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Wallace Stevens

La casa estaba en silencio y el mundo en calma Humanidad hecha de palabras

La casa estaba en silencio y el mundo en calma. ¿Qué seríamos nosotros sin el mito sexual,
El lector convirtióse en el libro; y la noche estival el humano ensueño o el poema de la muerte?

Era como el ser consciente del libro. Castrados en un amasijo hecho de luna. La vida consiste
La casa estaba en silencio y el mundo en calma. en proposiciones acerca de la vida. El humano

Las palabras fueron dichas como si no hubiese libro, ensueño es una soledad en la cual
fuera de que el lector inclinado sobre la página componemos estas proposiciones, desgarrados por los sueños,

deseaba inclinarse, deseaba ser por los terribles sortilegios de las derrotas
el erudito para el cual su libro es real, para el cual y por el miedo a descubrir que derrotas y sueños son uno.

la noche estival es como una perfección del pensamiento. La raza entera es un poeta que escribe
La casa estaba en silencio porque debía estarlo. las excéntricas proposiciones de su destino.

La quietud era parte del significado, parte de la mente:


el acceso a la perfección de la página.

Y el mundo estaba en calma. La verdad en un mundo en calma,


donde no existe otro significado, él mismo

es calma, él mismo es verano y noche, él mismo


es el lector inclinándose hasta tarde y leyendo allí.
Ñusleter –http://niusleter.com.ar

Estudio de dos peras Trece modos de contemplar a un mirlo


I
Oposculum pedagogum. I
Las peras no son violones, Entre veinte nevados montes
desnudos o botellas. lo único móvil
No se parecen a ninguna otra cosa. era el ojo del mirlo.

II II
Son formas amarillas Yo era de tres opiniones,
compuestas de curvas como un árbol
combándose hacia la base. sobre el que se posan tres mirlos.
Son toques rojos.
III
III Giraba el mirlo con los vientos otoñales.
No son superficies planas Era su breve papel en la pantomima.
de curvados perfiles.
Son redondas, IV
ahusadas en el vértice. Un hombre y una mujer
son uno.
IV Un hombre y una mujer y un mirlo
Tal como están modeladas son uno.
hay porciones de azul.
Una tiesa hoja seca cuelga V
del vástago. Yo no sé qué preferir,
si la belleza de las cadencias
V o la belleza de las alusiones,
El amarillo resplandece, el silbido del mirlo
brilla en distintos amarillos, o lo que sigue.
limones, verdes y naranjas
que florecen en la piel. VI
Los carámbanos cubrían la amplia ventana
VI de cristales bárbaros.
Las sombras de las peras La sombra del mirlo
son burbujas sobre el verde mantel. la atravesaba, de un lado a otro.
Las peras no se ven El estado de ánimo
como el observador quiere.

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Ñusleter –http://niusleter.com.ar

trazó en la sombra XII


un motivo indescifrable. El río se mueve.
El mirlo debe estar volando.
VII
Oh tenues hombres de Haddam, XIII
¿por qué imagináis a pájaros dorados? La tarde entera fue ocaso.
¿No véis cómo el mirlo Nevaba
anda entre los pies y seguía nevando.
de las mujeres que os rodean? El mirlo se posaba
en las ramas del cedro.
VIII
Yo sé de nobles acentos,
y lúcidos, inevitables ritmos; El vaso de agua
pero sé, también, Que el vaso en el calor se fundiría
que el mirlo está implicado Y que el agua en el frío se volvería hielo,
en lo que sé. Demuestran que este objeto es tan sólo un estado,
Uno de muchos, entre dos polos.
IX También lo metafísico posee esos dos polos.
Cuando el mirlo se perdió de vista
señaló los límites El vaso está en el centro. La luz
de uno de los muchos círculos. Es un león que ha bajado a beber. Allí,
Y en ese estado, el vaso es una charca.
X Tiene rojos las garras y los ojos
A la vista de los mirlos Cuando la luz desciende a humedecer su quijada espumosa.
volando en una luz verde,
aun los alcahuetes de la eufonía Y en el agua se mueve la cizaña arrancada.
gritarían agudamente. Y allí y en otro estado –los reflejos,
La metaphysica, la zona plástica de los poemas,
XI Estallan en la mente. Pero, gordo Jocundo,
Viajó por Connecticut Que no te inquieta el vaso sino el centro.
en un coche de cristal.
Una vez el miedo lo traspasó, En el centro de nuestras vidas, este tiempo y día,
al confundir la sombra de su equipaje Es un estado, primavera entre políticos
con mirlos. Que juegan a las cartas. En un pueblo de indígenas
Uno quisiera descansar. Entre perros y estiércol
Seguiría luchando con las propias ideas.

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