibili-
dades Infinitas. Ésta es la situación de la humanidad. Somos el océano, la
Conciencia Infinita, pero creemos que somos una pequeña gota impotente
e insignificante. Nos identificamos con la división y las «partes» en vez de
con la unidad. Esto ha ocurrido debido a la manipulación masiva de nuestra
perspectiva de la realidad que nos ha llevado a identificar nuestro «yo» con el
ordenador biológico que denominamos cuerpo. Fíjate en cuántas religiones
afirman que es una blasfemia decir que somos Todo, o lo que ellas llaman
«Dios». No podemos decir que somos «Dios»; debemos ser humildes y acep-
tar que somos pecadores subordinados que debemos agachar la cabeza ante
el Todopoderoso: ellos. Eres un ser insignificante, hazte a la idea, y sólo si
los sacerdotes pronuncian una buena oración tenemos alguna posibilidad de
eludir al tipo de la horca. Esta insensatez la idearon aquellos que dirigen las
religiones (no los subordinados programados con sombreros estrambóticos)
para encerrarnos en el plano informático de la percepción, el nivel en el que
somos fáciles de guiar y cercar. Escucha el lenguaje de la religión: «El Señor
es tu pastor y formas parte de la manada». De ahora en adelante me referiré
a las personas encarceladas en la realidad del cuerpo-ordenador como indi-
viduos «inconscientes», y a aquéllas con una conciencia del todo como per-
sonas «conscientes». De hecho, todo es consciencia; sólo es distinto el nivel
de conciencia, pero usaré los términos «consciente» e «inconsciente» para
que la lectura sea lo más sencilla posible. Según esta definición, casi toda la
población humana es inconsciente porque las personas se identifican con sus
cuerpos-ordenadores (figura 1). Afortunadamente, ahora nos hallamos en
una época en que esto está empezando a cambiar.

La realidad informática

Con frecuencia se dice que un ordenador biológico es un ordenador «vivien-


te»; «biológico» se define como «perteneciente a la vida y a las cosas anima-

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das». Es un ordenador que

Ilustración: Neil Hague (www.neilhague.com)


puede elaborar soluciones
sin que nadie le diga exac-
tamente cómo hacerlo. En
la actualidad los están fa-
bricando en todo el mundo
a pesar de que, natural-
mente, son como un ába-
co en comparación con el
ordenador biológico que es
el cuerpo humano. Aun así,
el principio es el mismo. El
profesor Bill Ditto lidera
la investigación sobre or-
denadores biológicos en el
Instituto de Tecnología de
Georgia y dice lo siguiente:
«Los ordenadores normales
necesitan siempre la infor-
mación cierta para llegar a
la respuesta correcta. Espe-
ramos que los ordenadores Figura 1. Los seres humanos en un carrusel.
biológicos lleguen a la res- La mayoría de las personas vive en el plano
puesta adecuada basándo- informático de la realidad; otras son más
se en información parcial conscientes pero siguen atrapadas en la ilusión;
y rellenando ellos mismos y algunas están conectadas conscientemente
los vacíos». Dicho de ma- con la Conciencia Infinita.
nera sencilla, los ordenado-
res biológicos tienen la capacidad, hasta cierto punto, de razonar. El cuerpo
también dispone de dicha capacidad a un nivel mucho más avanzado, y el
problema es que estamos permitiendo que también piense por nosotros. Nos
hemos dejado atrapar por la ilusión de que nuestro cuerpo es quienes somos
y, por consiguiente, creemos que todos los pensamientos y las emociones del
cuerpo-ordenador nos pertenecen. No necesariamente es así. En realidad, si
estamos hablando de niveles superiores de nuestra Conciencia Infinita, nunca
es de este modo. Yo actualizaría las palabras de Albert Einstein del principio
de este capítulo y diría: «El verdadero valor de un ser humano puede hallarse
en el grado en que ha logrado liberarse de su propio ordenador». Las diversas
partes de un ordenador son un reflejo de las funciones del cuerpo porque

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en cierto aspecto son lo mismo. El sistema del cuerpo-ordenador se basa en
una red genética o de ADN y en otros sistemas corporales y campos ener-
géticos que trasmiten información entre las células, entre muchas otras cosas,
en respuesta a pensamientos, emociones e influencias del ambiente. Cuando
la comunicación es fluida estamos «sanos» porque la información adecuada
alcanza a las células correspondientes en el momento oportuno. Esta red de
comunicaciones es la que responde a las enfermedades o cura los cortes y las
heridas, y también libera sustancias químicas o absorbe toxinas cuando es
necesario para mantener el equilibrio y reaccionar a las adversidades y los cam-
bios. Cuando esta red se interrumpe las instrucciones se mezclan, como si
se rompiera un teléfono móvil, y el cuerpo deja de funcionar correctamente.
Lo denominamos «enfermedad», ya sea física, mental o emocional. Observa
lo que ocurre cuando un ordenador confunde las instrucciones que recibe a
causa de un «virus» u otra cosa. El ordenador empieza a mostrar indicios de
«enfermedad» o discordia. Al principio, tal vez sólo se vea afectada su veloci-
dad de reacción y decimos que el ordenador «va lento». Va lento porque la in-
formación no se está trasmitiendo por el circuito a la velocidad y la eficiencia
adecuadas. El «virus» puede seguir distorsionando las comunicaciones hasta
tal punto que ya no podamos volver a encender el ordenador. ¿Qué decimos
entonces? «Mi ordenador ha muerto». Esto es lo que ocurre cuando morimos.
En realidad, no morimos porque no podemos. Somos Conciencias In-
finitas, no cuerpos. Es nuestro ordenador el que muere cuando, o bien su
sistema de comunicación se ha estropeado y ya no es capaz de funcionar, o
bien cuando la consciencia decide retirarse de esta realidad y poner fin a la
experiencia. La consciencia proporciona la fuente de energía para dar vida al
ordenador, para «conectarlo a la red de suministro», si lo prefieres, de modo
que cuando se va, se desconecta. ¿Qué ocurre cuando lanzamos un ordena-
dor desde una gran altura? Deja de funcionar, muere. ¿Qué ocurre cuando
alguien lanza a una persona desde una gran altura? Lo mismo. ¿Qué sucede
cuando un virus informático destruye el sistema operativo de un ordena-
dor? Deja de funcionar, muere. ¿Qué sucede cuando un virus, un cáncer u
otra disfunción destruye el sistema operativo del cuerpo? Lo mismo. ¿Qué
pasa cuando falla la memoria de un ordenador? Se desconcierta y es incapaz
de responder como antes a las instrucciones y la información. ¿Qué sucede
cuando le ocurre esto a un «ser humano»? Lo denominamos alzhéimer o
demencia. Un ordenador se pone en «modo de suspensión» cuando está
inactivo. Lo mismo hace el cuerpo. Las analogías son interminables pues-
to que estamos hablando básicamente del mismo fenómeno y los mismos
principios operativos.

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Sin embargo, debo destacar que nosotros no morimos ni enfermamos de
alzhéimer ni de ninguna otra demencia: lo hace nuestro cuerpo-ordenador.
Del mismo modo, el usuario de un ordenador que se halla frente al teclado
no es el que se contagia del virus informático. Aquello que denominamos
«retraso mental» no es un problema de nuestra Conciencia Infinita, sino que
se trata de un ordenador que está dañado. Uno puede ser el mejor usuario in-
formático del planeta, pero si su ordenador no puede procesar sus entradas,
no podrá lograr que trabaje a plena potencia. Decimos que no podemos ha-
cer que un ordenador funcione como antes, especialmente cuando es viejo y
está desfasado. ¿Qué decimos acerca de nuestros cuerpos cuando envejecen?
«No puedo hacer lo que solía hacer». Cabe destacar que cuando lo decimos
nos referimos a nosotros mismos, pero estamos hablando de nuestro cuerpo.
El cuerpo-ordenador no es quienes somos. Somos consciencias –concien-
cias–, todo lo que siempre ha sido, es y será. Somos Conciencias Infinitas, no
un ordenador finito, y cuando confundimos las dos cosas, nuestro sistema
de navegación por satélite puede creer que una cárcel es una vía libre. Nues-
tro mundo está estructurado de tal modo que confundimos las dos cosas
porque así somos más fáciles de controlar y censurar, tal y como mostrará
este libro. Un ordenador está programado para responder a un conjunto de
instrucciones, a lo que denominamos «programas». Tiene una placa base o
«placa madre» para trasmitir las señales eléctricas a sus distintas partes, y
el procesador central de información se denomina microprocesador o CPU
(unidad central de procesamiento). Un ordenador tiene una memoria de-
nominada «disco duro» y una «memoria virtual» o «RAM» que conserva la
información mientras el ordenador está en uso. Cuando tecleamos «guar-
dar», aquello que hemos guardado en la memoria virtual se trasfiere al disco
duro. Los ordenadores también tienen programas para impedir que los virus
u otros agentes externos los desestabilicen. Reciben el nombre de cortafue-
gos y programas antivirus, como Norton Antivirus. El cuerpo-ordenador
funciona básicamente del mismo modo. Tiene un disco duro, una memoria
virtual, una placa base y un «programa» antivirus.

Un disco duro genético

El disco duro del cuerpo consta de ácido desoxirribonucleico o ADN y de


células. Tal y como veremos, las células son como chips informáticos. La
biblioteca genética del cuerpo reconoce la doble hélice de ADN de las células
y «descarga», a través de la procreación, los códigos que contienen la infor-

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mación de nuestras características físicas (figu-
ra 2). Sin embargo, éste sólo es uno de los roles del
ADN. Tenemos alrededor de 200.000 millones de
kilómetros de este material, y puede almacenar
más de 100 billones de veces más información que
cualquier dispositivo que pueda fabricar la ciencia
humana. Los principios que rigen el cuerpo y un
ordenador son los mismos, a pesar de que están a
años luz en lo que respecta a la magnitud, el po-
tencial y la complejidad. Otro aspecto que cabe
destacar es lo poco que sabe la ciencia oficial acer-
ca del ADN, que denomina «ADN basura» a un
95-97 por 100 del ADN porque desconoce su
función. Pensemos en ello. Cada uno de nosotros
tiene 200.000 millones de kilómetros de ADN y,
sin embargo, hasta un 97 por 100 (y probable-
mente más) es un misterio para los científicos que,
Figura 2. El ADN, posteriormente, tienen la cara de decirnos cómo
el «disco duro» del deberíamos y no deberíamos tratar nuestro cuer-
cuerpo-ordenador. po, el mismo cuerpo sobre que tanto ignoran. De-
beríamos recordar que los científicos y los intelec-
tuales no tienen por qué ser conscientes en términos de la Conciencia
Infinita, y el problema es que la abrumadora mayoría no lo son. Su inteli-
gencia viene, mayoritariamente, del plano informático del pensamiento.
¿Cuántas veces ha sucedido que los mayores avances no han surgido de la
inteligencia, principalmente, sino de los conocimientos intuitivos? A un
presentimiento le sigue la inteligencia, que luego descubre que es válido.
Nuestros presentimientos, nuestra intuición, inspiración o lo que yo deno-
mino «conocimiento», vienen de la Conciencia Infinita, no del intelecto.
Las profesiones «científicas» e «intelectuales», como los maestros, los profe-
sores universitarios y los trabajadores de los medios de comunicación, están
repletas de personas inconscientes (junto con personas conscientes muy
frustradas). Por eso la ciencia se ha hallado en tantos callejones sin salida a
la hora de explicar la realidad. Sus miembros son pensadores programados
en lugar de inspiradas Conciencias Omniscientes, y puesto que creen en el
cuerpo, vienen de la perspectiva de la realidad corporal, la de los cinco sen-
tidos. Nikola Tesla, un verdadero genio científico que murió en 1943, dijo
lo siguiente: «El día que la ciencia empiece a estudiar los fenómenos no fí-
sicos, hará más progresos en una década que en todos los siglos previos de

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Figura 3. Los códigos informáticos A, G, C y T que deciden las características
«físicas» y de otro tipo se asemejan a las pantallas de ordenador de las películas
de Matrix.

su existencia». Para muchos, aquello que no se puede ver, oír, tocar, oler o
probar no puede existir, pero todo es energía, la mayor parte de la cual es
invisible. El ADN y el cuerpo en general también son campos de energía, y
el «aura» es una de sus expresiones. Aquello que denominamos aura es
como el campo electromagnético que retiene la información en un disco o
sistema informático. Los campos áuricos (la «mente») se comunican cons-
tantemente con el plano «físico» del cuerpo y le dan «vida». Así que, por
favor, recordad que siempre que hablo sobre el ADN, la genética, las célu-
las, etcétera, me refiero también a su expresión energética, los campos áuri-
cos. Los campos áuricos trasmiten, por ejemplo, los pensamientos y las
emociones al plano «físico», donde se manifiestan electroquímicamente.
Cuando hablo de «consciencia de los cinco sentidos» o «consciencia corpo-
ral», me refiero tanto al cuerpo «físico» como al cuerpo energético, que son
los campos áuricos inferiores.
La intromisión del término «ADN basura» supone que es algo que sobra
y que no tiene ninguna finalidad, y por eso mismo se trata de una idea in-
concebible y ridícula. Una de las principales funciones de este «ADN basu-
ra», junto con otros sistemas del organismo, es conectar con otros reinos de
la realidad y recibir, trasmitir y amplificar la información, de un modo muy
similar a un aparato receptor-trasmisor. La forma y la estructura cristalina
del ADN hacen que sea perfecto para esta función, tal y como explicaré en
el próximo capítulo. También es esencial comprender que el ADN es bási-
camente el mismo en todos los organismos vivos, desde un humano hasta
un ratón, una flor, un pez o un virus. Todo el ADN está compuesto de los
mismos cuatro códigos llamados adenina, guanina, citosina y timina o A,
G, C y T. La única diferencia entre una flor y un ser humano es el orden en

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que se disponen estos cuatro códigos, y diferencias muy pequeñas pueden
provocar grandes cambios en los rasgos físicos. La diferencia en el ADN de
un ser humano y un ratón es mínima en comparación con la gran disparidad
de sus formas físicas. Si el lector ha visto la trilogía de Matrix se dará cuenta
de que la secuencia de códigos de ADN de la figura 3 se asemeja a los códi-
gos informáticos que aparecen en estas películas. No sólo el cuerpo humano
es un sistema informático biológico; también lo son, por supuesto, todas las
formas de «vida» de esta realidad que denominamos «mundo». Todo lo que
vemos que tiene una aparente forma física es un programa informático, y los
códigos A, G, C y T son como códigos informáticos.

La placa base de los meridianos

La placa base del cuerpo es el sistema de los meridianos, que compone la


base de la acupuntura, el antiguo arte de curación. Hace miles de años, los
chinos advirtieron una red de líneas energéticas que atravesaban el cuerpo y
que actualmente se denominan meridianos. A lo largo de estas líneas existen
numerosos puntos, llamados puntos de acupuntura, en los que se puede re-
gular el flujo de la energía a través de los meridianos con el uso de agujas
finas y de otras técnicas. En la figura 4 pode-
mos ver incluso cómo el sistema de los meridia-
nos se asemeja a una placa base. Es una versión
informática optimizada de una imagen tomada
en el Hospital Necker de París en un estudio
conjunto con el Laboratorio de Citología del
hospital militar. Inyectaron una sustancia ra-
diactiva en los puntos de acupuntura y poste-
riormente tomaron una fotografía con una cá-
mara de rayos gamma. La sustancia siguió las
líneas de energía del sistema de los meridianos.
Este estudio no sólo confirma la existencia de la
red de meridianos que desde hace mucho tiem-
po la «medicina moderna» ha desestimado y ri-
diculizado, sino que también establece otro he-

Figura 4. En esta imagen, tomada en el Hospital


Neckler de París, se observa claramente la placa
base o «placa madre» del cuerpo.

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cho crucial. Los investigadores hallaron que cuanto más despacio fluía la
energía (o chi para los chinos) a través de los meridianos, peor era la salud de
la persona. Cuando la energía fluía a la velocidad óptima y de manera equi-
librada, el sujeto gozaba de una buena salud. ¿Cómo puede ser? Porque la
energía, el chi, es información que contiene los detalles sobre un problema o
desequilibrio y las instrucciones para responder a él. Si las personas tarda-
ran demasiado tiempo en advertirnos de la existencia de un problema y en
comunicarnos cómo responder, ¿qué ocurriría? El problema no se solucio-
naría y, a resultas de ello, probablemente empeoraría. Por eso las personas
que están enfermas son más vulnerables a sufrir otras enfermedades. El chi
también lleva las instrucciones para mantener el equilibrio y la armonía y, de
nuevo, cuando se altera esta comunicación, también se perturba el equilibrio
y la armonía y el cuerpo enferma. Como he dicho, cuando un ordenador
empieza a funcionar mal,
lo primero que advertimos
Ilustración: Neil Hague (www.neilhague.com)

es que va más lento de lo


normal a la hora de respon-
der a nuestras instruccio-
nes. En cuanto eso ocurre,
puede ir a peor a menos
que tomemos alguna medi-
da para eliminar del siste-
ma aquello que ralentiza el
tráfico de las comunicacio-
nes. Lo mismo ocurre con
el chi de la placa base del
cuerpo. Aquellos que no
comprenden cómo funcio-
na el cuerpo, o ni siquiera
lo que es, llevan mucho
tiempo mofándose de la
acupuntura y de otros mé-
todos «alternativos» de cu-
ración. Su ignorancia no
alcanza a comprender el
hecho de que clavar una
aguja en el pie o en la pier-
na pueda curar una cefalea, Figura 5. Los chakras que conectan el cuerpo
por ejemplo, puesto que con otros planos de la realidad.

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asocian el dolor con la ubicación del dolor en lugar de considerar el cuerpo
como un todo. Los meridianos forman circuitos alrededor del cuerpo y una
línea que pasa por la cabeza también pasa por la pierna y el pie. Un bloqueo
en estas áreas puede provocar una ruptura en cualquier otra parte del circui-
to, y por eso cuando se restaura el flujo en el punto correspondiente del pie
o la pierna es posible eliminar la presión o cualquiera que sea el problema
que esté provocando el dolor de cabeza. Los técnicos informáticos hacen
algo similar cuando «limpian» un ordenador para que los circuitos eléctricos
fluyan a la velocidad óptima. A menudo nos referimos a estos técnicos como
«médicos informáticos», un nombre sumamente apropiado.
El sistema de los meridianos también se vincula con un conjunto de vór-
tices que conectan el cuerpo-ordenador a nuestra Conciencia Infinita, o por
lo menos eso es lo que supuestamente hacen. Existen muchos de estos vórti-
ces y se denominan «chakras», una palabra que viene del sánscrito antiguo y
significa «ruedas de luz». Hay siete vórtices principales, el de la raíz, el del
sacro, el del plexo solar, el del corazón, el de la garganta, el del tercer ojo y el
de la cima (figura 5) y se conectan con el cuerpo-ordenador a través de las
glándulas del sistema endocrino. El chakra del corazón es el punto de equi-
librio del centro del pecho y es el verdadero origen de que el amor se sienta
«en el corazón». Cuando se perdió este conocimiento, el símbolo del amor se
convirtió en el corazón «físico». El chakra del tercer ojo, en el centro de la
frente, es nuestra conexión con la visión y la comunicación psíquica e in-
teractúa con la glándula pineal del centro del cerebro. La glándula pineal
es sensible a la luz y produce melatonina, la hormona que regula el sueño,
y serotonina, un trasmisor del impulso eléctrico en el cerebro de vital im-
portancia. Es lo que denominamos un «neurotrasmisor». René Descartes, el
filósofo y matemático francés del siglo xvii, concluyó que la glándula pineal
era el «asiento del alma». Sin embargo, en realidad es un receptor-trasmisor
que conecta el «alma» –la Conciencia– con el ordenador. El chakra de la
cima, en la parte superior de la cabeza, es la principal conexión con la Con-
ciencia Infinita y su glándula es la pituitaria, la «glándula maestra», que
también se localiza en el cerebro y secreta las hormonas que controlan el
sistema endocrino. Algunos sostienen que la pituitaria es la glándula del
tercer ojo y que la pineal es la glándula de la cima, pero para los objetivos de
este libro carece de importancia si es una cosa u otra. Los dos chakras nos
conectan con el «exterior» y cualquier problema en alguna de estas dos glán-
dulas dificulta considerablemente esta conexión. Trabajan conjuntamente
con el hipotálamo del cerebro, que es una importante glándula reguladora
de nuestro estado emocional y que organiza y controla los sentimientos y los

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estados de ánimo, tal como el hambre, el apetito y el consumo de alimentos
y todo lo que tiene que ver con el concepto del placer y la actividad creativa.
El hipotálamo es esencial para el equilibrio del cuerpo, la mente y las emo-
ciones y, junto con las demás glándulas endocrinas, es uno de los blancos de
las sustancias químicas empleadas en el comercio a gran escala de alimentos
y bebidas y de los mecanismos electromagnéticos. En la década de los ochen-
ta, cuando estaba empezando a despertar y a ver todo desde una perspectiva
más amplia, tuve un sueño muy vívido en el que me hallaba leyendo la Biblia
y las únicas palabras que podía ver eran el nombre de «John Pineal». Fue tan
vívido que al principio pensé que, sin duda, lo había leído en una Biblia. Por
entonces no había oído hablar de la glándula pineal, pero es de suma impor-
tancia para conectar con nuestro «yo» más amplio, un tema al que volveré
más adelante. Los vórtices de los chakras, a propósito, forman parte del
«aura», el campo energético que rodea el cuerpo, que puede medirse a nivel
eléctrico y que incluso algunos médiums pueden llegar a ver. Ven el aura
como si fuesen distintos colores que cambian a medida que cambian los es-
tados mentales y emocionales de la persona. Los distintos pensamientos y
emociones son frecuencias y vibraciones diferentes, y toda frecuencia repre-
senta un color o tono.

¿Qué es el cerebro y dónde está la memoria?

Bien, hemos identificado la base del sistema del cuerpo-ordenador: el ADN


y las células y su placa base, la red de meridianos. A continuación tenemos
la unidad central de procesamiento o CPU, a la que llamamos cerebro. Una
CPU también se denomina «cerebro del ordenador» porque, igual que el
cerebro humano, lee, controla y procesa todo el tráfico de comunicaciones.
En el cuerpo-ordenador, el cerebro decide qué hacer con la información: qué
hacer con ella y a dónde enviarla. Deberíamos recordar que el cerebro es el
que recibe la información procedente de los cinco sentidos y el que decide
cómo descodificarla. Si uno puede manipular y programar el cerebro para
leer estos mensajes de un modo distinto, puede lograr que alguien consuma
una manzana y que le sepa a plátano. Los hipnotistas profesionales hacen
este tipo de cosas en sus programas. Cuando sentimos dolor, no lo sentimos
en la región en la que recibimos un golpe; lo sentimos cuando la información
sobre el golpe alcanza el cerebro y éste la traduce en un ¡ay! Todo esto es
esencial para responder las preguntas del próximo capítulo: «¿Dónde esta-
mos? y ¿qué es la realidad?».

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He mencionado que los ordenadores tienen dos clases de memoria, el disco
duro que conserva la información a largo plazo, y la «memoria virtual» o RAM
que nos permite usar muchas aplicaciones a la vez. Podemos trasferir al disco
duro cualquier parte de nuestro trabajo que se halle en la memoria virtual y
que queramos retener de manera permanente con sólo pulsar sobre el botón
de «guardar». El cuerpo tiene un sistema similar llamado memoria a corto y a
largo plazo. Vi un artículo sobre este tema que decía lo siguiente: «La memo-
ria a corto plazo, también llamada memoria “primaria” o “activa”, es la parte
de la memoria que almacena una cantidad limitada de información durante
un tiempo limitado… En contraposición, la memoria a largo plazo almacena
indefinidamente una cantidad aparentemente ilimitada de información». Otra
explicación en www.psychtests.com lo describía del siguiente modo:

Básicamente todo lo que vemos, oímos, tocamos o experimentamos


accede casi instantáneamente (en un cuarto de segundo) a nuestra
memoria a corto plazo. Puesto que tenemos memoria a corto plazo,
podemos usar algo inmediatamente y luego olvidarlo cuando ya no
tengamos la necesidad de recordarlo. Solemos reconocer o com-
prender algo justo en el momento en que lo tenemos ante nosotros.
Todo, esencialmente, empieza en la memoria a corto plazo.
… La memoria a largo plazo es donde guardamos todos los re-
cuerdos y los hechos que empleamos para definirnos. Nuestro pri-
mer recuerdo de niños, la primera carta de amor que escribimos o
recibimos, la vez que nos rompimos el brazo…; todo está allí. Mien-
tras que no podemos explicar con certeza por qué recordamos cier-
tas cosas y no otras, sabemos algunas cosas sobre la memoria a
largo plazo. La información pasa por la memoria a corto plazo para
convertirse en memoria a largo plazo.

En realidad, hay otro tipo de memoria –el verdadero «yo», la Conciencia Infini-
ta– donde se recuerda todo. Todo lo dicho concuerda perfectamente con el modo
en que empleamos la memoria virtual para trabajar en un ordenador y reunir in-
formación, para luego guardarla cuando queremos conservarla en el disco duro.

El programa de la inmunidad

La versión para el cuerpo de los cortafuegos y los programas antivirus que


tenemos en los ordenadores se denomina «sistema inmunológico». Como el

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Norton Antivirus y todos los demás, la función del sistema inmunológico
es proteger el cuerpo-ordenador de los ataques a su sistema operativo. Los
fabricantes de Norton dicen:

Los virus, los adware o spyware, como se denominan con frecuen-


cia, son los principales causantes de que los PC vayan lentos… Un
virus es un trozo de código malicioso escrito para provocar algún
tipo de daño en un sistema informático o incluso en internet. Los virus
se contagian, de un modo similar a sus homólogos biológicos, de un
ordenador a otro y pueden hacer estragos allá a donde van.

El sistema que protege a los ordenadores de tal invasión funciona del si-
guiente modo:

Se ejecuta discretamente en el fondo y revisa todos los archivos vul-


nerables en busca de posibles infecciones de programas maliciosos
llamados virus y gusanos informáticos… Algo que hace buscando
firmas identificadoras de estos gusanos y virus y comparándolas con
los virus que conoce y para los cuales tiene archivos.

A su propia manera, el sistema inmunológico humano hace lo mismo;


busca «invasores externos» identificando sus firmas y comparándolas con
las de los virus y amenazas que conoce. Luego intenta destruirlos, ponerlos
en cuarentena de distintos modos y mantener la armonía del ordenador
biológico que es el cuerpo. Si el sistema inmunológico está debilitado o
abrumado por una gran cantidad de ataques o por su magnitud, deja de
poder proteger el cuerpo de las consecuencias. Lo mismo ocurre con los
programas antivirus informáticos. Si el sistema inmunológico se enfrenta
a nuevas variedades de virus u otros agentes, tal vez no pueda lograr abor-
darlos; lo mismo sucede con los programas antivirus. Un famoso ejemplo
fue cuando la viruela arrasó la población de indios americanos después de
la llegada de los europeos. La población autóctona nunca había padecido la
viruela, de modo que sus sistemas inmunológicos tampoco habían tenido que
defenderse ante ella. Los europeos habían experimentado la viruela y eran
mucho menos propensos a sus efectos. Se podría decir que sus programas
«Norton» estaban «actualizados». En todos los casos la analogía con los or-
denadores es aplicable al funcionamiento del cuerpo, y es el parecido de sus
principios y estructuras lo que hace que hoy en día sea posible desarrollar or-
denadores que respondan a pensamientos humanos: la llamada «interacción

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humano-ordenador». En realidad, es una interacción ordenador-ordenador.
La única diferencia radica en su magnitud y avance y en el hecho de que el
cuerpo es un ordenador biológico que tiene la capacidad de pensar en gran
medida por sí mismo sin la necesidad de que haya nadie en el teclado…
consciencia, conciencia. Esto explica mucho acerca del «mundo», tal y como
veremos.

El cerebro de una rata piloto

La investigación sobre el desarrollo de ordenadores biológicos ya está en


marcha e incluye un estudio de la Universidad de Florida en que los inves-
tigadores extrajeron 25.000 neuronas de un embrión de rata ¡y le enseñaron
a pilotar un avión! Bien, en realidad, el simulador de un F-22. Parece des-
cabellado, y hasta cierto punto lo es, pero la lógica es muy sencilla cuando
sabemos de qué estamos hablando. Los investigadores dejaron las neuronas
en suspensión en un líquido especial que las mantuvo con vida y posterior-
mente las esparcieron sobre una cuadrícula de sesenta electrodos en una
pequeña placa de cristal. Al principio, cuando las observaron con un micros-
copio, parecían granos de arena, pero en poco tiempo se conectaron entre sí
para formar aquello que los científicos denominan un «dispositivo de cálcu-
lo en vivo». Nosotros lo llamaríamos «cerebro». Los investigadores unieron
los electrodos a un monitor y estimularon la actividad neuronal para poder
estudiar el modo en que el cerebro procesa y trasmite la información. Pos-
teriormente, a través de un ordenador, conectaron las neuronas de la rata
con el simulador de avión y le enseñaron a pilotar el avión. Al final fueron
capaces de controlar la aeronave incluso con vientos huracanados. El doctor
Thomas DeMarse, un miembro del equipo de Florida, explicó lo siguiente:

La primera vez que conectamos las ratas con el simulador, el avión


se «estrellaba» una y otra vez, pero… la red de neuronas poco a
poco se adapta, a medida que el cerebro aprende a controlar el ala-
beo y el cabeceo del avión. Al poco tiempo, describen una bonita tra-
yectoria recta y nivelada. La red recibe información sobre el grado de
inclinación del avión y sobre su alabeo en pulsos estimulantes, y sus
respuestas cambian con el tiempo. Somos sus profesores externos.

En cuanto aprende la técnica, el «cerebro de la rata» puede llevarla a cabo


sin ayuda, y la naturaleza biológica de las células implica que también pue-

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den, hasta cierto punto, resolver cosas por sí solas. El equipo espera que esta
investigación contribuya a desarrollar «sofisticados ordenadores híbridos
con un componente biológico inteligente». Uno de los objetivos es insta-
lar «ordenadores con vida» en las aeronaves sin tripulación que se utilicen
para misiones consideradas demasiado peligrosas para los pilotos. En una
ocasión se sugirió que podían emplearse para las máquinas que desactivan
bombas. He aquí una revisión de la realidad: los ordenadores biológicos
también podrían usarse para tomar el control sobre los seres humanos,
como ocurre con las máquinas en la trilogía de Matrix. Una vez puedan
pensar sin ninguna intervención externa, tales resultados se vuelven verda-
deramente posibles. Actualmente se están desarrollando robots que tienen
capacidad de raciocinio, y al final de este camino serán capaces de crear un
ordenador con aspecto de ser humano (en realidad, ya lo han hecho en los
proyectos más secretos y avanzados). Hay un programa de investigación
denominado Reverb (un diminutivo de «Reverse Engineering the Verte-
brate Brain») y Henrik Christiansen, director del Centro de Robótica y
Máquinas Inteligentes del Instituto de Tecnología de Georgia, cree que en
los próximos cincuenta años tendremos que aplicar la legislación de los de-
rechos humanos a los robots «conscientes». Para empezar podrían aplicarla
a los seres humanos.

Algunos… caen en la cuenta

Cada vez más, la tecnología que utilizamos es un espejismo del cuerpo-or-


denador humano y ello incluye los ordenadores digitales que funcionan con
un sistema binario. Los experimentos han mostrado que cuando se emplea
una corriente eléctrica adecuada en la membrana de la célula, sus puertas y
canales se abren, mientras que si no hay ninguna corriente, se cierran. Se tra-
ta de una expresión del mismo sistema binario que utilizan los ordenadores.
En internet hallé la siguiente explicación:

Un ordenador digital se ha concebido para procesar datos numéri-


cos; sus circuitos realizan directamente las operaciones matemáti-
cas de sumar, restar, multiplicar y dividir. Los números que emplea
un ordenador digital se expresan con el sistema binario; los dígitos
binarios, o bits, son el cero y el uno… Los dígitos binarios se expre-
san fácilmente en el circuito de un ordenador por la presencia (1) o
ausencia (0) de una corriente o voltaje.

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