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El presente capítulo abarcará los estudios existentes sobre los estudiantes, el concepto de
cultura, cultura juvenil (concepto de juventud), cultura estudiantil (concepto de estudiante);
y la convergencia y divergencia entre estas dos últimas.
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flecha, la jícara etcétera) o hablar la lengua de su pueblo. Esta situación muestra diferentes
versiones sobre la visión de cultura, en la que el conserje concordaba con la idea que se
tiene sobre la cultura como “civilización”, mientras que el wixarita se refería a la cultura
como “tradición”.
Para tratar de entender todo lo que gira alrededor del controversial concepto de
cultura será necesario conocer primero el significado o génesis del mismo. Como indica
Leñero (1995) “el término cultura proviene de las palabras latinas: cultus, colere, que
aluden al cultivo y ura que significa acción o resultado de… Ser culto en la lengua latina se
utilizó para decir que una persona era instruida, que tenía muchos conocimientos” (p. 28).
Con el paso del tiempo, Alemania y Francia apoyaría su propio concepto de cultura,
como lo indica Kuper (2001)
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la relatividad durante los años veinte. Los discursos sobre la cultura no son inventados
libremente: hacen referencia a tradiciones intelectuales particulares que han persistido durante
generaciones, expandiéndose desde Europa a través de todo el mundo, imponiendo
concepciones de la naturaleza humana y de la historia, así como provocando toda una serie de
debates recurrentes” (p. 28).
Leñero (1995) trata también otras posturas sobre la definición de cultura, por
ejemplo, expresa que las escuelas positivistas y neopositivistas enfocaron al fenómeno
cultural como una realidad tangible, observable y mesurable, a partir de “datos”
provenientes de la captación de hechos y fenómenos culturales llamados por Durkheim
“representaciones colectivas”; mientras que las corrientes marxista y neomarxista en sus
diferentes versiones, en las que de una u otra manera, se plantea el juego dialéctico entre la
realidad económica “material y la realidad cultura “espiritual”, y en la que esta última es
vista más bien como superestructura condicionada por aquélla” (p.32, 33).
Es precisamente la visión de cultura de la corriente neomarxista a la que se inclina
la presente investigación. Dos son las definiciones de esta corriente que se emplean en la
presente tesis. La primera de ellas es la de Parson, quien siguiendo la perspectiva de Weber
que en esta investigación se emplea (análisis cuantitativo y cualitativo), elaboró un
concepto de cultura entendida como
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acontecimientos sociales, modos de conducta, instituciones o procesos sociales; la cultura
es un contexto dentro del cual pueden describirse todos esos fenómenos de manera
inteligible, es decir, densa (p.27).
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2.2 Los estudios sobre los estudiantes
Bourdieu y Passeron (2004) publicaron Los herederos, obra que demostró que el sistema
escolar restringe las oportunidades de ingreso a los aspirantes de clases desfavorecidas,
mientras que los estudiantes que vivan desde la infancia en un contexto favorable, familiar
y social, para la adquisición de una cultura académica, tendrán mayores probabilidades de
éxito escolar, esto contribuye a la reproducción de las clases sociales. (Bourdieu, 2002).
Bourdieu conceptualiza esta situación como habitus, es decir el:
En nuestro país los estudios sobre éxito escolar, estuvieron asociados a las causas de la
deserción, a la movilidad social y al desarrollo económico, a través de indicadores de
desempeño escolar, en las tasas de reprobación y deserción y en la eficiencia terminal
(Muñoz, 1996). En los ochentas se estudiarían los efectos que el clima institucional tenía en
estos indicadores (Tinto, 1998; Martínez, 2002). En general estas investigaciones trataron
de medir el capital escolar de los estudiantes (Miranda, 2007, p. 35).
Un tercer grupo de estudios sobre los estudiantes lo constituyen aquellos que se han centrado
en diferenciar al estudiante de otros jóvenes. Asimismo, existen estudios sobre las
organizaciones y los movimientos sociales, destacando el papel cambiante de las organizaciones
y de las demandas de los movimientos sociales a través del siglo XX y de la historia de las
universidades. Estas investigaciones, a diferencia de las anteriores, analizan el capital social y
dentro de él, el capital político de los estudiantes. Estos análisis, empero, no presentan los
rasgos característicos de las poblaciones objeto de estudio en términos del consumo cultural
como se han hecho para otras poblaciones, ni de interacciones con el espacio universitario
(Miranda, 2007, p. 36).
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aplicación de las políticas educativas. Por ejemplo, todas las IES que forman parte de la
ANUIES se comprometen para que en “el año 2020, las IES centren su atención
• Que existan programas de orientación educativa que relacione las propias características e
interés del alumno con las necesidades sociales, las perspectivas de empleo y las exigencias de
cada carrera.
• Que las IES apoyen a las escuelas de educación media superior para recibir estudiantes que se
desempeñen mejor en la licenciatura.
• Que las IES respeten al principio de selección equitativa basada en los méritos académicos.
• Que los sistemas de enseñanza, evaluación de los aprendizajes y tutorías, logren que la
mayoría de los alumnos de nuevo ingreso tengan buenos niveles de desempeño.
• Que se considere a los estudiantes de tiempo completo, parcial, jóvenes y adultos, para el
establecimiento de programas que fomentan su permanencia y su buen desempeño.
• Que ningún estudiante con capacidad deje los estudios superiores por motivos económicos.
• Que los alumnos de las IES cursen al menos un semestre en otra institución.
• Que la formación integral incluya las diferentes dimensiones de su desarrollo humano,
recreativo, cultural y deportivo.
• Que se incorporen experiencias de aprendizaje vinculadas con la práctica profesional-laboral.
• Que las IES cuenten con estudios sistemáticos sobre su alumnado, para el diseño de
programas de apoyo para su desarrollo integral.
• Que se cuenten con programas permanentes de seguimiento de egresados para la actualización
de los programas docentes poniendo a su disposición las nuevas ofertas educativas e
incorporarlos a las actividades de vinculación (ANUIES, 2000, p.110, 111).
Los pocos estudios sobre el tema, así como las políticas educativas, muestran resultados
contradictorios, incluso los que se basan únicamente en indicadores de desempeño, es decir,
los que pretenden medir el capital escolar del estudiantado (PISA, CENEVAL).
En esta tesis, frente a estos análisis, el cuerpo conceptual retoma la tradición de Los
Herederos (Bourdieu, 2004) aunque se adoptan críticamente los conceptos centrales de
dicha teoría. Los resultados de esta tradición (Garay, 2004; Miranda, 2007) muestran que la
“trayectoria de la configuración de los capitales cultural, social y escolar de los jóvenes
universitarios son variables estructurantes de la cultura institucional a nivel de las
profesiones que se cursan en las universidades (Miranda, 2007, p. 37).
Los estudios especializados en los profesores muestran una gran diferenciación y
heterogeneidad que impacta negativamente en la formación del estudiante, (García, 2001);
que existe una gran insatisfacción por la serie de programas de evaluación, que asocian a
los programas de estímulos (Acosta, 2004; Miranda, 2005); y que no benefician a la
docencia.
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2.3 El concepto de juventud
La juventud es una construcción social y cultural, De Garay (2004) señala que este
concepto:
el grupo de individuos que llegarían a dirigir el país, quienes serían los futuros
líderes de la revolución hecha gobierno. Ser joven era ser estudiante, con
espíritu de renovación”, con sana alegría que descubría y reprobaba las
injusticias, comprometido con el pueblo, con sentido crítico para tomar en sus
manos su propio destino y después dirigir la sociedad (Pérez, 2004, p.48).
1
El fascismo italiano fue uno de los mejores ejemplos que conjuntaría la escuela con la juventud, ésta cubría
una amplia gama de valores, cívicos, morales y estéticos. La juventud era considerada el punto de apoyo de su
acción y el centro de su sistema organizativo. Por su parte, los nazis en Alemania consideraban que “el joven
no se refería ni a un grupo social, ni a un momento en el desarrollo biológico del individuo. Ser “joven”
significaba ante todo que se pertenecía a una idea nueva – la Weltanschauung nacionalsocialista- que trataba
de encarnarse en la lucha (Caron, 1996, p. 313, 349, 358).
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Por largo tiempo, la condición de ser joven y además estudiante estaba vinculada
con la práctica de participar en movimientos sociales.
Oy en dia la juventud se alarga más cada día, los jóvenes tardan mas en
independizarse de su familia debido a la escasez de empleo; prolonan mas el matrimonio; y
pierden credibilidad a la escuela, pasan por esta con pocas esperanzas de obtener todo lo
que desearían, pareciera que su tránsito por la ella sirve sólo para dejar pasar su juventud
(De Garay, 2004, Bourdieu, 2002, p.142),.
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de crear estudiantes participativos y críticos o el discurso de identidad sustentado en el
apoyo a las clases subalternas y en el nacionalismo popular, ha quedado atrás, pues en la
actualidad los estudiantes no tienen inquietudes de colaboración o participación en la
solución de problemas sociales, porque su principal interés es tener éxito económico
(Miranda, 2006). Lo cual es contrario al discurso de la universidad que pretende que la
educación sea integral al desenvolvimiento pleno de sus capacidades y de la personalidad
del alumno; fomentará a la vez en ellos la tolerancia, el amor a la patria y a la humanidad,
así como la conciencia de solidaridad en la democracia, en la justicia y en la libertad”.2
La hoy llamada enseñanza media, abarcaba desde el final de la escuela primaria hasta el
ingreso en la enseñanza superior o en la vida profesional. El asentamiento de la segunda
Enseñanza se daría en Francia e igualmente en Europa, entre la década de 1780 y la de
1880, para ello habría todo un siglo de luchas y tanteos, en cuanto a la definición y creación
2
Ley Orgánica de la Universidad de Guadalajara, artículo 8.
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de lo que fue cobrando progresivamente autonomía como nivel de enseñanza. 3Por tal
motivo, es lógico pensar que la edad de los estudiantes era difícil de determinar, ya que
abarcaba un periodo que iba desde los catorce años hasta los veinte o veinticinco (p. 169-
170).
Los estudiantes entre 1890 y 1910 eran muy escasos, pertenecían a la clase media o
alta, no tenían organización gremial sobre la cual estructurar movimientos, y la mayoría
estaban integrados al sistema porfirista. A pesar de ello la institución escolar 4 comenzaba a
3
Es oportuno señalar que luego de reconocer el nivel terciario, superior o universitario de la enseñanza, cada
país lo identificaba con nombres como: los colegios o los institutos en Francia ( lycées), en Italia conocidos
como los licei, las Realschulen o los Gymnasien en Prusia, los institutos en España y las Grammar o las
Public School en Inglaterra (Schmitt, Caron, 1996, 176). Otro autor que también habla sobre esto es Burton
Clark en El sistema de educación superior: una visión comparativa de la organización académica . (1997).
4
El origen de los “roles” reside en el mismo proceso fundamental de habituación y objetivación que el origen
de las instituciones”. La institucionalización consiste en el establecimiento de normas definidas que
determinan posiciones de status y funciones de rol para el comportamiento (Berger y Luckmann, 1994, p. 76,
98).
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promover imágenes estudiantiles que consideraba necesario fortalecer, es así como surge la
primera imagen institucional juvenil en México: el estudiante. Surgida e influenciada por
las reformas liberales y la revolución mexicana, en la que aparecieron jóvenes
revolucionarios e intelectuales. Estas imágenes estudiantiles expresarían un deber ser
juvenil, es decir los que no son estudiantes tampoco son jóvenes. Sin duda estas imágenes
implicaron en su momento rupturas que comenzarían a darle a la idea de juventud un
sentido social y político, más que biológico, que separaban estas experiencias de momentos
de vida anteriores y posteriores (Pérez, 2004, p. 46, 48)
En las universidades de Estado que se aliaron a la política del régimen
revolucionario primero, y a la política socialista durante el cardenismo (UDEG), la
representación colectiva de los estudiantes que el régimen trataba de inculcar, los definía
como los agentes del cambio social de la Revolución y como beneficiarios directos de la
misma.
La industrialización del país, el crecimiento económico de la segunda posguerra, el
ensanchamiento de las clases medias fue evidente y en correlación a esta situación el
aumento de la población estudiantil. La acumulación de capital y la diferenciación social
que la modernización trajo aparejada demandaban profesionistas y técnicos, especialistas y
trabajadores calificados. La diferenciación social y la urbanización ampliaron la demanda
femenina de estudios superiores. En este contexto los jóvenes universitarios herederos de
las promesas de la Revolución, modificaron sus hábitos y asimilaron formas culturales, de
procedencia extranjera, formaron híbridos culturales, donde la comunicación de las
maneras y de los consumos de las industrias culturales, destinadas a los jóvenes, fueron
determinantes. Los hijos de las elites económicas y políticas, adquirían las nuevas formas
de sociabilidad cosmopolita americanizadas, sus padres lentamente dejaron de matricularlos
en IES públicas y a medida que trascurría el desarrollo estabilizador un mayor número de
estos herederos acudían a realizar especializaciones y programas de postgrado al extranjero
(Miranda 2007c).
En este clima, Pierre Bourdieu y Passeron (2004) señalaron que las instituciones
educativas generaban predisposiciones en los “usuarios de la enseñanza”, en los estudiantes
que eran “también su producto” y no había “categoría social cuyas conductas y actitudes”
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implicaran “más la marca de adquisiciones pasadas”. La influencia del origen social en la
elección de carreras (p. 28).
En otro orden de ideas, cabe mencionar que el estudiante tiene algo en común, que
es el ser alumno. Empero, en el Artículo 20 de la misma norma se afirma la identidad
nominal de alumnos y estudiantes. Se afirma que se “considerará alumno a todo
aquél que, cumpliendo los requisitos de ingreso establecidos por la
normatividad aplicable, haya sido admitido por la autoridad competente 5
5
“dictamen de las autoridades universitarias que hayan realizados exámenes de selección correspondientes y
de acuerdo con factores de escolaridad, nacionalidad, edad, conducta, salud, circunstancia socioeconómica,
continuidad en el estudio y de conocimiento. Se conservará esta condición mientras no se pierdan las
cualidades requeridas o no sea separado definitivamente por faltas cometidas en los términos de la Ley, del
Estatuto General o de sus reglamentos”. Ley Orgánica de la Universidad de Guadalajara, Artículo 20, fracción
III.
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y se encuentre inscrito en alguno de los programas académicos de la
Universidad”. Añade que los alumnos “que se inscriban en la
Universidad pueden tener las categorías de ordinarios, especiales y
oyentes”.6
6
“Son alumnos ordinarios los que se inscriben con la finalidad de adquirir un título o grado universitario. A su
vez, pueden tener la calidad de regulares, irregulares y condicionales, en los siguientes términos: a) Son
alumnos ordinarios regulares, los que cuenten con la totalidad de los créditos obligatorios aprobados, en los
términos del Estatuto General; b) Son alumnos ordinarios irregulares, los que tengan créditos académicos
obligatorios reprobados, en los términos del Estatuto General, y c) Son alumnos ordinarios condicionales,
aquellos que hubiesen solicitado a la Universidad la revalidación o reconocimiento de equivalencia de
estudios previos, realizados en otra institución educativa y cuyo expediente se encuentre en trámite”. Ley
Orgánica de la Universidad de Guadalajara, Artículo 20, fracción I. Son alumnos especiales los que
asisten a cursos libres o especiales, sin otras prerrogativas que las de asistir a clase,
aparecer en listas de asistencia, sustentar exámenes recabando la respectiva boleta de
calificación; pero, sin derecho a obtener grado o título alguno ni a revalidar estudios
anteriores. Son alumnos oyentes los que al inscribirse en uno o más cursos, persiguen
solamente finalidades culturales. Pueden ser admitidos libremente con las únicas
restricciones de cupo en grupos, talleres y laboratorios. Están obligados a realizar las
mismas aportaciones que fije la Universidad, pero sin derecho a obtener título o grado
alguno. Ley Orgánica de la Universidad de Guadalajara, Artículo 20, fracción II.
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2.5 La cultura estudiantil
Qué elementos son esenciales para una cultura estudiantil? Ofrecimos un breve panorama
sobre el concepto de cultura y sobre la idea de estudiante, en este punto se complementan
ambos. La cultura estudiantil como cualquier otra no es homogénea. Éste tipo de cultura
aparece reflejada en múltiples subcultura: étnicas o regionales, de clase social, subcultura
de género masculino y femenino, perspectivas generacionales, subcultura de estudiantes de
las diversas licenciaturas (Leñero, 1995, p. 34-38). Según Sandoval Aragón (1994, p. 123)
“el estudiante, no puede entenderse más que desde su posición al interior de una clase de
sujeto social, definido por su actividad (al estudio formal) y desde su condición, a saber:
motivo y finalidad de los procesos educativos”. En efecto, la cultura estudiantil, antes que
todo, y por esencia conlleva las prácticas académicas (presencia activa en clase,
preparación de clase, elaboración de fichas de trabajo, organización del material
fotocopiado) por ejemplo, un discurso propio de la licenciatura que se curse, prácticas de
lectura y escritura, por mencionar algunos rasgos del habitus del estudiante. Este habitus se
despliega en combates concretos e históricamente situados, lugar “específico” en la escuela:
determinado en su currículo formalizado
Pérez Gómez (citado en González 2003, p. 170) expone la definición de cultura de la
escuela como el:
Conjunto de teorías, ideas y principios, normas, pautas rituales, inercias, hábitos y practicas –
formas de hacer y pensar, mentalidades y comportamientos- sedimentadas a lo largo del tiempo
en forma de tradiciones, regularidades y reglas de juego no puestas en entredicho y compartidas
por sus actores en el seno de las organizaciones educativas” (Pérez, 2000, p.127).
¿Dónde se manifiesta la cultura estudiantil? Los espacios pueden ser tanto dentro
como fuera de la institución escolar. Dentro están configurados por el sistema social de una
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institución; y fuera, se trata de las relaciones que los jóvenes tejen en tanto jóvenes y no
como estudiantes. Es importante señalar las diferencias que se encuentran en ambos polos,
así por ejemplo, dentro de la universidad es más factible encontrar formas legítimas de
cultura (las bellas artes: pintura, música, literatura etcétera), mientras que fuera los espacios
pueden ser la colonia, una centro comercial o incluso el propio hogar, como señala
Levinson (2002, p. 253). En los lugares en donde se manifiesta la cultura íntima, donde
distintas subculturas se adquieren desde la casa, la iglesia y el trabajo y que también
influyen en la cultura estudiantil.
En consecuencia para conocer la cultura estudiantil requiere conocer los espacios,
que como refiere Becerra (Pérez, 1996, p. 181) puede ser el espacio afectivo (familia),
espacio físico, espacio expresivo (música), espacios de participación (iglesia, partidos
políticos, ecología), lugares en donde se muestra la cultura estudiantil. Además, esto
implicaría interpretar en toda su extensión las prácticas y el consumo cultural, donde la
identidad de los estudiantes se visualiza claramente. Conocer la identidad permitirá
descubrir la clase social a la que se pertenece, al grupo de oficios, de nombres y prácticas
cotidianas, de espacios y territorios en que viven los jóvenes universitarios (Pérez, 1996, p.
15-178). En la identidad se encuentra la esencia y forma de lo que somos, así por ejemplo,
Navarro Kuri (Pérez, 1996) señala que “en la identidad confluyen todos los elementos
constitutivos de lo que somos: psíquicos, sociales, gnoseológicos, éticos, políticos, estéticos
y valorativos. A su vez Berger y Luckmann (1994) consideran que:
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Becerra Laguna (Pérez, 1996) señala que el avance de la influencia de los medios
electrónicos y de las “zonas incultas” (“la banda” por ejemplo) es proporcional al retroceso
que se verifica en las instituciones de los jóvenes especialmente en la universidad publica:
La escuela no es garantía, los estudiantes sienten que la vida esta en otra parte, su experiencia
escolar es débil, en la que su identidad y sus intereses se consolidan por la acción de los
circuitos no institucionales e informales. La universidad se vuelve un lugar de estancia, en el
que se permanece voluntariamente ante la inseguridad del mundo laboral; un ámbito de
constitución de identidades y relaciones que irán sobre una noción de “lo juvenil” como
marginalidad, una oportunidad de participar en una información y en un debate mas o menos
mediocre sobre la realidad social; una instancia para la organización política generalmente
volcada hacia la propia institución. La cultura juvenil se constituye cada vez mas ampliamente
merced a un tipo de socialización “privada” y por ello mismo heterogénea e inconstante
sustituyendo lenta pero dramáticamente a la socialización institucional que debería ser estable y
constante (citado en Pérez, 1996, p. 148, 168).
García Canclini (2004, p.168, 170) divide en tres partes a la cultura juvenil del presente
milenio: la más pequeña, la conforman los informatizados, integrados a los procesos de
globalización de la comunicación, los entretenidos, que incorporan los valores de las
industrias culturales mercantilizados y los “otros”, los excluidos de estas culturas
hegemónicas del capitalismo actual.
La cultura juvenil, no necesariamente está enlazada con la cultura universitaria,
ciertamente el “ser joven” se relaciona con el “ser estudiante”. Probablemente habría
diferencias entre un joven estudiante y uno que no lo es, es más probable que éste ultimo se
encuentre casado y sea trabajador de tiempo completo, mientras que es más probable que el
primero se encuentre soltero y sea estudiante de medio o completo tiempo. En este sentido
el estudio de Levinson (2002) ejemplifica la diferencia entre ser joven y ser joven
estudiante cuando indica lo siguiente:
...la mayoría de los alumnos parecían tomar en serio las palabras de sus mayores. Influía
mucho en ellos lo que les decían sus padres y maestros. Sin embargo, la elaboración
creativa de la identidad escolarizada tenía lugar, en gran medida, en y a través del campo de
la cultura estudiantil, a través de las actividades organizadas por los estudiantes y cargadas
de significados. Mediante esas actividades, los estudiantes llegaba a aceptar, rechazar o
modificar lo que entendían por “ser alguien” si seguían estudiando (p. 231, 250).
¿Es probable que ambos el joven y el joven estudiante acudan a los mismos lugares, a un
concierto de rock, o a ver una película? ¿Que consuman la cultura de los medios masivos
de comunicación? Ante esto vale la pena preguntarse en qué se diferencian las prácticas y
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consumo culturales, ¿Realmente consumen la propuesta escolar los jóvenes estudiantes?
¿La escuela es una reguladora de lo que se debe de consumir culturalmente hablando?
Sería oportuno e importante reconocer las diferencias entre la cultura juvenil y la
cultura estudiantil. Según Brunner (1987, p. 101):
“la cultura estudiantil las más de las veces se caracteriza por su rechazo a los
valores instrumentales, su permeabilidad a los temas éticos de la vida y una alta
propensión a la acción simbólica puramente expresiva”. Además la universidad
agrupa a un sector crecientemente importante del sector intelectual de cada país,
el cual, por escaso que sea su control sobre recursos de poder, conserva muchas
veces la capacidad de constituir o de alimentar temas ideológicos o de
proporcionar a la sociedad modelos de valoración y en algunos casos, también
conserva los cuadros de dirección y técnicos encargados de poner en práctica
esos modelos bajo la forma de estrategias de desarrollo.
Los garantizados son aquellos jóvenes escolarizados, en proceso de formación como fuerza
de trabajo calificada o profesionalizada, ideológicamente con las “ideologías liberales”,
futuros gestores de la fábrica o de los centros superiores de enseñanza, creyentes del status
y la profesionalidad, dependientes de los ingresos familiares, en fase de transición al
trabajo capitalista, es decir, a la dependencia del patrón o del Estado. Los no garantizados:
la fuerza de trabajo “prematura” (los desempleados infantes y subempleados), descalificada
(obreros jóvenes de fábrica), desempleados y subempleados (jóvenes expulsados de la
escuela), e incluso por esa tendencia creciente de los trabajadores estudiantes. Para ellos
sus espacios de autonomía y reproducción serán el territorio, el barrio, la esquina, la cuadra.
Lo que diferencia a ambos tipos de jóvenes según Gaytán es que para los primeros esta
compuesto por familia-escuela-Estado, para los segundos, se cristaliza en familia-
territorio-Estado (citado en Pérez, 1996, p.160, 215).
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La aspiración como “un compromiso en desarrollo con un tipo de vida que se forma en
torno a 1) las subjetividades estructurales-culturales que heredamos (habitus) y 2) los
condicionamientos idiosincrásicos de la historia de la vida personal, a medida que ambos se
manifiestan en los contextos cambiantes de desarrollo del aprendizaje humano (p. 392).
Nosotros para ser consecuentes con el concepto de culturas, pensamos que la universidad es
un campo social diferenciado de otros, aunque con relaciones con estos, pero que tiene su
propio sistema social que condiciona el ejercicio de las prácticas de los jóvenes, y que por
ende estos se distinguen de otros jóvenes, en tanto que allí adquieren una serie de capitales
que les son ofrecidos, y que modifican el habitus de los jóvenes. Como lo señala Miranda
(2007c) el capital académico o universitario está constituido por los aprendizajes formales e
informales, con los que se da la formación integral de los estudiantes. Por medio de ésta
formación se logra constituir un habitus en el joven universitario, al lograr que se
incrementen sus relaciones sociales y su cultura, que se exploten las posibilidades de acceso
al mercado de trabajo y que le permitan comprender el contexto social, político y
económico que le rodea para que pueda criticar y participar en la toma de decisiones en
cualquier nivel, estado, escuela, barrio etcétera. En síntesis, la trascendencia del capital
universitario radica en que es en el mismo, en el que se conglomera todos los tipos de
capitales: escolar, académico, social y cultural que se adquieren en la universidad. La
universidad cumple con varias funciones que van más allá de otorgar títulos, debe de
proveer de capital académico para resolver problemas que vayan más allá de la
capacitación técnica, como la intervención en eventos sociales y políticos; de capital social
que desarrolle sociabilidades adecuadas a determinados contextos, por ejemplo, la forma
para comunicarse con distintos grupos sociales y la inserción a determinadas redes sociales:
profesionales, políticas, informales, etc., y por último a generar capital cultural, que a través
de las propuestas estéticas expresadas en algún tipo de arte (alta cultura o cultura popular)
conduzca a los jóvenes a la comprensión de la obra y su mensaje, estético, social, filosófico
e incluso político.
La metodoloia empleada en la investiacion
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al habitus de los jóvenes, a pesar de que se habla de la formación integral del estudiante,
básicamente se ofrece un retrato del capital escolar, académico y cultural del estudiantado.
Se partió de dos definiciones operativas del capital escolar y del capital cultural.
Para el primero, se utilizaron los datos de desempeño escolar, (indicadores de ingreso,
deserción, reprobación, promedio escolar, egreso y titulación) elementos clave para
comprender las trayectorias escolares y que muestran la eficacia en la transmisión del
capital escolar. Mientras que para el segundo, se define el capital cultural de los estudiantes
de la siguiente manera: la cultura estudiantil cubre el conjunto de procesos sociales de
generación, circulación y consumo de la significación de la vida en la institución
educativa”. Para captar esto se decidió tomar las variables asociadas a las prácticas relativas
al consumo de bienes culturales, principalmente aquellos producidos por las industrias
culturales y por los programas de extensión y difusión de la cultura de la UDEG.
Conclusiones
Geertz y Bourdieu ven a la cultura como si fuera un texto en el cual hay signos y símbolos
reflejados que necesitan ser interpretados. El concepto de cultura es pasado por alto en la
elaboración de políticas culturales para los estudiantes.
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Las primeras muestras de vida estudiantil al igual que el concepto de juventud
aparecerían a finales del S. XIX. Feixa, señala que la juventud es una construcción cultural
relativa en el tiempo y el espacio. El concepto de estudiante ha cambiado, Sandoval Aragón
Serio indica que “el estudiante, no puede entenderse más que desde su posición al interior
de una clase de sujeto social, definido por su actividad (al estudio formal) (1994, p. 4). El
concepto de estudiante al igual que el de cultura estudiantil se encuentra en proceso de
resignificación, puesto que ahora son muchas las culturas estudiantiles, motivo por el que
se ha perdido la identidad generalizada de lo que en otras décadas era el estudiante y su
cultura estudiantil. Esto ha sucedido a tal grado que las inseguridades económicas y
sociales han devalorado el ser estudiante. La cultura estudiantil se ha refugiado en una
cultura juvenil adherida a lo heterogéneo e inconstante más que a lo estable y constante,
facultad que la universidad ha perdido. Hoy en día los estudiantes se adhieren más a
actividades informales y no institucionales precisamente por la crisis de las instituciones, en
especial la universitaria.
Los estudios sobre estudiantes se pueden clasificar en tres tipos, los primeros fueron
los de Bourdieu expuestos en sus obras Los herederos, La reproducción; los segundos
estudiaron el éxito escolar en México, un tercer grupo de estudios sobre los estudiantes lo
constituyen aquellos que se han centrado en diferenciar al estudiante de otros jóvenes
Asimismo, existen estudios sobre las organizaciones y los movimientos sociales,
destacando el papel cambiante de las organizaciones y de las demandas de los movimientos
sociales a través del siglo XX y de la historia de las universidades. Estas investigaciones, a
diferencia de las anteriores, analizan el capital social y dentro de él, el capital político de los
estudiantes. Estos análisis, empero, no presentan los rasgos característicos de las
poblaciones objeto de estudio en términos del consumo cultural como se han hecho para
otras poblaciones, ni de interacciones con el espacio universitario (Miranda, 2007, p. 36).
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