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Ventajas Desventajas
a) Permite la evaluación en a) Se le atribuye la generación de rigor e
concreto del perjuicio. incertidumbre, ya que se centra en la víctima.
b) Toma en cuenta al Sumado a ello, depende de factores subjetivos como
damnificado en concreto y no a uno en el caso del daño moral. La ausencia de criterios
hipotético. objetivos dificulta la posibilidad de acuerdos
c) Rige el principio de libertad transaccionales.
del juzgador para la valoración y b) Su aplicación indiferenciada a todo tipo de
cuantificación del daño. daños generaría consecuencias inconvenientes.
d) Favorece una dinámica c) Alentaría a las víctimas y a las personas a su
permanente de los métodos de cargo a no retomar sus actividades, aun cuando ello
evaluación del daño. fuese posible y deseable.
e) Ha tenido importancia en los d) Resultaría incompatible con los actuales
países afectados por inflación, a fin imperativos económicos.
de corregir las severas secuelas de e) En ciertos casos es difícilmente compatible con el
este fenómeno económico. seguro.
11.Hechos ilícitos.
Responsabilidad directa y
por el hecho de terceros
(por el hecho propio y por
el hecho ajeno)
Las modificaciones introducidas en materia de daños y perjuicios por este punto se encuentran
desde la Sección 5ª a la 9ª, es decir, desde los arts. 1749 a 1771 del CCCN. Refieren:
1. responsabilidad directa;
2. responsabilidad civil por el hecho de terceros;
3. responsabilidad por el hecho de las cosas y de ciertas actividades;
4. responsabilidades especiales.
El hecho de la cosa es aquel en el cual el daño se produce por su intervención activa. Nos
encontramos frente al daño causado por una cosa cuando sea por su propio dinamismo o por
acción de fuerzas externas y el guardián pierde el control de la cosa, la cual no se comporta como
un instrumento pasivo ni obediente en sus manos.
12.1.4. Supuestos de responsabilidad objetiva por la
intervención de cosas: las derivadas de su riesgo (la
eventualidad de que llegue a causar daño) y el vicio
(defecto originario o derivado de la cosa). Artículos 1757 y
1758 del CCCN.
La inclusión de la actividad riesgosa sin ninguna precisión hace que cualquier actividad humana
pueda ser considerada tal, generalizando la responsabilidad de modo excesivo y sin precedentes en
el derecho comparado. Por estas razones, el texto contempla 2 supuestos claramente señalados y
limitados: i) el daño causado por el riesgo o vicio de las cosas y ii) las actividades que sean
riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su
realización.
El art. 1757 del CCCN establece el riesgo creado y el vicio de las cosas y actividades riesgosas o
peligrosas que constituyen un factor objetivo de atribución.
Se distingue entre riesgo y vicio. Pero se suprime la responsabilidad por los daños causados con las
cosas, fundada en la presunción de culpa.
El riesgo supone la eventualidad –posibilidad- de que una cosa llegue a causar un daño. El vicio
constituye un defecto de fabricación o funcionamiento que la hace impropia para su destino
normal.
Se incorpora, la idea del “riesgo de empresa”, pues la actividad es vista como algo complejo, un
proceso de actividades conjuntas que conjuga elementos humanos, es decir, la intervención del
hombre, como también elementos mecánicos y materiales (como pueden ser sustancias).
12.1.5. Daños causados con las cosas: a) legitimación
pasiva; b) fundamento; c) eximentes; d) prueba
No importa cuanta diligencia se demuestre en el daño por riesgo o vicio de la cosa, porque la única
forma de evitar la responsabilidad es la demostración de la causa ajena. Lo que antes se llamaba
daño con la cosa ya no existe más. El factor de atribución será subjetivo, sin inversión de la carga de
la prueba de la culpa, si la cosa o la actividad no son riesgosas. Será objetivo si la cosa o la actividad
sí representan un riesgo significativo para terceros.
12.1.6. Daños causados por el riesgo o vicio de la cosa:
a) caracterización, b) legitimación pasiva. El dueño. El
guardián. Caracterización. Otros posibles legitimados
pasivos. c) Fundamento de esta responsabilidad. d)
Carácter de la misma. e) Prueba. f) Eximentes. g)
Principales supuestos de aplicación (automotores, trenes,
aeronaves, ascensores, edificios, etcétera); h) la
responsabilidad por el hecho de las cosas en materia
contractual
Hecho de las cosas y actividades riesgosas. Toda persona responde por el daño causado por el
riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza,
por los medios empleados o por las circunstancias de su realización.
En relación al daño causado por las cosas, como puede advertirse en el texto de la norma, el nuevo
Código no define lo que se entiende por riesgo o vicio.
Debemos tener presente que la diligencia no es suficiente para romper la cadena causal. Por eso, ni
la autorización administrativa (carnet de conductor) ni las técnicas de prevención sirven para
eximir de responsabilidad cuando el factor es objetivo.
La carga de probar que la cosa o actividad es riesgosa o viciosa recae sobre quien la invoca , es decir
que se debe acreditar el hecho causal de la pretensión resarcitoria.
La carga de la prueba de las eximentes recae sobre quien pretende eximirse (art. 1736 del CCCN).
13. Responsabilidades
especiales.
Responsabilidad de las
personas jurídicas y de sus
órganos
13.1 Responsabilidad de las personas
jurídicas
La responsabilidad civil de la persona jurídica no excluye la responsabilidad directa del
subordinado.
13.1.1. Definición
Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud
para adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su
creación.
Estas se encuentran asimiladas, en principio, en sus relaciones con los terceros, a las personas de
existencia visible.
Con el dictado del nuevo Código Civil y Comercial se establece que: “Responsabilidad de la persona
jurídica. La persona jurídica responde por los daños que causen quienes las dirigen o administran
en ejercicio o con ocasión de sus funciones”.
Completan el esquema normativo de responsabilidad de las personas jurídicas los arts. 1753 del
CCCN, relativo a los dependientes, y los arts. 1757 y 1758, que regulan hechos de las cosas y
actividades riesgosas y, por supuesto, todo lo relativo a las cuestiones generales de daños
(presupuestos, funciones, etc.).
El artículo 1763 atribuye responsabilidad a la persona jurídica por los daños que causen quienes las
dirigen o administran en ejercicio o con ocasión de sus funciones, expresiones estas últimas que
también se repiten en el art. 1753 in fine del CCCN, al establecer el alcance de la responsabilidad
del principal por el hecho del subordinado. La responsabilidad civil de la persona jurídica no
excluye la responsabilidad directa del subordinado.
Conforme el texto de la norma, la persona jurídica responde por los actos realizados por sus
administradores o directores, es decir, los sujetos que representan a la persona jurídica ante
terceros. La teoría adoptada es la llamada “teoría del órgano”. Esta teoría considera que los
individuos que actúan en nombre de las personas jurídicas no actúan a título propio, sino como
órganos, como parte de la misma persona jurídica.
Para que exista responsabilidad, deben darse los presupuestos de la responsabilidad civil, daño
resarcible, factor de atribución que en este caso es objetivo por el riesgo creado, antijuridicidad y
relación de causalidad.
En este sentido, la conducta debe ser en “ejercicio” de sus funciones, es decir, para que sea
atribuible a la persona jurídica, los actos deberán realizarse dentro de su función como directores o
administradores; esta función puede ser regular, un mal ejercicio o un abuso o ejercicio aparente.
Puede ser también “con motivo” de las funciones; es decir, existe aquí una relación de medio-fin.
Finalmente, puede ser “con ocasión” de las funciones, donde debe existir una razonable relación
entre las funciones y el daño, pero, además, debe configurarse relación de causalidad entre la
ocasión que brinda la función y el daño.
13.1.3. La responsabilidad de los administradores sociales,
directores y síndicos. Nociones generales
Respecto de la acción de repetición o recursoria de la persona jurídica en contra de sus
administradores, ésta se admite, en general, siempre que el daño resulte de una actuación por
parte del representante o administrador que implique una extralimitación de poder o abuso de
derecho en el ejercicio de la actividad.
14. Responsabilidades.
Responsabilidad de los
profesionales liberales
14.1. Responsabilidad de los profesionales
liberales
14.1.1. Aspectos generales. Caracterización del profesional.
Profesión liberal. Delimitación del concepto
Debemos recordar que cuando nos referimos a la responsabilidad derivada del ejercicio de
profesiones liberales estamos hablando de aquellas ocupaciones que requieren título habilitante
otorgado por una universidad, sometimiento al régimen disciplinario o ético y con colegiación
obligatoria. En consecuencia, la actuación profesional presume un conocimiento a nivel de
experticia por parte del profesional y, a la vez, la ostentación de la matrícula profesional otorgada
por el colegio profesional correspondiente.
Las características serían: título otorgado por una universidad que habilite para el ejercicio
profesional y que certifica un bagaje de conocimientos especiales; la matriculación en un colegio
profesional; la autonomía científica como también técnica; la sujeción a normas éticas y
reglamentarias que rigen su actividad específica.
En relación a la fuente o hecho generador de dicha responsabilidad, ésta puede ser el
incumplimiento de una obligación de origen legal o contractual por parte del profesional o la
simple violación de un deber genérico de no dañar a otro. A la luz de la unificación del régimen,
tales distinciones sólo tienen carácter a los fines de la relación entre los sujetos, pero no existen
diferencias jurídicas. En el actual régimen se sostiene que la responsabilidad profesional tiene
carácter obligacional o contractual, aunque, frente a terceros, se enrola en el régimen de la
responsabilidad extracontractual. Se establece una regla general para la unificación de los ámbitos
de la responsabilidad y una regulación especial para el cumplimiento de una prestación a través de
un contrato.
La actividad del profesional liberal está regulada de la siguiente manera: Se aplican las reglas de las
obligaciones de hacer. La imputación es subjetiva, excepto que se haya comprometido un resultado
concreto. Cuando la obligación de hacer se preste con cosas, no es objetiva, excepto que causen un
daño derivado de su vicio. La actividad del profesional liberal no está comprendida en la
responsabilidad por actividades riesgosas. Estos criterios son los que ha aplicado mayoritariamente
la jurisprudencia y han sido defendidos por la doctrina. El profesional promete un hacer que
consiste en una diligencia conforme a las reglas de la profesión, sin que pueda asegurar un
resultado; de allí que la imputación sea subjetiva y pueda liberarse probando su falta de culpa. En
cambio, si promete un resultado, la imputación es objetiva. El profesional actúa con cosas, pero su
imputación sólo es objetiva cuando éstas exorbitan el obrar humano por un vicio. No puede
considerarse que exista una actividad riesgosa en general calificada ex ante.
14.1.2. Naturaleza de la responsabilidad profesional
conforme el art. 1768 del CCCN
Recordemos que con el CCCN no se hace el distingo ente respuesta contractual o extracontractual
de los profesionales, es decir, ya no interesará la naturaleza de la responsabilidad del profesional.
En el actual régimen se sostiene que la responsabilidad profesional tiene carácter obligacional o
contractual, aunque frente a terceros se enrola en el régimen de la responsabilidad
extracontractual. Recordamos que la tesis que adopta el CCCN es la de la unidad del fenómeno de
la ilicitud.
14.1.3. Las obligaciones de medios y resultados. La culpa
profesional. Deberes de prudencia y previsión. Modo de
apreciación
En principio, la responsabilidad de los profesionales es subjetiva, por ende, para atribuir
responsabilidad civil, el damnificado deberá probar la "culpa" o el "dolo" del profesional
interviniente en el hecho.
Sin embargo, la norma establece que la responsabilidad es subjetiva “excepto que se haya
comprometido un resultado concreto”.
Se advierte que –a diferencia de lo que sucede en la esfera aquiliana, donde el criterio legal de
imputación se relaciona con la forma en que se configura el hecho dañoso-, para el campo de la
responsabilidad profesional, es relevante el alcance del deber de conducta asumido por el obligado
(obligación de medios o un resultado concreto), y no la forma en que, de hecho, se incumple. El
nuevo Código, a fin de establecer el factor de atribución en materia contractual, consagra el
distingo entre las obligaciones de medios y de resultado. En el artículo 1723 establece claramente:
"Responsabilidad objetiva. Cuando de las circunstancias de la obligación, o de lo convenido por las
partes, surge que el deudor debe obtener un resultado determinado, su responsabilidad es
objetiva". Cuando, en cambio, la obligación consista en una conducta diligente requerirá de la
presencia de culpa del solvens.
El factor de atribución es de carácter subjetivo pues la norma alude expresamente al mismo. "El
profesional promete un hacer que consiste en una diligencia conforme a las reglas de la profesión,
sin que pueda asegurar un resultado; de allí que la imputación sea subjetiva y pueda liberarse
probando su falta de culpa”.
En relación a la culpa profesional, ella se rige por los principios generales de la culpa. En ese
sentido, la culpa y el dolo están definidos en el art. 1724 del CCC.
Valoración de la conducta. Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoración de la
previsibilidad de las consecuencias.
Cuando existe una confianza especial, se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las
condiciones particulares de las partes.
Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición especial, o la facultad intelectual de una
persona determinada, a no ser en los contratos que suponen una confianza especial entre las
partes. En estos casos, se estima el grado de responsabilidad, por la condición especial del agente.
Según la norma, la graduación de la culpa deberá realizarse en el caso concreto, analizando qué
conducta debía esperarse del profesional y teniendo en cuenta las circunstancias de persona,
tiempo y lugar.
En forma general, existen algunos deberes profesionales que inciden sobre los estándares que fijan
su conducta:
a) Deber de actuación profesional diligente. Tiene que ver con la forma en que el profesional
presta el servicio.
b) Deber de informar. Se relaciona con el deber de comunicar determinada información al cliente
(asesorando, aconsejando o advirtiendo).
c) Deber de confidencialidad. Implica no revelar a terceros todo lo relacionado con el cumplimento
de la obligación asumida.
d) Obligación de seguridad. Arbitrar los medios para asegurar que el cumplimiento de la obligación
ocurra sin daños al cliente.
Distinto es el caso si el profesional liberal comprometió un resultado concreto, lo que surgirá de la
obligación asumida y será de interpretación restrictiva; la responsabilidad será objetiva.
14.1.4. El factor de atribución en la responsabilidad
profesional
La distinción entre haber comprometido un resultado o limitar la obligación a las diligencias
necesarias para lograr el resultado influye directamente en el factor de atribución.
Si lo comprometido es un resultado, el factor de atribución será objetivo. Si lo comprometido
implica sólo el deber de diligencia, pericia y prudencia orientada a producir un resultado, pero sin
asegurarlo, el factor de atribución será subjetivo.
Puede decirse que es común la asunción de obligaciones de medios para los médicos, los
abogados, mientras que es más frecuente la asunción de obligaciones de resultado para los
contadores, los arquitectos e ingenieros, incluso los escribanos.
14.1.5. Daños causados cuando la obligación se preste con
cosas
Generalmente, el profesional liberal en su actividad presta su obligación con el uso de cosas (por
ejemplo, los médicos utilizan bisturí, los ingenieros, herramientas, etc.), por esta habitualidad es
que la norma regula expresamente el supuesto.
Si el profesional causa daños con el uso de cosas, su responsabilidad será subjetiva, salvo la
excepción del art. 1768 del CCCN para el daño causado por el vicio de la cosa de la que el
profesional es dueño o guardián, en la que será objetiva. Si el daño es provocado por el vicio de la
cosa, pero el profesional no resulta ser el dueño o guardián de la cosa, no podrá atribuírsele
responsabilidad objetiva en el evento.
La actividad del profesional liberal no está comprendida en la responsabilidad por actividades
riesgosas previstas en el artículo 1757.
14.1.6. Carga de la prueba
Con respecto a la carga de la prueba, ésta corresponde normalmente a quien alega la existencia
del daño. Si la obligación del profesional es de resultados, la cuestión se simplifica para la victima;
pero si es de medios –con lo cual el profesional compromete su deber de diligencia, pericia y
prudencia orientada a producir un resultado, pero sin asegurarlo- al actor le corresponderá probar
la existencia del daño que alega, la antijuridicidad de la conducta del deudor, la relación causal
adecuada entre el perjuicio y el incumplimiento, y, desde luego, el factor de imputabilidad, que
consiste en la culpa o dolo del infractor. En la obligación de medios, el actor debe demostrar el
incumplimiento del profesional, es decir, su falta de diligencia y prudencia, lo que puede ser
complicado. En muchas situaciones se invertirá la prueba a quien se encuentra en mejores
condiciones de probar, que es normalmente el profesional. Finalmente, el juez debe apreciar la
prueba de acuerdo con las reglas de la sana crítica racional.
Si bien el consentimiento del paciente no sería suficiente para privarlo de la vida (eutanasia), el
consentimiento sí es válido para realizar una intervención quirúrgica mutilante, aun cuando pusiera
en grave peligro su vida, cuando ello dé una esperanza para la recuperación de su salud,
conservación de la vida o propósitos altruistas como el transplante de partes anatómicas.
El paciente puede negar su consentimiento, y, en tal caso, el médico no podrá actuar.
Si la urgencia del cuadro médico no permitiere obtener el consentimiento necesario, el médico
debe prestar la asistencia que corresponda, aun sin esa conformidad.
Debe realizar un diagnóstico adecuado
El error de diagnóstico genera responsabilidad al médico por los daños que sufra el enfermo
como consecuencia de un tratamiento inadecuado o de haberse sometido a una intervención
inadecuada. El error debe ser grave e inexcusable. Respecto a este punto, existe un precedente
judicial que resolvió que el médico está obligado a detectar lo detectable; de no hacerlo, se
evidencia una impericia manifiesta.
Se ha considerado que se incumple con estos deberes en los casos en los cuales se interviene a un
paciente quirúrgicamente sin haber antes realizado un examen preoperatorio adecuado y los
correspondientes análisis de laboratorio, radiológico y cardiológico pertinentes.
Otro punto de importancia –al momento de valorar la gravedad de la culpa- es la relación de
especial confianza que el paciente y su familia tienen con los profesionales que atienden su salud,
a quienes justamente les confían sus vidas.
El art. 1725 del CCCN contempla la facultad intelectual de una persona determinada en los
contratos que suponen una confianza especial entre las partes, como es el caso del contrato de
prestaciones médico-asistenciales, a la hora de estimar el grado de responsabilidad por la
condición del agente.
Debe aconsejar un tratamiento adecuado
El médico puede ver comprometida su responsabilidad en el caso de haber aconsejado un
tratamiento equivocado por error grave e inexcusable. No responde, sin embargo, en cuanto al
método de curación, siempre que sea aceptable. En consecuencia, el médico elige el método más
adecuado para obtener el éxito de su tarea, con diligencia, prudencia y pericia.
El paciente, por su parte, deberá continuar con el tratamiento prescripto; de lo contrario, puede
eximirse al profesional ante el abandono del tratamiento y atención médica por parte del
paciente.
Intervención quirúrgica
Se responsabiliza al cirujano ante daños causados por su culpa en la ejecución de actos anexos a la
intervención misma. Se ha declarado que el cirujano tiene a su cargo una obligación de medios o
de prudencia y diligencia en tales actos, al igual que en el acto quirúrgico mismo.
La cirugía estética
La cirugía estética, a diferencia de la cirugía reparadora, intenta satisfacer un mero deseo de
perfección estética, mientras que la segunda tiende a la cura de una enfermedad o a prevenir o
reparar un daño en la salud del paciente.
Estas actuaciones médicas presentan algunas particularidades que hacen que, al momento de
juzgar la responsabilidad del médico, se lo haga con una severidad mayor que en las cirugías
reparadoras. En primer lugar, la intervención galénica se produce normalmente en circunstancias
en que el paciente no padece afecciones en su salud. Puede suceder que la cirugía correctora o
reparadora tenga un fin terapéutico; en ese caso, absorbe en su finalidad la preocupación
meramente estética que también puede satisfacer. Por otro lado, la actuación médica sólo se
justifica en supuestos en los cuales la finalidad perseguida sea favorable desde el punto de vista
estético. Ello supone que el médico ha pronosticado un resultado al paciente sobre el que éste ha
dado su consentimiento.
La circunstancia señalada no es menor y es suficiente como para juzgar el fracaso de la cirugía con
un criterio riguroso, tanto en el caso en que no se obtenga el mejoramiento estético buscado como
en el que se cause un daño a la salud del paciente. Según las circunstancias y en supuestos como
son las correcciones simples (v. g., operación de la nariz), la obligación del médico es de resultado,
es decir que sólo puede exonerarse con la prueba de la relación de causalidad.
Breves nociones sobre ley 26529 de Derechos del paciente, historia clínica y consentimiento
informado
La norma tiene mucha influencia en la relación médico-paciente al regular el ejercicio de los
derechos del paciente en cuanto a la autonomía de la voluntad, la información y la documentación
clínica.
En el art. 2 regula los derechos del paciente, que constituyen derechos esenciales en la relación
entre el paciente y el o los profesionales de la salud, el o los agentes del seguro de salud y
cualquier efector de que se trate. Se enumeran los siguientes:
a) Asistencia. El paciente, prioritariamente los niños, niñas y adolescentes, tiene derecho a ser
asistido por los profesionales de la salud, sin menoscabo y distinción alguna, producto de sus
ideas, creencias religiosas, políticas, condición socioeconómica, raza, sexo, orientación sexual o
cualquier otra condición. El profesional actuante sólo podrá eximirse del deber de asistencia
cuando se hubiere hecho cargo efectivamente del paciente otro profesional competente.
b) Trato digno y respetuoso.
c) Intimidad.
d) Confidencialidad.
e) Autonomía de la voluntad. El paciente tiene derecho a aceptar o rechazar determinadas terapias
o procedimientos médicos o biológicos, con o sin expresión de causa, como así también a
revocar posteriormente su manifestación de la voluntad.
f) Información sanitaria.
g) Interconsulta médica.
La obligación de informar que corresponde al prestador de servicios médicos consiste en explicar,
en forma adecuada al nivel cultural del beneficiario, acerca de su estado de salud, diagnóstico y el
tratamiento adecuado según su saber profesional.
Entiéndase por consentimiento informado, la declaración de voluntad suficiente efectuada por el
paciente, o por sus representantes legales en su caso, emitida luego de recibir, por parte del
profesional interviniente, información clara, precisa y adecuada con respecto a:
a) Su estado de salud;
b) El procedimiento propuesto, con especificación de los objetivos perseguidos;
c) Los beneficios esperados del procedimiento;
d) Los riesgos, molestias y efectos adversos previsibles;
e) La especificación de los procedimientos alternativos y sus riesgos, beneficios y perjuicios en
relación con el procedimiento propuesto;
f) Las consecuencias previsibles de la no realización del procedimiento propuesto o de los
alternativos especificados;
g) El derecho que le asiste en caso de padecer una enfermedad irreversible, incurable, o cuando se
encuentre en estado terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación, en
cuanto al rechazo de procedimientos quirúrgicos, de hidratación, alimentación, de reanimación
artificial o al retiro de medidas de soporte vital, cuando sean extraordinarios o
desproporcionados en relación con las perspectivas de mejoría, o que produzcan sufrimiento
desmesurado, también del derecho de rechazar procedimientos de hidratación y alimentación
cuando los mismos produzcan como único efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio
terminal irreversible e incurable;
h) El derecho a recibir cuidados paliativos integrales en el proceso de atención de su enfermedad o
padecimiento.
Regula también la norma que los datos deberán quedar registrados obligatoriamente en la historia
clínica, que el art. 12 define como el documento obligatorio cronológico, foliado y completo en el
que conste toda actuación realizada al paciente por profesionales y auxiliares de la salud . Se regula
también la historia clínica informatizada, disponiendo que el titular de la misma es el paciente,
aclarando expresamente los datos (asientos) que la misma debe contener.
Luego establece tres recaudos que la historia clínica debe contener:
Integridad. Forman parte de la historia clínica, los consentimientos informados, las hojas de
indicaciones médicas, las planillas de enfermería, los protocolos quirúrgicos, las prescripciones
dietarias, los estudios y prácticas realizadas, rechazadas o abandonadas, debiéndose acompañar en
cada caso, breve sumario del acto de agregación y desglose autorizado con constancia de fecha,
firma y sello del profesional actuante.
Unicidad. La historia clínica tiene carácter único dentro de cada establecimiento asistencial público
o privado, y debe identificar al paciente por medio de una "clave uniforme", la que deberá ser
comunicada al mismo.
Inviolabilidad. Depositarios. La historia clínica es inviolable. Los establecimientos asistenciales
públicos o privados y los profesionales de la salud, en su calidad de titulares de consultorios
privados, tienen a su cargo su guarda y custodia, asumiendo el carácter de depositarios de aquélla,
y debiendo instrumentar los medios y recursos necesarios a fin de evitar el acceso a la información
contenida en ella por personas no autorizadas.
14.2.4. Empleo de cosas en la actividad médica
Se debe considerar la responsabilidad médica por el daño causado por el uso de cosas. Con la
locución cosas, nos referimos a todo aparato, herramienta, instrumento o medicamento utilizado
en el acto médico que pueda causarle un daño al paciente.
Se hace responsable al médico objetivamente por el riesgo de la cosa empleada si supone un
exceso que iría en contra de los propios pacientes, pues los profesionales no se arriesgarían a una
futura demanda indemnizatoria. De ahí que se sostiene que en la medida que la cosa no haya
escapado de lo que es el acto médico propiamente dicho, la responsabilidad seguirá siendo
subjetiva.
Sin embargo, recordamos que, cuando el daño provenga del vicio de la cosa, la responsabilidad
será objetiva.
14.2.5. Responsabilidad civil de los psiquiatras. Nociones
generales
Lo que acabamos de exponer respecto de la responsabilidad médica es aplicable a la
responsabilidad de los psiquiatras. El deber de informar, de confidencialidad y de obtener el
consentimiento del paciente son principios fundamentales que el profesional debe seguir en todo
momento. Asimismo, se espera que el diagnóstico sea adecuado, al igual que el tratamiento o
terapia elegida para el paciente. Todo ello debe constar en la historia clínica, que debe estar
completa y detallada.
La responsabilidad del psiquiatra es por regla contractual y de medios. La determinación de la
culpa del profesional se rige por los principios analizados más arriba.
14.2.6. Responsabilidad del equipo médico
Prestaciones en equipo
La prestación profesional de este tipo suele producirse en las intervenciones quirúrgicas.
Normalmente incluyen el cirujano, un anestesista, un biólogo, un radiólogo, un anatomopatólogo y
los auxiliares del acto quirúrgico. Una cuestión a dilucidar será si el paciente ha contratado
individualmente con cada especialista o lo ha hecho con el jefe del equipo, quien, a su vez, ha
seleccionado a sus colaboradores.
Prestaciones separadas pero simultáneas
Si la intervención galénica no se produjera en equipo, sino que fuese de cada especialista
separadamente, la responsabilidad será individual si puede probarse la causa del daño. Si no es
posible determinar el origen de la atención médica perjudicial, la responsabilidad es colectiva, a
menos que se pruebe quién ha sido el causante o se excluya a quien pruebe que no lo ha sido,
destruyendo la presunción de culpa común.
Equipo médico y la responsabilidad civil colectiva y anónima
En el nuevo Código hay una sección específica con tres artículos destinada a regular la
responsabilidad colectiva y anónima conforme los arts. 1761 y 1762 del CCC.
Autor anónimo. Si el daño proviene de un miembro no identificado de un grupo determinado
responden solidariamente todos sus integrantes, excepto aquel que demuestre que no ha
contribuido a su producción.
Actividad peligrosa de un grupo. Si un grupo realiza una actividad peligrosa para terceros, todos sus
integrantes responden solidariamente por el daño causado por uno o más de sus miembros. Sólo
se libera quien demuestra que no integraba el grupo.
14.2.7. Responsabilidad de las clínicas. Sistemas de
Medicina prepaga y obras sociales
Cuando un paciente es atendido en establecimientos asistenciales públicos o privados se produce
una coexistencia de actos de carácter hospitalario o paramedicales y de actos galénicos. Los
primeros incluirán alojamiento, alimentación, transporte en el interior de la clínica, etc. Por otro
lado, se producirán actos medicos propiamente dichos. La relación que existe entre el profesional
que integra el cuerpo médico de la clínica y ésta última constituye una estipulación en favor de
tercero, o sea del paciente que requiere asistencia o internación en el establecimiento sanatorial.
El paciente tiene una acción directa contra el médico en caso de incumplimiento de su obligación
nacida de aquella estipulación a su favor, y a su vez posee una acción directa, en el mismo caso,
contra la entidad estipulante en razón del contrato de asistencia pasado entre ellos. La
responsabilidad del establecimiento asistencial no se rige por los principios de la responsabilidad
por el hecho de sus dependientes, ya que la dependencia se configura por las órdenes o
instrucciones que éste impartiría y que son incompatibles con la idea de autonomía científica y
técnica que el médico debe tener. Puede existir, sin embargo, un contrato con relación de
dependencia entre el médico y el sanatorio.
Tal como dice la jurisprudencia, existe además de la responsabilidad del médico, la obligación de la
entidad hospitalaria o sanatorial de prestar asistencia médica, la cual lleva implícita una obligación
tácita de seguridad de carácter general y accesoria en ciertos contratos que requieren la
preservación de las personas de los contratantes contra los daños que pueden originar en la
ejecución del contrato.
14.2.8. Otros profesionales del arte de curar
Lo estudiado respecto de la responsabilidad médica es aplicable a otros profesionales del arte de
curar (v. g., dentistas, parteras, pedicuros, enfermeros, masajistas, veterinarios, etc.).
Respecto de los farmacéuticos, debemos distinguir entre las tareas realizadas como profesionales y
las realizadas en calidad de comerciantes. En el primer supuesto, actúan como auxiliares de los
médicos en la preparación de recetas y despacho del medicamento prescripto, comprometiendo
su responsabilidad profesional en caso de falta de diligencia, impericia o negligencia. En el
segundo caso, como comerciantes que venden productos farmacéuticos ya preparados,
responden como proveedores de productos elaborados, asumiendo la responsabilidad contractual
por el deber de seguridad implícito en el contrato.
15.Responsabilidades
especiales
15.1. Responsabilidad derivada del
transporte de personas y cosas
15.1.1. Responsabilidad en el transporte terrestre: a)
fundamento; b) transporte benévolo y gratuito; c)
eximentes; d) prohibición de dispensa
Fundamento
La actividad del transporte se instrumenta normalmente por medio del contrato de transporte.
Para su configuración, el contrato requiere:
a) Que el transportista se obligue a trasladar personas o cosas de un lugar a otro en
las condiciones establecidas y en un marco de indemnidad. El mismo asume una
obligación de resultado.
b) Que el traslado se realice por el medio acordado, que puede ser naviero, terrestre o aéreo.
c) El pago de precio en dinero.
d) La garantía de indemnidad de las personas o cosas transportadas.
Normalmente, se efectúa por adhesión a condiciones generales, lo cual puede ubicarlo en muchos
casos como un contrato de consumo, ampliando las proyecciones jurídicas correspondientes a la
defensa del consumidor.
Definición: Hay contrato de transporte cuando una parte llamada transportista o porteador se
obliga a trasladar personas o cosas de un lugar a otro, y la otra, llamada pasajero o cargador, se
obliga a pagar un precio o flete”.
Responsabilidad del transportista. La responsabilidad del transportista por daños a las personas
transportadas está sujeta a lo dispuesto en los artículos 1757 y siguientes. Si el transporte es de
cosas, el transportista se excusa probando la causa ajena. El vicio propio de la cosa transportada es
considerado causa ajena.
El sistema de responsabilidad para el transporte de personas queda fijado, con la sanción del CCCN,
mediante el art. 1286, que remite a la norma del art. 1757 del mismo código, es decir que la norma
asimila el transporte a las actividades riesgosas o peligrosas, lo que otorga coherencia al sistema si
pensamos que en el contrato de transporte de personas existe una relación de consumo (ley
24240). Agregamos una cuestión extra: en el supuesto del transporte de cosas, una causal de
eximente, esto es, que el vicio de la cosa transportada exime de responsabilidad bajo el título de
causa ajena.
Extensión de la responsabilidad. Además de su responsabilidad por incumplimiento del contrato
o retraso en su ejecución, el transportista responde por los siniestros que afecten a la persona del
pasajero y por la avería o pérdida de sus cosas”.
En el supuesto, la norma establece un deber de seguridad específico para el transportado como
también para las cosas que transporte.
Cláusulas limitativas de la responsabilidad. Las cláusulas que limitan la responsabilidad del
transportista de personas por muerte o daños corporales se tienen por no escritas”.
En relación al transporte de cosas, se introducen tres normas relativas a la responsabilidad:
Responsabilidad del transportista frente al cargador. El porteador que entregue las cosas al
destinatario sin cobrar los créditos propios o los que el cargador le haya encomendado cobrar
contra entrega de la carga, o sin exigir el depósito de la suma convenida, es responsable frente al
cargador por lo que le sea debido y no puede dirigirse contra él para el pago de sus propias
acreencias. Mantiene su acción contra el destinatario.
Responsabilidad por culpa. Si se trata de cosas frágiles, mal acondicionadas para el transporte,
sujetas a fácil deterioro, de animales o de transportes especiales, el transportista puede convenir
que sólo responde si se prueba su culpa. Esta convención no puede estar incluida en una cláusula
general predispuesta.
Cálculo del daño. La indemnización por pérdida o avería de las cosas es el valor de éstas o el de su
menoscabo, en el tiempo y el lugar en que se entregaron o debieron ser entregadas al
destinatario.
Pérdida natural. En el transporte de cosas que, por su naturaleza, están sujetas a disminución en
el peso o en la medida durante el transporte, el transportista sólo responde por las
disminuciones que excedan la pérdida natural. También responde si el cargador o el destinatario
prueban que la disminución no ha ocurrido por la naturaleza de las cosas o que, por las
circunstancias del caso, no pudo alcanzar la magnitud comprobada.
Transporte benévolo y gratuito
Dice la doctrina que existe transporte benévolo o de complacencia
…cuando el conductor o responsable de un vehículo invita o acepta conducir a una persona o a
un objeto, de un lugar a otro, por simple acto de cortesía o solidaridad y sin que se otorgue,
o realice u obtenga contraprestación por el traslado.
Para que se configure el mismo, es necesario:
a) El acuerdo en el que exista una manifestación de voluntad del transportista que
invita o acepta trasladar a un tercero o una cosa hasta un lugar determinado.
b) El traslado debe realizarse a exclusivo interés del viajero, con ánimo de
beneficiarlo.
c) No debe existir relación jurídica alguna entre las partes.
d) Es menester la falta de intención de celebrar un contrato, ya que, de lo
contrario, existiría un contrato de transporte gratuito.
e) Debe haber ausencia de contraprestación por parte de la persona transportada.
Si bien se ha discutido la naturaleza de la responsabilidad del transportista benévolo, la mayoría
de las opiniones se inclinan por la responsabilidad de tipo extracontractual.
El problema radica en determinar el factor de atribución. Esto es, si el conductor del automotor
responde en los términos del art. 1749 y 1721 del CCC, es decir, en base a un factor subjetivo, o
bien por el riesgo de la actividad, conforme el art. 1757 del CCC, con un factor objetivo.
En relación a la primera postura, podríamos decir que, por razones de estricta justicia, debería
diferenciarse entre el transportado benévolamente y el transportado por medio de un contrato
de transporte.
La gratuidad del servicio no supone liberación absoluta del transportador; su efecto es sólo
moderar su responsabilidad, apreciando adecuadamente los hechos constitutivos de culpa o
imprudencia de acuerdo a las circunstancias ocurrentes en cada caso.
La expuesta es una doctrina minoritaria, pues la CSJN y casi la totalidad de la doctrina entienden
que en el caso es de aplicación el factor objetivo de atribución.
También Pizarro sostiene que no hay diferencia entre el transporte benévolo y el contrato de
transporte. En su opinión, el derecho a la seguridad razonable y a la justa protección por los
daños causados por el riesgo o vicio de la cosa no varía en un caso o en otro. Los actos de
altruismo no tienen facultad de modificar el régimen legal, sin perjuicio de que, atendiendo a las
particularidades del caso, el juez pueda utilizar sus facultades morigeradoras.
Eximentes
Admitiendo que se trata de supuestos de responsabilidad objetiva, las eximentes que
podrían eximir parcial o totalmente al sindicado como responsable serán las vinculadas con la
relación de causalidad y los factores objetivos de atribución.
Legitimación activa
La legitimación activa corresponde:
a) En caso de lesiones al propio pasajero, y deriva del incumplimiento de la
obligación de seguridad que recaía en el transportista. Los damnificados indirectos pueden
reclamar el daño patrimonial derivado de las lesiones del pasajero. Dicho reclamo será por
una responsabilidad de naturaleza extracontractual.
b) En caso de muerte de pasajero por causa del hecho; la legitimación por el
daño patrimonial y moral corresponde sólo a los damnificados en los términos de la unidad 9,
a cuyos términos remitimos.
Legitimación pasiva
Deben responder frente al pasajero damnificado o a los legitimados indirectos:
a) El transportista. Su responsabilidad es contractual respecto del pasajero y
extracontractual ante los damnificados indirectos.
b) El chofer o conductor. Se controvierte si su responsabilidad respecto del
pasajero es contractual o extracontractual.
c) El dueño y guardián del vehículo (art. 1757 CCC).
d) El asegurador de cualquiera de los legitimados pasivos (art. 118, Ley de
Seguros).
e) El estado, por omisión de los deberes de poder de policía cuando la empresa
carezca de seguro obligatorio.
Plazos de prescripción
Se unifica el plazo de prescripción a tres años.
15.1.2. Responsabilidad en el transporte de agua. Régimen
aplicable. Nociones.
Las relaciones jurídicas originadas en la navegación por agua se rigen por las normas de la ley
20094 (art. 1), por las leyes complementarias y por los usos y costumbres. A falta de
disposiciones de derecho de la navegación, y en cuanto no se pueda recurrir a la analogía, es
aplicable el derecho común en forma supletoria.
Respecto de las lesiones corporales o muerte que puedan experimentar los pasajeros, el art. 330
de dicha norma expresa que el transportador es responsable …de todo daño originado por la
muerte del pasajero o por lesiones corporales, siempre que el daño ocurra durante el transporte
por culpa o negligencia del transportador, o por las de sus dependientes que obren en ejercicio
de sus funciones. La culpa o negligencia del transportador o de sus dependientes se presume,
salvo prueba en contrario, si la muerte o lesiones corporales han sido causadas por un naufragio,
abordaje, varadura, explosión o incendio, o por hecho relacionado con alguno de estos eventos.
15.1.3. Transporte aéreo. Régimen aplicable. Nociones
La responsabilidad por los accidentes aéreos es reglada por el Código Aeronáutico (art. 17825).
Dicha norma se aplica cuando el transporte aéreo se efectúa dentro del país. En caso de
transporte aéreo internacional, rige la Convención de Varsovia-La Haya, a la cual Argentina ha
adherido por ley 17386.
Daños causados al pasajero o al cargador
En los supuestos en los cuales el daño es causado a un pasajero o al cargador, la responsabilidad
es contractual. La obligación de seguridad se mantiene mientras el pasajero está a bordo de la
aeronave o durante las operaciones de embarque y desembarque (art. 139 del CA).
El fundamento de la obligación es subjetivo, con base en culpa presumida (art. 132 del CA).
Sumado a ello, la ley fija un sistema de tarifación (arts. 144 y 145 del CA) que excepcionalmente
no se aplica cuando hubiera mediado dolo del transportista o de sus dependientes.
En caso de daño a la persona del pasajero, el techo indemnizatorio equivale en pesos moneda
nacional a mil argentinos oro (art. 144 CA).
La empresa responde también por el daño material o moral causado al pasajero por demoras
imputables a ella. En este caso, la responsabilidad es integral.
Daños causados a terceros en la superficie
En caso de daños causados a terceros, provenientes de una “aeronave en vuelo o de una persona
o cosa caída o arrojada de la misma o del ruido anormal de aquella”, se aplica en principio el
riesgo creado, siendo una responsabilidad objetiva.
La legitimación pasiva recae sobre el explotador de la aeronave (art. 65 del CA). Se presume que
el propietario es explotador de la aeronave cuando no haya transferido dicho carácter a través de
contrato inscripto en el Registro Nacional de Aeronaves. Si dicho contrato no es inscripto, el
propietario y el explotador responden solidariamente por los daños ocasionados por la nave.
15.5.5. Requisitos
Entre los requisitos imprescindibles para la responsabilidad del titular del establecimiento
educativo se hallan: 1) el hecho ilícito del alumno; 2) que se trate de un alumno de un
establecimiento educativo donde se imparta educación pública según cada ley educativa
jurisdiccional; 3) que el alumno sea menor de edad; 3) que el daño sea sufrido o provocado por el
estudiante; 4) que el daño se haya producido estando o debiendo estar el menor bajo la
autoridad escolar.
15.5.6. Eximentes
La responsabilidad del titular del establecimiento educativo y del alumno es concurrente,
respondiendo aquél en su calidad de organizador de la educación y éste como estudiante por el
hecho propio por responsabilidad directa.
Sólo se exime el titular del establecimiento educativo con la demostración del caso fortuito,
eximente de interpretación restrictiva.
Establecimientos educativos excluidos expresamente de la norma
Se excluye a los establecimientos de educación superior y a las universidades –públicas y
privadas- de su ámbito de aplicación. También se entiende excluido el nivel de postgrado.
Valoración de la conducta
Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es
la diligencia exigible al deudor y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias.
15.5.7. Obligación de contratar seguro. Consecuencias que
acarrea su inobservancia
Se impone al titular del establecimiento educativo el deber de contratar un seguro de
responsabilidad civil escolar por los daños sufridos y causados por alumnos menores de edad, y
dispone que las condiciones de éste serán fijadas por la Superintendencia de Seguros de la
Nación.
16.Responsabilidades
especiales
16.1 Responsabilidad por daño
informático
16.1.1. Responsabilidad derivada de la actividad
informática. Responsabilidad contractual y
extracontractual. Nociones generales. Daños a la
intimidad.
En el campo jurídico, la informática presenta dos cuestiones:
a) la que toma a la informática como un instrumento del derecho, es decir, la
llamada informática jurídica;
b) la que trata a la informática como objeto del derecho, o sea el derecho
informático.
Muchos supuestos podrán configurar el hecho ilícito informático, lo cual deberá ser analizado en
el caso concreto. En otros casos, la responsabilidad será de origen contractual, todo sin perjuicio
de la unificación de sistemas de responsabilidad vigente con el nuevo Código Civil y Comercial.
Las situaciones que pueden presentarse son las siguientes:
a) Los supuestos analizados sólo caen en el ámbito de la responsabilidad civil por
daños a terceros.
b) El ilícito informático se configura con el uso incorrecto o abusivo de la
información nominativa.
c) La información nominativa es aquella que permite la identificación de las
personas mediante el procesamiento de datos individuales y su acumulación en centros o
bancos de información.
d) El uso incorrecto de la información nominativa puede producirse por el
procesamiento de datos falsos o erróneos u obtenidos por medios fraudulentos o mediante el
abuso de ellos para un uso diferente del original.
e) La responsabilidad civil del operador del sistema se configura ante el daño
patrimonial o moral para la persona encuestada como consecuencia de la violación del deber
de preservar la identidad de los terceros.
f) Si existe contrato entre el operador del sistema y el damnificado, la
responsabilidad es contractual por violación del deber de seguridad fundado en la buena fe
de las partes. Si no existe relación jurídica anterior, la responsabilidad es extracontractual.
g) La ilicitud genérica tiene fundamento en el artículo 1749 del CCC y la ilicitud
específica resulta de la violación del artículo 10 y 1770 del CCC, por intromisión arbitraria en
la vida ajena atentando contra la intimidad.
Respecto de la reforma del CCCN y la legitimación para reclamar daño moral, en primer lugar
podemos decir que ésta es sólo directa (únicamente la víctima) y excepcionalmente será
indirecta.
Se efectuaron dos modificaciones relevantes en torno a la legitimación indirecta, que puede
analizarse en dos aristas.
1. En caso de fallecimiento de la víctima. A los ascendientes, descendientes,
cónyuges, y a quienes tuvieran un trato familiar ostensible.
2. En caso de que la victima subsista. Si bien, por regla, en este caso, la
legitimación está limitada al damnificado directo, la novedad es que se admite la posibilidad
de reclamo no sólo ante el deceso de la víctima, sino también ante el sufrimiento de una “gran
discapacidad”.
Legitimación y daño colectivo
En relación al daño colectivo, el titular es un grupo asociativo no ocasional gestado en razón de la
existencia de objetivos comunes, que cuenta con ente representativo.
Actual régimen del art. 1772 del Código Civil y Comercial
Daños causados a cosas o bienes. Sujetos legitimados. La reparación del menoscabo a un bien o
a una cosa puede ser reclamado por:
a) el titular de un derecho real sobre la cosa o bien;
b) el tenedor y el poseedor de buena fe de la cosa o bien.
Acción contra el responsable directo e indirecto. El legitimado tiene derecho a interponer su
acción, conjunta o separadamente, contra el responsable directo y el indirecto.
El artículo se ocupa de quienes pueden pedir la reparación de los daños que afectan las cosas o
los bienes y hace el distingo entre la vinculación real del sujeto con la cosa o el bien, otorgando
legitimación a:
1. El titular de un derecho real.
2. El tenedor y el poseedor de buena fe. El poseedor es de buena fe "si no conoce,
ni puede conocer que carece de derecho, es decir, cuando por un error de hecho esencial y
excusable está persuadido de su legitimidad”.
18.Relaciones entre la
acción civil y la acción
penal
18.1. Acción civil y acción penal
18.1.1. La cuestión de la independencia entre la acción
civil y la acción penal. El sistema del Código Civil y
Comercial
En cuanto a la independencia de estas acciones, dispone el art. 1774 del Código Civil y Comercial:
Independencia. La acción civil y la acción penal resultantes del mismo hecho pueden ser ejercidas
independientemente. En los casos en que el hecho dañoso configure al mismo tiempo un delito
del derecho criminal, la acción civil puede interponerse ante los jueces penales, conforme a las
disposiciones de los códigos procesales o las leyes especiales.
Se consagra expresamente el principio de independencia entre estas dos acciones cuando ambas
emergen del mismo hecho ilícito.
El art. 1774 establece la independencia sustancial, pero no adjetiva, de ambos procesos. Por
ende, el interesado podrá acumular las dos pretensiones en sede penal, peticionando que en
dicha sede se establezca la indemnización que considere pertinente, o perseguir el reclamo
resarcitorio en sede civil, en forma separada. La autonomía de ambas acciones es conceptual y se
sustenta en el diverso régimen jurídico aplicable, más allá de en cuál jurisdicción se promueva la
acción. Igualmente, la disposición citada deja a salvo la posibilidad de que los ordenamientos
procesales locales prevean una solución distinta a la cuestión vinculada con el proceso aplicable y
la competencia. Ello es así a fin de evitar que el régimen sustantivo afecte atribuciones que son
exclusivas de los poderes provinciales.
El artículo 29 del Código Penal
El artículo 29 del CP reza: "La sentencia condenatoria podrá ordenar la indemnización del daño
material y moral causado a la víctima, a su familia o a un tercero, fijándose el monto
prudencialmente por el juez en defecto de plena prueba".
o Si la víctima opta por la jurisdicción penal donde se encuentra radicada la causa
por el delito cometido y allí se le acuerda la indemnización por el daño, la cuestión quedará
concluida y allí se deberá ejecutar la sentencia. Es una cuestión procesal reservada a las
provincias.
o Si se condena al sindicado como responsable en la sede penal, pero el juez no
admite el resarcimiento de daños y perjuicios solicitado por la víctima, el pronunciamiento
hace cosa juzgada.
o Si el presunto culpable es absuelto en el proceso penal, el juez de la causa penal
no puede pronunciarse sobre los daños y perjuicios pedidos por la víctima, porque la
facultad de fijarlos es accesoria de la sentencia de condena. Igual solución corresponderá si
no se ha llegado a la sentencia por extinción de la causa penal, ya sea por muerte, amnistía,
prescripción o renuncia del agraviado. En estos casos, la víctima podrá ejercer la acción
resarcitoria de los daños y perjuicios en sede civil.
• Se ha cuestionado asimismo la legitimación activa para reclamar en el proceso
penal la indemnización del daño causado por el delito. En caso de homicidio, o de cualquier
otro delito que tuviera como consecuencia una muerte, también podrán querellar el
cónyuge, los padres y los hijos de la víctima; y quien, hasta ese momento, hubiera sido su
tutor, curador o guardador.
18.1.3 Efectos de la independencia de las acciones: a)
principio que rige la disposición y ejercicio de las
acciones; b) excepción al principio; c) renuncia a la acción
civil.
Entre otras cuestiones a analizar respecto de la disposición y el ejercicio de la acción por parte de
su titular, se encuentra el principio que rige la disposición y ejercicio de las acciones.
El abandono o desistimiento de la acción penal no implica la renuncia de la acción civil, ni
viceversa. La actitud pasiva de la víctima al desistir de la acción civil tampoco permite inducir la
renuncia a la acción criminal, ni el ejercicio de aquella acción lo hace presumir.
18.1.4. La suspensión del dictado de sentencia en el
proceso civil. La llamada presentencialidad.
La posibilidad de una coexistencia del proceso penal y civil se advierte desde que funciona el
principio de independencia establecido en el art. 1774 del CCCN. Sin embargo, el proceso penal
posee una importante preponderancia sobre el proceso civil, en virtud de la influencia que la
cosa juzgada ejerce sobre la decisión que puede dictar el juez civil. Analicemos estas situaciones.
La suspensión de la sentencia en el proceso civil. Principio y excepciones
Principio
Un hecho debe ser juzgado de la misma manera sin importar la competencia material del
juzgador.
Ante ello, el Código Civil y Comercial consagra el principio de prejudicialidad o presentencialidad
penal sobre la civil, aunque con algunas excepciones.
El art. 1775 del CCC establece:
Suspensión del dictado de la sentencia civil. Si la acción penal precede a la acción civil, o es
intentada durante su curso, el dictado de la sentencia definitiva debe suspenderse en el proceso
civil hasta la conclusión del proceso penal, con excepción de los siguientes casos:
a) si median causas de extinción de la acción penal;
b) si la dilación del procedimiento penal provoca, en los hechos, una frustración
efectiva del derecho a ser indemnizado;
c) si la acción civil por reparación del daño está fundada en un factor objetivo de
responsabilidad.
El Código Civil y Comercial establece la suspensión del dictado de la sentencia civil y no de todo el
proceso. Esto es importante decirlo. Se trata de presentencialidad y no de prejudicialidad, pues lo
que se impide es el dictado de la sentencia civil y no de todo el “juicio”, entendido –claro está-
como proceso judicial. El juez debe disponer de oficio la suspensión, siendo nula la sentencia
dictada en infracción a la norma.
Para que proceda la suspensión prevista en el art. 1775 del Código Civil y Comercial de la Nación,
es preciso que se encuentren reunidos algunos presupuestos. El primero de ellos es que exista un
proceso penal en curso; sea investigación penal preparatoria o el juicio propiamente dicho, el
titular debe haber ejercido la pretensión punitiva. Pero no basta la mera amenaza de que se
realizará una denuncia penal para que se suspenda el dictado de la sentencia en sede civil. La
suspensión culmina, salvo las excepciones previstas en el art. 1775, cuando se dicte la sentencia
definitiva en la sede penal. Asimismo, también finaliza en el caso de que recaiga en la acción
penal el sobreseimiento provisional, pues dicha decisión será suficiente para que se levante la
suspensión del reclamo por daños.
La acción de daños y perjuicios puede dirigirse contra el responsable directo o indirecto: de tal
modo si lo que se pretende es imputar el accionar de un dependiente a su principal, aun cuando
el primero no se encuentre demandado es preciso que la jurisdicción penal se expida con
anterioridad al dictado de la sentencia en sede civil. Esto es así pues el hecho es uno solo,
independientemente que los sujetos pasivos de la pretensión penal o civil no coincidan. Lo
mismo ocurre por ejemplo en un accidente de tránsito cuando la pretensión penal se dirige
contra el conductor y la pretensión civil solo tiene como sujeto pasivo al titular registral.
Excepciones
Como novedad, la norma establece expresamente tres excepciones al principio:
a) La extinción de la acción penal. En el primer, inciso la norma establece que no
procederá la suspensión del dictado de la sentencia en sede civil “si median causas de
extinción de la acción penal”.
b) La demora injustificada del proceso penal. En su segundo inciso, el art. 1775 del
Código Civil y Comercial prevé un supuesto de excepción cuando se produce una demora
injustificada del proceso penal.