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DNI: 32.657.483
A.-PARTE PRÁCTICA
Son los que más les cuesta alejarse de sus dispositivos junto con los chinos y
los brasileños. Expertos aseguran que afecta las relaciones sociales y
provoca trastornos de ansiedad.
El gesto se inventó hace décadas: alguien sale de su casa y media cuadra después
se palpa los bolsillos con golpecitos ansiosos. Antes lo importante era saber si la billetera o
las llaves estaban allí. Ahora el cacheo auto-infringido es para saber si el teléfono celular está
cerca.
Para tener a mano no sólo las llamadas, sino los correos electrónicos, la centena de
mensajes diarios que llegan vía WhatsApp, la caja de ahorros, el perfil de Facebook, de
Twitter y de Instagram, la cuenta de Tinder, el menú de decenas de restoranes a los que pedir
la cena, la aplicación que dirija el auto por las calles menos congestionadas, la agenda, una
calculadora, las noticias, un mapa, la radio, algunos juegos y una cámara de fotos.
Todas esas herramientas apiladas en un mismo dispositivo lo vuelven cada vez
más indispensable. Y según un estudio de la consultora global GfK realizado entre 22.000
personas de 17 países, los argentinos están en el tercer puesto entre los ciudadanos menos
desconectados del mundo, sólo detrás de los chinos y los brasileños.
respondieron que sí les cuesta “cortar con la tecnología” fue del 34 por ciento,
mientras que en Argentina ese porcentaje ascendió a 40.
Según el estudio, entre los ciudadanos a los que menos les cuesta alejarse de la
tecnología están
1. Los Japoneses,
2. Los Holandeses
3. Los Alemanes
A.-PARTE TEORICA
Desigualdad y Brecha.
Teniendo en cuenta que el concepto de alfabetización digital está
incluido en el ámbito de alfabetización general, entendiéndose
por ésta como el conjunto de conocimientos y habilidades para
el desarrollo pleno de los individuos en los medios: social, de
formación y laboral en pos de una sociedad equitativa y plural
en un mundo cada vez más globalizado. Deberemos hacer una
breve referencia a lo que actualmente se denomina Brecha
digital (S. Moores, 1996) y la relación existente entre ésta y el
acceso a las nuevas tecnologías.
Frente a un escenario mundial de concentración de la
información y exclusión, es vital el papel que juegan las nuevas
tecnologías; y las oportunidades que ellas generan y así, ser
utilizadas para reducir la brecha no sólo entre quienes tienen
acceso y quienes no lo tienen, sino entre aquellos que
interactúan con los medios y los recursos, modificándolos e
interviniendo activamente con ellos.
Los avances en las Nuevas Tecnologías son uno de los pilares
que permiten fortalecer el cumplimiento del derecho a la
educación, a través de entornos de aprendizajes formales, no
formales e informales, pudiendo ser éstos sincrónicos o
asincrónicos, sostenidos en una estructura de red, como la de
Internet. Debemos destacar que la escuela, que constituye la
institución donde los educandos deben estar, no sólo para
acceder a información y conocimientos sino para garantizar los
procesos de socialización, inclusión y formación de ciudadanía,
es el espacio ideal para comenzar los procesos de alfabetización
en todas sus dimensiones y en la actualidad la alfabetización
digital, permitiendo así generar una disminución de la brecha
digital evidente y casi tangible.
Organismos como el Instituto Internacional de Planeamiento de
la Educación (4) en muchos de sus trabajos señalan, que la
mayoría de los estudios orientados a esclarecer la relación entre
educación y equidad social coinciden en centrar la atención en la
educación como una condición indispensable para el logro de
una sociedad más equitativa.
Los argumentos que permiten pensar a la educación como una
instancia previa a la equidad, como su condición de posibilidad,
son muy diversos, pero podemos mencionar dos de los más
decisivos. Por un lado se sabe que quienes no tienen acceso a la
educación carecen de las competencias necesarias que los
habilitan para una inserción laboral exitosa; y como
consecuencia de ello, estos sujetos excluidos del sistema
educativo son además marginados respecto del principal
mecanismo social de distribución de la riqueza, el mercado de
trabajo, consolidando así uno de los modos de reproducción de
las desigualdades en nuestras sociedades. A esta situación se
suma aquella que sostiene que quienes no acceden a una
educación de calidad tienen limitadas las posibilidades de un
pleno ejercicio de sus derechos y de participación en la sociedad,
lo cual se traduce en un debilitamiento de su condición de
ciudadanos.
Ambas perspectivas coinciden en que no es posible promover
estrategias de desarrollo e integración social fundadas sobre una
distribución inequitativa del conocimiento.
La integración de las Nuevas tecnologías en el sistema educativo
forma parte de las agendas de política educativa de la mayoría
de los países del mundo. En todos los casos se reconoce la
necesidad de mejorar la calidad educativa adaptándola a las
necesidades de la Sociedad de la Información, las nuevas
demandas de la economía global y los nuevos requerimientos
del mercado laboral. Se establece así una estrecha relación
discursiva entre la integración de las TIC y la calidad de la
enseñanza, relacionada directamente con la alfabetización
informática por un lado y en un sentido más amplio, el de la
alfabetización digital, como competencia, por el otro.
Burbules y Callister (1997), describen el “sueño tecnocrático”,
una crítica a las expectativas de muchos humanos sobre la
tecnología, describiendo tres representaciones diferentes, a
saber:
1- La tecnología como panacea: donde se asigna a la tecnología
la posibilidad de solucionar los inconvenientes y problemas
educativos, se le atribuye a la tecnología el poder por si misma
de mejorar la calidad de varios aspectos del sistema educativo,
pero sin reflexionar realmente que alcances tiene la
La Brecha Generacional.
Las desigualdades de diverso tipo, como lo son las desigualdades
sociales, económicas, culturales de los individuos son
consideradas “brechas”, a modo de quiebres o fisuras entre dos
aspectos. Es en este contexto que se suma una nueva brecha en
la actualidad entre diferentes tipos de actores: la “brecha
digital”.
Según la Asociación Latinoamericana de Integración (5) la
brecha digital hace referencia a la línea que divide al grupo de
población que puede acceder a los beneficios de las TIC y al
grupo que no tiene posibilidad de hacerlo.
Esta desigualdad es analizada desde distintas ópticas,
multidimensiones, pudiendo considerar la brecha digital
generacional, en la cual se analizan las diferencias de acceso y
alfabetización digital entre los individuos adultos y los más
jóvenes y niños.
Bajo el supuesto de que todos los individuos tienen las mismas
posibilidades de acceso a las nuevas tecnologías, acá
reconoceremos las diferencias conceptuales entre los individuos
que han nacido paralelamente y se han desarrollado en la era de
las nuevas tecnologías, a los cuales denominados “nativos
digitales” (M. Prensky, 2001). En cambio, a todos los individuos
adultos que nacieron antes que estas tecnologías, que en muchos
casos sólo han recibido la alfabetización básica y tradicional, han
debido ser, por distintos motivos, “realfabetizados” es decir han
tenido que pasar por la alfabetización digital para poder
incluirse en un nuevo mundo del trabajo y de relaciones sociales
y de comunicación; a este grupo de individuos los
denominaremos “inmigrantes digitales”.
Cabe destacar los conceptos vertidos por Darío Villanueva
(2010) en relación a la preocupación que le genera la brecha
generacional, haciendo hincapié en la importancia de las
personas y el futuro, llevándolo a un plano más humano que
tecnológico. Para el autor, cuando se habla de la “digital divide”,
del quiebre o división digital, se hace alusión a la diferencia
discriminativa e insalvable que se puede plantear en cuanto al
uso y disfrute de las nuevas tecnologías por parte de los
distintos países, sociedades o grupo sociales.
En este caso, se reconoce como un emigrado digital que no
renuncia a vivir en el nuevo contexto, resalta la capacidad de
adaptación propia y de muchos individuos, pero nos señala su
interés y preocupación ante la posible quiebra digital entre
generaciones, entendiéndola como la imposibilidad de hablar un
mismo lenguaje, o de compartir códigos comunes para el
desarrollo del pensamiento, o sea teme la pérdida de una lógica
común, esencial para que se den los procesos cognitivos entre
las generaciones de individuos.
Desde los inicios de la llamada era digital, Nicolás Negroponte
(6) afirmó en "El Ser Digital" que la edad era un factor
determinante para el aprendizaje y la incorporación de las
nuevas tecnologías en todas las esferas del quehacer humano.
Según Negroponte lo único que importaba para que una persona
aprendiera a manejar un computador, era que fuera niño. No
importaba que nunca hubiera jugado en un computador o que
incluso tuviera energía eléctrica en su hogar.
Cómo entender esta afirmación, ¿qué diferencia existe entre un
adulto y un niño que permite un mejor aprendizaje de las nuevas
tecnologías? En realidad, los adultos tienen un bagaje mucho
mayor de información pero, la diferencia estriba en el nivel de
las motivaciones y en una característica propia de los niños: la
curiosidad, Cuando los niños preguntan ¿por qué? ante cualquier
cosa, responde casi a la misma lógica que tiene el hipertexto. La
mecánica de navegación a través de un documento hipertextual
al ir pasando por los distintos nodos con solo pulsar sobre
palabras destacadas o iconos, es más que nada un ejercicio de
curiosidad, de ensayo y error, de ver qué sucede cuando se pulsa
algo.
La hipertextualidad, tal como lo plantea José Luis Orihuela es ir
recorriendo caminos para ir investigando un tema en "un
sistema de ideas interconectadas" a través de asociaciones
temáticas, cuestión en la cual la motivación y la curiosidad
cumplen un rol fundamental. Es por eso que pesa tanto la brecha
generacional.
En muchos adultos las nuevas tecnologías generan temor o están
carentes de motivación y curiosidad, otro factor que influye es la
falta de familiaridad con el uso de las computadoras por
ausencia o escasa alfabetización digital.
En realidad, la primera brecha que debemos plantear, asociada a
la brecha digital generacional, es la brecha de acceso a las
nuevas tecnologías, una vez superada ésta, se plantea la brecha
generacional, que en algunos grupos poblacionales es relativa ya
que muchos adultos se capacitan en el uso de las nuevas
tecnologías.
Existe una tendencia a que más adultos con niveles básicos de
escolaridad se incorporen a la sociedad de la información, dado
que los porcentajes son crecientes, aunque también es probable
que sean necesarios diversos estímulos a medida que se
produzca la alfabetización digital en los distintos grupos. Se
calcula que son necesarios casi tres años para lograr que una
persona se acostumbre y se apropie de las nuevas tecnologías, se
deben pensar múltiples variables pero, fundamentalmente, se
necesita entender una necesidad, decisión y voluntad de cambio.
La brecha generacional es un elemento primordial que debe ser
considerado a la hora de implementar cualquier iniciativa que
pretenda atacar o solucionar la brecha digital, tanto a nivel
escolar como en la sociedad en su conjunto.
Brecha Social y de Género.
Pero la brecha digital también se encuentra vinculada a las
desigualdades en los niveles sociales y de género. Buckingham
(2007) en este sentido nos señala la existencia de un riesgo
manifiesto de que el uso de tecnología en las escuelas profundice
las desigualdades actuales, refiriéndose a las relacionadas a la
clase social o al género. En forma reiterada, las investigaciones
revelaron que los niños de familias de clase trabajadora tienen
menos probabilidades de tener una computadora hogareña o
que accedan a esta clase de “capital cultural” (Levingstone y
Bober, 2004; Roberts, 2003).
No debemos dejar de considerar, que estas desigualdades se
vean acentuadas por la desigual asignación de fondos a los
distintos establecimientos escolares y las zonas o regiones
donde ellos se encuentran establecidos.
En relación a la brecha digital y género Cecilia Castaño Collado
(2006) nos señala que la alfabetización es la clave de la inclusión
digital y de la sociedad de la información para todos, ya que se
está observando que en los países desarrollados la brecha digital
se reduce desde el punto de vista del acceso a las tecnologías
pero no ocurre así desde el punto de vista del uso.
Considera a la inclusión como el interés o habilidad por las
tecnologías y destaca que ocurre a partir de procesos de
aprendizaje social, que se dan por una compleja interacción
entre la educación, trabajo, diversión, consumo y ocio. No surge
de manera natural o por la simple difusión de las tecnologías.
Castaño Collado (2006, p.88) hace hincapié en el informe Sigris
(2004) referido a las estrategias de inclusión de género en la
sociedad de la información, nos llama la atención sobre algo
fundamental: “No hay que confundir la inclusión con la difusión. O
lo que es lo mismo: para desarrollar la sociedad de la información
no basta con poner ordenadores”, concepto que comparte con
Buckingham (2007). Creemos que es conveniente resaltar que
estas consideraciones sobre inclusión y difusión trascienden al
género, pueden realizarse reflexiones similares y extrapolarse a
otros intentos de inclusión, como lo son la social, la regional y la
económica.
La autora destaca, a partir de sus investigaciones, que la brecha
digital de género se plasma principalmente por dos tipos de
problemas, las condiciones laborales femeninas, por un lado, y
determinados problemas institucionales y culturales, por otro.
Las mujeres realizan sus actividades laborales en ámbitos
menos informatizados, como la educación, la salud, los servicios
sociales; se suma que los ingresos de las mujeres en general, son
más bajos que los de los hombres, y tienen menos tiempo, todo
esto incide directamente sobre el acceso y sobre el uso.
La brecha digital por género, es significativamente distinta en
sociedades en las que las leyes y los programas de los estados
promueven que las mujeres accedan a una amplia gama de
oportunidades, mientras que en países menos desarrollados,
que las mujeres no tengan oportunidades de acceso y educación
en las nuevas tecnologías, es un reflejo de las carencias
estructurales que colocan a un porcentaje de la población en
situación de pobreza, en muchos casos endémica.
Para Buckingham (2007), que reconoce que los medios digitales
han venido a ocupar un sitio central en la vida extraescolar de
los jóvenes, ya que ellos no se encuentran con la tecnología por
primera vez en la escuela, como ocurría hacia fines de 1980, nos
señala que los jóvenes interactúan de una manera diferente que
la de los adultos en relación a estos medios, desarrollando
nuevas habilidades y competencias.
Pero a pesar de ello no podemos caer en una postura ingenua en
relación al tema de la brecha digital, para el autor la “vieja”
brecha digital sigue siendo un factor de peso, las desigualdades
permanecen en el tiempo no solo referidas a las posibilidades de
acceso a la tecnología por parte de los jóvenes, también debemos
considerar el bagaje cultural que es necesario para su
utilización.
De tal manera nos indica que existe cierta fantasía
contemporánea, un estereotipo denominado “generación digital”
detrás del cual se ocultan las dificultades y frustraciones en
relación a este tema tanto en jóvenes como en adultos, para él la
brecha digital se está dando cada vez más amplia entre la cultura
de la escuela y la cultura extraescolar, temiendo que la escuela
se aleje cada vez más de los intereses de los estudiantes, se
encontraría en una propuesta lúdica del aprendizaje una de las
bases para solucionar esta brecha. Desde ya debemos considerar
que la alfabetización informacional y digital sería otro de los
soportes en relación a tratar de disminuir estás desigualdades.
Estas dos bases mencionadas, son solo una parte del conflicto en
la brecha digital, no debemos olvidar la necesidad de que los
Estados piensen y lleven a cabo políticas sociales y económicas
para bregar en pos de una disminución de la misma.
En el caso de nuestro país, Inés Dussel (2005) en el texto
“Desigualdades sociales y desigualdades escolares en la Argentina
de hoy” analiza como el contexto político histórico y las
sucesivas crisis económicas en nuestro país han llevado a una
amplia franja de la población a tener un sentimiento de igualdad
“en la desgracia” con un amplio sentido fatalista y determinista.
Partiendo de esta “estructura de sentimientos” sostiene que
pensar en las desigualdades en el sistema educativo nos pone
frente a dos dimensiones: la afirmación de igualdad en nuestra
sociedad y qué se hace con la acción individual y colectiva. Estas
dos dimensiones deben pensarse simultáneamente para lograr
los cambios necesarios y duraderos sobre las dinámicas y
comportamientos institucionales y de los individuos.
La alfabetización digital se basa en dos líneas de acción, una
individual que depende expresamente de la necesidad de
superación de los individuos y el tener conciencia de esa
necesidad. La otra línea de acción tiene que ver con la
conformación de la Sociedad de la Información y las necesidades
de las instituciones para la inserción de cada nación en el mundo
actual.
Sociedad de la Información y Brecha digital.
La Sociedad de la Información ofrece tal abundancia y
posibilidades de contenidos, basándose en el intercambio de los
mismos entre los individuos en todo el mundo; y casi siempre es
vista como el remedio a las muchas carencias que padece la
humanidad. Numerosos autores, especialmente los más
conocidos promotores de la Internet, suelen tener visiones
optimistas acerca de las capacidades igualitarias y liberadoras
de la red, como es el caso de Gates (1999) y Negroponte, (1995).
Sin embargo, las nuevas tecnologías y en particular Internet,
igual que cualquier otro instrumento para la propagación y el
intercambio de la información, no resuelve por sí sola los
problemas del mundo. De hecho, ha sido casi inevitable que
reproduzca algunas de las desigualdades más notables que
existen. Mientras las naciones más industrializadas extienden el
acceso a la red y las TIC entre porcentajes cada vez más altos de
sus ciudadanos, Internet sigue siendo ajena a casi la totalidad de
las personas en los países más pobres o incluso en zonas y/o
segmentos de la población marginada, aún en los países más
desarrollados.
En el mundo digital se difuminan las fronteras convencionales,
una característica de la WEB es que no hay un centro y por lo
tanto, tampoco una periferia. Todos podemos ser el centro,
aunque jamás sepamos qué tan lejos se ubica la periferia. Las
fronteras no se encuentran en el mundo virtual, sino en el
mundo real. La más importante de estas fronteras, es la ya
señalada desigualdad en el acceso a los recursos informáticos,
que no es sino la expresión de las dificultades para extender la
cultura y los medios para aprehenderla entre las grandes
mayorías en los países de menor desarrollo.
Los nuevos recursos tecnológicos constituyen una oportunidad
enorme para afianzar la presencia global de las naciones, al
mismo tiempo que se acrecientan la cultura y la creación
universales; pero para que esto realmente ocurra y se
manifieste, son necesarias políticas intencionales de largo
alcance para permitir la conexión a las redes informáticas, su
utilización y tránsito por los canales de información. Mientras
tanto, nos encontramos ante dos conjuntos de personas. El
primer conjunto formado por aquellos que tienen los medios
necesarios para acceder a los nuevos recursos tecnológicos; el
segundo, mayoritario, formado por aquellos individuos que por
una u otra razón no tienen acceso a los mismos
recursos, la diferencia entre estos dos grupos de personas, es lo
que denominamos Brecha Digital.
Estar en el lado mayoritario, menos afortunado de la brecha,
significa que hay menos oportunidades para tomar parte en la
nueva economía, sustentada en la información, ya que muchos
más empleos se encuentran relacionados directa o
indirectamente con estas tecnologías. También significa que hay
menos oportunidades para participar de la educación, la
capacitación, las compras, el entretenimiento y las
oportunidades de comunicación que están disponibles en línea.
En general, aquéllos que son pobres y viven en áreas rurales
están cerca de 20 veces más en riesgo de quedar rezagados que
los más prósperos residentes de las áreas urbanas
Alfabetización tecnológica.
Acceso social.
Uso social.