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SOBRE EL MOVIMIENTO RELATIVO DE LA TIERRA Y EL ÉTER

LUMINÍFERO1,2

A. A. Michelson y E. W. Morley3

El descubrimiento de la aberración de la luz fue pronto seguido por una explicación


concordante con la teoría de la emisión. El efecto fue atribuido a la simple composición
de la velocidad de la luz con la velocidad de la tierra en su órbita. Las dificultades en
esta explicación aparentemente suficiente fueron omitidas hasta que fue propuesta
una explicación sobre la teoría ondulatoria de la luz. Esta nueva explicación fue al
principio casi tan simple como la primera. Pero falló al dar cuenta del hecho probado
por experimento que la aberración era la misma cuando eran hechas observaciones
con un telescopio lleno de agua. Porque si la tangente del ángulo de aberración es la
razón de la velocidad de la tierra a la velocidad de la luz, entonces, por cuanto la última
velocidad en el agua es tres cuartos su velocidad en el vacío, la aberración observada
con un telescopio de agua debería ser tres cuartos de su valor verdadero.4

En la teoría ondulatoria, de acuerdo con Fresnel, primero el éter se supone que está en
reposo, excepto en el interior del medio transparente, en el cual, segundo, se supone
que se mueve con una velocidad menor que la velocidad del medio en una razón (n2-
1)/n2, donde n es el índice de refracción. Estas dos hipótesis dan una completa
satisfactoria explicación de la aberración. La segunda hipótesis, no obstante su
aparente improbabilidad, tiene que considerarse como probada plenamente, primero
por el celebrado experimento de Fizeau 5 , y en segundo lugar por la amplia
confirmación de nuestro propio trabajo6. La confirmación experimental de la primera
hipótesis forma el propósito del presente trabajo.

Si la tierra fuera un cuerpo transparente. Podría quizás concederse, en vista de los


experimentos justo citados, que el éter ínter molecular estuviera en reposo en el

1
Phil. Mag. (5) 24, 449 (1887). Esta versión del artículo de Michelson y Morley es en esencia
equivalente a la versión americana publicada simultáneamente en Am. J. Sci. (3) re, 333
(1887). Nota incluida por K. Shaffner, (1973).
2
Traducción libre realizada por Juan Carlos Orozco Cruz. Salvo que se indique lo contrario,
todas las notas de pie de página corresponden al artículo original.
3
Esta investigación se llevó a cabo con el apoyo de la Bache Foundation.
4
Debería resaltarse que muchos autores admiten la suficiencia de la explicación concordante
con la teoría de la emisión de la luz; mientras que de hecho la dificultad es aún mayor que de
acuerdo con la teoría ondulatoria. Porque según la teoría de la emisión, la velocidad de la luz
tiene que ser mayor en el telescopio de agua y, por lo tanto, el ángulo de aberración debería
ser menor; de aquí que, con miras a reducirla a su verdadero valor, tengamos que hacer la
hipótesis absurda que ¡el movimiento del agua en el telescopio transporta el rayo de luz en la
dirección opuesta!
5
Compres Rendus, XXXIII, p. 349 (1851), Pogg. Ann.Ergänzungsband, iii p. 457 (1853, Ann.
Chim. Phys. [3] iii p. 385 (1859).
6
Influence of the motion of the medium no the velocity of light. Am. J. Sci. [3], XXXI p 377
(1886).

1
espacio, no resistiría al movimiento de la tierra en su órbita; pero no tenemos derecho
a extender la conclusión de estos experimentos a cuerpos opacos. Pero allí apenas
puede haber algún problema que el éter pueda y de hecho pasa a través de los
metales. Lorentz cita la ilustración de un tubo de bárómetro metálico. Cuando el tubo
es inclinado, el éter en el espacio arriba del mercurio es ciertamente forzado a salir,
por ser incompresible7. Pero una vez más no tenemos derecho a asumir que realiza su
escape con absoluta libertad y si hubiese alguna resistencia, no obstante ligera,
ciertamente no podríamos asumir que un cuerpo opaco tal como el globo terráqueo
ofrezca el paso libre a través de la totalidad de su masa. Pero como Lorentz
acertadamente subraya:

“Quoi qu’il en soit, no fera bien, à mon avis, de en pas se laisser guider, dans
une question aussi importante, par des considérations hypothèse, mais de
s’adresser a l’expérience pour appendre à connaître l’état, de repos ou de
mouvement, dans lequel se trouve l’éther à la surface terrestre”8,9

En abril, 1881, un método fue propuesto y realizado para probar la cuestión


experimentalmente10.

Al deducir la fórmula para la cantidad a ser medida, el efecto del movimiento de la


tierra a través del éter sobre la trayectoria del rayo de luz en ángulos rectos a su
movimiento fue omitido11. La discusión de esta omisión y del experimento todo
constituye la materia de un muy cuidadoso análisis por H. A. Lorentz 12, que encontró
que este efecto no se puede pasar por alto por ningún medio. En consecuencia, la
cantidad a ser medida solo corresponde de hecho a la mitad del valor supuesto y,
como estaba poco más allá de los límites del error del experimento, la conclusión
derivada de los resultados del experimento debería ser cuestionada; por cuanto la
mayor porción de la teoría permanecería in cuestionada, se decidió repetir el
experimento con tales modificaciones que garantizarían un resultado teorético mucho
más grande para ser enmascarado por errores experimentales. La teoría del método
puede ser establecida brevemente como sigue:

Sea sa, fig. 3.1., un rayo de luz que es parcialmente reflejado en ab, a lo largo de ba y
ca. ba es parcialmente transmitido a lo largo de ad y ca es parcialmente reflejado a lo

7
Podría objetarse que puede escaparse por el espacio entre el mercurio y los muros; pero esto
podría prevenirse amalgamando los últimos.
8
Archive Néerlandaises, XXI, 2na liar. Phil. Mag. [5], XIII, p 236.
9
N.T. “Sea lo que sea, no va a hacer bien, en mi opinión, no para ser guiados, en cuestión
como supuesto importante, motivado, pero contacto tiene la experiencia para aprender a
conocer el estado de reposo o movimiento, donde está situado el éter en la superficie de la
tierra
10
The relative motion of the Earth and the luminiferous Aether, por Albert A. Michelson Am.
J. Sci. [3], XXII, p. 120.
11
Puede mencionarse aquí que el error fue señalado al autora el anterior artículo por M. A.
Potier, en el,invierno de 1881.
12
De l’influence du Mouvement de la Terre sur les Phen. Lum. Archives Néerlandaises, XXI 2me
liar. (1886)

2
largo de ad. Si entonces las trayectorias ab y ac son iguales, los dos rayos interfieren a
lo largo de ad.

Supóngase ahora, estando el éter en reposo, que el aparato todo se mueve en la


dirección sc, con la velocidad de la tierra en su órbita, las direcciones y distancias
recorridas por los rayos serán alteradas así: El rayo sa es reflejado a lo largo de ab, fig.
3.2., el ángulo bab, que es igual al de aberración = α, retorna a lo largo de ba’ (aba’=
2α, y va al foco del telescopio, cuya dirección es inalterada. El rayo transmitido viaja a
lo largo de ac retorna a lo largo de ca’ y es reflejado en ca’, haciendo ca’c igual a 90-α,
y por lo tanto coincide aún con el primer rayo puede ser resaltado que los rayos ba’ y
ca’ no se encuentran ahora exactamente en el punto a’, aunque la diferencia es de
segundo orden; esto no afecta la validez del razonamiento. Se requiere ahora
encontrar la diferencia entre las dos trayectorias aba’ y aca’.

Sea
V = velocidad de la luz
v = velocidad de la tierra en su órbita
D = distancia ab o ac, Fig. 3.1
T= tiempo que le toma a la luz pasar de a a c
T’ = tiempo que le toma a la luz retornar de c a a’ (Fig. 3.2)

Entonces,

El tiempo total de ida y vuelta es

Y la distancia recorrida en este tiempo es

Descartando los términos de cuarto orden. La longitud de la trayectoria es


evidentemente:

o, con el mismo grado de precisión,

La diferencia es por lo tanto D(v2/V2). Si ahora todo el aparato se gira 90º , la diferencia
sería en la dirección opuesta, de allí que el desplazamiento de las franjas de
interferencia debe ser 2 D(v2/V2). Considerando solo la velocidad de la tierra en su
órbita esta sería 2DX10-8. Si, como fue el caso en el primer experimento, D = 2X108

3
ondas de luz amarilla, el desplazamiento a ser esperado sería 0.04 de la distancia entre
las franjas de interferencia.

En el primer experimento, una de las principales dificultades encontradas fue aquella


de girar el aparato sin producir distorsión; y otra fue su extrema sensibilidad a la
vibración. Esta era tan grande que era imposible ver las franjas de interferencia
excepto por breves intervalos cuando se trabajaba en la ciudad, aún a la dos de la
mañana. Finalmente, como se subrayó antes, la cantidad a ser observada,
nominalmente, un desplazamiento de algo menos que una vigésima de la distancia
entre la franjas, puede haber sido demasiado pequeña para ser detectada cuando
oculta por errores experimentales.

Las primeras dificultades fueron superadas montando el aparato sobre una piedra
sólida flotando en mercurio; y la segunda, incrementando, por repetida reflexión, la
trayectoria de la luz en aproximadamente diez veces su valor inicial.

El aparato es representado en perspectiva en la fig. 3.3., en plano en la fig. 3.4.,y en


sección vertical en la fig. 3.5. La piedra a (fig. 3.5) es cercana a los 1.5 metros
cuadrados y 0.3 metros de grosor. Reposa sobre un anillo de madera flotante bb, de
1.5 metros de diámetro exterior, 0.7 metros de diámetro interno y 0.25 metros de
grosor. El flotador reposa sobre mercurio contenido en la artesa de hierro fundido cc,
de 1.5 centímetros de grosor y de tales dimensiones como para llevar un espacio libre
de cerca de un centímetro alrededor del flotador. Un alfiler d, dirigido por brazos gggg,
acondicionado dentro de un enchufe e conectado al flotador. El alfiler puede ser
introducido en el enchufe o retirado por una palanca pilotada en f. Este alfiler
mantiene el flotador concéntrico con la artesa, pero no soporta ninguna parte del peso
de la piedra. La artesa anular de hierro reposa sobre un lecho de cemento sobre un
pequeño muelle de adobe construido en la forma de un octágono ahuecado.

En cada esquina de la piedra fueron colocados cuatro espejos de vidrio dd ee, fig. 3.4.
Cerca del centro de la piedra estaba un espejo plano paralelo b. Estos fueron así
dispuestos para que la luz de un mechero Argard13 a, pasando a través de un lente,
incidiera sobre b de tal manera que parte fuera reflejada a d’; los dos haces siguieron
las trayectorias indicadas en la figura, bdebdf y bd’e’bf respectivamente, y fueron
observadas por el telescopio f. Ambos f y a girando con la piedra. Los espejos eran de
metal pulido finamente trabajado hasta superficies ópticas planas de cinco
centímetros de diámetro, y los espejos b y c eran planos paralelos del mismo grosor,
1.25 centímetros; sus superficies medían 5.0 por 7.5 centímetros. El segundo de estos
fue colocado en la trayectoria de uno de los haces para compensar el paso del otro
[haz] a través del mismo espesor de vidrio. La totalidad de la porción óptica del
aparato permanecía protegida con una cubierta de madera para prevenir corrientes de
aire y cambios rápidos de temperatura.

13
N.T. El mechero Argand o lámpara de Argand fue inventado por el químico y físico suizo
François Pierre Ami Argand en 1780. Este dispositivo pronto reemplazó el candil como fuente
principal de alumbrado por cuanto proporcionaba una mejor iluminación.

4
El ajuste se realizaba como sigue: habiendo sido ajustados los espejos por tornillos en
las piezas que los sostenían, contra las que ellos estaban presionados por resortes,
hasta que la luz de ambos haces podía ser vista en el telescopio y las longitudes de las
dos trayectorias medidas por una regla de madera liviana dispuesta diagonalmente de
espejo a espejo, la distancia era leída con una pequeña escala metálica hasta décimas
de milímetro. La diferencia en la longitud de las dos trayectorias era luego anulada
moviendo el espejo e’. Este espejo tenía tres ajustes: tenía un ajuste en altitud y uno
en azimut,, como todos los otros espejos, pero más fino; y también tenía un ajuste en
la dirección del rayo incidente, deslizándolo adelante o atrás, pero manteniéndolo muy
finamente paralelo a un primer plano. Los tres ajustes del espejo podían hacerse con la
cubierta de madera en posición.

Las trayectorias ahora aproximadamente iguales, las dos imágenes de la fuente de luz
o de algún objeto bien definido colocado en frente del lente condensante se hacían
coincidir, el telescopio era ahora ajustado para una visión distintiva de las bandas de
interferencia esperadas, y la luz de sodio era sustituida por una luz blanca, cuando las
bandas de interferencia aparecían. Estas eran entonces aclaradas tanto como era
posible ajustando el espejo e’; luego la luz blanca era restablecida; el tornillo que
alteraba la longitud de la trayectoria era movido lentamente (un giro de un tornillo de
unos cien hilos la pulgada alteraba la trayectoria aproximadamente 1000 longitudes de
onda) hasta que las franjas reaparecían en la luz blanca. Estas presentaban ahora un
ancho y posición convenientes y el aparato estaba listo para observación.

Las observaciones fueron conducidas como sigue: Alrededor del molde de hierro
estaban dieciséis marcas equidistantes. El aparato fue girado muy lentamente (un giro
en seis minutos) y después de pocos minutos la cruceta del micrómetro se ajustó sobre
la más clara de las franjas de interferencia en el instante de pasar una de las marcas. El
movimiento era tan lento que este podía ser hecho fácil y precisamente. La lectura de
la cabeza del tornillo sobre el micrómetro se anotaba y un impulso muy ligero y
gradual era dado para mantener el movimiento de la piedra; al pasar a la segunda
marca, el mismo proceso era repetido, y esto se continuó hasta que el aparato había
completado seis revoluciones. Se encontró que manteniendo el aparato en
movimiento uniforme lento, los resultados eran mucho más uniformes y consistentes
que cuando la piedra era traída al reposo para cada observación; porque los efectos de
la tensión podían notarse por al menos medio minuto después de que la piedra
permanecía en reposo, y durante este tiempo los efectos del cambio de temperatura
entraban en acción.

Las siguientes tablas dan los promedios de las seis lecturas; la primera, para
observaciones hechas cerca de la medianoche; la segunda, aquellas cerca de la seis en
punto de la tarde. Las lecturas son divisiones de la cabeza del tornillo. El ancho de las
franjas variaba de 40 a 60 divisiones, siendo el valor promedio cercano a 50, de tal
manera que una división significa 0.02 longitudes de onda. La rotación en las
observaciones a la medianoche fueron contrarias, y en las observaciones en la tarde,
en la misma dirección como la de las manecillas de un reloj.

5
Los resultados de las observaciones están expresados gráficamente en la fig. 3.6. La
superior es la curva para las observaciones en la noche y la inferior aquello aquella
para las observaciones de la tarde. Las curvas planteadas representan un octavo de los
desplazamientos teóricos. Parece justo concluir de la figura que si hay algún
desplazamiento debido al movimiento relativo de la tierra y el éter luminífero, este no
puede ser mayor que 0.01 de la distancia entre las franjas.

Considerando el movimiento de la tierra en su órbita solamente, este desplazamiento


debería ser

La distancia D fue cercana a once metros, o 2X107 longitudes de onda de luz amarilla;
de aquí que el desplazamiento a ser esperado fuera 0.4 de franja. El desplazamiento
real era ciertamente menor que la vigésima parte de este y, probablemente, menor
que la cuadragésima parte. Pero por cuanto el desplazamiento es proporcional al
cuadrado de la velocidad, la velocidad relativa de la tierra y el éter es probablemente
menor que un sexto de la velocidad orbital de la tierra, y ciertamente menor que un
cuarto.

En lo que precede solamente es considerado el movimiento orbital de la tierra. Si esto


se combina con el movimiento del sistema solar, con respecto al cual solo poco es
conocido con certeza, el resultado podría haber sido modificado; y es justo posible que
la velocidad resultante en el tiempo de las observaciones fuera pequeña, aunque las
oportunidades están muy en contra. El experimento será por lo tanto repetido a
intervalos de tres meses, y así toda incertidumbre será evitada.

Parece razonablemente cierto, de todo lo que precede, que si hay algún movimiento
relativo entre la tierra y el éter luminífero, tiene que ser pequeño; lo bastante
pequeño del todo para refutar la explicación de Fresnel de la aberración. Stokes ha
dado una teoría de la aberración que asume que el éter está en reposo en la superficie
de la tierra con respecto a esta, y solamente requiere en adición que la velocidad
relativa tenga un potencial; pero Lorentz muestra que esas condiciones son
incompatibles. Lorentz entonces propone una modificación que combina algunas ideas
de Stokes y Fresnel, y asume la existencia de un potencial, junto con el cohecho ciento
de Fresnel. Si ahora fuera legítimo concluir del presente trabajo que el éter está en
reposo con respecto a la superficie de la tierra, de acuerdo con Lorentz no debería
haber una velocidad potencial y su propia teoría también falla.

SUPLEMENTO

Resulta obvio de lo que se ha hecho antes que sería esperanzador intentar resolver el
problema del movimiento del sistema solar para observaciones de los fenómenos
ópticos en la superficie de la tierra. Porque no es imposible que aún a distancias
moderadas del nivel del mar, en la cima de un pico montañoso aislado, por ejemplo, el
movimiento relativo podría ser perceptible en un aparato como el usado en estos

6
experimentos. Quizás pudiera alguna vez ser intentado bajo estas circunstancias, la
cubierta podría ser de vidrio o podría ser removida.

Puede valer mientras tanto señalar otro método para multiplicar el cuadrado de la
aberración suficientemente para traerlo dentro del rango de observación que ha
presentado el mismo durante la preparación de esta comunicación. Este está fundado
en el hecho que la reflexión de superficies en movimiento varía de las leyes ordinarias
de la reflexión.

Sea ab (fig. 1) una onda llana cayendo sobre un espejo mn en una incidencia de 45º. Si
el espejo está en reposo, el frente de onda después de la reflexión será ac.

Ahora supóngase que el espejo se mueve en una dirección que hace un ángulo α con su
normal, con una velocidad w. Sea V la velocidad de la luz en el éter, supuesto
estacionario, y sea cd el incrementó en la distancia que la luz tiene al viajar para
alcanzar d. En este tiempo el espejo se habrá movido una distancia

Tenemos

En tanto = r, entonces

En orden a encontrar el nuevo frente de onda, dibujemos el arco fg con b como su


centro y ad como radio; la tangente a este arco desde d será el nuevo frente de onda, y
la normal a la tangente desde d será la nueva dirección. Esta será diferente de la
dirección ba por θ la que se requiere encontrar. De la equivalencia de los triángulos
adb y edb se sigue que θ=2ϕ, ab=ac,

o, despreciando los términos de orden r3

Ahora, caiga la luz sobre un espejo paralelo frente al primero, debemos entonces tener

Y la desviación total sería

7
Donde ϱ es el ángulo de aberración, si solo el movimiento orbital de la tierra es
considerado. El desplazamiento máximo obtenido por el giro de todo el aparato en 90
sería
=0.04’’

Con cincuenta de tales parejas de desplazamientos sería 0.2’’. Pero las observaciones
astronómicas en circunstancias bastante favorables que aquellas en las que estas
pueden ser tomadas han sido hechas a centésimas de segundo; así que este nuevo
método da indicios de ser al menos tan sensible como el primero.

El arreglo del aparato podría ser como en la fig. 2; s, el foco del lente a, es una ranura.
bb’cc’ son dos espejos de vidrio ópticamente planos, y tan plateados como para
permitir el paso a través de digamos una vigésima de la luz incidente y reflejando
digamos el noventa por ciento. La intensidad de la luz incidente sobre el telescopio
observador df sería cerca de una millonésima de la intensidad original, así que si la luz
solar o del arco eléctrico fueran usadas podrían aún ser fácilmente vistas. Los espejos
bb’ y cc’ diferirían de paralelismo suficientemente para separar las imágenes sucesivas.
Finalmente, el aparato no necesita ser montado para girar, pues la rotación de la tierra
sería suficiente.

Si fuera posible medir con suficiente precisión la velocidad de la luz sin retornar el rayo
a su posición de partida, el problema de medir la primera potencia de la velocidad
relativa de la tierra con respecto al éter sería resuelta. Esto no puede ser tan
esperanzador como aparece a primera vista, pero las dificultades son enteramente
mecánicas y pueden ser posiblemente superadas en el curso del tiempo.

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