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9.

Función resarcitoria del derecho


de daños
Nociones introductorias sobre las funciones del derecho de
daños
La doctrina que aquí seguimos distingue –al menos- tres funciones del derecho de daños: la
prevención, la reparación y la punición.
Se ha postulado que, además de las funciones de prevención, reparación y punición, el derecho de
daños registraría una función de demarcación (delimitación de fronteras entre los ámbitos en que
existe libertad de actuación y aquellos otros en los que ella se encuentra limitada en pos de la
protección de determinados bienes e intereses), una función de minimización de los costos
sociales (mediante la reducción de la cantidad y gravedad de los accidentes, el empleo de
mecanismos de "socialización" de los daños —como el seguro o los fondos de garantía- y la
reducción de los costos administrativos) y una función admonitoria que consistiría en "amonestar"
al responsable, quien, teniendo en cuenta ese efecto, procuraría evitar el hecho dañoso. Como
puede verse, estas llamadas “funciones” no corresponden específicamente al derecho de daños,
pues otras ramas del derecho también cumplen con ellas.
La primera situación, referida a los objetivos generales del ordenamiento jurídico considerado en
su conjunto, se da con la llamada función de "demarcación", pues la delimitación entre el ámbito
de lo lícito y lo ilícito es connatural al concepto mismo de derecho y a la estructura de las normas
jurídicas, dicho de otro modo gran parte del derecho implica separar lo licito de lo ilícito, con lo
cual no es exclusiva del derecho de daños. En cuanto a la supuesta "función admonitoria",
parecería identificarse con el efecto psicológico que para el responsable tiene la imposición de la
obligación de reparar. Sin embargo, desde esa óptica la cuestión quedaría subsumida en la función
preventiva. Si, en cambio, se pretende relacionar a la pretendida función "admonitoria" con los
"daños punitivos”, es claro que entonces ingresamos en el terreno de la supuesta "función
punitiva". En uno u otro caso, no parece posible sostener la existencia de una "función
admonitoria" distinta de aquellas otras. Tampoco el derecho de daños cumple objetivos tendientes
a maximizar la eficiencia económica, pues dice Picasso “La distribución (o redistribución) de la
riqueza tampoco puede ser una "función" del derecho de daños. Por el contrario, el principio según
el cual la reparación del daño debe ser integral, pero no puede constituir una fuente de lucro para
la víctima.
Existen también autores que, al contrario de lo expuesto, entienden que el derecho de daños sólo
tiene dos funciones: prevención y reparación, excluyendo la función punitiva. Picasso sostiene esta
posición que, por las razones que daremos al tratar la función punitiva, no compartimos.
Las funciones del derecho de daños: discrepancia entre el Anteproyecto y el CCCN.
En relación a las funciones del derecho de daños, el Anteproyecto elaborado por la Comisión de
Reforma establecía expresamente que el sistema tiene tres claras funciones: la resarcitoria, la
preventiva y al punitiva. El Anteproyecto incluía una norma que establecía expresamente las tres
funciones, una resarcitoria, una preventiva y otra punitiva. Esta última estaba titulada en el
proyecto como “sanción pecuniaria disuasiva”. Pero una vez presentado el proyecto ante el Senado
de la Nación, la comisión encargada de analizar la reforma propuesta efectuó una modificación,
limitando las funciones del derecho de daños a dos: preventiva y resarcitoria, descartando la
“sanción pecuniaria disuasiva”.
De tal modo, el CCCN no refleja la opción legislativa del Anteproyecto y ha establecido que las
funciones de la responsabilidad civil son la prevención y la reparación.
Dice el nuevo CCCN: “Funciones de la responsabilidad. Las disposiciones de este Título son
aplicables a la prevención del daño y a su reparación”.
El dictamen de la Comisión Bicameral del Congreso de la Nación dice que: "Se elimina el instituto
de la sanción pecuniaria disuasiva del Proyecto, con el fin de que la autoridad de aplicación
mantenga sus potestades, inhibiendo a la autoridad jurisdiccional de resolver estas cuestiones".
Sin perjuicio de ello, podemos decir que el derecho de daños no se limita sólo a la prevención y
reparación, sino que además implica punición. Si bien el CCCN sólo contempla dos funciones, la
función punitiva del derecho de daño tiene reconocimiento legislativo en la Ley de Defensa del
Consumidor 24240 y en la ley general de ambiente.

9.1. La reparación del daño


La reparación del daño consiste en “el cumplimiento de una obligación a cargo del
responsable y a favor del damnificado, que tiene por objeto resarcir el daño injustamente al
acreedor”. En este sentido, la reparación constituye, en una perspectiva netamente jurídica, el
restablecimiento del equilibrio preexistente que fuera alterado por el evento dañoso y el
cumplimiento de la justicia y la equidad.
Al respecto, dice el CCCN:
Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la restitución de la situación
del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en especie . La
víctima puede optar por el reintegro específico, excepto que sea parcial o totalmente imposible,
excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se debe fijar en dinero. En el caso de daños
derivados de la lesión del honor, la intimidad o la identidad personal, el juez puede, a pedido de
parte, ordenar la publicación de la sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del responsable.
En cuanto a los daños indemnizables, el primer párrafo del art. 1738 del CCCN refiere a los daños
patrimoniales que comprenden el daño emergente, el lucro cesante y la pérdida de chance.
Debemos aclarar que la introducción legislativa de la indemnización por la frustración de chances
reviste el carácter de novedad en el ordenamiento jurídico nacional.
El segundo párrafo refiere a los daños a la persona. El daño a la persona configura, en el CCCN, un
ámbito lesivo de honda trascendencia que puede generar perjuicios patrimoniales y no
patrimoniales.
La indemnización comprende la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, el lucro
cesante en el beneficio económico esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención
y la pérdida de chances. Incluye especialmente las consecuencias de la violación de los derechos
personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones
espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida.
Indemnización de las consecuencias no patrimoniales. Está legitimado para reclamar la
indemnización de las consecuencias no patrimoniales el damnificado directo. Si del hecho resulta
su muerte o sufre gran discapacidad también tienen legitimación a título personal, según las
circunstancias, los ascendientes, los descendientes, el cónyuge y quienes convivían con aquél
recibiendo trato familiar ostensible.
La acción sólo se transmite a los sucesores universales del legitimado si es interpuesta por éste.
El monto de la indemnización debe fijarse ponderando las satisfacciones sustitutivas y
compensatorias que pueden procurar las sumas reconocidas.
No se alude al daño moral, sino a “consecuencias no patrimoniales”; de todos modos, en términos
de resarcimiento no existe diferencia conceptual entre ellos.
9.1.1. Reconocimiento legislativo a las funciones del
derecho de daños. Remisión
9.1.2. Función resarcitoria. Definición
La reparación del daño consiste en “el cumplimiento de una obligación a cargo del
responsable y a favor del damnificado, que tiene por objeto resarcir el daño injustamente al
acreedor”, el restablecimiento del equilibrio preexistente que fuera alterado por el evento dañoso,
y el cumplimiento de la justicia y la equidad.
9.1.3. Fundamento y finalidad
La finalidad de la reparación es netamente resarcitoria. Como regla, el daño material o moral
sufrido constituye el límite que no se puede superar, de suerte que no se genere un lucro para la
víctima.
El fundamento del resarcimiento está dado por el principio de justicia que impone dar a cada uno
lo suyo, debiendo restablecer el equilibrio alterado por el perjuicio causado.
9.1.4. Caracteres
En relación a los caracteres, la doctrina distingue si el perjuicio es patrimonial o extrapatrimonial.
En el primer caso, cuando la indemnización intente reparar el daño derivado de la ejecución de un
acto ilícito en sentido estricto, la reparación tiene carácter de obligación autónoma y reconoce su
fuente en el acto ilícito. La reparación se orienta a restablecer el patrimonio al estado anterior en
que se hallaba antes del perjuicio. Cuando la indemnización está referida a los perjuicios derivados
del incumplimiento contractual, hay que distinguir entre el daño compensatorio y el moratorio. El
primero se refiere a la indemnización que debe ser abonada en virtud del incumplimiento de una
obligación en forma definitiva, total e imputable al deudor. La obligación originaria se convierte en
la de pagar daños e intereses. En el segundo caso, la indemnización se debe a raíz del
incumplimiento relativo de la prestación y es acumulable a ésta, cuyo cumplimiento aún es posible
y útil para el acreedor. El cumplimiento tardío produce daños en el patrimonio del acreedor.
Si se trata de un perjuicio extra patrimonial o moral, la reparación se orienta a dar al perjudicado
una satisfacción por el menoscabo sufrido. Por la naturaleza del daño, la reparación será siempre
en dinero o por equivalente, pues resulta –por regla- imposible volver las cosas al estado anterior
para resarcir el daño moral.
Analicemos los caracteres.
Patrimonialidad
La reparación del perjuicio tiene carácter patrimonial, sea que se efectivice pecuniariamente
o en especie.
El carácter subsidiario y la conversión del derecho a la prestación con el derecho a la
indemnización
A diferencia de lo que sucede en la responsabilidad extracontractual, el incumplimiento de una
obligación no sólo da lugar a la reparación del daño causado, sino que también genera el derecho
del acreedor a exigir la ejecución forzada de lo debido.
En doctrina, algunos entienden que tanto el valor de la prestación como los mayores daños forman
una única suma que tiene el carácter de indemnización (tesis de la unidad), otros entienden que el
valor de la prestación no es un daño, sino un sucedáneo de la obligación original, que subsiste pero
con una modificación en su objeto (que se traslada entonces a la aestimatio rei), con lo cual el pago
del mencionado valor se regiría por las reglas del cumplimiento forzado, y no de la responsabilidad
(tesis de la autonomía). En cambio —siempre de acuerdo a esta última postura-, la obligación de
resarcir los mayores daños nace a partir del incumplimiento, y requiere para su configuración de la
reunión de todos los elementos de la responsabilidad civil, entre los que se encuentra,
naturalmente, la prueba del daño.
En el Código Civil y Comercial existe, entonces, un régimen diferenciado para el reclamo del valor
de la prestación, o aestimatio rei (que se rige por las normas del cumplimiento forzado), y el de los
mayores daños sufridos al margen de aquel (id quod interest). Por consiguiente, la acción para
reclamar el valor de la prestación prescribe —al igual que la pretensión de cumplimiento forzado
específico- en el plazo genérico de 5 años del art. 2560, mientras que la dirigida a la indemnización
de los mayores daños se rige por el art. 2561, y prescribe, por ende, a los tres años . Por otra parte,
no es necesario probar haber sufrido un perjuicio para pedir el valor de la prestación, pero sí
cuando el reclamo recae sobre daños adicionales, como el lucro cesante, el daño emergente o el
daño extrapatrimonial (art. 1744). Asimismo, la facultad para morigerar la indemnización otorgada
a los jueces únicamente puede ejercerse respecto de los mayores daños, mas no del valor de la
prestación (pues ello importaría alterar la economía del contrato). También es importante señalar
que, mientras que la obligación de resarcir los daños derivados del incumplimiento es solidaria —o
concurrente, según los casos- (art. 1751), la de pagar la aestimatio rei es simplemente
mancomunada, salvo que se haya pactado la solidaridad (art. 828). Finalmente, en caso de
resolución contractual por incumplimiento el deudor incumplidor debe reparar los daños sufridos
por el acreedor, pero no debe el valor de la prestación, dado que la obligación de cumplirla se ha
extinguido por efecto de la resolución (arts. 1079 y 1080).
Resarcitoria
En principio, la función de la indemnización es meramente resarcitoria y no sancionatoria . En
efecto, el art. 1716 del CCCN pone de manifiesto la unidad de la responsabilidad civil. De esta
forma, el resarcimiento procede cuando no se respeta o viola el principio jurídico del alterum non
laedere, o bien, si se ha incumplido una obligación preexistente, es, conceder un resarcimiento a la
víctima y no castigar al autor de un hecho antijurídico. La función resarcitoria no es sancionatoria.

9.1.5. El principio de reparación de plena. Formulación.


Ventajas e inconvenientes que presenta.
El daño en sentido jurídico, como hecho jurídico idóneo para provocar consecuencias
resarcitorias, es un concepto diferente al del perjuicio material o de orden físico. Entre uno y otro
media una relación de especie a género.
Del mismo modo que no hay plena identificación entre el concepto jurídico de daño y el daño
efectivamente sufrido por el individuo, el resarcimiento jurídico es diferente al quantum
verdaderamente sufrido. El contenido jurídico se determina por medio de la relación de causalidad
adecuada existente entre el hecho generador y el perjuicio, que tiene entre sus funciones la de
determinar hasta dónde llega la obligación resarcitoria, de acuerdo a un régimen predeterminado
de imputación de consecuencias.
En ese sentido, según nuestra ley, el daño imputable al autor de un ilícito es por regla el que se
halla en conexión causal adecuada con ese acto, o sea las consecuencias normales y previsibles de
su acto. Como se puede observar, existe una fuerte vinculación entre el principio de reparación
plena y el régimen predeterminado de imputación de consecuencias consagrado por el CCCN.
En cuanto al principio de la reparación plena o integral del daño y la medida del contenido del
daño, podemos decir que una cosa es determinar la existencia del daño y hasta dónde se extiende,
y otra es medir ese daño a fin de traducirlo en una indemnización. En efecto, una vez determinado
el daño resarcible, el principio de la reparación plena o integral es utilizado a fin de lograr la
razonable equivalencia jurídica entre el daño y la reparación.
El principio de reparación plena e integral es uno de los grandes pilares sobre los que se asienta el
derecho moderno de daños, en la búsqueda de una justa y plena reparación del daño causado. En
esta tarea, se intenta que la víctima sea resarcida en forma plena o integral y, a la vez, asegurar al
responsable que no asumirá una obligación mayor al daño que ha causado.
Cuatro son las reglas que se deben respetar:
a) El daño debe ser fijado al momento de la decisión.
b) La indemnización no debe ser inferior al perjuicio.
c) La apreciación debe ser formulada en concreto.
d) La reparación no debe ser superior al daño sufrido.
El principio de la reparación plena o integral ha sido reconocido como un derecho constitucional
por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Ventajas y desventajas del principio de reparación

Ventajas Desventajas
a) Permite la evaluación en a) Se le atribuye la generación de rigor e
concreto del perjuicio. incertidumbre, ya que se centra en la víctima.
b) Toma en cuenta al Sumado a ello, depende de factores subjetivos como
damnificado en concreto y no a uno en el caso del daño moral. La ausencia de criterios
hipotético. objetivos dificulta la posibilidad de acuerdos
c) Rige el principio de libertad transaccionales.
del juzgador para la valoración y b) Su aplicación indiferenciada a todo tipo de
cuantificación del daño. daños generaría consecuencias inconvenientes.
d) Favorece una dinámica c) Alentaría a las víctimas y a las personas a su
permanente de los métodos de cargo a no retomar sus actividades, aun cuando ello
evaluación del daño. fuese posible y deseable.
e) Ha tenido importancia en los d) Resultaría incompatible con los actuales
países afectados por inflación, a fin imperativos económicos.
de corregir las severas secuelas de e) En ciertos casos es difícilmente compatible con el
este fenómeno económico. seguro.

9.1.6. Limitaciones. Remisión


La reparación plena admite ciertos supuestos de limitación previstos expresamente en el nuevo
CCCN. Asi la limitación se da por razones de equidad o de fuente convencional (art. 1743). En otros
casos, las cláusulas limitativas de responsabilidad se tienen por no escritas, como en la
responsabilidad en el transporte de personas por los daños corporales o muerte (art. 1292), en el
contrato de caja de seguridad (art. 1414), en la responsabilidad del hotelero (art. 1374) y
establecimientos equiparados (art. 1375).
La indemnización del daño nunca es integral, porque no coincide el daño “real” con el “jurídico”. Si
hay algo que pueda ser denominado “real”, comprende muchos aspectos que para el legitimado
del derecho son importantes, pero el sistema jurídico excluye.
En un sistema que unifica la responsabilidad contractual y extracontractual, es necesario regular
claramente la previsibilidad en materia contractual.
El texto del proyecto tiene las siguientes características: a) su ámbito de aplicación son los
contratos, b) Esta es una regla que se aplica cuando las partes negocian el precio y, para fijarlo,
necesitan conocer los riesgos que asumen; cuanto mayor información y seguridad exista en ese
momento, menor será el precio, con claro beneficio para el conjunto de la sociedad. c) Se hace
excepción al caso en que exista dolo, como es tradición. d) No se aplica a los contratos de
consumo.

9.2. Modos de reparar el daño. Reparación


en especie
9.2.1. Distintos sistemas
Existen en nuestra legislación dos sistemas para la reparación del daño: i) la forma específica o
también denominada in natura y ii) por equivalente o en dinero.
La reparación específica en especie o in natura consiste en la ejecución de una obligación
(generalmente de hacer) que tiene por finalidad la de volver las cosas al estado en que se
hallaban antes de producirse el evento dañoso. Para que ello pueda producirse, deberán existir
las posibilidades materiales y jurídicas que lo permitan.
La reparación por equivalente se traduce en la entrega de un equivalente a la víctima
(normalmente pecuniario) con entidad suficiente para la restauración del valor perjudicado. Esta
última forma de reparación es más dúctil y es la que se ha impuesto en la práctica judicial. En
materia de daño moral, el resarcimiento tenderá netamente a la satisfacción de la víctima, es decir,
a la compensación, ya que no puede borrar los perjuicios ocasionados. Es el ejemplo típico de
reparación por equivalente.
9.2.2. La cuestión en el art. 1740 del CCCN
La actual redacción del art. 1740 establece que la reparación plena consiste en la restitución de la
situación del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por “el pago en dinero o en
especie”: por equivalente o in natura.
Luego, la norma otorga facultad a la víctima para que pueda optar por el reintegro específico.
Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la restitución de la situación
del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en especie. La
víctima puede optar por el reintegro específico, excepto que sea parcial o totalmente imposible,
excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se debe fijar en dinero. En el caso de daños
derivados de la lesión del honor, la intimidad o la identidad personal, el juez puede, a pedido de
parte, ordenar la publicación de la sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del responsable.
9.2.3. La reparación en especie o por equivalente no
pecuniario.
El art. 1740, establece la reparación en dinero, otorgando a la víctima la facultad de optar por la
reparación en especie.
Para que proceda la reparación en especie, es necesario:
a) Petición de parte: conforme lo señalado, el damnificado podrá optar libremente por la
reparación en especie.
b) La reparación en especie debe ser posible: para que proceda la reparación en especie, la misma
debe ser posible material y jurídicamente. La posibilidad de reparación debe ser juzgada con
criterio amplio, pero a la vez prudente y ponderando no sólo los aspectos fácticos y
económicos, sino también la razonabilidad respecto del obligado. Dentro de esta posibilidad
debemos distinguir:
i. Daños patrimoniales directos e indirectos: la reparación en especie se aplica, en realidad, a
los daños patrimoniales directos, siempre que dichos daños recaigan en bienes fungibles,
es decir que tienen equivalente de similar calidad. Si bien es opinable, la reparación del
bien deteriorado por el dañador es una modalidad de dicha especie.
En caso de daños patrimoniales indirectos, la reparación in natura no procede. Esto es así
ya que no puede reintegrarse específicamente el bien afectado cuando se lesionan
derechos personalísimos, tales como integridad corporal, honor, intimidad, etc. Ni
tampoco el daño indirecto en su segunda aserción, esto es, cuando quien pretende el
resarcimiento es un tercero (por ejemplo la viuda que reclama daño patrimonial derivado
del fallecimiento del esposo).
ii. Reparación en especie y ejecución forzada de la obligación: en la esfera del cumplimiento
obligacional, no se debe confundir la reparación del daño en especie con la ejecución
forzada de la prestación debida por el deudor o con el cumplimiento de un tercero a cargo
del deudor. Ambas manifestaciones intentan satisfacer a la prestación debida; en
consecuencia, constituyen formas de cumplimiento in natura y no reparación del daño in
natura. Mediante las mismas, se realiza el interés del deudor, conforme a su naturaleza y
destino.
iii. Reparación en especie y reintegración del derecho conculcado: no se debe confundir
tampoco la reparación en especie con la reintegración del derecho conculcado a raíz del
ilícito.
Quien restituye la cosa pone fin a la acción dañosa ya iniciada, pero no repara el daño
causado derivado de la privación de la cosa, o el daño moral que pueda haber originado. Si
la cosa se destruye, el derecho a obtener la prestación se convierte en derecho a la
reparación y en ese caso puede operar la indemnización por equivalente de su valor y
accesorios.
iv. Reparación en especie y daño ambiental: esta forma permite intentar restablecer la
situación anterior, conculcada por el ilícito, lo cual es compatible con los principios que
determinan el desmantelamiento de sus efectos y los principios ambientales (art. 41 de la
CN, ley 25675). Ejemplo de este modo de reparación del daño ambiental son el
saneamiento de un río contaminado, la recolección de residuos en baldíos, la reforestación
en zonas incendiadas, etc.
c) Que no importe un ejercicio abusivo del derecho: Corresponde al deudor alegar y probar dicha
onerosidad excesiva.

d) Que no sea de aplicación la facultad de atenuar la indemnización por razones de equidad: en


caso de serlo, el derecho del demandado no puede ser limitado en razón de haberse articulado
la retención de reparación en especie, con lo cual deberá proceder la reparación pecuniaria.
9.2.4. Reparación del daño moral en especie o por
equivalente no pecuniario. La publicación de la sentencia y
la retractación del ofensor como modelos de reparación del
daño moral.
Habíamos dicho que la reparación del daño moral se efectúa mediante el equivalente pecuniario.
Esta es la regla, pero nada obsta la viabilidad de condenar el pago de un equivalente no pecuniario,
consistente en la publicación de la sentencia o la retractación del ofensor como medio de reparar a
la victima el daño causado.
Retractación, el ofensor se desdice públicamente, admitiendo lo injustificado de su ataque.
Rectificación de errores o falsedades difundidas en los medios de comunicación.
Publicación de la sentencia condenatoria al ofensor.
En materia de ilícitos, es factible esta reparación en los casos de lesiones contra el honor.
Además de la indemnización pecuniaria –ante la constatación de un daño extra patrimonial- puede
resultar factible conferir al afectado el derecho a exigir –y obtener- el cese inmediato de la
violación o la eliminación del daño, de ser posible, sea mediante la retractación por parte del
ofensor o la publicación de la sentencia que así lo ordena.
Es discutible si esta reparación es in natura o por equivalente no dinerario. Consideramos que estas
publicaciones tienen el carácter de reparación del daño por equivalente no pecuniario con aptitud
para neutralizar sus efectos futuros.
Al respecto, dice el CCCN: “En el caso de daños derivados de la lesión del honor, la intimidad o la
identidad personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la sentencia, o de
sus partes pertinentes, a costa del responsable”.

9.3. Modos de reparar el daño. La


indemnización dineraria del daño
patrimonial
9.3.1. Indemnización dineraria. Aspectos generales: A)
Definición. B) Naturaleza. C) Caracteres
La indemnización pecuniaria opera por medio de una suma de dinero que se entrega como
equivalente del daño sufrido por la víctima en su patrimonio, o con el fin de darle una satisfacción
jurídica al daño moral sufrido.
La naturaleza jurídica de la misma es de obligación de valor (art. 772 del CCCN). Cuando se trata de
daño patrimonial, el patrimonio del afectado debe ser restablecido cuantitativamente al estado en
que se encontraba antes del hecho generador del daño. Esto se realiza mediante la entrega de una
suma de dinero idónea para restablecer (con razonabilidad económica y jurídica) el equilibrio entre
el estado en que se hallaba la víctima antes del menoscabo y posteriormente. En caso que se trate
de daño moral, la función que esta indemnización tendrá, será netamente satisfactiva.
Cuestiones deben tenerse en cuenta a la hora de determinar esa indemnización:
a) El principio del interés: a la hora de valorar y cuantificar el perjuicio (moral o patrimonial) se
debe tener en cuenta el damnificado concreto y no uno hipotético. En consecuencia, se deberá
tener en miras la relación especial que tenía el afectado sobre la cosa o bien jurídico dañado.
Esto es lo que normalmente se denomina “principio del interés”.
i. Daño patrimonial directo: el mismo es el que –tomando en cuenta el objeto del daño- recae
“directamente” sobre el patrimonio de la víctima y no sobre cuestiones extrapatrimoniales
como los derechos personales o el honor. En este caso, se deberá el valor ordinario del bien
más el valor subjetivo (material o espiritual), en función de las circunstancias del caso.
ii. Daño patrimonial indirecto: el daño patrimonial indirecto recae en la persona, los derechos o
facultades de la víctima. El principio del interés tiene un sentido aun más contundente, en
tanto se deben computar las condiciones particulares del afectado: edad, condición
familiar, sexo, profesión, entidad cualitativa del daño y posibilidades de superación, etc. Estas
circunstancias deben ser ponderadas con razonabilidad, prudencia y flexibilidad.
iii. Daño moral: en el daño moral, el principio de interés afecta notablemente la indemnización en
cuanto la misma debe tener en cuenta el carácter personal y subjetivo, poniendo acento en
la espiritualidad del afectado.
b) La indemnización: ¿capital global o renta? Normalmente, la indemnización se paga mediante la
entrega de una suma de dinero que contiene el capital global que representa el daño
experimentado (moral o patrimonial). La sencillez y la extendida práctica judicial son aliados
de este sistema. Sumado a ello, evita los riesgos económicos que solemos experimentar en
países como el nuestro, en los cuales, dadas las condiciones económicas, de no ser pagada la
indemnización como capital global, puede tornar ilusoria la indemnización en forma de renta
por el paso del tiempo y las crisis económicas. El otro sistema es el de renta periódica, que
irá cubriendo los daños continuados de la víctima. Este sistema tiene el beneficio de ser
más adecuado para los casos de daño continuo, aunque quizás es menos seguro dadas las
eventualidades económicas como la inflación o la insolvencia del responsable.
c) Valoración y cuantificación del daño: la valoración y cuantificación del daño son dos
operaciones diferentes. La valoración del daño implica constatar su existencia y entidad
cualitativa (aestimatio) del daño. Se constata la existencia en el mundo de los hechos.
Posteriormente se produce la cuantificación del daño (taxatio), que implica traducir y liquidar
dicho perjuicio en una indemnización.
9.3.2. La indemnización dineraria del daño patrimonial por
lesiones o incapacidad física o psíquica. Valuación del daño
patrimonial por incapacidad y pérdida de la vida humana.
Determinación del perjuicio. Liquidación del lucro cesante
futuro en ambos casos. Distintos criterios doctrinarios y
jurisprudenciales (utilización de fórmulas matemáticas, los
baremos, factores de corrección y otras pautas valorativas).
Criterios del TSJ de la Provincia de Cba. y de la CSJN.
En este punto analizaremos la función resarcitoria en relación a los daños a las personas. Antes
habíamos dicho que la primera parte del artículo 1738 del CCCN regula la indemnización,
estableciendo que, en los daños patrimoniales, comprende: i) la pérdida o disminución del
patrimonio de la víctima, es decir, el daño emergente, ii) regula el lucro cesante, entendido como
una merma en el beneficio económico esperado, de acuerdo a la probabilidad objetiva de su
obtención y iii) también regula la pérdida de chances, con ampliación en el art. 1739 (segunda
parte), donde se establece que la pérdida de chance es indemnizable en la medida en que su
contingencia sea razonable y guarde una adecuada relación de causalidad con el hecho generador.
También habíamos trabajado el daño moral, que se encuentra previsto en el artículo 1741 del
CCCN bajo el título de “Indemnización de las consecuencias no patrimoniales”. Allí se establece que
el daño moral es resarcible y que el monto de la indemnización del daño moral debe fijarse
ponderando las satisfacciones sustitutivas y compensatorias que pueden procurar las sumas
reconocidas.
Finalmente, establecimos que el art. 1738 del CCCN contiene una especial mención a las
consecuencias de la violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su integridad
personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas y las que resultan de la
interferencia en su proyecto de vida. Estos daños a la persona no constituyen una tercera
categoría, sino que, ante la lesión de un derecho personalísimo (como el honor) puede derivar en
daño patrimonial o no patrimonial, según sea el caso.
En síntesis, conforme lo expuesto, el sistema resarcitorio del nuevo CCCN comprende el daño
patrimonial en sus clásicas categorías: daño emergente, lucro cesante y pérdida de chance. Por
otro lado, determina que el daño no patrimonial es indemnizable, conforme satisfacciones
sustitutivas y compensatorias.
En ambos casos, el Código otorga pautas que permiten apreciar su existencia (valoración), para
luego establecer su monto (cuantificación). Recordemos aquí que la valoración y cuantificación del
daño son dos operaciones diferentes que deben hacer jueces y abogados. La valoración del daño
implica constatar su existencia y entidad cualitativa (aestimatio). Se constata la existencia en el
mundo de los hechos. Determinada la existencia, el segundo paso es la cuantificación del daño
(taxatio) que implica traducir y liquidar dicho perjuicio en una indemnización.
El juez no sólo debe analizar la existencia de una incapacidad física o síquica, sino que el
razonamiento juridicial también implica analizar de qué manera esa incapacidad afecta a la víctima.
En principio, la lesión a la incolumidad de la persona (en su faz psicofísica) no es resarcible per se,
toda vez que las aptitudes del ser humano no están en el comercio ni pueden cotizarse
directamente en dinero, por lo que carecen de un valor económico intrínseco (aunque –
indirectamente- el valor pueda encontrarse en cuanto instrumento de adquisición de ventajas
económicas). Consecuentemente, el daño patrimonial derivado de tal incapacidad gira alrededor
de los beneficios materiales que la persona –afectada en su plenitud y capacidad- hubiera podido
lograr de no haber padecido la lesión incapacitante. Lo que se computa al indemnizarse la
disminución sufrida por la víctima es: a) el disvalioso desequilibrio espiritual que la invalidez
supone (daño moral); b) las erogaciones que demanda la incapacitación (daño emergente) y c) las
ganancias dejadas de percibir o afectación de las aptitudes productivas de la persona (lucro
cesante y pérdida de chance). La incapacidad no es el daño sino la causa jurídica de los daños a
reconocer.

La indemnización dineraria del daño patrimonial por lesiones o incapacidad física o


síquica. Valuación del daño patrimonial por incapacidad y pérdida de la vida humana
En cuanto a los parámetros para resarcir el daño patrimonial en las personas, el nuevo Código
contempla dos supuestos especiales: la indemnización por fallecimiento establecida en el art. 1745
y la indemnización por lesiones o incapacidad física o psíquica establecida en el 1746.
Respecto de la primera, la norma establece que, en caso de muerte, la indemnización debe
consistir en:
a. los gastos necesarios para asistencia y posterior funeral de la víctima. El derecho a repetirlos
incumbe a quien los paga, aunque sea en razón de una obligación legal;
b. lo necesario para alimentos del cónyuge, del conviviente, de los hijos menores de 21 años de
edad con derecho alimentario, de los hijos incapaces o con capacidad restringida, aunque no
hayan sido declarados tales judicialmente; esta indemnización procede aun cuando otra
persona deba prestar alimentos al damnificado indirecto; el juez, para fijar la reparación, debe
tener en cuenta el tiempo probable de vida de la víctima, sus condiciones personales y las de
los reclamantes;
c. la pérdida de chance de ayuda futura como consecuencia de la muerte de los hijos; este
derecho también compete a quien tenga la guarda del menor fallecido.
En cuanto a la cuantificación en sí misma, la reparación debe tener en cuenta:
…el tiempo probable de vida de la víctima, sus condiciones personales y las de los reclamantes, la
pérdida de chance de ayuda futura como consecuencia de la muerte de los hijos; este derecho
también compete a quien tenga la guarda del menor fallecido.
En el segundo supuesto trabaja la indemnización por lesiones o incapacidad física o psíquica,
conforme el art. 1746 del CCCN, estableciendo que, en caso de lesiones o incapacidad permanente,
física o psíquica, total o parcial, la indemnización debe ser evaluada mediante la determinación de
un capital, de tal modo que sus rentas cubran la disminución de la aptitud del damnificado para
realizar actividades productivas o económicamente valorables, y que se agote al término del plazo
en que razonablemente pudo continuar realizando tales actividades. Se presumen los gastos
médicos, farmacéuticos y por transporte que resultan razonables en función de la índole de las
lesiones o la incapacidad. En el supuesto de incapacidad permanente se debe indemnizar el daño
aunque el damnificado continúe ejerciendo una tarea remunerada. Esta indemnización procede
aun cuando otra persona deba prestar alimentos al damnificado.
El artículo 1746 establece una presunción legal de lucro cesante o pérdida de chance por pérdida
de capacidad de ganancias en el supuesto de daños a la integridad psicofísica. Esta presunción no
cede ni aun en los supuestos en que el damnificado continúe ejerciendo una tarea remunerada o
en el caso que otra persona deba prestarle alimentos.
En cuanto al modo de cálculo que propone la norma, la doctrina distingue tres elementos
diferentes: a) debe consistir en un capital global (no en un pago periódico); b) las rentas de ese
capital deben ser equivalentes a la disminución de la aptitud para obtener ingresos; c) el capital
debe agotarse al término de un plazo que deberá fijar el juez, teniendo en cuenta el tiempo que
razonablemente el damnificado hubiera podido continuar desarrollando esas tareas. El CCCN, al
hablar de capital, lo legisla de tal modo que sus rentas cubran la disminución de la aptitud del
damnificado para realizar actividades productivas o económicamente valorables, y que se agote al
término del plazo que razonablemente pudo continuar realizando tales actividades. Todo lo cual es
indicativo para evitar desequilibrios a la hora de la cuantificación.
Liquidación del lucro cesante futuro en ambos casos. Distintos criterios doctrinarios y
jurisprudenciales (utilización de fórmulas matemáticas, los baremos, factores de corrección y
otras pautas valorativas). Criterios del TSJ de la Provincia de Córdoba y de la CSJN.
Conforme habíamos establecido, en principio, la lesión a la incolumidad de la persona no es
resarcible per se, toda vez que las aptitudes del ser humano no están en el comercio ni pueden
cotizarse directamente en dinero, por lo que carecen de un valor económico intrínseco (aunque –
indirectamente- el valor pueda encontrarse en cuanto instrumentos de adquisición de ventajas
económicas). Consecuentemente, el daño derivado de tal incapacidad gira alrededor de los
beneficios materiales que la persona –afectada en su plenitud y capacidad- hubiera podido lograr
de no haber padecido la lesión incapacitante. Lo que se computa al indemnizarse la disminución
sufrida por la víctima es: a) el disvalioso desequilibrio espiritual que la invalidez supone (daño
moral); b) las erogaciones que demanda la incapacitación (daño emergente) y c) las ganancias
dejadas de percibir o afectación de las aptitudes productivas de la persona (lucro cesante y pérdida
de chance).
En este sentido, la incapacidad no es el daño, sino la causa jurídica de los daños a reconocer. Por
tanto, no procede calificar la incapacidad a título de perjuicio, sino como fuente de los perjuicios.
La incapacidad no se resarce en sí misma, sino en sus proyecciones espirituales y económicas,
entendidas en su cabal latitud.
En relación a las erogaciones que demanda la incapacitación (daño emergente), tenemos lo gastos
médicos, farmacéuticos y por transporte. La norma los presume, puesto que resultan razonables en
función de la índole de las lesiones o la incapacidad. Es decir, se admite el pago de los gastos aun
cuando su cuantificación no se encuentre específicamente acreditada. Se ha reconocido aquí que
lo fundamental es que la índole e importancia de los gastos guarden razonable vinculación con la
clase de lesiones producidas por el hecho, es decir, que exista la debida relación causal.
En cuanto al lucro cesante o pérdida de chance, el Código entiende que corresponde su
indemnización cuando se trate de un disminución en la “aptitud laborativa o productiva” o en casos
en que haya “incapacidad vital”. La incapacidad “laborativa” es entendida como aquella en la que
se computan “las potencialidades productivas del sujeto, es decir la dimensión económica o
material de su existencia”, es decir, cuando el sujeto deje de percibir efectivamente una ganancia o
la posibilidad de un beneficio económico. Pero además de esta incapacidad laborativa, el Código
entiende que corresponde resarcimiento aunque el damnificado continúe ejerciendo una tarea
remunerada. Esto quiere decir que se admite la llamada incapacidad “vital o amplia” que se
proyecta a las restantes actividades o facetas de la existencia de la persona. Es decir, la incapacidad
apreciable patrimonialmente no es sólo la directamente productiva, sino que también debe
apreciarse –aunque se lo aprecie de manera mediata- el valor material de la vida humana y de su
plenitud.
Existen varias formas de estimar esa indemnización. Una de las formas preferidas, conforme el
actual desarrollo de la jurisprudencia, son las fórmulas de matemática financiera o fórmulas
actuariales, que sirven para estimar una indemnización que contemple amortizaciones periódicas
de capital e intereses, de modo que el capital se agote en un punto preestablecido, considerando
que los hipotéticos retiros periódicos se integran en una parte de las rentas y otra por el mismo
capital que va así disminuyendo hasta agotarse. En la provincia de Córdoba, el TSJ utiliza la llamada
fórmula “Marshall” en alusión al fallo dictado en tal causa por la Sala Penal del TSJ de Cba., con
fecha 22/03/84. En otras provincias se utiliza la fórmula Vuoto, en referencia a los autos “Vuoto,
Dalmero c/Telefunken Argentina SA” - CNTrab. - Sala III - 16/6/1978.
Éstas son dos praxis judiciales que en modo alguno implican agotar el abanico de posibilidades para
la cuantificación del daño a las personas. En rigor, la prudencia y operatividad son las pautas que el
Juez debe tener en cuenta para brindar la debida tutela y protección de todos los aspectos del ser
humano, no sólo físicos o psíquicos, sino individuales, familiares, sociales y su capacidad para gozar
y proyectar.
9.3.3. La indemnización dineraria del daño moral.
Valoración del daño moral. Pautas aplicables. La
cuantificación de la indemnización dineraria por daño
moral. Las satisfacciones sustitutivas y compensatorias
En relación al daño moral, el monto de la indemnización debe fijarse ponderando las satisfacciones
sustitutivas y compensatorias que pueden procurar las sumas reconocidas.
Se trata "de proporcionarle a la víctima recursos aptos para menguar el detrimento causado", o
permitirle "acceder a gratificaciones viables" , confortando el padecimiento con bienes idóneos
para consolarlo, o sea para proporcionarle alegría, gozo, alivio, descanso de la pena.
9.4. La valuación convencional del daño.
La cláusula penal. Nociones generales.
Para el CCCN, la cláusula penal –como las sanciones conminatorias- está contemplada en el art.
790. Dice la norma: “Concepto. La cláusula penal es aquella por la cual una persona, para asegurar
el cumplimiento de una obligación, se sujeta a una pena o multa en caso de retardar o de no
ejecutar la obligación”.
La cláusula penal es una estipulación de carácter accesorio que tiene por finalidad asegurar
el cumplimiento de la relación principal, ya que media la imposición de una pena privada a la que
se somete el deudor en caso de operar el incumplimiento de su prestación. En tal sentido, posee
una función compulsiva, ya que implica la procedencia de la penalidad en caso de inejecución
absoluta o relativa de la prestación comprometida. Sumado a ello, posee una función resarcitoria,
ya que importa una predeterminación convencional y anticipada de los daños y perjuicios que se
pagarían en caso de incumplimiento. Esto tiene sus ventajas prácticas, ya que deja clara la
existencia y cuantía del daño anticipadamente. Los caracteres de la cláusula penal son: Voluntaria.
Accesoria. Condicional. Preventiva. Subsidiaria. Definitiva. Relativamente inmutable. De
interpretación restrictiva.

10.Función resarcitoria del


derecho de daños. Función
preventiva y sancionatoria del
derecho de daños
10.1. Limitaciones al principio de la
reparación plena del daño
Existen diversas limitaciones a este principio que surgen de un intento conciliatorio del mismo con
otros principios de orden económico e ideológico. Analicemos diferentes razones que justifican el
apartamiento del principio de reparación integral.
10.1.1. Razones que pueden justificar el apartamiento del
principio de reparación plena o integral
Entre estas razones podemos encontrar las siguientes.
La necesidad de componer los distintos intereses comprometidos. Los imperativos económicos
En muchos casos, la realidad económica muestra que no alcanza con tener en miras a la víctima al
momento de pensar en el resarcimiento, sino que también es necesario poder asegurar que el
sistema resarcitorio funcione correctamente. De allí que a veces se intente incentivar el seguro,
sobre todo respecto del uso de cosas cuya dañosidad sea alta, actividades peligrosas, etc.
Los fondos de garantía son otra forma de colectivización de riesgo que puede ser válidamente
utilizado.
El seguro y el principio de reparación plena e integral
El principio de reparación plena e integral es muy valioso; sin embargo, hay que buscar soluciones
pragmáticas que resuelvan los problemas que circundan al daño. En consecuencia, el seguro puede
ser una alternativa válida sin que ello implique constituirlo como regla ni dejar sin vigencia el
principio de reparación plena e integral.
La limitación indemnizatoria como técnica que favorece la distribución del daño
En algunas ocasiones se intenta diluir los efectos del daño repartiéndolo en la mayor medida
posible. Esto responde a una política de distribución de la carga del daño, tarea que normalmente
corresponde a la seguridad social, pero que en muchas ocasiones ha sido asumida por la
responsabilidad civil. En este esquema, el seguro tiene un papel de gran relevancia, denotando
frecuentemente limitaciones a la responsabilidad.
Esto no quiere decir que siempre sea favorable utilizar estas técnicas. El exceso de reparto del daño
puede desalentar políticas preventivas, ya que el eventual daño lo repararía toda la sociedad o un
grupo de ésta.
La necesidad de hacer previsible la deuda de responsabilidad y las indemnizaciones
abstractamente predeterminadas. La reducción de los costos terciarios.
Quienes participan de estas ideas proponen la utilización de tarifaciones de modo de prever la
deuda originada en eventuales daños. Esto repercute favorablemente respecto del seguro y al
momento de optimizar costos terciarios del daño (v. g., costos judiciales, etc.).
Veamos algunos ejemplos en los cuales el principio de la reparación plena e integral presenta
excepciones:
a. La ley 24557, en materia de riesgos del trabajo, consagra un sistema de indemnización tarifada
para todo el daño, tanto patrimonial como moral, que derive de incapacidad o muerte del
trabajador producida durante su prestación de servicio laboral. Esta norma, en cuanto limita el
resarcimiento, fue declarada inconstitucional por la CSJN en el precedente Aquino.
b. En materia de despido incausado, la LCT establece un daño tarifado que cubre el daño material
y moral derivado del despido (art. 245 y conc., LCT).
c. En el derecho aeronáutico rige el principio de la limitación indemnizatoria de todo daño causado
a personas y cosas transportadas y a terceros en la superficie.
d. Similares limitaciones se evidencian en el derecho de la navegación.
Estas limitaciones son constitucionales a priori; sin embargo, en el caso concreto, si la
indemnización resultara irrazonable menoscabando el derecho a la reparación integral con
jerarquía constitucional, se podrá solicitar la declaración de inconstitucionalidad de la norma
lesiva.
10.1.2. Diferentes mecanismos para establecer
limitaciones legales a dicho principio
Existen diversos modos de limitar la reparación:
a) A través de una limitación del tipo de perjuicios reparables, es decir, propiciando categorías de
daños excluidos.
b) Estableciendo límites cuantitativos para la indemnización de ciertos daños:
i. Por medio de topes máximos.
ii. Por medio de liquidaciones tarifadas (forfettarias), o que se atengan a parámetros que
limiten las indemnizaciones.
c) Atenuando el monto indemnizatorio. Como ejemplos de esta técnica encontramos el pago con
beneficio de competencia, la reducción de equidad en las indemnizaciones, limitaciones
establecidas en materia de costas.
Existen otros modos de reducción que no tienen vinculación directa con el principio de
reparación plena o integral:
a. Exclusión de la legitimación activa a determinados damnificados (v. g., art. 1741 CCC); si
bien el nuevo Código amplía la legitimación activa para algunos sujetos, otros quedan fuera
de la nómina (por ejemplo, hermanos no convivientes del causante).
b. Exclusión de ciertas categorías de daños.
c. Aumento de requisitos para dificultar el ejercicio de la acción resarcitoria.
10.1.3. Limitaciones convencionales. Nociones
(convenciones de responsabilidad, señal o arras, intereses
moratorios, etcétera): la cuestión en el Código Civil y
Comercial
La reparación plena admite ciertos supuestos de limitación previstos expresamente, sea por
razones de equidad (art. 1742) o de fuente convencional (art. 1743). En otros casos, las cláusulas
limitativas de responsabilidad se tienen por no escritas, como en la responsabilidad en el
transporte de personas por los daños corporales o muerte (art. 1292) en el contrato de caja de
seguridad (art. 1414), en la responsabilidad del hotelero (art. 1374) y establecimientos equiparados
(art. 1375). En la obligación de saneamiento se tienen por no convenidas las cláusulas de supresión
y disminución de la responsabilidad si el enajenante conoció o debió conocer la existencia de vicios
o el peligro de evicción, o si el enajenante actúa profesionalmente, a menos que el adquirente
también se desempeñe profesionalmente. También se prevén supuestos en los que el gestor es
responsable frente al dueño del negocio aun cuando el daño resulte por caso fortuito (art. 1787).
En relación a la limitación derivada de la previsibilidad contractual, el art. 1743 regula los pactos
anticipados de responsabilidad, con el respecto al equilibrio negocial, manteniéndose vigentes los
principios de buena fe, abuso del derecho. Por ejemplo, es valida una cláusula de intereses, salvo
que estos sean abusivos.

10.2. Función preventiva del derecho de


daños. Tutela inhibitoria del daño
10.2.1. La prevención del daño. Aspectos generales.
Importancia
La ley debe imponer ciertos deberes especiales a quienes pueden controlar los riesgos por ellos
desplegados, utilización de medidas de seguridad, etc.
Pero una excesiva tutela preventiva puede avanzar sobre los derechos del potencial dañador (a
trabajar, etc.) o inclusive paralizar la economía. Por otro lado, se debe realizar un análisis
económico del derecho: en qué casos conviene y hasta qué limite prevenir. Por último, debemos
prestar especial atención en qué supuestos la prevención del daño debe ser más fuerte que en
otros, o si debería ser igual en todos los casos. Muchos son los factores que se deben tener en
cuenta para resolver adecuadamente esta cuestión.
En ese sentido, se deberá tener en cuenta:
a. Que la amenaza de causación del daño provenga de una actividad potencialmente antijurídica.
b. Que debe existir una razonable relación entre el hecho potencialmente generador del daño y el
perjuicio.
c. La amenaza del daño debe proyectarse sobre un interés no ilegítimo.
d. La acción dañosa debe ser futura, de lo contrario, mal podría prevenirse.
e. No debe haber normas que prohíban la prevención (v. g., en materia de prensa, la Constitución
no permite la censura previa).
10.2.2. Consagración del deber de no dañar y deber
general de prevención. Art. 1710, incisos “a” y “b” del
CCCN.
Luego de las modificaciones introducidas por el Congreso de la Nación al Anteproyecto, el CCCN
sólo receptó las funciones resarcitoria y preventiva.
La reparación es la función prevalente tanto cuantitativa como cualitativamente. En la tutela de la
persona humana, y por consiguiente, de los derechos inherentes a ella (honor, privacidad,
identidad, etc.), toma vigor la tarea preventiva que se presenta como más eficaz. También en los
derechos colectivos la prevención es prioritaria y precede a la reparación, actuando como incentivo
de conducta en el cuidado y protección de los bienes comunes, los que, por ser de todos, no son de
nadie en exclusividad. En suma, las funciones son paritarias y existe una diferencia de grado: según
el bien protegido, actuará una u otra, exclusiva o concurrentemente, en los casos en que la
reparación acompañe a las medidas de prevención.
Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella dependa, de:
a) evitar causar un daño no justificado;
b) adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se
produzca un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de
un daño del cual un tercero sería responsable, tiene derecho a que éste le reembolse el valor de
los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del enriquecimiento sin causa;
c) no agravar el daño, si ya se produjo.
Acción preventiva. La acción preventiva procede cuando una acción u omisión antijurídica hace
previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la
concurrencia de ningún factor de atribución.
Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable en la prevención del daño.
Sentencia. La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de parte o de
oficio, en forma definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según corresponda.
En definitiva, el deber general de acción u omisión se centra en evitar o impedir el daño futuro,
hacer cesar el daño actual, disminuir la magnitud y disminuir la extensión de las consecuencias del
daño que comenzó a producirse. La magnitud del daño se relaciona con el aspecto cualitativo (la
entidad o medida del perjuicio); la extensión, con el tiempo o su prolongación, por lo que se
advierte que la tutela comprende todas las etapas y supuestos posibles de evitación de la
dañosidad.
En el ámbito contractual, la prevención del daño comprende la tutela preventiva, ya que en caso de
que una parte sufriere "una amenaza grave de daño a sus derechos", la otra parte que "ha sufrido
un menoscabo significativo en su aptitud para cumplir o en su solvencia" puede "suspender" el
cumplimiento de la prestación, hasta que la otra parte cumpla su prestación o "dé seguridades
suficientes".
10.2.3. La acción genérica para impedir la producción del
daño, su continuación o su agravamiento. Aspectos
procesales regulados por el CCCN
La acción preventiva está regulada en el artículo 1711 del CCCN, que procede cuando una acción u
omisión antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No
es exigible la concurrencia de ningún factor de atribución.
La acción preventiva puede ser provisional o definitiva, incluso en el marco de un proceso
autosatisfactivo, y se receptan en sentido amplio las figuras de derecho sustancial elaboradas por la
doctrina, la tutela civil preventiva y de la tutela inhibitoria, y las de derecho procesal, como las
medidas autosatisfactivas y la cautela provisoria, las interinas y las definitivas.
El instituto receptado es una norma eminentemente sustancial o de fondo, pero igualmente
adjetiva o procedimental, porque establece las bases inderogables que deberán respetar las
legislaciones locales que regulen sus aspectos procesales.
Se incorpora una norma que establece la legitimación a quien tiene "un interés razonable”.
Procede contra actos u omisiones antijurídicas, por lo que el hecho generador debe ser, en
principio, ilícito. Podría no estar excluido el caso de acto lícito dañoso o con potencialidad dañosa,
aunque debe ser apreciado más restrictivamente, porque en tal supuesto no rige la presunción de
admisibilidad; este aspecto puede resultar problemático en la praxis.
La sentencia puede ser dictada de modo provisorio o definitivo, principal o accesorio, a pedido de
parte o de oficio, en un proceso ya iniciado o promovido sólo a esos efectos, otorgándose al juez
amplias facultades para dictar mandatos de dar, hacer o no hacer. La facultad oficiosa del juez sólo
puede actuar en el marco de un proceso iniciado o en curso. La norma dice que el juez "debe"
disponer las medidas; lo que debe entenderse imperativo sólo con relación al dictado del
pronunciamiento, pero no de su recepción, la que es facultativa para el juez, según los criterios de
ponderación fijados. Además, y dada la naturaleza de las facultades judiciales, somos de la opinión
que el magistrado también podría modificar la pretensión y adecuarla a las circunstancias del caso.

10.2.4. La tutela procesal inhibitoria. Nociones. Acciones


procesales inhibitorias (medidas cautelares, acción de
amparo, habeas data, procesos inhibitorios comunes).
Procesos colectivos.
La tutela procesal inhibitoria en Argentina se potencia con la vigencia del CCCN. En efecto, la
introducción de un precepto normativo mixto (con carácter sustancial y procesal), como la descrita
en el punto que antecede, implica una nueva pauta interpretativa que permite ampliar la
aplicación de las herramientas procesales vigentes. Es decir que las tutelas procesales existentes se
mantienen con vigencia paralela a la acción (rectius: pretensión) preventiva sustancial, pudiendo
ocurrir que dentro de un proceso preventivo el juez dicte una medida cautelar preventiva. O bien
que la pretensión preventiva sustancial sea encaminada mediante un proceso preventivo como el
amparo o las tutelas anticipadas.
En una sintética enumeración, las herramientas procesales preventivas que podemos citar son:
a) Las medidas cautelares, particularmente la tutela anticipada, la de no innovar e innovativa.
b) Las medidas autosatisfactivas que no revisten la naturaleza de las cautelares, pues no son
accesorios de otra pretensión principal y se agotan a sí mismas.
c) Los procesos urgentes que implican una pretensión de naturaleza constitucional, tal como el
amparo, habeas data, etc.
Los supuestos para su procedencia son: urgencia impostergable en su ejercicio, amenaza de lesión
actual o inminente, previsibilidad objetiva de la producción del daño, situación de riesgo que torne
justificable un pronunciamiento judicial de hacer o no hacer para evitar daños irreversibles. Para
garantizar el pago de posibles daños que la medida puede generar, se exige contracautela.
10.2.5. El anteproyecto de 2012 y la función preventiva en
los derechos de incidencia Colectiva.
La redacción original del Anteproyecto incluye una sección sobre los daños a los derechos de
incidencia colectiva que ha sido suprimida por el Poder Ejecutivo Nacional.
Conforme lo cual, en la redacción actual, ante la posibilidad de generarse un daño de incidencia
colectiva, deberá aplicarse la acción preventiva de los arts. 1711 y ss. del CCC N, esto es, la acción
genérica para impedir la producción del daño, su continuación o su agravamiento.
En lo referido a los daños ambientales, este deber genérico de prevención del daño impuesto por
el art. 1710 del CCCN enmarca de modo certero el principio de prevención contenido en el art. 4°
de la ley 25675 y torna exigible a toda persona, dentro del sistema de derecho de daños en general
–y del derecho de daño ambiental en particular- una conducta consistente en la evitación de
perjuicios.
10.2.6. La prevención del daño y la libertad de prensa.
Problemas que suscita desde la perspectiva constitucional
La norma no sólo establece la tutela preventiva con referencia al derecho a la intimidad, a la vida
privada, al honor, sino también en cuestiones de carácter social, político, religioso, cultural y, en
definitiva, sobre cualquier manifestación del pensamiento. Si esto lo relacionamos con la libertad
de prensa, se advierte una posible tensión de derechos constitucionales. Ante ello, no debemos
desatender la postura de la Corte Interamericana respecto a la prohibición de la censura y a la
interpretación que corresponde asignar al art. 13 de la Convención.
Se advierte entonces una posible tensión con el art. 1711 del CCC, en la medida que –en un análisis
primario- permitiría la censura previa como consecuencia del ejercicio de las acciones preventivas.
La CSJN resolvió casos en donde se debatía la posibilidad de aplicar una censura preventiva. En este
sentido, dijo la Corte que toda restricción, sanción o limitación a la libertad de expresión debe ser
de interpretación restrictiva y que toda censura previa que sobre ella se ejerza padece una fuerte
presunción de inconstitucionalidad.
Es por ello que, en principio, no sería procedente la tutela preventiva.
Sin embargo, el principio expuesto sólo podría ceder frente a supuestos absolutamente
excepcionales.
Ahora bien, tratándose de informaciones u opiniones referentes a funcionarios públicos, figuras
públicas o simples particulares, el resguardo del derecho a la vida privada, la intimidad y el honor
se reduce sensiblemente cuando aquellas informaciones u opiniones involucran la conducta de los
protagonistas en cuestiones de interés institucional o de un relevante y justificado interés público.

10.3. Función punitiva del derecho de


daños
Nociones introductorias
La doctrina propone –tanto en el derecho comparado como en el derecho argentino- la adopción
de normas que permitan la aplicación de penas privadas que condenen a pagar valores por encima
de los daños y perjuicios, cuyo destinatario puede ser el estado, organizaciones de bien público o el
propio damnificado. La pena privada tiene existencia cuando, por disposición expresa de una ley o
por voluntad de las partes, se sancionan ciertos comportamientos graves mediante la imposición al
responsable de un monto pecuniario a favor del afectado o al estado u otro tercero. Estas penas
privadas no acuden a los principios, normas y garantías del derecho penal.
Pizarro y Vallespinos (2013, 246) señalan algunos supuestos:
Enriquecimiento injusto obtenido mediante el ilícito. Casos en los que la repercusión socialmente
disvaliosa es superior al daño individualmente causado. Afectación a derechos de incidencia
colectiva: daño ambiental y discriminación arbitraria.
Sintetizando, un sistema adecuado de penas privadas tiene las siguientes funciones:
a) Permite punir eficazmente graves inconductas.
b) Permite prevenir futuras inconductas por temor a la sanción.
c) Contribuye a restablecer el equilibrio emocional de la víctima.
d) Refleja reprobación social a las graves inconductas.
e) Protege el equilibrio del mercado.
f) Contribuye al desmantelamiento eficaz de los efectos de ciertos ilícitos.
10.3.1. La función punitiva del derecho de daños en el
anteproyecto de 2012 y el Código Civil y Comercial
El derecho argentino se coloca a la vanguardia de los sistemas vigentes, incorporando la función
resarcitoria y preventiva. ¿Pero qué pasó con la función punitiva?
10.3.2 La supresión de la sanción pecuniaria disuasiva
El Congreso de la Nación eliminó del Proyecto la figura de la sanción pecuniaria disuasiva.
No obstante la redacción de los artículos, la función punitiva es parte del régimen de
responsabilidad por daños.
10.3.3. Aspectos que regulan los arts. 1714 y 1715 del
CCCN.
Conforme la supresión de la sanción pecuniaria disuasiva, el articulado del CCCN quedó de la
siguiente manera:
Punición excesiva. Si la aplicación de condenaciones pecuniarias administrativas, penales o civiles
respecto de un hecho provoca una punición irrazonable o excesiva, el juez debe computarla a los
fines de fijar prudencialmente su monto.
Facultades del juez. En el supuesto previsto en el artículo 1714 el juez puede dejar sin efecto, total
o parcialmente, la medida.
Se elimina el instituto de la sanción pecuniaria disuasiva del Proyecto con el fin de que la autoridad
de aplicación mantenga sus potestades, inhibiendo a la autoridad jurisdiccional de resolver estas
cuestiones”.
10.3.4. Los daños punitivos de la Ley de Defensa del
Consumidor
Los denominados daños punitivos. Nociones
El instituto de los daños punitivos ha sido definido como
…sumas de dinero que los tribunales mandan a pagar a la víctima de ciertos ilícitos que se suman a
las indemnizaciones por daños realmente experimentados por el damnificado, que están
destinados a punir graves inconductas del demandado y a prevenir hechos similares en el futuro.
Tenemos una sola experiencia respecto de los daños punitivos y está contemplada en el art. 52 bis
de ley 24240 (ley 26361 B.O. 07.04.2008), que reza:
Daño punitivo. Al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el
consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a favor del
consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás circunstancias del
caso, independientemente de otras indemnizaciones que correspondan. Cuando más de un
proveedor sea responsable del incumplimiento responderán todos solidariamente ante el
consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que les correspondan. La multa civil que se
imponga no podrá superar el máximo de la sanción de multa prevista en el art. 47, inc. b de esta
ley.
Con respecto al hecho generador, la norma establece la posibilidad de imposición de daños
punitivos al proveedor“que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el
consumidor”. La doctrina ha reinterpretado (contra legis) la norma, considerando –con mejor
criterio- que no puede bastar el sólo incumplimiento; es necesario que se trate de una conducta
grave que manifieste dolo o culpa grave.
Por otro lado, se sostiene que debe existir un daño para la aplicación de los daños punitivos. Esta
interpretación surge de la palabra “damnificado” empleada por la norma, que supone la existencia
de un “daño” para que se erija el “acto ilícito punible”.
Respecto del monto de la multa, encontramos el art. 47, inc. “b” de la ley 26361, que pareciera
querer subsanar la situación al dejar establecido un parámetro dentro del cual deben estar fijados
los daños punitivos. Se predica la inconstitucionalidad de la norma.
Con respecto al destino de la multa, es la víctima quien lo percibe. Cuestión que ha sido también
criticada, por cuanto hubiera sido preferible que el destinatario sea el estado.
Otro punto de la ley es la pluralidad de responsables, ya que la ley establece que, en caso de que
más de un proveedor sea responsable por el incumplimiento, responderán todos solidariamente
por la multa.
La reparación del ilícito lucrativo. Otras figuras punitivas en el Derecho Argentino
Además del daño punitivo regulado en el régimen de consumo, existen otros tipos de sanciones
punitivas:
-Cláusula penal. -Intereses punitorios. -Astreintes. No constituyen en primera instancia una pena
privada, pero asumen tal carácter cuando son liquidadas de manera definitiva.
10.3.5. Las sanciones conminatorias del art. 804 del CCCN
Sanciones conminatorias. Los jueces pueden imponer en beneficio del titular del derecho,
condenaciones conminatorias de carácter pecuniario a quienes no cumplen deberes jurídicos
impuestos en una resolución judicial.
Las astreintes o sanciones conminatorias no se generan por el incumplimiento de una obligación o
acto ilícito, sino por el incumplimiento de una resolución judicial, cause o no perjuicio. Nada obsta
a que, si el incumplimiento de la orden judicial configura un daño, pueda reclamarse, además de la
sanción conminatoria, un resarcimiento.
En cuanto a los sujetos pasivos, es aplicable sólo para los particulares, quedando el estado exento.

11.Hechos ilícitos.
Responsabilidad directa y
por el hecho de terceros
(por el hecho propio y por
el hecho ajeno)
Las modificaciones introducidas en materia de daños y perjuicios por este punto se encuentran
desde la Sección 5ª a la 9ª, es decir, desde los arts. 1749 a 1771 del CCCN. Refieren:
1. responsabilidad directa;
2. responsabilidad civil por el hecho de terceros;
3. responsabilidad por el hecho de las cosas y de ciertas actividades;
4. responsabilidades especiales.

11.1. Responsabilidad directa.


El daño es producido por la acción directa del responsable,cuando quien ejecuta la conducta
dañosa coincide con quien debe responder.
11.1.1. Caracterización. La cuestión en materia contractual
y extracontractual. Efectos de la unificación de regímenes
conforme el Código Civil y Comercial
La responsabilidad por el hecho propio puede ser objetiva o subjetiva. La responsabilidad es
subjetiva cuando se ve alcanzada por la presencia de culpabilidad probada o presumida en la
conducta del agente. Es objetiva cuando se fundamenta en un factor de atribución de tal
naturaleza.
El nuevo código regula “responsabilidad directa”: “Sujetos responsables. Es responsable directo
quien incumple una obligación u ocasiona un daño injustificado por acción u omisión”.
El art. 1749 del CCCN se basa en el principio general de la "teoría del responder", por el que se
establece que toda persona es responsable de sus actos, sea por actividad positiva o negativa.
Además,"Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no está
justificada".
La figura de la responsabilidad directa, parte desde la capacidad como regla de las personas.
Las causales de justificación de la antijuridicidad para la responsabilidad directa son legítima
defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho.
De igual modo debemos recordar lo expuesto sobre la asunción de riesgos (art. 1719) y sobre el
consentimiento del damnificado (art. 1729); la segunda no constituye causa de justificación,
mientras que en la asunción de riesgos, el juzgador podrá evaluar si el mismo constituyó, al
momento de la producción de los daños, un "hecho del damnificado que interrumpe total o
parcialmente el nexo causal".
Es decir que quien incumple una obligación preestablecida (responsabilidad contractual) u
ocasiona un daño sin que exista prestación o vínculo anterior (responsabilidad extracontractual) es
responsable directo del perjuicio ocasionado, sin perjuicio –claro está- que la víctima pueda
encontrar como legitimado pasivo a un responsable por el hecho de otro, supuesto que podrá
convivir plenamente con la responsabilidad directa. Esto nos lleva a tratar el supuesto de la
pluralidad de responsables.
11.1.2. La unidad del fenómeno de la ilicitud
En síntesis, la responsabilidad por el hecho propio surge cuando el daño es producido por la acción
directa del responsable. Es decir, quien ejecuta la conducta dañosa coincide con quien debe
responder, y conforme el texto del nuevo Código, se confiere unicidad al régimen de la
responsabilidad contractual y extracontractual.
La tesis que se adopta es la “unidad del fenómeno de la ilicitud” para la responsabilidad
contractual o extracontractual, lo cual no implica la homogeneidad, ya que hay diferencias que
subsisten.
11.1.3 Pluralidad de responsables y solución del CCCN
Pluralidad de responsables. Si varias personas participan en la producción del daño que tiene una
causa única, se aplican las reglas de las obligaciones solidarias. Si la pluralidad deriva de causas
distintas, se aplican las reglas de las obligaciones concurrentes.
El legitimado tiene derecho a interponer su acción, conjunta o separadamente, contra el
responsable directo y el indirecto; aunque deberá probar la responsabilidad del agente dañoso
responsable directo para que se desprenda la responsabilidad del indirecto.
Aunque intervengan varios sujetos en forma conjunta, la responsabilidad puede ser individual por
estar perfectamente identificados los sujetos causantes del hecho ilícito. La distinción entre la
responsabilidad individual y la colectiva resulta de la circunstancia de que el daño como elemento
indispensable para la existencia de responsabilidad civil puede resultar de la actuación individual
del agente (responsabilidad individual) o de la concurrencia de la actividad de varios sujetos
relacionados entre sí de modos diversos para producirlo. Así, varias personas colaboran desde
distintos niveles de participación para producir un hecho ilícito. Esa intervención puede revestir la
forma de autoría o de mera participación. La coautoría implica que los intervinientes conciben en
común la ejecución del ilícito. La mera participación radica en un obrar imprudente pero no
concertado entre los intervinientes. Cuando varias personas deciden ocasionar un daño de manera
concertada, no hay responsabilidad colectiva sino individual. Es lo que se ha dado en llamar la
intervención conjunta. En esta hipótesis, se sabe quiénes fueron los autores y todos produjeron el
daño.
11.1.4. La figura del encubrimiento
Encubrimiento. El encubridor responde en cuanto su cooperación ha causado daño.
El Código establece la responsabilidad del encubridor en cuanto su accionar haya sido relevante
para la producción del daño. Esta “relevancia” o “cooperación” tiene que ver con el aporte causal
de la conducta con el daño causado a la víctima. Conforme ello, el encubridor no responde
solidariamente con los autores materiales del ilícito, sino que debe responder por los daños
causados causalmente por su conducta.
11.1.5. Quid de la responsabilidad por actividades
riesgosas. Remisión
11.1.6. Responsabilidad por daños involuntarios. Régimen
legal.
El art. 260 del CCCN determina que el acto voluntario es aquel ejecutado con discernimiento,
intención y libertad, aunque, según el art. 261 del CCCN, es involuntario: 1) el acto de quien, al
momento de realizarlo, se encontraba privado de razón por falta de discernimiento; 2) el acto ilícito
de la persona menor de edad que no ha cumplido 10 años; y 3) el acto lícito de la persona menor
de edad que no ha cumplido 13 años.
Daños causados por actos involuntarios. El autor de un daño causado por un acto involuntario
responde por razones de equidad. Se aplica lo dispuesto en el artículo 1742.
Atenuación de la responsabilidad. El juez, al fijar la indemnización, puede atenuarla si es equitativo
en función del patrimonio del deudor, la situación personal de la víctima y las circunstancias del
hecho. Esta facultad no es aplicable en caso de dolo del responsable.
En el art. 1750 del CCCN se determina que el agente dañoso responda por equidad si el daño fue
causado por un acto involuntario.
El juez tiene la facultad de otorgar el resarcimiento y, discrecionalmente, establecerá
equitativamente la cuantía de la indemnización, teniendo en cuenta la importancia del patrimonio
del autor del hecho y la situación personal del damnificado. Esta reparación puede o no ser plena e
integral.
La falta de discernimiento del dependiente no excusa al principal.
11.1.7. El CCCN y los llamados “cuasicontratos”. El
enriquecimiento sin causa
El nuevo Código recepta las fuentes de las obligaciones conforme la siguiente clasificación:
Los contratos (art. 957).
La “Responsabilidad civil” (art. 1716)
Los cuasicontratos: gestión de negocios, empleo útil (arts. 1781 a 1793). El enriquecimiento sin
causa (incluye pago de lo indebido; arts. 1794 a 1799), la declaración unilateral de la voluntad (arts.
1800 a 1881). Y dentro de esta última categoría de cuasicontratos a la promesa pública de
recompensa, Concurso público, Garantías unilaterales y Títulos valores. El enriquecimiento sin
causa se relaciona directamente con el deber de prevención del daño (art. 1710 del CCCN) y la
asunción de riesgos (art. 1719 del CCCN).

11.2. Responsabilidad por el hecho de


terceros
11.2.1. Caracterización
11.2.2. Personas por las cuales se responde
Existen diversas personas por las cuales se pueden responder:
• subordinados;
• hijos;
• delegados en el ejercicio de la responsabilidad parental;
• tutelados, curados y personas internadas.
11.2.3. Responsabilidad por el hecho ajeno contractual y
extracontractual. Efectos de la unificación de régimen
La responsabilidad por el hecho ajeno reviste enorme gran importancia, tanto en materia
contractual como extracontractual:
a) Responsabilidad de naturaleza contractual. Responsabilidad del deudor por los auxiliares que
utiliza, de los capitanes de buques y patrones de embarcaciones, de los agentes transportes
terrestres, de los dueños de hoteles, casas públicas de hospedaje y de establecimientos de
todo género, etc.
b) Responsabilidad de naturaleza extracontractual. Responsabilidad del principal por hecho del
dependiente, de los padres, tutores y curadores, etc.
11.2.4. Responsabilidad del principal o comitente por el
hecho del dependiente: causación por el dependiente de un
daño resarcible. Relación entre la función y el daño. Daños
causados en ejercicio y en ocasión de la función; d)
inexcusabilidad; e) legitimación pasiva (concurrencia)
Ante la unificación de los regímenes de responsabilidad civil contractual y extracontractual con el
nuevo CCCN, el art. 1753 previsto abarcará los dos supuestos, tanto los hechos dañosos
provocados por subordinados cuyo principal esté unido con el damnificado por un contrato, como
cuando no exista previamente esa relación preexistente entre las partes.
Responsabilidad del principal por el hecho del dependiente. El principal responde objetivamente
por los daños que causen los que están bajo su dependencia, o las personas de las cuales se sirve
para el cumplimiento de sus obligaciones, cuando el hecho dañoso acaece en ejercicio o con
ocasión de las funciones encomendadas.
La falta de discernimiento del dependiente no excusa al principal. La responsabilidad del principal
es concurrente con la del dependiente.
En cuanto al concepto de dependiente, se entiende por tal “al que actúa bajo las órdenes y
subordinación de otro, jurídica o fácticamente, ocasional o transitoriamente, gratuita u
onerosamente”, sin que sea necesaria la relación laboral específica para tenerlo como tal,
requiriéndose al menos una relación entre la función del principal y su dependiente, y bastando,
como veremos, que el hecho dañoso del subordinado haya sido cometido en ocasión de la
dependencia para responsabilizar al comitente.
Fundamento de la responsabilidad del principal
El art. 1753 del CCCN es claro al determinar que el principal responde objetivamente por los daños
causados por su subordinado. Es decir que no se tiene en cuenta la conducta del principal en el
hecho, ya que ella es ajena al factor de atribución objetivo (conf. art. 1722 del CCCN).
Entendemos que el factor de atribución objetivo en la responsabilidad del principal por el hecho
del dependiente lo constituye la garantía, esto es, que el comitente garantiza que, si el dependiente
causa un daño en ejercicio o con ocasión de las funciones encomendadas, él responderá ante el
damnificado, sin perjuicio de la responsabilidad civil directa del propio agente dañoso.
Requisitos de la responsabilidad del principal
Entre los requisitos para que se torne procedente esta responsabilidad, se encuentra: 1) el hecho
ilícito del dependiente; 2) la existencia de relación de dependencia o subordinación amplia entre el
principal y el subordinado; 3) la relación entre la función encomendada y el hecho dañoso; 4) la
relación adecuada entre el evento y el daño; 5) el daño sufrido por un tercero.
Carácter de la responsabilidad del comitente. Eximentes
La responsabilidad del principal y del subordinado, sea que exista o no un vínculo jurídico
preexistente entre aquél y el damnificado, es concurrente.
La responsabilidad del principal es excusable, si acredita la interrupción total o parcial de la relación
causal por causa ajena (que interrumpió total o parcialmente el nexo adecuado de causalidad, por
la causa ajena (el "hecho del damnificado", el "caso fortuito" o el "hecho de un tercero").
Acción contra el principal y/o contra el dependiente
El damnificado podrá accionar contra el principal, quien responde por el hecho del tercero, como
contra el dependiente causante del perjuicio, quien responde en forma directa, conjunta o
separadamente.
Acción de regreso del principal contra el subordinado
Ante la ejecución de la sentencia contra uno de los coobligados, se posibilita la acción de regreso
del que afrontó la indemnización contra el otro obligado en la medida del resarcimiento afrontado
por él.
Rol del art. 1753 con otras normas del Código Civil y Comercial de la Nación
Si en el hecho causal intervino una cosa productora del daño de la que un subordinado era
guardián, el legitimado activo podrá optar por la normativa de la responsabilidad principal del
hecho del dependiente (art. 1753 del CCC) o la que dimana de la responsabilidad civil por el hecho
de las cosas y actividades riesgosas (arts. 1757 a 1759, 1769 del CCC), para accionar contra el
legitimado pasivo, sea como principal o como dueño o guardián de la cosa, respectivamente. O, al
accionar, el actor puede acumular ambas normas, cuyos eximentes en cuanto al corte total o
parcial del nexo causal coinciden, pero, en los supuestos específicos, cada norma tendrá su
excusación diferente.
11.2.5. Responsabilidad del deudor por los auxiliares que
utiliza en el cumplimiento de las obligaciones
Art. 732: “Actuación de auxiliares. Principio de equiparación. El incumplimiento de las personas de
las que el deudor se sirve para la ejecución de la obligación se equipara al derivado del propio
hecho del obligado”.

11.2.6. Responsabilidad de los padres por los daños


causados por sus hijos sometidos a la patria potestad que
habiten con ellos.
Los padres son solidariamente responsables por los daños causados por los hijos que se
encuentran bajo su responsabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de la
responsabilidad personal y concurrente que pueda caber a los hijos.
Cesación de la responsabilidad paterna. La responsabilidad de los padres es objetiva, y cesa si el
hijo menor de edad es puesto bajo la vigilancia de otra persona, transitoria o permanentemente
Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si esta circunstancia
deriva de una causa que les es atribuible.
Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en tareas inherentes al ejercicio de
su profesión o de funciones subordinadas encomendadas por terceros. Tampoco responden por el
incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente contraídas por sus hijos.
Introducción. Denominación
El CCCN trae dos normas referidas a la responsabilidad paterna por el hecho de los hijos, los arts.
1754 y 1755.
No debe confundirse la expresión "responsabilidad parental" con la "responsabilidad paterna" por
el hecho de sus hijos, es decir, por los hechos dañosos que estos causen en sus actividades.
Fundamento de la responsabilidad de los progenitores
La responsabilidad de los progenitores es objetiva, tal como lo enfatiza el propio art. 1755.
El fundamento de esta responsabilidad objetiva (en la que, como en la responsabilidad civil del
principal por el hecho del dependiente, no interesa la conducta del legitimado pasivo) es la
garantía. Los padres garantizan que, al ocasionarse un daño por sus hijos, ellos responderán
civilmente por el hecho ajeno. No se comprende en la norma el supuesto de daños sufridos por los
hijos, salvo que el causante del daño sea un hermano, en donde esta norma resulta aplicable en las
relaciones de familia.
Requisitos de la responsabilidad paterna
Son presupuestos de la responsabilidad objetiva de los progenitores por el hecho dañoso de sus
hijos: 1) el hecho ilícito del hijo o, al menos, objetivamente antijurídico; 2) que el descendiente sea
menor de edad, es decir, menor de 18 años; 3) que el menor se encuentre bajo la "responsabilidad
parental"; 4) que el menor habite con el padre responsable, requiriéndose "convivencia" con los
hijos (salvo el segundo párrafo del art. 1755 (“Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de
edad no conviva con ellos, si esta circunstancia deriva de una causa que les es atribuible”); 5) que
entre el hecho del hijo y el daño a un tercero exista relación de causalidad.
Carácter de la responsabilidad de los progenitores. Eximentes
La responsabilidad de los padres entre si es solidaria y no concurrente, debido a que ellos, sean de
distinto o mismo sexo, responden por una única causa fuente, esto es, por ser los progenitores del
causante del perjuicio.
Pero la responsabilidad conjunta de los padres y del hijo causante del daño resulta concurrente
frente al damnificado, ya que aquéllos responden como progenitores por el hecho de su hijo –
responsabilidad indirecta- y el descendiente responde como tal – responsabilidad directa-, es decir,
la causa fuente del responder varía en uno y otro caso.
Siendo la responsabilidad objetiva, los padres pueden eximirse total o parcialmente de
responsabilidad demostrando el hecho del damnificado, el caso fortuito o el hecho de un tercero
por quien no deben responder. Es por ello que los padres no pueden liberarse de responsabilidad
civil demostrando su falta de culpa en el hecho, pues se trata de una responsabilidad basada en un
factor de atribución objetivo.
11.2.7. Cesación de la responsabilidad paterna
Cesación de la responsabilidad paterna. La responsabilidad de los padres es objetiva, y cesa si el
hijo menor de edad es puesto bajo la vigilancia de otra persona, transitoria o permanentemente.
Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si esta circunstancia
deriva de una causa que les es atribuible.
La responsabilidad paterna se extingue por haber llegado el hijo a la mayoría de edad , como
también si el menor se emancipa por matrimonio.
La guarda que exima de responsabilidad paterna debe ser legítima. La transmisión ocasional de la
guarda no implicará cesación de la responsabilidad de los padres, puesto que si se cede la vigilancia
del hijo en forma transitoria, también será exigible un cierto grado de permanencia en el control
del menor para así responder. La guarda circunstancial no hace cesar esa responsabilidad. Durante
el día, la asistencia a la escuela hace cesar la responsabilidad paterna para transmitir esa guarda
provisoria al titular del establecimiento educativo.
Si se traslada el ejercicio de la responsabilidad parental a terceros, estos delegados responderán
por el hecho de esos terceros, pero, en este supuesto, la responsabilidad sí sería mixta, objetiva y
subjetiva a la vez, pues el "delegado" en la responsabilidad parental se podrá liberar demostrando
cualquiera de las eximentes de la responsabilidad objetiva y también con la acreditación de que le
ha sido imposible evitar el daño, imposibilidad que no resultará de la mera circunstancia de haber
sucedido el hecho fuera de su presencia. Debe señalarse que el art. 643 del CCCN prevé el
supuesto de delegación del ejercicio de la responsabilidad parental en el interés del hijo y por
razones suficientemente justificadas.
Debemos recordar que existe una nueva figura normativa titulada "progenitor afín", quien
responde como "delegado en el ejercicio de la responsabilidad parental. El "progenitor afín" podrá
igualarse al progenitor si el ejercicio de la responsabilidad parental es conjunto, conforme al art.
675, pero siempre que se den los requisitos exigidos por esta norma.
Cuando el art. 1754 del CCCN exige habitación de los padres con los hijos para que se mecanice la
responsabilidad civil, no requiere la “convivencia puntual en el mismo hogar”.
No se suprime la responsabilidad paterna si se otorga la guarda judicialmente a un pariente, pues
esa responsabilidad queda en cabeza de los progenitores, quienes conservan los derechos y
responsabilidades emergentes de esa titularidad y ejercicio.
Acción de la victima
El damnificado podrá accionar tanto contra el progenitor como contra el hijo menor, mayor de 10
años, por el daño causado por éste, por lo que resulta innecesario demandar a este último para
tener por responsable al primero; aunque, si se pretende ejercer la acción contra el hijo, tendrá
que demandárselo para garantizar su ejercicio del derecho de defensa en juicio.
Una cuestión problemática implica la responsabilidad paterna por los daños causados por los hijos,
si mediare "plan de parentalidad”. Según la opinión de la doctrina el plan de parentalidad resultará
inoponible ante los damnificados de daños por los hijos.
Rol del art. 1754 con otras normas del Código Civil y Comercial de la Nación
Los progenitores, además ser demandados en virtud de la responsabilidad civil por el hecho de sus
hijos, podrán serlo por ser dueños o guardianes de la cosa con la que el menor produjo el daño. Los
progenitores también responden si el daño es causado por el hijo con una cosa de su propiedad.
11.2.8. Responsabilidad de otras personas encargadas: la
situación de
los delegados en el ejercicio de la responsabilidad parental,
los curadores y tutores.
Otras personas encargadas. Los delegados en el ejercicio de la responsabilidad parental, los tutores
y los curadores son responsables como los padres por el daño causado por quienes están a su
cargo.
Sin embargo, se liberan si acreditan que les ha sido imposible evitar el daño; tal imposibilidad no
resulta de la mera circunstancia de haber sucedido el hecho fuera de su presencia. El
establecimiento que tiene a su cargo personas internadas responde por la negligencia en el
cuidado de quienes, transitoria o permanentemente, han sido puestas bajo su vigilancia y control.

12. Responsabilidad civil


derivada de la
intervención de cosas y
ciertas actividades.
12.1. Responsabilidad por el hecho de las
cosas
Hecho de las cosas y actividades riesgosas. Toda persona responde por el daño causado por el
riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza,
por los medios empleados o por las circunstancias de su realización.
La responsabilidad es objetiva. No son eximentes la autorización administrativa para el uso de la
cosa o la realización de la actividad, ni el cumplimiento de las técnicas de prevención.
Sujetos responsables. El dueño y el guardián son responsables concurrentes del daño causado por
las cosas. Se considera guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la dirección y el control
de la cosa, o a quien obtiene un provecho de ella. El dueño y el guardián no responden si prueban
que la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o presunta.
En caso de actividad riesgosa o peligrosa responde quien la realiza, se sirve u obtiene provecho de
ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial.
La primera norma establece dos supuestos de responsabilidad objetiva por la intervención de
cosas: las derivadas de su riesgo (la eventualidad de que llegue a causar daño) y el vicio (defecto
originario o derivado de la cosa).
Responsabilidad derivada de la intervención de cosas y de ciertas actividades. Se suprimió la
responsabilidad del daño con las cosas o el supuesto equivalente de las "cosas sin riesgo propio"
que contemplaba una presunción de culpa.
Por otro costado, resulta relevante y novedosa la incorporación en la norma de la actividad riesgosa
y peligrosa.
12.1.1. Caracterización
Para la configuración del hecho de la cosa, es necesario que la misma haya intervenido
activamente en la producción del daño, escapando del control del guardián.
12.1.2. La distinción “hecho del hombre y hecho de la cosa”
Nos encontramos frente al hecho del hombre cuando un agente es autor del hecho dañoso y no
deja de ser tal aunque haya utilizado instrumentos exteriores para el logro de sus fines, o cuando
ha utilizado una cosa para causar el daño, pero la misma fue un mero instrumento que obedeció
pasivamente a su voluntad.

El hecho de la cosa es aquel en el cual el daño se produce por su intervención activa. Nos
encontramos frente al daño causado por una cosa cuando sea por su propio dinamismo o por
acción de fuerzas externas y el guardián pierde el control de la cosa, la cual no se comporta como
un instrumento pasivo ni obediente en sus manos.
12.1.4. Supuestos de responsabilidad objetiva por la
intervención de cosas: las derivadas de su riesgo (la
eventualidad de que llegue a causar daño) y el vicio
(defecto originario o derivado de la cosa). Artículos 1757 y
1758 del CCCN.
La inclusión de la actividad riesgosa sin ninguna precisión hace que cualquier actividad humana
pueda ser considerada tal, generalizando la responsabilidad de modo excesivo y sin precedentes en
el derecho comparado. Por estas razones, el texto contempla 2 supuestos claramente señalados y
limitados: i) el daño causado por el riesgo o vicio de las cosas y ii) las actividades que sean
riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su
realización.
El art. 1757 del CCCN establece el riesgo creado y el vicio de las cosas y actividades riesgosas o
peligrosas que constituyen un factor objetivo de atribución.
Se distingue entre riesgo y vicio. Pero se suprime la responsabilidad por los daños causados con las
cosas, fundada en la presunción de culpa.
El riesgo supone la eventualidad –posibilidad- de que una cosa llegue a causar un daño. El vicio
constituye un defecto de fabricación o funcionamiento que la hace impropia para su destino
normal.
Se incorpora, la idea del “riesgo de empresa”, pues la actividad es vista como algo complejo, un
proceso de actividades conjuntas que conjuga elementos humanos, es decir, la intervención del
hombre, como también elementos mecánicos y materiales (como pueden ser sustancias).
12.1.5. Daños causados con las cosas: a) legitimación
pasiva; b) fundamento; c) eximentes; d) prueba
No importa cuanta diligencia se demuestre en el daño por riesgo o vicio de la cosa, porque la única
forma de evitar la responsabilidad es la demostración de la causa ajena. Lo que antes se llamaba
daño con la cosa ya no existe más. El factor de atribución será subjetivo, sin inversión de la carga de
la prueba de la culpa, si la cosa o la actividad no son riesgosas. Será objetivo si la cosa o la actividad
sí representan un riesgo significativo para terceros.
12.1.6. Daños causados por el riesgo o vicio de la cosa:
a) caracterización, b) legitimación pasiva. El dueño. El
guardián. Caracterización. Otros posibles legitimados
pasivos. c) Fundamento de esta responsabilidad. d)
Carácter de la misma. e) Prueba. f) Eximentes. g)
Principales supuestos de aplicación (automotores, trenes,
aeronaves, ascensores, edificios, etcétera); h) la
responsabilidad por el hecho de las cosas en materia
contractual

Hecho de las cosas y actividades riesgosas. Toda persona responde por el daño causado por el
riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza,
por los medios empleados o por las circunstancias de su realización.
En relación al daño causado por las cosas, como puede advertirse en el texto de la norma, el nuevo
Código no define lo que se entiende por riesgo o vicio.
Debemos tener presente que la diligencia no es suficiente para romper la cadena causal. Por eso, ni
la autorización administrativa (carnet de conductor) ni las técnicas de prevención sirven para
eximir de responsabilidad cuando el factor es objetivo.
La carga de probar que la cosa o actividad es riesgosa o viciosa recae sobre quien la invoca , es decir
que se debe acreditar el hecho causal de la pretensión resarcitoria.
La carga de la prueba de las eximentes recae sobre quien pretende eximirse (art. 1736 del CCCN).

12.2. Daños causados por animales


12.2.1. Presupuestos
Señala el CCCN: “Daño causado por animales. El daño causado por animales, cualquiera sea su
especie, queda comprendido en el artículo 1757”. La norma es bastante sencilla, pues remite a la
responsabilidad por riesgo o vicio de la cosa, resultando aplicables los principios antes expuestos.
Deben responder el dueño y el guardián en forma concurrente.
Los posibles legitimados pasivos serían, en este caso:
a) El dueño del animal. El propietario del animal, al momento de producirse el daño, responde por
el mismo. La determinación de la propiedad se rige por las reglas de adquisición del dominio.
b) El guardián del animal. La noción de guardián es la misma que la de guardián de las cosas
inanimadas. En concreto, es quien tiene al animal a su cuidado o se sirve del mismo.
c) El tercero que excita o provoca al animal. Responden, asimismo, el tercero extraño y el
empleado del dueño o del guardián que, en forma imprudente o deliberada, excitan o provocan
al animal, determinando que éste cause el daño con su reacción. La conducta de este tercero
puede inclusive eximir de responsabilidad (total o parcial) al dueño o al guardián en caso de
que sea un tercero por quien estos no deben responder.
d) Otros posibles legitimados pasivos. En ciertos casos, la ley pone en cabeza de los legitimados
pasivos dichas responsabilidades, sin que las mismas sean excluyentes de responsabilidades de
otros agentes. Según una importante doctrina y jurisprudencia, las empresas concesionarias de
peaje y el propio estado, por incumplimiento de su deber de policía, pueden ser
responsabilizados antes los daños causados por animales sueltos en la ruta. Esta posibilidad se
encuentra limitada por el actual régimen aplicable a la responsabilidad patrimonial del estado.
En todos los casos, el fundamento de la responsabilidad radica en el riesgo creado y por lo tanto es
objetiva.

12.3. Daños causados por actividades


riesgosas
12.3.1. Caracterización de la actividad riesgosa
El carácter riesgoso de la actividad se origina en circunstancias extrínsecas, de persona, tiempo y
lugar, que la convierten en peligrosa para terceros. La ponderación de tales circunstancias, al igual
que la incidencia riesgosa de la misma, debe ser analizada en abstracto, prescindiendo de la
conducta del sindicado como responsable, que podría ser asimismo reprochable.
El CCCN recepta expresamente las actividades riesgosas como factor objetivo de atribución.
12.3.2. Fundamento
El fundamento de la responsabilidad por daños causados por actividades riesgosas radica en el
riesgo creado o de empresa.
El carácter riesgoso de la actividad deviene de su peligrosidad intrínseca o de circunstancias
extrínsecas, instrumentales, de persona, tiempo y lugar que la tornan peligrosa para terceros.
12.3.3. Legitimación pasiva
La responsabilidad recae sobre quien genera, fiscaliza, supervisa, controla o potencia en forma
autónoma la actividad riesgosa.
La legitimación pasiva por actividad riesgosa recae sobre “quien la realiza, se sirve u obtiene
provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial”. Esa
actividad lucrativa asociada con el riesgo o peligro conduce a imputar objetivamente el deber
resarcitorio. En la actividad riesgosa, la legitimación pasiva es más amplia que en el riesgo creado
porque no sólo involucra al dueño o guardián, sino "a quién la realiza, se sirve u obtiene provecho
de ella, por si o por terceros, excepto lo dispuesto en la legislación especial".
De tal forma, se apunta no tanto o no siempre al ejecutor material y directo del perjuicio, sino al
titular de la actividad de la que el daño puede resultar (normalmente el organizador, explotador o
empresario, aunque la actividad sea desenvuelta materialmente a través de otros).
En caso que la legitimación pasiva sea plural (de modo simultáneo, compartido o sucesivo) todos
responden concurrentemente frente al damnificado, salvo que la solidaridad esté establecida por
ley (art. 40, ley 24240).
12.3.4. Eximentes
a) El uso de la cosa en contra de la voluntad (expresa o presunta) del dueño o guardián sólo
configura una eximente aplicable en materia de responsabilidad por actividades riesgosas
cuando ese riesgo derive de la naturaleza de las cosas utilizadas.
b) Acreditado que el daño fue causado por una actividad riesgosa y con relación causal adecuada,
la causa desconocida no exime.
c) Siendo la responsabilidad de naturaleza objetiva, no configura eximente la prueba de haber
sido diligente respecto de las condiciones que imponía la actividad.

12.4. Responsabilidad colectiva y el daño


anónimo.
12.4.1. Novedad de la previsión normativa.
El CCCN regula, la responsabilidad colectiva, anónima y la derivada de la actividad peligrosa de un
grupo. Esta incorporación es una novedad que ha tratado la doctrina.
La diferenciación de las situaciones tiene su razón de ser en las causas de liberación.
12.4.2. La cosa suspendida o arrojada
Art. 1760: Cosa suspendida o arrojada. Si de una parte de un edificio cae una cosa, o si ésta es
arrojada, los dueños de dicha parte responden solidariamente por el daño que cause. Sólo se libera
quien demuestre que no participó en su producción.
De lo dicho surge claramente que este tipo de responsabilidad es objetiva y que el eximente se
encuentra en la causalidad y no en la falta de culpa. A los fines de la configuración de la
responsabilidad, esta última es irrelevante.
La identificación del sujeto causante del daño determina que deje de ser un supuesto de
responsabilidad colectiva. Se exime el sindicado como responsable acreditando que su inmueble
no se encuentra en la parte de la cual provino la cosa que ocasionó el daño.
12.4.3. Autor anónimo
Art. 1761: "Autor anónimo. Si el daño proviene de un miembro no identificado de un grupo
determinado responden solidariamente todos sus integrantes, excepto aquel que demuestre que
no ha contribuido a su producción".
En este supuesto, la causalidad es alternativa; el daño deriva de una o más conductas individuales
cuya identificación no es posible, pero cuyos autor o autores están dentro de un grupo
determinado de personas. Todos los integrantes del grupo responderán solidariamente, a
excepción de aquellos que demostraran que no han contribuido a la producción del daño.
El grupo se establece por medio del examen del nexo causal desde el daño hacia los autores
probables, que debe ser acreditado por el damnificado; no es necesario que el grupo esté
formalmente constituido de antemano por la decisión consciente de asociarse, ligarse o vincularse
de sus integrantes. Se trata de una responsabilidad instituida a favor de la víctima sobre la base de
una relación causal que sólo permite llegar al grupo de autores probables, pero no admite llegar al
autor concreto. La responsabilidad es objetiva y se exime de responder quien demuestre que no
contribuyó en la producción del daño. Si el autor es identificable, sólo éste responderá, en tanto ya
no hay anonimato que justifique responsabilizar al grupo al que pertenecía.
12.4.4. Actividad peligrosa de un grupo
Art. 1762: Actividad peligrosa de un grupo. Si un grupo realiza una actividad peligrosa para
terceros, todos sus integrantes responden solidariamente por el daño causado por uno o más de
sus miembros. Sólo se libera quien demuestre que no integraba el grupo.
Al dato material de la pluralidad se adiciona cierto nivel de interacción o comunicación (voluntaria
o subconsciente) que posibilita, así sea de manera virtual, una suerte de influencia, control o
contagio recíproco. Y surge entonces una "unificación" o "legitimación" o "ligamen" entre los
integrantes, que autoriza a imputar a todos el factor de riesgo que el grupo genera. Puesto que, a
través de la participación en el grupo, el individuo participa en el riesgo descripto a la actividad
colectiva.
El presupuesto fáctico de la norma es la realización de una actividad riesgosa por parte de un grupo
de personas. La causalidad que presupone la norma es la actuación conjunta o en común del
grupo. La responsabilidad de todos los miembros del grupo es solidaria y sólo se eximirá quien
demuestre que no integraba el grupo.
El factor de atribución es objetivo, pues se le atribuye la responsabilidad a la actuación grupal por
ser creadora de riesgo para terceros.
Es indiferente quien es el autor del daño, pues los sujetos son responsables por pertenecer al
grupo independientemente de la autoria material del daño. Solo puede eximirse quien acredite NO
formar parte del grupo. Son legitimados pasivos todos los integrantes del grupo, quienes
responden solidariamente ante la víctima.

12.5. Daños causados por productos y


servicios defectuosos en el ámbito de las
relaciones de consumo.
12.5.1. Definición de producto y servicio defectuoso.
Muchas veces, las expectativas de los consumidores y usuarios pueden verse frustradas
debido a ciertas deficiencias que los productos o servicios pueden presentar, tornándolos
inaptos para su destino. Sin embargo, la situación es aún más grave cuando, como consecuencia de
dichas deficiencias, se producen daños a los consumidores, usuarios o a terceras personas.
Dentro de los productos defectuosos, se distinguen normalmente tres tipologías básicas de
peligrosidad: a) los vicios de fabricación; b) los vicios de concepción (diseño, proyecto y
construcción); c) los vicios de comercialización (instrucciones o información). Algunos autores
agregan una cuarta categoría que correspondería a la dañosidad del producto por sí mismo, con
independencia y abstracción de cualquier modalidad de uso o vicios de los señalados.
Cualquiera de las falencias mencionadas genera la obligación del productor de alertar al
consumidor en caso de ser conocida, retirar el producto del mercado y/o indemnizar los daños
generados, según el caso.
Defectos de fabricación
Aparecen de modo aislado en una o varias unidades de una serie, son regulares y pueden
producirse por falla de alguna máquina o por error humano durante la producción. Normalmente,
el producto se desvía del diseño previsto en virtud de estas deficiencias que no son detectadas y
que lo tornan inapto para su destino. Estas fallas son habitualmente previsibles estadísticamente
dentro de los índices de falibilidad de un proceso de producción.
Defectos de diseño
Los mismos no afectan a una unidad individual, sino a toda la serie, obedeciendo a
deficiencias en el proceso de diseño y proyecto del producto. Normalmente involucran fallas de
decisión empresarial previa a la fabricación del producto, ensamblado y control de calidad. Dado
que los proveedores de bienes y servicios son profesionales, se espera de parte de ellos la
conducta de expertos. Este tipo de defectos es evitable, pero difícilmente previsible
estadísticamente.
Defectos de instrucción o información
Estos defectos se suelen presentar en productos que, pese a haber sido fabricados para el uso al
que se destinan, por tener determinadas características peligrosas, previsibles para terceros, por su
complejidad o por cualquier otra razón deben ir acompañados con instrucciones sobre el modo de
empleo a fin de prevenir daños al destinatario. Cuando el producto no advierte adecuadamente los
riesgos que su uso implica, o el modo de utilización seguro y adecuado, causando un daño al
usuario o consumidor, el proveedor profesional podrá ver comprometida su responsabilidad.
12.5.2. Régimen legal.
Previo ingreso al régimen establecido por la ley 24240 y sus modificatorias, debemos decir que la
complementación del derecho del consumidor dentro del CCCN implica una profunda
armonización y sistematización entre los distintos componentes del sistema de protección jurídica
del consumidor: la Constitución Nacional (arts. 42 y 43), la ley especial 24240 y el CCCN.
La ley 24240. Art. 40: Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la
prestación del servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el
proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. El transportista
responderá por los daños ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del servicio. La
responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan. Sólo se
liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena.
Como podemos observar, la ley 24240, no hace referencia a los daños causados por productos
defectuosos. Más aun, ni siquiera define el concepto “producto defectuoso”. Por el contrario,
utiliza una terminología no del todo depurada, cercana a la del art. 1113 del CC.
La ley utiliza el vocablo “cosa”, pero la noción de producto es más amplia, ya que implica que la
cosa es además “producida”, es decir, que es el resultado de un proceso de fabricación. En tal
sentido, la norma argentina es amplia, ya que engloba toda cosa mueble que no esté excluida en
forma expresa de la ley 24240, incluyendo los “tiempos compartidos, clubes de campo,
cementerios privados y figuras afines”.
12.5.3. Fundamento de esta responsabilidad
El fundamento de la obligación de resarcir que pesa sobre los legitimados pasivos es de carácter
objetivo, basado en la idea de riesgo de empresa. En consecuencia, la liberación de los sindicados
como responsables se producirá solamente en caso de que logren acreditar la existencia de una
causa ajena que interrumpa el nexo causal.
12.5.4. Legitimación activa y pasiva
La legitimación activa y pasiva surge de los primeros artículos de la ley 24240. Respecto de la
legitimación activa, es indudable que corresponde al consumidor:
Objeto. Consumidor. Equiparación. La presente ley tiene por objeto la defensa del consumidor o
usuario, entendiéndose por tal a toda persona física o jurídica que adquiere o utiliza bienes o
servicios en forma gratuita u onerosa como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo
familiar o social. Queda comprendida la adquisición de derechos en tiempos compartidos, clubes
de campo, cementerios privados y figuras afines.
Como se puede observar, la ley no sólo legitima al consumidor y usuario a reclamar los daños
causados por el riesgo o vicio de la cosa o servicio, sino también a todo aquél que adquiere o
utiliza los bienes o servicios onerosa o gratuitamente, como destinatario final, para sí o su grupo
familiar.
La ley excluye del concepto de proveedor a los profesionales liberales que requieran para su
ejercicio el título universitario y la matrícula.
Respecto de la publicidad que realicen de sus servicios, sin embargo, es comprendida por esta ley.
12.5.5. Prueba
Respecto de la prueba, como regla, quien tiene una pretensión debe demostrar la existencia del
daño, el defecto del producto y la relación de causalidad entre el daño y la conducta del sindicado
como responsable. Ya que se trata de supuestos de responsabilidad objetiva, no corresponde
probar la culpa de los legitimados pasivos.
Rigen en esta cuestión todos los principios generales de la carga probatoria, y se admite todo
medio de prueba e incluso presunciones.
12.5.6. Eximentes. El riesgo de desarrollo
Se aplicarán las eximentes que se vinculan con la relación de causalidad y los factores de atribución
objetiva, es decir, aquellas que causen la ruptura del nexo de causalidad: caso fortuito, hecho
del tercero extraño y hecho de la víctima.
Riesgo de desarrollo
Se entiende por riesgo de desarrollo aquél que surge del defecto de un producto que al tiempo de
su introducción al mercado era considerado inocuo, de acuerdo al estado de los conocimientos
técnicos y científicos existentes en ese momento, resultando su peligrosidad indetectable, pero
cuya nocividad es puesta de manifiesto posteriormente.
En la Argentina, la discusión doctrinaria en torno al riesgo de desarrollo ha generado dos corrientes
de opinión fuertemente encontradas:
a) La doctrina que admite la eximente basada en el riesgo de desarrollo.
b) La doctrina que rechaza la eximente de riesgo de desarrollo, es la posición que sostiene
Pizarro y que compartimos ampliamente.
12.5.7. La responsabilidad civil por publicidad engañosa y
por incumplimiento del deber de informar al consumidor
La CN reconoce en el art. 42 el derecho a una adecuada información, estableciendo que: Los
consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la
protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la
libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno.
Las cosas y servicios, incluidos los servicios públicos domiciliarios, cuya utilización pueda suponer
un riesgo para la salud o la integridad física de los consumidores o usuarios, deben
comercializarse observando los mecanismos, instrucciones y normas establecidas o razonables
para garantizar la seguridad de los mismos. En tales casos debe entregarse un manual en idioma
nacional sobre el uso, la instalación y mantenimiento de la cosa o servicio de que se trate y
brindarle adecuado asesoramiento. Igual obligación regirá en todos los casos en que se trate de
artículos importados, siendo los sujetos anunciados en el artículo 4 responsables del contenido
de la traducción.
La ausencia de dicha información o la deficiencia en la misma en calidad o cantidad podrá ser
apta para considerar al producto deficiente.
Con respecto a las condiciones de la oferta y la venta, el art. 7 de dicha ley establece que: La oferta
dirigida a consumidores potenciales indeterminados, obliga a quien la emite durante el tiempo en
que se realice, debiendo contener la fecha precisa de comienzo y de finalización, así como también
sus modalidades, condiciones o limitaciones. La revocación de la oferta hecha pública es eficaz
una vez que haya sido difundida por medios similares a los empleados para hacerla conocer. La no
efectivización de la oferta será considerada negativa o restricción injustificada de venta, pasible
de las sanciones previstas en el artículo 47 de esta ley.
Recordemos que, dentro de las sanciones impuestas por el art. 47, encontramos el apercibimiento,
la multa, el decomiso de las mercaderías y productos objeto de la infracción, clausura o
suspensión del establecimiento, suspensión en los registros de proveedores del estado, pérdida
de concesiones, privilegios, regímenes impositivos o crediticios especiales, etc.
Asimismo, se prevé la publicación de la resolución condenatoria o una síntesis de los hechos,
fracción cometida y sanción aplicada.
Es claro el art. 8 respecto de que los detalles de la publicidad se consideran como parte integrante
del contrato y, en consecuencia, obligan al proveedor de bienes y servicios. En consecuencia, el no
cumplimiento de tales obligaciones generará incumplimiento contractual.
El art. 8 bis regula respecto del trato digno, vedando las prácticas abusivas.
12.5.8. La responsabilidad de las empresas prestadoras
de servicios privatizados. Concesionarias de peaje.
El contrato de concesión de peaje …es aquél por el cual la administración pública contrata a una
empresa para que realice determinados trabajos de construcción de caminos nuevos o de
reparación, ampliación, conservación o mantenimiento de vías ya existentes, y remunera al
concesionario mediante el otorgamiento de la explotación de la obra construida, durante un plazo
determinado.
Doctrina de la delegación administrativa o de la relación transestructural (tesis
extracontractualista)
Es sostenida mayormente por la doctrina administrativista, con apoyo de la Corte Suprema en las
causas “Colavita” y “Bertinat”. Según ella, la relación entre el concesionario y el usuario es de tipo
extracontractual y regulada por las reglas del derecho público.
Doctrina de la relación contractual de derecho privado entre el concesionario y el usuario.
Un criterio opuesto, sostenido mayormente por los iusprivatistas, considera que la relación
existente entre la empresa concesionaria y el usuario es de tipo contractual y alcanzado por las
normas de derecho privado. En consecuencia, el usuario se convierte en usuario o consumidor en
los términos prescriptos por la ley 24240 y la relación es de tipo contractual.
Doctrina de la relación de consumo
Esta doctrina, establece que la responsabilidad de la empresa concesionaria está ubicada en el
terreno de la relación de consumo y regulada por los principios y normas de defensa del
consumidor (art. 42 de la CN, ley 24240 y conc.). Esta posición se vio fortalecida por el fallo
reciente “Ferreyra” por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en los votos de Zaffaroni y
Lorenzetti.
Doctrina de la situación obligacional
Otra orientación ha sido la mantenida por el TSJ de la Pcia. de Córdoba, que entiende que la
relación antecedente entre el estado y el concesionario coloca a la empresa vial ante terceros en
una situación jurídica que es única e inescindible, sujeta al régimen legal y reglamentario anterior,
de naturaleza contractual. En consecuencia, el concesionario puede responder tanto por
obligaciones de tipo contractual como extracontractual.
En ese sentido, la relación jurídica entre la empresa y el particular no tiene los caracteres distintivos
y propios de una relación negocial de derecho privado ni tiene un objeto escindible de la relación
de derecho administrativo.
La opinión de Pizarro
El prestigioso jurista cordobés adhiere a la doctrina de relación de consumo, donde se inclina por la
tesis extracontractualista.

12.6. Accidentes de automotores.


12.6.1. Régimen legal aplicable conforme el Código Civil y
Comercial.
El marco normativo de los accidentes de automotores está conformado por los arts. 1769 y 1757
del Código Civil y Comercial.
Art. 1769: “Accidentes de tránsito. Los artículos referidos a la responsabilidad derivada de la
intervención de cosas se aplican a los daños causados por la circulación de vehículos”. Es de
aplicación la responsabilidad objetiva prevista en los arts. 1757 y 1758 del CCC.
Además de la responsabilidad civil prevista en el Código, es de aplicación el decreto ley 6582/58
(t.o. ley 22172). Asimismo, y de modo complementario, la Ley de Tránsito 24449 (1995) se aplica
en jurisdicción nacional, mientras que las leyes provinciales y normas municipales también resultan
aplicables. Se considera que todo daño causado con un automotor en movimiento responde al
riesgo propio de la cosa y a la actividad peligrosa desarrollada, lo que resulta adecuado para
proteger a la víctima.
12.6.2. Responsabilidad del titular registral de un
automotor. Denuncia de venta del automotor
Tal como está dispuesto el régimen jurídico el automotor es una cosa mueble registrable, por lo
que se establece para los automotores un sistema de publicidad registral constitutiva, en virtud del
cual no se considera propietario al poseedor de la cosa, sino al titular registral.
El titular registral responderá aun cuando no haya participado personalmente (como conductor) en
el accidente automovilístico.
La ley dispone, como regla, que la inscripción podrá ser peticionada por cualquiera de las partes.
Sin perjuicio de ello, impone al adquirente realizarla en el término de diez días de celebrado el
acto. Si el adquirente no cumple con esta obligación, la ley faculta al transmitente a revocar la
autorización para circular con el automotor, a cuyos efectos deberá cursar notificación al registro.
El propietario del automotor también tendrá dicho derecho cuando por cualquier título hubiere
entregado su posesión o tenencia, si el poseedor o tenedor no inscribe su título en el registro en el
plazo referido.
Hasta tanto se inscriba la transferencia el transmitente será civilmente responsable por los daños y
perjuicios que se produzcan con el automotor, en su carácter de dueño de la cosa.
Causal de liberación: No obstante, si con anterioridad al hecho que motive su responsabilidad,
el transmitente hubiere comunicado al Registro que hizo tradición del automotor, se reputará
que el adquirente o quienes de este último hubiesen recibido el uso, la tenencia o la posesión de
aquél, revisten con la relación al transmitente el carácter de terceros por quienes él no debe
responder, y que el automotor fue usado en contra de su voluntad. La comunicación prevista en
este artículo, operará la revocación de la autorización para circular con el automotor, si el titular la
hubiese otorgado, una vez transcurrido el término fijado en el art. 15 sin que la inscripción se
hubiere peticionado, e importará su pedido de secuestro, si en un plazo de treinta días el
adquirente no iniciare su tramitación.
La implementación de la llamada“denuncia de venta” se trata de una modificación lamentable,
apta para distorsionar el sistema, y que deja extremadamente desprotegida a la víctima. En tal
sentido, Pizarro y Vallespinos (opinión citada) recomiendan una interpretación restrictiva de la
misma, a fin de tutelar adecuadamente a la víctima.
La comunicación de venta, conocida en la jerga como “denuncia de venta”, es un mecanismo
jurídico que permite al titular dominial de un vehículo, comunicar la entrega del rodado a otra
persona en carácter de poseedor o tenedor, siempre y cuando sea una entrega real del uso y goce
de la cosa originado por un acto jurídico, como puede ser la compraventa mercantil.

12.6.3. Otros legitimados pasivos.


Diferentes sujetos pueden comprometer su responsabilidad ante un accidente de tránsito:
a) El conductor del vehículo. La obligación de resarcir cae sobre quien conducía el automóvil al
momento de producirse el daño. Es considerado responsable directo, siendo el factor de
atribución objetivo pues desarrolla una actividad riesgosa (art. 1757 del CCC).
b) Responsables por el hecho ajeno. Dentro de esta categoría quedan incluidas la responsabilidad
del principal por el dependiente y la responsabilidad de los padres, tutores y curadores por los
daños causados por los menores de edad sujetos a patria potestad, etc. En estos casos se
responde aun cuando los terceros hayan efectuado la conducción del vehículo.
c) La responsabilidad del titular registral del automotor en la ley 22977, que vimos anteriormente
y el poseedor del automotor cuando existe comunicación de venta, que pudimos ver en el
apartado anterior.
d) El asegurador. El asegurador puede ver comprometida su responsabilidad en aquellos
accidentes en los cuales el conductor, el principal, el dueño o el guardián de la cosa se
encuentre acaparado por una relación de seguro que cubra la responsabilidad civil por daños a
terceros.
12.6.4. Accidentes en que son víctimas los peatones.
El peatón es la persona media que circula por las calles y que, por lo general, sufre las peores
consecuencias del riesgo creado por los automotores que circulan en nuestras ciudades.
Encontramos diferentes situaciones: la primera es que el peatón haya cruzado por la senda
peatonal, lo cual no ofrece mayores inconvenientes doctrinarios, ya que el peatón goza de absoluta
prioridad en esas circunstancias. En consecuencia, la doctrina y jurisprudencia es unánime
respecto de la responsabilidad del guardián y dueño del automotor.
Otro supuesto diferente es cuando el peatón cruza fuera del área de seguridad (senda peatonal).
Aquí, la doctrina se abre, por lo cual encontramos dos diferentes opiniones. La primera considera
que en ese caso el peatón incurre en grave negligencia, que es apta para eximir de responsabilidad
total o parcialmente al sindicado como responsable.
Otra doctrina, más flexible, considera que …el peatón distraído, inclusive imprudente, es un riesgo
común inherente al tránsito y, por lo mismo, todo conductor de un rodado está obligado a
permanecer atento a las evoluciones imprevistas de la circulación, entre las que se cuenta una
conducta tal de los transeúntes. De manera tal que el peatón goza de una suerte de favor debilis,
porque entre otras razones es quien en el tráfico corre mayor peligro, padece en mayor grado de
indefensión constituyéndose en factor principalmente pasivo del riesgo creado por terceros en una
actividad desarrollada en beneficio personal de éstos.
12.6.5. Colisión de dos o más automotores. El daño
recíproco.
Una primera doctrina considera que existe una suerte de “neutralización” o “compensación” de
presunciones emergentes de dicha norma, lo cual ha sido criticado por falta de pautas que
permitan llegar a dicha conclusión. Otra doctrina considera que el riesgo es el factor de atribución
que debe regular la responsabilidad por el hecho de las cosas y en materia de actividades
riesgosas.
De todo esto surge que el dueño o guardián de cada uno de los vehículos debe responder por los
daños causados al otro, salvo que acredite una eximente idónea para desvirtuar la
presunción en su contra.
12.6.6. Presunciones legales y jurisprudenciales de
culpabilidad. Nociones
Existe una gran cantidad de presunciones legales y jurisprudenciales en materia de culpabilidad del
automovilista. Entre ellas encontramos la salida a la vía pública, los cambios de dirección y sentido
y marcha atrás, los virajes, las prioridades de paso, etc.
12.6.7. El seguro de responsabilidad civil. Nociones
generales
En Argentina se ha establecido el sistema del seguro obligatorio de responsabilidad civil a terceros
por los daños causados por un automotor. El seguro es un modo de socializar el daño.
Recordemos que las indemnizaciones provenientes de seguros por daños normalmente son
tarifadas o sujetas a franquicias y a las condiciones particulares de la póliza, y surgen de un
contrato de seguro que estipula un beneficio para un tercero (el eventual damnificado). Si bien
está pensada para reparar el daño del tercero, la causa de la misma es el contrato celebrado entre
el asegurador y el asegurado. La víctima tendrá derecho a reclamarle al dañador el pago de la
reparación integral del daño.

12.7. Resarcimiento civil por daño


ambiental
12.7.1. Responsabilidad por daño ecológico y por
contaminación ambiental. El daño al medio ambiente en la
CN. Regulación del daño ambiental. Nociones.
El daño ambiental se define en los términos de la Ley General del Ambiente 25675 como “toda
alteración relevante que modifique negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los
ecosistemas, o los bienes y valores colectivos”. En efecto, la simple alteración que el ambiente
experimente sin superar su capacidad de autoregeneración quedará al margen de este concepto.
Por el contrario, se considera daño ambiental a aquél que enerve las posibilidades reconstitutivas
del medioambiente.
El daño ambiental se caracteriza por ser ambivalente, en cuanto afecta intereses individuales y
colectivos; de relación causal difusa. Es un daño prevalentemente social e impreciso.
Encontramos su tutela judicial efectiva con carácter constitucional en el art. 42 de la CN.
La reforma constitucional del año 1994 decide ampliar y reconocer una nueva categoría de
legitimados, para que ningún derecho personalísimo quede desguarnecido.
12.7.2. Daños causados por residuos peligrosos. Nociones
generales
La ley 25612: …los presupuestos mínimos de protección ambiental sobre la gestión integral de
residuos de origen industrial y de actividades de servicios, que sean generados en todo el territorio
nacional, y que sean derivados de procesos industriales o de actividades de servicios.
Todo residuo definido según los alcances del art. 2 es cosa riesgosa en los términos del segundo
párrafo del art. 1113 del Código Civil, modificado por la Ley 17711”.
La ley presume iuris tantum que los residuos definidos supra son cosa riesgosa. Sin embargo,
esta presunción no es absoluta y puede ser desvirtuada demostrando el “no riesgo”.
La legitimación pasiva recae sobre el dueño y guardián de los residuos. La ley determina que el
generador de residuos, o sea “toda persona física o jurídica, pública o privada, que genere residuos
industriales y de actividades de servicio”, responde en calidad de dueño por los daños producidos
por aquellos.
El transportista de residuos peligrosos es también responsable en calidad de guardián de los
mismos desde el lugar de generación del residuo hasta el lugar de almacenamiento, tratamiento o
disposición final de los mismos (art. 28).
No es oponible a terceros la transmisión del dominio o abandono voluntario de los residuos
industriales y de actividades de servicios. Las eximentes que pueden ser opuestas son las propias
del sistema de responsabilidad objetiva.
12.7.3. Daños nucleares. Nociones generales
La responsabilidad derivada de daños nucleares ha sido regulada a nivel supranacional y nacional.
En todos los casos, el fundamento es objetivo, con basamento en la idea de riesgo creado.

13. Responsabilidades
especiales.
Responsabilidad de las
personas jurídicas y de sus
órganos
13.1 Responsabilidad de las personas
jurídicas
La responsabilidad civil de la persona jurídica no excluye la responsabilidad directa del
subordinado.

13.1.1. Definición
Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud
para adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su
creación.
Estas se encuentran asimiladas, en principio, en sus relaciones con los terceros, a las personas de
existencia visible.

13.1.2. Régimen del Código Civil y Comercial


Tabla 2: Diferencias doctrinarias sobre la responsabilidad de las personas jurídicas

Teoría de la ficción Teorías negatorias Teorías realistas


Postulada mayormente por Varios grupos integran esta teoría Las tesis que afirman la realidad de
Savigny. De acuerdo a esta que niega la personalidad de las las personas jurídicas establecen
concepción, las personas no personas jurídicas. en forma amplia su
responden de los actos ilícitos La doctrina de los patrimonios de responsabilidad civil por actos
cometidos por sus órganos o afectación les niega ilícitos, asimilándolas a las
agentes. Los fundamentos son los responsabilidad delictual. La personas de existencia visible.
siguientes: a) la persona jurídica doctrina de los derechos La responsabilidad de las personas
carece de voluntad; b) no tiene impersonales, que la persona de existencia ideal resulta
por fin cometer delitos; c) los jurídica es responsable por los comprometida cada vez que
actos ilícitos de sus actos ilícitos de sus
administradores no pueden concurren los requisitos siguientes:
representantes, dado que lo
alcanzarla, porque exceden el contrario sería una solución a) la culpa del órgano, salvo
límite del mandato ejercido. injusta. cuando el fundamento de la
Sin perjuicio de ello, admite la La teoría que niega la responsabilidad es objetivo; b) el
teoría de la ficción la subjetividad admite órgano debe obrar en calidad de
responsabilidad contractual, que responsabilidad basada en el tal y en la órbita de actividad de la
supone un incumplimiento (con riesgo y desecha la culpa como persona jurídica, y si es un agente
dolo o culpa) de los fundamento. o dependiente, en el ejercicio de
representantes de la persona Dado que niegan la las funciones.
jurídica. responsabilidad civil y penal de
También puede darse contra ellas las personas jurídicas, sostienen
una acción de in rem verso a favor que existe responsabilidad de la
del damnificado por un acto “asociación personificada”, lo que
ilícito, si éste se hubiere supone declarar responsables a
enriquecido con el acto. los miembros de la misma por las
culpas de sus representantes.
Finalmente, se afirma que las
personas jurídicas no son sino
patrimonios colectivos.

Con el dictado del nuevo Código Civil y Comercial se establece que: “Responsabilidad de la persona
jurídica. La persona jurídica responde por los daños que causen quienes las dirigen o administran
en ejercicio o con ocasión de sus funciones”.
Completan el esquema normativo de responsabilidad de las personas jurídicas los arts. 1753 del
CCCN, relativo a los dependientes, y los arts. 1757 y 1758, que regulan hechos de las cosas y
actividades riesgosas y, por supuesto, todo lo relativo a las cuestiones generales de daños
(presupuestos, funciones, etc.).
El artículo 1763 atribuye responsabilidad a la persona jurídica por los daños que causen quienes las
dirigen o administran en ejercicio o con ocasión de sus funciones, expresiones estas últimas que
también se repiten en el art. 1753 in fine del CCCN, al establecer el alcance de la responsabilidad
del principal por el hecho del subordinado. La responsabilidad civil de la persona jurídica no
excluye la responsabilidad directa del subordinado.
Conforme el texto de la norma, la persona jurídica responde por los actos realizados por sus
administradores o directores, es decir, los sujetos que representan a la persona jurídica ante
terceros. La teoría adoptada es la llamada “teoría del órgano”. Esta teoría considera que los
individuos que actúan en nombre de las personas jurídicas no actúan a título propio, sino como
órganos, como parte de la misma persona jurídica.
Para que exista responsabilidad, deben darse los presupuestos de la responsabilidad civil, daño
resarcible, factor de atribución que en este caso es objetivo por el riesgo creado, antijuridicidad y
relación de causalidad.
En este sentido, la conducta debe ser en “ejercicio” de sus funciones, es decir, para que sea
atribuible a la persona jurídica, los actos deberán realizarse dentro de su función como directores o
administradores; esta función puede ser regular, un mal ejercicio o un abuso o ejercicio aparente.
Puede ser también “con motivo” de las funciones; es decir, existe aquí una relación de medio-fin.
Finalmente, puede ser “con ocasión” de las funciones, donde debe existir una razonable relación
entre las funciones y el daño, pero, además, debe configurarse relación de causalidad entre la
ocasión que brinda la función y el daño.
13.1.3. La responsabilidad de los administradores sociales,
directores y síndicos. Nociones generales
Respecto de la acción de repetición o recursoria de la persona jurídica en contra de sus
administradores, ésta se admite, en general, siempre que el daño resulte de una actuación por
parte del representante o administrador que implique una extralimitación de poder o abuso de
derecho en el ejercicio de la actividad.

13.2. Responsabilidad del estado


Nociones introductorias y plan de trabajo
En torno a la responsabilidad patrimonial del Estado, el nuevo Código establece dos cosas que
deben ser resaltadas: i) regula la responsabilidad patrimonial del Estado; ii) al regular la situación,
tomó partido determinando la inaplicabilidad de las normas del Código Civil, separándose –según
algunos- de los precedentes que la CSJN venía sentando sobre el tema durante los últimos
cincuenta años. Otros piensan que el nuevo Código toma la jurisprudencia de la Corte para la
regulación.
13.2.1. Definición
Inaplicabilidad de normas. Las disposiciones del Capítulo 1 de este Título no son aplicables a la
responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria”; “Responsabilidad del Estado. La
responsabilidad del Estado se rige por las normas y principios del derecho administrativo nacional
o local según corresponda”.
Los artículos sobre responsabilidades del Estado respetan, en primer lugar, el federalismo y, en
segundo lugar, la historia jurisprudencial de nuestro más alto tribunal federal.
Ley 26944 de Responsabilidad Estatal
Esta ley rige la responsabilidad del Estado por los daños que su actividad o inactividad les produzca
a los bienes o derechos de las personas.
La responsabilidad del Estado es objetiva y directa. La sanción pecuniaria disuasiva es
improcedente contra el Estado, sus agentes y funcionarios.
En este artículo, la ley expresamente dice que la responsabilidad del estado es amplia y se refiere a
todos los daños que sean consecuencia de su actividad o inactividad. En otras palabras: comprende
los daños ocasionados por los hechos y actos, así también por las omisiones, y esta parte se la
puede vincular con lo que la doctrina denominó los daños provocados, ya sea por una no
prestación del servicio o por una prestación irregular, y, por ello, el afectado puede accionar:
solicitando la prestación omitida o deficientemente prestada o reclamar la reparación de los
perjuicios derivados de la conducta no realizada o realizada deficientemente.
En estos casos, la responsabilidad del estado es objetiva y directa por los daños causados por su
actividad o inactividad ilícita. Es decir, prescinde de toda valoración subjetiva al momento de
establecer la responsabilidad, sin importar que el hecho dañoso se haya producido como resultado
de un hecho culposo o doloso. La responsabilidad directa del estado surge en virtud de que un
órgano comete un daño en ejercicio aparente de sus funciones. De esa forma, no es necesario
distinguir si el daño ha sido cometido por funcionarios o por empleados.
Al sostener la ley que la responsabilidad es objetiva y directa, tampoco es necesario distinguir si el
daño ha sido consecuencia de un acto o de un hecho de la administración, ya que, para algunos,
los actos acarrean la responsabilidad directa, en cambio, los hechos acarrean la indirecta. También
la norma supera este debate.
Al afirmar que la responsabilidad es directa, no es necesario indagar si la actividad ha sido legítima
o ilegitima, ya que en ambos casos el estado debe reparar al afectado si se cumplen los requisitos
establecidos en la ley.
El Poder Ejecutivo envió un proyecto que hoy es la ley 26944, que da un régimen específico a la
responsabilidad del estado y de los funcionarios públicos, y que, reconociendo que ésta es materia
no delegada por las provincias, las autorizaría a tener su propio régimen, aunque invita a adherirse
al texto de esa ley.
“La sanción pecuniaria disuasiva” es improcedente contra el estado, sus agentes y funcionarios.
Se exime de responsabilidad al Estado en los siguientes casos:
a) Por los daños y perjuicios que se deriven de casos fortuitos o fuerza mayor, salvo que sean
asumidos por el Estado expresamente por ley especial;
b) Cuando el daño se produjo por el hecho de la víctima o de un tercero por quien el Estado no
debe responder.
Son requisitos de la responsabilidad del Estado por actividad e inactividad ilegítima:
a) Daño cierto debidamente acreditado por quien lo invoca y mensurable en dinero;
b) Imputabilidad material de la actividad o inactividad a un órgano estatal;
c) Relación de causalidad adecuada entre la actividad o inactividad del órgano y el daño cuya
reparación se persigue;
d) Falta de servicio consistente en una actuación u omisión irregular de parte del Estado; la
omisión sólo genera responsabilidad cuando se verifica la inobservancia de un deber normativo
de actuación expreso y determinado.
En cuanto a la extensión del resarcimiento, en principio, la norma parece inducir la idea del
carácter excepcional y limitada al daño patrimonial (emergente y lucro cesante).
Son requisitos de la responsabilidad estatal por actividad legítima:
a) Daño cierto y actual, debidamente acreditado por quien lo invoca y mensurable en dinero;
b) Imputabilidad material de la actividad a un órgano estatal;
c) Relación de causalidad directa, inmediata y exclusiva entre la actividad estatal y el daño;
d) Ausencia de deber jurídico de soportar el daño;
e) Sacrificio especial en la persona dañada, diferenciado del que sufre el resto de la comunidad,
configurado por la afectación de un derecho adquirido.
La responsabilidad del Estado por actividad legítima es de carácter excepcional. En ningún caso
procede la reparación del lucro cesante.
La indemnización de la responsabilidad del Estado por actividad legítima comprende el valor
objetivo del bien y los daños que sean consecuencia directa e inmediata de la actividad desplegada
por la autoridad pública, sin que se tomen en cuenta circunstancias de carácter personal, valores
afectivos ni ganancias hipotéticas.
Los daños causados por la actividad judicial legítima del Estado no generan derecho a
indemnización.
Conforme el texto de la norma, la responsabilidad estatal por actividad legítima es de excepción. Se
trata de una actividad legal de la administración, y, si la misma produce daños de carácter general,
no son indemnizables, porque constituyen limitaciones al ejercicio de los derechos individuales.
Son daños que deben ser soportados; aparece aquí la idea de “sacrificio especial”.
El Estado no debe responder, ni aun en forma subsidiaria, por los perjuicios ocasionados por los
concesionarios o contratistas de los servicios públicos a los cuales se les atribuya o encomiende un
cometido estatal, cuando la acción u omisión sea imputable a la función encomendada.
“El plazo para demandar al Estado en los supuestos de responsabilidad extracontractual es de tres
(3) años computados a partir de la verificación del daño o desde que la acción de daños esté
expedita”.
El interesado puede deducir la acción indemnizatoria juntamente con la de nulidad de actos
administrativos de alcance individual o general o la de inconstitucionalidad, o después de finalizado
el proceso de anulación o de inconstitucionalidad que le sirve de fundamento.
La actividad o inactividad de los funcionarios y agentes públicos en el ejercicio de sus funciones por
no cumplir sino de una manera irregular, incurriendo en culpa o dolo, las obligaciones legales que
les están impuestas, los hace responsables de los daños que causen.
La pretensión resarcitoria contra funcionarios y agentes públicos prescribe a los tres (3) años. La
acción de repetición del Estado contra los funcionarios o agentes causantes del daño prescribe a
los tres (3) años de la sentencia firme que estableció la indemnización.
La responsabilidad contractual del Estado se rige por lo dispuesto en las normas específicas. En
caso de ausencia de regulación, se aplica esta ley en forma supletoria.
La norma distingue entre la responsabilidad contractual y la extracontractual del estado, dejando
en claro que esta ley se refiere exclusivamente a la extracontractual, ya que, en cuanto a lo
contractual, será necesario dirigirse a las normas que regulan cada uno de los contratos en
particular.
Esta ley no se aplica cuando el estado es empleador, porque hay distintas normas que
específicamente se refieren a la relación existente entre el estado y el agente público.
Dice el artículo 11: “Invítase a las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a adherir a
los términos de esta ley para la regulación de la responsabilidad estatal en sus ámbitos
respectivos”.
13.2.2. Anteproyecto de 2012 y el régimen del CCCN.
En el Anteproyecto contenía dos normas sobre responsabilidad del estado (arts. 1764 y 1766) y una
norma destinada a la responsabilidad del funcionario y del empleado público (art. 1765). Este texto
plasmaba en el seno del Código Civil y Comercial la responsabilidad estatal y la responsabilidad del
funcionario y del empleado público, contemplándose también la responsabilidad estatal por acto
lícito, siguiendo la doctrina sentada por la Corte en torno a los arts. 43, 1074, 1109, 1112, 1113,
entre otros, del Código Civil ahora derogado.
En efecto, la comisión reformadora, en el artículo 1764, regula la responsabilidad patrimonial del
estado por los daños provocados por el ejercicio irregular de sus funciones, estableciendo la
responsabilidad objetiva. El proyectado art. 1765 refería a la responsabilidad del funcionario
público, y la última norma es el 1766, referida a la responsabilidad por actividad licita. Veamos las
normas proyectadas, en sus tres aspectos.
Responsabilidad del estado por actividad irregular o falta de servicio
Articulo 1764. Responsabilidad del Estado: el Estado responde, objetivamente, por los daños
causados por el ejercicio irregular de sus funciones, sin que sea necesario identificar a su autor.
Para tales fines se debe apreciar la naturaleza de la actividad, los medios de que se dispone el
servicio, el lazo que une a la víctima con el servicio y el grado de previsibilidad del daño. .
El texto apuntaba a regular la responsabilidad del Estado por falta de servicio.
Responsabilidad del funcionario o empleado público
El texto propuesto por la Comisión Redactora respecto a este punto era:
Artículo 1765.- Responsabilidad del funcionario y del empleado público. El funcionario y el
empleado público son responsables por los daños causados a los particulares por acciones u
omisiones que implican el ejercicio irregular de su cargo. Las responsabilidades del funcionario o
empleado público y del Estado son concurrentes.
Responsabilidad por actividad lícita
En este punto, el texto propuesto por la Comisión Redactora establecía:
Artículo 1766.- Responsabilidad del Estado por actividad lícita. El Estado responde, objetivamente,
por los daños derivados de sus actos lícitos que sacrifican intereses de los particulares con desigual
reparto de las cargas públicas. La responsabilidad sólo comprende el resarcimiento del daño
emergente; pero, si es afectada la continuación de una actividad, incluye la compensación del valor
de las inversiones no amortizadas, en cuanto hayan sido razonables para su giro.
El Estado responde, objetivamente, por los daños causados por el ejercicio irregular de sus
funciones, sin que sea necesario identificar a su autor. No se trata de un juicio sobre la conducta de
los agentes sino sobre la prestación del servicio y, por ello, la responsabilidad involucrada no es
subjetiva, sino objetiva.
El funcionario o empleado público es responsable por los daños causados a los particulares por
acciones u omisiones que impliquen el ejercicio irregular de su cargo. En cuanto a la actividad licita,
se establece que el Estado responde, objetivamente, por los daños derivados de sus actos lícitos
que sacrifican intereses de los particulares con desigual reparto de las cargas públicas. La
responsabilidad sólo comprende el resarcimiento del daño emergente; pero, si es afectada la
continuación de una actividad, incluye la compensación del valor de las inversiones no
amortizadas, en cuanto hayan sido razonables para su giro.
Nociones
La responsabilidad del estado es una especie dentro de la responsabilidad de las personas jurídicas.
Uno de los fundamentos por los cuales es dable responsabilizar al estado por los daños que
causare a terceros es su calidad de sujeto de derecho.

Responsabilidad del estado por actos lícitos: actos legislativos


La función legislativa del estado puede ocasionar supuestos de responsabilidades por los daños
causados en virtud de la misma. Se suele señalar el supuesto de declaración de
inconstitucionalidad de una norma luego de un proceso judicial.
El art. 31 de la CN permitiría conducir al resarcimiento de un afectado que demuestre un daño
causado, relación de causalidad, antijuridicidad y el factor de atribución.
La CSJN se ha pronunciado, en términos generales, por la irresponsabilidad del estado cuando éste
ha ejercido razonablemente sus poderes propios.
Para que exista responsabilidad del estado por daños ocasionados en ejercicio de la actividad
normativa, se requiere la constatación de la relación causal entre el acto y el daño, la imputación
al estado, y la existencia del particular perjudicado.
La lesión al derecho de propiedad por la privación del derecho se encontraría reconocida por la
conversión en un valor económico que le otorgó el legislador.
Responsabilidad del estado por actos del poder judicial
Si el magistrado ejerce irregularmente su función y comete un acto ilícito, compromete asimismo la
responsabilidad directa del estado por la ilegitimidad del acto que causa daño a las partes o a
terceros.
El cumplimiento irregular de la obligación legal de administrar justicia, que es atribuida a los
magistrados, puede darse con culpa o negligencia (error judicial), o dolo o malicia. En caso de dolo
o malicia, el juez podrá ser condenado por delito de cohecho (art. 237 del CP) o prevaricato (arts.
269 y 270 del CP) o denegación o retardo de justicia (art. 273 del CP). A ello se le habrá de sumar
la responsabilidad civil por los daños que causare en tales circunstancias.
La responsabilidad del estado es directa, ya que el resultado dañoso es causado por uno de sus
órganos. Se trata de una responsabilidad de tipo objetiva. El fundamento de la responsabilidad
extracontractual del estado reposa en la concepción del estado de derecho, que implica la
necesaria sujeción de aquél al orden jurídico instituido.
La responsabilidad del estado por acto ilícito del funcionario es concurrente con la responsabilidad
personal del funcionario.
Irresponsabilidad del estado por la actuación judicial legítima dentro del proceso judicial
La regla es que el estado responde extracontractualmente de los daños que cause por medio de
actos ilícitos. Esta responsabilidad posee fundamento en el estado de derecho, que impone
preservar las garantías constitucionales de la propiedad y la igualdad jurídica.
Distinto es el caso de la actividad del Poder Judicial, cuya función es realizar la justicia. Los jueces
no tienen mucho margen de discrecionalidad, ya que se deben atener a la ley. Cuando esto no
fuese así, se podrá considerar que la medida fue arbitraria y, eventualmente, generar la
responsabilidad correspondiente.
Responsabilidad del estado por “error judicial”
El error judicial comprende todo acto judicial ejecutado por el juez en el proceso, que resulta
objetivamente contradictorio con los hechos de la causa o con el derecho y la equidad, desviando
la solución del resultado justo al que naturalmente debió llegar.
Responsabilidad del estado por actos lícitos
En ciertos supuestos se justifica que el estado responda aún ante actos lícitos. El fundamento de
esta responsabilidad se halla en un factor objetivo de atribución (solidaridad social, equidad,
etc.).
En este sentido, algunos juristas consideran como factor objetivo de atribución a la igualdad ante
las cargas públicas con fundamento en el art. 16 de la CN. Este factor de atribución justificaría la
responsabilidad civil del estado por actos lícitos.

13.3 Responsabilidad civil de los


funcionarios públicos
Nociones introductorias
El funcionario público puede ser sometido a diferentes tipos de responsabilidad.
a) Responsabilidad política
b) Deberes específicos del cargo.
c) Responsabilidad penal.
d) Responsabilidad civil por daños.
13.3.1. Definición
Los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones, por no
cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que les están impuestas generan
responsabilidad civil.
De ello se desprende que el funcionario público debe responder por los daños causados a los
particulares por el ejercicio irregular de sus obligaciones legales, sea por acción u omisión.
13.3.2. Régimen legal
Régimen legal proyectado y el vigente
Sobre la responsabilidad del funcionario y empleado público, el texto propuesto por la Comisión
Redactora respecto a este punto era:

Artículo 1765.- Responsabilidad del funcionario y del empleado público. El funcionario y el


empleado público son responsables por los daños causados a los particulares por acciones u
omisiones que implican el ejercicio irregular de su cargo. Las responsabilidades del funcionario o
empleado público y del Estado son concurrentes.
La solución propiciada por la Comisión era una aplicación concreta del principio de responsabilidad
por el hecho propio, por daños causados culpablemente.
Dicho proyecto fue modificado por el Poder Ejecutivo y la norma que en definitiva sancionó el
Congreso (que hoy es ley) quedó redactada de la siguiente manera:
Responsabilidad del funcionario y del empleado público. Los hechos y las omisiones de los
funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones por no cumplir sino de una manera irregular
las obligaciones legales que les están impuestas se rigen por las normas y principios del derecho
administrativo nacional o local, según corresponda.
Cuando el damnificado sea una persona distinta de la administración pública, su responsabilidad se
regirá por el CCCN; cuando el damnificado sea la administración pública, su responsabilidad se rige
por las normas del derecho administrativo nacional o local.
13.3.4. Legitimación pasiva
Todo el que, permanente o accidentalmente, en forma gratuita o remunerada, ejerce una función o
empleo estatal, está comprendido en la responsabilidad mencionada. Pero debe tenerse en cuenta
que esta responsabilidad se establece para el funcionario solamente en cuanto actúa como órgano
del estado, es decir, en el ejercicio de sus funciones.

14. Responsabilidades.
Responsabilidad de los
profesionales liberales
14.1. Responsabilidad de los profesionales
liberales
14.1.1. Aspectos generales. Caracterización del profesional.
Profesión liberal. Delimitación del concepto
Debemos recordar que cuando nos referimos a la responsabilidad derivada del ejercicio de
profesiones liberales estamos hablando de aquellas ocupaciones que requieren título habilitante
otorgado por una universidad, sometimiento al régimen disciplinario o ético y con colegiación
obligatoria. En consecuencia, la actuación profesional presume un conocimiento a nivel de
experticia por parte del profesional y, a la vez, la ostentación de la matrícula profesional otorgada
por el colegio profesional correspondiente.
Las características serían: título otorgado por una universidad que habilite para el ejercicio
profesional y que certifica un bagaje de conocimientos especiales; la matriculación en un colegio
profesional; la autonomía científica como también técnica; la sujeción a normas éticas y
reglamentarias que rigen su actividad específica.
En relación a la fuente o hecho generador de dicha responsabilidad, ésta puede ser el
incumplimiento de una obligación de origen legal o contractual por parte del profesional o la
simple violación de un deber genérico de no dañar a otro. A la luz de la unificación del régimen,
tales distinciones sólo tienen carácter a los fines de la relación entre los sujetos, pero no existen
diferencias jurídicas. En el actual régimen se sostiene que la responsabilidad profesional tiene
carácter obligacional o contractual, aunque, frente a terceros, se enrola en el régimen de la
responsabilidad extracontractual. Se establece una regla general para la unificación de los ámbitos
de la responsabilidad y una regulación especial para el cumplimiento de una prestación a través de
un contrato.
La actividad del profesional liberal está regulada de la siguiente manera: Se aplican las reglas de las
obligaciones de hacer. La imputación es subjetiva, excepto que se haya comprometido un resultado
concreto. Cuando la obligación de hacer se preste con cosas, no es objetiva, excepto que causen un
daño derivado de su vicio. La actividad del profesional liberal no está comprendida en la
responsabilidad por actividades riesgosas. Estos criterios son los que ha aplicado mayoritariamente
la jurisprudencia y han sido defendidos por la doctrina. El profesional promete un hacer que
consiste en una diligencia conforme a las reglas de la profesión, sin que pueda asegurar un
resultado; de allí que la imputación sea subjetiva y pueda liberarse probando su falta de culpa. En
cambio, si promete un resultado, la imputación es objetiva. El profesional actúa con cosas, pero su
imputación sólo es objetiva cuando éstas exorbitan el obrar humano por un vicio. No puede
considerarse que exista una actividad riesgosa en general calificada ex ante.
14.1.2. Naturaleza de la responsabilidad profesional
conforme el art. 1768 del CCCN
Recordemos que con el CCCN no se hace el distingo ente respuesta contractual o extracontractual
de los profesionales, es decir, ya no interesará la naturaleza de la responsabilidad del profesional.
En el actual régimen se sostiene que la responsabilidad profesional tiene carácter obligacional o
contractual, aunque frente a terceros se enrola en el régimen de la responsabilidad
extracontractual. Recordamos que la tesis que adopta el CCCN es la de la unidad del fenómeno de
la ilicitud.
14.1.3. Las obligaciones de medios y resultados. La culpa
profesional. Deberes de prudencia y previsión. Modo de
apreciación
En principio, la responsabilidad de los profesionales es subjetiva, por ende, para atribuir
responsabilidad civil, el damnificado deberá probar la "culpa" o el "dolo" del profesional
interviniente en el hecho.
Sin embargo, la norma establece que la responsabilidad es subjetiva “excepto que se haya
comprometido un resultado concreto”.
Se advierte que –a diferencia de lo que sucede en la esfera aquiliana, donde el criterio legal de
imputación se relaciona con la forma en que se configura el hecho dañoso-, para el campo de la
responsabilidad profesional, es relevante el alcance del deber de conducta asumido por el obligado
(obligación de medios o un resultado concreto), y no la forma en que, de hecho, se incumple. El
nuevo Código, a fin de establecer el factor de atribución en materia contractual, consagra el
distingo entre las obligaciones de medios y de resultado. En el artículo 1723 establece claramente:
"Responsabilidad objetiva. Cuando de las circunstancias de la obligación, o de lo convenido por las
partes, surge que el deudor debe obtener un resultado determinado, su responsabilidad es
objetiva". Cuando, en cambio, la obligación consista en una conducta diligente requerirá de la
presencia de culpa del solvens.
El factor de atribución es de carácter subjetivo pues la norma alude expresamente al mismo. "El
profesional promete un hacer que consiste en una diligencia conforme a las reglas de la profesión,
sin que pueda asegurar un resultado; de allí que la imputación sea subjetiva y pueda liberarse
probando su falta de culpa”.

En relación a la culpa profesional, ella se rige por los principios generales de la culpa. En ese
sentido, la culpa y el dolo están definidos en el art. 1724 del CCC.
Valoración de la conducta. Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoración de la
previsibilidad de las consecuencias.
Cuando existe una confianza especial, se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las
condiciones particulares de las partes.
Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición especial, o la facultad intelectual de una
persona determinada, a no ser en los contratos que suponen una confianza especial entre las
partes. En estos casos, se estima el grado de responsabilidad, por la condición especial del agente.
Según la norma, la graduación de la culpa deberá realizarse en el caso concreto, analizando qué
conducta debía esperarse del profesional y teniendo en cuenta las circunstancias de persona,
tiempo y lugar.
En forma general, existen algunos deberes profesionales que inciden sobre los estándares que fijan
su conducta:
a) Deber de actuación profesional diligente. Tiene que ver con la forma en que el profesional
presta el servicio.
b) Deber de informar. Se relaciona con el deber de comunicar determinada información al cliente
(asesorando, aconsejando o advirtiendo).
c) Deber de confidencialidad. Implica no revelar a terceros todo lo relacionado con el cumplimento
de la obligación asumida.
d) Obligación de seguridad. Arbitrar los medios para asegurar que el cumplimiento de la obligación
ocurra sin daños al cliente.
Distinto es el caso si el profesional liberal comprometió un resultado concreto, lo que surgirá de la
obligación asumida y será de interpretación restrictiva; la responsabilidad será objetiva.
14.1.4. El factor de atribución en la responsabilidad
profesional
La distinción entre haber comprometido un resultado o limitar la obligación a las diligencias
necesarias para lograr el resultado influye directamente en el factor de atribución.
Si lo comprometido es un resultado, el factor de atribución será objetivo. Si lo comprometido
implica sólo el deber de diligencia, pericia y prudencia orientada a producir un resultado, pero sin
asegurarlo, el factor de atribución será subjetivo.
Puede decirse que es común la asunción de obligaciones de medios para los médicos, los
abogados, mientras que es más frecuente la asunción de obligaciones de resultado para los
contadores, los arquitectos e ingenieros, incluso los escribanos.
14.1.5. Daños causados cuando la obligación se preste con
cosas
Generalmente, el profesional liberal en su actividad presta su obligación con el uso de cosas (por
ejemplo, los médicos utilizan bisturí, los ingenieros, herramientas, etc.), por esta habitualidad es
que la norma regula expresamente el supuesto.
Si el profesional causa daños con el uso de cosas, su responsabilidad será subjetiva, salvo la
excepción del art. 1768 del CCCN para el daño causado por el vicio de la cosa de la que el
profesional es dueño o guardián, en la que será objetiva. Si el daño es provocado por el vicio de la
cosa, pero el profesional no resulta ser el dueño o guardián de la cosa, no podrá atribuírsele
responsabilidad objetiva en el evento.
La actividad del profesional liberal no está comprendida en la responsabilidad por actividades
riesgosas previstas en el artículo 1757.
14.1.6. Carga de la prueba
Con respecto a la carga de la prueba, ésta corresponde normalmente a quien alega la existencia
del daño. Si la obligación del profesional es de resultados, la cuestión se simplifica para la victima;
pero si es de medios –con lo cual el profesional compromete su deber de diligencia, pericia y
prudencia orientada a producir un resultado, pero sin asegurarlo- al actor le corresponderá probar
la existencia del daño que alega, la antijuridicidad de la conducta del deudor, la relación causal
adecuada entre el perjuicio y el incumplimiento, y, desde luego, el factor de imputabilidad, que
consiste en la culpa o dolo del infractor. En la obligación de medios, el actor debe demostrar el
incumplimiento del profesional, es decir, su falta de diligencia y prudencia, lo que puede ser
complicado. En muchas situaciones se invertirá la prueba a quien se encuentra en mejores
condiciones de probar, que es normalmente el profesional. Finalmente, el juez debe apreciar la
prueba de acuerdo con las reglas de la sana crítica racional.

14.2. Responsabilidad de los médicos, de


otros profesionales de la salud y de los
establecimientos asistenciales
14.2.1. Régimen legal
El deber de prestar la asistencia técnicamente adecuada supone que el médico fue requerido y
aceptó intervenir, lo cual significa que asumió su deber de prestación médica. La omisión de
prestar dicha asistencia da lugar a una responsabilidad contractual. Del mismo modo, se genera
una responsabilidad civil contractual cuando se efectúa una mala praxis, sea por error de
diagnóstico, inapropiado tratamiento clínico o quirúrgico, o ante una negligente, imprudente o
imperita intervención que cause daño a otro.
La culpa profesional del médico no se diferencia de la noción de culpa en general y se regula por
los mismos principios que enuncian los arts. 1763, 1724 y 1725 CCCN. Las particularidades que
rodean el acto galénico determina la necesidad de apreciar con mayor o menor severidad la culpa
de los agentes y aun establecer la imputabilidad en función de la actividad y las condiciones de
persona, tiempo y lugar.
14.2.2. Naturaleza de la responsabilidad médica
Si bien la responsabilidad del médico es, en la mayoría de los casos, de tipo contractual, la doctrina
señala supuestos en los cuales podría ser considerada extracontractual:
a) Cuando los servicios del médico son requeridos por otra persona distinta del paciente. En
relación a éste, la responsabilidad no nace de un contrato.
b) Cuando son prestados espontáneamente, sin consentimiento del paciente.
c) Cuando los servicios son prestados en contra de la voluntad del paciente, como en el supuesto
del suicida que recibe auxilio médico.
d) Cuando el médico ha cometido un delito del derecho criminal en relación a una persona, sea o
no cliente. Por ejemplo, si cometiera un homicidio prescribiendo una supuesta medicación que
determinase la muerte del enfermo.
14.2.3. Deberes profesionales: deber de información. El
consentimiento informado. Negativa del enfermo. Ley
26529
Deber de información
La obligación de informar que pesa sobre el médico y la institución sanitaria tiene
fundamento jurídico en nuestra CN, art. 42, que tutela la salud y el derecho a la información, al
igual que en diversos tratados de jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 de la CN). La obligación
galénica y de la empresa médica de informar también encuentra basamento en el principio de
la buena fe contractual y la autonomía de la voluntad.
La doctrina y jurisprudencia, de modo pacífico, admiten que el incumplimiento de la obligación de
informar es apto para generar responsabilidad en casos de mala praxis médica y hospitalaria.
El deber de información integra la lex artis, por lo que la actividad médica diligente impone su
cabal cumplimiento por parte de los profesionales y del nosocomio. Por tal motivo se ha dicho que
esta obligación de informar es más extensa que la destinada a obtener el consentimiento
informado del paciente respecto de una práctica o tratamiento médico determinado.
De lo expresado se desprenden dos efectos principales ante el incumplimiento de este importante
deber: a) en primer lugar, obstruye la posibilidad de alcanzar el consentimiento informado; b) en
segundo lugar, y de acuerdo a una doctrina, dependiendo de las circunstancias del caso, se podría
llegar a considerar que el acto médico se ha tornado ilícito o viciado.
Es dable resaltar que la jurisprudencia de nuestro país ha resuelto que en los casos en los cuales la
información suministrada fuera insuficiente o no se hubiera requerido el consentimiento del
paciente para la práctica, la falta de consentimiento, sumada a la ausencia de razones de
emergencia, torna ilegítimo el acto médico.
Recabar el consentimiento del paciente
El consentimiento informado es definido como un requerimiento ético y legal para la investigación
y todo tipo de acto médico a que se someta a un paciente; un derecho del enfermo con capacidad
para comprender, de recibir a través de un proceso de información verbal y/o escrita, clara y
comprensible, de parte de su médico tratante, todo lo relacionado sobre el tipo de tratamiento
propuesto, sus beneficios, riesgos, complicaciones y tratamientos alternativos. De su concepto
mismo se desprende que, para que exista tal declaración de voluntad, es presupuesto
imprescindible que se haya otorgado la suficiente información, sin la cual no cabe hablar de
consentimiento.
El consentimiento libre e informado del damnificado, en la medida en que no constituya una
cláusula abusiva, libera de la responsabilidad por los daños derivados de la lesión de bienes
disponibles.
Negativa del paciente
El consentimiento es fundamental, ya que el cuerpo del enfermo no puede ser tocado por el
médico si no es con el consentimiento del paciente, si éste es mayor de edad y no está privado de
razón. Esto es así ya que la vida, la salud, la integridad física son bienes personales que la ley
protege en miras del interés individual y general.

Si bien el consentimiento del paciente no sería suficiente para privarlo de la vida (eutanasia), el
consentimiento sí es válido para realizar una intervención quirúrgica mutilante, aun cuando pusiera
en grave peligro su vida, cuando ello dé una esperanza para la recuperación de su salud,
conservación de la vida o propósitos altruistas como el transplante de partes anatómicas.
El paciente puede negar su consentimiento, y, en tal caso, el médico no podrá actuar.
Si la urgencia del cuadro médico no permitiere obtener el consentimiento necesario, el médico
debe prestar la asistencia que corresponda, aun sin esa conformidad.
Debe realizar un diagnóstico adecuado
El error de diagnóstico genera responsabilidad al médico por los daños que sufra el enfermo
como consecuencia de un tratamiento inadecuado o de haberse sometido a una intervención
inadecuada. El error debe ser grave e inexcusable. Respecto a este punto, existe un precedente
judicial que resolvió que el médico está obligado a detectar lo detectable; de no hacerlo, se
evidencia una impericia manifiesta.
Se ha considerado que se incumple con estos deberes en los casos en los cuales se interviene a un
paciente quirúrgicamente sin haber antes realizado un examen preoperatorio adecuado y los
correspondientes análisis de laboratorio, radiológico y cardiológico pertinentes.
Otro punto de importancia –al momento de valorar la gravedad de la culpa- es la relación de
especial confianza que el paciente y su familia tienen con los profesionales que atienden su salud,
a quienes justamente les confían sus vidas.
El art. 1725 del CCCN contempla la facultad intelectual de una persona determinada en los
contratos que suponen una confianza especial entre las partes, como es el caso del contrato de
prestaciones médico-asistenciales, a la hora de estimar el grado de responsabilidad por la
condición del agente.
Debe aconsejar un tratamiento adecuado
El médico puede ver comprometida su responsabilidad en el caso de haber aconsejado un
tratamiento equivocado por error grave e inexcusable. No responde, sin embargo, en cuanto al
método de curación, siempre que sea aceptable. En consecuencia, el médico elige el método más
adecuado para obtener el éxito de su tarea, con diligencia, prudencia y pericia.
El paciente, por su parte, deberá continuar con el tratamiento prescripto; de lo contrario, puede
eximirse al profesional ante el abandono del tratamiento y atención médica por parte del
paciente.
Intervención quirúrgica
Se responsabiliza al cirujano ante daños causados por su culpa en la ejecución de actos anexos a la
intervención misma. Se ha declarado que el cirujano tiene a su cargo una obligación de medios o
de prudencia y diligencia en tales actos, al igual que en el acto quirúrgico mismo.
La cirugía estética
La cirugía estética, a diferencia de la cirugía reparadora, intenta satisfacer un mero deseo de
perfección estética, mientras que la segunda tiende a la cura de una enfermedad o a prevenir o
reparar un daño en la salud del paciente.
Estas actuaciones médicas presentan algunas particularidades que hacen que, al momento de
juzgar la responsabilidad del médico, se lo haga con una severidad mayor que en las cirugías
reparadoras. En primer lugar, la intervención galénica se produce normalmente en circunstancias
en que el paciente no padece afecciones en su salud. Puede suceder que la cirugía correctora o
reparadora tenga un fin terapéutico; en ese caso, absorbe en su finalidad la preocupación
meramente estética que también puede satisfacer. Por otro lado, la actuación médica sólo se
justifica en supuestos en los cuales la finalidad perseguida sea favorable desde el punto de vista
estético. Ello supone que el médico ha pronosticado un resultado al paciente sobre el que éste ha
dado su consentimiento.
La circunstancia señalada no es menor y es suficiente como para juzgar el fracaso de la cirugía con
un criterio riguroso, tanto en el caso en que no se obtenga el mejoramiento estético buscado como
en el que se cause un daño a la salud del paciente. Según las circunstancias y en supuestos como
son las correcciones simples (v. g., operación de la nariz), la obligación del médico es de resultado,
es decir que sólo puede exonerarse con la prueba de la relación de causalidad.
Breves nociones sobre ley 26529 de Derechos del paciente, historia clínica y consentimiento
informado
La norma tiene mucha influencia en la relación médico-paciente al regular el ejercicio de los
derechos del paciente en cuanto a la autonomía de la voluntad, la información y la documentación
clínica.
En el art. 2 regula los derechos del paciente, que constituyen derechos esenciales en la relación
entre el paciente y el o los profesionales de la salud, el o los agentes del seguro de salud y
cualquier efector de que se trate. Se enumeran los siguientes:
a) Asistencia. El paciente, prioritariamente los niños, niñas y adolescentes, tiene derecho a ser
asistido por los profesionales de la salud, sin menoscabo y distinción alguna, producto de sus
ideas, creencias religiosas, políticas, condición socioeconómica, raza, sexo, orientación sexual o
cualquier otra condición. El profesional actuante sólo podrá eximirse del deber de asistencia
cuando se hubiere hecho cargo efectivamente del paciente otro profesional competente.
b) Trato digno y respetuoso.
c) Intimidad.
d) Confidencialidad.
e) Autonomía de la voluntad. El paciente tiene derecho a aceptar o rechazar determinadas terapias
o procedimientos médicos o biológicos, con o sin expresión de causa, como así también a
revocar posteriormente su manifestación de la voluntad.
f) Información sanitaria.
g) Interconsulta médica.
La obligación de informar que corresponde al prestador de servicios médicos consiste en explicar,
en forma adecuada al nivel cultural del beneficiario, acerca de su estado de salud, diagnóstico y el
tratamiento adecuado según su saber profesional.
Entiéndase por consentimiento informado, la declaración de voluntad suficiente efectuada por el
paciente, o por sus representantes legales en su caso, emitida luego de recibir, por parte del
profesional interviniente, información clara, precisa y adecuada con respecto a:
a) Su estado de salud;
b) El procedimiento propuesto, con especificación de los objetivos perseguidos;
c) Los beneficios esperados del procedimiento;
d) Los riesgos, molestias y efectos adversos previsibles;
e) La especificación de los procedimientos alternativos y sus riesgos, beneficios y perjuicios en
relación con el procedimiento propuesto;
f) Las consecuencias previsibles de la no realización del procedimiento propuesto o de los
alternativos especificados;
g) El derecho que le asiste en caso de padecer una enfermedad irreversible, incurable, o cuando se
encuentre en estado terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación, en
cuanto al rechazo de procedimientos quirúrgicos, de hidratación, alimentación, de reanimación
artificial o al retiro de medidas de soporte vital, cuando sean extraordinarios o
desproporcionados en relación con las perspectivas de mejoría, o que produzcan sufrimiento
desmesurado, también del derecho de rechazar procedimientos de hidratación y alimentación
cuando los mismos produzcan como único efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio
terminal irreversible e incurable;
h) El derecho a recibir cuidados paliativos integrales en el proceso de atención de su enfermedad o
padecimiento.
Regula también la norma que los datos deberán quedar registrados obligatoriamente en la historia
clínica, que el art. 12 define como el documento obligatorio cronológico, foliado y completo en el
que conste toda actuación realizada al paciente por profesionales y auxiliares de la salud . Se regula
también la historia clínica informatizada, disponiendo que el titular de la misma es el paciente,
aclarando expresamente los datos (asientos) que la misma debe contener.
Luego establece tres recaudos que la historia clínica debe contener:
Integridad. Forman parte de la historia clínica, los consentimientos informados, las hojas de
indicaciones médicas, las planillas de enfermería, los protocolos quirúrgicos, las prescripciones
dietarias, los estudios y prácticas realizadas, rechazadas o abandonadas, debiéndose acompañar en
cada caso, breve sumario del acto de agregación y desglose autorizado con constancia de fecha,
firma y sello del profesional actuante.
Unicidad. La historia clínica tiene carácter único dentro de cada establecimiento asistencial público
o privado, y debe identificar al paciente por medio de una "clave uniforme", la que deberá ser
comunicada al mismo.
Inviolabilidad. Depositarios. La historia clínica es inviolable. Los establecimientos asistenciales
públicos o privados y los profesionales de la salud, en su calidad de titulares de consultorios
privados, tienen a su cargo su guarda y custodia, asumiendo el carácter de depositarios de aquélla,
y debiendo instrumentar los medios y recursos necesarios a fin de evitar el acceso a la información
contenida en ella por personas no autorizadas.
14.2.4. Empleo de cosas en la actividad médica
Se debe considerar la responsabilidad médica por el daño causado por el uso de cosas. Con la
locución cosas, nos referimos a todo aparato, herramienta, instrumento o medicamento utilizado
en el acto médico que pueda causarle un daño al paciente.
Se hace responsable al médico objetivamente por el riesgo de la cosa empleada si supone un
exceso que iría en contra de los propios pacientes, pues los profesionales no se arriesgarían a una
futura demanda indemnizatoria. De ahí que se sostiene que en la medida que la cosa no haya
escapado de lo que es el acto médico propiamente dicho, la responsabilidad seguirá siendo
subjetiva.

Sin embargo, recordamos que, cuando el daño provenga del vicio de la cosa, la responsabilidad
será objetiva.
14.2.5. Responsabilidad civil de los psiquiatras. Nociones
generales
Lo que acabamos de exponer respecto de la responsabilidad médica es aplicable a la
responsabilidad de los psiquiatras. El deber de informar, de confidencialidad y de obtener el
consentimiento del paciente son principios fundamentales que el profesional debe seguir en todo
momento. Asimismo, se espera que el diagnóstico sea adecuado, al igual que el tratamiento o
terapia elegida para el paciente. Todo ello debe constar en la historia clínica, que debe estar
completa y detallada.
La responsabilidad del psiquiatra es por regla contractual y de medios. La determinación de la
culpa del profesional se rige por los principios analizados más arriba.
14.2.6. Responsabilidad del equipo médico
Prestaciones en equipo
La prestación profesional de este tipo suele producirse en las intervenciones quirúrgicas.
Normalmente incluyen el cirujano, un anestesista, un biólogo, un radiólogo, un anatomopatólogo y
los auxiliares del acto quirúrgico. Una cuestión a dilucidar será si el paciente ha contratado
individualmente con cada especialista o lo ha hecho con el jefe del equipo, quien, a su vez, ha
seleccionado a sus colaboradores.
Prestaciones separadas pero simultáneas
Si la intervención galénica no se produjera en equipo, sino que fuese de cada especialista
separadamente, la responsabilidad será individual si puede probarse la causa del daño. Si no es
posible determinar el origen de la atención médica perjudicial, la responsabilidad es colectiva, a
menos que se pruebe quién ha sido el causante o se excluya a quien pruebe que no lo ha sido,
destruyendo la presunción de culpa común.
Equipo médico y la responsabilidad civil colectiva y anónima
En el nuevo Código hay una sección específica con tres artículos destinada a regular la
responsabilidad colectiva y anónima conforme los arts. 1761 y 1762 del CCC.
Autor anónimo. Si el daño proviene de un miembro no identificado de un grupo determinado
responden solidariamente todos sus integrantes, excepto aquel que demuestre que no ha
contribuido a su producción.
Actividad peligrosa de un grupo. Si un grupo realiza una actividad peligrosa para terceros, todos sus
integrantes responden solidariamente por el daño causado por uno o más de sus miembros. Sólo
se libera quien demuestra que no integraba el grupo.
14.2.7. Responsabilidad de las clínicas. Sistemas de
Medicina prepaga y obras sociales
Cuando un paciente es atendido en establecimientos asistenciales públicos o privados se produce
una coexistencia de actos de carácter hospitalario o paramedicales y de actos galénicos. Los
primeros incluirán alojamiento, alimentación, transporte en el interior de la clínica, etc. Por otro
lado, se producirán actos medicos propiamente dichos. La relación que existe entre el profesional
que integra el cuerpo médico de la clínica y ésta última constituye una estipulación en favor de
tercero, o sea del paciente que requiere asistencia o internación en el establecimiento sanatorial.
El paciente tiene una acción directa contra el médico en caso de incumplimiento de su obligación
nacida de aquella estipulación a su favor, y a su vez posee una acción directa, en el mismo caso,
contra la entidad estipulante en razón del contrato de asistencia pasado entre ellos. La
responsabilidad del establecimiento asistencial no se rige por los principios de la responsabilidad
por el hecho de sus dependientes, ya que la dependencia se configura por las órdenes o
instrucciones que éste impartiría y que son incompatibles con la idea de autonomía científica y
técnica que el médico debe tener. Puede existir, sin embargo, un contrato con relación de
dependencia entre el médico y el sanatorio.
Tal como dice la jurisprudencia, existe además de la responsabilidad del médico, la obligación de la
entidad hospitalaria o sanatorial de prestar asistencia médica, la cual lleva implícita una obligación
tácita de seguridad de carácter general y accesoria en ciertos contratos que requieren la
preservación de las personas de los contratantes contra los daños que pueden originar en la
ejecución del contrato.
14.2.8. Otros profesionales del arte de curar
Lo estudiado respecto de la responsabilidad médica es aplicable a otros profesionales del arte de
curar (v. g., dentistas, parteras, pedicuros, enfermeros, masajistas, veterinarios, etc.).
Respecto de los farmacéuticos, debemos distinguir entre las tareas realizadas como profesionales y
las realizadas en calidad de comerciantes. En el primer supuesto, actúan como auxiliares de los
médicos en la preparación de recetas y despacho del medicamento prescripto, comprometiendo
su responsabilidad profesional en caso de falta de diligencia, impericia o negligencia. En el
segundo caso, como comerciantes que venden productos farmacéuticos ya preparados,
responden como proveedores de productos elaborados, asumiendo la responsabilidad contractual
por el deber de seguridad implícito en el contrato.

14.3. Responsabilidad de los abogados


El ejercicio profesional del abogado puede abarcar una serie de actividades. En primer lugar, una
actividad extrajudicial que se manifiesta con el consejo legal o asesoramiento jurídico, en las
negociaciones o arreglos que ponen fin a cuestiones litigiosas o dudosas, etc. Por otro lado,
también desarrolla una actividad judicial, patrocinando una causa, defendiendo al procesado o
ejerciendo la representación de las partes.
Para ello, el abogado principia con el juramento profesional y su inscripción en la matrícula, para
luego satisfacer la consulta de sus clientes por medio de su atención personalísima del asunto.
La violación de los deberes que el ejercicio profesional impone al abogado implica generalmente,
además de la responsabilidad civil que de ella derivase, el desafuero de la ética que rigurosamente
gobierna su conducta profesional.
Respecto de la responsabilidad civil del abogado en ejercicio de su profesión, el mismo deberá
responder en caso de causar un daño a su cliente o a terceros, ya sea con dolo o culpa.
La responsabilidad del abogado respecto de su cliente es de naturaleza contractual. El contrato
es de mandato en los casos en que el cliente confiere representación al abogado.
Respecto de la actuación del abogado con terceros, su responsabilidad tiene carácter
extracontractual. Ejemplo de responsabilidad podría ser ante la traba de un embargo
evidentemente improcedente que causara daños al tercero. La responsabilidad del profesional
quedará comprometida siempre que haya obrado con culpa o dolo.
14.3.1. Naturaleza de esta responsabilidad
La naturaleza de la obligación asumida por el abogado respecto de su cliente variará
dependiendo de si su actuación es como letrado apoderado (procurador) o como abogado
consultor, asesor o patrocinante o defensor en un proceso. Normalmente puede generar
responsabilidades de tipo contractual, aunque se podrían dar supuestos de responsabilidad
extracontractual. Por regla, la responsabilidad del abogado es de medios, sin perjuicio de que, en
algunos casos, la responsabilidad del abogado es de resultados.
Tabla 1: Responsabilidad del abogado en función de su actuación

Apoderado letrado Letrado patrocinante, defensor y asesor legal


Su actuación es de representante judicial de su El abogado no tiene la representación directa del
cliente. Rigen las reglas del mandato y las cliente ni está sujeto al mandato, sino que
obligaciones de la ley 10996 si se trata de la simplemente tiene el patrocinio o la defensa de los
intervención en procesos de jurisdicción nacional. intereses de éste, conduciendo el pleito o
El abogado está obligado a una prestación de asesorándolo. Esta obligación del abogado no es de
resultado en cuanto a los actos procesales que resultado, sino solamente de medio. Debe colocar su
debe cumplir específicamente. La omisión de los diligencia, ciencia y prudencia para tratar de que su
deberes a cargo del profesional compromete su cliente obtenga un resultado favorable. Debe
responsabilidad, sin que sea necesario demostrar limitarse a significarle si su derecho está o no
su culpa. El resultado que se frustra consiste en los amparado por la ley y cuáles son, en su caso, las
actos procesales que caducan por el no ejercicio en probabilidades de éxito judicial, pero no debe darle
término de los mismos, debilitando la postura del una certeza que él mismo no puede tener.
cliente en el proceso y determinando El abogado no es responsable por no tener éxito, pero
eventualmente la pérdida del derecho que motiva sí lo es si no ha procedido con el cuidado y los
la actuación judicial (v. g., perención de instancia, conocimientos exigidos por la gestión encomendada.
prescripción, etc.).
Es deber del procurador interponer los recursos
legales contra sentencias definitivas adversas a su
parte y contra regulación de honorarios que
corresponda abonar a la misma, salvo el caso de
tener instrucciones por escrito en contrario de su
respectivo comitente. Por ello se ha declarado la
responsabilidad del profesional que no interpuso
en término el recurso de apelación.

14.3.2. Régimen legal. Deberes profesionales


Fundamentación de consejo legal o dictamen
El abogado puede incurrir en errores de fundamentación en su consejo legal o dictamen, o en la
demanda o actuación judicial que patrocina. No habrá responsabilidad profesional si median
errores de carácter científico, aun cuando las teorías sean controvertidas, pero sí habrá
responsabilidad si existiese impericia, falta de precauciones que la prudencia ordinaria prescribe,
de las reglas admitidas por todos como ciertas, etc.
En las hipótesis de error grave o inexcusable, el abogado deberá responder de un consejo legal
notoriamente perjudicial para su cliente. Sin embargo, tratándose del patrocinio judicial, el error
de derecho tiene menores consecuencias, ya que normalmente es subsanado por aplicación del
principio iuria curia novit. Sin embargo, el error de derecho puede importar responsabilidad del
abogado si, en la elección entre varias vías, éste elige equivocadamente una, dejando entretanto
prescribir la otra acción. Igualmente, si por error de derecho omite proponer diligencias de prueba
indispensables, etc.
Deber de lealtad
El deber de lealtad hacia el cliente es prescrito por una norma de la ética profesional. Luego de
aceptado un caso, y aunque no haya sido aún iniciado el juicio, el abogado no puede revocar su
determinación para asumir la defensa del adversario de su cliente. Ese deber de lealtad,
asimismo, le impone el deber de no abandonar el patrocinio intempestivamente y de ceñirse a las
instrucciones recibidas de su cliente, siempre que no limiten la autonomía científica del
abogado o sean contrarias a los derechos de la profesión. La violación de este deber, culposa o
dolosamente cometida por el abogado, determina su responsabilidad por los daños que cause a su
cliente. En otros casos puede incluso configurar el delito criminal de prevaricato (art. 271 del CP).
Secreto profesional
El abogado está obligado a guardar el secreto profesional, siendo este imperativo un deber y a la
vez un derecho. La infracción a este deber es reprimida por el Código Penal (art. 156).

14.4. Responsabilidad de los escribanos


14.4.1. El notario. Caracterización. Distintos sistemas
El escribano es un profesional libre que ejerce una función pública como fedatario, en su nombre
propio y bajo su exclusiva responsabilidad. Sin perjuicio de ello, su actuación está sujeta a las
reglamentaciones legales específicas de la función notarial, de la que es investido por designación
estatal.
El notario posee un libro de protocolo (art. 300 del CCC), que es un instrumento público y goza de
la fe que a éste le atribuye la ley, en cuanto a su autenticidad y a la fuerza probatoria de su
contenido, de suerte que prueba todo cuanto dice haber cumplido o presenciado. Los
instrumentos públicos hacen plena fe.
14.4.2. Naturaleza jurídica de la tarea notarial
La tarea notarial es un ejercicio de la función pública de otorgar autenticidad a actos gracias a la
delegación pública otorgada por el estado.

14.4.3. Naturaleza de la responsabilidad del notario


La responsabilidad del escribano es, por regla, contractual, sin perjuicio que puedan darse
supuestos de responsabilidad extracontractual. En principio, la obligación del escribano es de
medios, aunque también se pueden verificar obligaciones de resultado.
En los supuestos de responsabilidad contractual, el escribano sujeto a una obligación de resultado
en el ejercicio de sus funciones incurre en responsabilidad desde que viola sus deberes
profesionales, sin que sea necesario demostrar su culpa.
14.4.4. Deberes notariales. La tarea documentadora. La fe
de conocimiento. Estudio de títulos
La actuación del escribano de registro se cumple mediante los diversos actos que está legalmente
autorizado a ejecutar. Podemos sintetizar dichas actividades de la siguiente manera:
a) Otorgamiento de escrituras públicas en su libro de protocolo, observando la capacidad del
otorgante y a las formas y demás solemnidades requeridas para cada acto. Conservación de los
protocolos y expedición de testimonios y certificados relacionados con los actos que
autorizaren.
b) Actas. Se denominan actas los documentos notariales que tienen por objeto la comprobación de
hechos.
c) Actos complementarios de las escrituras en que intervengan (v. g., solicitud de certificaciones y
procedimientos de inscripción, etc.).
Desde que el escribano es un profesional, ejerce una actividad que puede ser requerida por los
particulares en su propio interés. En este sentido, y dado el carácter de función pública que reviste
su actuación, en principio, el escribano no podría negar su intervención. En efecto, el artículo 11 de
la ley 12990 determina:
Son deberes esenciales de los escribanos de registro: (…)
d) Intervenir profesionalmente en los casos en que fuera requerido, cuando su intervención
está autorizada por las leyes o no se encuentra impedido por otras obligaciones profesionales
de igual o mayor urgencia.
A partir del momento en que el cliente solicita la intervención de un escribano y éste acepta
prestar el servicio, queda concluido un contrato que obliga al notario a cumplir con su obligación
de actuación profesional y al cliente a pagar el honorario correspondiente. El contrato celebrado
entre las partes mencionadas normalmente es una locación de obra, ya que el escribano se
obliga a realizar determinados actos propios de su función y competencia. En cuanto a la
naturaleza de la obligación, es una obligación de resultado.
Es dable señalar que, desde aquellas doctrinas y jurisprudencias nacionales que consideran que el
notario es un funcionario público, se ha considerado que la responsabilidad que surge para el
escribano frente a su cliente es también extracontractual.
Diversas son las situaciones en las cuales el notario podría ver comprometida su responsabilidad,
como vemos a continuación.

Otorgamiento de escrituras públicas


El notario debe cumplir con todas las formalidades exigidas por la ley para la validez de los
instrumentos por él otorgados. Son instrumentos públicos los instrumentos que extienden los
escribanos o los funcionarios públicos con los requisitos que establecen las leyes. Asimismo, debe
actuar dentro de su competencia territorial y de sus atribuciones respecto de la naturaleza del
acto, respetando los principios de compatibilidad en relación a los intervinientes en el mismo y
cumpliendo todas las formalidades prescriptas por la ley.
La nulidad del acto por causa de estas omisiones o violaciones en que incurriese el escribano
compromete su responsabilidad por los daños que se ocasionaren a las partes otorgantes del
acto o a terceros.
La responsabilidad del escribano titular se extiende a los hechos u omisiones de los escribanos
adscriptos en el ejercicio de sus funciones.
Actos complementarios de las escrituras que otorgan
Cuando el escribano intervenga en la confección de escrituras con el objeto de transmisión,
constitución, modificación o cesión de derechos reales sobre inmuebles debe tener a la vista la
certificación expedida a tal efecto por el Registro de la Propiedad Inmueble y cumplir con todos los
recaudos establecidos por la ley para efectivizar la escritura.
La omisión de cualquiera de estas obligaciones del escribano lo responsabiliza por el daño que
ocasiona. Lo mismo sucede ante la omisión de certificados administrativos de los que resulte el
estado de las deudas fiscales del inmueble objeto del acto jurídico de que se trate. Incluso se ha
llegado a esa solución en el caso en que un escribano no pudo inscribir su título en el Registro de la
Propiedad por existencia de sumas debidas al fisco, si al extender la escritura omitió tener en
consideración la totalidad de los certificados pertinentes. Pese a que no existe disposición legal
que obligue al escribano interviniente a solicitar certificados de deudas por expensas comunes, al
escriturar la venta de un departamento, incurre en responsabilidad si en ese acto deja constancia
de que no se adeuda suma alguna por el referido concepto, probándose luego que no requirió el
pertinente certificado y que existían obligaciones pendientes con el consorcio.
Secreto profesional
El escribano está obligado a guardar el secreto profesional sobre los actos en que intervenga
en ejercicio de su función. Puede incluso incurrir en responsabilidad penal, además de la
responsabilidad civil, si tiene noticia por razón de su profesión de un secreto cuya divulgación
puede causar daño y lo revelase sin justa causa.
Existen diversos supuestos en los cuales el escribano puede ser sindicado como responsable
por un daño causado. En ciertos actos que el escribano no está obligado a cumplir como propios
de su profesión, pero que puede realizar si el cliente se lo pide, asume una obligación de
medios. La responsabilidad eventual será de carácter contractual. En el caso de estudios de
títulos, el notario compromete su responsabilidad solamente en caso que el informe haya sido
erróneo por su culpa. No es responsable el notario ante daños originados en la falta o demora de la
inscripción de una inhibición voluntaria, ya que dicha inscripción no está impuesta legalmente al
escribano.

14.4.5. Responsabilidad por el hecho de los adscriptos y


demás dependientes
El notario responderá por el hecho de los adscriptos y demás dependientes.
14.4.6. Quid de la responsabilidad del estado por el actuar
del notario
Buena parte de la doctrina entiende que, si bien el escribano es un profesional de derecho
con una función pública, no es un funcionario público y, en consecuencia, no le resulta aplicable el
art. 1112 del CC (hoy derogado). Parece lógico que si el escribano no es un dependiente del estado
al realizar su función, tampoco lo sea al momento de causar un daño a terceros.

14.5. Otras responsabilidades


profesionales
14.5.1. Profesionales de la construcción (arquitectos e
ingenieros). Nociones generales
Los profesionales de la construcción desarrollan su actividad profesional, tanto el estudio y
proyecto de la obra como la dirección de su ejecución y la construcción, como empresarios de
obra.
En todos los casos en que el profesional de la construcción celebra un contrato con su cliente, el
profesional contrae la responsabilidad correspondiente al contrato y en función de las obligaciones
que el mismo le impone. Las obligaciones contraídas son de resultado en lo que respecta a la
preparación del proyecto y a la ejecución de la obra, no así en cuanto al deber de seguridad que el
contrato comporta, ya que, en tal caso, el profesional se obliga sólo a poner en su tarea todos los
conocimientos técnicos, diligencia y prudencia requeridas en la cuestión de que se trate. Respecto
de la responsabilidad del profesional que dirige y vigila la ejecución de una obra, la obligación es
solamente de medios. No responde si el dueño de la obra no prueba la culpa del profesional y la
relación de causalidad.
Los contratos de obra y servicio son aquellos por los cuales una persona –según sea el caso, el
contratista o el prestador de servicios-, actuando independientemente, se obliga a favor de otra,
llamada comitente, a realizar una obra material o intelectual o a proveer un servicio mediante una
retribución (art. 1251 del CCC). En caso de que terceras personas sufran daños, la responsabilidad
es extracontractual. Para las relaciones con el cliente, rige el art. 1768 del CCC con las
modificaciones propias del capítulo referido a los contratos del Capítulo 6 (contrato de obra y
servicios).
En caso de intervención múltiple de profesionales en la ejecución de una obra y de que cada uno
de ellos cumpla diferentes tareas, será de aplicación, según el carácter de la intervención, la
responsabilidad directa o el daño colectivo.
14.5.2. Contadores públicos nacionales. Nociones generales
El contador público puede desempeñarse como profesional liberal (v. g., asesor fiscal,
contador firmante y auditor) o puede ejercer sus funciones como dependiente en una empresa o
como funcionario público.
En el primer supuesto, el contador puede celebrar con su cliente contratos como locación de obra,
locación de servicio, etc.
En la economía actual, las entidades dependen más unas de otras, de modo tal que la información
sobre la situación financiera puede generar responsabilidad. La auditoría independiente, efectuada
por contadores públicos, de los estados contables de una entidad es un servicio vital para los
inversionistas, acreedores y otros participantes en los intercambios económicos.
Dentro de las tareas que normalmente cumple un contador, encontramos las siguientes:
La auditoría de estados contables
La misma consiste en el examen de los estados contables con el propósito de emitir una opinión
técnica sobre los mismos.
El objeto de la auditoría es lograr un valor agregado de credibilidad a las manifestaciones
realizadas por la gerencia de la empresa. Hay que tener en cuenta que, respecto de cuestiones
como el acceso al crédito, mercados de capital, fusiones, adquisiciones e inversiones, etc., depende
de la información que la gerencia suministra en los estados contables y del grado de seguridad de
los mismos.
La gerencia es la responsable del contenido de los estados contables, y la actividad del contador
auditor consiste en realizar el informe final con las conclusiones en base a un texto relativamente
estandarizado. Podría el profesional incluso abstenerse de definir si los estados contables son
confiables o no, cuando la información provista por la gerencia sea insuficiente.
La revisión limitada de estados contables
Esta revisión es sustancialmente menor en alcance que la auditoría y proporciona un nivel
significativamente menor de seguridad. En ella, el contador realizar indagaciones con los
empleados del personal y procedimientos analíticos que le permiten expresar una seguridad
limitada acerca de los estados contables.
La compilación de estados contables o informe de compilación
Esta tarea supone que el contador se limita a presentar, en forma de estados contables,
información que constituye la representación de la gerencia. No está obligado a hacer ningún otro
procedimiento, cual indagaciones o procedimientos para verificar, corroborar o revisar la
información suministrada por el personal de la entidad. El profesional no proporciona seguridad
alguna sobre la conformidad de los estados contables con normas contables adecuadas.
Sintetizando, podemos decir que la responsabilidad del contador:
1. Se enmarca en el régimen general de la responsabilidad civil profesional.
2. Puede incurrir en responsabilidad extracontractual o contractual, y, en este último caso, es
aplicable la clasificación de las obligaciones en de medios y de resultado.
3. Normalmente, las obligaciones que asume el contador público son de resultado.
4. Cuando la prestación asumida por el profesional es en beneficio de un tercero interesado, se
configura un supuesto de estipulación para otro, y la responsabilidad del profesional frente a
ese tercero será de naturaleza contractual.
14.5.3. Otros profesionales
La mencionada prestación del servicio puede consistir en realizar cierta actividad, por lo cual
cualquier actividad profesional, debe actuar con la diligencia apropiada, independientemente de su
éxito, o en procurar al acreedor cierto resultado concreto, con independencia de su eficacia, o en
procurar el resultado eficaz prometido. Es decir, todo lo relacionado con el ejercicio de los
profesionales liberales y su incumplimiento se encuentra sometido a las reglas generales
expuestas.

15.Responsabilidades
especiales
15.1. Responsabilidad derivada del
transporte de personas y cosas
15.1.1. Responsabilidad en el transporte terrestre: a)
fundamento; b) transporte benévolo y gratuito; c)
eximentes; d) prohibición de dispensa
Fundamento
La actividad del transporte se instrumenta normalmente por medio del contrato de transporte.
Para su configuración, el contrato requiere:
a) Que el transportista se obligue a trasladar personas o cosas de un lugar a otro en
las condiciones establecidas y en un marco de indemnidad. El mismo asume una
obligación de resultado.
b) Que el traslado se realice por el medio acordado, que puede ser naviero, terrestre o aéreo.
c) El pago de precio en dinero.
d) La garantía de indemnidad de las personas o cosas transportadas.
Normalmente, se efectúa por adhesión a condiciones generales, lo cual puede ubicarlo en muchos
casos como un contrato de consumo, ampliando las proyecciones jurídicas correspondientes a la
defensa del consumidor.
Definición: Hay contrato de transporte cuando una parte llamada transportista o porteador se
obliga a trasladar personas o cosas de un lugar a otro, y la otra, llamada pasajero o cargador, se
obliga a pagar un precio o flete”.
Responsabilidad del transportista. La responsabilidad del transportista por daños a las personas
transportadas está sujeta a lo dispuesto en los artículos 1757 y siguientes. Si el transporte es de
cosas, el transportista se excusa probando la causa ajena. El vicio propio de la cosa transportada es
considerado causa ajena.
El sistema de responsabilidad para el transporte de personas queda fijado, con la sanción del CCCN,
mediante el art. 1286, que remite a la norma del art. 1757 del mismo código, es decir que la norma
asimila el transporte a las actividades riesgosas o peligrosas, lo que otorga coherencia al sistema si
pensamos que en el contrato de transporte de personas existe una relación de consumo (ley
24240). Agregamos una cuestión extra: en el supuesto del transporte de cosas, una causal de
eximente, esto es, que el vicio de la cosa transportada exime de responsabilidad bajo el título de
causa ajena.
Extensión de la responsabilidad. Además de su responsabilidad por incumplimiento del contrato
o retraso en su ejecución, el transportista responde por los siniestros que afecten a la persona del
pasajero y por la avería o pérdida de sus cosas”.
En el supuesto, la norma establece un deber de seguridad específico para el transportado como
también para las cosas que transporte.
Cláusulas limitativas de la responsabilidad. Las cláusulas que limitan la responsabilidad del
transportista de personas por muerte o daños corporales se tienen por no escritas”.
En relación al transporte de cosas, se introducen tres normas relativas a la responsabilidad:
Responsabilidad del transportista frente al cargador. El porteador que entregue las cosas al
destinatario sin cobrar los créditos propios o los que el cargador le haya encomendado cobrar
contra entrega de la carga, o sin exigir el depósito de la suma convenida, es responsable frente al
cargador por lo que le sea debido y no puede dirigirse contra él para el pago de sus propias
acreencias. Mantiene su acción contra el destinatario.
Responsabilidad por culpa. Si se trata de cosas frágiles, mal acondicionadas para el transporte,
sujetas a fácil deterioro, de animales o de transportes especiales, el transportista puede convenir
que sólo responde si se prueba su culpa. Esta convención no puede estar incluida en una cláusula
general predispuesta.
Cálculo del daño. La indemnización por pérdida o avería de las cosas es el valor de éstas o el de su
menoscabo, en el tiempo y el lugar en que se entregaron o debieron ser entregadas al
destinatario.
Pérdida natural. En el transporte de cosas que, por su naturaleza, están sujetas a disminución en
el peso o en la medida durante el transporte, el transportista sólo responde por las
disminuciones que excedan la pérdida natural. También responde si el cargador o el destinatario
prueban que la disminución no ha ocurrido por la naturaleza de las cosas o que, por las
circunstancias del caso, no pudo alcanzar la magnitud comprobada.
Transporte benévolo y gratuito
Dice la doctrina que existe transporte benévolo o de complacencia
…cuando el conductor o responsable de un vehículo invita o acepta conducir a una persona o a
un objeto, de un lugar a otro, por simple acto de cortesía o solidaridad y sin que se otorgue,
o realice u obtenga contraprestación por el traslado.
Para que se configure el mismo, es necesario:
a) El acuerdo en el que exista una manifestación de voluntad del transportista que
invita o acepta trasladar a un tercero o una cosa hasta un lugar determinado.
b) El traslado debe realizarse a exclusivo interés del viajero, con ánimo de
beneficiarlo.
c) No debe existir relación jurídica alguna entre las partes.
d) Es menester la falta de intención de celebrar un contrato, ya que, de lo
contrario, existiría un contrato de transporte gratuito.
e) Debe haber ausencia de contraprestación por parte de la persona transportada.
Si bien se ha discutido la naturaleza de la responsabilidad del transportista benévolo, la mayoría
de las opiniones se inclinan por la responsabilidad de tipo extracontractual.

El problema radica en determinar el factor de atribución. Esto es, si el conductor del automotor
responde en los términos del art. 1749 y 1721 del CCC, es decir, en base a un factor subjetivo, o
bien por el riesgo de la actividad, conforme el art. 1757 del CCC, con un factor objetivo.
En relación a la primera postura, podríamos decir que, por razones de estricta justicia, debería
diferenciarse entre el transportado benévolamente y el transportado por medio de un contrato
de transporte.
La gratuidad del servicio no supone liberación absoluta del transportador; su efecto es sólo
moderar su responsabilidad, apreciando adecuadamente los hechos constitutivos de culpa o
imprudencia de acuerdo a las circunstancias ocurrentes en cada caso.
La expuesta es una doctrina minoritaria, pues la CSJN y casi la totalidad de la doctrina entienden
que en el caso es de aplicación el factor objetivo de atribución.
También Pizarro sostiene que no hay diferencia entre el transporte benévolo y el contrato de
transporte. En su opinión, el derecho a la seguridad razonable y a la justa protección por los
daños causados por el riesgo o vicio de la cosa no varía en un caso o en otro. Los actos de
altruismo no tienen facultad de modificar el régimen legal, sin perjuicio de que, atendiendo a las
particularidades del caso, el juez pueda utilizar sus facultades morigeradoras.
Eximentes
Admitiendo que se trata de supuestos de responsabilidad objetiva, las eximentes que
podrían eximir parcial o totalmente al sindicado como responsable serán las vinculadas con la
relación de causalidad y los factores objetivos de atribución.
Legitimación activa
La legitimación activa corresponde:
a) En caso de lesiones al propio pasajero, y deriva del incumplimiento de la
obligación de seguridad que recaía en el transportista. Los damnificados indirectos pueden
reclamar el daño patrimonial derivado de las lesiones del pasajero. Dicho reclamo será por
una responsabilidad de naturaleza extracontractual.
b) En caso de muerte de pasajero por causa del hecho; la legitimación por el
daño patrimonial y moral corresponde sólo a los damnificados en los términos de la unidad 9,
a cuyos términos remitimos.
Legitimación pasiva
Deben responder frente al pasajero damnificado o a los legitimados indirectos:
a) El transportista. Su responsabilidad es contractual respecto del pasajero y
extracontractual ante los damnificados indirectos.
b) El chofer o conductor. Se controvierte si su responsabilidad respecto del
pasajero es contractual o extracontractual.
c) El dueño y guardián del vehículo (art. 1757 CCC).
d) El asegurador de cualquiera de los legitimados pasivos (art. 118, Ley de
Seguros).
e) El estado, por omisión de los deberes de poder de policía cuando la empresa
carezca de seguro obligatorio.
Plazos de prescripción
Se unifica el plazo de prescripción a tres años.
15.1.2. Responsabilidad en el transporte de agua. Régimen
aplicable. Nociones.
Las relaciones jurídicas originadas en la navegación por agua se rigen por las normas de la ley
20094 (art. 1), por las leyes complementarias y por los usos y costumbres. A falta de
disposiciones de derecho de la navegación, y en cuanto no se pueda recurrir a la analogía, es
aplicable el derecho común en forma supletoria.
Respecto de las lesiones corporales o muerte que puedan experimentar los pasajeros, el art. 330
de dicha norma expresa que el transportador es responsable …de todo daño originado por la
muerte del pasajero o por lesiones corporales, siempre que el daño ocurra durante el transporte
por culpa o negligencia del transportador, o por las de sus dependientes que obren en ejercicio
de sus funciones. La culpa o negligencia del transportador o de sus dependientes se presume,
salvo prueba en contrario, si la muerte o lesiones corporales han sido causadas por un naufragio,
abordaje, varadura, explosión o incendio, o por hecho relacionado con alguno de estos eventos.
15.1.3. Transporte aéreo. Régimen aplicable. Nociones
La responsabilidad por los accidentes aéreos es reglada por el Código Aeronáutico (art. 17825).
Dicha norma se aplica cuando el transporte aéreo se efectúa dentro del país. En caso de
transporte aéreo internacional, rige la Convención de Varsovia-La Haya, a la cual Argentina ha
adherido por ley 17386.
Daños causados al pasajero o al cargador
En los supuestos en los cuales el daño es causado a un pasajero o al cargador, la responsabilidad
es contractual. La obligación de seguridad se mantiene mientras el pasajero está a bordo de la
aeronave o durante las operaciones de embarque y desembarque (art. 139 del CA).
El fundamento de la obligación es subjetivo, con base en culpa presumida (art. 132 del CA).
Sumado a ello, la ley fija un sistema de tarifación (arts. 144 y 145 del CA) que excepcionalmente
no se aplica cuando hubiera mediado dolo del transportista o de sus dependientes.
En caso de daño a la persona del pasajero, el techo indemnizatorio equivale en pesos moneda
nacional a mil argentinos oro (art. 144 CA).
La empresa responde también por el daño material o moral causado al pasajero por demoras
imputables a ella. En este caso, la responsabilidad es integral.
Daños causados a terceros en la superficie
En caso de daños causados a terceros, provenientes de una “aeronave en vuelo o de una persona
o cosa caída o arrojada de la misma o del ruido anormal de aquella”, se aplica en principio el
riesgo creado, siendo una responsabilidad objetiva.
La legitimación pasiva recae sobre el explotador de la aeronave (art. 65 del CA). Se presume que
el propietario es explotador de la aeronave cuando no haya transferido dicho carácter a través de
contrato inscripto en el Registro Nacional de Aeronaves. Si dicho contrato no es inscripto, el
propietario y el explotador responden solidariamente por los daños ocasionados por la nave.

15.2. Riesgos del trabajo


15.2.1. Evolución de su régimen legal
La evolución de la responsabilidad por riesgo creado está vinculada íntimamente con los
accidentes de trabajo.
15.2.2. Ley de riesgos del trabajo. Nociones generales
La ley 24557 establece un régimen que intenta ser hermético y autosuficiente, ya que está
orientada a brindar una cobertura total al trabajador damnificado, sin posibilidades de recurrir al
derecho común (art. 39, inc. 1, Ley 24522), salvo el supuesto inusual del dolo de la patronal. Las
prestaciones previstas por dicha ley “eximen a los empleadores de toda responsabilidad frente al
trabajador y a sus derechohabientes”. Se establece en consecuencia una limitación cuantitativa
de la responsabilidad del empleador, que a la vez es sustituida por la responsabilidad de la ART.

15.3. Responsabilidad por accidentes


deportivos
15.3.1. Distintos supuestos
El deporte es una recreación, pasatiempo, o ejercicio físico, por lo común al aire libre, que tiene
como regla la superación de una marca delineada o al adversario de la competencia. Éste debe
estar sujeto a reglas, teniendo los organizadores y protagonistas la responsabilidad, al igual que la
posibilidad, de prevenir la causación de daños en tales circunstancias.
Las características esenciales de la actividad deportiva son:
a) Ajuste de la actividad a reglas establecidas de antemano.
b) Despliegue de un esfuerzo o destreza superior al nivel medio.
c) Persecución mediata o inmediata de un fin relacionado con la salud física o
mental, de carácter personal.
Los jugadores asumen el riesgo que implica el juego, competencia o deporte, exponiéndose
voluntariamente a las contingencias del mismo. Tiene dicho la jurisprudencia que se considera
daño en un accidente deportivo: "el daño no intencional ocasionado a otra persona (deportista,
arbitro, espectador, terceros, etc.) durante la realización de un certamen o competición
deportiva por uno de los participantes”. Se puede afirmar que el deporte se caracteriza por
los siguientes elementos: a) limitación o reglamentación de la práctica física o intelectual; b)
competencia por el triunfo; c) intensidad en el esfuerzo; d) búsqueda de un mejoramiento
personal o de un fin saludable.
En los casos en que el deportista generador del daño se hubiere ajustado al reglamento, y el
perjuicio haya sido intencional, en principio, no habrá responsabilidad.
Quedarán exceptuados del concepto de daños ocasionados durante la práctica deportiva
aquellos que sean dolosos, siendo los mismos pasibles de responsabilidad civil. Por el contrario,
si se cumple con el reglamento del juego, la regla es la irresponsabilidad. En los accidentes
deportivos, el principio es la irresponsabilidad del jugador si se trata de un deporte autorizado,
salvo que el daño se cause con dolo o violación de las reglas de juego y notoria imprudencia o
torpeza.
Los espectadores, por otro lado, pueden experimentar daños provocados por el desarrollo de la
actividad deportiva, así como también daños originados por el hecho de la reunión deportiva,
pero con causa ajena a la competencia misma.
15.3.2. Régimen legal
En los casos en que el deportista generador del daño se hubiere ajustado al reglamento, y dicho
perjuicio haya sido intencional, en principio, no habrá responsabilidad. Por el contrario,
quedarán exceptuados del concepto de daños ocasionados durante la práctica deportiva
aquellos que sean dolosos, siendo los mismos pasibles de responsabilidad civil.
15.3.3. Naturaleza de la responsabilidad
Por regla, si se produce alguna lesión derivada de ese riesgo propio de la actividad, no hay
obligación de reparar, la que sí existiría cuando el mismo hecho se produce fuera del juego.
15.3.4. Eximentes
La ilicitud del juego o deporte mismo; el consentimiento de la víctima para exponerse y
someterse a los riesgos inherentes al deporte que practica; la ausencia de dolo, culpa u otra
circunstancia que comporte la responsabilidad del autor del daño; y, finalmente, la observancia
de las reglas, pragmáticas o cánones del juego o deporte de que se trate.
Asunción de riesgos. La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de peligro no
justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad a menos que, por las circunstancias del
caso, ella pueda calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente
el nexo causal.
El segundo párrafo del art. 1719 brinda una solución clara, equitativa y razonable para el caso de
quien voluntariamente se expone a un riesgo o peligro para salvar los bienes de otra persona: los
llamados casos de abnegación o altruismo. Se reconoce el derecho a ser indemnizado de quien
realizó el acto de abnegación o altruismo, por parte de quien creó la situación de peligro o por el
beneficiado por dicho acto. Pero en el segundo caso, a diferencia del primero, la reparación sólo
procede en la medida del enriquecimiento obtenido por el beneficiario.
15.4. Responsabilidad derivada de
espectáculos públicos
15.4.1. Caracterización
Los espectáculos públicos constituyen un gran atractivo o tienen importante significación para el
espíritu de los hombres, pero, asimismo, pueden ser fuente de riesgo para los mismos.
Respecto de los espectáculos públicos deportivos, estas conclusiones se agravan cuando vemos la
proliferación de sucesos violentos en lugares que deberían ser de esparcimiento.
15.4.2. Naturaleza
Es un contrato innominado, bilateral, generalmente oneroso y conmutativo, de consumo y por
adhesión a condiciones generales. El contrato de espectáculo público deportivo constituye una
especie dentro del género de “espectáculos públicos”. Su objeto es la ejecución de un
espectáculo deportivo por parte del organizador, y, por parte del espectador, el pago de una
contraprestación dineraria. Este contrato presenta las mismas particularidades que estudiamos
más arriba.
Obligaciones y derechos del organizador
El contrato señalado impone al organizador ciertas obligaciones, tanto respecto de la oferta
contractual y la publicidad como de la administración pública, en base al poder de policía que la
misma ostenta. En consecuencia, no sólo debe cumplir con todas las condiciones necesarias para
la proyección de la obra tal como se ha comprometido, sino que además debe cumplir con el
deber de seguridad en la preservación de la integridad física y moral de las personas que
concurren al espectáculo y de sus bienes. En consecuencia, el empresario organizador se obliga
a:
a) Dar cumplimiento a las prestaciones específicas asumidas por el contrato en la
forma, modo y tiempo estipulados. Debe facilitar el ingreso y egreso al local, al igual que la
comodidad y visibilidad adecuada.
b) Deberá mantener el local en condiciones reglamentarias de seguridad.
c) Garantizar al espectador la seguridad personal y de sus bienes.
Por su parte, el organizador tiene los siguientes derechos:
a) Percibir el precio de la entrada o ticket.
b) Reservarse el derecho de admisión.
Obligaciones y derechos del espectador
El espectador tiene derecho a:
a) Utilizar las comodidades del local a fin de gozar de la totalidad del espectáculo
en la modalidad y tiempos pactados y publicitados por el organizador.
b) Rescindir el contrato en caso de modificaciones que alteren el espectáculo.
c) Manifestar la conformidad o disconformidad con el espectáculo.
A su vez, están a su cargo las siguientes obligaciones:
a) Pagar el precio de la entrada.
b) Responsabilizarse por los daños que ocasione al local.
c) Acatar las reglamentaciones normativas y las de la convivencia social.
15.4.3. Régimen legal
La ley 23184, al igual que la ley 24192, rige en el ámbito de los espectáculos deportivos. En
consecuencia, no son aplicables dichas normas a otros espectáculos públicos de concurrencia
masiva (v. g., conciertos, recitales de rock, etc.). Sin perjuicio de ello, los mismos son alcanzados
por las mismas reglas de derecho civil y la ley 24240.
En materia de responsabilidad civil por daños causados por concurrentes, organizadores o
protagonistas, se consagra la existencia de la obligación de seguridad, que es impuesta a las
entidades o asociaciones participantes en el espectáculo deportivo. Esta responsabilidad es
de tipo objetivo y con basamento en el riesgo de empresa. En consecuencia, las eximentes son
limitadas: hecho de la víctima, tercero extraño (materia opinable) y caso fortuito.
La responsabilidad contractual de las entidades se configura, en todo caso, incluso si se configura
la responsabilidad extracontractual del autor material del daño. En este caso, todos responderán
concurrente o solidariamente.
La responsabilidad es sin perjuicio de la que pueda pesar sobre estado por el incumplimiento u
omisión de los deberes de poder de policía. Lo mismo para el caso de que otros posibles
legitimados sean considerados responsables de los daños
15.4.5. Eximentes
Las eximentes que serán idóneas para eximir total o parcialmente serán las eximentes
vinculadas con la relación de causalidad y los factores objetivos de atribución.

15.5. Responsabilidad civil de los


propietarios de establecimientos
educativos
15.5.1. Noción
15.5.2. Régimen legal
Régimen legal conforme el Código Civil y Comercial
El CCCN, establece en su art. 1767 la responsabilidad civil de los titulares establecimientos
educativos por los daños causados o sufridos por los alumnos menores de edad que se hallen o
deban hallarse bajo su control. La responsabilidad es objetiva y se exime sólo con la prueba del
caso fortuito.
El establecimiento educativo debe contratar un seguro de responsabilidad civil, de acuerdo a los
requisitos que fije la autoridad en materia aseguradora.
15.5.3. Legitimación pasiva
Esta norma no se aplica a los establecimientos de educación superior o universitaria.
Titulares del establecimiento educativo.
Debe observarse que el art. 1767 no resultará aplicable a los establecimientos públicos
nacionales. La norma excluye la responsabilidad del director del colegio, quien deberá resarcir los
perjuicios ocasionados por su hecho propio, supuesto en el cual el factor de atribución es la
culpa.
15.5.4. Fundamento
La responsabilidad del titular del establecimiento educativo es objetiva y se basa en el factor de
atribución "garantía", es decir que aquél garantiza que, si el alumno sufre o provoca un daño,
responderá por este perjuicio.

15.5.5. Requisitos
Entre los requisitos imprescindibles para la responsabilidad del titular del establecimiento
educativo se hallan: 1) el hecho ilícito del alumno; 2) que se trate de un alumno de un
establecimiento educativo donde se imparta educación pública según cada ley educativa
jurisdiccional; 3) que el alumno sea menor de edad; 3) que el daño sea sufrido o provocado por el
estudiante; 4) que el daño se haya producido estando o debiendo estar el menor bajo la
autoridad escolar.
15.5.6. Eximentes
La responsabilidad del titular del establecimiento educativo y del alumno es concurrente,
respondiendo aquél en su calidad de organizador de la educación y éste como estudiante por el
hecho propio por responsabilidad directa.
Sólo se exime el titular del establecimiento educativo con la demostración del caso fortuito,
eximente de interpretación restrictiva.
Establecimientos educativos excluidos expresamente de la norma
Se excluye a los establecimientos de educación superior y a las universidades –públicas y
privadas- de su ámbito de aplicación. También se entiende excluido el nivel de postgrado.
Valoración de la conducta
Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es
la diligencia exigible al deudor y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias.
15.5.7. Obligación de contratar seguro. Consecuencias que
acarrea su inobservancia
Se impone al titular del establecimiento educativo el deber de contratar un seguro de
responsabilidad civil escolar por los daños sufridos y causados por alumnos menores de edad, y
dispone que las condiciones de éste serán fijadas por la Superintendencia de Seguros de la
Nación.

15.6. Responsabilidad por lesión al


derecho de crédito
15.6.1. Definición de lesión al derecho de crédito. Modos
de producirse
Cuando un sujeto imputable actúa dolosa o culposamente fuera del ámbito de sus propios
derechos subjetivos, está obligado a reparar el daño que incida sobre la situación jurídica
subjetiva de otro, causando al respectivo titular un perjuicio inmediato y directo.
15.6.2. Naturaleza de la responsabilidad.
En consecuencia, podemos decir que el fundamento de esta responsabilidad se encuentra en el
principio neminem laedere de tal suerte que quien, por su culpa o negligencia, ocasiona un daño
a otro está obligado a la reparación del perjuicio.
15.6.3. Extensión del resarcimiento.
Identificado el factor de atribución (esto es un sujeto imputable actúa dolosa o culposamente) y
fuera del ámbito de sus propios derechos subjetivos, está obligado a reparar el daño que incida
sobre la situación jurídica subjetiva de otro, causando al respectivo titular un perjuicio inmediato
y directo.

15.7. Otras responsabilidades especiales.


Nociones generales
15.7.1. Responsabilidad de las entidades financieras: a)
aspectos generales; b) responsabilidad nacida del contrato
de caja de seguridad
La actividad bancaria en Argentina está regulada por la Ley de Entidades Financieras 21526.
Estos contratos bancarios son, por regla, de adhesión a cláusulas generales, no teniendo el cliente
posibilidades de negociar las cláusulas, de suerte que pueden ser consideradas nulas en caso de
que dichas cláusulas revistan carácter de abusivas. Asimismo, recordemos que dicha norma
establece, a su vez, el principio por el cual, en caso de duda, el contrato debe interpretarse a
favor del consumidor.
En materia contractual también se habla de la obligación de seguridad que tienen los bancos para
con los clientes, que son considerados consumidores a tenor de la ley de defensa de consumidor.
En consecuencia, es plenamente aplicable el art. 40 de la ley 24240, que establece la
responsabilidad objetiva del proveedor de servicios por las deficiencias en la prestación de estos,
tanto respecto de los servicios financieros como en los informes comerciales o crediticios
erróneos.
Responsabilidad nacida del contrato de caja de seguridad
Art. 1413: Obligaciones a cargo de las partes. El prestador de una caja de seguridad responde
frente al usuario por la idoneidad de la custodia de los locales, la integridad de las cajas y el
contenido de ellas, conforme con lo pactado y las expectativas creadas en el usuario. No
responde por caso fortuito externo a su actividad, ni por vicio propio de las cosas guardadas.
En primer lugar, del texto de la norma pareciera desprenderse que el factor de atribución es
subjetivo, pues la referencia a la idoneidad de la custodia alude a un deber de diligencia, fuera
del ámbito de la responsabilidad objetiva.
Límites. La cláusula que exime de responsabilidad al prestador se tiene por no escrita. Es válida la
cláusula de limitación de la responsabilidad del prestador hasta un monto máximo sólo si el
usuario es debidamente informado y el límite no importa una desnaturalización de las
obligaciones del prestador.
15.7.2. Daños por infracciones a las leyes de defensa de la
competencia y lealtad comercial
La Ley de Defensa de la Competencia, nº 22262, y Ley de Lealtad Comercial, nº 22802.
La Ley de Defensa de Competencia
La ley 22262 penaliza conductas sobre la base de tres actos:
i. Distorsión de la competencia.
ii. Abuso de posición dominante.
iii. Perjuicio potencial al interés económico general.
Los dos primeros requisitos son alternativos y el último es necesario para que la práctica
analizada encuadre dentro del objeto de la ley.
La ley de defensa de la competencia no está pensada para solucionar distorsiones del
funcionamiento de los mercados originadas en monopolios naturales, externalidades reales o
información asimétrica. Dichos problemas son tratados alternativamente por una serie de otras
disposiciones, que incluyen normas regulatorias, impuestos y subsidios, normas de
responsabilidad civil y leyes de lealtad comercial y defensa del consumidor.
La Ley de Lealtad Comercial
La ley 22802 y la resolución 100/83 de Lealtad Comercial constituyen normativas vigentes sobre
el rotulado de productos que se comercializan en el mercado local, tanto sean de origen nacional
como importado.
La misma prohíbe a los mayoristas y minoristas comercializar productos cuya identificación no se
atenga a las prescripciones de la ley. Los comerciantes, asimismo, serán responsables de la
veracidad de las indicaciones de los rótulos, cuando no puedan acreditar los verdaderos
responsables de la fabricación, fraccionamiento, importación o comercialización de los
productos o frutos.
Dichas etiquetas deberán tener impresas las siguientes indicaciones:
a) Denominación del producto.
b) País donde fue fabricado.
c) Calidad, pureza o mezcla.
d) Contenido neto.
La identificación de los productos debe ser realizada en idioma español. Los rótulos de los
envases son considerados publicidad cuando constituyan el único medio de difusión de la
respectiva promoción o cuando se destine a la difusión de la promoción más del 50% de la
superficie de la cara principal.
15.7.3. Responsabilidad derivada de la publicidad
comercial
La publicidad comercial irregular, engañosa o abusiva es idónea para afectar el derecho a la
información adecuada y veraz, a la salud y seguridad, a la protección de los intereses
económicos, a la libertad de elección, al trato digno y no discriminatorio garantizados por los art.
42 y 43 de la Constitución Nacional. Resolución 89/1998 (SICyM Realización de Concursos,
certámenes o sorteos para la adjudicación de premios. Requisitos).
Los daños causados a consumidores por medio de infracciones de este tipo son aptos para
generar responsabilidad civil de tipo objetivo por el riesgo creado o de empresa.

16.Responsabilidades
especiales
16.1 Responsabilidad por daño
informático
16.1.1. Responsabilidad derivada de la actividad
informática. Responsabilidad contractual y
extracontractual. Nociones generales. Daños a la
intimidad.
En el campo jurídico, la informática presenta dos cuestiones:
a) la que toma a la informática como un instrumento del derecho, es decir, la
llamada informática jurídica;
b) la que trata a la informática como objeto del derecho, o sea el derecho
informático.
Muchos supuestos podrán configurar el hecho ilícito informático, lo cual deberá ser analizado en
el caso concreto. En otros casos, la responsabilidad será de origen contractual, todo sin perjuicio
de la unificación de sistemas de responsabilidad vigente con el nuevo Código Civil y Comercial.
Las situaciones que pueden presentarse son las siguientes:
a) Los supuestos analizados sólo caen en el ámbito de la responsabilidad civil por
daños a terceros.
b) El ilícito informático se configura con el uso incorrecto o abusivo de la
información nominativa.
c) La información nominativa es aquella que permite la identificación de las
personas mediante el procesamiento de datos individuales y su acumulación en centros o
bancos de información.
d) El uso incorrecto de la información nominativa puede producirse por el
procesamiento de datos falsos o erróneos u obtenidos por medios fraudulentos o mediante el
abuso de ellos para un uso diferente del original.
e) La responsabilidad civil del operador del sistema se configura ante el daño
patrimonial o moral para la persona encuestada como consecuencia de la violación del deber
de preservar la identidad de los terceros.
f) Si existe contrato entre el operador del sistema y el damnificado, la
responsabilidad es contractual por violación del deber de seguridad fundado en la buena fe
de las partes. Si no existe relación jurídica anterior, la responsabilidad es extracontractual.
g) La ilicitud genérica tiene fundamento en el artículo 1749 del CCC y la ilicitud
específica resulta de la violación del artículo 10 y 1770 del CCC, por intromisión arbitraria en
la vida ajena atentando contra la intimidad.

16.2. Responsabilidad de los medios de


comunicación social por informaciones
inexactas o agraviantes
16.2.1. Distintos supuestos
La responsabilidad de la prensa, como empresa periodística, por los daños derivados de noticias
e informaciones inexactas o agraviantes queda atrapada, por el riesgo creado por la actividad
desarrollada.
La información inexacta es aquella que no concuerda con la verdad por ser falsa o errónea y la
información es falsa cuando es engañosa, fingida o simulada para dar al hecho una apariencia
distinta de la realidad. La información es errónea cuando ella es el resultado de un concepto
equivocado que en la mente del informante difiere de la realidad. En ambos casos, la información
no es verdadera, pero, en el segundo caso, el informador obra con dolo o de mala fe. Mientras
que cuando la información se da por error, ello implica un acto no consciente y de buena fe.
La información inexacta o falsa es potencialmente dañosa, tanto en la esfera patrimonial como
moral de las personas. Es habitual que se genere daño moral ante la divulgación de una
información inexacta sobre la vida privada de una persona, y más aún si ella es infamante. La
reparación del daño moral se hará, como en los demás supuestos, mediante la entrega de una
suma de dinero a fin de intentar compensar o satisfacer a la víctima.
La doctrina coincide en que la víctima tiene el derecho de solicitar la retracción o derecho de
réplica ante injurias o calumnias inferidas mediante medios periodísticos o de comunicación
social.
16.2.2. La antijuridicidad en la responsabilidad de los
medios. La doctrina Campillay.
La doctrina Campillay de la CSJN ha sido elaborada en torno a supuestos de conflicto entre el
derecho personal a la honra y el derecho de crónica e información, referidos a los medios de
prensa que reproducen lo dicho por otro. En el fallo mencionado, los periódicos La Razón,
Crónica y Diario Popular fueron condenados a reparar el daño moral causado mediante la
publicación periodística, en la que se imputaba al actor la autoría de diversos delitos respecto de
los cuales fue sobreseído en el juicio penal.
Pese a que las noticias periodísticas transcribían el contenido de un comunicado de la Policía
Federal que relataba acciones ilícitas atribuibles al Sr. Campillay, dichos periódicos no citaron la
fuente ni emplearon el tiempo potencial en la redacción de la noticia. La Corte Suprema
consideró que los demandados habían actuado imprudentemente en su derecho de informar,
La Corte Suprema sostuvo que el hecho de que tales noticias se hayan limitado a reproducir el
informe policial no los exime de responsabilidad, ya que“hicieron suyas, las afirmaciones
contenidas en aquél, dándolas por inexcusablemente ciertas” .

En consecuencia, la doctrina sentada establece que un medio de prensa no responderá por la


difusión de información que pudiera resultar difamatoria para una persona, si la misma presenta
las siguientes características:
a) Se propale la información citando la fuente directa.
b) Se omita la identidad de los presuntos culpables.
c) Se utilice un tiempo de verbo potencial.
16.2.3. El factor de atribución. Distintas doctrinas. La real
malicia
Doctrina que considera que esta responsabilidad debe ser subjetiva
Esta posición es minoritaria y considera que el factor de atribución es subjetivo (dolo o culpa).
Doctrina que funda la responsabilidad de los medios en la culpa, pero que admite hipótesis
residuales de responsabilidad objetiva, por aplicación de la teoría del ejercicio abusivo de los
derechos
Doctrina de la responsabilidad objetiva fundada en el deber legal de garantía del principal por
el hecho de sus dependientes
La responsabilidad objetiva del medio de comunicación debe estar fundada en el deber de
garantía o riesgo provecho por la actividad de sus dependientes. La responsabilidad de los
periodistas, en cambio, tendría base subjetiva, es decir que debería ser antijurídica y culpable.
Doctrina que consagra como principio la culpa, pero que admite con mayor amplitud
supuestos de responsabilidad objetiva
Esta postura, sostenida por Zavala de González, es la posición subjetivista moderada más flexible.
La misma considera que, en materia de responsabilidad de los medios de prensa, es suficiente la
presencia de culpa, pero que pueden existir numerosos casos en los cuales el factor de atribución
es objetivo. Entre ellos:
a) Ante el abuso del derecho; actual art. 10 del CCCN.
b) La responsabilidad por el hecho del dependiente; actual art. 1753 del CCCN.
c) Por equidad ante el aprovechamiento económico de una información errónea y
nociva, aun ante error excusable.
d) Responsabilidad por fallas en la organización del servicio, humanas o
materiales.
Doctrina de la responsabilidad objetiva fundada en el riesgo creado y de empresa (sostenida
conforme el texto del art. 1113 del CC, hoy reemplazo por art. 1757 del CCCN)
Doctrina de la real malicia
La doctrina de la real malicia surge del caso “New York Times vs. Sullivan” (1964), resuelto
por la Corte Suprema de los Estados Unidos, en el cual se establecen parámetros para proteger a
la prensa de las demandas judiciales de tipo civil o penal, promovidas por funcionarios públicos
afectados en su honra por informaciones sobre su desempeño oficial que no se ajustaban a la
verdad objetiva de lo sucedido.
En tal sentido, dicha corte sostuvo que el funcionario público no podrá ser indemnizado en el
caso de que se realicen manifestaciones inexactas y difamatorias respecto del ejercicio de su
cargo, a menos que se pruebe que dichas manifestaciones fueron realizadas con “real malicia”, es
decir, a sabiendas de su falsedad o con temeraria despreocupación sobre su verdad o falsedad. El
funcionario, asimismo, deberá probar el carácter difamatorio de la noticia y la real malicia del
medio informante. En ese sentido, la garantía de libertad de prensa se extiende no sólo respecto
de las informaciones exactas, sino también de aquellas que, pese a ser falsas o inexactas, no han
sido realizadas con mala fe.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo propia dicha doctrina en el fallo Costa.
16.2.4. Reparación del daño
En lo concerniente a la reparación del daño, el mismo podrá prosperar respecto de los daños
materiales o morales producidos a la víctima en el caso concreto. La información inexacta o falsa
es potencialmente dañosa tanto en la esfera patrimonial como moral de las personas. Es habitual
que se genere daño moral ante la divulgación de una información inexacta sobre la vida privada
de una persona, y más aun si ella es infamante. La reparación del daño moral se hará, como en
los demás supuestos, mediante la entrega de una suma de dinero a fin de intentar compensar o
satisfacer a la víctima. La doctrina coincide en que la víctima tiene el derecho de solicitar la
retracción o derecho de réplica ante injurias o calumnias inferidas mediante medios periodísticos
o de comunicación social.
16.2.5. Prevención del perjuicio. Problemas
constitucionales
La garantía constitucional de la libertad de expresión y de prensa sin censura previa y el derecho
a la información, linda con el derecho a la intimidad, privacidad y honor de las personas que
pueden verse involucradas en noticias inexactas o agraviantes. Cabe recordar que ambos
derechos son relativos (no absolutos); sin perjuicio de ello, la prevención de los daños a las
personas por las manifestaciones erróneas o inexactas se vuelve ilusoria, en virtud de la
prohibición de la censura previa prescripta en la Constitución Nacional. De tal modo, lo que
sucede normalmente es que se causa el daño y luego procede la reparación en aquellos casos en
los cuales corresponde.
16.2.6. El derecho a réplica, rectificación y respuesta.
Nociones
Toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su perjuicio a
través de medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general,
tiene derecho a efectuar por el mismo órgano de difusión su rectificación o respuesta en las
condiciones que establezca la ley.
En ningún caso la rectificación o respuesta eximirán de otras responsabilidades legales en las
que hubiese incurrido.
16.2.7. Criterios actuales de la CSJN
La Corte Suprema reafirma la vigencia de la doctrina de la real malicia en el contexto de
informaciones referentes a figuras públicas, cuando la noticia tuviera expresiones falsas o
inexactas, los que se consideran afectados deben demostrar que quien emitió la expresión o
imputación conocía la falsedad de la noticia y obró con conocimiento de que eran falsas o con
notoria despreocupación acerca de tal circunstancia.
…a los efectos de adjudicar responsabilidad civil por la difusión de noticias inexactas era
necesario distinguir según la calidad del sujeto pasivo de la difamación, esto es, entre el
“funcionario público” y el “ciudadano privado”, confiriendo una protección más amplia a este
último.

16.3 Responsabilidad derivada de


informes comerciales
16.3.1. Nociones generales
El art. 1 de la ley 25326 tiene por objeto la protección integral de los datos personales
asentados en archivos, registros, bancos de datos, u otros medios técnicos de tratamiento de
datos, sean éstos públicos, o privados destinados a dar informes, para garantizar el derecho al
honor y a la intimidad de las personas, así como también el acceso a la información que sobre las
mismas se registre, de conformidad a lo establecido en el artículo 43, párrafo tercero de la
Constitución Nacional. Las disposiciones de la presente ley también serán aplicables, en cuanto
resulte pertinente, a los datos relativos a personas de existencia ideal. En ningún caso se
podrán afectar la base de datos ni las fuentes de información periodísticas.

16.4. Responsabilidad por actos


discriminatorios
16.4.1. Régimen legal (ley 23592, t.o. ley 25608).
Nociones generales
El art. 16 de nuestra CN reconoce la garantía de igualdad entre todos los habitantes. Este
principio constituye un pilar fundamental dentro del sistema democrático, y es dable para
eliminar toda discriminación arbitraria entre las personas.
La igualdad constitucional no importa un igualitarismo necesariamente, pero sí el rechazo a la
existencia de privilegios o exclusiones que marginen a ciertas personas de derechos que se les
conceden a otros en iguales circunstancias.
La ley 23592, sanciona penal y civilmente las conductas que arbitrariamente impidan, obstruyan
o de algún modo menoscaben “el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y
garantías fundamentales reconocidos en la CN”.
Cabe destacar que estos actos discriminatorios podrían no sólo lesionar la igualdad del
damnificado, sino también su honor, imagen o intimidad. Estos daños son plenamente
resarcibles, para lo cual se aplica el régimen general de la responsabilidad civil.

16.5. Responsabilidad en el derecho de


familia
El derecho de familia y el nuevo Código Civil y Comercial
El tema de la responsabilidad y el derecho de familia tiene un aspecto interno, que hace a los
hechos antijurídicos cometidos entre sus miembros, y un aspecto externo, que tiene relación con
los terceros y la posición de una víctima o de un autor de un hecho ilícito en una relación de
familia.
En el aspecto interno, los temas que vamos a abordar con relación al Código Civil y Comercial son:
1. Daños producidos por el divorcio.
2. Daños por la nulidad de matrimonio.
3. Daños producidos por la violencia doméstica.
4. Daños producidos por la ruptura de esponsales o de las uniones de hecho.
5. Daños producidos por la falta de reconocimiento de hijos.
6. Daños causados al progenitor por la obstaculización del derecho a tener una
adecuada comunicación con un hijo.
Dentro del aspecto externo de la responsabilidad y el derecho de familia, cobra importancia la
posición de un integrante de una familia a los fines de la reparación de los daños.
16.5.1. Daños y perjuicios derivados del divorcio, de la
separación personal y de la nulidad del matrimonio
El CCCN, establece un sistema de divorcio incausado y suprime el deber de fidelidad como deber
jurídico, limitándolo a un deber moral.
La cuestión de los esponsables
El CCCN no reconoce esponsales de futuro. No hay acción para exigir el cumplimiento de la
promesa de matrimonio ni para reclamar los daños y perjuicios causados por la ruptura, sin
perjuicio de la aplicación de las reglas del enriquecimiento sin causa, o de la restitución de las
donaciones, si así correspondiera.
16.5.2. Falta de reconocimiento del hijo
El CCCN ha resuelto expresamente que la falta de reconocimiento de hijos genera el deber de
reparar.
La norma tiene su fundamento en el derecho a la identidad, como inherente a la esencia y
existencia del ser humano. El mismo se corresponde con la consagración del interés superior del
niño, tanto en las cuestiones administrativas, legislativas y judiciales.
Podemos establecer que los principios rectores en este ámbito son:
a) Realidad biológica.
b) Igualdad entre los seres humanos.
c) No discriminación.
d) Paternidad y maternidad responsable.
e) La ampliación de las causales, flexibilización de las causas de impugnación
de la paternidad matrimonial, legitimación del hijo para actuar y la introducción de las
pruebas biológicas.
También se indemnizan los daños causados por la obstaculización del derecho a tener una
adecuada comunicación con un hijo
16.5.3. Transmisión de enfermedades a los hijos
La responsabilidad civil por transmisión de enfermedades tiene una elaboración bastante
reciente, y estudia supuestos de daños genéticamente transmitidos (por fecundación natural o
asistida, al igual que contagio de enfermedades graves o de creciente difusión, v. g., HIV, cólera,
sífilis, hepatitis, etc.).
16.5.4. Fecundación asistida
El equipo médico tendrá responsabilidades respecto de la selección, conservación y utilización
del material genético a emplear. En efecto, normalmente, el daño genético se produce:
a) Por deficiencias propias del gameto. Este sería el caso de que se produzcan
alteraciones en los cromosomas que determinen Síndrome de Down.
b) Por deficiencias generadas en la manipulación genética.
c) Por deficiencias producidas con causa en el mal empleo o mala calidad del
material técnico.
La responsabilidad será por regla de tipo contractual y podría incluir el daño material (daño
emergente, pérdida de chances, etc.) y el daño moral.
16.5.5. Daño genético
Se plantea si es admisible la acción resarcitoria del hijo nacido con enfermedades o deficiencias
atribuibles genéticamente a sus padres, quienes conocían o debían conocer el riesgo cierto de
transmitir la enfermedad al momento de la concepción.
La doctrina argentina está dividida al respecto. Hay quienes opinan que debe admitirse la
responsabilidad de los progenitores en tales supuestos. Los argumentos principales para verter
dicha opinión es el enfoque del derecho de daños que mira a la víctima, considerando que la
procreación requiere un actuar responsable. En posición contraria, entienden que, aunque las
relaciones familiares también se rigen por los principios generales la responsabilidad por
daños, asimismo se rigen por la solidaridad familiar o la piedad filial, no debiendo admitirse la
responsabilidad por los supuestos señalados.

16.6. Responsabilidad por acusación


calumniosa
16.6.1 Régimen legal en el Código Civil y Comercial
En la Sección 9ª, se presentan dos normas, una referida a la protección de la vida privada, y otra,
a la acusación calumniosa.
El damnificado goza de una indemnización plena por la perturbación de su vida privada. El juez
puede, a pedido de parte, publicar la sentencia condenatoria o sus partes pertinentes.
El damnificado, además de la prevención, puede reclamar los daños que se sufran.
La acusación calumniosa
Para la hipótesis de acusación calumniosa, como falsa imputación de un delito denunciado por
querella o denuncia, el responsable civil responderá por dolo o culpa grave.
Son requisitos de la acusación calumniosa: 1) la denuncia o querella por un delito ante la
autoridad; 2) la falsedad de la misma; 3) la previsión de la conducta delictiva imputada entre las
figuras del Código Penal.
La indemnización al ofendido deberá ser plena (art. 1740 del CCC).
17. Ejercicio de las
acciones de
responsabilidad civil
17.1. Generalidades
Legitimación sustancial: la coincidencia entre quien pretende o es pretendido y aquel a quien la
ley habilita para ello.
Se desprende la idea de legitimado activo y pasivo. La legitimación activa es la aptitud para el
ejercicio de una acción para ocupar la calidad de actor como titular de la pretensión formulada
en la causa.
La legitimación pasiva, en cambio, se da respecto de la persona contra quien debe proceder el
damnificado: contra el que corresponde ejercitar la acción de responsabilidad.
Como principio general, todo aquel que haya sufrido un perjuicio material como consecuencia de
un hecho o evento dañoso tiene derecho a la reparación, salvo algunos supuestos donde la
legitimación es limitada.
17.1.1. Legitimación activa. Actual régimen del art. 1772
del CCCN.
Legitimados activos. Régimen del Código Civil y Comercial
En el actual régimen, de conformidad con el art. 1739 del CCC, es válido efectuar la distinción
entre damnificados directos e indirectos, pues la norma expresa: “Para la procedencia de la
indemnización debe existir un perjuicio directo o indirecto”, lo que otorga legitimación en ambos
sentidos.
Los daños directos son los que sufre la víctima del ilícito, y los indirectos, los que reclama una
persona distinta de la víctima por derecho propio derivado de aquel (por ejemplo, la viuda que
reclama el daño moral causado por la muerte del esposo).
Daño patrimonial y daño extramatrimonial
La clasificación efectuada permite colegir que el daño patrimonial puede ser reclamado por la
víctima directa, como también por la víctima indirecta del daño. En el caso de la legitimación
indirecta, para el daño patrimonial, la legitimación está dada, siempre que no se afecte derechos
personalísimos. En los demás casos, debe existir una relación adecuada de causalidad.

También encontramos el supuesto de legitimación para reclamar daño material en caso de


muerte de la víctima. El art. 1745 del CCCN otorga la posibilidad de reclamar los gastos para la
asistencia y funeral de la víctima, los alimentos del cónyuge o conviviente, hijos menores de 21
años, hijos incapaces o con capacidad restringida (llamado daño legal presunto) y la pérdida de
chance de ayuda futura.

Respecto de la reforma del CCCN y la legitimación para reclamar daño moral, en primer lugar
podemos decir que ésta es sólo directa (únicamente la víctima) y excepcionalmente será
indirecta.
Se efectuaron dos modificaciones relevantes en torno a la legitimación indirecta, que puede
analizarse en dos aristas.
1. En caso de fallecimiento de la víctima. A los ascendientes, descendientes,
cónyuges, y a quienes tuvieran un trato familiar ostensible.
2. En caso de que la victima subsista. Si bien, por regla, en este caso, la
legitimación está limitada al damnificado directo, la novedad es que se admite la posibilidad
de reclamo no sólo ante el deceso de la víctima, sino también ante el sufrimiento de una “gran
discapacidad”.
Legitimación y daño colectivo
En relación al daño colectivo, el titular es un grupo asociativo no ocasional gestado en razón de la
existencia de objetivos comunes, que cuenta con ente representativo.
Actual régimen del art. 1772 del Código Civil y Comercial
Daños causados a cosas o bienes. Sujetos legitimados. La reparación del menoscabo a un bien o
a una cosa puede ser reclamado por:
a) el titular de un derecho real sobre la cosa o bien;
b) el tenedor y el poseedor de buena fe de la cosa o bien.
Acción contra el responsable directo e indirecto. El legitimado tiene derecho a interponer su
acción, conjunta o separadamente, contra el responsable directo y el indirecto.
El artículo se ocupa de quienes pueden pedir la reparación de los daños que afectan las cosas o
los bienes y hace el distingo entre la vinculación real del sujeto con la cosa o el bien, otorgando
legitimación a:
1. El titular de un derecho real.
2. El tenedor y el poseedor de buena fe. El poseedor es de buena fe "si no conoce,
ni puede conocer que carece de derecho, es decir, cuando por un error de hecho esencial y
excusable está persuadido de su legitimidad”.

17.2. Legitimación Pasiva. Legitimados


directos e indirectos.
Acción contra el responsable directo e indirecto. El legitimado tiene derecho a interponer su
acción, conjunta o separadamente, contra el responsable directo y el indirecto.
Es por ello que la legitimación pasiva puede estar compuesta por este elenco de sujetos, sean
responsables directos o indirectos:
a) Autor del hecho. Es responsable directo quien incumple una obligación u
ocasiona un daño injustificado por acción u omisión. El autor del hecho que haya actuado con
dolo o culpa, o bien a quien le sea aplicable un factor objetivo de atribución.
b) Consejeros o cómplices del autor del delito (art. 1752 del CCC). El encubridor
responde en cuanto su cooperación ha causado daño.
c) Persona que lucró con los efectos de un delito. Este sujeto puede ser
demandado por indemnización de daños y perjuicios hasta la concurrencia de lo que hubiera
recibido.
d) Dueño o guardián. El dueño de la cosa cuyo vicio o riesgo causó daño a otro.
e) Personas que responden por los hechos de otro. Entre ellas, los padres, tutores,
curadores, el principal, etc.
f) Sucesores universales.
g) Pluralidad de responsables. Si varias personas participan en la producción del
daño que tiene una causa única, se aplican las reglas de las obligaciones solidarias. Si la
pluralidad deriva de causas distintas, se aplican las reglas de las obligaciones concurrentes.
17.2.1. Sujeto que se beneficia con los efectos de un delito
Este sujeto puede ser demandado por indemnización de daños y perjuicios hasta la concurrencia
de lo que hubiera recibido.
17.2.2. El asegurador responsable. Naturaleza de la acción
contra el asegurador del responsable
El damnificado puede citar en garantía al asegurador hasta que se reciba la causa a prueba. En tal
caso debe interponer la demanda ante el juez del lugar del hecho o del domicilio del asegurador.
La sentencia que se dicte hará cosa juzgada respecto del asegurador y será ejecutable contra él
en la medida del seguro. En este juicio o en la ejecución de la sentencia el asegurador no podrá
oponer defensas nacidas después del siniestro.
No existe acción directa contra el asegurador, sino un dispositivo legal con características
propias. En tal sentido, la acción directa se da contra el deudor del deudor del accionante, sin
intervención del titular del crédito que se reclama, pues aquél actúa en su propio nombre en el
ejercicio de la acción directa.
17.2.3. Pluralidad de responsables. Remisión
Si varias personas participan en la producción del daño que tiene una causa única, se aplican las
reglas de las obligaciones solidarias. Si la pluralidad deriva de causas distintas, se aplican las
reglas de las obligaciones concurrentes.
La legitimación pasiva se trasmite por vía hereditaria a los sucesores universales y singulares.
17.3. Extinción de la acción
indemnizatoria.
17.3.1. Distintos supuestos (renuncia, transacción y
prescripción. Momento a partir del cual se computa el
curso de la prescripción)
La acción resarcitoria se extingue por las siguientes causas:
a) Por renuncia que de ella haga el damnificado. Recordemos que, en caso de
varios damnificados, las acciones son independientes las unas de las otras, con lo cual la
renuncia de uno de ellos no perjudica a los demás.
b) Por transacción. El artículo 1641 del CCC establece que la transacción es un
contrato por el cual las partes, para evitar un litigio o ponerle fin, haciéndose concesiones
recíprocas, extinguen obligaciones dudosas o litigiosas.
c) Por prescripción. Conforme el art. 2561 del CCC, el reclamo de la indemnización
de daños derivados de la responsabilidad civil prescribe a
los tres años. El transcurso del plazo de prescripción comienza el día en que la prestación es
exigible (art. 2554). Salvo el reclamo del resarcimiento de daños por agresiones sexuales
infligidas a personas incapaces, que prescribe a los diez años. El cómputo del plazo de
prescripción comienza a partir del cese de la incapacidad. Toda otra cuestión no recae en el
plazo genérico del art 2560 de cinco años.

17.4. Principales aspectos procesales


vinculados con la pretensión resarcitoria
17.4.1. La demanda de daños. Determinación procesal del
quantum reclamado. Supuesto del daño moral. La fórmula
“y que en más o menos resulte de la prueba”. Excepción
de defecto legal
No deben confundirse acción, pretensión y demanda. La primera es un derecho a la tutela judicial
efectiva, la segunda es la posibilidad de obtener una sentencia favorable y la última es un acto
procesal de documentación.
En este sentido, la demanda es un acto procesal de petición formal que tiene por objeto la
apertura de la instancia. Se trata de un documento –que en nuestro sistema debe ser escrito- que
delimita la o las pretensiones, y es pieza fundamental de lo que consistirá la traba de la litis
luego de la contestación de la demanda. Los efectos de la demanda revisten gran importancia:
por un lado, a los efectos procesales, determina la calidad de las partes (actor y demandado),
pone en marcha la instancia y fija la competencia judicial.
Ahora bien, como todo actor procesal, debe ajustarse a los requisitos que cada ley foral
establezca según sea la jurisdicción que corresponda. Por esta razón, remitimos a los códigos
procesales vigentes en cada provincia, sin perjuicio de referirnos de modo genérico al Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación como norma genérica, dejando a salvo –reiteramos- los
recaudos específicos de cada legislación procesal. Deberá el alumno consultar su sistema
procesal vigente.
Aclarado este punto, señalamos que las legislaciones procesales –en su mayoría- requieren –
entre otros recaudos- que la cosa demandada sea designada con exactitud. Esto quiere decir que
el elemento mediato de la pretensión sea identificado claramente, para factibilizar el ejercicio de
defensa del demandado. Es decir, que el demando sepa exactamente qué se le reclama. En este
punto, las normas procesales requieren que, si lo reclamado es una suma de dinero, la misma sea
estimada (art. 330 del CPCCN).
En el proceso de daños es imprescindible especificar con claridad los daños resarcibles (a la
persona o a sus bienes) reclamados y el monto que se pretende.
En consecuencia, cuando se elabora la demanda –además de los otros recaudos- se debe
especificar la pretensión en sus aspectos formales y sustanciales.
Respecto del objeto o la cosa demandada, si se reclaman sumas de dinero, debe precisarse, por
regla, el monto reclamado, salvo que fuera imposible hacerlo. En este último caso, ello debe
manifestarse en el escrito inicial, y justificarse la imposibilidad. Esto puede suceder en algunos
supuestos en los cuales la estimación dependa de otras circunstancias que no han sido fijadas
definitivamente o porque se interpuso la demanda al sólo efecto de interrumpir la prescripción.
Cuando esto suceda, corresponde utilizar la fórmula “lo que en más o en menos resulte de la
prueba a aportarse”. En consecuencia, el juez queda posibilitado de establecer una suma fija e
invariable. Dicha suma será fijada por el juzgador en función de los elementos probatorios
aportados al proceso y el derecho aplicable. Una vez acreditada la existencia del daño, el juez
tiene la facultad de establecer su cuantía, incluso –en virtud de esta fórmula- por encima del
monto estimado en la demanda, sin que esto implique violar la regla de congruencia (cfr. arts. 34
inc. 4 y 163 inc. 6 del CPCCN), porque el uso de tal fórmula le otorga la apertura necesaria.
17.4.2. La prueba de los presupuestos de la reparación.
Remisión
Nos remitimos a lo estudiado en cada una de las unidades en las que tramamos los presupuestos
de la responsabilidad civil (unidades 3 a 7).
17.4.3. La sentencia de daños. Diversas clases de
sentencias en el juicio de daños. Fundamentación.
Principio de congruencia
Por imperio del principio de congruencia, que implica la exacta correspondencia entre lo
pretendido, lo resistido y lo fallado (arts. 34 inc. 4 y 163 inc. 6 del CPCCN), el juzgador queda
sujeto a los reclamos planteados en la demanda (y su contestación). El actor sujeta su petición a
dichos rubros, ya que lo contrario implicaría lesionar derechos de raigambre constitucional, como
el derecho de defensa en juicio (art. 18 de la CN). Si se trata de daños a la persona que no hayan
ocasionado la muerte, se deberá establecer detalladamente cada una de las lesiones. Se deberá
establecer si existe incapacidad sobreviniente física y psíquica, qué medicamentos, estudios
realizados, prótesis, asistencia médica o de enfermería se requiere, etc. Del mismo modo, se
deberá especificar si existe daño moral y establecer los rubros perfectamente detallados. Esto le
permite al juez, al momento de sentenciar, expedirse acerca de los mismos.
17.4.4. Monto no probado. Fijación de la etapa de
ejecución de sentencia
La sentencia es el acto procesal que pone fin al proceso. Según alguna doctrina, puede ser
clasificada en:
• Sentencia de condena: es aquella que impone el cumplimiento de una
prestación, sea positiva (dar, hacer) o negativa (no hacer).
• Sentencias meramente declarativas:
o Sentencias constitutivas.
o Sentencias determinativas o específicas.

En los procesos de daños, la sentencia es generalmente de condena e impone al demandado el


pago de una suma de dinero, o bien el cumplimiento de una obligación de hacer (v. g.,
publicación de un sentencia, etc.).
Al respecto, dice el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación: “Cuando la sentencia contenga
condena al pago de frutos, intereses, daños y perjuicios, fijará su importe en cantidad líquida o
establecerá por lo menos las bases sobre que haya de hacerse la liquidación”.
Es decir, la sentencia siempre fijará el importe del crédito o de los perjuicios reclamados (citado
art. 165).
Ahora bien, puede ocurrir que las partes no hayan efectuado estimación o que el monto no
pueda computarse en esa instancia. En tales casos, el juez hará lugar a la demanda, siempre que
su existencia esté legalmente comprobada, aunque no resultare justificado su monto.
17.4.5. Imposición de costas en el proceso de daños.
Nociones generales
Este aspecto está relacionado con el derecho procesal civil y se encuentra regulado por los
códigos procesales de cada una de las provincias de nuestro territorio nacional. Deberá el alumno
consultar la legislación local aplicable al caso.
Tomando como base y regla general el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, la
imposición de costas en el proceso de daños se rige por los principios generales establecidos, es
decir que quien resulta perdidoso es quien debe afrontar el pago de las costas. Este régimen es
llamado “principio objetivo de la derrota”, según el cual quien resulta perdidoso en el proceso
debe abonar las costas (gastos judiciales y honorarios de los profesionales) a la parte ganadora.
En caso de vencimientos recíprocos, las costas se imponen según la proporción de estos
vencimientos.
Dice el principio general establecido por el art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial:
La parte vencida en el juicio deberá pagar todos los gastos de la contraria, aún cuando ésta no lo
hubiese solicitado. Sin embargo, el juez podrá eximir total o parcialmente de esta
responsabilidad al litigante vencido, siempre que encontrare mérito para ello, expresándolo en su
pronunciamiento, bajo pena de nulidad.
17.4.6. El recurso extraordinario y la responsabilidad por
daños
El recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación está previsto en el art. 14
de la ley 48, que establece que
Una vez radicado un juicio ante los tribunales de provincia, será sentenciado y fenecido en la
jurisdicción provincial, y sólo podrá apelarse a la Corte Suprema de las sentencias definitivas
pronunciadas por los tribunales superiores de provincia en los casos siguientes:
1) cuando en el pleito se haya puesto en cuestión la validez de un tratado,
de una ley del Congreso, o de una autoridad ejercida en nombre de la Nación, y la decisión haya
sido contra su validez;
2) cuando la validez de una ley, decreto o autoridad de provincia se haya puesto
en cuestión bajo la pretensión de ser repugnante a la Constitución Nacional, a los tratados o leyes
del Congreso, y la decisión haya sido en favor de la validez de la ley o autoridad de provincia;
3) cuando la inteligencia de alguna cláusula de la Constitución, o de un tratado o
ley del Congreso, o una comisión ejercida en nombre de la autoridad nacional haya sido
cuestionada y la decisión sea contra la validez del título, derecho, privilegio o exención que se
funda en dicha cláusula y sea materia de litigio.
Por otro lado, los arts. 15 y 16 de la misma norma agregan:
Cuando se entable el recurso de apelación que autoriza el artículo anterior, deberá deducirse la
queja con arreglo a lo prescripto en él, de tal modo que su fundamento aparezca de los autos y
tenga una relación directa e inmediata a las cuestiones de validez de los artículos de la
Constitución, leyes, tratados o comisiones en disputa, quedando entendido que la interpretación
o aplicación que los tribunales de provincia hicieren de los Códigos Civil, Penal, Comercial y
de Minería, no dará ocasión a este recurso por el hecho de ser leyes del Congreso, en virtud de lo
dispuesto en el inc. 11, art. 67 de la Constitución.
En los recursos de que tratan los dos artículos anteriores, cuando la Corte Suprema revoque,
hará una declaratoria sobre el punto disputado, y devolverá la causa para que sea nuevamente
juzgada; o bien resolverá sobre el fondo, y aun podrá ordenar la ejecución especialmente si la
causa hubiese sido una vez devuelta por idéntica razón
La doctrina y jurisprudencia lo denomina "recurso extraordinario" pese a que la ley lo califica de
apelación, ya que el mismo constituye ciertamente una instancia extraordinaria, de excepción.
La ley fundamental, en su art. 31, dispone que: "Esta Constitución, las leyes de la Nación que en
su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley
suprema de la Nación". El recurso extraordinario justamente tiene por misión lograr dicha
supremacía de la Constitución, las leyes dictadas por el Congreso y los tratados.
Pese a que todos los jueces tienen el control constitucional en alguna medida, ciertas causas
podrán ser llevadas a la Corte Suprema a fin de que la misma, a través del recurso
extraordinario, otorgue la interpretación final.
El recurso extraordinario tiene un objeto restringido, siendo sólo admisible en los supuestos
establecidos en el art. 14 de la ley 48. A ello se le suma la causal de sentencias arbitrarias, que
amplió las posibilidades de interponer dicho recurso, pero sin que el mismo pierda su carácter de
extraordinario. Las cuestiones que posibilitan la interposición del recurso son puramente de
derecho, quedando las cuestiones de hecho, en principio, excluidas del mismo.
En efecto, la jurisdicción de la Corte se limita a establecer la interpretación que corresponde
dar a la cláusula constitucional o legal involucrada, o a determinar si alguna ley o decreto resulta
violatorio de la Constitución, sin abordar un análisis de las restantes cuestiones de la causa.
El proceso de daños puede ser campo fértil para que se constaten las circunstancias que habilitan
la interposición de este recurso. Para ello, se debe realizar reserva de interposición del recurso
extraordinario en la primera oportunidad procesal. Entre las cuestiones que podrían dar apertura
a este recurso, pueden mencionarse la violación del derecho de defensa, igualdad ante la ley,
debido proceso, sentencia arbitraria, violación al derecho a la reparación integral de
jerarquía constitucional (art. 16, 18, 19 y 33 de la CN), al igual que el derecho a la tutela a la
integridad física y moral consagrada en el Pacto de San José de Costa Rica. Respecto del derecho
a la reparación y su fundamento constitucional, nos remitimos a lo estudiado en el módulo 1. Sin
duda, la posibilidad de interponer el recurso extraordinario en virtud de la violación de dicho
principio de jerarquía constitucional es uno de los efectos que tiene darle la mentada jerarquía al
mismo.

18.Relaciones entre la
acción civil y la acción
penal
18.1. Acción civil y acción penal
18.1.1. La cuestión de la independencia entre la acción
civil y la acción penal. El sistema del Código Civil y
Comercial
En cuanto a la independencia de estas acciones, dispone el art. 1774 del Código Civil y Comercial:
Independencia. La acción civil y la acción penal resultantes del mismo hecho pueden ser ejercidas
independientemente. En los casos en que el hecho dañoso configure al mismo tiempo un delito
del derecho criminal, la acción civil puede interponerse ante los jueces penales, conforme a las
disposiciones de los códigos procesales o las leyes especiales.
Se consagra expresamente el principio de independencia entre estas dos acciones cuando ambas
emergen del mismo hecho ilícito.
El art. 1774 establece la independencia sustancial, pero no adjetiva, de ambos procesos. Por
ende, el interesado podrá acumular las dos pretensiones en sede penal, peticionando que en
dicha sede se establezca la indemnización que considere pertinente, o perseguir el reclamo
resarcitorio en sede civil, en forma separada. La autonomía de ambas acciones es conceptual y se
sustenta en el diverso régimen jurídico aplicable, más allá de en cuál jurisdicción se promueva la
acción. Igualmente, la disposición citada deja a salvo la posibilidad de que los ordenamientos
procesales locales prevean una solución distinta a la cuestión vinculada con el proceso aplicable y
la competencia. Ello es así a fin de evitar que el régimen sustantivo afecte atribuciones que son
exclusivas de los poderes provinciales.
El artículo 29 del Código Penal
El artículo 29 del CP reza: "La sentencia condenatoria podrá ordenar la indemnización del daño
material y moral causado a la víctima, a su familia o a un tercero, fijándose el monto
prudencialmente por el juez en defecto de plena prueba".
o Si la víctima opta por la jurisdicción penal donde se encuentra radicada la causa
por el delito cometido y allí se le acuerda la indemnización por el daño, la cuestión quedará
concluida y allí se deberá ejecutar la sentencia. Es una cuestión procesal reservada a las
provincias.
o Si se condena al sindicado como responsable en la sede penal, pero el juez no
admite el resarcimiento de daños y perjuicios solicitado por la víctima, el pronunciamiento
hace cosa juzgada.
o Si el presunto culpable es absuelto en el proceso penal, el juez de la causa penal
no puede pronunciarse sobre los daños y perjuicios pedidos por la víctima, porque la
facultad de fijarlos es accesoria de la sentencia de condena. Igual solución corresponderá si
no se ha llegado a la sentencia por extinción de la causa penal, ya sea por muerte, amnistía,
prescripción o renuncia del agraviado. En estos casos, la víctima podrá ejercer la acción
resarcitoria de los daños y perjuicios en sede civil.
• Se ha cuestionado asimismo la legitimación activa para reclamar en el proceso
penal la indemnización del daño causado por el delito. En caso de homicidio, o de cualquier
otro delito que tuviera como consecuencia una muerte, también podrán querellar el
cónyuge, los padres y los hijos de la víctima; y quien, hasta ese momento, hubiera sido su
tutor, curador o guardador.
18.1.3 Efectos de la independencia de las acciones: a)
principio que rige la disposición y ejercicio de las
acciones; b) excepción al principio; c) renuncia a la acción
civil.
Entre otras cuestiones a analizar respecto de la disposición y el ejercicio de la acción por parte de
su titular, se encuentra el principio que rige la disposición y ejercicio de las acciones.
El abandono o desistimiento de la acción penal no implica la renuncia de la acción civil, ni
viceversa. La actitud pasiva de la víctima al desistir de la acción civil tampoco permite inducir la
renuncia a la acción criminal, ni el ejercicio de aquella acción lo hace presumir.
18.1.4. La suspensión del dictado de sentencia en el
proceso civil. La llamada presentencialidad.
La posibilidad de una coexistencia del proceso penal y civil se advierte desde que funciona el
principio de independencia establecido en el art. 1774 del CCCN. Sin embargo, el proceso penal
posee una importante preponderancia sobre el proceso civil, en virtud de la influencia que la
cosa juzgada ejerce sobre la decisión que puede dictar el juez civil. Analicemos estas situaciones.
La suspensión de la sentencia en el proceso civil. Principio y excepciones
Principio
Un hecho debe ser juzgado de la misma manera sin importar la competencia material del
juzgador.
Ante ello, el Código Civil y Comercial consagra el principio de prejudicialidad o presentencialidad
penal sobre la civil, aunque con algunas excepciones.
El art. 1775 del CCC establece:
Suspensión del dictado de la sentencia civil. Si la acción penal precede a la acción civil, o es
intentada durante su curso, el dictado de la sentencia definitiva debe suspenderse en el proceso
civil hasta la conclusión del proceso penal, con excepción de los siguientes casos:
a) si median causas de extinción de la acción penal;
b) si la dilación del procedimiento penal provoca, en los hechos, una frustración
efectiva del derecho a ser indemnizado;
c) si la acción civil por reparación del daño está fundada en un factor objetivo de
responsabilidad.
El Código Civil y Comercial establece la suspensión del dictado de la sentencia civil y no de todo el
proceso. Esto es importante decirlo. Se trata de presentencialidad y no de prejudicialidad, pues lo
que se impide es el dictado de la sentencia civil y no de todo el “juicio”, entendido –claro está-
como proceso judicial. El juez debe disponer de oficio la suspensión, siendo nula la sentencia
dictada en infracción a la norma.
Para que proceda la suspensión prevista en el art. 1775 del Código Civil y Comercial de la Nación,
es preciso que se encuentren reunidos algunos presupuestos. El primero de ellos es que exista un
proceso penal en curso; sea investigación penal preparatoria o el juicio propiamente dicho, el
titular debe haber ejercido la pretensión punitiva. Pero no basta la mera amenaza de que se
realizará una denuncia penal para que se suspenda el dictado de la sentencia en sede civil. La
suspensión culmina, salvo las excepciones previstas en el art. 1775, cuando se dicte la sentencia
definitiva en la sede penal. Asimismo, también finaliza en el caso de que recaiga en la acción
penal el sobreseimiento provisional, pues dicha decisión será suficiente para que se levante la
suspensión del reclamo por daños.
La acción de daños y perjuicios puede dirigirse contra el responsable directo o indirecto: de tal
modo si lo que se pretende es imputar el accionar de un dependiente a su principal, aun cuando
el primero no se encuentre demandado es preciso que la jurisdicción penal se expida con
anterioridad al dictado de la sentencia en sede civil. Esto es así pues el hecho es uno solo,
independientemente que los sujetos pasivos de la pretensión penal o civil no coincidan. Lo
mismo ocurre por ejemplo en un accidente de tránsito cuando la pretensión penal se dirige
contra el conductor y la pretensión civil solo tiene como sujeto pasivo al titular registral.
Excepciones
Como novedad, la norma establece expresamente tres excepciones al principio:
a) La extinción de la acción penal. En el primer, inciso la norma establece que no
procederá la suspensión del dictado de la sentencia en sede civil “si median causas de
extinción de la acción penal”.
b) La demora injustificada del proceso penal. En su segundo inciso, el art. 1775 del
Código Civil y Comercial prevé un supuesto de excepción cuando se produce una demora
injustificada del proceso penal.

c) La existencia de un factor objetivo de atribución aplicable al caso. El tercer


inciso establece la excepción "si la acción civil por reparación del daño está fundada en un
factor objetivo de responsabilidad".

18.3. Efectos de la condena penal, la


absolución o excusa absolutoria
Condena penal. La sentencia penal condenatoria produce efectos de cosa juzgada en el proceso
civil respecto de la existencia del hecho principal que constituye el delito y de la culpa del
condenado".
Desde luego que la culpa que funda la condena del procesado sí proyectará sus efectos cuando
sirva de base para la responsabilidad propia del tercero obligado a responder en forma refleja o
indirecta, con fundamento en el riesgo creado por su actuación, en el deber de garantía, en la
obligación de seguridad o por la existencia de un vínculo contractual que así lo impone.

La sentencia penal absolutoria respecto del posterior pronunciamiento en sede civil


Dice el nuevo Código Civil y Comercial al respecto:
Inexistencia del hecho, de autoría, de delito o de responsabilidad penal. Si la sentencia penal
decide que el hecho no existió o que el sindicado como responsable no participó, estas
circunstancias no pueden ser discutidas en el proceso civil.
Si la sentencia penal decide que un hecho no constituye delito penal o que no compromete la
responsabilidad penal del agente, en el proceso civil puede discutirse libremente ese mismo
hecho en cuanto generador de responsabilidad civil.
Conforme la norma, la sentencia penal absolutoria hace cosa juzgada en dos aspectos que
pueden fundar aquella decisión: la inexistencia del hecho atribuido al imputado por el que se lo
juzga (homicidio, lesiones, calumnias e injurias, robo, etc.) y la falta de autoría del mismo.
Las excusas absolutorias penales
Art. 1778: “Excusas absolutorias. Las excusas absolutorias penales no afectan a la acción civil,
excepto disposición legal expresa en contrario”.

18.4 Impedimento de reparación del daño


Impedimento de reparación del daño. Impiden la reparación del daño:
a) la prueba de la verdad del hecho reputado calumnioso;
b) en los delitos contra la vida, haber sido coautor o cómplice, o no haber
impedido el hecho pudiendo hacerlo.

18.5 Efectos de la sentencia penal


posterior a la sentencia civil
Sentencia penal posterior. La sentencia penal posterior a la sentencia civil no produce ningún
efecto sobre ella, excepto en el caso de revisión. La revisión procede exclusivamente, y a petición
de parte interesada, en los siguientes supuestos:
La norma regula los efectos de la cosa juzgada civil anterior respecto de la sentencia penal
posterior. Consagra como principio general la ineficacia de la sentencia penal posterior sobre la
civil y la posibilidad que se promueva una acción de revisión de la decisión adoptada en juicio de
daños y perjuicios.

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