El margen del margen

Lecturas antipatriarcales
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Grupo de lectura coordinado por Leonor Silvestri

El margen del margen es un grupo de estudio que propone textos
fundamentales para abordar cómo vivir hoy del modo como se
supone nos gustaría vivir mañana, desde una perspectiva de
género feminista, no siendo, a prioristicamente estos textos nece-
sariamente antipatriarcales. El margen del margen como el espacio
posible para habitar por fuera de las hegemonías que atrapan e
impiden pensar de la cintura para abajo como un bolchevique
nostálgico o que en pos de la unión hace a la fuerza arrastran
hasta convertirnos en un Dr. Mengele o a un oficial de la SS pero
púrpura o rosa.
Leeremos y debatiremos en torno a textos tan teóricos como
práticos de acción política no partidista, no clásica, autonomis- Para saber sobre Leonor Silvestri y sus talleres:
ta, anarquista y descoloniales para poder pensar un presente
por fuera de las lógicas de la góndola de los deseos de la política leonorsilvestri.tumblr.com
aceptable que ofrece para elegir (oh esa ficción) muffins, magda- leocatlove.blogspot.com
lenas, o cupcakes.
winona.free@gmail.com
Fb: Leonor Silvestri Enemiga Pública & Mala Víctima
Este fanzine es el resultado del primer encuentro del Producciones
Grupo de lectura El margen del margen: lecturas antipatriarcales, Twitter: LeonorSilvestri
coordinado por Leonor Silvestri en
agosto/septiembre del 2017.
 El margen del margen: lecturas antipatriarcales
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Hoy vamos a comenzar con “¿Quién lleva la gorra?” del

Colectivo Juguetes Perdidos. Lo primero que llama la aten-
ción de este texto es que es un libro anónimo, en tanto está
firmado por el Colectivo Juguetes Perdidos, un colectivo
anónimo que si una agudiza su visión puede adivinar va-
rias cosas. ¿Qué detectamos acerca de esta gente, así a los
Sherlock Holmes? Son hombres de cuarenta para arriba.
¿Cómo supimos sobre su edad?
¿Ustedes saben qué es la colimba? ¿Saben por qué se
dice colimba? Corre, limpia y barre. No hace falta que lo
sepan las más jóvenes porque el último sorteo fue la clase
´76, que es la mía, y no se volvió a sortear más a nadie por-
que en la colimba bailaron al soldado Carrasco, lo verdu-
guearon tanto que lo terminaron matando y no hubo más
servicio militar obligatorio. Entonces cuando estos señores
dicen colimba una puede detectar que es gente de más de
cuarenta, porque la gente que tiene menos de esa edad lo
sabe como sabe otro montón de cosas que no formaron de
su vida, no forman parte del registro, lo sabe de manera
imprecisa, no sabe bien a qué responde. Para mí la colimba
era un dato muy empírico porque los pibes de mi genera-
ción temblaban porque llegara ese momento, vivían con el
culo en la mano para llegar a ese momento y que no les
tocara el servicio militar obligatorio.
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 Además sabemos que hacen algún tipo de trabajo adentro
de lugares marginales y lo decimos así porque ellos no le
dicen nunca villa. Este es uno de los grandes problemas de
imprecisión geopolítica que tiene este libro, si bien hablan
de Villa Tranquila también hablan de barrio. En el Conur-
bano bonaerense no es lo mismo vivir en el barrio que en la
villa. El barrio lo hizo la municipalidad, podrá estar milita-
rizado o no, pero lo hizo la municipalidad y las casitas son
de material. Y la villa es lo que se adosó al barrio producto
de las condiciones socioeconómicas, entonces va creciendo
y creciendo. A lo que la gente del Conurbano le dice barrio,
más o menos pobre o marginal, es a lo que el municipio
organizó, una serie de casas, una plaza, etc. De hecho Villa
Tranquila tiene esa doble característica, un poco que orga-
niza el municipio y otro poco lo que se va adentrando más
al Docke y ya va llegando a Villa Inflamable donde está todo
mal, no entra la yuta y es donde entra la gendarmería, ya
vamos a hablar de esto.
Quiero plantear una serie de problemas que le encuen-
tro a este texto, que son los problemas que le encuentro al
progresismo, este texto es simplemente un síntoma o un
indicador de los problemas del progresismo, para después
ir a las cosas que tiene de interesantes, que las tiene, no
es que es pura mierda, yo nunca doy nada que sea pura
mierda porque me aburro yo.
Una de las críticas tiene que ver con las imprecisiones.
Si bien es verdad que la cultura del Conurbano se llama a
si misma “barrio” para hablar de cosas que tal vez la Ca-
pital Federal no denominaría así, no es lo mismo el barrio
creado por la municipalidad que lo que se le fue adosando
hasta que finalmente caes en la marginalidad total, donde
ya es tierra de nadie, el far west para la gente del barrio, no
para el análisis. Por eso después se producen estos efectos
que se mencionan acá de gorra, el engorramiento no es
que sale solo, también sale por esto que tiene que ver con
el adosar asentamiento a un barrio. Un barrio tiene calles
y esto es muy importante, no solo porque una puede decir
que vive en tal lugar y se llega, sino que además si te lle-
van detenido y tenés domicilio fijo podes ser excarcelado
dependiendo del delito, en cambio si sos de la villa y no
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con este palazo a los movimientos sociales y la militancia
territorial, recuérdenlo cada vez que las inviten a alistarse
en esas filas porque te invitan bastante, estamos en épo-
ca electoral, recuerden todo esto de la dignidad, toda esta
gente a la que tanto le gustan los pobres porque son Ca-
ritas encubiertos, que encima Caritas hace mucho mejor
su trabajo, esta gente a la que le gustan tanto los pobres
mientras a los pobres no le gustan los pobres, hacen bien,
a los pobres les gusta la plata que es lo lógico si vivimos en
el Capitalismo.
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hay calle quedas adentro. Si vos te robaste algo, no tenés
antecedentes y tenés un domicilio fijo, la sentencia la vas a
esperar en tu casa. Pero si vos sos de la villa y no hay calle,
la sentencia la vas a esperar en el calabozo, así tarde dos
años vas a estar en el calabozo que no es ni siquiera una
cárcel infraestructuralmente, es decir, la vas a pasar peor
que en la cárcel. Por eso la gente del barrio no se siente de
la villa, y la gente de la villa intenta construir con su villa
un barrio. Porque si es un barrio y tiene calles, con ese
estatuto, a nivel legal no son iguales las consecuencias, va
a ser todo un poco menos malo. Obviamente te puede ir
a buscar el patrullero viviendo en un lugar con calle pero
también te podés ir a esperar la sentencia a tu casa depen-
diendo de lo que hayas hecho, el barrio te da condición de
ciudadano.
Por otro lado, otra de las imprecisiones es esta otra cues-
tión. Si este texto fuera del 2000 una entendería pero es del
2014, el fenómeno gendarmería en el barrio del 2010 para
acá ya no es del Conurbano bonaerense. La gendarmería
que está en el Conurbano también está en Boedo, en Ba-
rracas, está en La Boca. Una de las cosas de las que no da
cuenta el texto y tenemos que dar cuenta nosotras, es que
la gendarmería ya está en los barrios, que ya no son ba-
rrios porque los barrios de la Capital Federal han perdido
su configuración subjetiva como barrio. Una podría decir
que un poco la mantienen, Boedo, Constitución o Parque
Patricios pero un poco, no como los barrios del Conurbano
bonaerense donde, por ejemplo en Gerli vive la gente que
hizo el barrio, la calle y van a vivir sus nietos y bisnietos,
es una tradición de gente que vive en Gerli. Cabe aclarar
que no es lo mismo la policía que gendarmería, porque la
gendarmería que supuestamente fue colocada en el espa-
cio público para controlar a la policía tiene competencias
castrenses, es decir, que si te pega un tiro no tiene que
rendir tantas cuentas de porque te pegó un tiro, es mu-
cho peor que un policía. Además la policía, por lo menos
en la federal, ya la metropolitana no podemos contar con
eso, hay mucho bulímico de la harina. No quieren hacer
su trabajo y en el único microsegundo que vos necesitarías
un rati para sacarte las papas del fuego no tienen ganas,
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no se meten mucho, tienen todavía esos gordos pizzeros
que andan mangueando facturas. Por ende con la policía
hay campo de maniobra que con la gendarmería no, con la
policía por ahí te están violando y ellos están al lado miran-
do el celular y diciéndole a la madre que haga milanesas,
porque sino tienen que hacer un montón de papeleo y no
quieren. A su vez, el gendarme de la Capital Federal no es
el mismo que el de la marginalidad, el gendarme que está
metido barrio adentro, que está en el Conurbano, no actúa
como el gendarme que está en la Capital Federal, un poco
porque la Capital no quiere ver ciertas cosas o que pasen
pero sin verlas. Entonces el gendarme de Boedo, que está
enfrente de un Carrefour enorme en Av. La Plata, no se
pone tan gediento como el del Conurbano bonaerense, ese
es de temer. El otro no es que no es de temer pero se cuida
un poco más de pegarte un tiro justo cuando está saliendo
la señora con el chango del Carrefour, el otro no se cuida y
te lo pega ahí, te remata delante de todo el mundo porque
es ejemplificador; y eso es una imprecisión del libro. Está
bien, una podría decir que un libro no tiene por qué dar
cuenta de todo. De lo que sí habla es de una especie de
paternidad transferida, ante la ausencia de los padres, la
función del gendarme es decirte a vos qué hacer pero no
en todo momento sino a partir de cierta edad, teniendo en
cuenta que a partir de los 18 años ya sos un adulto y en-
tonces el trato es diferente, y las consecuencias también.
Mi hipótesis es que eso no aplica de la misma manera
en la Capital Federal que tierra adentro donde no hay cá-
maras y por ende no hay registro. Además el libro habla de
divisiones de territorio, de fronteras que establece la mis-
ma gendarmería donde el posicionamiento del gendarme
dentro de la villa lo que produce es un margen entre lo que
ellos llaman el cuartel, que es adentro de la villa, y el afue-
ra donde no operan de la misma manera; el gendarme es
una frontera entre edades y entre zonas de la ciudad. Esa
es la competencia del gendarme, gendarmería se creó para
eso, es un fenómeno muy extraño que no existe como fuer-
za represiva en todas las partes del mundo. El gendarme
es un poco rati, un poco milico. Tiene formación castrense
pero a su vez competencia federal y puede estar en el es-
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determinada manera que no es como la persona que va y
se compra una moto para cualquier otra cosa. Bueno, los
movimientos territoriales hacen lo mismo pero de una ma-
nera menos coercitiva, menos directa, menos obvia, lo cual
lo vuelve más intricando, es una gorrita linda.
Lo cierto es que la respuesta integradora cumple la mis-
ma función que es la de contenerlos y volverlos ciudadanos.
Donde la respuesta integradora no obtuvo un resultado
está la otra, donde no te pudo convertir en maestro mayor
de obra te cagan matando. Te mato yo que soy gendarme o
te mataran las bandas o te morirás en el hecho o te matara
el vecino defendiendo algo (no está defendiendo nada, es
una medición del tamaño de pija, yo no estoy de acuerdo
con esa idea de que te roban y te desestabiliza psicológica-
mente, vos estabas desestabilizada y tenías un arma). Es
como “El extranjero” de Camus, cuando le preguntan por-
qué mata al turco responde “porque le pegó el sol”, claro,
tenía un arma y había un turco, mirá que simple. Es más
sencillo y por ende también es más difícil de oponérsele
porque si una dice que el robo te desestabiliza emocional-
mente porque estamos en esta precariedad económica lo
que hay que hacer es generar una economía no precaria y
eso no existe. Es como la vida, es por definición precaria,
no hay una vida no precaria y hasta les digo que no sé si es
deseable que no sea así porque todas vamos a morir, todas
vamos a enfermar, todas vamos a tener un momento donde
no vamos a poder trabajar, entonces es medio un bolazo
decir que hay un laburo no precario, es mentira, eso era
el sueño americano, solo gente que está muy confundida
puede creer eso. Hay gente que cree que le va a llegar la ju-
bilación esta berreta del 82% móvil, cómo pueden creer eso
sí tuvieron guerras, se cagaron de hambre, hay cosas que
no resisten el menor análisis, mi mamá que es española
conoció lo que era una banana a los diez años cuando se
vino acá y fue como si le mostraran un unicornio, no sabía
ni como pelarla, posta. Los desahucios que hay en Espa-
ña…la gente que cree en eso yo creo que tienen el encefalo-
grama plano, básicamente es eso, les haces un estudio de
encefalograma y no hay sinapsis neuronal.
Bueno, este texto lo vamos a dejar acá, ustedes quédense
nibles a reinsertar, a inscribir en un programa social, a
buscarles trabajo, a subordinar al lenguaje de la política
clásica, al lenguaje de lo que la militancia debe ser. Mili-
tar se puede militar de mil maneras, hay maneras que no
son las maneras clásicas aceptables de la militancia que es
usualmente lo que ocurre cuando la gente es más salvaje.
Para ser salvaje no hace falta vivir en un matorral, alcanza
con ser asperger, digo por si hay alguna en la sala, con eso
ya te alcanza y no te van a querer en ningún partido. Los
movimientos sociales y la militancia territorial también ve
la sangre pibe con otros fines que son tan paternalistas
y tan pedagógicos, obviamente de otro tipo, como el de la
gendarmería. Voy contarles un aforismo muy divertido: tu
mama te dice “ te lo tragas o te lo hago tragar”, a eso le
llaman elegir. Eso es lo que pasa en las elecciones del do-
mingo, te lo tragas o te lo hago tragar. Bueno, entonces,
el proyecto pedagógico de la modernidad, el de la reforma
del individuo en la que el individuo se puede moldear, con
el que una puede o no estar de acuerdo, es el proyecto
pedagógico tanto de la escuela como de la cárcel, el neu-
ropsiquiátrico o del hospital: hay que corregir, normalizar,
enmendar, reformar. Después, ya sabemos, los espacios
de encierro siguen existiendo pero se yuxtaponen a otras
formas que ya no son de encierro por eso hay un paso de
la sociedad disciplinar a la de control. No es que no hay
más sociedad disciplinar, funcionan en conjunto, donde
no opera un espacio de encierro podés tener un espacio de
no encierro con un poder disciplinar, el poder sigue siendo
productivo disciplinar pero vos no necesariamente estas
dentro del loquero. Ahora, estos movimientos sociales, te-
rritoriales, agrupaciones políticas, no partidarias, como les
queramos decir, hacen con el pibe – para mi es uno de los
mejores hallazgos del libro- lo mismo que la gendarmería,
solo que lo hace sin pólvora. La gendarmería le gestiona un
trabajo, que es el de ser chorro que es un trabajo porque
hay que tener un oficio, si yo salgo a robar de caño duro
tres segundos y hay gente que dura más de tres segundos
aunque tal vez no dure mucho, es decir, que lo sabe hacer
porque manejar una moto en el medio del tránsito para
hacer una salidera en el banco es saber usar una moto de
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pacio público, cosa que los milicos no. Obviamente una ya
sabe que todo el mundo puede hacer lo que quiera, sobre
todo las fuerzas represivas, pero si nos ceñimos a la letra
de la Constitución la realidad es que los milicos solo pue-
den salir a la calle por dos motivos: invasión del territorio
nacional o estado de sitio. Entonces lo que le permite a las
formas de gobierno el gendarme es tener un milico en la
calle, básicamente, sin que Chile o quien sea nos haya de-
clarado la guerra y sin que el gobierno nacional haya decla-
rado el estado de sitio. Casi que es la guerra pero por otros
medios. Por eso yo pensaba en algo que tiene que ver con
las imprecisiones, traspolar categorías sin coordenadas
geopolíticas de ninguna índole. Este libro, si una tuviera
que decir de qué habla, está hablando de cómo el narcotrá-
fico, entre muchas comillas, es la coartada para la milita-
rización del espacio público. Pero cuando yo digo narcotrá-
fico ¿en quién pensamos? En Pablo Escobar, El Chapo en
México. ¿Es igual el narcotráfico acá? No ¿Tenemos a esa
gente acá? No. Entonces nuestra militarización no debe ser
la misma. Es un error gravísimo confundir al transa, que
nos puede caer mal o bien, con Pablo Escobar. No maneja
el mismo volumen, el mismo nivel de guita, no tiene un
ejército. De hecho la diferencia entre el narco y el transa,
es que el transa es parte de la gestión de los ilegalismos
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que la gendarmería gestiona (y el municipio también). Por
eso el narco es un estado paralelo que le disputa al estado
el poder. Nos puede caer como el orto, yo no estoy diciendo
que nos caigan bien, descuartizan mujeres como si fuese
tomar agua, y sin embargo es la disputa por el poder. No
es la disputa por un pedacito de cocaína, es la disputa di-
rectamente con el gobierno nacional. Pablo Escobar en un
momento la tiró: “yo te pago la deuda externa”, ese nivel
de plata. Acá en la esquina hay un transa, de día no está
y por eso ustedes no lo van a ver, tiene su kiosko puesto
en un hotel de pasajeros al lado del chino, puesto estraté-
gico. Ese chabón no es un narco, a mí me cae fatal, es el
transa del barrio. Es un drogón que encontró la manera de
falopearse más que es vendiéndole a todos paco así él pue-
de comprarse algo mejor y está al lado del chino para ir a
comprarse birra. Y debe tener apalabrados a los ratis por-
que si yo lo veo ellos también. Ahora, no es Pablo Escobar
y ese es uno de los problemas de traspolar categorías. Este
grupo al cual pertenece el libro es muy adepto a traspolar
categorías y así les va. Y a utilizar la misma categoría que
funciona en Colombia o en México como si estuviéramos
acá, ese es uno de los grandes problemas que tiene el libro,
que va de la mano de otro de los grandes problemas que es
la moral, es un libro profundamente moralista. Los prime-
ros que llevan la gorra son ellos, el próximo libro que estos
chicos tienen que escribir tiene que ser “Nosotros teníamos
la gorra y no lo supimos ver”. Les voy a mostrar un ejemplo
pero antes voy a hacer un paréntesis: parte de lo que yo
pretendo con este grupo es que el género, entendiendo por
género todo lo que tiene que ver con la mujer no como dato
transparente es decir trans, cis, travesti, etc., todas las mi-
norías sexuales o sea todo lo que es género y feminismo
no sea un capitulo, un agregado o una concesión en el
que cada cuatro “pibes” que digas, tirás una “piba” sino
que, como dice Joan Scott -la mentora de Judith Butler en
la teoría de la performatividad del género, el género sea
una categoría de análisis historiográfico, sociológico,
o sea que hay ciertos fenómenos que no se pueden anali-
zar…el fenómeno de la gorra en el barrio tampoco se puede
analizar sin incluir el género.
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vos para montar una escena de linchamientos que ponga
a De La Sota con los pelos de punta y entonces te permita
negociar con tu capataz una serie de mejoras, necesitás a
los esclavos que vayan a reventar un Ribeiro entonces ne-
cesitas los calabozos llenos, a estos pibes silvestres medio
amenazados de vida o muerte si no hacen lo que vos les es-
tás diciendo que tienen que hacer. Y la otra, que es la más
simpática, a mí me gusta más porque me gusta la cosa
más sofisticada, menos obvia, es la integradora. ¿Qué es
la respuesta integradora? Es lo que hacen los movimientos
sociales y la militancia territorial. Lo primero que nosotras
tenemos que entender es que estos señores hacen lo mis-
mo y no se dan cuenta o no se hacen cargo de que hacen
lo mismo, de hecho hicieron un libro. Un poco dicen que lo
hacen pero que intentan no hacerlo y terminan haciendo
un libro, lo hago o no lo hago, les agarra medio la Chiqui
Legrand. Es un poco como la de le pongo nombre o no le
pongo nombre, le llamo colectivo y después adentro están
los nombres, en fin. Ellos no forman parte de una agru-
pación ni de un partido político, lo que no se enteraron y
ahí podemos hablar de que su formación debería haber-
les bastado para que se enteren, es que la forma partido
se reterritorializa sin partido. Vos no necesitas un partido
político para tener un comité central, el feminismo tiene
su comité central y sin embargo es fantasma, dónde está.
Por lo menos el del PC vos sabés donde está, está acá en la
calle Entre Ríos, entonces si tenés algún problema vas allá.
Y no forma parte cualquiera del comité central, hay un es-
calafón, una jerarquía y llegas al comité central. Ahora,
cuál es el comité central del feminismo, bueno parece que
no tiene pero tiene porque no es que nos pusimos todas
de acuerdo para que tal día sea la marcha. Probablemente
estos muchachos se hacen un poco los boludos y hacia el
final se atajan diciendo que ellos extraen cosas pero los
pibes también extraen de ellos, es genial porque escriben
un libro pero los pibes no, lo dicen sin ponerse colorados. Y
después romantizan el robo de los pibes silvestres y parece
que son Robin Hood. Además se justifican diciendo que las
categorías las construyen en el barrio con los pibes.
Entonces la sangre pibe ve en los pibes cuerpos dispo-
canismos más empoderantes, donde tomo mi defensa por
mano propia y hago una pandilla tipo las Panteras Negras
o las Panteras Rosas, no. Lo que piensa es en fascismo, por
eso Hitler gana, sino no ganaría, y digo Hitler porque va a
pasar un tiempo hasta que nos demos cuenta que venimos
votando a Hitler hace siglos, Hitler es lo más obvio. Yo de
chica pensaba que era una dictadura, no pensaba que la
gente podía elegir a Hitler, pensaba que tenía que venir e
imponerse, después me di cuenta que es en general lo que
se estila. Esa es la teoría del robo.
Vamos a los aciertos. Uno que a mí me parece que tiene
este texto, uno de mis favoritos podría decir, es el de los
movimientos sociales y la militancia territorial. Ellos dicen
que el capitalismo tiene un combustible, ustedes me dirán
que el combustible del capitalismo es la liquidez. Pero vie-
ron que hay lugares donde no hay dinero, no hay liquidez,
no hay Banelco, no hay ni siquiera cash, hay cosas para
intercambiar: se intercambian drogas, mujeres, zapatillas.
Pero sin embargo hay un combustible, no es que ahí no
funciona el Capitalismo sino que funciona a base de un
combustible que no es el nuestro porque nosotras necesi-
tamos plata. Ese lugar donde el capitalismo funciona pero
no con plata ellos dicen que funciona con sangre pibe, así
le llaman, es una categoría. La sangre pibe es lo que hace
funcionar el capitalismo en las zonas donde no funciona la
liquidez. Funciona de dos maneras, una es la criminaliza-
ción que es de lo que ya hemos hablado, es el control del
cuartel a cielo abierto pseudo parental donde la gendarme-
ría toma ese rol donde “yo te voy a enseñar lo que es bueno,
te voy a hacer comportar como corresponde”, etc. Por eso
esta gente no entiende que el engorramiento de Jesy no
es el mismo que el del vecino que pide seguridad porque a
Jesy lo que le faltan son categorías para saber qué hacer
con lo que le está pasando a ella porque teme que la van
a violar, porque ya ha visto como violaban a otras si es
que no la violaron ya. Entonces hay dos respuestas de esa
sangre pibe que es el pibe a disposición, el cuerpo que es
casi como sacrificio, a disposición para que la economía de
este lugar se movilice, son por un lado la criminalización,
de la mano de la gestión de los ilegalismos, es decir que
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Ya habrán visto que en el libro hay tres pibas. ¿Hay algu-
na trava? Es difícil no ver travas en el barrio, no sé a qué
barrio fueron, está lleno ¿Hay alguna trans operada full,
post-op? ¿Hay algún puto? De hecho la única referencia
que se hace es que la gendarmería le dice a los pibes que
no luzcan como putos pero no hay un pibe puto en el libro
y sin embargo hay pibes putos en los barrios. Pero vamos
a volver a lo que iba a leer del libro. Hay tres pibas, de las
cuales una, según estos señores, se pone la gorra. Lo que
Jesy cuenta y ellos no entienden es un problema de ellos,
lo leo: “Luego de algunas semanas charlando y pensando
con los pibes sobre la presencia gendarme en el barrio, sur-
gió hacer una dramatización sobre qué le diríamos –si tu-
viéramos la oportunidad sin que nos caguen posteriormente
a palos– a los gendarmes” A esto ustedes le hacen un re-
cuadro y cuando piensan en merch del bien es esta frase.
Sigo, “«Educando al gendarme» podía llamarse el video que
planeábamos con los pibes, que querían dejar en claro que
el verdugueo lo único que genera es bronca, y que ellos ha-
blan y se mueven por el barrio sin sentir que están hacien-
do nada malo. Pero una voz apareció desde lo profundo del
barrio: No estoy de acuerdo con que haya que educar a la
gendarmería. Primero hay que educar a los pibes. ¿Y por
qué habría que educar a los pibes, qué hacen?, comienza
la ronda de preguntas –la piba nos había hecho entrar, nos
convirtió por un momento en panelistas de un reality show–
“. Bueno, esto hay que tenerlo en cuenta porque ellos lo
están diciendo en un sentido pero nosotras lo tenemos que
leer al revés. Ellos están diciendo “las mujeres miran reali-
tys”. La realidad es que es verdad que ellos están ahí como
si fueran panelistas de un reality, porque no viven ahí y
no saben lo que es vivir ahí. Bueno, sigue la piba “Y, son
re atrevidos. Están ahí en la placita, en el banquito. Todo el
día tirados. Pasás y te dicen cualquier cosa. Ustedes porque
no saben”. ¿Qué está diciendo la piba?, nosotras sí sabe-
mos. Ella habla de la violencia que sufre por parte de los
gendarmes, por ser villera, por estar en ese barrio, por ser
pobre y por ser mujer. Sigue el texto: “Se habló entonces de
la “otra ciudad”, la de los barrios opulentos y blancos, la de
los jóvenes de la moratoria social y vital (y no del ocio forza-
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do o a veces buscado, pero siempre socialmente peligroso 40
de los pibes silvestres)… Es distinto, repone Jesy, acá son
maleducados, además están cualquier día de la semana en
la calle, un martes a las tres de la mañana. En un pingpong
que dejaba un sabor agrio, Jesy se había puesto “en mo-
do-adulta”: ¿Quién piensa como yo? La gente mayor, la de
más de 30 años.
Complejo juego de doble pinza: afuera del barrio la opi-
nión pública reclamando seguridad y segregación para los
barrios y cuerpos peligrosos; adentro, vecinos reclaman-
do seguridad, orden y educación para los pibes silvestres
(cueste lo que cueste). ¿En cada casa ya existe un pequeño
gendarme?”. Lo primero que hay que decir es que no en-
tendieron nada. Nuestro desafío es el siguiente: efectiva-
mente so pretexto de la lucha contra el femicidio y la viola-
ción, el feminismo se ha engorrado, esto es
lo primero que tienen que saber. Entonces una tendría que
ver hasta qué punto el feminismo no es simplemente,
para decirlo en términos de Foucault, la vehiculización
o la reconducción de las fuerzas represivas a las que
va a ser más difíciles oponérseles. No obstante, aquellas
violencias que están siendo señaladas de todas maneras
existen, no es que el feminismo se puso la gorra porque le
gustó la ropita. Entonces el desafío es cómo luchar con-
tra esa violencia sin ponerse la gorra, no decir que Jesy
pide seguridad, orden y educación de los pibes silvestres
cueste lo que cueste. Lo que le pasa a esta piba es que vio
como la mataron a Melina Romero, ella es Melody la testigo
que quedó viva y vio como violaban a una piba entre cin-
co chabones durante diez horas, esa es Jesy. La cuestión
es cómo hacer para no ponerse la gorra sin negar que eso
existe y que eso, ustedes no saben porque no les pasa, que
es el acuerdo que muchas veces tenemos que tener con
los paqueros y el transa de la esquina si queremos seguir
viviendo acá porque vamos a bajarnos del colectivo y va-
mos a tener que caminar por donde están todos, y alguna
negociación voy a tener que hacer. Para referirnos al engo-
rramiento del feminismo podemos citar, por ejemplo, que
la primer herramienta que creó la comisión de diversidad
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lizadas, quizás ya lo estamos y el robo es la coartada para
justificar el hacer cagar a otro. Pensemos en lo que pasó
en Córdoba en 2014, los linchamientos de Nueva Córdoba.
Hubo muy poca difusión a pesar de que fue tremendo, si
ahí no nos fuimos al estado de sitio creo que no nos vamos
a ir más. La policía entró en una pelea, obviamente por la
plata de la droga en Córdoba, con De La Sota, y se fue a
la huelga, dijo “ok, no me querés aumentar el sueldo, nos
vamos a la huelga”, huelga de policías. Todo el mundo dijo
lo de siempre “zona liberada”, no existen las zonas liberas
sino que existen zonas que la policía gestiona para el robo,
no es que está mirando para otro lado sino que manda a
robar, lo gestiona, manda a robar al pibe que está dete-
nido que cuando ya no sirve más lo matan, se lo sacan
de encima, apareció muerto. Entonces se retiró la policía,
dijeron que liberaban la zona, empezaron los saqueos. Ob-
viamente los saqueos estaban vehiculizados por la policía,
si vos estás en un calabozo sin sentencia en firme porque
vivís en la villa, por ende no tenés dirección fija y no podes
esperar el juicio por robo en tu casa, y te saca el cobani y
te dice “vas a tener que ir a reventar el Ribeiro que está en
tal avenida”, tenés que ir, ¿Qué le vas a decir? ¿No tengo
ganas? Si decís eso sos boleta, sos Luciano Arruga. Bueno,
empezaron a robar. Y Nueva Córdoba, que es un barrio
muy céntrico que empieza en la periferia y se convierte en
el centro de Córdoba misma, empezó a “defenderse” de los
atacantes y le tomaron el gusto, se les hizo vicio. Se con-
virtió en la película “La purga”, cualquiera que andaba por
Nueva Córdoba en cualquier momento del día haciendo lo
que fuera, las patotas de chetos cordobeses, que deben ser
amigos íntimos del CASI (Club Atlético San Isidro) -que si
hay gente con la que yo no quiero estar es esa- salieron a
pegarle a cualquiera, ya daba igual, lo que querían era re-
ventar gente y les abrieron la puertita de contención, no a
la horda ladrona sino a los chetos linchadores o sea no es
que la gente se estaba defendiendo o se desestabilizó emo-
cionalmente porque la robaban, es que las masas desean
al fascismo. Por eso el feminismo también se pone la gorra,
no está exento, porque frente a este tipo de cosas una lo
que hace es pensar mecanismos más represivos, no me-
 de la Universidad de Avellaneda fue un protocolo de violen-
cia de género, están con los protocolos a full, y ahí están
recontra punitivistas entonces lo que hacen es convertir
doblemente a la víctima en víctima, lo primero que vemos
como herramienta de una comisión de género es buscar
víctimas…que las hay porque hay abusos de todo tipo. Lo
que el Colectivo Juguetes Perdidos no están viendo es que
esta chica no está pidiendo la seguridad que pide Baby
Etchecopar, y que le están pasando cosas que ellos efecti-
vamente no saben porque no saben lo que es vivir con la
concha en la mano pensando hoy salgo y tal vez no vuelvo.
No lo van a saber nunca, eso se llama ser privilegiado. Lo
que estos muchachos no se dieron cuenta es que ellos se
benefician de un régimen que oprime a las demás, las des-
aparece y mata, donde estamos nosotras. Efectivamente so
pretexto de que eso ocurre una buena parte de las voces

otro. Por eso les decía que un día cuando caguen a piñas a
alguien se van a dar cuenta porque cuando se cayó a vos
se te acaban las ganas de pegarle y hay gente que cuando
se cayó dice “vamo en esa, sigo para adelante”, esa es la di-
ferencia, lo ves hasta en los deportes. Si ves la última pelea
de Cris Cyborg del UFC en peso pluma contra una chabona
que le pusieron que era un paquetón, ves que en el primer
segundo del primer round Cyborg sabe que la va a tirar, y
cuando la tira, que está segura que no se va a levantar, no
sale como salen siempre en el UFC que se le montan enci-
ma y le siguen dando sino que se retira, ella sabe que ya
está, listo, llamen a la ambulancia a ver si no le rompí el
cuello y se va a un rincón. Es muchas cosas Cris Cyborg,
yo no la conozco, lo que sí sé es que vio que “ya está, mu-
rió”. Por eso es una frase hecha que cuando a una la están
tratando mal de más, porque ya está destruida, le dicen
que le están pegando en el piso. Ellos dicen que el que lin-
cha es un tipo que retiene el terror cotidiano y que explota
cuando ve que puede, si esa sería la justificación porqué
después dicen esto del robo. No es verdad que porque no
está más el auge de la sociedad salarial estamos desestabi-
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hegemónicas de esto que llamamos feminismo se engorra,
no ayuda a nadie ese engorramiento, por supuesto no ayu-
da a la que queda viva, a la que murió, no ayuda en lo más
mismo, pero eso no quiere decir que lo otro no existe: una
muerta cada 18 hs, está ahí. Mueren en la villa, mueren en
el barrio privado, en todos lados, tal vez es una de nosotras
mañana. Este es uno de los grandes problemas que tiene
este y todos los libros que no es que no pueden hacer del
género una categoría relevante para el análisis, que no es
lo mismo que incluirlo que sería “te damos un capítulo”,
que es lo que hicieron.
Cometen estas imprecisiones porque son hombres. Hay
que alfabetizarse, sobretodo en el feminismo, porque sino
una no entiende nada y parece que va atrás de anda a sa-
ber qué. Alfabetizarse significa informarse.
Cuando nosotras nos preguntamos cómo puede ser que
con esta formación estos señores digan lo que dicen…es la
formación la que produce esto, si no tuvieran esa forma-
ción no producirían esto. Voy a decir algo muy controver-
tido pero es que estuve escuchando mucho a Lana del Rey
que siempre dice cosas muy controvertidas que ya ni Brit-
ney dice. Bueno, es el mismo motivo por el cual todas nos
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qué roba la gente que roba?, ¿Por qué roba Winona Ryder?
Imaginemos: vida mula, trabajar de albañil, ser gendarme
o ser chorro, no hay más. La del robo da el poder y el gla-
mour, tiene la misma cantidad de riesgos que un gendarme
y a su vez hay un componente que no tiene porque no todo
el mundo puede ser gendarme. Para ser ladrón no hace
falta ser un sádico torturador, lo que te tiene que gustar
es la plata, las cositas. Y te da cierto status social, la gloria
del riesgo como quien hace un deporte de alto riesgo, tiene
todo eso y el libro no lo está analizando, no tiene que ver
con opciones de la precariedad, tiene que ver con qué sa-
lida es más divertida que la oficina. Vale aclarar de nuevo
que no es para todo el mundo hacer salideras, hay que ser
más pulenta que el común denominador de la gente para
andar de caño, el robo a mano armada es un arriesgo pero
tiene una serie de glorificaciones que no tienen que ver con
la vida precaria únicamente, por eso hay bandas armadas
de pibes chetos. Del mismo modo, el linchamiento no tie-
ne que ver con que ahora te sustraen algo y parece que
se te fue la vida en ese celular que te robaron. Cuando
caguen a palos a alguien van a ver, es como la diferencia
entre ser gendarme y ser ladrón. Los gendarmes son sádi-
cos de manual, por eso no es un oficio, un trabajo, y por
eso la gente que elije ser rati no es que está eligiendo para
salir de la pobreza sino que encontró su lugar en el mun-
do, antes descuartizaba gatitos y ahora puede ser rati, le
dieron un lugar en el mundo donde puede hacer lo que ya
hacía. No todo el mundo tuvo un honda y salió a matar pa-
jaritos, descuartizó sapos o le pegaba al hermanito cuando
la mamá no veía. Si eso es natural, innato, construido, no
me voy a meter en ese debate, yo me inclino a pensar que
es construido aunque cómo se construye tampoco forma
parte de los límites de este grupo. El gendarme de la villa
está en riesgo, le van a pegar un tiro por la espalda ni bien
puedan, obviamente tiene un cierto beneficio o prestigio o
status social como lo tiene el ladrón pero el ladrón no es un
sádico. Es decir, no lo es a priori, a priori no es un tortu-
rador, no es una persona cuyo placer pase por hacer cagar
a otro. Con el linchamiento ocurre lo mismo porque hay
un montón de gente a la cual la roban y no sale a matar a
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ser como descomprimir el estar muleado todo el tiempo. La
diferencia es que la vida mula es un continuum mientras
que la vida loca es exceso que se consume en un instante.
En la página 73, capítulo “Vidas robadas”, podemos ver
la moral de la que hablábamos antes. La nostalgia es siem-
pre moral, siempre dice “en otro tiempo las cosas no eran
así”. Acá dice:
“Quizás en otra época (la del auge de la sociedad salarial) el
robo no implicaba la desestabilización anímica de la víctima
y un malestar social tan intenso como ocurre hoy en día.
Probablemente porque un robo era solo eso, la sustracción
de un objeto y no la puesta en evidencia de toda una vida
-personal social urbana- estructurada alrededor del muleo.
Hoy un robo (por más pequeño y rastrero que sea) te inocula
una pregunta y puede desestabilizarte el mundo, desmoro-
narte una rutina y una forma de vida, hacerte replantear
las horas de existencia invertidas en eso que te sacaron.
No se trata entonces de la sustracción de un objeto sino de
la amputación de una identidad posible, de una dignidad
adquirida en cuotas…Entonces la vida mula se resiente y
descarga su incertidumbre sobre un cuerpo tirado en el piso
(y aquí la cosa parece atravesar clases sociales: la escena
se repite ante el robo de un auto de alta gama, de una moto,
de un celular o de los ladrillos para refaccionar una casa…)”
Es decir que está teniendo una mirada contemplativa, por
decirlo de algún modo, frente al linchamiento, está tratan-
do de explicar por qué la gente lincha, y acá hay varios pro-
blemas. El primero es que los linchamientos comenzaron
mucho antes que los robos y no tienen que ver necesaria-
mente con los robos, es decir, la gente lincha históricamen-
te en el mundo no necesariamente porque otra gente robe.
Y el robo no es que dejó de ser tolerado por la vida mula
sino que permite o funciona de excusa para vehiculizar el
deseo de linchamiento que todas llevamos dentro y que
después la gente no lleva adelante, o que quiere que medie
el Estado: cada vez que alguien dice “que se pudra en la
cárcel” lo que quiere es linchar y no puede hacerlo. Lo que
este libro no entiende, porque probablemente no lo haya
leído porque no le interesa, es la gloria del robo que quien
lo entendía era un ladrón: Genet. La gloria del robo, ¿Por
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estamos desgarrando las vestiduras porque desapareció
Santiago Maldonado pero la realidad es que la cantidad de
negros mapuches que desapareció es inmensa y ni sabe-
mos los nombres. Pero Santiago es militante y está bueno,
cosa que dijo Andrea Prodan, lo puso en su Facebook: “qué
lindo que es, que parecido a Jesucristo”. Lo que pasa es
que es Andrea Prodan, es inimputable. Ahora, el desafío es
cómo pensar estas cosas sin convertirse en Erica García,
ese es el desafío, yo no sé bien cómo se hace pero me doy
cuenta que es así. Cuando Erica García dice “están bus-
cando un muerto” no lo dice solo porque es facha, que lo
es, sino que además es inteligente. Le pegó una piña a Joa-
quín Levinton, merece todo nuestro respeto. Donde otras
piden denuncias, ella se le puso adelante y le pegó: abrazo,
medalla y beso. Hay que entender qué está diciendo, Ezra
Pound también era nazi y yo no lo voy a dejar de leer en-
tonces qué quiso decir Erica García: que es lo mismo que
Mariano Ferreyra porque la gente que estaba haciendo esa
toma es la misma gente que lo mandó a Mariano, un pibe
de veinte años a hablar con un sindicato enfierrado, el más
pesado de este país que es el de Transporte, mandaron a
un pibe rubiecito de sociales al muere, por eso dijo lo que
dijo. Por eso esas mujeres que estaban ahí aguantando la
toma no tenían, no te digo capucha, sino ni un pañuelito
contra la lacrimógena. Y eso te lo tiene que decir el delega-
do, es el delegado el que te dice qué tenés que hacer para
no morirte intoxicada o que te agarre un broncoespasmo si
tenés asma, si te tiran una lacrimógena. Erica García es fa-
cha, sin ninguna duda, ahora el desafío nuestro es no que-
dar siempre en medio de la disputa, no ser siempre carne
de cañón pensando que no nos damos cuenta de todo esto
que está pasando. De esto adolece este libro, todo el libro.
Ahora vayamos a las cosas que sí están bien de este libro.
Lo que el libro está buscando es entender por qué la gente
se pone la gorra, lo primero que dicen es que la gorra la
puede tener puesta cualquiera, la podemos tener puesta
nosotras, ya ven que Erica se la puso, el feminismo se la
pone todo el rato, la gorra es la cosa más fácil del mundo
de ser usada, hay miles de gorras. La verdad es que si vos
vas a Wilheim Reich tratando de explicarse por qué el na-
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zismo gana las elecciones te das cuenta que efectivamente
cualquiera puede tener puesta la gorra, y que es más fácil
ponerse la gorra que no ponérsela. Pero parecería que este
ponerse la gorra está estructurado, implica que aquellas
personas que pueden acceder al consumo…en una parte
lo dice “yo quiere romperme el culo tranquilo sin que me
rompan las bolas” porque a partir de esa precariedad de
la que habla el libro, lo único que se pude hacer es consu-
mir entonces esa precariedad está sustentada en un con-
sumo que puede ser efímero, que rápidamente se puede
desarmar por medio de varias estrategias que tienen los
pibes silvestres; entonces ponerse la gorra está al alcance
de todos en estos tiempos de precariedad. Lo que pasa es
que estos señores utilizan esa fragilidad y esa teoría del
consumo como para exculpar un poco la siguiente situa-
ción: como pasamos de la gorra al linchamiento. En Argen-
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tina en los últimos años ha habido mucho linchamiento,
en general es algo de lo que no se habla pero ha habido
mucho y no necesariamente ha pasado en los barrios sino
en otras zonas. Lo que ellos desarrollan es este concepto de
la precariedad como si en realidad fuese algo exclusivo de
los barrios, aunque aclaran que se distribuye de manera
desigual de acuerdo a la pertenencia socioeconómica, de
género (esto ellos no lo dicen pero lo podemos decir noso-
tras)… en fin, una precariedad que es parte de vivir en el
capitalismo y que ellos utilizan para introducir su concep-
to de la vida mula vs. la vida loca y cómo la precariedad
viene a justificar la elección de alguna de esas dos formas
de vida; es decir que la precariedad te lleva al trabajo y al
consumo, a la actualización de ese consumo, o la vida loca
que de ninguna manera contradice la vida mula sino que
es una especie de complemento donde la precariedad se
subsana con la vida mula y con la vida loca que viene a
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