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Bien Silvina
Bien Silvina
_Me tenés que decir que paso, terrible lío hay allá afuera. Quiero saber que fue de vos en este
tiempo estás tan cambiada, dejaste de ser la niña dulce que me gustaba para volverte esto,
llena de tatuajes raros, diabólicos ¿Qué te paso?
_No tengo que responderte nada Aurelio, vos te fuiste, mami se fue, papi se tiró al alcohol, la
única que me ayudo a salir de esto fue Verónica. Ni siquiera sé porque estoy hablando con vos.
Los cabellos de Silvina estaban todos enredados, un buen tirón había hecho falta para poder
sentarla en la mesa, Aurelio le sacaba tres cabezas casi en altura y unos 35 kilos separaban su
peso del de Silvina.
_Me vas a contar todo lo que paso, Verónica esta grave, vos sos la mejor amiga quiero saber
que le paso.
_No sé nada.
Aurelio comenzaba a impacientarse, apoyo los nudillos de ambas manos sobre la mesa, sus
ojos irradiaban ira, pero su pasado lazo con Silvina evitaban abofetearla.
_Fui yo, me enteré que esa mujer que estaba ayudándome, estaba con vos, salía con vos, esa
mujer no era yo.
_Sos más grande que yo, tenés un trabajo donde te echarían si se enteran que andas conmigo
siendo menor, pero yo te quería igual… y a ella también era mi amiga., la única que estaba ahí
después del lio de mi familia. Perdí a ambos, al hombre que me gustaba y a la madre que
nunca tuve, todo al mismo momento que me enteraba que salían. ¿Qué tiene ella que yo no?
La última pregunta sonó más como una invitación a lastimar a los oídos de Aurelio que un
interrogante, podía asestar un golpe, destrozar el corazón de la joven con unas cuantas
palabras, contarle de que era feliz con Verónica, que tenían mil proyectos juntos: que querían
comprar una casa, tener hijos, e se retiraría y buscaría poner un negocio para poder estar más
tiempo con ella. Decidió no hacerlo.