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Fragilidades del andlisis’ Jean Allouch Traducci6n del francés por Rodolfo Marcos-Turnbull Facil de romperse, de ser alterada, deteriorada, destruida, débil de constitucion, sin solidez, la fragilidad no tiene buena prensa. Sin embargo, no habra paradoja alguna si consagramos las siguientes observaciones a un clogio de la fragilidad del analista y del andlisis mismo. Sobre todo porque el andlisis ha adquirido, al filo del tiempo, lo que puede lamarse una falsa 0 supuesta solidez debida a un exceso en su valoraci6n, la cual, lejos de convenirle, inhibe su eficiencia, la desvia incluso de su meta. Tres tejidos diferentes componen este exceso: 1. Mientras que Sigmund Freud esperaba —de su alianza con Carl Jung— que ¢l psicoanalisis conquistara a la psiquiatria, nada de eso sucedid: por el con. trario, ha sido la psiquiatria la que no ha cesado de informar (en el sentido de dar cierta forma) sobre el tratamiento de los problemas encontrados en elanalisis: “psicopatologia” es el nombre de esta conjuncion teratologica de dos métodos incompatibles. 2. Mientras que Freud sabia del riesgo que corria el psicoanalisis en caso de que cayera en manos de los sacerdotes, una relacion no demasiado di tante, teme- Tosa y, en una palabra, rigida frente ala religion ha regresado al andlisis bajo la forma de una religiosidad psicoanalitica: “ética psicoanalitica” es el nombre que se ha dado a esta religion que no se asume como tal. 3. Mas recientemente, creyendo estar en capacidad de responder a una apre- miante demanda social de normas, el psicoanalista ha venido a decretar para cada cual y para el grupo mismo, la ley sobre su bien: “antropolo- gia psicoanalitica”, tal es su nombre. Debemos a Michel Foucault haber distinguido el punto original de este triple y pesado deslizamiento de terreno. El Psicoanialisis, declaré, no ha tenido, aparte de Lacan, la valentia de constituirs como una forma de saber que recogiese “las muy viejas, las muy fundamentales cuestiones de la epimeleia heautou y, por * Publicado originalmente en Critique N° 800-801: Ou est passée la psychanalyse?, t LXX, Paris, janvier-février 2014, pp. 19-31. FRAGILIDADIS DL ANALION 7 to tanto, de fa espiritualidad como condicién de acveso u lu verdud* Se mostrar Que solo el estatuto del ejercicio espititual puede ofrecer al andlisis esa ligereza y esa fragilidad que, adn hoy en dia, le hacen mucha falta. Punto de garantia Después de més de un siglo de existencia, zhabra el psicoandlisis conquistado el es- tatuto de una disciplina de ahi en adelante reconocida? A pesar de una cierta preset la en la Universidad y en diversos lugares psiquiatricos, psicologicos, pedagégicos, Juridicos, o aun en los medios de comunicaci6n, su extraterritorialidad se man- tiene como aquello que lo caracteriza de manera més puntual. No se ejerce bajo Ja base de un oficio legitimado por un diploma; ninguna Academia o Colegio esta en posicién de certificar a los psicoanalistas; sus actos, por otro lado, son apre- clados de manera muy diferente si son evaluados por cada uno de los numerosos grupos inscritos en un espacio que Jacques Lacan denominé “campo freudiano’ Bajo esta denominacidn tampoco existe acuerdo para el encuentro: para algunos cel campo es “psicoanalitico”, para otros “lacaniano” y, en fin, para otros mas que contemplan una alianza entre el psicoandlisis y la antropologia, simplemente no hay campo, llamese como se le lame. Algunos —a veces psicoanalistas— han podido y pueden ain juzgar deplorable esta situacin, y no han faltado momentos en la historia reciente del psicoandli- sis en los que se ha intentado ponerle fin. En vano! Al menos en Francia y por ahora, ya que en otros lados (pero no en todos) se ha instaurado un marco juridico para el Psicoanalisis. Esto no carece de consecuencias para el ejercicio psicoanalitico mis- ‘mo, desde entonces largamente asimilado a una practica psicoterapéutica. Uno de los efectos de este nuevo posicionamiento del psicoanilisis en lo social es, nadia mas y nada menos, el desvelamiento del secreto llamado “profesional”. Asi, en Canada Por ejemplo, un psicoanalista esta obligado a responder frente aun tribunal sobre lo que ha tenido lugar en tal 0 cual psicoanilisis si, por ventura y como resultado de un divorcio del 0 de la analizante, la parte contraria lo llegara a exigir. Pero, se dira, ;donde esta el problema? Se puede percibir a partir del momento en que se plantee la siguiente cuesti6n: “Puedo confiar a cualquiera lo que me venga a la mente a propésito de aque! o aquella con quien me he comprometido, a sabien das de que este cualquiera podria un buen dia, eventualmente, reportar mis pa abras ante un tribunal?”. Uno se pregunta: “zqué seria un hablante que aceptara que su palabra fuera garantia a priori de la verdad (su psicoanalista testigo frente * Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto. Curso del College de France (1981-1982), tr. Horacio Pons, Frédéric Gros (ed. lit), bajo la direccion de Frangols Ewald y Alessandro Fontana, Akal Ediciones, Madrid, 2005, p. 41 10 JAN ALLOUCH al tribunal, cuando Jura decir ‘toda la (su) verdad'y?". :Hablaria?. ,Qué seria de un amante que se atuvicra absolutamente a la garantia de ser amado? Amaria? Qué seria de un retozo sexual si de entrada su “éxito” estuviera asegurado? Un momento de infinita tristeza. Qué seria de un creyente que exigiera de Dios la certeza de ser admitido en el paraiso? {Creeria? La bien intencionada empresa (se tiene la preocupacion por el bien del “consu- midor”, con el riesgo de coartar silenciosamente su libertad al denominarla asi) de poner en correcto orden la practica psicoanalitica, maltrata lo que es hablar, amar, coger, creer. Dicho de otra manera, todas las cosas que estan en juego en la locura, aquello en Jo que la locura esta entramada. La ausencia de garantia que ofrece el analista —esta fragilidad— es afin al cardcter nunca seguro de hablar, de amar, de coger, de creer. 2A gulén se habla a veces en una situacién de gran tensin? 0, quiz incluso, ga qué? Sucede que se le habla a una piedra,’ no necesariamente tumbal, como Jo muestra una reciente pelicula de Atiq Rahimi cuyo titulo en persa, Sangue Sa: bur, fue traducido al espaol como La piedra de la paciencia, una piedra negra a Ja cual, confiando en ella, se dirigen los desesperados. Ahi, un guerrero caido en ‘coma por haber recibido una bala en la nuca, es esta piedra. No diré ni manifes- tard nada durante todo el tiempo en el que su mujer —hablandole siempre en for- ‘ma muy franca y resuelta (a la manera de la antigua parresia‘}— se dirige a él y se transforma. No se necesita ninguna otra prueba mas que el conmovedor momento nel que ella alcanza finalmente una imagen, la suya, bella, en un espejo. Hidrata el cuerpo de su interlocutor con una sonda manteniéndolo, a minima, con vida; a pesar de su silencio de piedra, su fragilidad es patente. Ella jamas le hubiera hablado sila guerra no lo hubiera dejado en silencio, disponible, presente, a pesar de su estado comatoso 0, mas bien, gracias a @. No se trata, por cierto, de alegar aqui que el analista debe encontrarse permanentemente sumido en un coma. No obstante, La piedra de la paciencia permite entrever lo que puede ser el silencio del analista —que no esta menos presente cuando interviene si es desde su posi- cin de analista que interviene. En vecindad en esto con Sangue Sabur, gno ha declarado Jacques Lacan que el andlisis era “una hipnosis al reves”? Hablar a alguien, sobre quien uno termina por caer en cuenta de que no me- tera sus narices en el decir que se le dirige; a alguien que sabra guardar para él y hasta la tumba lo que habra escuchado, es raro, excepcional, muy valorado en tiempos que pretenden ser de transparencia y de trazabilidad. La amistad misma, si bien tan preciosa, no ofrece eso con frecuencia (lo que ningin diploma podria jamas garantizar), 5 O.a.un personaje de pura leyenda definitivamente inmovilizado entre dos muros. Cf: Yoko Ogawa, Le Petit Joueur d’echecs, tr. du japonais au francais par Martin Vergne, ales, Actes Sud, Paris, 2013. 4 “El parrésiastés es aquel que dice todo", Michel Foucault, £1 gobierno de sty de los otros Curso del College de France (1982-1983) tr. Horacio Pons, Akal, 2011 u FFRAGILIDADES DEL ANALISIS Punto nosografico Hecha de una abstencion activa, esta otra ascesis que consiste en el gesto de no recurrir a las entidades clinicas establecidas no fue lograda de entrada por el and: lisis, lejos de eso; y hoy en dia tampoco la admite un buen niimero de practicantes (alli también reina un disenso). Empero, Sigmund Freud habia ablerto este camino al menos de dos formas: Por una parte inventando —empujado para ello por ciertas jévenes mujeres que recibia— una practica inédita donde no era ya su saber lo que guiaba su accion Y, or otra, queriendo que el “movimiento” que habia creado obrara y se mantuviera fuera del alcance del discurso médico (y del de los curas). Apenas lo siguieron en ssto, hubo que resignarse y el andlisis, an hoy en dia, es ampliamente practicado por médicos (psiquiatras) o psicélogos clinicos. Ahora bien, no hay nada que sea evidente. Fl dominio sobre la locura por parte de un médico especializado es un dato historicamente reciente (que generalmente data de la Revolucién francesa, cuando Philippe Pinel “libera” a los alienados de sus cadenas), lo que conduce a interrogarse si el analisis debe inscribirse en la linea de pensamiento de esta apropiacion (se trata de es0?), o bien reconciliarse con otros hospicios que, en un. pasado mas lejano, dentro de las escuelas filosoficas antiguas, estuvieron reser- vados a la locura. En lo que concierne a la relacion del andlisis con lo médico, una de las afirmaciones mas esclarecedoras de Freud es la siguiente: En efecto, nosotros no podemos penetrar en el conflicto del neurético cuando él ya lo leva acabado dentro, A la inversa: cuando conocemos ese conflict, olvidamos {que es un enfermo, del mismo modo como él, al tomar conocimiento de su conflicto, deja de estar enfermo.* iFl avance mismo de cada analisis lo desmedicalizarfal Al inicio, lo que era con- siderado como enfermedad dejaba de serlo en el curso del “tratamiento” a partir del momento en que se pudo y supo tomar conocimiento de ella. No se puede imaginar como un analizante prolongaria su frecuentacion al consultorio analitico a partir del momento en que él ya no se considerara mas como un enfermo si el estatuto de su analista fuera el de un sanador. De ahi la justeza de una peticién hhumoristica que circulaba en un momento en que el Estado francés contemplaba reglamentar el ejercicio de la psicoterapia y del psicoanalisis:"iDéjennos a nuestros charlatanes!”. se percibe aqui la incidencia de cualquier equivoco frente alo que Michel Foucault, siguiendo los pasos de los antiguos, ha hecho valer a titulo del *euidado de si". ;Relevo de lo (s6l0) médica? Sigmund Freud, “Personajes psicoapaticas en el escer Completas, tr. 10" (1942 [1905 0 1906), Obras 61. Fcheverry, t. Vil, Amorrortu Ealitores, Ruenon Alten, 1976, p. 281 2 JEAN ALLOUCH Jacques Lacan ha contribuido bastante a dar cuerpo, consistencia y valor a tres centidades clinicas respectivamente llamadas perversion, neurosis, psicosis (en una palabra: pernepsy). Sobre este terreno han parecido converger durante un tiempo una psiquiatria —a partir de entonces calificada como “clasica’— y el psicoanali Sin embargo, esta empresa ha sido cada vez menos preponderante en su enseiianza. Esto hasta el punto de desembocar en una iltima definicion de la clinica (llamada asi en la apertura de una seccidn justamente titulada “de la clinica psicoanalitica”, el 1 de mayo de 1977}: {Qué es la clinica psicoanalitica? No es complicado. Tiene una base —es Io que se dice en un psicoanalisis* Mas simple, en efecto, no se puede. Y no podria tampoco poner mas resuelta- mente a distancia toda perspectiva nosografica. Tanto mas cuando Lacan insiste cn el tema refiriendo la clinica analitica no més al analizante (cuyo “blablabla” provee solamente la “base” de esta clinica) sino al psicoanalista —lo que es evi- dente si este blablabla, como cualquier palabra, no se presta a consecuencias sino por la recepcidn que le esta reservada. La clinica psicoanalitica interroga al ana- lista, el analista alli es el objeto, Orientado de esta manera, Lacan califica ese dia a la clinica freudiana de “elucubracion”; reconocfa haber contribuido a ella y precisa su posicion presente: “pero esto no es una raz6n para que me quede alli”. [in una palabra, lo que Erasmo toma de Rabelais: todos morésofos. Punto comun {Qué ¢s, entonces, lo que se encuentra mas profundamente cuestionado del lado dlol psicoanalista, y cuyo rechazo conduce a mas de uno a aferrarse a la nosogra- flu como a un salvavidas sin el cual estaria excluido ejercer? Fs la relacion del tunalista con Io diverso como tal lo que plantea un problema y se presenta como luna nueva fragilidad ligada, también, a una renuncia: una vez regulado lo diverso, el analista no podria mas que abstenerse de proferir esa palabra de autoridad (puesto que esta avalado por una autoridad) que es la asignacion de un sujeto a luna entidad clinica predefinida. Una vez regulado por lo diverso, el analista seria levado a recibir a alguien abs- wnléndose de cualquier accion y pensamiento identificativo. Se entrevé que esto © Jacques Lacan, Apertura de la secctdn clinica, sequn Jacques Lacan, tr. Maria del Carmen Meleyattly Rufuel Pere, col. Grapas, Editorial me-cayd- el veente, otofio de 2007, Mé- lea, p. 1

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