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COLECCIÓN SOCIEDAD Y CULTURA

LOS ROSTROS DEL HONOR


Normas culturales y estrategias
de promoción social en Chile colonial,
siglo XVIII
Verónica Undurraga Schüler

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V

Nacional

CENTRO

am DE INVESTIGACIONES
DIEGO BARROS ARANA
NACIONAL DE

I» Chilena *

Verónica
?ón
. .
..
Undurraga Schüler,
doctora Historia por la on
en

ti icia Universidad Católica de


sS
Chile, editora asociada de revista
Historia, pro esora ad unta y
miem ro del La oratorio de His
toria Colonial. Es acad mica del
departamento de Humanidades
de la Universidad Andr s Bello.
Especialista en Historia Sociocul-
tural de Hispanoam rica colo
nial.
Entre sus numerosas
pu
licaciones destacan Vengan
as de sangre y discursos de ho
nor en
Santiago de Chile, siglo
xviii CLAHR, , Cuando
las a rentas se lava an con san

gre Honor, masculinidad y due


los de espadas en el siglo xvm
chileno Historia, y Va
lentones , Alcaldes de arrio y
paradigmas de civilidad. Con
lictos y acomodaciones en San
tiago de Chile, siglo xvm RHS ,
.
or este tra a o reci ió
el remio iguel Cruchaga
Tocornal a o otorgado
por la Academia Chilena de la
Historia.
AO SUS N ?*- •?
los rostros del honor

Normas culturales y estrategias de promoción social

EX CHILE colonial,
siglo xvm

Colección
Sociedad y Cultura
Dirección de Bi liotecas, Archivos y useos. .

Inscripción N .

ISBN - - - -
ISBN - - - colección

Derechos exclusivos rese ados para todos los pa ses

Directora de Bi liotecas, Archivos y useos y

Representante Legal
Sra. agdalena re s aulen

Director del Centro de Investigación Diego Barros Arana y


Director Responsa le
Sr. Ra ael Sagredo Bae i

Editor
Sr. arcelo Ro as V s ue

Composición de textos
Sra. Yenny Isla Rodr gue

Dise o de ortada
Sr. Claudia Tapia Roi

otogra a de ortada
Castigo de las alcahuetas y cornudos. Detalle.
Civitates or is terrarum, siglo XVI

Ediciones de la Dirección de Bi liotecas, Archivos y useos


Av. Li ertador Bernardo O Higgins N
Tel ono
Santiago. Chile.

Impreso en Chile printed in chile


LOS ROSTROS DEL HONOR
Normas culturales y estrategias
de promoción social
en Chile colonial,

siglo xvm
Verónica Undurraga Schüler

CENTRO

g ^m-v -v di am ^ssr* DE L ESTIGACIONES


DIEGO BARROS . RA A
NDICE

Siglas y a reviaturas
Agradecimientos

rólogo

Introducción

rimera parte

Los registros, los espacios, los protagonistas

Historiogra a,
documentos y espacios de honor

Historiogra a y honor
Reta os de honor en la documentación udicial chilena
De los espacios a las pr cticas de honor Santiago en el siglo x iu

LOS ROTAGONISTAS

DE LOS LANCES DE HONOR EN LA CIUDAD

Los usos de la usticia


Identidades ante la usticia in urias y calumnias
anipulaciones del capital heredado
unciones, o icios y dignidades
Identidades ante la usticia heridas, lesiones y homicidios
Calidades y pr cticas de iolencia
O icios declarados y reparaciones del honor

Identidades ante la usticia disensos matrimonia s

De los actores los grupos comportamiento social


a

ante las representaciones de honor


Segunda parte

El honor de las herencias a las opiniones

El honor de los or genes

El devenir del honor de los or genes ^

Discursos verdaderos del honor y el orden divino ^

Sangre pura, sangre impura el valor operativo de la limpie a de sangre


Compulsiones del lina e y dimensión colectiva del honor de los or genes
Solidaridades y vengan as colectivas del honor amiliar
Los la os entre la casa-ha itación y la casa-lina e

Usos del honor de los or genes por las castas

Los accidentes del color

Soportes polivalentes de las identidades socio-raciales

Los dis races de las castas

Usos del honor de los or genes


por los espa oles po res y de RANGO EDIO
gg

Nuevas ronteras sociales entre espa oles dones y ca alleros

Disputas por los tratamientos honor icos


Visiones de las erar u as el surgimiento de la tercera clase del Estado

La VIRTUD E ENINA Y LAS HERENCIAS

HUACHOS Y BIEN NACIDOS


gg

Historias de carencias capital heredado y redes amiliares

El honor CO O reputación
^

Variantes de la estimación social

Honrade y hom r a de ien en el mundo de los negocios


La ama y la p lica opinión
Tercera parte

El honor entre civilidad y violencia

El honor o icial

la versión depurada de la cd ilidad

Alternancias de representaciones hacia un nuevo paradigma de honor


La construcción de un modelo
lógicas de contención y sumisión
Conteniendo la violencia los es uer os por deslegitimar
la vengan a privada del honor
Resigni icando la dominación y la sumisión a la autoridad
El honor del mulato y del yerno del Conde

Recompensas al control de la conducta emenina


el caso de la negra rancisca
Honor o icial y control de la conducta masculina

El honor agonal

las din micas de desa o-respuesta


y sus intercam ios sim ólicos de masculinidad

asculinidades e intercam ios sim ólicos de honor


Honores inviola les, honores vulnera les las violencias
y sus
recon iguraciones de las erar u as sociales
La violencia como castigo
La violencia como insu ordinación
roemios ver ales de la violencia pala ras o ensivas, pala ras
provocativas
Valent as y co ard as, ortale as sicas y de ilidades

Imaginarios de la sexualidad en los incentivos ver ales de violencia


Virilidades intercam ia les los undamentos
de la castración sim ólica
Signi icaciones de la pro anación de la virilidad
en los
episodios de violencia
icaros y ladrones am ivalencias de la honestidad en los
incentivos ver ales de violencia

Amigos y rivales competencias en torno a la valent a, la potencia


sexual y la astucia

Imputaciones solapadas en los incentivos ver ales de violencia


El honor agonal

desa os sicos y ritos de la. violencia

El sistema sim ólico-corporal del honor agonal las heridas sicas


como deshonras

Bo etadas, marcas en el rostro


y som reros en prenda los valores
sim ólicos de la ca e a y la e usión de sangre
Ritos de la violencia
Escenarios y normas de los intercam ios de honor
por la uer a
ronteras de la violencia leg tima la comunidad
y los cuchilleros
La gala de los triun adores, la mo a de los perdedores
y la reactivación de la din mica desa o-respuesta
ases de la violencia por honor

Conclusiones

Anexos

Ta la N Lugares donde sucedieron los episodios de in urias,


calumnias, heridas, lesiones y homicidios. Santiago -

Ta la N Identidades declaradas de los protagonistas de los uicios


por in urias y calumnias, Santiago, -

Ta la N Identidades declaradas de los protagonistas de los uicios


por heridas, lesiones y homicidios, Santiago, -

Ta la N Identidades declaradas de los novios implicados en


uicios
de disenso matrimonial, Santiago -

Ta la N In urias ver ales declaradas en


uicios por in urias
y calumnias, Santiago -

Ta la N In urias ver ales declaradas en


uicios por lesiones,
heridas y homicidios, Santiago -

Registro N Uso de armas lancas en uicios por heridas, lesiones


y homicidios, Santiago, -

uentes y Bi liogra a ni
SIGLAS Y ABREVIATURAS

aA. autores varios


al. alii otros
ANHRA Archivo Nacional Histórico de Chile.
ondo Real Audiencia
ANHCG Archivo Nacional Histórico de Chile.
ondo Capitan a General
ANHES Archivo Nacional Histórico de Chile.
ondo Escri anos de Santiago
ANHNS Archivo Nacional Histórico de Chile.
ondo Notarios de Santiago
ANH V Archivo Nacional Histórico de Chile.
ondo Varios
AAS Archivo del Ar o ispado de Santiago.
c. con a veces circa
ce. casado con

CHCh Colección de Historiadores de Chile y


de Documentos Relativos a la Historia
Nacional
C r. con róntese
CSIC Conse o Superior de Investigaciones
Cient icas
comp. compilador a veces compiladora
comps. compiladores
D. . Distrito ederal
Diccionario de la lengua castellana, Diccionario de Autoridades
en
ue se explica el verdadero sentido de
las voces, sunaturale a y calidad, con las
phrases o modos de ha lar, los prover ios
o
re ranes, y otras cosas convenientes al
uso de la lengua
dir. director
dirs. directores
Dr. doctor
ed. editor
eds. editores
ESC conomies, Soci t s, CiviUsations
- oa
s. o as
LACSO acultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales
ONDECYT ondo Nacional de Desarrollo Cien
t ico y Tecnológico
Gn G nesis
I id. L idem all , en ese mismo lugar
IEHS Instituto de Estudios Histórico-So-
ciales
IE Instituto de Estudios eruanos
I EA Instituto ranc s de Estudios Andinos
li . li ro
op. cit. o ra citada
p- p gina
pp. p ginas
p a. pie a
s n. sin n mero de p gina
t t. t tulo
V vuelta
vol. volumen
vols. vol menes
AGRADECI IENTOS

Esta investigación es el resultado de siete a os de tra a o en los cuales el es


uer o personal ue apoyado por numerosas personas e instituciones de las
ue estoy agradecida. En sus inicios, las proyecciones de una tesis de grado
del programa de doctorado en Historia de la onti icia Universidad Católica
de Chile reci ieron el est mulo del pro esor Sergio Villalo os R. Sus valiosas
sugerencias ueron relevantes en el conocimiento de la documentación y en
laprimera etapa de la investigación. La dedicación y el apoyo reci idos de
parte del doctor aime Valen uela ., en su papel de director de tesis, ueron
undamentales en la determinación de los pro lemas ue guiar an el tra a o.
Sus agudas re lexiones y orientaciones ueron vitales a lo largo de todas las
ases de una
investigación cuyos resultados no cesa an de sorprendernos. Le
agrade co, adem s, el ha erme incorporado al La oratorio de Historia Colo
nial, en el
ue parte de este tra a o ue inteligentemente discutido.
En el m ito institucional, la Comisión Nacional de Investigación Cient ica
y Tecnológica, a trav s de la eca para estudios de doctorado, me permitió
dedicar varios a os a la investigación. La vicerrector a ad unta de Investigación
y Doctorado de la onti icia Universidad Católica de Chile hi o posi le la con
clusión de la tesis doctoral, la ue luego ue revisada, ampliada y actuali ada
gracias al inanciamiento de un
proyecto de investigación del ondo Nacional
de Desarrollo Cient ico y Tecnológico.
La mayor parte de esta investigación compulsó diversos ondos del Archivo
Nacional Histórico, lugar donde pas largas y ascinantes horas sumergida
entre laso as de los registros udiciales. A uienes han sido y son responsa les
de su cuidado, les agrade co su cola oración. La Dirección de Bi liotecas,
Archivos y useos no sólo ha el material ue ha sustentado esta
preservado
investigación sino ue, a su
ve , ha concretado la pu licación de la misma.

Agrade co a su Centro de Investigaciones Diego Barros Arana y a su director,


el historiador Ra ael Sagredo B., por ha er hecho posi le esta pu licación.
El historiador a lo Rodr gue im ne ha conocido este tra a o desde
sus inicios y siempre ha estado atento a apoyarlo con sus agudas re lexiones
y re erencias. uchas de las reorientaciones del mismo se de en a sus suge
rencias. La conversación de especialista del doctor Rene Salinas . permitió
en una serie de pro lemas y las orientaciones de nuevas lecturas
pro undi ar
por Claudio Rolle C. unto a los di logos con acarena Cordero . inclinaron
a desarrollar otros tantos. Ra ael Gaune C, auricio Onetto . y üliam San
art n A. cola oraron en diversas etapas de la investigación. La generosidad
de Agust n In ante permitió ela orar el mapa ue acompa a este tra a o.
.
A mi amiga y cola oradora Laura
ahren rog C, a uien conoc entre los
lega os del Archivo Nacional, agrade co su compromiso y rigurosidad en las
tareas de
investigación y de edición.
A ulio y a mis
hi os, ulio y Natalia, les agrade co su paciencia al verse
o ligados a convivir no sólo conmigo sino, tam i n, con los cientos de mu eres
y hom res del siglo xvm ue me han acompa ado durante todos estos a os.
Ahora es el turno de ue estos protagonistas del honor tomen la pala ra.
ROLOGO

Los rostros del honortmta. un tema central de nuestra ormación cultural. Durante

siglos la gente vivió tratando de de ender o de mantener su honor. Aun ue


la pala ra honor a n existe, y se la nom ra, ha perdido uena parte de su
intenso signi icado. Incluso, puede ocurrir ue uien la nom re sea visto como

alguien anticuado. Sin em argo, en la sociedad colonial, o hasta hace unas


cuantas d cadas, la pala ra honor signi ica a todo un universo de re eren
cias decisivas la valoración de las personas. or lo tanto, no se trata de un
en

tema menor, marginal, el


ue encara este li ro. En el campo de las Ciencias
Sociales el tema del honor reci ió un importante tratamiento, especialmente
por la Sociolog a y la Antropolog a. Autores como uli n itt-Rivers, ierre
Bourdieu y ulio Caro Baro a descu rieron con in uietud el arraigo ue va
lores como el honor y la honra ten an en las sociedades del editerr neo.
Asimismo, la investigación histórica descu rió ue stos eran valores m s
universales, adem s de ue pod an estar relacionados con coyunturas históricas
determinadas. os Antonio aravall, por e emplo, llegó a demostrar ue la
cultura hisp nica de los siglos XVI y xvil ha a adoptado el honor como uno
de sus valores constitutivos. ero honor y honra no ueron valores europeos
exclusivamente, con la con uista y la coloni ación se extendieron a Am rica
y a
comple o proceso histórico y cultural en curso. Desde el siglo XVI
todo el
el honor y los valores asociados a l, ueron principios organi adores, erar ui-
adores de las sociedades americanas. Y, de manera determinante, de inieron
la imagen ue la comunidad ten a de un individuo, como tam i n la imagen
ue cada uno ten a de s mismo. or estas ra ones, desde hace cerca de una
d cada distintos historiadores latinoamericanos emprendieron investigaciones
su historia. Los rostros del honor, la o ra
ue pretend an reconstruir ue los lec
en sus manos, constituye uno de los intentos m s
tores tienen logrados hasta
el momento por explicar la dimensión y signi icación ue ten a la noción de
honor en la ormación cultural de una nación.
El escenario principal de este estudio es el Santiago del siglo xvin. En
ue el lugar donde se recrearon las socia ilidades ue
gran medida la ciudad
se asa an en el honor. Era el lugar donde la gente viv a m s pendiente de su
imagen. En los centros ur anos de toda Hispanoam rica ocurr an cotidiana
mente expresiones de valoración e intercam io del honor. En cada encuentro
ormal espont neo las personas expon an su capital m s valioso, el honor.
o

Adem s, las ciudades, amalgama de grupos sociales, destino y re ugio de tantos


individuos, lugar de encuentros y con rontaciones, ueron los m itos en los
ue las relaciones sociales demostra an su consistencia.
En ese sentido, este
de
li ro remarca en orma coherente y consciente el comple o signi icado
las ciudades. No sólo desde el punto de vista conceptual sino ue considera
atentamente la existencia de una geogra a del honor. Es decir, una especie de
lugares ur anos de inidos en los ue el honor era
e ercido o puesto en cuestión
con
mayor asiduidad.
demuestra con
Esto tiene relación con un
ue la o ra sostiene y
aspecto
venientemente el honor era un valor p lico. El reconocimiento y valoración
de una persona era algo ue se constata a en los lugares p licos. El honor era
una vivencia
privada, ue ad uir a valide y legitimación de los dem s. Era
como la dimensión social de los individuos. De tal orma, ue todo con licto
de an
o agresión a los valores
ue representa an el honor de una persona
suceder en espacios p licos. or ello ueron las pla as, ciertas calles centra
les, los odegones y los solares de uegos los lugares de la con rontación del
honor. El li ro respecto a estos conceptos, como a muchos otros aspectos de
su an lisis, demuestra una
comprensión y claridad so resalientes.
La elección del siglo xvm como per odo de investigación es un verda

siglo xvm constituyó una coyuntura particular de la historia


dero acierto. El
hispanoamericana por el crecimiento de su po lación, especialmente de los
grupos criollos, los mesti os y las castas, por el aumento de las actividades
mercantiles y por una cierta lexi ili ación en las relaciones sociales. En re
lación con la pro lem tica del honor, como ien lo ormula este estudio,
ocurrió una
especie de in lación del honor. Los grupos ue tradicionalmente
lo pose an intentaron ro ustecerlo y pu licitario ante los dem s. ero tam i n,
como es estudiado en orma pormenori ada, los grupos ue se encontra an
al margen construyeron distintos mecanismos para alegar posesión de honor
y honra. Ha r a ue decir, desde ahora, ue una de las hipótesis atractivas
ue ormula este li ro es ue la inmigración de peninsulares po res y de otros
europeos, como las posi ilidades de enri uecimiento a trav s del comercio
y el esta lecimiento de distintos cuerpos de milicias en Chile, aumentaron
e hicieron m s
comple os los con lictos por el honor. E ectivamente, ueron
muchos los hom res pertenecientes a los cuerpos de milicias los ue resultaron
implicados enlos lances de honor. Un grupo ue, ya para entonces, pose a
identidad y go a a de prestigio.
Esta investigación est amplios y masivos con untos documen
asada en

tales del Archivo Nacional Histórico de Chile. Sus uentes no podr an ser me
ores documentos udiciales por in urias y calumnias, documentos udiciales
por ri as, lesiones sicas y homicidios. A ellos la autora sumó expedientes por
disensos matrimoniales, testamentos e inventarios patrimoniales. Los prime
ros con orman la materia sica del estudio, son ellos los ue han permitido
la indagación de los aspectos m s diversos de los con lictos por honor. Los
segundos con orman un material complementario para enri uecer los per iles
de los persona es comprometidos en los pleitos. Tal volumen documental ue
el punto de partida para o recernos un panorama de con unto admira le so re
estos uicios, so re las calidades y los o icios de los implicados, so re las pala
in uriosas, los gestos agraviantes, las lesiones y las armas de las o ensas.
ras
ero la autora de esta o ra ense a cautela con la materia ue trata sa e,
y nos lo advierte con criterio,
ue stos no son documentos ingenuos, posi
tivos. Nos muestra cómo cada revela tensión social.
expediente udicial una

normativos y las
ue en
expresan las contradicciones de los valores
ellos se

acciones de los individuos, de las creencias y las pr cticas. Tam i n de sus


intereses económicos y sociales. or eso la autora nos propone una lectura de
estos documentos con distintas atentos a las declaraciones, a los
estrategias,
indicios, lo apenas sugerido.
a

A lo largo de la o ra encontramos la utili ación de tres categor as anal ticas


identidades, representaciones y pr cticas culturales. Ciertamente se trata de tres
nociones ue dan luces so re el signi icado social del honor para los distintos

grupos sociales. Identidad, representación y pr ctica cultural son


nociones

din micas, históricas. aluden a la


capacidad de los
Y especialmente grupos
sociales de construir lengua es ue les sirven para distinguirse y reconocerse.
Con claridad este estudio expone las ormas en ue determinados grupos so
ciales santiaguinos constru an y conserva an su identidad a trav s de la noción
de honor pero tam i n, ue por medio de ciertos actos, de ciertas pala ras,
representa an una determinada noción de honor. inalmente, pr ctica cultural,
es la cadena de acciones conscientes o inconscientes, en todo caso, insertas en
una tradición o en un determinado código ue permit a reivindicar el honor.
Estas tres categor as anal ticas sonsustanciales en la comprensión de lo ue
es principal de su
el n cleo an lisis el honor y la honra en los grupos sociales
medios y populares de Santiago.
E ectivamente, una novedad de esta investigación es ue nos propone un

despla amiento de la mirada del honor, de los grupos de lite a los sectores
medios y populares. No es ue escape a su inter s el estudio del llamado ho
nor de origen, a u l undamentado en la limpie a de sangre y
en un cierto

ancestro no iliario. A l le dedica especial atención, pues la autora precisa


acertadamente ue se es un tipo de honor de muy larga duración. Hi o pre
sencia en el siglo xvi con la ormación de los primeros lina es y se extiende en
el entre c rculos restringidos. Un logro importante de este estudio es el
tiempo
de descu rir el surgimiento de otras valoraciones del honor, reclamadas por
a los de las lites. As , nos plantea ue en el siglo xvm
grupos sociales distintos
coexistieron paralelamente distintas interpretaciones y valoraciones del honor.
Una la del honor de origen, la del honor de comportamiento, promovida por
la Ilustración, el honor del respeto al uen nom re, cercano a los comerciantes
medianos y pe ue os, y el de la hom r a, de los sectores populares.
Tradicionalmente se considera a ue nociones como el honor y la honra
eran exclusivas de la gente
de lina e. Se trata a, como sa emos, de un honor
ero la autora demuestra, orma muy
sustentado en la limpie a de sangre. en
era natural
ra onada, ue valores tan y de tanta circulación,
signi icativos,
ue concitaran inter s en su los dem s grupos sociales. En el
o tención en

La
siglo xvm se hi o cada ve m s di cil demostrar en Chile la pure a racial.
revisión a las genealog as de la poca le permitió a la autora descu rir su cre

ciente contaminación . La tesis comparte la idea de ue la cultura popular no


sociales.
es
pasiva y ue ella adopta, interpreta, reinventa y reela ora valores
Eso ue lo ue ocurrió con el honor. Grupos sociales ue se encontra an al
margen del sistema de honor de origen construyeron
sus
propias represen
taciones. e ue os
comerciantes, artesanos, militares de a o
odegoneros,
un nuevo contenido.
rango, peones y sirvientes or aron nociones de honor de
ste es uno de los mayores atractivos de este li ro. Corrientemente nuestros
estudios so re el honor en el contexto hispanoamericano se concentra an en

la limpie a de la sangre y en la agresión a la castidad de las mu eres de la casa.

Verónica Undurraga ha descu ierto un universo mucho m s comple o, sorpre


sivo y dram tico. La cultura del honor a arca a la sociedad entera, aun ue
a

Llama mucho la
con distintas expresiones, signi icaciones y con rontaciones.
atención ue uienes acud an a los ueces reparadores como de las a rentas
al honor ueran los grupos m s cercanos al esta lecimiento. Adem s de las
lites, los notarios y los uncionarios. Eran ellos los ue, tras una con rontación
de pala ras, antes ue proceder la
agresión
a
pre er an a los ueces.
sica ir
En el curso de la lectura de esta o ra el lector ir descu riendo la sutile a
ue la autora ha com inado la generali ación y la conceptuali ación
con con

la presentación de hechos sorprendentes ue entresaca de su masa documental.


La permanente incorporación al relato de datos presentes en los ricos procesos

ue estudió nutre de una uer a especial su


investigación. En cada
cap tulo,
casi sin darnos cuenta, se van sumando lugares, persona es, expresiones y
gestos ue identi ican el Santiago del siglo xvm. Adem s, el texto exhi e una

sensi ilidad particular para reparar apariencia intrascendente,


en hechos de

pero ue en la cultura de la
poca ten an un
signi icado sustancial.
Otra hipótesis trascendental de esta o ra es la de ue el honor era un prin
cipio ordenador de la sociedad santiaguina. La ragmentación social, tnica
y cultural encontra a en el honor un elemento cohesionador y esta ili ador.
El principio de igualdad o de paridad social implica a ue sólo se entend an
con rontaciones al honor de un igual. Con e emplos acertados e in uietantes
este li ro nos introduce en su
comprensión. Aceptar un reto de un in erior o

de un hom re m s d il devalua a el honor de un individuo de lite.


inalmente, este li ro a orda el estudio de la violencia
sica, ue la autora
de ine como
representación agonal A u es un drama,
del honor . el honor
normalmente sangriento. ucha de la violencia de la poca parece corres

ponder a vindictas de honor. Consciente de la necesidad de u icar al lector,


la autora nos presenta en orma coherente y rigurosa un marco explicativo de
ese enómeno tan intrigante. ara ello reali ó un es uer o de apropiación de
elementos de la Historia del Derecho, la Sociolog a, la Antropolog a Social y
sim ólica, incluso, del Sicoan lisis. Su argumento es el de ue exist an unas
convenciones el en rentamiento
en
agonal del honor. En ocasiones ueron
duelos ormales. ero casi siempre se trató de una de reconocimientos,
ruptura
de lealtades, por los entrega a la vida. Verónica Undurraga sostiene
ue se

ue hu o unos
lugares espec icos, unos am ientes, unas pala ras, unos gestos,
unos silencios, unos
despla amientos y unas armas de inidas, en los lances por
el honor. ero a n m s, nos o rece
explicaciones plausi les del signi icado
sim ólico de la sangre y las cicatrices en el rostro ocurridas en estos actos.

Cada acción ten a sentido los contendores


para y los espectadores. or ue a u
tam i n los espectadores
cumpl an una unción eran los ue legitima an los
triun os y las p rdidas de honor.
Cuatro rutilantes ep gra es dan inicio a esta o ra. Los cuatro,
expresiones
entresacadas de los documentos anali ados. En uno de ellos se dice

ero llegando la honra,


tocar
para uien sa e apreciarla, no
en a en

hay comparación con todos los ha eres del mundo, ni se recompensa


su
p rdida, aun ue se o ertara la m s prolongada vida llena de delicias,
por ue no lo ser a sin
honra, y se tendr a por muerte continuada la serie
m s dilatada de a os .

Estas pala ras, dichas en el Santiago de , a casi dos siglos de distancia


de Lope de Vega, no hacen m s
ue revelarnos la dimensión histórica de la
cultura del honor. Lo ue ha hecho Verónica
Undurraga en este estudio es
descu rirnos con rigor su arraigo en los distintos sectores sociales, la
plurali
dad de sus contenidos y, especialmente, la manera cómo ue vivida entre los
sectores populares.
Verónica Undurraga ha escrito una o ra rigurosa y en extremo atractiva.
Su indagación so re la violencia ue genera a el honor no est motivada
por la simple curiosidad, sino por el encuentro de explicaciones plausi les a
uno de los hechos m s persistentes de nuestra historia. El resultado, como lo
valorar el lector, es altamente positivo.

a lo Rodr gue im ne
ro esor
Universidad Nacional de Colom ia
INTRODUCCIÓN

Soy un po re artesano, pero tengo honor .

Diego Esco ar, sastre, .

Y siendo el honor como el espe o ue se


empa a sólo con el aliento,

uedar a el m o destruido, y totalmente di amado .


usto del guila, escri ano p lico de Ca ildo, .

ero en llegando a tocar en la honra, para uien sa e apreciarla,


no
hay comparación con todos los ha eres del mundo,
ni se
recompensa su
p rdida, aun ue se o ertara la m s prolongada vida
llena de delicias, por ue no lo ser a sin honra,
y se tendr a por muerte continuada la serie m s dilatada de a os .
anuel oseph de orales a nom re de don oseph Antonio de Arma a, .

El honor de la casada, el recato de la viuda


y la honestidad de la doncella .
Antonio Herrera, re iriendo la conducta ue de a seguir una
mu er espa ola, .

A uellas pala ras es o adas por un artesano a comien os del siglo xrx - soy
un
po re artesano, pero tengo honor - se unda an en los lances ue ha a
su rido esta noción a lo largo de la ltima centuria colonial. Nunca antes de
ese momento ha a sido posi le constatar una enunciación tan directa -con
tal seguridad y en primera persona- respecto de la posesión de honor por un
actor apartado de los c rculos de las lites. Es m s, por parte de un tra a ador
manual ue seg n la vertiente hispano-aristocr tica de honor practica a un
o icio vil . Sa emos ue la a olición de la tacha legal del honor por vile a
mec nica, a
partir de la real c dula de de mar o de , no inhi ió el
desprecio social por el e ercicio de dichos o icios . A pesar de esto, el sastre
aludió a su honor vulnerado las ver ales
Diego Esco ar por in urias y reales
-o sicas- ue ha a reci ido su
mu er una tarde de noviem re de .

ANHRA, vol. , pie a , . v, . ara la me or comprensión de las citas docu


mentales se ha actuali ado suortogra a.
ANHRA, vol. , pie a , . v, .

ANHCG, vol. , . v, .

ANHRA, vol. , pie a , . , .

illiam . Gallahan, La estimación del


manual en la Espa a del siglo xvm .
tra a o
So re la pervivencia del desprecio social respecto del e ercicio de estas actividades, v ase
Gon alo Vial, Los pre uicios sociales en Chile, al terminar el siglo xvin. Notas para su estudio .
Las ideas propugnadas por los pensadores ilustrados para ampliar la honra legal al pue lo espa ol,
en avier Guillamón lvare , Honor y honra en la Espa a del siglo xvin.
El ata ue al honor de Diego Esco ar deriva a de las o ensas reci idas
se halla a
por su esposa. La representación de honor a la ue alud a el artesano
im ricada en los undamentos de una cultura patriarcal situa a al hom re
ue
como ca e a del
grupo amiliar . Como tal, era responsa le
de proteger y de
controlar a los miem ros de su amilia, implicando en ello su propio honor. El
honor-virilidad del esposo descansa a en gran medida en el comportamiento
sexual de los componentes emeninos de su grupo amiliar. Ello provoca a ue
la sexualidad emenina uese un elemento en disputa su eto a ser traspasado
sim ólicamente de hom re a hom re, incrementando o mermando las cuotas
de honor-virilidad alas ue stos aspira an.
El sastre Diego ue intentaron reivin
Esco ar ue uno de los tantos actores
dicarsu honor vulnerado utili ando los mecanismos
ue les o rec a el r gimen
udicial colonial. uchos otros optaron por restaurar su honra a trav s de
crimi
vengan as privadas, ue luego eran cooptadas -y, en consecuencia,
nali adas- en la es era udicial. Unos y otros narraron las historias de sus

honores heridos y de sus reputaciones vulneradas por las o ensas -ver ales,
sicas o por escrito- ue ha an reci ido.
Este estudio ha recogido sus historias, atendido sus ue as por el honor
herido, y anali ado las gestos y pala ras
reconstrucciones discursivas de los

ue repararlo. Nuestro inter s por los discursos del honor ha sido


uscaron
estimulado por su ri ue a a la hora de evocar modelos de conducta, t cticas
de acción y de manipulación de las normas socioculturales en Chile colonial.
Estos nos
plantea an el desa o de a ordar tem ticas ue no ha an reci ido
su iciente atención de la historiogra a nacional.
Esto ralo
ue ocurr a, por e emplo, con las pala ras del escri ano citadas
al comien o de la introducción. Al re erir la ragilidad del honor, asimil ndolo
a un
espe o empa a a con el aliento, ellas revela an la inesta ilidad de
ue se

un
concepto ue progresivamente esta a siendo e uiparado a la reputación o
uena opinión de los miem ros de una comunidad . or ello, cuando en el
a o el escri ano usto del guila reci ió acusaciones contra la rectitud
de su proceder, empleó a uella imagen del espe o velado para evidenciar su
delicada posición. A di erencia del sastre Diego Esco ar, el escri ano asimi
la a el honor a la honrade y al cumplimiento de la pala ra empe ada. Est
dem s se alar ue el resentimiento de esa vertiente de honor, en la persona
del escri ano, le ocasiona a consecuencias deplora les. l mismo alud a a
ellas al protestar mi honor y mi cr dito es el nico caudal ue tengo para

Nos acercamos a la visión de


pactos patriarcales propuesta por Steve Stern, dado ue ella
permite entender las relaciones de g nero como interacciones din micas hegemónicas. Asimismo,
sta permite esta lecer di erencias regionales en los usos del patriarcado. Steve Stern, The secret

history o gender. omen, men, andpo er in late Colonial xico.


Verónica Undurraga, El honor no es m s ue la uena opinión aproximación al honor a
partir
de la categor a de lo p lico en el Chile de a .
mantener una crecida amilia . El menosca o de esta representación de honor
a ecta a la vida material de los actores coloniales,
pues una reputación da ada
comporta a tanto marginación social como
per uicios económicos .
Ahora ien, la castidad emenina
y la honrade masculina no agota an
las acetas ue exhi a el honor en los discursos
udiciales del siglo xvrn. La
sinonimia entre honor, contención de la violencia y civilidad se mani estó de
manera su lime en el proceso por in urias ue enta ló el conde de la Con
uista contra su
yerno, don oseph Antonio de Arma a, en el a o .
El a ogado de oseph A. de Arma a, para reivindicar la conducta de su

representado, uien ha protagoni ado violento y ochornoso inciden


a un

te, en ati a a ue el yerno del conde se mostra a siempre canoni ado de


prudente, paciente, y ama le . La civilidad, la cortes a y la compulsión de la
violencia moldea an para ese entonces los códigos de conducta de las lites
y esta an penetrando uertemente dentro de la capa media de la sociedad.
R pidamente ueron asimilados al concepto honor . Un honor cuya pose
sión asimila a al dis rute de todos los ha eres del mundo, como planteó
se

inspirado el mismo a ogado, emulando a los dramaturgos del Siglo de Oro .


Siien la asociación entre honor y civilidad se consolidó en el transcurso
del siglo xvm, su sociali ación distó de ser un proceso mec nico e incontes-
tado. Es posi le o servar, a lo largo de todo el per odo, ue las din micas de
desa o-respuesta se desplega an amplia y cotidianamente. stas supon an ue
el honor se halla a anclado en el cuerpo, cuyas heridas eran representadas
como
in urias o deshonras de hecho . La vinculación antropológica entre
honor e invulnera ilidad sica se expresó de m ltiples ormas en el mundo
colonial, di icultando la recepción de a uella representación ue asimila a el
honor a la contención de la violencia.
En consecuencia, los discursos ue circula an en el Santiago de Chile del

siglo xv n es o a an la existencia de registros poli ónicos de honor, cuyos usos


depend an, entre otros actores, de las identidades de los actores ue
sociales
apela an a ellos. As , los comerciantes -desde los sencillos administradores
de odegones hasta a u llos dedicados al comercio a gran escala- emplea an
estrat gicamente las representaciones de honor como civilidad ue avorec an
el desarrollo de la actividad mercantil. or su parte, en orma simult nea,
el honor personal haciendo gala de sus capa-
peones y ga anes alimenta an

ANHRA, vol. , pie a , . , .


Verónica Undurraga, Honores transversales, honores polis micos en la sociedad chilena
del siglo xvm .
Como o servaremos a lo largo del tra a o, los tratamientos don y do a esta an su etos
Con el in de evidenciar estas am ivalencias, se han
a y usos sociales contrapuestos.
disputas
comillas aludir a ellos a lo largo del texto.
empleado para
ANHCG, vol. , s. v- , .

op. cit., . v.
V ase el tercer ep gra e
artida - , t t. , leyes .
S ptima, c. y
or tanto, al tener en cuenta el actor del
origen, se constata a ue un
reducido grupo de la sociedad colonial esta a, en teor a, ha ilitado para go
ar de los
privilegios de la vertiente hispano-aristocr tica de honor. Ella sólo
podr a ser invocada por a u llos ue exhi iesen limpie a de sangre y ue
descendiesen de no le y leg timo sta e ecto, la vertiente de
lina e . era, en

honor ue se expresa a m s visi lemente en los registros udiciales por in urias


y calumnias a lo largo del siglo xvii .
Ahora ien, hemos o servado ue escri anos, comerciantes, peones y ar
tesanos -todos ellos actores del siglo xvm- invoca an concepciones de honor
alternativas a a uel honor de los or genes
ue prevalec a en el siglo xvii. A lo largo
de la ltima centuria colonial se mantuvieron los usos sociales de a uel honor
ligado a la sangre y al lina e, pero stos se vieron o ligados a convivir con otros
hori ontes de honor. Lo ue ocurrió entonces ue
ue durante el siglo xvm
el honor de ó de ser un código cultural monol tico
patrimonio exclusivo de
y
las lites. En ese contexto histórico el honor
desga ó en m ltiples capas, se
se

cercenó en diversos hori ontes, prestando sus


representaciones polis micas a
su etos de los m s variados lugares sociales . Y esto ue lo ue permitió a un
artesano de comien os del
siglo xix a irmar ue, no o stante su po re a y su
o icio, de a ser considerado hom re de honor.
Antes de anali ar cada una de las expresiones de honor ue circula an en
el per odo estudiado de emos detenernos un momento en los pro lemas epis
temológicos ue esta tem tica plantea. Las hipótesis, o etivos y orientaciones
metodológicas de la investigación nos llevaron a esta lecer un di logo con
disciplinas cada ve m s a ines a la Historia, como la Sociolog a y la Antropo
log a. Los aportes teóricos de estas ltimas permitieron dar cuenta de las posi
ilidades de negociación de los actores sociales ante normas culturales, tales
como los códigos de honor. Es por ello ue el tra a o ue ahora presentamos
puede insertarse dentro de una historia cultural en su giro antropológico ,
en la medida ue pretende vincular cultura y sociedad, comprendiendo la
primera como
concepto semiótico .?
El concepto representación, empleado para hacer re erencia a los diversos
hori ontes de honor, expresa de uena orma las maneras en las ue estas
variantes de honor opera an. Una representación de honor re iere los sistemas
de percepción y uicio ue los actores singulares o colectivos usa an para sig-

ean aul iga, Espagnols d outre-mer migration, m tissage et reproduction sonóle a Santiago
du Chili au si cle , pp. - y - .

ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol. ,


pie a , ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol. , pie a , ANHRA,
vol. , pie a , ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol. , pie a , .

Undurraga, Honores transversales... , op. cit.

eter Bur e, u es la historia cultural?, pp. - eter Bur e, ormas de historia cultural,

- Cli ord Geert , La interpretación de las culturas, pp. - .


pp.
ni ear los atri utos y comportamientos valorados en el Santiago del siglo xvni •

Estos atri utos pod an consistir, por e emplo, en la limpie a de sangre , en


la descendencia de enem ritos, en la castidad emenina o en la uer a sica
masculina. or su parte, los comportamientos valorados pod an incluir el cum
plimiento de la pala ra y la moderación de la violencia, en algunos sectores
la capacidad de
sociales. erogrupos pod a valorarse la valent a y
en otros
de enderse de los insultos reci idos, a trav s de la uer a si uese necesario.
El reconocimiento social de dichos atri utos y comportamientos otorga a
una condición de
privilegio ue se consigna a como una situación de honor ,
del modo como lo indica an los diccionarios del per odo. En e ecto, estas
o ras de iniciones
presenta an del voca lo en cuestión. Honor
pragm ticas
no era de inido como
concepto, noción o sentimiento. Se lo mostra a, m s ien,
como
privilegio ue alcan a an algunos individuos por ostentar
la situación de
determinadas cualidades, tales como el lina e, el dinero, la virtud o el poder.
Si ien los voca los honore y onor aparecen en el castellano m s antiguo
-durante los siglos xi y xm-, m s adelante son reempla ados por el t rmino
honra . Se asti n de Covarru ias, en su o ra Tesoro de la lengua castellana o
espa ola, pu licado en , entend a honra como reverencia, cortes a ue se
hace a la virtud, a la
potestad algunas veces se hace al dinero . Acepciones
similares eran las ue igura an en la primera edición del Diccionario de la Real
Academia pu licado en . Ellas no entend an el honor en tanto cualidad o
sentimiento ntimo, sino m s ien como reconocimiento social de alguna cuali
dad apreciada. De ahila cercan a conceptual entre honor, honra, reputacióny ama.
Se se ala a, por e emplo, ue la honra no es otra cosa sino un o recimiento
de reverencia, ue se hace a alguno, en se al de gran ala an a y de virtud .
Es interesante , ue no se esta lec a di erencia sem ntica
apreciar, a su ve
alguna entre honor y honra . La honestidad y recato en las mu eres pod a
ser re erida a trav s de am os t rminos . La documentación udicial chilena

u
Hemos acudido al partir de su ormulación por Roger Charüer,
concepto representación
a

uscando comprender ue existen entre el espacio social y el imaginario social,


las relaciones
as como las ormas en ue los sistemas de representaciones dicen y omiten las mutaciones de
una sociedad .
Roger Chartier, El mundo como representación. Estudios so re historia cultural, p. .
arta adero, anos violentas, pala ras vedadas la in uria en Castilla y León, siglos xrn-XV,
arta adero, In urias y mu eres Castilla y León, siglos xm y xiv .
Se asti n de Covarru ias, Tesoro de la lengua castellana o espa ola , p. . Atendiendo
al texto legal de las Siete artidas, redactado por las escuelas al onsinas hacia mediados del siglo
xin, la honra es de inida como adelantamiento se alado con loor, ue gana hom re por ra ón
del lugar ue tiene, o por hecho conocido ue hace, o por ondad ue en l ha . artida Segunda,
c. - , t t. , ley .
Esta o ra, conocida como Diccionario de Autoridades, consigna el concepto honor
y presenta
treinta y ocho t rminos relativos a l. Real Academia, Diccionario de Autoridades, tomo rv,
pp.
- , vo honor y honra .
Op. cit.,
p. .

Op. cit, pp. - .


reitera a esta indistinción. or una parte, hemos se alado, el honor eme
como

nino se mantuvo irmemente im ricado a la contención de la sexualidad. Sin


em argo, esta vertiente de honor no
agota a los usos ue hicieron las mu eres
de este concepto. Ellas reivindicaron
preeminencias a partir de su supuesta
o e ectiva
limpie a de sangre , disputando para s el tratamiento de do a .
Otras tantas, incluso, participaron en vengan as colectivas del honor amiliar
ante las o ensas de otros
grupos. Este tra a o ha develado ue las mu eres en
Chile colonial no permanecieron a enas al uego social del honor.
or otro lado, los diccionarios del per odo tampoco esta lec an divergen
cias sem nticas en otras variantes de signi icadohonor y honra .
de las voces

Algunas investigaciones han tendido a relacionar el honor con el lina e y los


privilegios heredados por las lites, en tanto ue la honra se ha vinculado a la
virtud y la uena conducta, suscepti le de ser invocada por individuos de todos
los grupos sociales . No o stante, como muestra la documentación revisada,
dichas pala ras se halla an homologadas en el uso com n, us ndose indistinta
mente por individuos de diversos c rculos sociales. Con el in de atenernos a la

terminolog a de la documentación primaria hemos adoptado esta ltima posición.


En suma, si la documentación udicial chilena revela a registros poli ónicos
de honor, los diccionarios del m ito hisp nico ilustrado destaca an el car cter
social de la situación de honor. Esto ltimo resta a importancia a la percepción
ue cada individuo pudiese tener de s mismo como hom re valiente u hon
rado o como mu er virtuosa o limpia de sangre . Lo relevante consist a en
la rati icación de dichas cualidades por la colectividad. En consecuencia, era
de honor
necesario ue existiese un vaso comunicante entre las demandas
validar an o, por el
y el universo cultural de sus receptores sociales, uienes
contrario, vetar an las aspiraciones particulares al honor.
Si procur amos anali ar las normas, los códigos y las estrategias ue re
g an tales intercam ios socioculturales, de amos ser capaces de conocer las
diversas variantes ue ha a asumido el honor. Su polisemia era un principio
per ectamente reconocido en el siglo xvni, como expresa a el Diccionario de
Autoridades. Al indicar ue no toda la honra est su eta a leyes se alud a al
alto grado de construcción histórica del honor y la honra . Se las presenta a,
en consecuencia, como nociones insertas en el uego de estimaciones de cada
sociedad, su etas a resigni icaciones y usos estrat gicos por actores de diver
sos contextos. Honor y honra no se circunscri an a las letras selladas en los
documentos o iciales. Ya en el siglo xvm se reconoc a ue ellas re asa an
las normas positivas. or decirlo de alguna manera, ha a honores y honras
no o iciales, pero no por ello de a an de ser
reconocidos por la sociedad. No
ha lando de el honor en singular.
pod amos, por tanto, continuar

r d ri ue Langue, El honor es una pasión honrosa Vivencias emeninas e imaginario


criollo en Vene uela colonial .
Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit., tomo iv, p. , vo honor y honra .
sacado la lu ,
Es pluralidad de variantes de honor la ue hemos
esa a

yendo de las versiones o iciales. Esta variedad se plantea a por ue


m s all
históricos-
los actores sociales experiencia da an orma a los legados
.

con su

or ello nos es tan til el concepto representación para aludir al o eto de es


tudio de esta investigación. Si ien, en primer lugar, ste no era usado en el
hemos visto ue
per odo de la orma ue lo entiende la historiogra a actual,
senti
en el
siglo xvni tampoco se re er a el honor como un concepto o un

miento , t rminos ue, con todo, han empleado los cl sicos estudios históricos
y literarios para aludir al tema . En segundo lugar, el concepto representación
honor
permite re erir la diversidad y las resigni icaciones de las variantes de
de la investigación.
ue la documentación consultada ha mostrado a lo largo
or ello, no entendemos estas representaciones como marcos r gidos, sino como
sistemas
hori ontes de posi ilidades , . Tales representaciones actua an como

de posi ilidad de acción de los hom res y mu eres coloniales, uienes usa an
y reinterpreta an sus componentes seg n sus o etivos, sus necesidades y de
acuerdo con sus coordenadas identitarias. or ello, siempre estuvimos atentos
a o servar cómo opera a el cruce entre las representaciones de honor y las
varia les identitarias y de estatus de los actores ue apela an a ellas.

Esto ltimo se relaciona con otra de las propuestas interpretativas ue


ha demostrado esta investigación. Ella sostiene ue las representaciones de
honor ue circula an en el Santiago del siglo xvni esta an su etas a una di
versidad de sociales por parte de los actores particulares y colectivos.
usos

Estos usos sociales esta an condicionados por diversos actores. En primer


lugar, depend an de las coordenadas identitarias de los actores ue apela an
a uno u otro hori onte de honor y de las ue caracteri a an a los su etos ue
de an aceptar o recha ar estas demandas. Como hemos indicado, el honor
pretendido de a ser reconocido para poder constituirse como tal. De no
mediar la aceptación social de las reclamaciones de honor, no se alcan a a
la situación de privilegio a la ue alud an los diccionarios del per odo para
signi icar la posesión de honor.
En segundo t rmino, los usos sociales de las representaciones de honor
se relaciona an con las circunstancias -ceremonias p licas o espacios de
diversión, por e emplo- en las cuales se
presenta an a uellas demandas de
reconocimiento social ue los actores entend an como demandas de honor .

Bernard Lepetit dir. , Les ormes de texp rience. Une autre histoire sociale.
Am rico Castro, De la edad con lictiva crisis de la cultura espa ola en el siglo xvii, p. . Clau
dio S nche Al orno entendió el honor como un sentimiento de origen ca alleresco con ra ces
aristocr ticas. Claudio S nche Al orno , Espa a un
enigma histórico.
Ese ue el modo en
ue Cario Gin urg planteó el concepto cultura hace cerca de tres
d cadas. Cario Gin urg, El ueso y los gusanos. El cosmos seg n un molinero del siglo xvi, pp. - .
ara algunas re lexiones cr ticas so re la noción de representación, v ase Cario Gin urg, O a os
de madera. Nueve re lexiones so re la distancia, pp. - .
So re las ceremonias c vicas y religiosas en el Santiago del siglo xvii, v ase aime Valen-
uela, Las liturgias delpoder. Cele raciones p licas y estrategias persuasivas en Chile colonial - .
No era lo mismo aspirar al social la toma de de
prestigio en
posesión un nue

vo
go ernador ue en el interior de una
pulper a o en el sector comercial de
la ciudad. or ltimo, no podemos olvidar ue los o etivos sociales ue los
actores pretend an representa an un papel relevante en su opción por apelar
otra
a una u
representación de honor.
Lossociales de las representaciones de honor supon an la existencia
usos

de racionalidad espec ica de los


una
comportamientos . Ellos presum an el
desarrollo de una capacidad dise ar destinadas a
para estrategias conseguir
determinadas situaciones de los distintos grupos y contextos so
privilegio en

ciales. Nuestro tra a o ha consistido en develar estas


estrategias y anali arlas.
Tales din micas lleva an a tener
presente la relación entre cultura y com
portamiento individual y social . En t rminos m s concretos, aludimos a la
necesidad de o servar la capacidad
operativa de los actores coloniales rente a
las distintas representaciones a los
y códigos culturales estructurantes. ste ha
sido un planteamiento ue no ha estado a las ni a las visiones
a eno pol micas
contradictorias. As , por e emplo, la utili ación del concepto código cultural
se ha acercado, en
ocasiones, a de iniciones deterministas ue han restado
importancia a las
posi ilidades de acción de los actores individuales rente a
las ormas estructurantes de una cultura . En
oposición a esta
postura, se ha
planteado el individualismo metodológico resaltando la elección racional
como
principio antropológico constitutivo de la organi ación social .
La
historiogra a no ha estado a ena al de ate. Durante los ltimos a os,
parte de ella ha seguido con
especial inter s las posi ilidades de negociación
existentes entre los actores sociales y las normas culturales . Los comporta
mientos particulares han sido a ordados desde las pr cticas y las experiencias,

Las estrategias de acomodación y manipulación del mundo social ue expresan la operati-


vidad de una racionalidad espec por los actores sociales, han constituido el punto de partida
ica
de Giovanni Levi para estudiar el mundo campesino europeo del Antiguo R gimen. Giovanni
Levi, La herencia inmaterial. La historia de un exorcista piamont s del siglo xvri, pp. - .
Se emplea el t rmino cultura en un sentido amplio, del modo ue lo ha entendido la
Antropolog a Cultural, es decir, como un con unto de actitudes, creencias y patrones de comporta
miento de un grupo determinado en un espacio y tiempo de inido. eter Bur e, La cultura popular
en la Europa oderna, pp. - .
So re las distintas posiciones planteadas dentro de la
Antropolog a en relación con la
noción códigos culturales v ase ichael I ard dirs. , Diccionario de etnolog a
ierre Bonte y
y
, vo códigos culturales .
antropolog a, p.
ar a os Devillard, Individuo, sociedad y antropolog a social , p. .
Nos re erimos en particular a la o ra dirigida por Lepeüt, Les ormes..., op. cit Ella cristali a
una propuesta metodológica ensayada desde ines de la d cada de , principalmente dentro del
m ito ranc s. V ase del mismo autor Tentons l experience . Sin em argo, existen excelentes
e emplos de utili ación de estos nuevos criterios por historiadores de otros m itos, tales como
Levi, La herencia..., op. cit Gin urg, El ueso..., op.cit, p ssim Natalie . Davis, Elregreso de artin
Guerre, Natalie . Davis, omen on the argins Thrcc Seventeenth Century Lives aime Contreras,
Sotos contra Ri uelmes. Regidores, in uisidores y cripto udios.
en un
di logo permanente entre normas y conductas. Los resultados de esta
perspectiva, ue ocasiones ha re uerido
en la reducción de las escalas de
an isis, han sido ecundos so re todo a la hora de dar cuenta de lo vivido .
Sin em argo, al criterios a las sociedades tradicionales de emos
aplicar estos
tener cuidado con
exagerar el voluntarismo y la posi ilidad de elección en
tales contextos. Una salida a esta
encruci ada puede hallarse al constatar ue,
si ien era
impensa le el desarrollo de una li ertad de acción a soluta, los
actores conta an cierta de de ido la existencia
con
capacidad negociación a

de pluralidad de entre las cuales ellos pod an oscilar,


una
representaciones
optar y usti icar sus pr cticas y experiencias .
Es a esta pluralidad de representaciones a la ue hemos aludido al ha lar
de hori ontes de honor. Su presencia en el escenario del siglo xvm chileno puede
leerse comoel sustrato de una potencialidad de acción, negociación y ma
nipulación de parte de los actores sociales. Su existencia re asa a el m ito
discursivo, haci ndose pr ctica y experiencia en las vidas de mu eres y hom
res ue d a a d a acud an a sus universos en usca de identidad, de
respeto y
de undamentos de dominación so re otros El di logo luido entre el
su etos.
universo conceptual de dichas representaciones y la pr ctica e ectiva mati a a
sus
postulados, con und a sus de iniciones y comple i a a a n m s sus normas.
or otra parte, si ien las acciones y visiones de mundo de los
su etos resul
ta an condicionadas por tales hori ontes de honor, stos
de a an ciertos espacios
de interpretación ue permit an a los actores
manipular tales paradigmas y
acomodarlos a sus realidades particulares. As , la
presencia de las representacio
nes de honor no era una existencia
axiom tica, inamovi le y conclusiva, sino
ue se halla a inserta en din micas sociales ue contri u an a su edi icación.
De ah ue en la vida diaria haya sido di cil hallar dichas representaciones
en orma
pura . Apreciamos m s ien su inserción en un uego social, donde
cada participante invoca a determinados de de
componentes alguna ellas,
seg n sus
preocupaciones, o etivos y, particularmente, de acuerdo las con

coordenadas identitarias ue lo de in an.


Las transacciones cotidianas entre el sistema de condicionamientos so
cio-culturales y las dimensiones implicadas en la acción
presente, a ordadas por
ierre Bourdieu a trav s de los conceptos ha itus
y campo , pueden ayudar a
iluminar estas din micas . Al conce ir el ha itus como una
predisposición
a ierta, ha planteado la necesidad de incorporar el uego social. All es cuando
la noción de campo introduce actores tales como las
trayectorias individuales

La li ertad de acción no era a soluta, esta a cultural y socialmente determinada, pero los
sistemas normativos de a an espacios para negociar. Como ha planteado Giovanni Levi, ning n
sistema normativo est , de hecho, tan estructurado como
para eliminar toda posi ilidad de elección
consciente, de manipulación o de interpretación de las reglas de negociación . Giovanni Levi,
Les usages de la iographie , pp. - .
ierre Bourdieu, El sentido pr ctico.
de los participantes
y las propiedades de los grupos e instituciones envueltos en
l, di logo generador de pr cticas . De un modo seme ante, los su etos
en un

del siglo xv n chileno ten an


incorporado un sentido de orientación ue les
permit a conocer las reglas del uego, tales como los atri utos de honor o sus
din micas de intercam io. A esa ase, desde su posición relativa en relación
con los competidores, cada uno de los ugadores a ad a sus intereses, deman
das y expectativas. Ah comen a a el uego, din mica creativa y ecunda ue
pon a en relación las representaciones y los intereses particulares de los actores
coloniales, generando usos sociales de honor.
Si el honor o -como hemos
precisado- sus representaciones esta an sien
do sometidas a interpretaciones, usos sociales diversos, era
resigni icaciones y
por ue ellas desempe a an un papel central en el orden social y cultural.
or ello resulta inexacto considerar al xvm como el del ocaso del honor.
siglo
Desde óptica centrada en la alta cultura , este per odo ha sido pensado
una

como el
siglo de la Ilustración y de las Luces , vector de trans ormaciones ue
supuestamente har an del honor un ideal periclitado . No o stante, el ocaso de
los valores arroco-medievales , entre los cuales podr a incluirse la vertiente
hispano-aristocr tica de honor, no signi icó el in de todos los hori ontes de
honor . En cierto modo, implicó la trans ormación del honor de los
or genes,
pero tam i n involucró la construcción de variantes alternativas ue ueron
usadas por amplios grupos de la po lación. Es m s, a lo del xvm largo siglo
algunos conceptos ilustrados ormularon una representación de honor centrada
en el la moderación el autocontrol. El presente tra a o se sumar a los
uicio, y
diversos estudios ue para otras regiones han re utado el supuesto desinter s
por el honor a partir de la ormación de la sociedad urguesa .
El siglo xvm, por tanto, no ue el siglo del ocaso del honor, sino el
tiempo
en
ue ste ue o eto de importantes trans ormaciones . ue el momento en
ue diversos sectores apelaron a l, con ormando una variedad de represen
taciones ue convivieron paralelamente o ue se en rentaron entre s . ue el

per odo en el cual se desarrollaron luchas sim ólicas, a la ve ue disputas

V ase el interesante an lisis de Devillard, op. cit., pp. - .


ariano icón-Salas, De la Con uista a la Independencia. Tres siglos de historia cultural hispa
noamericana, pp. - .
I id.
Sandra Gayol, Honor oderno The signi icance o honor in in-de-si cle
Argentina
Sandra Gayol, Socia ilidad en Buenos Aires. Hom res, Honor y Ca s - Sarah Cham ers, rom
Su ects to Citi ens. Honor, gender andpolitics in Are uipa, er , - Verena art ne -Alier,
arriage, class and colour in nineteenth-century Cu a. A study o racial attitudes and sexual val es in a
slave society eter . Beatüe, The House, the Street, and the Barrac s Re orm and Honora le
asculine Social Space in Bra il Laura Got o it , Trading Insults Honor, Violence, and the
Gendered Culture o Commerce in Cocha am a, Bol a, s- s Thomas . Ga ant,
Honor, asculinity, and Ritual ni e ighting in Nineteenth-Century Greece enneth S.
Green erg, The Nose, the Lie, and the Duel in the Ante e um South .
r d ri ue Langue, Aristócratas, honor y su versión en la Vene uela del siglo xv n, passim.
atri utos
espadas, en torno a algunos de
sus
reales, dagas, cuchillos
.

con o

El siglo xvm ue un siglo de temporalidades m ltiples, en ue los desvelos

de algunos ilustrados por poner in a los privilegios heredados convivieron

con los es uer os de mulatos, artesanos o criados por acceder a tratamientos

honora les como el don o el vuestra merced . ue el momento en ue


encau ar las vengan as por
pese a los es uer os del Estado or ónico para
el
honor a trav s de procesos udiciales, muchos continuaron optando por
en rentamiento directo, cuerpo a cuerpo y a primera sangre .

All radica a la importancia de estudiar las representaciones y pr cticas


de honor en
siglo xvm. ara nosotros, interesados en conocer a uellas ue
el
ha an llegado a ser mane adas por todos los sectores de la po lación, el perio
do resulta a undamental. Como hemos planteado, ue en ese contexto ue el
honor de ó de ser un código monol tico y patrimonio de un grupo selecto para
sociales. La capital del
ser invocado
por actores de los m s variados lugares
el crisol de dichas reivindicaciones
reino, de
Santiago Chile, concentró amplio
de honor. Su escenario se trans ormó en un la oratorio de o servación
ue
o servar las tensiones acomodaciones derivadas, por e emplo, de
permitió y
los usos diversos ue el Estado or ónico y los su ditos dieron a los registros
poli ónicos de honor.
ueron stas las tensiones y acomodaciones ue permitieron a a uel
sastre como su eto de honor a comien os de la siguiente centuria.
presentarse
La enunciación de la rase soy un
po re artesano, pero tengo honor ten a
una historia ue se enla a a con lasamplias trans ormaciones del siglo xvm
chileno siglo xvm cru ado por diversos ideales sociales a medida ue
. Un
la ciudad de Santiago se po la a de arra ales y rancher os ue co i a an a
a u llos ue se despla a an en usca de me ores hori ontes. Un siglo xvm
del per odo
ue legó a la ciudad los m s importantes edi icios y o ras p licas
colonial y ue ueron construidos con las manos de a uellos peones ue por
las noches ati orra an las pulper as, engar ndose en ri as por algo m s ue el
dinero de las apuestas. En in, un siglo xvm ue vio triplicarse la po lación de
Santiago, ue untó los cuerpos y las expectativas de mu eres y hom res, ue
con undió las identidades y las memorias sociales de a uellos ue usca an la
rati icación social de su honrade , de su virtud, de su calidad o de su hom r a.

Verónica Undurraga, Cuando las a rentas se lava an con sangre Honor, masculinidad
el siglo chileno .
y duelos de espadas en xvni

ANHCG, vol. , . , ANHRA, vol. , pie a , . , .


i
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
RI ERA ARTE

LOS REGISTROS, LOS ES ACIOS,


LOS ROTAGONISTAS
HISTORIOGRA A, DOCU ENTOS
Y ES ACIOS DE HONOR

El honor ha sido un
o eto de estudio visitado con inter s por diversas discipli
nas a lo
largo de los ltimos cuarenta a os. Entendido como un valor secular
comple o, sus acetas se expresa an en los m itos m s diversos de la vida
social. Esto explica ue su estudio
haya contri uido a iluminar acetas cada
ve m s conocidas de la sociedad colonial, tales como la amilia, la sexualidad,
la construcción de identidades, las din micas de violencia los mecanismos
y
de control social. arte importante de dichos
aportes ha recurrido a una serie
de registros documentales ue han relevado las
pr cticas ue permitieron a
artesanos, castas y espa oles po res , hacer uso de un concepto tradicional
mente entendido como atri uto exclusivo de los sectores elitarios . Los docu
mentos udiciales -in urias, calumnias, lesiones, homicidios, heridas y disensos
matrimoniales- han permitido la entrada a a uel universo din mico donde el
discurso verdadero del honor procura a imponerse por so re la pl yade de
discursividades ue emerg an desde distintos lugares e imaginarios sociales.

Historiogra a y honor

Una noche de a ril de el pelu uero edro Carrera salió con su


espada
a atirse a duelo. Su contendor era el m dico de nación rancesa Vicente
astr s su motivo, las in urias reci idas a uella misma tarde en un
odegón
u icado hacia el poniente de La Ca ada . Estos lances de honor protagoni
ados por su etos extra os a las lites coloniales pasaron desaperci idos para
la historiogra a chilena decimonónica. Ella conci ió el honor como atri uto
exclusivo de los grupos dominantes. Si atendemos a las o ras cl sicas de Diego
Barros Arana, Ben am n Vicu a ac enna o
Domingo Amun tegui Solar,
por mencionar algunos, ue las o servaciones m s cercanas al
constataremos
aristocr tico de los criollos, ue los lleva a a
respecto re irieron el esp ritu
inclinarse a los honores y distinciones de cual uier g nero .

El t rmino casta re er a a los su etos me clados, es decir, a los descendientes de las mix
turas entre espa oles, ind genas y negros.
Hemos anali ado este episodio en Undurraga, Cuando las a rentas... , op. cit arte del
alance historiogr ico ue ahora presentamos con mayor pro undidad apareció en este art culo.
Diego Barros Arana, Historia general de Chile, tomo vn, p. . La descripción de los mes
a la e ida al contri u a a uscar undamentos
ti os como su etos viciosos y proclives y uego no
en los
ue otra alusión a los con lictos por el orden de precedencia
Una
actos o iciales, a las e ecutorias de hidalgu a o a las pro esiones de ca allero
orden militar, expresa an en estas o ras la distintiva
en
alguna adscripción
de las pr cticas de honor a las lites. Los tra a os genealógicos ue sella an
las preocupaciones identitarias de los grupos dominantes en torno al lina e
-deteni ndose en los undamentos materiales o sim ólicos ue les permit an
acceder, reservar o incrementar el honor individual y colectivo a trav s de

mayora gos o t tulos de Castilla- no hac an m s ue reproducir esta pers


pectiva . Los hispanistas, en tanto, en su momento asociaron el concepto
de honor a los hidalgos, a u llos i os de ien , convertidos en ar uetipos
ideali ados ue cristali a an la autopercepción de no le a moral de una
lite ue remit a los vicios a las ronteras de su grupo .
Las generaciones posteriores, a o el in lu o de corrientes historiogr icas

europeas como la historia de las mentalidades o el estructuralismo , encami


naron sus a reas soslayadas por otros investigadores, re lexionando
intereses
so re códigos de conducta y atri utos valorativos ue in orma an la realidad
cultural del pasado colonial. As es como en las o ras de ario Góngora halla
mos alusiones a los asamentos de un es uivo y disputado prestigio social, al ue
no
aspira an su etos enri uecidos en el comercio sino, asimismo, individuos
sólo
situados en los
m rgenes del cuerpo social. En e ecto, ario Góngora apunta a
a las castas , a
uienes pese a estarles supuestamente vedado cual uier signo
de estatus, se es or a an por escalar en las erar u as de prestigio coloniales .

de honor dentro de estos grupos. Ben am n Vicu a ac enna, Historia cr tica y social de Santiago.
- , tomo n, pp. y .

Domingo Amun tegui Solar, ayora gos y t tulos de Castilla uan u ica, Lina es espa oles.
No le a colonial de Chile, vols. y Luis Thayer O eda, amilias chilenas Luis Thayer O eda, Navarros
y vascongados en Chile Luis Thayer O eda, Or genes de Chile elementos tnicos, apellidos, amilias- uan Luis
Espe o, No iliario de la Capitan a General de Chile A o Retamal avereau et al, amilias undadoras de
Chile. Asimismo, los diversos art culos de Luis Lira ontt re rendan la concepción del honor como
un
principio asociado a las lites. Su inter s por el estudio de la no le a en Indias como institución
social regulada por la corona espa ola, se ha desarrollado desde el
punto de vista histórico- ur dico
e institucional. Algunos de sus
tra a os son Lira ontt, Benem ritos... , op. cit Luis Lira ontt,
El uero no iliario en Indias Luis Lira ontt, La undación de mayora gos en Indias .

aime Ey aguirre, isonom a histórica de Chile, pp. - y - .


So re las preocupaciones de los comerciantes enri uecidos por el prestigio social, v ase
Góngora, Encomenderos y estancieros. Estudios acerca de la constitución social aristocr tica de Chile
ario

despu s de la Con uista - , pp. - . El mismo autor, en su an lisis de la estrati icación


social ur ana en Chile colonial, hi o re erencia a las expectativas de honor ue ten an los pardos ,
as como a sus es uer os por desplegarlo a trav s de las gradaciones militares en el siglo xvm. Si
ien estas ideas no reci ieron desarrollo sistem tico en sus escritos, constituyeron miradas re res
cantes ue atendieron acetas ue aportaron colorido y movilidad a la aparentemente uieta y
gris siesta colonial. ario Góngora, Ur an social strati ication in colonial Chile , p. . So re
el prestigio ue los escala ones de las milicias ur anas otorga an a las castas en el siglo xv n
chileno, v ase Hugo Contreras, Las milicias de pardos y morenos li res de Santiago de Chile
en el siglo xvni, - .
El ue individuos
ale ados de los c rculos de las lites hiciesen suyas rei
vindicaciones al honor o edec a, seg n Sergio Villalo os, a ue la cultura
popular no pod a escapar al am iente dominante de una cultura hispano
criolla preocupada
especialmente por la honra . Seg n Sergio Villalo os,
pese a ue el segmento de los dominados con ormó un espacio propio de
ormas de vida con el in de contrarrestar la cultura o icial, ormar del
parte
r gimen y participar de sus ene icios ha r a sido el norte de muchos ind genas
o mesti os
po res . De acuerdo con este en o ue, el honor se circunscri ir a
a un
código unitario ormulado por los grupos dominantes, donde cual uier
pretensión a l e uivaldr a a una inserción en el universo valorativo de las lites.
Desde nuestra perspectiva, o servamos
ue pese a ue en diversas oca
siones las pretensiones de honor de castas
y espa oles po res los o liga an
a someterse a las visiones de mundo a los
y par metros de conducta de los
grupos superiores, en otras instancias estos su etos constru an representaciones
y valida an pr cticas tiles a su lugar social, las ue entra an en disputa con
las representaciones de honor de las lites . El
mane o social del honor se
inserta a en la realidad cotidiana de mu eres
y hom res ue acud an a sus
par metros para ganar venta as en las erar u as de estimación y poder ue
exist an al interior de sus propias comunidades, las
ue no esta an necesaria
mente al servicio de los intereses de las lites.
Es por ello
ue una lectura del honor
en clave
hisp nica, como atri uto de
los grupos dominantes y herramienta de control social, contin a reproduciendo
las estructuras mentales y los par metros conductuales de las lites, soslayando
la existencia de mani estaciones alternativas de honor ue hayan respondido
a las din micas
particulares de los distintos grupos de la sociedad colonial. El
acceso a estas ltimas es posi le a trav s de una historiogra a ue se preocupe
m s por los usos sociales e ectivos antes de ue por lineamientos generales

ue prescri an modelos conductuales no siempre seguidos . El an lisis de las


pr cticas de honor en el Santiago de Chile del siglo xvm, desarrollado en este

Sergio Villalo os, Historia del pue lo chileno, vol. rv, p. .

Op. cit, p. .
Hemos aludido a las disputas entre representaciones discordantes de honor en Undurraga,
Honores transversales... , op. cit.
esta v a de al pasado colonial americano, so re la
r d ri ue Langue ha propuesto acceso

ase de los par metros de la nueva historia social europea de lad cada de . V ase r d ri ue
Les identit s ractales honneur et couleur dans la soci t v n u lienne du xvnie si cle .
Langue,
ara un an lisis cr tico de los aportes y de ilidades de la o ra dirigida por Bernard Lepetit, ue
cristali a las in uietudes de esta nueva historia social , v ase la rese a de A el Ignacio Lópe , La
historiogra a rancesa de los a os noventa . La preocupación por el estudio de las pr cticas sociales
enel mundo colonial americano ha intentado replantear, por e emplo, la historia de las instituciones,
poniendo el acento en los actores sociales y en la acomodación de las normativas generales a las
peculiaridades locales. or e emplo, Beatri oreyra y Silvia allo comp. , ensar y construir los
Córdo a y Buenos Aires, siglos xvi-xx, y uan Carlos
gi-upos sociales. Actores, pr cticas y representaciones.
Garavaglia y ean- r d ric Schau , Lois ustice, Coutume. Am ri ue etEurope latines e- e si cle .
tra a o, ha permitido conocer las ormas en ue stas dialoga an con normas y
costum res generando un espacio creativo de nuevos usos y representaciones,
en una din mica ue hemos denominado mane o social del honor.
En el marco de Chile colonial, la existencia de códigos de honor diversos
a los sustentados
por las lites, ha pasado desaperci ida para la historiogra a
hasta hace sólo pocos a os. ulio Retamal vila, por e emplo, ha relacionado
el concepto de honor con los undamentos de poder y prestigio social de
los grupos aristocr ticos de los siglos xvi y xvii, consignando un cam io para
el siglo xvm derivado de la penetración de gente nueva en los n cleos de
la lite . El honor emenino, a su ve , ha despertado el inter s de algunos
investigadores .
or nuestra parte, hemos estudiado las representaciones plurales de honor,
as como los usos
ue hac an de ellas actores de las m s diversas erar
sociales

u as sociales . Tam i n hemos anali ado las pr cticas de violencia masculina


ue en el per odo eran
usti icadas como reparaciones del honor vulnerado .
Asimismo, a ordamos las din micas y estrategias de construcción de las iden
tidades socio-raciales y su relación con las reivindicaciones de honor . Como se
o serva, todav a hac a alta un estudio sistem tico ue, dialogando con diversos
registros documentales, diera cuenta de la diversidad de sus representaciones
y pr cticas. Este li ro ha intentado su sanar esta carencia.
ara el Chile tradicional exist a, a su ve , una serie de tra a os relativos
al matrimonio y a la sexualidad, en los ue, si ien el honor no era el o eto
central de estudio, se alud a a l. Estos an lisis en torno a la amilia patriar
cal re er an elpapel central ue representa a la pure a sexual emenina en
Chile colonial y decimonónico. arte importante de estostra a os utili a a

Asimismo, el autor acepta la posi ilidad ue dicha noción traspasara a los


integrantes
del emergente grupo medio e, incluso, a algunos ind genas, en particular a los caci ues. ulio
Retamal vila, El concepto de honor en Chile colonial . or otra parte, el tra a o de auricio
Ro as ha aludido al honor al anali ar determinados delitos, espec icamente las in urias, en la
ciudad de Concepción durante el siglo xrx. auricio
Ro as, Las voces de la usticia. Delito y sociedad
en Concepción - . Atentados sexuales, pendencias, igamia, amance amiento e in urias. Otros
art culos ue a ordan las
in urias en Chile, aun ue sin estudiar las dimensiones del honor a
r aEugenia Al orno , Violencias, g nero y representaciones La de
in uria pala ra Santiago
en de Chile
- ar a Eugenia Al orno , Um rales sensi les de la modernidad temprana los usos
de la vergüen a en Chile, siglos xvni y xix Teresa ereira, Amor e ira. La expresión de los
sentimientos en Chile - .
Consuelo igueroa, El honor emenino. Ideario colectivo y pr ctica cotidiana ulio
Retamal vila, u eres de Chillan luchan por su honra .
Undurraga, Honores transversales... , op .cit Undurraga, El honor no es m s... , op. cit.

Undurraga, Cuando las a rentas... , op. cit Verónica Undurraga, Ritos de la violencia.
Re lexiones en torno a los hechos de sangre y a las identidades de sus protagonistas en Santiago

de Chile, siglo xvm .


Verónica Undurraga, En usca de honor en Chile colonial Viviendo de historias prestadas
e identidadesimaginadas Verónica Undurraga, Espa oles oscuros y mulatos lancos identidades
el de la Colonia chilena. - .
m ltiples y dis races del color en ocaso
documentación lo ue suma a una nueva cercan a metodológica a
udicial,
la investigación ue ahora presentamos. Dentro de estos tra a os destacamos
las o ras de Rene Salinas, Eduardo Cavieres e
Igor Goicovic .
Estas ltimas materias han concentrado el inter s de la
historiogra a del
honor en Am rica colonial . Los de la historia de han sido
aportes g nero
vitales en
preocupaciones, a ordando tem ticas como la sexualidad, el
estas

matrimonio, la amilia y la mu er. Dentro de estos an lisis destacamos a u llos


ue han in luido especialmente en el desarrollo de nuestro tra a o, como han
sido las investigaciones de a lo Rodr gue
im ne , Verena art ne -Alier,
Asunción Lavr n, atricia Seed, Ramón A. Guti rre , ar a Emma annarelli,
Ann T inam y Steve Stern .

unto a las preocupaciones so re el honor sexual, la historiogra a de Am


rica colonial ha per ilado nuevas vetas de an lisis. Una de stas ha estudiado

Rene Salinas ., Espacio dom stico, solidaridades y redes de socia ilidad aldeana en
Chile tradicional, - Rene Salinas ., La transgresión delictiva de la moral matrimonial
y sexual y su represión en Chile tradicional. - Rene Salinas ., Lo p lico y lo no
con esado. Vida amiliar en Chile tradicional. - Rene Salinas ., Violencias sexuales
e
interpersonales en Chile tradicional Eduardo Cavieres, altando a la e y urlando a la ley.
Bigamos y ad lteros en el Chile tradicional Eduardo Cavieres, amilia e historia social. Los
signi icados de las herencias y el r gil orden de las cosas Eduardo Cavieres y Rene Salinas .,
Amor, sexo y matrimonio en Chile tradicional Igor Goicovic, El amor a la uer a o la uer a del amor.
El rapto en la sociedad chilena tradicional Igor Goicovic, Es tan corto el amor y es tan largo
el olvido... Seducción y a andono en Chile tradicional, - . El ltimo tra a o de Igor
Goicovic se interesa en las relaciones de solidaridad en la amilia popular. Igor Goicovic, Relaciones
de solidaridad y estrategia de reproducción social en la amilia popular del Chile tradicional - .
Existe otra l nea interpretativa ue ha estudiado el impacto de las ideas so re el honor en
la cultura pol tica, particularmente en la ormación de una es era p lica moderna. Se trata de
una
perspectiva mucho menos desarrollada en cuanto a
pu licaciones, pero no por ello menos

atractiva. El inter s ue sta tuvo para nuestra investigación radicó en su atención en la progre
siva adopción y trans ormación del código de honor por los ple eyos. El re ormulado concepto
de honor en la era repu licana ha r a tenido en la uena conducta su principio undamental.
En esta l nea se han enmarcado los tra a os de Cham ers, op. cit. y a lo iccato urados de
imprenta en xico El honor en la construcción de la es era p lica a lo iccato, olitics
and the Technology o Honor Dueling in Turn-o -the-Century xico V ctor . Uri e-Uran,
Honora le Lives Lavuyers, amilies, and olitics in Colom ia, - .
a lo Rodr gue , Seducción, amance amiento y a andono en la Colonia a lo Rodr gue , En
usca de lo cotidiano. Honor, sexo, iesta y sociedad, siglos xvii-x x, a lo Rodr gue , Amor y matrimonio
en la Nueva Granada la provincia de Antio uia en el siglo xvni art he -Alier, op. cit Asun
ción Lavr n coord. , Sexualidad y matrimonio en la Am rica Hisp nica. Siglos xvi-xvur, atricia Seed,

Amar, honrar y o edecer en el xico colonial. Con lictos en torno a la elección matrimonial, -
Ramón A. Guti rre , Cuando es s llegó, las madres del ma se ueron. atrimonio, sexualidad y poder
en Nuevo xico, - ar a Emma annarelli, ecados p licos. La ilegitimidad en Lima,
Siglo xvir, Ann T inam, Honor, sexualidad e ilegitimidad en la Hispanoam rica colonial Ann
T inam, u lic lives, pr vate secrets gender, honor, sexuality and illegitimacy in colonial Spanish America
Ann T inam, The negotiation o honor. lites, sexuality and illegitimacy in eighteenth-century

Spanish America Guiomar Due as Vargas, Los hi os del pecado ilegitimidad y vida amiliar en la
Santa de Bogot colonial, Stern, op. cit.
lospar metros identitarios y de estatus de los su etos ue aspira an al honor
Los aportes de estas l neas de tra a o han sido de especial relevancia en el
desarrollo de nuestra investigación. El tra a o colectivo dirigido por Lyman
L. ohnson y Sonya Lipsett-Rivera ha sostenido ue los valores y comporta
mientos asociados a la cultura del honor no sólo atravesaron las divisiones
sociales de Am rica colonial sino ue, a su ve , se mani estaron de ormas
diversas dentro de las distintas culturas regionales. Esta o ra, al contrarrestar
la concepción del honor como atri uto exclusivo de las lites, ha contri uido
a extender
y enri uecer la discusión
del honor en la sociedad colonial. or
en relación con la circulación
su los
parte, de
aportes r d ri ue Langue,
cultural del honor aristocr tico en la sociedad vene olana del siglo xvm, han
mani estado las comple idades de un o eto de estudio polis mico y su eto a
usos sociales diversos .
arte importante tra a os ue anali an la relación entre estatus
de los
social y de
representaciones honor rescatan los aportes ue la Antropolog a
ha venido reali ando al estudio del tema. Las contri uciones de la llamada
corriente de antropolog a social de Ox ord , reali adas desde mediados de
la d cada de , revitali aron los estudios so re el honor mediterr neo,
a riendo nuevas
propuestas interpretativas ue impulsaron decenas de pu li
caciones . Al conce ir el honor como uno de los supremos valores temporales
de las sociedades y, por tanto, como un criterio suscepti le de encontrarse en

Lyman L. ohnson y Sonya Lipsett-Rivera eds. , The aces o honor. Sex, shame and violence in
Colonial Latin America Langue, Aristócratas, honor..., op. cit Langue, Les identit s... , op. cit ar a
Eugenia Chaves, Honor y li ertad. Discursos y recursos en la estrategia de li ertad de una mu er esclava
Guaya uil a ines del periodo colonial Cham ers, op. cit Sonya Lispett-Rivera, Los insultos en la
Nueva Espa a en el siglo xvm Sueann Caul ield, Sarah Cham ers, Lara utman, eds. , Honor,
Status, and Lavo in odern Latin America uan Hern nde ranco y Vicente onto o onto o,
Cultura de honor, lina e-patrón y movilidad social en Cartagena durante los siglos xvi y xvn
Carlos ai a, La universali ación del sentimiento del honor en la sociedad navarra del siglo xvm ,
ames ads orth, Agents o Orthodoxy Honor, Status, and the In uisition in Colonial ernam uco, Bra il
La autora plantea ue durante el siglo xvni la lite mantuana ela oró nuevas estrategias

para conservar su estirpe y su honor, al mismo tiempo ue el mundo de los mesti os hi o propio
el discurso de honor. r d ri ue Langue se ala ue las masas mesti as de Vene uela, m s ue en
otras regiones de Am rica, integran el discurso de la lite mantuana, se adue an de su dial ctica,
invent ndose una genealog a y un honor propios, una limpie a de colores muy similar en sus
planteamientos a la limpie a de sangre reivindicada por la no le a de cu o hisp nico . or ello,
ha la de su versión del honor aristocr tico para caracteri ar las actuaciones del grupo de los

pardos , Langue, Aristócratas, honor..., op. cit,


p. .
Las l neas de an lisis del honor mediterr neo a iertas por la interpretación antropológica
han a arcado aspectos tales como la posición social, el parentesco espiritual o compadra go, la
amilia, la hospitalidad y la sexualidad. Algunas de estas o ras son ohn George ristiany ed. ,
El concepto de honor en la sociedad mediterr nea uiian itt-Rivers, Antropolog a del honor o pol tica de los
sexos. Ensayos de antropolog a mediterr nea uli n itt-Rivers y ohn George ristiany eds. , Honor
A Study o Institutions and oral Val es
y gracia ohn . Camp ell, Honnour, amily and atronage
in a Gree ountain Community, ohn Davis, eople o the editerranean. An essay in comparative social

anthropology, ohn Davis, editerranean Honour and History .


cual uier lugar y grupo -sea en las comunidades eduinas de Egipto, en las
villaschipriotas, dentro de los grupos dominantes o en los sectores su alter
nos-, la interpretación antropológica ha planteado esta noción como una de
las ormas de imposición de tipos sociali ados y pautas de comportamiento
en las sociedades humanas. Como ha sostenido ohn G. ristiany,

en la medida
en
ue todas las sociedades eval an la conducta re iri ndola
apatrones ideales de acción, todas las sociedades poseen sus propias ormas
de honor y vergüen a .

Conello, la perspectiva antropológica ha cuestionado las reivindicacio


nes etnoc ntricas de un honor entendido como
parte del car cter de una
nación. Asimismo, sta ha cuestionado la necesaria inserción del honor en
una estructura social estamental, en la ue sus prerrogativas se circunscri an
exclusivamente al universo de las lites. Los estudios antropológicos han
per ilado la existencia de códigos de honor espec icos para el pue lo , con
nudos tem ticos estructurales, de iniciones de g nero, gradaciones del estatus
o mecanismos de apelación a la violencia, ue en su con unto con orma an
un universo cultural de inido y, con recuencia, so isticado .
En orma casi paralela a las pu licaciones antropológicas, os Antonio
aravall conclu a su ya cl sico estudio so re el honor hisp nico . Centr ndose
en los ltimos a os del siglo xvi y la primera mitad del siglo xvii, es o ó como
su eto de estudio a las lites y, a trav s de tratados de no le a y peticiones
de acceso a órdenes militares, de inió el honor como principio constitutivo y
organi ador del sistema estamental. Esta conclusión lo llevó a circunscri ir
el m ito social del honor a las m s altas erar u as sociales, en las ue este
valor se transmit a a trav s de la sangre . Sus consideraciones nos han sido
honor de los or genes, vinculado las herencias de
tiles en el an lisis de a uel a

el Santiago del siglo


ue circula a
la sangre, en xvm.

El concepto de honor..., op. cit, p. .


ristiany ed. ,
han destacado la naturale a poli ac tica del honor y el hecho de ue los
Losantropólogos
di erentes grupos sociales valoran de orma distinta sus acetas . Las representaciones de honor
se articulan de modos di erentes seg n
cada lugar de la estructura social y el valor espec ico
atri uido a sus distintos explicarse por esto. itt-Rivers, Antropolog a del honor...,
aspectos puede
op. cit, pp. y .
Antonio aravall, oder, honor y lites en el siglo xvn.
os
ese se alar honor lo es tan sólo propiamente el de la clase alta , os A. aravall
a ue
del honor hacia los nuevos sectores sociales ue emergieron con
admitió un despla amiento
al modelo estamental. aravall, oder, honor..., op. cit, pp. y . El an lisis del
posterioridad
los moralistas de la poca del rey elipe II ha contado con
concepto de honor ue plantea an
morale et soci t dans l Espagne de hilippe II, uien,
el tra a o de Claude Chauchaudis, Honneur,
estudio -La loi du duel le code du point d honneur dans l Espagne des xvi et
luego, pu licó un nuevo

los aspectos caracter sticos del honor no iliario


xvii sueles- en el ue continuó pro undi ando
en

relacionados con la de ensa y satis acción del honor.


en la Espa a moderna,
El tra a o de os Antonio aravall orma parte de una larga lista de
estudios se han
hispanos relativos al pro lema. arte importante de stos
visto estimulados por la recurrencia del
tópico del honor en la literatura del
Siglo de Oro, pre erentemente en las o ras de Lope de Vega y Calderón
de la Barca. Los tra a os de tipo histórico-literario, desarrollados desde las
primeras pu licaciones de Am rico Castro hasta las o ras contempor neas,
han anali ado diversas aristas del
pro lema, tales como los usos del tópico
del honor por los villanos .
Como hemos o servado, el honor ha sido un o etode estudio visitado
con
disciplinas a lo largo de los ltimos cuarenta a os.
inter s por distintas
El acotado alance a u presentado ha mostrado ue ste ha sido planteado
como un valor secular
comple o, cuyas estructuras pudieron mani estarse en
diversas sociedades, as como en los distintos grupos ue las con orma an .
Bartolom Bennasar, por e emplo, luego de anali ar cientos de contratos entre
artesanos y campesinos de la
Espa a del Antiguo R gimen, concluyó ue para
ese
per odo tanto los individuos como las amilias tienen su honor,
aun ue
sean
po res . uchos de estos nuevos su etos de honor -los po res , las
mu eres, los artesanos, los campesinos- han sido relevados entre las l neas de
los registros udiciales . Estos documentos, ue para el caso chileno a n no
ha an sido escudri ados en s ueda de representaciones y usos sociales de
honor, han guiado nuestro recorrido por el pasado colonial y sustentado la
presente investigación.

Am rico Castro sosten a ue la honra para los espa oles de los siglos xvi y xvn radica a
la autopercepción del grupo de los hispano-cristianos en contraposición de las castas
en
hispa-
no-he rea hispano-morisca. Se trata a, en consecuencia, de una honra casti a . Asimismo, su
e

an lisis de o ras teatrales espa olas le permitió constatar la di usión del honor desde la no le a
hasta los aldeanos orgullosos de su condición de cristianos
vie os. Esto ltimo ha r a rede inido
el concepto de no le a, separ ndola en hidalgu a
y en limpie a de sangre. Castro, De la edad
con lictiva..., op. cit Am rico Castro, Algunas o servaciones acerca del concepto del honor en los
siglos xvi y xvn Am rico Castro, Espa a en su historia cristianos, moros y ud os, Ramón en nde
idal, De Cervantes y Lope de Vega Ramón en nde idal, Historia de Espa a Ramón en nde
idal, Los espa oles en la historia y en la literatura dos ensayos, Ed in Honig, Calderón and the sei ures
o honor, Donald R. Laison, The honor plays o Lope de Vega ames andrell, Don u n and thepoint
o honor. Seduction, patriarcal society and literary tradition Noel Salomón, Recherches sur le th me paysan
dans la «comedia» du temps de Lope de Vega Anthony Van Beysterveldt, Repercussions du souci de la
puret de sang sur la conception de Ihonneur dans la «Comedia Nueva» espagnole.
Ro ert A. Nye, asculinity and ale Codes o Honor in odern rance, Elisa eth A. oyster,
anhood in Early odern England. Honour, Sex and arriage.
Bartolom Bennasar, Los espa oles. Actitudes y mentalidad, desde el siglo xvi al siglo xix, pp
- .
adero, anos violentas..., op. cit adero, In urias y mu eres... , op. cit Renato Barahona,
Sex crimes, honour and the lava in early odern Spain Vi caya - .
Reta os de honor

en la documentación udicial chilena

Los tra a os mencionados han orientado de una u otra orma este estudio.
Sin em argo, el an lisis de las representaciones y usos del honor por actores
de todos los grupos sociales exigió contar con documentación ue permitiera
acceder a sus universos sociales y culturales. La s ueda de registros poli
ónicos de honor en diverso tipo de documentación udicial resultó ser la
opción metodológica m s apropiada a estos re uerimientos, aun ue no por
ello exenta de comple idades. As ue como al inicio de la investigación nos
encontramos ante uno de los pro lemas ue han de ido a rontar uienes se
han aproximado a su etos de estudio a trav s de uentes indirectas, tales como
los registros udiciales .
La elección de este tipo de documentación comporta a una serie de di icul
tades metodológicas ampliamente conocidas. Entre ellas se halla a el pro lema
de la mediación, pues no pod amos desconocer ue entre el su eto ue de a a
su testimonio
y el investigador interven a una serie de persona es ue i an
de ando impronta en el documento, como escri anos, procuradores y pro
su

tectores de po res , por mencionar a algunos. A su ve , de amos considerar


la situación compulsiva en la ue muchos reos presta an su con esión ante
la usticia . Todo ello, unto a los pro lemas ue plantea a la di cil traslación
de representaciones propias de una cultura oral a un registro escrito .
or ello, siempre tuvimos presente ue nos encontr amos rente a un

soporte documental particular, un registro udicial emanado por instituciones


de go ierno, sometido a estructuras, ormalismos y mediaciones. Advertimos
un
registro altamente intervenido ue se trans orma a en campo de atalla
de las microrrelaciones de poder existentes entre su etos de los m s variados
lugares sociales . En consecuencia, en la lectura de la documentación udicial
de lo sucedido cticamente, pues era comple o
no
esperamos hallar testimonios
de manera transparente
suponer ue los registros compulsados expresaran
las visiones de mundo de lavanderas, artesanos, castas o espa olas po res .
Como ha planteado Natalie Davis, una de las caracter sticas de esta documen
tación es ue permite conocer las signi icaciones de lo sucedido desde la visión

Bur e, La cultura popular..., op. cit Gin urg, El ueso..., op. cit.
ichel oucault, La verdad y las ormas ur dicas os Tom s Corne o, Causas criminales
una
aproximación a las identidades populares en Chile - .
ngel Rama, La ciudad letrada. or su parte, Steve Stern ha planteado ue pese a
ue los
actores inmersos en
procesos udiciales teman en mente las reglas y expectativas de las autori
testimonios inicialesno sol an caer en ormulismos legales, lo ue contrasta a con las
dades, sus

medias inales de los procesos, en las ue la mediación institucional y la estili ación se


etapas y
- .
espesa an nota lemente. Stern, op. cit, pp.
La verdad..., cit ernando de Tra egnies, Cir aco de Urtecho. Litigante por Amor,
oucault, op.
Rama, op. cit
i

particular de un narrador, a sa er un
testigo, la parte uerellante o la acusada .

stos de an relato ue resultara coherente y ue pudiera otorgar


construir un

sentido los hechos o servados.


a

La necesidad de presentar una narración


lógica lleva a a estos su etos a
dar sentido a los hechos ocurridos -muchas veces
episodios con usos de vio
lencia- acudiendo a los universos de signi icaciones de las de
representaciones
honor. No ue los registros udiciales dieran cuenta de lo
pod amos pretender
verdaderamente ocurrido, so re todo cuando se
presenta an dos versiones de
la historia por partes ue, a trav s de su relato, usca an o tener el avor de
los ueces. ero s era posi le hallar representaciones de honor en las ormas a
trav s de las cuales los
protagonistas de los uicios estudiados usca an explicar
por u ueron o endidos por las pala ras y los gestos de otro .
El honor era invocado por ue permit a dotar de signi icados los
gestos y
voces
ue preced an, in und an y luego cerra an los con lictos interpersonales.
Sus discursos eran convocados por ue impregna an las visiones de mundo
de diversos grupos sociales y, al mismo tiempo, de ido a
ue stos eran los
recursos
ue sus
receptores -los ueces- espera an conocer para usti icar la
violencia desencadenada. De este modo, sus categor as eran invocadas
para
se alar ue un golpe en el rostro, una mirada desa iante o una urla deshon
ra an y provoca an. Deshonra an, pues instala an al
receptor no sólo en una
posición de humillación sino, tam i n, de am igüedad. El desa iado no ten a
su honor irremedia lemente vulnerado, sino
ue se halla a en una situación
inde inida entre honor y deshonra, de la ue sólo
podr a salir aceptando el
desa o y respondiendo con violencia o, por el contrario, haciendo uso de la
usticia. or ello, tales gestos y pala ras provoca an, es decir, incita an a pen
dencia, como sol a argumentarse en los registros udiciales.
Estas representaciones de honor ueron halladas undamentalmente en
dos tipos de registros udiciales. El primero estuvo integrado
por el grupo de
hechos criminales considerados cl sicamente delitos contra el honor , a sa er
las in urias y las calumnias. El segundo, en tanto, estuvo con ormado
por un
con unto de delitos ue, en ciertas circunstancias, pod an entenderse seg n el
concepto de delitos por honor . Se trata a, en el ultimo caso, de los episodios
de violencia criminali ados a trav s de las
iguras de los homicidios y las
lesiones . A estos ltimos ue necesario agregar las causas caratuladas como
procesos por heridas , pese a la inexistencia de esta igura legal. lanteamos
ue sólo en ciertas circunstancias estos tres ltimos podr an entenderse como
delitos por honor . Esto, de ido ue las
a
pr cticas de violencia en Chile

Natalie . Davis, iction in the Archives. ardon Tales and their Tellers in
Sixteenth-century
rance, p. .
ieter Spieren urg ha argumentado ue el discurso ha itualmente empleado para usti icar
la violencia la
en
Europa oderna ue el de la o ensa del honor. ieter Spieren urg, Violencia,
g nero y entorno ur ano Amsterdam en los siglos xvn y xvni .
Ra ael iedra Vargas, Delitos contra el honor, .
p.
colonial no se circunscri ieron exclusivamente a las reparaciones violentas
de la honra o a las din micas de desa o-respuesta. A lo largo de estas p ginas
anali aremos las condiciones en las ue las ltimas se desarrolla an.
La documentación ue sustentó este tra a o estudió los delitos m s re
cuentes durante el siglo xvm, a sa er los delitos contra las personas. De
acuerdo con diversas investigaciones, stos alcan aron entre el , y el
, de los hechos criminosos . En
espec ico, dentro del archivo de la
Real Audiencia esta investigación contempló tres de los cuatro delitos de

mayor representación dentro de dicho ondo documental . En t rminos


comparativos, los delitos contra la
propiedad -ro o, despo o y salteo- repre
sentaron entre el , y el , de la totalidad de delitos conocidos .
Estos expedientes han sido hallados en los ondos Real Audiencia y Capita
n a General, custodiados en el Archivo Nacional. Recogieron tanto procesos de
primera como de segunda instancia, vistos por alcaldes ordinarios, corregidores
y su delegados . Estos dos ltimos eran integrados dentro de la denominación
gen rica de usticia mayor , pues pod an conocer las apelaciones a los allos
de los alcaldes ordinarios, uienes muchas veces no eran letrados. El tri unal
superior era el de la Real Audiencia, ue ten a competencia en materia civil
y criminal, tanto en primera como en segunda instancia .
La S ptima artida, dedicada a materias de derecho penal y procesal pe
nal, se con igura a como la principal uente legal para conocer la noción de
honra a trav s del tipo penal de la deshonra o in uria . Dividida en in uria

Armando de Ramón, Santiago de Chile - . Historia de una sociedad ur ana, p.


An n y Alandro de vila, Notas para el estudio de la criminalidad y lapenolog a en Chile
al Bascu
colonial - , p. .
de las criminales pone primer lugar los homicidios
La distri ución porcentual causas en

, en segundo lugar los hurtos y ro os , , en tercer lugar las in urias , y en

cuarto lugar las lesiones . I id.


De Ramón, Santiago de Chile..., op. cit Bascu n y de vila, op. cit.
Chile colonial, pp. - .
Enri ue orrilla, Es uema de la usticia en

Ra l u o eli ,La Real Audiencia de Chile, pp. - Bascu ny


Op. cit, pp. -
de vila, op. cit. La Real Audiencia de Santiago se creó por real c dula en y uncionó hasta
. Volvió a uncionar durante la Recon uista, desde hasta . Uno de sus dos archivos
so re los asuntos de Estado y los ue alud an al
era el archivo secreto ue guarda a los expedientes
honor de las amilias. Al archivo ten an li re acceso los litigantes y esta a a o la custodia
p lico
del escri ano. Se estima ue se ha conservado sólo la uinta parte de su volumen original, ue
son catorce mil pie as, de las cuales seiscientas son expedientes
criminales.

El undamento de la de las
aplicación artidas en Am rica espa ola radica a en la vigencia
del Derecho castellano en este continente, el cual reg a en todas las materias no contempladas
espec ico de Indias. Seg n Bernardino Bravo Lira, las artidas ue el cuerpo legal
por el Derecho
en Am rica desde el siglo x l hasta el xix. A la ve , ue el nico
aplicado con
mayor regularidad
con unto legal, dentro del m ito hispano, ue de inió el delito de in uria y ue adem s lo trató
Bravo Lira, Vigencia de las artidas Chile uan A olas y
mayor extensión. Bernardino
en
con
tam i n Luc a Inverni i, La tradición
V ctor Espinosa, Delitos de in uria y calumnia, p. . V ase
de las de
partidas Al onso X, en testamentos chilenos del siglo xvn .
ver al , real y literal entend a por ella deshonra ue es hecha,
o escrita, se

o dicha a otro a tuerto, o a despreciamiento de el . Las in urias o a rentas


deli eradas al honor encontra an su signi icación y valor sim ólico en la
pro undidad y vivacidad de la honra . Dicho de otro modo, la capacidad
comunicativa de la in uria, en cuanto acto -pala ra o gesto- ue expresa a
valores, representaciones y pr cticas, se explica a por la vitalidad de las
no

ciones de honor ue le da an sustento. Al anali ar dichos procesos udiciales


descu rimos los reta os de un honor vulnerado ue o ligó a sus portadores
in uriado Al sólo se sent a vergüen a
repararlo por la v a udicial.
a ser no

sino la cualidad moral del honor del individuo o de la amilia se resent a.


ue
Con recuencia, como re er an las pala ras del escri ano usto del guila en
la introducción, de la deshonra so reven a la marginación, el uie re
luego
la colectividad. Ello se explica a por
de los la os ue un an al individuo con
la cualidad del honor como idea moral . Sólo en cuanto tal, ste pod a
determinar los criterios de prioridad, de inir los órdenes sociales y valorar los
modelos conductuales.
uria esta a determinada por diversos actores, como la
La gravedad de la in
naturale a o importancia del hecho, la parte del cuerpo en ue se ha a hecho
da o -como la cara o los o os-, as como el lugar en ue se ha a e ectuado la
a renta, pues era determinante si ello ocurr a en un lugar p lico delante de
muchas personas . Asimismo, resulta a gravitante considerar la dignidad,
car cter o calidad del in uriado del modo ue suced a si el superior reci e la
o ensa del in erior ue le est su ordinado . Tam i n otorga a gravedad la
manera en
ue se ha an reali ado las in urias -como si se hac an por escrito o

Se se ala a ue comet a in uria ver al uien denuesta a otro, o le escarnece, o le pone

apodos, o le dice
pala ras ue tiene por deshonrado, o ha la mal de l en su presencia o en
con se

ausencia, o le echa en cara o le imputa de viva vo ante otras personas alg n yerro ue le expone
a la in amia o al desprecio, ya lo haga por s mismo, ya se valga de ello de cual uier otro su eto .

Exist a gran variedad de expresiones in uriosas, pero la ley menciona a algunas especialmente
graves, como
leproso , sodom tico , cornudo , puta , gitano o tornadi o . uero Real, c. ,
li . , t t. , ley Nov sima Recopilación de Leyes de Espa a. , li . , t t. , ley y li . , t.
, ley . oa u n Escriche, Diccionario ra onado de legislación y urisprudencia, pp. - .
artida S ptima, c. - , t t. , ley . Ra ael Serra, Honor, honra e in uria en el Derecho
medieval espa ol, pp. - elipe eneses, El delito de in uria en las Siete artidas su
con iguración
y trascendencia.
No pod a con ormarse la in uria de no mediar intención de in uriar. or ello no eran reos

de in uria los menores de die medio, los locos, los desmemoriados o uienes hac an o
a os y

dec an algo en roma. artida S ptima, c. - , t t. , ley . Asimismo, se se ala a ue uien


ha a proerido una in uria ver al de a uedar li re de toda pena si pro a a lo ue ha a dicho.
artida S ptima, c. - , t t. , leyes y .
adero, anos violentas..., op. cit, p. . Nociones ue corresponden al prólogo de ac ues
LeGo
.
Gayol, Honor moderno... , op. cit, p.
artida S ptima, c. - , t t , ley .
. Escriche, op. cit, p. .
Leyes de Estilo, principios siglo xrv, ley y
li elo amoso -, por ra ón de la solemnidad del de las circunstancias
tiempo o

y por la trascendencia de la imputación in uriosa .


La legislación hispana determina a ue las penas por la comisión de este
delito varia an de acuerdo con las categor as enunciadas, pero por lo general
eran
pecuniarias pudiendo llegar al arresto en ciertos casos. En el caso de
in urias graves o atroces se pod a condenar al in uriador a desdecirse o re
tractarse ante un ue y testigos, acto denominado cantar la
palinodia . En
las simples se decreta a la deprecación o de al
s plica perdón in uriado .
or su parte, en las in urias de sentido am iguo se
prescri a la declaración
de honor , ue o liga a al reo a decir ue ten a y ha a tenido
siempre al
o endido por persona honrada, honesta y de uen proceder, y
ue no ue su
intención causarle agravio .
Respecto la
de
aplicación las leyes en los procesos udiciales chilenos, se
a

ha determinado ue las escasas citas legales correspond an en mayor n mero


a las artidas *. A la ve , se destaca a la aplicación del ar itrio udicial. En
cuanto a las penas otorgadas, la sentencia m s utili ada era la
ue a solv a de
toda culpa al autor de la in uria. Le segu a la multa, ue luctua a entre los
cincuenta y los uinientos pesos en moneda de oro o de plata. Luego ven a la

pena de destierro, la amonestación - ue consist a en reprender al in uriante-,


el aperci imiento -en el ue se insta a al acusado a me orar su conducta-, y
inalmente la pena de a otes, ue se aplicó sólo en dos ocasiones . La conde
nación en costas -pagar los costos del proceso-, ue se considera a una pena
accesoria, ad uir a en muchos de estos casos el car cter de pena principal.
Es
importante destacar ue tanto en las in urias como en todos los delitos
anali ados reg a lo ue rancisco Tom s y Valiente ha llamado el principio
de desigualdad personal ante la ley . Esto signi ica a ue la condición social
del delincuente era un elemento esencial en la determinación de la pena. Los

Las penas ue reg an para las in urias por escrito eran importantes, como la muerte o el
destierro, pues considera
se a ue la deshonra ue ocasiona an los li elos ten a mayor repercusión
ue las o ensas ver ales. Tam i n era penado el ue encontrando el li elo no lo rompiese, as
como el ue cantara o recitara versos compuestos en deshonra de otro. En todo caso, este tipo de
in uria dio con poca recuencia en el escenario colonial chileno, para el ue se conocen sólo
se

dos casos. Esto expresa la preeminencia de la oralidad en el mundo tradicional. ANHRA, vol.
, pie a , ANHRA, vol. , pie a , - . So re los criterios de gravedad de

in urias uero Real, c.


las , li . ,t t. , ley Nov sima Recopilación de Leyes de Espa a mandad
ormar por el se or don Carlos LV. , li . , tt , ley artida S ptima, c. - , tt ,
leyes , y Escriche, op. cit.
ueroReal, c. , li . , t t. , ley .
ANHRA, vol. , pie a , .
Escriche, op. cit, p. .
A olas y Espinosa, op. cit, pp. - .

Op. cit,
pp. - .
rancisco Tom s y Valiente, El Derecho enal de la onar u a a soluta siglos x -xvii-xvm,

pp. - .
privilegios penales ue go a an los no les o hidalgos ten an car cter procesal
o estrictamente
penales. or e emplo, los no les esta an exentos del tormento,
salvo delitos extremadamente graves, como los de lesa ma estad, sodom a
en

de las penas
y asesinato. Respecto de las penas, los hidalgos esta an exentos
corporales in amantes -llamadas corporis a lictiva - ue eran la de a otes,
galeras, vergüen a p lica y mutilaciones. Tampoco se les pod a imponer
la pena de muerte en su orma de e ecución tenida por m s vil o deshonrosa,
ue era la de horca .
El modo de proceder en los uicios por in urias era undamentalmente
el
por uerella de parte. Esto signi ica a ue las causas se inicia an por ue
hom re o mu er vulnerado en su honor decid a interponer una uerella por
in urias contra su
in uriador. Sólo en los casos de in urias ver ales o reales de
mucha el ormar causa, llev ndose sta de o icio . He
gravedad ue de a
mos visto ue esto ltimo ocurrió, por e emplo, Santiago en colonial cuando
algunos soldados protagoni aron hechos in uriosos, incurriendo en indisciplina
y alterando el orden p lico .
encionamos ue, unto a la in uria, el delito de calumnia tam i n era
considerado como delito contra el honor . Este ltimo era conceptuado como
la acusación alsa ue se pone, o ve ación ue maliciosamente se da a alguno
ante el ue . ese a ue conta a con una de inición en la S ptima artida,
la calumnia no igura a con recuencia en la legislación del per odo . En
muchas ocasiones era con undida con la in uria, lo ue explica ue existiesen
procesos en los ue se persegu a al o ensor por las in urias y calumnias in eri
das. En general, se la asimila a al also testimonio, aun ue no se le impon an
las graves penas aplicadas a este delito . El delito de calumnia igura a con
menor recuencia
ue el de in uria dentro de los registros udiciales coloniales .
Las artidas impon an al calumniador la pena del talión , es decir, la ue
merecer a el calumniado de pro arse el delito ue se le atri u a . Con todo,
lo ue imperó ue el ar itrio udicial, el ue sopesa a el tipo de imputación

En la pr ctica, el no le era
castigado, por lo general, con destierro y pena pecuniaria o
a lo sumo a servir cierto n mero de campa as en
alg n e rcito del Rey. Tom s y Valiente, El
derecho penal..., op. cit., p. .
Nov sima Recopilación de Leyes de Espa a, , li . , t t. , ley . Escriche, op. cit, p. .

ANHCG, vol. , s. - v, ANHCG, vol. , s. - , .


Covarru ias, op. cit, p. . Se entend a ue la di erencia entre calumnia e impostura era

ue la primera no sólo her a el amor propio sino ue reca a so re hechos ue causa an deshonra.
Escriche, op. cit, p. .
artida S ptima, c. - , t t. , ley .
stas eran la pena de muerte, la de vergüen a p lica y la de galeras perpetuas. Nov sima
Recopilación de Leyes de Espa a, , li . , t t. , ley . A olas y Espinosa, op. cit, pp. -
Escriche, op. cit., p. .
De un universo de uinientos dos procesos por in urias y calumnias existentes en los ondos
Real Audiencia y Capitan a General, cuatrocientos cuarenta y tres eran por in uria y cincuenta

y nueve
por calumnia.
artida S ptima, c. - , t t , ley .
in erida,as como las caridades del calumniador y del calumniado. A su ve , se
tend a a penar al autor con el pago de costas, da os y per uicios. Si ien, como
se
aprecia, la legislación se preocupa a m s de la calumnia udicial, tam i n
pod a darse extra udicialmente, aun ue era menos grave ue la primera. La
calumnia extra udicial se produc a cuando se le atri u a a otro extra udicial
mente un delito
ue no ha a cometido .
Hemos reservado para el inal el an isis de la in uria real o de he
cho , pues en la documentación anali ada esta igura se presenta a tanto en
los uicios por in urias como en muchos de los pleitos seguidos por lesiones,
heridas y homicidios. En e ecto, en estos ltimos era ha itual ue tanto los
e ecutores de la violencia como los testigos y agentes udiciales implicados
en los procesos catalogasen como in urias o deshonras las heridas sicas
propinadas. Esto se de a a la indistinción entre el delito de lesiones y el de
in urias de hecho o deshonras de hecho . Esta im ricación undamenta,
a su ve , la
inclusión de los delitos de lesiones dentro de una investigación
so rerepresentaciones de honor.
El rigor casu stico caracter stico de las Siete artidas se expresó en la enu
meración detallada de las maneras en ue se pod a cometer deshonras de
hecho , como hiriendo un hom re a otro con mano o
pie, o con
palo o con

piedra o con armas, o con otra cosa


cual uier . Lo mismo ocurr a si se re

meda a a alguien delante de testigos, se romp a a otro sus ropas, se le escup a


en la cara, o cuando se
pon an cuernos u otra cosa seme ante en la puerta de
alg n vecino . En los procesos por in urias llevados adelante en Chile colonial
se destaca an ciertas acciones como las in urias de hecho m s ha ituales.
En primer lugar se halla an los astona os, seguidos por los o etones en el
rostro . Las o etadas tam i n igura an con recuencia en los episodios de
trav s de
violencia ue posteriormente llega a a conocer la usticia a causas

por lesiones, heridas u homicidios.


Como el delito de lesiones se asimila a al de in urias de hecho , com
part an las mismas penas . Ahora ien, en Chile la penali ación del delito

artida S ptima, c. - , t t. , ley y t t , ley .


artida - , t t. , leyes y . Al igual ue el de las in urias, el
S ptima, c. en caso

delito de lesiones ue entendido y penali ado utili ando undamentalmente el texto de las artidas
como uente legal. orge La ourcade Rodr gue y Carlos Smith ue ada, Delito de lesiones, A olas
y Espinosa, op. cit, p. .
artida S ptima, c. - , t t. , ley .
uriar a su amo poni ndole las
Las leyes tam i n se ala an ue el criado pod a in
manos

encima. En ese adem s, era tenido por aleve como ue rantador de la idelidad y seguri
caso,
dad ue le de a. Tam i n comet a in uria
el hom re ue persegu a a una
mu er, ue le envia a
ocultamente oyas u otros regalos con la inalidad de corromperla. ero la in uria de hecho m s
arrastrarlos y deshonrarlos. Nov sima Recopilación de Leyes
grave era la de desenterrar cad veres,
de Espa a, , li . , t t, , ley artida S ptima, c. - , t t , leyes , , , y .
A olas y Espinosa, op. cit, p. .
Las artidas sólo re er an dos casos especiales en los ue se pena an las lesiones separa
damente de las deshonras de hecho. Se trata a de la castración y del castigo excesivo de padre a
de lesiones de hecho ara
se
expresó con
mayor dure a ue el de in urias
.

el destaca an las penas privativas y restrictivas de li ertad, entre las


primero
En
ue prima a servir en las o ras p licas del rey a ración y sin sueldo .

segundo t rmino igura an las penas pecuniarias, cuyo monto luctua a entre
los ocho y los uinientos pesos de ocho reales. Las penas corporales aplicadas
se remit an
por lo general a la de a otes, reci ida mayoritariamente por indios,
negros y castas , li res o esclavos . La indemni ación de per uicios tam i n
se
aplica a, algunas veces como nica pena y en otras unto a la pena princi
pal. Esto se produc a por la iniciativa de algunos uerellantes de seguir tanto
la acción civil como la criminal. or ltimo, muchas sentencias otorga an la
li ertad a los inculpados, usti ic ndolo en ra ón del tiempo ue ha an per
manecido en reclusión mientras se desarrolla a el proceso.
En lo ue respecta a las causas seguidas por homicidio, las artidas consi
dera an este crimen, y con ra ón, como el m s grave ue pod a cometerse .
Ahora ien, en los procesos udiciales chilenos o servamos ue por lo general
la muerte no so reven a de orma inmediata. sta acaec a con
posterioridad
como consecuencia de la gravedad de las heridas o de la alta de cuidados
m dicos. El homicidio se divid a en voluntario e involuntario . El prime
ro era
ue el se comet a con intención de uitar la vida. od a ser
simple
cuando no esta a acompa ado de circunstancias ue lo agrava an. od a ser
cali icado seg n diversas condiciones, como la calidad de la persona asesi
nada, el lugar donde ha an ocurrido los hechos y el instrumento ue se ha a
usado para ocasionar la muerte . Todos estos casos, incluso el de homicidio
de una ri a, reci an pena capital. Sin em argo, algunas
simple , producto
circunstancias exim an al homicida de toda pena. Entre ellas, el ue mata a
al ue descu r a yaciendo con su
mu er, su
hi a o hermana, al ue encontra a

hi o o de amo a artida S ptima, c.


siervo. - , t t. , leyes y artida rimera, c. -
, t t. Algunos t tulos de la Nueva Recopilación re er an casos especiales de lesiones
, ley .
con sus
penalidades. Nueva Recopilación, , li ro , t t. y .

Recogemos los resultados presentados en el


completo estudio de La ourcade y Smith,

op. cit ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v,


ANHRA, vol. , pie a , . , .
Esto, adem s, se usti ica a en la sentencia se al ndose ue era la pena ue los andos
aplica an a uienes carga an y usa an armas prohi idas, como cuchillos o piedras. En algunos
procesos, incluso, se cita a el ando en cuestión. Se indica a, por e emplo, ue el de agosto
de se ha a ordenado por ando ue ning n indio negro, am o ni mulato cargue cuchillo
ni piedras en manera alguna so pena de doscientos a otes por las calles . ANHRA, vol.

pie a , v, .
artida S ptima, c. - , t t. , ley .
El homicidio se considera a cali icado cuando lo comet a el padre, la madre o alg n
pariente inmediato, cuando se asesina a a un reci n nacido, al ue esta a por nacer, al Rey, a
un eclesi stico o uncionario. A su ve , el homicidio era cali icado en ra ón del modo, cuando
se comet a en orma premeditada, con traición o alevos a. El homicidio alevoso era el se
ue
hac a para o tener la muerte segura, sin mediar ri a. Escriche, op. cit, p. .
llev ndose una
mu er or ada para yacer con ella o al ue ataca a a su
mu er
o un
pariente con cuchilloespada .
o

La ley aplica a penas muy duras a los


ue comet an homicidio mediante
duelos. Es m s, el duelo mismo, aun ue de l no hu iese resultado muerte
o herida, esta a
penado con la pena capital y la con iscación de ienes .
Tam i n ha a penas para los testigos y para uienes ha an intervenido en
l. En e ecto, una de las excepciones al principio de desigualdad personal ante
la ley se da a en el caso de las penas en materia de duelos. Tanto los reyes
católicos -en - como elipe V -en - impusieron severas penas a
los duelistas, sin distinguir la calidad de las personas. La Iglesia tam i n hi o
es uer os en esta materia. Las penas canónicas a los duelistas contempla an
la excomunión, la privación de sepultura eclesi stica y el entredicho. Algunas
proced an del edioevo, siendo con irmadas por el Concilio de Trento y con
posterioridad por Ale andro VII, en , y Benedicto XIV, en . Como
se o serva, la dure a y recurrencia de las condenas reales evidencia a, para el
per odo estudiado, la tendencia a resolver violentamente los lances de honor,
es uivando la v a udicial. Ahora ien, pese a la uni ormidad de las penas se
sa e ue, en la pr ctica, cuando los duelistas eran no les no se les castiga a
con todo el rigor de la
ley.
Respecto de los homicidios involuntarios , se esta lec a una serie de
distinciones, como los homicidios por imprudencia o por impericia . Ellos
se
aplica an en situaciones a enas a esta investigación, como ocurr a con los
homicidios resultantes de la mala pr ctica m dica. ese a ello, una de estas
iguras era invocada en las dis uisiciones ur dicas ue los a ogados y procu
radores de po res vert an en los uicios anali ados en estetra a o. Ella era la
del homicidio por imprudencia cuando la muerte se e ectua a a o el estado
de em riague . Como veremos m s adelante, la in luencia del alcohol era el
segundo atenuante invocado, luego de la provocación, por los representantes
udiciales de los acusados.
En suma, los dos universos documentales comentados -in urias y calum
nias, por una parte, y heridas, lesiones y homicidios, por otra- se complemen
ta an. Esto ocurr a no sólo de ido a la noción ur dica vinculante de deshonra
de hecho sino, tam i n, por ue el de
uicios recog a a uellas
segundo grupo
situaciones de in uria resueltas por propios protagonistas a espaldas de
sus

la es era udicial. Seg n rancisco Tom s y Valiente, en la Espa a moderna,


a Chile colonial, exist an
cuya realidad podemos extender en esta materia
dos enómenos ue provoca an la ine icacia de la ley y la usticia penal . El
era el perdón de la parte o endida por el delito, ue correspond a a
primero
una institución regulada ur dicamente. El segundo, en tanto, era la vengan a

artida - , t t. , leyes y Nov sima Recopilación de Leyes de Espa a,


S ptima, c.
, li . , t t. , leyes , y li . , t t. , ley .
, li
Escriche, op. cit Tom s y Valiente, El derecho penal..., op. cit, pp. - .
Tom s y Valiente, El derecho penal..., op. cit, pp. - .
privada. Los registros udiciales por heridas, lesiones y homicidios nos permi
tieron acceder a esta ltima.
Hemos se alado ue los anteriores han sido los principales, aun ue
no

los nicos cuerpos documentales ue han sustentado esta investigación. unto


a ellos nos hemos
apoyado en uicios de disenso matrimonial, los ue desde
en rentaron a hi os e hi as con sus padres o tutores en torno a la elección
de cónyuges . Ello se
produ o luego ue la Real ragm tica de atrimonios
uscara legislar so re las uniones de los hi os de amilia menores de vein
ticinco a os . El propósito alian as desiguales ,
era
impedir ue atentaran
contra ue uesen per udiciales para el Estado. La
el honor de las amilias o

norma indica a
ue cuando los novios estima an ue no se cumpl an tales
circunstancias pod an acudir a la usticia para ue uese sta la ue decidiera
si el disenso era o no undado .
Est compro ado ue los uicios de disenso no sólo recogieron los casos de
las amilias de lite sino, tam i n, de espa oles po res ue mostra an reparos
al matrimonio de sus hi os aduciendo por lo general o eciones socio-raciales .
A la ve , en , una nueva Real
ragm tica amplió estas disposiciones a los
negros y castas . Como los argumentos esgrimidos por las partes gira an en
torno a las igualdades o desigualdades de las amilias, ellos permitieron
conocer diversas acetas de la
representación de honor de los or genes, ue cir
cula a en la sociedad chilena.
El di logo enta lado los procesos udiciales descritos ue integran
con

do posteriormente documentación diversa, como testamentos, codicilios e


inventarios de ienes. Todos estos
registros, iluminados por la amplia litera
tura ue exist a para otras regiones de Am rica, han permitido reconstruir
la estructura polis mica del honor en el Santiago del siglo xvm. Decidimos
a ordar la totalidad de los rostros ue el honor revela a sa iendo ue era un
proyecto am icioso. Sin em argo, era esta diversidad de hori ontes de honor
lo ue otorga a valor al pro lema elegido y lo ue enri uec a el tra a o ue
decidimos emprender.

Hace cuarenta a os, Gon alo Vial anali ó algunos uicios de disenso contenidos en el
Archivo de la Real Audiencia, preocup ndose de detectar los elementos ue articula an lo ue l
llamó el pre uicio racial , elementos encontrados dentro de la argumentación de los padres ue
se
opon an al matrimonio. De esta orma, a ordó la documentación dando cuenta de la ideolog a
discriminatoria de las lites, de ando de lado las
representaciones y pr cticas de los o etos de
esa
marginación. Vial, op. cit. Una reinterpretación de dicha documentación, ue tiene en cuenta
las representaciones de los contrayentes o etados, en Undurraga, En usca de honor... , op. cit.
ragm tica sanción para evitar el a uso de contraer matrimonios desiguales , El ardo,
de mar o de Real C dula declarando la orma en ue se ha de guardar y
cumplir en las
Indias la ragm tica Sanción de de mar o de so re contraer
matrimonios , El ardo,
de a ril de , en Richard onet e, Colección de documentos para la historia de la ormación social
de Hispanoam rica - , vol. , tomo , pp. - y - .
Susan . Socolo , are as ien constituidas La elección matrimonial en la Argentina
colonial, - Bemard Lavall , Amor y opresión en los Andes coloniales.
De los espacios a las pr cticas de honor

Santiago en el siglo xvm

El paisa e ur ano era un actor m s de los cientos de historias de encuentros

y desencuentros entre individuos y grupos en torno a las representaciones de


honor . No se trata a sólo del escenario de disputas o camarader as, sino
de un
agente ue propicia a las socia ilidades y la circulación de modelos
culturales. Es m s, sus calles y arrios eran tiles a los actores en la tarea de
construir tanto sus
propias identidades como la imagen social de los dem s,
asociando los distintos sectores de la ciudad -y sus moradores- a nociones
cargadas de signi icados y estereotipos. A su ve , los ha itantes de la ciudad
identi ica an a a u llos ue no pertenec an al entorno ur ano, consign ndolos
como a uerinos . stos muchas veces eran o eto de urlas por parte de los
residentes ur anos y ha ituales parro uianos de los odegones, pulper as y
otros espacios de socia ilidad .
La vecindad primeros v nculos interpersonales ue la
era uno de los
ciudad propicia a, a
ue el
laprimer reducto de de inición identitaria
ve

para los individuos y sus amilias. Si se uer a conocer ui n era cada cual
en el Santiago del siglo xvm ha a ue acudir al arrio donde ste resid a.
Como ha planteado Rene Salinas, las paredes de las viviendas eran ronteras

permea les, pues no imped an conocer la vida del vecino . or ello se ha


se alado ue estas comunidades e erc an el control m s inmediato so re las
conductas de sus integrantes . Eso explica ue parte de los testigos presentados
en los
uicios anali ados uesen vecinos -en particular mu eres- ue ha an
o servado los hechos, mientras se halla an sentadas en las puertas de sus
casas, interesadas en las actividades a enas. Desde all circula an los rumores

ue actua an como mecanismos de control social


no sólo
por tener la capaci
dad de desprestigiar al aludido sino por ue sus voces ayuda an a los agentes
udiciales a conseguir nuevos testigos e indicios para pro ar la culpa ilidad
de los imputados . Tales rumores ad uir an consistencia material, tal como
las paredes de las casas y la tierra o el empedrado de las calles ue envolv an
, ue ha a salido la calle a ver si ve a
sus voces. Una mu er se aló, en a

Un interesante estudio del papel de la ciudad de ar s en las vidas de los su etos populares
del siglo xvm es el de Arlette arge, La vida r gil violencia, poderes y solidaridades en el ar s del
siglo xvm.
ANHRA, vol. , pie a , s. - , ANHRA, vol. , pie a , s. - ,
ANHRA, vol. , , s. - v, .
pie a
Rene Salinas o lación, ha itación e intimidad en el Chile tradicional Salinas .,
.,
Espacio dom stico... , op. cit.
- .
Rodr gue , En usca de lo cotidiano..., op. cit, pp.
xvni, v ase Rene
,
papel del rumor en la socia ilidad aldeana chilena del siglo
So re el
Salinas ama p lica, rumor y socia ilidad . ara la sociedad rancesa, v ase Arlette arge,
.,
Dir et mal dir . L opinion pu li ue au xviue si cle.
alg n rumor . Los rumores no sólo se escucha an sino ue, tam i n, pod an
verse en el Santiago del siglo xvm.

Solidaridades y competencias marca an las relaciones interpersonales


entre vecinos , alimentando un uego social din mico ue llena a los espa
cios ur anos. Los aratillos, las los y las calle uelas
pulper as, odegones
o dispuestos
reci an d a a da a
ganarse el alimento
individuos a anados en

a
relegar moment neamente las tensiones de la vida colonial. Estos y otros
tantos lugares de la ciudad -como las ace ui is ue reun an a lavanderas o las
carreras de ca allos organi adas los d as estivos en los arra ales-, unta an
los cuerpos, las historias y los pre uicios de espa oles, pardos y mesti os, pese
a los
soportes ideológicos destinados a mantenerlos separados.
Antes de anali ar los escenarios de las pr cticas de honor resulta conve
niente tener presentes algunas consideraciones so re los contextos ur anos
del Santiago del siglo xvm. Diversos estudios han caracteri ado este per odo
ines del siglo xvn
por la ormida le expansión del radio ur ano. Desde
hasta comien os del siglo XIX la po lación de la ciudad de Santiago ha a
llegado a cuadruplicarse . Una de las principales ra ones ue explica an
este crecimiento era
ue la ciudad se ha a convertido en un atractivo oco
de migraciones dentro del pa s.
Seg n Armando de Ramón, este crecimiento se remitió en especial a la ex
tensión de los arra ales, es decir, a la vecindad de los po res , donde surgieron
rancher os o precarias viviendas de material ligero . Ellos se concentraron
principalmente hacia el norponiente de la ciudad, en los ordes del r o apocho
en dirección hacia la Chim a y la Ca adilla. La importancia estrat gica de esa

explica a por la ruta ue, arrancando de ese lugar, conecta a la capital


ona se

con endo a y el norte del pa s. Con el paso del tiempo, estos sectores llegar an
a ser
designados con nom res espec icos ue dar an cuenta de su particularidad
dentro del entorno ur ano. Eso ue lo ue ocurrió, por e emplo, con el sector
denominado etorca, un rancher o cercano a San a lo. El segundo arra al
estuvo u icado hacia el surponiente de la ciudad en las cercan as de la Ca ada,
donde antes se ha an empla ado chacras o
pe ue as propiedades agr colas.
Hacia el suroriente se u icó un tercer ue ue llamado
arra al cercano al sector
la Oller a. Los ha itantes de estos lugares viv an en condiciones misera les y no
ten an ocupación i a, contri uyendo a engrosar los grupos ue d a a d a o rec an
su
tra a o, a cam io de un ornal, en las o ras p licas de la ciudad.

ANHRA, vol. , pie a , . , .


De Ramón, Santiago de Chile..., op. cit, p. . Louisa S. Ho erman
y Susan . Socolo
comps. , Ciudades y sociedad en Latinoam rica colonial, p. . arcello Carmagnani, Los mecanismos
de la vida económica en una sociedad colonial. Chile - , pp. , , - .
Seg n Armando de Ramón, las mayores v as de crecimiento se produ eron hacia el norte
la distancia de sus l mites anteriores. Se
y el sur de la ciudad, pr cticamente triplicando trató, por
tanto, del crecimiento de los arra ales de La Chim a, por el norte, y de la ultra Ca ada por el
sur. De Ramón, Santiago de Chile..., op. cit., p. .
Los arrios artesanales se constituyeron m s tempranamente y las viviendas
construidas en ellos eran de me or calidad. stos se u icaron pre erentemente
hacia el sur de la Ca ada en terrenos ue ha an pertenecido a diversos con
ventos e
iglesias empla ados en el lugar, tales como la iglesia de San Diego,
el convento de San rancisco y el hospital San uan de Dios.
El plano ue presentamos en la
p gina siguiente permite vincular stos y
otros espacios del Santiago del siglo algunas de las pr cticas de honor
xvm con

ue propicia an situaciones de violencia


interpersonal. Estos con lictos han
sido hallados los
expedientes udiciales por in urias, calumnias, heridas,
en

lesiones y homicidios registrados en la ciudad de Santiago durante la ltima


centuria colonial. Es cierto ue una
parte de los documentos mencionados
no
consigna an lugar espec ico el se ha donde
a desarrollado el con licto y
ue otros otorga an re erencias am iguas y di ciles de deterniinar . Empe
ro, ha iendo logrado esta lecer m s de la mitad de los lugares en los ue se
veri icaron los con lictos por honor, es posi le derivar una serie de tendencias
relativas al o eto de estudio.
Las pr cticas de violencia relacionadas con algunas representaciones de
honor distaron de ser conductas marginales. uy por el contrario, ellas se
en el cora ón de la ciudad, como se deduce de la concentración de
desplegaron
con lictos interpersonales en la pla a ayor v ase p gina siguiente . Espacio
p lico por excelencia, la pla a ayor congrega a la vida social, económica
y pol tica de la tra a ur ana no sólo con ocasión de iestas y cele raciones .
En los d as corrientes atra a a los ha itantes de la ciudad y sus alrededores
de ido a la importante actividad comercial -en
especial el mercado popular-
ue se desarrolla a en ella.
Eran estos espacios, ampliamente concurridos, los ue serv an de esce
nario a las por honor. Si las o ensas ver ales o
disputas gestuales se o rec an
ante un concursode espectadores, la humillación precisa a la restitución del
honor a trav s de la violencia o del recurso a la usticia. Esto se acentua a en
la medida ue los testigos del lance hicieran circular rumores de lo ocurrido,
es decir, de la vergüen a o de la reparación de los atri utos vulnerados. Lo

de violencia por ho
anteriorexplica ue parte importante de las situaciones
nor, hoy conocemos a trav s de los registros udiciales, se desplegaran en
ue
los espacios p licos por excelencia del Santiago del siglo xvm, a sa er la
pla a ayor y la Ca ada.
Como hemos adelantado, la situación de honor ten a un car cter eminen
temente social, pues precisa a reconocimiento comunitario para constituirse

ue la pu licidad de las o ensas uese determinante en


como tal. Esto explica a

Los datos di ciles de esta lecer en el entorno ur ano han consistido, por e emplo, en
re erencias tales como la tienda del maestro Nicol s Vargas , o la es uina de la panader a de
Don Ga riel Guerrero . ANHR , vol. , pie a , .ANHCG, vol. , s. - v, .
,
De Ramón, Santiago de Chile...., op. cit, p. .
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la con iguración del delito de in uria. La gravedad de ste, as como las penas
a l impuestas, esta an en directa relación con la presencia de testigos en el
lugar de la a renta. La artida S ptima precisa a con claridad ue las o ensas
al honor eran especialmente graves si stas se e ectua an en un
lugar p lico
delante de muchas personas .
ese a ue en el periodo resulta a di cil escindir con precisión lo p lico de
lo privado, la documentación re er a la existencia de espacios con connotación
p lica . Esta catalogación deriva a del grado de pu licidad ue ellos o re
c an, de ido a la importante aglomeración de personas ue concentra an. Estos
m itos, ue pod an considerarse espacios p licos tradicionales -como la
pla a o la calle- se halla an revestidos de un car cter palpa le y material, en
oposición a la connotación a stracta de los espacios p licos modernos .

Gran pla a de Santiago con di erentes tra es nacionales, Corporación cultural de Las Condes,
Antiguos gra ados de Chile, N . Di u o de ohn iers gra ado por Thomas- ann Baynes,

impreso por Hullmandel, en


ohn iers, Travel in Chile and La lata...
La pla a ayor, el espacio donde converg an las actividades de la ciudad, congrega a a
los diversos moradores del espacio ur ano como los carreteros ue lleva an productos de las
chacras cercanas, los comerciantes, ue ten an sus tiendas en el portal del conde y los criados,
desarrolla an pendencias estos
ue extra an agua de la pileta u icada en su centro. Cuando se
su etos se trans orma an en testigos de los lances y generadores de los rumores ue circula an
con
posterioridad a los hechos.
arte importante de los con lictos interpersonales relacionados con el
honor se
desplegó en m itos ue pod an insertarse dentro de la categor a
espacios p licos tradicionales . As , a lo largo de este tra a o o servaremos
la alta proporción de casos en los ue las pendencias originadas en desa os
ormulados al interior de odegones y pulper as se resolv an en el exterior.
Entonces, las calles se trans orma an en escenario de ri as ue eran o ser
vadas por los parro uianos ue proven an de losespacios de diversión o
por
los transe ntes ue circula an por el lugar. Esto suced a, por e emplo, en los

S ptima,
artida c. - , t t , ley .
Undurraga, honor no es m s... , op. cit.
episodios de violencia nacidos en las in ormales ha ilitadas en los
pulper as
ranchos de etorca. Ello da cuenta de la concentración de sucesos de violen
cia en este ltimo sector cercano a San a lo, como se aprecia en la imagen.
Si ien los sectores mencionados -pla a la Ca ada y etorca-
ayor,
eran los principales ocos de situaciones violentas, per metro ue
exist a otro
tam i n escenario de con lictos. Nos re erimos al espacio u i
era
importante
cado al poniente de la pla a mayor a tres cuadras
ayor en un per metro no
desde el tomando
de la ciudad. A como re erencia la
neur lgico
centro su ve ,

pla a, este sector se


proyecta a tres cuadras hacia el norte y tres hacia el sur.
Con esto, una ve m s rati ic amos la presencia de la violencia por honor
en el n cleo m s
antiguo y principal de la ciudad. Lo ltimo se con irma a
m s a n al o servar la escasa constancia de los con lictos mencionados en
el sector de La Chim a, en los extramuros de la ciudad.
Las identidades de los protagonistas de estos con lictos pueden ser acredi
tadas a trav s de los registros udiciales ue criminali aron estos hechos. Ahora
ien, existe un documento ue permite conocer, en t rminos generales, la
constitución socio-racial de la po lación de Santiago. Nos re erimos al Censo
del O ispado de Santiago, , el ue consigna la po lación de
de los a os -
todo el corregimiento de Santiago incluyendo los curatos rurales . As , de
un universo de cuarenta mil seiscientos siete ha itantes registrados, Armando
de Ramón ha calculado ue pro a le ue
era unos treinta mil ha itaran la
ciudad de Santiago para esas echas .
ese a las comple as de iniciones de las identidades socio-raciales en los
ltimos decenios coloniales, las calidades consignadas en dicho documento
pueden ser tomadas desde un punto de vista re erencial. De a uel con unto,
, ueron catalogados como espa oles , un , como mulatos y
negros , un , como mesti os y un , como indios . A primera
vista, llama la atención la importante proporción de ha itantes conceptuados
como
espa oles . Como han mostrado algunos tra a os, la movilidad de las
identidades socio-raciales durante la segunda mitad del siglo xvm generó,
entre otros enómenos, una suerte de espa oli ación en Chile central .
En consecuencia, el t rmino espa ol a u re erido de e entenderse como
una clasi icación identitaria
empleada para consignar una serie de situaciones
diversas. Entre ellas esta a, por supuesto, la de a uellos individuos venidos de
Espa a, pero mayoritariamente la de los su etos ue descend an de hispanos
y tam i n la de a u llos ue, en ra ón de su enotipo, de su ocupación y de
la sociali ación de su comportamiento, pasa an por tales. A lo largo de este
tra a o anali aremos los mecanismos ue permit an pasar por espa ol o por
espa ola en el mundo colonial chileno.

arcello Carmagnani y Her ert lein, Demogra a histórica la po lación del O ispado
de Santiago - , pp. - .
De Ramón, Santiago de Chile..., op. cit, p. .
Arturo Gru essich, Rasgos de la trans ormación social chilena en
siglo xvm .
Estos procesos socioculturales esta an en directa relación con el cre

cimiento económico, ue, con sus vaivenes y di erencias regionales, a dio


muchos la posi ilidad de sustentar materialmente una apariencia espa ola * .
El desarrollo económico de la región de Santiago con ormó nuevas v as de

promoción social ue ueron aprovechadas por algunos sectores de la po la


ción. La renovación del sector mercantil aristocr tico de Santiago, desde la
d cada de y la dedicación al pe ue o comercio por su etos de los sectores
medios ueron algunas de sus expresiones m s visi les . ara estos grupos la
actividad comercial no sólo me oró su situación material sino ue, tam i n,
en sus usos de las
incidió representaciones de honor.
El adelanto económico produ o, seg n algunos autores, por el aumento
se

de la producción triguera y la llegada de este producto al mercado peruano .


Otros, en tanto, han destacado el impacto de actores como el aumento de la

po lación y la expansión de la masa monetaria en circulación . El crecimiento


gradual, pero sostenido del comercio exterior planteó la necesidad de a rir
una ruta m s expedita entre Santiago y Valpara so, lo ue se llevó a ca o entre

y , siendo inanciado por pea es co rados las carretas y mu as a


ue
transita an por l. En este sentido, diversos historiadores han planteado ue
el decreto de li re comercio de no ue el nico motor de desarrollo eco

nómico chileno siglo xvm . En todo caso, es importante destacar ue


en el
una de las expresiones m s visi les de este adelanto se veri icó en la ciudad
de Santiago a trav s de la construcción de o ras p licas .

aime Valen uela, A n de prestigio y movilidad social los espe os de la apariencia


Undurraga, Espa oles oscuros... , op. cit.
EduardoCavieres, El comercio chileno en la econom a-mundo colonial, pp. - .
De Ramón y Larra n, op. cit, pp. - .

Carmagnani, Los mecanismos..., op. cit Cavieres, Elcomercio chileno..., op. cit El ltimo autor
distingue dos circuitos comerciales el de Valpara so- Callao, centrado en el intercam io de trigo
en mecanismos de cr dito y el co re. Una
y a car y el de Santiago-C di -v a Callao, centrado
opinión discordante es la ue presenta Ruggiero Romano, uien plantea ue durante la segunda
mitad del siglo xvm Chile no experimentó un ascenso comercial. Ruggiero Romano, Una econom a
colonial Chile en el siglo xv n, pp. - . Una cr tica a la metodolog a empleada por este autor en
De Ramón y Larra n, op. cit, pp. - .

Sergio Villalo os, El comercio y la crisis colonial, Cavieres, Elcomercio chileno..., op. cit-, pp. - .
Existen tres o ras em lem ticas para el per odo estudiado. En primer lugar, la construc
ción de los ta amares del apocho, entre y , destinados a evitar las avenidas del r o,
recuentado por las lites santiaguinas. El
y ue terminaron por convertirse en un paseo p lico
el de la ciudad con los arra ales del norte o La Chim a.
Cal y Canto, ue un a
de centro
puente
Esta o ra tam i n es tristemente amosa por ue ue construida, entre y , con mano de
o ra or ada ao la dirección represiva delcorregidor de Santiago, Luis anuel de a artu. La
o ra cum re, se mantiene hasta hoy, es la Casa de oneda, proyectada por el ar uitecto
ue
italiano oa u n Toesca. A ellas se unen las o ras de la pla a ayor, como el edi icio del Ca il
do, de la Real Audiencia, del Tri unal del Consulado y la construcción de una nueva catedral.
IV Ramón, Santiago de Chile..., op. cit, pp. - Emma De Ramón, O ra y e. La catedral de

Santiago. - .
Casa de oneda de Santiago y presos de la polic a, en Claudio Gay, Atlas de la historia sica y
pol tica de Chile, tomo primero.
En el go ernador Agust n de uregui decidió erigir un edi icio para la acu ación de
monedas, lo ue ue encomendado al ar uitecto italiano oa u n Toesca. El largo proceso de
construcción de la o ra o reció tra a o a muchos de los inmigrantes rurales llegados a
Santiago.
Otros tantos, como los vendedores am ulantes y los presos representados en la imagen de los

primeros decenios de la rep lica, tuvieron el edi icio en construcción como re erente ur ano,
dado ue ste ue inaugurado en .

El
siglo xvm ue tam i n el siglo de las Re ormas Bor ónicas, ue im
plicaron cam ios económicos, como el ya aludido decreto de li re comercio
de , e innovaciones administrativas, como la creación de las intendencias
en
y la pol tica de undación de nuevos centros Respecto de
ur anos .
las consecuencias sociales de dichas re ormas en elespacio chileno, ac ues
Bar ier ha se alado ue ellas no de ilitaron las ases de poder de las lites.
Es m s, las ltimas ha r an sido ene iciadas por estas medidas, aumentando
sus
posi ilidades de acceso a la adn nistración . A su ve , los cam ios en la
organi ación no produ eron una alteración dram tica en el comportamiento
pol tico , ni tampoco en las expectativas sociales de estos grupos . La unión
entre las lites chilenas y los grupos urocr ticos se veri icó a trav s de diversos
medios, como el matrimonio.

Santiago Loren o, Concepto y unciones de las villas chilenas del siglo xvm Santiago
Loren o, La pol tica de po laciones en Chile durante el siglo xviir, Santiago Loren o, Origen de las
ciudades chilenas lasundaciones del siglo xvm.
^ ac ues Bar ier, Re orms and politics inBour on Chile. - , pp. - .
Op. cit, p. .
La lite deSantiago y los agentes hispanos de la administración del reino
tam i n coincidieron en la
represión de las conductas disruptivas del orden
social . Los representantes em lem ticos de estas pol ticas ueron el go er
nador anuel de Amat y unient - y el corregidor Luis anuel de
a artu . Los andos de polic a impon an un severo control a los grupos
des avorecidos, ue eran a u llos ue esta an causando la expansión demo
gr ica de la ciudad . La percepción del peso num rico de la ple e por los
sectores elitarios puede comprenderse al sumar los porcenta es de po lación

mesti a, mulata y negra ue resid a en la ciudad de Santiago. Estos ltimos,


representados como los agentes de peligro de la sociedad, alcan aron al
de sus ha itantes, seg n el Censo del O ispado de Santiago *. La sensación de
inde ensión en los grupos dominantes incidió en el desarrollo de pol ticas
represivas ue se tradu eron, por e emplo, en la institución de cuerpos mili
tares con unciones de polic a, como ue el Cuerpo de Dragones de la Reina

Luisa, en .
Respecto esta investigación, dichas pol ticas de control
de los intereses de
de la po lación se expresaron en el m ito udicial a trav s de la proli eración
de causas iniciadas de o icio , es decir, por iniciativa del Estado. La adminis
tración or ónica
Santiago en de Chile, por medio de sus agentes udiciales
y policiales, promovió un ingente proceso de monopolio de la violencia. ste
usca a, propósitos,
entre otros pr ctica de la vengan a privada
disminuir la
incentivando la resolución de los con lictos por honor a trav s de v as udiciales,
es decir,
por medio de la sustentación de uerellas por in urias y calumnias. A
lo largo de estas p ginas o servaremos los dispares resultados ue o tuvieron
tales es uer os en los diversos grupos de la po lación.

Leonardo León S., lite y durante el periodo colonial la guerra contra las
a o pue lo
Santiago de Chile, Leonardo León S., Reglamentando la vida cotidiana en
pulperas en

Chile colonial, - Leonardo León S., Real Audiencia y a o pue lo en Santiago de


Chile colonial, - Sergio Ri uelme, Carne, demonio y mundo. redicacióny disciplinamiento
en Chile a ines del siglo xvm, Renato Ga muri, La lite ante el surgimiento de la ple e. Discurso ilustrado
social Santiago de Chile. - .
y su eción en
m
Barros Arana,op. cit, tomo vi, pp. - Ale andra Araya, Ociosos, vaga undos y malen-
tretenidos Chile colonial, pp.
en - .
edro Antonio Gon le , Ypara ue llegue a noticia de todos y ninguno alegue ignorancia orden

y represión en la segunda mitad del siglo


x iu.

De Ramón, Santiago..., op. cit, p. .


I
Leonardo León S La construcción del orden social olig r uico en Chile colonial La
creación del Cuerpo de Dragones .
ROTAGONISTASLOS
DE LOS LANCES DE HONOR EN LA CIUDAD

Las preguntas acerca de la naturale a de las representaciones de honor y de


los actores sociales apelaron a ellas han sido condicionadas por el car cter
ue
de las uentes documentales ue se han compulsado. Las investigaciones cl
sicas so re el tema han uscado rastros de los protagonistas de los lances de
honor en la literatura. Desde las o ras del
Siglo de Oro espa ol han surgido
las im genes de urladores de honras y de cristianos vie os orgullosos de su
limpie a de sangre . A trav s de an lisis histórico-literarios, el honor ue
entendido como una de las caracter sticas distintivas del m ito hisp nico .
Con posterioridad, los estudios reali ados a partir de expedientes udiciales
revelaron ue individuos de los sectores sociales m s diversos se considera an
su etos de honor . Estos tra a os dieron luces so re la importancia ue tanto
las pr cticas de violencia como los comportamientos sexuales
desempe aron
en las construcciones de honor .
Los protagonistas de esta investigación tam i n se hallaron sumergidos
en
pleitos udiciales. En ellos con luyeron, como demandantes
demandados, o

peones, criados, artesanos, soldados, lavanderas, pulperas, ca alleros y mu eres


de lite, de las calidades m s diversas. Sus voces han con ormado una valiosa
muestra de la diversidad social del Santiago del
siglo Algunos
xvm. de ellos
ueron arrastrados o ligatoriamente a la arena
udicial, cuando las autoridades
iniciaron procesos de o icio, en tanto ue otros impulsaron sus propias uerellas
y muchos m s acudieron como testigos. Toda esta muchedum re de mu eres y
hom res es o ó su versión de los hechos ante procuradores de po res, oidores,
alcaldes, corregidores, agentes del Real isco y escri anos es decir, ante los
uncionarios comprometidos en el aparato udicial, uesen stos letrados o no.

Castro, Algunas o servaciones... , op. cit Castro, De la edad..., op. cit, p. Castro,
Espa a historia..., op. cit Los autores del Siglo de Oro m s estudiados han sido Calderón
en su

de la Barca, O ras completas Lope de Vega, O ras de Lope de Vega, Tirso de olina, El urlador de
Sevilla y Convidado de piedra.
Ramón en nde idal, De Cervantes..., op. cit en nde idal, Historia de Espa a, op.
cit en nde idal, Los espa oles..., op. cit.
adero, anos violentas..., op. cit adero, In urias y mu eres... , op. cit Barahona, Sex
crimes..., op. cit.
m
Carmen art n Gaite, Usos amorosos del dieciocho en Espa a,
LOS USOS DE LA USTICIA

institu
Las relaciones ue dichos hom res y mu eres tuvieron con la usticia
cional conocer diversas acetas sociales v de la ciudad de
permitieron pol ticas
Santiago durante el siglo xvm. Los usos de los tri unales pudieron conocerse

a
partir de la distri ución de los delitos por honor y de los delitos contra
el honor a lo largo del siguiente gr ico, construido so re la
siglo xvm. El
totalidad de los procesos de este tipo contemplados en la investigación, ilustra
una distri ución desigual

Gr ico N
RECUENCIA DE UICIOS OR IN URIAS, CALU NIAS, HERIDAS,
LESIONES Y HO ICIDIOS. SANTIAGO - .
TOTAL DE CIENTO NOVENTA ROCESOS

uente Ta las N y de anexos.

La tendencia al al a en la recuencia de los uicios,a medida


ue transcu
rr a el ltimo siglo colonial, se acentua a en los ltimos cuatro decenios de la
centuria . Esta situación
respond a necesariamente a un aumento de las
no

pr cticas de violencia
interpersonales, sino m s ien a un mayor celo en la
criminali ación de estas conductas por los agentes de poder mon r uico en
la ciudad de Santiago.
Las Re ormas Bor ónicas no sólo modi icaron la disposición económica
y administrativa de los dominios hispanos en Am rica. Implicaron, asimis
mo, m ltiples estrategias de control social desde arri a a trav s de la

Hemos presentado un an lisis de este pro lema en Verónica Undurraga, Valentones ,


acaldes de arrio y paradigmas de civilidad. Con lictos y acomodaciones en Santiago de Chile,
siglo xv n , pp. - .

Investigaciones recientes han demostrado ue ya no es posi le ha lar de el control social


de el disciplinamiento en singular y relacionarlo exclusivamente con el
o
e ercicio coercitivo
undación de cuerpos militares con unciones de polic a, de la instauración
de una nueva red de uncionarios, de las coacciones
para el arreglo udicial
de los con lictosinterpersonales y de la proclamación de andos de uen
go ierno ue prohi an ciertas diversiones p licas, uegos de a ar, ventas

nocturnas, vagancia, as como el porte de armas prohi idas , entre otras


disposiciones . En el caso chileno, ueron los ltimos cincuenta a os del
siglo xvm los ue concentraron estas normativas .
Los es uer os del Estado ilustrado por monopoli ar los e ercicios de vio
lencia propugnaron un modelo civili atorio ue uscó atenuar las ancestrales
pr cticas de vengan a privada. Se propuso al Estado como agente mediador por
excelencia, pretendiendo esta lecer la usticia estatal como nica v a resolu
toria de los con lictos . Los resultados de la sociali ación de este paradigma
ueron desiguales en t rminos sociales, siendo considerados por parte de las
lites y de los sectores
medios, pero soslayados por los ple eyos. Estos ltimos
continuaron validando el antiguo inomio, o ensa vengan a privada -propio
de sociedades no controladas por un poder p lico uerte-, y ue coexistió du
rante el Antiguo R gimen unto a la pare a legal de conceptos delito pena .
En consecuencia, el incremento del registro udicial de los delitos contra
las personas durante la segunda mitad del siglo xvm o edeció a m ltiples ac
tores. or una parte, se halló el inter s de parte de la po lación en acudir a la
es era udicial para solucionar sus con lictos, como sucedió undamentalmente
en el caso de las
uerellas por in urias y calumnias. Sin em argo, esto no se

de los instrumentos del Estado. Los diversos agentes disciplinantes -la Iglesia, el Estado, las
comunidades, las amilias- tra a an ronteras dis miles entre el esc ndalo y la tolerancia, entre
el orden y la desviación. Tom s A. antecón, Con lictividad y disciplinamiento social en la Canta ria
rural del Antiguo R gimen.
Un ando pu licado en ulio de por el go ernador Agust n de uregui, instru a
a los odegoneros y pulperos a dar noticia a las
usticias de las pendencias, heridas o muertes
ue sucedieren en sus Bodegones o ulper as . Estas denuncias, ue de an comunicarse como
m ximo una hora despu s de ocurridos los hechos violentos, de an consignar a los involucrados
en las rencillas. De no
cumplir con la norma, los pulperos arriesga an dos meses de c rcel y la
p rdida perpetua de su e ercicio. edro A. Gon le , op. cit.
I id. uan edro Vi ueira, Rela ados o reprimidos? Diversiones p licas y vida social en la
ciudad de xico durante el Siglo de las Luces.
Son conocidas las medidas llevadas adelante por el go ernador anuel de Amat y unient

- , entre las ue se contó la undación del Cuerpo de Dragones, en . A ellas se su


maron los diversos andos de polic a dictados por los go ernadores Antonio Guill y Gon aga
- , Agust n de uregui - y Am rosio O Higgins - .
a
So re mediación e in ra udicialidad v ase Tom s A. antecón, La muerte de Antonia Isa el
S nche tiran a y esc ndalo en una sociedad rural del norte espa ol en el Antiguo R gimen Tom s A.
antecón, El peso de la in ra udicialidad en el control del crimen durante la Edad oderna
Tamar Her og, ediación, archivos y e ercicio Los escri anos de uito siglo xni-xnn Benoit Garnot
ed. , L in ra udiciairc du oycn Age l po uc contemporainc, Al red Soman, L in ra- ustice ar s

d aprós les archives notariales .


Tomas y Valiente, El Derecho enal..., op. cit.. p. .
reprodu o en de los procesos seguidos adelante por heridas, lesiones y
el caso

homicidios. La mayor parte de stos se originaron de o icio , por iniciativa


de un Estado ue no sólo pretendió conocer todas las mani estaciones de
violencia ue se desplegaron uera de sus m itos sino ue comen ó a tener
las herramientas para ello.
No presta a utilidad alguna dictar ue prohi ieran las
andos de polic a
corridas a ca allo o la apertura de pulper as uera del horario de cierre, si no
hu iesen existido soldados dragones, alguaciles o alcaldes de arrio controlan
do ycorrigiendo las transgresiones. Las unciones desplegadas por estos ltimos
pueden ser muy tiles para comprender la micro sica del control cotidiano
desplegado en la segunda mitad del siglo xvm. ara ello hemos contado con
un valioso documento un auto acordado de la Real Audiencia destinado
a instruir el ministerio y las acultades de los alcaldes de arrio, dictado en

agosto de . Siguiendo las instrucciones de la metrópoli se procedió a la


división administrativa de la ciudad de Santiago en cuatro cuarteles, los ue
a su ve se dividieron en arrios, ue estuvieron ao la administración de
alcaldes elegidos anualmente.
El cometido principal de los alcaldes de arrio consistió en la vigilancia
de los vecinos, para lo cual de ieron esta lecer matr culas de los ha itantes
consignando sus calidades, o icios y tareas cotidianas . En un li ro encuader
nado de an se alar, adem s, los nom res de los hu spedes, orasteros y
advenedi os del distrito, dando parte a sus superiores -los alcaldes de cuar
tel- si ha a motivos de recelo o de sospecha . Estas tareas indica an ue
para las autoridades coloniales el control social re uer a necesariamente un

e ercicio de vigilancia. Conocer para controlar ue una


pr ctica recurrente
en la administración or ónica.
unto a la iscali ación del cumplimiento de los andos de polic a, los
alcaldes de arrio operaron como agentes de usticia en sus distritos. Ellos
constituyeron el primer engrana e de una ma ue se iltró uinaria udicial
por las calles, las ha itaciones, los comercios y los am ientes de diversión,
o servando, hurgando y registrando actitudes y gestos transgresores o sólo sos
pechosos. A trav s de los alcaldes de arrio el Estado or ónico se hi o cada
ve m s presente, llegando a conocer los con lictos cotidianos, en los cuales
stos da an providencias ver ales. En las tareas de conciliación encomendadas
a ellos -y ue orma an parte de la usticia ver al ue impart an- reci ieron
el apoyo de escri anos, receptores y alguaciles ue esta an a o su mando.
stos ueron parte de los hilos ue te ieron la red udicial ue propició el
aumento de procesos iniciados de o icio durante los ltimos decenios del
siglo xvm
y ue expresó
se gr ico en el N . La construcción
y so isticación
de esta red o edeció a m ltiples actores, como el ortalecimiento del
aparato

ANH V, vol. , pie a , s. v- , .

Op. cit, . .
udicial y la trans ormación de paradigmas conductuales vinculados alas ideas
ilustradas y los modelos civili atorios. unto a ellos, resulta imprescindi le
considerar los procesos migratorios internos ue atra eron a la ciudad un
n mero importante de po lación sin o icio esta le y, seg n las autoridades,
potencialmente vagos, ladrones y propicios a las conductas violentas. Como
hemos mencionado, la percepción del peso num rico de la ple e y la
sensación de inde ensión en las lites incidió en el desarrollo de una serie de

pol ticas de control social desde arri a . Ahora ien, estas medidas incidieron
tanto el aumento de procesos udiciales enta lados de o icio contra los
en

transgresores del orden social como en la proli eración de medidas de disci-


plinamiento extra udiciales. Entre estas ltimas se halló el encarcelamiento y
el env o a tra a os or ados sin la previa ormación de una causa udicial .
Los enómenos mencionados -resolución de con lictos por v a udicial unto
a la continuidad de la
vengan a privada, consolidación del aparato udicial,
aumento del control social desde arri a y aumento demogr ico en la ciu
dad de Santiago- derivaron en el aumento del registro de los delitos contra las
personas en los ltimos decenios del siglo xvm. El estudio de las identidades de
los protagonistas de estos uicios proporcionar mayores elementos de an lisis.

Identidades ante la usticia


in urias y calumnias

Los procesos udiciales por in urias y calumnias han sido hallados dentro de
los ondos Real Audiencia y Capitan a General, custodiados en el Archivo
Nacional Histórico. A u llos ue consignaron los eventos ocurridos en la
ciudad de Santiago durante el siglo xvm -desde , en ue data el primer
proceso para el siglo en cuestión, hasta el a o - con ormaron un corpus
de noventa uicios. Este universo documental ha incorporado todas las causas
tramitadas por estos delitos para el per odo y el espacio estudiados, sin dis
criminar seg n el g nero de las partes. Lo ltimo se explica a por ue, pese
a la menor
proporción de mu eres implicadas, las representaciones de honor
mani iestas dentro de la documentación eran
empleadas tanto por actores
emeninos como masculinos .

Esto llevó, en , a la Real Audiencia a dictar un ando ue prohi a destinar al presidio


de los sin ormación de proceso udicial. De Ramón, Santiago de Chile...,
Santiago a reos
previa
op. cit, p. .
Las mu eres alcan a an el uerellantes por in urias y calumnias en el Santiago
de los
del siglo xvm. En esas presenta an las uerellas unto a sus maridos o por
circunstancias, ellas
s mismas, previa venia de sus esposos. Dentro de este grupo tam i n igura an viudas, algunas
de ellas utili ando la igura del caso de corte , medida de protección para los litigantes po res y
d iles, ue permit a ue la Real Audiencia viese sus casos en primera instancia. or otra parte, las
mu eres representa an el de los uerellados por in urias y calumnias en el periodo estudiado.
So re los casos de corte, v ase orrilla, op. cit, pp. - .
Ahora ien, los procesos con los ue contamos no corresponden necesa

riamente la totalidad de desencuentros expresaron in urias


a en los se o
ue
calumnias per odo el estudiado. Resulta la cantidad de
en
imposi le conocer

ue as ver ales
presentadas ante las autoridades. Tampoco es acti le deter
de las
minar con precisión las situaciones en las
ue se logró la conciliación
partes luego de mediaciones extra udiciales reali adas por su etos respetados
en la comunidad. Sólo cuando los con lictos
supera an estas etapas iniciales,
las ue as se plasma an so re el papel con ormando procesos udiciales ue
eventualmente podr an llegar hasta nosotros. Los ue se encuentran hoy en
los archivos son los ue han logrado sortear el paso del tiempo y, en muchos
casos, la primera instancia udicial.
ara el an lisis de los procesos mencionados se han distinguido dos par
tes en cada causa. Ellas han sido la del iniciador de la uerella - uerellante
o demandante-
y la del su eto uerellado o demandado. En el caso ue la
uerella uese enta lada contra m s de un individuo se ha considerado sólo
la identidad del principal implicado. El escaso n mero de estas uerellas
colectivas usti ica a nuestra decisión . Se optó por distinguir las partes
desde el punto de vista ur dico y no desde la perspectiva de la situación de
violencia, de ido a ue en esta ltima era muy di cil distinguir al e ecutor
del receptor de la o ensa. Es m s, esta distinción resulta a incluso arti icial y
contradictoria, pues para o tener el avor udicial se procura a ad udicar la
iniciativa de la agresión a la contraparte. En ra ón de esto, era
inapropiado
suponer ue el uerellante uese uien hu iese reci ido pasivamente las in u
rias en su honor para luego acudir a la usticia en usca de reparación. ste,

por lo general, ha a participado en orma activa del con licto ver al y sico.
De ese con licto ha a salido per udicado, pues no ha a logrado resarcir su

honor plenamente a trav s de la violencia. De ah nac a su recurso a la usticia.


Diversos actores pod an impedir la vengan a de la o ensa en el momento
de la agresión, tales como
ue las partes cargasen armas dispares o ue los
mismos espectadores del lance lo impidiesen. Tam i n ha a casos en los
ue el uerellante resolv a acudir a la usticia luego de ue el uerellado lo
o endiera ver almente ante otros individuos sin ue l estuviese presente .
Esta situación por lo general deriva a en uerellas por calumnias . A su
ve , la progresiva asociación entre comportamiento honora le y cortes a

Ellas representa an die procesos. Ahora ien, esta situación no


implica a ue los indi
viduos no estuviesen sustentados colectivamente -como
representantes del honor de un grupo
amiliar- a la hora de presentar una uerella por in urias, tal como anali aremos en la segunda
parte. No o stante, ha a casos en ue los esposos interpon an uerellas por las in urias in eridas a
sus
mu eres o los padres a nom re de sus
hi os. En estos casos hemos consignado la identidad del
uerellante, pues ueron sus coordenadas identitarias las ue se vertieron en el proceso udicial.
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , s. - , .
ANHCG, vol. , s. - v, ANHCG, vol. , . , ANHCG, vol.
. . , .
-ligada a prudencia y moderación- hi o ue muchos actores privilegiasen
la v a udicial para resarcir su honor en lugar de la violencia sica . Esto
ltimo opera a undamentalmente respecto de a ogados y escri anos,
uienes por estar inmersos en la cultura legal reconoc an la competencia del
Estado en estos aspectos. Sin em argo, estimamos ue la representación de
la propia de ilidad en relación la contraparte -de ilidad social, en el
con

caso de los actores de menor estatus, y sica en el caso de las mu eres y los
ancianos- constitu a la principal motivación para acudir a la usticia, en lugar
de la violencia, para resarcir el honor apelando a la igura de las in urias .
Lo ue esta a detr s de muchos altercados cotidianos ue ueron crimi
nali ados a trav s del tipo civil penal de la in uria eran discusiones so re las
erar u as interpersonales ue de an regir entre los actores implicados. La
de inición de la precedencia entre las partes en
disputa era central en un con
texto colonial regido por lógicas de dominación . A u l ue se u ica a en
un nivel
er r uico superior pod a -en el sentido de estar acultado socialmen-
te- imponer su voluntad so re el asunto en disputa. Es decir, pod a desviar el
curso de
agua hacia su chacra, levantar la pared divisoria de su casa contra el
parecer de su vecino, golpear a la criada de otro o vender un producto en mal
estado, por poner algunos e emplos registrados en la documentación . Eso
explica a ue en medio de estas desavenencias una de las partes preguntase a
la otra ue si acaso l no lo conoc a . Reconocer al otro implica a aceptar su
superioridad social y, por tanto, el derecho de este ltimo a e ercer la violencia
o su voluntad en un asunto
puntual. or esa ra ón, si no se esta a dispuesto
a reconocer dicha
superioridad, el actor increpado pod a responder ue era
me or ue parte contraria y ue sta ni sa a con ui n ha la a
la .
Las disputas so re la precedencia desarrolladas en la vida cotidiana se
despla a an a la es era udicial. Cuando uno de los implicados en la situación
de con licto decid a enta lar una uerella por in urias contra su adversario, los
elementos ue unda an las preeminencias pasa an a ser o eto de uerellas

ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol. , pie a , .

ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol. ,


pie a , .

Sergio Villalo os ha de inido la sociedad chilena del siglo xvn como una sociedad de
dominación .Villalo os, Historia del pue lo..., op. cit, tomo rv, p. . Ale andra Araya ha anali ado
los mecanismos y pr cticas de sumisión de los esclavos respecto de sus amos y, en general, de los
su ordinados en relación con las lites. Ale andra Araya, Sirvientes contra amos Las heridas
instrumentos de la dominación.
en lo ntimo propio Ale andra Araya, Gestos, actitudes e lites y
su ordinados. Santiago de Chile - .
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , s. - ,
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , s. - ,
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , s. - v,
ANHRA, vol. , pie a , s. - , .
,
ANHCG, vol. , . , .

Op. cit, i. v.
discursivas ue se tra a an so re las o as del proceso udicial. Eso explica
ue el estudio de las identidades de los protagonistas de los pleitos por in urias
resulte un pro lema comple o, de ido a los es uer os desplegados por las
partes para enaltecer la posición propia re a ando la a ena. Ello o liga, por
e emplo, a estar atentos a implicados por presentar a la
los es uer os de los

contraparte como
su eto violento u ocioso
. Asimismo, ello exige advertir
el inter s por re a ar el estatus social de la contraparte, re iri ndolo como
sirviente lugar
en de comerciante o como descendiente de mulatos aun ue el
su eto imputado tuviese documentos para acreditar su limpie a de sangre .
En el a o un
protagonista de un
uicio de disenso aludió a ierta
mente a la actitud pretenciosa de muchos de sus contempor neos, se alando

ue generalmente todos pensamos en m s de lo ue somos . En el caso


de los uicios por in urias, podemos advertir ue no sólo muchos se
pensa an
en m s de lo ue eran sociali ados sino ue, tam i n, esta an dispuestos
a demostrarlo,
disrninuyendo, al mismo tiempo, el estatus de la contraparte.
stas y otras consideraciones llevaron a esta lecer una serie de precisiones
en la
metodolog a de tra a o.

Tra e de casa de dama distinguida y su sirvien


ta, en l um de las mu eres chilenas. l minas
de los siglos xvm y xrx, p. . Gra ado original
de ohn Constance Davie, Letters rom Buenos
Ayres and Chili.
La su ordinación de la criada mani iesta
en sus
rasgos enot picos, en su vestimenta y en
su actitud corporal sumisa evidente en la suave
inclinación ue dirige a su ama, expresa a las

^ r s^^
ormas estereotipadas de rendición ue de an
adoptar los criados en particular y los ple eyos
en general ante las lites.

ANHRA, vol. , pie a , s. v- , ANHRA, vol. , pie a , s. - ,


- ANHCG, vol. , s. v- , .
ANHRA, vol. , pie a , s. y v, ANHCG, vol. , . v, .
ANHRA, vol. , pie a , s. - , .
La distri ución porcentual de las identidades de las partes implicadas en

los pleitos no sólo ha consignado las categor as la orales, socio-raciales y de


tratamientos honor icos, so re las cuales exist a consenso entre las partes
involucradas y los testigos presentados. or e emplo, en lo ue respecta a
los usos del don , se ha procurado distinguir las partes ue reci an dicho
tratamiento de orma un nime, de a cuya re erencia a trav s de l
u llas
desperta a o eciones. En los casos en ue las categor as identitarias se exhi
an con am igüedad, sta no ha sido soslayada sino m s ien discutida y
anali ada en pro undidad . Tam i n hemos estudiado las ocasiones en las
ue el estatus de las partes esta a sumido en una am ivalencia propia de un
momento histórico de transición económica. Ello incid a, por e emplo, en la

am igüedad de estatus de los administradores de odegones o de tiendas,


uienes eran re eridos simult neamente como comerciantes independientes
y como sirvientes del mercader due o de la tienda .
ara conocer las identidades de las partes implicadas en los pleitos se a
lados se han empleado dos actores, a sa er la calidad y el o icio desem
pe ado . Las ocasiones en ue exist an discrepancias entre las categor as de
los cat logos udiciales y la documentación original, nos hemos remitido a
las ue indica a esta ltima . En el caso de los uerellantes, tales categor as
eran expresadas undamentalmente al iniciarse el proceso udicial, en el es

crito denominado auto de uerella . Los uerellados, en tanto, re er an tales


par metros al ser sometidos a la con esión o al presentar una
contra uerella.
or tanto, las circunstancias en las ue las partes implicadas se ala an sus
identidades di er an astante entre s . Ello pod a ocurrir en una instancia
compulsiva como con esión, en la cual el reo se ve a o ligado a re
era la erir
su calidad , naturale a, edad, estado y o icio desempe ado . Si ien sta
era una instancia apremiante para el reo, uien por lo general se encontra a

e emplo, con la identidad am igua de una mu er re erida incluso a trav s


Esto ocurr a, por
de dos caso de Silveria Co anillo o Hidalgo.
ue el ese a ue ella se presenta a
apellidos, como

como espa ola ante la


usticia, tanto sus testigos como los de la contraparte la consigna an como
parda . Es pro a le ue Silveria uese hi a natural de un espa ol - ue ella misma re irió con el
nom re de oseph Hidalgo-, uien encomendara su cuidado a la parda li re ar a Co anillo.
De all ha r an nacido las am ivalencias a u es o adas. ANHRA, vol. , pie a , .

ANHRA, vol. , pie a , s. v, , vy , ANHRA, vol. , pie a , .


v, .
Tal como ha se alado Ro ert cCaa, la noción calidad era utili ada con recuencia en

tnicas de los
su etos, hayan sido indios, mesti os,
elper odo colonial para expresar las identidades
t rmino era astante m s comple o, al integrar
espa oles, pardos o mulatos. Sin em argo, dicho
otros criterios -como el color, la ocupación, la ri ue a o el lugar de origen- ue en su con unto

expresa an la imagen social de los individuos. Ro ert cCaa, Calidad, Class, and arriage in
Colonial xico The Case o arral, - .
ue el caso de
Gregorio edina, uien en su con esión se
presentó como mesti o, pero
ue en el cat logo igura a como indio. ANHRA, vol. , pie a , .

Corne o, Causas criminales... , op. cit


las revisadas o servó el de la tortura
en
prisión, en
ninguna de causas se uso

durante dicha etapa del proceso. Esta ltima esta a reservada para los delitos
graves como los homicidios . En segundo t rmino, la instancia del escrito de
contra uerella otorga a mayor li ertad a la parte ue presenta a a la usticia
sus identitarios unto con su versión de los hechos.
par metros

anipulaciones del capital heredado

La documentación anali ada re irió las siguientes categor as relativas a la ca


lidad de las partes no les con t tulo , don a , espa ol a , indio a , m s

algunas pertenencias ue se inserta an en la varia le castas . Decidimos no

in erir ninguna de dichas identitarios, sino


categor as de los otros antecedentes
sólo consignar los elementos ue las partes decidieron presentar a la usticia. En
diversasoportunidades -como ocurr a en el caso de los soldados dragones, los
corregidores, los oidores o los amiliares del Santo O icio- podr amos deducir
la calidad de espa ol del uerellante o del uerellado a partir de las varia les
enunciadas. No o stante, no lo hicimos por ue estim amos relevante dar
cuenta de los par metros identitarios ue los mismos actores privilegiaron
para presentarse ante la usticia. Si tales su etos -corregidores u oidores- no
aludieron a su espa ol a en una instancia en la cual cada parte procura a
mostrar la me or imagen de s , o edec a a ra ones ue de amos dilucidar.
A dichas categor as alusivas a la calidad de las partes se sumaron dos
criterios ue ayuda an complementar a las varia les se aladas. Se trata a de
actores re eridos a la condición y al origen de las partes involucradas en los

pleitos por in urias. La condición esta a re erida undamentalmente al estatus


de li re esclavo , en tanto ue el origen alud a a la procedencia or nea
o

de algunas de las partes. La di erenciación seg n el lugar de origen resulta a


esencial para distinguir a los espa oles de la metrópolis de los espa oles
de la tierra . Es decir, de ido a ue en estos registros los nicos or neos eran
peninsulares, de imos separarlos de los actores nacidos en Chile ue se ala an
ser espa oles por ue eran limpios de sangre. Estamos conscientes ue los
espa oles de la metrópolis no eran propiamente extran eros , sin em ar
manera adecuada las
go, ue necesario construir ese criterio para anali ar de
identidades socio-raciales de las partes implicadas en los pleitos.
de
En primer lugar, se distinguió a los uerellantes ue re er an algunas
las varia les calidad, condición u origen de los ue no lo hac an
noventa causas

Claudia Aranci ia, os Tom s Corne o y Carolina Gon le , Veis a u el potro del
tormento? Decid la Verdad Tortura udicial en la Real Audiencia de Santiago de Chile .
La escasa representación de estas ltimas eti uetas identitarias -como mulato , am o
o
pardo - nos ha llevado a incluirlas dentro de la categor a castas .
Gr ico N
DECLARACIÓN DE CRITERIOS
DE CALIDAD, CONDICIÓN U ORIGEN
OR LOS UERELLANTES
EN UICIOS OR IN URIAS Y CALU NIAS
SANTIAGO -

Declara criterios c

No declara criterios

uente Ta la N de anexos.

So re el total de uerellantes ue se presenta an ante la usticia seg n las


varia les calidad, condición u
origen , ue posi le esta lecer las siguientes
distinciones setenta tres criterios declarados

Gr ico N
IDENTIDADES DECLARADAS
OR LOS UERELLANTES
EN UICIOS OR IN URIAS Y CALU NIAS
SEG N CALIDAD, CONDICIÓN U ORIGEN
SANTIAGO -

Don a

-Espa ol a

No les con t tulo I Castas

Extran eros Esclavo a

uente Ta la N de anexos.

or otraparte, al distinguir los uerellados ue re er an algunas de las


varia les calidad, condición u origen respecto de los ue no lo hac an, se
o tuvieron los siguientes resultados noventa causas
Gr ico N
DECLARACIÓN DE CRITERIOS
DE CALIDAD, CONDICIÓN U ORIGEN
OR LOS UERELLADOS
EN UICIOS OR IN URIAS Y CALU NIAS
SANTIAGO -

Declara criterios

No declara criterios

uente Ta la N de anexos.

So re el total de uerellados ue declara an su identidad seg n las varia les


calidad, condición u origen , ue posi le esta lecer las siguientes distinciones
setenta y un criterios declarados

Gr ico N
IDENTIDADES DECLARADAS
OR LOS UERELLADOS
EN UICIOS OR IN URIAS Y CALU NIAS
SEG N CALIDAD, CONDICIÓN U ORIGEN
SANTIAGO -

Don a

No les con t tulo


—Espa ol a

Extran eros r._i- ,


Esclavo i,
a
ao Indio * a
Castas

uente Ta la N de anexos.

En primer t rmino, el an lisis de los gr icos N y N constató la amplia


re erencia a criterios de
calidad, condición u origen por las partes implica
das en pleitos por in urias y calumnias. Entre el
y el de los su etos
involucrados en este tipo de pleitos recurr a a ellos. Lo esta a detr s de
ue
esta situación eran las numerosas a rumadoras- demandas
-pr cticamente
de tratamientos de don y de do a
por las partes gr icos N y N .
Dicha preponderancia era mucho m s acentuada entre
uerellantes ue
entre uerellados. Es decir, uienes eran ultra ados en su honor, vi ndose
o ligados a repararlo por la v a udicial en lugar de la violencia, eran
uienes
m s se interesa an en
presentarse como dones y do as ante la usticia.
Ello da cuenta de las posi ilidades de mane o instrumental de los tratamientos
de honor dentro de los registros udiciales. La predilección por presentarse
como don do a se
expresa a hasta el punto de eclipsar los otros criterios
identitarios en la con ormación de la varia le calidad dentro de este grupo.
El nico par metro ue logra a cierta representación porcentual, uera del
criterio predominante, era el de espa ol a . En suma, el dominio de las
representaciones identitarias a trav s del don indica a ue los su etos ue
utili a an la v a institucional -el aparato udicial- para reparar su honor ape
la an a los mecanismos elitarios e hisp nicos de prestigio social.
Los resultados exhi idos plantean diversas interrogantes relativas a la
pertenencia social de los protagonistas de estos uicios. El supuesto ue los
dones y do as en cuestión se insertasen en las lites no concuerda al cote ar
su
patrón la oral. Entre estos actores se encontra an maestros de artesan a
unto a a ogados de la Real Audiencia . Se halla a el yerno del conde de la
Con uista unto a mu eres cuyos a uelos pudieron ha er sido mulatos, pero
ue pasa an por espa ola ^ en su vida cotidiana . En esta larga lista igura an
o iciales de las milicias y comerciantes, unto a algunas autoridades, pero no
todos podr an insertarse en el grupo elitario .
Resulta interesante constatar la pre erencia por identi icarse como don
o do a , antes ue como espa ol o espa ola , pese al aparente plano de
e uivalencia de estos par metros a medida ue transcurr a el siglo xvni. En
e ecto, la progresiva masi icación de estos tratamientos ha a signi icado un
despla amiento social a la ve ue sem ntico, como han mostrado r d ri
ue Langue, aime aramillo y nosotros mismos . Aun ue en los inicios del
dominio hispano en Am rica el uso del don se reservó a los descendientes
de con uistadores y persona es principales de los reinos, las pr cticas termi
naron
aplicando este trato a uienes les era reconocida socialmente cierta
precedencia, derivada en lo primordial de su e ectiva -aun ue la mayor a
de las veces supuesta- limpie a de sangre . Los usos sociales del don y el
do a comen aron a ampliarse de ido a la costum re de a u llos conocidos
como espa oles po res de separarse de las castas a trav s de ese recurso.

m
ANHCG, vol. , s. - , ANHCG, vol. , s. - , .
ANHRA, vol. , pie a , ANHCG, vol. , . , .
ANHRA, vol. , pie a , ANHCG, vol. , . , ANHCG, vol. , s.
- , ANHCG, vol. , s. - , .

Langue, Les identit s ractales... , op. cit aime aramillo, esti a e y di erenciación
social en el Nuevo Reino de Granada en la segunda mitad del siglo x tii Verónica Undurraga,
ronteras sociales y sus intersticios usos y a usos de las categor as ca alleros , dones y espa
oles en Santiago de Chile, siglo xvni , pp. - . Es importante recordar ue el trato con el
don era un
privilegio ue a su ve dis ruta an los caci ues ind genas, aun ue stos no igurasen
en la documentación revisada.
Ahora ien, el uso de este tratamiento por espa oles po res explica a
sólo parte de la preponderancia de la varia le don a en los procesos por

in urias y calumnias. No es posi le suponer ue todos los dones do as a u


exhi idos correspondiesen e ectivamente a su etos limpios de sangre. Como
ien han mostrado los tra a os de Arturo Gru essich, la movilidad de las
identidades socio-raciales durante la segunda mitad del siglo xvm
generó,
entre otros enómenos, una suerte de espa oli ación en Chile central . Sin
em argo, impensa le ue
es entre
y un un de la
po lación - ue
corresponden a las adiciones de las varia les don a y espa ol a de los
uicios en an lisis- uese sociali ada como espa ola . De hecho, los resulta
dos presentados por dicho investigador est n le os de las elevadas ci ras
a u
exhi idas. En consecuencia, stas no pueden leerse como expresiones del
patrón tnico de la ciudad de Santiago, del ue tenemos noticia por el censo
de los a os y .
Desde nuestra perspectiva, las interpretaciones en torno a estas de inicio
nes identitarias de en plantearse considerando las posi ilidades de mane o
instrumental de las identidades y privilegios hisp nico-elitarios. Una lectura
ligera ue proponga los expedientes udiciales como re le os de la realidad
social, al o servar los gr icos antecedentes, concluir a ue en el Santiago de
Chile del siglo xvm no ha r a existido mesti a e. Sin em argo, resulta evidente
ue a uellos altos porcenta es de dones y de espa oles -entre el y el
- encu r an un n mero importante de po lación mesti a.
En consecuencia, los an lisis ue proponemos se insertan dentro del
m ito de las representaciones y de las discusiones en torno a las erar u as
interpersonales ue se despla a an desde la vida cotidiana hacia la es era
udicial. Esto ltimo o liga a prestar atención a las manipulaciones y usos es
trat gicos de las taxonom as de prestigio hisp nico-elitario por las partes ue
actua an en los uicios mencionados. Las posi ilidades de manipular dichas
clasi icaciones de prestigio se con igura an desde el momento en ue eran los
mismos protagonistas de los pleitos uienes se presenta an a s mismos,
ya
sea en el escrito de
uerella, en su con esión o en sus diversas declaraciones.
Como hemos indicado, la distri ución porcentual a u exhi ida se ha cons
truido so re la ase de las identidades declaradas ante la usticia y no so re
lo ue podr amos denominar las identidades o iciales, como las ue igura an
en los registros parro uiales .
ara entender la construcción de las de iniciones identitarias ostentadas
por los protagonistas de los delitos en cuestión de emos considerar dos as
pectos. En primer t rmino, ue las identidades declaradas se halla an un
dadas en
gran medida so re la sociali ación de las calidades, m s ue so re

m
Gru essich, op. cit
Un an lisis de las diversas
posi ilidades de de inición identitaria -particularmente so
cio-raciales- durante el ocaso del
periodo colonial, en Undurraga, Espa oles oscuros... , op. cit
los patrones e ectivos de descendencia. No de emos olvidar ue las demandas
de precedencia se constru an teniendo como re erencia a unos otros, ante
uienes se demanda a reconocimiento. Y, en este caso, esos otros eran los
oidores, alcaldes, regidores u otros representantes del poder de la Corona
Eso explica ue dentro de la es era udicial uese mucho m s conveniente
hacer uso de los mecanismos o iciales -hisp nicos y elitarios- de prestigio,
en lugar de los atri utos de precedencia ue rinda an peones y o iciales de
artesan a a
uienes considera an m s hom res , por ue eran superiores en
uer a sica o por ue carga an con una larga historia de con uistas emeninas.
El estatus de identidad social ue nos interesa estuvo construido so re
con lictos y negociaciones, pues no siempre existió consenso en la rati icación
de las aspiraciones individuales y colectivas al honor. Ello tra o como conse
cuencia ue las identidades estuviesen su etas a permanentes trans ormaciones,

originadas en las luchas sim ólicas por la apropiación de los signos distinti
vos ue otorga a la sociedad . Estos con lictos se
expresaron, por e emplo,
en lapr ctica de orrar los
y dones do as ue anteced an los nom res
de algunos su etos inmiscuidos en pleitos udiciales, como anali aremos en
los cap tulos siguientes. Tales situaciones alcan a an al en el caso de los

en el caso de los uerellados ue se presenta an como


uerellantes y al
dones y do as ante la usticia uerellantes sesenta y uno
uerellados cuarenta y siete .
La distri ución porcentual de los criterios calidad, condición u origen
de los uerellados por in urias y calumnias gr ico N , mostró mayor plu
ralidad identitaria ue la de los uerellantes. ese a ue se mantuvo la pre
ponderancia de la varia le don y do a , este predominio no logró impedir
la expresión de otras varia les identitarias, como la re erencia al lugar de origen
en el caso de las castas y
para los extran eros o la identidad socio-racial
lo hom res
espa oles . La categor a extran eros integra a, por general, a

naturales de los reinos de Espa a ue se dedica an al comercio dentro de la


ciudad de Santiago.
Es interesante o servar cómo la varia le castas , escasamente representa
da dentro del grupo de uerellantes, logra a cierta signi icación dentro de los
uerellados. De hecho, la
representación m s
era alta, unto a la de extran e
ros , luego del criterio don a . Al estudiar el honor de los or genes o servaremos
cómo las castas , en sus desencuentros con espa oles, emplea an in urias
socio-raciales para re a ar el honor del adversario. Impedidas de competir por

Seguimos en esto a ierre Bourdieu, entendiendo dichas luchas sim ólicas como las

disputas en las ue lo ue se encuentra en uego es todo lo ue, en el mundo social, es del orden
de la creencia, del cr dito o del descr dito, de la percepción y de la apreciación, del conocimiento
honor, gloria, autoridad, todo lo ue cons
y del reconocimiento, nom re, renom re, prestigio,
el sim ólico como poder reconocido . ierre Bourdieu, La distinción. Criterio y ases
tituye poder
sociales del gusto, p. .
honor contra espa olesue aspira an al prestigio hisp nico-elitario, procura an
destruir las or manera de hacerlo era
reputaciones de sus adversarios. Y la me
a trav s de
imputaciones in uriosas so re la calidad espuria de espa oles ue
se
vanagloria an de su
limpie a de sangre . Estas estrategias de desprestigio
se acentuaron en la
segunda mitad del siglo x in con la progresiva autonom a
ue ue ad uiriendo la representación de honor como reputación, ue anali aremos
en
cap tulos posteriores.

unciones, o icios y dignidades

Los gr icos N - se con iguraron a partir de otro de los actores -el o icio
desempe ado- ue permit a conocer las identidades de las partes implicadas
en los
pleitos por in urias y calumnias en el Santiago del siglo xvm. El o icio
ue los su etos se ala an desempe ar permitió con ormar las siguientes va
ria les comerciantes odegoneros , escri anos a ogados , artesanos ,
a diversas actividades, tales como
unto mayordomo , la rador , peón ,
arriero y pulpera , ue de ido a su escasa re erencia se insertaron en la
varia le otros . Tanto stas como las su siguientes categor as la orales dieron
cuenta del marcado car cter ur ano de la muestra en estudio.
unto a los o icios se alados ue necesario considerar el criterio dignidad
para insertar al an lisis a uellas partes ue se
presenta an como sacerdo
tes . El criterio cargo integró las categor as uncionarios administración
y militares . La primera de stas incluyó unciones diversas, tales como la de
alcalde de arrio , ue comisionado , alguacil mayor y sus ministros de
usticia . Las ltimas tareas ueron incluidas dentro del criterio uncionarios
administración de ido a ue los alguaciles mayores y los ministros o
ayudantes
de usticia orma an parte del aparato udicial de la Colonia. Ellos desempe
a an unciones de polic a, entre las ue se conta an prender a los reos
por
mandato de ue , uitar las
uienes arm is a no ten an derecho a llevarlas y
e ecutar las órdenes para el uen go ierno de las ciudades .
La categor a militares incluyó tanto a miem ros del de las
E rcito como

milicias ur anas o
compa as del n mero . Como planteara ario Góngora,
la institución de las milicias en Chile colonial invistió nuevamente los rangos
sociales unciones militares . En ocasiones, las partes
con
implicadas no in
dica an en orma precisa el cuerpo militar ue integra an y se con orma an
con se alar su
grado, como lo hi o don elchor Silva en
, al se alar
ue ha a alcan ado el rango de capit n . En otras oportunidades ue posi
le conocer con certe a el cuerpo militar del
ue orma an parte, como el de

,n
ANHCG, vol. , . v, .
-
orrilla, op. cit, pp. - .
Góngora, Ur an social... , op. cit, p. .
u
ANHRA. vol. , pie a , s. -llOv, .
Dragones de la Reina Luisa o el regimiento de ca aller a de El r ncipe ,
cuya o icialidad esta a con ormada por la lite de la capital . En escasas oca
siones igura an miem ros de las milicias de pardos de la ciudad, pero cuando
lo hac ango a an de todos los privilegios ue el uero militar les otorga a .
El gr ico N da cuenta de los uerellantes ue se identi icaron seg n
algunos de los par metros o icio, dignidad o cargo noventa causas

Gr ico N
DECLARACIÓN DE CRITERIOS
DE O ICIO, DIGNIDAD O CARGO OR LOS UERELLANTES
EN UICIOS OR IN URIAS Y CALU NIAS
SANTIAGO -

Sin o icio declarado

Con o icio declarado

uente Ta la N de anexos.

Al considerar sólo el grupo de uerellantes ue utili ó los criterios o icio,


dignidad o
cargo para presentarse ante la usticia, se o tuvo la siguiente
distri ución criterios declarados

Gr ico N
IDENTIDADES DECLARADAS OR LOS UERELLANTES
EN UICIOS OR IN URIAS Y CALU NIAS
SEG N O ICIO, DIGNIDAD O CARGO
SANTIAGO -

ilitares Comerciantes
odegoneros

Otros mayordomo, uncionarios


la rador, peón, administración
yer atero
Artesanos Escri anos a ogados
Religiosos
uente Ta la N de anexos.

a
ANHCG, vol. , . , ANHCG, vol. , . , ANHCG, vol. , s.
, ANHCG, vol. , . , .
li
ANHCG, vol. , . , .
or otra parte, del total de uerellados se distinguieron a uellos ue se

identi icaron seg n algunos de los par metros o icio, dignidad o cargo
noventa causas

Gr ico N
DECLARACIÓN DE CRITERIOS
DE O ICIO, DIGNIDAD O CARGO OR LOS UERELLADOS
EN UICIOS OR IN URIAS Y CALU NIAS
SANTIAGO -

Con o icio declarado

Sin o icio declarado

uente Ta la N de anexos

De a uel de uerellados ue se identi icaron seg n los par metros


o icio, dignidad o cargo , se o tuvo el siguiente detalle sesenta y
siete criterios declarados

Gr ico N
IDENTIDADES DECLARADAS OR LOS UERELLADOS
EN UICIOS OR IN URIAS Y CALU NIAS
SEG N O ICIO, DIGNIDAD O CARGO
SANTIAGO -

Comerciantes
ilitares
odegoneros
Otros
mayordomo,
la rador, peón,
arriero

uncionarios
Artesanos
administración

Escri anos
a ogados

uente Ta la N de anexos.

Ladisparidad porcentual en la re erencia a los criterios o icio, dignidad


o
cargo entre uerellantes y uerellados gr icos N yN se
puede ex
plicar por las circunstancias en las cuales las partes rese a an sus identidades
ante la usticia, tal hemos aludido anteriormente. Es
como
decir, la mayor
re erencia de estos criterios
por parte de los uerellados puede entenderse por
la de re erir el o icio cuando sometido con esión
o ligatoriedad se era a una

en calidad de reo de la usticia.


La mayor autonom a de ue go a an los uerellantes en relación con
los uerellados para de inirse identitariamente ante la usticia se mani iesta al

comparar los gr icos N yN . En tales circunstancias, cuando se decid a

presentar una
uerella por in urias, no ha a coacción para re erir todos los
criterios precisados por el aparato udicial. O viamente, la li ertad no era
a soluta, pues esta a determinada, en este caso, por los criterios ue los ue
rellantes estima an ue la usticia evaluar a me or. Es decir, los uerellantes
pod an resaltar los par metros identitarios ue los ayudar an a o tener para
s el avor udicial, unto a la condena de la contraparte. Y, en esas circunstan

cias, se opta a dr sticamente por presentarse a s mismo a trav s de criterios


relativos a la calidad, condición y origen , antes ue por medio de par metros
relativos al o icio, dignidad o cargo .
La opción pre erente de los uerellantes por criterios relativos ala calidad
antes ue al o icio tam i n se relaciona a con los usos de las representaciones
de honor en los pleitos por in urias y calumnias. Esta predilección indica a ue
en
lugar de la dignidad del o icio e ercido la calidad resulta a ser el elemento
ultra ado en las disputas interpersonales ue termina an en este tipo de pleitos
udiciales. De ah los es uer os desplegados por resaltarla, undamentalmente
a trav s de las demandas de tratamientos honor icos como don y do a .
Si ien las in urias a la calidad no ueron las m s comunes en el Santiago
del siglo xv n, las respuestas udiciales a stas descansaron a rumadoramente
en a ella
criterios identitarios re eridos . Eso signi ica a ue el tipo de com
asociado documentación al honor masculino o emenino
portamiento en esta
-honrade por parte de los hom res y contención de la sexualidad en el caso
de las mu eres- era representado como un patrón im ricado a la calidad de
los decir, se pensa a ue los limpios de sangre , ue reci an el
su etos. Es
trato de don o do a , eran a su ve uienes cumpl an las normas morales
y conductuales esta lecidas por la Iglesia y el Estado. Los dones , do as
y espa oles - ue suma an el de las identidades de los uerellantes

gr ico N - pretend an go ar no sólo de superioridad social sino, tam i n,


de superioridad moral so re el resto de la po lación.
Esto explica a ue la me or estrategia para contrarrestar las in urias reci
idas -aun ue ellas hayan ultra ado la conducta- haya sido aludir a la nota
le calidad personal. Era impensa le -desde la perspectiva del honor de los
or genes- ue una espa olay do a no actuase con recogimiento, conteniendo
su sexualidad como soltera y viuda, o guardando idelidad a su esposo, como

ver ales ue originaron


se demuestra al o servar
Esto ue el mayor porcenta e de ultra es
a la conducta. En segundo lugar, igu
los por in urias y calumnias correspond a o ensas
pleitos a

ra an las o ensas de tipo sexual y en tercer lugar las o ensas a la calidad . Estas consideraciones
se anali ar n en detalle a lo largo de este tra a o y se asan en la ta la N de los anexos.
mu er casada. Ahora ien, sa emos ue estos modelos conductuales no se
en pr cticas sociales acordes. De hecho, sa emos
re le aron necesariamente

ue las transgresiones a la moral sexual matrimonial eran recuentes, lo ue


explica a, por tanto, el re or amiento de los códigos de comportamiento sexual
recompensados por medio de la honra .

Se ora chilena yendo a misa, en l um de tipos chilenos de mediados del siglo xix. Acuarelas de un artista
desconocido, l mina , p. , autor desconocido, mediados siglo xtx.
Las mu eres de an demostrar su piedad asistiendo a misa con recuencia, idealmente en
compa a de una criada o de un criado, uien de a cargar la al om ra so re la cual la mu er
se arrodilla a al interior de la
iglesia. Estos ltimos acentua an el prestigio y poder amiliar, as
como demostra an el
recogimiento emenino impidiendo ue la mu er -en especial la do a y
espa ola- se luciera sola en el espacio p lico.
e*
Cavieres y Salinas ., op. cit V anse, ve , los diversos de estos autores
a su
tra a os
incluidos en la i liogra a-
or otra parte, el an lisis en detalle de la distri ución porcentual por o icio,

dignidad cargo
o uerellantes
entre y uerellados gr icos N y N dio
cuenta de la preponderancia de las categor as militares y comerciantes
odegoneros . Un predominio ue era m s acentuado para la varia le mi
litares entre los uerellantes, inclin ndose avora lemente hacia la segunda
categor a entre los uerellados. Tales varia les expresa an el prestigio de ue
go a an am as actividades en el Santiago del siglo xv n.
Como la guerra contra los ind genas no ten a en este contexto la in erencia
ue ha a desempe ado durante las centurias previas, el prestigio ue
otor

ga an las gradaciones militares ue asumido en muchos casos por las milicias


ur anas . Sin em argo, cuando los miem ros de los cuerpos de milicias ur
anas igura an en los procesos por in urias y calumnias, stos se con orma an
con indicar su grado sin re erir la existencia de un honor militar espec ico, lo

identitarias .
ue ha impedido anali ar con mayor detalle estas pertenencias
Ello puede explicarse, siguiendo a aime Valen uela, por la trans ormación
de la imagen del militar, pues durante el per odo or ónico la igura del mili
tar-administrador comen ó a predominar so re la del militar-guerrero . ue
en ese contexto ue militares y milicianos asumieron unciones administrativas
complementarias a sus grados marciales. Eso explica a ue la mención de
estas gradaciones por uerellantes o uerellados actuase como elemento de

prestigio, no sólo por su re erencia al mundo lico sino ue, tam i n, por su
relación con la administración civil- udiciaria.
A di erencia de los militares, los comerciantes y odegoneros ue igura
an enlos procesos anali ados se explaya an largamente en torno a una tica
espec ica re erida a la honrade . Ella esta a centrada en el cumplimiento de
los tratos comerciales, en la rectitud para desarrollar los negocios y en una
conducta individualista ue les imped a inter erir en los pro lemas a enos.
Resulta sintom tico ue comerciantes y militares destacaran tanto en el
grupo de uerellantes como en el de uerellados. Ello da a cuenta del siglo

So re los militares en el reino de Chile, tra a os de uan Eduardo Vargas,


v anse los

Notas so re el go ierno militar en Indias el caso


e rcito chileno en el siglo xvn uan
del
Eduardo Vargas, Antecedentes so re las levas en Indias para el E rcito de Chile en el siglo xvii
- uan Eduardo Vargas, Estilo de vida en el E rcito de Chile durante el siglo xvn
orge Allendesala ar, E rcito y milicias en el reino de Chile . ara el contexto americano, v ase
Alian . uethe y uan archena . eds. , Soldados del rey. El e rcito or ónico en Am rica colonial
en v speras de la Independencia uan archena R, E rcito y milicias en el mundo colonial americano
archena R, O iciales y soldados en el e rcito de Am rica.
uan
Lo mismo ocurr a con los eclesi sticos ue igura an en los registros, uienes en lugar de

apelar a undamentos espec icos de honor, invoca an el honor de los or genes. So re honor militar,
v ase Salvador Calderón adrigal, Cuestiones so re el honor el honor militar y su re le o en los textos
histórico- ur dicos de Roma, Edad edia y Antiguo R gimen espa oles.

aime Valen uela, Las liturgias del poder u Del Chile or ónico al repu licano - , p.
. Agradecemos al autor el ha er puesto a nuestra disposición el texto cuando a n se encontra a
en
etapa de preparación.
de transición para las
per odo
xv n como un
representaciones de honor. En
contexto el honor militar -de re erente
guerrero y administrativo- conviv a
ese

unto honor comercial, muy cercano a una tica urguesa


a un
. El predominio
alternado de uno de los dos criterios dentro del de uerellantes o de
grupo
uerellados impide esta lecer, para ese momento, la hegemon a de un hori
onte de honor por so re el otro.
En otroplano de an lisis, los gr icos N y N exhi ieron mayor repre
sentación porcentual de la varia le escri anos a ogados entre uerellantes
ue entre uerellados. Esta constatación resulta a relevante, pues indica a
la tendencia de este grupo a resolver udicialmente sus con lictos por honor.
En e ecto, ello se mani esta a de orma a n m s transparente al constatar la
ausencia de esta categor a dentro de los uicios por homicidios, lesiones v
heridas gr icos N y N . Tales indicios mostra an ue escri anos v
a ogados, representantes de la cultura letrada, opta an por reparar su honor
a trav s de la v a institucional antes ue por medio de la vengan a privada.
or su
parte, la categor a artesanos , ue contó
con una
mayor representa
ciónporcentual dentro del grupo de uerellados, estuvo con ormada principal
mente por maestros. Dentro del grupo de artesanos uerellados, los maestros

llegaron al , en tanto ue los o iciales alcan aron sólo el .


En tanto, la totalidad de artesanos ue presentó uerellas por in urias ante la

usticia ha a alcan ado el grado de maestro .


Las di erencias de estatus
impidieron agrupar a los maestros de artesan a
- ue con orma an el grupo prioritario de la categor a artesanos - con los acto
res
ue integra an la varia le otros . ese a ue parte de estos ltimos tam i n
eran
tra a adores manuales, no ha an alcan ado el grado de especiali ado
la oral ni tampoco la esta ilidad económica de los primeros. Como veremos
m s adelante, el reconocimiento de paridad social se da a esencialmente entre
o iciales de artesan a y peones u otros tra a adores manuales no cuali icados.
No o stante, a n es prematuro a ordar este punto, pues las mayores repre
sentaciones porcentuales de tra a adores manuales se encontraron dentro de
los procesos udiciales por heridas, lesiones y homicidios.

Identidades ante la usticia


heridas, lesiones y homicidios

ara conocer las identidades de los protagonistas de estos uicios en el Santiago


del siglo xvm se consideró
universo de cien procesos contenidos en los
un

ondos Real Audiencia y Capitan a General del Archivo Nacional Histórico.


En su con unto sumaron m s de dos mil setecientas o as ue sustentaron este

i
Villalo os, Origen y ascenso..., op. cit Som art, op. cit aravall, Esp ritu urgu s... , op. cit.
los a os
an lisis . El arco
temporal de estos procesos se esta leció entre

y , con el in de tener el mismo hori onte de los procesos por in urias


cualitativo de estas causas criminales se
y calumnias. Ahora ien, el an lisis
proyectó m s all del xv n, extendi ndose durante los primeros decenios
siglo
del siglo xix, espec icamente hasta el a o . Esto ltimo tuvo el propósito
de o servar trans ormaciones en
algunas representaciones de honor ue pa
rec an estructurarse en una larga duración y ue se expresa an en los procesos
criminales mencionados.
Los criterios de selección de la muestra o edecieron a actores tales como
el estado de conservación del documento - ue no altaran partes sustanciales
del proceso y ue se encontrara en uen estado-, as como el tiempo ue medió
entre los hechos y el desarrollo del proceso udicial ue los conoció. En este
ltimo aspecto
se
escogieron a uellos procesos ue ueron tramitados a los
lo ue permit a o tener mayor precisión
pocos d as de suceder los incidentes,
en las recreaciones de lo sucedido. Tam i n se privilegiaron a u llos ue pres
ta an m s in ormación, con lo ue se de aron de lado los ue no explicita an
el de violencia y su motivación, ya sea por alta de testigos, de inter s de
tipo
los agentes udiciales o por ue los implicados dec an estar tan orrachos ue
no recorda an -o no uer an recordar- nada de lo ocurrido.
Se restringió la elección, al mismo tiempo, seg n criterios de g nero, pues
las din micas de intercam io de honras en los episodios de violencia eran
protagoni adas exclusivamente por hom res. Las mu eres tam i n pod an ser
agredidas en su honra -vulnerando el reconocimiento social de su contención
sexual, de su uena conducta o de su limpie a de sangre -, pero cuando ello
ocurr a las din micas de desa o-respuesta y de vengan a privada eran desarro
lladas por el esposo, el padre o por cual uier pariente masculino de la mu er
o endida. Si las mu eres se halla an sin protección masculina era ha itual ue
acudiesen a la usticia para restaurar su honra a trav s de procesos por in urias .
Como o servaremos en los cap tulos siguientes, las pr cticas de violencia
dirigidashacia mu eres
no eran
representadas a trav s del universo discursi
vo del honor agonal, ue ocurr a cuando eran protagoni adas por
del modo
actores masculinos. Lo anterior no implica a ue las mu eres uesen su etos
de violencia. or
pasivos ue se mantuviesen al margen de las situaciones
dieron innumera les testimonios en los
el los
contrario, registros udiciales
cuales reacciona an agresivamente ante las o ensas su ridas. Ahora ien, en
los discursos contenidos en los uicios de heridas, lesiones y homicidios, estas
reacciones violentas no se exhi an como reparaciones del honor da ado. se

Este universo ha sido con ormado luego de revisar trescientos setenta procesos udiciales
de ese
tipo, de los cuales ciento ochenta correspond an a la ciudad de Santiago.
U
Al orno , Violencias, g nero..., op. cit argarita Garrido Otoya, Do a ose a Valde en

el morcado deipa uir . Vivir de sus agencias y conservar el honor .Agradecemos al Dr. a lo

Rodr gue im ne la sugerencia de este ltimo tra a o.


no se entend a como el camino ha itual a trav s del cual las mu eres pod an
restaurar su honor.
El ltimo criterio usado para la selección del material documental consis
tió en relegar a uellos procesos udiciales en los cuales la principal causa de
violencia ue el hurto. Ello de ido a ue en esas circunstancias las pr cticas
de violencia o edec an m s a lógicas de su sistencia ue de intercam ios de
honras, lo cual no o sta a
ue los protagonistas de las din micas desa io-res

puesta ro os,
cometiesen como en e ecto ocurr a. Los su etos cali icados como
ladrones , por lo general peones ue e ecuta an ro os ocasionales.
eran

tam i n pod an participar del uego de competiciones por hom r a . ero


cuando lo hac an, conduc an sus pr cticas de violencia a trav s de ciertos ritos
los de satis acción de necesidades sicas
ue esta an a enos propósitos
a sus

de su sistencia.
de estudio las representaciones de honor sólo
Como nuestro o eto eran

correspond a anali ar las pr cticas de violencia relacionadas con stas, por lo


un an lisis de todas las ormas de
ue no esta a entre los o etivos e ectuar
violencia registradas en Santiago durante el siglo xvni. Contin a pendiente
un estudio so re las ampli is variedades de violencia practicadas en dicho

contexto espacial y temporal, como el tra a o reali ado por orge into para
el corregimiento de Co uim o .
En suma, los criterios ue permitieron con ormar este cuerpo documen
tal resultaron de un inductivo a partir de una amplia muestra de
e ercicio
procesos udiciales. ue indicó la conexión entre
ue esta documentación la

algunas representaciones de honor y determinadas pr cticas de violencia. No


todos los seguidos adelante por heridas, lesiones y homicidios pod an
uicios
ser entendidos como delitos por honor . Como o servaremos m s adelante,
de
una de las situaciones ue esta lec an esta conexión era la representación
paridad identitaria entre los rivales.
Al igual ue en el examen de los uicios por in urias y calumnias, en los
procesos por heridas, lesiones y homicidios se distinguió entre las identidades

Las comillas ue encierran el t rmino ladrón pretenden dar cuenta del car cter ocasional
de la comisión de estos il citos. or lo general, estos ladrones ocasionales sol an emplearse como

peones en aenas agr colas, mineras o de construcción de o ras p licas. As lo ha mostrado aime
Valen uela, uien ha anali ado la igura del peón- andido en Curicó durante el siglo xix. aime
Valen uela ., Bandida e rural en Chile central. Curicó, - . Algunos su etos ue ha an

participado en din micas de violencia vinculadas a lógicas de intercam ios de honras y ue, a su
ve , a lo largo del proceso udicial, ueron acusados de ladrones ANHRA, vol. , pie a ,
ANHRA, vol. , pie a , - ANHRA, vol. , pie a , .
se es el propósito de nuestra actual investigación, inserta en el marco de un
proyecto
ONDECYT posdoctoral. orge into, La violencia en el Corregimiento de Co uim o durante
el siglo xxin Igor Goicovic, Consideraciones teóricas so re la violencia social en Chile -
. ara el m ito europeo v ase el sugerente tra a o de ieter Spieren urg, desplegado en
un arco
temporal de cuatro siglos. ieter Spieren urg. aces o Violence Homicide Trends and
Cultural eanings Amsterdam, - .
de las partes implicadas. Sin em argo, de ido a las particularidades de este

tipo de registros, adoptar otras categor as para conocer las iden


ue necesario
tidades de los involucrados. Dado ue un n mero importante de estos uicios
eran iniciados de o icio -por iniciativa del Estado-, no ue posi le aplicar
la categor a uerellante a muchas de las partes implicadas en las situaciones
de violencia. or ello se optó por distinguirlas mediante las categor as vio
lentado y acusado .
Ha sido respecto de los acusados ue se o tuvieron los mayores porcen
ta es de re erencias identitarias. Ello se de a a ue en su condición de reos
de la usticia esta an o ligados a prestar una con esión, en la ue consta a
su calidad , o icio, edad, estado -casado, soltero o viudo- y su naturale a,
es decir, su
lugar de nacimiento. Como hemos se alado, era necesario tomar
en cuenta el car cter compulsivo de tales con esiones, las
ue o liga an a los
a de inirse identitariamente los
su etos seg n par metros ue el aparato udicial
impon a . Soslayar este hecho pod a conducir a conclusiones erradas, como
suponer ue las calidades eran determinantes en la de inición identitaria de
peones y ga anes en el per odo estudiado. Como a ordaremos en cap tulos
posteriores, las identidades de estos actores se constru an undamentalmente
so re los atri utos de la uer a sica, la potencia sexual y la astucia, en
lugar
de de iniciones puristas de las identidades socio-raciales.
A di erencia de los
acusados , los su etos insertos en la categor a vio
lentados pod an estar muertos al iniciarse el
uicio por homicidio o tan mal
heridos ue les era imposi le prestar su declaración. uchos de ellos da an su
declaración lesionados, postrados en cama, y en ella se remit an a dar cuenta
de los hechos ocurridos antes ue a re erir su calidad o su actividad la oral.
or lo dem s, los escri anos, ue sella an sus
pala ras en el expediente udi
cial, mostra an gran inter s en guardar sus identidades. Ellos procura an
no

conocer al autor del delito y constatar las lesiones de la parte violentada, cuya

descripción orma a parte de un documento llamado e de heridas . Eso


explica a ue existieran vac os en los par metros identitarios de los violen
tados en esteregistro de causas.
El t rmino violentado ue se adoptó alud a a a uella parte ue ha a
resultado m s malherida en el en rentamiento. Esta no ha a sido necesaria
mente v ctima de los arre atos violentos del rival. or lo general, el
pasiva
violentado ha a sido, al igual ue el acusado , protagonista activo de la
ri a ue lo ha a de ado en estado deplora le. El acusado , por su parte,
tam i n ten a lesiones en su cuerpo, pero su destre a en el mane o del cuchillo
o su uena ortuna le ha an evitado ir a
parar al hospital o caer muerto en la
calle. Sólo estas circunstancias evitaron ue este su eto asumiese el papel de
violentado dentro del proceso udicial.

En ocasiones el elevado estatus de los individuos inmersos en este tipo de procesos les

permit a de inirse identitariamente con relativa autonom a. ANHRA, vol. , pie a , . , .


La situación anterior era la ue, por lo
general, opera a en los procesos ini
ciados de o icio por la usticia. En el caso de los pleitos iniciados por uerella
la distinción entre violentado y acusado era menos a arosa, pues re er a una
disociación contemplada por una de las partes involucradas. uien se presenta a
ante lausticia para ue arse hom re -de orma ver al o escrita- por
contra un

las lesiones o heridas ue ha a reci ido, trans orma a a su rival en acusado


al iniciar un proceso udicial contra el mismo.

Calidades y pr cticas de violencia

Al igualue en los pleitos por in urias y calumnias,


se ha
logrado conocer las
identidades de las partes a trav s de la calidad y el o icio desempe ado. Las
categor as relativas a la calidad han sido, a su ve , las mismas en el caso de
las varia les don , espa ol , indio , castas , esclavo y extran ero . La
varia le no le con t tulo resultó desierta
en este
tipo de procesos. Apareció,
en cam io, un nuevo criterio de autoidenti icación ue no se mani estó en los
la designación de la pertenencia
uicios por in urias y calumnias. Se trató de
identitaria a negro .
trav s del t rmino

Respecto del grupo de los violentados , distinguimos, por una parte,


a

de las varia les calidad, condición origen


a u llos ue declara an algunas
u

de los ue no lo hac an cien causas

Gr ico N
DECLARACIÓN DE CRITERIOS
DE CALIDAD, CONDICIÓN U ORIGEN OR LOS VIOLENTADOS
EN UICIOS OR HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS
SANTIAGO -

Declara criterios

No declara criterios

uente Ta la Nc de anexos.

Dentro del grupo de violentadosue presenta an su identidad seg n


algunas de las varia les calidad, condición u origen , ue posi le esta lecer
las siguientes distinciones cuarenta y cuatro criterios declarados
Gr ico N
IDENTIDADES DECLARADAS OR LOS VIOLENTADOS
EN UICIOS OR
HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS
SEG N CALIDAD, CONDICIÓN U ORIGEN
SANTIAGO -

uente Ta la N de anexos.

or otra parte, al distinguir los acusados ue se identi ica an ante la usticia


seg n las varia les calidad, condición u origen , se o tuvieron los siguientes
resultados causas

Gr ico N
DECLARACIÓN DE CRITERIOS
DE CALIDAD, CONDICIÓN U ORIGEN OR LOS ACUSADOS
EN UICIOS OR HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS
SANTIAGO -

Declara criterios

No declara criterios

uente Ta la N de anexos.

La distri ución porcentual de las identidades de las partes implicadas en


los uicios en an lisis mani esta a una
mayor propensión a re erir criterios
la orales antes par metros relativos a la calidad . Ello se expresó un
ue
damentalmente a
gr icos N
trav s de los y N , construidos so re las
identidades declaradas por los acusados en los uicios por heridas, lesiones
y homicidios. Eso signi ica a ue en igual contexto, dentro de la etapa de la
con esión, los su etos pre er an identi icarse seg n el o icio ue desempe a an.
Esta situación marca a una di erencia respecto a lo o servado para el grupo
de uerellados en uicios por in urias y calumnias, uienes mostra an una
a rumadora tendencia a
privilegiar los criterios relativos a la calidad antes

ue al o icio para re rendar sus identidades gr icos N yN .


Dentro de los acusados ue declara an algunas de las varia les calidad,
condición u
origen , ue posi le esta lecer las siguientes distinciones o

setenta y ocho criterios declarados

Gr ico N
IDENTIDADES DECLARADAS OR LOS ACUSADOS
EN UICIOS OR HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS
SEG N CALIDAD, CONDICIÓN U ORIGEN
SANTIAGO -

uente Ta la N de anexos.

Las disparidades constatadas entre violentados y acusados respond an a

las circunstancias en las ue estas partes re er an sus identidades ante la usticia


gr icos N ,N ,N yN . or ello no resultó conveniente esta le
cer
comparaciones entre stas. Como hemos planteado, la menor re erencia
a
par metros por los violentados se explica a por dos actores. En
estos

primer lugar, por ue sus declaraciones no eran consignadas en el proceso,


pues ha an muerto o, ien, esta an malheridos para prestarlas. En segundo
t rmino, por ue cuando declara an ante el escri ano se remit an a re erir los
hechos de violencia sin detenerse en sus propios criterios identitarios.
Al
desglosarse el criterio calidad en las varia les ue lo con orma an
gr icos N y N , se o servó una distri ución porcentual m s e uili
ue la exhi ida en los uicios por in urias y calumnias gr icos N
rada y
N . En los procesos por heridas, lesiones y homicidios no se impon a pre
dominantemente una varia le hasta el punto de eclipsar a las otras, como ocurr a
con la re erenciaa los dones y do as en las causas por in urias y calumnias.
Dentro del grupo de violentados ue declara a varia les relativas a la
calidad - ue ya hemos mencionado eran escasas- igura a en primer t rmino
la varia le don , seguida por indio , espa ol y castas gr ico N . La
situación cam ia a dentro del grupo de acusados , donde la varia le espa ol
predomina a, seguida por castas gr ico N . Compartiendo el tercer lugar
en la distri ución se encontra an las varia les
porcentual indio y don .
Entre las partes ue se presenta an como don dentro de los
uicios por
heridas, lesiones y homicidios, igura an la radores, tenderos y m dicos. Es
cierto ue en este grupo tam i n exist an su etos de distinción como el
capit n
pre oste del reino y un maestre de campo, pero stos no eran mayoritarios
dentro de la muestrata la N de los anexos . En ella predomina an su etos
ue ha an acreditado su espa ol a, como era el caso de los soldados dragones,
o
ue simplemente pasa an por espa oles en la vida diaria. Eran actores ue
ten an alguna propiedad, por muy pe ue a ue uese, y ue practica an un
o icioue les da a esta ilidad económica. Su uso del don da a cuenta, en
algunos de estos casos, de la extensión social de este tratamiento en el siglo
xv n. A di erencia de la situación o servada en estos
procesos udiciales, los
actores ue se presenta an como don a dentro de los pleitos por in urias y
calumnias, go a an de mayor estatus social ta la N de los anexos .
A primera vista, la mayor iguración porcentual de la varia le don den
tro del grupo violentados podr a interpretarse como
expresión de pr cticas
de resistencia de sus su ordinados . No o stante, al anali ar en detalle las
identidades de los implicados en dichas situaciones, ser a posi le aplicar esta
interpretación a un reducido grupo de los episodios de violencia ue ormaron
parte de la muestra .
Desde otra perspectiva, se o servó la importante iguración de las varia les
indio , espa ol y castas en el grupo de los violentados , en especial si
comparamos su escasa representatividad en los procesos de in urias y calumnias
gr icos N yN . Sin duda, la varia le ue su rió mayor incremento ue
la de indio . Recordemos ue las varia les identitarias ue igura an en la
categor a violentados no
correspond an necesariamente a
a uellos su etos
ue ha an su rido de pasiva las violencias. Como anali aremos
manera

m s adelante, la violencia e ercida seg n la lógica de


castigo, re or ando las
situaciones de dominación propias del contexto colonial, era sólo uno de los

tipos de violencia ue se practica an en el Santiago del siglo xvm. arte de


los episodios violentos en los ue se vieron envueltos los indios en cuestión
correspondieron a dicha lógica . Sin em argo, un n mero importante de
las situaciones de violencia ue iguraron en esta muestra correspondieron
a violencias
practicadas seg n lógicas de desa o-respuesta en contextos de
diversión, escenarios de competiciones en torno a la hom r a. Y las partes
de inidas como indios
participa an esas activamente de
competencias.
La distri ución porcentual de las identidades de los acusados seg n el
criterio calidad , ha indicado el papel gravitante ue ugaron los espa oles
en las pr cticas de violencia en el contexto estudiado. Dicha situación se con

dec a con otros estudios relativos a la criminalidad en Chile colonial . or


otra parte, dentro del grupo de acusados la varia le castas su rió a su ve

un
importante aumento porcentual.

Carlos Aguirre, Agentes de su


propia li ertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de la
esclavitud. - .
m
ANHCG, vol. , s. - , ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol.
, pie a , ANHRA, vol. , pie a , - .
ANHCG, vol. , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , .

La ourcade y Smith, op. cit, s n.
O icios declarados y reparaciones del honor

Las conclusiones m s sugerentes


para el presente estudio se o tuvieron del
an lisis de las representaciones porcentuales de las varia les relativas al o i
cio . Ello se explica a de ido a ue ste era el
par metro ue los protagonistas
de este tipo de procesos privilegia an a la hora de de inirse identitariamente
ante la usticia.
Una primera distinción planteó entre los violentados ue declara an
se

algunas de las varia les o icio, dignidad o cargo , respecto de los ue no lo


hac an cien causas

Gr ico N
DECLARACIÓN DE CRITERIOS
DE O ICIO, DIGNIDAD O CARGO OR LOS VIOLENTADOS
EN UICIOS OR HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS
SANTIAGO -
Declara criterios

No declara criterios

uente Ta la N de anexos.

Dentro del grupo de violentados ue declararon algunas de las varia les


o icio, dignidad o
cargo , ue posi le esta lecer las siguientes distinciones
cuarenta y cuatro criterios declarados

Gr ico N
IDENTIDADES DECLARADAS OR LOS VIOLENTADOS
EN UICIOS OR HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS
SEG N O ICIO, DIGNIDAD O CARGO
SANTIAGO -

ilitares
Comerciantes odegoneros
^
uncionarios
administración

Otros arriero Artesanos

verdugo, m dico, _
maestros
asalariado, yo iciales
administrador
de solar ayordomo Ganadero eones
criado la rador

uente Ta la N de anexos.
or otra parte, al distinguir los acusados ue declara an algunas de las
varia les o icio, dignidad o cargo , respecto de los ue no lo hac an, se o
tuvieron los siguientes resultados cien causas

Gr ico N
DECLARACIÓN DE CRITERIOS
DE O ICIO, DIGNIDAD O CARGO OR LOS ACUSADOS
EN UICIOS OR HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS
SANTIAGO -

Con o icio declarado

Sin o icio declarado

uente Ta la N de anexos.

Dentro del grupo de acusados ue declararon algunas de las varia les


o icio, dignidad o
cargo , ue posi le esta lecer las siguientes distinciones
ochenta y cinco criterios declarados

Gr ico N
IDENTIDADES DECLARADAS OR LOS ACUSADOS
EN UICIOS OR HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS
SEG N O ICIO, DIGNIDAD O CARGO
SANTIAGO -

uncionarios
administración
Comerciantes odegoneros Artesanos
.-— maestros
ilitares y o iciales
____^

Otros arriero,

verdugo, sierrador, eones


carretero, aguatero,
etc.
anadero la rador
ayordomo criado

uente Ta la N de anexos.

El an lisis de las varia les relativas al o icio dentro de estos procesos


de in
su etos los de estudio de la investigación seg n el
udiciales permitió
lugar ue ocupa an en la escala social. La primera conclusión ue se desprendió
del an lisis de la distri ución porcentual de los o icios declarados por iolen-
tados y acusados ue la importante iguración de la varia le artesanos en
am os grupos gr icos N yN . La primac a de la varia le artesanos
en la muestra se relaciona a con el contexto ur ano en el ue se enmarcó
esta investigación.
La varia le peones importante incremento en el grupo de
su rió un

los acusados en relación iguración dentro de los violentados . Re


con su

cordemos, adem s, ue la varia le peones ten a escas sima representación


porcentual dentro de los uicios por in urias y calumnias, tanto as ue orma a
parte de la varia le otros gr icos N y Nc . Resulta evidente ue am os
tipos de registros documentales -in urias y calumnias, por una parte, y heridas,
lesiones y homicidios, por otra- esta an dando cuenta de su etos de estudio
astante dis miles.
Como se
aprecia en la ta la N de los anexos, los peones en cuestión
no eran tra a adores agr colas,
necesariamente sino ue tam i n pod an ser
empleados de las p licas ue se reali a an en
o ras la capital, como la Casa
de oneda. Lo ha itual era ue uienes tra a a an como asalariados en aenas
agr colas igurasen en la documentación como ga anes o peones-ga anes .
El t rmino peón re er a, en t rminos generales, un sistema de tra a o asado
en
ornal , el ue ien pod a ser cumplido en aenas agr colas o en actividades
de otro tipo, como la construcción . En todo caso, a di erencia de los artesanos,
se trata a de
tra a adores no especiali ados ue entrega an su uer a de tra a o
cam io de una remuneración diaria,
a
entregada en dinero o en especies. Se
en orma
emplea an, por tanto, espor dica, sin tener la esta ilidad la oral de
ue go a an los artesanos en un contexto ur ano como el estudiado. Esto los

trans orma a en candidatos a echarse a andar por la tierra, para luego ser
perseguidos por las autoridades por el delito de vagancia, tal como ha estudiado
Ale andra Araya . Ha a ocasiones en ue las partes ue se declara an como
peones o peones-ga anes se ala an e ercer adem s otro o icio, como el
de apatero o el de arriero, pero tales casos eran excepcionales .
representación del sector económico agropecuario se mani esta a
La
tanto la iguración de los peones-ga anes como en la varia le ganade
en

ro la rador . Si ien la iguración porcentual de la ltima era exigua, ue


necesario esta lecerla varia le autónoma, pues reun a individuos de
como

diverso estatus económico y social. A u llos identi icados como ganaderos

Araya, Ociosos, vaga undos..., op. cit, p. Ga riel Sala ar, La radores, peones y proletarios.
ormación y crisis de la sociedad popular chilena del En estudio del andida e rural el
siglo xix. su en

siglo xrx, aime Valen uela ha presentado una caracteri ación de los peones y ga anes involucrados
en actos criminales. Bandida e rural..., op. cit.

Araya, Ociosos, vaga undos..., op. cit, pp. - .


ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol. , pie a , .
Esto indica a la conexión entre el rea ur ana y el espacio rural ue la circunda a. Gón
gora, Ur an social... , op. cit.
en la documentación, eran militares -un capit n y un al re -, propietarios de
una casa en la ciudad y dedicados a negociar con ganado mayor . ese a
ue los la radores eran individuos de menor estatus y solvencia económica
ue preciso di erenciarlos de los peones y peones-ga anes , pues algunos
se ala an ser
propietarios de su chacra, por lo ue no esta an su etos a los
vaivenes del tra a o ocasional.

Capata ypeón, en Claudio Gay, l um de un via e por la rep lica de Chile, - , p. .


Los via eros ue recorrieron Chile durante el siglo xrx tendieron a representar a los peones
dentro de un am iente rural y, en muchas ocasiones, ao el mando de un
capata . Sin em argo,
en el siglo xv n, los peones ormaron parte de la ple e ue llegó a la ciudad de Santiago, viviendo
en rancher os, uscando diversiones en
pulper as y protagoni ando rencillas en de ensa de su
virilidad.

unto a las divergencias de car cter material entre la radores y peones ,


en el per odo se plantea an di erencias de estatus. Un uicio de disenso ue
en rentó en a residentes de la Doctrina de Colina mostró claramente esta
situación. En e ecto, uno de los principales argumentos ue ten a la madre de
la novia para oponerse al matrimonio de su hi a con don Bartolom ora,
era
ue ste se ha a ocupado en o icios viles y a os como el ha er ser
vido de peón . mu er La asocia a el
e ercicio de peón ga n, matancero
y va uero a deplora les costum res, las ue no pod an ser otras ue las

Se trata a de vecinos de la ciudad de Santiago ue participaron en un duelo en el a o


. ANHRA, vol. , pie a .
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
correspondientes a un
genio altivo y desvergon ado . Bartolom ora, por
su
parte, de end a se alando ue sólo ha
se
peón
a servido de hace a os

y durante corto tiempo. Al momento del uicio -seg n l- ya se desempe a


a como la rador , un o icio ue lo instala a en una situación de paridad
con la amilia de prometida. En suma, la condición cali icada como vil
su

no era el
tra a o agr cola en s mismo, sino ue la su eción a un parrón es
decir, la relación de dependencia y sumisión ue ella entra a a. De ah las
alusiones reiteradas al t rmino servir para aludir al tipo de tra a o ue el
peón reali a a .
or otra parte, ha resultado interesante constatar la relativa esta ilidad de la
varia le militares dentro del grupo violentados y acusados , la ue incluso
se
aseme a a a la representatividad ue ella o ten a dentro de los uicios por
in urias y calumnias. Ahora ien, uienes integra an esta varia le en uno v
otro registro documental di er an entre s . Los militares ue igura an como
protagonistas de los lo
uicios por in urias y calumnias, por general integra an
parte de la o icialidad de los cuerpos militares. En cam io, parte importante
de los militares ue igura an dentro de los uicios por heridas, lesiones y
homicidios, eran soldados. A la ve , estos procesos registra an muchos mi
licianos pardos , tal como puede apreciarse en la ta la N de los anexos.
Enalgunas varia les del criterio o icio se o servaron cam ios relevantes
respecto de su iguración porcentual en los uicios por in urias y calumnias. As
ue como las varia les comerciantes odegoneros y uncionarios administra
ción a aron considera lemente su representación dentro de los procesos por
heridas, lesiones y homicidios. En tanto, las varia les escri anos a ogados
y religiosos desaparecieron. Era previsi le esta situación respecto de los
escri anos a ogados , de ido a su tendencia a resolver sus con lictos por la
v a udicial, evitando las din micas desa o-respuesta ue eran inevita lemente
violentas. Ahora ien, resultó interesante constatar este a rupto descenso para
la varia le comerciantes odegoneros . Ella ha la a de la permea ilidad
de este grupo a los discursos de una de las representaciones de honor ue
asimila a esta noción a la civilidad y la cortes a. La sinonimia entre honor,
prudencia y moderación propicia a un am iente adecuado para el desarrollo
de los negocios y llevó a muchos mercaderes a acudir a la
usticia institucional,
en de la violencia, para resolver sus con lictos interpersonales.
lugar
La alta representación porcentual ue o tuvo la varia le artesanos , tanto
dentro del grupo de violentados como en el de acusados o ligó a
desglo
sarla seg n dos criterios. En
primer t rmino, seg n las erar u as ue reg an
dentro de los o icios artesanales. stas distinguieron dos niveles, a sa er el de
o iciales y el de maestros . Llamó la atención la ausencia de la categor a

aprendi dentro de la documentación revisada. El gr ico N mostró

ANHRA, vol. , pie a , . v, .


Op. cit, s. v, vy .
e uili rio en
erar u as por parte de los protagonistas de
la mención de estas
losuicios por heridas, lesiones y homicidios. Ahora ien, existió un tercio de
menciones ue re irieron practicar alg n o icio de artesan a sin especi icar si
se era maestro u o icial.
importante de este porcenta e no especi icado correspond a a o iciales
arte
de artesan a, lo ue pudo in erirse a partir de los otros criterios identitarios
es o ados por los artesanos en cuestión. Adem s, era muy di cil ue un ar
tesano ue hu iese alcan ado el grado de maestro olvidase re erirlo en un

contexto como el udicial, donde las di erencias de estatus eran centrales en

cuestionesprocesales y penales . Los maestros de artesan a se


plantea an en
un nivel de
superioridad en relación con los o iciales de su
gremio . Y esta
representación de superioridad no alud a sólo a
aspectos la orales, tam i n
al y relativos a la mayor solvencia económica de los maestros
prestigio .
Estas consideraciones u icaron a los o iciales de artesan a por so re los
maestros como los principales protagonistas de los uicios por heridas, lesio
nes
y homicidios. De hecho, las din micas desa o-respuesta contenidas en esta
documentación se da an undamentalmente entre peones, peones-ga anes y
artesanos ue se identi ica an como o iciales o ue sólo se ala an el tipo de
o icio artesanal ue practica an. Y es ue para ue existiesen competencias por
los atri utos de la hom r a era necesario ue mediara cierto reconocimiento
de paridad entre los competidores.
Los maestros artesanos tam i n participa an de
estas din micas de inter
cam ios violentos de honor, pero lo hac an con su etos ue go a an de un
estatus similar . A su ve , hemos visto igurar a maestros de artesan a dentro
de los pleitos por in urias y calumnias, es decir, utili ando los mecanismos
udiciales de reparación del honor.
Eran actores, por tanto, ue utili a an
tanto la v a institucional la vengan a privada para la restitución de la
como

honra. Se encontra an utili ando las categor as y lógicas propias de las diver
sas
representaciones de honor del periodo. Asum an, por tanto, el papel de
agentes mediadores entre ellas .
El siguiente gr ico dio cuenta de las erar u as ue exhi an los artesanos
envueltos en los procesos criminales en an lisis cuarenta causas

Tom s y Valiente, El Derecho enal..., op. cit, pp. - .


ANHRA, vol. , pie a , . , - .
El maestro de sastrer a ose Larra n, argumentando so re el excesivo dinero ue de an

pagar los miem ros del gremio para solventar el arco ue representar a al gremio de sastrer a en
la procesión del Corpus Christi del a o de , cali icó a los o iciales como po res , uienes
el d a en ue se les exigió ese real tal ve no tienen otro con u comer , op. cit, . .
ANH.RA vol. , pie a , ANHCG vol. , s. - , .
Berta Ares uei a y Serge Gru ins i coord. , Entre dos mundos. ronteras culturales y agentes
mediadores.
Gr ico N
GRADOS DE ARTESAN A DECLARADOS
EN UICIOS OR HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS
SANTIAGO -

No especi ica

aestros

uente Ta la N de anexos

El segundo criterio considerado para desglosar la categor a artesanos


ha sido el tipo de o icio artesanal ue se declara a practicar. Esta varia le ha
arro ado los siguientes resultados treinta y cinco o icios
especi icados

Gr ico N
O ICIOS DE ARTESAN A DECLARADOS
EN UICIOS OR HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS
SANTIAGO -

Carpintero Som rero


elu uero

uente Ta la N de anexos.

ara anali ar la distri ución porcentual por actividad dentro del grupo
de artesanos se
incluyeron maestros y o iciales unto a los ue no espe
ci ica an su
erar u a dentro de los gremios gr ico N
. A primera vista
predomina an los
apateros, seguidos por los sastres, herreros y carpinteros.
ue interesante constatar ue las dos primeras categor as esta an dedicadas
al ru ro de la vestimenta, respondiendo a las necesidades suntuarias del con
texto ur ano.
Terminando con el an lisis del criterio
o icio, dignidad o cargo , dentro
de los uicios por heridas, lesiones y homicidios, se construyó la varia le
otros para agrupar a diversos tra a adores manuales ue ten an
alg n tipo
de especiali ación la oral. sta ocupa a el tercer lugar en la representación
porcentual tanto dentro del grupo de violentados como dentro del universo
de acusados . Si ien dentro de esta varia le igura an algunos o icios de
mayor estimación social como el de administrador de solar , la mayor
un

parte de las actividades la orales integradas podr an compartir estatus con los
o iciales de artesan a .

Identidades ante la usticia


disensos matrimoniales

Los uicios de disenso matrimonial con orma an un con unto de causas mucho
m s reducido ue los procesos anali ados anteriormente. ara la ciudad de
Santiago se contó con veintiuna causas tramitadas entre los a os y .
ese a su corto n mero estos uicios exhi ieron una enorme ri ue a desde el
punto de cualitativo, como anali aremos en la segunda parte.
vista
Como hemos se alado, los uicios de disenso en rentaron a hi os con sus
padres y tutores por las elecciones de cónyuges. En consecuencia, si se con
sideraran las identidades de los protagonistas de los procesos, sólo se desve
lar an las coordenadas de calidad y de o icio de una sola amilia, ue era
a u lla ue se opon a al matrimonio, sin considerar al grupo amiliar ue
esta a siendo o etado.
Hacemos re erencia a las identidades de las amilias por ue en estos
uicios los individuos
aparec an envueltos en densas redes comunitarias ue
los u ica an espacio social determinado. ero so re todo por ue estos
en un

actores igura an dentro de una cadena generacional, de la ue ad uir an sus


caracter sticas identitarias m s relevantes. Es decir, en estos procesos los crite
rios de identidad primordiales se relaciona an con la descendencia leg tima o
ileg tima y con el uso del don y el do a . En
cam io, los par metros relativos
al o icio desempe ado eran tan escasamente mencionados ue parec an ser
irrelevantes en la construcción de la imagen de s ue se uer a proyectar al
escenario udicial. Esto se explica a por el contenido de la Real ragm tica de
atrimonios, la ue remit a la desigualdad entre las amilias a par metros
de calidad . De este
modo, para conocer las identidades de las amilias ue
acepta an la unión matrimonial y de a u llas ue la recha a an, se anali aron
las identidades de los novios , ue representa an estos grupos amiliares.
ara distinguirlos se usó el distintivo novio o etado y novio no o etado .
Al igual ue en los procesos udiciales ya anali ados, en los uicios de
disenso interesó dar cuenta de las identidades declaradas ante la usticia. El

o etivo de reconstruir las identidades de los protagonistas de estos procesos


ue entender sus reivindicaciones de honor, las ue esta an relacionadas con
sus
par metros identitarios. No se pretendió de inir estructuras sociales a
partir

ANHRA, vol. , pie a , .


de ellas. Ahora ien, como
plantearemos en la segunda parte, las identidades
de los de los
protagonistas uicios de disenso eran o eto de discusiones por
laspartes involucradas. Los novios y sus amilias mani esta an pertenencias
a calidades ue eran
impugnadas por la parte contraria. A la ve , estos ui
cios saca an a relucir verdades dormidas durante a os, develando or genes
di erentes de los com nmente sociali ados. Todas estas situaciones di icultaron
someter las identidades a an lisis cuantitativos
re utadas-
-aceptadas o
ue
de an construirse so re par metros i os y esta les. or ello, hemos estimado
pertinente explicitar ue la rigide de los modelos construidos no expresa a
las am igüedades y las disputas en torno a las identidades enta ladas dentro
de cada uno de los uicios de disenso.
Los criterios de calidad, condición u origen se reduc an en estos ui
cios a
par metros legitimidad ilegitimidad , don do a , unto a las
tres

pertenencias ue se inserta an en la varia le castas . Las re erencias a la


limpie a de sangre de los hom res y mu eres sociali ados como espa oles
esta an su etas a tantas discusiones ue en t rminos metodológicos no ue
pertinente anali arlas porcentualmente . En cam io, los novios o novias ue
se
presenta an ante la usticia como
pardos o mulatos , por e emplo, eran
no exist an discusiones
a u llos so re los cuales respecto de su calidad . Sus
enotipos exteriori a an su origen socio-racial, a la ve ue eran sociali ados
como tales en la vida diaria.

Respecto de los novios no


o etados ue presenta an su identidad seg n
algunas de las calidad,
varia les condición u origen , ue posi le esta lecer
las siguientes distinciones treinta y dos criterios declarados

Gr ico N
IDENTIDADES DECLARADAS OR NOVIOS NO OB ETADOS
EN UICIOS DE DISENSO ATRI ONIAL
SEG N CALIDAD, CONDICIÓN U ORIGEN
SANTIAGO -

Don do a t Hi o a leg timo a

uente Ta la N de anexos.

Respecto de los novios o etados ue presenta an su identidad seg n algu


nas de las varia les calidad, condición u origen , ue posi le esta lecer las
siguientes distinciones veintisiete criterios declarados

V ase el gr ico N .
Gr ico N
IDENTIDADES DECLARADAS OR NOVIOS OB ETADOS
EN UICIOS DE DISENSO ATRI ONIAL
SEG N CALIDAD, CONDICIÓN U ORIGEN
SANTIAGO -

Casta

uente Ta la N de anexos.

Las amilias ue recha a an las uniones matrimoniales inconvenientes


se
presenta an de manera un nime como limpios de sangre . uchos de
ellos pod an estar velando sus identidades originales, pero recuentemente
eran sociali ados como
espa oles.
or otra parte, resultó sorprendente la
escasa
representación de la varia
le castas
dentro del grupo de novios o etados , teniendo en cuenta el
patrón tnico de la ciudad de Santiago . Ocurr a ue los uicios de disenso
no
re le a an la estructura social en su con unto, sino undamentalmente a
los grupos de rango medio y a las lites secundarias .
eran los
ue stos
pod an entrar en contacto con descendientes de pardos , ue esta an siendo
sociali ados como
espa oles, y cuyas identidades primigenias eran develadas
en el transcurso del proceso.
La correspondencia entre la descendencia leg tima y el uso del don y
el do a en el grupo de novios no o etados se altera a dentro del grupo
de novios o etados . Resultó interesante constatar cómo las pretensiones de
reci ir el tratamiento honor ico de don y do a aumenta an en la medida
ue se era
hi o ileg timo. En los universos sociales donde se mov an los protago
nistas de los uicios de disenso, los undamentos hispano-aristocr ticos de honor
eran centrales. De ah es uer os por compensar una descendencia ileg tirna
sus

reivindicando el tratamiento del don y el do a . Como hemos anali ado a


lo largo del tra a o, los usos de estos apelativos ha an sido o eto de despla
amientos sem nticos y sociales a lo largo del siglo xv n. A ines del per odo
colonial el don y el do a ya no se
aplica an restrictivamente a las lites.

Como se ha se alado, el Censo del O ispado de Santiago, de - , indica a ue el


, de la po lación correspond a a mulatos y negros, en tanto ue un , ser an mesti os.

Carmagnani y lein, op. cit.


La distinción entre lites
principales y lites secundarias radica a en ue las primeras
ha an conseguido consagración no iliar y las segundas no lo ha an hecho. Langue, Aristócratas,
honor...., op. cit, pp. - .
or otra parte, las escasas re erencias a las actmdades la orales, tanto por
parte de los novios o etados como
por los novios no o etados , le resta an
representatividad dentro de un an lisis de este tipo. Como igura en la ta la N
de los anexos, stas eran re eridas undamentalmente por los novios o etados .
entre las ue igura an los o icios maestro de plater a , pulpera , comerciante
cantora . Dentro del grupo de novios no o etados , uienes declara an
y e er
cer
alg n icio o cargo menciona an los de o icial de plater a , administrador
o
de las ventas de un amiliar, capit n y cuarto o icial de la Real Aduana .

DE LOS ACTORES A LOS GRU OS

CO ORTA IENTO SOCIAL ANTE LAS RE RESENTACIONES DE HONOR

Hemos constatado la amplia variedad de


actores sociales ue protagoni aron
los uicios por in urias, calumnias, heridas, lesiones, homicidios y disensos
matrimoniales en la ciudad de Santiago durante el siglo xvm. Algunos de
ellos llegaron a la es era udicial por voluntad propia, luego de interponer
uerellas ante las autoridades. Otros, en tanto, esta an all por la voluntad de
otros - ue ha an introducido uerellas en su contra- o por imposición del
aparato administrativo ue los ha a convertido en reos de causas iniciadas de
o icio . As , surg a una
primera di erenciación entre estos protagonistas, la
ue
incid a en el tipo de pertenencias identitariasue los su etos declara an ante la
usticia y ue han constituido el sustento emp rico de los gr icos presentados.
Como se o serva, hemos re erido a los protagonistas de esta investigación
a trav s de la noción actor social Esta
opción, ue por cierto o edec a a una
postura epistemológica, tam i n se vincula a a la metodolog a utili ada .
En e ecto, la documentación consultada mostra a a los de estudio
su etos
representando un papel activo, utili ando y manipulando convenientemente
las representaciones de honor del per odo. Todo ello, por cierto, dentro de
ciertos l mites. Como se ha planteado previamente, resulta a inconveniente

exagerar la posi ilidad de elección en las sociedades tradicionales. Dentro


de este marco no exist a li ertad de acción a soluta, pero se produc a cierta

Carmen Bernand, a
partir del an lisis de Alain Touraine, ha de inido actor social
como
a u l ue est ntimamente implicado en el cam io, o en lo ue la sociolog a ha llamado
historicidad . Carmen Bernand, Los caci ues de Huanuco, - El valor de las cosas , p.
. Este t rmino ha sido usado de manera
pre erentepor la as llamada nueva historia social
europea de la d cada de , cuyo inter s se ha centrado en develar los mecanismos de acción

y las posi ilidades de manipulación de los sistemas normativos -códigos culturales- por las mu
eres y hom res del pasado. V ase Lepetit dir . Les ormes..., op. cit. Algunas de las implicancias
epistemológicas de la categor a su eto ,en ichel oucault, El su eto y el poder . or ltimo, el

concepto individuo de e utili arse con reservas dentro de mundo colonial, puesto ue resalta
la autonom a del actor rente a la sociedad, en un contexto en el ue a n se aprecia a la uerte
impronta de densas redes comunitarias ue liga an a hom res y mu eres.
capacidad de
negociación de los actores de ido a la existencia de una plura
lidad de representaciones entre las cuales ellos pod an oscilar para usti icar
sus
pr cticas y experiencias.
Ahora ien, en relación con las identidades de estos actores, cu l era el
nexo entre la
presentación de s mismo ante la usticia y la identidad social de
ue go a an en su vida cotidiana? Era posi le entender las declaraciones
udiciales como re le os, es decir, como reproducciones de la identidad ue
esos actores dis ruta an en su vida diaria? Nuestra convicción, ormada
luego
de la atenta lectura de cientos de procesos udiciales, es ue esa correspon
dencia no se produc a necesariamente. Se ha estudiado con atención ue las
particularidades del sistema udicial se presta an en muchos casos para una
manipulación de los hechos, las circunstancias y las identidades de sus prota
gonistas . anipulaciones ue, por supuesto, se desplega an dentro de ciertos
l mites y ue en muchos casos da an cuenta de las am ivalencias identitarias
de los propios involucrados.
Asimismo, algunas circunstancias del devenir histórico del siglo xvni chi
leno acentuaron los mane os identitarios. En e ecto, a medida ue avan a a
la centuria existió cada ve menor consenso en la rati icación social de las
identidades individuales. Ello produc a, por una parte, por ue la calidad
se

de muchos hom res -seg n planteara Arturo Gru essich- mura a en el


transcurso de su vida . or otro lado, el adelanto económico y las posi ilidades
a iertas por el comercio ene iciaron a muchos individuos ue comen aron a
demandar privilegios sociales acordes con su nueva situación material. Y esto
a rió un nuevo lanco para las discusiones y mane os de las identidades sociales.
Teniendo en cuenta estas consideraciones, ue necesario hacerse cargo de la

pregunta o via. ues si las identidades registradas en la documentación udicial


no
re le a anen todos los casos la identidad social de los actores coloniales, cu l
era su valor desde el
punto de vista historiogr ico? La respuesta concern a a
los planteamientos iniciales de una
investigación per ilada como un estudio
de las representaciones y usos sociales de honor
Santiago siglo xvm.
en el del
ues ien, las identidades exhi idas ante la usticia ten an un valor inmenso
para un an lisis de representaciones, pues a u llas se ala an cu les eran los
criterios de prestigio social a los ue aspira an distintos grupos de la po lación.
En consecuencia, los an lisis de las identidades sociales a lo largo de esta
investigación no uscaron dar cuenta de la estrati icación social e ectiva del
per odo . Si ien los tra a os en tomo a la estrati icación social en Am -

i
Natalie . Davis, iction..., op. cit, passim.
Gru essich, op. cit.
*
De mediar ese propósito hu iese sido necesario compulsar, por e emplo, documentos
notariales con el in de o tener in ormación relativa al patrimonio material de los vecinos y mo
radores de la capital. Esto ltimo se reali ó sólo en algunos casos puntuales con el in de conocer
la historia personal de diversos su etos envueltos en uicios de disenso. C r. Góngora, Ur an
social... , op. cit.
rica colonial han permitido conocer las erar u as de estatus seg n la óptica
elitaria de prestigio, por lo general han es o ado estructuras r gidas del orden
social . En cam io, la documentación ue ha sustentado esta investigación ha
mostrado variantes alternativas de construcción de la estima social, ue han
permitido conocer las variantes de honor a las ue aspira an los m s diversos
actores sociales. Esto, por cierto, contri u a a discutir la comple a naturale a
de la sociedad colonial en el siglo xvm.
La ri ue a y diversidad de la documentación consultada permitió o ser
var, por e emplo, a un pe ue o propietario de la Doctrina de Colina, hacia
el a o , sustentar su prestigio en su e ercicio de la rador , pese a la des
cali icación de ese o icio
por los hacendados . Una situación similar ocurr a
respecto de la representación de honor a la
ue aspira an los administradores
de odegones . Si ien estos su etos pod an e ercer un o icio menospreciado
por las lites, dentro del grupo de pe ue os comerciantes ellos eran re eridos
con el don , uno de los mecanismos de rati icación de prestigio m s valorados
en esos
grupos.
Asimismo, las identidades per iladas en los registros udiciales revelaron
ue determinados nichos identitarios -los dones y espa oles, por e emplo-
se caracteri aron
por hacer uso de representaciones espec icas de honor en
desmedro de otras, ue en cam io ueron usadas pre erentemente por otros
grupos -como castas y artesanos-. Esto a rió perspectivas insospechadas,
pues permitió transitar de un an lisis de las identidades individuales a las
colectivas. En e ecto, ello hi o posi le distinguir grupos sociales seg n sus re
cursos a los hori ontes de honor en el mundo colonial. lites, sectores medios
y grupos populares utili aron representaciones espec icas de honor a partir
de sus necesidades sociales.
En primer t rmino, el cap tulo anterior permitió constatar ue parte de los
uicios por in urias y calumnias per ila an actores sociales de las lites. stos
orma an parte de la o icialidad de los cuerpos militares y, al mismo tiempo,
desempe a an algunos o icios en la administración de la ciudad
ese a .
ue ellos pudieron dedicarse al comercio a
gran escala, no tend an a de inirse
como comerciantes en la documentación udicial. A su ve , aun ue ellos
uesen propietarios de estancias, tampoco plantea an su identidad social a

partir de la posesión de tales propiedades o del tra a o relativo a ellas. Ellos


pod an hacer uso de las din micas de desa o-respuesta caracter sticas de la

Góngora, Ur an social... , op. cit Lyle N. cAlister, Social Structure and Social Change
in Ne Spain .
ANHRA, vol. , pie a , s. v, v, vy , .
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . , .
Ha lamos de lites plural tomando en consideración algunos de los ltimos an lisis
en

de este grupo social, ue distingue entre lites principales y lites secundarias , tal como hemos
mencionado. Langue, Aristócratas, honor..., op. cit, pp. - .
vertiente agonal de honor masculino, as como de a uella representación de
honor ue apela a a un modelo conductual cercano a la tica de la civilidad.
Sin em argo, sus recursos al honor se relaciona an undamentalmente con el
honor de los or genes, asado en el lina e, la legitimidad y la limpie a de sangre .
Si ien las lites y sus recursos al honor ueron cilmente reconoci les,
las di icultades
epistemológicas se presentaron cuando los contornos de este
grupo comen aron a
desdi u arse. Entonces, se en rentó un pro lema comple o
en t rminos teóricos
y metodológicos el de de inir los contornos de la capa
media de la sociedad. De inir, por su puesto, sin constre ir ni tergiversar la
realidad social. Sergio Villalo os re irió la ausencia de estudios historiogr icos
relativos a este sector social al plantear

la historia tradicional ha ignorado la existencia de un estrato medio en la


sociedad colonial, como si ella hu iese estado con ormada por una aristo
cracia de mesti os, indios, negros y sus me clas.
separada a ruptamente
Tal vac o no existió, sino ue, por el contrario, hu o un espacio llenado
por gente ue situada en el sector dominante orma a alguna situación
de continuidad con los escalones de m s a ao .

Tipi icó, aun ue para el siglo xvn, algunos integrantes de este sector, en el ue
igura an criollos y espa oles de pocos recursos , dedicados al comercio y a
toda clase de negocios . En un rango m s a o y dentro del rea ur ana ue
esla ue nos interesa, se ha r an situado los comerciantes minoristas, tenderos,
due os de pulper as y odegones, mercaderes comisionistas, poseedores de
tropas de mu as y caravanas de carretas para transporte. Tam i n igurar an
diversos empleados como secretarios, escri ientes y mayordomos. or ltimo,
tam i n ormar an parte de este grupo los militares ue ocupa an los rangos
medios del E rcito, as como los miem ros del clero regular y secular ue
alcan a an sólo los niveles mediocres .
A lo largo de la presente investigación tam i n ue posi le constatar la
con iguración de un nicho social intermedio. Al anali ar, en los cap tulos
previos, las pertenencias identitarias seg n el criterio calidad , ue posi le
o servar algunos de sus integrantes. Los expedientes en cuestión revelaron un
amplio porcenta e de individuos ue se presentaron como dones y do as
ante la usticia. Ya se ha se alado ue ellos no pertenec an necesariamente
a las lites, cuyos miem ros pre er an, cuando pod an, ser denominados a
trav s de su t tulo no iliario o de rango militar. or otra parte, exist a un
su

n mero importante de dones y do as ue no eran propietarios de sus


lugares de residencia y ue e erc an, por e emplo, el o icio de odegoneros e

Villalo os, Historia delpue lo..., op. cit, tomo rv, pp. - .
,
Op. cit.p. .

Op. cit, p. - .
incluso de criados . Acaso de amos, en ra ón de su o icio, integrar a estos

su etos a la ple e , soslayando las con iguraciones espec icas de prestigio


ue les otorga an precedencias tales como el trato con el don y el do a ?
Una situación similar ocurr a con a uellos su etos ue se identi ica an como

espa oles . stos con orma an un


grupo sumamente heterog neo, cuyos
miem ros esta an insertos en la orales, económicos
los m s dis miles nichos

y sociales. Ellos pod an o no hacer uso del distintivo don do a , as como


utili ar su sociali ación como espa oles con el in de dis ra ar su
pod an origen
socio-racial me clado.
Estos e emplos demostra anue, si ien los criterios identitarios relativos
a la calidad permit an constatar la existencia de su etos insertos en un es

pacio intermedio del entramado social, sus am ivalencias, manipulaciones v

despla amientos di iculta an su uso como herramienta anal tica para es o ar


nichos sociales de inidos y esta les. Lo ltimo constitu a un elemento central
para vincular el estudio de actores individuales al an lisis de grupos sociales.
En el contexto estudiado, las identidades la orales presta an patrones de
an lisis m s esta les para construir erar u as sociales. ste ue, por e emplo,
el instrumento anal tico del ue se valió Arturo Gru essich para ordenar las
categor as ocupacionales seg n la estimación social de la actividad en Valpa
ra so y Colchagua durante la segunda mitad del siglo xvm .
En nuestra investigación, los sectores medios estuvieron representados en
parte importante de las categor as la orales mani iestas por los protagonistas
de los uicios por in urias y calumnias. Se expresaron entre militares y co
merciantes odegoneros , as como entre uncionarios de administración
y escri anos a ogados . Si ien dentro de algunas categor as pod an igurar
lites secundarias -como el caso de un capit n pre oste del reino, integrado a la
categor a militares - la mayor a de estos actores esta an le os de insertarse
en el
grupo elitario de la capital.
Al igual ue en el estudio de Arturo Gru essich, ue posi le distinguir
un
segmento medio alto de otro medio a o . Dentro del primero se en
contra an miem ros de la o icialidad del E rcito y las ilicias ue ha an
el
alcan ado, por e emplo, grado de capit n. igura an, a su ve , mercaderes

ue eran
propietariostienda y ue ha an costeado por s mismos la
de su

mercanc a ue o rec an. Tam i n se inclu an escri anos, uienes acredita an


su
espa ol a y mani esta an practicar un no le empleo . El sector medio
ao estuvo con ormado por soldados de rangos in eriores del E rcito y las

ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA,


vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , .
Gru essich, op. cit, pp. - .
ANHCG, vol. , , . Este grado orma a parte de la plana mayor de Santiago.
AUendesala ar, op. cit., p. .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
ilicias, as como
por odegoneros ue se remit an a administrar los ienes
de un comerciante - ha ilitador - ue los instala a en una tienda . Los
mayordomos tam i n integra an esta categor a, en la
ue se inclu an, a su

ve , a uellos la radores ue eran propietarios de una chacra. Los maestros


de artesan a, uienes se plantea an en un nivel de superioridad respecto de
los o iciales, tam i n orma an parte de este grupo . Dentro de este nicho se
inclu an, asimismo, algunos o icios ue no se
expresa an recurrentemente en
la documentación y ue, por tanto, ueron integrados en la categor a otros
de los uicios anali ados. Se trata a de carreteros -due os de un medio de
transporte-, arrieros, pulperos y administradores de solares. En consecuencia,
las re erencias a estos sectores sociales a lo largo del tra a o se han planteado
teniendo en cuenta la estructura a u presentada.

Carretero y capata , en
Gay, l um...,
op. cit, p. .
Si ien los carreteros, ue desempe
a an un
papel relevante en el traslado
de los productos desde las haciendas
hacia las ciudades, conta an con mayo
res recursos
ue los peones y ga anes,
en muchas ocasiones se encontra an
su ordinados los capataces. Este gra
a

ado evidencia dicha disparidad en la


vestimenta de los su etos representados.

ANHRA, vol. , pie a , s. v, y v- , ANHRA, vol. , pie a , .


v, .
Los maestros de artesan a eran due os de sus instrumentos de tra a o y, en ocasiones,
pod an tener sus propios esclavos, como se ha constatado en el caso de un maestro de carpinter a
ue era due o de una mulata. Testamento de Sol s
Salinas, ANHES, vol.
uan , s. - v,
Codicilio de uan Sol s Salinas, ANHES, vol.
s. HOv-lllv, ,
. Algunos de estos
maestros artesanos eran pardos ue integra an las ilicias de la capital uienes, pese a lo
oneroso de esta unción, de an
pues armarse
por sus
propios medios descuidando su o icio, la
usca an y asum an como elemento de prestigio. Hugo Contreras, op. cit.
Vendedores en las calles. Aguatero, yer atero, panadero y sandillero, en
Gay, l um..., op. cit,
p. .
arte de los Claudio Gay circula an con recuencia por las calles
su etos representados por
de Santiago colonial, el aguatero, ue distri u a agua resca, o el yer atero, ue vend a el
como

pasto necesario para alimentar a los animales de la ciudad. Estos actores protagoni aron algunas
de las vengan as privadas del honor ue se desplegaron en el per odo.

Resulta posi le ue las pr cticas hiciesen circular a algunos de estos acto


res en m s de un sector social. Esto suced a, por e emplo, con los la radores.
En algunos documentos ellos igura an como
propietarios de una chacra, en

tanto ue en registros
otros no se da a cuenta de
pertenencia . esa Como
se aló Ga riel Sala ar, en su tra a o so re los patrones económico sociales
del siglo xix, el estudio de los sectores la orales ha planteado siempre el pro
lema de la terminolog a. Las uentes ue consultó pod an remitir el t rmino
la radores al campesinado en general o a un grupo espec ico de ste, el de
los in uilinos . En el caso de la documentación ue sustentó este tra a o, los
la radores-propietarios pudieron integrar el sector medio- a o , en tanto ue
los ue no ten an tierra en propiedad pudieron ormar parte de la ase de la
estructura social, compartiendo ese nicho unto a peones y ga anes.

inalmente, este ltimo grupo social integró parte importante de los o icios
manuales desempe ados por los protagonistas de los delitos de heridas, lesiones
y homicidios. Entre ellos se encontra an o iciales de artesan a, peones, ga anes
y peones-ga anes, cuyas de iniciones terminológicas ya se han planteado. A

ANHCG, vol. , s. - v, .

Sala ar, La radores, peones..., op. cit, pp. - .


ellos se a u llos ue se presenta an ante la usticia como criados,
suma an
verdugos, yer ateros, aguateros, unto a otros tra a adores manuales.
El concepto tra a adores manuales se presentó como alternativa para
designar a los integrantes de este sector social. ste era un t rmino utili ado
en el per odo para re erir a los hom res y mu eres ue de an ganarse la vida
en los o icios la artesan a-, en el servicio dom stico -como los criados,
-como

amas de leche y criadas-, en la aenas de construcción o en el tra a o directo de


la tierra, como los peones, ga anes y pe ue os parceleros de los alrededores
de Santiago. Se trata a, a la ve , de un concepto relacionado con la representa
ción hispano-aristocr tica de honor, ue tacha a las diversas ormas de tra a o
manual, de ini ndolas como o icios viles . En consecuencia, reproduc a
imaginarios elitarios, soslayando las representaciones ue los dem s grupos
sociales constru an en torno al tra a o .
El t rmino en cuestión presenta a, a su ve , limitaciones ue imped an
consignar la versatilidad de los usos del honor por su etos insertos en las di
versas
erar u as siglo xvm. ste supon a la homogeneidad social
sociales del
y cultural de los actores ue e erc an la amplia variedad de o icios menciona
dos, soslayando, por e emplo, las reivindicaciones identitarias de los maestros
artesanos uienes se inserta an en nichos sociales diversos y superiores
de los ue ocupa an los o iciales de los gremios . Esto ltimo, unto a los
usos
espec icos de las representaciones de honor por los maestros, llevaron
a
integrarlos a sectores medios de la sociedad. En consecuencia, con el in de
evitar las con usiones ue genera a el uso de dicho concepto, se planteó la
necesidad de adoptar otro t rmino ue diera cuenta adecuadamente del sector
social en cuestión.
or otra parte, el t rmino ple e se
expresó, aun ue en orma tard a, en

los registros documentales anali ados . No o stante, ste no concorda a con

Gallahan, op. cit. Esta posición ue com atida por algunos pensadores ilustrados hasta la
a olición de la tacha legal del honor so re la ase de la vile a mec nica, a trav s de la promulga
ción de la real c dula de de mar o de . ese a ello, como se ha planteado, esto no signi icó
el in del desprestigio de estos o icios en los c rculos de las lites.
El art culo de ilar Lópe Be arano ha relevado la relación entre la noción de tra a o
honrado y las reivindicaciones de honor de los artesanos en el periodo colonial. ilar Lópe
Be arano, Din micas mesti as. Te iendo en tomo a la erar u a, al tra a o y al honor. Nueva
Granada, siglo xvm .
La alta de homogeneidad social y económica entre los gremios e incluso al interior de
cada o icio ha sido o servada, por e emplo, en uan Carlos o o Llórente, Gremios y artesanos
en adrid, -. La sociedad del tra a o en una sociedad cortesana preindustrial, pp. - .
En t rminoscronológicos, la primera expresión de este t rmino en la documentación se
halló en un uicio de disenso del a o y re irió a la gente m s in ame de la ple e . ANHRA,
vol. , pie a , . , - . Otro uicio de disenso del a o aludió a la n ima clase de
la le e en ue est n constituidos los ulatos . ANHRA, vol. , pie a , s. v- . V ase
tam i n ANHRA, vol. , pie a , . v, . En los registros por in urias, este t rmino

iguró en una causa enta lada en el a o , en la ue se se aló por otra parte sus hi os son
la propuesta epistemológica de la investigación, en la medida ue soslaya a
expresiones identitarias alternativas al modelo dominante. Esto era as en la
medida ue el t rmino ple e se con iguró a partir de una matri elitaria,
concentrando los desprecios y temores de los sectores dominantes en relación
con los grupos postergados por el r gimen colonial. A partir de un discurso
desde el poder para el poder , mesti os, peones, vaga undos y ociosos
ueron integrados a un mismo hori onte social, conductual y moral . Sus
miem ros y las ronteras ue este rótulo di u a a depend an exclusivamente
de los imaginarios de las lites y de los representantes del poder mon r uico
en Am rica. or ello, se ha planteado ue los contornos de la ple e eran, en

principio, todos
a uellos ue le parec an a la gente decente ue eran .
Los t rminosple e y tra a adores manuales ueron las nicas taxo
nom as registradas en la documentación para consignar indivisamente -en
una
categor a- la variedad de su etos relegados a la ase de la sociedad. Esta
par uedad taxonómica se explica a en ra ón del contexto histórico de la
investigación, en el cual los discursos hegemónicos tendieron a destacar las
di erencias antes ue las seme an as identitarias . ese a ello, los actores per
ilados -peones, ga anes, o iciales de artesan a y criados, unto a otros su etos
ue viv an de su tra a o- compart an un comportamiento social espec ico
ante las representaciones de honor, ue les rinda a una identidad particular
de grupo. Esto ue lo ue llevó a
integrarlos en una es era en com n dentro
de esta investigación.
Ante la ausencia de
categor as coloniales adecuadas, se planteó la necesi
dad de emplear contempor neos para re erir a este grupo. La noción
t rminos
su ordinación ha sido un instrumento anal tico pertinente para estudiar los
la os de dependencia en las sociedades tradicionales, espec icamente las vin
culaciones entre poderosos y desvalidos . Sin em argo, la documentación ue
sustentó este estudio dio cuenta de identidades sociales ue no se constru an
necesariamente en unción de un otro dominador. El car cter relacional de
la construcción identitaria se da a en estos casos en unción de los v nculos
de camarader a y competencia ue se esta lec an entre actores reconocidos

unos ociosos, vagos, no tienen m s ocupación ue andar en uegos en ta ernas y unt ndose con
la ple e, lo ue no hace uno ue se tiene por gente . ANHRA, vol. , pie a , . v, .

Araya, Ociosos, vaga undos..., op. cit, pp. - .


Carmen Bernand, La ple e ou le peuple? Buenos Aires, in xville-d ut xixe si cle ,
p. la traducción es nuestra . V ase tam i n Serge Gru ins i, Gen se des ple es ur aines
coloniales xico aux xvie at xvile si cle y Roland Anrup y ar a Eugenia Chaves, La ple e
en una sociedad de todos los colores . La construcción de un
imaginario social y pol tico en la
colonia tard a en Cartagena y Guaya uil .

Undurraga, ronteras sociales... , op. cit La. di erenciación taxonómica de las distintas
identidades socio-raciales, generó a uellas construcciones de sentido de la realidad tnica de
Am rica colonial, conocidas como cuadros de castas .
Araya, Sirvientes contra amos... , op. cit.
como
pares sociales. En consecuencia, ue necesario hallar un concepto ue
permitiese dar cuenta de este tipo de din micas sociales.
El t rmino a o pue lo ha destacado la autonom a de la es era social en
cuestión, permitiendo visuali ar pr cticas de socia ilidad ue se desplega an
en orma
independiente de las normas y códigos morales elitarios. Es m s
parte importante de los estudios ue han recogido este concepto ha insertado
al a o pue lo en lógicas de insu ordinación y de resistencia al orden colo
nial . Si ien los
registros ue sustentaron este estudio expresaron con lictos
a su ve dieron cuenta de
interpersonales recurrentes, patrones de circulación
cultural entre los diversos grupos sociales, propiciados en muchos casos por
agentes mediadores ue negocia an entre ellos. En consecuencia, la connota
ción de hermetismo sociocultural impl cita en la noción a o pue lo esta a
le os de expresar estas realidades.
or ltimo, la re ormulación del concepto popular por la historia cultural
pod a rindar las herramientas epistemológicas re ueridas por este estudio.
Hace ya treinta a os, Cario Gin urg se aló la necesidad de replantear la
relación entre cultura popular y cultura de las lites , evitando caer en un

paternalismo ue llevara
primera
a la reproductor
a ser mero de las ideas de
la segunda . unto a ello, era necesario restar a esta noción una e uivocada
impresión de homogeneidad ue rea irma a una división cultural reduccionista
en dos niveles,
soslayando la pluralidad de imaginarios y comportamientos,
as como de las modalidades espec icas de apropiación de las signi icaciones
culturales . Si ien se intentó soslayar estas alencias reempla ando el estudio
de la cultura producida por los grupos populares al pro lema de la cultura
impuesta a stos, la v a resolutiva m s atractiva, y actualmente usada, ue la de
dar cuenta de las din micas de circulación entre los niveles de cultura. Una
circulación permitir a distinguir tanto las respuestas populares ante los
ue
otros con untos culturales, as como las posi ilidades de pr stamos culturales
desde lo popular a la sociedad en
general .
Asumiendo ue las herramientas conceptuales pod an ser tiles para
desvelar sólo parte de las conductas sociales, la orientación epistemológica
de la investigación -una historia cultural en su vertiente antropológica-,
condicionó la adopción de la noción grupos populares , aun ue dentro de
la ltima acepción explicitada . De este modo, ue posi le consignar en una
sola categor a a a uellos peones, ga anes y o iciales de artesan a ue, unto

León, Real Audiencia.... , op. cit León, lite y a o pue lo... , op. cit León, Regla
mentando... , op. cit.
Gin urg, El ueso..., op. cit, pp. - .
Bur e, La cultura popular..., op. cit, pp. - . Beatri Sarlo, Lo popular en la historia
de la cultura .
li
Tom s A. antecón ed. , Ba t ny la historia de la cultura popular. Cuarenta a os de de ate.

Opciones similares en Carmen Bernand, De lo tnico alo popular circulaciones, me clas,


rupturas IV Ramón, Santiago de Chile..., op. cit, pp. - .
las
a otros actores, compart an un
comportamiento social espec ico ante re

presentaciones de honor.
En nuestro inter s por destacar las maneras de expresión y operación de
los otros honoresen el
Santiago del siglo xvm, a ordamos algunas opciones a la
supuesta relación dicotómica entre cultura dominante - cultura popular , ue
superasen tanto la perspectiva de sumisión de una cultura a otra hegemónica
como la idea de su desarrollo paralelo, sin puntos de contacto e, incluso, como

unidades antagónicas entre s . Una de las v as ue el an lisis de los puntos de


contacto entre el discurso del honor de las lites y las representaciones de honor
de artesanos, espa oles po res y castas . El resultado de esta exploración ue
la interpretación de m ltiples modalidades de adaptaciones y reconstrucciones
de sentido de diversas representaciones y pr cticas del honor. En t rminos
culturales, no
pod amos ha lar de hermetismo, de imposición a soluta, ni de
desarrollo en
paralelo de las reivindicaciones de honor por los actores sociales
coloniales. Cada nicho social exhi ió representaciones y pr cticas espec icas
de honor, si ien en orma simult nea se usa an a su ve las de otros grupos.
As como Steve Stern se aló la existencia de variados códigos de dere
chos de g nero, o ligación y honor patriarcal en xico durante el ocaso
del r gimen colonial, en el m ito chileno era posi le encontrar un honor
polivalente o, m s ien, diversas representaciones de honor con iguradas de
acuerdo con la plasticidad de las relaciones sociales . Estas resigni icaciones,
ue se sociales, la orales, de g nero y de origen
nutr an de las identidades
color ue sosten an los actores del mundo colonial chileno, mostraron a los
a

grupos medios y populares ya no en una aceta de receptores culturales,


sino m s ien de re ormuladores y de constructores de su imagen de mundo.

Stern, op. cit.


SEGUNDA ARTE

EL HONOR
DE LAS HERENCIAS A LAS O INIONES
EL HONOR DE LOS OR GENES

Corr a el a o cuando don rancisco lvare , natural de la villa de Osuna


de los reinos de Andaluc a y residente en la ciudad de Santiago, interpuso uerella
civil y criminal contra un o icial de sastre . Se trata a de un pleito por las in urias
ver ales ue ha an a rentado su acreditado honor y uiciosos procedimientos .
o icial de era un am o, llamado ha r a se alado
A uel sastre ose a ardo, uien
una
y otra ve ante la amilia de don arcelino de la e a, dos imputaciones
in uriosas . La primera, ue rancisco lvare ha a sido cómplice de unos a
mosos hurtos ocurridos en Lima. La segunda, ue era hom re ruin de la misma
es era ue l, pues esta a en Lima casado con una am a .
El Diccionario de Autoridades personi ica a el t rmino ruin en el hom re
vil, de pocas o ligaciones, malas costum res y procedimientos . Los con
ruin e in ame remit an al honor,
ceptos pues se
emplea an para caracteri ar
la posición del hom re deshonrado y desacreditado, ue ha perdido la honra

y la reputación . En consecuencia, la in amia era entendida en plano de


sinonimia con lain uria y la deshonra.
La ltima imputación a don rancisco lvare ten a una serie de im

plicancias. Signi ica a, como hemos se alado en la


lugar, manipulación
otro
del discurso tnico por los mismos pardos . As , uienes eran o eto de los
Como el tratamiento honor ico de don y do a era o eto de discusión en las mismas
uentes udiciales anali adas, se optó por indicarlo entre comillas. En los cap tulos siguientes se
ha dado cuenta de las disputas relacionadas con sus usos.

ANHRA, vol. , pie a , . , .


Las diversas castas , como la de am o , construidasen el imaginario colonial respon

dieron a los propósitos de las autoridades por dar un orden a la ya caótica escena socio-racial de
Am rica. Esto se hi o a trav s de los llamados cuadros de castas , como los ela orados en el
virreinato de y en Nueva Espa a durante el siglo xvni. Ellos expresaron los es uer os por
er

plasmar pictórica y ordenadamente la diversidad de los cruces tnicos producidos en el continente


americano. Seg n los cuadros de castas del virrey Amat de er , remitidos al rey Carlos III en
, la casta am o derivar a del cruce de negro y mulata o viceversa. Natalia a lu ed. , Los
cuadros de mesti a e del virrey Amat. La representación etnogr ica en el er colonial, p. .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo v, p. , vo ruin .

Op. cit, , tomo iv, p. , vo in ame .


Undurraga, Honores transversales... , op. cit Los usos del discurso tnico por las castas ,
con el in de de ender su
posición y de impugnar la superioridad del espa ol, o del ue se hac a
pasar por tal, re er an la plasticidad e instxurnentali ación de ese tipo de argumentación. El ma
no o social de lo tnico , planteado por Bernard Lavarle para la ciudad de uito en el ocaso de
la era colonial, tam i n se mani estó, seg n nuestra opinión, en la sociedad chilena de la segunda
mitad del siglo xvni. Lavall , Amor y opresión..., op. cit, pp. - .
anatemas contra la sangre me clada esta an haciendo uso de esas mismas
censuras
para denigrar las posiciones de sus contendores . ose a ardo no
dudó en apelar a los mecanismos de marginación y desprecio socio-raciales,
el matri
pese a ser l mismo un pardo . Desde la perspectiva de este ltimo,
monio de un hom re lanco con una mu er de casta oscurec a la calidad
del espa ol, pigmenta a su piel, incorpor ndolo a la es era de las castas , es
decir, al m ito de los su etos mixtos o me clados. ero a n m s grave, la
a irmación de ose a ardo implica a ue el mismo rancisco lvare pod a
pertenecer a las castas,
pues, cómo era posi le ue un espa ol contra ese
v nculo matrimonial con una am a sin ser l mismo su igual?
Las pala ras del pardo so re la calidad ruin , derivada de la perte
nencia tnica imputada a rancisco lvare , alud an a la consideración de los

negros y las castas como in ames. En consecuencia, sus dichos re renda an


la e icacia en el siglo xvm chileno de una de las representaciones de honor
m s caracter sticas de Am rica colonial. Se trata a del honor de los or genes, un
dado so re el lina e, la legitimidad y la limpie a de sangre .Esta vertiente

hispano-aristocr tica de honor se halla a construida so re el capital heredado,


reci ido el nacimiento y transmitido a trav s de la sangre. Asociado a la
en

no le a, desde los grandes con t tulos hasta los hidalgos, y a la noción de


limpie a de sangre , el honor no iliario cultivado por los hispanos era uente
de prestigio social pero tam i n de ene icios económicos y udiciales .
Esta vertiente de honor distingu a tanto a su etos de honor como a des
honrados por naturale a . Los hom res y mu eres carentes de honor en ra ón
de su nacimiento eran considerados in ames de hecho , cuya principal causa
era ha er nacido uera del matrimonio . Ahora ien, en Am rica colonial
los pre uicios respecto de la nota de in amia se ueron concentrando en un
de las mixturas de in-
grupo en particular a sa er el de las castas , nacidas

la contaminación trav s de los luidos, ha


El concepto sangre me clada aludió a a como

planteado Ale andra Araya. Se re irió a la me cla con sangre negra ue en el contexto americano
ue asociada a la impure a. Ale andra Araya, La pure a y la carne el cuerpo de las mu eres en el
de un uicio de
imaginario pol tico de la sociedad colonial . El concepto se usó, por e emplo, dentro
disenso datado en el a o . All , una madre espa ola ue se opuso al matrimonio de su hi a con
sólo es
un maestro de
plater a pardo , se aló respecto del ltimo ue el enunciado Troncoso, no
conocido por de a a es era, y de sangre tan me clada, ue es no menos ue mulato . ANHRA,
vol. , pie a , . , . Con todo, en este tipo de registros documentales o servamos, a

de asociadas la ausencia
su ve , remanentes de lasantiguas concepciones limpie a sangre ,
de a

, pie a , . v, .
de sangre mora y ud a. ANHRA, vol.
en el xv con los estatutos correspondien
La noción de
limpie a sangre , re rendada siglo
tes, remontó sus or genes al siglo xn del medioevo espa ol. iga, op. cit., p. y pp. -
de de Indias Al ert A. Sicro , Los estatutos de
Luis Lira ontt, El estatuto limpie a sangre en

de controversias entre los siglos xvy


limpie a sangre xvii.

Re eridos en la Introducción.
- , t t , ley . Las altas tasas de ilegitimidad constatadas en
artidaS ptima.
del de todas las categor as socio-raciales a
excepción de los indios,
Santiago siglo xvn, respecto
iga, op. cit, - .
no socavaron este principio. pp.
dios, espa oles y negros . La naturale a de los mesti os, mulatos y am os
se halla a
corrupta por el pecado de su mal nacimiento . ecado de lu uria
ue llama a otros pecados y ue hac a de ellos seres viciosos, desordenados y
ociosos . ue interesante o servar ue el origen de la in amia de las castas
tuvo una ra teológico-moral, al igual ue la ideolog a hisp nica de la lim
pie a de sangre ue vetó a moros, ud os y condenados por el Santo O icio.
A su ve , am
en os casos, la in amia se transmitió seg n un patrón hereditario.
Tales o servaciones respecto de la naturale a de las castas se tradu eron
en una serie de normativas,
incorporadas a la Recopilación de Leyes de losReynos
de las Indias, ue impidieron a los negros y castas acceder a empleos en la
administración o reci ir órdenes sagradas . Tampoco pudieron cargar armas,
andar de noche por las ciudades, vivir entre los indios y, aun, menos servirse
de ellos. Como consecuencia de su in amia, las negras y mulatas de ieron
evitar ser ostentosas en su
apariencia, lo en
ue disposiciones ue
se
expresó
lesprohi ieron adornarse con oro, seda,
perlas.
mantos o

Al interior de los discursos o iciales las erar u as de limpie a de sangre


precisaron patrones de conducta moral. ulatos, pardos, am os, lo os, chinos,
cuarterones o uinterones, entre muchas otras calidades consignadas como

castas , sim oli aron, desde esta representación, las ideas de desenvoltura,
volu ilidad, sensualidad e impure a ue diversas sociedades han necesitado
identi icar como actores de peligro. As , a medida ue la u icación de un
individuo se ale a a de los espa oles lancos y puros , aumenta a proporcio-
nalmente su inclinación a los vicios. La marca de la sangre in ecta -concepto
usado como inversión de la limpie a de sangre - se expresar a externamente
en los rostros, siendo signo visi le de las di erencias, indicando el honor o

el deshonor, la moralidad o la perversión, la compostura o la indecencia .


Tales normativas e imaginarios expresa an ue la noción limpie a de
sangre , valores no iliarios y teológicos, ha a su rido un despla a
asada en

miento sem ntico al utili arse en la realidad colonial americana. En el Nuevo


undo ella deó de emplearse para tachar a ud os y moros, uienes por ley no
pod an pasar Am rica, aplicando la nota de in amia a las castas . antuvo,
a

eso s , su re erente
religioso al continuar o etando a los condenados por el
Santo O icio y sus descendientes . De ido a
ue los elementos ue serv an

El urista uan de Solór ano y ereyra sosten a ue las castas eran por lo menos in amia
acti , pues era ha itual ue nacieran del adulterio o de otros il citos y puni les ayuntamientos .
uan Solór ano y ereyra, ol tica indiana, tomo i, p. .

Op. cit, p. .
I id
Recopilación de Leyes de Indias. , li . , t t. , leyes - .
Undurraga, Espa oles oscuros... , op. cit.
Es relevante recordar ue el t rmino mesti o en la Espa a de la Recon uista no aludió
a una realidad
iológica h rida, sino ue a una opción pol tica. El t rmino misto se aplicó a los
cristianos ue se unieron a los musulmanes contra el rey Rodrigo. Langue, Aristócratas..., op. cit, p. .
de ase al honorhisp nico-aristocr tico variaron su o eto de de inición al
aplicarse la realidad
a social americana, optamos por re erir esta variante de
honor como representación de honor de los or genes.
Ahora ien, de u modo las pr cticas cotidianas de Santiago de Chile del
siglo xvm recogieron dichas normas y representaciones? El con licto entre el
am o ose a ardo y el espa ol rancisco lvare reveló no sólo la igencia
sino, tam i n, la versatilidad de los usos sociales del honor de los or genes, al
extremo ue las castas llegaron a emplear el discurso socio-racial para re a ar
la calidad del espa ol con uien disputa an. Asimismo, resultó sorprendente

ue un hom re dedicado al comercio, natural de la pen nsula I rica, en in,


como l mismo se alóun hom re espa ol de limpio nacimiento , resultase

in uriado por los dichos de un pardo . Ello, undamentalmente, al tener en

cuenta el car cter socio-racial de las a irmaciones de este ltimo. Era posi le
considerar ue hacia el a o la identidad socio-racial ha a de ado de ser
una cualidad innegocia le e inamovi le, congruente a la situación estamental

y consecuencia de la herencia de los antepasados? Este ltimo aspecto resul


ta a relevante, pues la esta ilidad del capital heredado -el lina e, la legitimidad

y la limpie a de sangre - ue un principio sico de la sociedad estamental


y de la perpetuación de la dominación de las lites. En t rminos generales,
all de caso espec ico, es ue la representación del
proyect ndose m s este
honor ligada a los or genes ha a de ado de ser inexpugna le en las postri
mer as del per odo colonial?
La posi ilidad de oscurecer el lina e y la calidad de espa oles reconocidos
la hallamos mani iesta tam i n en otros procesos udiciales por in urias, en par
ticular a u llos de la segunda mitad del siglo xvm. As , en , otro pardo ,
llamado anuel ern nde , le ha r a se alado al odegonero don rancisco

Ignacio de il n ue l seria el canalla pues era hi o de un mulato panadero


de Lima caso ya no se trata a de una duda soterrada, insinuada
. En este
ligeramente so re la identidad socio-racial o icial ue ostenta a un actor, sino
de una re erencia directa a una descendencia espuria. Y tales aseveraciones
no eran or el contrario, lo m s relevante de estas re erencias era ue
inocuas.

logra an poner duda las calidades de los imputados. Ten an, por tanto,
en

consecuencias directas so re el honor de los actores aludidos. Como re irió el


mismo Ignacio de il n, el pardo lo ha a puesto como un trapo, lo ue
sent a tanto, ue no sa a u hacer para restaurar el antiguo honor ue ten a
heredado de sus antepasados .
Elloimplica a ue las cualidades protegidas por el honor de los or genes,
ue se asenta an en el capital heredado de la limpie a de sangre ya no eran
tan esta les. En los escenarios de las disputas por las deudas impagas, por los

ANHRA, vol. , pie a , . , .


ANHCG, vol. , . , .

Op. o ., s. - v.
desv os de los de agua, en suma, dentro de los roces propios de las in
cursos

teracciones cotidianas, el antiguo honor heredado de los antepasados pod a


resentirse y inalmente perderse. areciera ue lo innegocia le -la sangre y la
herencia- pod a estar su eto a los vaivenes de la opinión y trans ormarse en
patrimonio de los dem s. Uno de los testigos de este ltimo incidente consignó
la desesperación ue don
con la rancisco Ignacio de il n le ense ó los
instrumentos ue acredita an la ascendencia limpia de su
padre y ue
guardó celosamente por a os . Es ue estos documentos - ue suponemos
ser an in ormaciones de hidalgu a- carec an de valor ante las a irmaciones
del pardo ? . A irmaciones reali adas, por supuesto, ante un concurso de
espectadores, uturos generadores del rumor ue modi icar a la identidad so
cio-racial del espa ol en cuestión.
Como se ha r podido apreciar, hemos eludido intencionalmente el t r
mino ra a para re erir una de las dimensiones del honor de los or genes. Esto,
de ido ue la masi icación de dicho concepto durante el siglo xix, cuando
a

los discursos antropológico y m dico cola oraron en su de inición taxonómica,


resigni icaron el sentido colonial del concepto. ero el asunto no se resolv a
con tanta acilidad. Y ue el t rmino ra a se utili ó en los siglos coloniales
es

y, antes a n, en el medioevo espa ol. or ste se entendió ormalmente casta


o calidad del origen edición de
o
lina e . La primera del Diccionario
de la Real Academia Espa ola precisó, adem s, ue con recuencia se utili ó en

orma peyorativa. Es decir, el uso social del t rmino ra a se e ectuó lig ndolo
a m cula e
ignominia. or ello ue ha itual encontrar el inomio mala ra a
en la documentación colonial,
aun ue el concepto usado pre erentemente
para de inir el origen, el lugar social e, incluso, el enotipo -o mani estación
visi le del genotipo- de los hom res y mu eres de los siglos xvii y xv n, haya
sido el de calidad .
No de emos olvidar ue el concepto mala ra a se aplicó en un comien
o a
ud os, y condenados
moros
por el Santo O icio, expresando de este
modo su re erente no iliario y teológico. Un re erente ue vimos re le ado
en la de inición de la Real Academia, al ligar ra a a origen, calidad y
lina e. El uso del t rmino ra a , para dar cuenta de las dimensiones del mes
ti a e en el mundo colonial americano, re uirió tener presente ue ste no
hi o re erencia a una su división de la especie humana asada en criterios

Este testimonio lo aportó don Dom ngue , natural de Sevilla y residente en la


Ramón
ciudad de Santiago de Chüe. ANHCG, vol. . , v., .
pese a Ue rancisco Ignacio de il n pidió la inclusión de tales instrumentos dentro
del proceso udicial, ellos no ormaron parte del expediente tal como llegó hasta nosotros. ue
impro a le ue el original se insertara en el expediente, m s a n cuando el mismo rancisco I.
de il n solicitó ue los documentos le uesen devueltos. Tampoco se incorporaron copias de
ellos al proceso udicial.
Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo v, p. , vo ra a .
cCaa, op. cit iga, op. cit, pp. - .
iológicos. ara evitar cual uier con usión, optamos por utili ar el concepto
identidades socio-raciales unto a la expresión calidad . De este modo no
sólo evitamos anacronismos, sino ue, asimismo, destacamos el uerte con
tenido sociocultural ue tuvo la ra a en el mundo colonial americano .

El devenir del honor de los or genes

Una de las parado as ue narraron los registros udiciales de ines del siglo
xvm chileno ue la extrema vulnera ilidad del honor de los or genes, al punto de
ue los mismos pardos pudieron cuestionar la identidad socio-racial de los

espa oles. Ahora ien, precisar ue la necesidad de sustentar social-


de emos
mente la calidad no se planteó por primera ve en el ltimo siglo colonial.
Al menos desde mediados del siglo xvii, cuando se registraron las primeras
in urias socio-raciales en la documentación udicial chilena, la calidad no

origen, el patrón de descendencia, sino ue, a su ve , demandó


sólo traslució el
el reconocimiento social de stos . La representación de honor de los or genes
siempre de ió estar acreditada en una
reputación y ama ue uesen noto
rias y, por tanto, validadas socialmente . La limpie a de sangre de un lina e
de ió estar ampliamente avalada por la comunidad. Sin esta aceptación, la
primera no pudo demandar los privilegios sociales asociados a su ostentación.
Como hemos se alado, ueron los atri utos reci idos en la cuna los ue
precisaron dicha validación social. stos con ormaron un capital de ase so re
el cual pudo demandar reconocimientos y privilegios. Sin em argo, lo ue
se

ocurrió lo largo del siglo xvm ue ue la rati icación social de dicho capital
a

heredado ue ad uiriendo cada ve mayor importancia, de modo ue incluso


las imputaciones de los pardos pudieron a ectar la reputación, o rati icación
social del honor de los espa oles, en los ltimos decenios del siglo xvm. La
sinonimia entre honor y reputación, ue encontramos ormulada expl cita
mente en los registros por in uria de la d cada de , ue la culminación
de este camino .
La reputación terminó con ormando una representación de honor por s
misma. En los primeros decenios del siglo xix se llegó a sostener ue el ho
nor
ya no era m s
ue la uena opinión . Se con ormó, en consecuencia,
una
representación de honor construida so re el rumor, so re la ase de
las opiniones y uicios a enos. Y en esa construcción no hu o espacio para

Otro de los conceptos utili ados por algunos historiadores para aludir a la calidad de
los actores coloniales, ha sido el inomio conceptual origen color . Anrup y Chaves, op. cit.
ANHRA, vol. , piea , . , .
S
ANHRA, vol. , pie a , s. v, , .
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
I id.
ue las herencias con ormaran alg n capital de ase so re el cual demandar
privilegios. El honor personal ue ya patrimonio de unos otros ue tuvieron el
poder a soluto para aceptar o vetar las demandas de distinción planteadas por
los actores particulares. or ello podemos se alar ue el honor de los or genes, si
ien nunca ue inexpugna le, tuvo una ase mucho m s esta le ue el honor
como reputación, ue se ue estructurando como
representación autónoma a lo

largo del siglo xvm.

La historicidad del honor como


reputación no tuvo un desarrollo mec nico y

progresivo oposición a uel honor de los or genes, de g nesis hispano-elitaria.


en a

Al comien o, am as representaciones se sustentaron mutuamente, sin invadir


el terreno contrario. La necesidad de rati icar socialmente las herencias de
la sangre provocó ue ya en el siglo xvn la imputación de mulato tuviese
la capacidad de manchar el lina e del receptor del insulto y de todos sus
descendientes . No o stante, en ese entonces, el poder de la pala ra a ena
no era a soluto, pues el estatus de uien emit a el insulto era undamental en
su
capacidad de macular la calidad del receptor de la in uria .
A medida ue transcurrió el
siglo xvm el honor como reputación
pareció
irdespeg ndose, desprendi ndose del honor de las herencias. Lentamente, las
opiniones de los otros ueron ad uiriendo una consistencia propia, autónoma,

La met ora mancha -como


contraposición al concepto pure a de sangre - iguró en los
procesos udiciales ue consignaron in urias socio-raciales ue, seg n los discursos, mancha an
la calidad y el lina e de los actores involucrados. ANHRA, vol. , pie a , . v, -
ANHRA, vol. , pie a , . v, . Esa met ora iguró tam i n en algunos uicios de disenso
donde se recha ó la unión matrimonial argumentando ue la amilia del novio o novia descend a
de negros o de castas . Cuando la ca e a de una amilia uscó impedir un matrimonio desigual
ue integrar a al grupo a un supuesto
o e ectivo descendiente de
negros, re irió la unión como ne
gro orrón o mancha y orrón . En el m ito letrado del per odo circuló una de inición
como

meta órica de orrón , como la acción indigna y ea, ue mancha y o scurece la reputación y
ama . Ello dio cuenta del acoplamiento entre el hori onte crom tico y los atri utos morales en el
pasado colonial. En estos casos, las allas morales se aplicaron espec icamente a los pretendientes
ue llevaron en sus venas
sangre a ricana . Tales manchas y orrones opacaron, seg n los discur
sos de la
poca, el lustre , la claridad de la amilia de espa oles ue se unir a a ellos a trav s del
matrimonio. La cimiente del pretendiente recha ado esta a, seg n sus detractores, envuelta en las
tinie las, pues descend a de oscuro nacimiento . ANHRA, vol. , pie a , . y ANHRA,
vol. pie a , . , - ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. ,
pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . ,
. Real Academia, Diccionario de Autoridades, , tomo i, p. , vo orrón . Hemos aludido
al papel ue representó esta met ora, as como a los usos del color derivados de ella, en el sustento
de las arreras sociales del siglo xvni chileno, en nuestro tra a o Espa oles oscuros... , op. cit.
Eso se expresó, por e emplo, en un proceso por in urias enta lado en el a o por
Antonio Gon le luego de ser tildado de hi o de mulata por Isa el Corral. Ello tuvo e ectos
so re toda la parentela de Antonio Gon le . Isa el Corral era viuda de Diego de Ri eras, cuya
amilia i a a unirse en matrimonio con la amilia del in uriado. En consecuencia, las partes in
volucradas integraron el mismo universo social, cuestión esencial para comprender la capacidad

ultra ante de las imputaciones de Isa el en el per odo en ue stas se plantearon. ANHRA, vol.
, pie a , s. - v, .
hasta prescindir del apoyo de los elementos heredados para poder su sistir.
La estimación de las gentes , como consignó un documento, ue tomando
vuelo, tra ando su
propia trayectoria hasta con ormar una
representación
de honor por s misma . El devenir de estos dos polos del honor en el siglo
xvm -vinculado a los or genes o a la
reputación- se
ugó, por tanto, seg n el
predominio de uno por so re el otro.
ese a la construcción de una representación de honor undada so re las
opiniones de los dem s, las lites, orgullosas de sus privilegios heredados, am s
renunciaron a reivindicar un honor cimentado en los atri utos reci idos en la
cuna. En sus
pares, pero undamentalmente en sus alterca
desavenencias con sus

dos con espa oles po res o con hom res y mu eres de casta , stas continuaron
apelando a los undamentos hereditarios del honor de los or genes a lo largo de todo
el siglo xvm e, incluso, en
primeras d cadas del siglo xix. Ellos les ueron
las
tiles para sustentar su
preeminencia en los con lictos cotidianos e, incluso, para
usti icar sus recursos a la uer a contra a u llos ue no les otorgaron los respetos
ue creyeron merecer. Es interesante destacar ue dentro de los con lictos ue
implicaron espa oles de los m s diversos niveles sociales y económicos, los
a

es uer os por resaltar las erar u as entre las partes se redo laron .
Lo ue estuvo detr s de muchos altercados cotidianos ue llegaron a la
usticia como procesos por in urias ueron discusiones so re las erar u as ue
de an regir entre los espa oles ue viv an en la ciudad de Santiago. Si de an
existir erar u as y distinciones entre a u llos ue eran
limpios de sangre ,

ANHRA, vol. , pie a , . , .


En el altercado entre don Alonso de rado y Co arru ias y el maestro platero Loren o
Llana, el representante udicial del primero aludió en diversas ocasiones a las di erencias sociales
entre las partes en disputa. As , el maestro platero ha r a tenido mil li ertades, y atrevimientos
con el dicho Don Alonso alt ndole al respeto sin atender a su calidad, y a la desigualdad del dicho

Llana . A su ve , uno de los testigos presentados por la parte de Alonso rado y Co arru ias, el
comerciante don Ignacio Ba ue , se aló ue notoria la in uria y desacato ue cometió el dicho
Llana con el dicho Dn Alonso sin atender a su respeto, y a la notoria calidad de su persona por
lo ilustre de su nacimiento, y el comedimiento, y atenciones ue tiene con todo g nero de gentes,
y la desigualdad de la persona del dicho Loren o Llana . ANHRA, vol. , pie a , s. y
v, . Los discursos so re la superioridad social de los miem ros de la lite se rigieron seg n
lineamientos similares a lo largo de todo el siglo xvm. La orma en ue la parte de Alonso de rado

y Covarru ias asó su precedencia en , ue an loga al mecanismo ue empleó uan Antonio


achado, alcalde de arrio de La Chim a, en el a o . En un incidente con la espa ola po re
rudencia Silva, moradora de dicho sector de la ciudad, Antonio achado usti icó la violencia

e ercida so re la mu er seg n la lógica de castigo -como corta reprensión - de sus insolencias.


Como la mu er no ha r a sa ido respetar la prioridad social e institucional del alcalde de arrio,
ste se ha r a visto en la o ligación de ponerla en su lugar agredi ndola violentamente. Seg n
Antonio achado, su
superioridad so re la mu er ten a m ltiples undamentos, tales como el lustre
de su nacimiento, su uena conducta y su o icio de alcalde de arrio. So re tales undamentos,
se
presentó ante la
usticia persona de honor . Es m s, ignoró las reivindicaciones de
como una

estatus reali adas por la mu er, uien era espa ola y reconocida como do a en su comunidad
de ase de La Chim a. or el contrario, la consignó como una persona de a simo nacimiento
e
indigna . ANHRA, vol. , pie a , s. v- y v, .
u criterios conven an ser construidas? . Cuando una de las partes en
so re
disputa perteneció ostensi lemente a las castas , las di erencias ueron o vias
y no undamentos para mayores discusiones en torno al estatus
existieron .
ero cuando se trató de alg n espa ol po re o de otro ue vivió con relativa
comodidad de las ganancias ue le dio la pr ctica de alg n o icio manual o del
e ercicio del pe ue o comercio, la situación de ió resolverse de otra manera. En
esas circunstancias las
desigualdades con los espa oles e mayores recursos, ue
se hallaron investidos de
alg n cargo de prestigio o ue ormaron parte de las
lites, de ieron esta lecerse seg n criterios diversos a la limpie a de sangre .
Los usos de la representación de honor de los or genes trascendieron los c rculos
de las lites y ueron empleados por espa oles ue e ercieron escri an as, ue
se dedicaron al
pe ue o comercio o a los o icios de artesan a. En el contexto
de las interacciones entre espa oles de diverso nivel social y económico la
limpie a sangre representó un papel relevante. Ella ue esgrimida por los
de
espa oles po res o de moderados recursos, como un elemento de unión ue
los hermanó a los espa oles de lite. Al igual ue los aldeanos de la literatura
del Siglo de Oro, uienes reivindicaron un honor asado en su condición de
cristianos vie os , los espa oles ue vivieron de sus o icios en el Santiago del
siglo xvm, plantearon su limpie a de sangre como el elemento ue los instaló
en
pie de igualdad con los miem ros de la lite . Y, por su puesto, ue all
cuando comen aron las disputas, o al menos, parte de ellas.
A uellas disputas en torno al estatus entre espa oles de diverso nivel social
y económico, ue escalaron progresivamente a medida ue transcurrió el siglo
xvm, ueron el telón de ondo del ortalecimiento de las di erencias estamen
tales llevado adelante por los grupos dominantes. Es m s, la independencia
ue ue ad uiriendo el honor como
reputación, llevó a las lites a
desplegar
estrategias de ensivas con el in de re or ar la importancia de los or genes en

la construcción del discurso verdadero del honor. Como antes, a ines delnunca

siglo xvm, stas se sintieron amena adas


privilegios, lo
en susue las o ligó
a ro ustecer las di erencias estamentales. Ello se uscó por los medios m s
diversos, como el cumplimiento estricto de la Real ragm tica de atrimonios
o el uso sistem tico del concepto ca allero como mecanismo de distinción
entre a u llos ue reivindicaron limpie a de sangre .

ANHRA, vol. , pie a , s. y v, .


Re erimos la pertenencia ostensi le aludiendo de manera undamental al criterio eno-

t pico como elemento de construcción identitaria de algunos pardos . Esto, de ido ala discusión
de las identidades socio-raciales desarrollada particularmente desde la segunda mitad del siglo
xvm, como anali aremosen los
cap tulos siguientes.
perspectiva literaria remitimos al lector a los cl sicos tra a os de Am rico Castro
ara la

ya discutidos. Castro, Algunas o servaciones... , op. cit Castro, De la edad con lictiva..., op. cit, p.
Castro, Espa a en su historia..., op. cit.
En un sentido amplio, podemos entender las estrategias sociales desplegadas por las
lites de Santiago para de ender las arreras estamentales, como parte de un es uer o mayor por
Ahora ien, los del
lina e y la calidad no ueron privativos de las
usos

lites y de los espa oles dedicados al


pe ue o comercio o al e ercicio de sus
o icios. A lo largo de estas p ginas constataremos cómo las castas instrumen-
tali aron tales nociones ene icio propio. Lo hicieron uscando los m s
en

diversos o etivos, tales


impugnar el estatus de los espa oles con uienes
como

tuvieron con lictos e, incluso, con el


propósito de trans ormar sus identidades
originales dis ra ndose ellos mismos de espa oles. Lo ltimo mani estó la in-
ternali ación de los pre uicios socio-raciales hispanos por las castas , lo
ue
nos llevó a anali ar el
comple o escenario de construcción de las identidades
socio-raciales en el Santiago del siglo xvm .
Al anali ar el actor del origen leg timo ileg timo, caracter stico del honor
de los or genes, a ordamos la aceta central ue desempe ó la virtud emenina
en su construcción. El honoremenino, entendido en el per odo - undamental,
aun ue no exclusivamente-
como
comportamiento sexual virtuoso, estuvo
presente en cada una de las representaciones de honor ue circularon a lo largo
del per odo estudiado. As , dentro del honor de los or genes, sta ue una de las
ases constituyentes del capital heredado por las mu eres y hom res coloniales. La
virtud emenina se vinculó, dentro de esta representación de honor, a principios
esta les e innegocia les, relacionados con las erar u as del orden colonial.

Discursos verdaderos del honor y el orden divino

El honor de los or genes, undado so re los atri utos del lina e, la legitimidad y
la identidad socio-racial o calidad , ue utili ado convenientemente por la
lite colonial chilena, y en
general por la americana, para monopoli ar en su
ene icio los privilegios de la honra. Como hemos planteado en otro lugar,
el honor, en tanto valor secular pre erente de las sociedades tradicionales, ha

mantener el orden colonial e impedir la con usión con los grupos de inidos como in eriores e
incluso peligrosos, lo ue determinó ue stos ueran o eto de reiteradas pol ticas de control.
Vial, op. cit Langue, Aristócratas, honor..., op. cit., pp. - cCaa, op. cit Socolo , are as
ien constituidas... , op. cit Ramón A. Guti rre , Cuando es s..., op. cit, pp. - Ramón
A. Guti rre , Honor Ideology, arriage Negotiation, and Class-Gender Domination in Ne
xico, - Seed, Amar, honrar..., op. cit art ne -Alier, op. cit.
Tal como se aló
uan Carlos Estenssoro, para ya ue posi le apreciar en los deseen
dientes de ind genas cierta aceptación de la superioridad de los elementos espa oles como signo
de estatus social , lo ue implicó el reconocimiento de una erar u a dentro de los mesti a es.

uan Carlos Estenssoro, Los colores de la ple e Ra ón y mesti a e en el er colonial , p. .


Dentro del siglo xvni, algunos tra a os de r d ri ue Langue han anali ado la di usión del mo
delo del honor aristocr tico a trav s del cuerpo social, siendo adaptado y reinterpretado por las
masas mesti as. Estas ltimas, siguiendo a esta autora, integran el discurso de la lite mantuana,
se adue an de su dial ctica, invent ndose una genealog a y un honor propios, una limpie a de
colores muy similar en sus
planteamientos a la limpie a de sangre reivindicada por la no le a de
cu o hisp nico . Langue, Aristócratas, honor..., op. cit, p. .
sido o eto permanentes luchas sim ólicas por ungir determinadas ormas
de
culturales comoleg timas . El control y selección de las m ltiples pr cticas
y ormas discursivas, llevado a ca o
por el poder y el sa er del momento
histórico, terminaron consagrando el discurso de las lites como el discurso
verdadero del honor en la sociedad colonial . Es m s, la instalación de este dis
curso como re erente cultural ue lo ue permitió explicar el silencio -o m s
ien la ocultación- de las otras ormas discursivas existentes en el per odo y
ue se mani estaron, por e emplo, entre las l neas de los registros udiciales.
La sinonimia entre lina e, legitimidad, calidad y honor , caracter stica de
la sociedad estamental, ue resultado de una voluntad de poder. Ella o edeció
a un contexto histórico determinado, cuyas construcciones de sentido de en

ser
explicadas en relación con la vocación de poder de los grupos dominantes.
Seg n la perspectiva de la lite colonial chilena, sólo uienes pertenec an a

su
grupo participa an de la cultura del honor. En consecuencia, sólo ha r a
un honor en el Chile del
siglo xvm, el ue se suscri ir a exclusivamente a la
c spide de la sociedad y se sustentar a en la transmisión de la limpie a de
sangre y de los privilegios heredados .
La inserción del honor dentro de lógicas de poder resultó expl cita al cons
tatar ue ste sólo ue uente de prestigio social sino, tam i n, de ene icios
no

económicos y udiciales. Ya hemos se alado cómo la representación hisp nica


de honor permitió a los no les -desde los grandes con t tulos hasta los hidalgos-
verse li res de tri utos, no
poder ser sometidos a muertes in amantes ni al tor
mento, salvo en procesos in uisitoriales, ni ser encarcelados por deudas civiles.
El desarrollo histórico de las lites en el Antiguo R gimen re or ó a n m s
el v nculo entre el honor hisp nico-aristocr tico y la voluntad de poder de este
grupo. os Antonio aravall explicó el endurecimiento de las condiciones
del honor estamental a comien os del
en rancia y Espa a
Inglaterra, siglo
xvn, en ra ón de la trans ormación de la no le a desde una condición de es
tamento a otra de lite de
poder . En consecuencia, el car cter monol tico
del honor en su versión aristocr tica ue el resultado de una acción consciente
llevada adelante por los grupos dominantes de la sociedad. En de initiva, por
una lite de poder celosa de sus privilegios.
La historiogra a relacionada con las lites americanas tam i n ha desta
cado su vinculación al poder y la ri ue a . Am os elementos, re le ados en

Undurraga, - . Bourdieu, La distinción..., op. cit., p.


Cuando las a rentas... , op. cit, pp. .
Se ha entendido la noción de n la propuesta de ichel oucault, como
discurso seg
sistema de posi ilidad de conocimiento. En cuanto tal, no consistió sólo en una orma de expre

sión, sino ue, asimismo, en la disposición ue con ormó las experiencias y los conocimientos.
ichel oucault, El orden del discurso ichel oucault, La Ar ueolog a del sa er.
Esta ue la perspectiva es o ada por os A. aravall para la Espa a del siglo xvn. a

ravall, oder, honor..., op. cit, pp. - .


Op. cit, pp. - .
r d ri ue Langue adoptó esta de inición a partir de la conceptuali ación planteada por
David Brading en ineros y comerciantes en el xico or ónico - . Langue, Aristócratas, honor...,
un estatuto social, caracteri aron tanto a las lites
principales como a las
lites secundarias . Las primeras ueron
u llas ue go aron de t tulos
a
no iliarios ue les permitieron insertarse con
mayor comodidad en una larga
duración , elemento esencial en la de inición de estos grupos. El poder de las
segundas, en tanto, se
construyó so re dispositivos alternativos a los t tulos
no iliarios. ese a estas di erencias, la representación de honor sustentada por
las lites -tanto principales como secundarias - se vinculó a lo colectivo, a
lo amiliar, a un honor del
lina e inserto en la larga duración , ue dio cuenta
de su
perspectiva generacional .

Costumes des ha itants de la Conception, en Corporación Cultural de Las Condes, Antiguos


gra ados Chile, N
de . Di u o de Gaspar Duche de Vancy y ean ichel oreau Le eune
gra ado por Thomas, en
Voyage autour du monde, - . ean rancois Galaup conde de La
erouse, aris, .
El honor y el de las lites chilenas se exhi an en p lico a trav s de sus ropa es y
poder
cuidados peinados ue contrasta an con las vestimentas del pue lo, representadas en un segundo
plano de la imagen. En sta, los su etos se con iguran identitariamente al interior de sus grupos
de pertenencia.

op. cit, p. . or parte, ac ues A. Bar ier de inió lite como un con unto selecto y reducido
su

de personas ue go aron de prerrogativas sociales, económicas y pol ticas en un determinado


contexto social, económico y pol tico.
ac ues A. Bar ier, lite and Cadres in Bour on Chile .
Adoptamos esta distinción reali ada por r d ri ue Langue. La autora, a su ve , re utó,
al menos para el caso de la provincia de Caracas, la
opinión ormulada por agnus órner
so re la supuesta contradicción ue ha r a existido entre la esta ilidad estructural del sistema de
estrati icación social y la composición cam iante de las lites. Langue, Aristócratas, honor...,
op. cit,
pp. - agnus orner, Economic actors and Strati ication in Colonial Spanish America
ith Special Regard to lites .
Langue, Aristócratas, honor..., op. cit, p. .
El discurso verdadero del honor construido por los grupos de poder en Am rica
colonial no sólo se caracteri ó por su vinculación a los par metros del lina e

y la calidad . A stos se sumó una serie de valores, pr cticas y normas ue

construyeron una cultura del honor aristocr tica. or ella hemos entendido un

signi icaciones ue dieron sentido aun orden de comportamientos,


sistema de
mecanismos de uicio y de relación con determinados recursos materiales y
sim ólicos. ue as como los undamentos materiales del poder se revistieron
de carga sim ólica, pasando a ser signi icantes del prestigio, tal como sucedió
con la catalogación de no les de algunos tipos de ienes ra ces, de ciertas
actividades o de determinados cultivos agr colas ue ueron precisamente
a u llos vinculados a las lites.
Ahora ien, tras la achada de una cultura leg tima del honor, ue de inió
modos idóneos de utili ación y comprensión, existieron códigos alternativos y
transversales ue cru aron todo el cuerpo social. La unicidad y exclusividad del
honor, propuestas por su discurso verdadero, ueron sólo ilusorias y respondieron
m s la voluntad de orden y de poder de unos pocos ue a las din micas de
a

una realidad social


comple a como la del siglo xvm chileno. Ello no sólo ha ló,
siguiendo a
r d ri ue Langue, de la polisemia de los universos normativos
y de las estructuras mentales de las sociedades coloniales americanas, sino
ue, asimismo, de la actuali ación, resigni icación y manipulación de las re
presentaciones y pr cticas de honor por gran parte de los actores sociales .
El mane o social del honor ue practicado cotidianamente y con igurado
desde las circunstancias tnicas, la orales y de g nero ue sostuvieron las iden
tidades y construyeron las alteridades dentro del mundo colonial chileno. Al
e ercerlo, castas , espa oles po res , artesanos y peones dieron cuenta de su
capacidad operativa para moverse dentro de espacios er r uicos, detectando
y mane ando los intersticios ue las estructuras de dominación colonial no
consiguieron sellar. Esta perspectiva no ha pretendido minimi ar la acción de
dispositivos de su eción so re parte importante de la po lación americana . s
ien ha re rendado su existencia, optando por miradas complementarias ue

Langue, Les identit s... , op. cit, p. la traducción es nuestra .


El mane o social de las identidades ha sido re erido en especial a
a u llas derivadas del

origen color de los actores coloniales. Berta Ares uei a, esti os en h ito de indios estrategias
transgresoras identidades di usas? Lavall , Amor y opresión..., op. cit, pp.
o - . Al plantear la
existencia de un mane o social del honor en el Chile del siglo xvni no sólo postulamos la posi ilidad
de negociación de las identidades tnicas sino de todas a u llas vinculadas a las diversas acetas
del honor, como hemos planteado en el an lisis de cada una de las representaciones de honor.
La concepción de la sociedad colonial americana como una sociedad de dominación, con
toda la gama de maticesue esta noción puede tener, ha sido tra a ada por diversos autores. ara
el m ito chileno podemos mencionar, entre otros, los tra a os de Villalo os, Historia delpue lo...,
op. cit, tomo IV, pp. - . Desde el punto de vista del disciplinamiento social, Leonardo León
ha mostrado los mecanismos de control de la ple e desplegados por la lite ilustrada. V anse sus

tra a os, lite y a o pue lo... , op. cit La construcción... , op. cit Reglamentando... , op. cit.
han permitido comprender las ormas en
ue los su etos coloniales resistieron,
se acomodaron, manipularon y, en una pala ra, N N eron a o tales lincamientos.
Los registros udiciales del siglo xmii mostraron ue los usos del discurso
verdadero del honor no ueron privativos de las lites. Espa oles dedicados al
pe ue o comercio o
ue vivieron del e ercicio de sus o icios y ue por lo
general no ueron propietarios de los
lugares donde residieron, utili aron
convenientemente el criterio de limpie a de sangre . Estos espa oles ue no

pertenecieron a los grupos privilegiados, pero ue de igual orma recurrieron


al honor de los or genes como undamento de prioridad social, aludieron a las
cualidades del lina e y a la calidad como expresiones de un orden divino.
En e ecto, presentaron estos elementos como
parte de un orden sacrali ado
y sellado por la rovidencia, lo ue asegura a su permanencia e inaltera ili
dad . Se trató, por supuesto, de permanencias inscritas en los m itos de las
representaciones, pues en el marco de las pr cticas las erar u as entre espa oles
se hallaron cotidianamente
su etas a discusión.
se ue el caso de do a Nicolasa Bas ue , uien tuvo un altercado con su
vecino don Antonio Herrera, el cual ue propietario de su lugar de residencia,
u icado cerca de las mon as agustinas . Esta mu er, cuyo estatus estuvo
en entredicho, a la esta ilidad de su
apeló capital heredado, a su limpie a de
sangre , para plano de e uivalencia a su vecino poderoso. As
plantearse en

ue como en , dentro de un pleito por in urias, luego de ser consignada


como sirviente
por la contraparte udicial, la mu er se aló

por ue aun ue as me trate la contraparte sa e todo el reino ue soy Da.


Nicolasa Bas ue sin de erle m s avor ue a los cielos ue hi o no les
a mis ascendientes .

La mu er presentó la no le a en
plano de sinonimia a la
hidalgu a, tal
como lo hicieron diversos actores insertos en
pleitos udiciales por in uria .
Todos ellos re irieron, a su ve , la cualidad sagrada de su lina e, de su con
dición de hi osdalgos, heredada de sus ancestros. Esta no le a no sólo ue
representada como una cualidad heredada sino ue, a n m s, se la exhi ió
asentada en un orden divino, mani iesto a u en la re erencia a los cielos .

La sacrali ación del orden social tuvo una


larga tradición en la historia europea. Georges
Du y, ordres, ou l imaginaire du odalisme.
Les trois
ANHRA, vol. , pie a , s. - , .
I id.
As lo se aló el comerciante don oseph orales Blanco, natural de Espa a ue
por la misericordia de Dios soy ersona No le hi odalgo ha ido y heredado de mis adres, y
a olengos como consta de la e ecutoria ue mani iesto en de ida orma, para ue enterado de
ella Vm. me la mande devolver, y comprenda Vm. u su eto puede ser dicho Ulloa, no
ue
conoce
ue sólo la uer a de mi sangre No le me hac a disimular sus errores . ANHRA, vol.
, pie a , . v, .
La esta ilidad del lina e correspondió, por tanto, a un m ito sagrado cuyas
erar u as y permanencias se representaron como elementos esenciales en
el mantenimiento del orden social y moral del contexto colonial. Siguiendo
una estrategia complementaria, la representación de honor de los or genes, asada
en el distinguido nacimiento , pudo ser exhi ida como un adorno de la
naturale a . En cuanto tal, correspond a a la esencia de la persona y se la
entend a, por tanto, como una cualidad inmuta le y consu stancial a ella .
Este discurso de los undamentos divinos o naturales del honor de los or genes

se mantuvo en los registros udiciales por in urias alo largo de todo el siglo xvm.
El ortalecimiento y progresiva autonom a del honor como reputación tendieron
a re or ar
y a rigidi ar el discurso del honor ligado a los or genes. As , por
e emplo, dentro de un uicio de disenso llevado adelante el a o , do a
Eugenia Santi e se aló ue su
hi o era un hom re por la misericordia
de Dios, de uen origen, y limpio de toda ra a . La madre puntillosa era

una
espa ola de mediano rango, viuda de un o icial primero de la Tesorer a
General de E rcito y Real Hacienda .
Los discursos verdaderos del honor integraron, a su ve , conceptos a ines como
el de es era . El t rmino es era ue iguró en la documentación colonial ue
utili ado para aludir meta óricamente a la calidad, estado y condición de los
actores sociales, tal como se aló la edición de del Diccionario de la Real
Academia. All se
gr ico el uso corriente de ese t rmino a trav s de la rase
hom re de alta es era, de a a es era . sta consistió en una concepción
totali ante ue comprendió criterios tales como las identidades socio-raciales
y las condiciones del nacimiento, ue distinguieron en orma inaria no les
a

Estas pala ras correspondieron al representante legal de do a aviera Aguirre. ANHRA,


vol. , pie a , . , .
Naturale a. La esencia y propio ser de cada cosa . Real Academia, Diccionario de Auto
ridades, op. cit, tomo iv, p. .
ANHRA, vol. , pie a , . v, . Otra madre, una espa ola de rango medio cuya
amilia viv a de su tra a o personal , utili ó el mismo recurso discursivo dentro de un uicio de
disenso. Do a acinta Reyes se aló i hi o Sor. es, y es notoriamente conocido por persona
de limpia sangre y sin alguna mala ra a, como hi o leg timo m o, y de Dn. Lauriano orales
tenidos notoriamente .
ue por la gracia de Dios somos de esa calidad, y por tales reputados y
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .

ANHRA, vol. , pie a , . , . Dentro de los discursos udiciales ue posi le


o servar la utili ación de la igura de Dios para dar cuenta de la gravedad de las in urias reci idas.
Desde esa perspectiva, las in urias no sólo o endieron a las personas individuales involucradas sino ue,
tam i n, a Dios y a la comunidad. Si algunas in urias ueron representadas como o ensas a Dios, la
restitución del honor de los in uriados tam i n pudo e ectuarse por medio de una retractación p lica

ue se ped a perdón por el amor de Dios . ste consistió en un acto de


en la humillación p lica,
en el cual el agresor ped a perdón ante las mismas personas ue ha an presenciado la in uria. Con
ello se restitu a el honor del in uriado y, en ra ón de ello, ten a lugar el desistimiento de la uerella.
V ase, respectivamente, ANHRA, vol. , pie a , . , - ANHCG, vol. , . , .
l s
Real Academia, Diccionario de la lengua castellana compuesto por la RealAcademia Espa ola, reducido
a un tomo para su
cil uso. , p. , vo es era .
de ple eyos y a li res de siervos. El t rmino es era ue una noción destinada
a dar cuenta del lugar social de los individuos, a partir de una matri no iliaria
ue se apoyó en la esta ilidad ue rindaron el lina e y la sangre. As , seg n
lo planteado por el Diccionario, las es eras estuvieron claramente de inidas de
un modo inamovi le.
Esta de inición mostró, a la ve , hasta u punto los discursos del honor
de losor genes dieron cuenta de la división dicotómica de la sociedad
en dos

categor as, como


re uisito de orden y esta ilidad . Dicha situación remitió a

un estado ideal de ió en el orden social e ectivo.


ue supuestamente plasmarse
No o stante, a lo largo del siglo xvm, diversas din micas económicas, pol ti
cas
y sociales impugnaron d a a d a la concreción de dicho orden mod lico,
comple i ando las de iniciones del estatus en la sociedad colonial.

Sangre pura, sangre impura

el valor operativo de la limpie a de sangre

Como ha mostrado iga para el Santiago del siglo xvn, la suerte


ean- aul
de los lina es en Am rica colonial dependió de la ideolog a de limpie a de
sangre , asada en valores no iliarios, teológicos y sus sistemas de exclusión .
ara este autor, la o sesión por la pure a de sangre se explicó por las pretensio
nes no iliarias de los
hispanos venidos a Am rica. retensiones ue no sólo se
en es uer os
tradu eron por reproducir la imagen social del espa ol-ca allero
y se or de indios sino ue, a su ve , generaron una avalancha de deman-

La de inición mostró la divisiónmani uea de las es eras, pues sólo ha r a una alta es era
y una
aa es era , del mismo modo ue, seg n el texto, los no les se distingu an de los ple eyos
y los li res de los siervos. La de inición del a o , integró tam i n las voces status y condi-
tio , en tanto ue la de agregó la vo latina ordo . La noción ordo exteriori ó la inalidad
espec ica de la división social en altas y a as es eras, la ue se mantuvo a lo largo de todo el siglo
xix, pues nos constó su inclusión hasta la edición del a o . ue interesante constatar ue el
t rmino es era lo recogió por primera ve la edición de del diccionario en cuestión, pese a

ue existieron ediciones desde el a o . En cam io, la documentación udicial chilena mostró


el uso cotidiano de dicho t rmino por lo menos desde el a o . En estas ocasiones se aplicó
la idea dicotómica de una alta y a a es era, se alando la no le a o la vile a, la limpie a de
una

sangre o la mala ra a, al
apelando igual ue el Diccionario, a imaginarios no iliarios. Real Ac
demia, Diccionario de lalengua castellana compuesto por la Real Academia Espa ola, reducido a un lomo
para su cil uso, a ed., , p. , vo es era . ANHRA, vol. , pie a , s. y v, .
or otra parte, un uicio de disenso de expl cito la división dicotómica entre la alta es era de
los no les y la a a condición del estado llano . Aplicó esta escisión principalmente respecto
de la condición leg tima o ileg tima de los hi os. ANHRA, vol. , pie a , . v, - .
iga, op. cit, pp. - .
Como ha planteado aime Valen uela para el mismo periodo, las
presunciones aristo
crati antes de los hispanocriollos se tradu eron en una serie de
estrategias de las apariencias,
destinadas a reproducir el modelo de prestigio aristocr tico-estamental dominante. Valen uela,
A n de prestigio... , op. cit
das por h itos de órdenes militares, in ormaciones de m ritos y servicios
y undaciones de capellan as . Los h itos de las órdenes militares, como ha
planteado Guillermo Lohmann Villena, ueron signi icados como órdenes
no iliarias dentro de los imaginarios de prestigio social del contexto colonial
americano . ara acceder a ellos ue necesario pro ar limpie a de sangre
por los cuatro costados .
Respecto al car cter hereditario de la de la sangre,
pure a impure a
ean- aul iga concluyó ue honor y deshonor conciernen so re todo al
lina e . or nuestra parte, al anali ar los hori ontes de honor del siglo xvm,
o servamos ue la sinonimia entre stos y la noción de lina e se expresó con
uno de ellos. Nos re erimos al honor de los or genes, el
claridad en
ue, como he
mos planteado, aludió al capital heredado a trav s de la sangre. Sangre ue de ió
preservar su pure a evitando las me clas y la contaminación generadas a
trav s de los encuentros carnales con a u llos ue tuvieron sangre me clada .
Como ien sa emos, en el marco de la Am rica colonial, los agentes de
peligro o de contaminación de los lina es se identi icaron mayoritariamente con

la sangre a ricana. or tanto, los mayores es uer os para mantener la pure a


del lina e de los hispanocriollos estuvieron dirigidos a evitar el contacto entre las
mu eres de su grupo y los hom res me clados. Sólo as evitar an ser llamados
hi os de mulata , uno de los principales temores del grupo hispanocriollo .
Imputaciones de ese tipo ueron representadas como ultra es al honor
de sus destinatarios, uienes presentaron uerellas por in urias y calumnias
para repararlo. Sin em argo, las in urias socio-raciales alcan aron sólo el
de la totalidad de o ensas ver ales ue originaron los pleitos por in urias y
calumnias en el Santiago del siglo xvm . Ellas iguraron en
tercer lugar, luego de las in urias a la conducta, con un , y de las in urias
sexuales, ue representaron el de agravios ver ales signi icados como
in urias o calumnias por sus receptores. Estas ci ras re rendaron la existencia
de una
multiplicidad de códigos de honor en el siglo xv n, contrarrestando
la concepción monol tica de un honor construido en torno a la limpie a de
sangre o a la contención de la sexualidad emenina.

iga, op. cit., pp. - . Seg n Luis Lira ontt, las principales prue as de no le a
en Am rica indiana ueron las siguientes ser descendientes de
con uistadores, descu ridores y
paci icadores, tener alg n t tulo militar, como los de capit n general, capit n a guerra, comandan
te, comisario general, maestre de campo general, rigadier, coronel, teniente coronel, sargento
mayor, capit n ayudante mayor, teniente, su teniente, al re portaestandarte, cadete, entre otros.
Tam i n, el ue en las partidas sacramentales constase la calidad no le o distinguida , as como
el goce de t tulos de encomienda. Asimismo, seg n Luis Lira, ser distinguido con el tratamiento
de don de pala ra y por escrito ue usado como prue a de no le a en el contexto se alado.
Lira ontt, La prue a de hidalgu a... , op. cit.
Guillermo Lohmann V, Los americanos en las órdenes no iliarias.
iga, op. cit, p. .
S
ANHRA, vol. , pie a , . , .
uente Ta la N de los anexos.
uienes tendieron a
presentar uerellas por in urias y calumnias, luego
de reci ir o ensas socio-raciales, ueron los hom res. stos representaron el
dentro de esta categor a . Respecto de los tipos de in urias
socio-raciales constatadas en la documentación, la expresión mulato a ue la
ue logró una mayor expresión porcentual, con un de iguración dentro
de este grupo .
En el
plano de las representaciones, las erar u as de limpie a de sangre
pretendieron ir acompa adas de imaginarios crom ticos ue unieron, por una
parte, la pure a al color lanco y, por otra, la contaminación a las me clas y la
negritud . A su ve , ellas precisaron patrones de conducta moral, asociando
el primer inomio a los ideales del orden y la virtud, y el segundo a las lacras
del desorden y la inmoralidad . Las lites americanas construyeron su imagen
social asociando su
proceder y sus lina es al
m ito de la pure a , sustentando
con ello representación
su exclusivista de honor. Con todo, de emos recalcar
el alto grado de arti iciosidad y de mane o social del discurso tnico en dicho
contexto, cuestión ue permitió su manipulación por mesti os, mulatos y
pardos . Tampoco de emos soslayar la existencia de niveles particulares
de estimación dentro de las castas , como hemos planteado en el an lisis de
las diversas representaciones de honor.
ese a la resemanti ación de la noción de
limpie a de sangre en el es
cenario americano, las uentes chilenas continuaron re iriendo su signi icado
primigenio a n hasta comien os del siglo xix. Eso s , ueron menos recuentes
las re erencias a a uellas lógicas primarias ue asociaron la limpie a de san
gre a la
pure a de la e -es decir, a la ausencia de sangre ud a y mora-, y a
la carencia de condenas del Santo O icio entre los amiliares cercanos . En
los uicios de disenso se apreció, por e emplo, la convivencia de las dos ver
tientes de limpie a de sangre , a uella de origen religioso-medieval, unto a
la estructurada en el contexto colonial americano, a partir de la ausencia de

sangre a ricana. Ello ocurrió hasta una echa tan tard a como , cuando un
pretendiente argumentó a avor de la
limpie a de sangre de su novia se a

lando ue ella era hi a leg tima de dos personas de sangre muy limpia, y sin
me cla de moros, ud os, ni de casta ue desdigan de sus no les nacimientos , u.
En otros casos, ue posi le o servar el uso del concepto cristiano vie o

para re erir la limpie a de sangre de la novia o el novio tachado . La mala

uente categor a or genes socio-racial en la ta la N de los anexos.

I id.
Undurraga, Espa oles oscuros... , op. cit.
Anrup y Chaves, op. cit., p. . V ase tam i n, Solór ano y ereyra, op. cit, p.
Bernand, De lo tnico... , op. cit.
Undurraga, Honores transversales... , op. cit Lavall , Amor y opresión..., op. cit, pp. -
Como sa emos, las condenas del Santo O icio tuvieron una dimensión colectiva, pues
se transmitieron a todos los descendientes de los penitenciados, impidi ndoles e ercer cargos de
importancia. in suma, ellas tacharon, mancharon el honor amiliar.
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
ra a expresada en ese documento se construyó de un modo ecl ctico, pues
com inó actores dis miles como la carencia de sangre de moros, de indios ni
de los nuevamente convertidos a Ntra. Sta. e Católica ni por descendientes de
penitenciados por el Sto. O icio . En de initiva, la documentación permitió
constatar la larga vida de a uella primigenia de inición de limpie a de sangre ,

pese a ue sus lógicas remitieron a realidades ue, al menos en lo re erido a los


nuevos conversos moros
y ud os, no tuvieron mayor sustento en el contexto
chileno tardo-colonial en el ue, no o stante, continuaron siendo utili adas.

Compulsiones del lina e


y dimensión colectiva del honor de los or genes

A partir del siglo xvn ue posi le constatar la ntima conexión entre el honor
de losor genes, el lina e y la in uria socio-racial . Esta vinculación se expresó,
por e emplo, cuando los receptores de las in urias a la calidad consignaron
ue stas a ectaron el honor de toda su parentela, desde ese momento man
chada por las pala ras o ensivas. A partir del instante en ue se ormuló la
imputación, dicha m cula
despla ó temporalmente al pasado y al uturo.
se

Al se alar ue un hom re
hi o de mulata la mancha se extend a no sólo
era

a l y a su madre sino, tam i n, a sus hi os, a su esposa, sus hermanos, sus


cu adas y sus so rinos . Los hi os y so rinos del su eto tachado prolongar an
la m cula a las generaciones venideras, las ue, como las mismas uentes lo
indica an, per udicadas
se ver an poder al no contraer uniones matrimoniales
ene iciosas. La transmisión
generacional de las in urias reci idas o edeció a

la misma lógica operativa de la transmisión generacional de la in amia.


Tanto las concepciones ilustradas como los usos cotidianos del t rmino
ra a le otorgaron una dimensión colectiva, la ue con iguró en torno al
se

lina e. El Diccionario de Autoridades vinculó el t rmino en


plano de sinoni
ra a ,
mia, a las nociones calidad y lina e . Con ello mani estó la con iguración

ANHRA, vol. , pie a , . v, .


Hemos entendido lina e seg n la de inición de David Gaunt, como el parentesco res

trictivo con ormado por ue reconoció sólo una l nea de descendencia a partir de un
un
grupo
antepasado. Seg n David Gaunt, el lina e insiste en relaciones de sangre claramente de inidas
y a menudo opone muchas restricciones a los matrimonios. Normalmente, un lina e posee una
elevada autoestima y una alta conciencia de su importancia social . En el contexto estudiado se
trató de lina es masculinos o patrilineales ue en ati aron la unicidad y singularidad del grupo a

partir de su origen. David Gaunt, El parentesco l neas ro as o sangre a ul , p. . El Dicciona


rio de Autoridades presentó una de inición similar de lina e como la descendencia de cual uier
amilia. D ose as del nom re L nea, por ue las sucesiones van descendiendo de padres a hi os
y nietos, como por una l nea recta . Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit., tomo rv,
p. , vo
lina e .
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, y v, .
s
Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo v, p. , vo ra a .
colectiva del honor so re la ue se estructuraron las in urias socio-raciales.
Cuando ellas se
plantearon -a trav s de las in urias mulato o am o , por
e emplo- no sólo agredieron la calidad del receptor de las pala ras sino,
tam i n, la de toda su amilia. Tales expresiones tuvieron una dimensión
amiliar, pues plantearon
se intencionalmente como a rentas al üna e, lo ue
ue per ectamente comprendido por los parientes del actor sindicado.
Los usos cotidianos de las in urias socio-raciales explicitaron el marco

colectivo amiliar en el ue plantearon.


se En el a o una administradora
de odegón le di o a un muchacho ue era un am o ue le conoc a toda su

amilia . Como se o serva, in uria la socio-racial se


construyó como
in uria
al lina e, insertando a sus
receptores dentro de una colectividad estructurada
a
partir de la descendencia patrilineal. En el caso citado, el hermano del oven
agredido acudió en su de ensa, se al ndole a la mu er ue no o endiese a l ni
a los de su casa . Seg n otro testigo, el hermano mayor se levantó del lugar
donde esta a sentado para decirle a la odegonera ue no tomase en oca a su
amilia . Con estas pala ras mostra a p licamente ue ante cual uier in uria
a
alg n miem ro de la amilia se responder a colectivamente, como grupo.
El concepto de amilia evocado se asó en relaciones de consanguinidad,
a inidad y dependencia . A u llos ue eran de su casa , como se aló el
hermano del muchacho o endido, estuvieron de a o del mando del se or de
ella , como planteó el Diccionario de Autoridades* Las estructuras materiales de .

la casa al ergaron tanto a la amilia sangu nea - la ascendencia, descendencia


y parentela - como a la amilia de criados y sirvientes, ue asisten y sirven
como dom sticos al se or y ca e a o due o de ella . La acepción aludió,
por tanto, al se or o e ercido por un e e de amilia patriarcal. El v nculo entre

ANHRA, vol. . El origen de la disputa ue nimio y no tuvo re


pie a , . ,
lación con el
tipo de
in urias expresaron a lo
ue largo del incidente. Un muchacho, hi o de
se

don Ignacio D a se molestó por el estado de una porción de ueso ue ha a ad uirido en el


odegón de Gertrudis vila. Ello generó ue en el exterior del odegón comen ara un di logo
ver al exaltado ue incluyó la in uria se alada.
Op. cit, . v.

Op. cit, . .
Ya hemos re erido parte de la amplia i liogra a relativa al tema del matrimonio y la
sexualidad en Am rica colonial. ara la amilia en Chile, v ase Cavieres y Salinas, op. cit Teresa
ereira, A ectos e intimidades. El mundo amiliar en los siglos xvn, xvm y xix. ara la amilia en Am
rica colonial v ase por e emplo, ilar Gon al o Ai puru y Cecilia Ra ell comp. , La amilia en
el mundo i eroamericano ilar Gon al o, amilia y orden colonial a lo Rodr gue , Sentimientos y
vida amiliar en el nuevo Reino de Granada, siglo xvni.
Real
Academia, Diccionario de Autoridades, tomo m, , p. , vo amilia . So re los
v nculos sangu neos en el m ito eclesi stico chileno, v ase Lucrecia Enr ue , Carreras
no

e
integración territorial en la monar u a espa ola los amiliares de los o ispos chilenos -
, pp. - .
Real Academia, Diccionario de Autoridades, tomo II, , pp. - , vo casa Real
Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo ni, p. , vo amilia .
casa, lina e y en las
acepciones del Diccionario de Autoridades,
amilia mani iesto
se expresó, a su
registros
ve , udiciales por in urias y calumnias del
en los
Santiago del siglo xvm. Ello ocurrió en
particular cuando se e erció la vengan a
colectiva de las a rentas a los integrantes del grupo. Cuando ello sucedió, el
ee de amilia asumió la de ensa tanto del cr dito de sus
hi os como del de
sus criados .
uien e erció como ca e a de la amilia, casa o lina e de ió ser un hom re.
ste ue, en todo el sentido de la pala ra, el se or de la casa, y representante
visi le del honor del grupo ante la sociedad. or ello, la historia de g nero ha
planteado ue el honor masculino de las lites coloniales americanas descansó
undamentalmente el
desempe o masculino del amo de la casa . Este
en

e ercicio com inó las unciones de


proveedor, protector y autoridad amiliar.
Resultó evidente ue en el cumplimiento de estos de eres la ri ue a ue un ac
tor determinante. Ella les permitió a los e es de amilia sostener dependientes

y sirvientes, construir v nculos de patrona go-clientela, as como proteger la


virtud de sus mu eres. La honra del e e de amilia, implicada en la contención
sexual de las mu eres de la casa, estuvo resguardada por los gruesos muros de
las moradas, aun ue muchas veces stos no ueron su icientes para contener
el mpetu de los amantes . Desde otro punto de vista, la ri ue a sustentó
materialmente las apariencias, ue siempre ueron esenciales en la represen
tación hisp nica de honor, y ue se mani estaron, por e emplo, a trav s de la
vestimenta, las oyas o la servidum re .
En consecuencia, ue dentro del contexto amiliar patriarcal rese ado don
de seesta leció la unión entre in uria socio-racial, lina e y honor de los or genes.
La documentación udicial dio cuenta ue la tacha de ser
hi o de mulata o,

Rescatamos un testimonio
ue, aun ue no perteneció al contexto de la ciudad de Santiago,
expresó con claridad el protagonismo ue el se or de la amilia asumió en de ensa de sus miem
ros, hayan sido sus propios hi os o sus criados. Se trató de un escrito de calumnias presentado
en
por avier Gu m n, vecino de Santa Cru , contra uan os Santi e . avier Gu m n
se
ue ó de un decreto prove do por el go ernador Antonio Guill y Gon aga ue ordena a a sus
dos hi os y a sus criados contenerse de tener atraviesa de o ra y de pala ra con Santi e .

avier Gu m n reaccionó, se alando ue todos los de su casa se caracteri a an por su notoria


honrade y arreglada conducta y ue dicho decreto uita a el cr dito a mis criados, y es m s a
mis hi os . En su opinión, los dichos de uan . Santi e lo convert an en un in usto y temerario
calumniador , por lo ue solicita a al Go ernador ue permitiera ue se reci a in ormación de
los arreglados procedimientos de los dichos mis hi os y criados y de ue siempre han procedido
con temor de Dios,
y con cr dito, ocup ndose sólo en los ministerios de campa a, para mantenerse
honradamente sin o ensa de persona alguna . ANHCG, vol. , s. - , .
Sli
Stern, op. cit, p. .
Cavieres y igueroa, op. cit, pp. -
Salinas, op. cit Rodr gue , En usca de lo cotidiano...,
op. cit, v asecap tulo Ha lando del honor Dónde esta a el de las mu eres coloniales , pp.
- Rodr gue , Seducción, amance amiento..., op. cit annarelli, op. cit T inam, Honor,
sexualidad... , op. cit.
erar u a social y acontecer histórico
s
Isa el Cru , Tra es de moda en Chile -
Isa el Cru , El tra e. Trans ormaciones de una segunda piel
siguiendo el testimonio de un amiliar sangu neo del su eto mulateado ^, de ó
pendientes nuestras honras y las de nuestros hi os ue in ustamente padecen
la dicha calumnia . El pariente del imputado exhi ió el nexo indisolu le
esta lecido entre honor e
in uria a la calidad . El ien vulnerado con la ex

presión hi o de mulata ue el honor, ue en ese


es uema asumió una aceta
undamentalmente colectiva.
Las in urias socio-raciales ultra a an el honor de la amilia del receptor de
las o ensas, ya ue ellas aludieran expl citamente o no a su parentela. La
sea

primera situación la o servamos en las in urias ormuladas por los pardos

ose a ardo y anuel ern nde , con las ue iniciamos la segunda parte.
Una de ellas ultra ó la calidad de la esposa del in uriado, en tanto ue la otra
hi o lo mismo en relación con el padre del espa ol cuestionado . La segunda
situación la constatamos, por e emplo, en el caso protagoni ado por Gertrudis
Avila, a uella administradora de odegón ue tildó de am o al muchacho
ue le recriminó el mal estado del producto ue ad uirió en su tienda .
En consecuencia, para comprender en todas sus dimensiones las impli
cancias sociales de las in urias a la calidad en los siglos xvn y xv n, resultó
esencial considerar la transmisión hereditaria de las identidades socio-raciales y
la dimensión colectiva de la representación de honor ue stas vulneraron. En
los registros udiciales por in urias y calumnias el individuo apareció inmerso
en densas redes de v nculoscolectivos, lo ue ue especialmente notorio en los
casos de
in urias socio-raciales. stas no concernieron sólo al su eto in amado
sino ue a toda su amilia, desde sus ascendientes hasta sus descendientes.
arte importante de los discursos contenidos en los uicios por in urias y
calumnias aludieron, en cada etapa del proceso, a la honra de los parientes
del su eto in amado. Como hemos o servado en los casos rese ados, las in
urias reci idas -particularmente las de contenido socio-racial- tuvieron con

secuencias directas so re la honra de toda la amilia, llegando manchar


a

no sólo a los hi os sino, asimismo, a las cu adas y so rinos del receptor de


las o ensas. El ue el su eto in amado presentase personalmente uerella ante
la usticia no signi ica a ue estuviese actuando sólo en ra ón de su inter s
individual, desligado de toda responsa ilidad de de ender el honor amiliar .

La documentación expresó las ormas en ue el lengua e colo uial construyó tiempos


ver ales para re erir la acción reiterada de tildar de mulato a las personas. As , ue posi le hallar
el uso de la. orma a mulatear . El ue estas ormas lingü sticas se presentaran sólo respecto de
esta casta dio cuenta del uso ha itual de este t rmino para vulnerar la calidad en el siglo xvm.
As , por e emplo, testigo en un uicio de disenso se aló ue a Euse io uga ordinariamente
un

oyó mulatiarlo sic Sto. Domingo donde se crió . ANHRA, vol.


en , pie a , . , .
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , . , .
ANHRA, vol. pie a , . , .
C r. ar a Eugenia Al orno , El mandato de silencio perpetuo . Existencia, escritura y
olvido de con lictos cotidianos Chile - , pp. - .
Como la dimensión colectiva del honor de los or genes involucró la ostenta
ción de un
lina e limpio de toda mala ra a , existieron m ltiples mecanismos
para a rentarlo. Uno, el m s simple, consistió en imputar la pertenencia a una
casta , como la de mulato , del modo ue hemos visto en e emplos anteriores.
Otra orma, un poco m s so isticada, pero igualmente ultra ante consistió en
aludir a las situaciones deshonrosas a las ue ueron sometidos a u llos ue
no
go aron de limpie a de sangre .
Como hemos planteado, uno de los privilegios ue dis rutaron los hidalgos
consistió en no ser su etos a penas corporales, salvo en procesos in uisitoria
les . Las penas de vergüen a p lica como los a otes se aplicaron exclusiva
mente a
a u llos de inidos previamente como in ames, re or ando con ello su
vile a . or eso, ser sindicado de so rino de un a otado ue un asunto de la

mayor gravedad . Dicha aseveración se asentó en la convicción ue el su eto


en cuestión pertenec a a un
lina e in ame, manchado con
sangre in ecta .
El mismo actor in uriado re irió de manera
expl cita los signi icados de dicha
alusión, al consignar ue siendo cierto ue sólo al de a a es era le imponen
la pena de a otes ue grav sima esta pala ra .
Tales imputaciones ueron se aladas por edro ern nde de Tordesillas
al sargento ateo oseph Góme de Astudillo. El origen de la recriminación
ue el recuerdo de un incidente ocurrido hac a varios a os al capit n rancisco
Correa de Saa, t o de Góme de Astudillo, uien ue prendido por la polic a
luego de comprar o etos de plata, ro ados con anterioridad al capit n lix de
arcoleta. ue li erado luego de aclarar ue desconoc a se trata a de especies
ro adas, sin ha er su rido -seg n la declaración de su so rino- la pena de a o
tes. En consecuencia, resultó interesante ue el incidente ocasionara
constatar
tantos inconvenientes a los descendientes de rancisco Correa de Saa y, a su
ve , ue el hecho uera preservado y, m s a n, reela orado posteriormente
por un amigo de la amilia, agravando sus
implicancias.
Como se o serva, la expresión in uriosa no ue personal, sino alusiva a

un
pariente del su eto aludido. uien reci ió los a otes en su
cuerpo no ue
el receptor de la in uria ver al, el sargento ateo oseph Góme de Astudillo.

artida S ptima, c. - , t t. , ley . Tom s y Valiente, El derecho penal..., op. cit,


pp. - .
De ido a
ue en el contexto americano los in ames y deshonrados de hecho pertene
cieron pre erentemente a las castas , sólo a ellos les ueron aplicadas penas corporales. Ale andra

Araya, El castigo sico el cuerpo como representación de la persona, un cap tulo en la historia
de la occidentali ación de Am rica, siglos xvi-xvni . Desde la perspectiva legal, v ase Tom s y
Valiente, El derecho penal..., op.cit, pp. - atricia am rana oral, Rasgos generales de
la evolución histórica de la tipolog a de las penas corporales .
li
Las penas ue de a su rir uien ad udicase alsamente la condición de a otado se en

cuentran en Nueva Recopilación, li ro , t t. , ley ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .


?
ANHRA, vol. , pie a , s. v- , .
m
ANHRA, vol. , pie a. , s. - v, .
ste sólo era so rino de a uel hom re e ectiva o supuestamente a otado. Sin
em argo, ello no
impidió ue la menea de la in amia se transmitiera a oseph
Góme de Astudillo. Si su t o ha a sido a otado era
por ue no
pertenec a a

un
lina e limpioy, en consecuencia, l tampoco.
La estructura de este tipo de in uria ver al ue eminentemente colectiva,
hereditaria e inscrita en la larga duración. Concernió directamente a toda la
amilia del hom re lo
ue motivó la reacción en masa de la paren
in uriado,
tela de a uel so rino de a otado . Dicha a irmación implicó, seg n testi icó
el yerno del hom re supuestamente a otado, el deshonor de toda nuestra
amilia . Aun ue los parientes no hu iesen sido o eto directo de las in urias
ver ales ni tampoco estuviesen presentes cuando stas se vertieron, el honor
de su lina e se halla a de igual orma ultra ado.
La recepción directa de las in urias socio-raciales no ue re uisito para
ue el lina e del su eto o endido resultase menosca ado. Este hecho resultó
relevante, pues implicó ue las lógicas de las diversas representaciones de
honor di er an entre s . or una parte, el honor de los or genes ue tan r gil ue
la honra de toda la amilia pudo ser vulnerada, aun ue las pala ras ultra antes
no se ormularan ante cada uno de sus integrantes. En cam io, las a rentas a

la hom r a - undamento del honor agonal- re uirieron la presencia del actor


aludido para ue stas lograran destruir su honra. La presencia sica como
condición de posi ilidad de la in uria, planteada por los antropólogos para
el honor mediterr neo, se cumplió en el siglo xvm chileno sólo dentro de la
representación agonal de honor .
Dentro del honor de los or genes existieron las in urias directas y las in
directas . Estas ltimas consistieron en o ensas ver ales ue deshonraron a

hom res y mu eres pese a no ha er reci ido los insultos


cara a cara. As , por

e emplo, en elimputación
caso la
de la
de pena de a otes, anali ada con ante
rioridad, ocurrió ue por instancia del alcalde ordinario las partes implicadas
alcan aron un avenimiento. En consecuencia, el actor in uriado directamen
te, ateo oseph Góme de Astudillo, desistió de la uerella . ue en esas

ANHRA, vol. , pie a. , . , .


itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit, pp. - ierre Bourdieu, El sentimiento del
honor en la sociedad de Ca ilia .
La artida S ptima esta leció la existencia de in urias directas e indirectas. La in uria ue
directa cuando persona ue in uriada en su propio honor. La in uria ue indirecta cuando
una

una
persona ue deshonrada a trav s de las in urias reci idas por los miem ros de su amilia. Se
contempló el derecho de perseguir las in urias contra los hi os, las esposas, los dependientes y
criados. artida S ptima, c. - , t t. , leyes y . Tam i n existió el derecho de perseguir
in urias hechas a los parientes o a otraspersonas de las ue se era heredero, hayan sido stas
reali adas durante su ltima en ermedad despu s de su muerte e, incluso, si se hicieron en vida
o

con la condición ue el pleito se


haya iniciado estando vivo el pariente. artida S ptima, c. -
, t t, leyes , , y .
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
circunstancias pariente, a nom re del resto de la amilia , se opuso
ue un

al acuerdo Seg n l, la o ensa de ser so rino de un a otado no pudieron


.
avenirlas el o ensor y el o endido , pues trascend an sus individualidades . Se
trata a, en su opinión, de asuntos ue implica an el honor de toda la amilia y
ue, por tanto, de an resolverse en con unto. Sólo una satis acción colectiva
enmendar a una deshonra ue era, a su ve , colectiva. Dentro del honor de
los la
or genes opinión del o endido de
directa de ió supeditarse a la
manera

opinión de la amilia a la cual perteneció.


Si las in urias socio-raciales incum ieron a toda la parentela del su eto
deshonrado, existió otro tipo de expresiones in uriosas ue tuvieron car cter
personal. Se trató de las in urias directas ue a rentaron el comportamiento
honora le. A di erencia de las in urias a la calidad , ue ultra aron el honor de
los or genes, las in urias directas atentaron contra otra de las representaciones de
honor ue circularon en Santiago durante el siglo xvm. La expresión insultante
orracho ue una de ellas . En el per odo sta se comprend a como una
a renta directa, cuya mancha no se extend a necesariamente a toda la parentela.
De acuerdo con la capacidad de deshonrar individual o colectivamente
existió un
tipo de in uria. Las consecuencias de estas ltimas trascen
tercer
dieron los
individuos, pero no alcan aron a manchar a todo el lina e. Ellas
a

incum ieron sólo a los esposos, como ocurrió en el caso de las in urias ca
rón y cornudo .
El sargento ateo oseph Góme de Astudillo ue o eto de los tres tipos
de in uria, sin em argo, seg n expresó el representante legal de su esposa,
sólo pod a dispensar la in uria directa y personal

la o ensa de orracho como


personal pudo remitirla pero no la de cornu
do y ca rón en
ue simult neamente o ende
marido y mu er con ue a

por este motivo mi parte aun ue el dicho su marido remitiendo la o ensa


no
por eso ha de uedar a rentada mi parte con seme ante nota ... . ue
aun ue as uese ue lo niego la de los a otes no miró el herirle al dicho

oseph sino a los menores


hi os del dicho rancisco Saa .

Las lógicas del honor divergieron seg n m ltiples puntos de vista. stas se
hallaron asentadas so re distintos elementos, und ndose unas so re el
capital

ANHRA, vol. , pie a , . , .


I id
Ser tildado de orrachoimplica a ue no se era due o de los actos y ue la ra ón no
guia a los comportamientos. or ello, esa in uria se inserta a dentro de una representación de
honor vinculada a la moderación de las costum res y una tica de la hom r a de ien . En la
tercera parte a ordaremos el recurso a la in luencia del alcohol como uno de los principales
atenuantes invocados para usti icar- la comisión de delitos violentos. All tam i n re eriremos
las taxonom as de los diversos estados de e riedad ue iguraron en la documentación udicial.
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
heredado, otras so re la uena conducta, en tanto ue las ltimas lo hicieron
so re la expansión de la hom r a. Ahora ien, la pluralidad del honor colonial
no se detuvo all ,
pues sus representaciones concernieron alternadamente a
individuos, a colectividades amiliares o al inomio esposo-esposa. Cada uno
de estos su etos de honor contó con in urias ue degradaron la especi icidad
de su honra. Las caras del honor ueron muchas, al igual ue las ormas de
vulnerarlo y los medios para restaurarlo.

Solidaridades y vengan as colectivas

del honor amiliar

El honor y deshonor de los or genes, extensivo a todo el grupo amiliar, se inser


ió en la larga duración a trav s de las herencias de la sangre. Dentro de este
es uema, los hom res y mu eres no comen aron sus historias a
partir de s
mismos. Ellos se asentaron en el mundo engrana es
como de un sistema m s

amplio. ueron parte de una amilia, de la ue heredaron, como hemos plan


teado, el lina e, la legitimidad ilegitimidad y la pure a impure a de sangre.
Estas mu eres y hom res, a su ve , heredaron las solidaridades y las ene
mistades de padres, a uelos y isa uelos. El capital heredado y transmitido
a trav s de la sangre tam i n endosó los v nculos de amistad, solidaridad y

compadra go construidos por los antepasados, as como las discordias y ani


madversiones. Si un incidente ha a trans ormado a dos hom res en
enemigos
declarados , dicha enemistad trascender a sus
personas, se extender a por las
redes del lina e, perdurando m s de tres generaciones .
El honor de los
or genes personales a las amilias de los
dilató las aversiones
adversarios. or ello, cual uiera de las partes involucradas siempre estuvo dis
puesta a desprestigiar a la amilia rival tanto en la vida cotidiana como en los
procesos udiciales en los ue sta se vio involucrada. En el Santiago del siglo
xvm ue ónteseos , como los es o ados
posi le encontrar Capuletos y
por illiam Sha espeare para Verona en el
siglo xiv . Las rivalidades entre
dichos grupos se explicaron en ra ón de las compulsiones de la sangre, de la
inserción del individuo en colectividades y de la inscripción de los lina es en
la larga duración.
El uicio de disenso entre don iguel de Ovalle y edina y su
primo el
pres tero don rancisco de Ovalle, sacó a relucir una de esas
largas rivali
dades amiliares. El ltimo
opuso al matrimonio de su primo con Dolores
se

Ramos, para lo cual llamó como testigo a edro C rdenas, un antiguo enemigo
amiliar de los Ramos. En e ecto, cuarenta a os antes edro C rdenas ha a
tenido una di erencia con el a uelo de la novia, el maestro carpintero uan

ANHRA, vol. , pie a , . , .


-s
illiam Sha espeare, Romeo y ulieta,
Sol s . En realidad, a uella di erencia no ha a sido tan irrelevante, como
develó el uicio por pendencia entre uan Sol s y edro C rdenas, ue hallamos
en el ondo Capitan a General. All , edro C rdenas se declaró ultra ado
e
in uriado tanto de o ra como de pala ra por uan Sol s, pues ha a sido
insultado y golpeado, a vista de todos, en un lugar concurrido de Santiago .
Dicho ultra e ue, como adelantamos, un hecho divulgado por toda la ciudad,
ocurrido a plena lu del d a rente a la misma residencia del O ispo . ese a
la deshonra derivada de estos hechos, uan Sol s no cumplió su sentencia de
destierro en la isla uan ern nde , agravando el descr dito de edro C rdenas.
Seg n ste, uan Sol s ue auxiliado por personas de distinción , uienes le
consiguieron re ugio en una iglesia por seis meses hasta ue el alcalde lo de ó
en li ertad .
Las compulsiones del lina e implicaron tam i n a los maestros de artesa
n a, uienes, como hemos anali ado con anterioridad, ormaron parte de la
capa media de la sociedad. Su posición y o icio los llevaron a interactuar con
las lites principales y secundarias de la ciudad, conociendo de cerca el
honor de los or genes ue circuló en los sectores elitarios. Asimismo, en sus inte
racciones con los o iciales de artesan a y con los peones ue recuenta an los
espacios dediversión, los maestros artesanos se relacionaron con los usos del
honor agonal. Estos usos supusieron el car cter personal de o ensas, as como
su resolución violenta e inmediata.
posición am ivalente de los maestros de artesan a - ue circularon
La
entre las representaciones de honor agonal y de los or genes- los llevó a igurar
tanto en los los delitos por honor , del
delitos contra el honor como en

modo ue se o servó en primera parte de la


este tra a o. Esto signi icó ue
este grupo conoció y usó las representaciones de honor ue sustentaron am
os registros, del mismo modo ue estuvo dispuesto a acudir a la usticia o a
su
propia uer a para restaurar su honra. En suma, los maestros de artesan a
e ercieron una relevante unción social en los escenarios del honor del siglo

ANHRA, vol. , pie a , . v, .

ANHCG, vol. , . , . So re el maestro carpintero uan Sol s se halló docu


mentación para reconstruir algunas acetas de su vida. ue propietario de una casa u icada en la
Ca ada, cercana al cerro Santa Luc a, y de una mulata tasada en pesos. Se casó con do a
ose a Orellana, de cuyo matrimonio nacieron do a ichaela, do a Nicolasa y don os
ar a Sol s y Salinas, uienes ueron re eridos con dicho tratamiento en el testamento y codi-
cilio del maestro de carpinter a. El mismo a o de su pendencia con edro C rdenas, tuvo un
altercado con su vecina do a ar a de la Llana, una
espa ola a la cual le ha a comprado parte
de propiedad.
su udicial ue la vecina enta ló en su contra, se aló ue ue
El rótulo de la causa

interpuesta por engre do y u ano , lo ue dio cuenta del arri ismo de los su etos inmersos en
procesos de ascenso social. ANHCG, vol. , . , . Testamento de uan Sol s Salinas,

Santiago, , ANHES, vol. , s. - v codicilio de uan Sol s, Santiago, , ANHES,


vol. , s. HOv-lllv.
ANHCG, vol. , . v, .
■m
I id
xvm, asumiendo el papel de agentes mediadores entre sus diversas acetas
y entre sus distintos protagonistas .
ara un actor como edro C rdenas las a rentas personales, los golpes y las
in urias ver ales
reci idas, pudieron ad uirir una dimensión colectiva de ido
a su
aprehensión de las categor as del honor de los or genes. stas lo llevaron
a insertar a su agresor dentro de un grupo, como integrante de una cadena

generacional. En el proceso udicial edro C rdenas destacó ue uan Sol s se


pasea a delante de l, seg n sus pala ras, a mi vista por renovar mi in uria ls
Luego, los descendientes de uan Sol s, al circular delante de edro C rdenas,
reitera an la deshonra su rida hac a m s de cuarenta a os.
Eso explicó su animadversión hacia la nieta de su rival. Ella lleva a en su

sangre la simiente de su deshonra, a uella deshonra ue ha a sido divulga


da por toda la ciudad. or ello, no dudó en testi icar en su contra dentro del

uicio de disenso en el ue ella se vio envuelta. ara impedir el matrimonio de


Dolores Ramos con un ca allero , edro C rdenas no vaciló en se alar ue
uan Sol s era un

cholo, el cual uiera de o icio carpintero y ue pasando un d a dn Antonio


Bo a por la tienda del declarante, pregunt ndole como le i a con Sol s,
le di o el dicho dn Antonio ue al a uelo del citado uan Sol s lo ha a
tenido en su chacra, y ue era uno de los m s in eriores de sus
peones .

Estas pala ras indicaron ue existió una memoria de los lina es ue no


sólo perpetuó las sucesiones generacionales de las lites. Ella tam i n actuali ó
las cadenas de ascendencia de los maestros de artesan a, ue supuestamente
descend an de peones. A su ve , la declaración de edro C rdenas dio cuenta
de la existencia de una
er r uica entre los mismos peones. Una
estructura
estructura construida, por supuesto, seg n las categor as del due o de la chacra,
pero ue edro C rdenas no sólo validó sino ue usó en ene icio propio. Sus
o etivos resulta an evidentes sus pala ras se encamina an a menospreciar el
lina e de su rival -los ascendientes y descendientes del maestro uan Sol s- a
trav s de dos mecanismos. or una
parte, poniendo en duda la calidad de

espa ola uan Sol s y, por otra, desde ando el o icio e ercido por
de la nieta de
su rival el a uelo de ste, a sa er el de carpintero y el de peón.
y por
Las compulsiones del lina e se mani estaron, a su ve , en las vengan as
colectivas de las o ensas reci idas por alg n integrante de la red amiliar.

Gru ins i, op. cit.


Ares y
ANHCG, vol. , . , .
ANHRA, vol. , pie a , s. vy v, . El novio de Dolores procuró tachar
a edro C rdenas como testigo del proceso, dada su animadversión a la amilia Sol s. Si ien la
primera sentencia declaró irracional el disenso, el primo del novio apeló y la Real Audiencia
terminó por darle la ra ón, declarando racional el disenso y o staculi ando la unión matrimonial.
Talespr cticas no se mani estaron sólo dentro de los grupos de lite sino ue,
tam i n, ormaron parte de las din micas amiliares de pe ue os propietarios
rurales o de arrendatarios de incas dentro del n cleo ur ano de Santiago .
Cuando se
presentaron desavenencias con actores insertos en
erar u as socia
lessuperiores -propietarios de sus lugares de residencia, ue se presentaron
ante la usticia como su etos de notoria calidad y distinción -, los primeros
se de endieron en clan . Se unieron hermanos, padres, hi os y dem s do
m sticos , present ndose como grupo ante el rival, el ue recuentemente
tam i n ue auxiliado por su grupo amiliar . A trav s de estas pr cticas de
vengan a, a uellos actores originalmente despreciados por sus vecinos -cata
logados como sirvientes o
personas incultas de in erior calidad - dieron
a conocer
ue pod an uncionar como con unto de personas solidarias ue
respond an articuladamente ante cual uier agresión su rida por un miem ro
del grupo . En e ecto, dicha reacción asociada mani esta a a la comunidad de
re erencia -al arrio, en particular- ue los integrantes de dicha red actuar an
como
grupo ante las amena as individuales.
La am igua posición social de a uellos actores menospreciados por sus

vecinos m s poderosos no sólo dio cuenta de la di icultad de de inir el estatus de


hom res y mu eres en el siglo xvm. Ella mani estó
espec icamente las permanen
tes discusiones ue se desplegaron en torno al estatus de los espa oles de la
capa
media de la sociedad. Si ien stos se mostraron ante la usticia anteponiendo un
don o do a a sus nom res, este tratamiento no sólo pudo ser recha ado por

La documentación udicial registró diversos casos enlos ue actores de los grupos prin
cipales actuaron colectivamente de endiendo a
alg n miem ro del clan amiliar. Al emprender
acciones de este tipo, lo hicieron unto a sus aliados , como parte de un grupo ue los trascend a.
A la ve , solicitaron ue las penas udiciales se aplicaran a todos los miem ros del grupo amiliar
contrario, tanto hom res como mu eres. or e emplo, ANHRA, vol. , pie a , s. ,
y v, . Dentro de un
proceso criminal por desa o y duelo llevado adelante en el a o
en la ciudad de San uan de Cuyo, se apreció cómo las rivalidades amiliares implicaron a los
actores particulares. As lo vivió el capit n don rancisco de uen alida, residente en Santiago,
uien en una visita a
Cuyo se vio envuelto en un con uso incidente con el capit n don Domingo
S nche Chaparro. El duelo ormalmente nunca se veri icó, aun ue s una serie de escaramu as
entre los hom res se alados. ese a ello, resultó interesante constatar ue, en Cuyo, rancisco de

uen alida heredó los enemigos de uno de sus primos pol ticos, uien terminó siendo asesinado
alevosamente por stos. Seg n l mismo, ello le tra o la enemistad de a u llos ue participaron
en esta alevos a y todos los dem s de estas amilias en ue se comprenden los dependientes ue
son los
Villegas, Chaparros, Vidales, Salinas, Guardias, uirogas, osos y o r s . Lo ltimo lo
llevó, a lo largo del proceso udicial en el ue se vio envuelto en Cuyo, a recusar a diversos ueces
vinculados a a uella red amiliar. ANHRA, vol. , pie a , . , . So re el e ercicio de
la vengan a por un grupo de poder en uito colonial, v ase Luis Ramos, El tras ondo de un
caso de violencia en la actuación de onteser n y su grupo contra
uito de ar a Sala ar .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v, .
H
ANHRA, vol. , pie a , s. , , ANHRA, vol. , pie a , . ,
. Ramos, op. cit, p. .
lacontraparte sino ue, incluso, ue posi le ue ellos mismos olvidaran incluirlo
en todas las etapas del proceso . A su ve , tam i n ocurrió ue, aun ue estos
como arrendatarios, de todas ormas la
espa oles presentaran
se
contraparte los
sindicar a como sirvientes del propietario del terreno ue ha ita an .
or ltimo, las discusiones en torno al estatus de los espa oles po res
invocaron tam i n la reputación de stos. or e emplo, si ien los ltimos se

alaron vivir honestamente del cultivo de su chacra, sus vecinos los vincularon
a ellos o a sus amiliares directos
empleos conceptuados negativamente por
a

los grupos dominantes, como


pulpera . stas ue
la venta de licores como
ron
algunas de las m ltiples acusaciones desplegadas por lites secundarias ,
ante los con lictos cotidianos con sus vecinos, a uellos espa oles ue se hallaron
al margen de los c rculos aristocr ticos. El desprestigio a los espa oles de los
grupos medios ue una de las tantas estrategias desplegadas por las lites con el
in de detener el adelanto social de los primeros, o tenido undamentalmente
a trav s del e ercicio del comercio.

LOS LA OS ENTRE LA CASA-HABITACIÓN Y LA CASA-LINA E

Como se o servó en los casos anali ados, la con ormación del grupo amiliar
ue actuó colectivamente ante las amena as
incluyó tanto a la amilia sangu nea
como a los dependientes. En este
sentido, resultó expl cita la re erencia a los
dom sticos , uienes con unto, como un solo cuerpo, unto a los
actuaron en

integrantes de la amilia sangu nea. Los dom sticos -del lat n domus- ueron
a u llos ue vivieron en una casa-ha itación, ue uncionó al mismo tiempo
como s m olo de una
casa-lina e. Ellos ormaron parte del clan amiliar cuyo
poder ue correlativo al n mero de dom sticos y allegados ue lo integraron.
or esa ra ón estos su etos visi ili aron, incluso a trav s de su sola presencia
sica, la importancia de la amilia de la cual dependieron, al igual ue lo hi
en la
cieron las estructuras materiales de la casa-ha itación ue todos vivieron.
La dimensión colectiva del honor de los or genes, concatenada a los órdenes
del lina e, se materiali ó en las estructuras visi les de la
casa en
ue ha itó la
amilia. La sinonimia ue presentaron los diccionarios del per odo entre casa,
como
espacio de ha itación, y casa como lina e, se mani estó visi lemente
en el Santiago del siglo xvm . Lo inmaterial asumió sustancia material y el

ANHRA, vol. , pie a , s. , y , ANHRA, vol. , pie a , s.


y , .
Ella ue la mu er ue declaró ue los cielos ha an hecho no les a sus ascendientes,
como citamos con anterioridad. ANHRA, vol. , pie a , s. , - v, .

Op. cit, . .
En la documentaciónudicial se apreció el uso de los t rminos casa y amilia en plano de
sinonimia. or
e emplo, ANHRA, vol. , pie a , . , . La primera acepción de casa
del Diccionario de Autoridadesre irió el lugar de ha itación ue rinda a protección a sus moradores.
La segunda acepción consignó las distintas c lulas de monasterios y conventos. La tercera aludió
honor del lina e se adosó a los muros
y a los um rales de la casa . El honor de
los or genes se concentró en
particular en la achada de la casa, en tanto aspecto
visi le comunidad, ostensi le a los ue no pertenecieron al n cleo y a las
a la
rami icaciones del lina e. Es m s, dicho honor se dilató sim ólicamente desde
los um rales hacia el exterior cu riendo la calle en la ue se empla ó la puerta
principal, pudiendo llegar incluso hasta ocho varas o cuatro cuadras de sta .
Ello determinó, entre otros actores, la gravedad de la in uria. sta au

mentó cuando las in urias ueron reali adas dentro o en la entrada de la casa,
s m olo del y poder amiliar
lina e . Esto ltimo no sólo ue representado
como
in uria por las lites sino, tam i n, por espa oles de rango medio, como
escri anos y maestros de artesan a . A su ve , el acto de pasearse por la calle
donde se empla ó la casa del rival constituyó una deshonra para su morador.
La orma en
ue esta deshonra ue entendida por dichos actores se desprendió
del relato del maestro de sastrer a Tadeo Hidalgo, e ectuado en el a o .

Seg n l, el paseo de su rival por la calle de su casa y tienda ue representado


como una urla y provocación . Es decir, ue interpretado a la ve como
un
pavoneo de su e ecutor y como una urla para el receptor pasivo de la
acción. Esa pr ctica constituyó, por tanto, una provocación para el segundo.
Las declaraciones del maestro de sastrer a hicieron uso de dos de las re

presentaciones de honor ue circularon en la ciudad de Santiago durante el

a las guaridas ue a rica an los animales para su ha itación. La cuarta, en tanto, consignó la
amilia de criados y sirvientes, ue asisten y sirven como dom sticos al se or y ca e a o due o de
ella . La uinta acepción aludió al lina e, se alando la descendencia o lina e ue tiene un mismo

apellido, y viene de un mismo origen y as se dice, La Casa de los achecos, de los Gu manes, de
los Silvas, de los endo as, Toledos, c . Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo
II, pp. - . En tanto, la edición de mantuvo la primera acepción como edi icio ha ita le

y esta leció en
segundo lugar la de amilia de ue se compone alguna casa. amilia, domestici .
En tercer lugar situó la descendencia o lina e ue tiene un mismo apellido y viene del mismo
origen . En consecuencia, esta edición destacó el v nculo entre casa, lina e y amilia, integrando
a todos los moradores de la casa-ha itación, desde la amilia sangu nea hasta los sirvientes. Real
Academia, Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Espa ola, reducido a un
tomo para su cil uso, , p. . Estas ltimas acepciones se mantuvieron en la edición de

y de , en tanto ue la edición de incorporó la re erencia a las rentas de los se ores. Real


Academia, Diccionario de la lengua castellana..., op. cit, a ed., p. Real Academia, Diccionario
de la lengua castellana..., op. cit, a ed., p. Real Academia, Diccionario de la lengua castellana
compuesto por la Real Academia Espa ola, reducido a un tomo para su cil uso, a ed., , p. .

Adoptamos la re erencia a la materialidad de lo inmaterial utili ada por Levi, La herencia


inmaterial..., op. cit
ANHRA, vol. , pie a , s. y , - ANHRA, vol. , pie a , . v,
.
ANHRA, vol. , pie a , s. y v, ANHRA, vol. , pie a , . v,
- ANHRA, vol. , pie a , . , .
Dicho car cter sim ólico llevó a su etos de las castas a mancillar el honor de los espa
oles arro ando pedradas a las puertas de sus casas. ANHRA, vol. , pie a , s. - v,
- v • , .
ANHRA, vol. , pie a , . , - .
siglo xvm. Ellas rescataron el car cter
sim ólico-sagrado de la casa, propio del
honor de los
or genes, y lo com inaron con las din micas de desa o-respuesta
ue caracteri aron el honor agonal El resultado ue una construcción h rida
sumamente interesante, ue nos ha ló del
papel ue representaron los grupos
medios, dentro de los cuales se insertó el maestro de sastrer a, en la articulación
de dos representaciones de honor undamentales
el per odo. Una ve m s, en

ue posi le constatar el papel ue los maestros de artesan a desempe aron


como
agentes mediadores de pr cticas y representaciones dis miles.
La
representación de la casa amiliar como s m olo del honor de los or ge
nes la
expresó don anuel de Be anilla en el a o , a propósito de una
disputa de herencia, uien se presentó como amiliar y receptor del Santo
O icio de la In uisición , oponi ndose a su
expulsión de la residencia . En
su
argumentación se aló
ue siempre ha
a mirado por el aumento de la casa
y amilia . Asimila a las construcciones y remodelaciones de la casa-ha ita
ción al mantenimiento de capellan as, ue constitu an expresiones del lustre
de la casa-lina e . Los es uer os empleados en am as tareas se
presentaron
discursivamente como elementos indisocia les, pues seg n la argumentación
no era
posi le distinguir dónde termina a la casa-ha itación y comen a a la
casa-lina e. El dinero gastado en levantar la portada de la casa , en construir
cochera y en componer la ace uia, da an cuenta de la importancia de la amilia
ue ha ita a tales estructuras, as como de la del lina e ue la perpetua a .
ocas veces ue posi le apreciar con mayor claridad la relevancia del sustento
material del lina e.

ANHRA, vol. , pie a , . , .

Op. cit, . .
So re las capellan as en Chile, v ase ar a Eugenia Horvit dir. emoria del nom re y
salvación eterna. Los nota les y las capellan as de misas en Chile. - .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
USOS DEL HONOR
DE LOS OR GENES OR LAS CASTAS

La noción limpie a de sangre ad uirió valor instrumental en las disputas


por honor ue luego llegaron a la usticia en la orma de pleitos por in urias
y calumnias. ue til primordialmente en los con lictos esta lecidos entre
su etos de lite,
como entre grandes
as y pe ue os comerciantes, escri anos,
uncionarios de laadministración, soldados y milicianos. Seg n constatamos en
la primera parte, pocos de stos re irieron ser espa oles, aun ue un porcenta e
a rumador se presentó como dones y don is ante la usticia. Este tratamien
to honor ico supuso la espa ol a y otorgó mayores reconocimientos sociales.
Ahora ien, ello no signi icó ue la ideolog a de limpie a de sangre no
haya sido conocida y utili ada a lo largo de todo el entramado social, incluso
por las mismas castas . Lo ue ocurrió ue ue su mayor o menor uso en los
con lictos cotidianos dependió directamente del estatus de los su etos ue es
tuvieron en disputa y del tipo de representación de honor a la ue apelaron.
Resultó interesante constatar ue los altercados en los ue se recurrió a la
limpie a de sangre originaron
no se en cuestionamientos a las identidades
socio-raciales de las partes implicadas. Ellos se desencadenaron a partir de
desavenencias derivadas de la convivencia cotidiana, como discusiones por los
usos de los cursos de
agua o por el estado de los productos comerciali ados,
como hemos o servado en casos anteriores. Lo
ue siempre estuvo presente
en dichas
discrepancias ueron discusiones so re las erar u as sociales de cada
uno de los contendores. ue dentro de estas discusiones ue los involucrados
pudieron recurrir a la noción de limpie a de sangre para avalar su superio
ridad por so re el rival. En este cap tulo anali aremos ui nes lo hicieron y,
por el contrario, ui nes sustentaron su prioridad social en otros undamentos.
Al comparar las identidades sociales de los actores implicados en procesos
udiciales por in urias y calumnias con las de a u llos ue protagoni aron situa
ciones de violencia, despu s criminali adas como delitos de lesiones, heridas
y homicidios, se constataron importantes di erencias. Seg n lo anali ado en
la primera parte, en las ltimas situaciones de violencia predominaron peo
nes, ga anes y o iciales de artesan a de las m s diversas calidades . En estos

grupos, las erar u as se construyeron so re los atri utos de la uer a sica, la


potencia sexual ue cada uno de estos hom res reclamó poseer,
y la astucia
de ió ostentar y estuvo dispuesto a demostrar ante sus pares. So re estas cua
lidades se asentaron los mecanismos de dominación y los undamentos de las
reputaciones de estos grupos, con ormando una
representación espec ica de
honor ue hemos llamado honor agonal
Como puede suponerse, la competencia masculina por los atri utos enun
ciados desencadenó recurrentes con lictos ue se resohieron a trav s de la
din mica desa o-respuesta, en lugar de la v a udicial. La menor iguración de
in urias a la calidad en estas din micas de violencia, en comparación con la
registrada en los procesos por in uria, dio cuenta de la escasa importancia ue
desempe aron las identidades socio-raciales en la construcción de erar u as
intercomunitarias entre tales actores . En escasas oportunidades los pardos
utili aron in urias socio-raciales en los intercam ios ver ales ue precedieron
algunas de las situaciones de violencia ue desem ocaron en uicios por he
ridas, lesiones y homicidios .
or otra parte, el reducido protagonismo de las castas en los uicios por

in urias y calumnias impidió o tener estimaciones cuantitativas ue represen


taran ielmente sus opciones por los distintos tipos de in uri is ver ales . Sin
em argo, ue evidente ue diversos
pardos recurrieron a la noción de lim
pie a desangre con el in de re a
ar el honor de los espa oles con uienes
estuvieron en disputa . En otro lugar mencionamos ue ue tal la vitalidad
de la noción limpie a de sangre ue las mismas castas participaron de
ella . Aprehendieron la condición in amante de la sangre a ricana y de la
potencial ilegitimidad ue caracteri ó su situación socio-racial y la utili aron
para denigrar e in uriar a a u llos con uienes estuvieron en con licto. La utili
ación del discurso tnico por las castas se reali ó en orma h il y oportuna,
teniendo por o etivo impugnar la superioridad social de los espa oles con los
ue tuvieron alguna orma de convivencia.
Al comen ar la segunda parte re erimos cómo el pardo anuel ern n
de y el am o ose a ardo hicieron uso de tales categor as contra hom res
lancos , uienes interpusieron uerellas por in uria ante la usticia . En am as
situaciones la contraparte de los pardos no sólo ueron espa oles sino ue, a
su ve , ueron hom res dedicados al comercio, propietarios de su odegón,
ue se relacionaron con otros espa oles comerciantes y ue demandaron para
s el tratamiento de don . Si ien no
pertenecieron a los c rculos de las lites,
tuvieron sus miradas puestas en este grupo y en sus mecanismos de prestigio
aristocr tico. ue por lo general en esas situaciones, cuando la disparidad social
era evidente, ue las castas instrumentali aron la noción de limpie a de
sangre , impugnando la calidad de sus contendores. Esta opción ue producto
de una estrategia contra esos espa oles pretenciosos nunca existió posi ilidad
de competir en torno a la uer a sica, la astucia o la potencia sexual.

V ase ta la N de la tercera parte.


ANHCG, vol. , s. - v, .
V ase ta la N de los anexos.

ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , s. -


v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , . , .
Undurraga, Honores transversales... , op. cit., pp. - .
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , . , .
En otros t rminos, dichos actores nunca se plantearon como competidores
sociales por honor. Ellos no rivali aron por el honor de los or genes, por la sen
cilla ra ón de ue una de las partes estuvo completamente al margen de ste.
Tampoco compitieron por el honor agonal, construido so re la exacer ación
de la hom r a. Este ltimo ue til para construir erar u as -so re la uer a
sica, la potencia sexual y la astucia- entre su etos ue se u icaron en nichos
similares de estatus. En cam io, entre el pardo anuel ern nde , el am o

ose a ardo y los espa oles con uienes contendieron, las di erencias de estatus
eran muy amplias. stas no de las calidades
sólo se estructura an a partir
dis miles de los implicados. Exist an, asimismo, di erencias económicas impor
tantes, unto a otras derivadas de las pretensiones sociales de las partes, pues
los espa oles en cuestión apela an a los undamentos de
prestigio avalados por
las lites. Don rancisco lvare y don rancisco Ignacio de il n ci eron
sus aspiraciones de prestigio a la representación de honor de los or genes. Y ella,

como se ha planteado, dividió la sociedad en dos polos antagónicos -de honor

y de deshonor- de acuerdo con el capital heredado. Desde sus perspectivas,


ellos se u ica an en el primer extremo de dicho orden inario, en tanto ue
los pardos se halla an en el segundo.
rancisco lvare y rancisco Ignacio de il n am s consentir an en verse

involucrados con los pardos en


disputas por las cualidades de la hom r a. En
cam io, los peones, ga anes y o iciales de artesan a espa oles ue interactuaron
con otros
peones, ga anes y o iciales de artesan a pardos en sus lugares de
tra a o o en los m itos de diversión, s lo hicieron . Como plantearemos
en la tercera
parte, las adscripciones identitarias socio-raciales en las comuni
dades de peones, ga anes y o iciales de artesan a no ueron centrales para los
undamentos de honor pretendidos por ellos.

Los accidentes del color

Si planteamos nuevamente la pregunta de ui nes y en u circunstancias


utili aron la limpie a de sangre como undamento de honor, encontramos
a un
grupo astante particular. unto a los pardos ue instrumentali aron
dicha noción en sus disputas con espa oles ue los despreciaron, existieron
lti-
otras castas ue estuvieron dispuestas a dis ra arse de espa oles. Estos

Tam i n existieron maestros de artesan a implicados en las din micas desa o-respuesta,

pero el mayor porcenta e de artesanos insertos en ellas correspondió


a la
erar u a de los o icia
les. Los maestros ue protagoni aron tales pr cticas lo hicieron, como se ha se alado, con otros
maestros de artesan a entre los ue medió un reconocimiento mutuo de paridad. or ltimo, las
lites tam i n practicaron la din mica desa o-respuesta, pero siempre teniendo como rival a
otro miem ro de la lite. Esto ltimo se materiali ó en la pr ctica del duelo. Como se o serva,
el reconocimiento de paridad disparidad ue undamental en las din micas de intercam io de
liornas o en las lógicas de dominación entre los actores sociales.
mos
compartieron entre s una situación am igua desde el punto de ista de
sus identidades socio-raciales, pues pese a descender de castas asumieron
socialmente la identidad de Ello
implicó ue para tales actores no
espa oles.
existió concordancia entre las diversas varia les identitarias ue con iguraron
la imagen social de los su etos coloniales.
Las castas dis ra adas mostraron sus rostros dentro de los uicios de
disenso anali ados durante la investigación. Ellas,
por supuesto, ormaron
parte del grupo de pretendientes recha ados por las amilias puntillosas ue
develaron su verdadero origen, contrast ndolo con la renovada identidad
social ue dis ruta an al momento del uicio.
Lo ltimo llevó a anali ar el variado soporte ue construyó las identidades
socio-raciales en el siglo xvm. La lectura de la documentación udicial reveló

ue existieron al menos tres varia les ue permitieron sostener las calida


des en las postrimer as del mundo colonial. En primer t rmino, iguraron
las identidades
enot picas -en las ue el color desempe ó un papel central-, en
segundo lugar, estuvieron las identidades o iciales -contenidas en los registros
de autismo, matrimonio y de unción- y, por ltimo, se encontraron las iden
tidades sociales, ue re irieron la reputación en la ue cada uno ue conocido y
tratado en la vida cotidiana.
El orden colonial propuso, por supuesto, la coincidencia de las tres varia
les identitarias. Desde la perspectiva de los agentes de dominación -las lites
y las autoridades hispanas en Chile-, un hi o de espa oles de a estar inscrito
en los
registros parro uiales como espa ol, de a tener enotipo espa ol y, por
ltimo, de a
comportarse, vestirse y conducirse como tal en la vida diaria,
La con luencia de tales par metros, al inal, har a ue dicho su eto uese so
ciali ado como espa ol por los dem s. Lo mismo de a ocurrir respecto de
los indios, los mesti os, los mulatos y as sucesivamente con cada una de las
castas construidas en el imaginario socio-racial del per odo.
Sin em argo, diversos casos hallados en la documentación udicial, en parti
cular en uicios de disenso matrimonial, indicaron ue tales coincidencias no se
veri icaron constantemente. Es decir, ue las identidades derivadas del origen y
supuestamente selladas por el color, ueron tan pro lem ticas ue permitieron
la existencia paralela, y a veces divorciada, de identidades enot picas, o iciales y
sociales. Recordemos ue Arturo Gru essich, a partir de un importante an lisis
cuantitativo, concluyó ue la calidad de al menos un tercio de un universo de
seis mil hom res en el siglo xvm se modi icó en el transcurso de su vida . La
ci ra no resulta a porcenta e importante de la po lación chi
desprecia le. Un
lena pudo asumir diversas identidades socio-raciales a lo largo de su existencia.
Si ue posi le, como planteó Arturo Gru essich, asumir identidades suce
sivas, tam i n lo ue, como nosotros planteamos, sostener dos calidades en

Gru essich, op. cit


orma simult nea. Esta ltima situación se
expresó dentro de
algunos de los
uicios de disenso anali ados. Como el inter s de la Real
ragm tica de atri
monios ue impedir matrimonios entre amilias desiguales , parte importante
de los es uer os de las partes implicadas se dirigieron a develar las calidades
ocultas de los pretendientes. ara ello acudieron a sus lugares de residencia,
indagando so re los ancestros de los novios sospechosos. Asimismo, rescata
ron registros
parro uiales, de ando constancia de las calidades consignadas
en
partidas de autismo y matrimonio, las ue muchas veces no coincidieron
con la sociali ación de las calidades
de los contrayentes en la vida diaria .
Se ha compro ado ue, desde mediados del siglo xvm, la internali ación
de los pre uicios socio-raciales hispanos en la po lación americana alcan ó al
grupo de las castas . Como han planteado diversos investigadores para m l
tiples espacios de Am rica colonial, como Vene uela, Cu a, Cartagena, Lima
o
uito, la lan uicidad ue el anhelo de muchos pardos ue pasa an
por espa oles en la vida diaria .
Lossoportes sociales ue permitieron tales con usiones tuvieron relación,
por parte, con los pro lemas derivados del reconocimiento de la calidad
una

del otro a partir del encuentro visual, especialmente desde la segunda mitad
del siglo xvm . A medida ue transcurrió el siglo la construcción coloreada de
las di erencias ue de ando de ser o via. Los matices de la piel ueron in initos
y en muchas ocasiones ya no resultaron tiles a los espa oles para distinguirse
de las castas . De ah derivaron los es uer os por plasmar pictórica y orde
nadamente la diversidad de los cruces tnicos producidos en el continente
americano. Esto se hi o a trav s de los llamados cuadros de castas , como los
ela orados en el virreinato de y er Espa a .
en Nueva respondieron Ellos
a los propósitos de las autoridades coloniales por dar un orden a la ya caótica
escena socio-racial de Am rica colonial. Este es uer o hi o evidente ue los
l mites tnicos no eran tan claros como las lites
pretend an y ue las arreras
del color ya no serv an como ronteras impermea les entre los grupos sociales.

ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. pie a , s. - ,


ANHRA, vol. , pie a , . - v, ANHRA, vol. pie a , s. - ,
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , s. - ,
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a, , s. v- ,
ANHRA, vol. , pie a , s. - , .
Lavall , Amor y opresión..., op. cit Langue, Aristócratas, honor..., op. cit, pp. - art
ne - Alier,
op. cit anuel Lucena, Gentes de in ame condición. Sociedad y amilia en Ciudad Real
del Orinoco - .
Undurraga, Espa oles oscuros... , op. cit.

ellos, las nomenclaturas construidas para designar cada casta ueron tiles
Dentro de

para denominarla y, por ltimo, dominarla. El e ercicio taxonómico implicado en esas amplias
construcciones de sentido de la realidad socio-racial americana ha ló de los es uer os de los grupos
dominantes por aprehender y as contener la a igarrada muchedum re ue llenó las calles, los
talleres, los mercados y las pulper as de a uel entonces. a lu , Los cuadros de mesti a e..., op. cit
Varios Autores, Artes de xico La pintura de castas.
stas ueron las realidades sociales ue sustentaron las evidencias consignadas
en el siguiente gr ico veinti n procesos

Gr ico N
ACTORES CON IDENTIDAD SOCIO-RACIAL A BIVALENTE
EN UICIOS DE DISENSO ATRI ONIAL
SANTIAGO, -
TOTAL DE VEINTIUNA CAUSAS

Sin identidad l
,. I H Con identidad
am ivalente . H , -y r * -_ ^^^B am ivalente ,

uente Ta la N de anexos.

El gr ico N ,
constató
ue un de los actores involucrados en uicios
de disenso matrimonial en la ciudad de Santiago mani estó una identidad
socio-racial am ivalente. Ahora ien, dicho porcenta e se
presentó dentro de
un
soporte documental particular, en el ue se uscó re a ar el estatuto social
de la contraparte con el in de o tener el avor udicial, haya sido ste la acep
tación o el recha o del disenso. ese a ello, resultó interesante constatar ue
en
gran parte de las ocasiones la existencia de cada una de estas identidades
am ivalentes ue rati icada por testigos.
En diversas ocasiones las partes involucradas en los procesos de disenso
aludieron a las pr cticas sociales ue sustentaron dichas calidades am iva
lentes. ue en esas circunstancias ue los recursos a la noción accidentes del
color se hicieron presentes en los discursos udiciales. El concepto, sumamente
ilustrativo del proceso ue anali amos, re er a cómo los claroscuros ue
domina an la representación o icial del mosaico socio-racial, se deste an
en la vida cotidiana. Se desluc an, provocando ue el orden dicotómico lu
oscuridad re ugiara en el discurso o icial de los mesti a es .
se

em argo, pese a las distancias entre los órdenes discursivos de los gru
Sin
pos dominantes - ue hemos denominado discursos o iciales de los mesti a es- y

Los imaginarios del mundo colonial chileno plasmaron en las apariencias visi les los

es uemas morales ue dividieron en orma dual los valores sociales. Honor y deshonor, verdad
y alsedad, lealtad y traición ueron principios tangi les y emp ricamente compro a les. O ser
va les, a primera instancia, en la presencia o ausencia de lu en la piel de las mu eres y hom res.
La polaridad sim ólica lu oscuridad ue se aplicó respectivamente a a uellos espa olesy castas ,
tuvo larga data. Ella se remontó en la cultura hispana al menos hasta el edioevo, cuando la piel
negra se asimiló al color del demonio, representando la ve e , la en ermedad y la muerte. As ,
la dualidad lu oscuridad entra ó mucho m s ue una escisión est tica, pues convocó valores
cardinales para el per odo, como la pure a sexual -aplicada restrictivamente al cuerpo emenino-
lalealtad, la honrade o la sumisión a la autoridad, empleados para re erir el comportamiento
cit.
ideal de los individuos, independiente del g nero. Undurraga, Espa oles oscuros... , op.
las am iguas taxonom as de las calidades a ines del siglo xvm, la rigide de
los primeros no se vio atenuada. Al contrario, tales escisiones re or aron a n
m s los discursos so re la polaridad crom tico-moral aplicada a la sociedad.
Seg n stos, los tra os del color no sólo re le aron los lugares en los ue los
individuos de ieron insertarse dentro del entramado social sino ue, tam i n,
sus
patrones morales . Incluso, ue posi le relacionar dicho re or amiento de
los discursos o iciales con algunas de las estrategias de ensivas empleadas por las
lites a medida ue avan a a la ltima centuria colonial .
A uellos accidentes del color ue tanto preocuparon a los grupos do
minantes ueron re eridos por un espa ol conectado a los grupos privilegiados,
en el a o . En un uicio de disenso, ste aludió a la ha itual del pr ctica
vulgo de

reputar por espa ol a las personas de color lanco, sin otra indagación
ni di erencia, ue a uel envidiado accidente ue se encuentra, a n en las
castas de mulatos, cholos, y mesti os, como la experiencia lo tiene acre

ditado .

Desde la perspectiva del enunciante, el color lanco ue una cualidad


envidiada por sus contempor neos. Ella permitió acceder a la espa ol a en ra
ón de la apariencia enot pica, la ue muchas veces no estuvo avalada en una

correspondiente limpie a de sangre . De este modo, se re rendó la dispersión


identitaria consignada la identidad enot pica se desvinculó de la identidad o icial
y la social, ad uiriendo valor re erencial en orma autónoma.
Asimismo, el relato citado aludió a una realidad social, a sa er la existencia
de castas de color lanco . stas no sólo se ha r an encontrado entre los
descendientes de ind genas con espa oles -como los cholos y mesti os- sino,
tam i n, entre la
progenie de negros y espa oles, como constó a
partir de la
re erencia a los mulatos. Existieron otras uentes udiciales ue aludieron al

sta ue la tesis clasica de la sociedad de castas , populari ada por agnus orner a partir
de , aun ue luego revisada por l en estudios posteriores. Su primera propuesta continuó la
l nea es o ada a os antes por investigadores como Ale andro Lipschür , uien cali icara la sociedad
americana como una pigmentocracia , es decir, como una sociedad organi ada er r uicamente

seg n el patrón tnico. Este ltimo condicionar a con rigor las opciones la orales de los actores
sociales, construyendo castas herm ticas y universos cerrados en los cuales era impensa le
cual uier movimiento, particularmente ascendente. Las pr cticas de exclusión se cristali aron en
un
andamia e ideológico denominado sociedad de castas , ue de inió el estatus de los su etos
seg n la noción de limpie a de sangre . agnus orner, La me cla de ra as en la historia de Am rica
Latina Ale andro Lipschüt , El indoamericanismo y el pro lema racial en lasAm ricas.
Nos re erimos, por e emplo, a la estricta aplicación de la Real ragm tica de atrimo
nios de . r d ri ue Langue alude a algunas de estas din micas de ensivas, anali ando los
discursos de las lites en diversos registros documentales relativos a las uniones matrimoniales.

langue, Aristócratas, honor..., op. cit.


a
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
mismo enómeno. En algunos procesos seguidos por violencias criminali adas
como lesiones se hedió el siguiente descriptor de un su eto perseguido por
las autoridades mulato alto, lanco .
Am as re erencias estuvieron en a ierta contradicción con las erar u as
crom ticas ue sostuvieron la dominación
hispana y ue la oscu reservaron

ridad , las som ras y los humos -en


perspectiva crom tica y moral- a los

descendientes de la po lación a ricana . Hallar un mulato lanco dentro


de alg n cuadro de castas e uivaldr a a la su versión m s a soluta del orden
ue propon an los representantes de la monar u a hisp nica en Am rica. Lo
mismo implicar a encontrar un
espa ol de piel morena endichas represen
taciones iconogr icas. No o stante, seg n indica an los testimonios, en la
vida cotidiana esa situación se da a. Como constó las licencias para pasar
en

a Am rica en el siglo xvi, los espa oles ueron descritos a trav s de los m s
diversos tonos, como color indio , moreno , erme o o amulatado . Ello
explicó las desventuras ue pasaron algunos de ellos cuando, en ra ón de su
apariencia, les ue negado el derecho a portar armas o reci ir mercedes reales.
En segundo t rmino, tal condición, la presencia del color lanco en las
castas , ue cali icada como accidente . En el contexto, este t rmino se usó
desde un
punto de vista ilosó ico, aludiendo a la cualidad circunstancial cuya
presencia o ausencia no cam ia a la sustancia de una cosa . Esta expresión,
por tanto, ilustró un momento decisivo de la historia de los mesti a es, en el
ue los enotipos ya no traslucieron el estatus tnico de los hom res y mu e
res. El nexo entre
apariencia y pertenencia tnica se ue ró, de ando seres
y representaciones ragmentados, di cilmente aprehensi les y encasilla les.
or cierto, la situación rese ada no implicó ue todos los mulatos tu
viesen su te lanca a ines del siglo xvni. A n se continuaron usando los

descriptores enot picos para re erir la identidad de los pardos . Se o servó,


por e emplo, respecto de un su eto, ue dec an ue era ulato y en realidad
su color era
muy sospechoso, y de pelo corto crespo, y lo mismo sus otros
dos hermanos . En esta situación, ue posi le in erir la casta a
partir del
encuentro visual. unto al color muy sospechoso de la piel, seguramente

ANHRA, vol. , pie a , . v, .


ANHRA, vol. , pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a , . llv, -
ANHRA, vol. , pie a , s. y , - ANHRA, vol. , pie a , . ,
ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . v, .

oanne Rappaport, G nesis y trans ormaciones del mesti a e, siglos xvi y xvn
Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cir., tomo i, p. , vo accidente . Acudiendo
a ichel oucault, se podr a se alar ue en el universo socio-racial de la segunda mitad del siglo
xv n chileno las pala ras se ha an separado de las cosas. Incluso ue posi le vislum rar algunos
rasgos de la tercera episteme o edad moderna en la ue el pensamiento y el sa er se comen
a an a retirar del m ito de la representación visi le para caer en el de las cosas ocultas. ichel
oucault, Las pala ras y las cosas. Una ar ueolog a de las ciencias humanas, pp. - .
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .
morena, se unió el tipo de ca ello del su eto en cuestión, el ue otras uentes
re irieron como
pelo de pasa .
El nuevo escenario ue distinguimos, como todas las trans ormaciones
históricas, convivió, se desarrolló paralelamente, al es uema de correspon
dencia entre apariencia crom tica y categor a socio-racial. Lo ue predominó
en segunda mitad del siglo xvm
la ue un panorama con uso en el ue ni los

espa oles ueron tan lancos ni las castas tan oscuras como pretendieron a ir
mar las representaciones iconogr icas del per odo. Si ien los accidentes
del color coexistieron con la correspondencia entre apariencia y calidad ,
la presencia de los primeros ue perci ida por los contempor neos y logró
incomodar a una lite celosa de sus privilegios. En de initiva, este escenario
de permanencias y de rupturas en la historia de las identidades mesti as, ue
el ue se expresó en el gr ico N , ya anali ado.

Soportes polivalentes

de las identidades socio-raciales

Si los accidentes del color llevaron a las lites a asumir actitudes de ensivas
rente a los des ordes de las ronteras crom ticas, por otro lado stos a rie
ron una
gama de posi ilidades de acción a diversos actores coloniales. Estos
accidentes hicieron de las reglas ue ordena an las construcciones de las
identidades socio-raciales, normas am iguas, suscepti les de manipulación.
or primera ve en la historia del pasado colonial, se a rió un espacio para
la discusión de las identidades. Un gris donde las categor as no ueron
rea
a solutas y las di erencias parecieron imprecisas, al menos desde el punto de
vista del o servador.
Las identidades socio-raciales en el ocaso del mundo colonial chileno ya
no ueron monol ticas. No sólo se
pudo asumir varias identidades sucesivas,
como o servó con
pertinencia Arturo Gru essich,
ue, tam i n, ue sino

posi le sostener simult neamente dos calidades . En e ecto, dos calidades


cargó so re s una mu er en el a o la de espa ola y la de mulata a un
tiempo. Como se aló un
testigo en un
uicio de disenso

a ercedes Ca rera la tiene el declarante en


reputación de espa ola por
ha er o do decir ue sus padres lo ueron pero ue tam i n ha o do decir
ue le toca de mulata por la madre .

Una mu er como ercedes Ca rera pudo tener dos rostros, ser concep
tuada como
espa ola y como mulata a la ve , no sólo por el desvanecimiento

ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . , .


ANHRA, vol. , pie a , . v, .
de las apariencias enot picas marcadas de las castas y de los espa oles. Si
tuaciones como stas se produ eron por el variado soporte de las identidades
socio-raciales. Como hemos se alado, en las postrimer as del siglo xvm las
identidades derivadas del origen ueron tan pro lem ticas ue permitieron la
existencia paralela de identidades enot picas, o iciales y sociales.
El caso de ercedes Ca rera ilustró la relevancia ue asumió el rumor
en la sociali ación de las calidades . Recordemos ue el testigo citado dio
cuenta de la am
igüedad de la identidad socio-racial de la oven se alando ue
ha ue pod a ser mulata. Todo ello esta a asociado, al mismo
a o do decir
tiempo, a la posi ilidad de sustentar materialmente una reputación de espa o
la. Es decir, ue la mu er en cuestión de a
capa de lucirse y conducirse
ser

como
espa ola, con los costos económicos
ue ello implica a. De hecho, hemos
constatado ue ercedes Ca rera ue propietaria de una hacienda u icada
en la Doctrina de u oa, la
ue ue tasada en . pesos en el a o t.
La relevancia de las identidades sociales en la determinación de la calidad
de los actores coloniales se o servó en reiteradas ocasiones en la documenta
ción revisada. Las prue as de la calidad de los hom res y mu eres inmiscuidos
en los uicios de disenso se asaron en las voces ue circularon so re ui n era
cada cual al interior de los diversos arrios de la ciudad de
Santiago. Los giros
notoriamente conocido por , reputado y tenido por o generalmente tenido
por , ueron los llamados a dar cuenta de las opiniones ue recorrieron las
calles, los odegones, los talleres y las ha itaciones, comentando las calidades
y los comportamientos de a u llos con los ue se convivió cotidianamente .
Los tuvieron una densidad y una consistencia asom rosa y en sus
rumores

pliegues acumularon cientos de historias de los vivos y de los ue ya ha an


muerto, construyendo las reputaciones de cada mu er y de cada hom re dentro
de una comunidad determinada . As , la historia personal ue compartida
y las intimidades tuvieron pocos rincones donde esconderse. A ercedes se

le recordó ue por el lado de su madre podr a descender de esclavos y tal


sospecha, som ra, comen ó a oscurecer su origen.
como una

La importancia de los uicios so re los dem s en la determinación de las


identidades individuales se con iguró a partir de la pr ctica de opinar de las
conductas a enas. Ello se e erció como mecanismo de control de los compor
tamientos de los miem ros de una comunidad -vecindad, gremio o lina e-,
undando las estimaciones y, en de initiva, la imagen social ue asumió cada
su eto dentro de su grupo. os ar a re Villamil, un novio acongo ado

O ligación de ar a de ercedes Ca rera, Santiago, , ANHNS, vol. , s. v-

O ligación de pesos de ar a ercedes Ca rera, Santiago, , ANHNS, vol. ,


s. v- .
Tales apreciaciones tam i n iguraron en otro tipo de registros udiciales para dar cuenta
de la calidad de los involucrados. or e emplo, en ANHRA, vol. , pie a , s. v y v,
- .
Salinas ., ama p lica... , op. cit arge, Dir et mal..., op. cit.
por la opiniones ue signa an a su
prometida como mulata, se
ue ó en un

uicio de disenso, se alando

esimposi le taparle al vulgo la oca, y ninguno es tan eli ue tenga


la gloria de ue estim ndosele generalmente nadie desprenda susla ios
contra l .

La ragilidad del honor y de la calidad asociada a ste se derivó del po


der de las opiniones a enas. Los
calidades
rumores so re las , de los ue se
lamentó os . re Villamil, construyeron identidades sociales ue muchas
veces distaron de las leyes del lina e y de los par metros de las herencias.
Un padre celoso de sus privilegios uscó evitar el enlace de su hi o con una
oven, argumentando ue sta descend a de una mu er ue apenas le toca ser
espa ola mal reputada . Con ello denuncia a la escisión entre la calidad
e ectiva y la estimación social de la misma. Esta ltima pudo ad udicar a la

mu er una espa ol a ue, en e ecto, no le correspond a seg n los patrones de


descendencia. Aun as , pese al amplio conocimiento de la am igüedad de las
estimaciones sociales, stas continuaron siendo relevantes en la construcción
de las identidades a lo largo de todo el siglo xvm.

El es uema es o ado contri uyó a la ormación de una memoria del ho


nor. Los comentarios escuchados hac a d cadas co ra an vida cuando
alguna
desavenencia saca a a relucir las calidades escondidas de los implicados.
As , las disputas por cuestiones triviales como el valor de los productos, el
desv o de los cursos de
agua o los roces en la calle, pudieron terminar con
una de las partes sindicando a la otra de mulato . En ocasiones se trató de
una
in uria ue no pretendió aludir a una calidad oculta y ue se usó sólo
para re a ar la posición del contrario dentro de disputas por las erar u as
intercomunitarias. En otras ocasiones, el ep teto encontró sustento en la vo
p lica ue recorr a el arrio, sospechando de las
apariencias o de las historias
de algunos vecinos . se ue el caso de do a etronila Arcaya. Respecto
de su
reputación, una
testigo se aló

ue siendo ni a oyó decir ue la dicha Da etronila era sindicada de


mulata pero no se acuerda u personas lo di eron ni el motivo ue para
ello tuvieron y ue esta testigo la tiene por espa ola .

As , el com n concepto ue sustentó las reputaciones de mu eres y


hom res pudo escindirse y la identidad social de un individuo llegó a ser plu-

m
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .
ANHRA, vol. , pie a , . v, .

Op. cit, . v.
,
Op. cit, . v,
ral . Este enómeno instaló
nos ante un escenario a n m s comple o, pues al
divorcio inicial las varia les identitarias
entre
o iciales, enot picas y sociales se
sumó lamultiplicidad de acetas ue estas ltimas pudieron asumir. Cuando
ello produ o, coexistieron dos
se verdades sociales, sustentadas por testigos y
pro adas cada una de ellas a trav s del rumor.

En ocasiones, como ocurrió con ercedes Ca rera y con etronila Ar-


caya, una verdad superpuso se
ue alguna
a la otra hasta
puntual situación
hi o ue la verdad dormida ad uiriese peso. Seguramente, si ercedes no
hu iese pretendido casarse con un ca allero y etronila no hu iese tenido
un altercado violento con un vecino, am as se ha r an mantenido en
reputa
ción de espa olas, como
di eron reconocerlas usualmente los ha itantes de sus
arrios. ero tales eventos disruptivos ue r ronla verdad social predominante,
iltr ndose por sus grietas a uella verdad alternativa ue ha a permanecido
guardada, contenida por muchos a os. La vecina de etronila se remontó a su

ni e para re erir la identidad de mulata ue se le sindica a a sta hac a largo


tiempo. Ello nos indicó ue los espa oles oscuros e identitariamente ragmentados,
de an pasar sigilosamente por la vida. Con cuidado, pues cual uier desa uste
en lo socialmente tolerado traer a una sanción comunitaria, ue en este caso

ser a la del recuerdo de la calidad . suplantada


or otra parte, hu o situaciones en las cuales a uellas verdades sociales am
ivalentes vivieron en rentadas, aun ue persistiendo una unto a la otra en una
sociedad ue rinda a sustento a am as . As , se llegó a sostener ue a un
indio de una comunidad rural todos le han tenido por espa ol , o ue la hi a
de una india era reci ida y reputada por espa ola , pero aceptando, al mis
mo
tiempo, ue era india . Tales am ivalencias pudieron perseguir venta as
materiales y sociales espec icas, pues al indio en cuestión el ser reconocido
como
espa olle permitir a eximirse de los tri utos adscritos a esa calidad .
En ocasiones, sin em argo, las venta as supuestamente uscadas no ueron
tan claras, como ocurrió en el caso de una
mu er cuyo nom re ue re erido
asociado a dos calidades , como rsula india mulata . Esto ltimo, tal

ANHRA, vol. , pie a , . v, .


Los uicios de disenso expresaron los l mites ue de ieron tener las am iciones de estos
oscuros. ANHRA, vol. ANHRA, vol.
espa oles , pie a , s. - v, pie a , s.
- , ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. pie a , s,
- , ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a ,
s. - , ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a, ,
s. v- , ANHRA, vol. , pie a , s. - , .
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .
ANHRA, vol. , pie a , . , - ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .
So re el indio en cuestión, se aló un testigo ue nunca lo conoció por indio sino por

espa ol como ue as ha sido conocido por no ha er pagado am s ning n derecho . ANHRA,


vol. , pie a , . v, - . So re las trans ormaciones identitarias de los indios, v ase
Ares, esti os en h ito... , op. cit.
ANHRA, vol. , pie a , . , .
ve dando cuenta ue el color de su piel era mucho m s oscuro ue el ue
los indios de an tener o, tam i n, mostrando lo con uso ue era reconocer la
calidad del otro en la vida cotidiana.

LOS DIS RACES DE LAS CASTAS

Tales ueron los contextos históricos -con usiones de las apariencias enot
picas y am ivalencias de los soportes de las identidades socio-raciales- ue
permitieron las manipulaciones de la limpie a de sangre por las castas en
el siglo xv n. Como ya se ha planteado, estas manipulaciones consistieron tanto
en impugnar la superioridad social de los espa oles como en hacerse pasar por
stos. La primera situación se planteó cuando las partes en disputa tuvieron
di erencias sociales y económicas de importancia ue esta lecieron asimetr as
insalva les entre castas y espa oles.
La segunda pr ctica, en tanto, ue protagoni ada por descendientes de
castas li res ue ha an alcan ado una situación material, si no de opulen
cia al acomodada, ue uscaron validar apelando a los mecanismos
menos s

hisp nicos de
prestigio social. or lo general se trató de actores dedicados al
comercio, ue ueron propietarios de su casa y tuvieron sus propios esclavos .
Ello les permitió esta lecer uniones matrimoniales leg timas con espa olas em
po recidas, compensando su mala ra a con dinero . ue com n ue adem s
de su po re a esas espa olas hayan sido hi as ileg timas, lo ue di icultó a n m s
su unión con
espa oles leg timos. Esto ltimo se derivó undamentalmente de
dos situaciones. En primer lugar, en ra ón de la in amia ue entra ó el origen
ileg timo. En segundo t rmino, de ido a ue la ausencia de v nculo sacramental
entre los padres generó sospechas so re la identidad socio-racial de ellas .
se ue el caso de ar a ercedes Rui , hi a natural de don edro Rui ,
venido de Espa a, y de ose a La o y Bacho. La situación material acomodada
del padre, dedicado al comercio, se constató a partir del inventario de sus ienes

Los documentos notariales ueron determinantes para alcan ar esta conclusión. Testa
mento de edro
Lu an, Santiago, , ANHES, vol. , s. v- Inventario de ienes de
edro Lu an, Santiago, , ANHES, vol. , s. - v Venta de don Enri ue Caveros
a edro Lu an, Santiago, , ANHES, vol. , s. - Inventario de los ienes de don
edro Rui , Santiago, , ANHES, vol. , s. v- v O ligación de ar a de ercedes
Ca rera, Santiago, , ANHNS, vol. , s v- O ligación de uinientos pesos de ar a
ercedes Ca rera, Santiago, , ANHNS, vol. , s. v- .

ANHRA, vol. , pie a , . , . Las din micas de las compensaciones del


estatus han sido anali adas por Verena art ne -Alier para el caso de Cu a en el siglo xix. Si
ien se trató de un
ue estudiamos, el concepto ue muy til para
contexto histórico distinto al

tardo-colonial, en particular los casos en ue se veri icaron uniones


anali ar la realidad chilena
matrimoniales entre espa oles as po res y descendientes de castas ue go aron de mayores
recursos económicos. art ne -Alier, op. cit.
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
ue dató de .or el contrario, la identidad socio-racial de la madre era
sumamente am igua. Como se o serva en el diagrama N , ar a ercedes
Rui casó con Nicol s Segura y Ola arr a, so
re cuya calidad tam i n exist an
dudas. Este ltimo
dedicó al comercio y vivió con su mu er en una casa ue
se

ha a sido propiedad de don edro Rui , en la calle de G lve , al costado sur


de la Ca ada, dos cuadras hacia el poniente de la iglesia de San Diego. Nicol s
Segura y Ola arr a ue re erido en la documentación como hom re de ien v

reputado en todos sus tratos y contratos , undando su identidad en su uena


conducta y honrade la oral antes ue so re capital heredado**
. Su hi a, ar a
su

es s Segura y Rui , o etada ue como at novia de


as don
Garc a y en el
a o el ltimo inició un uicio de disenso contra su padre. A partir de ese
documento se ha reconstruido parte de la genealog a de la amilia Segura Rui ,
a la ve
apoy ndonos en
registros parro uiales y en documentos notariales.
s all de los pormenores de la historia amiliar consignada, sta permi
tió reconstruir las pr cticas ue sustentaron la am igüedad de las identidades
socio-raciales. Ello pudo o servar, por e emplo, en el caso del a uelo de la
se

novia, Nicol s Segura. Como consta en su re erencia personal incluida en el


diagrama N , su calidad discuti le se mantuvo inde inida en ra ón de su

origen or neo y luego se soslayó tanto por la educación reci ida como
por
su ienestar económico.
Segura Rui expresó en orma clara el papel ue la activi
La historia de los
dad comercial desempe ó tanto en la construcción de una imagen honora le,
nutrida por una incipiente tica urguesa, como en el progreso material ue
rindó a lo largo del siglo xvm. Las dos historias amiliares ue hemos logrado
reconstruir so re castas dis ra adas dieron cuenta de la importancia de la
actividad mercantil en el ascenso social de sus miem ros. En consecuencia,
ellas re rendaron la im ricación entre poder material y construcción de la
identidad social en elSantiago tardo-colonial.
La representación hisp nica de honor siempre re uirió sustento material.
Desde los con uistadores del siglo xvi hasta las lites del siglo xvm, uienes
apelaron a los undamentos de prestigio aristocr ticos de ieron hacer osten
tación de su se or o y privilegios. Los criados, los esclavos y las vestimentas
lucidas, entre otros elementos, ueron medios para exteriori ar el honor-poder
de car cter amiliar y personal. Dicha mani estación visual de honor aristo
cr tico tuvo como escenario pre erente un espacio ur ano ue congregó a los

espectadores de a uella cultura de la apariencia .


La importancia del sustento material del honor ue expresada sin timide
por un miem ro de la lite de Santiago del siglo xvm. El principal argumento
ue presentó el mar u s de la ica para oponerse al matrimonio de una de

Inventario de los ienes de don edro Rui , Santiago, , ANHES, vol. , s. v- v.


ANHRA, vol. , pie a , . v, .
r d ri ue Langue, De la muni icence a l ostentation. Attitudes et modeles cultur is de
la no lesse de xico xvme si cle Valen uela, A n de prestigio... , op. cit
sus
hi as ue la po re a del pretendiente. sta no permitir a al uturo marido
mantener decentemente hi a, re a ando
a su con ello el honor amiliar. Si
se e ectuase dicho matrimonio, su hi a

se expondr sin duda al desprecio de las gentes, y o ender gravemente


el honor de mi amilia cada uno de e portarse y traerse con orme a su
calidad y a la erar u a en ue Dios lo ha constituido y mi hi a casada
de er y no podr gastar la correspondiente decencia, viniendo a hacerse
por esto ridicula y desprecia le .
or ello, el ar u s argumenta a ue la po re a
es su iciente motivo para constituir racional y usto mi disenso por ue
la po re a se
reputa miseria m xima, pues expone a los hom res a las
»
mayores miserias

En opinión de uno de los m s reconocidos representantes de la lite de Santia


go, la decencia no sólo ha a ue heredarla sino, tam i n, lucirla, es decir,
gastarla gentes ,
ante las los espectadores de la exhi ición de la honra ami
liar. El honor de los
or genes no sólo se estructuró colectivamente en torno a un
lina e sino ue, tam i n, se con iguró para ser expuesto ante una comunidad.
El sustento material de las apariencias se expresó en la historia amiliar de
los Segura Rui , como se puede apreciar en el siguiente diagrama

Diagrama N
ASCENDENCIA DE AR A ES S SEGURA Y RUI

ce.

edro Rui ose a La o y Bacho Nicol s Segura Bargas Rosa Ola arr a

ar a ercedes Rui Nicol s Segura y Ola arr a

ana es s Segura y Rui

ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .


I li
I id.
. edro Rui Natural de Espa a, de la -illa de edina de omar en las monta as
de Burgos. Soltero. O icio comerciante. Due o de un ue linda con el solar
mar u s de la yica
dos tercias
con una de cuadras . Due o de un sitio y casas
en la calle llaman de G lve , de un una una mulata, un mu
ue negro, negra,
lato, un mulatillo y una mulat lla, adem s de muchos ienes ue iguraron en su
inventario de ienes. iguró como don en su
partida de de unción y reci ió un

entierro mayor en la Iglesia de San rancisco .


. ose a L o y Bacho No se halló in ormación idedigna so re ella. Su identidad
su eta discusión por las partes implicadas en el uicio de disenso. or
estuvo a

un lado, un
testigo se aló ue oyó decir era de uena gente . or otra parte, se
se aló ue la amilia Bacho esta a con ormada por personas viles e ercitadas en
o icios a os , como carniceros, sastres y sacristanes mulatos, cuarterones o re
vueltos .
. Nicol s Segura Bargas Natural de Concepción, casó en Chilo . Su identidad
estuvo su eta a discusión por las partes. or un lado, se se aló ue e erció el o icio
de platero y ue posteriormente ue ca ero o escri iente del conde de
uinta Ale
gre, don uan de Alcalde. or otra parte, se se aló ue ue iel e ecutor de la
ciudad de Castro. Identidad socio-racial am igua re erido como
pardo , mulato
o
espa ol.
. Rosa Ola arr a Natural de Castro, Chilo .
. ar a ercedes Rui Natural de
Santiago, en nacida
. Hi a natural. Su pa
dre, donedro Rui , la entregó a una
mu er para ue la criara a cam io de mil

pesos. Casada con Nicol s Segura. iguró como do a en su acta de matrimonio


en la de autismo de ue
* partida su
hi a. enterrada con cru alta en la
Iglesia
de San rancisco .
. Nicol s Segura y Ola arr a Natural de Castro, Chilo . Hi o leg timo. O icio
comerciante. Cursó sus estudios en el convento de San Agust n. Identidad socio-
racial am igua espa olo pardo . Due o de una casa
y inca u icadas en la Ca a
da. iguró como don en su acta de matrimonio y en la partida de Bautismo de su

hi a .
. ar a es s Segura, y Rui Natural de Santiago, nacida en . Hi a leg tima de
Nicol s Segura y Ola arr a y de ar a ercedes Rui . iguró como espa ola
en su
partida de Bautismo .

Una historia amiliar sünilar, aun ue so re la ue conseguimos mayores


antecedentes en archivos parro uiales y notariales, ue la de ateo Lu an .
Este su eto, pese a ser nieto de una india ue tra a a a como nodri a y de un

AAS, parro uia El Sagrario, li ro , De unciones - , . v Inventario de los


ienes de don edro Rui , Santiago, , ANHES, vol. , s. v- v.
En el AAS se conservan sólo autismos reali ados en Concepción desde en adelante.

En el AAS se conservan sólo autismos reali ados en Castro desde en adelante.


AAS.
parro uia San L aro, li ro , De unciones - , , . .
ANHNS, vol. , s. - , AAS, parro uia San L aro, li ro , atrimonios
- , , . .
AAS. parro uia San L aro, li ro , Bautismos - , . .
Undurraga, En usca de honor... , op. cit.
mulato ue ha a servido como criado, pasa a por espa ol en su comunidad
de re erencia. Dicha sociali ación se consiguió a lo largo de tres generaciones,
en las cuales los integrantes de la amilia se dedicaron al comercio y se casaron

con espa olas ileg timasy empo recidas, pero espa olas inalmente. or ello,
ateo mandó adulterar las partidas de matrimonio de sus padres y a uelos con
el propósito de anteponerles el don y el do a . Su contraparte en el uicio
de disenso logró compro ar el enga o, haciendo notar la di erente caligra a y
el color m s oscuro de la tinta con el ue las pala ras en disputa ueron sella
das . Ahora ien, ateo llegó m s le os, hasta inventarse una genealog a alsa,
vincul ndose a una amilia de er con la cual no tuvo ning n nexo e ectivo.
En su historia de ascenso social la amilia Lu an U illos utili ó en diversas
circunstancias sus v nculos con una amilia de lite. Se trató de la amilia del
maestre de campo don
Domingo Vald s, cuya casa sirvieron los a uelos
en

de ateo Lu an como criado y ama de leche. La conexión se veri icó en los

registros notariales, en las partidas sacramentales encontradas, as como en


el uicio de disenso de ateo Lu an, nieto de los sirvientes mencionados. En
e ecto, dos de los hi os de don Domingo Vald s ueron testigos del matrimo
nio de los a uelos de ateo Lu an, uienes se conocieron tra a ando como
criados de la casa Vald s. A su ve , don ateo de Toro y am rano, casado
con una
hi a de don Domingo Vald s, ue testigo del testamento de edro
Lu an, el antiguo criado de su suegro . ateo de Toro y am rano tam i n
ue llamado a testi icar en el uicio de disenso en el ue se vio envuelto ateo
Lu an .
unto con veri icar ue el v nculo entre las amilias se mantuvo a lo largo
de tres generaciones, resultó a n m s relevante o servar cómo la amilia
Lu an U illos adhirió a redes de lite, ormando parte de la red clientelar de
los Vald s incluso despu s de salir de esa casa. Los Lu an U illos, al de ar sus
o icios de nodri a y de criado, sededicaron al comercio, o teniendo impor
tantes ene icios. En e ecto, ellos no sólo llegaron a ser propietarios de una
casa, u icada cerca del cerro Santa Luc a, sino ue, asimismo, lograron tener
sus
propios esclavos. Con todo, desde el punto de vista de las redes sociales,
nunca salieron
propiamente de la casa Vald s. En ellos ue posi le o servar
un
e emplo de
a uellos dependientes de los clanes amiliares estructurados
seg n relaciones de consanguinidad, a inidad y dependencia, del modo ue
hemos es o ado en
p ginas anteriores.

m
ANHRA, vol. , pie a , s. vy v- , .
Testamento de edro Lu an, Santiago, , ANHES, vol. , s. v- .

AAS, parro uia El Sagrario, atrimonios, li ro - , , . .


Diagrama N
ASCENDENCIA DE ATEO LU AN GORBAR N

uan Lu an ar a de las Xieves adre no ar a Henestero a


sin apellido conocido

edro Lu an rudencia U illos rancisco Gor ar n Isa el Guti rre

at as Lu an ose a Gor ar n

. uan Lu an No hay in ormación idedigna.


. a ua de las Nieves sin apellido No hay in ormación idedigna,
. adre xo conocido .
. a ua Henestero a .
. edro Lu an Natural del puerto de Callao y residente en Santiago. Hi o leg timo
de edro Lu an y de ar a de las Nieves sin apellido . Identidad socio-racial am
igua am o, mulato. Casó con rudencia U illos en . ue criado del maes

tre de campo don Domingo Vald s. Luego salió de la casa Vald s y se dedicó al
comercio. ropietario de una casa u icada a un costado del cerro Santa Luc a .
. rudencia U illos Natural de Santiago. Hi a natural de ar a Henestero a y
de padre no conocido. Identidad socio-racial am igua india o mulata. Casó con
edro Lu an en . Tra a ó como ama de leche en casa del maestre de campo
don Domingo Vald s. Su acta de de unción la consignó como do a . Reci ió
un entierro mayor en el convento de la erced .
. rancisco Gor ar n No hay antecedentes.
. Isa el Guti rre Soltera. iguró como do a en su acta de de unción y reci ió
un entierro mayor en la iglesia de San rancisco .

parro uia El Sagrario, li ro , De unciones


AAS. - , . v.
parro uia El Sagrario, li ro , atrimonios
AAS. - , , . Testamento de
edro Lu an, Santiago, , ANHES, vol. , s v- Inventario de ienes de edro Lu an,
Santiago, , ANHES, vol. , s. - v Venta de don Enri ue Caveros a edro Lu an,
Santiago, , ANHES, vol. , s. - .
AAS, parro uia El Sagrario, li ro , atrimonios , . AAS. parro uia El Sagrario,
li ro , De unciones , . .
AAS. parro uia San Isidro, li ro , De unciones - , , . .
. at as Lu an Natural de Santiago. Hi o leg timo de edro Lu an y de rudencia
U illos. Casó con ose a Gor ar n en . Identidad socio-racial am igua espa
ol o descendiente de mulatos. O icio comerciante. En la partida de su matrimo
nio iguró sin el don . En la partida de autismo de su hi o ateo Lu an iguró
con el don .
. ose a Gor ar n Natural de Santiago. Hi a natural de rancisco Gor ar n e

Isa el Guti rre . Calidad espa ola. Casó con at as Lu an en . En la partida


de su matrimonio iguró como do a .
. ateo Antonio Lu an Gor ar n Natural de Santiago. Hi o leg timo de at as

Lu an y de ose a Gor ar n. Identidad socio-racial am igua espa ol o descen


diente de mulatos. O icio comerciante .

La historia de los Lu an U illos ha ló de la adulteración de la memoria


genealógica. o stante, ateo Lu an no ue el nico descendiente de mu
No
latos ue utili ó
pr cticas re idas con la legalidad alseando documentos
parro uiales. Alg n pariente de ercedes Ca rera, a uien hemos visto so
ciali ada como espa ola y como mulata a un tiempo, tam i n reali ó el mismo
tipo de irregularidad. La partida de autismo de su madre ue adulterada. La
pala ra cuarterona - ue re irió, en este caso, ser la nieta de un mulato- se
halló enmendada .
Cu les ueron las ra ones
ue llevaron a algunos a hacer uso de estas
pr cticas? Resultó poco pro a le ue la madre o alg n amiliar de ercedes,
al orrar el t rmino cuarterona del documento autismal se
construyese una
nueva calidad . De u le serv a ue los li ros parro uiales la signasen como
espa ola, si en la vida cotidiana no era sociali ada como tal? Lo ue ocurrió ue

ue tanto la madre de ercedes como los otros actores ue se arriesgaron a


adulterar documentos parro uiales lo hicieron por ue ya go a an de todos los
privilegios sociales de su identidad alternativa. Ya eran reputados por espa oles,
o
por mesti os, seg n haya sido el caso. Socialmente eran identi icados como
tales y el divorcio, entre sus identidades sociales y sus identidades o iciales era lo
ue usca an enmendar.
Las castas de identidades dis ra adas tuvieron sus miradas dirigidas per
manentemente hacia arri a, en dirección a las lites. O servaron sus actitudes,
sus modos de conducta y
representación particular
su de honor e intentaron

reproducirlos propias escalas. Apelaron, por tanto, a los mecanismos


en sus

aristocr ticos de prestigio social, entre los cuales iguró la ya enunciada lim

pie a de sangre . Con ello despreciaron v as alternativas de prestigio, como las

AAS, parro uia San Isidro, li ro , atrimonios - , . , AAS, parro uia


El li ro
Sagrario, , Bautismos, , . v.
AAS, parro uia San Isidro, li ro , atrimonios - , . , AAS, parro uia
El Sagrario, li ro , De unciones, - , s. , .
AAS, parro uia El Sagrario, li ro , Bautismos, . v, Santiago, .
u
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
rindadas por el honor agonal ue otorgó preeminencia a los m s hom res ,
por ue se consideraron superiores en uer a sica o por ue cargaron con una
larga historia de con uistas emeninas. El prestigio en el siglo xv n chileno no

ue neutro, universal ni monol tico. Existieron muchas gamas de ste en el


mundo colonial y ellas se hallaron condicionadas socialmente. Sin em argo,
a las castas dis ra adas sólo les interesaron los mecanismos de prestigio ue
las lites ha an validado.
uchos otros, como o servaremos en la tercera
parte, pre irieron ser reconocidos como hom res valientes o como don uanes.
en
lugar de dis ra arse de espa oles.
Los m rgenes de tolerancia intolerancia
ue existieron so re tales pr cti
cas
comple os
ueron asociados,
y estuvieronuna ve m s, a las pretensiones
sociales de sus protagonistas. Los registros anali ados permitieron o servar
ue tanto las dualidades socio-raciales como las calidades dis ra adas, ueron
so rellevadas dentro de determinados l mites sociales. Estos se circunscri ie
ron al universo de las li res
ene iciadas económicamente y de los
castas
de
espa oles empo recidos y rango medio. El pro lema so revino cuando a u l
sociali ado como espa ol, pero ue tuvo una do le calidad o ue consciente
mente veló su identidad original, excedió el l mite de sus pretensiones. Cuando
intentócasarse con una
oven de lite, cuando uscó ser re erido como su
erced , o cuando pretendió imponerse so re otro espa ol en el transcurso
de alguna disputa, oportunamente se le recordó su identidad primigenia .
El divorcio entre lo tnico y lo social ue recurrente, pero no a soluto.
Como se ha planteado en diversas ocasiones a lo largo de estas p ginas, el honor
de los or genes continuó rea irmando el discurso verdadero del honor no sólo a lo
largo de todo el siglo xvm sino ue, tam i n, durante la siguiente centuria,
como ilustró la historiogra a chilena decimonónica . Es m s, las am iva
lencias socio-raciales sumadas a los accidentes del color y a las estrategias
particulares de las castas dis ra adas, llevaron a las lites a
practicar una serie
de estrategias de ensivas con el in de re or ar las arreras estamentales .
As , por e emplo, los usos ue las lites locales hicieron de la Real ragm tica

ANHCG, vol. , s. - , ANHRA, vol. , pie a , s. - ,


ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .
Barros Arana..., op. cit, tomo vil, p. . Vicu a ac enna, Historia cr tica..., op. til,
tomo n, pp. , .
Los ene icios de la c dula gracias al sacar de , estudiados por Ann T inam, tam i n
ormaron parte del desdi u amiento de las ue restringieron el honor a a u llos nacidos
normas

de un matrimonio leg timo. ese a ue este recurso sólo pudo ser utili ado por su etos de situación
económica acomodada, de todas ormas ue o servado como amena a por las lites locales. En
sentido, podemos asumir ue la Corona asumió una actitud am ivalente respecto de los
este

undamentos de honor de las lites americanas. ues si por una parte de endió los privilegios de
las ultimas impidiendo matrimonios mixtos, la medrada situación de sus arcas iscales la llevó a
vender a uellas cartas de legitimación ue horada an las arreras estamentales. T inam, u lic
Uves..., op. cit.
de partir de
atrimonios , indicaron la esta ilidad de la ideolog a de
a

limpie a sangredecomo undamento del honor reivindicado por estos

grupos. Una limpie a de sangre ue, por supuesto, se presentó como prin
cipio esta le ue norma a las pr cticas sociales. s a n, como Gon alo Vial
mostró hace cuarenta a os, la importancia de esa noción re asó el grupo de

espa oles poderosos, pues incluso los espa oles empo recidos recha a an a los
pretendientes con sangre a ricana .
A lo largo de estas p ginas no sólo se ilustró la relevancia ue tuvo la
limpie a de sangre en la construcción del honor de los or genes. Tam i n se
anali ó a los actores coloniales ue validaron dicha noción y ante uienes la
invocaron. Ello nos llevó a examinar las estrategias empleadas por a u llos ue
ueron de discriminación,
o eto es decir, de a uellos pretendientes vetados
en ra ón de su mala ra a .
Lo ue se encontró al inal de este itinerario ueron mu eres y hom res -en
cuanto individuos, pero principalmente como
parte de estructuras amiliares-
encau ados en
sorprendentes de trans ormismo de sus calidades
es uer os

originales. Estas pr cticas implicaron ue estos actores individuales y colec


tivos validaron la representación hisp nica del honor, en la cual la limpie a
de sangre representó un papel cardinal. ese a ello, es necesario resaltar ue
no todas las castas estuvieron implicadas en estos es uer os . Como se ha
anali ado, los agentes de estas pr cticas ueron su etos ue, luego de me orar
sustancialmente su situación material, se hallaron en un
proceso de ascenso
social ue los llevó a reivindicar los undamentos hisp nicos de prestigio.

Vial, op. cit.


Los divorcios entre las identidades sociales y las o iciales provocaron, por e emplo, ue un
su eto sociali ado como pardo , ue incluso estuvo enrolado en las milicias de mulatos de la

capital, igurase espa ol en su partida de autismo. Ahora ien, en este caso, a di erencia
como

de ercedes Ca rera, etronila Arcaya y ateo Lu an, el espa ol-pendo en cuestión no uscó ser
sociali ado como espa ol Su apariencia no ca a dentro de los accidentes del color mencionados.
Su enotipo negroide, seg n la contraparte, era muy notorio . Sin em argo, la principal ra ón
de su actitud tuvo un undamento material. La situación económica del su eto en cuestión no le
permitió emprender la pol tica de ostentación necesaria para pasar por espa ol en la vida diaria.
El su eto en cuestión era un maestro de plater a y no se halla a en
proceso de ascenso social o

en camino de me orar su situación económica. ANHRA, vol. , pie a , s. vy , .


USOS DEL HONOR DE LOS OR GENES
OR LOS ES A OLES OBRES
Y DE RANGO EDIO

Las eti uetas socio-raciales usadas en la documentación del siglo xvni para de i
nir las diversas calidades de los actores sociales ueron mecanismos ela orados

por los agentes del sistema colonial para ordenar y aprehender la comple a
realidad socio-racial del momento . En e ecto, se trató de construcciones de
sentido del mosaico mesti o, ue se expresaron iconogr icamente a trav s de
los cuadros de castas . Sin em argo, dentro de su pretensión de homogenei
dad, las calidades encerraron en su universo actores dis miles ue uscaron
distinguirse entre s a trav s de los m s distintos mecanismos. En consecuencia,
los recursos a la calidad como instrumento anal tico de ieron considerar
ue
sta no ue la nica categor a ue de inió las identidades, ni el nico undamento
de las representaciones de honor ue circularon en el per odo.
unto a las precauciones anal ticas ante las de iniciones identitarias seg n la
calidad , ue necesario
prestar atención a los
sociales de las mismas por
usos

diversos actores del mundo colonial. Hemos adelantado ue existieron castas


ue convivieron espa oles po res en lugares de tra a o y en espacios de
con

socia ilidad, las


sin
ue di erencias en sus calidades uesen determinantes en
la construcción de erar u as intercomunitarias. or el contrario, tam i n se ha
llaron castas ue tuvieron sus miradas puestas el honor de los
or genes y ue,
en

so re la ase de promisoria situación económica, dis ra aron sus calidades


su

originales uscando un reconocimiento social de raigam re aristocr tica. or


ltimo, se o servaron castas ue usaron el discurso socio-racial para re a ar
el honor de los espa oles con los cuales entraron en disputa. Si ien, a trav s
de este recurso, no ensal aron sus propios undamentos de honor s pudieron
sem rar dudas so re la pure a de sangre de sus adversarios, caus ndoles
gran da o en la estimación social de sus calidades .
Del mismo modo ue entre las castas existieron erar u as y estrategias
particulares, el grupo de los espa oles tampoco pudo ser considerado una
unidad homog nea ue actuara unitariamente como cuerpo consciente de su
identidad compartida. or una parte, los espa oles ue e ercieron como peones,
ga anes y o iciales de artesan a no
esgrimieron con recuencia su atri uto de
limpie a de
sangre discrepancias
en sus
pardos . con los ero por otra parte,
los espa oles ue alcan aron el grado de maestro de artesan a, ue e ercieron
alguna escri an a o ue vivieron del pe ue o comercio -aun ue haya sido

Ro ert H. ac son, Race Caste and the Creation and eaning o Identity in Colonial
Spanish America .
como administradores de odegón les dudaron
un
ue no
pertenec a- no en

apelar a su calidad en sus desavenencias cotidianas. Estos ltimos instru-


mentali aron la noción de limpie a de sangre ene icio el
en
propio como

principal sostenedor de estatus en sus instancias de convivencia con las castas .


La utili ación del honor de los
or genes como undamento de prioridad social ue
reali ada por algunas mu eres y hom res espa oles en sus desencuentros con
pardos y pardas , li res o esclavos .
Si la limpie a de sangre ue utili ada estrat gicamente
por algunos espa
oles po res y de los sectores medios como el principal sostenedor de estatus
en sus instancias de convivencia con las
castas , rente a las lites a u llos
vieron en esa noción un v nculo ue los hermanó y ue, en consecuencia,
usaron como undamento de igualdad. La manipulación de la limpie a de
sangre por estos grupos de espa oles, por una parte, como actor de di erencia

Espagnols de Chily Di u o de ac ues


Grasset de Saint Sauver, Costumes civils
actu is de tous les peuples connus, ar s,
. En Ha itantes de Chile. Im genes

captadas por via eros europeos ue visitaron


el pa s a mediados del siglo xv n y en las
primeras d cadas del siglo xm.
Los usos del concepto espa ol
durante el siglo xv n ue consigna an a
a uellos individuos venidos de Espa a,
a los
ue descend an de hispanos e,
incluso, a a u llos ue, en ra ón de su
apariencia, pasa an por tales, ueron
h ilmente instramentali ados por los
espa oles po res y de rango medio.

se ue el caso de do a Christi, casada con el procurador don rancisco Regis


Ana

eregrino. Ella ue consignada mu er espa ola y re erida en orma un nime como do a


como

por sus vecinos. A la ve , su matrimonio con un procurador le otorgó un lugar de preeminencia


en su comunidad de ase. or ltimo, Ana se re irió en orma expl cita a su uen nacimiento
para resaltar la gravedad de la in uria reci ida. Este capital heredado se complementó con su uena
conducta, consignada esencialmente como idelidad -honra. sexual- a su marido. ANHRA, vol.
, pie a , s. - v, . Otra mu er ue instrumentali ó su calidad de espa ola en
un desencuentro con una
mu er de casta ue se halla a casada con un espa ol, ue ar a ose a
Canales. ANHRA, vol. , pie a , . , . Hemos aludido a su caso en nuestro tra a o
Honores transversales.... , op. cit, p. .
ante las castas y, por otra, como elemento de unidad social rente a las lites,
ue una de las t cticas de optimi ación del estatus m s visi les en el Santiago
del siglo xv n.
As lo mani estó a lo Góngora, escri
ano receptor de la Real Audiencia,
cuya historia hemos desarrollado con mayor detención en otro lugar . Cuando
una ma ana de octu re de se
presentó en la casa del mar u s de onte
o, don os Santos de Aguirre y As ndegui, a noti icarle una
providencia, lo
hi o con el som rero puesto . La omisión, de parte del
escri ano, de una de
las mani estaciones de respeto m s comunes
ue cotidianamente se o rec an,
constituyó una o ensa para el ar u s.
Las demostraciones de respeto asociadas con la ca e a implicaron, en

la vida diaria, el reconocimiento de la prioridad del otro . Ante la ausencia


de a uel gesto de cortes a ue tal la indignación del ar u s, ue le uitó el
som rero y le dio un o etón al escri ano. La causa por in urias ue este ltimo
enta ló permitió conocer un episodio en el ue se en rentaron dos represen
taciones del honor. La del escri ano, de calidad espa ol, ha ló de una honra
asada en la limpie a de sangre , en la ausencia de toda mala ra a . La del
ar u s, por su parte, regida por el lustre de un lina e, los m ritos personales
y re rendada por un t tulo de Castilla. Am as demandaron reconocimiento y
respeto. El escri ano argumentó

si in uria seme ante reci ida en la persona m s misera le es digna


una

de reprensión en uien comete tal exceso con cu nta mayor


una severa

ra ón de er tenerla el mar u s ha iendo irrogado seme ante in uria a un

su eto, ue aun ue nació de padres humildes, salió a lu limpio de sanguinidad


exento de toda mala ra a , .

En el discurso del escri ano, el actor material asumió escasa relevancia


en la determinación del honor al ue apeló en su interacción con el ar u s.
Seg n l, el dinero no
pod a comprar un uen nacimiento, ni tampoco es

clarecer la sangre. En su relación cotidiana con las lites, de ido a su e ercicio


pro esional, el escri ano invocó una versión purista, primigenia del honor de
los or genes. Ella se construyó exclusivamente so re la limpie a de sangre , de

Undurraga, Honores transversales... , op. cit, pp. - ANHRA, vol. , pie a ,


. , .
El ar u s nació en
Santiago en en de e rero de contra o matrimonio
con Antonia de Bo a e Irarr aval y murió en . Amun tegui Solar, ayora gos..., op. cit, vol.
II, pp. - .
itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit, p. . Ello dio cuenta tanto de la estrecha re
lación entre el honor y la persona sica, as como, siguiendo a Georg Simmel, de la importancia
ue asumió la es era ideal adscrita al cuerpo de los individuos. Georg Simmel, The Sociology o
Simmel, p. .
ANHRA, vol. , pie a , . v, El destacado es nuestro .
un modo muy similar a la orma en ue los aldeanos de la literatura del Siglo
de Oro espa ol reivindicaron un honor asado en su condición de cristianos
vie os , una cualidad ue no se pod a o tener con dinero. Los t tulos no ilia
rios, amilias de la lite con el in de esta lecer nuevas
ad uiridos por algunas
erar u as dentro del grupo de espa oles exentos de mala ra a , como planteó
el escri ano, ueron sólo adornos. Lo central, para los espa oles de un nivel
medio como el escri ano en cuestión, se halla a en las herencias de la sangre.
All se encontra a lo sustancial y, en su opinión, las lites de an reconocerlo.
Antes ue los espa oles po res del siglo xvm
emplearan estrat gicamente
la noción de limpie a de sangre , las lites chilenas utili aron diversos me

canismos para construir erar u as ue compartieron


entre los la herencia de
sangre pura . Como planteó ean- aul iga, desde un primer momento
los espa oles de ultramar hicieron valer los antecedentes de padres y a uelos
hidalgos, cuando los tuvieron, postularon a las órdenes militares invirtiendo
dinero en dicho propósito, procuraron o tener nom ramientos honor icos en
el Ca ildo y en el E rcito, entre otras pre endas . Si ien
siglo xvi los en el
con uistadores asentaron su dominación so re ha a as
personales, nunca
sus

de aron de reivindicar el modelo estamental del ue provinieron .


ese a ue sólo un a o porcenta e de con uistadores pudo ser catalogado
como
hidalgo, las uentes no consignaron grandes di erencias entre las aspira
ciones de stos con las de los villanos o ple eyos . Los hidalgos no alcan aron
a
representar el de los con uistadores de Chile y, en estricto rigor, sólo a
ellos como parte de la no le a hispana les esta a reservado el honor se orial
y todos sus privilegios . No o stante, como hemos planteado en otro lugar,
tales prescripciones ueron sólo teóricas en el continente americano . Ser un
o tener un t tulo no iliario o, al menos, como tal ueron
gran se or, poder vivir
los propósitos ue guiaron tanto la s ueda de ri ue as como de poder por
los con uistadores del siglo XVI .

iga, op. cit, passim.


ue en el per odo de la Con uista el honor de ó de ser atri uto exclusivo
Se ha sostenido
y hereditario de la no le a para convertirse en el me or premio de las ha a as heroicas, con

independencia de la posición social. os Durand, La trans ormación social del con uistador, vol. ,
pp. , , , y Retamal vila, El concepto de honor... , op. cit, pp. - .
La honra de esta primera poca se relacionó ntimamente con una mentalidad se orial.
Las crónicas presentan numerosas re erencias al a n de ostentación de los ienes y privilegios
o tenidos por los con uistadores. A trav s de tales acciones stos uscaron emular a la alta no
le aespa ola, trans orm ndose ellos mismos en una nueva aristocracia americana. El concepto
se orial de la ri
ue a ue un tópico permanente ue el propio edro de Valdivia, seg n el cronista
Alonso de Góngora armole o, llegó a expresar en orma elocuente. El Go ernador, al o servar
una atea colmada de oro, exclamó desde ahora comien o a ser se or . Alonso de Góngora
armole o, Historia de Chile desde su descu rimiento hasta el a o , tomo II, p. .

Villalo os, Historia del pue lo..., op. cit, tomo i, p. .


Verónica Undurraga, La imagen del go ernador colonial. La poca heroica. Siglo xvi , p.
En este sentido, la imagen del con uistador como se or de indios ue un recurso

poderoso. So re los encomenderos chilenos v ase Domingo Amun tegui Solar, Las encomiendas
A medida de ue la sociedad se ue consolidando, los descendientes de
a uellos con uistadores reivindicaron la pertenencia a un lina e como unda
mento de prestigio. ario Góngora anali ó la con ormación de la aristocracia
indiana a
partir de la conciencia de

unprincipio propio, emanado de la con uista y po lación la calidad


de con uistador o primer po lador, ue se transmite a los descendientes,
uienes orman lo ue los uristas del siglo xvn llaman enem ritos de
Indias .

Dicha conciencia se relacionó estrechamente con la convicción de la transmi

sión hereditaria del m rito individual. En ese contexto, la honra aristocr tica se
preservóy cultivó asoci ndose a lina es ue se remontaron a la Con uista .
La di usión y ragmentación de las encomiendas -como estudió ario
Góngora- dio cuenta de los cam ios sociales su ridos por la lite chilena en
la primera mitad del siglo xvn . Ya no ue su iciente ser encomendero para
mantener la superioridad social. Los mayora gos y t tulos d no le a asumieron
ese cometido desde ines del
siglo xvn. A lo largo de dicha centuria el grupo
privilegiado ue monopoli ó los ene icios y dignidades del honor hisp ni
co de ió a rir sus ilas a
algunos individuos selectos, como o iciales de alta
graduación del e rcito ue ha an ad uirido la calidad de enem ritos del
reino. Este proceso re or ó el car cter militar de la representación de honor

ue invocó la lite chilena, lo ue vimos mantenerse a lo largo del siglo xvm.


Asimismo, durante el siglo xvn ingresó al grupo elitario un n cleo de
comerciantes mayoristas ue ha an amasado ortunas. La incorporación de
estos ltimos permitió a algunas antiguas amilias conservar su posición, a
costa de los grandes despliegues de recursos ue los comerciantes de ieron
reali ar para hacerse merecedores de dicha dignidad . Los ricos mercaderes
a o icios vendidos
instituyeron capellan as, postularon por el Ca ildo, undaron
mayora gos para legitimar su
posición económica, dotaron generosamente a

de ind genas en Chile. El interesante tra a o de ario Góngora a ordó el comple o proceso de
construcción de la lite dominante en Chile desde ines del siglo xvi hasta . ara mayores
detalles so re este tema cuyo o eto de estudio escapó de los propósitos de la presente investiga
ción, v ase Góngora, Encomenderos y estancieros..., op. cit.
Góngora, El Estado..., op. cit, p. Lira ontt, Benem ritos... , op. cit.
La descendencia de con uistadores no de ine rigurosamente a una clase, por ue no
origina, en de initiva, un derecho patrimonial actual pero de ine netamente un rango social, del
cual salen los encomenderos, los corregidores, los alcaldes y regidores, los canónigos, en parte
los O ispos . Góngora, ElEstado..., op. cit,p. .

Góngora, Encomenderos y estancieros..., op. cit.


De Ramón, Santiago..., op. cit, p. . uchos de estos comerciantes, provenientes de una
reciente inmigración vasca, tam i n se mostraron interesados en dar cuenta del lustre de su lina e,

por e emplo, levantando in ormaciones de no le a y limpie a de sangre . Trinidad ald var,


ar a os Vial y rancisca Rengi o, Los vascos en Chile. - , pp. - .
sus
hi as y, m s tarde, algunos de ellos compraron los t tulos ue la Corona
puso a la venta.
Las estrategias mencionadas, relativas
a los
siglos xvi y xvn, han sido am
pliamente estudiadas y conocidas por la historiogra a. Sin em argo, a n no
exist a un an lisis ue a ordara los mecanismos de construcción de
erar u as
al interior de la lite y de los grupos medios durante el siglo xvm. El
presente
ac pite pretende llenar este vac o, centrando la atención en el proceso de
edi icación de ronteras sociales al interior del grupo de espa oles. Si algunos,
como el escri ano a lo Góngora, conci ieron la limpie a de sangre como
un criterio uni icador,
ue vinculó a las lites principales con los espa oles
po res , otros uscaron construir di erencias para evitar estas con usiones.

Nuevas ronteras sociales entre espa oles


dones y ca alleros

Los registros udiciales, particularmente a u llos seguidos por disensos matri


moniales e
in urias, permitieron o servar ue los es uer os por construir nuevas
di erencias en el grupo de espa oles ueron emprendidos undamentalmente
por lites secundarias. Ellas, ue no go aron de t tulos no iliarios y ue se
relacionaron con mayor recuencia con los sociali ados como espa oles - ue
no
proven an de lina es de importancia o cuyas calidades sociali adas no se
condec an con sus identidades o iciales-, corrieron el riesgo de ser con undidas
con estos ltimos. En ese contexto de con usiones y am igüedades identitarias,
el concepto ca allero con ormó una nueva escala en las erar u as construidas
al interior del grupo de espa oles en el Santiago del siglo xvm .
Los udiciales de dicho t rmino se emplearon, por e emplo, para
usos

argumentar las desigualdades entre los lina es de los pretendientes implicados


en
uicios de disenso. Se dec a ue los miem ros de una de las amilias eran
ca alleros en tanto ue los integrantes de la otra eran sólo espa oles .
Seg n las secundarias, ser sólo espa ol no asta a para convertirse en
lites
cónyuge ello, los sectores elitarios pro undi aron las exigen
adecuado. Con
cias es o adas en la Real ragm tica de atrimonios, cuyo texto planteó los
inconvenientes de las uniones matrimoniales dis miles ue atentaran contra el
honor de algunas amilias. En el contexto colonial americano dichas di erencias
de honor se entendieron undamentalmente como di erencias socio-raciales .

Estas ideas han sido desarrolladas en nuestro ronteras sociales... , op. cit.
tra a o
Algunos e emplos hallados en
uicios de disensoANHRA, vol. , pie a , . v,
ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . ,
ANHRA, vol. , pie a , . v, . Dentro de los expedientes udiciales por in urias se
halló el t rmino ca allero aplicado a un con unto de comerciantes en . Se lo entendió como
sinónimo de hom re de honor . ANHCG, vol. , . , .

ragm tica
sanción para evitar el a uso... , op. cit, pp. - El ardo, de mar o

de Real C dula declarando la orma... , op. cit, pp. - .


categor a ca allero reconoc a ue no exist an di e
La construcción de la
rencias en la sangre es decir, ue am as partes pod an reivindicar la ausencia
de me clas con negros y castas . ese a ello, seg n la amilia integrada por
ca alleros eso no era su iciente, pues no media a igualdad entre su lina e y
el de la amilia con la ue eventualmente se unir an a trav s del matrimonio.
Acepta an, incluso, ue la desigualdad no era tan notoria , reconoci ndole
un car cter social, ue de todas ormas era
presentado como una di erencia
insoslaya le .
La categor a ca allero se erigió como un nuevo escollo en el camino de

a uellos espa oles ue reivindica an paridad con las lites secundarias . Sin
em argo, la manipulación de esta nueva rontera social por los ue sólo pod an
ostentar espa ol a tam i n se hi o presente. As , por e emplo, hemos o ser
su

vado a algunos sociali ados sólo como espa oles reivindicar reconocimiento
social de las lites, de ido al parentesco espiritual ue plantea an tener con
ca alleros .
La categor a ca allero construyó nuevas ronteras al interior de un
gru
po de espa oles cada ve m s amplio. La espa ol a por reputación se sumó a la
espa ol a por sangre, a riendo ese nicho identitario a castas dis ra adas ue
aprovecharon las am ivalencias de la calidad y las oportunidades de pros
peridad ue el comercio rindó en la segunda mitad del siglo xvm. stos y
otros actores proceso de ascenso social utili aron su sociali ación como
en

espa oles para acceder al tratamiento de don , antes reservado a lina es ue se


remonta an a la Con uista. Su inter s por las categor as de prestigio hisp ni-
co-elitarias contri uyó a la resemanti ación del don y a la manipulación de
la representación de honor de los or genes, antiguo patrimonio de las lites coloniales.
El trato con el don derivó originalmente de dominui o se or es decir,
de la re erencia a
cuyo dominio se honra a y, por cierto,
a u l se acata a .
El don , en su sentido primigenio, al enunciar el dominio ue unos
e erc an
so re otros, con ormó uno de los mecanismos de o etivación de las es eras
de poder en la sociedad colonial. Aun ue en los inicios del dominio hispano
en Am rica el uso del don se reservó a los descendientes de con uistadores
y persona es principales de los reinos, las pr cticas terminaron aplicando este
trato a uienes les ue reconocida socialmente cierta precedencia, derivada
undamentalmente de su e ectiva -aun ue la mayor a de las veces supuesta-
limpie a de sangre . Los usos sociales del don y el do a comen aron a

ANHRA, vol. , pie a , . v, .


aximiliano Salinas con iguró el ideal ca alleresco en la historia de Chile como ex

presión de las di erencias sociales ue rigieron desde el pasado colonial. aximiliano Salinas,
La persistencia de una desigualdad colonial el ideal ca alleresco en Chile, siglos xrx y xx .
ANHRA, vol. , pie a , . , .

Langue, Les identit s ractales... , op. cit, aramillo, op. cit.


Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo m, p. , vo don .
Langue, Les identit s ractales... , op. cit.
ampliarse de ido a la costum re de a u llos conocidos como espa oles
po res
de separarse de las castas a trav s de ese recurso. En la
primera parte hemos
o servado cómo entre el el de las
y partes implicadas en pleitos por
in urias y calumnias demandaron para s el tratamiento de don o do a .
La variedad de actores ue se presentaron de esa orma ante la
usticia se
mani estó en la ta la N de los anexos.
La edi icación de la condición de ca allero indicó ue la ideolog a
de limpie a de
sangre ya ue
no su iciente para resguardar la atalaya de
privilegios tras la ue se parapetaron las lites secundarias en el siglo xvm.
Las polaridades sim ólicas honor deshonor, limpio de sangre Vin ame, po
d an murar a lo largo de la vida -como ha mostrado Arturo Gru essich- e,
incluso, coexistir en orma simult nea, como hemos o servado en el ac pite
precedente . contextos, el uso del t rmino ca allero contrarrestó
En esos

la progresiva masi icación de los usos del don y el do a .


Como consignó en la primera edición del Diccionario de la Real
Academia, ya en los inicios del siglo xvm se evidenció, al menos dentro de la
metrópolis, la masi icación de dicho tratamiento honor ico. ara esa echa, el
tratamiento del don , hoy ya est indistinto a la mayor parte de los su etos,

ue el descuido ha permitido se le tomen . eta órica y urlescamente el


diccionario se aló ue la tolerancia o el a uso permitieron ue existiesen
tantos Dones, pegadi os como pio os de c rcel .
A ines del siglo xvm una uente chilena aludió al mismo uso laxo del
don , aun ue present ndolo como una pr ctica espec ica de la pe ue a villa
de etorca. Don rancisco Larra aga al oponerse al matrimonio de su hi o
con ercedes Baca, se aló en

sinem argo de ser un lugar donde los dones se dan muy de gracia, y por
poca cosa se les tri uta a sus vecinos inc cortado sos de No le a, no hay
uien diga, ni ha llegado a mis o dos ue la amilia de arcos Baca, y la
de su mu er se les ha dado el distintivo de Dn. am s .

El vecino de etorca re irió la pluralidad de


don , distinguiendo
usos del
un uso
restringido correspondiente a su aplicación correcta , y ue se
m s
ha r a empleado exclusivamente para aludir a los no les. El otro uso, m s
amplio y laxo, lo constituir an las variantes locales, como las empleadas en

Gru essich, op. cit.


Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo ni, p. .
I id Las ediciones de los a os , y reprodu eron la de inición de la primera
hasta ue la edición de planteó ue la masi icación de dicho tratamiento se produ o de ido a
la tolerancia o al a uso , como se ha indicado en el texto principal. Real Academia, Diccionario
de la lengua castellana, op. cit. , , p. .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
la villa de etorca, ue expresa an los par metros particulares de prioridad
ue exist an en el lugar. No se expl cito claramente a o u criterios se

otorga a el tratamiento del don laxa, pero


en su evidente
versión m s era

ue conced
no se a umversalmente por ue la amilia Baca no lo reci a. En
todo caso, pese a ue las concesiones del don se da an muy de gracia ,
este tratamiento continua a siendo un criterio de di erenciación importante
entre los ue dec an ser espa oles. Es m s, el testimonio aludió a una memoria
de los tratamientos honor icos, ue se remonta a al pasado para re erir si a
los ancestros de un lina e se les conced a o no el don . A di erencia de lo

ue ocurrió en Santiago, en las pe ue as villas de Chile en el siglo xvm, ue


mucho m s di cil dis ra ar las historias de los ancestros y pretender ue stos
siempre ha an sido reconocidos como dones .

Disputas por los tratamientos honor icos

El uso del don a por espa oles po res no ue un


proceso mec nico ni mo

nol tico, ue generó disputas, as


sino como tam i n expresiones discordantes.
Entre estas ltimas se contaron, por e emplo, algunas demandas de tratamientos
honor icos protagoni adas por pardos . Si ien se trató de expresiones ais
ladas en t rminos cuantitativos, ellas dieron cuenta de la extrema comple idad
social del Santiago del siglo xvm, as como de la versatilidad de las pr cticas
de honor en el contexto estudiado.
El honor de los or genes estuvo revestido de expresiones rituales ue ma
ni estaron la aceptación social de las reclamaciones de honor de los actores
coloniales. Tales mani estaciones sirvieron como criterio de re erencia del
orden de prioridad social y de las dignidades y reverencias ue los miem ros
de una comunidad de an dispensar a sus contempor neos . En el mundo
colonial, ellas pasaron por los órdenes de primac a en las ceremonias p licas,
las invitaciones a los hogares, los gestos de respeto, como inclinar la ca e a,
sacarse el som rero o las ormas reverentes de dirigirse a una persona, a trav s
del tratamiento de don . Como ha se alado Ale andra Araya, tales gestos y
tratamientos estuvieron cru ados por las relaciones de dominación-sumisión y

Nos re erimos en
particular al caso del sastre mulato Am rosio Guerrero, uien con ocasión
de un acto udicial se resintió al ver
ue unade las partes no se dirigió a l con los tratamientos
honor icos ue creyó merecer. ste go ó de prerrogativas dentro de grupo de estimación
su

m s inmediato ostentó el cargo de ayordomo de las Co rad as de Nuestra Se ora de Bel n

y de las Nieves y perteneció a una compa a de milicias de mulatos, en la ue alcan ó el grado


de Al re de Artilleros . Hemos aludido previamente a su caso en nuestro tra a o, Honores
transversales... , op. cit, pp. - ANHCG, vol. , . , .
itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit., p. .
So re los gestos de cortes a y descortes a en Nueva Espa a v ase Lipsett-Rivera, Los
insultos... , op. cit.
su
e ercicio se
planteó como un re or amiento constante de las erar u as - .
A su ve , estos
signos de reconocimiento social representaron la aceptación
de aspiraciones singulares de prioridad, construidas so re representaciones
espec icas de honor .
Ahora ien, no siempre existió consenso social respecto de las reclamacio
nes de honor, mani iestas exteriormente a trav s de tratamientos honor icos

como el don . En estos casos se produ eron tensiones y con lictos, pues la
alta de reconocimiento social de dichas demandas implicó privar de honor
al su eto reclamante. Independientemente de cu l uese la representación de
honor invocada, sta siempre tuvo un alto componente social. articularmente
en el contexto histórico anali ado, las
representaciones de honor se remitieron
a loue uli n itt-Rivers denominó honor concedido . El honor sentido
por los individuos no tuvo
ning n valor si no ue reconocido por la colectividad
ante la cual se acudió para o tener su validación.
El an lisis de las reivindicaciones de tratamientos honor icos de car cter
elitario, como el don y el do a , concluyó ue stas se hallaron su etas
a discusiones. Ello provocó, por e emplo, ue una
mu er po re ue ha itó
en La Chim a en los ltimos decenios del siglo xvm estuviese su eta a una

pluralidad de reconocimientos sociales. Ella no sólo pudo presentarse ante la

usticia como do a sino ue, tam i n, reci ir ese parte de tratamiento por
los peones y tra a adores ue presenciaron su discusión con una autoridad .
Estos ltimos no explicitaron los soportes ue sustentaron el otorgamiento
de dicho tratamiento honor ico a la mu er, pero si unimos su caso a los de
otros su etos hallados en la documentación udicial, podemos o tener algunas
conclusiones interesantes.

Araya, Sirvientes contra amos... , op. cit, p. .

expresiones rituales de cortes a mencionadas se circunscri ieron undamentalmente a


Las
dos de las representaciones de honor ue circularon en el per odo. Se trató del honor de los or genes
y de la representación o icial de honor. El honor agonal exhi ió mecanismos espec icos de mani esta
ción de las erar u as, tales como mantener distancia sica respecto del otro, no mirarlo i amente
a los
o os o no uitarle el som rero. Como se o serva, estos ltimos gestos se construyeron en
negativo, en la ausencia de gestos desa iantes.
uli n itt-Rivers, a partir de sus estudios de campo, distinguió dos vertientes de honor de
acuerdo con el tipo de rati icación ue stos demandaron. El primero consistió en a u l aceptado

por el individuo y el segundo en a u l validado por la sociedad. Ahora ien, resultó extempor neo
aplicar esta distinción para las sociedades tradicionales en las ue los v nculos sociales ueron
mucho m s estrechos ue en el mundo contempor neo. Como se ha mani estado a lo largo de
este tra a o, la rati icación social de las demandas de honor estuvo en el centro de las disputas
ue luego llegaron a los tri unales a trav s de uicios por lesiones, heridas, homicidios, in urias,
calumnias y disensos matrimoniales en el Santiago del siglo xvm. itt-Rivers, Antropolog a del
honor..., op. cit., pp. -
ANHRA, vol. , pie a , s. , , - vy , . So re las representaciones
de la po re a, sus
conceptos a ines y las manipulaciones sociales de las mismas, v ase Cynthia E.
ilton, The many meanings o poverty. Colonialism, Social Compacts, andAssistance in Eighteenth-Century
Ecuador.
A uella mu er espa ola ue se catalogó a s misma como po re , ue pro
pietaria de una po re casa u icada en la Chim a, la ue contó con unos
cortos plant os . Los ad etivos usados por la mu er para minimi ar sus
posesiones materiales correspondieron a sus es uer os por presentarse ante
la usticia como una mu er d il y r gil ue su rió los exa ruptos de una
autoridad poderosa, violenta y ro usta como ue el alcalde de arrio de la
Chim a . Dentro de su discurso, la constitución sica de las partes implica
das en el con licto re le ó los recursos materiales y sim ólicos de poder de las
mismas. Sin em argo, tales estrategias discursivas no de en velar el hecho
de ue la mu er en cuestión go ó de posesiones materiales -constó ue al
menos ue propietaria de su casa-, las ue unto a su calidad y a su uen

procedimiento decir, a su honrade


-es asada en la contención de su se
xualidad- llevaron a los testigos del proceso udicial a otorgarle un nimemente
el tratamiento de do a .
Las trans ormaciones propias del contexto anali ado llevaron a
ue so re
un mismo actor existiese simult neamente una
pluralidad de reconocimientos
sociales. A uella espa ola se alada como do a por los tra a adores del mo
lino, am s reci ió ese tratamiento por su contraparte, el alcalde de arrio de
la Chim a . Existieron, por tanto, diversas comunidades de re erencia a las

ue los actores pudieron acudir en sus demandas de tratamientos de honor. La


m s cercana estuvo ormada por uienes ha itaron o tra a aron en el mismo
otorgó un primer n cleo de identidad social a las
arrio. Esta red comunitaria
mu eres y hom res de Santiago durante el siglo xvm. La segunda red, mucho
m s di usa ue la anterior, estuvo integrada por a uellos individuos con los cua
les no se convivió cotidianamente. Estos ltimos pudieron tener coordenadas
identitarias similares los actores examinados o, ien, ueron las autoridades
a

locales ue eran
responsa les de sus espacios residenciales y la orales.
ara sa er ui n era cada cual en el Santiago del siglo xv n ue necesario
acudir a su
lugar de residencia. En
espacios construyó
esos se la identidad social

primigenia mu er. ue all donde se logró insertar a cada


de cada hom re y
actor particular en una colectividad, dentro de una red amiliar cuyos ancestros
eran recordados, o dentro de una red de a inidad
cuyos integrantes pudieron
ser reconocidos como
amigos o compa eros del su eto al ue se usca a
conocer. En consecuencia, cuando las
partes implicadas en uicios de disenso
intentaron conocer a la amilia del pretendiente, acudieron a sus lugares de
residencia en usca de in ormación so re el novio o novia y su
parentela. All
los vecinos procedieron a dar cuenta de la identidad vigente, pero tam i n
de las eventuales identidades pasadas de los novios y sus ancestros. Como se

ANHRA, vol. , pie a , . , .


I id
Op.cit, s. - v.

Op.cit, s. - .
planteó anteriormente, en ocasiones tales recuerdos a rieron la ca a de andora
de las identidades sociales -vigentes o dormidas- de los actores coloniales.
Las discordias en torno a los tratamientos honor icos re asaron las inte
racciones cotidianas en la calle, la pla a y los odegones. Ellas irrumpieron
en el m ito udicial desatando
uerellas discursivas cuya violencia tuvo por
o etivo menospreciar las reivindicaciones de honor de la contraparte. Las
no sólo se
disputas expresaron dentro de la es era udicial sino ue, a su ve ,
el mismo soporte material del proceso ue usado como campo de atalla. Las
o as gruesas ue ormaron los expedientes reci ieron los tra os de las plumas
ue di u aron dones y do as enormes ue precedieron los nom res de
espa oles ue no ormaron parte de los c rculos elitarios. se ue el caso del
odegonero arcos Gon le , uien en el escrito de calumnia ue presentó
contra su patrón y ha ilitador Loren o aldonado, enca e ó su nom re
con un don desmesurado . Ello, pro a lemente uscando enaltecer su
estatus, re a ado por el v nculo servil ue lo un a al ha ilitador del odegón.
stas no ueron acciones nimias. or el contrario, ellas con iguraron signi
icativas reivindicaciones de los soportes primigenios de las identidades indi
viduales. A trav s de persiguió el reconocimiento de los tratamientos
stas se

honor icos por las instituciones y representantes del poder colonial. Adem s,
cuando la contraparte perteneció a las lites primarias o secundarias, tales
acciones uscaron la consideración como su etos de honor de a u llos ue las
mismas lites tildaron de sólo espa oles . Estas demandas de reconocimiento
llevaron ue los tratamientos en disputa uesen tachados en las o as de los
a

expedientes cada ve ue ellos ueron es o ados. Las enmiendas y orrones


intencionales dieron cuenta tanto de las encarni adas uerellas ue se li raron
por la construcción de las precedencias sociales, as como de las am igüedades
ue presidieron los usos de estos tratamientos a ines del siglo xvm.

El caso de Camilo Ro as ue interesante . En su escrito de uerella, ste


no sólo aludió a s mismo como don Camiloue, tam i n, se aló
Ro as sino
ser vecino de la ciudad al
igual ue contraparte, don
su Antonio R os. Sin
em argo, los testigos ue el mismo Camilo Ro as presentó al tri unal no le
otorgaron el tratamiento honor ico en cuestión,
pese a aplicarlo a su contra
parte udicial. Las re erencias a Camilo Ro as, incluso, ueron despreciativas,
consign ndolo el tal Camilo . A medida ue avan ó el proceso udicial
como

descu rimos ue ue criado de Dn. anuel Garc a y ue vivió en la casa ue


este ltimo arrenda a a diversos moradores. El don ue antecedió su nom re
ue tachado reiteradamente a lo
largo de todo el expediente udicial. Dada
ladisparidad social con su contraparte, ue posi le ue las tachas hayan sido
sugeridas por los representantes de Antonio R os.

ANHRA, vol. , pie a , s. v, y v- , .


ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .
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calumnia, Santiago, , ANHRA, vol. , pie a , . .
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Re erencias de do as tachadas. uente Contra iguel Brice o por ha er golpeado e


in uriado
a arcela Torres, Santiago, , ANHRA, vol. , pie a , . .

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Re erencias de do as tachadas. uente Contra iguel Brice o por ha er golpeado e


in uriado
a arcela Torres, Santiago, , ANHRA vol. , pie a , . .
or otra parte, la situación de arcela Torres, ue hemos consignado en
las dos im genes precedentes, resultó astante m s am igua ue la de Camilo
Ro as. Ella se presentó como do a arcela Torres viuda de Don os erigon
y re irió ser propietaria de una casa en el arrio de San Diego. Las tachas a

los ue antecedieron su nom re no ueron reiteradas, sino ue se


do as
remitieron los escritos ue la mu er presentó a la Real Audiencia y a algunas
a

declaraciones de testigos. Tanto la mu er como su contraparte ueron de endidos


por el procurador de po res y en el caso de la primera, ste invocó un caso
de corte . En su proceso era poco pro a le ue el reo haya propiciado dichas
tachas. ste era un espa ol ue e erc a como
peón, ante uien no se
dirig an
las demandas de honor de la mu er. stas, m s ien, ten an como
o etivo a
las autoridades udiciales ue conoc an el proceso .

Visiones de las erar u as


el surgimiento de la tercera clase del estado

A u llos ue ueron sólo espa oles , como rudencia Silva, la mu er de la


Chim a ue tuvo el con licto con el alcalde de arrio, conocieron a tal grado
la importancia del trato con el don a ue ueron capaces de manipularlo en
sus
disputas con
su etos de lite. Tanto el mencionado alcalde de arrio como
uno de los testigos del proceso udicial, se alaron ue la mu er insultó a la
autoridad se al ndole ue era
indigno a n hasta del Don . Los indignos ,
seg n el uso com n del honor de los or genes, integraron la es era de las castas ,
me cladas, espurias y carentes de honor.
or ello, la negación del trato con el don a los actores sociali ados como
espa oles en sus comunidades de re erencia ue sumamente grave para uienes
aspiraron a los reconocimientos del honor elitario. Ella correspondió, desde
la perspectiva com nmente invocada, a la negación de la espa ol a, como
se o servó en el
uicio de disenso entre don ateo Lu an y el pres tero
don iguel Serrano. Las argumentaciones de am as partes permitieron
vislum rar no sólo la polivalencia de los usos del don sino, tam i n, las
visiones contrapuestas ue circularon so re el orden social del per odo.
La discusión entre iguel Serrano y ateo Lu an se inició por la autorre-
erencia como don por el ltimo, pese a la ausencia de este pronom re en
los registros parro uiales de sus padres. Si ien ue de com n conocimiento
ue las calidades consignadas en los li ros parro uiales eran poco idedignas,

ANHRA, vol. , pie a , s. , v, , , v y , .


Ello ue rati icado por uan Rodr gue , vecino de la Chim a, uien ue presentado como
testigo por am as partes en disputa. No o stante, la re erencia insultante respecto del tratamiento
de don la ormuló al testi icar por la parte del Alcalde de arrio. ANHRA, vol. , pie a ,
s. v y v, .
igualmente se tomaron como criterio de re erencia en casi todos los uicios de
disenso llevados adelante .
Luego de las re
erencias alas historias personales de las partes, tanto iguel
Serrano como ateo Lu an rese aron las pr cticas sociales ue reg an so re
los usos del don en la sociedad del momento. iguel Serrano, por e emplo,
se aló ue en la e de autismo ese tratamiento se acostum ra poner a los
padres de su etos de alguna no le a . A su ve , precisó la costum re de
no anteceder con el don los nom res de los individuos de estirpe a a .
Eso explica a, desde su perspectiva, ue los nom res de los padres de ateo
careciesen de dicho pronom re en su e de casamiento. Los ancestros de
ateo no ser an, por tanto, espa oles. Con esos antecedentes, iguel remató
se alando no se comprende cómo puede enca e arse dn. ateo cuando a
su
padre ni a su madre se ha dado este Don .
En el universo discursivo ue ue presentado por iguel Serrano, el don
se vincula a en esencia al concepto de
lina e. ste de a dar cuenta de la per
tenencia a genealog as limpias de sangre , en las cuales se suced an dones y
do as leg timamente titulados. El tratamiento de don se comprend a, seg n
la impresión de iguel Serrano, como parte del capital heredado. De acuerdo con
l, el don no se
otorga a por m ritos personales, sino por la sangre reci ida
de los ancestros, lo ue usti ica a su extra e a ante la apropiación de dicha
consigna por un individuo cuyos padres y a uelos no ha an sido merecedores
de dicho tratamiento. Como vimos anteriormente, iguel Serrano compro ó
o un miem ro de su amilia adulteró las
ue ateo partidas de matrimonio y
autismo de algunos de sus ancestros, anteponi ndoles el don y el do a ,
or su parte, ateo Lu an argumentó ue iguel Serrano no ten a derecho
a
negarle el distintivo ordinario y ep teto de Don, ue uita a los de mi ami
lia . Seg n ateo Lu an, el tratamiento de don ya no se otorga a seg n
las lógicas del lina e, sino ue o edec a a otros par metros. No olvidemos ue
ateo Lu an, pese a ser nieto de un mulato y una india, era sociali ado como
espa olen sus comunidades de re erencia. A su ve , se trata a de un actor ue
se encontra a en
proceso de ascenso social y ue apela a a los undamentos
de honor de raigam re aristocr tica. or ello, a trav s de la mediación de su
a ogado, ue capa de manipular discursivamente los usos del don con el
propósito de alcan ar sus o etivos. Con ello, su argumentación se distanció

Respecto a la
am igüedad de las calidades consignadas en los li ros de espa oles de las
parro uias, una
espa ola po re desmereció la in ormación contenida all , pues con decirlo la
calidad de espa ol sus padres o padrinos es su iciente para ue los p rrocos lo enumeren, y
i en en seme antes li ros . ANHRA, vol. , pie a , . v, .
ANHRA, vol. , pie a , . , .

iguel Serrano concluyó a todo esto todav a el dn. ateo no prue a, no digo no le a,
pero ni si uiera espa ol a , op. cit, s. v, v.

Op. cit, s. - v.

Op. cit, . .
de la representación de honor de los or genes y tendió a aproximarse al honor como
reputación.
Desde su perspectiva, el tratamiento de don ha a devenido un distin
tivo ordinario , de uso com n, aun ue no por ello generali ado. Se trata a
de una prerrogativa ue, pese a su proli eración, continua a siendo un privi
legio. ateo Lu an no estimó ue el don de iese otorgarse sin distinción,
sólo planteó otros mecanismos de determinación de los merecedores de ese
tratamiento. En la de inición del grupo ue de a ostentar el don , la parte
de ateo Lu an presentó una interesante imagen de la sociedad del momento.

uienes con ormaron este grupo se dividieron en tres erar u as. La primera
esta a ormada por la no le a magnaticia . La segunda, por los hidalgos,
los descendientes de los primeros go ernadores del reino y las personas
notoriamente conocidas . La tercera erar u a,en tanto,
por los ue per
tenec an a la a clase del Estado . Esta ltima esta a construida seg n los
reconocimientos ue presta la com n estimación de las gentes . Cada uno
de los integrantes de estos tres grupos, en opinión de ateo Lu an, de a ser
re erido con el tratamiento honor ico de don .
El mecanismo de constitución de a uella tercera clase del Estado resulta a
muy interesante, pues se remit a a la com n estimación de las gentes . Es
decir, la determinación del estatus de los individuos consist a en la apreciación
de las personas, exteriori ada a trav s de los tratos y conversaciones. Incluso,
en
opinión de ateo Lu an, esta estimación comunitaria determina a la
calidad de sus contempor neos. En este es uema la reputación era el un
damento para determinar a los su etos de honor ue merec an el trato con el
don . Los ue ten an su limpie a pro ada pertenec an a un nivel superior,
pero los ue no exhi an m s prue a de su calidad ue su sociali ación como

espa oles, eran


igualmente dignos de ser re eridos con el don .
De ido a lo interesante de la perspectiva, hemos reproducido parte de
las argumentaciones incluidas en el proceso. Si ien en ellas se apreció la
mediación del representante udicial de ateo Lu an, su valor consistió en su

capacidad para evocar representaciones. En e ecto, en estos argumentos halla


mos una de las primeras mani estaciones discursivas del honor como reputación

Yo entiendo ue en el oro sólo se estiman tres clases de no le a e ilus


tración de sangre. Una propia de los primeros magnates y casas de cierto
apellido conocidas, propias de ca alleros distinguidos por el So erano y
cuya memoria se estima casi sin principio, o se dice inmemorial. Otra de
a uellos ue por e ecutorias tienen pro ada su limpie a por am as l neas
hasta el tercer a uelo lo menos, ien desciendan de solar conocido, ien

ANHRA, vol. , pie a , . v.

Op. cit, s. , v.

Op. cit, . .
de padres siempre con lustre reputados y otra inalmente de a uellos ue
se dice pertenecen al estado general de la rep lica, o al com n de los
ciudadanos, y ue aun ue no
hayan acreditado por e ecutorias astantes
la legitimidad de ascendientes
en am as l neas, o
sus
pueden hacer ver una
limpie a siempre ellos estimada por el concepto com n, o ien por los desti
entre

nos, y distinciones ue se han merecido en los tratos y contratos y conversaciones de


otros a o cuya inteligencia, no s cómo Dn. iguel pueda con la prue a
tandiminuta ue ha producido su limarse a la la o a clase de no le a,
ueriendo desentenderse de la a ue es la nica ue le corresponde.
Tampoco ha r
uien en vista de las in ormaciones, y dem s docu
mentos dados
pueda graduarme excluido de esta a clase dicha en ue
son mirados todos los del estado
general, o com n de ciudadanos, cuando
hasta ahora est por pro arse alguna vil mancha en nuestro lina e ue
no sea
por la voluntariedad, o capricho, condescend.a, o preocupación.
Ya seg n antes se ha dicho, no sólo mi a uelo, ci ó el instituto de su vida a
las ocupaciones del comercio, sino tam i n mi padre yo mismo, mis hermanos y
colaterales, hemos entendido y estado en el mismo e ercicio, al paso ue
otros parientes inmediatos, como un t o Dn. os a aro en la Real Adua
na de O icial de la Contadur a un hermano m o, en la
Inspección de
A ogues de Andacollo y unita ui por cuenta de S. . donde mereció un
circunstanciado in orme de su m rito de cinco a os
y en lo eclesi stico
en
muy distinguidos destinos as por parte paterna como materna,
pero
ser a astidiar con relaciones no menos largas ue in tiles para el caso de
modo ue usti icada la clase de personas ue componen el enlace de mi
amilia y no acreditado por Dn. iguel ning n vicio radical en la sangre, o
in amia de hecho, o de derecho, noentiendo u cap tulo de desigualdad
haya para el matrimonio con su hermana Da Isa el .

La relevancia ue ad uirió la reputación en la determinación del estatus de


algunos dones sólo puede comprenderse al o servar su independencia del
capital heredado. planteado, siempre ue necesaria la rati icación
Como hemos
social de la calidad , pero pretendió ue el honor uese construido
nunca se

sólo en ase a la sociali ación de las calidades antes del ocaso del siglo xvm.
El testimonio citado correspondió a una de las primeras mani estaciones de
este enómeno.
En otro uicio de disenso, llevado adelante en , unos trece a os antes
del proceso ue involucró a ateo Lu an, se o servaron apreciaciones simila
res. All , la madre del novio,
uien se opuso a la unión matrimonial, sustentó
las di erencias de las calidades entre las amilias involucradas en el concepto
com n en el ue ellas eran consideradas . Su hi o pertenec a a una amilia

ANHRA, vol. , pie a , s. - El destacado es nuestro .


ANHRA, vol. , pie a , . , .
de honor , en
ue la novia pertenec a a la n ima clase de la ple e en
tanto

ue est n constituidos los mulatos . Y, todo ello, en ra ón del concepto


com n ue estima a la pure a o impure a de sangre de las amilias.
or otra parte, resultó interesante o servar la orma en
ue los discursos
del honor como
reputación se usaron
para sustentar demandas de tratamientos
honor icos ue se inscri ieron dentro de otra representación de honor, a sa er
la del honor de los or genes. ateo Lu an no enar oló un discurso igualitarista.
Simplemente apeló a los mecanismos de prestigio del honor de los or genes, pero
a o los undamentos de la com n estimación de las gentes . Esta ltima le
ue til para usti icar su recurso a dicho tratamiento, pero no esperó ue todos
tuviesen acceso a l. La resemanti ación del don continuó manteniendo
ronteras al interior de la sociedad. En realidad, lo ue estuvo detr s de la co
m n estimación de las gentes , en el caso de ateo Lu an, ue una posición
sustentada en el dinero o tenido a trav s del
e ercicio del comercio - ue, como
se colige de la cita, tam i n otorgó estimación social-, los ienes inmue les
y los esclavos comprados con l. Incluso, las posesiones materiales pudieron
acercar a las castas a la lan uicidad a trav s de matrimonios con espa olas
empo recidas. Las mu eres, como veremos a continuación, desempe aron
un
papel undamental en la de inición del honor de los or genes.

ANHRA, vol. , pie a , s. v- .


LA VIRTUD E ENINA Y LAS HERENCIAS
HUACHOS Y BIEN NACIDOS

La virtud sexual emenina y la honra derivada de sta ormaron parte de las


diversas representaciones de honor ue circularon en el Santiago del siglo
xv n, aun ue mani estó lógicas diversas al interior de cada una de ellas. Den
tro del honor de los
or genes la virtud emenina estuvo ntimamente im ricada a
los atri utos heredados y las erar u as sociales. Es decir, el comportamiento
sexual emenino con ormó el capital heredado con el ue mu eres y hom res se
presentaron rente al mundo, seg n ueran hi os leg timos o ileg timos, espa oles
puros o castas me cladas .
Se ha se alado ue el honor de los or genes se construyó so re tres criterios
undamentales, a sa er la limpie a de sangre , la descendencia leg tima y
el lina e. La preservación de estos tres elementos se vinculó ntimamente a la
virtud emenina, entendida dentro de esta representación desde el punto de
vista de la contención sexual. La virtud emenina se conceptuó como el com

portamiento e emplar ue preservó la descendencia leg tima, asegurando ue


el hi o ue la mu er lleva a en el vientre uese e ectivamente de su esposo .
Ahora ien, la importancia de la virtud emenina en la constitución del
capital heredado no privó a las mu eres de reivindicar su honor seg n otros
criterios, como los derivados de su calidad y limpie a de sangre . A lo
largo de las p ginas anteriores o servamos ue muchas mu eres procuraron
ser tratadas de do as , as como aludieron a la limpie a de su lina e se
llado por órdenes divinos e, incluso, participaron en las de ensas violentas y
colectivas de su grupo amiliar. Estas pr cticas ueron desplegadas tanto por
actores emeninos como masculinos, lo ue demandó un an lisis en con unto.
No o stante lo anterior, existieron acetas del honor de los or genes vinculadas
espec icamente a las conductas emeninas ue de ieron ser estudiadas en su
especi icidad. Una de ellas consistió en la constitución del capital heredado a
partir del origen leg timo o ileg timo de los actores coloniales.
En el per odo se sosten a ue la contaminación del lina e deriva a de la
ragilidad emenina. Como planteara Ale andra Araya, el cuerpo emenino era
la puerta de entrada y de salida de los órdenes ue estructuran la sociedad
colonial en tanto sociedad de castas . or ello, la preservación de la pure a
y legitimidad del lina e depend an de la contención del comportamiento se-

ANHRA, vol. , pie a , s. - , .

Araya, La pure a... , op. cit, p. .


xual emenino, cuya castidad era
recompensada con la honra. En esta lógica,
lamu er pod a go ar del ene icio social de la honra en la medida ue uese
capa de su etar su
cuerpo.

Tra es populares, gra ado original en Constance Davie, op. cit.


La ragilidad emenina, mani iesta en la co ueter a de las

tapadas , constitu a uno de los peligros para el honor amiliar y


la preservación de la pure a del lina e.

La ntima conexión entre preservación del lina e y control de la sexualidad


emenina se expresó, incluso, a nivel discursivo, pues am os elementos aludie
ron a los universos sim ólicos de
pure a contaminación. Tanto el lina e como
el comportamiento emenino pudieron ser cali icados como puros o, por el con
trario, como contaminados. A la ve , am os elementos se hallaron protegidos
por un halo de sacralidad, ue propició ue los atentados contra ellos uesen
catalogados como pro anaciones o
ultra es . Una mu er pro anada ue

Las nociones de ultra e , mane adas en los c rculos ilustrados del per odo, re irieron
atentados contra las es eras sacrali l.das por el hom re. Como constó en el Diccionario de Autorida
des, dicho t rmino aludió, en general, al a amiento, in uria o desprecio de o ra o de pala ras ,
Sin em argo, las citas explicativas ue ilustraron la de inición precisaron los tipos espec icos de
a amiento ue constituyeron ultra e . Ellos re irieron a rentas al lina e -por medio del ultra e
al cad ver del padre-, a rentas a Dios
-ultra ado por los pecados de los hom res- y, por ltimo,
de castidad. Su situación de contaminación tuvo
guardar
a u lla incapa su

consecuencias directas so re su lina e, pues lo pro anó y ultra ó manch n


dolo con la ilegitimidad y, eventualmente, con la mixtura de sangres impuras.
La de la madre signi icó ue sta no ue capa de guardar
pro anación
su virtud, cru ando del universo sim ólico de la pure a, limpie a y acepta
ción, al espacio pro anado de la impure a, polución y el ta .
ue interesante
universo sim ólico ue producto de
paso desde
o servar su un a otro no
ue
las acciones emeninas, sino ue resultado de protagonismos masculinos. Su
en la con
de acción masculina incluso se expresó
representación o eto como

cepción ue mu er precisa a
la de la ayuda varonil para resguardar su
pure a .

Historias de carencias

capital heredado y redes amiliares

heredado derivado del comportamiento sexual emenino ue, por


El capital
de inición, esta le. ste i ó el estatus de los descendientes, a di erencia de
otras representaciones de honor en las cuales la virtud emenina ue parte de
la hom r a
competencias masculinas tendientes a aumentar -o menosca ar-
de los su etos involucrados. La legitimidad ilegitimidad, derivada del compor
tamiento sexual de la madre, ue la primera uente de honor o deshonor ue
reci ieron los hom res y mu eres coloniales. Si ien las c dulas de gracias al
sacar , expedidas entre y , permitieron a uienes tuvieron los recursos
necesarios cam iar la es era de su nacimiento y legitimar su origen espurio,
estos mecanismos ueron excepcionales en el contexto chileno .
Dentro de las lógicas del honor de los or genes la virtud emenina importó
undamentalmente a la descendencia. La polución de la madre tuvo consecuen
cias directas so re el honor de sus hi os. Ella ue capa de heredar deshonra

a los ro os en sagrado,
pro anaciones a la castidad emenina. Esta ltima posi ilidad apuntó
deshonor, y ultra es del sexo m s de endido por laco . As pues, o servamos al lina e, la castidad
emenina e incluso a Dios insertos en el mismo universo sem ntico. Real Academia, Diccionario
de Autoridades, tomo vi, , p. , vo Es interesante anotar ue las ediciones poste
ultra e .
riores, de los a os , , , , y , reprodu eron sólo la primera parte de la
pro anación de las acetas sacrali adas
de inición, de ando de lado las re erencias al ultra e como

del hom re. Tal ve ello pudo explicar la posterior asimilación entre ultra e y o ensa , espacios
delimitados con claridad durante la mayor parte del siglo xvni. Dicha asimilación se planteó sin
el tipo de mecanismo usado para a ar.
mayores distinciones en cuanto al da o e ercido y
Consuelo destacó el car cter
igueroa privado y negativo del ideario del honor emenino
-
en
oposición p lico y positivo del honor masculino. igueroa, op. cit, pp.
al car cter
En un estudio so re peticiones de gracias al sacar , Ann T inam demostró ue la proli
eración de dichas solicitudes en las ltimas dos d cadas del siglo xvni respondió a un incremento
de los niveles de discriminación de las lites respecto de los hi os ileg timos. ara el m ito chileno
halló sólo cinco de estas solicitudes. T inam, u lic Uves..., op. cit, p. .
a sus
vastagos, uienes pudieron ser huachos
tildados con . el ep teto de
Este apelativo ue considerado una in uria pues violentó el honor de los
descendientes y, en consecuencia, pudo modi icar las precedencias sociales.
o ileg timo, desde la perspectiva del honor de los or genes, ue un su eto
El hi
desarraigado ue de ió comen ar su historia desde s mismo. Su situación de
soledad en el mundo -mani iesta en la etimolog a del t rmino huacho - derivó
de su imposi ilidad de re erir las identidades de sus padres y a uelos como
mecanismo sustentador de identidad. El huacho no contó con el capital here
dado del honor de los or genes nara construir su
imagen ante la colectividad. or
el contrario, dentro de esta representación de honor, ue un su eto tachado,
manchado, ue de ió ocultar su pasado si pretendió apelar al prestigio de tipo
elitario. De este modo, los privilegios del honor de los or genes ueron guardados
a los
hi os nacidos dentro del matrimonio, de acuerdo con las lógicas de las
herencias ue rigieron esta representación de honor.
El insulto huacho violentó el discurso verdadero del honor sostenido por las
lites y pora uellos espa oles en proceso de ascenso social, ue posaron sus mi
radas en los
dispositivos aristocr ticos de prestigio. Eso explicó ue la expresión
huacho se mani estara pre
erentemente dentro de los procesos udiciales por
in urias y calumnias, los ue, por lo general, involucraron a los grupos medios
y elitarios de la capital. Dentro de stos, el insulto huacho , alcan ó el
dentro de la categor a in urias a los or genes socio-raciales .
or el contrario, ue muy di cil hallar la expresión huacho como in uria
o como recurso ver al para incentivar la violencia en las situaciones de con
licto criminali adas ao las iguras de heridas, lesiones y homicidios . La
escasa
iguración de esta pala ra como mecanismo de o ensa al rival dentro
de los desencuentros entre peones, ga anes y o iciales de artesan a, expresó
la estructura polivalente de las representaciones de honor en el Santiago del
siglo xv n . A la ve , ello o ligó a reconocer ue el pre uicio hacia el hi o
ileg timo se planteó dentro de contextos sociales espec icos como los sectores
medios y elitarios.

Ga riel Sala ar, Ser ni o huacho en la Historia de Chile Siglo xix . La etimolog a
de estapala ra pudo derivar de varias voces uechuas como uachu cometer adulterio o
achu ad ltero . De ah derivó el mapudung n achu hi o ileg timo o huacho . Existió otra
vo
uechua, ua chd o uaccha , ormada por ua extra o y cha po re . Los apellidos
derivados de tales ra ces expresaron la connotación de soledad y de a andono ue encarnó el
t rmino huacho en el siglo xv n chileno. As , por e emplo, huachuler corrió solo , huachuU
gema solitaria , huachunad tigre solitario . uan Grau, Voces ind genas de uso com n en Chile, segunda
parte Apellidos, p. , vo huacho .
uente categor a or genes socio-racial , ta la N de anexos.

Ta la N de la tercera parte.
Ella iguró en uno de los cien procesos por heridas, lesiones y homicidios anali ados.
ANHCG, vol. , . v. La distri ución porcentual de las in urias ver ales presentes en este
de se encuentra en la ta la N de anexos.
tipo registros
Conocemos, a tra a o de ean- aul
trav s del iga, las altas tasas de
ilegitimidad ue tuvo Chile durante el siglo xvii, las ue lo llevaron a plan
tear la ilegitimidad como marca de la sociedad colonial . ese a ello -o
tal ve , en ra ón de ello, como una orma de contrarrestar esta evidencia- el

origen ileg timo estuvo marcado por la in amia y ue usado como mecanismo
de segregación dentro de determinados grupos sociales. Este divorcio entre
representación y realidad social se expresó, asimismo, en diversas pr cticas,
como la exposición y el a andono de ni os nacidos uera del matrimonio .
El pre uicio social hacia el hi o ileg timo tuvo un correlato en el m ito
legal, al ir re rendado por m ltiples disposiciones ue restringieron su acceso
a ciertas
pro esiones, derechos hereditarios, o icios y dignidades eclesi sticas.
Se desarrolló una
comple a hi os nacidos uera del matri
taxonom a de los

monio, con nomenclaturas, signi icaciones espec icas y prohi iciones, ue


en cierto sentido se e uipararon a la comple a erar u a de la sociedad de
castas . Algunas de estas denominaciones ueron las de hi os ileg timos ,
dividida en naturales y espurios . A su ve , los espurios se segmentaron
en adulterinos , notos o ornecidos . Tam i n iguraron los astardos ,
ne arios , incestuosos , sacrilegos , manceres, mancillados o hi os de
puta . La noción ue con iguró am as tipolog as -a u lla derivada del origen
ileg timo y a u lla construida en torno a la calidad - ue la pure a pure a de
la sangre y pure a de los or genes.

V anse los sorprendentes cuadros ue ean- aul iga presenta. El autor, aludiendo a
los silencios y pudores ante la extendida realidad social de la ilegitimidad, anali ó las actitudes
sociales ante ella, las ue ueron desde la repro ación hasta el ocultamiento. iga, op. cit, pp.
- . En relación con esta situación durante el siglo xvm americano, Ann T inam ha se alado

ue las tasas de ilegitimidad duplicaron, triplicaron e, incluso, llegaron a


cuadruplicar a u llas
constatadas en los pa ses europeos. T inam, u lic Uves..., op. cit., p. .
Una disposición de Carlos IV, de de enero de , determinó ue los ni os expósitos
de padres desconocidos de an ser leg timos para los e ectos civiles. La comple a
considerados
relación entre honor e ilegitimidad, unto a las diversas estrategias utili adas por las mu eres y sus
amilias para ocultar em ara os conce idos uera del matrimonio, ha sido tra a ada por T inam,
Honor, sexualidad... , op. cit. So re la pr ctica del a andono de ni os en Chile, v ase anuel

Delgado, La in ancia a andonada en Chile. - . ara el siglo xix, v ase el tra a o de Nara
B. ilanich, Children o ate. Childhood, Class, and the State in Chile, - .
Se consideró hi os leg timos a u llos
a nacidos dentro del matrimonio. Los
hi os
naturales a u llos ue al tiempo de la concepción o del nacimiento sus padres pudieron
ueron
contraer matrimonio sin dispensa. Los espurios , a uellos hi os ileg timos ue no se inserta
ron dentro de la
categor a de hi os naturales . Entre ellos iguraron los adulterinos , notos o
ornecidos , hi os de una mu er casada con un hom re soltero o casado ue no uese su marido.
Los astardos , hi os de casado con mu er viuda o soltera. Ne arios eran los procreados por
ascendientes en trato camal con sus descendientes. Incestuosos, los ha idos en parientes trans

versales grado prohi ido. ... Sacrilegos o hi os de da ado ayuntamiento eran los nacidos de
en

cl rigos de orden sacro, railes y mon as pro esas. inalmente, manceres, mancillados o hi os de
puta eran los nacidos de rameras p licas, no les o ple eyas . Antonio Dougnac, Es uema del
Derecho de amilia Indiano, pp. - .
Como hemos se alado, los actoreslegitimidad como un
ue utili aron la
damento de honor en sus relaciones interpersonales correspondieron a lites
y a sectores medios, espec icamente a espa oles ue se ganaron la vida como
comerciantes y ue usualmente ueron propietarios de sus lugares de re
sidencia . Ello se mani estó en , durante una disputa entre vecinos del
arrio de San Diego Vie o, al sur de la Ca ada, la ue se originó en las discre
pancias por la construcción de una pared divisoria entre am as propiedades.
All , don olicarpo u i , vecino de la ciudad, dirigió la in uria huacho
a los hermanos don Venancio y don art n Carran a.
El recurso al capital heredado en un con licto derivado de la diaria convi

venc a y sin relación el


pro lema en disputa, se explicó por las erar u as
con

sociales ue el ileg timo construyó al interior de las comuni


origen leg timo
o

dades de espa oles ue apelaron a los undamentos aristocr ticos de honor. A


trav s de esta t ctica olicarpo u i uscó situarse en un nivel de precedencia
respecto de los Carran a un nivel superior ue le dar a el derecho de levantar
lapared cuando o como le conviniere a l . As , en ra ón de su origen
puro, leg timo, olicarpo u i pretendió imponer su voluntad. Al presentarse
como
superior en estatus,
pretendió demostrar ue cual uier contravención a
su autoridad de a leerse como un trastrocamiento de los órdenes sociales.
or su
parte, los hermanos Carran a, hi os de un ca allero cru ado
como

de la Orden de Santiago, no estuvieron dispuestos a aceptar su superioridad.


or lo dem s, en cuanto descendientes de vasco, contaron con el privilegio de
hidalgu a para distinguirse de su vecino, a uien despreciaron por su origen
gallego. or ello le se alaron ue m s honra ten an ellos en la suela de su
apato cincuenta veces ue yo olicarpo u i en la cara .
La disputa entre los vecinos involucró mucho m s ue la uerella por la

pared divisoria de los terrenos. Este con licto entra ó una lucha entre erar u as
en las
de prestigio, nacida de la desavenencia percepciones de rango entre
las partes implicadas. ara uno, el origen leg timo constitu a la precedencia,
en tanto ue para otros, la ostentación de la sangre vasca y la posi ilidad de
vincularse a un h ito de ca aller a, eran a n m s importantes. Ahora ien,
los hermanos Carran a sa an ue ten an una
desventa a ue pod a serles
en

rostrada en
cual uier circunstancia, como e ectivamente ocurrió. Los Carran a
re irieron la prepotencia de olicarpo u i cuando les se aló ue pod a
pasearse por mitad de la pla a sin ue nadie pudiere o etarle la tacha ue a

nosotros nos
imputa .

ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , s. v y - v,


ANHRA, vol. , pie a. , . , .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
Este incidente y la rase en particular los hemos anali ado en Honores transversales.... ,
op. cit, pp. - ANHRA, vol. , pie a , . , .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
Esa raseevidenció, por una parte, el car cter extr nseco de un honor ue
de a sustentarse en las opiniones de los dem s. Desde otro punto de vista, el
t rmino tacha hi o re erencia a los imaginarios de pure a e impure a. En las
sociedades coloniales americanas las tachas o notas remitieron a los de ectos
sociales y morales -los ue estuvieron inextrica lemente unidos- y ueron
re eridos apelando a los universos sim ólicos de pure a y contaminación .
s all de las de iniciones legales ue entendieron al huacho como el
ruto de relación uera del matrimonio, en el per odo circularon signi ica
una

dos sociales ue complementaron las acepciones legales. Resultó interesante


o servar estas percepciones dentro del grupo de espa oles con perspectivas
de ascenso social. La condición de soledad en el mundo igura ue supuso la
del huacho implicó no sólo una or andad
paternal ue, a su ve , ami
sino
liar. El huacho ue a uel individuo ue no pudo insertarse en una cadena
generacional, en un lina e y en un grupo amiliar ue pudiera otorgarle un
lugar social y una inserción dentro de un grupo de poder. Ello se evidenció,
por e emplo, al contrastar las historias de los hermanos Carran a y de don
Gaspar Bravo de Naveda.
La situación de ilegitimidad de Gaspar Bravo de Naveda era ampliamente
conocida en el arrio donde resid a, lo ue implica a ue sus vecinos pod an
recordar su origen espurio en las disputas cotidianas. Ello ocurrió durante
una discusión entre ste y iguel y Vicente Loyola originada en una serie
de deudas pendientes. Antes de ser re a ado con el insulto huacho por sus
vecinos, Gaspar Bravo de Naveda pasó gran parte de su vida careciendo del
reconocimiento materno, el ue al inal o tuvo en el lecho de muerte de su
madre . Resultó interesante constatar ue dentro del proceso udicial no
mencionó ha er sido denominado huacho . re irió relatar ue ue tratado
de ladrón y ue reci ió una a rentosa guantada en el rostro ue le hi o otar
sangre de la oca rente a un concurso de vecinos, antes ue mani estar su
origen ileg timo ante la usticia.
La signi icación social del t rmino huacho permitió entender ue, para
contrarrestar esa
in uria, los hermanos Carran a rea irmaran continuamente
ue sus
padres siempre los ha an reconocido como hi os. A di erencia de
stos, Gaspar Bravo de Naveda, recientemente reconocido por su madre, no
pod a re utar la acusación de huacho enrostrada por los hermanos Loyola.
En su escrito inicial, los Carran a mani estaron

siendo por lo tanto in uria grav sima el titularnos de huachos, ue sola


mente corresponde llamar con seme ante expresión a los ue no conocen

padre ni madre ... y tam i n de ue hasta lo presente am os nuestros


padres, no sólo nos han reconocido por tales sus hi os, sino tam i n nos

l
Undurraga, Honores transversales... , op. cit. Araya, La pure a... , op. cit.

ANHRA, vol. , pie a , s. v y - v, .


han asistido hall ndonos hasta ahora al lado de nuestra madre Da. ar a
Ignacia .

Una ltima situación, ocurrida treinta a os antes de la deshonra de los


Carran a, consignó la misma situación de aislamiento amiliar ue caracteri ó
a loshi os ileg timos en el mundo colonial. En sta, la sospecha de ilegitimidad
se sustentó simplemente en la ausencia de re erencia a los progenitores don
anuel de Ulloa y Varona, procedente de Lima y administrador de una tienda
u icada en los Baratillos, am s ha a denominado
padre ni madre . Ello
ue motivo su iciente para ue un comerciante lo tildara de huacho .
El autor de la in uria ue don oseph orales, un mercader venido de
Espa a ue actuó como ha ilitador de anuel de Ulloa, es decir, u icando
este ltimo tienda ha ilitada mercanc a para vendida.
a en una con
oseph ser

orales estuvo
dispuesto ayudar a anuel de Ulloa, de ido a las re erencias
a

ue lo consigna an como hom re de ien . Sin em argo, ante los primeros


pro lemas monetarios, surgieron los argumentos denigrativos y las re eren
cias al nacimiento. Dentro del c rculo de espa oles dedicados al comercio se
continua a haciendo uso del honor de los or genes aun a ines del siglo xvm. En
ese contexto,
impregnado por una incipiente tica urguesa, era motivo de
recelo uien no se re iriese constantemente a sus antepasados o, al menos, a
sus
progenitores.
Asimismo, la sospecha de ilegitimidad pudo ir acompa ada de re erencias
a la dudosa
reputación de la madre. Eso ue lo ue le sucedió a anuel de
Ulloa al ser tildado de huacho e hi o de puta al mismo tiempo. El huacho

Uno de los testigos presentados por los hermanos rea irmó el reconocimiento reali ado
por los padres de los Carran a a trav s de diversas acciones. Romualdo de Villanue a, ue de la
Villa del Ca ón de San os de aipo, se aló conoce asimismo de muy cerca a Dn. Venancio y
Dn. art n Carran a vecinos naturales de esta capital y sa
e y le consta de ciencia cierta ue son
hi os de los expresados D. Tom s de Carran a y Carran a y de Da. ar a Ignacia elaya ha idos
a o la pala ra de casamiento ue se dieron sin el menor impedimento de poder contraer y ue es
verdad asimismo y notorio ue no se e ectuó el matrimonio por las cortas acultades de la expresada
Da. ar a Ignacia y ue am os reconocieron y reconocen a los expresados Dn. Venancio y Dn.
art n por tales sus hi os ha idos a o la pala ra de contraer matrimonio cumpliendo Dn. Tom s
con las
o ligaciones de padre as con la contri ución de dinero y compra de casa ue hi o a la
expresada Da. a. Ignacia, como son mesadas a los precitados sus hi os uienes se hallan al lado
de la dicha su madre . ANHRA, vol. , pie a , s. v y , . Como se o serva, la
de ensa de los hermanos Carran a puso especial n asis en se alar ue stos ueron conce idos

a o promesa de matrimonio, sin ue sus padres tuviesen ning n impedimento para concretar la
unión, salvo la extrema po re a de la madre. Con ello se persiguieron dos propósitos. or una
parte, insertarlos dentro de la categor a legal de hi os naturales , ue ue la menos menosca ada
de todas las ue encasillaron a los hi os ileg timos. or otra parte, se intentó despe ar toda duda

respecto de la calidad de la madre, cuestión ue ue una de las principales ra ones para la


no concreción de los matrimonios entre
personas de diverso estatus. Undurraga, En usca de
honor... , op. cit Vial, op. cit.
ANHRA, vol. , pie a , . , .
no sólo ue un su eto carente de redes amiliares sicas sino ue, adem s,
cargó so re s la sospecha de ser hi o de una mu er pro anada. Y esta situación
reci ió tanto la condena de la moral eclesi stica como la repro ación de la

representación de honor de los or genes.


EL HONOR CO O RE UTACIÓN

Se ha es o ado cómo el honor de los or genes se inserta a dentro de un orden


divino e inmuta le ue de a ser preservado. Ese orden ideal, como planteara
no iliaria, con igura a una sociedad escindida en dos situaciones
la teor a
estamentales, la situación de no le a y la del estado llano . A lo largo de
las p ginas precedentes posi le o servar ue dicha representación llegó
ue
a
expresarse colo uialmente en la vida social de Santiago durante el siglo
xvm, como evidenciaron las pala ras de do a Nicola a V s ue . Ahora
ien, la autoa irmación identitaria de la mu er consigna a ue el orden celeste

ue sosten a la no le a de sus ascendientes esta a rati icado por la opinión


de todo el reino . arec a ser, entonces, ue el halo sagrado ue rodea a
el lina e necesita a, en la pr ctica, de la estimación de los otros para ad uirir
consistencia en el uego social.
Al menos siglo xvn, cuando se registraron los prime
desde mediados del
ros
procesos por in urias ue llegaron hasta nosotros, el honor de los or genes
siempre de ió estar acreditado en una reputación y ama concordantes .
Eso explicó ue las imputaciones ver ales a la calidad de los individuos
resintieran su honor y el de su amilia, siendo representadas como in urias

por sus receptores directos e indirectos. Ahora ien, los lamentos so re la


honra ultra ada en el siglo xvn provinieron de espa oles cuya calidad ha a
sido ve ada por otros espa olea. En ese entonces el poder de la pala ra a ena
no era a soluto, pues el estatus de uien la emit a era undamental en su ca

pacidad de macular del receptor de la in uria.


la calidad
En cam io, a medida ue avan a a el siglo xvni, incluso las imputaciones
ver ali adas por las castas pudieron manchar los lina es espa oles, como se

segunda parte, en los casos de rancisco lvare y de


o servó al inicio de esta
Ignacio de il n . Esto ltimo se explicó undamentalmente por
rancisco
dos actores. En primer lugar, de ido a la naturale a del capital heredado con
ue contaron los espa oles en cuestión. Ni rancisco lvare ni rancisco I.
il n ormaron parte de lina es de antigua data en el reino, por el contrario,
am os ueron espa oles reci n llegados a Santiago. Ellos tampoco re or aron

Lira ontt, Bases para un estudio... , op. cit.


ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .
I id
ANHRA, vol. , pie a , s. vy , .

Op. cit, s. - v ANHRA, vol. , pie a , . v, .


ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHCG, vol. , . , .
su
capital heredado a trav s de las estrategias desplegadas por las lites ameri
canas, tales como el
e ercicio de empleos honora les en el e rcito, la usticia
o la administración, el dis rute de
mayora gos o la ad uisición de h itos de
Castilla. En segundo t rmino, la capacidad de las imputaciones de las cas
tas para manchar la calidad de rancisco lvare y de rancisco il n se
relacionó con la relevancia ue ue ad uiriendo la reputación o estimación
social del honor a lo largo
siglo xvm. del
La
apreciación social ue
ad uiriendo tal preeminencia en la construcción
del honor de los actores coloniales, ue terminó con igurando una represen
tación en s misma. La autonom a del honor como reputación se consiguió en las

primeras d cadas del siglo xix, lo ue o ligó a re asar el marco cronológico


de una investigación proyectada sólo para el siglo xvm. La constatación de
stas y otras permanencias unto a procesos inconclusos al inali ar esta cen
turia permitieron sostener la categor a de un siglo xv n largo en relación con las

representaciones de honor. Tanto el honor como reputación como el honor agonal,


ligado al
despliegue de la
masculinidad, se
proyectaron al siglo xix chileno.
ese ello, am os hori ontes de honor exhi ieron temporalidades y ritmos
a

diversos ue llevaron a ue el primero su riera mutaciones percepti les en tanto


ue el segundo se mantuviera pr cticamente inaltera le a lo largo del per odo.
El honor como reputación asumió diversas variantes ue se expresaron en la
estimación social de la calidad , de la virtud emenina y de la hom r a de
ien . Esta ltima, entendida como comportamiento masculino honora le,
se
con iguró, a su ve , por medio de la honrade , la rectitud de proceder y
el cumplimiento de la pala ra. Asimismo, sta valoró positivamente la de
dicación altra a o y el ale amiento de los vicios, entre los cuales destacaron
la e ida y la pr ctica de uegos de a ar. or ltimo, el modelo conductual
de la hom r a de ien apreció la capacidad de contener la violencia en las
relaciones interpersonales.
Como se o serva, algunas de las variantes de la hom r a de ien se

vincularon a una tica de honora ilidad y honestidad en los negocioscercana

a valores urgueses . Ello nos llevó a conocer el mundo de los negocios, en

particular el del pe ue o comercio regentado por odegoneros, el pro con

pósito de o servar las ormas en las ue estos actores entendieron y usaron el


honor en cuanto estimación social de la honrade .

Variantes de la estimación social

La reputación tuvo un social, pues estuvo undada en el uicio


marcado car cter
ue los dem s construyeron so re el honor ue cada actor pretendió exhi ir. El

l
Villalo os, Origen y ascenso..., op. cit., pp. - .
Diccionario de Autoridadesla. entendió la estimación, ama, cr dito, honor
como

en
ue est alguno, por dignidad, su
prendas o acciones loa les . En tanto, los
discursos udiciales chilenos de los siglos xvii
y xvm re rendaron la sinonimia
entre honor y reputación consignada en el diccionario, aun ue precisando las
diversas ormas ad uirió en el contexto histórico espec ico.
ue esta ltima
Es decir, registros udiciales
los particular a u llos llevados adelante por
-en

in urias y calumnias- explicitaron cu les ueron a uellas dignidades, prendas


o acciones loa les ue el diccionario presentó de orma gen rica.
or una
parte, se constató ue la calidad -construida so re la limpie a
del nacimiento - ue undamento de una uena reputación . Desde me
diados del siglo xvii se
presentó como
prue a de la calidad de los in uriados
el ue tanto ellos como sus padres y parientes siempre han estado y vivido
en com n reputación y ama de personas limpias de toda mala ra a . A
su ve , la
reputación de la calidad espuria tendió a ser
presentada por el
agresor ver al como
usti icación de las in urias enunciadas. En un reci n

llegado de Espa a legitimó el trato de mulata ue dio a una


mu er por ue
es vo lica y ue m s veces se lo han gritado en el arrio y no ha hecho
p
la ue a ue ahora hace de ello . Seg n el espa ol, la mu er en cuestión
se halla a sindicada y reputada en el arrio de la Ca ada como mulata ,
lo ue usti ica a ha erla consignado como tal en el transcurso de una
dispu
ta . La mu er en cuestión era do a etronila de
uien hemos Arcaya, a

visto ue como adulta era tenida por espa ola , pese a ue algunos vecinos
recorda an ue en su ni e era tildada de mulata . La reputación como
estimación de la calidad de los su etos se mantuvo a lo largo de todo el pe
r odo . Lo novedoso ue ue con el paso de los a os, y m s acentuadamente
desde la segunda mitad del siglo xvm, ueron sum ndose otras variantes de
la estimación social del honor.
Uno de los principales sustentos de las reputaciones, tanto de las
mu eres
como de los hom res a
uienes les estuvo encomendado
control, consistió
su

en la contención de la sexualidad emenina. Esta vertiente de la reputación

Las ediciones de los a os , , , y reprodu eron la acepción de la


se contó la eliminación
primera edición. Entre las modi icaciones ue introdu o la edición de
del t rmino honor , derivando en lo siguiente Reputación, s. s. amay cr dito en ue est alguno
por sus prendas o acciones. Existimatio . Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo
v, p. Real Academia, Diccionario de la lengua castellana, a ed., , p. .

ANHRA, vol. , pie a , s. y , .


ANHRA, vol. , pie a , . , .
ANHRA, vol. , pie a , . v, - .

Op. cit, . .

Op. cit, . v.
ANHRA, vol. , pie a , s. y , ANHRA, vol. , pie a , s. , y
, ANHRA, vol. , pie a , s. v, y v, - ANHRA, vol. , pie a , .
v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , s. vy v,
ANHRA, vol. , pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a , . v, .
mantuvo su
importancia a lo largo de todo el per odo colonial, proyect ndose
al siglo xrx, como evidencian diversas investigaciones y los registros consulta
dos para este tra a o . De mediar la rati icación social de la castidad o de la
idelidad, se ha ló de la uena reputación de la mu er . or el contrario,
las in urias sexualescomo
puta , cornudo y sus variantes, implica an el
desprestigio y hac an del cr dito una cualidad opina le . En ocasiones
se re er a el m ito social y espacial en el ue se plantea a la discusión de la
reputación emenina, as como el cr dito del hom re ue de a protegerla ste,
por lo general, se remit a al arrio donde la mu er y su esposo desarrolla an
su existencia cotidiana . Con ello, una ve m s se constata a la relevancia
del arrio -de la vecindad -

como
espacio de socia ilidad y re erente pri
migenio de las identidades.
Las in urias de tipo sexual - ue violentaron la virtud emenina y la hom
r a vinculada a la contención sexual de la esposa- originaron el del total
de uerellas por in urias y calumnias presentadas a la usticia en el Santiago
del siglo xvm . Este tipo de expresiones deshonrosas iguró en
segundo lugar, despu s de las in urias contra la conducta ue alcan aron el
de la totalidad de in urias consignadas en los registros .
Al anali ar sólo el universo emenino se constató la relevancia de la se

xualidad en la con iguración de la reputación de las mu eres. El porcenta e


de in urias sexuales dirigidas a ellas alcan ó el dentro de este universo

. En este grupo las expresiones o ensivas m s comunes ueron


las de puta y perra , unto a todas sus variantes, como se ha consignado en
la ta la N de los anexos.
Ahora ien, unto a la con iguración de la reputación como estimación
social de la calidad y de la virtud emenina, se per iló una tercera variante.
Ella se aplicó pre erentemente a los hom res y consignó una conducta mod lica
ue sustentó una uena reputación entendida en
plano de sinonimia al honor.
Esta conducta ideal se escindió en varias l neas discursivas ue dependieron
de las identidades de los actores ue la invocaron. Una aludió a la honrade y
se re irió undamentalmente al mane o del dinero a eno y al cumplimiento de

Rene Salinas . y Consuelo igueroa plantearon ue la rigide del ideal de contención de


la sexualidad emenina aseguró la emergencia de la transgresión. Salinas ., La transgresión... , op.
cit Salinas ., Lo p lico... , op. cit Salinas ., Violencias sexuales... , op. cit igueroa, op. til.
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v, AN
HRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol.
, pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a , . v, . Una mu er tam i n
una mala
pudo tener reputación si, por e emplo, era conocida como receptadora de ladrones , es
decir, si en su casa acostum ra a reci ir malhechores. ANHRA, vol. , pie a , . v, .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
I id

Categor a in urias sexuales , ta la N de anexos.

Categor a in urias a la conducta , ta la N de anexos.

Categor a in urias sexuales , ta la N de anexos.


los contratos comerciales. Como es de suponer, los hom res ue consignaron
go ar de esta variante de la reputación ueron predominantemente espa oles y
comerciantes, aun ue tam i n se hallaron maestros de artesan a y sacerdotes .
En una l nea similar, la reputación ue
signi icada honrade , como siendo
consignada a modo proceder y de imposi ilidad de caer en
de rectitud en el
situaciones de so orno . Otra vertiente aplicó la reputación a la conducta
ue de ieron exhi ir los tra a adores, siempre ale ados de los vicios y las di
versiones . Una ltima variante entendió la uena reputación masculina a
partir de la contención de la violencia, de las actitudes provocativas llevadas
adelante tanto por espa oles como por pardos . Las diversas l neas de sig
ni icación se aladas pudieron presentarse discursivamente ao el concepto
arreglada conducta .
Los discursos del honor reputación utili aron diversos t rminos para
como

re erir la estimación ue las mu


eres y hom res ueron tenidos en el Santiago
en

del siglo xvm. Los voca los ama, opinión y cr dito se usaron indistinta
mente para consignar las diversas variantes ue asumió la reputación, haya
sido como calidad , como castidad emenina o a modo de comportamiento
masculino honora le . Resultó interesante o servar ue tanto los usos de estos
t rminos - ama , opinión y cr dito - como los del concepto reputación ,

ANHRA, vol. , pie a , s. v y v- , ANHRA, vol. , pie a , . ,


ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , . , -
ANHRA, vol. , pie a , . , .
Ello ue consignado por un escri ano. ANHRA, vol. , pie a , s. , y v, .
ANHRA, vol. , pie a , s. vy , ANHRA, vol. , pie a , . , .
ANHRA, vol. , pie a , s. v- , ANHRA, vol. , pie a , . v, .
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
ANHRA, vol. , pie a , . y v, - ANHRA, vol. , pie a , . v,
ANHRA, vol. , pie a , s. , , y , ANHRA, vol. , pie a , .
v, ANHRA, vol. , pie a , s. , y v, ANHRA, vol. , pie a , s.
, - v, , ANHRA, vol. , pie a , . , - ANHRA, vol. , pie a ,
. , ANHRA, vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , s. v y ,
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA,
vol. , pie a , s. v, , , - v y v, ANHRA, vol. , pie a , . ,
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , s. , ,
ANHRA, vol. pie a , s. vy , - ANHRA, vol. , pie a , . v,
ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . , - ANHRA,
vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. , v y , ANHRA, vol.
, pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , . v,
ANHCG, vol. , s. , y - v, ANHCG, vol. , . v, ANHRA,
vol. , pie a , s. , y v, ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA,
vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , s. , y - v, ANHRA,
vol. , pie a , . v, ANHCG, vol. , s. y , ANHCG, vol. , . v,
ANHCG, vol. , . v, ANHCG, vol. , s. - vy - v, . or su parte,
Tamal- Her og destacó la importancia de la ama y la vo com n en el desarrollo de los procesos
udiciales de la ciudad de uito durante el periodo colonial. Tamar Her og, La administración como

un
enómeno social la usticia penal de la ciudad de uito - , pp. - , - .
mani estaron el car cter restringido de la uena reputación emenina. sta se
remit a de orma casi exclusiva al
uso
ue las mu eres hicieran de su cuerpo,
lo ue desde esta perspectiva se traduc a en la estimación ue los dem s se
ormaran so re su castidad o idelidad.
ue contexto donde hallaron mu eres dispuestas
en ese se a
desprestigiar
a sus
pares omentando rumores so re supuestas amistades il citas de otras,
en
especial de sus vecinas. En esas situaciones las aludidas pudieron llegar
a ser
in uriadas con el ep teto puta , en tanto ue las generadoras del rumor
ueron re eridas uita
como cr ditos . Ello dio cuenta del papel social ue
cumplieron las vecinas como protagonistas del control de las conductas -en
particular de las conductas emeninas- dentro de los espacios residenciales.
Una ve m s el arrio se mostró como el contexto espacial y social en el ue
se
construyeron los cr ditos y los descr ditos de los actores del Santiago del
siglo xvm, en este caso, de sus mu eres.
La ama , la opinión y el cr dito no sólo se construyeron so re la
virtud sexual de las mu eres sino, tam i n, respecto de las estimaciones sociales
de sus calidades . Esto
permitió a un a ogado de la Real Audiencia se alar ue
luego de ser tratado de mulato y su mu er de chola en una calle p lica y
delante de un sinn mero de gente , no conta an ni con tomo de cr dito .
El car cter inario de la ama , el cr dito o la reputación emeni
na -como contención sexual o como
limpie a de sangre - contrastó con
su
multiplicidad de representaciones para el universo masculino. Como se
ha o servado, desde la segunda mitad del siglo xvm ueron ortaleci ndose
diversas vertientes de comportamiento masculino mod lico. Entre ellas iguró
la valoración positiva de la contención de las actitudes provocativas y de un
comportamiento conceptuado como honora le , ue contempló la honestidad
en los
negocios y el cumplimiento de la pala ra. Estas actitudes convivieron
con las
representaciones de la reputación , la ama y el cr dito en cuanto
calidad y preservación de la castidad idelidad de las mu eres.

Honrade y hom r a de ien


en el mundo de los negocios

Los discursos so re la relevancia del cr dito personal unto a las lamentaciones


so re la ama perdida se
apoya an en met oras ue asimila an la reputación

Algunos casos en los ue la contención de la sexualidad emenina se


expresó por medio
de los voca los ama , opinión y cr dito ANHRA, vol. , pie a , . , - AN
HRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA,
vol. , pie a , s. - v, ANHCG, vol. , . , ANHRA, vol. ,
pie a , oa , - ANHRA, vol. , pie a. , . v, ANHRA, vol. , pie a
, s. y , .
ANHRA, vol. , pie a , . , - .
a un tesoro vida, pues la vida sin ama implica a mar-
valorado m s ue la
ginación y inalmente la muerte social. As , un administrador de odegón
-ha ilitado por un patrón , propietario del recinto y con cuyo capital se

ad uirió la mercader a- llegó a se alar ue la ama era lo m s precioso ue


ue la pre iere a todos los intereses . Ella sólo ser a
posee el hom re y
propia de los hom res de ien , de las personas honradas , cuyos arregla
dos procedimientos esta an avalados socialmente . El hom re en cuestión
depend a de su ama, de la honora ilidad y rectitud de su proceder para

poder su sistir en los la oreos de mercanc a como l mismo re er a . Si su

conducta era vituperada , per udica a, seg n se odegonero, el concepto el

en ue permane co para con las


gentes , lo ue llevar a a ue nadie en el
uturo lo ha ilitar a en otro odegón . En su caso, su su sistencia depend a
de su uena ama.
Las pala ras odegonero aludieron a una tica de honora ilidad y
del
honestidad en
negocios ue la historiogra a ha identi icado con valores ur
los

gueses . Se ha planteado ue en el transcurso del siglo xvm la intensi icación


del tr icocomercial, el desarrollo minero y la a luencia de vascos incidieron en
el desenvolvimiento de los altos estratos, los ue ueron desarrollando rasgos
urgueses . Sin em argo, las declaraciones anali adas no correspondieron
a un miem ro de la lite, ni si uiera a un
gran comerciante. Ellas ueron
presentadas por un odegonero ue, a o la igura poderosa de un patrón
due o del capital, administra a un pe ue o negocio.
Los expedientes udiciales por in urias y calumnias revelaron a este intere
sante actor social de la segunda mitad del siglo xvm, a sa er el administrador
de odegones o de pe ue os negocios u icados en los Baratillos , tam i n

El t rmino patrón ue utili ado por el administrador del odegón en su escrito de uerella
para re erirse a don os Domingo de Alonso, due o y ha ilitador de la tienda en cuestión.
ANHRA, vol. , pie a , s. , y - v, . V ase tam i n ANHCG, vol. , .
v, .
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , s. - v y
v, .
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
I id El odegonero arcos Gon le se aló tener perdido mi cr dito, y por tanto inh il
de uscar la vida por no tener uien me de la mano para mi ha ilitación . ANHRA, vol. ,
pie a , . , .
Som art, op. cit. So re los or genes de la urgues a en Chile, v ase Villalo os, Origen y

op. cit. La renovación del sector mercantil aristocr tico de Santiago desde la d cada de
ascenso...,
en Cavieres, El comercio chileno..., op. cit,
pp. - . Un interesante estudio so re el grupo
social de los comerciantes, aludiendo a sus patrones de conducta, estrategias amiliares y estilos
de vida, es el de Susan Socolo para el Buenos Aires del siglo xvni. Susan Socolo , Los mercade
res del Buenos Aires virreinal amilia y comercio. odemos hallar rasgos urgueses en Nicol s de la
Cru y Bahamonde. V ase Sergio art ne Bae a comp. , Epistolario de don Nicol s de la Cru y
Bahamonde, primer conde de aule.
Villalo os, Origen y ascenso..., op. cit ald var, Vial y Rengi o, op. cit, pp. - .
llamados ca ones de la rivera , el arrio comercial de Santiago. El t rmino
aratillero se
empleó para re erir tanto al propietario de una tienda o ca ón
como al ue sin ser su due o vend a all la mercader a
ad uirida por el co
merciante de mayores recursos. La determinación del estatus de estos actores
ue un
comple o de ido la am ivalencia de su posición y, al mismo
asunto a

tiempo, por las pretensiones sociales de los mismos. As , por e emplo, hallamos
entre ellos a hom res espa oles ue reclamaron para s el trato de don , unto
a otros
ue no consignaron expl citamente su calidad y ue tampoco se pre
sentaron ante la usticia como merecedores esa dignidad. Entre ellos tam i n

iguraron aratilleros venidos de Espa a, naturales de Galicia, laga o de


las rovincias Vascas . Estos ltimos, por lo general, ueron propietarios de
la tienda. En e ecto, la propiedad o la simple administración de la tienda as
como de los ienes su etos a la venta, constituyeron los principales criterios
de di erenciación dentro del grupo de comerciantes de los Baratillos. Estos
actores dividieron en dos erar u as al grupo de aratilleros en la ciudad
de Santiago durante el siglo xvm.

Esposas de comerciantes, gra ado origi


nal Constance Davie, op. cit.
en

El incremento de la actividad comercial,


a medida ue transcurr a el siglo xv n,
tuvo dimensiones sociales y culturales. Las
esposas de los comerciantes de renom re
exhi an, a trav s de su apariencia, la
prosperidad de sus maridos y su partici

pación en las pr cticas de cultura escrita,


evidente en la entrega de una carta.

ANHCG, vol. , s. v, y , ANHRA, vol. , pie a , . ,


ANHRA, vol. , pie a , . , .
ese a las di erencias de estatus entre odegoneros y ha ilitadores, los
como su etos de honor. En sus escritos de uerella
primeros se
presentaron
aludieron al notorio ue ranto de su cr di
por las deshonras reci idas ellos
to , consignando ue el com n sentir pondera a m s en la estimación el
honor, ue la vida . Las imputaciones ue a ectaron su reputación ueron
recriminaciones de hurtos o de negligencia en la administración de los recursos
entregados, aun ue en ocasiones se com inaron con las tradicionales in urias
a la calidad .
En ocasiones, estos odegoneros asumieron actitudes pretenciosas, tal
como mani estaron arcos Gon le y anuel de Ulloa y Varona. Am os se

presentaron ante la usticia como dones y comerciantes ue ten an tratos


de mercanc a con otros mercaderes . No o stante, el car cter am ivalente
de su relación con sus ha ilitadores ueda a en evidencia cuando estos ltimos
consigna an a los odegoneros como sus sirvientes o como los criados

ue les sirven . El odegonero arcos Gon le no sólo reconoció


ue su
odegón se halla a en la casa de su ha ilitador sino ue, asimismo, le lleva a
a ste la cena todas las noches, unto a otras diligencias ue com nmente le

practica a . Existió, por tanto, un con licto en la de inición de la relación


entre ha ilitadores y odegoneros, pues sta com inó una dimensión servil -y,
en consecuencia, asim trica entre las partes-, unto a una dimensión comer
cial y contractual. Estas am ivalencias expresaron la permanencia de rasgos
se oriales dentro de relaciones económicas capitalistas y proto- urguesas.
ese a las di erencias de estatus entre los mercaderes -due os de los ienes
o
simples vendedores-, todos ellos compartieron ciertos valores y actitudes.
Entre stos se hallaron mani estaciones de orgullo por dedicarse a la actividad
comercial, as como un elevado sentido de la relevancia de la uena ama y
el uen nom re para el desarrollo de su o icio . El prestigio de la actividad
comercial ue aumentando a medida ue transcurrió el siglo xvm. Si ien es
cierto ue en esta centuria la lite reci ió en su grupo a mercaderes enri uecidos

y ue miem ros, unto al tra a o agr cola, desempe aron actividades co


sus

merciales , la sinonimia entre comercio y actividad honora le no se expl cito

ANHRA, vol. , pie a , s. vy lOOv, .


ANHRA, vol. , pie a , s. y v, .

Op. cit, . .
El ha ilitador de arcos Gon le se presentó como ene actor de su
odegonero, el

ue en contrapartida de a mani estarle respeto, idelidad y agradecimiento. El mismo ha ilitador


aludió a su posición en la relación asim trica con su odegonero por medio del t rmino patrón .
ANHRA, vol. , pie a , s. v, y v- , . El ha ilitador de anuel Ulloa y Barana
se re irió a ste como mi sirviente . ANHRA, vol. , pie a , . v, .
ANHRA, vol. , pie a , . , .

Op. cit, s. v- ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a


, . v, .

Góngora, Encomenderos y estancieros..., op. cit,passim


a iertamente antes de la segunda mitad del siglo xvm . Desde entonces, el
comercio, aun ue uese e ercido al menudeo, ue representado como ocupación
honora le, particular en los sectores medios de la po lación.
en

Eso
explicó ue las imputaciones de ladrón hayan llevado a odegoneros
y aratilleros a presentar uerellas por in urias y calumnias ante la usticia con el
in de limpiar su cr dito. ara ellos, la
posi ilidad de responder violentamente
ante tales deshonras tuvo el riesgo de comprometer a n m s su
reputación,
en la medidaue su universo social estuvo uertemente in luido por códigos
de civilidad. Ello implicó ue sus restituciones de honor se plantearan por lo

general por v as institucionales, lo ue determinó una mayor representación


de comerciantes en los
pleitos por in urias antes ue en los delitos de lesiones,
heridas y homicidios .
Los tipos de o ensas ver ales ue llevaron a hom res y mu eres a inter
poner uerellas tanto por in urias como por calumnias ante las autoridades
consignaron una serie de in urias a la conducta . Este grupo o tuvo la mayor
representación porcentual del total de in urias ver ales consignadas, alcan
ando el . Dentro del grupo de in urias a la conducta
ue posi le esta lecer ciertas distinciones. Las in urias ver ales com nmente
utili adas para resentir la hom r a de ien ueron las de picaro y ladrón .
A ellas se sumaron las imputaciones de canalla y raudulento , las ue, unto
a las anteriores, resintieron la tica de la honrade . Todas estas imputaciones

representaron el del total de in urias a la conducta vertidas dentro de los


uicios por in urias y calumnias . arte de los insultos no incluidos
dentro de este porcenta e, si ien no atentaron contra la honrade , re irieron
ormas de comportamiento re idas
urguesa del tra a o. Ello ue
con una tica
lo ue ocurrió, por e emplo, los t rminos
domingue o -es decir, pere oso
con

u
holga n- y ugador , ue representaron el de las in urias a la conducta
contenidas en los procesos udiciales por in urias y calumnias .

Un testigo en un
uicio de disenso se aló ue siempre ha visto a la parte ue le presentó
ocupado en e ercicios decentes y no mec nicos, en el comercio, mane ando cantidades de e ectos
de Castilla y de la tierra y tra icando para Talca y la Concepción, port ndose siempre con honor y
idelidad sin ue am s se le haya notado vicio ni crimen alguno . Ello le ha a permitido o tener
la satis acción de varios su etos de este comercio en la administración de sus caudales . Otro

testigo, presentado dentro de otro


uicio de disenso se aló sa e deue la parte ue lo presenta y
su
mu er son personas espa olas honradas y ue se han entretenido en o icios de honor como en
el de la mercanc a o comercio en
ue actualmente se halla ocupado dn. Ignacio Da . ANHRA,
vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . , .
V anse los gr icos desplegados en la primera parte del tra a o. Los comerciantes tam i n

pudieron protagoni ar hechos de violencia. Sin em argo, las reacciones violentas, cuando se
produ eron, se e ectuaron por lo general para castigar las insolencias de su etos de menor estatus.
ANHCG, vol. , s. - , .

Categor a in urias a la conducta en ta la N de anexos.


Categor a in urias a la conducta en ta la N de anexos.
Categor a in urias a la conducta en ta la N de anexos.
Como se alado, los mercaderes de diverso estatus hicieron uso del
se ha
honor como reputación, en su vertiente de honrade y transparencia. As como
los odegoneros arcos Gon le y anuel de Ulloa re irieron apreciar su
honor m s ue su vida, don Ramón Garc a del Canto, dedicado al comercio
interur ano entre Santiago y Valpara so, se ue ó del desprestigio en ue lo
sumió otro comerciante luego de consignarlo en una carta como pillo , picaro
raudulento y de mala versación . Este tipo de acusaciones puso en duda los
valores con los ue Ramón Garc a del Canto aseguró o rar en el cumplimiento
de sus
negocios, a sa er la puntualidad , vigilancia , esmero , con ian a ,
utilidad y e icacia . or otro lado, diversos expedientes consignaron el
valor de la pala ra en el cumplimiento de los acuerdos comerciales, as como
la relevancia de no inmiscuirse en los tratos a enos, preservando la armon a,
sosiegoy uena
correspondencia con todas las gentes .
Dichos valores es o aron una tica urguesa ue pareció completamente
de inida hacia el a o , momento en
ue se desarrolló el con licto ue
involucró a Ramón Garc a del Canto. Es m s,largo de todo el procesoa lo
udicial por in urias interpuesto por ste no se
planteó la menor alusión a las
vertientes tradicionales de la reputación, tales como la calidad , el lina e o la

legitimidad. Bastaron, por tanto, acusaciones a la conducta para desprestigiar


el honor del comerciante, de ido a ue, en su caso, este concepto se estructuró
undamentalmente en torno a la honrade .
Lo anterior no
implicó ue el honor de los or genes perdiese importancia a
comien os del siglo XIX. or el contrario, contamos con diversos testimonios,
como los
uicios de disenso, ue continuaron constatando su relevancia en
laspostrimer as del periodo colonial. Lo ue en e ecto sucedió ue ue tales
representaciones de honor convivieron en orma paralela y ueron utili adas
por los actores sociales seg n las circunstancias y los intereses en uego. Ramón
Garc a del Canto, aun ue se presentó como don ante la usticia, sustentó
discursivamente su honor en el reconocimiento social de su honrade . Con
ello, estrat gicamente magni ica a el da o su rido por las acusaciones de la
contraparte, uscando o tener el avor udicial. De este modo, el comerciante
en cuestión se aló ue las imputaciones reci idas provocaron ue sus

cortos intereses uesen postergados y el cr dito y honor de un hom re


de ien perdido tanto entre la multitud de comerciantes ue hay de esa
ciudad en este puerto como de los vecinos de l .

ANHRA, vol. , pie a , s. v, .


I id
ANHRA, vol. , pie a , s. y - v, .
ANHRA, vol. , pie a , s.
y - v, . En otros procesos udiciales ue
giraron en tomo la sinonimia entre honor y honrade
a se
apreciaron discursos similares. or

e emplo, el inicio de una uerella entre comerciantes de casas de a asto en discurrió de


la siguiente orma Dn. Gaspar Guti rre , os guila y Ale o Ayala y igueroa como m s haya
Lo anterior permite constatar ue las expresiones de honor no cayeron
en desuso el desarrollo de los valores
con
urgueses. Diversos estudios han
re atido la visión ue el advenimiento de la
urgues a disminuyera las preocu
paciones sociales por las mani estaciones de honor, en especial durante el siglo
xix . Lo ue se produ o, al menos en el contexto del de la
Santiago segunda
mitad del siglo xvm, ue un despla amiento sem ntico de sus representaciones.
Ocurrió ue algunos grupos -como el de los mercaderes- comen aron a usar
los discursos del honor con el
propósito de re or ar los principios ticos ue
permitieron el desarrollo de la actividad comercial. As ue como los valores
de la honrade , la con ian a, la e icacia y el esmero ueron revestidos de dis
cursos de honor, del modo
ue hemos visto es o ado en la declaración de
Ramón Garc a del Canto.
Si ien los comerciantes tendierona re or ar con la noción de honor una

serie de conductas y valores urgueses, simult neamente utili aron las diversas
representaciones de honor ue circularon en el siglo xvm . Los escenarios
de las disputas entre comerciantes pudieron di erir de los
espacios donde ha-
itualmente se disputó el honor de los or genes, del mismo modo ue los valores
vulnerados por las in urias a la conducta pudieron divergir de los atri utos
agredidos por las o ensas al lina e o a la calidad . Sin em argo, los discursos
udiciales de los comerciantes continuaron aludiendo al honor como valor social
esencial. A ines del siglo xvm y comien os del siglo xix las in urias pudieron

expresarse en un lugar tan p lico como es el Baratillo , es decir, en el distrito


comercial, rente a otros mercaderes . A su ve , las pala ras o ensivas pudie
ron ser las de alusión
picaro revoltoso , sin alguna a la sangre me clada o a la
pro anación de la virilidad . Y, pese a ello, tales dicterios ueron igualmente ca
talogados como in urias , ue de aron a sus receptores sin honra ni cr dito .

lugar en derecho comparecemos ante Vm. y nos uerellamos civil y criminalmente contra uli n
D a por la in uria y agravio ue nos ha irrogado en una causa p lica ue sigue en este tri unal
trat ndonos a los dos
primeros de enredistas, revoltosos y per uros y al ltimo en los propios
t rminos a
excepción del
per uro e igualmente ue hemos sido promotores de la dicha causa ue
sigue con Gregorio Rui so re la co ran a de pesos resultantes de una compa a ue tuvieron
en la administración de las casas de a asto
y por ue con seme antes dicterios ue ueda nuestra
ama, opinión y cr dito perdidos . Asimismo, el interrogatorio al ue de ieron ser sometidos los
testigos incluyó la siguiente pregunta y le consta generalmente el proceder de cada uno de ellos
ue se han mantenido y mantienen en la notoria opinión de hom res de ien . or su parte uli n
D a se aló ue su nimo no ha sido di amar la uena opinión y cr dito de Gaspar Guti rre
ni de otras personas . ANHRA, vol. , pie a , s. , v, .
y
aravall, Esp ritu urgu s... , op. cit Gayol, Honor moderno... , op, cit Gayol, Socia
ilidad..., op. cit,passim Cham ers, op. cit.,passim art ne -Alier, op. cit,passim Beattie, op. cit
Gallant, op. cit Green erg, op. cit.
ANHRA, vol. , pie a , s. y v, .
ANHCG, vol. , . v, .
I id
I id
La ama y la p lica opinión

Como se ha
planteado, el re erente del honor como reputación no se remitió ex
clusivamente a la vertiente de la honrade . ste pudo asumir m ltiples ormas,
las ue se insertaron, en el caso del honor masculino, dentro del concepto de
hom r a de ien . Lo ue estuvo detr s de este proceso ue la progresiva
autonom a ue ue ad uiriendo la estimación de las gentes en la construc
ción del honor de cada individuo, tal como
planteara don ateo Lu an en

el uicio ue lo en rentó a su eventual cu ado


de disenso .
La opiniones de los dem s tuvieron gran relevancia en la determinación
del honor de los hom res y mu eres en el ocaso del periodo colonial . se ue
el momento en
ue la ama pareció ser la medida del honor. La opinión de
la comunidad, particular del grupo integrado por los vecinos de los arrios
en

de Santiago, desempe ó un papel relevante en la construcción de la reputa


ción, la ue ue conce ida en plano de sinonimia al honor. La enunciación el
honor no es m s ue la uena opinión , consignada por un protagonista de
un
pleito por in urias en , ue la mani estación visi le de estos contextos
y consignó la autonom a del honor como
reputación
Lo ue sustentó esta rase tuvo una larga historia, pues se relacionó con
la progresiva independencia ue ue ad uiriendo la estimación social de las
diversas representaciones de honor. Como se ha planteado, tanto la lim
pie a de sangre como la legitimidad, la uer a sica, la potencia sexual, la
astucia, la honrade y la virtud emenina siempre de ieron estar rati icadas
por otros para, ser reconocidos como atri utos de honor. Asimismo, los regis
tros udiciales por ya desde el siglo xvn aceptaron la p lica vo y
in urias
ama como mecanismo de prue a de las representaciones de honor ue los

testigos ad udicaron a alguna de las partes en disputa. sta ue, como indicó
el Diccionario de Autoridades, una rase de uso com n en las deposiciones de
los testigos udiciales .
Ahora ien, siempre existió algo ue sustentar, ya uese la hidalgu a, la
limpie a de sangre , la legitimidad o la castidad emenina. Nunca antes del
ocaso del
siglo xvm se pretendió e uiparar el honor a la uena opinión , lisa
y llanamente, sin precisar los atri utos so re los ue sta se constru a. Antes
de ese momento tampoco se pretendió, como planteó don ateo Lu an,

ue uera la com n estimación de las gentes la ue determinara el estatus


de los individuos.
ara
comprender la autonom a del honor como reputación ue necesario

precisar las
signi icaciones de la opinión , la ue comen ó a ser entendida

ANHRA, vol. , pie a , . , .


Hemos anali ado en detalle la asimilación del honor a la reputación o estimación social
de ste en
Undurraga, El honor... , op. cit, passim.
m
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
m
Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit,
Real tomo m, p. , vo p lica vo y ama .
en
plano de sinonimia con el honor. ara aludir a la rati icación social del
honor personal ue usual unir ese t rmino al voca lo p lico . As ue como
lo usó ar a ercedes Saravia para re erir la
en
gravedad de las in urias
irrogadas a su
hi o, se alando ue

nadie ignora ue la sociedad ha a adido


a las varias necesidades de la

naturale a el concepto avora le de los ue se avecinan y comercian, esta es una


de las m s uertes. Sin la estimación de los otros le parece al cora ón del
hom re est ril la estimación en s mismo y sus es uer os se han dirigido
a determinar en su avor la p lica opinión .

Sus pala ras mani esta an ue la p lica opinión se remit a al concepto


avora le de los ue avecinan y comercian
se , delimitando la especi icidad
social y territorial de la estimación. En e ecto, sta consist a en la opinión de
los cercanos, es decir, de a u llos con los ue se conviv a cotidianamente en

los lugares de residencia y de a u llos con los ue cele ra an los acuerdos


se

comerciales y la orales ue permit an sustentar materialmente la existencia.


La p lica opiniónentendió, por tanto, como la mani estación del uicio
se

de la comunidad. Sus veredictos permitieron a los actores particulares inser


tarse o marginarse de ese grupo de re erencia. or ello, el deshonor no sólo
implicó la m cula del desprestigio sino ue, tam i n, el aislamiento. La red de
estimaciones de los otros dentro de cada comunidad no ue una estructura
inmóvil. or el contrario, se trató de una
disposición precaria y r gil ue se

despla ó seg n los cam ios de la p lica opinión .


Lo anterior se estructuró en el contexto de una socia ilidad tradicional,
con ormada por grupos en los ue las personas pudieron reconocerse con
acilidad . El escenario de las primeras con iguraciones del honor como repu
tación ue un mundo de comunidades pe ue as en el
ue todos tuvieron una
connotación, una
reputación determinada. Se trató de un am iente en el
cual el estar rente a rente de los individuos, las amilias y las comunidades
determinaron la indistinción entre vida p lica y vida privada . ue un

ANHRA, vol. , pie a , . , El destacado es nuestro .


hilippe Aries, ara una historia de la vida privada , pp. , Salinas ., o lación.
ha itación... , op. cit Salinas ., Espacio dom stico... , op. cit.
Arlette arge, amilias. El honor y el secreto , p. . La indistinción entre vida p lica

y vida privada ha estado su eta al de ate historiogr ico. Si, por lo general, la mayor a de los
investigadores ha considerado ue la división p lico privado es moderna, algunos estudios la
han adscrito al mundo colonial americano. Ann T inam, desde una mirada sociológica, conci ió
la dicotom a p lico-privado como un elemento integral de la mentalidad colonial . En su tra a o
so re la ilegitimidad Am rica colonial, compartió este planteamiento con otros investigadores
en

de la realidad colonial americana, como Richard Cicerchia y ar a Emma annarelli. T inam,


u lic Uves..., op. cit., pp. - Richard Cicerchia, Vida amiliar y pr cticas conyugales, clases
populares en una ciudad colonial. Buenos Aires - annarelli, op. cit.
mundo en el ue a n esta lec a a uel l mite re erido por Nor ert Elias
no se

los
como ese muro ue hoy parece levantarse para contener y para separar
cuerpos de las gentes . Ante la comunidad se a r a un
amplio espacio para la
o servación, escenario propicio para la circulación de los rumores. La
pala ra
se instala a en el centro de un universo en el ue sus
integrantes se sent an
vigilados y en uiciados por los dem s.
ue en este contexto ue el honor se planteó en plano de sinonimia a la
reputación , al uen nom re , a la ama p
p lica opinión ,lica o a la
tal como registró la documentación
udicial. ien, se trató de una Ahora

p lica opinión ue di irió de la idea de opinión p lica privativa de la


modernidad pol tica y es o ada por ürgen Ha ermas . ara ste, la opi
nión p lica consistió en a uel m ito caracteri ado por la igualdad entre
sus
participantes, lo ue, por supuesto, distó de la realidad colonial americana
construida sim ólica y materialmente so re la dominación y las erar u as. La
opinión tradicional constatada para el Chile de los siglos xvm y xix ue m ltiple,
vers til, pre uiciosa y apasionada, en oposición a la opinión moderna ue se pre
sentó como nica, esta le, transparente y undada en la ra ón. En el Santiago
de ines del siglo xvm
y de comien os del siglo XIX ue posi le o servar una

representación de la
p lica opinión partir a de la com n estimación de
las gentes , ue tuvo en el rumor un mecanismo para con igurar el honor como
reputación de los actores sociales.
unto a a uella p lica opinión la documentación consignó algunos
lugares de connotación p lica en los ue tendieron a in erirse las in urias.
O servamos, por e emplo, a un comerciante se alar ue ue insultado en un
lugar tan p lico como es el Baratillo . La catalogación p lica otorgada
a
algunos lugares se entendió como consecuencia de la mayor aglomeración
de personas ue se
congregó en ellos . Ya desde las Siete artidas, se estimó

Elias, El proceso..., op. cit, p. .

ürgen Ha ermas, Historiay cr tica de la opinión p


lica, p. . La con iguración de la opinión
p lica desde una matri pol tica antes ue sociológica en eith ichael Ba er, u lic opinión
as
political invention , pp. - . So re la polisemia e historicidad del t rmino p lico , v ase
rancois-Xavier Guerra y Annic Lemp ri re et al, Los espacios p licos en I eroam rica. Am igüe
dades y pro lemas. Siglos xnu-xix, pp. - rancois-Xavier Guerra, Aportaciones, am igüedades y
pro lemas de un nuevo o eto histórico , p. .
,
ANHCG, vol. , . v, .
Diversos testimonios no explicitaron todo el itinerario de las deshonras, pero se detuvieron
en el car cter
p lico de las in urias. unto con en ati ar ue ellas ocurrieron en la calle p lica ,
se
especi icó ue sucedieron en a uella pu licidad por ue ue en una es uina de la pla a . Con
ello, se resaltó la materialidad del concepto pu licidad , asociado a un lugar sico. ANHRA,
vol. , pie a , . , - . Uno de los implicados en un proceso por in urias mani estó
su
preocupación por pu licidad en ue se desarrolló el con licto en ue se vio involucrado, a
la
tal punto ue en su declaración reiteró ha erle se alado a la mu er con uien discutió ue no
escandali ara al p lico y ue evitara al orotar al vecindario . ANHRA, vol. , pie a . ,
- . Otro proceso dio cuenta de cómo la casa de una mu er se llenó de gente ue presenció
de los actores determinantes de la
ue uno
gravedad de las in urias ueron los
lugares losen
ue stas se in irieron. ueron graves las deshonras in eridas
delante del Rey, en el tri unal, en el
conse o, en la iglesia o en otro lugar
p licamente ante muchos .
En Santiago colonial su sistió la de inición de lo p lico seg n la posi
ilidad de encuentro con el otro. ese a ello no se con iguró un espacio p
lico oposición a un m ito privado , en la medida ue los conceptos de
en

intimidad, individuación o privacidad a n no aparecieron delineados. or otra


parte, ue posi le apreciar el car cter palpa le y material de a uellos espacios
ue se consideraron espacios p licos tradicionales, como la pla a o la calle,
en
oposición a la connotación a stracta de los espacios p licos modernos.
Los espacios ue congregaron a los ha itantes de la ciudad de
Santiago
ueron escenarios de las deshonras y reparaciones del honor, al mismo
tiempo
ue con ormaron los m itos en los ue el rumor construyó la p lica opi
nión , la reputación de las mu eres y hom res coloniales. La sinonimia esta
lecida entre honor , reputación , uen nom re y ama ,
con iguración
esencial para la representación de honor como reputación, se
expresó de diversas
ormas. Una de ellas se mani estó escrito del representante udicial de
en un

don os Antonio Arma a, dentro del uicio por in urias en el ue ste se


vio involucrado contra suegro, el conde de la
su
Con uista
El honor es pre erente a todas las cosas del mundo por ue no hay vida sin
honra, y el uen nom re, reputación, honor y ama es mucho me or ue
las mayores ri ue as, como dice el
Esp ritu Santo al de los rover ios
y por esto el apóstol u ga a por m s tolera le morir ue ver desvaneci
da la gloria de su uena ama, por ue en su estimación y aprecio no
hay
vanagloria onum mihi est magismori, uam utgloriam meam, uis evacuet. Y
a n los gentiles supieron apreciar tanto el honor,
ue no sólo le dedica
ron
templo y altares, sino ue undaron en l la esencia y todo el ser del
hom re, en toda con ormidad ue u garon reducido a la pura p gina
cortada al ue perdiere la ama, honor y uen nom re. Y por eso ue
entre todos a ra ado el conse o del poeta et si omnia perdas amam servare

meme ua semel amissa postea nullus exis con


ue tomemos ue no solamente
sagradas letras nos recomiendan el aprecio y estimación, el cuidado y
esmero en la conservación del honor no sólo se re uta en los derechos

por perdida la suya, igual a la de la vida, sino tam i n ue hasta los m s


r aros y gentiles hicieron los mayores encomios, y apreciaron, aun ue
siempre menos de lo ue se merece, prenda tan estima le .

los insultos dirigidos a ella, magni icando su in uria y dotando su residencia de una connotación

p lica . ANHRA, vol. , pie a , . v, .


artida S ptima, c. - , t t. , ley .
ANHCG, vol. , s. - v, .
El o etivo del letrado magni icar la deshonra su rida por su repre
era

sentado al reci ir las in urias picaro y ladrón de parte de su suegro, unto


El a ogado, anuel
a la orden de ser amarrado
por los criados del Conde.
la violenta reacción de os A. Arma a,
oseph de orales, de ió usti icar
del ochorno persiguió espada toda
uien luego a su
suegro con una
por
la casa. Ahora ien, m s all de las estrategias escondidas tras las pala ras
citadas, resultó interesante o servar ue la orma escogida para usti icar el
actuar violento de os A. Arma a ue construir un discurso universalista del
honor. Al consignar el honor como cualidad suscepti le de hallarse en todas
las naciones y creencias -incluso entre r aros y gentiles -, el discurso del
una concepción antropológica del mismo. ue ustamente
a ogado pre iguró
la consolidación del honorcomo
reputación la ue permitió sustentar esta visión
amplia del concepto, superando los atri utos propiamente hisp nicos, como
a uellos derivados de la limpie a de sangre .
TERCERA ARTE
EL HONOR
ENTRE CIVILIDAD Y VIOLENCIA
EL HONOR O ICIAL
LA VERSIÓN DE URADA DE LA CIVILIDAD

Sorprende ue en la segunda mitad del siglo xvm se


haya ha lado de los
honrados procedimientos de un mulato esclavo, de la virtud de una criada
negra o del honor de un maestro de sastrer a? . El asom ro puede aumen
tar al conocer ue tales de iniciones ueron aceptadas, legitimadas e, incluso,

promovidas por autoridades y a ogados. La misma sorpresa se


desprende al
constatar ue dichos criterios de honor, aplicados a un mulato, una criada y
un artesano, ueron e uivalentes a los utili ados para re erirse a la conducta
de un oven de lite .
A primera vista, tales situaciones disintieron de un momento histórico en

el ue se
desplegaron diversos mecanismos de
exclusión, disciplinamiento y
re or amiento de los pre uicios socio-raciales . Ellas tampoco concordaron
con las actitudes intolerantes
y despreciativas ue la lite asumió respecto de
una
ple e viciosa, ociosa y d scola a la ue se de ió controlar . Entonces,
cómo era posi le conciliar estas corrientes en apariencia contradictorias? Ocu
rrió ue tales lógicas, al parecer discordantes, no ueron m s ue expresiones
de enómenos complementarios. La representación o icial de honor, en la ue se
inscri ieron los discursos enunciados ue uno de los tantos mecanismos de
control de la po lación desplegados por las autoridades ilustradas . Si ien ella
o reciólos grupos medios y populares el acceso a un paradigma de honor, a
a

cam io stos de ieron procurar la autocoacción de sus costum res, moderando


sus
pulsiones violentas y su ordin ndose a sus superiores sociales .
or otra parte, ue al mulato, a la negra, al artesano espa ol y peón de
al
origen incierto, pero de apariencia mesti a o
parda
ad udicados les ueran
undamentos de honor e uivalentes, expresó uno de los enómenos m s inte
resantes del siglo a sa er el desarrollo paulatino de una identidad asada en

par metros socioeconómicos. Ello uedó en evidencia cuando una representa-

ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol. , pie a , . v, - AN


HRA, vol. pie a , - .
ANHCG, vol. , s. - v, .
León, lite y a o pue lo... , op. cit. León, Reglamentando... , op. cit León, La cons
trucción... , op. cit. León, Real Audiencia... , op. cit. So re el re or amiento de los pre uicios
socio-raciales al terminar el siglo xvm, v ase Vial, op. cit, pp. - .
Araya, Ociosos, vaga undos..., op. cit, pp. - .
,
Hemos empleado los t rminos superior e in erior social del modo ue ueron utili ados
cu la documentación colonial, aludiendo a las relaciones interpersonales con iguradas er r uica
mente.
ción com n de honor unió
su etos ue tradicionalmente ueron representados
a

en orma
independiente seg n sus coordenadas culturales y socio-raciales.
La representación tradicional, ue de inió las identidades
seg n patrones
de limpie a e impure a de sangre , continuó determinando las identidades
individuales y la de inición de criterios de honor a lo largo del siglo xvm. Sin
em argo, sta se vio o ligada a convivir con una nueva representación ue
evidenció un modelo unitario de comportamiento y de moralidad
aplica le a
espacios socioeconómicos espec icos. La coexistencia de lógicas paralelas -el
honor de los or genes y el honor o icial- prestó sus categor as a los m s variados
intereses sociales e individuales .
Como ha se alado uan Carlos Estenssoro, por esos mismos a os en

er existieron representaciones ue undaron las di erencias desde el punto


de vista social-económico-educación y ya no desde el aspecto cultural-ra-
cial . Este enómeno se desarrolló en
paralelo a la construcción de un ima
ginario de la ple e , como masa unitaria y supuestamente uni orme, ue
envolvió y disimuló en su interior las di erentes naciones e identidades de
tipo cultural-racial . Si la ple e incluyó al esclavo mulato, al peón mesti o
y a la criada negra, lo hi o orrando o al menos atenuando las arreras so
cio-raciales ue los separaron e individuali aron, para privilegiar los puntos
en com n,
construyendo una identidad universal ue de ió re le arse en
una
representación de honor. Al uni ormar las di erencias de tipo cultu
ral-racial se
construyó una nueva representación de la sociedad escindida en
orma inaria entre lite y ple e , alternativa a las divisiones plurales entre

espa oles, indios, mesti os, mulatos, pardos, am os, cholos, cuar
negros,
terones, uinterones y as sucesivamente en una enumeración casi in inita.
Ahora ien, si el esclavo mulato y la criada negra integraron un grupo ue
aspiró a una representación espec ica de honor, cómo explicamos el uso de
los mismos criterios para el maestro de artesan a y el oven de lite? or cierto,
ser a di cil incluir al maestro de sastrer a dentro de la ple e . En e ecto, se
trató de un tra a ador especiali ado ue alcan ó la c spide de la erar u a de
su o icio. Asimismo, al tratarse de un
espa ol ue reivindicó su limpie a de
sangre , cómo podr a ser asimilado al mulato esclavo o a la criada negra?
El paradigma del honor o icial encarnó voluntades espec icas y respondió
a
o etivos precisos ue no uscaron reproducir las erar u as sociales, sino
m s ien moldearlas. El nuevo hori onte de honor ue se per iló a lo largo
del siglo xvm se insertó en el m ito de las representaciones, las ue m s

La nueva representación de honor, y la consiguiente de inición socioeconómica de las


identidades, no implicó necesariamente el origen de una protosociedad de clases. Su desarrollo
no se
presentó en t rminos teleológicos, como un movimiento lineal, unitario y progresivo.
uan Carlos Estenssoro, La ple e ilustrada El pue lo en las ronteras de la ra ón , p. .
Algunas re lexiones so re la construcción del concepto ple e en Am rica colonial en
Bernand, La ple e... , op. cit Gru ins i, Gen se des ple es... , op. cit.
consistieron en sistemas de percepciones y uicios
ue re le os de la realidad
de poder de ciertos actores coloniales . El
ue expresaron las voluntades
hecho de ue el honor o icial undiera los imperativos conductuales del maes
tro artesano, del oven de lite y del mulato esclavo no implicó ue los dos

primeros renunciaran a reclamar precedencia so re el ltimo a partir de una


serie de actores, tales como la limpie a de sangre . Como se ha se alado,
taleslógicas -tradicionales y novedosas, encarnadas tanto en
pr cticas como

en representaciones- convivieron en el escenario chileno del siglo xvm, ge


nerando un vers til uego social.

Alternancias de representaciones

hacia un nuevo paradigma de honor

Si la representación de honor undió los par metros conductuales de


nueva

su etos diversos, constituyó un es uer o consciente por eliminar las e


tan

rar u as, diluyendo las arreras estamentales y los imaginarios de exclusión?


La respuesta de ió considerar una pluralidad de re lexiones. En primer lugar,
resultó indispensa le contemplar los elementos ue integraron los criterios de
honor invocados. Ellos se inscri ieron dentro de la antigua corriente aristot lica .

del honor-virtud, centrada en la conducta de los su etos independientemente


del lugar ue stos ocuparon en el entramado social.
La distinción de dos vertientes de honor, como virtud y como precedencia,
de la ue tanto han ha lado los teóricos ue, desde el punto de vista de las

pr cticas e ectivas, una división arti icial


. Ha r a sido impensa le ue un
miem ro de la lite, adornado por el honor-precedencia, hu iese renunciado a
presentarse como su eto virtuoso . Del mismo modo, existieron tra a adores

So re la noción voluntad de poder , v ase ichel oucault, icro sica del poder y ou
cault, El orden..., op. cit, passim.
itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit., pp. - .
Es m s, los representantes del honor estamental tendieron a consignarse como depositarios
del honor-virtud, uscando monopoli ar en su grupo las dos supuestas vertientes de honor. Ello
expresó la di icultad de entender en orma inaria el honor seg n las dos corrientes menciona
das. Asimismo, la conciliación de am as vertientes del honor pudo resultar pro lem tica, en la
medida ue los ien nacidos no heredaran el car cter y la uena disposición a las conductas
virtuosas. La historia del Cid ilustró esta situación en las
iguras de los in antes de Carrión. En la
honor-virtud, la o tención del honor se llevar a a ca o seg n el es uema os ue ado
vertiente del

por uli n itt-Rivers el sentimiento del honor inspira una conducta honora le, la conducta
reci e reconocimiento y esta lece la reputación, y por ltimo la reputación se ve consagrada por
la concesión de los honores . Sin em argo, en diversas ocasiones este itinerario no consiguió
la rati icación social de la conducta virtuosa u honora le. En la comunidad no siempre existió
consenso
respecto de la apro ación de las conductas ue concedieron la reputación, entendida
en este asunto como sinónimo de honor, lo ue otorgó a n mayor comple idad al pro lema.
So re la am igüedad del concepto de honor derivada de su do le origen v ase I id Algunos de
los tra a os so re el honor vinculado al estamento no iliario o a la virtud son, respectivamente,
aravall, oder, honor..., op. cit, passim y Seed, Amar, honrar..., op. cit, passim.
manuales ue hicieron uso de criterios hereditarios para o tener la rati icación
social de su honor . La lectura de las o ras del Siglo de Oro re rendó esta
ltima situación, al constatar cómo los villanos -en cuanto cristianos vie os -
reivindicaron honor por criterios hereditarios
un .
or otra parte, el modelo del honor como virtud de inió unitaria y mono
l ticamente a esta ltima, pese a ue las pr cticas sociales dieron cuenta de la
existencia de diversas representaciones v lidas de la misma. En el siglo xvm

chileno existió virtud o iciali ada y otra vinculada a valoraciones sociales


una

tradicionales. La distinción entre am as respondió a los uegos de poder ue


legitimaron o, por el contrario, invalidaron los diversos discursos existentes en
el momento histórico . En este caso, se legitimó un discurso de la virtud por
so re otro, relegando a este ltimo a la es era de los antivalores. Todas estas
consideraciones determinaron nuestro recurso a
conceptos alternativos para
consignar la vertiente del honor como virtud o
comportamiento mod lico
propuesto a la po lación durante el siglo xvm.

Al o servar los elementos ue con ormaron la representación de honor


aplicada al mulato, a la
criada, al peón y al artesano, se constató ue stos
una conducta ideal en la
pespuntea an ue sus acciones de an enmarcarse.
Este proceder ue valorado ticamente y sancionado a trav s de un modelo
secular con ormado por la hom r a de ien y la honra emenina. Ahora ien,
si el paradigma del honor-virtud siempre estuvo disponi le en el acervo de
la cultura occidental, algo sucedió en el siglo xvm chileno ue determinó su

aplicación su etosa de distintos niveles socio-racialesentra ó, . Este gesto no

desde nuestra perspectiva, ning n programa igualitario ni un desvanecimiento


de las erar u as, en la medida ue, si ien parte de la lite estuvo dispuesta a

aceptar undamentos de honor como conducta virtuosa en castas y tra a a


dores mec nicos, ello no eliminó los par metros del honor como precedencia
ue go aron los grupos dominantes. As , en el caso del oven de lite, a uien
se
aplicaron imperativos conductuales seme antes a los del artesano, stos
sólo complementaron su honor reci ido en la cuna, sin undar por s solos la
totalidad de su honra.
Como todo paradigma valorativo y modelo conductual, la concepción
del honor como virtud en el escenario chileno del siglo xvm respondió a las

ANHRA, vol. pie a , . v, - .


Castro, De la edad..., op. cit. Una de las o ras de la literatura del Siglo de Oro ue expresó
esta situación ue Lope de Vega, eri e y el comendador de Oca a .
oucault, El orden..., op. cit, passim.
Nos distanciamos de la perspectiva de atricia Seed, uien, a partir de documentación
relativa a las elecciones matrimoniales, o servó un progresivo despla amiento del paradigma
del honor-virtud al honor-precedencia, cuestión ue se ha r a agudi ado desde la tercera d cada
del siglo atricia Seed circunscri ió el honor-virtud al comportamiento sexual emenino y
xv n.

consideró ue las trans ormaciones en las concepciones de honor se originaron en actores insti
tucionales ligados a las actitudes de la Iglesia y el Estado. Seed, Amar, honrar..., op. cit.
necesidades e intereses del contexto sociocultural. Ello uedó de mani iesto
al constatar los es uer os por deslegitimar el honor-hom r a, suplant ndolo
contenida y vinculada a las virtudes de la civi
por una conducta moderada,
lidad. or alguna ra ón, sin duda enla ada a los ideales modernos de la ra ón
y la civilidad, ue pareciendo m s honora le, m s re inado y, por ende, m s
prestigioso, contener los des ordes de la violencia dis ra ando la moderación
como cortes a . Este proceso convirtió a las lites en representantes de la
sus modelos conductuales de la
civilidad, distanciando gran mayor a de la
sus actitudes seg n el
po lación ue continuó moldeando paradigma del ho
nor como hom r a momentos, la masa de la po lación iguró
. Desde esos

ante las autoridades como un con unto de su etos go ernados por impulsos
irre rena les y gestores de una violencia inconteni le.
La adopción del paradigma de la civilidad por parte de las lites se mani estó
con uer a a nivel de discurso. En consecuencia, esto impidió ue ellas siguie
no

ran haciendo uso de la violencia, undamentalmente como medio de castigo de


las insolencias de sus criados o de in erior
cual uier su eto conceptuado como

social. Esto ltimo se expresó, por e emplo, dentro de los procesos udiciales por
sevicia y malos tratamientos. or otra parte, el reducido n mero de procesos por
homicidios o lesiones producidas durante duelos indicó la progresiva tendencia
de las lites a
udicialmente sus con lictos de honor con sus pares.
resolver
Desde el paradigma de la civilidad, la conducta contenida y los modales de
cortes a constituyeron prue a visi le de la no le a ue la lite de a desplegar
en su vida cotidiana. La
limpie a de sangre y los atri utos heredados del lina e
no ueron su icientes si stos
estuvieron re rendados por una
no uena crian a ,
asentada undamentalmente en la contención de las pulsiones violentas. se
ue el tipo de argumentación utili ado por don Antonio Herrera, un su eto
de lite, contra Nicolasa V s ue , mu er espa ola, luego ue arro ase pedradas
a la
mu er y la suegra del primero. Esa conducta, seg n Antonio Herrera

no mani iesta la pol tica y atención ue a la uena crian a corresponde


el trato entre personas de distinción siendo esta operación la m s real ada
no le a, pues de muy poco o nada sirve tan en las calidades en la cuna,
si estas despu s no se cali ican con las o ras .

Entendemos las nociones de civilidad y cortes a a


partir de las o ras de Elias, El proceso
de civili ación..., op. cit, passim y Elias, La sociedad cortesana..., op. cit, passim.
Ale andra Araya anali ó la adopción de los modales de cortes a y civilidad por la lite del
siglo xvni, desde la perspectiva de la gestualidad. Seg n la autora, en dicho periodo, el modo de
ser aristocr tico se identi icó con la met ora de la mente ue go ierna, los no les de an ser
los guardianes del cuerpo ple e . Ale andra Araya, La pedagog a del cuerpo en la educación

Novo-Hisp nica , p. .
Los con lictos entre las partes se
originaron, como ocurrió con recuencia, por discrepancias
en los usos del agua de las ace uias ue corr an por las calles de la ciudad de Santiago, en este caso
de a u lla ue lu a calle a a o de las mon as agustinas . ANHRA, vol. , pie a , . , .
Llevan a la ciudad de As s a enterrar el cuerpo de nuestro padre san rancisco. Detalle. Taller de
Basilo de Santa Cru y uan apacalnga. c. . Óleo so re tela. Serie de la vida de San rancisco.
useo Colonial de San rancisco. Santiago.
En sus encuentros cotidianos las lites practicaron gestos rituales de respeto hacia sus pares,
tales como
uitarse el som rero. No o stante, continuaron haciendo uso del privilegio de portar
espadas con las ue pod an castigar las deso ediencias de sus su ordinados.

En un estudio so re las diversiones p licas en la ciudad de xico du


rante el siglo xvm, uan edro Vi ueira desmintió las concepciones respecto
del excesivo desorden moral y el incremento de la violencia ple eya en dicho
per odo . La existencia de tales opiniones se explica a, m s ien, por una
trans ormación de los paradigmas o iciales de conducta ue llevaron a las
lites y autoridades a magni icar su preocupación ante situaciones seme an
tes. Una situación similar ocurrió en el escenario chileno, en el ue tam i n
ueron cam iando los paradigmas conductuales, generando un a ismo entre
los ideales de la lite y los de la masa de la po lación. El an lisis de las trans
ormaciones de las representaciones de honor en el siglo xvm constituyó una
instancia privilegiada para conocer estas din micas.
Desde la
perspectiva de las autoridades -representadas para nosotros en
las opiniones ue oidores, alcaldes, corregidores y a ogados vertieron en los
registros udiciales-, poco importó ue las conductas vetadas se inscri ieran

Vi ueira, op. cit.


dentro de las lógicas de un honor asimilado a la exacer ación de la hom r a.
stas ueron com atidas con la mayor de las uer as. ero m s all del discipli-
namiento y el control de tales actitudes, se uscó deslegitimarlas proponiendo
a los actores sociales un nuevo paradigma de honor ue contó con la venia de
oidores y ueces. Existió particular inter s por vetar las lógicas de competencia
en las ue el respeto y la prioridad se otorgaron a uienes lo reclama an y
uesen lo su icientemente poderosos como para imponerlo por la uer a .
Las pugnas ue en rentaron d a a d a a los
protagonistas de la atalla por
el honor y los modos violentos de ganar o recuperar un honor vulnerado
por in urias, golpes o la incursión sexual de otro con una mu er dependiente,
ueron actitudes intolera les a los o os de las autoridades.
A lolargo del
siglo xvm estas v as para o tener honor ueron consideradas

ileg timas por una minor a poderosa y, por tanto, proscritas, desde su pers
pectiva, del necesario uego del prestigio social. uedó, pues, desde la visión
de las autoridades, un espacio vac o ue de ió ser llenado por una nueva
representación de honor ue uera til a los o etivos de la armon a y la pa
social re ueridos por ellas. se ue el momento en ue se recurrió al paradigma
de la civilidad, cuya presencia en el escenario chileno ha sido constatada por
nosotros desde el siglo xvn .
Ahora ien, lo novedoso ue ue en la centuria siguiente la cortes a , la
crian a , la atención y el comedimiento comen aron a ser usados como

undamentos de una
representación de honor los grupos ue se extendió a

medios y populares. Detr s de este


despla amiento hallaron los social se

intereses de las autoridades, ue vieron en esta variante de honor un meca


nismo para com atir el desorden y la alta de sumisión de los su ordinados
a sus
superiores sociales. unto a los representantes del poder mon r uico,
los a ogados desempe aron un importante como de este papel promotores
hori onte de honor. Como se ha o servado en la primera
parte, este grupo
optó por reparar su honor a trav s de la v a udicial en lugar de la vengan a
privada. La vinculación de este paradigma con los intereses de las autoridades
nos ha llevado a denominarlo
representación o icial de honor.
La construcción de esta representación de honor ue uno de los mecanismos
de disciplinamiento -pro a lemente el menos visi le- desplegados alo largo de
la ltima centuria colonial. sta contó con una importante plata orma pedagógica
para di undir e inculcar sus re erentes la usticia pasó a ser un camino de edu
cación en las costum res para la
amplia gama de po lación ue acudió a ella o
se vio envuelta en sus redes . En esos escenarios, las pala ras de los
ue ueces,
revestidas del halo de la autoridad -verdadera sacralidad civil-, adoctrinaron a
peones, artesanos y óvenes d scolos en las remo adas uenas costum res .

itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit, p. .


I id
«
ANHRA, vol. , pie a , s. - , .
Her og, op. cit, passim.
Si impulso y la legitimación de las autorida
ien el honor o icial reci ió el
des coloniales, la lucha entre las distintas representaciones de honor continuó
desarroll ndose, lo ue demostró ue todas ellas contaron con la validación
social necesaria para sustentar su existencia. or ello, los hom res y mu eres
de las m s diversas extracciones sociales pudieron desli arse de un paradigma
a otro, con el in de
usti icar sus actitudes seg n los escenarios y los su etos
involucrados en las situaciones. Si rente a los ueces stos apelaron a un có
digo de conducta, ante los pares en la competencia por honor ellos invocaron
hori ontes culturales diversos y tiles a los contextos espec icos de prestigio.

La construcción de un modelo

lógicas de contención y sumisión

La honor ue se ortaleció a lo largo del siglo xvm con


representación o icial de
sistió en un modelo conductual ue ue re rendado en el m ito valorativo,
con ormando una tica particular . Ella estuvo construida por par metros
conductuales cali icados como honrados , arreglados , racionales , mode
rados calmados , opuestos a un antimodelo conductual desarreglado ,
y
desvergon ado , descomedido , irracional y violento .
La uerella civil y criminal de edro de iranda, iniciada, seg n la contra
su violenta agresión a un hom re de edad avan ada como
parte, para usti icar
ue el al re uan Su re de Velasco, se rigió seg n el modelo discursivo ue
dividió los par metros conductuales en dos uno go ernado por la ra ón, la
calma y la moderación y otro por la irracionalidad, la violencia y el descome
dimiento. Seg n edro de iranda, ante la demanda de pago de una deuda y
luego de ha erle dado a uan Su respuesta tan de ra ón y tan templada,
re una

el susodicho se descomidió conmigo pala ras pasando a tirarme una pedrada


en

hall ndome yo inde enso y sin armas . Seg n los amiliares de uan Su re
de Velasco, a uella respuesta tan templada de edro de iranda consistió en

propinar sendos golpes con las riendas de la mu a ue monta a y lan ar pedra


das ue de aron al primero sangrando en la calle. La gravedad de las lesiones
su ridas por el primero constó en la descripción del escri ano, uien se aló

Se entendió el concepto valor asociado a la cali icación de moral . Resultó undamental

rescatar la conexión entre el valor y el depositario de los valores , con independencia de las
consideraciones ilosó icas ue cali icaron esta postura como nominalismo o relativismo . or
otra parte, los conceptos moral y tica ueron empleados como sinónimos, dado ue am os
derivaron y aludieron a la noción de costum re . Ahora ien, no se ha pretendido reali ar una
historia de las ideas morales -en cuanto normas ue han guiado la conducta de la humanidad-
sino, m s ien, hacer presente ue los agentes ue construyeron la representación o icial de honor
acudieron al m ito de la tica para validar socialmente su modelo. os errater ora, Diccionario
de iloso a, tomo II, pp. - , tomo rv, pp. - .
ANHRA, vol. , pie a , s. y , .
ha iendo pasado al cuarto donde tiene ha itación uan Su re
ue su

de Velasco lo hall en ermo en cama


y descu i rtole la ca e a hall en
toda ella m s contusiones y entre las dos ce as una herida chi uita y los
dos o os con cardenales y negros de las dichas contusiones y las ternillas
de las narices ue radas al parecer y torcida la l nea de ella y contusio
verti ndole sangre por la oca y narices y la ropa ue ten a puesta
nes,

empapada en dicha sangre como tam i n en cama en am os lados del


cuerpo como por las costillas y en los muslos hinchado acardenalado con

muchas contusiones .

Los discursos udiciales dieron cuenta de la circulación del modelo de


contención del honor o icial y su uso estrat gico por los su etos involucrados
en actos de violencia ue, como edro de iranda, luego de ieron usti icar
sus acciones ante la
usticia. La cruda descripción del estado de uan Su re
de Velasco luego del incidente evidenció tanto la rutalidad de la agresión
como la manipulación discursiva del
paradigma de civilidad y moderación
de los impulsos violentos por parte de edro de iranda.
El modelo conductual sustentado por el honor o icial exhi ió un car cter
mani ueo, cuya simple a no permitió sutile as ni consignó la existencia de
pr cticas conductuales intermedias. La rigide de su estructura derivó de su
car cter normativo y de su a n pedagógico, pues a trav s de ste se uscó
sociali ar un modelo conductual particular, construyendo nuevos re erentes
culturales en la po lación. ste consistió, por tanto, en un paradigma desti
nado a la masi icación, ue uscó sociali ar un ideal espec ico de hom re y
de mu er. Como todo ideal social, no sólo ue re le o de las representaciones
de determinados grupos, m itos y per odos sino ue, tam i n,
contri uyó a
construir dichas representaciones en un di logo constante entre lo
ue se ue
y lo ue se
aspiró a ser, entre la realidad
o etivada y la imaginada.
El xito del proceso de sociali ación de este modelo se mani estó en la
utili ación de categor as por diversos actores coloniales. Los su etos en
sus

disputa usaron
estrat gicamente las polaridades ue con ormaron el honor
deshonor o icial, descri iendo a sus rivales como individuos viciosos, violentos
y desvergon ados, en tanto consign n ase a s mismos como su etos honrados,
pac icos y de arreglada conducta.
olicarpo u i , gallego residente en Santiago, se presentó como hom
re de arreglada conducta, uen proceder, atento, y siempre
opuesto a toda
violencia y discordia . or
oposición, los hermanos Carran a, sus vecinos
de la calle San DiegoVie o, con uienes ha a discutido uertemente, eran
hom res naturalmente viciosos, violentos, y desvergon ados . La tendencia

ANHRA, vol. , pie a , s. y , .


ANHRA, vol. , pie a , s. v- , .
I
Op. cit, . v.
de estos ltimos a la violencia se
planteó predisposición natural ,
como una

circunscrita a su humor . or el contrario, olicarpo u i se representó


a s mismo como un hom re prudente , puesto ue actua a guiado por los
principios de la uena educación .

Conteniendo la violencia los es uer os por deslegitimar


la vengan a privada del honor

El modelo de honor deshonor o icial descansó so re dos pilares ue se hallaron


inextrica lemente unidos. or una parte, delineó una orma espec ica de
conducirse en la vida social, a ectiva y económica, en tanto ue, por otra, de
inió un modo determinado de reaccionar ante los con lictos interpersonales.
Decretó cómo vivir en la pa y cómo actuar en las discordias, cuestión ue

expl cito hasta u punto la violencia impregna a las estructuras cotidianas de


la sociedad chilena del siglo xvm. or ello, uno de los principales o etivos de
moderar el recurso la uer a v a resolutoria
este paradigma consistió en a como

de los desencuentros amiliares y personales por honor.


Estigmati ando la violencia y proponiendo el autocontrol se uscó desle
gitimar la pr ctica de la vengan a privada del honor , ue en las sociedades
tradicionales ue considerada un derecho y una necesidad irrenuncia le .
Desde esta perspectiva, la construcción del paradigma del honor o icial expresó
el lento y di cil proceso de monopolio de la violencia ue ven an llevando a
ca o los grupos de poder en las sociedades occidentales desde la creación del
Estado moderno. Ello se en el caso del Chile del siglo xvm, en los
tradu o,
es uer osdesplegados para encau ar la resolución institucional de los con lictos,
principalmente por la v a udicial.
Desde otro punto de vista, el ortalecimiento del honor deshonor o icial
respondió a una pol tica de disciplinamiento de las costum res, revestida
externamente por el velo de la cortes a. Re le ó uno de los vectores del pro
ceso de civili ación ue propugnó la represión de los instintos, expresando,
al mismo tiempo, el incremento de la presión ue los hom res e erc an so re
A ve , durante la segunda mitad
la conducta de sus
contempor neos . su

del siglo xvm, am os vectores reci ieron el impulso de un ideario ilustrado


cardinal del control de los impulsos.
ue entendió la ra ón como herramienta

La teor a de los cuatro humores asoció lo s uico a lo som tico y distinguió al col rico,
alsangu neo, al lem tico y al melancólico. sta surgió de la usión de la escuela gal nica con la
hipocr tica durante el edioevo. Claude Tomaste, La naturale a de la mu er , p. .
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
ieter Spieren urg ed. , en and Violence. Gender, Honor and Rituals in odern Europe and
America Tom s A. antecón, Lances de cuchilladas y usticia en la pr ctica en la Castilla del siglo
xvn Ro ert uchem led, La violence au village. Socia ilit et comportments populaires en Artois du
xve au xviie si cle Raymond Verdier dir. , La vengance. Etudes d ethnologie, d histoire et de philosophie.

Elias, El proceso..., op. cit, pp. , - .


Como se aló Ernst Cassirer, dentro del pensamiento ilustrado

la li ertad del hom re se anuncia y consiste esencialmente en el dominio


de la voluntad racional so re todas las excitaciones sensi les, los impulsos
y las pasiones .
de verdaderos represen
Ahora ien, ue anali ar la presencia o ausencia
m s
tantes de la Ilustración en Chile o la expresión de la misma en el m ito de las
re ormas or ónicas, nuestro inter s se concentró en o servar en u medida
determinados aspectos de esta corriente cultural moldearon la representación de
ortaleció el siglo xvm .
honor o icial ue se en

agentes del honor o icialviexon con malos o os las competencias ue au


Los
menta an o merma an el honor entendido como hom r a. Los insultos, gestos
deshonrar al rival y cooptar sus cuotas de honor
y violencias reali ados para
ueron perci idos como actos de temeridad y sinra ón . El honor o icial ru ,

por de inición, competitivo


no
y vio el orgullo como un
ue acarrea a
lastre
conductas cali icadas de atrevidas . Si orgullo
el lleva a a reivindicar el honor
ste de a ser suplantado por conductas con
propio con la sangre del adversario,
trarias ylegitimadas. Se ensal ó, por tanto, el o se uio y la docilidad revestidos
de cortes a, deslegitimando cual uier tipo de competencia cotidiana por honor.
Como la moderación de los impulsos violentos ormó parte del honor
diversas ueron las estrategias seguidas por los actores sociales con
o icial,
el in de o tener el avor udicial, present ndose como
su etos mesurados y
simples v ctimas de las provocaciones de unos otros alterados, iracundos y
desmesurados . Estas estrategias ueron empleadas tanto por las lites como
por su etos de la capa media. Ellos mostraron a su contraparte udicial como
hom res atrevidos y provocativos , ue actua an con temerario arro o
e
intrepide ocasionando pleitos en cuantos lugares han residido . Ante la
mirada de los ueces, las iniciativas de la violencia de an uedar encarnadas
en
contraparte, manipulando h ilmente los ideales ue in orma an tanto
la
la imagen ideal de hom re como la imagen mod lica de la sociedad. De este

Ernst Cassirer, iloso a de la Ilustración, p. .


So re las concepciones del ideario ilustrado, v ase Cassirer, op. cit. y Thomas unc ,
Historia social de la Ilustración. So re el desarrollo de tales nociones en el contexto chileno, en

particular a trav s de la e ectiva o supuesta tensión entre tradición y modernidad, v ase ario
Góngora, Estudios so re la historia colonial de Hispanoam rica, pp. - Sergio Villalo os, Tradición
y re orma en , Al redo o celyn-Holt, La Independencia de Chile. Tradición, moderni ación y mito,
pp. - . Un estudio so re los aspectos institucionales ue entra ó el despotismo ilustrado,

aun ue desde un
punto de vista descriptivo, se encuentra en Bar ier, Re orm and olitics..., op. cit.
ANHCG, vol. , . , .

Op. cit, s. , .
ANHRA, vol. , pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a , , .

ANHCG, vol. , . , ANHCG, vol. , . , ANHRA, vol. , pie a


, s. - , ANHRA, vol. , pie a , s. y v, ANHCG, vol. , . , .
modo, la uente udicial se mostró altamente intervenida, con sus testimonios
instrumentali ados y moldeados seg n las necesidades de las partes.
En muchos casos, la uer a del del honor o icial ue tal ue
paradigma
resultó di cil conocer cómo en e ecto ocurrieron los hechos de violencia. Es
m s, si stos ueron protagoni ados por individuos cali icados como in eriores
o, incluso, como
parte de la ple e o canalla , su asociación a conductas
violentas y descorteses ue autom tica. As lo dio a conocer el a ogado uan
Inocencio orales, representante de don Lucas Esco ar, en la uerella por
in urias interpuesta contra edro Gam oa y sus amiliares

Lo cuarto y en ue imploro toda la superior atención de VA es en lo

muy introducida ue se halla en las campa as de este reino esta especie


de provocaciones ue practican gentes incultas de ellas especialmente

para con las personas de distinguida calidad como lo es dicho mi parte,


sirvi ndoles de incentivo la a yección ue naturalmente les tienen y el
ser de a uellas mayores en n mero ue se estiman como due os de los
campos para morar en ellos continuamente y por carecer de a uel pol tico
comedimiento contri uye la uena crian a y so re todo por
ue ue las
m s veces se
uedan sin castigo circunstancias todas ue claman por la
m s severa corrección de estos reos
ue sirva de e emplo a otros .

pala ras giraron en torno a algunos de los tópicos recurrentes del


Estas
paradigma del honor de la civilidad. La apolog a de la uena crian a y del
pol tico comedimiento , como comportamientos mod licos, ueron presen
tados como rutos de un
proceso de educación. La educación de la naturale a,
de los instintos humanos, ue entendida como un proceso cultural, en el ue
se necesitó la ayuda del hom re para alcan ar la meta de la cortes a. Las
pala ras del a ogado recurrieron a la antigua dicotom a aristot lica entre
civili ación y ar arie, ue dividió a los hom res en educados y r sticos .
En ocasiones, esta escisión se re or ó a trav s de la vinculación entre ar arie

y animalidad, como ocurrió cuando un su eto se aló a otro ue era un mono


ue u entend a de cortes a . En el caso de la disputa entre Lucas Esco ar
y edro Gam oa, el a ismo entre civili ación y ar arie ue re rendado por
el imaginario mani ueo entre la ciudad, como agente de cultura y civili a
ción, y el campo, en naturale a y de la vida seg n los
cuanto escenario de la
instintos. Se evidenció, pues, una parado a en la cual las gentes incultas eran
a u llas cuyo tra a o consist a en cultivar los campos, pero no en cultivarse

ANHRA, vol. , pie a , s. v- , .


La utili ación de este recurso tam i n o servó
en ANHCG, vol.
se , s. - v, ,
ANHRA, vol. , pie a , . , - . La unión discursiva entre racionalidad ,
cortes a y suavidad en la orma de saludar, se o servó en ANHRA, vol. , pie a , s.
, vy v, .
los discursos de la civilidad, virtud de alta de
a s mismas. Seg n era en su

educación ue los r sticos


no eran
capaces de moderar sus instintos, yendo
de provocación en
provocación.
Las pala ras del representante de Lucas Esco ar no sólo expresaron es
la lite ante los peones,
tereotipos y pre uicios sino, asimismo, los temores de
hacia los sectores populares de la sociedad.
ga anes, la radores y, en
general,
Se perci ió su peso num rico -eran, como consignó la uente, mayores
en n mero - y las li ertades ue asumieron en espacios a iertos y menos
controlados por la autoridad. ue por ello ue all donde la disciplina de la

ley m s precaria, la pol


era tica del autocontrol de a imponerse, adornada,
eso s , de los atav os de un honor ue le otorgara su iciente atractivo para ser
asumida por los su etos populares. La ecuación honor-orden-sosiego, se convirtió
en un lugar com n dentro de la representación o icial de honor. sta se plasmó
en diversos discursos ue propugnaron los ene icios de una ideali ada pa
social asada en la armon a entre vecinos.
El estado de armon a, expresado en m ltiples sentencias udiciales, cons
tituyó uno de los ienes mod licos del paradigma de la civilidad y, como tal,
sólo pudo o tenerse a trav s de un progresivo incremento de la autocoacción
individual . Si el re erente era la moderación y la uietud, internamente de a
li rarse com ate contra el genio violento , la voracidad y la precipi
un

tación , tendiente a
reprimir estas disposiciones naturales . De ah ue uese
tan recuente hallar en los documentos udiciales la tensión entre los impulsos
y la ra ón, entre los sentimientos de ira, cólera u orgullo y la compostura .
Dicha lucha expresó la disputa entre dos códigos de honor su yacentes.
or una
parte, se encontró un honor construido so re
lógicas de contención
-el honor o icial- y por otra se halló un honor de la expansión y la a undancia

El estado de armon a consistió en una visión ideal de la convivencia hacia la ue tendieron


diversos es uer os y a la ue apelaron numerosas voces desde las es eras del poder. Se procuró ue
las di erencias entre vecinos no dieran m rito a pleitos ni di erencias sino ue se de e proceder
con
uietud y sosiego, guardando los vecinos unos con otros uena armon a ue no d lugar a

malos tratamientos por ser con orme a la usticia . ANHRA, vol. , pie a , . , .

ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANH

CG, vol. , . v, ANHCG, vol. , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. ,


v, y , ANHRA, vol. ,pie a , s. , - v, ANHRA, vol. , pie a , .
v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v, .
As lo expresó, por e emplo, el testimonio de os Antonio rieto, uien a o eteó e in u
rió de pala ra Diego
a de Gu m n ue si ve ha contestado las provocaciones con
ue le han
insultado de un modo menos moderado am s se ha excedido sin ser antes excitado y movido de
unos
impulsos primeros de la sangre de ue no ha podido resistir, o rando la cólera sin consulta
del entendimiento ni de la voluntad ue la prue a es su inmediato arrepentimiento y pesar y ue
a n en el caso presente lo ha mani estado de la manera m s atenta y sumisa suplicando a la parte

uerellante desista e indulte con generosidad a un amigo ue est pronto a darse la m s cumplida
satis acción ue no es capa de guardar rencor con nadie y especialmente con personas ue ha
estimado con predilección . ANHRA vol. , pie a , . v, .
vinculado a la exacer ación de la virilidad. El primero de ellos ue el ue re

se ó despectivamente los gritos como voces alteradas , desacompasadas ,


iracundas y descompuestas y el ue, a su ve , ue ti endo negativamente
los impulsos hasta ue con ormaron anti-valores en un modelo mani ueo de
oposiciones conductuales presentadas como imperativos ticos . As , al genio
violento y a la voracidad se le opuso la moderación y el sosiego , reves
tidos como cortes a , crian a y decencia . Estas oposiciones, valoraciones
ticas y contravenciones al paradigma operaron seg n el modelo siguiente,
ue
ha sido construido en ase a los conceptos invocados en los discursos udiciales.

Diagrama N
ODELO CONDUCTUAL SEG N LA RE RESENTACIÓN O ICIAL
DE HONOR DESHONOR

Conducta TICA ENTE VALORADA Conducta ticamente negativa

oderación esura Docilidad Orgullo Ira Alteración

Sosiego O se uio Voracidad Desmesura Desvergüen a


rudencia Vergüen a ordacidad rovocación Genio violento
Ra ón recipitación Sinra ón

Resigni icados en la representación Resigni icados en la representación

o icial de honor como o icial de deshonor como

Crian a ala crian a


Decencia Indecencia
Comedimiento Descomedimiento
Cortes a Descortes a
Atención Desatención
Ama ilidad

O etivo social anhelado Situación social temida

Armon a Con lictos

erpetuación erar u as Trastorno erar u as

ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , v,


ANHRA, vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , s. - v, ANHRA, vol. ,
pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . v, .
odelos como stos respondieron a los es uemas conductuales ideales,
construidos en las mentes de algunos actores coloniales. Ellos ueron cons-
tructos ue expresaron representaciones m s ue pr cticas
paradigm ticos
e ectivas. La dualidad de las conductas all expresadas se explicó por su
inserción dentro de un sistema de valores. stos siempre se presentaron en

polos antagónicos, lo ue explicó la rigide del sistema a u exhi ido. As ,


la polaridad de los valores es el desdo lamiento de cada cosa valente en un
aspecto positivo y un aspecto negativo , conocido como disvalor .
El es uema a u es o ado sirvió de ase para interpretar los comporta
mientos propios y a enos, signi ic ndolos ya sea positiva o negativamente,
seg n los intereses de los su etos. Don Antonio Herrera, en uerella por

in urias contra Nicolasa Bas ue , representó la conducta de su contraparte


acudiendo a este es uema valorativo

se ha de servir la superior usti icación de VS de condenar as a la re erida


Nicolasa como a su marido y dem s dom sticos
las m s graves y severas en

penas en
ue por uero y derecho han incurrido por las in urias ue p li
camente nos han irrogado sin otro m rito ue el de su voracidad, violencia y
precipitación sin ue se de en esta gente la menor crian a ni manchado ue
de e guardar con las personas ue por su calidad y uenos procedimientos
son acreedores a ello. Desde el
tiempo ue la re erida Nicolasa entró en
calidad de sirviente en la inca del enunciado don Diego Contador no
han cesado las rencillas e in uietud ue con su genio violento, ocasiona sin
manchado para ella se li re de la mordacidad .

Antonio Herrera re rendó la posición social de la mu er -supuestamente


una criada- re iriendo sus lacras conductuales. La idea com n ue un a estas
allas era la alta de contención de los impulsos, los
ue eran catalogados como
precipitados , violentos , voraces y mordaces . Nicolasa, en opinión de
su
contraparte, carec a de prudencia y moderación. Sólo exhi iendo estas
cualidades podr a acceder a la uena crian a .

Resigni icando la dominación y la sumisión


a la autoridad

El estado social armónico perseguido por medio del honor o icial tendió a
perpetuar un modelo social espec ico. Este paradigma ue til a los intere
sesde los grupos dominantes en la medida ue el respeto a las erar u as y
precedencias de los superiores tnicos y sociales pod a ser
recompensado
con el ene icio social de la honra. De este modo, el honor o icial resigni icó

«en
errater, op. cit, tomo rv, p. .
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, El destacado es nuestro .
la dominación y la sumisión a las lites como cortes a y vergüen a . All
donde honor y vergüen a estuvieron vinculados, stos constituyeron valores
ticos, con ormando la virtud y sustentando la reputación .
Seg n la perspectiva antropológica, el honor como vergüen a y, por tanto,
en cuanto valor tico, ue
producto de la educación y estuvo con ormado por la
honestidad, la lealtad y el cuidado de la reputación . En el escenario chileno
del siglo xv n se o servó ue unto a estos valores, cilmente reconoci les
entre los documentos udiciales, se sumó el respeto a las erar u as. Esto dio
cuenta de una h il manipulación del concepto de honor por los grupos
pri
vilegiados, uienes uscaron sellar las ases de su precedencia insertando la
o ediencia y el rendimiento a sus personas dentro del código tico del honor
o icial En dicho contexto, las irreverencias y desacatos a los superiores sociales
se
interpretaron como desvergüen as , del modo ue un testigo cali icó la
actitud ue tuvieron las mulatas Car allo hacia una
mu er de lite

ue etrona Car allo hermana de dicha aula


alta a al respeto de ido a
la dicha do a aviera in uri ndola con
desvergüen as y lo pro irió a don
Ale andro Salamanca halla a presente, por ha erle mandado se
ue se

contuviese, y en tal grado se desvergon a a, ue dio m rito a ue el declarante


le agarrase de una mano para echarla a la calle, pues ya no se pod a su rir
la tropel a de desvergüen as ue voci era an una y otra mulata con nota le
esc ndalo, por la distinción de personas .
Las pala ras con las ue el corregidor a artu inició el auto ca e a de
proceso contra las mulatas, expresaron ue lo reprocha le de la conducta de

En la medida ue honor y vergüen a de an de ser sinónimos, pierden su valor tico y


comien an a
distinguirse seg n el g nero de los
su etos ue apelan a ellos. As , la vergüen a
mu eril, tomar a la orma de encogimiento, sonro o y timide , actitudes incompati les con la
conducta varonil. or su parte, el honor masculino, ue ya no e uivale a vergüen a, se entiende
como simple matona e . El t rmino vergüen a presenta diversos matices
y acepciones. As , por
e emplo, es posi le distinguir una vertiente de vergüen a como pure a sexual y recato emenino
y otra vertiente como deshonor o desvergüen a, en cuanto aceptación de la humillación. En el
ltimo caso, esa situación era cali icada como ticamente negativa. uli n itt-Rivers, Honor
y categor a social , pp. - . El Diccionario de Autoridades evidenció m ltiples acepciones de la

vergüen a . La re irió como pasión ue excita alguna tur ación en el nimo por la aprehensión
de alg n desprecio, con usión o in amia ue se padece o teme padecer, dando muestras de ello en
el rostro, especialmente con el color . Tam i n se la consignó como el pundonor o estimación
de la propia honra . Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo rv, p. . So re la
primera acepción v ase Al orno , Um rales sensi les... , op. cit.
V ase el interesante es uema reali ado por itt-Rivers, Honor y categor a... , op. cit, p. .

Desvergüen a s.s. Descomecümiento, atrevimiento, inmodestia, li ertad demasiada .


Desvergon ado ue a uel descomedido, descarado e insolente . Real Academia, Diccionario ie
Autoridades, op. cit, tomo ni, p. . ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol.
, pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. ,
pie a , . , - .
ANHRA, vol. , pie a , s. v- , El destacado es nuestro .
stas consistió en ha erle altado al respeto a
do a aviera Aguirre, vulne
rando el acatamiento ue de en tener seme antes personas con las de me or
calidad desvergüen
. Las as e uivalieron, por tanto, a desacatos . stas
desde la visión de las autoridades,
transgredieron las erar u as ue sosten an,
el orden social.
Ahora ien, no ue su iciente disciplinar y corregir sicamente a los escla

vos, castas o
espa oles po res cuando asumieron actitudes insolentes hacia
las lites. Tampoco astó con escandali arse ante tales sucesos y reprimir a los
in ractores de las erar u as. Durante el siglo xvm ue necesario insertar los
lineamientos del respeto a o el código tico del honor. Desde la perspectiva de
las autoridades, los su etos u icados uera de los c rculos de las lites pudieron
acceder al honor en la medida ue se inscri iese en su versión o icial, la ue
entendió la vergüen a -en su vertiente de valor tico- como acatamiento y
su ordinación a los superiores. Desde esta perspectiva, la alta de respeto a los
grupos dominantes comen ó a ser cali icada como una desvergüen a ue
implicó la deshonra de uienes transgredieron los órdenes sociales. Sólo los
locos o los decir, a u llos privados de ra ón, pudieron arriesgarse
e rios, es

a
perder su honor insolentando
a los
superiores sociales .
Dentro de la categor a in urias ver ales a la conducta constatada en los

procesos udiciales por in urias y calumnias, se o servó la presencia de los t r


minos desvergon ado a y atrevido . El sentido ue stos exhi ieron remitió
al universo conceptual de transgresión de las erar u as sociales. Dentro de la
categor a in urias a la conducta , las o ensas ver ales en cuestión alcan aron el
. Estos t rminos ueron conceptuados por sus destinatarios
como a rentas a su honor, en ra ón de lo cual enta laron
uerellas por in urias,
calumnias o am as. En cam io, ue interesante constatar ue las mismas pala
ras no ueron representadas como agravios al honor dentro de los procesos

udiciales por heridas, lesiones y homicidios . Esto dio cuenta, una ve m s, de


las di erencias existentes entre los diversos hori ontes de honor del Santiago del
siglo xv n. Dentro de la representación de honor como hom r a, ue estructuró las
din micas de vengan a mani iestas en el ltimo tipo de uicios, el respeto y la
sumisión a los superiores sociales no de inieron patrones de conducta mod lica.
En cam io, para el honor o icial, ue moldeó uertemente los discursos de los ui
cios por in urias y calumnias, estos ideales conductuales ueron determinantes.
La representación de honor vinculada al respeto de las erar u as ue un

código de conducta aplica le a toda relación interpersonal en la ue existieron

ANHRA, vol. , pie a , . , .


ANHRA, vol. , pie a , . v, .
ANHRA, vol. , pie a , . , . La misma utili ación de la vergüen a en

ANHRA, vol. , pie a , . , .


uente categor a in urias a la conducta en la ta la N de los anexos.

uente ta la N de los anexos.


di erencias en las posiciones sociales relativas de los su etos. De este modo,
la versión o icial de honor contri uyó a re or ar las divisiones estamentales,
a
perpetuar los imaginarios de las erar u as, construyendo o ortaleciendo
nuevas di erencias estamentales en todos los espacios sociales. Ya no se trató
nicamente de participar honor, del rindiendo las
pleites as re ueridas por
las lites, sino asumiendo una actitud o ediente y respetuosa respecto de los
su etos ue reclamaron reverencia en virtud de la m s leve precedencia social.
Si ien no siempre existió acuerdo so re las reivindicaciones de prioridad, en
ciertos casos, cuando las di erencias ueron evidentes -como ocurrió dentro
de las erar u as de los
gremios de artesanos-, parte del honor personal se
asentó en el reconocimiento y rendimiento a los superiores. se ue el caso
del maestro de sastrer a os Larra n, uien de inió su identidad a partir de
la noción de hom re honrado , pasando luego a de inir sus componentes

si sa en y tienen experimentado ue soy hom re honrado, apartado de


uimeras, ue a
ninguno alta mi pol tica atención y rendimiento, y so re
todo puntual en la o ediencia y acatamiento de todas las órdenes y pre

ceptos de mis superiores .

os Larra n ha a vulnerado uno de los


pilares ue el honor o icial ha a
de inido para a u llos u icados en posiciones dependientes, a sa er la o e
diencia y acatamiento de los mandatos de los superiores. Indignado por el
excesivo monto de la prorrata exigida por Tadeo Hidalgo, maestre mayor
del gremio de sastrer a, con el in solventar los gastos de los arcos
ue repre
sentar an al gremio en la procesión del Corpus Christi, os Larra n expresó

p licamente su descontento asumiendo con ello una actitud insumisa. De


ah su necesidad de re atir dicha imagen ante los oidores, apelando al modelo
del in erior sometido y sumiso, actitud ue seg n este ideal tam i n de ió
caracteri ar la relación entre o iciales y maestros artesanos .
Si el honor de a u l u icado en
erar u as in eriores se asó en el respeto
a
superiores, inversamente, la con iguración del honor de estos ltimos se
los
sustentó en la sumisión de sus su ordinados. De este modo, el modelo resulta a

pr cticamente inviola le, pues el honor de cada uno depend a de la relación de


dominación-dependencia esta lecida entre las partes. De este modo, el an lisis
del honor o icial nos relacionó con el plano de las representaciones mentales
de la dominación en el mundo colonial chileno. La orma ue tuvieron los
grupos superiores para sustentar su autoridad ue reproduciendo a escala en
todos los niveles sociales el siguiente es uema de relaciones interpersonales

ANHRA, vol. pie a , . , - .


So re la actitud ue o iciales y aprendices de ieron asumir con sus maestros, se indicó

han de pro esar atención, veneración y a n su ordinación . Op. cit, . v.


ue respeto, y una
Diagrama N
RELACIÓN ENTRE HONOR O ICIAL Y RE RESENTACIÓN
DE LA DO INACIÓN-SUBORDINACIÓN

Superior er r uico In erior er r uico

Honor como o ediencia y respeto Honor como o ediencia y respeto


del in erior
O al superior

Deso ediencia del in erior Deso ediencia al superior


como desaire como deshonra

As lo indicó Tadeo Hidalgo, mayor del gremio de sastres de la


maestro
ciudad de Santiago en . Aludiendo a la deso ediencia de os Larra n,
se aló mas no uiso o edecer por ue parece han hecho ra ón de estado
desairarme . El desaire -ultra e y desatención- implicó el menosprecio de
la persona de Tadeo Hidalgo y, por tanto, una transgresión de las erar u as.
Inversamente, dentro de la representación o icial de honor, el acatamiento a su

autoridad como maestro mayor constituyó el sustento del honor de Hidalgo.


or otra parte, las pala ras del sastre insumiso, os Larra n, apelaron a

otros de los elementos


constituyentes o icial. del honor
apartado El vivir de
uimeras implicó una actitud pac ica, renuente a la violencia. Las uimeras
o
pendencias ueron, a los o os de los agentes mon r uicos, un mal end mico
en uistado en los tra a adores manuales y los su etos populares. Un lastre ue
ha a ue erradicar, controlando, disciplinando, pero tam i n persuadiendo
a la
po lación. Esto ltimo se logró valorando positivamente la mesura y el
sosiego, resigni ic ndolos como comportamientos honora les ue enaltecieron
a
uienes los practicaron.
El maestro de sastrer a, uien por cierto no pertenec a a los sectores po
pulares, pero ue en ra ón de su o icio se relaciona a con pardos y mulatos
ue ocupa an los rangos medios e in erar u as de artesanos, se
eriores de las
trans ormó en mediador cultural del honor o icial ltimos
entre estos . ste
validó el imperativo del autocontrol, consign ndolo como pr ctica mod lica
y re rend ndolo en escenarios sociales distantes de los c rculos elitarios. En

ANHRA, vol. pie a , . , - .


El proceso udicial por in urias entre Tadeo Hidalgo y os Larra n incluyó una valiosa lista
de todos los o iciales del gremio de sastrer a. Hacia existieron ochenta y siete en la ciudad
de Santiago. Op. cit, s. - v. So re los gremios de artesanos en general, v ase Guillermo

Seymour, Los gremios de artesanos en el Chile colonial Una aproximación al o icio de la sastrer a
a trav s de la historia de tres sastres, en Emma de Ramón, uan Chico de e alosa, Se asti n
de Iturrieta y art n Garda. Tres sastres en los al ores de la industria santiaguina - .
ara el caso espa ol, v ase o o, op. cit. So re el concepto de mediador cultural v ase Ares y
Gru ins i coord. , op. cit
consecuencia, las actitudes ue ste asumió p lico de recep
contaron con un

ción con ormado, al directamente, por aprendices, iciales y maestros


menos o
se relacionaron, a trav s de
artesanos ue os Larra n, con la representación
o icial de honor. Ello dio cuenta del papel gravitante ue desempe aron los
sectores medios en la circulación de las diversas representaciones de honor.
El paradigma del autocontrol, de la represión de los impulsos propia de un
programa de civili ación, coincidió por a uellos a os con el ideario ilustrado.
Se ha se alado ue el despotismo ilustrado en el escenario colonial americano
se
tradu o en una serie de pol ticas ue incrementaron el control e ercido so re
lapo lación . No sólo se expresó a trav s de re ormas administrativas ue
acercaron el
poder del Estado a los actores particulares sino ue, asimismo,
por medio de normativas ue uscaron erradicar costum res, uegos y tipos
de socia ilidades consideradas irracionales, r aras y, por tanto, or genes de
desorden y de peligro.
La parado a de la Ilustración en suelo americano consistió ue unto en

a sus es uer os por moderni ar, re ormar e ilustrar a la


sociedad, su pol tica
progresista generó una reacción a avor del tradicional orden estamentario ,
perpetu ndolo por diversas v as . Sus lógicas en e ecto entra aron una
pro unda descon ian a hacia las masas, no sólo consideradas peligrosas sino,
tam i n, incapaces de vivir a o los imperativos de la ra ón y del autocontrol .
unto a ello, la documentación anali ada expresó los es uer os sistem ticos
reali ados por algunas autoridades y a ogados por compeler los impulsos
de las masas a o los imperativos de un honor o icial asado en la uena
conducta , la moderación , la cortes a y el respeto a los superiores. or
una
estrategia utilitaria, estas autoridades y letrados permitieron a los actores
populares constituirse en
su etos de honor a cam io de sumisión y mesura.
or cierto, no todas las autoridades se vieron implicadas en la sociali ación de
la pedagog a del autocontrol ue tuvo como recompensa el dis rute del honor
o icial. Algunas se uedaron en las reconvenciones o en el disciplinamiento a
la uer a de las masas, sin promover este paradigma de honor.
Diversas sentencias udiciales instruyeron a los d scolos, violentos e irres

petuosos a
guardar respeto y uena pol tica hacia sus
superiores sociales .

León, Reglamentando... , op. cit. ara el caso mexicano, v ase Vi ueira, op. cit.

Vi ueira, op. cit, p. .


ean Sarrailh ha anali ado la visión peyorativa ue los escasos ilustrados espa oles tuvieron
respecto de las masas, integradas seg n ellos por su etos apegados a tradiciones irracionales, ue

carga an con el peso de la rutina . El ue dentro de a uella masa ignorante y supersticiosa se


insertara no sólo el pue lo sino, tam i n, sectores ue poseyeron ri ue a e in luencia, expresó el
car cter exclusivo del movimiento ilustrado ue en el escenario espa ol se restringió a unos pocos

pensadores y ministros. ean Sarrailh, La Espa a ilustrada de la segunda mitad del siglo xvni, pp. - .
Sentencia dictada por los oidores en el a o . ANHRA, vol. , pie a , . , .
El corregidor Luis anuel de a artu instó al pardo y o icial de apater a ascual eledón, a
moderar su conducta y operaciones so pena de ser condenado a uno de los presidios del reino.
Ha a protagoni ado una ri a por los avores de una mu er. ANHCG, vol. , s. - v, .
Estas voces, veh culos de civilidad y contención, no llegaron a o dos sordos.
or el contrario, ueron atendidas e instrumentali adas por su etos ue vieron
en ellas los discursos ue las autoridades desea an escuchar. Es por ello ue en
diversas ocasiones ue posi le hallar a
espa oles, mesti os o mulatos apelando
al paradigma del autocontrol, haya sido para reivindicar su conducta -como lo
hi o el maestro os Larra n- o para cali icar el proceder de los dem s, como
ocurrió con la mesti a Antonia Cerda.
La mesti a Antonia, testigo de un proceso por in urias, cali icó como des
atenciones y atrevimientosla actitud asumida por unas esclavas contra la
espa ola Ventura S nche . La primac a social de la ltima no sólo se unda a
en su espa ol a sino, a su ve , en su matrimonio con el procurador rancisco
Reg s eregrino . Al entender la disputa como una transgresión de las erar
u as ue asegura an el orden colonial, Antonia asumió el papel de receptora
y emisora de la representación de honor ue las autoridades reservaron a los
grupos populares. Su recurso al voca ulario caracter stico del paradigma del
honor-civilidad, reali ado dentro del escenario udicial, constituyó una h il
estrategia por una mesti a ue supo cómo, ante ui n y en u circunstancias
apelar a uno u otro universo conceptual de honor.

El honor del mulato y del yerno del Conde

La representación de honor ue los agentes de usticia propusieron a los grupos


medios y populares tuvo por o etivo ue stos contuvieran sus supuestas ten
dencias naturales al vicio y la violencia. or ello, los elementos ue integraron la
representación o icial de honor, construida para los tra a adores manuales, ueron
ustamente a u llos ue los grupos superiores uscaron inculcar a la po lación.
Los pre uicios respecto de la naturale a violenta y viciosa de los su etos
populares llevaron, en ocasiones, a a ogados y ueces a re erir el honor de
stos sólo en t rminos de negaciones de las conductas repro adas. Se acudió
a
circunlo uios cuando se uscó reivindicar el proceder de su etos cuyos pro
cedimientos supuestamente se halla an en uistados en los vicios y las malas
costum res.
As , cuando se uscó reivindicar la imagen de os de la Cru C spedes,
peón de la Casa de oneda, hom re casado, pero vinculado il citamente auna
sirvienta, se lo de inió como un varón sin el menor vicio alguno de e ida,
discordia ni extracción la menor , el ue am s ha cargado arma alguna .
Era tan di cil caracteri arlo lisa y llanamente en t rminos positivos en lu
gar de negar su a ición a la e ida, a las ri as y a los hurtos? or cierto, ste
carga a con los estigmas derivados de su extracción social y, a n m s, con la

ANHRA, vol. , pie a , . , .


m cula de ha er herido recientemente al licenciado don
os Hilarión de la
ontecilla, amo de la criada amance ada al peón, cuando intentó poner in a
los encuentros amatorios. A in de cuentas, en pala ras del licenciado y de su
a ogado, el peón pertenec a a la m s vil y soe canalla del pue lo , negando
de este modo cual uier acceso a alg n hori onte de honor .
unto a estas voces
despreciativas, ue sólo propusieron la coerción de la
ple e a trav s de medios violentos y represivos, coexistieron otras ue uscaron
aleccionarla en las actitudes re ueridas por los representantes de la monar u a.
Estas voces ormularon estrategias de persuasión de los grupos pop lales,
trans orm ndolos en o eto de un honor de la uena conducta y la sumisión.
As , el procurador de po res, en representación de os de la Cru C spedes,
unto con negar la presencia de algunos de los vicios com nmente perci idos,
aludió a ciertas caracter sticas positivas ue con ormaron el honor del peón.
stas en la
consistieron humildad , la atención y la o ediencia . ue
determinante ue las tres actitudes aludieran a la sumisión a los
superiores y
al re or amiento de las erar u as de dominación. El honor o icial reservado

para peón apeló a lo a o, pues ste pudo ser su eto de honor en la medida
un

ue permaneciera en un lugar de in erioridad y de dependencia o ediente a


sus
superiores. or ello, el honor o icial estuvo en a ierta contradicción al honor
como hom r a
ue para el mismo su eto delineó actitudes orgullosas y viriles,
ue tuvieron en la uer a sica el principal medio de o tención de la prioridad.
Ahora ien, la humildad intr nseca del honor al ue el peón pod a aspirar
se utili ó de
igual orma para caracteri ar la actitud ideal ue de a asumir
don os Antonio Arma a, yerno del conde de la Con uista. Acaso se es
pera a ue un su eto de lite, emparentado con uno de los pocos no les del
reino, adoptara una e uivalente a la del peón? El recurso a
conducta sumisa
las mismas categor as para dispares respondió a los o etivos de las
actores tan
autoridades de sociali ar el modelo de orden social rese ado en el diagrama
N . De acuerdo con ste, los o etivos sociales anhelados ueron la armon a
y la perpetuación de las erar u as. Y lo ue ha a ocurrido tanto en el caso
de os A. Arma a como de os de la Cru C spedes, era ue am os ha an
vulnerado dicho orden. El primero lo hi o al levantar la vo
y perseguir con
una
espada a un hom re ue, como l mismo anotó, era su
superior por su
t tulo de Castilla, sus
dignidades militares y por el m rito de antepasados .
sus

El segundo, en tanto, transgredió las erar u as no sólo in uriando de pala ra


a un licenciado sino ue, asimismo, propin ndole un garrota o en la ca e a.
Am as actitudes constituyeron contravenciones alas erar u as y, como tales,

ANHRA, vol. , pie a , s. y , - .


Op. cit, s. , .
El conde de la Con uista concluyó argumentando de la grande distancia ue hay de Dn.
os Antonio Arma a a conde de la Con uista crece la o ensa, se aumenta la in uria . ANHCG,
vol. , v, .
ueron caracteri adas a trav s de los t rminos desarreglados procedimientos ,
desacatos , desa ueros , ino ediencias , atrevimientos , desvergüen as ,
escandalosas violencias incorregi ilidad
e .
inculpados desea an verse li res de toda condena, am os de an
Si los
ser
presentados como su etos totalmente ce idos al paradigma del control de
la conducta, explicando sus actos violentos como sucesos ortuitos causados
en la ira o en el consumo de alcohol .
por la privación de la ra ón, originada
Ello hi o evidente, una ve m s, el la
papel gravitante ue desempe ó usticia
en la
pedagog a del autocontrol. ue de com n conocimiento ue ante ella
los su etos inculpados de ieron amoldarse al paradigma de autocompulsión
ue sta procuró sociali ar tanto entre los no les como entre los peones. No
olvidemos ue las lites, im uidas a n de un orgullo de lina e, estuvieron
prontas a sacar la espada y vengar su honor con la sangre del insolente,
desa iando el poder de la usticia y el ideal de la convivencia armónica .
El discurso ue la de ensa de os A. Arma a presentó ante la usticia
para usti icar su transgresión se mostró a eno a preocupaciones no iliarias
y a elucu raciones en torno al lina e. La nica re erencia a un honor de ca
r cter estamental ue la a irmación de su matri hereditaria uien nac a con

honor, sent a su
p rdida. Las restantes aseveraciones se asimilaron m s ien
a un tratado de las uenas costum res. Ellas re irieron el actuar del inculpado
seg n los par metros de una conducta mod lica ue por cierto contó con el
enepl cito de los receptores del mensa e. La venia de los ueces procuró
o tenerse exagerando la humildad y uena conducta del yerno del Conde.
al ue mal, se trata a de un hom re ue ha a amena ado con su espada a
un no le, o lig ndolo a re ugiarse en orma indigna en la ltima ha itación
de su morada

ANHCG, vol. , s. v, , v, , v y v, ANHRA, vol. , pie a ,


s. vy v, - .
Al respecto ue interesante la usti icación ue reali ó os A. Arma a, se alando ue durante
m s de un d a actuó privado de s mismo. La cólera originada en las amena as de su suegro, uien
le se aló lo har a amarrar
por los esclavos, ha r a nu ladouicio, haci ndole olvidar todo lo
su

ocurrido despu s de la noche de los incidentes. Seg n esta h estrategia udicial, os A. Arma a
il
ha r a olvidado los intentos ue reali ó para asesinar al Conde al d a siguiente, como consignaron
los testigos de este ltimo. s all de la arti icialidad del recurso, ste permitió o servar ue, seg n
la mirada del per odo, la ra ón y el uicio permit an moderar los instintos de vengan a y contener
las acciones. ANHCG, vol. , s. , y , . or otra parte, os de la Cru C spedes ue
sólo uno de los cientos de hom res ue trataron de usti icar sus acciones violentas ante la usticia
en ra ón de la e riedad. sta consistió en una estrategia ampliamente conocida por los ueces y
ue se
expresó discursivamente a trav s de los
conceptos estar privado o e rio de la ca e a ,
ueriendo representar la pertur ación de las acultades racionales, encarnadas sim ólicamente
en la ca e a. ANHRA, vol. , pie a, , . v, - . En otro proceso udicial se aludió al
estado de intemperancia de los orrachos, cuando un su eto se aló ue no esta a para tratar con
hom res ue no esta an en su uicio . ANHRA, vol. , pie a , . , .
**
ANHRA, vol. , pie a , .
Lo segundo,
ue despu s de no ha erse usti icado la provocación ue
se
supone por medio de a uellas voces y pala ras descompuestas, se
hace impersuasi le seme ante lance en un su eto como mi
parte, os
Antonio Arma a de genio humilde, uieto e inaltera le, a menos
ue proceda
alg n intolera le golpe en su honor ue como nació con l, sa e sentir
su
p rdida en un su eto vuelvo a decir canoni ado de prudente, paciente, y
ama le, en el empleo ue e erce desde septiem re de , sin ue amos haya
tenido la menor contienda con alguno de la innumera le multitud ue de
este y otros reinos entran en la Real Aduana, sin em argo de la variedad
de genios y naturale as, y no o stante ue cada d a se presentan ocasiones
en
ue pudiera mani estar alguna alteración o menos docilidad, mayormente
revestido de la autoridad ue acompa a a su empleo, y por el contrario
cuantos individuos le han comunicado all y en toda la ciudad, viven muy
satis echos de su trato, arreglada conducta y notorios cristianos procedimiento m .

Las pala ras anteriores repararon en la distinción entre una conducta ue


pudo desplegarse li re y naturalmente -expresada en el genio y naturale
a particular de cada individuo- y otra moldeada por la educación. Sólo se

llegar a a ser un hom re canoni ado de prudente en la medida ue la ra ón,


a trav s de una acción
pedagógica, moldeara las costum res. La as llamada
en el discurso del honor
uiciocidad -inserta o icial construido para el peón-
expresó importancia ue se otorgó a la ra ón como gu a de la conducta en
la
la segunda mitad del siglo xvm. or consiguiente, se ensal ó la imagen del
hom re de cordura, re lexión y peso , ue ue el re erente por excelencia del
Siglo de las Luces . Si ien en la actualidad la pala ra ra ón no se entiende
un vocamente, ocurrió as para los ilustrados. Como planteó Ernst Cassirer,
no

el siglo xvni est saturado de la creencia en la unidad e invaria ilidad de la


ra ón. Es la misma para todas las pocas, para todas las culturas .
De ido a ue la ra ón no se origina a en las disposiciones naturales del
ser educada a trav s de un es uer o pe
hom re, se entend a ue ella de a
dagógico ue algunos pretendieron extender hasta los mismos peones, como
se ha o servado en el caso de
os de la Cru C spedes. De este modo, estos
lineamientos conductuales de ieron guiar tanto al tra a ador manual como
al yerno del conde de la Con uista en un gesto igualitario cuyas implicancias
ue necesario anali ar.

expresión hom
La re de cordura, re lexión y peso ormó parte de la
argumentación con la ue el conde de la Con uista uscó desprestigiar a

ANHCG, vol. , s. v- , El destacado es nuestro .


Op. cit, . v.
Ernst Cassirer destacó la relevancia de la educación en el proceso de ad uisición de
la ra ón. Ello la
explicó concepción de la misma dentro del honor o icial del siglo xvm chileno,
como ideal ue pod a o tenerse producto de la asimilación de un modelo conductual emenino
y masculino. Cassirer, op. cit., pp. , .
su
yerno. A trav s de ella, ateo de Toro y am rano rese ó la conducta
mod lica en la ue no se inscri ió el proceder de os A. Arma a. El n cleo
de su estrategia consistió en re erir las acciones violentas de su contraparte,
represent ndolo como un hom re a andonado a sus instintos, a eno al para
digma de cordura, re lexión y uicio valorado en el am iente ilustrado. Su
la
yerno, seg n ateo de Toro y am rano, no era un hom re capa de pensar ,
as como tampoco de moderar y reprimir sus acciones . stas lo acerca an
m s a la imagen de un r stico -como la del peón os de la Cru C spedes
o la del la rador edro Gam oa, a uien aludimos a inicio de este cap tulo-,
a la de un hom re educado
ue y cort s.
Dentro de los c rculos de las lites y autoridades existió una extendida
representación de los su etos populares como hom res violentos y guiados
por los instintos. En ellos se encarnaron los lastres de una corriente cultural
o sesionada con la ra ón, ue tendió a representarlos como personas apegadas
a tradiciones vetustas,
supersticiosas y rutinarias ue no hac an m s ue con
travenir las novedades de los tiempos . Estas novedades convergieron, para
los letrados ue vieron los procesos udiciales, en el uso de la ra ón como gu a
de la conducta. Eso explicó ue la estrategia del Conde uese tan h il como
a yecta inscri iendo el actuar de su yerno en el m ito de lo instintivo no sólo
lo marginó del uso de la ra ón sino ue asimiló su actuar al de los peones y r sti
cos. Se mani estaron as los ecos del movimiento ilustrado ue no se limitó a las
re ormas institucionales, sino ue terminó moldeando re erentes conductuales.
Los ideales ilustrados
determinaron, desde la perspectiva de los agentes
udiciales, la representación de honor a la ue el peón ten a acceso. Eso ex
plicó ue la argumentación del a ogado de os de la Cru C spedes uscase
contravenir la imagen de ste como su eto a andonado a los instintos. El

uicio ue de a guiar la conducta del peón era entendido como sensate ,


prudencia y re lexión , elementos ue contri uir an a la resolución pac ica
de los con lictos . Esto ltimo resulta a imprescindi le en la medida ue el
paradigma o icial de honor usca a contrarrestar la tendencia a la violencia
de las castas . Entre todasellas, los mulatos ueron uienes cristali aron las
opiniones negativas respecto del genio irasci le y desmesurado de los su etos
me clados . De ah la necesidad de se alar hasta el cansancio, para reivin-

ANHCG, vol. , . , . Una argumentación similar ue enunciada por don


Domingo de la Cru del Castillo, a ogado de la Real Audiencia, en el a o . El letrado, unto
con
apelar al modelo de la prudencia y moderación para cali icar su proceder durante un con
licto ue sostuvo con sus vecinos, cali icó a la contraparte como delincuentes y sanguinarios ,
uienes no son due os a n de sus propios miem ros . Dentro de este paradigma, la violencia
interpersonal se asoció al universo negativo del descontrol. uienes la e ercieron no tuvieron
se or o so re su
cuerpo, por lo ue tampoco pudo esperarse se relacionaran de manera adecuada
con los dem s. ANHRA, vol. , pie a , . , - .
Sarrailh, op. cit, pp. - .
El representante legal agregó por ser un hom re de una uiciocidad nota le ue con

persona alguna am s ha tenido discordia . ANHRA, vol. , pie a , . v, - .


dicar su conducta ante los ue los mulatos involucrados en procesos
ueces,
udiciales ten an la costum re de
no
participar en ri as o de portar armas.
Estos pre uicios de inieron el honor al ue un mulato tuvo acceso dentro
de paradigma o icial Desde este hori onte, el honor
un
ad udicado al mulato
constituyó una
estrategia de las lites destinada a en rentar uno de sus temo
res m s recurrentes la actitud desa iante y el uso de la uer a por los grupos
populares. ara ascual Valderrama, mayordomo y mulato esclavo de do a
Ana Vicu a, ello implicó su cali icación como

hom re de uiciosa conducta y de arreglados procedimientos, ue am s


ha dado ue decir lo menor en todo a uel para e ni se le ha notado cosa
ue desdiga a su uena reputación y ama ue el declarante nunca le ha
visto ni o do decir cargue armas de ninguna especie ni menos ue
haya
tenido tropie o o uimera con persona alguna .

descripción en ati ó la moderación, la actitud serena y autocontrolada


La
de ascual, al ue varios testigos, en particular los peones ue tra a aron a o
sus órdenes,
atri uyeron un genio apaci le , prudencia y el ser un hom re
uieto y pac ico . Estos ltimos, dentro del interrogatorio al ue ueran
sometidos, reprodu eron las rases del representante udicial de ascual, evi
denciando una de las ormas a trav s de las cuales la usticia e erció su unción
pedagógica respecto de los actores populares. En e ecto, esta pedagog a ue
perci ida como imprescindi le de ido al peso num rico de las castas en
el Santiago del siglo xvni. Al sumar los porcenta es de la po lación mesti a,
mulata y negra, se determinó
ue el de los ha itantes de la ciudad ueron
representados por las autoridades como agentes de peligro . De ah los es uer
os
desplegados por promover el paradigma o icial de honor entre todos a u llos
ue, por una u otra ra ón, se vieron envueltos en las redes de la usticia. De
ah tam i n la necesidad de modelar las costum res de las criadas y sirvientes
ue se relacionaron cercanamente con las lites al interior de sus moradas.

Recompensas al control de la conducta emenina

el caso de la negra rancisca

El uicio y la ra ón tam i n con ormaron el honor ue los letrados tuvie


ron reservado a los criados. Estos lineamientos ueron particularmente tiles

ANHRA, vol. , pie a , . v, . La contraparte de ascual Valderrama ue


el Lucas Acosta, cuya pe ue a propiedad agr cola colindó con los terrenos de do a
espa ol
Ana Vicu a. La precariedad material de Lucas Acosta, ue hemos constatado de su inventario
de ienes, incluso le valió ue ascual Valderrama lo llamara po re gallego . Inventario de los
ienes ue uedaron de don Lucas Acosta, Santiago, , ANHES, vol. , s. - v.
ANHRA, vol. , pie a , s. , v, v, y , .
Armando De Ramón, Santiago..., op. cit, pp. .
respecto de los sirvientes negros o de casta , cuya cercan a cotidiana con
sus amos pod a tener consecuencias peligrosas. En estos casos, los otros, los
in eriores violentos y viciosos, se encontra an al interior de las casas de las
lites. artiendo del estereotipo de su re eld a y tendencia a la violencia, se
hi o imprescindi le inculcar la sumisión y el respeto a los se ores para evitar
cual uier des orde. Y a u nuevamente se apeló al honor. Un honor, por
supuesto, remo ado y modelado seg n los intereses estrat gicos de los grupos
dominantes, uienes uscaron su seguridad en la su eción de sus sirvientes al
modelo del honor o icial.
modo, la lite asó las cuotas de honor a las ue una criada negra
De este

pudo aspirar en su religiosidad, ra ón, virtud y conocida uena conducta.


stos ueron los criterios utili ados para reivindicar ante los oidores la imagen
de rancisca aviera Lescano, testigo de un proceso udicial por in urias ue
en rentó a la ama de la criada con otra mu er de lite. El recurso a dichos li
ncamientos uscó re atir los argumentos de la contraparte ue intentó tachar
el testimonio de la criada en virtud de su oscura calidad. En s misma, sta
ensom rec a la verdad de sus dichos, puesto ue la negra Xaviera Lescano
en sumisma condición envuelve la o scuridad y orrón de sus asertos .
Desde esta perspectiva,
representativa del sentir mayoritario de los grupos
dominantes, el enotipo marca a las pala ras de la negra y las invalida a ti n-
dolas de alsedad. Ahora ien, si el nacimiento oscurec a la piel y las pala ras
de rancisca
aviera, su recurrencia a los sacramentos de la Iglesia -entendidos
como un
segundo nacimiento- pod an puri icarla, trans ormando su vida y
validando sus acciones. As ue como Ana ose a Guti rre de Espe o, testigo
de la causa, consignó el proceder de la criada se alando

con ocasión de hallarse viviendo en su casa rancisca aviera Lescano

por espacio de doce a os sa e y le consta ser esta una mu er de muy e em-


plar sima vida conocida, virtud, uicio y religiosidad y ue por la grande
inteligencia ue tiene de ella est persuadida de ue en la declaración ue
se anuncia ha hecho en esta causa ha r dicho contoda pure a la verdad
en cuanto se le ha r preguntado por ue a mucha honra tiene el ue de
la susodicha se
mantenga y perpet e .

ercedes Ureta, otra mu er de lite llamada a sustentar la reputación de


la criada, re rendó lo anterior, especi icando

ANHRA, vol. , pie a , . v, - .

Op. cit, s. v- . Resultó nota le la cercan a discursiva entre los lineamientos de la


virtud emenina es o ados en
Santiago a
siglo xvni y los propuestos por los autores
ines del
did cticos del siglo xvi
espa ol. ara estos ltimos, v ase Asunción Lavr n, Investigación so re
la mu er de la Colonia en xico siglos xvn y xvni , p. .
ue aun ue es una misera le negra rancisca a dera Lescano, es una
e emplar cristiana en ue por lo mismo de ser uena Cristiandad recuen
ta semanalmente los sacramentos
por lo ue est persuadida la ue est
declarando, dir a la verdad .

Los testimonios de ose a y ercedes expresaron ue los imaginarios de


ines del siglo xvni
apelaron a la materialidad de lo inmaterial . Honor y
deshonor, verdad y alsedad, pure a y m cula devinieron principios tangi les
y emp ricamente compro a les. Si la piel pudo deshonrar, macular y alsear
el testimonio de una mu er negra, su recurrencia a los sacramentos pudo
enaltecer su reputación y virtud, acerc ndola a la verdad . En am os casos
se trató de enómenos o serva les y reconoci les por los dem s, uienes
ueron los encargados de vigilar los comportamientos de los criados, ya sea
si recuentaron la iglesia o la pulper a, el con esionario o la cancha de olas.
Ello consignó, ve , la relevancia del parecer so re el ser en la construcción
a su

de las reputaciones de los hom res y mu eres coloniales. En ltima instancia,


el honor o reconocimiento social de un individuo dependieron de un
uicio
so re las apariencias .
Las conductas cali icadas socialmente como honradas o deshonradas
reci ieron una consagración tica ue las de inió como virtudes o vicios respec
tivamente. Ello respondió a los es uer os por consagrar este paradigma como
modelo nico e inviola le. Esta s ueda de legitimidad apeló al espacio sagrado
ue en el siglo xv n se halló ocupado por el credo cristiano. As , la legitimidad
adoptó nomenclaturas de cari religioso-cristiano, como ueron los vicios y las
virtudes, sin ue ello implicara una necesaria inserción del honor o icial en el m
ito sagrado. or el contrario, el honor ha sido en todas las sociedades un valor
secular ue respond a alógicas propias del uego social en el ue se enmarca a .
En s mismo se relaciona a con la distri ución de los valores temporales de la

estimación, el respeto y la reputación, respondiendo a lógicas eminentemente


humanas. Ahora ien, en una sociedad cristiana donde la Iglesia go a a de gran
in luencia y poder, no era extra o ue en ocasiones algunos elementos discursivos
del honor o icial aparecieran revestidos de un velo cristiano .
Dentro del paradigma o icial de honor se
con ugaron dos corrientes ue, si
ien en Am rica colonial no ueron contradictorias, apuntaron a ideales ue no

ANHRA, vol. , pie a , . v, - .


Giovanni Levi consignó la materialidad de valores y herencias inmateriales como el honor.
Levi, La herencia..., op. cit., passim.
So re la din mica de las apariencias en el Chile del siglo xvn, v ase Valen uela, A n
de prestigio... , op. cit.
ristiany ed. , El concepto de honor..., op. cit itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit
itt-Rivers y ristiany eds. , op. cit Camp ell, Honnour..., op. cit ohn Davis, eople..., op. cit.
So re los mecanismos de poder empleados por la Iglesia chilena en el siglo xvn, en par
ticular a trav s de las ceremonias p licas, v ase Valen uela, Las liturgias..., op. cit.
ueron necesariamente coincidentes . El pensamiento ilustrado y los valores
cristianos representación o icial de honor ayudando a construir un
integraron la
modelo de conducta y una imagen ideal y o iciali ada del hom re y la mu er
en el
siglo xv n chileno. Si el primero, como hemos apreciado, incorporó la
varia le de la ra ón y la necesidad imperiosa de uso del uicio, los ltimos
aportaron principalmente ideas relativas al desarrollo de la sexualidad. Am os
par metros constituyeron gu as de la conducta, instrumentos de la autocoac-
ción ue cada individuo de ió reali ar so re sus impulsos, los ue dentro de
este es uema valorativo ueron catalogados como irracionales o inmorales.
El des orde de la violencia sica o ver al y el re ose de la sexualidad con
travinieron las normativas de dichas corrientes ue operaron guiadas por una
idea com n la contención.
De emos entender la alusión a la conducta cristiana de la criada negra
como un giro destinado a rati icar sus uenos procedimientos. Es m s, hemos
visto ue la cristiandad de la esclava se remitió exclusivamente a un acto ex
terno, a sa er su recurrencia a los sacramentos, rati icada visualmente por
mu eres de la lite. Este gesto, asentado en las apariencias, no supuso en orma
expl cita la asimilación de las virtudes cristianas, lo ue se rati icó al anali ar
los procesos udiciales en los
ue se aludió a este criterio. En ellos la re erencia
ue la misma la prue a de la cristiandad o de su carencia se halló en acudir
o no al con esionario .
unto a estas pr cticas religiosas externas y visi les el honor o icial de la
criada apeló al concepto de virtud , el ue no se re irió sólo a la vivencia de
las virtudes cristianas teologales o cardinales. Dentro del paradigma rese ado,
la virtud de la sirvienta se hrnitó a la su eción de su conducta sexual. Como ya
hemos planteado, el uso ue la mu er hiciese de su sexualidad en las distintas
etapas de su vida -castidad como soltera o viuda y idelidad como esposa- es

tuvo su eto a un
r gido es uema cuya construcción y perpetuación tuvo directa
relación con las diversas representaciones de honor del per odo. stas no sólo
actuaron como vectores de control de la conducta emenina sino ue, asimis
mo, prestaron sus valoraciones ticas y sus
recompensas sociales a a uellas
mu eres ue ci eron su conducta a sus par metros. As , las representaciones
de honor actuaron en dos sentidos controlando y prestando incentivos, por
medio de recompensas, a la contención de la sexualidad emenina. Una mu er
pudo acceder a los universos de las distintas representaciones de honor en la
medida ue controlase su sexualidad. Ah radicó ustamente el est mulo social
a su autocoerción.

En Espa a y Am rica colonial la Ilustración no se desarrolló ao el signo del de smo


anticatólico de cu o ranc s. La convivencia de los ideales ilustrados con la moral católica no

tuvo grandes controversias. Es m s, algunos autores, como ario Góngora, han ha lado de una

Ilustración católica . Góngora, Estudios..., p. .


ANHRA, vol. , pie a , s. v- , .
Hemos constatado ue dentro del honor de los or genesla virtud emenina se
ordenó seg n las
lógicas de las herencias ue undaron la legitimidad o ilegiti
midad de los hom res y mu eres coloniales. or otra parte, dentro del honor como
reputación, ellase estructuró
seg n las opiniones de los otros, uienes no sólo
de ieron rati icar socialmente la castidad emenina sino ue, incluso, undarla En
lo ue respecta a la representación o icial de honor, o servamos ue la virtud eme
nina se relacionó con el ideal de orden social ue guió este hori onte de honor.
or ello, cuando se aludió a esta representación de honor, las argumentaciones
de los a ogados no giraron en torno a la p rdida de honor del esposo o de las
amilias de las mu eres ue in ringieron el modelo de la virtud. La contención
de la sexualidad emenina, ad uirió un car cter social general, relacionado con
el ien de la colectividad m s ue con el provecho particular e individual .
La pro unda descon ian a masculina respecto del actuar emenino hi o
necesario ue la conducta mu eril uese tutelada por un hom re,
haya sido
un
padre, un marido o cual uier pariente varón. or ello, los discursos civil
y religioso estimularon el matrimonio dentro de los grupos populares. Se
pensó ue esta institución contri uir a a ordenar las costum res li ertinas y a
minimi ar la tendencia a la enrancia de los varones de dichos estratos. Como

contraparte, el matrimonio se vistió de un halo de prestigio, estimulando as el


deseo de contraer el v nculo por parte de las castas li res o esclavas . Esta
perspectiva se expresó, por e emplo, en el discurso del representante udicial
de una mulata esclava, respecto a la cual se
consignó ue sus honrados pro
cedimientos se asenta an en su estado de casada .
El paradigma de contención de la sexualidad no actuó de igual modo res
pecto de las conductas masculina y emenina. ue posi le constatar ue exis
tieron di erencias seg n criterios de g nero, pues, si ien dicho imperativo ue
universal respecto del actuar emenino, no se planteó de igual modo en relación
con el proceder masculino. Tanto el honor o icial como el honor de los or genes,
el honor como
reputación y el honor
hom r a ueron un nimes al propugnar
como

la contención de la sexualidad emenina, si ien, como se ha o servado, esta


contención actuó seg n distintas lógicas en cada uno de estos paradigmas. Sin
em argo, se
ue ró respecto de la sexualidad masculina, la ue
el acuerdo
dentro del honor como hom r a no sólo no ue restringida sino, incluso, estimu
lada en sus des ordes. En este sentido, las representaciones de honor del siglo
xv n dieron cuenta de la pro unda matri patriarcal ue las estructura a .

ANHCG, vol. , s. - v, .
Sandra Lauderdale Graham, Honor Among Slaves .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
Una concepción cl sica de estructura patriarcal la plantea como un sistema caracteri ado

por una relación dispar hom re-mu er en el mane o de la autoridad, el poder y las decisiones,
sesgada a avor del
primero. La posición masculina prevalente emana y se expresa en un esta
tus adscrito por g nero
y luego en el e ercicio de posiciones ad uiridas privativas de su sexo y
rodeadas de prestigio di erencial rente a la mu er. Centra cada g nero en territorios espec icos
ue las representaciones de honor evidenciaron respecto
La rigide de la vir
tud emenina no implicó necesariamente ue las mu eres se guiasen siempre a o
sus
imperativos . Si ien el car cter de la documentación anali ada evidenció
desviaciones a la norma, como los amance amientos o los adulterios, sus discur

sos no se detuvieron en stos, sino en las consecuencias de las transgresiones .


Es decir, en la deshonra del marido urlado o en la vanagloria del don u n .

Honor o icial y control de la conducta masculina

Si ien la vertiente masculina del honor o icialinvolucró normas de control de


lasexualidad, los aspectos centrales de la virtud masculina se identi icaron
con conductas ligadas a la honestidad. Estas ltimas consignaron la ausencia
de vicios como ro ar, e er, ugar y holga anear. El universo sem ntico del
honoro icial -integrado, por una parte, por la virtud , la hom r a de ien y
los arreglados procedimientos y, por otra, por los vicios , la desarreglada
conducta y la incorregi ilidad -, ue til para construir una representación
ue sirvió como modelo social e instrumento de control.
El paradigma de conducta masculina validado por el honor o icial se vio re
or ado por la paulatina autonom a ue ue ad uiriendo el honor como reputación.
Como se ha anali ado con anterioridad, la reputación masculina se escindió
en diversas vertientes, entre las ue se halló la honrade , el cumplimiento de
la pala ra, la dedicación al tra a o y la contención de la violencia. Cada una
de ellas reci ió, a su ve , la
legitimación de los agentes del honor o icial, el cual
en estos aspectos, acopl ndose al honor como reputación.
terminó
La coincidencia de dichos hori ontes de honor explicó, entre otras cosas, el
xito de la sociali ación del honor o icial entre los grupos medios y elitarios. Estos
sectores, ue protagoni aron la mayor a de los uicios por in urias y calumnias,
tendieron a utili ar in urias a la conducta para violentar el honor del rival.
En e ecto, stas alcan aron la m s alta representación porcentual, llegando al
de la totalidad de in
urias expresadas procesos en estos . Las
siguieron las in urias sexuales , con un y luego las in urias socio-raciales
con un de la totalidad de in urias vertidas en estos procesos .

dentro de los cuales cada sexo


cumple roles peculiares . Virginia Guti rre de ineda y atricia
Vila de ineda, Honor, amilia y sociedad en la estructura patriarcal. El caso de Santander, p. . Nuestra
perspectiva se acerca a la visión de pactos patriarcales propuesta por Steve Stem, dado ue ella
permite entender las relaciones de g nero como interacciones din micas hegemónicas. Stern, op. cit.
Lavr n, Investigación so re la mu er... , op. cit, p. .
En consecuencia, para dar cuenta de las transgresiones a la moral sexual matrimonial nos
apoyamos en la amplia i liogra a ue existe respecto al tema. Salinas ., La transgresión... ,
op. cit Salinas ., Lo p lico... , op. cit Salinas ., Violencias sexuales... , op. cit Cavieres,
altando la e... , op. cit Cavieres,
a amilia e historia... , op. cit Cavieres y Salinas, op. cit
Goicovic, El amor a la uer a... , op. cit Goicovic, Es tan corto... , op. cit.
uente ta la N de los anexos.
Ahora ien, la sociali ación del honor
o icial no constituyó el nico actor
ue incidió en el recurso pre erente a las in urias a la conducta como principal
mecanismo para re a ar el honor del rival. A ella cola oró el desarrollo de
una tica urguesa ue valoró la la oriosidad la honestidad en el desarrollo
y
de los negocios. En todo caso, la permanencia de tradicionales -como in urias
las sexuales y socio-raciales - unto a otras de car cter moderno -como las
in urias a la conducta - evidenció ue el siglo xvm constituyó un periodo de
transición para las representaciones de honor.
El car cter eminentemente masculino del modelo de la
arreglada con
ducta se corro oró al constatar la -el - de las o ensas ver
ue mayor a
tidas contra ella, dentro de los uicios por in urias y calumnias, ueron
dirigidas
a hom res . El modelo de conducta masculina se presentó como
paradigma para los m s variados lugares sociales . or ello el modelo de la
hom r a de ien ha sido considerado un
prototipo relevante en los or genes
de la tica del uen ciudadano de las nacientes rep licas americanas .

Diagrama N
ODELO CONDUCTUAL ASCULINO
DENTRO DE LA RE RESENTACIÓN O ICIAL DE HONOR

Conductas catalogadas Conductas catalogadas

CO O VICIOS
CO O VIRTUDES

Ro ar
Honestidad
Be er
A stinencia alcohólica
ugar
La oriosidad

O
Conceptuados como In urias derivadas de las conductas

ORAL ENTE DESVIADAS


Arreglada conducta
Buen proceder Ladrón *
Cristianos procedimientos icaro
Vivir arregladamente Canalla

Cumplir sus o ligaciones raudulento


Borracho

Domingue o
ugador *
Anali adas en
cap tulo El honor como reputación.

ANHRA, vol. , pie a , . v, .


uente categor a in urias a la conducta en la ta la N de los anexos.

ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . , -


ANHCG, vol. , . , ANHRA, vol. , pie a , . , - .
Cham ers, op. cit, passim
El paradigma de conducta masculina consignado se utili ó, por e emplo,
en el proceso udicial ue ar a ercedes orales enta ló contra su hi o os
iguel Alderete por los excesos, nota les desa ueros y escandalosas violen
cias ue ste cometió . Los testigos presentados por la mu er reprodu eron
las voces del honor o icial y plantearon dicho modelo como el undamento de
la vida social ue evita a ue los hom res se perdieran , desesperaran y
marginaran de la colectividad. Dentro de este es uema, el individuo sólo se
entendió en unción de los la os ue lo unieron a una comunidad ue estuvo
atenta a las conductas de sus miem ros. articularmente ilustrativo resultó el
testimonio del sacerdote don uan rancisco Bo a, uien sostuvo

ue ue su madre la dicha do a
le consta ercedes ha procurado edu
carlo y conducirlo por el camino de la virtud y hom r a de ien, se ha
entregado enteramente a los vicios, viviendo en il cita comunicación con
una
mu er de la arro uia del ue declara, de la ue no lo ha podido
separar no o stante los grandes es uer os ue ha hecho con nota le
detrimento suyo y esc ndalo de los dem s vecinos. De donde resulta,

ue en su casa no tienen cosa segura ue no la tome urtivamente y ue a


di erentes personas les pide dinero y otras especies, con recados supues
tos de dicha su madre, para poder omentar este y otros vicios, pues el
por s no tiene otro ar itrio, ni piensa en aplicarse a tra a ar, ni a seguir
los estudios a
ue ha procurado aplicarlo dicha su madre llegando a tal
extremo su
desarreglada conducta ue ha acometido con sus hermanas en
la calle p lica, como pudiera hacerlo un hom re desesperado y perdido.
or cuyos hechos cree el declarante ue su incorregi ilidad ha llegado al
punto de ue su dicha madre ya no es
capa de enmendarla, sino con el
auxilio de la Real usticia .

El cuadro di u ado por el sacerdote presentó una imagen un voca, sin


matices, de oven apartado del modelo conductual caracter stico del honor
un

o icial. Esta imagen resultó til a los o etivos de la madre en sus es uer os
por restaurar el honor amiliar vulnerado por el proceder de su hi o. Seg n la
madre, la mala conducta de su vastago mancha a la honra de su amilia, una
de las m s antiguas del reino . or ello, se apoyó en la declaración del sacer
dote para integrar a su hi o como soldado en uno de los cuerpos militares de
Valdivia. La honra amiliar se restituir a ale ndolo de Santiago, evitando ue

,
Otros de los conceptos invocados para cali icar la conducta de os . Alderete ueron

desarreglados procedimientos , desvergüen as , mal proceder , desórdenes , desacatos e


ino ediencias . ANHCG, vol. , . , .
ANHCG, vol. , . v, .
Do a ar a ercedes orales se aló ue su hi o descend a en l nea directa del Adelanta
do don erónimo de Alderete con uistador de este reino y su primer go ernante . Op. cit, . .
su conducta uese
p licamente conocida y divulgada a trav s de los rumores
ue circula an en la ciudad.

La deshonra amiliar deriva a de la caracteri ación social de . Al


os
derete como un hom re enteramente entregado a los vicios del ocio, uego
y amance amiento . De este modo, el control de la conducta se asenta a
so re el ideal urgu ue entend a el tra a o como virtud y ue cataloga a
s
la ociosidad como vicio. La valoración social del tra a o no sólo se mani estó
en la
penali ación del ocio y en la persecución de los vaga undos sino ue,
adem s, en el disciplinamiento de los óvenes de lite. En este caso, el ocio
se inscri ió en el mismo universo valorativo del
uego y el amance amiento,
el la
compartiendo estigma y repro ación.
La sociali ación del modelo conductual vinculado al honor o icial no sólo
se
expresó en la construcción de los paradigmas de hom r a de ien y de
conducta desarreglada . sta se mostró especialmente creativa en la ela o
ración de insultos asados en la inversión de las conductas valoradas dentro
de dicha representación. Estos insultos se entendieron como
in urias o
calumnias , pues vulnera an el honor de los receptores de las o ensas . El
proceso udicial contra el oven os . Alderete ilustró esta situación. All se
vicios , es decir, como conductas moralmente desviadas,
presentaron como

la costum re de ugar y de no aplicarse en ninguna ocupación. ues ien,


cuando emprendió su de ensa, cali icó como calumnias las cali icaciones de
ugador y vago re eridas a su persona. Desde su perspectiva, esos dichos
constitu an in undios ue per udica an su reputación y mina an su honra .
No todas las conductas cali icadas negativamente dentro del paradigma o icial
de honor tuvieron igual xito en el proceso de sociali ación al ue se vieron
sometidas. Algunas, como la in uria orracho a , ue recepcionada por las lites
y los actores de los grupos medios ue protagoni aron los uicios por in urias y
calumnias. Ellos tendieron a usar la in uria orracho en el de los recursos
ver ales ue ultra aron la conducta de los rivales . or su
parte, los
peones, ga anes y o iciales de artesan a ue protagoni aron la mayor parte de
las pr cticas de desa io-respuesta ue se criminali aron como delitos por heridas,
lesiones y homicidios, tendieron a utili ar con menor recuencia dicho ep teto,
As , dentro de la categor a in urias a la conducta en estos ltimos procesos
TO
udiciales, el t rmino en cuestión con ormó el de esta categor a
Dentro de la cultura ilustrada del siglo xvm, ser tildado de orracho
consignó la
incapacidad propias acciones, producto de la
de controlar las
ingesta de alcohol. Ello implica a ue el su eto en cuestión no era due o de

ala ras utili adas por el ue de la causa


para cali icar a os . Alderete. ANHCG, vol.
, . v, .
Araya, Ociosos, vaga undos..., op. cit., passim.
uente categor a in urias a la conducta en la ta la N de los anexos.

ANHCG, vol. , . , .
uente ta la N de la tercera parte y ta la N de los anexos.
sus y ue la ra ón
actos guia a su comportamiento. Este sustento semió-
no

tico ue el ue provocó ue un hom re a o los e ectos de la e ida uera


caracteri ado como su eto tan descompuesto en sus pala ras, como torpe en
el ha lar, con otros indicios ue mani esta an estar entorpecidos su ra ón y
sentidos . Desde la perspectiva de las autoridades, el estado de em riague
ue conce ido como caldo de cultivo de la violencia en los grupos populares.
De ah su preocupación por sociali ar un ideal de hom re de honor ue al
mantenerse so rio pod a guiar sus acciones por la ra ón.
Sin em argo, esta representación no ue compartida por toda la po lación.
Desde el paradigma del honor-hom r a, ue se gana a d a a d a en am ientes de
distensión y de competencia donde lu an el vino y el aguardiente, era inacep
ta le recha ar un vaso de alcohol. Ello era visto tanto como un atentado a la
hospitalidad -noción gravitante en el honor - as como una minusval a en la
masculinidad . Ahora ien, el hori onte del honor-hom r a tam i n consideró
de orma negativa el peligro de e er m s de la cuenta. En este caso, el riesgo
consistió en
posi ilidad de caer en la igura ridicula del orracho, uien se
la
convert a en el ha merre r de la concurrencia. Ello se explicó por ue la urla
ue el recurso utili ado en este hori onte de honor para sancionar socialmente
las conductas desviadas. ese a las di erentes perspectivas desde las cuales se
estigmati ó o ridiculi ó la igura del orracho , la coincidencia de dos repre
sentaciones de honor en el veto a la costum re de e er en exceso, explicó el
uso de este t rmino como insulto tanto en los
registros por in urias y calumnias
como en los seguidos por heridas, lesiones y homicidios .

ANHRA, vol. , pie a , . , . Tanto los su etos populares como los letrados

ue vieron las causas udiciales reconocieron determinados grados de em riague en sus perso
nas o en sus de endidos
respectivamente. Estos grados conllevaron el trastorno de la ra ón y de
los sentidos, por lo ue en muchos casos dichas re erencias constituyeron estrategias udiciales

para aminorar las responsa ilidades penales. De este modo, el exceso de consumo de e ida
provocó el estar privado de uicio o, cuando lo ue en menor grado, sólo generó calentura ,
la ue supuestamente no eliminó de manera a soluta la
capacidad de discernimiento. Algunos
indicios usados para discernir este segundo estado ueron indicados por los testigos en sus
declaraciones al a irmar, por e emplo, ue al reo no se le reconoc a em riague ninguna mas
solamente medio apuntado ue es no estar en el suelo ni ladearse ni menos pertur ado de sa er
lo ue hac a . ANHRA, vol. , pie a , . v, . La igura del calentón -derivada del
estado de em riague denominado calentura - ue de inida en otro proceso udicial como a uel
v, . ara el siglo
su eto em riagado mediocremente . ANHRA, vol. , pie a , .
XDC, v ase arcos ern nde , Historia social del alcoholismo en Chile. - ol ticas, pr cticas,
representaciones, pp. - .
So re el valor de la hospitalidad en la construcción de los códigos de honor en las socie
dades mediterr neas, v ase itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit, pp. - .
As lo se aló un peón, testigo de una ri a entre otros peones al interior de una pulper a

ue Este an Vega en la casa de los Astorgas le ha a dado a uella pu alada por ue ha i ndolo
convidado con un vaso o arro de chicha y por ue no se la ha a tomado toda sacó cuchillo
Vega
y lo hirió . ANHRA, vol. , pie a , . Tam i n ANHRA, vol. , pie a , . v, .
i
La concordancia se esta leció en el veto al consumo en exceso, tal como lo indicó un
Otras conductas repro adas moralmente dentro del paradigma del honor
o icial, como el li ertina e atri uido al oven os . Alderete por su madre
y los testigos de sta, no pasaron con recuencia id ha la cotidiana en orma
de in urias. En consecuencia, ueron escasas las re erencias a t rminos tales
como amance ado o orro , utili ados como in urias para denigrar el ho
nor masculino. Ellos
constituyeron sólo el de las in urias de tipo sexual
dentro de los uicios in urias y calumnias
por ra . En tanto, dentro
de los procesos por heridas, lesiones y homicidios, no ue posi le encontrar
re erencia alguna de ese
tipo .
La ausencia de dichas in urias ver ales en el ltimo tipo de delitos se ex

plicó por el uerte contrapeso ue el honor como hom r a desplegó en la sociedad


respecto de algunos elementos constituyentes del honor o icial El primer código
no sólo
legitimó sino ue, incluso, propició la expansión de la virilidad y el
orgullo masculino producto de las con uistas amorosas conseguidas. En el
m ito de las representaciones de las conductas sexuales, el paradigma del
honor como hom r a ue el
ue se impuso, esta leciendo las in urias ca rón
cornudo como las imputaciones m s graves y recurrentes contra la virili
y
dad masculina. stas con iguraron el de la categor a in urias sexuales
dentro de los uicios por in urias y calumnias . No o stante, su
representación porcentual aumentó radicalmente al considerar sólo el universo
masculino, alcan ando el de imputaciones in uriosas dentro de ste
. En tanto, dentro de los procesos por heridas, lesiones y homicidios,
ellas alcan aron el de las in urias sexuales vertidas en los intercam ios
ver ales precedieron a las ri as
ue .
El di logo con los distintos tipos de registros udiciales permitió construir
una visión general acerca de la in luencia social ue go aron los diversos
hori ontes de honor en el siglo xvm chileno. O servamos cómo los discursos
del honor o icial ue uscaron sociali ar el control de la conducta y la sumisión
a las
erar u as lograron penetrar en los c rculos de las lites. En cam io, los
sectores populares ueron menos receptivos a la pedagog a del autocontrol

procurador Tampoco es de aprecio el ue se diga ue mi parte suele tomar un po uito de aguar


diente pues aun ue no puede negar ue en una u otra ocasión lo ha hecho en su vida cuando la
necesidad lo ha pedido como lo hace cual uiera otro su eto de honor pero ninguno hay ue diga
modo ue se haya em riagado, en
ue mi parte lo haya tomado con exceso o por costum re, de
lo cual nicamente consiste el vicio, y lo ue era necesario para ue hu iese causa para llamarle
e rio, aun ue ninguna circunstancia es l cito decirlo por vituperio a ning n su eto ue no
en sea

conocido p licamente por tal . ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .


uente categor a in urias sexuales en la ta la N de los anexos.
uente ta la N de la tercera parte.
uente categor a in urias sexuales en la ta la N de los anexos.

I id.
El restante estuvo con ormado por las variantes de la expresión hi o de puta . uente
ta la N de la tercera parte.
propiciada por las autoridades y los a ogados desde la es era udicial. Estos
ltimos uscaron el reconocimiento social so re otros atri utos y a trav s de
otros medios ue se hallaron en a ierta contradicción a las lógicas de conten
ción ue dominaron el paradigma o icial de honor. Los actores de los
grupos
medios, en tanto, circularon entre am os universos de
representaciones, us n
dolos seg n su conveniencia y actuando como mediadores culturales entre
uno y otro hori onte social y cultural de honor.
EL HONOR AGONAL
LAS DIN ICAS DE DESA O-RES UESTA
Y SUS INTERCA BIOS SI BÓLICOS
DE ASCULINIDAD

Como hemos o servado, el honor asumió diversos rostros en el


Santiago del
siglo xv n. Una de sus acetas estuvo construida so re el capital heredado ue
lasmu eres y hom res reci ieron en la cuna. Otra, en tanto, se undó en las
apreciaciones de los otros, uienes se trans ormaron en ar itros de las reputa
ciones, al interior de un honor
ue no era m s ue la uena opinión . Un
tercer rostro ya no estuvo vinculado a las herencias ni a los uicios a enos, sino
ue se
erigió so re
un modelo conductual
regido por lógicas de contención y
moderación. Cada una de estas acetas estuvo a ierta para hom res y mu eres,
aun ue el g nero otorgó matices a los usos ue se hicieron de ellas.
Ahora ien, los registros udiciales revelaron otro de los rostros ue el honor
asumió. Esta ve se trató de una representación eminentemente masculina en
la ue las mu eres ueron o etos antes ue su etos de honor. Ello, puesto ue
dentro de los par metros de la cultura patriarcal las mu eres, en cuanto o eto
de la dominación, ad uirieron un car cter instrumental dentro de las lógicas
de competencia masculinas . Esto implicó ue el comportamiento emenino
incidió en las cuotas de honor a las ue los hom res aspiraron, dentro de un
uego violento del ue ellas ueron marginadas . Las pr cticas de violencia
dirigidas hacia mu eres no ueron signi icadas seg n el universo discursivo del
honor-hom r a. or el contrario, stas constituyeron e ercicios de rea irmación
de la autoridad masculina desarrolladas a trav s de una violencia como castigo
despo ada de todo sentido ritual . Asimismo, cuando las mu eres incurrieron
en conductas violentas, stas no ueron exhi idas como
reparaciones del honor
da ado. Es m s, la violencia emenina ue representada como transgresión
a los órdenes de
g nero, lo ue llevó a instalar a las mu eres violentas en el
m ito dia ólico .
Dichas pr cticas de honor, ue eran hom res, estuvieron
por y para los
regidas por din micas de desa o-respuesta ue permitieron intercam iar atri u-

ANHRA, vol. , pie a , . v, .


El honor re le a a los mecanismos de poder, el del hom re su ordinando y protegiendo
a la mu erpara ue se a uste a la tica normali ada en unción de su honor, y el de la mu er
como elemento de honor o de in amia . Guti rre de ineda y Vila de ineda, op. cit, p. .
C r. Scott .
Taylor, omen, Honor, and Violence in a Castilian To n, - .
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v,
ANHRA, vol. , pie a , s. v- y , .
ANHRA, vol. , pie a , s. v- y , . Araya La pure a y la carne... ,

op. cit, pp. - .


tos masculinos de hom re a hom re, undando
prestigios y humillaciones. La
posesión de estos atri utos posiciona a a los su etos en situaciones de privilegio
ue, como hemos planteado, se u ga an socialmente como situaciones de
honor. or ello, la noción de uego resultó muy
pertinente para dar cuenta de las
lógicas ue caracteri aron esta nueva variante de honor. El
agón o uego ritual
agresivo, se di erenció pro undamente de otros tipos de violencia destinados
al ani uilamiento del adversario . En la atalla por el honor - atalla posi le
en la medida existiesen atri utos intercam ia les su etos a ser trasladados
ue
de hom re a hom re- la uer a sica se destinó a arre atar honores
a enos.
All el o etivo ue marcar al rival o imponerse sicamente, idealmente ante
un concurso de espectadores . El honor agonal- ae hasta el momento ha sido
consignado como honor-hom r a- constituyó una de las representaciones m s
caracter sticas de esta noción en el mundo colonial chileno.

aSCULINIDADES E INTERCA BIOS SI BÓLICOS DE HONOR

Desde la Sicolog a se ha rese ado ue la su etividad masculina tradicional


estuvo construida so re una serie de pilares, entre los
ue destacaron los ras
gos de dure a relacionados directamente con la violencia y el poder . En la
necesidad de desvincularse de lo emenino y de a irmar una identidad nica
y hegemónica, el modelo masculino resaltó las expresiones de rude a y agre
sividad. Ah radicó la vinculación estrecha entre honor y valor, por una parte,

Los diccionarios consultados re le aron la din mica agon stica del acto de desa iar a un
adversario, entendi ndola como la acción de contender y competir con otro . Real Academia,
Diccionario de Autoridades, op. cit., tomo in, p. , vo desa iar . La documentación udicial indicó
ue no sólo se desa ió a un com ate de uer a sino, tam i n, a un com ate de astucia, como pudo
ser el de un uego de naipes. ese a ue dicho t rmino no ormó parte del voca ulario cotidiano,
ni tampoco se encontró registrado en los diccionarios espa oles del siglo xvm, resultó apropiado

para caracteri ar algunas de las din micas de esta nueva variante de honor. Ellas com inaron
el com ate sico, el uego y la exhi ición, aseme ndose a la de inición del t rmino agonal ,

ue contempló una de las ltimas ediciones del Diccionario de la Real Academia Espa ola Real
Academia Espa ola, Diccionario de la Lengua Espa ola, a ed., tomo i, , p. . Bourdieu, El
sentimiento del honor... , op. cit.
Los t rminos par y rival han sido escritos en cursiva con el in de explicitar la orma espe
c ica en ue han sido planteados en la investigación, como consignaremos en las p ginas siguientes,
a el Burin, Construcción de la su etividad masculina , p. . ara un per odo

posterior los tra a os de arcos ern nde han estudiado la relación entre violencia e identidad
masculina dentro de la po lación penal chilena en el siglo xrx. arcos ern nde , risión com n,
imaginario social e identidad. Chile, - . So re las relaciones entre identidades masculinas,
violencia y sexualidad en Chile, v ase os Olavarr a y Rodrigo arrini eds. , asculinidad es.
Identidad, sexualidad y amilia, y os Olavarr a ed. , Hom res identidades y violencia. So re las trans
ormaciones del modelo masculino tradicional y las in erencias del poder pol tico en el espacio
social masculino, v ase respectivamente, o as ry man, Space or a an The Trans ormation
o asculinity in th Century Culture y Beattie, op. cit.
as como entre co ard a y deshonor, por otra. Ello se expresó, por e emplo,
en la etimolog a original del t rmino honor -del lat n honos-, ue designó
una divinidad ue representó el cora e en la guerra .
Al de la uer a sica se sumó una so revaloración de la
despliegue potencia
sexual, mani iesta en la idelidad de la esposa o en la capacidad de exhi ir con
uistas emeninas . unto a ellos, otros elementos se sumaron al uego social del
honor agonal masculino en el Santiago del siglo xvm. La estimación de la astucia,
elemento esencial en el dominio de las situaciones y escenarios competitivos,
pudo convertirse en atri uto intercam ia le c e honor cuando un hom re supera a
a otro en los uegos de a ar o, simplemente, en la previsión de una o ensa. or
su
parte, la virtud emenina tam i n atri uto intercam ia le,
se trans ormó en

inserto en
lógicas de competencias varoniles. Dentro de stas, la virtud no ue
patrimonio de la mu er, aun ue tampoco lo ue de los hom res ue disputaron
por ella. sta consistió m s ien en un atri uto r gil y vulnera le, expuesto a
ser ro ado
permanentemente por otros varones. De tales intercam ios sim ó
licos masculinos de potencia sexual, uer a y astucia, emergieron las iguras de
los triun adores y de los perdedores, ue en ese contexto ueron los valientes y
los co ardes, los seductores y los cornudos, los astutos y los necios sometidos
al rid culo.
El medio a trav s del cual se
ad uirieron dichas cualidades varoniles con
sistió proceso de aprendi a e ue uscó sociali ar un modelo particular
en un

de hom r a . ue esta hom r a, entendida como una ideolog a de alto per il


de la masculinidad , la ue tuvo un nexo directo con la representación agonal
de honor . Su peso ideológico se
explicó por la existencia de pluralidad
una

de representaciones de masculinidad ue entraron en


disputa. or ello se ha
se alado ue la masculinidad hegemónica ue a u lla ue se construyó en

uli n itt-Rivers, La en ermedad del honor , p. .


Ivonne S as , asculine Identity and the eanings Sexuality A Revie o Research in
o
xico ierre Bourdieu, La dominación masculina, pp. - y Ro ert A. Nye, Honor, Impotence,
and ale Sexuality in Nineteenth-Cenrury rench edicine oyster, op. cit.
ierre Bourdieu ha planteado el pro lema de la educación de la hom r a en los ni os
en estos t rminos muy tempranamente evaluadas en unción de los
Las acciones in antiles son

ideales del honor. La educación achninistrada por el


padre o el t o paterno tiende a desarrollar en
el ni o el ni pundonor y todas las virtudes viriles ue le son solidarias osad a, vigor, esp ritu
com ativo, reciedum re . Bourdieu, El sentimiento del honor... , op. cit., p. .

ohn Tosh, hat should Historians do ith asculinity ? Re lections on Nineteenth-cen-


tury Britain . El nexo entre hom r a y honor se ha traducido historiogr icamente en diversas
o ras ue han a ordado simult neamente las dos representaciones. or e emplo, Nye, asculinity...,
op. cit. y en particular la o ra de oyster, op. cit Sandra Gayol ha destacado la ntima conexión
entre honor y hom r a, hasta plantear una sinonimia entre dichas nociones en el contexto de
Buenos Aires en el La hom r a aparece tanto como e uivalente o sinónimo de honor,
siglo xrx
ue como rasgo de initorio de su contenido. Y as es como, si ser hom re implica ser hom re
de honor, tam i n el honor se de ine y exige determinados comportamientos asociados con la
hom r a . Gayol, Socia ilidad..., op. cit, p. .
oposición a masculinidades su ordinadas, lo ue explicó a su ve la existencia
de distintascategor as de hom res seg n su o menor adecuación al
mayor
modelo preponderante .
El car cter pro lem tico de la hom r a no sólo derivó de su arduo
proce
so de aprendi a e desde la ni e sino ue, asimismo, de su necesidad de ser
demostrada permanentemente. Su valide de ió veri icarse cotidianamente en
el reconocimiento de los pares . stos ueron los llamados a evaluar el desem
pe o de los hom res en los principales escenarios en los ue desplegaron su
vida, es decir, en los espacios de residencia, en el tra a o y en los am ientes de
diversión. or ello, ue ha itual ue parte importante de las disputas varoniles
ue desem ocaron en hechos de violencia ocurrieran en
espacios uertemente
androc ntricos, como
pulper as o
odegones, dentro de los cuales cada gesto
y pala ra eran medidos seg n su capacidad de exhi ir o mermar la hom r a
de los protagonistas ante un grupo de espectadores.
La exhi ición p lica de los atri utos constituyentes de la hom r a en el

siglo chileno,
xv n conllevó una serie de elementos
ue resultaron undamen
tales en la naturale a del honor agonal. En primer t rmino, ella implicó ue los
tres principales undamentos de honor de dicho hori onte -la uer a sica, la

potencia sexual y la astucia- no ueran cualidades inherentes a los hom res.


Su posesión, m s ien, era stos constituyeron elementos en
circunstancial.
disputa ue pudieron ser intercam iados de hom re a hom re, incrementan

do o mermando las cuotas de honor a las ue stos aspiraron. Tales traspasos


sim ólicos implicaron, a su ve , un reacomodo de las erar u as intracomu-
nitarias dentro de grupos con ormados previamente seg n varia les tnicas,
sociales y económicas.
La uer a sica, la potencia sexual y la astucia masculina - ue hemos de
nominado atri utos intercam ia les de honor- se hallaron insertas en un uego
social marcado por la competitividad. Como en toda competencia, existieron
ganadores y perdedores, del mismo modo ue se otorgaron premios y castigos.
Ella contó, a su ve , con reglas del uego y, como hemos visto, con o etos

La situación se tornó mucho m s comple a al cru ar la varia le g nero con la social para
o servar si la construcción y a irmación de la hom r a variaron seg n los grupos sociales. So re
el car cter plural de los modelos masculinos y la instauración de una masculinidad hegemóni-
ca , v ase Tosh, op. cit, pp. - Burin, op. cit, pp. - Irene eler, La masculinidad,
Diversidad y similitudes entre los grupos humanos , pp. - , . Un interesante an lisis so re
las distintas nociones antropológicas ue circulan so re masculinidad , en atthe C. Gutmann,

Tra ic ing in en The Antropology o asculinity . La variedad de dichas aproximaciones


se
expresa, por e emplo, en ue algunas argumentan la existencia de una estructura pro unda de
masculinidad transhistórica y transcultural, en tanto ue otras la entienden como una naturale a
luida , varia le espacial y temporalmente.
El ue dos de las nociones estructurantes de la hom r a no uesen patrimonio de los
hom res generó altas dosis de inseguridad masculina y, con ello, una necesidad perentoria de
rea irmar la hom r a permanentemente. Tosh, op. cit. y Bourdieu, La dominación..., op. cit., pp. - .
a
disputarintercam iar. Se o servó, por e emplo, ue cada hom re pudo
e

arre atar -en t rminos sim ólicos- la uer a y la virilidad de otro, aumen
tando sus niveles de hom r a y acrecentando sus cuotas de honor agonal. ero
dichas cualidades no se usurparon de cual uier otro, sino de un rival en la
competencia por esta variante de honor. A su ve , lo ue se disputa a ten a
un alto componente social . No presta a utilidad alguna ue un hom re se
considerase a s mismo un valiente si no ten a ama de
a uello. Es m s, dicha
autopercepción depend a en gran medida de las opiniones ue los pares emit an
so re las cualidades varoniles de cada hom re.
Tales din micas competitivas no sólo ueron tiles a los intercam ios de
honor y, por tanto, al sostenimiento de la importancia de su representación
agonal. Ellas, a su ve , ueron tiles a la perpetuación de la dominación mascu
lina, al ser e ercicios permanentes de autoa irmación identitaria de la hom r a.
A trav s de las rivalidades entre hom res y de los sucesivos intercam ios
sim ólicos de virilidad, uer a y astucia, se pusieron en valor los elementos
constituyentes de la hom r a, ue ueron simult neamente incentivo de las
disputas y galardones de las mismas. Las din micas de tales permutas mostra
ron la enmara ada interrelación de los atri utos intercam ia les de honor, cuya
unión sim iótica provocó ue ante el desmedro de acudiese al otro para
uno se

restaurar el honor proanado. As , ue ha itual ue un hom re ultra ado en su


potencia sexual -a trav s de la
in uria de cornudo , por e emplo- utili ara
la violencia para salir de su estado de pro anación, recuperando sus cuotas
de honor acaparadas durante algunos momentos por el emisor del insulto.
La posi ilidad de competir por los atri utos intercam ia les o negocia les de
honor agonal no implicó ue esta representación de honor uese un hori onte
igualitario a eno a los criterios estamentales. or el contrario, se constató ue
las lógicas estamentales esta lecieron los escenarios de competencia. Una ve
determinados estos nichos, una potencialidad competitiva se introduc a en
las relaciones interpersonales de los integrantes de cada hori onte de estatus.
El paso siguiente, el del reconocimiento mutuo de los rivales ue disputa an
los atri utos negocia les de honor agonal, no esta a a eno de pro lemas y am i
güedades.
Esto ltimo o ligó a in uirir so re los actores sociales ue hac an uso de
tales atri utos como undamentos de honor. En principio, ue posi le hallar el
honor agonal operando dentro de los m s diversos grupos sociales, cola orando
con los
principios hereditarios en la construcción de erar u as intercomunita
rias. Eso explicó, por e emplo, la pr ctica de la violencia ritual de los duelos

por actores de la lite, aun ue tam i n por su etos ue pudieron integrarse


en la capa media de la sociedad .

El amplio de ate existente entre la dimensión interior y exterior del honor, en arie
Gautheron ed. , El honor imagen de s mismo o don de s , un ideal e u voco.
Undurraga, Cuando las a rentas... , op. cit.
Sin em argo, hemos constatado ue la din mica desa o-respuesta, ue
caracteri ó la representación agonal de honor, no se circunscri ió exclusivamente

a la igura de los duelos. Tam i n estuvo presente en las ri as entre


peones,
en el
ga anes y artesanos Santiago del siglo xv n. uesen ellos espa oles, indios
o castas li res, protagoni aron la mayor cantidad de intercam
estos actores
ios violentos de honras en el per odo estudiado. or ello, las autoridades
estimaron pertinente disciplinar su conducta a trav s de una
representación
de honor - ue hemos denominado honor o icial- ue les o reciera recompensas
a la moderación de la violencia. ese a estos es uer os, los sectores populares
continuaron asimilando su
reputación a una virilidad expansiva y resolviendo
privadamente sus con lictos
interpersonales a trav s de la vengan a. Estos
actores sociales
siguieron mostr ndose
pro undamente esc pticos del papel
de la usticia institucional como v a
para resta lecer el honor agonal
Su recurso a la vengan a como mecanismo restaurador de su honor
vulnerado y como
estrategia para solucionar sus con lictos
interpersonales
constituyó una de las mani estaciones de usticia privada , cuya vigencia se
mantuvo, incluso, hasta el siglo xix . Si los actores sociales decid an recurrir
a los del honor, pod an signi icar sus gestos, sus voces y los de los
par metros
otros, dot ndolos de sentido ritual. La violencia ritual ue la mani estación de
un orden
ue estructuró y dio signi icado a pr cticas agresivas aparentemente
caóticas y sin sentido. El concepto ritos de la violencia , empleado por Natalie
Davis, permitió visuali ar ue en el Santiago colonial la violencia ritual popular
constituyó la resigni icación del duelo aristocr tico . En sta, la naturale a
de los desa os como las ue toma an las respuestas asum an una
ormas
de inición precisa, del mismo modo ue se ataca an partes espec icas de los
cuerpos y respeta an espacios de convivencia
se social, acatando los tiempos
de desarrollo de los con lictos.
ara llevar adelante este an lisis de imos estar atentos a los signi icados
de pr cticas procurando desentra ar las lógicas ue guia an los usos de
esas

la violencia por sus protagonistas. La necesidad de leer los mensa es envia


dos por los e ecutores de la violencia, as como la importancia de develar los
elementos sim ólicos de su acción, aun cuando los propios agentes pudieran
no ser conscientes del sim olismo,
permitieron constatar cómo los discursos

Las mani estaciones de violencia como ormas de usticia privada han sido ampliamente
estudiadas para el contexto europeo. ara el caso chileno a n no se han pu licado tra a os rela
tivos a ellas, no o stante, a partir de la revisión documental reali ada, nos consta su vigencia al
menos hasta mediados del siglo xrx. antecón, Lances de cuchilladas... , op. cit Spieren urg
ed. , en andViolence..., op. cit.
La propuesta de Natalie . Davis, es o ada undamentalmente desde , nació del
di logo con la Antropolog a y propició la trans ormación interpretativa de los estudios histo-
riogr icos so re la violencia. Natalie emon Davis, Sociedad y cultura en la rancia moderna, pp.
- . Arlette arge, Lugares para la historia, pp. - . uchem led, op. cit Spieren urg ed. ,
en and Violence... op. cit Gallant, óp. cit.
,
del honor agonal integra an las visiones de mundo de diversos grupos sociales
en Santiago colonial.

Honores inviola les, honores vulnera les

las violencias y sus recon iguraciones

de las erar u as sociales

La tarde del d a domingo de diciem re de se encontraron, una ve

m s, dos antiguos rivales. Santos Alvear y art n Xim ne , am os peones y


solteros ue ha an re ido en muchas ocasiones. ero ahora era di erente.
art n Xim ne ha a procurado indisponer a su ha itual contrincante con
otro hom re, echando a correr la vo
ue Santos Alvear anda a en
preten
siones con su
mu er .
Tanto el supuesto cornudo como Santos Alvear, art n Xim ne y los
testigos de los hechos viv an en el arrio de San Diego Vie o. espacioEse
u icado al sur de La Ca ada presta a sus ha itaciones, calle uelas y pulper as
para ue sus ha itantes esta lecieran entre s la os de amistad y de rivalidad,
de solidaridad y competencia. Dichas relaciones interpersonales serv an, a su
ve , como uno de los m s cercanos re erentes identitarios de los su etos del
arrio, dado
ue era all donde constru an
reputaciones y
se sus se esta lec an
los niveles de respeto primarios ue cada uno reci a de la comunidad. Si ien
no se trata a del nico n cleo de edi icación de honor para cada su eto, pues

pod a reci ir otra estimación de su valer en su


lugar de tra a o, al menos s
era el
primero y el m s cercano. or tanto, para Santos Alvear era sumamente
importante lo ue se
di ese de su
persona en el arrio re erido. Y, pese a ue
el rumor de su supuesto amor o con la mu er de otro pod a incrementar su
honor varonil, ello le tra a, seg n sus propias pala ras, discordias ue no
usca a con el marido urlado .
De ah su resolución de ir en usca del generador del rumor, su
antiguo
rival, Seg n la declaración de Santos Alvear, el encuentro
art n Xim ne .
se dio en la as llamada calle
Angosta . De las pala ras pasaron a las manos,
empu ando Santos Alvear un cuchillo y art n Xim ne una chueca. El pri
mero se alar a m s tarde ue luego de una de las peleas ue ha a tenido con
art n Xim ne , hac a a os, nunca olvida a salir a la calle con su cuchillo.
No o stante, pese a
ue anda a armado a uella tarde de diciem re, reveló
ue cuando le em istió a Xim ne le llegaron a tiritar las piernas del miedo

ue le ten a por ser m s hom re ue el con esante .

ANHRA, vol. , pie a , . v, . Este proceso se encuentra resumido, poniendo

especial atención aspectos legales y procesales, en Bascu n y de Avila, op. cit, pp.
a sus - .

ANHRA, vol. , pie a , . v, .

Op. cit, . El destacado es nuestro .


As , dos hom res aparentemente
entre
iguales en estatus, ue seguramente
ser an integrados en la misma es era o
lugar social por las lites, reg an
criterios ue unda an di erencias
y erar u as . A su ve , su como e ercicio
peones, ue para la historiogra
a actual los incluir a dentro del a o pue lo ,
tampoco parec a homologarlos plenamente. ara Santos Alvear exist a un
elemento complementario al criterio la oral o al socio-racial
para construir su
identidad y la de su rival. Y era ese criterio oculto el ue permit a esta lecer
di erencias entre los su etos ue integra an una misma erar u a social, tnica
y la oral. Uno era m s ue otro en ra ón de su hom r a.
El miedo, ue di o sentir Santos Alvear, y ue pod a ser representado como
co ard a por los dem s, o la valent a y la osad a ue a u l usca a emular
de su ha itual contrincante, constru an erar u as entre los miem ros de las
comunidades masculinas. As tam i n uedó de mani iesto en las pala ras ue
anuel
Acosta, la rador de treinta a os, le ha r a dicho a sus
compa eros
de diversión, en octu re de . Al incitarlos a volver al odegón del ue
ha an salido evitando una rencilla y desoyendo el desa o ormulado por un
presente, recordó ue su huida pod a traerles el mote de hom res miedosos.
ara acallar cual uier comentario ue menosca ara su valent a y, en de initiva,
su hom r a, de an regresar. or ello, ha r a dicho

vamos a tomar otro cuartillo de chicha al mismo odegón de Este an


Castro de donde ha an salido no
diga este hi o de una tal ue de miedo
nos hemos venido .

En e ecto, el miedo a ser reconocido como temeroso llevó a los hom res
de Santiago colonial a
arriesgadas.
tomar acciones ue ocurrió Ello ue lo

a uella noche de octu re de


, cuando el odegón de Este an Castro ue
escenario de una ri a ue terminó con la muerte de uno de sus protagonistas.
Volviendo al e emplo anterior, Santos Alvear y art n Xim ne se reco
nocieron mutuamente como rivales por ue antes e ectuaron cierta aceptación
de paridad -criterio relativo y su eto a de ate permanente- ue les permitió
disputar algo. Ese hom r a, galardón ue se o tuvo luego de com
algo ue la

peticiones ue pusieron a prue a la uer a sica, la astucia y la potencia sexual.


Tales elementos constituyeron en este escenario atri utos intercam ia les de

El t rmino es era , ue iguró en la documentación colonial, se ocupó para aludir meta ó


ricamente a la calidad, estado
y condición de los actores sociales, tal como se aló la edición de
del Diccionario de la Real Academia. Hemos utili ado, a su ve , el t rmino estatus , dado ue
se unido al t rmino es era , tal como lo indicó la misma edición del diccionario. Real
presentó
Academia, Diccionario de la lengua castellana..., op. cit., a ed., p. , vo es era .
El testimonio lo presentó Antonio olina, peón ga n mesti o, de treinta a os, casado,
natural de osta al y residente en el partido de Nu oa. Lamenta lemente el proceso udicial no
recogió la identidad socio-racial de anuel Acosta. Sa emos, sin em argo, ue ue natural del
partido de Nu oa y ue era casado. ANHRA, vol. , pie a , . , .
honor, su etos a un
uego social
ue permitió a unos aumentar su reputación a
costa de la de otros, rivales
sus en la competencia por el honor agonal masculino.
En este caso
puntual, hom r a, el ser m s hom re ue el contrincan
la
te, se o tuvo principalmente a trav s del uso de la uer a y la destre a en las
ri as. En ra ón de ello, art n Xim ne se u icó en una erar u a superior a
la de Santos Alvear, desde la cual ue respetado, admirado y temido por todos
a u llos ue disputaron d a a d a el galardón de la hom r a en el arrio de San
Diego Vie o. As , la uer a corporal no sólo ue el medio para de ender el honor
sino ue uno de sus principales componentes. Como ha compro ado Sandra

Gayol para el universo popular masculino del Buenos Aires decimonónico,


la uer a sica constituyó una virtud, un valor tico, una uente de prestigio,
un modo de conducta y un criterio clasi icador .
Desde la ri a ocurrida en diciem re de , Santos Alvear ha a reem

pla ado a art n Xim ne en la


c spide de la escala del honor agonal ue reg a
en la comunidad de San Diego
Vie o. No por ue el antiguo ostentador de las
mayores cuotas de hom r a hu iese muerto luego del incidente, sino por ue
sólo asta a su derrota para ser despla ado. Al igual ue en los duelos aristo
cr ticos a primera sangre , la violencia vinculada al honor agonalno usca a la

ani uilación del contrincante, sino sólo proclamar un vencedor y un perdedor


del lance . or ello, las muertes de los su etos involucrados no ocurr an ha-
itualmente durante el desarrollo de la pelea ue posterioridad a los
sino con

incidentes. Lo anterior, ya sea por consecuencia de de icientes pr cticas curati


vas o de ido al retraso con
ue stas llega an. Cuando las heridas ha an sido
producto de ri as u otros hechos criminales, las atenciones del ciru ano de an
e ectuarse posterioridad
con a las declaraciones
udiciales de los lesionados y a
la constatación de las mismas por un escri ano en un documento llamado e de
heridas . La demora de estos tr mites explica a, en muchos, casos el agrava
miento de las lesiones.

Gayol, Socia ilidad..., op. cit, p. .

Undurraga, Cuando las a rentas... , op. cit.


Ello explicó ue tanto ciru anos como escri anos narraran dram ticas situaciones en
las ue el herido se desangra a sin reci ir atención m dica, en espera de la intervención de la
usticia encargada de esclarecer el hecho violento. or ello, un procurador de po res denunció
en ticamente si se hu iera atendido primero a curar la herida ue a otras diligencias como
ueron de hacer declarar a la paciente, y dar e de las heridas estando ella tendida en una carreta
a la
puerta de la calle, como lo dice el receptor a o a vta seguramente no se ha r a muerto la
en erma. Es un a uso a ue se de e poner remedio el ue los ciru anos se nieguen a curar a los
heridos sin ha erse dado parte primero a la usticia, o sin ue esta diligencia para la curación pues
los derechos de la humanidad son
pre eri les a cuales uiera otra disposición positiva . ANHRA,
vol. , pie a , s. - v, - v, . El escri ano a lo Góngora relató ue un ni o
lo visitó en su casa una ma ana de e rero de , con el in de solicitarle uese a e ectuar la e
de heridas a su hermano,
pues el achiller Cipriano es as dec a ue no pod a pasar a ello
a curarlo a menos
ue lo viese un escri ano
receptor . Ante las reiteradas s plicas del ni o,
el escri ano reconoció ue movido de caridad pas a ver dicho en ermo . De todas ormas, el
herido murió. ANHRA, vol. , pie a , . , . Diversos procesos udiciales atri uyeron
Laserar u as con iguradas seg n las lógicas del honor agonal ueron móvi
les. Su inesta ilidadse de ió a la
permanente competencia ue existió entre los
rivalespor acceder a un lugar superior, disputando entre s los atri utos negocia les
de honor. uien ostenta a por un momento la reputación de m s hom re se
ve a o ligado a demostrar permanentemente ue era merecedor de tal honor,
haciendo gala de su uer a y destre a en las ri as, as como demostrando su
astucia en los uegos competitivos y dando a conocer sus nuevas
con uistas
amorosas rente
p lico a un masculino
. El continuo reacomodo de las
escalas de virilidad se explicó por ue el honor -en su vertiente agonal- ue un
valor anhelado y, por tanto, rreamente disputado. Esto, a su ve , ha ló del
car cter ad uirido -y no heredado- de esta variante de honor.
Hemos o servado ue Santos Alvear y art n Xim ne se
constituyeron en
rivales luego de un reconocimiento de paridad ue les permitió disputar cuotas
de hom r a entre ellos. Esta aceptación de paridad social ue muy similar a

la ue e ectuaron entre s los su etos de lite ue saldaron di erencias a


sus

trav s de los duelos. As lo mencionó Luis de Saavedra, vecino de Santiago,


uien en se vio envuelto en un duelo con ernando Villalo os, a su ve ,
vecino de la ciudad. A lo largo del proceso udicial por lesiones contra el
vencedor del desa o, Luis de Saavedra de inió el duelo como una atalla de
un hom re a otro de
igual poder para atallar con riesgo de la vida . La
situación de paridad, de igualdad rese ada por el propio involucrado, era
re uisito esencial para el desarrollo de la violencia ritual. Sólo un escenario
donde se da a el mutuo reconocimiento de paridad permit a la presencia del
honor y, por tanto, amerita a poner en riesgo la vida.
Ahora ien, la identi icación de paridad entre dos su etos del universo
santiaguino del siglo xvni ue resultado de am igüedades y negociaciones, ue
incluyeron la evaluación individual y comunitaria de diversas coordenadas
identitarias como las socio-raciales, las la orales y las materiales, entre otras.
Gran parte de ellas -como las identidades derivadas de las distintas calidades -
ueron consecuencia de los mecanismos de dominación hispanos empleados

la muerte de los heridos a la demora en reci ir atención m dica. Un ciru ano declaró respecto del
cuerpo de un occiso a uien atendió tard amente, ue ste ten a catorce heridas ue le encontró
en el cr neo sin
em argo de ue las dichas heridas no son en su esencia peligrosas y mortales
pero el mucho perdimiento de su estancia ue precisamente hu o, el ning n auxilio y ustamente
ha er pasado la noche a toda intemperie han sido los motivos de ue dicho Gregorio hu iese

perecido inalmente .ANHRA, vol. , pie a , . , . El mismo tipo de argumentos se


hallaron ANHRA, vol.
en , pie a , s. , y v, ANHRA, vol. , pie a
, . v, ANHRA, vol. , pie a , . , .
La permanente necesidad de validar socialmente la hom r a rente a otros varones se hac a
con el in de certi icar el reconocimiento de la
pertenencia al grupo de los hom res aut nticos .
Bourdieu, La dominación..., op. cit., pp. - .
ANHRA, vol. , pie a , - v, . ara la perspectiva antropológica, v ase
itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit, p. Bourdieu, El sentimiento del honor... , op. cit,
pp. - .
Sin em argo, como
para asegurar un orden en el espacio colonial americano.
se ha anali ado en la la
segunda parte, para segunda mitad del siglo xvm tales
se hallaron su etos a manipulaciones y usos sociales ue minaron
par metros
la esta ilidad de ue distó de ser monol tico. De ah los es uer os
un orden
de lites y autoridades por re or ar las distancias sociales y los mecanismos de
control de la po lación. A su ve , hemos compro ado ue para los tra a ado
res manuales pudo ser m s relevante el compa erismo la oral, la vecindad o

la convivencia espacios
en de diversión
a uilatar a la hora de los niveles de

paridad, antes ue las seme an as en sus calidades .


En segundo t rmino, el reconocimiento de paridad entre dos hom res in
tegró asimismo la consideración de las distintas gamas de inserción del su eto
en las redes sociales, su vinculación a individuos con
poder y su conexión
a otros a trav s de la os como el parentesco espiritual, por e emplo. stas y
a u llas constituyeron las principales varia les ue con iguraron el estatus o
identidad social en el contexto estudiado. El papel gravitante ue la comunidad
desempe ó en su construcción evocó el desarrollo de un
di logo permanente
entre lo individual y lo colectivo. Las voces de la comunidad, expresadas a
trav s del rumor o de las opiniones individuali a les de actores espec icos,
nutrieron la autopercepción de la identidad.

La violencia como
castigo

En una sociedad construida so re la dominación el an lisis de los usos de la


violencia de ió considerar la es era social de los actores implicados en ella, ya
como
e ecutores o como
receptores de sta . Si existió cierto reconocimiento
de igualdad por las partes implicadas, stas se
pensaron mutuamente como

rivales de honor, entre los cuales la violencia rede inió el reconocimiento social
de sus cuotas de hom r a. La com n identi icación de
paridad entre los rivales
supuso una
igualdad competencia, expresada en la e uiparidad de las
en la
armas
y de los medios para imponerse so re el otro. or el contrario, cuando
la violencia se planteó entre su etos u icados en distintos encuadres sociales,
su uso se desvinculó de las
lógicas agon sticas de honor y se e erció a modo de
el
castigo o, por contrario, como insu ordinación ante el orden social. En cada
una de estas -como restauración de la hom r a, castigo o re eld a- la
lógicas
violenciacumplió una unción social determinada.
Los archivos criminales chilenos mani estaron la relación entre impug
nación del honor y categor a relativa de los contendientes. Esta m xima de

Los estudios antropológicos han anali pro undidad la relación entre impugnación
ado en

del honor y la categor a relativa de los contendientes. or e emplo, uli n itt-Rivers ha preci
sado un hom re es responsa le de su honor sólo ante sus iguales en la sociedad, es decir, ante
a uellos con
uienes compite conceptualmente . itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit, p.
Bourdieu, El sentimiento del honor... , op. cit, pp. - .
la violencia por honor se mostró, por e emplo, al hallar hom res recha ando
desa os por considerar indignos a sus retadores. Ello ue lo ue ocurrió una
ma ana de a ril de en el
patio de la Real Audiencia. En esa circunstan
cia, la roma de un indio,
criado calesero de un oidor, ue reci ida como
alta de respeto por los soldados numeristas ue se hallaron presentes en el

lugar . La respuesta de uno de a uellos militares ue castigar violentamente


la transgresión con un
golpe, ante lo cual el indio

le o rec a darle de o etadas al numerista desa i ndolo para la pla a, uien


dici ndole no uese atrevido ni desvergon ado
y ue se uese a servir a su
amo
y tirar su calesa .

or una
parte, evidenciaron los mecanismos a trav s de
estas pala ras
los cuales desplegaron
se las vengan as privadas. Ellas indicaron el plano de
sinonimia en ue se planteó el acto de desa iar y el de amena ar con una
o etada. A su ve , se mani estó ue dicha invitación a la violencia se hi o a
un
lugar p lico, en este caso, a la pla a. Desde otra perspectiva, ue posi le
apreciar de la declaración citada ue el soldado desde ó el desa o por consi
derar ue provino de un su eto de in erior rango. La aceptación de un desa o
implicó el reconocimiento mutuo de paridad por los protagonistas. En este
caso esa situación no se da a, como se constató en las pala ras despreciativas
del soldado.
La misma tónica se
pudo apreciar en las pala ras de don art n Ur ar,
administrador de una hacienda, al negar terminantemente ue las heridas cau
sadas al peón espa ol Este an uentes, ueron en vengan a por las ra ones
ue le ha a enrostrado la noche anterior. En este caso, no existió vengan a ,
pero s se dio un castigo sico, pues al d a siguiente art n Ur ar persiguió
a Este an uentes, montado so re su ca allo y con el sa le desnudo. Luego
de herirlo, llegaron los peones de ar para terminar de golpearlo y
art n Ur

ponerlo en el cepo. Nos encontramos ante una mani estación de castigo ue


expl cito la permanencia de las ormas privadas de usticia a n a ines del
per odo colonial. La respuesta de art n Ur ar ante la usticia institucional
o
p lica ue como sigue

ue el declarante no pensó am s en vengarse por si de seme antes gentes,


y ue en el caso ue hu iera pensado en esto ha r a untado para ello
sus
peones .

En estas circunstancias el reconocimiento de paridad resulta a inadmisi le.

ANHCG, vol. , s. y , .
I id.
ANHCG, vol. , s. - v, .
Cuando no exist a paridad entre los protagonistas de los hechos de sangre,
el sólo ten a con las cuales solventar m s
económicas
superior no
venta as y
me ores instrumentos o ensivos sino ue, tam i n, le esta a socialmente per
mitido e ercer violencia so re sus su ordinados . En este sentido podemos
entender el e ercicio ha itual de la violencia de las lites a los criados, escla
vos o, en
general, hacia los su etos u icados en posiciones m s precarias del
entramado social. En esos casos, la violencia se reg a seg n lógicas de castigo
y disciplinamiento, siendo, a su ve , un re or amiento de las instancias de
dominación. Su uso, por tanto, no podr a entenderse como desa o en espera
de respuesta de un igual en honor. Al no existir di logo ritual, en usca de
los atri utos intercam ia les de
honor, la violencia era punición y escarmiento,
generalmente cruel y desmedido .
Las ormas en las ue se desplega a este tipo de violencia esta an codi i
cadas socialmente y correspond an por lo general a latiga os y tirones de pelo.
Uno de los tantos casos en los
ue se o servó la aplicación de estas dos ormas
de castigo, involucró al criado Antonio es as, uien ue detenido del pelo ,
arro ado de
mu a y tirado al suelo donde reci ió una lluvia de latiga os
su

de parte de cerca de cuarenta hom res ue integra an una cuadrilla a ca allo.


ese a las dram ticas descripciones de la violencia, la ue a ver al ue dio
inicio a la causa sumaria gira a en torno a las molestias su ridas por don
rancisco oreno, regente de la Real Audiencia, por el ruido ue ocasiona
ron los
golpes rente
casa, a su en circunstancias ue se halla a en ermo. Los
latiga os reci idos por el criado no ueron sustanciales en la argumentación .

La legitimidad del castigo a los sirvientes, asimilado al propinado a los esclavos se o servó,

por e emplo, en el castigo ue in irió don Al erto Carvallo, due o de una chacra, al peón de
panader a ue le serv a. La sentencia udicial ue lo li eró de prisión no le prohi ió continuar
disciplinando a sus criados a trav s de la uer a, aun ue le previno ue en adelante cuide de usar
instrumentos ue no hieran, ni causen contusión como el Rey lo ha a advertido para el castigo
de los esclavos. ANHCG, vol. , . , . So re el uso de la violencia como mecanismo
de disciplinamiento de los su ordinados en general y de los esclavos en particular, v ase Araya,
Gestos, actitudes... , op. cit, passim y Araya, Sirvientes contra amos... , op. cit.
El e ercicio de este tipo de violencia derivó, en algunos casos, en la interposición de pleitos
udiciales por malos tratamientos por los esclavos contra sus amos. Estos ltimos ueron responsa
les de la vida de sus sirvientes no-li res, pero estuvieron acultados para castigarlos sicamente. La

am igüedad de los l mites entre corrección y sevicia llevó a los esclavos a demandar udicialmente
a sus amos, en ocasiones
pidiendo su li ertad, en ra ón del excesivo uso de la uer a so re ellos.
En ciertos casos, los esclavos apelaron a los discursos del honor para undamentar sus argumen
tos. Ser a su honor, hecho carne en sus
cuerpos, el ue ha r a sido vulnerado por las violencias
excesivas de sus amos. Los usos del honor por los esclavos en los procesos por li ertad o malos
tratamientos -como estrategias discursivas ante el poder correctivo de sus amos- respondieron
a
lógicas las usadas por los hom res y mu eres li res del mundo colonial americano.
diversas a

Chaves, op. cit. y Carolina Gon le , Los usos del honor por esclavos y esclavas del cuerpo
in uriado al cuerpo li erado Chile, - .
li,i
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .
En el de las violencias
caso
dirigidas hacia esclavos, no era necesario ue
uesen propiedad de uien in lig a la violencia, pues sólo asta a reconocerlo
como tal
para castigar agresivamente el m s pe ue o gesto o pala ra inade
cuada. Cuando ha a disparidad social a soluta entre las
partes, las reacciones
de los su etos implicados no se reg an seg n los ritos de la violencia
por honor.
Las malas pala ras no se le an como in urias, sino como
desvergüen as y
desatenciones ue amerita an un castigo cruel, pues transgred an el uen
orden social y pol tico del mundo colonial.
Eso ue lo ue le ocurrió a Ignacio, negro esclavo de
Agust n Tagle, en a ril
de . La causa udicial por las lesiones in eridas al esclavo se ala a
ue lo
ha an aporreado y h chole peda os con las u as la cara . El autor del
castigo ha a sido un aratillero ue le ha a vendido unos apatos de distinto
tama o. Como el mercader ue llevado a la
usticia por solicitud del amo de
Ignacio, a u l decidió escarmentar al esclavo por ponerlo en tan incómoda
situación. Saliendo del despacho del ue le di o al esclavo

ue perro ue por a uella cortedad ha a puesto a un hom re de


era un

cara lanca y de ien ante la usticia sacó una olsa con plata y le di o
toma perro y le tiró dos
golpes con ella y luego lo agarró de los ca ellos
y el declarante el esclavo Ignacio a l de la cintura y ha iendo llegado
hasta un aratillo contra la pared de l le agarró la cara al declarante y lo
ara ó todo y otro aratillero salió con un
l tigo y le dio varios latiga os .

La disparidad de estatus entre las partes involucradas en los hechos de


sangre explica a ue las pala ras violentas dirigidas por un superior hacia un
in erior social no se considerasen o ensas ver ales sino m s ien reprehen
siones de su insolencia . Las lógicas de dominación ue reg an el orden social
en el
Santiago siglo del xvm determina an
ue en lo ue ser a o ensa grave
un
igual, no es ni a n leve y respecto de un in erior . Es decir, ue el uso de
la uer a ad uir a diversas connotaciones seg n las erar u as sociales de sus
protagonistas. Y, en ra ón de ellas, se pod a entender o no la violencia como
deshonra o, por el contrario, como castigo de las insolencias.
Dentro de los mismos grupos medios y populares existieron di erencias de
estatus ue llevaron a sus actores a recurrir a diversos tipos de violencia en sus
desavenencias y disputas. Las sutiles categor as ue construyeron erar u as
en dichos estratos se hicieron evidentes dentro de
episodios de violencia entre
su etos so re los ue, desde el presente, resulta di cil perci ir di erencias de
importancia. En una
oportunidad, los con lictos dentro de una
pulper a en

ANHRA, vol. , pie a , s. v, v- , .


I id.
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
I id.
terminaron cuando un tintorero pardo le ha r a se alado a un o icial
de sastre cholo,
ue gente para tenerlo en pendencia y luego de ello
no era

se salió para uera para excusar la pendencia .


Tal ve las divergencias socio-raciales y el origen leg timo ue el mismo
tintorero destacó de s mismo, hicieron ue ste se
representase en un nivel
superior al sastre. Ello determinó ue las pala ras desmedidas del sastre uesen
castigadas por el tintorero, sin ue ellas mermasen su honor y ameritasen una
reyerta de igual a igual para restituirlo. En consecuencia, en lugar de una ri a
paritaria entre los dos actores, lo
ue ocurrió ue ue el sastre ue escarmentado
duramente por el grupo masculino al ue perteneció el tintorero, siendo tirado
de los ca ellos hacia uera de la pulper a, arro ado al suelo y golpeado con un
le o. Como se anali ar en detalle, sa no era la orma en
ue se resolv an las
disputas entre pares sociales, en las cuales se produc an los traspasos sim ólicos
de los atri utos intercam ia les de honor.
A su ve , dentro de ese
episodio de violencia, los insultos ver ales tales
como el de perro indio , reci idos por el sastre, no ueron catalogados como
in urias por su destinatario. Ellos m s ien re or aron la lógica de escarmien
to re a amiento de la v ctima, en la ue se inscri ió la violencia e ecutada .
Esta ltima mani estó, a su ve , en el gesto de alar el pelo al o icial de sastre
se

hasta tirarlo al suelo, invirtiendo la erar u a de su cuerpo para sim oli ar su


sumisión y degradación. El signi icado sim ólico ue tuvo el ca ello en la
cultura hisp nica e ind gena -unido a la percepción de la ca e a como s m olo
de honor- sustentó el recurso a este tipo de violencia como mecanismo de
humillación, recuentemente empleado por los poderosos en sus agresiones a

sus
dependientes in eriores sociales .
o

El uso particular de la violencia como castigo y humillación siguió la lógica


de las penas corporales de vergüen a p lica , pues am as se estructuraron
en una
representación de honor asentada en la inviola ilidad del cuerpo y
la pu licidad de la deshonra . Como hemos se alado en otro lugar, las de-

ANHRA, vol. , pie a , . , - .

Seg n la declaración del


propio y la de su mance a uana
sastre agredido art ne ,
parda li re
ue serv a en la pulper a, el grupo masculino ha r a usado reiteradas veces, de
orma amena ante, el t rmino indio en los momentos previos a la violencia sica y durante el
transcurso de sta. ANHRA, vol. , pie a , s. - , - .
El caso del indio ascual Coli ich n enta lado
en Chillan
por a otes y otros excesos
expresó el sentido y de humillación ue tuvo la pr ctica de cortar el ca ello a los
disciplinario
indios. En ella, el de ensor de naturales argumentó ue dicho acto era pena tan denigrativa entre
los indios , apoy ndose en la Recopilación de Leyes de Indias, , li . , t t. , ley . ANHRA,
vol. , pie a , s. - v, .
Incluso, en algunos de estos casos, los soldados o los ministros de usticia amena a an
con sacar a la
vergüen a, se al ndole a los su etos ue los ha a n de hacer pasear por las ca
lles . ANHCG, vol. , . , . So re las penas corporales, v ase Araya, El castigo sico ...,

op. cit Desde la perspectiva legal, destacamos el minucioso tra a o de am rana oral, op. cit,
pp. - . ara el m ito mexicano, v ase Ga riel Haslip-Viera, Crime and punishment in late
colonial xico City, - , pp. - .
mostraciones de respeto asociadas a la ca e a implicaron, la vida diaria, el
en

reconocimiento de prioridad del otro . Seg n Sonya Lypsett-Rivera, las agre


siones la ca e a de los hom res y mu eres novohispanos en el siglo xmii
a
- ue
iguraron recuentemente en los registros criminales- emularon las pr cticas
disciplinarias de humillación ue los agentes de la monar u a reali a an so re
los ple eyos al momento de su arresto . Siguiendo a la autora, estos recursos
ueron comprendidos como agresiones al honor, puesto ue estuvo asociado
a la ca e a de las
personas. Como el acto de alar los ca ellos se e erció para
expresar visualmente la dominación, ue recuente encontrarlo en episodios
de agresión masculina hacia mu eres . No o stante, tam i n constituyó un
recurso usado por las mismas mu eres en los desencuentros ue tuvieron entre
s . En estos casos, el tironeo de ca ellos expresó la prioridad de una mu er de
estatus superior por so re otra de estatus in erior .
El uso estrat gico de los discursos de la violencia en los relatos udiciales
se
expresó de m ltiples ormas . Una de las m s interesantes ue la mani
pulación ue los su etos populares e ectuaron de las categor as discursivas de
la violencia como castigo. Estas ltimas ueron usadas pre erentemente por las
lites con
usti icar su recurso a la uer a cuando los órdenes morales
el in de
supuestamente eran transgredidos por los su ordinados. A trav s de este medio,
la lite se presenta a como iscali adora -y, por tanto, como depositar a por
antonomasia- del orden moral ue de a prevalecer en la sociedad.
Uno de los casos m s em lem ticos de uso estrat gico de este discurso
del castigo sico de las lacras morales lo presentó uan Evangelista, am o
li re, soltero, de veinticinco a os, de o icio sierrador y cuyo padrastro serv a
como carcelero de la
prisión de Santiago. Al a rirse una causa de o icio por la
muerte del negro rancisco -verdugo de la ciudad hacia - en la ue se

Undurraga, Honores transversales... , op. cit. Araya, Sirvientes contra amos... , op. cit,

p. . Algunas re lexiones en torno a la percepción sim ólica de la ca e a como


lugar ue
concentra a los atri utos no les del alma y el pensamiento en ac ues Le Go , La ca e a o

el cora ón? El uso


pol tico de las met oras
corporales durante la Edad edia , p. adero,
anos violentas..., óp. cit., p. antropólogos tam i n han tra a ado la representación de la
. Los
ca e a como s m olo del honor. V ase, por e emplo, itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit,

p. y Edmund R. Leach, agical Hair , pp. - .

Lipsett-Rivera, Los insultos... , op. cit, pp. - . Algunos registros criminales chilenos
uso de gestos violentos y ve atorios, como tomar y arrastrar de los ca ellos, por
constataron el

parte de los ministros de usticia al proceder al arresto de su etos de los sectores populares.
ANHRA, vol. , pie a , . , .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
Cuando, por el contrario, el gesto transgredió dicha lógica de dominación, su re erencia
se usó como
estrategia udicial para usti icar las crueles violencias posteriores e ectuadas por la
mu er de mayor estatus. ANHRA, vol. , pie a , s. v- , .
Ellos permitieron usti icar ante los ueces respuestas a n m s violentas por parte del
agredido. ANHRA, vol. , pie a , . v, . ANHRA, vol. , pie a , s. - v,
ANHCG, vol. , . v, ANHCG, vol. , s. - v, .
acusa a a uan Evangelista como autor del homicidio, ste apeló a la noción
de castigo sico de las desvergüen as del su eto allecido.
Como ha anali ado anteriormente, el t rmino desvergüen a era el
se

escogido por las lites del siglo xvm chileno para re erir las transgresiones de
las erar u as sociales y morales. uan Evangelista usti icó los golpes y pata
das ue dio al verdugo, y ue inalmente le causaron la muerte, como castigo
necesario por ser un negro orracho desvergon ado . Independiente de la
veracidad de las acusaciones, lo interesante ue la percepción del reo -y de sus
representantes udiciales- de ue este tipo de usti icación i a a ser comprendida
y, pro a lemente, admitida por los ueces, los destinatarios de sus
pala ras.

La violencia como insu ordinación

Los discursos en torno a la violencia interpersonal aludieron a su


e ercicio por
su etos de erar u as in eriores contra otros u icados en niveles superiores.
En dichos casos estas pr cticas ueron entendidas -principalmente desde la
perspectiva de las lites- como
transgresiones a los órdenes esta lecidos. La
actitud de los su ordinados de a ser o ediente, expresando corpo-
sumisa y
ralmente su rendición a la superioridad material, social y supuestamente moral
de los grupos poderosos . or eso, la óptica de la resistencia ha sido til para
entender las deso ediencias y agresiones a estos ltimos . Desde la visión
de las lites, cuando un su eto de una erar u a in erior arremet a o alta a el
respeto a otro de un
lugar pre erente, no ha a posi
ilidad de intercam ios de
honor. Las agresiones eran re eld as e insu ordinaciones ue am s podr an ser
catalogadas como desa os. Las pala ras ultra antes se entend an, en diversas
ocasiones, como atentados al orden social general m s ue como in urias ue
vulnera an el honor particular de los poderosos.
En teor a, el honor del superior no se ver a disminuido por los golpes e
insultos del in erior en t rminos sociales, pues desde la pe ue e de su e ecutor
o enunciante era
imposi le mermar un honor asado en undamentos esta les
como el
lina e o los
privilegios heredados. El estatus relativo entre las partes
determina a, por tanto, ue estos desencuentros no se rigiesen seg n las
lógicas de los intercam ios de honras, tal como ocurr a en las desavenencias
entre actores ue se reconoc an como pares sociales. Como la relación entre
las partes involucradas se caracteri a a undamentalmente por su car cter de
dominación-sumisión, lo ue o ten a el dominado al e ercer violencia so re el
dominador era simplemente el poder, la coerción ue este ltimo desplega a
so re los su yugados. No arre ata a su honor, sino m s ien invert a, en
t rminos sim ólicos, la relación de dominación. Es cierto ue con ello pod a,

,
ANHRA, vol. , pie a , s. v y v, .
m
Araya, Aproximación... , op. cit Araya, Sirvientes contra amos... , op. cit.

Aguirre, op. cit.


aun ue uese por un momento, o tener respeto y temor de sus pares, pero
tam i n se arriesga a a ser o etado por los mismos .
En suma, las consecuencias del proceso de dominación
hispana a unto
los e uili rios ue se
produc an en las microrrelaciones de poder
los entre
actores coloniales, esta lec an ciertos niveles de paridad dentro del entrama
do social, de iniendo en cada uno de ellos los rivales en la competencia por
los atri utos intercam ia les de honor agona . Dentro de estos hori ontes se
reali a a la ya mencionada disputa por la exhi ición de la potencia sexual, la
uer a y la astucia. El reto a un igualen la competencia por honor implica a el
reconocimiento de igualdad y, por tanto, la posi ilidad de aumentar o de
esa

recuperar el honor perdido violentando el del contrario. Como tal, dicho acto
constitu a un desa io ue e uival a al inicio de un di logo violento entre partes

ue se reconoc an mutuamente como hom res iguales en honor. Esto ltimo


era
re uisito indispensa le para ue los atri utos intercam ia les de honor del
perdedor se trasladasen sim ólicamente al vencedor de la ri a, al ganador de
los avores emeninos o al triun ador de una prue a de astucia.
Tales eran las condiciones necesarias para ue se desarrollasen las din mi
cas de desa o-respuesta ue caracteri a an la representación agonal de honor. Una
ve
ue los hom res se reconoc an mutuamente como rivales, los desa os ue
e ectua an se entend an como o ensas a los atri utos intercam ia les de honor y
como
provocaciones ue demanda an una
respuesta. Estos desa os pod an ser

ver ales o gestuales.

A continuación nos detendremos en el an lisis de los tipos de desa os


ver ales utili ados recurrentemente en las etapas previas a las pendencias en

el Santiago del siglo xvm. A trav s de estas voces no sólo estudiaremos uno

de los ritos de la violencia por honor sino ue, tam i n, nos aproximaremos a
las identidades de los protagonistas de los hechos de sangre. No precisamente
a las identidades
ue los grupos dominantes uer an inculcarles -las derivadas
de sus or genes leg timos o ileg timos, limpios o impuros de sangre-, sino a
a u llas ue marca an sus relaciones interpersonales cuando se relaciona an
con sus
compa eros de tra a o o cuando se halla an en am ientes de diversión.

roemios ver ales de la violencia

pala ras o ensivas, pala ras provocativas

En la vida cotidiana del Santiago del siglo xvm se incitaron y se aceptaron


o recha aron desa os y provocaciones. arte de ellos de aron rastros de s
en los
registros criminales por homicidios, lesiones y heridas tramitados.

ANHRA, vol. , pie a , . , .


Entendemos la noción micro-relaciones de poder desde la perspectiva oucaultiana.
oucault, icro sica..., op. cit.
uchos otros, al no ser conocidos y perseguidos por la usticia, se perdieron

para nosotros con el paso del tiempo. Las expresiones vertidas en este tipo
de registros -haya sido dentro las pala ras de los actores de la violencia, de
las recreaciones de los testigos o de los discursos de los m ltiples agentes u
diciales- indicaron el ha itual recurso a las representaciones de honor para
usti icar los hechos de sangre.
punto de vista, parte de los actos violentos -como duelos,
Desde este
ri as, pendencias o uimeras, catalogados de il citos por la usticia- pudieron
entenderse seg n el concepto de delitos por honor . Su an lisis se presen
tó, por tanto, como un
e ercicio necesario para comprender la amplitud y la
comple idad del universo del honor, pues complementó el grupo de hechos
criminales considerados cl sicamente como delitos contra el honor , a
sa er las in urias y las calumnias. En e ecto, la lectura atenta de las con e
siones de los implicados en los hechos, as como de las declaraciones de los

testigos y de las pala ras de los agentes udiciales ue intervinieron en los


procesos por heridas, lesiones y homicidios, evidenció la conexión entre
estos registros y a u llos enta lados por in urias y calumnias. Estos su etos,
al recrear los de sangre no dudaron en acudir al universo de repre
sucesos

sentaciones ue utili
se ó para relatar los hechos ue constituyeron in uria.
El universo cotidiano de las in urias en el siglo xvm chileno era mucho
mayor al ue registran en la actualidad los cat logos ue re nen los procesos
udiciales rotulados por ese delito. Cientos de in urias ver ales llena an las
o as de los uicios por heridas, lesiones y homicidios, siendo recreadas por
los testigos y los protagonistas de los hechos como preludios de una violencia
ue, en ocasiones, no se entend a y ue, por tanto, no se
pod a explicar sin
su existencia.
La presencia de pala ras in uriosas era uno de los ritos ue caracteri a an
el desarrollo de la violencia por honor en el Santiago del siglo xvm. La nece
sidad de construir un relato ue resultara coherente lleva a a los testigos, a
la parte uerellante o al reo, adar sentido a los hechos ocurridos acudiendo
a los universos de signi icaciones de las representaciones de honor. As , era

recuente ue los actores de la violencia, cuando de an explicar el desarrollo


del con licto ue terminó en la muerte o en el da o sico del contrincante,
re iriesen ue previamente ha an sido o eto de in urias , pala ras pro
vocativas , o ensas de pala ra o maltratamiento de ra ones por parte
del riva m. En otras ocasiones, los actores y testigos eran menos
expl citos

iedra Vargas, op. cit, p. .


ANHRA, vol. , pie a , s. v, , y , ANHRA, vol. , pie a , .
v ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. - v,
ANHRA, vol. , pie a , s. y v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA,
vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , . , ANHCG, vol. , s. , , v,
, v, , vy v, ANHCG, vol. , . , ANHCG, vol. , , .
al re erirse aldi logo ue ha a precedido la violencia sica y alud an a l a
trav s de expresiones como dicterios , excesos de pala ra , improperios ,
altercación de pala ras o pleito de pala ras . Los testigos pod an se alar
ue los su etos implicados tuvieron sus voces , tuvieron sus pala ras , ue
uno de ellos se ue de ra ones , lo opro ió de pala ras malamente o lo

empe ó a desa iar con pala ras de la mayor provocación . Un involucrado


en los hechos
pod a re erir, por e emplo, ue el adversario lo ha a tratado
con los mayores improperios .
Aun ue, en ocasiones, no detallasen los insultos ver ales reci idos, los
protagonistas de la violencia no olvida an magni icar su gravedad. As lo hi o
el maestro pardo Gregorio Arenas, comandante de las milicias ur anas de
pardos, uien acusó ha er reci ido treinta mil improperios y calumnias de
parte del maestro ar ero Ra ael Ore, de calidad indio . En todos estos casos

las pala ras previas se entend an como


provocaciones, desa os ue espera an
respuestas ue inalmente llega an a trav s de los
pu os, los cuchillos o las
espadas.
presencia de in urias
La ver ales en las recreaciones de las pr cticas de
desa o-respuesta se explicó por la necesidad de los actores y espectadores
de la violencia de presentar ante la usticia un relato coherente de stas. De
ah su preocupación por dar cuenta de cada una de las pala ras ue ha an
precedido al encuentro sico. Entendemos, por tanto, los desa os ver ales
registrados en los documentos udiciales como recursos discursivos destinados
a
explicar las respuestas violentas ue stos ha an desencadenado. Respuestas
violentas ue esta an legitimadas dentro de esos universos sociales, pues las
o ensas ver ales reci idas eran mermas en la hom r a y provocaciones ue
de an reci ir contestación.

Valent as y co ard as,


ortale as sicas y de ilidades

De los cien procesos udiciales ue ormaron el cuerpo documental de uicios


criminales por heridas, lesiones y homicidios, se constató ue en treinta y
ocho procesos, los testigos y actores de la violencia especi icaron las in urias o

ANHRA, vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , s. v y v, AN

HRA, vol. , pie a , s. v, , vy , - ANHCG, vol. , . ,


ANHCG, vol. , . v, ANHCG, vol. , . , ANHRA, vol. , pie a , .
v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . , .

ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . v,


ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , s. v y , ANHRA
vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , . , .
ANHCG, vol. , . v, .
ANHCG, vol. , . , .
pala ras o ensivas-provocativas en los prolegómenos de las ri as. La presencia
de stas no era circunstancial. Ella respond a a las necesidades ue ten an los
testigos y los protagonistas de los hechos de presentar un relato veros mil y

suscepti le de ser
comprendido por los agentes udiciales ue ve an las impli
cancias penales de la violencia desatada.
Dentro de este grupo la proporción m s numerosa, ue llega a al ,
re er a un tipo espec ico de pala ras altamente o ensivas ue siempre, sin
excepción, genera an respuestas violentas ta la N . Se trata a de a ren
tas a la hom r a de los rivales, insinuaciones de la co ard a del otro, unto
a
magni icaciones de la valent a propia. En el per odo se entend an como

verdaderos desa os, invitaciones a medir la val a personal con los pu os o

los cuchillos, desa os ue no


pod an declinados por el rival, a riesgo de
ser

perder a uellos atri utos intercam ia les de honor ue espera an el resultado


de la pendencia para ser retenidos por el desa iado o, en el caso de perder la
reyerta, ser agocitados sim ólicamente por el autor del desa o. La presencia
de dichas pala ras o ensivas-provocativas era la excusa ue los reos usa an
para usti icar y para explicar, haciendo comprensi le ante otros su recurso a
la uer a. El ue los actores y testigos de la violencia desatada representasen
estas pala ras y rases como o ensas, nos llevó a incluirlas en el an lisis.
La exhi ición de la hom r a procura ao tener los respetos necesarios para
mantener las relaciones de dominación entre los hom res. ientras un su eto
m s alardease de su uer a, m s ama tendr a y menos rivales se atrever an a

impugnar su
lugar de privilegio. Desde esta perspectiva, estos giros constitu

yeron mecanismos inhi idores de la agresividad del adversario destinados a

minimi ar el derramamiento de sangre .


Dentro de las expresiones ue o end an al rival aludiendo tanto a su co

ard a como a su irrisoria destre a com ativa se conta an, por e emplo, ue
no era
capa de pegarle a nadie o
ue era un orro
vie o ue si uno lo cog a
en
campa a no era
capa para de enderse . Tam i n igura an desa os

os Sanmart n, La mente de los violentos, pp. - .


La primera rase o ensiva-provocativa la reali ó edro lores, indio, soltero, de treinta y
dos a os, de e ercicio herrero. El receptor del mensa e ue os Ignacio Salas, consignado en el
proceso tanto como esclavo y como criado de do a ar a ercedes D a . Ello ocurrió cuando
am os volv an de un andango la noche v spera de San uan en la calle de Santo Domingo. ANH
CG, vol. , . v, . La segunda rase ue emitida por Gregorio de Arria a contra el arriero

Agust n lvare , durante los incidentes producidos luego de un uego de chueca. ANHRA, vol.
, pie a , . , . La re erencia displicente a la edad avan ada de los rivales se e ectuó
desde una representación de honor centrada en la uer a sica ue so revaloró el vigor de la
uventud. Ello explicó las diversas urlas -o u onadas como las consignó la documentación- a
las ue los su etos de edad avan ada ueron sometidos por los m s óvenes. Entre stas se halló,
por e emplo, el arro arles tierra y ceni as en la cara o el enterrarles una le na en las nalgas. Este
ltimo consistió en un instrumento compuesto de un hierro de punta muy ina y un mango de
madera, ue usaron los apateros y otros artesanos para agu erear, coser y pespuntar. ANHRA,
vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. - , . So re las
colectivos ue no eran capaces de
como
. Las dudas respecto
ponerse
de las competencias varoniles se centra an las
capacidades sicas de los
en

contrincantes. Ello indica a ue la de honor


representación agonal sustenta a un
modelo masculino asentado la rude a, el la ortale a, cualidades
en
gor v

ue permit an a los hom res hacerse valer ante sus pares. El mavor recurso
de demostración del honor masculino, en su vertiente agonal, era el del en-
rentamiento cara, al
descampado, sin ayuda de terceros v le os de las
cara a

normas de convivencia
pac ica ue de an reinar en la ciudad. Se constató.
por tanto, ue el honor agonal se halla a en a ierta contradicción al honor o icial
ue propugna a resolución de los con lictos por la a de la usticia.
Otra serie de rases pon an a prue a la valent a del rival Entre stas se en
contra a, por e emplo, el desa o a la pelea in uiriendo al rival si tema valor de
pararse en a uel cuarto y tam i n ue uer a ver el ue intenta a darle con
cuchillo, y ue lo sacase a
campa a y ver a . or ltimo, exist a la re erencia
irónica del triun ador de la ri a, este caso, mulato o icial de
en un
apater a
ue, cuchillo en mano, o rec a medirse con
cual uiera de los espectadores.
areng ndolos con las pala ras Vengan, vengan los valientes . O la de un
espa ol administrador de un odegón, ue desa ió a todos los hom res ue
se encontra an al interior de una
pulper a, se alando ue saliese al puesto
cual uiera ue uese tan valiente ue se hallase capa de hacerlo ^.

di erenciasgeneracionales y los con lictos derivados de ellas v ase Ra ael Gaune, Historias de
isuras y con lictos etarios en la lite de Santiago colonial - ^.
■^
Tal rase ue re erida a os Rodr gue , hom re espa ol La desavenencia ocurrió en la
calle llamada de la pelota del arrio de San Isidro v terminó con
Rodr gue muerto
por una

cuchillada. ANHRA. voL S. pie a , . óó, .


^
La
primera rase provocativa ue emitida por ateo Varas, indio -con apariencia de
mulato, seg n lo descri ió su ri al- de veintis is a os, soltero, peón ga n y apatero. El re
ceptor del desa o ue edro os iranda, uien tra a a a en la Casa de oneda, seguramente
en sus aenas de construcción. ANHRA. vol. , pie a . . , . La segunda rase ue
enunciada por Tom s uiero, indio, casado, natural de Chillan, de veinticinco a veintis is
a os, o icial de apatero. El receptor del mensa e ue un su eto llamado Ramón y sindicado
como indio, sin
ue el expediente consignara su apellido ni su o icio. ANHRA. vol. .
pie a . . v, .
?-
Se trató de rancisco avier Y ne . uien ue re erido como mulato y tam i n como negrc
-

del General Don edro de Ca as . Era natural del de Renca, o icial de apatero, soltero
partido
y di o no sa er su edad, pero el escri ano se aló ue parec a tener m s de veinticinco a os, es
decir, ue era mavor de edad v. por tanto, no necesita a de la representación de un curador para
en rentar el uicio. ANHRA. voL . pie a , . , .
■*
Testimonio del odegonero os Antonio Co re. El emisor de la rase ue os Góme ,
espa ol, natural de la ^illa v corte de los Castilleros, soltero, odeguero, de veintis is a veintisiete
a os de edad. ANHRA, voL , pie a , . . .
Ta la N
O ENSAS- ROVOCACIONES VERBALES
EN LOS RELUDIOS DE LA VIOLENCIA. SANTIAGO, -

ala ras o expresiones rocesos udiciales por heridas,


lesiones y homicidios

In urias a la valent a - uer l sica


ue no era capa de pegarle a nadie ,
no ha r is encontrado hom res ,
si ten a valor de pararse en a uel cuarto

In urias sexuales
hi o de puta
cornudo V ca rón

In urias a la honestidad
ladrón
cochino
picaro
In urias socio-raciales
mulato a
am o a
indio a
mesti o a
Otras
perro
orracho
in ame
puta
a otado
mocoso
Total

uente ta la N de los anexos.

inalidad de eliminar decimales


Algunos de los porcenta es se han aproximado con la
de car cter re erencial. La ci ra total la cantidad de procesos
superó
y, por tanto, son

criminales en los ue la violencia ue explicada en ra ón de las in urias ver ales ue


la precedieron, puesto ue en muchos casos se com inaron diversos tipos de o ensas.
Como ya se alamos, estas in urias se encontraron dentro de treinta y ocho procesos
udiciales, so re un universo total de cien causas criminales.

de violencia re er an rases ue
Los y actores de los episodios
testigos
desa ia an la valent a del rival y lo provoca an a pendencia, magni icando
actanciosamente la uer a sica del agente del reto. Entre stas
se encontra

le sacar a los o os En intermedias del


ron amena as del
tipo ue . etapas

El autor de la rase ha r a sido Antonio Gallardo, del ue no se expli taron sus re erencias iden
vol. , pie a , . , .
titarias, y su receptor, el indio peón ga n ascual Berm de . ANHRA,
con licto la violencia sica pod a reactivarse enunci ndose rases tales como

ue agradeciese ue no le deshac a la cara


ue se halla a capas de ello , o
la re erida por el indio os Santos Uri e, alias el Negrito chanchero , uien
le di o a su oponente agradece ue no te he despan ado . En este grupo
tam i n se hallaron giros ingeniosos, como el del peón rancisco Orti , uien
al sacar su
pu al amedrentó a su rival diciendo ue matar a a Dios padre .
sta consistió de las pocas rases o ensivas-provocativas ue expresaron,
en una

a su ve , las emias. All , la exaltación de la rude a personal apeló al imaginario


religioso cristiano, transgrediendo los respetos a lo sagrado.
Los documentos registraron, a su ve , otro tipo de provocaciones ver ales
m s directas y desprovistas de todo recurso meta órico. Ellas consignaron al

guna acción del encuentro sico, como la de ven hi o de una tal a correrme
otra ve , usted me dio un o etón, vengo a ue me vuelva a pegar otra ve ,
ue le dar a de o etadas , ue se lo har a ueno todo , ven a pegarme otra
ve
guacho hi o de una
gran puta o
ue lo traer a a guantadas al cuartel .

El emisor de la primera rase o ensiva ue a lo Cuevas, o icial de sastrer a, y su receptor


uno de los peones ue se encontra a en la pulper a de anuela re la noche de la ri a. No se

especi icó su identidad, pues este ltimo no ue el agresor de a lo Cuevas. Una testigo indicó
conociendo el peón ue a uella arrogancia la produc a la e ida, hi o menosprecio de las
pala ras enunciadas por a lo Cuevas. a lo Cuevas inalmente murió a causa de las heridas.
ANHRA, vol. , pie a , . , . En tanto, os Santos Uri e era indio soltero, natural de
la Desa -La Dehesa-, de e ercicio apatero y vendedor de chanchos. El receptor del mensa e
ue el apatero Loren o eralta, alias ansules y consignado mo o , es decir, un hom re
oven. ANHRA, vol. , pie a , . , . Otra rase seme ante a las re eridas ue la enun
ciada por Bernardo Romero, maestro carrocero, a su rival, el o icial de sastre Tom s Al e no
te deshago la cara ue lo omito por ser en una casa ue estimo, pero anda ue me la pagar s.
ue el mismo Bernardo Romero uien reconoció ha er dicho esas pala ras. ANHRA, vol. ,
pie a , . v, - .
El actor ue amena ó con matar Dios padre a ue rancisco Orti , natural de la villa
de Talca, de veintis is espa ol, soltero y de e ercicio peón ga n. Via a a a
a veintiocho a os,

Valpara so y pidió re ugio en el rancho de Agust n Villanueva para pasar la siesta a o un r ol.
Los con lictos se sucedieron por ue rancisco Orti interpretó las risas de las hi as de Agust n
Villanueva como urlas a su persona. ANHRA, vol. , pie a , . v, .
La primera rase ue emitida por art n im ne , peón, soltero, natural de la villa de San
ernando. Las mismas coordenadas identitarias rigieron para el espa ol Santos Alvear, receptor
del mensa e provocativo. ANHRA, vol. , pie a , . v, . La segunda rase, ue aludió
al o etón , la enunció el indio uan de Dios Herrera, natural de Santiago, casado, de e ercicio
carretero, de cerca de treinta a os de edad. Su destinatario ue Agust n Espar a, administrador de
un
odegón. ANHRA, vol. , pie a , . , . La expresión ue le dar a de o etadas
ue emitida, luego del co ro de una apuesta, por Andr s Olgu n, espa ol, soltero, de o icio vada-
nero , natural de Santiago y de catorce a os. El receptor del mensa e ue Silva, so re uien no se
de ó constancia de su identidad. Sólo se registró ue a uella noche am os anda an vendiendo
adanilas . ANHRA, vol. , pie a , . v, . Las expresiones ue se lo har a ueno todo
y ven a
pegarme otra ve
guacho hi o de una
gran puta las reali ó Dionisio Castro, soldado del
Batallón de In anter a, de treinta a os, natural de Nilagüe, avecindado en Santiago. El receptor
de la rase ue anuelA arca, ca o de Escuadra de Asam lea de Ca aller a de este Reino ,
natural de Santiago, soltero, de veinte a os de edad. ANHCG, vol. , . v, . El emisor
Tam i n ue posi le hallar desa os colectivos del tipo a u han de pagar o
em estid ca rones , dirigidos hacia el grupo masculino ue mediante pala ras
o
gestos se urla a y provoca a al extra o . Como se aprecia, en estas rases
pod an im ricarse a rentas a la hom r a con algunas de las o ensas ver ales
de contenido sexual registradas en los procesos por in urias. Se o servó, a su
ve , la recurrencia de un tipo espec ico de amena a provocativa, a sa er la
de la o etada o guantada en el rostro, la ue constituyó la m s grave a renta
sica al honor.
En contadas ocasiones los testigos y actores de la violencia re irieron el
desarrollo de un di logo violento previo a la solución del con licto por medio
de la ri a. Lo ha itual ue la enunciación de la rase o ensiva-provocativa y la
reacción inmediata del desa iado, uien venga a con sangre las pala ras. De
los cienepisodios de violencia
anali ados, sólo tres presentaron el primer tipo
de situación. Dos de ellos giraron en torno al inomio o ensa magni icación
de la hom r a ue aca amos de descri ir. La tercera apeló a los imaginarios
de limpie a de sangre, por lo ue hemos presentado su an lisis en el cap tulo
correspondiente .

Los di logos concernientes a la hom r a consistieron en un escueto en


cuentro ver al entre dos su etos en am ientes de diversión, en los ue, como
siempre, el alcohol lu a sensi ili ando las experiencias de vergüen a y hu
millación. La primera enunciación consistió en una exaltación actanciosa de
uer a, del modo ue hi o un indio herrero al decir ue le ha a de pegar
a
cual uiera ue encontrare
otro o
ue reali ó un mulato en medio de una

discusión so re el resultado de un uego de ara as dentro de un odegón, al


se alar ue a l ning n ca rón le a r a los o os .

de la expresión ue lo traer a a guantadas al cuartel ue Vicente Salas, soldado montado de la


Compa a de
Dragones, casado, natural de Santiago, de veinti n a os. Su receptor, rancisco
olina, tam i n soldado montado de la Compa a de Dragones. ANHCG, vol. , . , .
El primer desa o ue ormulado a los compa eros de uego en una pulper a por rancisco
Dom ngue , de calidad espa ol, natural de Buenos Aires, peón, sotamayordomo de los molinos
de la Recoleta Dominica, de treinta y ocho a os. ANHRA, vol. , pie a , . , - .
El segundo, por ascual eledón - ue iguró tam i n como i arro -, soldado artillero y o icial
de apater a, soltero, natural de Santiago, de diecinueve a os. ANHCG, vol. , . v, .
Otro tipo de alusiones seme antes ueron las emitidas por Agust n Duarte, uien di o ue le
ha a de pagar dichos cinco pesos o le ha a de uitar la vida . ANHCG, vol. , . , .
El indio en cuestión se llama a edro lores y di o ser natural de Nu oa, de treinta a os,
soltero y herrero de e ercicio. So re os Ignacio Salas, se se aló ue era esclavo y tra a a a
como criado de do a ar a ercedes D a . Las pala ras re eridas ueron ormuladas mientras
los dos actores ven an de vuelta de un andango la noche de la v spera de la estividad de San

uan. ANHCG, vol. , . v, . or otra parte, el mulato actancioso ue rancisco avier


Y ne . En algunos testimonios ste ue re erido como am o y en otros como negro del General
Don edro de Ca as . Lamenta lemente, la uente udicial no consignó la identidad del di unto
en un cuarto de las casas del sector ue llama an la oller a ,
edro Guevara. La ri a se
produ o
un arra al u icado al sur oriente de la ciudad, rente al cerro Santa Luc a ANHRA, vol. ,
pie a , . , .
Aseveraciones de ese
tipo no eran
pala ras inocentes ue se lan a an al
viento. En am ientes con uerte presencia masculina, vitrinas y escenarios de

prue a de la hom r a de cada cual, dichas rases espera an respuestas. uien


toma a la pala ra, acepta a el desa o. As se entend a momento, pues
en ese

as lo dicta an los ritos de violencia ue reg an so re el honor agonal En el


caso de la primera expresión atua, el esclavo os Ignacio Salas respondió
al herrero dici ndole ue no era
capa de pegarle a nadie . El segundo
enunciado, en tanto, ue re utado por uno de los ugadores,
edro Guevara,
uien le enrostró al vanidoso no ha r is encontrado hom res .
Los usos de tales giros por peones, ga anes y artesanos no revistieron con
notaciones negativas. stos constituyeron mecanismos discursivos destinados a
dar sentido al desarrollo de la violencia masculina. Sin em argo, las contadas
ocasiones en las ue este tipo de rases ueron re eridas dentro de procesos
udiciales por in urias, el acento ue muy distinto. Se las utili ó directamente
para desprestigiar al rival, present ndolo como su eto violento e
incapa de
contener sus instintos. Es decir, estas expresiones se usaron como mecanismos
de desprestigio estructurados desde el paradigma del honor o icial* .

Un odegón, en Gay, l um..., op. cit, p. .


Las pulper as y odegones, ue reun an a los hom res en torno a la e ida y a la pr ctica
de uegos de dados y de ara as, ueron escenarios de las provocaciones ver ales y gestuales ue
culminaron en ri as.

ANHCG vol. , . v, .
ANHRA vol. , pie a , . , .
ANHRA vol. , pie a , s. - v, - .
or el contrario, las re erencias desmesuradas y actanciosas de los pro
tagonistas de las ri as, criminali adas como heridas, lesiones y homicidios,
expresaron la validación social del recurso a la osad a como mecanismo res-

titutorio de honor, independientemente de los recha os ue esas actitudes


generaron en las autoridades preocupadas de mantener el orden. Asimismo,
las pala ras re eridas se distanciaron en otro sentido de las representaciones
ue impregnaron los imaginarios de go ernantes y letrados. La valent a a
la ue a uellas pala ras apelaron ue una valent a de los presuntuosos. No
astó la ha a a heroica, el es uer o y el rigor, a los ue aludió el Diccionario
de Autoridades oara de inir el t rmino valent a . ue necesario hacer gala de
a u llos. Los protagonistas de la violencia por honor
uscaron la valent a de los
arrogantes, la ue reci ió una connotación
negativa en los c rculos ilustrados

hisp nicos. Ello evidenció ue los actores de los grupos medios y populares
del Santiago del siglo xvm validaron ese
tipo de comportamiento.

uego de ola, en
Gay, l um..., io. cit, p. .
Las rivalidades se exacer a an con uegos de olas desencadenando
los resultados de los

pendencias. Como espacio masculino, la cancha de olas permit a sociali ar


eminentemente
los patrones de conducta del honor agonal entre los hom res, pero tam i n entre los ni os ue
o serva an las din micas del uego.
Desde nuestra perspectiva, no se uscó compro ar ue a uel peón presun
tuoso haya dicho e ectivamente, en los momentos previos a la ri a con pu ales,
ue matar a a Dios padre . Lo ue resultó interesante ue ue su rival y los
testigos del lance estimaron necesario recrear dicha expresión para explicar

Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo vi, p. , vo valent a .


ANHRA, vol. , pie a , . v, .
tantoel desarrollo del con licto como la
respuesta violenta del desa iado. En
los m itos de las representaciones, dentro de los cuales planteamos el an lisis.
o servamos ue la exhi ición de la valent a de a ser rati icada por la colectivi
dad, pues no serv a de nada ue cada uno, en orma particular, se considerase
un valiente . or ello, los peones, los odegoneros y tam i n los artesanos,
en los momentos previos a las su
peleas, grita an
cora e a los cuatro vientos.
Como hemos podido apreciar, las identidades de los emisores y recepto
res de las expresiones o ensivas-provocativas relacionadas a los atri utos de
la uer a sica, correspondieron a rumadoramente a tra a adores manuales.
ese a los vac os documentales, relativos undamentalmente a los receptores
de las o ensas ver ales, ue posi le constatar el predominio num rico de
peones y o iciales de artesan a tanto como emisores y como receptores de las
expresiones desa iantes.
Asimismo, resultó interesante constatar la seme an a de las coordenadas
identitarias de los protagonistas de las provocaciones ver ales a la hom r a.
Estas similitudes se presentaron undamentalmente en relación con las activi
dades la orales, las ue unto a las seme an as etarias constituyeron las ases
de la camarader a para los actores populares. En e ecto, esta camarader a
conllevó el mutuo reconocimiento de paridad, condición sica para el desarro
llo de los intercam ios sim ólicos de honor, lo ue llevó a estos hom res a

solucionar sus con lictos a trav s de la violencia en


lugar de acudir a la usticia
o a la mediación de terceros.
En los talleres de artesanos, as las aenas
agr colas y de construc
como en

ción ue se desplegaron ampliamente en la ciudad en la segunda mitad del

siglo xvm, los hom res se relacionaron cotidianamente en torno al tra a o,


conviviendo espa oles con indios y castas . A su ve , los m itos de espar
cimiento, como pulper as y odegones, en los ue tendieron a originarse las
disputas ver ales ue terminaron en ri as, con undieron los cuerpos de peones
y artesanos, compartiendo una otella de aguardiente o compitiendo en una
partida de ara as.
En esos se desencadenaron en gran medida por
am ientes las rivalidades
de hom r a en un n mero menor por rencillas derivadas de
competiciones y
las diversas identidades socio -raciales ue los cru aron. Los espa oles presentes
en esos am ientes, en sus disputas con indios y castas , esta lecieron su prio
ridad so re su uer a sica y su valent a, antes ue so re su limpie a de sangre.
Esta ltima
pudo serles til ante eventuales con lictos con su etos de lite o
con
espa oles de mayor social, pero no ue un criterio esencial en sus
estatus
desavenencias con sus compa eros de tra a o o con sus camaradas de diversión.
unto a los peones, artesanos y odegoneros, los militares tam i n partici
paron de los desa os-provocaciones ver ales enunciados. ese a las di erencias
de estatus entre todos estos actores, las provocaciones ver ales enunciadas

por ellos mani estaron seme an as discursivas. Ello indicó ue el honor o icial,
ue penetró uertemente en las lites as como en los pe ue os y medianos
comerciantes, escri anos y uncionarios ue integraron los grupos medios de la
sociedad, tuvoinserción m s lenta dentro de los militares, aun ue ueran
una

espa olesy go aran una situación económica esta le. sta constituyó una de
de
las parado as del siglo xvm chileno, a sa er ue los encargados de preservar
el orden protagoni aron muchos de los al orotos originados en din micas de
desa o-respuesta, propias del honor agonaliOS.

Imaginarios de la sexualidad

en los incentivos ver ales de violencia

Como hemos anali ado en los cap tulos anteriores, la virtud sexual emenina

opera a con diversas lógicas seg n larepresentación de honor en la ue sta


se invocara. Dentro del honor de los or genes constitu a el capital heredado ue
los hom res y mu eres reci an al nacer, como hi os leg timos o ileg timos.
or su parte, dentro del honor agonal, la virtud sexual emenina era uno de
los atri utos intercam ia les de honor ue d a a d a eran o eto de las disputas
masculinas. Ello ue dentro de esta representación las mu eres eran
explica a
o etos ue su etos
antes de honor.
Desde un punto de vista cuantitativo, luego de las o ensas a la hom r a,
los varones apelaron a los imaginarios de la pure a impure a sexual emenina

para agredirse mutuamente. Un de las situaciones de violencia sica, en


las ue se re irió la enunciación de pala ras o ensivas-provocativas, ueron

usti icadas por la enunciación previa del concepto in urioso hi o de puta


ta la N l iguró en la documentación con algunas variaciones,
. Este ltimo
no demasiado creativas. As , con recuencia se encontró la expresión hi o de

una gran
puta . Los enunciados hi o de una tal e hi o de una grande .

Las actitudes puntillosas y provocativas de los soldados ueron ien conocidas en la poca,
tal como indicó la crónica de Vicente Carvallo y Goyeneche Su inclinación dominante de los

militares es a las armas


propia de sus r os naturales, ue morigerados de la docilidad, ue les
es
muy natural, les uita los resa ios de orgullosos y provocativos, ued ndoles la animosidad
para de enderse sin insultar . Vicente Carvallo y Goyeneche, Descripción histórica- eogr ica del
reino de Chile, tomo x, .
p.
Dicha expresiónue ver ali ada por Vicente ue ada, un muchacho de doce a os de
edad en el transcurso de un incidente con varios vecinos, uno de los cuales ha a menospreciado
, pie a , . , .
la uer a oven. ANHRA, vol.
sica del
Los emisores de dichaexpresión ueron el maestro herrero Nicol s Aliste y la dirigió
a

don rancisco andiola, propietario de la casa donde viv a Aliste el indio Antonio Hidalgo,
soltero, de o icio peón ga n y mayor de treinta a os, uien la mani estó a edro ar n, admi
nistrador del solar donde se encontra a Antonio Hidalgo ar a del Tr nsito Osorio, ue con su
marido arrenda a un cuarto en una casa de la calle de de a o de la Compa a , uien la dirigió
al peón ga n espa ol uan Claveros. Este ltimo caso ilustró la de ensa del marido a la esposa,
desa iando al agresor de la ltima. ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol.
, pie a , . ANHRA, vol. , , . , .
, pie a
respondieron al pudor, al respeto y, tal ve , al temor
experimentado por los
su etos al momento de dar su testimonio ante los
representantes de la usticia .
Tam i n ue pro a le ue tales censuras provinieran de los escri anos,
a uellos
mediadores entre las pala ras de los testigos y los
ueces. En cual uier caso,
las in urias re eridas ueron m s ue o ensivas. Ellas ueron
ultra antes -insertas
en las dimensiones
sagradas del honor- pues consignaron la procedencia de
la simiente de una mu er pro anada . ro anada no sólo desde la óptica de los
códigos morales eclesi sticos sino, lo ue realmente importó en los imaginarios
de los actores implicados en las rencillas, desde las lógicas del honor.
Ahora ien, tales expresiones in uriosas no explicitaron una
preocupación
respecto del origen ileg timo de a uellos hi os de . Ellas menosca aron las
capacidades masculinas de a uellos hom res incapaces de controlar a los
componentes emeninos de su grupo amiliar. En e ecto, el origen leg timo
ileg timo no ue determinante en la construcción de las identidades mas
culinas de los grupos populares en el Santiago del siglo xvm. En el
cuerpo
documental anali ado se halló una sola re erencia a este tipo de
in uietud,
la ue se mani estó a trav s del insulto huacho . Sin em argo, m s ue la
re erencia al origen espurio, esta expresión constituyó un mecanismo usado
para re rendar el estatus superior del enunciante, en este caso un soldado ue
dirigió el insulto a su su ordinado. Los su etos ue emplearon esta expresión
en los
procesos por in urias ueron actores ue posaron sus miradas en las lites
apelando al honor de los or genes . Como hemos visto, no sucedió lo mismo
con los
peones, ga anes y o iciales de artesan a, uienes en los con lictos con
sus
pares recurrieron a mecanismos alternativos de prestigio centrados en los
despliegues de la hom r a.

Virilidades intercam ia les


los undamentos de la castración sim ólica

Los imaginarios de pure a impure a sexual emenina ue desataron la violen


cia masculina no se remitieron los ya consignados. Las in urias cornudo y
a

ca rón precedieron el de los episodios de violencia en los ue mediaron


in urias ver ales ta la N . As , los dos tipos de expresiones in uriosas ue

Los emisores de tales expresiones ueron el peón art n im ne al peón Santos Alvear
el indio os Repollanco a don Ignacio Góme ardo, vecino de la almilla el peón espa ol
Este an uentesa don at as de Ur ar y, por ltimo, el la rador anuel Acosta. Este ltimo
utili ó expresión para aludir a os Castro pese a ue ste no se encontró presente. ANHRA,
esta

vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , . ,


ANHRA, vol. , pie a , . v, .
Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo vi, p. , vo ultra e .
ANHCG, vol. , . , . Ella ue ver ali ada por el soldado Dionisio Castro.
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, v- y , ANHRA, vol. ,
pie a , . , .
aludieron a la disolución de la sexualidad emenina -de la esposa, en este caso,
o de la madre en el ya re erido- alcan aron el de las pala ras provocativas

ue desencadenaron la violencia. stas, despu s de las alusiones a la co ard a


y la alta de ortale a sica, constituyeron el segundo tipo de o ensas ver ales
a

invocadas para usti icar el origen de las ri as. Ello evidenció ue dentro de
la representación agonal de honor la hom r a se asentó pre erentemente en la
ortale a sica y luego en la potencia sexual .
recepción de los t rminos cornudo y ca rón sum a al varón en
La
un estado de
pro anación -de vulneración de sus cualidades sagradas- muy
distinto del ue entra a a una simple o ensa . No o stante, para a uellos
hom res era
posi le salir de dicha situación de ultra e . El camino era simple,
rutal y conocido por todos el de la violencia. or ello, todas las a rentas a
la potencia sexual, al igual ue las o ensas a la ortale a sica, termina an en
derramamiento de sangre. Los procesos criminales por homicidios, lesiones
y heridas no registra an largas letan as de lamentos so re la honra perdida
o vulnerada, como los ue igura an en los pleitos por in urias y calumnias.
La reparación del honor en su vertiente agonal, ya se ha a hecho y no ha a
nada ue lamentar. La usticia del Rey sólo llega a a conocer las consecuencias
de tales compensaciones, es decir, unos cuantos ra os, pechos o estómagos
rotos, ta os en el rostro, heridas en la ca e a y, en ocasiones, el cuerpo inerte
del desa iante, el desa iado, o del agente o receptor del ultra e.
La potencia sexual masculina de a demostrarse externamente ganando
los avores emeninos una
y otra ve , violentando la pure a o la idelidad de
las mu eres dependientes de otros hom res. Con ello no sólo se hac a gala de
la hom r a propia sino ue se menosca a a la a ena, o teniendo los atri utos
intercam ia les de honor del hom re vulnerado, en un traspaso sim ólico ue
implica a la pro anación del perdedor. Ello, puesto ue dentro del hori onte
agonal de honor uien o ten a la sanción social no era el pro anador sino el
pro anado. Del primero no sólo se supon a ue uese incapa de contener su
virilidad sino ue nadie espera a ue lo hiciese. So re el segundo ca a toda
la responsa ilidad su inha ilidad para controlar y satis acer sexualmente a
su
mu er ha a originado la transgresión. En consecuencia, de a llevar los
cuernos como
expresión sim ólica de su estado de pro anación .
El honoragonal no opera a seg n la lógica de la usticia mon r uica ni de
los códigos morales eclesi sticos, sino desde ópticas paralelas ue en el caso

Recordemos ue el mayor porcenta e de in urias ver ales presentes en los uicios por
in urias y calumnias correspondieron a o ensas a la conducta y, en segundo lugar, a a rentas de
tipo sexual. V ase ta la N de los anexos. Algunos estudios ue han mati ado la importancia de
la sexualidad en el concepto de honor Sandra Gayol, e ue os desprecios, insultos y desa os
la sensi ilidad in-de-si cle de la lite David Gilmore ed. , Honor and Shame and the
argentina
Unity o the editerranean ran Ste art, Honor.
itt-Rivers, Honor y categor a... , op. cit, p. .
de la sexualidad esta an determinadas por la pro anación. Ello se explica a

puesto ue el honor deriva a de una cualidad sagrada de las personas, no


de las disposiciones ticas o
ur dicas . El ue dentro de esta representación
de honor se
castigara al marido enga ado y no al transgresor -al ad ltero
ue ha a ue rado la unidad matrimonial- expresa a el divorcio entre las
sanciones sociales y las derivadas de la moral o icial. Al interior de esta ltima
el ad ltero era un
pecador ue de a ser castigado por la ley y por la Iglesia .
Sin em argo, el honor agonal sanciona a al marido urlado seg n la idea
del rid culo, pues la urla destru a la reputación. De ah proven a la uer a de
la pala ra cornudo . Ella era un verdadero estigma, rotulado so re la rente del
hom re pro anado. Los cuernos -s m olo licoue lleva a so re su ca e a
el marido o el enamorado deshonrado- representa an al demonio, enemigo
de la virtud, e
implica an ue su hom r a ha a sido mancillada cayendo en

el m ito demon aco . Esta imputación e uival a a una castración sim óli
ca. Los cornudos eran hom res emini ados, integrados al m ito mu eril,
asociado la de ilidad y la pasividad
a
.
ara revertir la situación de pro anación, expresada en la inversión de
los roles de g nero, el hom re de a exteriori ar su potencia en orma casi
parox stica. Ello ue lo ue ocurrió en un episodio protagoni ado por un

pelu uero en Santiago en . Si ien en este caso el t rmino cornudo


nunca se
expresó, la castración sim ólica ue ste entra ó se mani estó me

ta óricamente en la emini ación de edro el pelu uero , en su


relegación
al espacio mu eril. La mesa del odegón ue reunió a los hom res a uella
tarde de ue al mismo tiempo la mesa del honor varonil, de la ue edro
estuvo marginado, tal ve evidenciando espacialmente su derrota ante otro
hom re en la disputa por los avores de una mu er. Es m s, la emini ación de
edro evocó sanciones asadas en la urla. As , la acción masculina de arro ar
pelotillas de pan y uva al estrado de las mu eres, donde se encontra a edro,
tuvo claras alusiones de sorna.
Del otro lado de la igura del cornudo igura a el ganador de los avores
emeninos, importante a n, de las cuotas de honor del hom re vulne
pero, m s
rado. En este sentido, la óptica del don uanismo resultó til para comprender
la actitud de los urladores de honras en el Santiago del siglo xvm. De acuerdo
con El urlador de Sevilla de Tirso de olina, el a n de con uista sexual de

itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit., pp. - .


Cavieres, altando a la e... , op. cit.
itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit, p. .
Seg n Sandra Gayol, la gravedad del ep teto cornudo deriva a de la inversión de los

papeles de g nero ue la mu er asum a un papel sexual activo en tanto


en los ue el hom re se
trans orma a sim ólicamente en mu er . Esto puesto ue era la mu er in iel y no el macho rival

uien pon a los cuernos al marido. Gayol, Socia ilidad..., op. cit., p.
Hemos anali ado este incidente en
Undurraga, Cuando las a rentas... , op. cit.
nico propósito . La esencia de Don u n consist a
Don u n no era su

en era tanto un seductor como un urlador. No sólo seduc a mu eres sino


ue
tal ve esta segunda aceta tuviese a n
ue arre ata a honras masculinas, y
m s atractivo ue la primera, en
particular para a uellos hom res preocupados
por aumentar sus niveles de prestigio dentro del honor agonal.
Ello ue los don uanes chilenos no ocultaran sus con uistas
explica a
amorosas, aun ue contravinieran el discurso moral eclesi stico, como ocurr a
cuando uno o los dos amantes ten an v nculos matrimoniales paralelos. As ,
el mulato li re at as Cervantes re er a a otro hom re, no sin una cuota de

El huaso y la
lavandera, óleo de uan auricio Rugendas, en colección
lvare Ur uieta.
A uellas mu eres ue viv an de su tra a o, como lavanderas y pul
peras, halla an expuestas a los galanteos de hom res ue usca an
se

seducirlas, menosca ando el honor del esposo, del padre o del enamorado
al cual se halla an unidas.

Tirso de olina c. - , El Burlador de Sevilla andrell, op. cit.


orgullo, ue ten a amor os con la mulata li re In s la a . Ello, pese a estar
casado rancisca, mulata esclava del sargento Tom s Calderón, y a ue su
con

amante tam i n ten a contra da unión matrimonial con otro


mulato, ausente
del reino.
La ostentación de las con uistas amorosas era parte del uego. El orgullo
varonil crec a ante la aceptación emenina, pero no ten a sentido si no se da a
cuenta de esta amistad rente
a otros hom res. Los
don uanes chilenos
de a an a sus
esposas y lleva an
en casa
a sus enamoradas a
lugares p licos,
como un
peón de la Casa de oneda ue asistió al carnaval de Renca en
compa a de una sirviente reci n llegada a la ciudad . Su era
o etivo expl
cito i a a lucir a su nueva enamorada, aumentando las cuotas de reconoci
miento social de su virilidad.
La ideali ación del seductor modelo tan atractivo
era un
ue incluso le
gitima a desatenciones a las normas, como lo hi o un
ue usti ica a
peón
ha er estado en
prisión por cuatro ocasiones con esta, por enamorado . Se
trata a de iguel Brice o, espa ol de veintis is a os y enamorado de una

so rina de arcela Torres, so re uien carecemos de registros identitarios.


ue interesante constatar ue la t a y un sacerdote cali icaron la relación de
amistad il cita por no mediar v nculo matrimonial, pero iguel Brice o am s
utili ó dicho t rmino y no se salió del plano idealista del hom re enamorado
y con uistador .
Los usos de lacornudo en los intercam ios ver ales previos a
in uria
las ri as evidenciaron ue ella se
empleó teniendo o no constancia de la in i
delidad de la esposa del hom re imputado. Ahora ien, la precariedad de la
veracidad de la alusión no reduc a su gravedad ni merma a la reacción del
e ectivo, supuesto o also cornudo . Si la acusación eraalsa, no se espera a
menos
ue el o ensor se desdiga y cante la palinodia . Es decir, se preten
da su retractación p lica. De este modo, con la humillación de uien ha a
ver ali ado la acusación, el cornudo podr a salir de su estado de pro anación

ANHRA, vol. , pie a , . v, .


ANHRA, vol. vy
, pie a , s.
v, - .
Tam i n se aló ha er sido destinado al Cerro colorado a la o ra p lica ... y tam i n
ha sido por enamorado . ANHRA, vol. , pie a , . v, .

Op. cit, . v. Un maestro de carrocer a tam i n explicó su estad a en


prisión por la
pasión de una
mu er . ANHRA, vol. , pie a , . , - . Re erencias seme antes
ueron mani estadas por ateo Varas, peón-ga n, soltero de veintis is a os en ANHRA, vol.
, pie a , . v, .
Tales expresiones se hallaron en el escrito de contra uerella ue anuel Vilches inter
puso contra rancisco Cisternas, luego ue ste enta lara pleito udicial por heridas. ANHRA,
vol. , pie a , . , - . or todo ello, no se aceptó la excusa de ue el ep teto ue
pronunciado a modo de chan a , es decir, como roma. Si ien esta usti icación evidenció el
uso com n del t rmino como
estrategia para o tener la superioridad masculina, la gravedad
de la acusación determinó ue el receptor de la
in uria no se con ormara con la ti ia disculpa,
ANHRA, vol. , pie a , s. y v, .
y recuperar el
atri uto intercam ia le de honor ue ha a ganado el o ensor
con su osad a.
Eso ue lo ue pidió el arriero espa ol anuel Vilches, luego de reci ir
dicho insulto de oca de un o icial de sastre, el cholo rancisco Cisternas.
En medio de una ri a con usa y violenta en la ue no altaron los celos y las
miradas a la enamorada de rancisco Cisternas, anuel Vilches alcan ó a
or a uellas pala ras ultra antes. Todo lo dem s se con und a en su memoria,
salvoa uella acusación in amante. ese a ue anuel Vilches no ha a sido
uien ha a ultra ado a rancisco Cisternas, mirando con insistencia a la pul
al intentar separar a los hom res en
pera vinculada a ste en amistad il cita ,
disputa, reci ió el ep teto cornudo . Acaso rancisco Cisternas, a rentado
por las miradas a su mu er ya era un cornudo , uien desde su estado de
pro anación procuró re a ar a los testigos de su deshonra, apelando al mismo
universo sim ólico del honor-virilidad?
Dada la gravedad de la imputación no resulta a sorprendente ue a ella
le sucediesen respuestas inmediatas y violentas de parte del hom re aludido.
Tales reacciones se entend an por la ya aludida im ricación de los atri utos
intercam ia les de honor. Un hom re vulnerado en su potencia sexual o en
su astucia pod a, a trav s del uso de la uer a, recuperar para s a uel atri uto

intercam ia le ue ha a sido moment neamente capturado por su rival, haya


sido por la e ectiva relación carnal con su mu er o por la simple recepción
del ep teto usticia institucional, acostum rada a las de ensas
cornudo . La
violentas de la virilidad masculina, uscó los or genes de las ri as varoniles en
las disputas por los avores emeninos. El antasma del cornudo constituyó
una de las l neas m s recurrentes de
investigación udicial .
En e ecto, para revertir la situación de pro anación el hom re de a ex
teriori ar su potencia en orma casi parox stica. Idealmente de a dirigir su
uer a hacia el hom re ue vulneró su honra -en el caso de rancisco Cisternas,
hacia el mulato ue ha a mirado a su amante- pero si esto no era posi le, por
e emplo, por ue los testigos del desencuentro lo imped an, pod a demostrar
su virilidad
e erciendo violencia tanto sica como ver al contra cual uiera de
los hom res presentes.
ue interesante constatar ue el v nculo ue un a al sastre rancisco Cis
ternas con la
pulpera deseada por los parro uianos, no se halla a consagrado
sacramentalmente. Se trata a, seg n las pala ras de las autoridades, de una
amistad il cita . No o stante, las uniones de hecho asta an para involucrar
el honor del hom re. or ello rancisco Cisternas expulsó de la pulper a al
mulato os urtilla. Tal como se aló uno de los testigos se espinó el di
cho rancisco Cisternas contra el dicho urtilla ue sin duda ue por celos
de la dicha uana art ne . rancisco Cisternas part a de la ase ue en

or e emplo, en ANHRA, vol. , pie a , . , .


ANHRA, vol. , pie a , s. - v, - .
am ientes de diversión, donde se inger a alcohol y en los cuales exist a uerte
presencia masculina, su virilidad era vulnera le por los a anes de con uista
de los hom res presentes .
La necesidad de de ender la virtud sexual de la
esposa era un imperativo
de tal trascendencia ue halló expresión ur dica en el m ito La hisp nico.
S ptima artida considera a la in idelidad o la incursión sexual emenina como
eximente de responsa ilidad penal en ciertos casos de homicidio. Esto ocurr a
cuando el padre o el esposo, para evitar su deshonra, asesina an a la mu er
y a su
luego de sorprenderlos en lagrante delito de adulterio . Ello
amante

ocurrió, por e emplo, en el a o , cuando Isidro Romero halló a

anuela, a
uien mira a como
esposa en virtud de la pala ra de casa
miento ue le ha a dado, en el cuarto del ar ero oveda escondida en
su
propia cama y en ella el mismo ar ero .

La reacción violenta de Isidro Romero no se hi o esperar, as como tampoco


la usti icación de su acción en ra ón de la vengan a de su honor mancillado .
ese a
ue Isidro Romero no esta a casado con anuela, el contrato de
esponsales ue media a entre ellos constitu a de por s un v nculo
expl cito

La documentación registró los casos de diversos hom res


mu eres ue ue celaron a sus

tra a a an como
pulperas. se ue el caso del indio rancisco
de la ciudad y
r ue , verdugo
casado con ar a de Leiva. Esta atend a la pulper a de ose a ontero, u icada atr s del molino
de la Compa a. En el expediente se mencionó ue rancisco r ue cela a a la dicha su
mu er con todos los ue llega an a la pulper a donde la susodicha asist a . ANHRA, vol. ,
pie a , . , . Los procesos udiciales por heridas contemplaron a otro verdugo de la ciudad
de Santiago utili ando la uer a contra un hom re ue intentó incursionar sexualmente con su
mu er. Se trató de uan Antonio D a Navarro, uien hirió con un cuchillo a rancisco S nche ,
natural de la provincia de Huahua de er . ANHRA, vol. , pie a , . , . La igura
del verdugo en la sociedad colonial, a trav s de la historia de uan A. D a Navarro, en Se asti n
Rivera, El verdugo entre la re eld a y el disciplinamiento.
artida S ptima, c. - , t t , leyes y . La acultad de vengar el adulterio de la
otras sociedades como la ra e. V ase
mu er re asó el m ito cultural hisp nico, hall ndose en

el interesante an lisis de la relación entre honor, vengan a y el código de castidad en oseph


Ginat, Blood Disputes amongBedouin and Rural Ara s in Israel. Revenge, ediation, Outcasting and a
mily Honor, pp. - . Es m s, esta pr ctica a n no desaparece Conmoción en Gran Breta a
por caso de asesinato de honor , en El ercurio, Santiago, de unio de , cuerpo A, p. .
ANHCG, vol. , . , . Isidro Romero ue avorecido por un indulto concedido
en ra ón del nacimiento de un
hi o del Rey. Este caso ha sido tra a ado desde la perspectiva legal
en La ourcade y Smith, op. cit.
El iscal del crimen ue expl cito al undamentar la de ensa de Isidro Romero en el hecho

ue el marido tiene por la ley acultad a n de uitar la vida a la mu er cuando la halla en adulte
rio . El ue la misma mu er usti icara la agresión de su uturo marido, pese a ha er resultado con
severas heridas en
pudo corresponder a una estrategia destinada a reconciliarse
todo el cuerpo,
con ste y a salvarlo de
alguna pena excesiva. Sin em argo, tam i n expl cito las ormas en ue
los dominados han perpetuado los paradigmas de su sumisión. En este caso, anuela consintió
en
catalogar como transgresión el li re uso de su sexualidad. ANHCG, vol. , . v, .
so re el ue reg an seme antes signi icaciones de honor . Se se aló ue
Isidro Romero mira a como esposa a anuela, por lo ue necesariamente
su honor esta a implicado en la conducta sexual de la mu er. Al igual ue el
llevar a los cuernos so re su ca e a. Esto da a cuenta del
esposo enga ado,
valor ue ten a el contrato de esponsales en la sociedad colonial chilena, el
a la
ue muchas veces asta a pare a para iniciar su intimidad . Como ha
se alado Rene Salinas

la promesa matrimonial esponsales vincula a uertemente a los


uturos esposos, por lo tanto su anulación era muy gravosa y su descono
cimiento un delito ue ue u gado por las competencias udiciales ecle
si stica y secular .

El ar ero oveda tuvo la suerte de


no resultar muerto de la
vengan a
e ectuada por el soldado Isidro Romero. Sin em argo, cuando el amante- ur
lador allec a como consecuencia del desagravio del marido-cornudo, los
representantes udiciales usti ica an la de ensa violenta del honor viril. As ,
un
coad utor de naturales, representante del indio Domingo Carrasco, se aló
ue ste pod a matar al ad ltero . Domingo Carrasco, un indio integrado
al r gimen hispanocriollo, pues era maestro de apater a y mayordomo de
la Co rad a de Loreto, ha a dado muerte a su urlador, el indio Antonio
Gallardo. Con ello ha a puesto in a a os de ve aciones, relatados con todo
detalle en el
expediente por homicidio a ierto contra l.
Toda la comunidad de Nu oa conoc a la deshonra de Domingo Carrasco.
ese a
ue sólo el marido ha a hallado a su mu er en acto carnal con su man
ce o, la comunidad esta a al tanto de la situación ha a o do so re ella. Ello
explica a ue los hom res hu iesen uedado encontrados luego del hecho,
re iriendo gr icamente la posición de contrincantes en la ue se hallaron. En
un
primer momento esa
posición se remitió a un
plano meta órico, pues el
marido urlado no pudo vengarse de
adversario, su al huir ste raudamente del
lugar. pudo castigar a su mu er. ara ello reci ió la ayuda de los poderes
Sólo
locales, pues el mayordomo de la chacra de don uan rancisco de Larra n
la puso en el cepo. Luego del arrepentimiento emenino, de la intervención del
cura del
lugar y, seguramente, despu s de golpi as a la ad ltera, la pa matri
monial pareció restituirse. Hasta ue el amante volvió a
aparecer. rimero en

Dougnac, Es uema..., op. cit, pp. - Lavalle, Amor y opresión..., op. cit, pp. - Seed,
Amar, honrar..., op. cit.
Rene Salinas . y Nicol s Corval n, Transgresores sumisos, pecadores elices. Vida
a ectiva y vigencia del modelo matrimonial en Chile tradicional, siglos xvni y xrx Salinas .,
La transgresión... , op. cit, pp. - Cavieres y Salinas, op. cit.
Salinas y Corval n, op. cit, p. .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
el valle de Aconcagua adonde el marido urlado ha a enviado a su
mu er v

luego en una iesta en la misma casa de


Domingo Carrasco. La presencia sica
del amante vulnera a nuevamente el honor del due o de casa, recorda a la
escena ochornosa ue el marido ha a presenciado y de ió provocar m s de
una sonrisa urlona en los rostros de los invitados. Ya conocemos la reacción
violenta del cornudo y las consecuencias atales ue sta tuvo.

Signi icaciones de la pro anación de la virilidad


en los
episodios de violencia
Los registros udiciales, reacios a evidenciar las signi icaciones sociales de
las in urias, ilustraron con claridad la gravedad del ep teto cornudo . El
a ogado del sargento ateo os Góme de Astudillo, uien ue o eto del
escarnio, se aló ue luego de ha erlo reci ido, su parte ueda a con su
cr dito opina le principalmente en el arrio donde viven en ue era venido
en uena reputación el susodicho y su mu er .
El ep teto cornudo hac a del honor una cualidad vulnera le, su eta a la

opinión de los dem s. Se pod a tener gran ortuna, privilegios y el capital de


las acciones heroicas de los antepasados, pero siempre el hom re casado ser a
vulnera le por el hecho de tener una mu er . El uso ue ella hiciera de su
cuerpo incid a directamente en el honor del
esposo e, incluso, en el del hom re
vinculado sentimentalmente ella, aun ue no existiese contrato matrimonial.
a

or su
puesto, siempre y cuando tales conductas llegaran a ser conocidas por
los dem s. La discusión de los undamentos de la virilidad expresó ue ste
era uno de los atri utos negocia les del honor, en los
ue no asta a ser, sino
tam i n parecer hom re viril a los o os de la comunidad.
A su ve , el representante de ateo . Góme de Astudillo sostuvo ue
la in uria de cornudo agravia a tanto al marido como a la esposa, la ue

ueda a a rentada si el primero no


venga a su
proceder . Ello val a tanto
para la esposa del sargento como para la mu er de un arriero. Antonia orales,
casada con anuel Vilches, uien reci ió la misma in uria durante una ri a
en la pulper a de Clara adrid, a irmó ue un cholo arremetió contra su

marido con un le o de madera,

prorrumpiendo en
in urias contra el susodicho pues di o p licamente
ue era un cornudo ca rón delante de los circunstantes, maculando mi uen cr dito,
opinión y ama, honestidad y virtud con
ue siempre me he mantenido
siendo en mis procedimientos ue son notorios e emplo de mu eres casadas

So re las signi icaciones del cornudo en la sociedad novohispana, v ase Teresa Lo ano
Armendares, enurias del cornudo novohispano .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
itt-Rivers, La en ermedad del honor... , op. cit, p. .
ANHRA, vol. , pie a , s. y v, .
y ue siempre le he guardado al dicho mi marido e conyugal y por esto
he tenido muchos disgustos y el dicho mi marido se ha ausentado de esta
ciudad y de ndome con notoria or andadoaAecien o no sólo carecer de la
compa a y asistencia del dicho mi marido sino tam i n hallarme con la
nota y cr dito en
ue me ha constituido la osad a y desacato del dicho reo .

La pala ra cornudo ten a la de manchar - macular y no


capacidad
tar - el cr dito de la
mu er por ue la sexualidad emenina alud a a lógicas
de pro anación y sacrali ación. Los atri utos de potencia sexual masculina
y de virtud sexual emenina, sustenta an sus modelos conductuales en los
imaginarios de impure a pure a, polución limpie a y ta aceptación . No
ocurr a de igual manera respecto de los otros dos atri utos del honor agonal, a
sa er la uer a sica y la astucia masculina.
A su ve , la m cula aludida por la mu er del arriero implica a tanto
pro anación como or andad
marginación. Ello indica a ue la desvincu
y
lación del m ito sacrali ado por el honor, con la consiguiente inserción en el
espacio espurio, conlleva a el uie re de los la os sociales ue un an al su eto
con la comunidad. La actitud del arriero, el esposo o endido ue se ausentó
de la ciudad, no sólo respondió a una necesidad la oral sino ue evidenció
un recha o a la mu er, supuesta agente de su deshonra. Era evidente ue el
o icio de anuel Vilches loo liga a a estar ausente de casa, lo ue a los o os
comunitarios era visto sospecha, al proporcionar ocasiones de in idelidad a
con

la mu er solitaria. Todas las representaciones de honor del per odo entra a an


pro unda descon ian a respecto del actuar emenino. De ah la necesidad mas
culina de contener y proteger la virtud de ms mu eres. De ah tam i n deriva a
ue la responsa ilidad de la in idelidad cayera so re el hom re urlado.
Las pala ras de Antonia orales, asimismo, un an el apelativo cornudo
al de ca rón , con ormando una
expresión uertemente o ensiva y utili ada
con recuencia. No se trata a de una redundancia puesto ue ca rón era
el hom re ue consent a el adulterio de su mu er. Era el-ca ra , la m xima
expresión de la pro anación masculina, uien ten a permanentemente -como
parte de su naturale a - los cuernos so re su ca e a .
La misma expresión cornudo ca rón la encontramos a comien os del

siglo xvm dirigida por un mulato li re y un o icial de sastre hacia un esclavo


pardo casado con una india . El ue esta ltima se mostrase agraviada por

ANHRA, vol. , pie a , . v, - El destacado es nuestro .


ary Douglas, S m olos naturales. Exploraciones en cosmolog a ary Douglas, ure a y peligro
Un an lisis de los conceptos de contaminación y ta .
illiam B. Taylor, Drin ing, Homicide, andRe ellion in Colonial exican Villages, pp. - .
ANHRA, vol. , pie a , s. - , . En otro caso, el ep teto cornudo iguró en
la declaración de una testigo. ar a, esclava mulata de do a Catalina ortillo, en se aló ue
la pala ra en cuestión ue ver ali ada dentro de una disputa entre un capit n y un comerciante
vasco. Lo curioso ue
ue ninguno de los hom res se aló el uso de esa in uria, ue, como hemos
a uellas pala ras da a cuenta delamplio sustento social de la virtud sexual
emenina, ue era
compartida por indios, castas espa oles. En e ecto,
y en

un estudio so re los homicidios en xico


colonial, illiam B. Taylor ha
detectado ue en onas de uerte presencia ind gena y precarios niveles
de
hispani ación, proli eraron los insultos con alusionessexuales respecto de las
relaciones esposo-esposa. Ahora ien, en tales casos, se trata a de expresiones
literales ue eran vertidas cuando exist an antecedentes de su veracidad. Las
m s comunes eran
puta , cornudo , alcahuete y ca rón .
cam io,
En Santiago de
en Chile colonial el t rmino cornudo con iguró un
arma de lucha esencial en las
disputas por honor, sin ue resultara relevante su
re erencia a una situación e ectiva de pro anación. ste ha a pasado del plano
literal al meta órico, aun ue sin perder su poder destructor de las reputaciones
masculinas. El uso colo uial del t rmino cornudo , sin vinculación necesaria a
una situación de
pro anación, implicó ue en los procesos udiciales resultase
di cil esta lecer hasta u punto la o ensa existió y hasta dónde ue un recurso
empleado h ilmente por una de las partes para usti icar su violencia . Este
recurso
supuso la sensi ilidad udicial ante dicha in uria, lo ue evidenció una

ve m s el amplio soporte social de la virtud sexual emenina y su relación


con las diversas representaciones de honor.

caros y ladrones
A BIVALENCIAS DE LA HONESTIDAD

EN LOS INCENTIVOS VERBALES DE VIOLENCIA

El tercertipo expresiones insultantes ue iguraron en las recreaciones de


laviolencia, registradas en los uicios por heridas, lesiones y homicidios,
correspondió a o ensas a la honestidad de los rivales. Dichas expresiones se
concentraron en torno a los ep tetos picaro y ladrón , ue iguraron en el
de las situaciones de violencia re eridas ta la N . Esto determinó ue
las representaciones de la honestidad - ue sostuvieron la apreciación negativa
del picaro y del ladrón hasta convertirlas en insultos- tuvieron menor
in luencia en el honor agonal ue los imaginarios de la virilidad, cuyas in urias
alcan aron el de laspala ras provocativas de las ri as masculinas. En

visto, ue di cil de olvidar para el o endido. Estamos ante una construcción li re del episodio
por una mulata ue era consciente del poder destructor del t rmino cornudo y de su presencia
ha itual en las disputas masculinas? O m s ien, la testigo reprodu o ielmente el intercam io
ver al y los hom res uisieron soslayar la ver ali ación de dicha pala ra para no pro undi ar
la deshonra del aludido y la pena ue el agresor tendr a ue asumir ante la usticia? Lo ltimo

supondr a la existencia de un acuerdo extra udicial entre las partes. ANHRA, vol. , pie a
, s. - v, - .

Taylor, op. cit.

ANHRA, vol. , pie a , s. v, vy v, .


consecuencia, la exacer ación de la hom r a, antesue la validación de la
honestidad, de inió las reputaciones de los actores de los grupos medios y

populares.
La expresión picaro se
planteó en el de los pre m ulos de la violencia,
seg n las declaraciones de los testigos y los protagonistas de estos episodios .
En tanto, la in uria ladrón estuvo presente en el de los preludios de la
violencia dentro del cuerpo documental re erido. La mayor representación
porcentual de esta ltima - ue alcan ó el al incluir el t rmino cochino

ue consignó signi icaciones similares- ue producto de un interesante mane o


social de las dimensiones de la honestidad en las interacciones masculinas .
sta respondió a una estrategia empleada por los hom res coloniales ante la
posi ilidad de ser superados en astucia por un rival en el curso de alg n uego
competitivo.
Nos explicamos. La existencia de códigos de conducta ue procura an
guardar una
competencia leal dentro del uego no evita a ue en la pr ctica
stos uesen violados con recuencia . Entre los recursos usados para enga
ar al rival se encontra augar con los dados cargados, no correr la ara a
e, incluso, apagar la vela para as , en la oscuridad, sacar las monedas ue
esta an so re la mesa. As le ocurrió a Adri n Aguirre, al a il, soltero, de
treinta a os y de calidad mulato -seg n los letrados- o mesti o, de acuerdo

Seg n las ediciones del Diccionario de la Real


Academia, el t rmino picaro y sus voces
a ines se vincularon la
deshonestidad, lo ue explicó sus usos en las violaciones a las reglas de
a

los uegos. La primera acepción se re irió a lo a o, doloso, alto de honra y vergüen a. Otra de
sus variantes
etimológicas aludió a la astucia, de iniendo al picaro como su eto astuto, taimado
y ue con arte y disimulación logra lo ue desea . Real Academia, Diccionario de Autoridades, op.
cit, tomo v, pp. - , voces
picar , picarse , picaramente , picara o , picardear , picard a ,
picaresca y Las ediciones de los a os
picaro , picarote . , , , , y
mantuvieron las l neas argumentativas de la primera edición de .
La inserción de las in urias ladrón y cochino en el mismo universo de representaciones
se
expl cito, por e emplo, en ANHRA, vol. , pie a , . , . Ello ocurrió durante un

uego de tenderete reali ado en una pulper a in ormal en la ha itación de Nicol s Esco ar,
u icada en la calle de la Recolección ranciscana . El ugador urlado ue uan os Castillo,
natural de la villa de Talca, soltero, mayor de treinta a os, peón ga n y re erido enot picamente
como de color moreno
y luego como mulato . El urlador, inalmente asesinado, ue arcelo
Carmona, o icial apatero o de sastre. ue interesante notar ue el su eto urlado ue el nico
a uerino presente en la pulper a.
La Recopilación de leyes de los reynos de las Indias..., unto con prohi ir los grandes y excesivos

uegos, ue hay en a uellas provincias , aludió a las ne astas costum res ue los acompa aron, tales
como las las emias, uramentos, al orotos y muertes. Recopilación de leyes de los reynos de las Indias
mandadas imprimir y pu licar por la ma estad católica del rey don Carlos III nuestro se or, , li . ,
t t. , leyes - li . , t t. , leyes y li . , tit. , ley li . , tit. , ley li . , tit. , ley
. Los andos ue uscaron regular y luego prohi ir los uegos de a ar en Chile durante el siglo
xvm reiteraron las recuentes esta as
y ro os ue se produc an durante su desarrollo. Asimismo,
se los presentó como
pr cticas ue omentaron el ocio de los tra a adores, distray ndolos de sus
actividades. edro A. Gon le , op. cit, pp. - Teresa Lo ano Armendares, Los uegos de a ar.

Una pasión Novohispana? Legislación so re uegos prohi idos en Nueva Espa a. Siglo xvm .
con el propio Adri n
Aguirre . Cuando los cinco competidores ue esta an
unto a l ugando al paro , tiraron las monedas al suelo para recogerlas en
la oscuridad, Adri n Aguirre sacó su arma y comen ó a lan ar cuchilladas a
lado y lado, hiriendo a cuatro de ellos. Los hechos ocurrieron en el cuarto de
uno de los
ugadores, el mulato apatero a lo Arteaga, uien dispon a como
pulper a la ha itación ue arrenda a, u icada al sur de la Ca ada. Los otros
ugadores eran en su mayor a artesanos, aun ue tam i n se encontra a un
peón de panader a. En todo caso, la situación de a uerino de Adri n Aguirre,
uien proven a de etorca, incidió en la alian a de los artesanos de Santiago
contra el desconocido .
Lo ha itual de las artima as desarrolladas durante los uegos de a ar

lleva a a los
ugadores a estar atentos a los enga os, astucias y tretas de los
dem s competidores. De ah ue la descon ian a rondase los pensamientos y
ue la acusación de ladrón estuviese en los la ios, a punto de ser enunciada
de una u otra orma por los ugadores. Las suspicacias y los giros lingü sticos
utili ados para increpar al tramposo o simplemente al ganador, da an cuenta
ue con la derrota, y principalmente con el enga o su rido o
imaginado, se

perd a algo m s ue el dineroapostado.


En el caso de producirse trampas en el uego, los naipes marcados o los
dados cargados in ring an
no sólo una derrota sino ue, aun
peor, her an la
reputación del perdedor. stos lo o end an , pues implica an ue ha a sido
superado en astucia por el tramposo . Y el hom re de honor, dentro del hori
onte agonal, de a sa erlo todo, adivinar el truco y perci ir el enga o. De all
la recuencia de las acusaciones de ladrón en el transcurso de los uegos de
a ar, independientemente de la existencia de enga o. Como el peor escenario
posi le para un ugador era ser urlado por un rival, al enunciar ver almente
tal imputación, se salva a el honor. Ella implica a ue se sa a del truco y
ue, por tanto, el actor ue era o eto de la trampa era tan picaro como el
ue pretend a enga arlo. Am os se asimila an en astucia.
Asom rosa din mica ue entrela a a dos hori ontes de honor en las
pr cticas cotidianas del siglo xvm chileno. La imputación de ladrón , ue
apela a a una representación o icial y urguesa de honor, era un camino via le
para contrarrestar la merma de la hom r a, inserta en el hori onte agonal de ho
nor. Dicha urla y o ensa por el enga o su rido, implica an ue el picaro ,

ANHRA, vol. , pie a , s. - , .


Otra ocasión en
ue el ugador a uerino ue o eto de una
trampa y reaccionó con

violencia, en ANHRA, vol. , pie a , s. - , . La percepción de alteridad de los


a uerinos por los ha itantes de Santiago, seg n una pulpera, en ANHRA, vol. , pie a , s.
- v, . Ro ert uchem led exploró esta variante - ue denominó intensa xeno o ia
de
y marcado etnocentrismo - en el origen de la violencia masculina de las villas de la región
Artois. uchem led, op. cit.
As se de inió -como o endido - un ugador urlado en una partida de dados. ANHRA,
vol. , pie a , . v, .
a u l superado en astucia al ugador honesto, se ueda a con los
ue ha a
atri utosnegocia les de honor de este ltimo. En el honor agonal el tramposo
prevalec a por so re el competidor virtuoso . Ahora ien, ante la urla,
este ltimo pod a encontrar re ugio en una tica urguesa de la honestidad

ue descali ica a las violaciones a los códigos del uego limpio.


Los ugadores conoc an tales par metros am iguos y se serv an de ellos.
As , cuando el andalu os Góme tomó conciencia de ha er sido enga ado
durante una partida de dados, inició al d a siguiente una s ueda ren tica
de su urlador por las calles de la ciudad. El odegonero soltero, de veinti
s is a os, acostum ra a ugar al menos dos noches de la semana en distintas
casas. La ltima ve ha a sido en una ha itación del arrio de Santa Ana.
All , su rival, un hom re llamado iguel ollo , le ha a ganado mal con

los dados cargados . Al parecer, a uel su eto era su contrincante ha itual,


pues el andalu se aló ue tam i n ha an ugado cinco d as antes en otra
casa del dicho arrio de Santa Ana . En am as oportunidades ha a ganado
iguel ollo , arre at ndole veinte pesos la primera ocasión y trece reales
en la ltima partida.
ue el dinero perdido, sent a el peso de la urla so re su repu
ero m s
tación. Se declaró o endido por el truco y ante la sospecha del enga o,

agarró los dados con ue le ha an ganado su dinero . Con ellos pretend a


revertir su
imagen de necio. Al colocarlos ante los o os de su urlador y de los

compa eros de ste, el andalu usca a pro ar ue conoc a el truco, ue


su rival pod a ha erle uitado el dinero, pero no la astucia. or ello, despu s
de mostrarle los dados iguel ollo , os Góme re uirió ue a u l le
a

diese los dados ue primeramente se pusieron a ugar


con
. As , terminar a
demostrando su pericia y se pondr a en camino de resarcir su honor.
ara lograr esto ltimo de a ugar con la expansión de los undamentos
de la hom r a. Si ha a sido superado en astucia por su rival, ahora el andalu
de a vencerlo en uer a sica. or ello, luego de la demostración de la urla
con la
consiguiente exigencia de los dados cargados, os Góme se tren ó en
una ri a con cuchillos contra
iguel ollo y sus compa eros . Como hemos
se alado, la enmara ada interrelación de los atri utos intercam ia les de honor
hac a ue ante el desmedro de alguno de ellos se acudiese a los otros para
restaurar el honor vulnerado. En este caso, asistimos a una exacer ación de

Las comillas del t rmino virtuoso explicitan el car cter espec ico de virtud inserto en el
paradigma urgu s de honestidad, no o stante ue dentro del honor agonal existieran otras apre
ciaciones de la misma. So re el car cter am iguo de la honestidad inanciera v ase itt-Rivers,
Antropolog a del honor..., op. cit, pp. - .
arte de la declaración del andalu os Góme . ANHRA, vol. , pie a , . v,
I id
I id.
S
El propósito principal del andalu ue recuperar los dados con los ue ha a sido enga ado
y sólo en
segundo t rmino o tener el dinero perdido.
la violencia de parte del andalu esta ado,
uien no contento con re ir con su
urlador, se en rentó a dos autoridades ue intentaron contener sus arre atos.
Las recriminaciones de alta de honrade en el desarrollo de los
uegos de
a ar convoca an, por tanto, dos elementos signi icantes. Trasunta an descon
ian a e ectiva hacia el rival, al mismo tiempo ue se utili a an
para resguardar
el propio honor de cual uier travesura. En este ltimo sentido, eran
estrategias
preventivas ue serv an de atenuantes ante una eventual agresión a la astucia.
stas con orma an el sustrato ue otorga a sentido a las pala ras enunciadas
por los ugadores insertos en una partida de dados o de ara as. All no ha a
rases inocentes ni carentes de intención.
As , en, cuando un administrador de un odegón u icado en la calle
de las Capuchinas, le preguntó a un maestro riendero, con uien esta a ugando
una
partida de naipes para gasto , por u no echa a plata en la mesa? , no
sólo duda a de la solvencia del ltimo para participar en el uego . Si eso era
e ectivo, el odegonero ser a avergon ado ante los dem s ugadores y especta
dores, por su incapacidad de adelantarse a la ri onada de su contendor. or
su
parte, el ugador acusado -en este caso el maestro riendero uan Bautista
Acevedo- de a acusar reci o de la duda es o ada, ue en dicho contexto era
interpretada como provocación. Como la impugnación era alsa, de inmediato
respondió ue ten a plata con ue pagarle si le gana a .
Aca amos de testigos ser de un
di logo ritual envuelto en din micas com
petitivas de un honor de car cter agonal. Las pala ras es o adas por los rivales
los mutuamente desa iados y listos para el en rentamiento. De ah
de a an
ue las enunciaciones ver ales posteriores aumentaran tanto su nivel o ensivo
como el tono de la vo . El
odegonero le se aló al maestro riendero ue era
un
cara o, ue as esta an hechos a ro ar . Luego de esa rase, procedió el
recurso a la uer a sica.
Como se podr suponer, muchas ri as deriva an de tales actitudes mas
culinas de ensivas estructuradas desde la conciencia de vulnera ilidad de la
hom r a. El car cter dram tico de dicha condición esta a en su capacidad

El odegonero no era propietario del odegón ni de las mercader as ue se vend an en l,


sino ue era su administrador. Ten a origen vasco y utili a a el don para re erirse a su persona,
Tanto el maestro riendero como los testigos del caso tam i n lo denomina an con el don . or
su
parte, el maestro riendero, llamado uan Bautista Acevedo, no utili a a dicho apelativo ni era
tratado de don por los testigos de la causa. El uego de ara as en cuestión se produ o un d a
domingo a las dos y media de la tarde, luego ue todos los ugadores comieran en el odegón
mencionado. A los dos re eridos rancisco D a y os Bor ues, am os
suma an a-
su etos se

ratillanos , es decir, comerciantes de los Baratillos. Al menos uno de ellos era vasco y constó ue
esta a ha ilitado por un hom re de mayores recursos. En suma, se trató de actores ue integraron
la capa media de la sociedad, unto a otros maestros artesanos, tenderos ha ilitados y pe ue os
comerciantes. ANHRA, vol. , pie a , . , .
I id.
I id.
de generarreyertas, muchas veces in usti icadas. Ello, puesto ue los casos en
de hacer trampa, ante una acusación
ue un ugador no ten a intención alguna
de deshonestidad, no pod a uedar impasi le. Y, como hemos visto, la salida
era la violencia.

Amigos y rivales

competencias en torno a la valent a,


la potencia sexual y la astucia

Las din micas competitivas del honor agonal , tan cercanas a las competi
ciones de los uegos coloniales, se desarrollaron en plenitud cuando existió
un mutuo reconocimiento de paridad entre los actores involucrados. ue

ustamente este reconocimiento el ue permitió el traspaso sim ólico de los


atri utos intercam ia les de honor entre los rivales. La valent a, la potencia sexual
y la astucia, como undamentos de la representación agonal de honor ueron las
cualidades m s apreciadas por uienes apelaron a este hori onte de recono
cimiento. Ellas ueron, tam i n, las condiciones m s celosamente de endidas,
anheladas y, en consecuencia, las cualidades m s vulnera les de los actores
sociales estudiados. or ello, los principales incentivos ver ales a la violencia
correspondieron a pala ras o rases ue mermaron estos atri utos.
Unos y otros, provocadores y provocados, se vieron mutuamente como
competidores de un uego de reputaciones. Los galardones a o tener ueron
a uellos atri utos negocia les de honor. Los competidores pudieron ser comple
tos desconocidos o compa eros , como ellos mismos de inieron el v nculo
masculino de amistad . De todas ormas, compa erismo y competitividad
ueron de la mano, construy ndose y rea irm ndose d a a d a en espacios
de socia ilidad masculina donde reinaron los uegos competitivos . No ue
incidental ue muchas de las disputas entre amigos- rivales comen aran por
di erencias en una partida de naipes, en un uego de dados, de chueca, de olas
o en carreras de ca allos. La competencia propia de esos
uegos se acomodó
a la din mica agon stica de un honor masculino ue proclamó ganadores y
perdedores.
La vinculación entre honor y uegos de a ar se expresó institucionalmente
en Am rica colonial a trav s de diversos andos ue uscaron regular estas

ANHRA, vol. , pie a , s. - , .


So re las signi icaciones deluego como enómeno cultural, v ase ohan Hui inga, Homo
ludens. So re los usos sociales del uego en Chile y los aspectos materiales relacionados con l,
en Isa el Cru ,
Tra es, iestas y uegos en Chile - , Eugenio ererra Salas, uegos y alegr as
coloniales en Chile Eugenio ereira Salas, Las imprentas de naipes en Chile Oreste lath, Bara a de
Chile, Oreste lath, Origen y olclor de los uegos en Chile ritos, mitos y tradiciones ernando urcell,
Diversiones y uegos populares ormas de socia ilidad y cr tica social Colchagua, - .
pr cticas. Desde sus primeras disposiciones en el siglo xvi hasta las normativas
del siglo xvtii, coincidieron en ue uno de los peligros ue entra aron los uegos
de a ar ueron las p rdidas de honras ue stos involucraron . Ahora ien,
uno de los principales o etivos ue persiguió su prohi ición ue evitar ue
stos distra eran de las o ligaciones y del tra a o . Desde esta perspectiva,
los uegos ueron entendidos como mal entretenimientos .

Vista del valle del apocho sacada desde el cerro Santa Luc a. Detalle, en
Gay, l um..., op.
cit, p. .
ese a las continuas promulgaciones de andos de polic a ue prohi an los uegos de
a ar, stos continuaron siendo entretenciones ha ituales en las reuniones masculinas.

Lapr ctica ha itual de los uegos de a ar, estimulada por la naturale a


de sus
agon stica del honor, tuvo consecuencias directas en la distri ución

Lo ano Armendares, Los uegos... , op. cit, p. . El uego del paro ue especialmente
vetado por las autoridades chilenas, ANHRA, vol. , pie a , . v, . ese a estas prohi i
ciones los uegos de naipes ueron recurrentes en las reuniones masculinas, en las ue se usaron
diversas estrategias para ocultarse de las autoridades, ANHRA, vol. , pie a , . , .
Las mu eres ue regentaron las pulper as donde se reali aron estos uegos ueron consideradas
ueron consignadas como caldo de
corruptoras de la uventud de ido a ue estas diversiones
cultivo de vicios y costum res depravadas. ANHRA, vol. , pie a , . , - . or

ello, las autoridades llevaron presos a su etos implicados en uegos de a ar. ANHRA, vol. ,
pie a , . , .
Ociosos, vaga undos..., op. cit, pp. , - .
Araya,
atri utos entre los ugadores. Los archivos criminales mostraron lo recuente
en el
reunión de hom res terminara
ue ue ue una
uego de una partida de
ara as para gasto , decir, es
para pagar lo ue se e a . No se uscó lucrar
con el
uego, pues lo ue interesó ue la din mica competitiva en s misma.
Ella involucra a m s ue los vasos de aguardiente solventar, pues pro a a
a

y examina a parte de las ha ilidades masculinas valoradas en el hori onte


agonal de honor.
As , la reyerta entre anuel Espina y Tom s Hurtado, am os maestros
de sastrer a y de casta , comen ó como muchas otras a ra de una partida
de naipes. Una noche de mayo de , se reunió un
grupo de compa eros
so re los ue reg an coordenadas identitarias seme antes, las ue permit an
un mutuo reconocimiento de paridad. La cita sucedió en la ha itación de un

maestro apatero, de nación cu co . De la declaración de ugado uno de los


res, posi le
es derivar la existencia de
códigos ue regula an competencias las
de ara as. Tales normas apela an a ormas ideales de uego limpio ue
involucra an algunas de las nociones y usos sociales de la honrade ue cir
cula an en el per odo. As , uno de los ugadores y luego testigo de los hechos,
el pardo Antonio Calvo se aló

ue con ocasión de vivir en la misma calle ue vive iguel de Ca rera


y se ue este declarante para su casa
pasó al cuarto de dicho iguel y all
se
untaron tam i n Espina por ser todos amigos con anuel Espina y
Tom s Hurtado, y por divertirse di eron vamos ugando un real para gasto
ue todav a no son m s de las once
y luego nos retiramos. Esto ue el d a
veinte de mayo a cosa de las once de la noche y al ponerse a ugar de
chulada echó el dicho Espina como cuatro reales a la mesa y vino Hurtado
y se los arre ató diciendo ue se los de a a lo ue Calvo y Ca rera le
di eron de a las ullas
ue no se de e nada y selos volvió y por segunda
ve se los arre ató. Entonces le di o Espina, hom re pareces ladrón, y sin
m s ra ón ue esta le dio una
pu alada .
La expresión hom re pareces ladrón le valió a anuel Espina una

pu alada en el pecho de dos dedos de largo y de hondura hasta la coyuntu


ra ue lo de ó durante semanas postrado en el hospital San uan de Dios .

La documentación indicó la cantidad ugada para solventar el consumo de alcohol, como

por e emplo la suma de medio real y de un real. ANHRA, vol. , pie a , . , AN


HRA, vol. , pie a , . v, . Los tipos de uegos de ara as especi icados ueron el
uego
de tenderete , el uego del paro y el uince . La presencia de estos uegos en los episodios
previos y desencadenantes de las violencias masculinas, se expresó en amplia documentación.
A la ya mencionada es posi le agregar ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol.
, pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , s. - , .
ANHRA, vol. , pie a , . v, El destacado es nuestro .
li
El proceso contra Tom s Hurtado se inició, como era ha itual, por iniciativa de las auto-
ara los tres ltimos decenios del
siglo xv n las signi icaciones de la honrade
enunciadas desde la representación o icial de honor y potenciadas por una tica
urguesa en desarrollo, ha an penetrado las mentalidades de los grupos
medios, per ilados a u en los maestros artesanos involucrados en la disputa.
Sin em argo, tales normas conductuales conviv an paralelamente con un ho
nor agonal ue contradec a las normas morales de la honrade urguesa. Las
lógicas paralelas entra an en oposición cuando los mecanismos agon sticos,
implicados en el uego ritual, promov an la apreciación positiva del picaro
ue romp a las leyes del uego limpio para urlar al rival
Si ien la etimolog a ilustrada de picaro consigna a un uso negativo
de la astucia, ue permit a llevar una vida viciosa y sucia , ello no imped a
ue dicha vida uese vista por este su eto como la me or del mundo . Las
am ivalencias en la estimación positiva o negativa del picaro se deriva an
de la representación de honor desde la ue se estructura an. El Diccionario de
Autoridades re renda a la representación o icial de honor centrada en la moderación,
la contención y la honestidad, en la cual el picaro cumpl a la unción de
igura antinómica. En cam io, el honor agonaly competitivo, ue ve a la derrota
como
p rdida de la hom r a, instala a como re erente al picaro por so re
el hom re honesto, pero necio, urlado y sometido al rid culo p lico . Los
archivos udiciales chilenos ilustraron historias de picaros dignas de la narra
tiva picaresca , evidenciando ue el v nculo entre las trayectorias particulares
de los su etos coloniales y las producciones literarias era astante estrecho .

ridades y no por denuncias de los propios su etos agredidos. Se trató, por tanto, de una sumaria
de o icio , iniciada cuando al alcalde ordinario de moradores de Santiago, don ariano a ala
malamente herido .
y Verdugo se le dio parte del arri o a dicho hospital de un nuevo paciente
Se trata a de anuel El detalle de las heridas ue ste reci ió ue contenido en la e de
Espina.
heridas ue se le hi o durante su estancia en dicho recinto.
A su ve , se
especi icó ue el corte ue
en la parte de la tetilla lugar muy peligroso a la vida . ANHRA, vol. , pie a , s. - , .
Real Academia, Diccionario de Autoridades, op. cit, tomo v, - , voces picar ,
pp.
picarse , picaramente , picara o , picardear , picard a , picaresca y picaro , picarote .
El Diccionario de Autoridades recogió esta variante en la etimolog a de la acción picarse ,
la ue se entendió como la capacidad de preciarse, actarse o moverse de alguna cualidad o
ha ilidad ue se tiene como picarse de ca allero, de ugar la espada . Ese de arse llevar de la
vanidad , dio cuenta de un picaro ue se vanaglorió de su igura. I id.
Una de ellas ue la de Nicol s Gon le , alias el icarón , inserta dentro de un proceso
udicial llevado en su contra por ladrón, raptor y desertor . Natural de Rancagua, casado, de
treinta a treinta y dos a os de edad, sirvió en el Real E rcito en la ciudad de Concepción, hasta
de mu eres, su
ue desertó por alta de pago. Entonces comen ó una vida de andan as, raptos
puestamente consentidos por ellas, y ro os ue el icarón usti ica a invocando no les causas.
ANHCG, vol. , s. - v, . La igura del picaro constituyó un re erente literario de
relevancia en la narrativa hispana de los siglos xvi y xvn. os Antonio aravall, La literatura
picaresca desde la historia social siglos xviy xvn ateo Alem n - ? , Gu m ndeAl arachey
Anónimo, La arillo de Tormes. La historiogra a ha anali ado la vagancia desde la perspectiva de
los picaros , uniendo modelo literario y realidad histórica Rosa ar a re Est ve , El pro lema
de los vagos en la Espa a del siglo xvm.
Las am ivalencias de la honrade coloca an a los actores ante una dualidad

de par metros valorativos ue parec a acomodarles. Es m s, dicha duplicidad


era explotada, pues les permit a acercarse a unos u otros
par metros de acuerdo
con sus necesidades, o seg n stos se acomodaran a los distintos contextos

e identidades de los involucrados. Estas opciones permitieron o servar los


usos ue los actores de los grupos medios hicieron de los distintos
sociales
hori ontes de honor, para lo cual el an lisis del caso de Espina y Hurtado
resultó representativo.
El recurso a distintas
representaciones de honor reali ado por anuel
Espina en el transcurso del uego de ara as derivó de sus diversas pertenencias
identitarias. Era maestro de sastrer a y soldado granadero. Lo ltimo indica a
tanto su pertenencia a las castas como el proceso de ascenso social en el ue
se halla a. En e ecto, el enrolamiento en las milicias ur anas era uno de los
mecanismos de promoción social utili ados pre erentemente por las castas
de Am rica colonial . Los escala ones de las milicias ur anas eran medios
dispuestos por las autoridades hispanas para ue las castas m s acomodadas
accedieran a ciertos grados de reconocimiento social. Se trata a, por tanto,
de un instrumento hisp nico de prestigio ue era til a las autoridades en su
propósito de someter, sem rar idelidad e incorporar al sistema a las castas ,
siempre sospechosas de re eld a y su versión a las normas . Ahora ien, el
ue anuel Espina utili ase dicho mecanismo o icial de acceso al prestigio no
anula a su recurso a una estrategia re ida con el orden o icial para acceder al
galardón de la hom r a. Eso ocurr a por ue se trata a de dos tipos de honor
di erentes, a los ue de a acceder a trav s de caminos diversos.
Am os caminos otorga an honor. No o stante, como se ha o servado
a lo
largo del tra a o, el honor no era neutro, universal, ni monol tico. Sus
diversas representaciones se halla an condicionadas socialmente y, por tanto,
si ante las lites se acud a a determinados par metros para o tenerlo, ante los

pares se utili a an medios diversos y hasta antagónicos. As , el acceso a las


gradaciones de las milicias ur anas se utili a a teniendo como re erente a la
lite o, al menos, al grupo u icado en la erar u a inmediatamente superior al
de las castas mayores recursos económicos es decir, al segmento de los
con

espa oles con medianos o escasos ienes materiales. En tanto, el galardón de


la hom r a ya no ten a como espe o al estrato superior, sino ue se constru a
en relación a los
su etos con los ue se conviv a como pares cotidianamente
en este caso
particular, en relación con los maestros artesanos, a los vecinos

y compa eros de diversiones.

La Compa a de Granaderos, luego de la re orma de los cuerpos de milicias de Santiago


llevada ca o por el go ernador
a anuel de Amat en , uedó con ormada por pardos ,
mulatos y negros li res. Hugo Contreras, op. cit, pp. - .
Otro de los mecanismos usados por las autoridades hispanas para incorporar a las castas
al sistema pol tico y social colonial, ue la construcción de la representación o icial de honor, como
se ha anali ado en el cap tulo anterior.
Los caminos por los cuales se o ten a honor se o servaron al
m ltiples
comparar dos encuentros masculinos. Veinticinco a os despu s de la reunión
de maestros artesanos re erida, otro sastre mulato, asimismo miem ro de una
milicia ur ana, vivió una situación incómoda. Sus coordenadas identitarias eran
seme antes a las de anuel Espina sin em argo, su recurso al honor transitó
v a di erente. El actor determinante la disparidad de
por una en
opciones
consistió en la identidad social de su
opositor, un
su eto de lite llamado don
Nicol s atorr s, con
uien el sastre mulato Am rosio Guerrero disputa a
unas varas de terreno entre dos sitios colindantes . Tam i n era relevante
la identidad del testigo de los hechos, el alcalde ordinario don Agust n
Tagle de la
Cerda, uien presid a el acto udicial en casa de las co rad as de
Nuestra Se ora de Bel n y de las Nieves, de las ue era mayordomo el sastre
Am rosio Guerrero. Se trata a, por tanto, de una ocasión solemne, presidida

por autoridades, ue convoca a su etos de lite, rente a los cuales Am rosio


Guerrero de a presentarse de manera particular. ues ien, dentro del alter
cado ver al, ue derivó en un proceso por in urias, el sastre mulato Am rosio
Guerrero no dudó en asentar su prestigio invocando su grado de al re de
artilleros de la Compa a ur ana de milicias . En ese momento ten a como

espe o los par metros de honor de las lites y autoridades. Este mismo re e
rente lo llevó a re erir la alta de cortes a con la ue lo trató don Nicol s

atorr s, apelando al universo del honor o icial para plantear sus


descargos
ante los su etos re eridos .
anuelEspina, como granadero, tam i n hac a uso de la representación
hisp nica y o icial de honor, pero ella no le era til en la disputa con sus com
pa eros de uego. Y no es ue otorgase escasa importancia a un grado ue a
las castas les resulta a oneroso mantener y ue les o liga a a reali ar per
manentes desem olsos de dinero para poder solventar sus re uerimientos. Lo

ue ocurr a era ue dentro del grupo de ugadores, a uella noche de mayo


de , el honor se o ten a undamentalmente a partir de la exhi ición de la
hom r a. Era sta la ue ha a sido vulnerada para anuel Espina al reci ir
la herida de su compa ero y, luego, el aldón por la exhi ición de su derrota.

El sastre mulato, como mayordomo de las co rad as de Nuestra Se ora de Bel n y de


las Nieves, representó a dichas instituciones en una disputa udicial contra do a uana Gaete,
propietaria del terreno colindante a las propiedades de las co rad as. Esto implica a ue el mu

lato Am rosio Guerrero conta a con otorga a dicho cargo dentro de su


el reconocimiento ue
grupo de estimación m s inmediato. En dicha oportunidad, uana Gaete ue representada por
su nieto, Nicol s atorr s. Nicol s atorr s ue, a su ve , miem ro de la o icialidad del Cuerpo
de Dragones.
ANHCG, vol. , . , . Este proceso lo hemos tra a ado en Honores transver
sales... , op. cit.
ANHCG, vol. , . v, .
ues, como se
ue ó amargamente ante la usticia, era o ensivo ue su rival

despu s de ha erme constituido a la muerte ande haciendo gala de sus hechos


d ndome por aldón ha erme herido .
Su gradación militar era un atri uto esta le del honor hisp nico y o icial ue
ten a como re erente a los grupos superiores. Y, por tanto, no era pertinente a
los intercam ios de honras ue reg an so re los atri utos negocia les de la mas
culinidad entre actores reconocidos como
pares. Es m s, la existencia de dicha
paridad ae expresada por los mismos actores y testigos de la disputa, pues los
artesanos congregados alrededor de la mesa a ugar ara as se presenta an a
s mismos como amigos .

Imputaciones solapadas

en los incentivos ver ales de violencia

Los par metros so re los ue se asentaron los mecanismos de dominación y


los undamentos de las reputaciones en las comunidades de peones, o iciales de
artesan a ycriados, hayan sido espa olespo res o castas , remitieron al honor
agonal. sica, la ha ilidad para desempe arse en las ri as, ueron los
La uer a
atri utos principales ue undaron los respetos y construyeron las erar u as
en esos escenarios. or ello, las negaciones o simplemente las dudas respecto
de la posesión de dichas cualidades constituyeron el camino m s corto para
desencadenar la violencia sica en los encuentros masculinos protagoni ados
por dichos actores en la ciudad de Santiago durante el siglo xvni.
Ahora ien, adem s de las a rentas a la hom r a, la sexualidad y a la a

astucia, los uicios por heridas, lesiones y homicidios evidenciaron otro tipo de
pala ras o ensivas ue estuvieron, e ectiva o discursivamente, en el origen de
las ri as desarrolladas en la sociedad colonial. Su escasa
iguración porcentual
se de ió a su menor relevancia en la construcción de la representación agonal
de honor. se ue el caso
in urias socio-raciales .
de las La pala ra indio a ,

representada como
in uria por los actores o testigos de la violencia, estuvo
presente en el de los episodios de violencia . En tanto, la vo mulato a ,

ANHRA, vol. , pie a , . v, .

Op. cit, s. - v.
Las voces de los actores y testigos de la violencia distinguieron el sentido con el ue
se enunciaron los t rminos am o a , mulato a , indio a y mesti o a , explicitando cuando
stos ueron ver ali ados con la intención de in uriar al rival de las ocasiones en
ue ellos ueron
enunciados para re erir la calidad propia o de los dem s.
Los emisores y receptores del t rmino indio ueron, respectivamente, os Castro, pro a
lemente peón de e ercicio, a Antonio n mesti o Bernardo Romero, espa oly
olina, peón ga
maestro de carrocer a a Tom s Al e , o icial de sastre Tom s uiero, indio, o icial de apatero
a un indio llamado Ramón. Sin
em argo, este ltimo episodio com inó la in uria racial con la
a renta a la hom r a, predominando undamentalmente el segundo tipo de o ensa, pues se trató
se encontró en el de los
y las expresiones mesti o a y am o a se
casos

hallaron reducidas sólo al de los casos, respectivamente


, .
A di erencia del ue las in urias socio-raciales alcan aron dentro de los
pleitos por in urias y calumnias , en los uicios por heridas, lesiones y
homicidios, representaron sólo el de las pala ras o ensivas es o adas en los
momentos previos a las ri as . Estas di erencias se explicaron por las disparida
des identitarias de los protagonistas de los registros documentales mencionados.
ientras ue los uicios por in urias y calumnias involucraron a su etos de lite
y de los grupos medios, comerciantes, militares, escri anos y uncionarios de la
aclministración, ue se presentaron como dones ante la usticia, en los uicios
por heridas, lesiones y homicidios proli eraron peones y o iciales de artesan a,
pudiendo ser espa oles, indios y castas . A su ve , por lo
general, los procesos por
in urias se iniciaron cuando existió
importante disparidad en el estatus de las
una

partes implicadas. Entre ellas no existió el mutuo reconocimiento de paridad ue


constituyó un re uisito undamental para la resolución privada de las o ensas.
Uno de los episodios de violencia ue utili ó o ensas a la calidad y ue,
en e ecto, ue el ue concentró parte importante de estos ep tetos, involucró a
un maestro de carrocer a y a un o icial de sastre. Este con licto constituyó, a su
ve , una de las tres situaciones de violencia ue estuvo precedida por un di logo
ritual de pala ras o ensivas-provocativas. Las otras dos, como se ha anali ado,
utili aron los imaginarios de co ard a y de ilidad. Lo ue interesó destacar
de esta situación particular de violencia ue la conciencia, compartida por los

protagonistas, de la relevancia del di logo ritual ue precedió al encuentro


sico. Si ien se trató de un caso
excepcional en t rminos estad sticos, ste
constituyó episodio mod lico ue ilustró la orma m s
un so isticada seg n la
cual el intercam io de pala ras pudo usti icar el uso de la uer a.
La pendencia entre el maestro carrocero Bernardo Romero y el o icial
de sastre Tom s Al e ue la culminación de un duelo ver al ue contó con
seis
etapas de intercam io violento . Antes de llegar a las manos los actores
cumplieron dichas ases, aumentando progresivamente el cali re de las in urias,

de la expresión ue era un indiecillo de nada y ue lo sacase a campa a y ver a . ANHRA, vol.


, pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. vy v, - ANHRA, vol.
, pie a , s. - v, .
Los emisores y receptores de los t rminos o ensivos ueron, por una parte, el peón ga n
espa ol rancisco Orti , a las hi as de Agust n Villanueva, due o del rancho donde rancisco Orti
se detuvo a descansar, y por otra, ar a del Tr nsito Osorio al peón espa ol uan Claveros. En un

caso, estos t rminos ueron enunciados mutuamente por Bernardo Romero, espa oly maestro de

carrocer a y Tom s Al e , o icial de sastre. ANHRA, vol. v,


, pie a , . ANHRA,
vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. v, y , - . ue

sugerente ue una misma causa


registrara todos los tipos de in urias socio-raciales, lo ue pudo
distorsionar la muestra, al tratarse de porcenta es tan reducidos. Se trató del proceso udicial entre
Bernardo Romero y Tom s Al e .
uentes ta la N de los anexos y ta la N de la tercera parte.
ANHRA, vol. , pie a , s. v- , - .
pidiendo rati reci idas, as como amena ando e intimi
icación de las o ensas
dando ver almente al rival. ltimo, los protagonistas acataron el ltimo
or
de los ritos, saliendo a la calle a saldar sus di erencias, tal como lo practicaron
gran parte de los actores de la violencia por honor. La e uivalencia entre las
pala ras de lucha utili adas por las partes ue nota le, as como el recurso
al universo sim ólico de la lite, el ue ue reutili ado para sostener las rei
vindicaciones de poder dentro de las comunidades de tra a adores manuales.
En e ecto, los actores en disputa apelaron al m ito de representaciones
de la limpie a de sangre para enunciar in urias socio-raciales, tales como
am o , perro indio y perro am o . La in uria ladrona o se nutrió
del honor o icial, en tanto ue la de a otado por las calles de Lima re or ó
las a rentas a la calidad del receptor, aludiendo a un episodio oscuro de la
vida de Bernardo Romero, ue su antiguo compa ero conoc a. Como se ha
anali ado, las penas in amantes se aplicaron a los su etos ya considerados
in ames , re or ando con ello la a e a de su condición .
or otra parte, la mención de la vo orracho para o ender el honor del
rival alcan ó sólo el de iguración. Ello indicó ue el h ito de e er no ue
uno de los undamentos de desprestigio entre los grupos medios y populares
del mundo colonial . Ahora
ien, signi esto no
icó ue el consumo de alcohol
uese una realidad
marginal en el contexto estudiado. or el contrario, ste se
halló presente en parte importante de los episodios de violencia anali ados,
haya sido como pr ctica e ectiva o como usti icación de la violencia por los
actores implicados en las pendencias. La in luencia del alcohol en los actores
de la violencia constituyó uno de los principales atenuantes invocados en los
procesos udiciales por heridas, lesiones y homicidios. ste con ormó una
h il estrategia usada por los reos y sus de ensores para o tener re a as en
las penas . Ello llevó a la contraparte -representada, generalmente, por los
agentes iscales del crimen- a resguardarse de tales recursos se alando, por
e emplo, ue el reo se auxilia del asilo com n de la e riedad .

La catalogación de las voces in uriosas como


pala ras de lucha expresó la materialidad
y pertinencia de los conceptos usados para agredir la honra del otro, uien ya en una
etapa pre
liminar asum a el papel de rival Taylor, op. cit, pp. - .

Araya, El castigo sico... , op. cit, pp. - .


Esta in uria se halló en ANHRA, vol. , pie a , . , . En otro caso la alusión
ue impl cita pues el emisor se aló al rival ue se tomase vino , por lo ue ste res
un trago de

pondió ue no era el orracho para ese a uello . ANHRA, vol.


ue le di , pie a , . ,
. So re el consumo de e idas alcohólicas en Chile durante el siglo xrx, v ase ern nde ,
Historia social..., op. cit, pp. - .
ANHRA, vol. , pie a , s. v, - v, .
ANHRA vol. , pie a , . , ases legales de este recurso y la
. So re las
ha itualidad de su utili ación enlos procesos por heridas y homicidios, v ase La ourcade y
Smith, op. cit, y Bascu n y de vila, op. cit, pp. - . Esta estrategia se apoyó en la excepción
de em riague ue contempló la artida S ptima, c. - , t t. , ley . Entre los estados de
e riedad consignados se hallaron los de calentón , malo de la ca e a , em riague y perdi-
A lo largo de estos cap tulos se han anali ado los intercam ios ver ales
previos al encuentro sico, registrados en los uicios por heridas, lesiones v
homicidios, considerando ue stos se relacionaron con los atri utos ue cons
truyeron las reputaciones en las comunidades de peones, ga anes y artesanos
en el
Santiago del siglo xvm. Los atri utos de limpie a de sangre y de uena
conducta -seg n los par metros de civilidad- no ueron determinantes en su
de inición identitaria. En cam io, la uer a sica -y la valent a ue sta su
puso-, as como la astucia y la potencia sexual masculina ueron los principales
elementos vulnerados, cuya restauración se reali ó a trav s de la violencia.
Las o ensas ver ales derivadas de estos atri utos ueron sólo algunos de
los mecanismos de desa o ue se plantearon en las situaciones de violencia
entre pares sociales. Ellas iguraron en el de los escenarios de con licto
anali ados. unto a ellas existieron desa os sicos al rival ue pudieron com

plementar las o ensas ver ales o, simplemente, suplantarlas. All estuvieron


las miradas desa iantes, los golpes en el pecho y las o etadas para provocar
la resolución violenta de los con lictos pendientes. De ellas nos ocuparemos
ahora, as como del sistema sim ólico-corporal ue hi o ue los golpes ueran
entendidos como deshonras.

miento de uicio . ANHCG, vol. , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , s. v


y
v, ANHRA, vol. , pie a , s. vy , ANHRA, vol. , pie a , . ,
ANHRA, vol. , pie a , . v, . Una explicación pormenori ada de los e ectos
de la e ida, en ANHRA, vol. , pie a , y so re los signos utili ados para reconocer
los diversos estados de e riedad, en ANHRA, vol. , pie a , . , .
EL HONOR AGONAL
DESA OS SICOS Y RITOS DE LA VIOLENCIA

En el relato de los hechos ue condu eron a la violencia existió un criterio


ue estuvo presente la
en
mayor parte de las recreaciones reali adas por los
testigos y los protagonistas de los desencuentros. Se trató de las re erencias
a las actitudes
corporales de los actores de la violencia. Casi ninguno de los
espectadores de las ri as olvida a descri ir ue uno de los implicados ha a
al ado su mano
para dar una o etada, ha a mirado al rival en orma desa ian
te, le ha a tomado el poncho o el som rero, lo ha a empu ado poni ndole la
mano en el pecho o ha a remedado sus gestos o su orma de caminar. Cada
una de estas alusiones esta a impregnada de signi icaciones culturales ue los
narradores no considera an necesario explicitar. Basta a la sola re erencia a
ellas para ue el sentido y las consecuencias ue entra a a cada una de estas
acciones uese conocida por los receptores del discurso. Las redes de repre
sentaciones de honor agonalnerrnit an la comunicación entre peones u o iciales
de artesan a y los agentes udiciales, hayan sido stos escri anos, procuradores
o alcaldes de arrio.
ara nosotros, situados a m s de doscientos a os de los hechos y sus re

latos, el v nculo entre gesto y signi icado cultural era menos transparente. Una
primera lectura de los archivos udiciales se alados pod a revelar sólo actitudes
inconexas, interacciones desordenadas y desencuentros caóticos. Y, sin em ar
go, tales mani estaciones externas eran eclosiones de un sustrato su terr neo
ue no sólo posi ilita a y explica a emergencia
su
ue, tam i
sino n, serv a
de vaso comunicante entre ellas. ara desenterrar tales sustratos de signi ica
ciones el m todo de descripción densa propuesto por Cli ord Geert
ue
el m s apropiado. artiendo de la concepción de la cultura como concepto
semiótico , se uscó la explicación de a uellas expresiones sociales ue son
enigm ticas en su
super icie . Ello permitió dar cuenta de las tramas de sig
ni icación ue da an sentido al gesto de dar la espalda, de uitar el som rero
o de marcar el rostro al rival Ello esta leció la conexión con los sistemas

de representaciones ue sustenta an las pr cticas de desa o-respuesta y de


vengan a privada ue reg an so re los intercam ios de honras de los su etos
populares y de los grupos medios del siglo xvm chileno.
ue necesario partir de la ase ue el cuerpo se encontra a cru ado por
una red de signi icaciones valóricas, sociales y pol ticas. Esta premisa permitió

U
Geert , op. cit, p. . V ase, en general, la parte i
Descripción densa hacia una teor a

interpretativa de la cultura, pp. - .


comprender el cuerpo como una realidad atravesada por uerellas de domi
nación entre los actores coloniales . Ahora ien, las relaciones de
poder
ue se sella an so re los cuerpos no se esta lec an sólo entre dominadores y
su ordinados sino, tam i n, entre pares sociales. Estas disputas de
poder
entre
tra a adores manuales gira an en torno a los elementos ue unda an la repre
sentación agonal de honor, a sa er la uer a sica, la
potencia sexual y la astucia.

El sistema sim ólico-corporal del honor agonal

las heridas sicas como deshonras

Los discursos del honor ueron tiles para usti icar las respuestas violentas a
las agresiones reci idas de ido a la circulación de normas ur dicas ue im
ricaron el honor a la invulnera ilidad sica. Entre las
disposiciones legales
ampliamente conocidas iguró la indistinción entre el delito de lesiones y el
de in urias de hecho o deshonras de hecho . Sustentados en concepciones
legales derivadas de las Siete artidas, los agentes udiciales conci ieron y pe
naron las lesiones
corporales como in urias de hecho o deshonras .
Ello permitió ue tanto los actores de la violencia como los testigos y
agentes udiciales implicados en los procesos, catalogasen como in urias
las heridas reci idas. A ve , ello permitió ue, en ocasiones, cuando ya se
su

ha a iniciado por heridas o lesiones, se precisase posteriormente


una causa

ue sta se lleva a adelante por in urias de o ra y de pala ra , con lo ue


el proceso era, a la ve , civil y criminal . Estos elementos o ligaron a tomar
distancia de las opiniones de cierta historiogra a del derecho ue sostuvo ue
en el mundo moderno se ha a diluido la indistinción medieval entre lesión
y a renta . En lo ue concernió a las representaciones de las deshonras en el
Santiago del
siglo xvm, ue posi le constatar ue permanecieron unidas a los
golpes, heridas y llagas de los cuerpos.

Araya, La pure a y la carne... , op. cit Araya, Gestos, actitudes... , op. cit Araya, Sirvien
tes contra amos... , op. cit Araya, La pedagog a del cuerpo... , op. cit Araya, Aproximación... ,
op. cit. Desde el punto de vista de la antropolog a del honor, v ase itt-Rivers, Antropolog a del
honor..., op. cit, pp. - . ara una aproximación general al tema, v ase ichel eher, Ramona
Nadda y Nadia Ta i, ragmentos para una historia del cuerpo humano, passim.
artida S ptima, c. - , t t. , leyes y . La ourcade y Smith, op. cit.
ANHCG, vol. , . , ANHCG, vol. , s. , , , v, , v,
vy , ANHCG, vol. , s. - v, y v, ANHCG, vol. , s. y ,
ANHCG, vol. , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA,
vol. , pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a , s. vy , ANHRA,
vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , s. v, , y , -
ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , s. , , v, v-

y , - ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a ,


s. y , ANHRA, vol. , pie a , s. v, y , .

Serra, op. cit, p. .


Las din micas de intercam ios de honor a trav s de ritos de violencia,
cuya mani estación legal estuvo re rendada en la noción deshonra de hecho
de la S ptima artida, ueron una de las tantas mani estaciones históricas de la
vinculación antropológica entre honor e invulnera ilidad sica . Si acudi
mos a la noción es era ideal , acu ada por Georg Simmel, descu rimos ue
una a renta al honor, al
cual uier orma de a renta sica supuso transgredir
el per metro sagrado ue envolvió la corporalidad de todo individuo . Su
violación, haya sido por medio de un
golpe, empu ón, rasgu o o tirón de pelo,
por e emplo, no sólo de a a huellas sicas tangi les y expuestas a las miradas
de los dem s. unto a la presencia sica, en cada uno de los actores sociales
coexistióuna
presencia moral, imagen social del individuo para la colectivi
dad. Era ustamente esta presencia moral, ue podr amos llamar reputación,
la ue acusa a los mayores resentimientos ante las a rentas y cuya reparación
e uival a a una reincorporación al cuerpo social . Ahora ien, aun ue la
capacidad explicativa de la noción es era ideal pudo ayudar a
comprender
la im ricación entre lesión sica y a renta al honor, ue necesario utili arla con
precaución en el marco de un pasado colonial marcado por las exclusiones y
las erar u as entre los cuerpos. or ello sólo resultó conveniente emplearla
como instrumento anal tico de las din micas de intercam ios de honras ue
se dieron entre actores de estatus similar.
La concepción de algunos tipos de violencia como deshonras revela a ue
el honor agonal era una realidad tangi le, expuesta a las miradas y suscepti le
al tacto de los otros. Como esos golpes, ue de a an huellas en la piel, eran
interpretados como provocaciones a la hom r a, ellos demanda an respuestas
violentas para restaurarla. As entendido, el honor agredido precisa a de ensas
inscritas en los senderos de los cuerpos, haciendo uso de los sistemas sim ólicos
ue reg an so re stos.
La im ricación honor-violencia tuvo diversos niveles de aceptación y
pr ctica seg n los estratos sociales del mundo colonial americano. En e ecto,
se ha consignado ue sta ha r a sido m s determinante entre los su etos

Diversos estudios han mostrado las ormas en


ue los su etos coloniales y de la Europa
de los reci idos como a rentas a su honor. Lyman L.
Antiguo R gimen representaron golpes
ohnson, Dangerous ords, rovocative Gestures, and Violent Acts. The Disputed Hierarchies
o le eian Li e in Colonial Buenos Aires Lipsett-Rivera, Los insultos... , op. cit, pp. -
Gayol, Socia ilidad..., op. cit, Spieren urg ed. , en and Violence..., op. cit, Gallant, Honor, as
culinity... , op. cit Gayol, Honor moderno... , op. tit.
Simmel, op. cit, p. . Una propuesta complementaria a la de Georg Simmel es la de

Erving Go man, La mise en sc ne de la vie uotidienne, vol. n Les relations en pu lic, pp. - .
Aludió a las reservas egoc ntricas ue gravitaron en torno al cuerpo de los hom res. Ellas
se
conceptuaron como reductos irregulares y modi ica les seg n diversos aspectos, tales como
las intenciones del otro y la cantidad de individuos presentes en un espacio determinado. Tales
reservas ha r an sido, a su ve , capaces de integrar elementos materiales.

Como hemos se alado en otro lugar, deshonor y marginación ten an el mismo rostro.
Undurraga, El honor.. , op. cit, pp. - .
populares ue entre las lites, de ido a ue las ltimas progresivamente
ueron optando por solucionar sus di erencias a trav s de
litigios udiciales .
En cam io, para
peones, criados, o iciales e, incluso, maestros de artesan a
la violencia el camino privilegiado para saldar sus con lictos.
era Como ha
se alado Lyman L. ohnson, para el Buenos Aires del siglo xvm el honor
era
ganado y perdido por los varones ple eyos en intercam ios de insultos y
provocaciones cara-a-cara, recuentemente rituali ados .
En el escenario chileno hemos o servado cómo el honor
o icialhie penetran
do en los grupos de lite y en los sectores medios, uienes comen aron a
aceptar
las de cortes a y de moderación de la violencia como undamentos
pr cticas
de honor. Eso explicó ue estos grupos uesen los principales protagonistas de
los uicios por in urias y calumnias, los ue se iniciaron por uerellas particu
lares. Lo anterior no sólo implica a la validación del Estado como mediador
en los con lictos interpersonales sino ue, a su ve , conlleva a un e ercicio
de autocontrol ante las in urias reci idas. Ante ellas, el actor deshonrado no
empu a a su cuchillo espada, sino ue opta a por uscar testigos, estruc
o su

turar surelato y acudir a la usticia ormal.


Los hom res de lite continuaron haciendo uso de la violencia como
castigo para disciplinar las altas de respeto de sus in eriores sociales, pero el
escaso n mero de duelos protagoni ados por ellos evidenció su tendencia a
solucionar institucionalmente -a trav s de la usticia mon r uica- sus con lictos
por honor. or el contrario, uienes protagoni aron pre erentemente las din
micas de desa o-respuesta ueron o iciales de artesan a, peones y ga anes. Esto
determinó ue dichos actores constituyeran los re erentes de la interrelación
entre honor y violencia en el Santiago del siglo xvm. Asimismo, lo anterior
derivó en ue estos su etos optaran por resolver sus con lictos a trav s de la
vengan a, la ue ue luego criminali ada por un Estado ue inició procesos
de o icio -por heridas, lesiones y homicidios- contra ellos.

Bo etadas, marcas en el rostro y som reros en prenda

los valores sim ólicos de la ca e a y la e usión de sangre

La representación agonal de honor, relacionada con la es era ideal de la persona,


precisó expiaciones inscritas en m itos sacrali ados por el hom re, a trav s de
sistemas sim ólicos ue elevaron las pr cticas cotidianas al nivel del ritual. El

papel de la sangre humana como sustancia capa de purgar los da os halló su


m xima expresión en la igura del Cristo latigado, cruci icado y sangrante de la
cosmovisión cristiana . Los duelos y las pendencias populares, comprendidas

ohnson, op. cit.


Op. cit., p. la traducción es nuestra .
ean- aul Roux, La sangre. itos, s m olos y realidades, ean- aul Roux, entalit s. Histoire
des Cultures et des Soci t s, N A aires de Sang.
como mecanismos del honor da ado, hallaron en la sangre
compensatorios
su lsamo restaurador. Las reglas del duelo esta lecieron ue la satis acción
a los com atientes por la primera sangre emanada del
estuvo garanti ada
rival, lo ue tam i n o servó las rencillas
cuerpo del se en entre artesanos,
ga anes y peones .
Si ien la artida S ala a ue a u l ue reci iese tal deshonra o
ptima se
tuerto, uien salga sangre de la herida, uien no, puede demandar ue le sea
hecha enmienda de ella , tam i n indica a ue la gravedad de la deshonra
de hecho se esta lec a, en primer lugar, cuando de la herida a ierta ha a
manado sangre . Ello explica a ue los actores involucrados en pendencias en
elsiglo xvm chileno, una ve en rentados a un proceso udicial, relatasen con
especial importancia si el golpe reci ido ha a provocado e usión de sangre.
Ellos narra an con detalle cu nta ha a rotado de la llaga, de u orma y
ante uienes ha a sucedido.
Ello ue lo ue reali ó Gaspar Bravo de Naveda, un conocido comerciante
de Santiago, uien usti icó su recurso a la uer a sica como vengan a de un
golpe reci ido, del cual ha a emanado sangre. Como explicó, no se trató
de un golpe cual uiera, sino de una o etada ue vulneró su rostro -imagen
p lica de su honor- e hi o sangrar su oca, en la calle, a plena lu del d a
y rente a un concurso de espectadores. Seg n su declaración, el rival me
dio una guantada ensangrent ndome la oca como todos lo vieron y palpa
ron . La deshonra p lica, producto de las heridas sangrantes, tam i n ue
utili ada por los actores populares con el in de usti icar la violencia e ercida
en
vengan a de las mismas. As lo hi o el peón ga n rancisco Orti luego

La i liogra a re erida a los duelos


es
amplia, pero la mayor parte de los tra a os se
inscri en en una visión tradicional ue los considera pr cticas exclusivamente aristocr ticas. En
el ltimo tiempo, nuevas
perspectivas han considerado a los ple eyos como actores dispuestos a
de ender su honor con
sangre. No o stante, muchas de las re lexiones se detienen all sin preguntar
se so re la posi ilidad de inscri ir las ormas de vengan a popular dentro de códigos ue de in an
un ritual. ara el m ito europeo, sólo desde el punto de vista historiogr ico Chauchaudis, La
loi du duel..., op. cit. Nye, asculinity and male..., op. cit V ctor Gordon iernan, El Duelo en la
Historia de Europa. Honor y privilegio de la aristocracia. Destacamos los tra a os de Spieren urg ed. ,
en and Violence..., op. cit antecón, Lances de cuchilladas... , op. cit Gallant, op. cit. Dentro de
la historiogra a relativa al escenario americano David S. ar er La , Honor, and Impunity in
Spanish America The De ate over Dueling, - Sandra Gayol, Duelos, honores, leyes y
derechos Argentina, - David S. ar er, La ley penal y las leyes ca allerescas hacia
el duelo legal en el Uruguay, - a lo iccato, La pol tica y la tecnolog a del honor
el duelo en xico durante el por iriato y la revolución Nelly orro Girardi, La de ensa de la
honra a uso de Indias Undurraga, Cuando las a rentas... , op. cit.
La distinción entre las deshonras graves y las leves se esta lec a, en primer lugar, en ra ón
del hecho, lo ue se remit a sustancialmente al derramamiento de sangre. En segundo lugar, en
ra ón del lugar del cuerpo donde se reali a a la lesión, como si hiriese en el o o, o en la cara .
Tam i n se considera a el lugar donde se e erc a la deshonra, en particular si era un lugar p lico.
artida S ptima, c. - , t t. , leyes y .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
de reci ir herida ca e a, ue le atravesó el som rero y le
una en su
de ó la
cicatri ue marca a su rostro. Seg n l

vi ndose verter sangre de la herida por el hom ro sacó un pu al ue


lleva aa la cinta
y ha a comprado con motivo del via e ue lleva a y le
dio con l a Villanueva aun ue no sa e en
u parte ni cuantas heridas
le ocasionó .

Era de vital importancia determinar en u parte del cuerpo se ha a reci


ido la herida sangrante, pues si ha a sido en el rostro o en la ca e a -s m olo
de honor- la deshonra era mucho mayor, as como tam i n la pena ue de a
reci ir uien la ha a in erido. En esos casos, la ve ación aumenta a, pues por
lo general la sangre del rostro mana a de las narices o de la oca luego de
reci ir una ero o etada. En e ecto, esta ltima era la deshonra de hecho
m s grave ue un hom re pod a reci ir en el contexto histórico anali ado.
Tam i n pod a ocurrir ue la sangre del rostro surgiese de una herida cortante
ue de ar a para siempre marcado al actor deshonrado .
La re erencia a la emanación de sangre como consecuencia de una herida
esta a impregnada de do les
signi icados ue re er an un mismo universo
cultural. or una parte, era representación de la deshonra su rida y, por otra,
era
usti icación de la violencia posterior. Esta ltima ad uir a, por tanto, el
cari leg tima -en t rminos sociales, pero no institucionales- del
de vengan a
honor en su
agonal. Se o servó, por tanto, el sentido sim ólico am
vertiente
ivalente de la sangre, ue pod a ser tanto expresión de impure a, mancha
en el honor
y marginación social, as como signo de gloria, puri icación y

ANHRA, vol. , pie a , s. v- , . Otros procesos en los ue se representó la


emanación de sangre de una herida como deshonra y como usti icación de la violencia posterior
ANHRA, vol. pie a , s. v y , ANHRA, vol. , pie a , s. y v,
ANHRA, vol. , pie a , s. , v, - v, y v, ANHRA, vol. ,
pie a , s. v y llv, - ANHRA, vol. , pie a , s. v y v, ANHRA,
vol. , pie a , s. , v y en especial la . v, - ANHRA, vol , pie a
, s. , y , - ANHRA, vol. , pie a , s. v y v, ANHRA, vol.
, pie a , s. , , v- v, ANHRA, vol. , pie a , s. y v,
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHCG,
vol , s. vy v, ANHCG, vol. , . v, . En otros casos, la re erencia a

la sangre no aludió expl citamente a la deshonra, pero su re erencia uscó aumentar la gravedad
de la in uria de hecho y, ello, la pena ue de a reci ir su autor. ANHRA, vol.
con , pie a ,
s. vy , ANHRA, vol. , pie as y , . , ANHRA, vol. , pie a , .
v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , s. vy ,
ANHCG, vol. , s. v, y , ANHCG, vol. , . v, ANHCG, vol.
, . v, ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s.
- v, ANHCG, vol. v- , ANHCG, vol. , . , .
vy , , s.
Las cicatrices en el rostro orma an parte de las identidades enot picas de los hom res
ue acostum ra an participar en ri as. Eso ocurrió, por e emplo, con edro ena. ANHRA,
vol , pie a , s. y v, .
reinserción en la comunidad. La clave esta a en si la sangre ha a emanado
del cuerpo propio o del a eno.
En diversas ocasiones los expedientes mostraron hom res llagados, con

las heridas a iertas, caminando a


presentarse ante alg n oidor o alcalde de
arrio para enta lar demanda contra el agresor . Otras veces se o servó ue
los protagonistas de la ri a no ve an necesidad de acudir a la usticia, pues
pensa an ue sus di erencias se ha an saldado a trav s de la violencia, de
la marca en el rostro del rival. Entonces, no era or oso invocar a los agentes
del Estado, ya ue la pendencia ha a sido el mecanismo elegido mutua y
voluntariamente para solucionar los pro lemas entre las partes .
En uno
y en otro caso,
optase se a la
o se evitase acudir
usticia luego de
la reyerta, las heridas del cuerpo se interpreta an sim ólicamente como heri
das en el honor o deshonras de hecho . Y, en cuanto tales, ad uir an peso y
sustancia en las recreaciones
posteriores de lo sucedido. El cuerpo magullado
constitu aprue a del delito y, en algunos casos, la representación de ese delito
no
distingu a entre el golpe sico y el golpe a la reputación. Esto ue lo ue
evidenciaron los testimonios de un proceso seguido contra el mulato li re
uli n Toro por el homicidio de edro uregui, sargento de la compa a de la
Ca ada, cuerpo de mulatos al ue tam i n pertenec a el agresor. Ellos giraron
sicamente en torno a la o ensa ue este ltimo ha a reci ido de su sargento
y ue ha a motivado su violenta reacción. El agravio ha a consistido en un
pe ue o rasgu o reci ido cerca de su ar a. ese a ue el corte no ha a
penetrado pro undamente la piel del mulato, ste le ha a de ado una se al
corta ue am s se orrar a. uli n Toro esta a se alado y llevar a siempre
en su rostro el
signo de su o ensa . Todos los testigos especi icaron el lugar
de la herida y utili aron, como hemos mencionado, el t rmino se al para
dar cuenta de ella. Esa elección no era ortuita, pues en s misma expresa a
la dualidad de su re erencia el rasgu o en la cara como marca en la piel y
en la
reputación.
El de los episodios de violencia anali ados contemplaron agresiones
tanto al rostro como a la ca e a de los contrincantes . Gran parte de ellas

ANHRA, vol. , pie a , . v, y ANHCG, vol. , . , .


ANHCG, vol. , s. - v, .
ANHCG, vol. , s. y , . Otro e emplo del uso del concepto se al para dar
cuenta de las cicatrices causadas el rival, en ANHCG, vol. , . , . Algunas alusiones
por
a las se ales en el cuerpo, en ANHRA, vol. , pie a , . , .
ANHRA, vol. , pie a , . v, - ANHCG, vol. , . , ANH
CG, vol. , s. y , ANHCG, vol. , s. v y v, ANHCG, vol. ,
. , ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. vy
, ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , . ,
ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. vy v,
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol.
, pie a , . , ANHRA, vol. , pie a . , ANHRA, vol. , pie a ,
de aron cicatrices ue los protagonistas de las pendencias mostra an a los es
cri anos y a los ciru anos ue e ectua an la e de heridas . En ocasiones tales
huellas eran simples rasgu os, aun ue en algunas circunstancias los pro undos
surcos a iertos en las me illas de los heridos les imped an ha lar. As le ocurrió
al am o li re edro Duran, uien por mo arse de dos mulatos uedó con

tres heridas en el rostro entre el o o derecho y la ore a la una muy pe


netrante ue le entró la mitad del dedo me i ue al ciru ano y las no tan
penetrantes pero se comunican unas con otras .

Como lo indicó una de las uentes, al lan ar una uerte


pu alada hacia la
cara , uien sosten a el cuchillo no rival
usca a la muerte de . Una llaga
su

en la cara no entra a a mayor peligro de muerte. Era altamente pro a le ue


el herido so reviviera, pero marcado para siempre en la parte del cuerpo ue
representa a sim ólicamente el honor. or ello este gesto violento ha sido inter
pretado por historiadores y antropólogos como una orma de vulnerar el honor
del contrario, por medio de una lucha ue mani esta a un car cter ritual .
La signi icación sagrada del rostro, mani iesta en diversas culturas, se
ormula a con
especial importancia en la cosmovisión cristiana. En sta, el
rostro del hom re emula a el divino, pues Dios lo ha a la rado a su
imagen
y seme an a . La documentación udicial chilena recog a este argumento,
esta leciendo el paralelo entre las heridas sangrantes reci idas en las caras
de los su etos y las su ridas por Cristo . En el transcurso de un proceso por
in urias entre dos hom res de lite, don Diego de Gu m n, uno de los im
plicados, mani estó

Una o etada imprime tan alta ue la reci e ue esta ue la


in uria en el
nica ue no su rió en silencio el redentor del universo. Dios ue protestó
la expiación del pecado de Ad n a costa de su sangre y de los ltimos
suplicios ue por ella so rellevó en silencio las mayores atrocidades y

. v,- ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , .


v, ANHRA, vol. , pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a , . v,
ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA,
vol. , pie a , s. y , ANHRA, vol. , pie a , s. v, y v, -
ANHCG, vol. , . , ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. ,
pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , .
v, ANHRA, vol. , pie a , s. vy , ANHRA, vol. , pie a , . ,
ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHCG, vol. , . v, .

ANHRA, vol. , pie a , s. vy , .

ANHRA, vol. , pie a , . , .

Gallant, op. cit Green erg, op. cit Valent n Groe ner, Losing ace, Saving ace Noses
and Honour in the Late edieval To n .
Gn , - .
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .
La letra sagrada expresa
ultra es reconvino al ue le tocó el rostro.
ud o
el tama o de esta calumnia en el cap tulo de San ateo verso , en
el de San Lucas en los
el de San arcos v , en v
y v

y v de San uan. Los cuatro evangelistas recuerdan este paso de la


pasión de Cristo, sin em argo ue todos ellos olvidan mutuamente otros
muchos su stanciales de la historia de sus padecimientos. ... La cara del
hom re es legalmente sagrada y tiene inmunidad y privilegio para ue
no se le se ale ... . Yo uedo para siempre se alado en la rente, aun ue
cicatricen a lo me or las heridas ue me hi o don os Antonio. Las ue
o enden la cara, las ue hacen verter sangre, y las con ue se calumnia en
lugar p lico son
grav simas LL y tit. part. y todas las del tit.
li . de la Recopilación de Castilla. Y u tama o tendr n las ue
reci de mano de rieto, ue est n revestidas de todas las circunstancias
en unión? Se agravan por el lugar del cuerpo en
ue las su r la sangre
ue derram ? .

Estos discursos ten an undamentos ur dicos. En e ecto, la artida S pti


ma
imped a ueces aplicar penas a lictivas en la cara de ido al car cter
a los
sagrado del rostro, creado seg n el modelo divino. El cuerpo legal indica a
expl citamente ue, sin importar el delito cometido, no se
pod a

se alar a
alguno en la cara, uem ndole con uego caliente, o cort ndole
las narices, ni sac ndole los o os, ni d ndole otra manera de pena en ella
de ue uede se alado. ... Y por ende mandamos ue los u gadores ue
tuvieren ue dar pena a los hom res, por los yerros ue hu iesen hecho,

ue se la manden dar en las otras partes del cuerpo y no en la cara .

La se al en pro anación, pues vulnera a el car cter


el rostro era una

sagrado del hom re ue corporalmente en la integridad de su


se mani esta a
cara. La elección del t rmino se al tanto en la S ptima artida como en la des
cripción del rasgu o ue marcó el rostro del mulato li re uli n Toro en ,
y ue usti icó su violenta reacción, no era ruto del a ar . Ella descansa a en
los sustratos de signi icación ue sustenta an culturalmente las relaciones entre
de a ser
cuerpo, honor y lo sagrado. Una cultura, como hemos se alado, ue
entendida como concepto semiótico . or ello, aun ue los protagonistas y
testigos de la violencia no explicitasen dicha relación, era evidente ue sta
se encontra a detr s de sus es uer os en precisar el lugar del cuerpo donde se

ha a reci ido la herida marca sica y marca en el honor.

ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .


artida S ptima, c. - , t t. , ley .
ANHCG, vol. , s. y , .

Geert , op. cit, p. .


Dada la gravedad de la deshonra ue implica a reci ir una o etada, los
protagonistas y testigos de la violencia descri an con detalles el hecho. or
ello no parec a redundante se alar ue la o etada ha a sido reci ida en la
cara, pese a la o viedad de la especi icación. Tampoco parec a estar de m s
indicar ue el golpe ha a sido a mano a ierta o a mano llena extendida .
Inversamente, para minimi ar la deshonra del golpe otorgado el agresor se

excusa a se alando ue sólo ha a dado un corto golpe en las narices, con


la mano cerrada de cuyo hecho resultó por casualidad salirle una poca de
sangre .
or otra parte, ue interesante constatar ue los desa os ver ales previos
al encuentro sico aludieron discursivamente ala pr ctica de agredir intencio-
nalmente el rostro, tal como se ha o servado en los giros ue le deshar a la
cara , ue le sacar a los o os o ue le dar a de o etadas . En todas esas

situaciones las amena as ueron cumplidas . Y, en esos casos, las piedras,


las armas lancas o las manos desnudas ueron los instrumentos usados para
herir la cara del rival.

opciones ue el peón rancisco Dom ngue , espa oly natural de Buenos


Las
Aires, escogió para vengar su honra en el transcurso de una ri a desarrollada
en el
odegón de la chacra de don Alonso Gu m n, ilustraron las ormas
en ue operó cotidianamente el sistema sim ólico-corporal
del honor. Dos
de los peones presentes en el odegón lo ha an o endido, uno tir ndole
una
pedrada en el cuello y el otro arro ndole un vaso de aguardiente en la
cara, luego de un intercam io ver al exaltado. Ya en el exterior del odegón,
rancisco escogió darle una pu alada a uien ha a lan ado la e ida a su
rostro, relegando el insulto de la pedrada. Decidió vengar la o ensa ue m s
le ha a a ectado la a renta a su honor, despla ando asegundo plano a u lla
valor sim ólico de reci ir
ue ha a a ligido su integridad sica. Sin duda, el
la e ida en la cara era mucho mayor, al punto ue varios a os despu s del
incidente el recorda a el nom re del agresor, pero s el gesto ue
peón no

ha a
implicado humillación
su moment nea .
Lo mismo ocurr a cuando el golpe ota a al suelo el som rero de uno
de los luchadores. La documentación udicial recogió cientos de re erencias
lo ue evidenció
ue aludieron a dicha situación como una grave deshonra,

ANHCG,, ., .
vol.
ANHCG, , . vol.
v, .

ANHRA, vol. , pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a , . ,


ANHRA, vol. , ANHRA, vol. , pie a , . v, .
pie a , .
En la ya re erida pendencia entre el maestro carrocero Bernardo Romero y el o icial de
sastre Tom s Al e , el primero amena ó a su rival se al ndole agradece perro indio ue no te
anda ue me la pagar s . En
deshago la cara
ue lo omito por ser en una casa ue estimo, pero
e ecto, la e de heridas reali ada a Tom s Al e precisó ue su rió heridas en su ca e a. ANHRA,
vol. , pie a , . v, - .

ANHRA, vol. , pie a , s. - v, - .


signi icado sim ólico de la ca e a a esa prenda masculina.
la proyección del
Arro ados, uitados, pisados, tomados en prenda o ra ados, las pr cticas de
violencia por honor usaron los gestos re eridos al som rero como medio de

comunicación de las di erencias masculinas, de un modo seme ante a como


suced a en la del mismo per odo
Europa . El som rero no sólo ue usado en
los gestos de cortes a sino, tam i n, en las din micas de intercam ios violentos
de honras en el Santiago del siglo xvm.
arte importante de los episodios ue evidenciaron la pr ctica de uitarse
el som rero como gesto de cortes a involucró a su etos de lite o a actores ue,
luego de o tener cierto estatus, apelaron a las ormas de reconocimiento ue
rindaron los grupos privilegiados . Incluso el ser saludado sin som rero ue
una de las ormas de respeto m s anheladas por los individuos ue se hallaron
en
proceso de ascenso social. A trav s de este gesto estos ltimos rati icaron
el reconocimiento de su nueva posición . Ello planteó la existencia de usos
diversos de una misma prenda -el som rero- seg n las erar u as sociales. As ,
la lite privilegió el uso del som rero como o eto de expresión de cortes a, en
tanto ue los tra a adores manuales lo emplearon elemento sim ólico dentro
de los intercam ios violentos de honras.
La documentación udicial ilustró ue los su etos populares acostum raron
andar con el som rero puesto, principalmente cuando se hallaron en pulper as
y odegones. El gesto de sacarse el som rero como signo de cortes a no ue
ha itual en esos lugares, sino, m s ien, se reali ó cuando los peones, criados o
artesanos se encontraronsu etos de lite. En a uellos espacios de diversión
con

-y de competencias masculinas-, dicha prenda se usó como s m olo de hom


r a. or ello, su permanencia en la ca e a, su ca da al suelo o su sustracción,
ueron vitales en el desarrollo de las disputas.
As lo entendió el o icial de apater a ascual i arro, uien en rentó a su
rival, en la Chim a, uera de la pulper a donde tra a a a su enamorada. No se

Natalie ^emon Davis, iction in the Archives..., op. cit, p. . La documentación udicial chilena

ue mostró gestos alusivos al som rero en el desarrollo de


pr cticas de violencia por honor ue
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHCG, vol. , s. y , ANHRA, vol.
, pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. ,
pie a , s. , , , , , v- y v, - ANHCG, vol. , . ,
ANHCG, vol. , s. y v, ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHCG, vol.
, s. vy , ANHCG, vol. , . v, ANHRA, vol. , pie a , . v,
. Uno de los escasos testimonios ue evidenciaron el uso del som rero en los intercam ios
violentos de la lite, aun ue relacionado de igual orma con las leyes de cortes a ue o liga an a
sac rselo en se al de respeto, en ANHRA, vol. , pie a , s. , y v, .

Undurraga, Honores transversales... , op. cit, pp. - ANHRA, vol.


. , pie a , .
, ANHCG, vol. , . v, ANHCG, vol. , . , ANHRA, vol. ,
pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , s. y , ANHRA, vol. ,
pie a , s. I- v, ANHRA, vol. , pie a , s. , vy v, ANHRA, vol.
, pie a , . , ANHCG, vol. , . , .

Undurraga, En usca de honor... , op. cit.


con ormó con
ganar la ri a, sino ue guardó como galardón el som rero del
perdedor. Sólo accedió a devolver la prenda, s m olo de la reparación de su
honor y de la urla de su contrincante, algunos d as despu s de la uimera .

Vista del valle del apocho sacada desde el cerro Santa Luc a. Detalle, en

Gay, l um..., op. cit, p. .


Las ri as entre su etos populares, con cuchillos o
simplemente con sus

pu os, se desarrollaron ante testigos en los espacios p licos de la ciudad.


En ellas, era ha itual ue los involucrados lucharan con sus som reros, un
ca e as.
o eto ue representa a la proyección del honor de sus

El valor sim ólico del som rero permit a su uso como


prenda, como
garant a de las satis acciones del honor ue a n esta an pendientes. or ello,
cuando hom re necesita a reparar su honor con la sangre del rival, el
un

camino m s cil era arrancarle su som rero. Esta prenda sólo ser a devuelta
a su due o una ve ue ste aceptara medir su uer a con la del
con iscador.
En el hori onte del honor agonal, tales gestos -arre atar y guardar el som re
a una de las tantas
ro, por una parte, y recuperarlo, por otra- correspond an
din micas de desa o y respuesta ue exist an en la sociedad colonial. se ue
el recurso ue utili ó Tori io Ser igón, am o lime o, una noche de unio
del a o . La declaración del hom re desa iado expl cito claramente los
de ue le dieron vida y sentido tales pr cticas
sustratos signi icación a

ANHCG, vol. , s. - v, .
poco despu s de las ocho de la noche lo encontró solo y el dicho Ser igón
con otros dos y sin m s decirle ue ha i ndolo encontrado le pegó un
o etón del ue lo volteó de espaldas y levant ndose a uscar su som rero
se lo ha a cogido el susodicho y pidi ndoselo y dici ndole ue en u le ha a
o endido lo agarró de la mano y lo tiró unto a la pared a darle satis acción .

El desa o ue ormulado gestualmente. Ni una sola pala ra salió de los


la ios del desa Ser igón. Basta a una o etada y la re uisición del
iante, Tori io
som rero de rancisco Esco ar para ue ste asumiese el papel de desa iado .
Ahora este ltimo no sólo se encontra a en una situación de humillación sino,
tam i n, de am igüedad. El desa iado no ten a su honor irremedia lemente
vulnerado, sino ue se encontra a inserto en una posición inde inida entre
honor y deshonra, de la cual sólo podr a salir aceptando el desa o y midi n
dose violentamente con el rival. Y el som rero representó un papel clave en
dicho proceso. ue el o eto ue permitió el inicio del di logo ver al entre
desa iante y desa iado. No permaneció en el suelo, sino ue ue levantado y
retenido por Tori io Ser igón.
Ese gesto marcó el in de la etapa inicial, la de ormulación del desa o,
y el inicio de la segunda ase de interacción masculina, la de la
respuesta. La
pregunta del ar ero, uien in uirió so re la o ensa ue ven a a vengar
Tori io Ser igón, demostra a la recurrencia de la din mica
desa o-respuesta
en el
per odo estudiado. No era necesario ue se le explicase ue Tori io
Ser igón esta a o endido para ue rancisco Esco ar comprendiese inme
diatamente el o etivo del encuentro. La o etada en su rostro y la sustracción
de su som rero eran su icientes. or ello, el ar ero le o reció satis acción
de la o ensa. Sólo as recuperar a su prenda.
El signi icado sim ólico del som rero
provoca a, incluso cuando era

arre atado a modo de roma por otro hom re, un pro lema de proporciones
ue termina a con alg n herido . Los con lictos
surgidos por discrepancias
en los resultados de los
uegoscompetitivos pod an a su ve generar ro os
de som reros a enos. En estos
episodios, al igual ue en el caso de Tori io
Ser igón, el su eto o endido -por lo general, el perdedor de la partida- era
el ue intenta a arre atar el som rero del contrincante.
Ello ue lo ue ocurrió durante un uego de olas en la cancha de
uan de
Dios Garay, en el mes de mayo de , cuando Domingo Venegas intentó

Tori io Ser igón se de inióguapo , apelando a una igura identitaria construida


como

a
partir de la exacer ación de la hom r a.
Di o e ercer el o icio de ranguero y tener cerca de
veinticuatro a os. Era natural de la ciudad de los Reyes, aun ue ha a sido condenado de
por
vida al presidio de Valdivia
por la comisión de dos homicidios. Se trata a de un ugitivo ue
en la
capital se vio involucrado en m ltiples ri as y a ustes de cuentas, puesto ue e erc a como
sicario. Undurraga, Valentones , acaldes... , op. cit ANHRA, vol. , pie a , . , -
el destacado es nuestro .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
uitar el som rero a su competidor, el o icial de carpinter a os Amasa. Este
ltimo esta a completamente alerta del peligro de endió la
y prenda con toda
su uer a . Como hemos se alado, tales actitudes masculinas de ensivas se
encontra an estructuradas en la conciencia de vulnera ilidad de la hom r a.
Eso explica a la actitud vigilante y prevenida ue mostra an los hom res en
los espacios de socia ilidad varonil.
En consecuencia, sólo el cuerpo esta a signi
no
icado sim ólicamente sino,
tam i n, las prendas ue lo cu r an. Ello era particularmente notorio respecto
del som rero, ue era entendido como
proyección del honor de la ca e a. Los
som reros eran o eto de disputas, puesto
ue sirvieron como mecanismos
de desa o dentro de la representación
agonal de honor. Lo mismo ocurr a con
los golpes el rostro, con las o etadas y guantadas
en
, ue eran o ensas y
provocaciones a la violencia. Estos dos tipos de desa os gestuales resulta an
ser los m s
comprometedores.
Dichos gestos eran entendidos como agresiones a los atri utos intercam ia
les de honor y, por tanto, como desa os ue
espera an una respuesta. Ellos
vulnera an la es era ideal ue rodea a el cuerpo del rivaly ue de a perma
necer
ntegra, intoca le en las reuniones masculinas donde a uellos atri utos
esta an siempre en exhi ición y a prue a. Luego del desa o so reven a la
respuesta del provocado. sta se halla a regida por códigos ue norma an
las ormas en las
ue la misma de a llevarse a ca o. El acatamiento de stas
y otras normas ue rigieron los intercam ios de honras permitió o servar la
existencia de ritos de la violencia en el Santiago del
siglo xvm .

Ritos de la violencia

En los encuentros masculinos,


pulper as, odegones, canchas de olas o
en

simplemente en los cuartos


particulares donde se reun an varones a e er y
a
disputar una partida de naipes o de dados, los actores populares esta an
siempre alertas ante cual uier desa o . ste pod a ser ver al, tomando orma
en las
pala ras provocativas ya rese adas, o gestual, a trav s de golpes en el
rostro o manota os al som rero, como hemos anali ado en el
cap tulo anterior.
or eso, cuando un hom re era empu ado hacia atr s, por un contendiente

ue ha a puesto la mano contra su pecho, no ha a segundas lecturas, las ue


s pod an existir en el caso de los palmeta os en la espalda. El gesto de
agarrar
la parte superior del poncho o del cotón al contrario eran sólo variaciones
del tema y alud an al mismo universo sim ólico. El indio de diecinueve a os
ateo i arro, de o icio ochi ue o tra a ador de cancha de olas, hi o uso
de este gesto para desa iar a un compa ero. Tal como declaró un testigo

ANHRA, vol. , pie a , . , .


Natalie iemon Davis, Los ritos de la violencia , pp. - .
lo desa ió i arro
de los hechos ocurridos durante una reunión masculina
agarr ndolo del cotón y sac ndolo del patio .
Escenarios y normas de los intercam ios
de honor por la uer a
La pendencia protagoni ada por el indio ateo i arro se concretó uera del
cuarto donde ha an comen ado las desavenencias y en el ue las pala ras
de lucha ha an sido enunciadas . La traslación del escenario de la violen
cia entre la ase del desa o y la ase de la respuesta constituyó una etapa
undamental de la violencia ritual del honor agonal. Como tal, ue respetada
se reconocieron como pares sociales y
por los actores masculinos ue ue se
vieron im ricados en intercam ios de honor por la uer a. or ello, tanto la
identidad de g nero como el estatus de los protagonistas de la violencia ueron
determinantes en la o servancia u omisión de este rito.
Laspr cticas de violencia por honor esta an reguladas por normas no
escritas. Ellas lleva an a los hom res a utili ar determinados mecanismos para
desa iar al rivala trav s de gestos o de pala ras. A la ve , ellas hac an ue sus
protagonistas a andonasen el lugar donde se ha a iniciado el con licto para
luchar en las calles de la ciudad. Una ve all , se en renta an por su cuenta,
sin intervención de terceros, pro ando su hom r a en un com ate cuerpo a

cuerpo. La ri a determina a un vencedor y un perdedor, uienes pasa an a


la ltima etapa de la violencia. sta implica a la sociali ación de una hom r a
ganada o perdida en las lides agon sticas del honor.
La violencia e ercida seg n la lógica de castigo hacia los su ordinados

simplemente se e ectuó en el momento y en el lugar de las desvergüen as o


transgresiones a las erar u as, sin cam iar de escenario, sin mediar di logos
de desa o, golpes en el pecho ni con iscaciones de som reros. Ese tipo de
violencia era cruel, rutal y unilateral. Como tal, no da a espacio para di
logos ver ales o gestuales ue dieran cuenta de la e uiparidad de las partes
comprometidas, lo ue explica a ue muchas de sus mani estaciones se
e ercieran en los hogares de los su ordinados, sin mediar respeto alguno por

Los incidentes ocurrieron en el cuarto de ateo i arro, al ue ste yunos


compa eros
acudieron luego de una tarde dominical de diversiones. ANHRA, vol. , pie a , . , .
Una perspectiva comparada, en Arlette arge et Andr ys erg, Les th atres de la violence
a ar s au xv n si cle . Los casos en ue la violencia cam ió de escenario ueron ANHRA,
los
vol. , pie a , s. v y , ANHRA, vol. , pie a , s. vy , ANHRA,
vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol.
, pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. ,
pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. v- , ANHRA, vol. , pie a
, . v, ANHRA, vol. , pie a , s. - v. - ANHRA, vol. , pie a ,
s. - v, ANHRA, vol. , pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a ,
. v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v,
ANHRA, vol. , pie a , . , .
estos espacios . Iguales par metros reg an respecto de los usos de la uer a
e ercidos so re los cuerpos emeninos. En e ecto, la posición de la mu er como
su eto su ordinado en la sociedad colonial se expresa a en las ormas seg n
las cuales se
e erc a violencia so re ella .
En el de la violencia por honor, el ue los rivales uscaran salir de
caso

las pulper as, odegones o de los cuartos para lavar su honra i a m s all de
la necesidad de contar con espacios amplios para luchar. El acto de salir a
com atir al exterior tampoco se
explica a por el a n de escapar al control de
las autoridades ue proscri an pr cticas. tales Los nicos casos en los ue los
desa os ver ales llevaron a los rivales a en rentarse a solas en
lugares apartados
de la ciudad ueron duelos ormales protagoni ados por hom res de lite o

por extran erosde la capa media de la sociedad .


Dentro del universo social de los actores populares, el nico episodio en

el ue se o servó peones concretando desa os en lugares apartados ocurrió


a

en
uilicura. Como espacio rural, no era necesario es or arse demasiado para
li rar las rencillas a
espaldas de las autoridades. Basta a salir de la ha itación
para encontrarse en el campo. or ello, cuando el ltimo d a de ascua de
el pardo li re Ignacio Carrasco, de e ercicio peón ga n, desa ió a pelear al
campo a ructo Gu m n este gesto respondió m s a la o ediencia de un rito
de desa o-respuesta ue a los es uer os por esconderse de las autoridades .

ANHRA, vol. , pie a , s. - v, ANHRA, vol. , pie a , s. v- ,


ANHRA, vol. , pie a , . , .
ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. v- ,
ANHRA, vol. , pie a , s. v- , - v, . En los episodios de vengan a de
la in idelidad emenina la violencia masculina no siguió las etapas ormales ue estipularon salir
a la calle para dirimir las desavenencias. En esas circunstancias la violencia del hom re urlado
se
e erció en el momento y en el lugar del ultra e contra am os perpetradores de su deshonra.
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol.
, pie a , s. v- v, ANHRA, vol. , pie a , s. - v, .
Eso ue lo ue ocurrió el d a de ulio del a o , cuando don Bernardo im ne y don
Bernardino de Ur ina salieron desa iados a las doce del d a. El
lugar escogido para el duelo ue hacia
a a o de San a lo , en dirección al oeste de la ciudad donde comen a an las chacras y plantaciones.
De hecho, el duelo se li ró cerca de la es uina de la vi a de Diego Lópe Grandón . El largo expediente
del proceso por homicidio contra don Bernardino de Ur ina se prolongó entre los a os y
y acumuló ciento cincuenta y seis o as. El vencedor del duelo era natural de la ciudad de La Serena,
mayor de veinticinco a os, soltero y declaró no tener e ercicio alguno. Constatamos el estrecho v nculo
ue lo un a a su rival, don Bernardo im ne , uien tuvo muchos a os a Bernardino de Ur ina en
su
compa a , desde sus m s tiernos a os . En esa relación existió, a su ve , dependencia material y
cierta su eción de parte de Bernardino de Ur ina, pues los testimonios se alaron ue el di unto ha a
sido el nico re ugio entodas las necesidades del dicho reo . Se di o, tam i n, ue Benardino de
Ur ina hac a a Bernardo im ne lo ue se le o rec a y ue esta a a su voluntad . ANHRA, vol.
, pie a , s. v,
v, - v y , . Otro duelo ormal li rado en la ciudad de Santiago en el
siglo xvm ue el
ue involucró al m dico Vicente aestres con el pelu uero edro Carrera, am os
de nación rancesa. Ha sido anali ado en Undurraga, Cuando las a rentas... , op. cit
Hemos logrado recrear los hechos ocurridos y el desarrollo del con licto a partir de las
declaraciones de los heridos y de los testigos, pues el reo Ignacio Carrasco asó su de ensa udicial
De hecho, la ri a podr a pasar mucho m s desaperci ida si se e ectua a al
interior del cuarto.
El cam io de escenario de la violencia se
explica a por dos ra ones. En

primer lugar, o edec a al cumplimiento de las etapas rituales de la violencia por


honor. En segundo t rmino, constitu a una muestra de respeto hacia los due os
o administradores de
pulper as, odegones y ha itaciones donde los varones
se reun an a e er y a ugar. En e ecto, muchas de las pulper as y odegones
se instala an en los lugares de residencia de sus due os, particularmente en

el caso de las mu eres viudas ue a r an estos negocios en sus cuartos y les


otorga an su nom re al lugar. Luchar en su interior e uival a a macular, con
sangre la mayor a de las veces, las paredes, las mesas y el suelo, violando el
am iente . El maestro de carrocer a Bernardo Romero, a uien podr amos
insertar en la capa media de la sociedad, expresó ver almente la proyección
de las reputaciones individuales y amiliares a los espacios ue com ina an
la unción dom stica y de diversión. En el transcurso de su ri a con el o icial
de sastre Tom s Al e , le se aló a su rival agradece perro indio ue no te
deshago la cara ue lo omito por ser en una casa ue estimo, pero anda ue me
la pagar s, y se salió a la calle . La ri a se veri icó, e ectivamente, luego ue
am os actores cru aron el um ral.
A el traslado del escenario de la violencia por honor o edeció al
su ve ,

cumplimiento de las etapas rituales de la misma. La conciencia de una violencia


ritual, regida por códigos ormales, se
expresó en diversos testimonios. En la
pendencia li rada en entre ructo Gu m n y el pardo li re Ignacio
Carrasco, de e ercicio peón ga n, uno de los testigos del lance se aló ue
estando am os e iendo en la casa de edro Aro, llegó ructo Gu m n y
tuvieron sus
pala ras como
ue uer a pelear con el dicho Ignacio Carrasco y
salieron como ue i an desa iadoi . El mismo ructo Gu m n indicó ue luego
del desa o ver al,

ha iendo salido al llano solo los dos al ca o no pelearon y ya ue se ven an


untos le pegó dicho Ignacio a traición al declarante con cuchillo una pu
alada, y le causó la herida de ue adolece .

El cuadro esta a completo. Todo se ha a iniciado en medio de una di


n mica de diversión, un d a de iesta, al calor de la e ida y al son de una

en su e riedad al momento de los hechos. sta le ha r a impedido recordar lo sucedido. ANHRA,


vol. , pie a , s. v, v- v, .
So re la capacidad de la sangre para macular espacios, v ase, Roux, La sangre..., op. cit,

pp. - , - .
ANHRA, vol. , pie a , . v, - el destacado es nuestro .
ala ras del testimonio de arcos Aro, hermano del due o de la casa donde se desarrolló
la iesta. ANHRA, vol. , pie a , . , el destacado es nuestro .
Op. cit, . v el destacado es nuestro .
guitarra. Dos actores del grupo masculino, so re los ue reg an coordenadas
identitarias seme antes, se
engar aron en una disputa ver al ue terminó en
la ormulación de un desa o . Los espectadores conoc an los ritos y recono
cieron ue los rivales salieron como ue i an desa iados . A uera, al llano
y solos los dos . Nadie intervino, pues las uerellas pendientes se resolv an,
se de an resolver, entre los involucrados. Con ello, los testigos da an cuenta
de la legitimidad de la resolución violenta de los con lictos masculinos.
A n a ines del siglo xvm
-precisamente en -, los actores populares
segu an validando la resolución violenta de sus con lictos, paralelamente al
desarrollo de una cultura legal ue propugna a el desenlace udicial de los
con lictos interpersonales. Si ien esa cultura esta a modelando la conducta
de las lites, los actores populares parec an ser
impermea les a ella. or su

parte, los actores de los grupos medios se movieron entre am os registros,


utili ando tanto la vengan a privada como la v a udicial para solucionar sus
con lictos por honor.
Como se ha se alado, la m xima demostración de hom r a dentro de
la representación agonal de honor se mani esta a en el encuentro varonil, rente
a rente, donde cada uno se val a de su
propia uer a. Todos de an tener
derecho vengar la a renta, recuperando violentamente
a
a uellos atri utos
intercam ia les de honor ue ha an sido vulnerados. Sin em argo, en oca

sión de la pendencia entre Ignacio Carrasco, la ri a no se


ructo Gu m n e

veri icó como de ió ha er sido. All estuvo el


uie re, el desv o de la norma
ue destacó el su eto ue resultó herido. En e ecto, lo resaltó negativamente
se alando ue la herida ue reci ió ue hecha a traición , con per idia, con
enga o, con alevos a . Existieron, por tanto, al contrario, golpes e ectuados
con rectitud,
aceptados socialmente y ue permitieron saldar en orma leg tima
las di erencias masculinas. Golpes, inalmente, ue estuvieron normados por
reglas ormales, su etos a ciertos códigos no escritos, pero conocidos por los
peones ue acudieron a esa iesta en el ocaso del siglo xvm.
El recorrido desde los espacios interiores al lugar de la ri a era reve,
pues asta a con salir a la calle. Los mismos procesos udiciales en los ue
se o servó dicha
etapa expresaron de muchas otras ormas la conexión entre
violencia y honor en los episodios rese ados. Entre ellas se halló, por e emplo,
la cali icación de los golpes in urias , el preludio dialogal
reci idos como

de las pala ras de lucha o la re erencia expl cita al honor vulnerado. As


lo hemos o servado en los episodios ue ueron protagoni ados por el indio
ateo i arro, por el pardo li re Ignacio Carrasco y, como veremos ahora,
por uan Toro, indio, peón ga n, de veinticinco a os.
El v nculo entre uan Toro y su rival era sólo circunstancial, pues la ca
marader a -y la competencia- con su contrincante ha an nacido y muerto

Otro caso de uso del concepto a traición por actores de los grupos medios y populares
en ANHRA, vol. , pie a , . , .
a uella noche de diversión en un odegón de San iguel, en el margen su
poniente de la ciudad. Como muchas otras, la relación ha a surgido al calor
de los licores consumidos, como se aló el mismo uan Toro en su con esión

estando untos en un
odegón a a o de San iguel tomando
licores, y
ued ndole al declarante un ue l
real y dici ndole el muerto lo ha a de
gastar no el
uiso primero acceder a su solicitud
por cuya causa le
pegó el
segundo una
o etada y desa ió al declarante para pelear en el calle ón de adura
lo ue aceptado se encaminaron a dicho destino, y como se uesen de ra ones
por el camino antes de llegar al para e nominado le dio el exponente varias
heridas hasta ue lo postró en el suelo, suplic ndole el o endido desde all
lo de ase, con lo ue lo de ó ue el inado lleva a cuchillo .

Como se o serva, el destino del gestor del desa o -gestual con la o eta
da- y ver al -con la invitación a salir del odegón en dirección al calle ón de
adura-, ue tr gico. o stante, seg n las pala ras del reo, la ri a ha r a ter
No
minado con el contrincante herido, el ue alleció despu s como consecuencia
de las lesiones cortantes reci idas. Asimismo, en la declaración ue relevante
el uso del t rmino desa o -propio del universo sem ntico del honor- por el
mismo protagonista de la pendencia, as como su alusión a la o etada, meca
nismo privilegiado para agredir el honor del rival. Otro hecho destaca le ue
ue am os rivales cargaran armas similares, lo ue permitió, seg n la óptica
de uan Toro, el desarrollo e uitativo de la pendencia. or ltimo, resultó
relevante ue el reo, el triun ador de la disputa, cali icara al perdedor como
el o endido , haciendo uso una ve m s del hori onte sem ntico de la honra.

ronteras de la violencia leg tima


la comunidad y los cuchilleros

La recreación de la pendencia por parte de uan Toro consignó de diversas


ormas la conexión entre violencia y honor. La pr ctica de dirigirse a uera del
recinto a saldar las o ensas con la sangre del agente del desa o ue una de
ellas. En esta reyerta, como en todas las ue los varones salieron desa iados a
luchar alguna calle uela
a ciudad,
de la la violencia involucró sólo a los prota

gonistas de la disputa. El pro lema ha a nacido entre dos y de a resolverse


entre ellos. La legitimidad de la resolución violenta de las disputas por los
atri utos intercam ia les de honor se expresa a d a a d a en la actitud pasiva
ante la pelea ue asum an los testigos del evento.
El caso del andalu os Góme , uien procuró restaurar su astucia vul
nerada en un uego de dados, ilustró los l mites de esta tolerancia. La urla y

ANHRA, vol. , pie a , . , .


posterior recuperación de los atri utos negocia les de honor del espa ol esta ado
sucedieron en el arrio de Santa Ana. En consecuencia, la
interpretación ue
la comunidad de Santa Ana otorgó a las ri as en las
ue óse Góme participó
ue ilustrativa de dicha rontera. ara esta colectividad,
representada en las
voces de los de las
vecinos-espectadores violencias, sus acciones ueron tanto
ha a as como transgresiones.
No sólo uscó al ganador de la partida de dados, de su dinero
y de su
honor, para mostrarle ue ha a descu ierto el truco, sino ue apeló a la
violencia como mecanismo restaurador de su hom r a. Desa ió a
iguel
ollo , su urlador en el uego de la noche anterior, y luego a sus com
pa eros . Con uno de ellos, llamado Antonio Roldan, se tra ó en una ri a
en las calles de Santa Ana, a plena lu del d a. Am os i an armados de un
pu al. El andalu re irió posteriormente ue luego de cinco o seis pu aladas,
su
rivalcayó al suelo, herido. ue entonces ue, levant ndose le ha r a dicho

se or os ya se aca ó, y como oyese esto el ue con iesa le di o a su


contendor pues larga el cuchillo, y prontamente se lo tiró para un lado
y lo cogió el con esante .

La ri a entre os Góme y Antonio Roldan tuvo o etivos precisos y contó


con un inicio y un in esta lecidos. La pelea no uscó ani uilar al adversario,
sino exhi ir la hom r a de los pleiteantes para uno ella le rindar a la posi i
lidad de restaurar su honor,
para el otro, le permitir a aumentar sus cuotas de
virilidad. or eso, el andalu no remató a su contrincante cuando se halló en
el suelo, expuesto, herido. La pelea ya ha a terminado a primera sangre , en
una
analog a muy interesante con las reglas ue norma an los duelos elitarios.
Asimismo, la pendencia se mani estó como un espect culo, una exhi ición,
Los rivales no esperaron las som ras de la noche ni uscaron un descampado
para atirse. Lo hicieron a plena lu del d a, en un arrio concurrido, en mitad
de la calle y con el concurso de muchos espectadores. El papel desempe ado
por estos ltimos no se restringió a o iciar de testigos en el proceso udicial
ue luego se a rió. Los vecinos y espectadores del lance de Santa Ana encar
naron
primeramente los o os de la comunidad masculina ante la cual de a
revalidarse la virilidad. Como se ha se alado, la hom r a de a ser pro ada .
La recreación de los incidentes por los testigos evidenció ue durante el
transcurso de la ri a del andalu con Antonio Roldan los vecinos asumieron
una actitud pasiva. Nadie hi o intento alguno de contener a los luchadores.
Ninguno uscó intervenir en la ri a. staten a ya un in preesta lecido el
derramamiento de la primera sangre . or ello, si los luchadores respeta an

ANHRA, vol. , pie a , . , .


La ri a, en este sentido, se asimiló a las exhi iciones agon sticas de los uegos competitivos.
Bourdieu, La dominación..., op. cit., p. .
dichos par metros -amparados en antiguos sistemas culturales- nadie esta a
o ligado, ni de a interponerse.
Ello reveló ue los a ustes de cuentas individuales, ue permitieron a los
luchadores reivindicar o aumentar su honor-hom r a, se hallaron usti icados
y permitidos socialmente. Esto ocurrió tanto para los odegoneros y maestros
artesanos ue presenciaron el encuentro de os Góme y Antonio Roldan,

uienes se el grupo medio de la sociedad, como respecto a los


insertaron en

peones y ga anes ue o servaron el desa o entre os Santos Uri e, ma


tancero y vendedor de chanchos y Loren o eralta, o icial de apater a .
Esta pendencia ocurrió una noche de mayo de en la
pulper a de Andrea
Chocolino, rente a San a lo. En am os contextos los en rentamientos se
como ha a as
interpretaron para el luchador ue resultó victorioso.
A di erencia de las cuchilladas entre pares en honor y en estatus social, las

pu aladas ue el andalu os Góme al capit n re oste se apre


propinó
ciaron de modo di erente. Ante los o os de la comunidad de Santa Ana, ellas
cru aron la rontera entre la violencia leg tima y la transgresión. En e ecto, los
espectadores a andonaron su impavide inicial para inmiscuirse en los hechos.
Sa emos ue uno le dio un empu ón al andalu y otro socorrió a la autoridad
herida . El protagonista ya ha a excedido los l mites de la vengan a del honor.
ue entonces ue a u l emprendió la huida, perseguido por varios su etos, en
dirección a la iglesia de Santa Ana, reconocida como lugar de asilo . Los testigos
mani estaron ue apenas el andalu alcan ó a ganar sagrado , se sentó en el
um ral de la puerta con el pu al en la mano url ndose de sus perseguidores .
Como hemos o servado, los actores estudiados acud an a un tipo espe
c ico de violencia en sus
disputas interpersonales. Se trata a de la cuchillada
r pida y certera con las armas lancas ue carga an consigo. Si ien pod an
arro ar piedras o violentar al contrincante con chuecas, estri os y vasos de
aguardiente, las ri as por antonomasia eran ri as a cuchillo. De un universo
de cien episodios de violencia anali ados, en cincuenta y siete de ellos se uti
li aron cuchillos . Eran las marcas de este instrumento en la cara del rivallas
se ales ue se
pretend a consumar. or ello, luego de un intercam io ver al

ANHRA, vol. , pie a , . v, . La misma actitud pasiva y legitimante de la pelea


asumieron los vendedores de le a, los indios carreteros o tra a adores en canchas de olas, los
espa oles adaneros , los mulatos tintoreros y los peones ANHRA, vol. , pie a , s. - v,
- ANHRA, vol. , pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a , . v,
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a. , s. - v,
ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. v y , .
ANHRA, vol. , pie a , s. v y , .
En el proceso udicial, llevado adelante el a o , se se aló el ultimo concordato
cele rado entre la corte de Roma y la nuestra de Espa a , i ó la iglesia de Santa Ana como una
de las destinadas para rindar asilo. ANHRA, vol. , pie a , . , . So re el derecho
de asilo en las iglesias, v ase Barros Arana, Historia general.., op. cit, tomo vil, pp. -
ANHRA, vol. , pie a , . v, .
uente registro N de los anexos.
y gestual exaltado, algunos corr an raudamente a sus cuartos en usca de sus
cuchillos, con los
ue luego volv an a en rentarse al rival .
La ho a ilosa del cuchillo permit a a muchos ganarse la vida en sus o icios
como
peones o artesanos, pero tam i n los aculta a para de ender y acrecentar
su hom r a en las ri as originadas en pulper as y odegones. El v nculo entre
estos actores y el o eto en cuestión permitió la construcción del ar uetipo
del cuchillero , ue iguró en los registros udiciales, y ue rese ó pr cticas
espec icas de violencia e ercidas por los actores populares.
Los peones, ga anes y o iciales de artesan a ue carga an cuchillos con
traven an los andos de go ierno ue prohi an su porte . Los cuchilleros ,
ue esta an al tanto de estas prohi iciones, se usti ica an ante las autoridades
se alando ue se trata a de o etos destinados al tra a o, ue usa an para
componer sus o otas o para sacar ruta . Aun ue el tipo de disculpas presen
tadas conta a de variaciones, siempre se manten a el
con una
amplia gama
argumento de la casualidad de llevar el arma al momento de los incidentes.
En algunas circunstancias encontramos ue este tipo de armas asum a una
dimensión etiche para sus
parte, los agentes del Estado
portadores . or su

mostra an especial descri ir, guardar e, incluso, di u ar estos


inter s por
instrumentos dentro de los procesos udiciales. As hallamos, por e emplo,
a un
ue solicitando la comparecencia del ministro de usticia ue apresó al
protagonista de una ri a, unto al cuchillo ue el ltimo utili ó en ella. ste se
halla a re osando sangre de la v ctima, ya allecida sangre ue am s ser a
lavada de su ho a. El cuchillo en cuestión ha a sido guardado por los captores

ANHRA, vol. , pie a , ANHRA, vol. , pie a , . , - ANHRA,


vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. ,
pie a , . , .
Dichos andos ueron citados en diversas oportunidades en los procesos udiciales por
heridas, lesiones y homicidios, con el propósito de aleccionar a a u llos acostum rados a invo
lucrarse en ri as. ANHRA, vol. , pie a , . v, . La preocupación de las autoridades
ue tal ue se iniciaron procesos udiciales contra los hom res sorprendidos llevando las armas

prohi idas. En estas ocasiones los ministros de usticia actuaron guiados por las apariencias
enot picas de los
sospechosos, pues la prohi ición de portar armas a ectó a los indios, negros y
castas, no as a los
espa oles.
La usti icación de Euse io -mulato, soltero, o icial de pelu uer a, de veintidós
art ne
a os- para cargar ue hirió a su compa ero de tra a o ue ue ese
consigo el cuchillo con el
instrumento era herramienta necesaria para peinar pelucas y raspar los polvos . ANHRA, vol.

, pie a , . v, . Los pretextos de los su etos sorprendidos cargando armas prohi idas
discurrieron discursivamente de ormas seme antes ha i ndolo reconocido el cuchillo di o ser
el mismo con
ue lepegó, pues conoce ser
suyo con el
ue raspa ladrillo y como ese d a estuviese
haciendo unas
o otas, se lo puso a la cintura casualmente, pues am s lo carga . ANHRA, vol.
, pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a ,
. , ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHCG,, vol. , s. v- ,
ANHRA, vol. , pie a , s. - , .
Se o servó, por e emplo, a un hom re rotando su cuchillo mientras planea a su agresión con
tra un enemigo. ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . , .
del homicida, entregado al ministro de usticia, conservado por este ltimo,
tra do a la vista de los ueces y escri anos y, inalmente, di u ado para ser
incorporado al proceso en una o a en la ue se le a est manchado de sangre
y el ca o esamarillo . De esta arma se di o, a su ve , ue era de los de mesa
de punta redonda y mani iesta ue se le ha sacado punta y ilo .
a la de cuchillo, ha el de
unto imagen este se
ad untado di u o otra de
estas armas, del modo como iguraron en los expedientes anali ados

« .

LLti t^i - .*
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ValeporelScDo uarto ^ ■

x .e t vc* ^-imOo y ax, Cu ovtc t t hcic


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X-a-
ü r- -

Di u o de cuchillo. Tom s ar as, criminal en su contra por lesiones a


os
Estay, Santiago, , ANHRA, vol. , pie a , . .

ANHRA, vol. , pie a , s. v, .


m? C *i

s*^, e*, ha l y «* .- t alTV. ^ V

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CXXAOio _m Lc s yTe h crrvoa
* _ ? • .i c »»

Di u o de cuchillo. Andr s Olgu n, criminal en su contra lesiones, Santiago, , ANHRA,


por
vol. , pie a , . .
La gala de los triun adores, mo a de los perdedores
la
y la reactivación de la din mica desa io-respuesta

El tipo de mo a ue protagoni ó el andalu os Góme , uien se urló de sus per


seguidores al alcan ar sagrado , se mani estó en diversos episodios de violencia
por honor. En esas ocasiones la cele ración del triun o del vencedor se asentó en

la merma de los atri utos negocia les de honor del derrotado. La sociali ación de
la victoria ante los testigos del lance ue esencial en la recuperación de a uellos
atri utos por el triun ador, pues de no mediar reconocimiento comunitario la
din mica desa o-respuesta desplegada no o ten a el propósito deseado.
La gala de los triun os se mani estó como la ltima etapa de las din micas
de intercam ios de honor e ercidas por medio de los ritos de violencia. sta
cerra a el c rculo ue se ha a a ierto con las expresiones ver ales ue mag
ni ica an la hom r a propia re a ando la del rival y ue eran representadas
como o ensas y provocaciones por los actores y los testigos de la violencia.

La cercan a discursiva entre las expresiones ver ales ue a r an y cerra an


las din micas de desa o-respuesta Santiago en colonial era nota le. Ella se
explica a por ue am as esta an construidas so re el atri uto de la potencia
sica ue representa a un papel undamental en la representación agonal de ho
nor. Como se constató en el
diagrama N , inserto en p ginas siguientes, las
reivindicaciones de los triun os pod an generar nuevas ases de violencia en un
c rculo de sangre del ue se sal a con el honor herido o con el cuerpo lacerado.
La inserción de la violencia y sus consecuencias en dicha representación
de honor determina a ue si las heridas in eridas no ha an causado la muerte
al rival, de todas ormas de a an huellas visi les en el honor del perdedor.
En esas circunstancias, exhi ir el rostro en p lico constitu a, para el hom re
derrotado, un recuerdo
permanente del aldón su rido, en tanto ue para el
triun ador del desa o las cicatrices eran signo de orgullo de un honor ganado
en las lides de la uer a sica . El rid culo p lico pasa a a ser el mecanismo
sancionador de los vencidos, puesto ue en un hori onte agonal de honor las
condenas proven an de la urla ue destru a la reputación .
As , sanciones y compensaciones particulares integra an el honor agonal,
ue desde sus par metros condena a la co ard a, la de ilidad y la alta de
vigor sexual, al mismo tiempo ue cele ra a la valent a, la ortale a y la po
tencia sexual masculinas. Los registros udiciales por heridas explicitaron esos
c nones, como ocurrió cuando el maestro de sastre anuel Espina se ue ó
amargamente ue su rival, despu s de ha erme constituido a la muerte ande

haciendo gala de sus hechos d ndome por aldón ha erme herido .

ara el siglo Xix chileno, v ase Valen uela, Bandida e rural..., op. cit.
Sanciones sociales similares existieron en la ridiculi ación del cornudo . So re la san
ción social seg n la idea del rid culo en el honor mediterr neo, v ase itt-Rivers, Honor
y
categor a... , op. cit, p. .
ANHRA, vol. , pie a , . v, El destacado es nuestro .
El aldón y la cele ración de las heridas eran las dos caras de la mone
da de los intercam ios violentos masculinos entre rivales. En dicho contexto,
la violencia esta a engar ada
en intercam ios de honras
ue rede in an las
erar u as de respeto social entre pares. Se trata a, por tanto, de n honor ma
teriali ado, hecho carne en los cuerpos. La herida era una marca sica en la
piel y una marca sim en la ólica
reputación. En s misma, era portadora de
m ltiples signi icados,ue la constitu an en s m olo de co ard a, de deshonra,
de humillación y de una merma en las erar u as de estimación .
A su ve , ese honor se trans orma a en espect culo, pues la gala o el al
dón de las heridas supon an la existencia de un p lico ue las apreciara o las
ridiculi ara. El estatuto de una intimidad resulta a
a eno adin micas ue i an
desde las apariencias sensi les de los individuos a las evaluaciones de los otros.
Y, ustamente, los undamentos de un honor ue necesita a ser exteriori ado
usti ica an la exhi ición de las victorias. A los vencedores les esta a permitido
estinar sus triun os, integrando por alg n tiempo el panteón de h roes mas
culinos. Eso ue lo ue llevó a ca o el carpintero uan Sol s en desmedro de
edro de C rdenas, su rival vencido y humillado. Este ltimo se ue ó ue su
contrincante, luego de in erirle graves heridas y de salir de prisión, se pasea a

li remente por medio de la pla a y calles m s p licas de esta ciudad


como es la de la iglesia del se or san Agust n, por donde pasó por dos
consecutivas veces a mi vista por renovar mi in uria provoc ndome a

lance de mayor estr pito .


Con la triun os, los vencedores o ten an el anhelado mote de
gala de los
hom res valientes , ue, como se ha se alado, alud a a una valent a de los pre
suntuosos y arrogantes ue se ale a a del uen sentido del t rmino ue propon an
los c rculos ilustrados. En el contexto estudiado, dicho apodo se materiali a a
espacialmente en los arrios de la ciudad de Santiago. Esta a ntimamente
vinculado a las redes de dominación
ue se
te an entre los actores de los gru
pos medios y populares en dichos espacios de convivencia. El ser sociali ados
como valientes convert a a los triun adores en due os de la calle . uienes
ese mote eran los vecinos de los arrios en los se veri ica a la
otorga an ue
exhi ición de la hom r a a trav s de las din micas de desa o y respuesta. ste

por s m olo se na entendido una


representación convencional, es decir, no natural, de la
realidad. sta era, percepti le
a su ve , errater, op. cit, tomo iv, pp.
sensorialmente. - .
ANHCG, vol. , . , . Otros e emplos, en ANHRA, vol. , pie a , .
v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v,
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . v, . Ga riel
Sala ar ha anali ado la construcción de iguras m ticas masculinas, asadas en los recuerdos de
las ha a as e ectuadas en las ri as, en su art culo Ser ni o... , op. cit.
ese ue resultó di cil determinar si los l mites espaciales de dicha ama trascendieron los
a

arrios en
ue se desarrollaron los intercam ios violentos de honor, s constó su construcción
los
y circulación al interior de los mismos. ANHRA, vol. , pie a , . v, .
implica a ue la ue ha a servido de escenario
calle, a las ri as,
ue ha a
reci ido el cuerpo herido o mori undo del rival, esta a ahora a o se or o,
su

sangriento, construido so re la vida del competidor vencido y su eto


imperio
a la mo a. Ser due o de la calle e uival a a imponerse por so re los vecinos.
Re er a sicamente una situación de dominación, de se or o, de imposición
so re las voluntades y los cuerpos de los dem s .
Los re erentes honor icos del honor agonal uncionaron paralelamente a
los mecanismos de prestigio del honor no iliario. Los actores de los grupos
medios y populares contaron con sus propios estatutos de estimación ue
esta lecieron erar u as y relaciones de dominación entre sus
pares. No nece

sitaron recurrir las recompensas sociales de las lites para o tener el t tulo
a

de hom res valientes . Este ltimo ue un mote ue pudieron o tener de sus


seme antes. El aprecio por este tipo de apodos llevó a los triun adores de las
ri as a incurrir en situaciones sumamente arriesgadas con el in de sociali ar
sus victorias. Sin preocuparle ue las autoridades lo apresaran al momento
de hacer gala de sus triun os, el peón ga n ateo Varas se paseó por la calle
con el cuchillo ensangrentado en la mano diciendo yo ui uien lo her , este
es el cuchillo ue le di
con .
ateo Varas, al igual ue otros actanciosos del siglo xvni, construyó su

arrogancia so re la mo a del perdedor. La sanción social asada en la idea del


rid culo ue tan poderosa ue muchos evitaron caer en ella reaccionando violen
tamente ante cual uier insinuación urlesca. La urla correspondió a una mella
en la astucia, uno de los atri utos undantes del honor agonal En consecuencia,
las mo as ueron representadas como
in urias, en plano de sinonimia . or esa
ra ón, los hom res, conscientes de la vulnera ilidad de su
reputación, estuvieron
siempre atentos a
cual uier risa, remedo, pala ra o
gesto ue signi icara ue
esta an siendo o eto de alguna u onada .

El honor agonal del mundo colonial chileno se acercó a la de inición de honor medite
rr neo es o ada por uli n itt-Rivers, uien lo entendió como una cualidad derivada de la
dominación de las personas, y no de las cosas . En cam io, seg n el antropólogo, la vertiente
anglosa ona del honor privilegiar a el dominio so re las cosas, lo ue se expresar a, por e emplo,
en la tica protestante. itt-Rivers, Antropolog a del honor..., op. cit, p. .
ateo Varas era soltero y ten a veintis is a os. ANHRA, vol. , pie a , . , .
Era tan ha itual dar cuenta de las ri as en las ue se ha a participado, ue a veces estos hechos
eran
desplegados en orma poco conveniente ante ueces despreciativos ue ve an tales din mi
cas como lastres sociales
ue ha a ue contener y disciplinar. La mirada ilustrada entend a los
des ordes de violencia expresiones de ar arie y alta de civilidad, como se ha anali ado
como

en
cap tulos ANHRA, vol.
anteriores. , pie a , . , .

ANHRA, vol. , pie a , . , . Dicha seme an a conceptual tam i n se ex

presó en el Diccionario de Autoridades, ue signi icó la mo a como escarnio ue se hace de alguno


con
pala ras de urla y acciones y se ales exteriores . En el mismo sentido se entendieron los
t rminos mo ador , mo adura , mo ar , mo ante y mo ado . Real Academia, Diccionario de
Autoridades, op. cit, tomo rv, pp. - .
ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , s. v- ,
ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA,
Como se la dimensión de honor invocada era esencialmente
aprecia,
particular, pues esta a re erida a las capacidades personales de los hom res.
Era dentro de los par metros del honor agonal donde la
igura del individuo se
per ila a con mayor claridad e independencia del grupo amiliar. All aparec a
o endido, provocado y desa iado en sus propias capacidades masculinas, las
ue actua an como soporte identitario. All el hom re agraviado igura a em
prendiendo la vengan a privada de sus atri utos vulnerados, a sa er su uer a
sica, su potencia sexual y su astucia. La honra de los parientes -esposas, hi os,
padres, so rinos y primos- no igura a en las reconstrucciones discursivas de
los desa os y las respuestas mani iestas dentro de los registros por heridas,
lesiones y homicidios. Esto determinó ue los actores populares no tendieran
a
prolongar el honor personal al honoramiliar, lo ue marcó una de las
tantas di erencias entre el honor agonal y el honor de los or genes, con igurado
en el marco del lina e
y, en consecuencia, de lo colectivo . La excepción se
plantea a, por cierto, cuando las o ensas cornudo o ca rón se registra an
en los
preludios ver ales de la violencia. stas ten an la capacidad de ultra ar
la honra de la esposa del hom re aludido.
Los de ectos sicos de los hom res alimentaron la creatividad urlesca
de los pares, ue en am ientes de distensión no
perdieron la oportunidad de
mo arse del parro uiano. Las reacciones violentas de estos ltimos expresaron
la enorme vulnera ilidad de la es era ideal ue envolvió los cuerpos de los
hom res coloniales . Esta ltima no sólo pudo ser violentada por medio de
la uer a -del cho ue material de una palma contra una me illa o de un pu o
contra un pecho- sino, tam i n, a trav s de pala ras ue parecieron apropiarse
del de ecto -la co era, el o o tuerto o la calvicie- para restregarlo en la cara
del hom re ridiculi ado.
ue ocurrió en mar o de
Ello ue lo en un odegón de Nu oa, de
propiedad de un su eto conocido por el apodo Cachimoco . El grupo con
ormado por tres hom res, dos peones ga anes y un la rador, m s la mu er
de ellos, llegó al lugar al momento en ue os
uno de Castro, uno de los

parro uianos, comen a a a cantar al son de una guitarra . ue entonces


ue
los incidentes ocurrieron como relató posteriormente os Castillo, integrante
del grupo de reci n llegados

vol. , pie a , . , ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA, vol. ,


pie a , s. - , ANHCG, vol. , . , .

ANHRA, vol. , pie a , . , .


Simmel, op. cit, p. .
ANHRA, vol. , pie a , . , .
Los integrantes del grupo ueron Antonio olina, mesti o, de e ercicio peón ga n, ca
sado, de cerca de treinta a os de edad, natural de osta al y residente en el partido de Nu oa.
Tam i n iguró os art ne , tam i n re erido como os Castillo, espa ol, soltero, peón ga n,
natural de u oa y cuyo so renom re era Tenca . Asimismo, iguró anuel Acosta, espa ol
casado, de e ercicio la rador, de cerca de treinta a os y, por ultimo, la mu er de Antonio olina,
ue tra a a a en casa de Acosta.
con ocasión de ser
tra a adores y amigos y siempre se u oneasen, le di o
desde a uera a dicho Castro canta cura Gre , por ue as le llama an por
so renom re a lo cual salió Castro con cuchillo a
pelear con el ue urla a .

El so renom re de os Castro se
por tener la ca e a pelada
le da a . Al
parecer, era ha itual nom rar a Castro con ese apelativo en su tra a o. ero en

un
odegón, ue era escenario de exhi ición de la hom r a y de
competencias
masculinas por ella, la aceptación del mote cura Gre se trans orma a en

una verdadera
in uria. All cual uier actitud de transigencia se interpreta a
como signo de de ilidad. or otra parte, las urlas en torno a la calvicie se
a mellas en la virilidad, no sólo
asociaron por la conexión entre hom r a y los
vellos corporales masculinos, principalmente los de la ar a, sino, tam i n,
por la representación corporal de la castidad de los sacerdotes en la tonsura
de su ca e a. Esto ltimo se
expl cito con claridad en el so renom re o ensivo
otorgado a os Castro .

ases de la violencia por honor

Las mo as a la calvicie ueron


uno de los tantos recursos
ue los actores colo
niales usaron
para vulnerar la hom r a de sus
pares en el
siglo xvm chileno.
Los en el rostro, en el
golpes pecho y los manota os a los som reros de los
rivales
con iguraron otros de los medios m s signi icativos para lograr dicho
o etivo. A lo largo de estas p ginas procuramos sacar a la super icie la red
de signi icaciones culturales ue impregnaron tales gestos de violencia por
honor. En este an lisis resultó undamental considerar la posición social de
los protagonistas y, con ello, las mani estaciones de reconocimiento de paridad
esta lecidas entre stos. El estatus de los actores implicados determinó las or
mas
y las unciones sociales ue impregnaron los distintos tipos de violencia
e ercidos en el per odo.
Ahora ien, unto a los gestos re eridos iguraron muchos otros ue pudie
ron
engrosar la lista de mecanismos de o ensa y de desa o. Sin em argo, su

ANHRA, vol. , pie a , s. - v, El destacado es nuestro .


Op. cit, . v.
El itinerario de la deshonra y la reparación de los atri utos negocia les de honor de os
Castro mostraron el recurso a la violencia como orma de solución de los con lictos privados por
honor. La primera ase consistió en la urla de la calvicie. La segunda en
ue el calvo salió a luchar
con el autor de la o ensa. La tercera consistió en la intromisión de los compa eros, uienes evitaron
la ri a y ndose del odegón. La cuarta ase contempló a uno de los compa eros proponiendo
regresar para ue el calvo no pensara ue le ten an miedo. sta evidenció ue el verdadero temor
de los actores involucrados era el menosca o de su hom r a. La uinta consistió en ue anuel
Acosta, el mismo ue propuso regresar, le di o a
os Castro unas
pala ras al o do para a u ar

lapelea ste y el autor de la o ensa ver al. La sexta etapa mostró a os Castro ueriendo
entre

impulsar por todos los medios a su adversario a la ri a. ara ello, enunció la rase indio hi o de
una tal . inalmente, se desarrolló la ri a ue llevó a os Castro a la muerte.
re erencia cuantitativa en los procesos
udiciales ue in erior a la de los gestos
anali ados, al mismo tiempo ue sus signi icaciones culturales ueron mucho
m s am iguas y no permitieron esta lecer una conexión directa, inmediata v

transparente con la representación agonal de honor.


Entre stos se halló, por e emplo, el gesto de dar la espalda, el
ue recuen
temente ue representado como alta de
respeto. Eso explicó ue los su etos de
lite ue reci ieron ese gesto de un individuo de rango in erior lo
interpretaran
como una
transgresión a las erar u as ue de a reci ir purgación. Desde esa
perspectiva, no ha a ca ida para el honor. or otra parte, el gesto de golpear
uertemente la mesa con el pu o uscó magni icar la hom r a del e ecutor. Si
como consecuencia de ello se derrama a el vaso de licor de otro
parro uiano,
la o ensa era clara y la violencia era el paso siguiente. No o stante, la escasa
re erencia a este gesto impidió considerarlo un mecanismo ha itual de desa o
y respuesta en el per odo estudiado. Lo mismo ocurrió con las miradas desa
iantes. En una oportunidad stas ueron re eridas por los actores y testigos de
la violencia para explicar el inicio de una ri a. En esa ocasión, Antonio Ayala,
espa ol, peón de panader a, soltero, de veintidós a os, declaró ue alcan ó
a comer de vista a uno
ue le de a un real . Como se
supone, la mirada
agresiva derivó en
pendencia.
unto alos gestos anali ados, nos detuvimos en algunas de las ases de la
violencia vinculada a las din micas de intercam ios de honor. O servamos
ue la etapa del desa o pudo expresarse ver almente -en especial, a trav s de
o ensas a la uer a sica y a la potencia sexual de los rivales- o gestualmente,
por medio de los golpes y manota os ya re eridos. La ase siguiente contempló
la invitación ver al o gestual a salir a la calle. La traslación del escenario de la
violencia marcó con claridad el in de
a ase del desa o y el inicio de la segunda
etapa de la violencia por honor. Esta ltima consistió en la ase de la respuesta,
la cual implicó la aceptación expl cita o impl cita del desa o, cuestión ue su
puso el reconocimiento mutuo de paridad de los actores ue en ese momento
se reconocieron como rivales.

Una ve
ue los rivales acordaron luchar, los espectadores de la din mica
desa o-respuesta asumieron una actitud contemplativa. De ning n modo
procuraron intervenir en avor de una de las partes, lo ue evidenció su acep
tación del intercam io violento de los atri utos negocia les de honor. Ello no

implicó testigos desempe aran un papel marginal en las din micas de


ue los
desa o y respuesta ue se desplegaron. or el contrario, los espectadores de
la violencia ueron los representantes de la comunidad, ante la cual el varón
urlado procuró restituir su hom r a. Como se ha se alado, no prestó utilidad
alguna ue cada uno se considerase a s mismo un hom re valiente si no ue
reconocido socialmente como tal.

ANHRA, vol. , pie a , . , . Los gestos antes mencionados se hallaron en


ANHRA, vol. , pie a , . v, ANHRA, vol. , pie a , . , ANHRA,
vol. , pie a , . v, - ANHRA, vol. , pie a , s. v, v
y , .
El car cter extr nseco de la representación agonal de honor se mani estó en

orma espl ndida


en la tercera
y ltima etapa de las din micas de desa o y
respuesta. En ella el vencedor de la pendencia, el re uisador de los atri utos
negocia les de honor del perdedor, hac a gala de su triun o. ostra a el cuchillo
con el ue ha a rasgado la piel del adversario, grita a su valent a, se
pasea a
durante varios d as delante de la casa del derrotado
perd a o no ocasión de
comentar sus ha a as en los
odegones y pulper as a donde acud a. Las etapas
y ormas seg n las cuales se desplegaron los intercam ios violentos por honor
han sido estructuradas en el siguiente diagrama

Diagrama N
DIN ICA DESA O-RES UESTA
EN LOS INTERCA BIOS VIOLENTOS DE HONOR,
SANTIAGO -

Desa o ver al gestual


ue magni ica a la valent a Encuentro sico
y la uer a sica del retador
y ridiculi a a las del desa iado Respuesta
O ensa rovocación
Desa o

Gala del triun o propio y mo a


de la derrota del rival.

o a rovocación

El desarrollo de dichas etapas en las


pr cticas de violencia implicadas
en los intercam ios de honra en el
Santiago del siglo xvm llevó a discutir el
pro lema de la ormalidad de la violencia. Desde la historiogra a, la orma
lidad de la violencia, encarnada especialmente en la igura del duelo, ha sido
encasillada socialmente la
lite, reserv ndose sólo para ella la construcción
en

de una violencia ritual. En oposición, la violencia popular por lo general, ha


sido presentada como caótica, irracional, in ormal, a ena a valores y a o eti
vos
prede inidos. Sin em argo, el di logo con la Etnolog a y la Antropolog a
ha mostrado los historiadores nuevos mecanismos
a
interpretativos, ue les
han permitido rastrear los aspectos rituales ue pod an acompa ar sus or
mas . Luego, en los a os ochenta, los estudios históricos se es or aron
por
desentra ar las lógicas ue guia an los usos de la violencia por sus agentes,
eludiendo las explicaciones totali antes para acercarse a las perspectivas de
los protagonistas .
Como se ha podido apreciar, nuestro an lisis de la violencia vinculada a
representaciones de honor ha prestado especial atención a las motivaciones de
sus
protagonistas. Se o servó ue sus representaciones identitarias, as como
sus
percepciones so re s mismos, so re sus rivales y la comunidad ue los
evalua a, resultaron determinantes en el recurso a determinadas pr cticas de
agresión. Ahora ien, estos actores individuales actuaron so re un sustrato
cultural ue otorgó sentido a sus pr cticas, lo ue con ormó una puerta de
entrada al estudio de la relación entre cultura y comportamiento social. En
e ecto, el an lisis de las pr cticas de violencia por honor permitió constatar ue
los actores no go aron de plena li ertad de acción, as como tampoco ueron
autómatas constre idos por códigos culturales estructurantes.
El honor
agonal ue sólo de las
representaciones de honor ue circu
una

laron el xvm chileno. Si los actores sociales decid an recurrir a sus


en
siglo
par metros, pod an signi icar sus gestos, sus voces y los de los otros, seg n
sus sistemas de sentido. Estos ltimos se vincularon a algunas de las tramas de

signi icación ue caracteri aron los sistemas de vengan a de las sociedades


tradicionales . En stos, tanto la naturale a misma de los desa os como las
ormas ue asum an las respuestas ad uir an una de inición precisa. Del mismo
modo ue no era
cual uiera elue se encarga a de la violencia por honor,
sta no pod a e ercerse al a ar. Como hemos visto, ella se dirig a de inidamente
contra su etos reconocidos como pares sociales, atacando partes espec icas de
sus
cuerpos, respetando espacios de convivencia social y acatando los tiempos
de desarrollo de los con lictos ue o liga an a posponer el derramamiento de
sangre hasta salir al exterior. Una ve all , los actores usca an marcar al rival
m s ue ani uilarlo, para despu s hacer gala de su uer a y valent a, cerrando
un ciclo de violencia ue ha a comen ado de la misma orma, aludiendo a
la potencia sica y al valor de los protagonistas.

Rene Girard, La violencia y lo sagrado Ginat, op. cit Verdier dir. , op. cit. Desde el punto
de vista histórico, Gallant, op. cit Natalie Davis, Los ritos... , op. cit antecón, Lances de
cuchilladas... , op. cit.
arge, Lugares..., op. cit, pp. - .
Bonte e I ard dirs. , op. cit, pp. - . A continuación, hemos seguido la de inición
los
presentada por estos autores. Sin em argo, existieron ciertos elementos ue caracteri aron
sistemas de vengan a en las din micas de desa o y respuesta
ue no tuvieron correspondencia
del del
Santiago xvni. Entre ellos se contó la noción de
siglo la ue implicó ue a
e uivalencia,
todo acto de hostilidad le suceder a una modalidad de violencia ue corresponder a con exactitud
a la a renta su rida .
Si ien no todos los con lictos masculinos desarrollados en Santiago
durante el siglo xvm cumplieron metódicamente cada una de esas etapas y
ormas, cuando existió mutuo reconocimiento de paridad, las disputas entre

su etos populares y de los grupos medios veri icaron, al menos, una de ellas.
La constatación de la existencia de este modelo de violencia por honor ue
el resultado de e ercicio inductivo, con igurado a partir de los cientos de
un

reconstituciones de la violencia ue sus protagonistas y testigos plasmaron en


los registros udiciales por heridas, lesiones y homicidios. ueron sus voces
las ue mostraron el sentido especial ue tuvo una o etada en el rostro o una
herida hecha a traición .
La sola presencia de uno de estos gestos o etapas en las disputas masculinas

ad uirió un valor inconmensura le. Cada uno de ellos evidenció ue ciertas


ormas de violencia protagoni adas por los actores de los grupos medios y
populares no ueron tan irracionales ocaóticas como parte de la historiogra a

supuso. Las pendencias en pulper as y odegones no se explicaron exclusi


vamente, planteó la historiogra a li eral decimonónica, en ra ón de la
como

e riedad, los vicios, o el esp ritu tur ulento de los peones, ga anes y o iciales
de artesan a ue las recuentaron . En ocasiones, ellas trasuntaron sistemas de
representaciones sumamente comple os, signi icaciones culturales del mundo
social en el ue a uellos actores vivieron cotidianamente. Como planteó ichel
oucault, lo m s peligroso de la violencia es su racionalidad .
or ltimo, correspondió cuestionar el papel social ue desempe ó el tipo
de violencia ue estuvo inserta en las din micas de desa o-respuesta anali adas.
De acuerdo con la documentación udicial estudiada, este tipo de violencia
rede in a estimaciones, constru a y destru a reputaciones, ayudando a te er el
delicado hilo de la ama. La violencia por honor desplegada entre los actores
de los grupos medios y populares redise a a las posiciones sociales y las rela
ciones interpersonales dentro de cada uno de los nichos de paridad social. As
como exist a un tipo de violencia ue se usa a para perpetuar el orden social

er r uico, recordando por medio del castigo los niveles estamentales, ha a


otra ue era til para construir erar u as de hom r a entre actores coloniales
del mismo rango. El camino para o tener el mote de hom re valiente dentro
de los grupos populares y, en ocasiones, al interior de los sectores medios, se

halla a cu ierto de sangre.

Barros Arana, Historia general..., op. cit, tomo vil, pp. - Vicu a ac enna, Historia
cr tica..., op. cit, tomo n, p. .
ichel oucault, Dits et crits, vol rv oucault tudie la reason d Etat, p. et ss. V ase

arge, Lugares..., op. cit, .


CONCLUSIONES

Al iniciar este tra ao les cedimos la pala ra a


algunos de sus
protagonistas.
Ellos ha laron de suhonor y del de otros. Un mayordomo aludió a su honor
vulnerado por los golpes reci idos. Un artesano terminó a irmando ue pese
a ser
po re ten a honor. stos y otros actores ueron es o ando
algunas de
las caras ue el honor asum a en el Santiago del siglo xvm. Le os de ser un
concepto unitario e invaria le, se nos mostra a diverso y vers til. Le os de
ser atri uto exclusivo de lites y limpios de sangre, se nos mani esta a siendo
usado por artesanos y castas .
No suced a solamente ue el honor hisp nico-aristocr tico ha a su rido
un
despla amiento social, sino ue tam i n se ha an construido honores
alternativos a lo largo de la ltima centuria colonial. stos pod an ser tiles a
las autoridades ilustradas en su
o etivo de ordenar la sociedad, moderar las
costum res y contener los des ordes de violencia, premiando con honor el
cumplimiento de estas conductas. Asimismo, tales honores alternativos pod an
servir a
peones, ga anes y o iciales de artesan a para construir sus
propias
erar u as de estimación dentro de sus universos sociales.
Ocurr a ue ni los mismos diccionarios del per odo presenta an de ini
ciones reduccionistas del t rmino. Ellos se ala an ue el honor no era m s
ue una situación de
privilegio ue se reconoc a socialmente. ara nuestra

sorpresa, tam i n indica an ue no todo el honor esta a su eto a leyes,


a riendo la posi ilidad ue ste dependiese de los uegos de estimaciones de
cada sociedad. Era necesario, por tanto, conocer los elementos ue unda an
las situaciones de privilegio ue se reconoc an socialmente como realidades
de honor en el siglo xvm chileno.
La puerta de entrada ueron los registros udiciales. A los cl sicos delitos
contra el honor , las in urias y calumnias, se sumaron los delitos por honor
o
a u llos ue pod an recoger las vengan as privadas de la honra, tales como
las heridas, lesiones y homicidios. uicios de disenso, ue
A ellos agregamos los
mostra an valiosas in ormaciones respecto de las identidades socio-raciales y de
cómo stas se un an al honor para construir estrategias de estimación.
As , uniendo gestos, pala ras, ue as por el honor herido y reconstrucciones
la existencia de
discursivas de la violencia ue uscó repararlo, se o servó
diversos hori ontes de honor. ara el siglo xvni el honor ha a de ado de ser
un
código cultural monol tico y patrimonio exclusivo de las lites. ste se ha a
cercenado en diversos hori ontes, prestando sus representaciones polis micas
a
su etos de los m s variados lugares sociales. Sin em argo, la presencia de
estasrepresentaciones de honor no era una existencia axiom tica, inamovi le
y conclusiva. Ellas, m s ien, se halla an insertas en din micas sociales ue
contri u an a su edi icación, lo ue llevó a considerarlas como hori ontes de

posi ilidades de los hom res y mu eres coloniales. A su ve , las representa


ciones de honor se halla an su etas a una diversidad de usos sociales
por parte
de los actores particulares y colectivos de dicho contexto histórico.
El mane o social del honor aproximó el an lisis a las pr cticas y al di
logo de stas con las normas culturales. Estos usos sociales da an cuenta de
la existencia de una racionalidad
espec ica de los comportamientos. Ellos
presum an ue los hom res y mu eres del per odo dise a an estrategias des
tinadas a conseguir la rati icación social de sus demandas de honor. se ue el
momento en ue el an lisis esta leció el v nculo entre los actores
particulares
y las colectividades sociales.
uimos testigos de los modos en
ue los maestros de artesan a, odego
neros
y pe ue os comerciantes se mov an entre diversos registros de honor,
al ue en su vida cotidiana circula an entre distintos universos sociales,
igual
relacion ndose con su etos de lite o con peones y o iciales de artesan a. Los
vimos apelar a la representación de honor de los or genes, undada so re el capital
heredado, es decir, so re el lina e, la descendencia leg timay la limpie a de
sangre. Tam i n los o servamos manipulando los par metros de la conten
ción de la violencia y la sumisión a los superiores sociales ue propugna a
el honor o icial, as como los vimos reivindicando una reputación undada en
la honrade , muy cercana a la tica urguesa. inalmente, los encontramos

disputando los atri utos de la astucia, la uer a sica y la potencia sexual, a

trav s de din micas agonales de desa o y respuesta.


Con todos estos antecedentes, los presentamos como agentes mediado
res , adoptando la nomenclatura propuesta por Berta Ares y Serge Gru ins i
para re erir a uellos actores sociales ue avorec an las trans erencias entre
a

universos desiguales . Ellos dialoga an con las distintas representaciones


de honor y las utili a an seg n sus necesidades espec icas. Ante las lites
pod an presentar sus gradaciones militares e instrumenta i ar una limpie a de
sangre ue, cuando exist a, los pod a hermanar. No o stante, en los espacios
de diversión, unto a otros maestros de artesan a o odegoneros, usca an el
reconocimiento de su hom r a.
tanto entre los
Su capacidad de adaptación los hi o estar representados
delitos por honor como entre los delitos contra el honor . Eso signi ica a
ue agentes
estos mediadores oscila an entre los mecanismos instituciona
les y las v as violentas e ilegales para restaurar el honor vulnerado. Es decir,
pod an enta lar uerellas por in urias o hacer uso de la vengan a privada,
dependiendo de las circunstancias y de las identidades de los actores ante los
cuales esta an demandando reconocimiento.

Ares y Gru ins i coord. , op. cit, p. .


no sólo ten an en
ue los actores mencionados
ue interesante constatar
com n su actuación ecl ctica ante las representaciones de honor sino ue,

tam i n, compart an un estatus social similar. Se trata a de actores ue ten an


un nivel de cali icación la oral, como los maestros de artesan a, o
importante
ue practica an un o icio ue go a a prestigio social, como era la activi
de
dad comercial. ero m s all de las seme an as en estatus, lo ue determinó
su inserción en un determinado grupo social ue su posición liminal ante las
representaciones de honor. Los actores en cuestión no se encasilla an dentro
de de los hori ontes de honor, como ocurr a con las lites ue tend an a
uno

usar or genes o con los peones y o iciales de artesan a ue apela


el honor de los
an pre erentemente al honor agonal. El actuar social de este grupo mostra a
acomodarse per ectamente a cual uiera de las representaciones de honor ue
circula an en el per odo.
Si ien estos actores ten an identidades socio-raciales dispares, ello no era
impedimento para su inserción en un grupo social espec ico. A lo largo del siglo
xvm se ueron construyendo di erencias identitarias so re la ase de criterios
económicos y sociales uni ormando las di erencias de tipo cultural-racial. La
constatación de la existencia de una identidad compartida entre los su etos

ue integraron la capa media de la sociedad colonial no sólo contri uyó a


develar la historicidad de este grupo. Ella rea irmó ue en el siglo xvm los
grupos estructurados seg n patrones económico-la orales presenta an una
identidad cultural com n.
Lo anterior dio cuenta de las transiciones ue caracteri aron al siglo
xvm chileno. A lo largo de estas p ginas o servamos cómo las identidades
socio-raciales esta an siendo discutidas por diversos actores sociales. La socia
li ación de las calidades ya no correspond a necesariamente a los patrones de
descendencia. A la ve , las in urias socio-raciales no eran las pre eridas por
las lites principales y secundarias, as como por los grupos medios, a la hora
de ultra ar el honor del contrario. Se pre er a ve ar la conducta a trav s de los
ep tetos picaro o ladrón , antes ue aludir a la impure a de sangre.
La construcción de una tica urguesa no sólo se expresó en la proli eración
de insultos a la honrade o en la valoración social del o icio comercial sino
ue, tam i n, re or ó diversos atri utos del honor como
reputación. El cumpli
miento de los tratos comerciales y una pol tica individualista ue dispon a
no inmiscuirse en situaciones
a enas, eran algunas de sus mani estaciones m s
visi les. Este imperativo conductual se distancia a enormemente de
ltimo
laslógicas propias de la sociedad tradicional, asadas en relaciones
de control
sociales estrechas en las ue todos se interesa an en las vidas a enas. Ahora
ien, stas continuaron desarroll ndose e, incluso, se proyectaron a la siguiente
centuria, lo ue nos ha ló de las temporalidades m ltiples ue caracteri aron
el siglo en estudio.
Dichas temporalidades m ltiples, a su ve , in ormaron las historicidades
de los diversos hori ontes de honor del per odo. Se o servó ue el honor de
los or genes estuvo construido so re undamentos
teológicos y no iliarios del
medioevo espa ol, ue se rede inieron en el universo colonial americano. La
legitimidad, el lina e y la limpie a de sangre envolv an a los actores particula
res dentro de colectividades
y cadenas generacionales ue los inserta an en
el mundo social con un capital heredado. or su parte, la representación
agonal
de honor tuvo una historicidad propia, caracteri ada por
un ritmo lento en el

ue las trans ormaciones ueron pr cticamente impercepti les e, incluso, se


proyectaron al siglo xix. Eso la di erenció tanto del honor como reputación, cuyos
vaivenes ueron evidentes en el siglo xvm, como del honor o icial, cuyo modelo
conductual no sólo se modi icó sino ue se proyectó a los sectores medios y
populares durante la ltima centuria colonial.
Las trans ormaciones del honor de los or genes se relacionaron con los usos

sociales ue las mu eres y hom res hicieron de ste. A lo largo de la ltima


centuria colonial no sólo las lites sino, tam i n, los espa oles po res y las
castas manipularon las nociones ue lo con iguraron. Estas ltimas utili a
ron las socio-raciales para re a ar la calidad de los espa oles, aun ue
in urias
tam i n pudieron dis ra ar sus identidades originales, llegando ellas mismas
a ser sociali adas como espa olas. Estas estrategias dispares se
explica an
por la diversidad de las condiciones económicas de las castas . El impulso
del comercio ha a permitido a algunas castas li res , ue ten an venta as
culturales, como sa er leer y tener conocimientos de aritm tica, alcan ar una
situación de prosperidad ue usca an validar accediendo a los mecanismos
hisp nico-aristocr ticos de honor.
Sin em argo, no todas las castas ten an sus miradas puestas en los atri utos
de prestigio de las lites. Los pardos -pero tam i n los espa oles- ue tra a a an
como o iciales de artesan a o
ue se emplea an estacionalmente como peones
y ga anes, no usa an la calidad como principal undamento identitario. Esta
ltima no otorga a mayores posiciones de privilegio dentro de sus universos
sociales y, por tanto, no constru a su honor. El an lisis de las o ensas ver ales ue

preced an las ri as actores, indicó ue ellos pre er an


protagoni adas por estos
agredir la uer a sica, la potencia sexual y la astucia, antes ue las calidades de
sus rivales. Los elementos violentados eran ustamente a uellos atri utos inter
cam ia les de honor ue pod an ser transportados sim ólicamente de hom re
a hom re, aumentando o mermando las
posiciones de privilegio entre ellos.
Se o servó ue estos actores sociales recurr an undamentalmente a la
representación agonal de honor. Compart an, por tanto, un sustrato cultural com n

ue los lleva a a hacer uso de determinados mecanismos de desa o y de res


puesta. Esto los de in a como grupo, m s all de las di erencias ue pudiesen
existir desde el punto de vista socio-racial. Respecto de los usos del honor,
ue posi le distinguir a los peones, ga anes y o iciales de artesan a como un

grupo sociocultural espec ico.


Si las lites y los sectores medios tendieron a agredir el honor a eno con
in urias a la honestidad, los tra a adores manuales o endieron la valent a, la
potencia sexual y la astucia. En tanto, los desa os gestuales consistieron de
pre erencia en golpes en el rostro, en el pecho y en manota os a los som reros
de los rivales. Una ve ormulado el desa o, se produc a el cam io del escenario
de la violencia, inici ndose la ase de la respuesta de los intercam ios violentos
de honor. La aceptación del desa o implica a el reconocimiento mutuo de
paridad de su etos ue en ese momento se trans orma an en rivales. Luego de
la ri a, en la ue no interven an los espectadores, el vencedor hac a gala de
su triun o. Esta gala era, a su ve , una mo a del perdedor, cuya humillación

de in a la nueva posición de privilegio del triun ador.


Los los discursos de honor para usti icar determinadas pr cti
recursos a

cas de violencia, y su consiguiente tolerancia por los ueces ue los atend an,
pueden resultar contradictorios al constatar las politic is desarrolladas por el
Estado or ónico con el in de vetar los usos de violencia
ue se da an uera
de sus m itos. No o stante, estas dualidades constitu an sólo mani estacio
nes evidentes de enómenos pro undos e
larga duración.
insertos en una

En e ecto, ellas expresa an la coexistencia del


inomio o ensa vengan a
privada -propio de sociedades no controladas por un poder p lico uerte-,
unto a la pare a legal de conceptos delito pena en el siglo xvm chileno. En
el Santiago del siglo xvm, pero tam i n en el de los primeros decenios del
siglo xix, las din micas desa o-respuesta se li ra an privadamente y diversos
actores sociales -como
peones, artesanos, soldados y milicianos- eran pro
undamente esc pticos del papel de la usticia como mecanismo resolutorio
de sus con lictos interpersonales. La v a escogida por estos su etos continuó
siendo la vengan a privada, la cual ue usti icada discursivamente a trav s de
la noción de honor .

oposición al discurso de civilidad, el tópico del honor agonal ue til para


En

legitimar ante las autoridades determinadas pr cticas de violencia interpersonal


ue el Estado or ónico procura a cooptar dentro de su es era criminali n
dolas a trav s de procesos de o icio -por iniciativa de las autoridades- o de
la interposición de uerellas particulares por in urias y calumnias. El an lisis
de los usos y a usos de los discursos de honor permitió conocer las posi ili
dades de mane o social de las pautas y normas culturales -como lo era este
par metro- por diversos actores del mundo colonial.
Las tensiones esta lecidas entre las tradicionales pr cticas de vengan a
y usticia privada, por una parte, y el ortalecimiento del poder del Estado
or ónico, con su consiguiente control so re stas, por otra, undaron mu
chas de las parado as del siglo xvm. En e ecto, pese al ortalecimiento de la
usticia del Estado -y al control uee erc a so re la resolución privada de
los con lictos- los agentes de go ierno llega an a conocer
gran parte de los
episodios de violencia sólo cuando los escri anos halla an los cuerpos inertes
en las calles, en
especial los d as lunes en la ma ana, luego de las noches de
diversión. Ahora ien, pese a sus de iciencias, la usticia ue el instrumento
cotidianas de todos los
del Estado ue logró mayor in erencia en las pr cticas
sectores sociales durante el
per odo. Una usticia, por supuesto, ue llega a
tarde, ue mostra a
descoordinaciones, pero ue a lo largo del siglo xvni
esta a logrando conocer un n mero
importante de situaciones de violencia
ue tradicionalmente se desarrolla an en sus
m rgenes.
Ahora ien, las autoridades or ónicas ueron conscientes de estas alencias
y no sólo se preocuparon de reprimir institucionalmente a trav s de andos
de uen go ierno o de la undación de cuerpos militares con unciones de
polic a, como ue el Cuerpo de Dragones de la Reina Luisa. E ercieron una
unción pedagógica por medio de una usticia ue
disciplina a los modelos de
conducta de los actores coloniales. Se distinguieron las h iles
estrategias de
letrados y agentes udiciales reali adas con el in de resigni icar la contención
de la vengan a privada y la sumisión a las autoridades
y a los superiores so
ciales undamentos de un honor ue, en esta vertiente, era conveniente
como

extender distintos grupos de la po lación.


a

La sensación de inde ensión de las lites y autoridades ante el


peso nu
m rico de la ple e llevó a las ltimas a permitir ue los mulatos, criados
y
peones se trans ormaran en su etos de honor a cam io de autocoacción. Se
ha ló de moderación , prudencia y ra ón como conductas ticamente
valoradas. A la ve , se condenó la precipitación , el orgullo y la provo
cación . Los comportamientos aceptados se engalanaron con los conceptos
crian a y cortes a , entendi ndose como medios para o tener los o etivos
sociales del orden y la perpetuación de las erar u as.
Si ien dichas nociones pudieron encontrarse en per odos anteriores, du
rante el siglo xvm comen aron a ser
aplicadas a actores de los m s diversos
niveles sociales. As ue como se llegó a re erir el honor de un
su eto de lite
en t rminos
muy similares a los utili ados para re erir el honor de un mayor
domo. En ocasiones o servamos a algunos peones y mulatos reproduciendo
las mismas ideas de contención y sumisión a los superiores sociales. ero ello
no
implicó necesariamente la asimilación de estas normas de comportamiento.
Estos individuos sa an muy ien lo ue las autoridades uer an escuchar y
procura an o tener el avor udicial a trav s de este medio.
La representación o icial de honor, undada en una tica de la civilidad, ha ló
de la ra ón y del uicio , aludiendo a algunos de los vectores del pensamiento
ilustrado. ste re asó el m ito administrativo de las as llamadas Re ormas
Bor ónicas. Las ideas ilustradas
contemplaron una ideolog a de comportamien
to ue intentó ser aplicada por algunos de sus agentes en el Santiago del siglo
xvm. Ciertos letrados
ue interven an en los procesos udiciales asumieron
una aceta de agentes culturales del modelo de comportamiento civil-ilustrado
en la po lación chilena. La usticia se mostró en una dimensión pedagógica,
como di usora detica de la contención y sumisión a la autoridad, utili
una

ando nomenclaturas y universos sem nticos ue procura an ser sociali ados.


Esto explicó ue los actores insertos en la administración udicial, como
escri anos y a ogados, pre iriesen los mecanismos institucionales para restau-
rar su honor. Dentro de estos
grupos la vengan a privada perd a legitimidad
y los es uer os del Estado por monopoli ar la violencia en sus es eras ten an
resultados positivos. Si ien las lites hicieron uso del modelo de la civilidad
en sus con lictos con sus pares, no ocurrió lo mismo cuando castigaron las

deso ediencias y altas de respeto de sus su ordinados. La violencia como

castigo segu a plante ndose orma cruel y desmedida.


en

Los grupos sociales es o ados no se mani estaron como universos r gidos


de ronteras impermea les. Si ien se plantea an coincidencias entre el estatus
y los comportamientos de honor, algunos actores eran di cilmente encasilla les
en t rminos estamentales y pod an circular entre diversos estratos. Al interior
de estos grupos exist an hom res y mu eres ue acced an a diversos hori ontes
de honor. As , por e emplo, se o servó ue mu eres de lite o espa olas po res
apela an a los undamentos del honor de los or genes reivindicando su calidad
y su
precedencia con el tratamiento de do a . Tam i n las vimos, unto a
sus dom sticos , protagoni ando vengan as colectivas del honor amiliar. Si
ien la virtud sexual
era
re uisito central para ue ellas accedieran a la honra,
las mu eres tam i n hac an uso de los privilegios heredados ue unda an el
honor de los or genes y manipula an tanto las categor as del honor o icial como
las del honor como reputación.
La virtud sexual emenina opera a con distintas lógicas al interior de
cada una de las representaciones de honor. Dentro del honor de los or genes, ella
unda a el capital heredado -la legitimidad
ilegitimidad- con el ue todas las
o

mu eres y hom res llega an al mundo. or el contrario, al interior del honor


agonal, la sexualidad emenina no actua a como elemento esta le e innego
cia le, sino m s ien opera a como atri uto intercam ia le su eto a competen
cias varoniles. El antasma del cornudo , ue siempre ronda a los temores
varoniles, sirvió para ilustrar cómo la virtud de la esposa o de la enamorada

pod a ser vulnerada, re uisando al mismo tiempo cuotas de la virilidad del


esposo o amante. or otra parte, el honor como reputación circunscri ió el honor
emenino a la contención de la sexualidad, undando el cr dito mu eril. Esto
se
reprodu o dentro del honor
o icial, en el ue la virtud sexual estuvo unida
estrat gicamente a la
religiosidad emenina.
u eres y hom res ueron o etos o su etos de honor seg n las circunstan
cias sociales, tnicas y la orales ue los caracteri aron. Dependiendo de sus
coordenadas identitarias, de los escenarios sociales y de sus o etivos espec
icos, apelaron a una u otra de las representaciones de honor ue circularon
en el
per odo. Ellos ueron, por tanto, capaces de dise ar estrategias ue les
permitieron acceder a sus o etivos anhelados, instrumentali ando h ilmente
los distintos registros de honor.
La ciudad de Santiago durante el siglo xvm
prestó sus calles, pulper as
y odegones para las validaciones y recha os sociales de las demandas indi
viduales y colectivas de honor. La ciudad no sólo ue escenario de las ri as,
los gestos rituali ados de respeto y los rumores
ue ha laron de reputaciones
a enas.Ella ue un agente ue propició los encuentros y desencuentros, as
como la circulación de las distintas representaciones de honor. Honores ue
asumieron diversos rostros, pero ue siempre uscaron ser rati icados por los
dem s. Sólo as era
posi le acceder a la posición de privilegio ue se reco
noc a socialmente como situación de honor. inalmente, ser a la progresiva
sinonimia entre honor y reputación la ue permitir a la masi icación de la
versión exclusivista y aristocrati ante de honor y la ue, en consecuencia,
ha ilitar a al sastre Diego Esco ar a a irmar en
soy un
po re artesano,
pero tengo honor .

ANHRA, vol. , pie a , . v, .


Anexos
Ta la N
LUGARES DONDE SUCEDIERON LOS E ISODIOS
DE IN URIAS, CALU NIAS, HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS.
SANTIAGO -

uicios por in urias y calumnias

Lugar roceso

Cerca de las puertas de la c rcel ANHRA, vol. , p a. ,


Es uina de la ca ada ue hace es uina con ANHRA, vol. , p a. ,
la casa del capit n elchor Silva

Chacra ue ue del padre natural y chacra de ANHRA, vol. , p a. ,


los yel es
En la tienda de edro de Tordesillas, cerca del ANHRA, vol. , p a. ,
eater o de Santa Rosa

En la tienda de don Alonso de rado y Co- ANHRA, vol. , p a. y ,


varru ias, posi lemente en la calle de la er
ced arri a, o sus cercan as

En la calle de Santo Domingo, en la es uina ANHRA, vol. , p a. ,


de la casa de Cort s

En la casa de do a Euse ia Villanueva, en la ANHRA, vol. , p a. ,


calle de San Isidro

En lapulper a de acinta erryera, y en la es- ANHCG, vol. , . ,


uina de la pla a cerca de la c rcel
Desde la calle de las on as Claras a la casa ANHCG, vol. , . - ,
de don Gerónimo de Herrera

En la ter ena o
estan uillo del real estanco de ANHCG, vol. , . ,
ta acos, en la es uina del mar u s de on
tep o
En la calle de la iglesia de la erced para arri- ANHCG, vol. , . ,
a

En las cercan as del molino de las canteras ANHCG, vol. , . l- v.,


En la calle vie a de San Diego ANHCG, vol. , . ,
En el cuarto de los a ogados, en el pat o de ANHCG, vol. , . - ,
la Real Audiencia

unto a la calle del Rey, uera de la tienda de ANHCG, vol. , . - ,


don anuel Vidal

En la puerta de la tienda de don Ignacio ran- ANHCG, vol. , . ,


cisco de il n, rente al odegón de anuel
ern nde , en la calle de las atadas
En el aratillo de la pla a de la ciudad ANHCG, vol. , . - ,
uicios por in urias y calumnias

Lugar roceso

En una chacra en la ca adilla, ue llaman el ANHCG, vol. , . - ,


molino

En la puerta de la tienda de don anuel Ulloa, ANHRA, vol. , p a. ,


en el aratillo

En el camino entre las tapias del molino ue ANHCG, vol. , . - ,


ue del noviciado de la Compa a de es s,
y la casa de do a ose a Garc a, en
parte p
lica de la Ca ada

En la es uina de una casa en la tra a de la ciu ANHCG, vol. , . ,


dad

A las a ueras del monasterio de mon as de la ANHCG, vol. , . - ,


ur sima Concepción
En el estudio de del Trigo y León, en la Real ANHCG, vol. , . ,
Audiencia
En la pla a p lica de la ciudad ANHCG, vol. , . - ,
En las canchas de ochas, unto al r o ANHCG, vol. , . ,
En una carrera de ca allos en las lomas, a una ANHCG, vol. , . ,
legua de la ciudad
uera de la casa de los involucrados, por la ANHCG, vol. , . ,
calle de la Ca ada

En una chacra en el salto de agua ANHCG, vol. , . - ,


En un
odegón y casa ue linda an, en la Ca ANHRA, vol. , p a. , .
ada

En una carrera de ca allos en las lomas ANHRA, vol. , p a. ,


En la calle del Rey, rente a la hacienda de ANHCG, vol. , . ,
Larra n

En la puerta grande de la pla a de A asto ANHRA, vol. , p a. ,


Calle de a o de las mon as Agustinas ANHRA, vol. , p a. ,
En los arrios de la Chim a ANHRA, vol. , p a. ,
En los alrededores de la pla a ANHCG, vol. , . ,
En la o icina de correos ANHCG, vol. , . - v,
En la calle de las mon as Agustinas a a o ANHRA, vol. , p a. ,
En el os ue de la alameda vie a ANHRA, vol. , p a. ,
En la de trucos y villar ue arrienda don
casa ANHRA, vol. , p a. ,
rancisco Este an de Olivera al pie del puen
te

La calle de San Diego ANHRA, vol. , p a. ,


uicios por in urias y calumnias

Lugar roceso

En las inmediaciones de los ta amares de la ANHRA, vol. , p a. ,


ciudad

En la cercan a de lacasa o celda de la co ra ANHCG, vol. , . ,


d a de Nuestra Se ora de Bel n y las Nieves

En la calle de San Diego Vie o ANHRA, vol. , p a. ,


En la ca ada de la ciudad ANHRA, vol. , p a. ,

uicios por heridas, lesiones y homicidios

Lugar roceso

Cerca del molino de los padres de la Com ANHRA, vol. , p a. ,


pa a.
Saliendo de Santiago, camino hac ala otra an ANHRA, vol. , p a. y vol. ,
da del aipo p a. ,
ara a ao de la ciudad en el t rmino de la ANHRA, vol. , p a. , -
trasadiella en la es uina de la vi a de Diego
Grandón

En una casa, en la calle de las mon as Agus ANHRA, vol. , p a. ,


tinas

Detr s del colegio de San iguel ANHRA, vol. , p a. ,


Una pulper a viniendo por la Ca ada ANHRA, vol. , p a. , -

En los hornos de la oller a o sus cercan as ANHRA, vol. , p a. ,


En la c rcel p lica ANHRA, vol. , p a. ,
En la es uina ue llaman de A airua, o A ai- ANHRA, vol. , p a. ,
tua, yendo como para San a lo
En la es uina del eater o de la gloriosa San ANHCG, vol. , . - v,
ta Rosa

En la toma del r o de la ace uia ue da agua ANHCG, vol. , . - v,


a la ciudad

En la Ca ada, a uera del odegón de don e ANHRA, vol. , p a. y vol. ,


dro oitiers p a. ,
En la ace uia de la Ca ada ANHRA, vol. , p a. ,
En la Ca ada ANHCG, vol. , . - v,
A mitad de cuadra de la calle de la Compa ANHRA, vol. , p a. ,
a, de la pla a hasta la pla uela
En la pla a mayor de la ciudad ANHCG, vol. , . - v,
uicios por heridas, lesiones y homicidios

Lugar roceso

Ba o del portal del Conde ANHRA, vol. , p a. ,


En la cancha para ugar a las olas de uan ANHRA, vol. , p a. ,
de Dios Garay

En el cuartel de Dragones ANHCG, vol. , . - ,


En la puerta del cuartel de Dragones ANHCG, vol. , . - ,
En la ca ada arri a, en cuartos de las casas ANHRA, vol. , p a. ,
de la Oller a

or el camino ue hace de la Chim a para ANHCG, vol. , . - v,


arri a poco antes de entrar a la ciudad
En la pila de la pla a mayor ANHRA, vol. , p a. ,
En la Ca ada arri a del Carmen ANHRA, vol. , p a. ,
En la es uina de San acinto, calle a a o de ANHRA, vol. , p a. ,
la Compa a
or la calle San a lo, camino al hospital San ANHCG, vol. , . - v,
uan de Dios

En el otro lado del r o unto a la Recoleta de ANHCG, vol. , . - v,


los . . de el Se or San rancisco las cruces

ue llaman de la recoleta
Cuadra de a o de Santa Ana ANHRA, vol. , p a. ,
A a o del colegio del arc ngel San iguel ANHCG, vol. , . - ,
En la calle de las Capuchinas ANHRA, vol. , p a. ,
En la calle vie a de San
Diego ANHRA, vol. , p a. , -

En los ca ones de la ciudad ANHRA, vol. , p a. ,


En las puertas del edi icio de la Real Audien- ANHCG, vol. , . - v,

En el arrio de San Isidro, lugar ue perte ANHRA, vol. , p a. ,


nece al cuartel de la ciudad

En una
pulper a de la calle la erced ANHRA, vol. , p a. , -
En la calle de la puerta de la guardia de a ANHCG, vol. , . - ,
lacio yca as reales
En las cercan as de San a lo ANHCG, vol. , . - ,
En la calle a ao de Santo Domingo, en la ca ANHRA, vol. , p a. , -
sa o rancho de Nieves Rodr gue
En la calle a ao del monasterio de Rosas ANHRA, vol. , p a. ,
En la calle arri a de Santo Domingo ANHRA, vol. , p a. ,
En el arrio de la Ca ada ANHRA, vol. , p a. ,
uicios por heridas, lesiones y homicidios

Lugar roceso

Entre las rancher as


ue llaman etorca ANHRA, vol. , p a. ,
En la calle a uera de las atadas y lugar nom ANHRA, vol. , p a. ,
rado la ampilla

ulper a de Andrea Chocolina, rente de San ANHRA, vol. , p a. ,


a lo donde llaman etorca
En la calle a ao de las ANHRA, vol. , p a. , -
mon as Agustinas
En el arrio de la calle de San Isidro ANHRA, vol. , as. y , -

En la pulper a de las Chocolinas, rente de San ANHRA, vol. , p a. ,


a lo donde llaman etorca

Del otro lado de la Ca ada ANHRA, vol. , p a. ,


En la calle de Teat nos, inmediata a la oneda ANHRA, vol. , p a. ,
nueva
y de all regres ndose por la calle de la
Ceni a como ue su destino era para a a o de
San iguel
En la calle de San Diego Vie o, a una o dos ANHRA, vol. , p a. ,
cuadras de la Ca ada para adentro
En la calle de la Recoleta, cercana a la Reco ANHRA, vol. , p a. , -
leta ranciscana

La calle a uera de San rancisco ANHRA, vol. , p a. ,


En la calle San Diego Nueva ANHRA, vol. , p a. ,
En la alameda vie a de arri a de la Ca ada. ANHRA, vol. , p a. , .

En la almilla ANHRA, vol. , p a. ,


En la calle a ao del monasterio de las Agus ANHRA, vol. , p a. ,
tinas

En un rancho cerca del r o, a la altura de la ANHRA, vol. , p a. , -


calle San a lo, en una de las calles ue la
atraviesan

En una casa en el asural, unto al puente. Cer ANHRA, vol. , p a. ,


ca del cuartel de Dragones
En la calle de la Santa Recolección rancis ANHRA, vol. , p a. ,
cana

En una calle en la ca adilla de la ciudad. ANHRA, vol. , p a. ,


En la guardia de palacio ANHRA, vol. , p a. ,
En la Alameda y en la canter a del r o, r o a a ANHRA, vol. , p a. ,
o del puente
En un solar de la calle del colegio de San Agus ANHRA vol. , p a. ,
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OR IN URIAS Y CALU NIAS,
SANTIAGO -

Tipo de in uria Especi icación Causa


de la in uria
Conducta Borracha ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Borracho ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Desvergon ado ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Borracha ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta icarón ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Borracho ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Borracha ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Borracho ANHCG, vol. , . l- v,
Conducta Borracho ANHCG, vol , ,
Conducta Ha ladora ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Atrevido ANHCG, vol. , . - ,
Conducta icaro ANHCG, vol. , . - ,
Conducta Desvergon ado ANHCG, vol. , . - ,
Conducta icaro ANHCG, vol. , ,
Conducta Canalla ANHCG, vol. , . - ,
Conducta Atrevido ANHCG, vol. , . - ,
Conducta Desvergon ado ANHCG, vol. , . - ,
Conducta Desvergon ada ANHCG, vol. , . ,
Conducta Atrevido ANHCG, vol. , ,
Conducta Gran ladrón ANHRA. vol. , p a. ,
Conducta icaro ANHRA. vol. , p a. ,
Conducta raudulento ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta icaro ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Atrevido ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Enredista ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Revoltoso ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta er uro ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Borracho ANHCG, vol. , - ,
Conducta Ladrón ANHCG. vol. , ,
Conducta erdulario ANHRA, vol , p a. ,
Tipo de in uria Especi icación Causa
DE la in uria
Conducta icaro ANHCG, vol. , ,
Conducta Ladrón ANHCG, vol. , ,
Conducta Ladrón ANHRA, vol p a. ,
Conducta icaro ANHCG, vol. ,
Conducta Domingue o ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Borracho ANHRA, vol , p a. ,
Conducta Borracho ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta icaro ANHCG, vol. , ,
Conducta Ladrón ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Canalla ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta ugador ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Ladrona ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Usurera ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta icaro ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Su eto d scolo de malai ANHRA, vol , p a. ,
versación

Conducta raudulento ANHRA, vol , p a. ,


Conducta ró ugo ANHRA, vol , p a. ,
Conducta Domingue o ANHRA, vol. , p a. ,
Conducta Domingue o ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual Cornudo ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual Ca rón ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual uta ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual Amance ada ANHRA, vol. , p a. ,

Sexual orra ANHRA, vol. , p a. ,


Sexual Amance ado ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual orro ANHRA, vol. , p a. ,

Sexual Ad ltera ANHRA. vol. , p a. ,

Sexual Cornudo ANHRA, vol. , p a. ,


Sexual uta ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual Cornudo ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual Ca rón ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual erra ANHRA, vol. , p a. ,

Sexual Cornudo ANHCG, vol. , . l- v,


Tipo de in uria Especi icación Causa
DE LA IN URIA
Sexual uta ANHCG, vol , ,
Sexual Ca rón ANHCG, vol , ,
Sexual Ca rón ANHCG, vol. , - ,
Sexual uta ANHCG, vol. , ,
Sexual Ad ltera ANHCG, vol. , ,
Sexual Hi o de puta ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual Ca rón ANHCG, vol. , . ,
Sexual Ramera p lica y escan ANHCG, vol. , ,
dalosa

Sexual erra ANHCG, vol. , ,


Sexual uta ANHCG, vol. , ,
Sexual Ramera ANHRA, vol , p a. ,
Sexual erra ANHRA, vol , p a. ,
Sexual uta ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual uta ANHCG. vol. , ,
Sexual erra ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual Hi o de una tal ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual uta ANHRA. vol. , p a. ,
Sexual Amance ada ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual uta ANHRA, vol. , p a. .

Sexual uta ANHRA, vol. p a. ,


Sexual Hi os de tal ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual erra arrastrada ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual Grand sima puta ANHRA, vol. , p a. ,
Sexual erra ANHRA, vol. , p a. ,
Or genes socio -racial ulata ANHRA. vol. , p a. ,
Or genes socio -racial So rino de un a otado ANHRA, vol. , p a. ,
Or genes socio -racial Indio ANHRA, vol. , p a. ,
Or genes socio -racial am o o mulato ANHRA, vol. , p a. ,
Or genes socio -racial ulata ANHRA, vol. , p a. ,
Or genes socio-racial Chola ANHCG, vol. , ,
Or genes socio -racial ulato ANHCG, vol. ,
Or genes socio-racial ue conoce a su padre ue ANHCG, vol. ,
es un mulato panadero
Or genes socio-racial ulato ANHCG, vol. , . - ,
Tipo de in uria Especi icación Causa
DE LA IN URIA

Or genes socio-racial ulato ANHRA, vol. , p a. ,


Or genes socio-racial Huacho ANHRA, vol. , p a. ,
Or genes socio-racial ulato ANHCG, vol. , . - v,

Or genes socio-racial ulato ANHCG, vol. , . - ,

Or genes socio-racial am o ANHCG, vol. , . - ,

Or genes socio-racial Cholo ANHCG, vol. , ,

Or genes socio-racial Cholo ANHCG, vol. , - ,

Or genes socio-racial ulata ANHRA, vol , p a. ,

Or genes socio-racial ulata ANHRA, vol , p a. ,

Or genes socio-racial Huacho ANHRA, vol. , p a. ,


Or genes socio-racial ulato ANHCG. vol. , ,

Or genes socio-racial am o ANHRA, vol , p a. ,


Or genes socio-racial India ANHRA, vol. , p a. ,
ulata ANHRA, vol. , p a. ,
Or genes socio-racial
Or genes socio-racial am a ANHRA, vol. , p a. ,
Chola ANHRA, vol. , p a. .
Or genes socio-racial
Or genes socio-racial am o ANHRA, vol. , p a. ,

Or genes socio-racial Huachos ANHRA, vol. , p a. ,

Or genes socio-racial esti a ANHRA, vol. , p a. ,

Or genes socio-racial ulato ANHRA, vol. , p a. ,


Otros oreteada ANHRA, vol. , p a. ,

Otros Culonegro ANHRA, vol. , p a. ,


Otros Alcahueta ANHRA, vol. , p a. ,

Otros ono ANHRA, vol. , p a. ,


Otros erro ANHRA, vol. , p a. ,

Otros ulona ANHRA, vol. , p a. ,


Otros Indigno ANHCG, vol. , . - ,
Otros erro ANHCG, vol. , . - ,
Otros erro ANHCG, vol. , . - v,

Otros erro ANHCG, vol. , ,


Otros Saramullo ANHCG, vol. , . ,
Otros erro ANHCG, vol. , . ,
Otros erro ANHCG, vol. , - ,
Otros erro ANHRA, vol. , p a. ,
Tipo de in uria Especi icación Causa
de la in uria
Otros Bru a ANHRA, vol , p a. ,
Otros erro ANHRA, vol. , p a. ,
Otros Indigno ANHRA, vol. , p a. ,
Otros apatero ANHCG, vol. , . ,
Otros Indigna e
indigno ANHRA, vol. , p a. ,
Otros Hi o de un apatero o u ANHCG, vol. , . ,
rrador

Otros Gallego cocinero ANHRA, vol .


, p a. ,
Otros Vie o ANHRA, vol .
, p a. ,
Otros Vie a ANHRA, vol , p a. ,
Otros Alcahueta ANHRA, vol , p a. ,
Otros erro ANHRA, vol , p a. ,
Otros igura cenicero ANHRA, vol. .
, p a. ,
Otros ala lengua ANHRA, vol. , p a. ,
Otros Gallego privadero ANHRA, vol. , p a. ,
Otros Arrastrado ANHRA, vol. , p a. ,
Otros Indigno ANHRA, vol. , p a. ,
Otros Al uilona ANHRA, vol. , p a. ,
Otros erro ANHRA, vol. , p a. ,
Otros Saramullo ANHRA, vol. , p a. ,
A la uer a sica Si era
capa de hac rse ANHCG, vol. , - ,
lo ueno
A la uer a sica ue si era el due o de ANHRA, vol. , p a. ,
la calle
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Registro N
USO DE AR AS BLANCAS EN UICIOS
OR HERIDAS, LESIONES Y HO ICIDIOS,
SANTIAGO, -

Tomas uiero, indio. Criminal en su contra por homicidio, Santiago, , ANHRA


vol ie a , s. , .

ernando Villalo os. Criminal en su contra por lesiones, Santiago, , ANHRA vol

,p a , .

Contra uan Antonio Vilches y otros por heridas ue in irieron a rancisco Cisternas,
Santiago, - , ANHRA vol. ,p a , . .

Criminal contra Agust n lvare por heridas, Santiago, , ANHRA vol. ,p a


, , v.
rancisco avier Herrera. Criminal en su contra por lesiones, Santiago, , ANHRA
vol. , p a , s. v, , v.

Contra Nicol s Gon le , alias el icarón, por ladrón, raptor y desertor, Santiago,
, ANHCG. vol. , v.

Contra Domingo Carrasco indio so re el homicidio de Antonio Gallardo indio ,


Santiago, , ANHRA vol. ,p a , . v.

Sumario contra uli n Toro, por el homicidio de edro uregui, Santiago, ,


ANHCG vol. , s. , .
Criminal contra edro Berr os por homicidio de Bernardo Saravia, Santiago, ,
ANHRA vol. ,p a , . v.
Contra edro Carrera por el homicidio de Vicente aestres, Santiago, , ANHRA
vol. ,p a , .
ateo Varas. Criminal en su contra por heridas, Santiago, , ANHRA vol ,
p a , .
Euse io art ne . Criminal en su contra por lesiones, Santiago, , ANHRA vol.
. p a , . v.
ar a Santi e S nche . Criminal en su contra por el homicidio de edro an u-
le .
Santiago, , ANHRA vol , p a , . lv.
Criminal contra Vicente Salas, por heridas, Santiago, , ANHCG vol. , s. -
.
rancisco avier Y ne . Criminal en su contra, por homicidio de edro Guevara,
, ANHRA vol ,p a , .
Santiago,
Antonio Laredo. Criminal en su contra por ro o y lesiones, Santiago, , ANHRA
vol. ,p a , . .

Criminal contra uan Ch ve por heridas a


elipe S rraga, Santiago, , ANHRA
vol. , p a , s. v, v.
ascual eledón. uicio por heridas Dionisio Bae ,
Luis a artu, corregidor, con a

, ANHCG vol , . .
Santiago,
Irarr aval, Tom s. ulato. Criminal en su contra por la comisión de varios delitos,
Santiago, , ANHRA vol. , p a. , .
Criminal contra Bernardo Cerda por lesiones, Santiago, , ANHRA vol. ,p a
, .
artina i arro contra iguel A ocar por lesiones a unos menores, Santiago, ,
ANHRA vol ,p a , v.
Tom s Hurtado. Criminal en su contra por heridas a anuel Espina, Santiago, ,
ANHRA vol. , p a. , s. , .
Criminal contra uan Claveros por lesiones a ar a del Tr nsito Osorio, Santiago,
, ANHRA, vol.
,p a , v.
Contra Gregorio Cordero, por heridas, Santiago, , ANHCG vol. ,
uan Ugalde. Criminal en su contra por cuchillero y otros delitos, Santiago, ,
ANHRA vol ,p a , . .

Góme . Criminal contra por heridas al capit n ro oste del Reino os


os en su

Alderete, Santiago, , ANHRA vol. , p a , s. , .

anuel Lo o. Criminal en su contra


por ro o y lesiones, Santiago, , ANHRA
vol. ,p a , . .
Contra Carlos Astudillo por homicidio de Bartola Ur uisar, Santiago, , ANHRA
vol. ,p a , . .
Vicente ue ada, criminal en su contra por lesiones, Santiago, , ANHRA vol
, ie a , v.

Este an uentes contra art n Uri ar. Causa por unas heridas ue este le dio, Santia
go, , ANHCG vol. , .

rancisco Orti . Criminal en su contra por lesiones a


Agust n Villanueva, Santiago,
, ANHRA vol. ,p a , . v.
Tom s ar as. Criminal en su contra por lesiones a os Estay, Santiago, , AN
HRA vol. , p a. , . .

os Valen uela. Criminal en su contra por lesiones, Santiago, , ANHRA ,


p a , . v.

anuel Soto orales. Criminal en su contra por pendencia, Santiago, , ANHRA


vol ,p a , .

Andr s Olgu n. Criminal en su contra por lesiones, Santiago, , ANHRA vol.


,p a , .

os Santos Uri e, Alias el Negrito Chanchero , Criminal en su contra por homicidio


de Loren o eralta, Santiago, , ANHRA vol ,p a , . .
Contra os ercedes Chaparro por homicidio de avier esoa, Santiago, - ,
ANHRA vol. ,p a , v.

por el homicidio de desconocida, Santiago, , ANHRA


Contra uan Acevedo una

vol. ,p a , v.

Criminal contra Adri n Aguirre por homicidio de os ateluna, Santiago , ANHRA


vol. , p a , s. - , .
Carrasco por heridas, Santiago, , ANHRA vol. ,
Criminal contra Ignacio
p a , vta.
edro Lara. Criminal , ANHRA vol.
en su contra
por ro o y lesiones, Santiago,
,p a , v.

Ignacio Rodr gue . Criminal en su contra por heridas, Santiago, , ANHRA vol
,p a , . .
Contra Santos Alvear por homicidio la persona de art n im ne ,
ue perpetró en

Santiago, , ANHRA vol. ,p a , , v.


Carmen Gon le y Ayala. uerella contra os re por lesiones, Santiago, ,
ANHRA vol. , p a. , . v.
Contra rancisco Dom ngue por los asesinatos de art n Gon le y de Bernardo
Ar valo, Santiago, - , ANHRA vol. ,p a , .

anuel re Criminal en su contra por heridas a os Antonio D a y ascuala Cha-


ve , Santiago, , ANHRA vol. ,p a , .

Criminal contra el mulato os Castillo por heridas a


uan art ne , Santiago, ,
ANHRA vol. ,p a , . v.
anuel esa. Criminal en su contra por lesiones a ar a Olmedo, Santiago .
ANHRA vol. p a. , v.
Antonio olina. Criminal en su contra, la de anuel Acosta y os Castillo por ho
micidio de os Castro, artido de u oa, , ANHRA vol. . p a. , v.

Contra os ar a Aravena por lesiones a su


patrón edro Vera, Santiago, , AN
HRA vol. ,p a , v.

uan Antonio Navarro. Verdugo de la ciudad de Santiago. Criminal en su contra por

heridas a rancisco S nche , Santiago, , ANHRA vol. ,p a , v.

Criminal contra uan os Castillo por homicidio de arcelo Carmona, Santiago,


, ANHRA vol. ,p a , .
edro Elguea. roceso por las heridas ue in irió a arcos Amaya, ago de uilicura,
, ANHRA vol. ,p a , s. , .

Criminal contra Este an Vega, Santiago, , ANHRA, vol. ,p a , v.

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Vol. II Discursos de os anuel Balmaceda. Iconogra a, recopilación de Ra ael Sagredo B.

y Eduardo Dev s V. Santiago, , p gs. .


Vol. m Discursos de os anuel Balmaceda. Iconogra a, recopilación de Ra ael Sagredo
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y estudio cr tico de Sergio Gre T. Santiago, , p gs. .
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Vol. xvi
Epistolario de edro Cerda - , recopilación y notas Leónidas
Aguirre
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Vol. xvn
Leyes Chile Amnist as, indultos y reparaciones
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copilación e interpretación Brian Loveman y Eli a eth lira Santiago, , p gs. .

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interpretación Brian Loveman y Eli a eth Lira Santiago, p gs. . ,
Vol. xx Una lor ue renace
auto iogra a de una dirigente mapuche, Rosa Isolde Reu ue ai-
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Vol. xxiv emorias de orge Beauche iogra a y estudio preliminar atric uigmal
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vol. xxviii Epistolario de iguel Gallo Goyonechea - , selección y notas ilar
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Vol. xxix voces rompen el silencio. Testimonios de ex presas y presos pol ticos de la dictadura
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Vol. xxxv
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pala ras, recopilación de Al onso Calderón S. y
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egers B., prólogo de Al onso Calderón S. Santiago, , p gs. .
Vol. x Eduardo
Anguita. ginas de la memoria, prólogo de Al onso Calderón S. y reco
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Vol Rodrigo S nche R. y auricio assone ., La Cultura Aconcagua


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Colección de Documentos del ol lore

Vol. i
Aun ue soy literaria. Rosa Araneda en la poes a popular del siglo xix,
no
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Vol. n or historia y travesura. La Lira
opular del poeta uan Bautista eralta, compilación
y estudio icaela Navarrete A. y Tom s
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Vol. m Los dia los son los mortales. La o ra del poeta popular Daniel eneses,
compilación
y estudios icaela Navarrete A. y Daniel alma A. Santiago, , p gs. .
Vol. iv Si a tanta altura te su es. Contrapunto entre los poetas populares Nicasio Garr a
y
Adol o Reyes, compilación y estudios icaela Navarrete A. y aren Donoso .
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Colección Ensayos y Estudios

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Vol. rv Donald ac son S., Los instrumentos Uticos de los primeros ca adores de Tierra del
uego - Santiago, , p gs. .
Vol. v Bernard Lavall y rancine Agard-Lavalle, Del Garona al
apocho emigrantes,
comerciantes y via eros de Burdeos a Chile.
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Vol. vi orge Ro as lores, Los oy scouts en Chile - Santiago, , p gs. .
Vol. vn Germ n Colmenares, Las convenciones contra la cultura. Ensayos so re la historiogra a
hispanoamericana del siglo xix Santiago, , p gs. .
Vol. vm arcello Carmagnani, El salariado minero en Chile colonial su desarrollo en una
sociedad provincial el Norte Chico - Santiago, , p gs. .
Vol. ix Horacio apater, Am rica Latina. Ensayos de Etnohistoria Santiago, ,
p gs. .
Se terminó de imprimir esta primera edición,
de uinientos e emplares, en el mes de mayo de
en Al a eta Artes Gr icas, Carmen ,
Santiago de Chile
srgTg
En la Colección Sociedad y Cultura
tienen ca ida tra a os de investi

gación relacionados con el huma


nismo y las ciencias sociales. Su

o etivo principal es promover la


investigación en las reas men
cionadas y acilitar su conocimiento.
Recoge monogra as de autores
nacionales y extran eros so re
la historia de Chile o so re alg n
aspecto de la realidad nacional
o e-to de estudio de alguna ciencia
humanista o social.
A trav s de esta Colección la
Dirección de Bi liotecas, Archi
vos y useos no solo se vincula
y dialoga con el mundo intelec
tual y el de los investigadores, sino,
adem s, contri uye a acrecentar y
di undir el patrimonio cultural de
la nación gracias a los tra a os de
investigación en ella contenidos.
Soy un po re artesano, pero tengo honor . Estas pala ras
es o adas por el artesano Diego Esco ar en se unda an

en los lances ue ha a su rido el honor a lo largo de la ltima


centuria colonial. El honor ha a de ado de ser un código
cultural monol tico y patrimonio exclusivo de las lites para
prestar sus representaciones polis micas a su etos de los m s
variados sociales. Al anali ar cómo
lugares odegoneros,
pulperas, militares de a o rango, peones y sirvientes or
aron nociones de honor de un nuevo contenido, este li ro
indaga las din micas de circulación y las posi ilidades de
negociación de los actores sociales respecto de las normas
culturales al interior de las sociedades coloniales.
Los diversos rostros del honor y los usos ue de ellos
hac an las mu eres y los hom res del siglo xvm introducen
al lector en un mundo am ivalente y cam iante, donde los
dis races de las apariencias i an acompa ados por estrate
gias de movilidad y donde las expectativas del Estado or
ónico se encontra an con pr cticas tradicionales, como
las vengan as a primera sangre . Es en esos contextos ue
el honor se constitu a en una
poderosa herramienta de las
negociaciones intersociales a la hora de en ati ar o re ren
dar erar u as, de de inir un matrimonio o de landir un

cuchillo.

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