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LA GLOBALIZACION Y SUS EFECTOS

A medida que el proceso de globalización ha avanzado, las condiciones de vida


(sobre todo medidas utilizando indicadores amplios del bienestar) han mejorado
apreciablemente en casi todos los países. Sin embargo, los más beneficiados han
sido los países avanzados y sólo algunos de los países en desarrollo.

El hecho de que la brecha de ingresos entre los países de alto ingreso y los de bajo
ingreso se ha ampliado es motivo de inquietud. Y el número de personas que, en el
mundo entero, viven en la miseria extrema es profundamente preocupante. Sin
embargo, es erróneo concluir sin más que la globalización ha sido la causa de esta
divergencia, o que nada se puede hacer para mejorar la situación. Por el contrario:
los países de bajo ingreso no han podido integrarse a la economía mundial con la
misma rapidez que los demás en parte debido a las políticas que han decidido
aplicar y en parte debido a factores que escapan a su control. Ningún país, y menos
aún los más pobres, puede permitirse quedar aislado de la economía mundial.
Todos los países deberían tener como objetivo reducir la pobreza. La comunidad
internacional debería esforzarse fortaleciendo el sistema financiero internacional a
través del comercio exterior y de la asistencia por ayudar a los países más pobres
a integrarse a la economía mundial, a acelerar su crecimiento económico y a reducir
la pobreza. Esta es la mejor forma de garantizar que todas las personas de todos
los países se beneficien de la globalización.
EL DIOS MERCADO

El mercado es el nuevo Dios de nuestro tiempo. En su nombre se deben llevar a


cabo cuantos sacrificios sean necesarios. Su voluntad es todopoderosa y exige
sumisión y fe absoluta en sus bondades como Dios de amor y justicia. La economía
es su teología y los economistas sus principales teólogos. Los mejores predicadores
surgen de las agencias de publicidad y de los grandes medios de comunicación, y
la mayoría

de los políticos se convierten en sus relaciones públicas. La producción y el


consumo constituyen el rito religioso por excelencia. El paraíso en la tierra se
alcanza con la acumulación de beneficios en forma de capital. El éxtasis cotidiano
es la acumulación de riquezas y objetos. La competencia de todos contra todos se
ha convertido en la teorización ilusoria que favorece el progreso técnico infinito, que
satisface todos nuestros deseos actuales y futuros. El capitalismo se presenta, así
como una nueva ilusión religiosa; como realizador en vida de las promesas de
felicidad que el cristianismo hacía sólo para después de la muerte.

‘El reino del dios mercado’ es una crítica a nuestra sociedad contemporánea,
basada en el análisis de las claves filosóficas y sociológicas que se esconden tras
las diversas simbologías del mercado: la alienación como representación en la vida
del sujeto de los valores y normas impuestos por el sistema económico, la mitología
consumista como camino de sentido, la publicidad como gran texto sagrado de la
nueva religión consumista capitalista.

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