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JUEVES 13
El Gobierno deberá digerir hoy otro tramo amargo, coincidente con el paro general
convocado por las dos CGT y la CTA. El Indec difundirá, oficialmente, las cifras de
desocupación relevadas en la encuesta de hogares de octubre último. Según fuentes de
Economía, consultadas por este diario, con los datos procesados hasta anoche, la tasa de
desempleo se ubicaría en el 18,3 por ciento, confirmando un aumento vertiginoso
comparado con el 14,7 por ciento de octubre del año pasado. De otro modo, unos 300 mil
personas habrían pasado a formar parte en el último año del ejército de desocupados que ya
sumaría cerca de 2,5 millones. La tasa de desocupación hubiera sido mayor si no fuera por
la caída de la tasa de actividad, que significa que menos gente salió a buscar trabajo, lo que
se denomina “efecto desaliento”. Pero más importante es que el relevamiento muestra que
cayó la tasa de empleo, lo que significa que se destru-yeron 700.000 puestos de trabajo,
récord absoluto en la historia de las mediciones. Según reconocen los propios técnicos del
Gobierno, la medición de la desocupación que arrojará el Censo, más precisa y abarcativa
que la de la encuesta de hogares, sería incluso bastante superior que la que se conocerá hoy
oficialmente.
Las cifras de desocupación que difundirá el Indec corresponden a la encuesta permanente
de hogares (EPH), que el organismo releva dos veces año, en mayo y octubre, desde 1974.
Pero los datos de desocupación que surgirán del Censo, todavía en proceso de elaboración,
podrían ser significativamente más altos.
El motivo es que la EPH registra información de una muestra de hogares en 28
aglomerados urbanos del país. Luego, esa información se proyecta para el total de centros
urbanos de más de 10.000 habitantes, asumiendo que en éstas ciudades la desocupación es
la misma que en los grandes aglomerados efectivamente sondeados. Por si fueran pocos los
supuestos, la encuesta no capta información de las zonas rurales, donde también se asume
que la tasa de desocupación es similar a la de los centros urbanos del interior del país.
El Censo, en cambio, mide la desocupación en todas las ciudades del país y en las zonas
rurales. Y, de acuerdo a los datos preliminares que manejan los técnicos, todo indicaría que
el desempleo en las pequeñas ciudades del interior sería superior al de las grandes capitales.
Sea como fuere, las cifras de la EPH que se conocerán hoy son suficientes para conmover a
cualquier gobierno. Los datos son los siguientes:
La tasa de desocupación se ubicaría en el 18,3 por ciento, notablemente arriba del 14,7
por ciento de un año atrás y al 12,4 por ciento que marcaba en octubre de 1998, cuando
empezó a evidenciarse la recesión. Además, es prácticamente el mismo nivel alcanzado en
mayo de 1995, cuando el “efecto tequila” disparó el desempleo hasta el 18,4 por ciento.
Sin embargo, en relación a aquel registro, los expertos coinciden que hoy la situación hoy
es más graves por dos razones.
En primer lugar, porque en números absolutos la cantidad de desocupados es en la
actualidad más del doble que la de entonces. Si se tomaba en cuenta la proyección
poblacional que manejaba hasta ahora el Indec, el número de desocupados rondaría los 2,5
millones de personas, aunque la cifra definitiva podría ser algo inferior si se considera que
la población total censada fue de 36 millones. Sea como fuere, habría unos 300 mil
desocupados más en relación a octubre del año pasado. En mayo del ‘95, los desocupados
eran poco más de 1 millón.
En segundo lugar, porque los actuales niveles de desocupados se dan simultáneamente
con niveles salariales cada vez más bajos, lo cual es consistente con el ininterrumpido
crecimiento de la población bajo la línea de pobreza. Según reveló ayer Ernesto Kritz,
titular de la Sociedad de Estudios Laborales, “durante los tres meses anteriores a la
medición de la EPH, el 30 por ciento de las empresas redujo los salarios de su personal el
15 por ciento”.
En los partidos del Gran Buenos Aires, la desocupación rozaría el 20 por ciento, en
comparación con el 16,5 por ciento registrado en octubre del año pasado.
Para la tasa de desocupación no aumente, se deben crear anualmente 250 mil puestos de
trabajo, porque esa es la cantidad de gente que ingresa por año al mercado laboral. Sin
embargo, de acuerdo a las cifras que manejan en el Ministerio de Trabajo, la tasa de empleo
en el sector formal de la economía cayó en el último año un 4,3 por ciento.
Las últimas medidas de Domingo Cavallo lograron lo que los trabajadores no pudieron
por sí solos: la unidad de todo el arco sindical, que hoy volverá a coincidir en un paro
nacional contra el modelo económico. Se trata de la segunda huelga conjunta que la CGT
oficial, la CGT disidente y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) realizan en los dos
años que lleva de gestión Fernando de la Rúa, quien criticó la convocatoria de los
gremialistas. “Es una medida de fuerza sin sentido, sin justificación y con una razón
puramente política”, advirtió el Presidente.
Las tres centrales sindicales coincidieron en la convocatoria al paro, a pesar de sus
diferencias, después de que Cavallo anunciara las nuevas medidas económicas. Los
reiterados llamados del Gobierno a fortalecer “la unidad nacional” para superar la crisis no
lograron desactivar la protesta e, incluso, el titular de la CGT oficial, Rodolfo Daer, no
descartó la realización de una nueva y más extensa medida de fuerza en los próximos días
si se mantienen algunas de las medidas, como por ejemplo la limitación en la extracción de
dinero de sueldos.
“La única concertación que vamos a apoyar es la concertación con el pueblo”, aseguró ayer
el titular de la CGT disidente, Hugo Moyano, en una muestra de cuál es la posición de los
sindicalistas, aunque marcó distancia con la idea de Daer de lanzar otra huelga: “Eso es
algo que largó el otro sector. No hemos hablado de nada parecido hasta ahora y además
siempre está la duda que lo cumplan”.
El anterior paro en el que coincidieron las dos CGT y la CTA que lidera Víctor De Gennaro
fue convocado el 19 de julio pasado y también en repudio a las medidas económicas. El
motivo de la huelga en aquella oportunidad fue la decisión de Cavallo de atar el sueldo de
los estatales a la recaudación en el marco del déficit cero.
En vistas del malhumor de la sociedad frente a las nuevas disposiciones económicas se
especula con que el paro que comenzó a la cero de hoy y concluirá a las 24 será de los más
fuertes de los últimos tiempos. Como en toda huelga, será clave lo que pase con el
transporte, área en el que se descuenta que la medida tendrá fuerte adhesión, la
administración pública, los bancos y las industrias. En este caso, además, el paro cuenta
con un guiño del peronismo, que no hizo nada por detenerlo o aunque sea amortiguar sus
efectos.
Además de recalcar que la huelga “es sin sentido y sin justificación porque tienen una
razón puramente política”, De la Rúa declaró que “quienes los disponen deberían pensar
también que el país precisa una tregua para superar estas dificultades”. Y agregó: “No es
abriendo polémicas o parando el país como vamos a salir, sino con el diálogo”.
El paro también fue reprobado por su vocero, Juan Pablo Baylac. “Luego de la
movilización, mañana (por hoy) el paro y seguimos en la escalera del daño sin
preocuparnos realmente por la situación del país, por los intereses generales de los
argentinos”, señaló ese funcionario.
Otro que salió a criticar la medida de fuerza y las movilizaciones que ayer realizaron los
gremialistas fue el ministro de Trabajo, José Dumón. “Esta –sostuvo– es la manifestación
de los sectores que tienen características violentas, que no lo hacen por reivindicaciones
laborales, sino políticas.”
Moyano respondió las críticas. Alertó sobre “la incapacidad del Gobierno para resolver los
problemas” y defendió la huelga con el argumento de que “es conveniente expresar la
disconformidad”. El líder camionero negó, además, que intente “un golpe institucional” por
convocar a un paro. Así, salió al cruce de la acusación que Baylac viene reiterando desde
hace días acerca de que Moyano está actuando en combinación con el gobernador
bonaerense, Carlos Ruckauf, quien pretende anticipar la salida de De la Rúa del poder para
sucederlo en la Presidencia.
La izquierda convoca
Para expresar su adhesión al paro, organizaciones sociales y partidos de izquierda
realizarán marchas, cortes de ruta y ollas populares en diversos puntos de la ciudad y el
Conurbano:
La coalición Izquierda Unida –integrada por el Movimiento Socialista de los
Trabajadores y el Partido Comunista– marchará por el microcentro, y se manifestará
frente a la Bolsa (25 de Mayo y Sarmiento) y el Ministerio de Desarrollo Social (9 de
Julio y Belgrano) a partir de las 11.30.
Comedores y organizaciones de desocupados de Vicente López, San Isidro, San
Martín, San Miguel y Tres de Febrero harán una olla popular frente a la quinta de
Olivos. A partir de las 12.
Desde las 10, el Polo Obrero realizará piquetes en Callao y Corrientes, Puente
Pueyrredón (Avellaneda), Cruce Varela (Florencio Varela), Ruta 202 y Panamericana,
Márquez y 9 de Julio (San Martín), General Paz frente a estación Migueletes (San
Martín) y autopista Ricchieri frente al Mercado Central (La Matanza).
Dos oleadas de cacerolazos, una más débil al mediodía y otra más fuerte a la noche,
sacudieron ayer a la Argentina. Fue una protesta basada en la clase media, y sobre todo en
los comerciantes, que dejó una sensación firme: una nueva convocatoria, con mayor
difusión, podría alcanzar los niveles del histórico apagón de 1996 contra el gobierno de
Carlos Menem.
La Cámara de Actividades Mercantiles Empresarias (CAME) había convocado a oscurecer
las vidrieras e incluso los carteles luminosos de cines y teatros.
En la Capital Federal, el cacerolazo fue visible en especial en Palermo, Belgrano, Almagro
y Caballito.
Los barrios presentaron un mismo paisaje. En las veredas, cacerolazos de los comerciantes
y de muchos vecinos que bajaron para expresarse fuera de su departamento. En los
balcones, más cacerolas sonando rítmicamente como un modo de protesta civil. Y algunos
gritos. Pocos. En Lanús, el “Hijos de puta”, centrado más bien en el ministro de Economía,
se combinó con “¡Argentina, Argentina!”. No hubo consignas especiales, porque era
evidente que cualquier familiaridad con la política tradicional, con la política partidaria,
hubiera sido rechazada por el humor antipolítico de una parte de los que salieron a
protestar.
El 12 de septiembre de 1996 una queja colectiva similar, pero mucho más masiva y
organizada, provocó una baja del consumo de luz del 47 por ciento. En esa época este
diario accedió a la confirmación de esa cifra impactante 20 días después del apagón, porque
en caliente el Gobierno de Menem dijo que la caída había sido solo del 11 por ciento.
Minimizaron su repercusión tanto el mismo Presidente como su secretario de Energía,
Carlos Bastos, el mismo que ocupa hoy el Ministerio de Obras Públicas. Aquella fue la
mayor convergencia de oposición, en su variante organizada y en su costado natural, en una
época en la gente no recelaba de sus políticos como una clase diferente. Encabezaron la
convocatoria Carlos Chacho Alvarez, Graciela Fernández Meijide, Gustavo Beliz y, por el
radicalismo, Rodolfo Terragno, todos ellos miembros de la multisectorial. “No negamos las
huelgas, las marchas ni las ollas populares, pero hay que ofrecer un tipo de protesta que les
permita participar a todos”, fue la explicación de los organizadores de entonces.
El mismo estilo, pero más inorgánico, se repitió ayer, cinco años más tarde. En Pacheco de
Melo y Larrea hubo media hora de ruido de cacerolas. Poca gente en la calle, y bocinazos
de adhesión de los automovilistas que escuchaban los golpes.
–¿Sabe qué me dijo mi hijo? –preguntó a Página/12 una psicóloga después del cacerolazo–.
“Mami, esto es porque De la Rúa prometió muchas cosas y no cumplió con su palabra,
¿no?”. Tiene cinco años.
En general, nadie se acordó de la hora a la que estaba convocada la protesta de la noche,
pero el sonido de una cacerola fue convocando a otra y así terminó armándose un
cacerolazo con pocas palabras y un fuerte sentido de canalización del enojo y el fastidio
incluso a pesar del sentimiento predominante de que nadie los escuchará.
Lo que no explotó en las largas colas de los bancos ni entre los desplazados de la economía
negra de subsistencia, apareció ayer en veredas y balcones.
Un recorrido desde el Congreso hasta Scalabrini Ortiz y Santa Fe poco después de las ocho
permitió trazar un mapa de la protesta en la calle. Ruido en Congreso. Golpe de metal en
las veredas. Cacerolazos. Tránsito normal, acentuado porque no hubo corte de calles. Y al
cruzarse con un grupo de ruidosos, bocinazos. Más cacerolazos en Córdoba y Azcuénaga,
en la zona de las facultades, pero quienes protestaban no eran estudiantes sino, otra vez,
vecinos y comerciantes unidos en grupos de cinco o diez. Ruido en Salguero y Charcas. Y
mucho, mucho ruido en Scalabrini Ortiz y Santa Fe, siempre con más mujeres que hombres
como en el resto del país. Entre las ocho y media y las nueve menos cuarto, los vecinos se
miraban de reojo de balcón a balcón mientras hacían sonar una tapa o una sartén con más o
menos sentido del ritmo.
Lo mismo en Federico Lacroze y Ciudad de la Paz, en Belgrano, y en Corrientes y
Medrano, donde una señora se quejaba de que los argentinos, en realidad, protestan muy
poco aunque “todos estamos perdiendo”. Por la noche, en Cabildo, el entusiasmo fue tan
grande que los ruidos empezaron antes y terminaron después. En Santa Fe y Salguero el
tránsito llegó a estar cortado. En Pueyrredón y Las Heras una señora gritaba que “el que
estatizó la deuda fue él”, hablando de Cavallo y su maniobra de 1982, como presidente del
Banco Central durante la dictadura militar.
La misma situación de espontaneidad y sonido de metales se repitió en Rosario, Córdoba,
Salta y Jujuy, y fue muy notoria en la zona sur del Gran Buenos Aires, donde algún
comerciante inclusive llegó a explicar que en el exterior los descubiertos no se cobran y
aquí suelen ser castigados con intereses de usura.
Entre los protagonistas, nadie se animaba ayer a pronosticar el efecto político de la
protesta, y ni siquiera parecía tener interés en apuntar hacia adelante, pero una cosa es
segura: se quejó ruidosamente justo la base electoral de la Alianza en el ‘99, la clase media
de las grandes ciudades de todo el país que garantizó el triunfo de De la Rúa y Alvarez y
enterró las pretensiones de Eduardo Duhalde porque no lo vio suficientemente distanciado
de Carlos Menem.
Protesta de la CTA
Entre paraguas negros, trabajadores estatales, docentes, judiciales, desocupados y
pequeños empresarios hicieron ayer, convocados por la CTA, una manifestación en
repudio a las políticas de ajuste frente al Ministerio de Economía. “Vote sí”, se leía en
los paraguas en alusión a la consulta popular que promueve el Frente Nacional contra
la Pobreza a favor de un seguro de empleo y formación, y una asignación universal por
hijo. Los dirigentes gremiales armaron un escenario sobre la calle Hipólito Yrigoyen y
no pararon de repartir críticas a De la Rúa y Cavallo. “La crisis es un proyecto
estructural que se implementa desde la dictadura”, dijo el secretario general de ATE,
Juan González. “Hoy todos somos estatales, docentes, jubilados, argentinos
hambreados por este plan económico”, agregó el dirigente de la Asociación de Personal
Aeronáutico (APA) Ariel Basteiro. El acto abarcó toda clase de reproches. Víctor
Mendivil, secretario gremial de la CTA, calificó a los miembros de la Corte Suprema
como “traidores a la patria por liberar a quien (en alusión a Carlos Menem) entregó el
país”. También dijo que De la Rúa “puso en el gobierno a Cavallo para seguir
entregando el país”. El dirigente piquetero Luis D’Elía anunció que el 20 de diciembre
los desocupados de La Matanza se movilizarán hacia la Plaza de Mayo. Y exhortó “a la
clase media que putea en las casas a que salga a la calle”.
La protesta contra las medidas económicas cobró temperatura ayer en todo el país, bajo
modalidades muy surtidas.
La legisladora porteña Lía Méndez encabezó una movilización de militantes
semidesnudos del Partido Humanista frente a Economía. Ella misma se manifestó en
topless junto a otras mujeres (foto). Los varones se taparon con cajas de cartón.
Los 413 trabajadores despedidos de Telecom rodearon la Cancillería y lograron que el
vicecanciller italiano Mario Bacchini interrumpiera su actividad protocolar. Los recibió y
se ofreció a intervenir en el caso.
Al menos siete taxis fueron incendiados ayer en Capital Federal, seguramente como parte
de la preparación del paro de hoy.
En La Plata, empleados estatales intentaron entrar al Banco de la Provincia para protestar.
Como no pudieron, cortaron las calles.
Taxistas, jubilados y trabajadores de la sanidad cercaron la casa de Gobierno de Tucumán
y otros edificios públicos. En Jujuy, trabajadores municipales y desocupados cortaron la
ruta 34. Más de 2000 trabajadores repudiaron en Neuquén el pago de una parte de sus
sueldos en Lecop.
Hubo piquetes en San Martín, Quilmes, Escobar y La Matanza.
Cajeros automáticos recibieron ataques con piedras y hasta una bomba molotov. Nadie se
lo adjudicó.
VIERNES 14
La paralización total de los transportes fue la base de la huelga que, de acuerdo a la evaluación
sindical, paralizó al país. El Gobierno, por su parte, aceptó que la medida tuvo el 59 por ciento de
adhesión. Hubo taxis incendiados y en distintas ciudades se produjeron incidentes.
OPINION
Por J. M. Pasquini Durán
Aprietos
Con el “cacerolazo” del miércoles y la huelga de ayer, más parecida a un sábado que a
un domingo, una verdadera multitud popular envió su mensaje a los que gobiernan, a
los que conciertan y también a los que desconciertan: No quieren seguir así,
maltratados, humillados y miserables. Un mensaje sensato, habida cuenta de las
evidencias que lo apoyan y del tiempo que hace que las sufren. Mal harían los
politólogos oficiales en seguir distraídos o en mirar sólo lo aparente, por ejemplo, las
diversas movilizaciones callejeras, aunque algunas de ellas fueron bien concurridas.
Los sordos ruidos que oír se dejan, cuando se escucha el rumor de la calle, vienen de
más hondo, de ese recóndito lugar donde dormitan los tigres hambrientos. A su vez, el
Gobierno, en lugar de amigarse con las mayorías descontentas, volvió a emplear ese
increíble don de la oportunidad que lo distingue a cada rato: abrió la Casa Rosada para
recibir a Carlos Menem, el hombre que en el discurso oficialista, hasta anteayer no
más, era el que les dejó la herencia nefasta, el fiestero de los privilegiados, el santo
patrono de los coimeros. ¿Qué necesidad tiene el Poder Ejecutivo de irritar al tigre,
tironeándole de la cola?
Cualquier persona de mediana información sabe que Menem no tiene más remedio que
ser aliado circunstancial de Fernando de la Rúa, si es que guarda in pectore la ilusión
de llevar a doña Cecilia a vivir en la residencia presidencial. Lo obliga el reglamento
sucesorio a esperar hasta que se cumpla el actual mandato y, además, necesita tiempo
para mancar a los adversarios internos, si es que lo dejan. Por lo tanto, el Gobierno
podría tenerlo gratis en corral propio, sin ninguna alharaca, pero los que manejan la
agenda presidencial tienen tan pocos amigos para mostrar que no vacilaron en ponerlo
en vidriera, sin medir efectos ni costos. Es cierto que si fueran hábiles para ese tipo de
mediciones el Gobierno estaría viviendo tiempo propio y no prestado. ¿O lo habrán
exhibido para darle celos a Ruckauf y a todos los gobernadores que andan probándose
la banda presidencial? Las cavilaciones caen tan rápido en el ridículo que mejor
pasarlas por alto lo más rápido posible.
De cualquier modo, Menem primero y luego el chaqueño Angel Rozas, titular del
Comité Nacional de la UCR, fueron ayer para iniciar la ronda de la llamada
concertación, una cláusula necesaria para el Fondo Monetario Internacional (FMI) que,
insaciable, quiere que su programa se aplique y que todos al unísono sonrían contentos
por más que duela. Por eso, los huéspedes de la víspera hablaron de temas que les
interesan sobre todo a los banqueros, que si dolarizan o devalúan o ambas cosas, una
detrás de la otra, o ninguna de las dos. Al pueblo, en cambio, lo que le importa es si
habrá empleo, cada vez más escaso incluso en las estadísticas oficiales, si pagarán el
aguinaldo y las jubilaciones, si tendrán un techo digno, si los hijos podrán ir a la
escuela y la familia sanarse en el hospital, si alguien en este país podrá vivir del trabajo
honesto, sea peón, comerciante o profesional. Pocas veces como ayer, las imágenes
ayudaron a identificar en qué anda cada uno: los inquilinos y amigos de la Rosada
ocupados en los trámites de sofisticadas ingenierías financieras del FMI, mientras en la
calle la mayoría aguantaba preocupada por esas otras sencilleces.
No se sabe si las dos CGT también van a sentarse a esperar que garúe finito o si van a
aprovechar el impulso para organizar nuevas formas de resistencia. El hábito de la
experiencia diría que después del bramido de ayer van a esperar a ver si alguien pasa
por caja con alguna propuesta de pago, pero, en fin, estos son tiempos raros y cuando el
piso quema hasta los elefantes bailan. Por fortuna, los ciudadanos no dependen sólo de
políticos y sindicalistas, de concertajes o desconciertos, porque ahora mismo tienen a la
mano otros recursos: unas tapas de cacerola, algún piquete, una huelga y a partir de hoy
la consulta popular del Frente Nacional contra la Pobreza. En sustancia, se trata de otra
sencillez: ¿Quiere, sí o no, que la riqueza se redistribuya con más justicia que ahora?
¿Quiere, sí o no, terminar con la extrema pobreza en el país? Puesvaya hasta la urna,
junto con sus vecinos, amigos o compañeros de trabajo, y vote hasta que el Sí
estremezca como el bramido de los volcanes latentes. Aunque sea para darles un susto a
los que Ud. sabe.
Victor de Gennaro.
Lucha contra la pobreza.
Víctor de Gennaro no podía ocultar su entusiasmo por los resultados del paro. Usando
adjetivos como “contundente”, “histórico”, “fundacional”, el titular de la Central de
Trabajadores Argentinos definió la medida de fuerza como una primera parte de la
construcción “de otro modelo: el paro fue el no a lo que se hace, la votación por el
Frente Nacional de la Pobreza será el sí a una alternativa”.
“Creemos que el paro fue realmente contundente,” dijo De Gennaro. “En este momento
de tanta bronca y tanta angustia, en el que se ven dos proyectos de Argentina, uno
expresado en la reunión de ayer a la mañana en la Casa Rosada y otro que puja por un
nuevo comienzo, es un paro histórico”. Para el líder sindical, el alto acatamiento y
aceptación de la huelga general “es una respuesta a los que cuestionan al paro como
herramienta, porque quedó demostrado el alto consenso que tienen los trabajadores con
productores, comerciantes, agro, cultura.” Esto, según De Gennaro, sucede porque “no
sólo protestamos contra lo que no nos gusta, sino hacemos propuestas para salir de la
crisis. No hay que dolarizar ni devaluar, esa es una discusión desde el poder y entre los
que se benefician. El tema real es cómo se acaba con la inmoralidad de este proyecto de
los sectores financieros y económicos más concentrados.” Y el líder sindical no tiene
dudas sobre el camino a seguir: el reparto de la riqueza. “Por eso es una alegría que
mañana (por hoy viernes) miles de militantes salgan a poner urnas en todo el país para
que se vote un salario social, en el marco de la actividad del Frente Nacional contra la
Pobreza.” Contrapuesto a esta iniciativa, De Gennaro ve la reunión de ayer entre el
presidente Fernando de la Rúa y el ex presidente Carlos Menem como “una postal clara
de quiénes están con el proyecto de los intereses financieros y económicos, los que no
sólo tienen el mismo ministro de Economía sino que tienen la misma subordinación a
los mismos poderes.” Para el sindicalista, son también los que usan “la desocupación
como un disciplinador social, una forma de fracturar a la sociedad”.
Hugo Moyano.
Devaluación y cambios
Hugo Moyano no quiso dar porcentajes, pero subrayó que el paro no fue sólo “de los
trabajadores: también pararon profesionales, comerciantes, industriales, lo que muestra
el grado de repudio al modelo económico y de rechazo a las restricciones del plan”.
El camionero, líder de la CGT disidente, pidió al Gobierno que le dé al peso “su nivel
real y deje la ficticia paridad de uno a uno con el dólar”. Para Moyano, “no le podemos
vender nada a nadie por el sistema cambiario, lo único que exportamos es materia
prima por la relación cambiaria. Si no sinceramos nuestro dinero, si no le damos el
valor real, no tenemos destino”. Después de “repudiar y lamentar” los episodios de
violencia en varios puntos del país, el cegetista condenó la propuesta del ex presidente
Carlos Menem de dolarizar: “Eso condenaría de por vida a nuestra economía a no
poder desarrollarse”. Moyano vio la reunión entre Menem y Fernando de la Rúa como
“la foto que vimos hoy es de la Argentina que debemos abandonar. Se juntaron los dos
máximos responsables de la implementación de un modelo económico que nos llevó a
esta degradación”.
Rodolfo Daer.
Alegría por los resultados y por Menem
Rodolfo Daer tuvo una tarde de satisfacción, que completó leyendo en público las
estimaciones de adhesión al paro en todo el país. Con variaciones de provincia en
provincia, el secretario general de la CGT oficial afirmó que “entre un 75 por ciento y
un 98 por ciento de los trabajadores acataron la huelga”. Con este respaldo, Daer exigió
al gobierno “la libre disponibilidad de los salarios: rechazamos este racionamiento que
causó una paralización completa de la actividad económica y la cesación de pagos en
todo el país”. El cegetista también destacó las muestras de descontento de sectores de
pequeños empresarios y de comerciantes. Pero pese a su alianza de facto con la otra
CGT y con la combativa CTA, Daer no pudo evitar hablar bien de Carlos Menem.
“Tuvo gran importancia”, afirmó, hablando de la reunión del ex presidente con
Fernando de la Rúa. “Es una reivindicación para el doctor Menem, después de todos
los calificativos que existieron sobre su persona”.
Eduardo Aliverti.
Mejor poco que nada
De todas las armas que poseen los trabajadores, el paro es sin duda la más eficaz, pero,
como un buen rifle, no sirve en absoluto para derribar a bombarderos que vuelen fuera
del alcance de las balas, inconveniente éste que muchos han optado por pasar por alto.
Para combates contra enemigos de poca monta como empresas determinadas o, a lo
sumo, un sector entero, el paro puede resultar mortal. Dirigido contra un gobierno en
nombre del conjunto, en cambio, es golpista por suponer la marginación de las
instituciones políticas, lo cual raramente beneficia a los trabajadores, mientras que
contra algo tan incorpóreo como una ideología o una actitud es ridículo. Con todo, si
bien los centenares de paros políticos que se han celebrado a través de los años han
probado ser peor que inútiles contra los desastres que han sumergido a millones de
obreros argentinos en la miseria, los sindicalistas, trátese de corruptos siniestros o de
hombres honestos comprensiblemente angustiados por una realidad que no se parece
para nada a lo que preferirían, siguen organizándolos ya porque no pueden pensar en
nada mejor, ya por calcular que cuantos más logren convocar mayor será su propio
protagonismo y su poder. A esta altura, la mayoría de los que participan en huelgas
genéricas como la programada para hoy entenderá que sólo lograrán disfrutar de una
oportunidad para desahogarse gritando insultos furiosos contra De la Rúa, Cavallo, la
globalización, Estados Unidos y otros símbolos de los tiempos duros que corren. Con
la posible excepción de algunos estatales y los organizadores mismos, nadie conseguirá
un solo centavo más. Antes bien, al contribuir a agravar una situación signada por una
extraña mezcla de parálisis y caos, privarán a algunos trabajadores de sus empleos y
causarán problemas a muchos que ya se sienten totalmente abrumados. Asimismo, por
si les importa, el espectáculo brindado por personajes como el camionero Hugo
Moyano asustará aún más a los escasos inversores locales o foráneos que a pesar de
todo podrían sentirse tentados a dejar su dinero aquí. Entre los perdedores seguros
estarán los taxistas, los camioneros y los chóferes de micros que dependen
directamente del consumo. Pero puesto que sus jefes sindicales son combativos pocos
prestarán atención a este detalle. En cuanto a los convencidos de que es mejor luchar
como en los viejos tiempos que resignarse o intentar asegurar la salvación propia, para
ellos parar, incluso en un país ya parado, es un estilo de vida que tiene sus ventajas
emocionales y que, al intensificarse la bronca que tantos sienten, resultará ser cada vez
más atractiva.
En 20.598 mesas ubicadas en 535 localidades del país, el Frente Nacional contra la
Pobreza someterá a consulta popular la más definida propuesta para atacar al mismo tiempo
el deterioro social, la recesión económica y la desilusión con la política. La votación, que
se extenderá por cuatro días, hasta el lunes 17, se pronunciará a favor o en contra de la
creación de tres instrumentos que en conjunto constituyen un salario de ciudadanía: un
denominado seguro de empleo y formación, de 380 pesos mensuales para cada jefa o jefe
de familia desocupado, una asignación universal de 60 pesos por mes por cada hija o hijo
de hasta 18 años, y otra de 150 pesos para los mayores de 65 años que no perciban
jubilación o pensión alguna.
La Junta Promotora Nacional del Frenapo espera que alrededor de un millón y medio de
hombres y mujeres mayores de 18 años se pronuncien en favor de la propuesta, que en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue declarada de interés por la Legislatura.
El objetivo declarado de la propuesta es que ningún hogar quede por debajo de la línea
estadística de la pobreza que, según los cálculos oficiales del INDEC, es de 500 pesos
mensuales para una familia tipo de matrimonio con dos hijos menores. Se votará en
escuelas, lugares de trabajo, locales sindicales, iglesias, plazas, estaciones de ómnibus, y
también en urnas móviles ubicadas en la vía pública. Es la primera vez que un instrumento
de democracia directa es utilizado por una iniciativa que no surge del gobierno.
El Frenapo se constituyó el 14 de julio de éste año, sobre la base de lo que hasta entonces
había sido el Movimiento por la Consulta Popular, que el año pasado presentó un petitorio
en apoyo de la propuesta con 700.000 firmas.
Pese a ello, ni el Poder Ejecutivo ni el Congreso convocaron a la consulta popular prevista
por la constitución reformada en 1994. En consecuencia, el Frenapo decidió asumir la
convocatoria por su cuenta. El Frente Nacional contra la Pobreza es un movimiento político
pero no partidario, constituido por un alto número de organizaciones empresariales,
universitarias, de trabajadores, de derechos humanos, culturales, artísticas, y por
personalidades a título individual. Sus figuras más conocidas son el secretario general de la
Central de Trabajadores Argentinos (CTA), Víctor De Gennaro, la presidenta de Abuelas de
Plaza de Mayo, Estela Carlotto, el presidente de la Federación Agraria Argentina, Eduardo
Buzzi, el de la Federación de Tierra, Habitat y Vivienda, Luis D’Elía; el de la Federación
Universitaria Argentina, Manuel Terrades; el de la Asamblea de Pequeños y Medianos
Empresarios, Francisco Dos Reis; el del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos,
Edgardo Form; el del Centro de Estudios Legales y Sociales, Horacio Verbitsky; el premio
Nobel de la Paz de 1980 Adolfo Pérez Esquivel; el economista y miembro de la conducción
de la CTA, Claudio Lozano;el sacerdote Luis Farinello; la religiosa Marta Pelloni; el rabino
Daniel Goldman; las diputadas nacionales Elisa Carrió, María América González, Alicia
Castro, Marcela Bordenave y Graciela Ocaña, la senadora Vilma Ibarra, los diputados
nacionales Alfredo Bravo, Eduardo Macaluse y Jorge Rivas y el diputado porteño Patricio
Echegaray, entre otros.
También adhieren una serie de intelectuales y artistas, que el martes organizaron un festival
de respaldo a la propuesta en el Luna Park, en el que intervinieron Mercedes Sosa y
Adriana Varela, entre otros.
Macaluse es autor de un proyecto de ley instituyendo los tres instrumentos de la propuesta
del Frenapo, que cuenta con dictamen favorable de la comisión de legislación laboral. Sin
embargo, sólo fue debatido en una sesión en minoría de la Cámara de Diputados a la que
asistieron más de 70 legisladores de todos los partidos, ya que las conducciones radical y
justicialista no le dieron quórum suficiente.
Entre el 11 y el 21 de setiembre, siete caravanas que partieron de la Plaza del Congreso
llegaron a los puntos extremos del territorio nacional, participaron en la realización de
actos en cien localidades, dejaron constituidas juntas provinciales y municipales y
explicaron la propuesta en forma directa a más de 50.000 personas. En uno de esos actos,
De Gennaro denunció el escándalo de un país “hecho de pan en el que mueren cien chicos
al día por hambre”. Verbitsky sostuvo que la pobreza en la Argentina no es un fenómeno
natural, sino el resultado de decisiones políticas, que se pueden modificar si hay voluntad
de hacerlo. Por esos días el ministro de Economía de los Estados Unidos, Paul O’Neill,
había dicho que le preocupaba la situación argentina, pero también las de Pakistán y
Uganda. “Esos países tienen ingresos per capita de 400 dólares, mientras el ingreso
necesario para que una persona supere la línea de la pobreza es de 2.600. Su pobreza no
tiene un remedio inmediato, así redistribuyan el ingreso total por el número de habitantes y
hagan coincidir la estadística con la realidad. La Argentina, en cambio, tiene un ingreso per
capita de casi 9.000 dólares, lo cual indica que con una moderada redistribución sería
posible que nadie quede por debajo de la línea de la pobreza”, agregó el presidente del
CELS.
El costo de la propuesta asciende a 11.000 millones de pesos por año, o un 4 por ciento del
Producto Interno Bruto, y el Frenapo ha identificado fuentes de recursos disponibles por el
doble de ese monto. “Ese dinero se volcaría en forma inmediata y directa al consumo,
porque iría a un sector social que ni ahorra ni fuga recursos”, afirma Lozano.
La reactivación del mercado interno que esto produciría generaría una recaudación
adicional de impuestos de 5.600 millones. La reasignación de los actuales planes sociales
pondría a disposición otros 3.700 millones. Los economistas del Frente también enumeran
la restitución de los aportes patronales de bancos, hipermercados y empresas privatizadas,
por otros 1.500 millones; la eliminación de exenciones en los impuestos a las ganancias y a
los bienes personales, que produciría hasta 5.700 millones, anuales; la reimplantación de
gravámenes a consumos suntuarios, por mil millones, y la reestatización de la Seguridad
Social, un mercado de 4.200 millones anuales.
La consulta había sido convocada para los días 13,14 y 15 de diciembre, pero la fecha se
modificó a último momento, cuando la Central de Trabajadores Argentinos resolvió
declarar un paro general para el jueves 13.
“El consenso antiajuste debe ser transformado en un consenso organizado y movilizado que
proponga una salida distinta frente a la crisis. Esta construcción requiere no sólo de más y
mejores representantes, sino de la posibilidad de que los representados se involucren y se
hagan presentes en la definición del rumbo del país y organizar de una manera distinta el
presente y el futuro de la sociedad argentina”, alega la Junta Nacional del Frenapo.
La escasez de recursos condicionó la forma de realización de la consulta. No habrá dos
boletas sino sólo una, que describe la propuesta y ofrece dos casilleros, por Si y por No,
para que cada votante marque su preferencia. Tampoco habrá sobres, dado que el Frenapo
no podía comprarlos. La boleta se doblará y se introducirá en las urnas. También el
mecanismo de control es elemental, pero según espera el Frenapo, eficiente. Para votar es
necesario presentar un documento de identidad con foto y en el que conste el número del
DNI o Libreta Cívica o de Enrolamiento. El sexo y el número serán ingresados en
computadora, mediante un software que indicará si algún número se repite. En ese caso, la
persona que intentó votar dos veces será expuesta a la consideración pública.
Al concluir cada jornada los delegados locales informarán cuántas personas votaron, pero
los resultados globales y porcentajes de votos recién se darán a conocer después del cierre
del último día de los comicios.
Objeciones y respuestas
Estas son algunas objeciones que desde distintos sectores se han formulado al Frenapo
y su propuesta, y la contestación de los frentistas:
–¿Como se va a pagar 380 pesos a un desocupado cuando mucha gente acepta trabajar
por 200 pesos o menos?
–Precisamente, se trata de poner un piso salarial, cosa que con casi 20 por ciento de
desocupación abierta no existe. El seguro es el nuevo nombre del salario mínimo. Con
el seguro de 380 pesos, nadie aceptaría trabajar por menos.
–Este es el partido de Lilita Carrió y se están preparando para las elecciones de 2003.
–No sólo hay representantes del ARI sino del Frepaso, el PJ y la UCR, que a
contramano de sus partidos coinciden en atacar el punto central de la crisis, que es la
pobreza y la pésima distribución del ingreso. El Frenapo es un movimiento político
pero no partidario. Ni ofrece chapas o zapatillas ni pide votos por candidatos. La
consigna no es “nosotros los vamos a representar mejor que otros” sino “No deleguen,
participen” y “No se puede separar lo social de lo político”.
–¿Con esta crisis de dónde van a salir los recursos?
–La crisis obedece a la concentración tremenda de la última década. El seguro y las
asignaciones cuestan 11.000 millones al año y se han identificado recursos disponibles
por el doble. La propuesta del Frenapo es la única que produciría un shock de consumo
y una reactivación inmediata de la economía.
Más allá del Gran Buenos Aires, “la situación más crítica se reconoce en San Miguel de
Tucumán, Mar del Plata, La Rioja, San Luis, Comodoro Rivadavia y Córdoba”, dice el
informe distribuido ayer por el Ministerio de Economía. En todas esas ciudades se
produjeron dos fenómenos simultáneos: cayó la gente que busca empleo y se destruyeron
puestos de trabajo.
La encuesta permanente de hogares, que releva el INdEC dos veces al año (mayo y
octubre) desde 1974, capta información de 28 grandes aglomerados urbanos de todo el país.
En esas ciudades, los encuestadores preguntan a la gente si trabajó en la última semana. Si
la respuesta es negativa, entonces preguntan si buscó “activamente” empleo en la última
semana; si la respuesta es positiva, entonces el encuestado es considerado un desocupado.
En cambio, si la respuesta en negativa no es un desocupado para el INDEC sino un
“inactivo”, es decir, alguien que no trabaja por voluntad propia.
En todas las ciudades citadas anteriormente, no sólo se registró pérdida de puestos de
trabajo sino que hubo más gente que declaró no estar buscando trabajo pese a estar
desocupados. Por eso, el aumento de la desocupación se vio “atenuado”. En períodos largos
de recesión y alto desempleo, la baja en la tasa de actividad (que, justamente, mide la
participación en el mercado laboral) se suele asociar al llamado “efecto desaliento”. De
otro modo, crece la cantidad de personas que manifiestan no haber buscado trabajo en la
última semana, aunque estén desempleadas hace mucho tiempo. Desde el sentido común, la
idea es que desalentados por las escasas posibilidades de conseguir un empleo,
directamente dejan de buscarlo, para ahorrarse, entre otras cosas, los costos ligados a esa
búsqueda: compra del diario, transporte, etc.
Los casos más destacados en todo el país son los siguientes:
En Córdoba, donde se destruyeron 57 mil puestos de trabajo, la desocupación saltó del
12,5 al 15,9 por ciento. Tales resultados parecen dar por agotado el llamado “modelo De la
Sota”, del cual se vanagloriaba el gobernador cordobés cuando las mediciones del INdEC
del 2000 mostraban resultados levemente favorables para la provincia, que la distinguían
del promedio nacional.
En Mar del Plata, la suba fue del 20,8 al 22,8 por ciento; y es junto al Gran Rosario, la
ciudad de mayor desempleo del país.
La excepción a la regla nacional es Río Gallegos, donde la medición de octubre último
registró una desocupación de apenas 2,5% frente al 1,9% de un año atrás.
“De algo nos tiene que servir el análisis”, dice Clara, y no se refiere a un análisis
clínico, sino a los trece años de psicoanálisis que hizo ella y a los diez que hizo Marcos, su
marido. Clara tiene cincuenta años, y Marcos cincuenta y tres. Ella trabaja en la ferretería
de su cuñado, y gana seiscientos pesos. A Marcos, que ganaba dos mil, lo despidieron hace
cuatro meses de una financiera en la que trabajó quince años.
La tarde en la que Marcos llegó con la noticia del despido, que los dos presentían, dejaron
al hijo de ambos, Ignacio, de ocho, con Celma, su niñera peruana, y se fueron a tomar un
café al bar de la esquina. Cabeza con cabeza, esa tarde hicieron cuentas y resolvieron que
tenían que cambiar de vida.
La indemnización, incompleta y en cuotas, serviría para ir amortiguando la caída de clase.
Primero pensaron en Celma. Ya no tenía sentido tener niñera, porque en el departamento de
dos ambientes amplios, en pleno Almagro, Marcos y Celma serían una multitud. Y además,
Marcos era uno de esos nuevos desocupados argentinos que, bañados en un pragmatismo
desesperante, saben que no volverán a ocuparse. Celma trabajaba con ellos desde hacía tres
años. En negro, por supuesto, como más del noventa por ciento de las empleadas
domésticas. Clara y Marcos hicieron puntillosamente las cuentas y, tras anunciarle entre
lágrimas la noticia a la joven peruana, le pagaron –ellos sí, completa y al contado– su
indemnización. A partir de entonces, cada mañana, Clara salía para la ferretería y Marcos
partía con Ignacio al colegio, y después se ocupaba de la casa, de las compras, de la cocina.
A las cinco menos cuarto ya estaba otra vez en la puerta del colegio de Ignacio, y los dos
esperaban a Clara haciendo tareas o mirando tele.
“De algo nos tiene que servir el análisis”, dice Clara ahora, después de estos cuatro meses
en los que su matrimonio se fue fracturando. “Yo sé y él sabe que lo del hombre proveedor
es una historia vieja, un cuento arcaico, así que si hay que vivir de los pobres seiscientos
pesos que traigo yo, se hace. Con la cabeza está todo bien, pero con el ánimo no. El no
elige pelar papas ni manejar el lavarropas ni jugar tres horas por día a las palabras cruzadas
con Ignacio, y tiene la sensación de que ya no elige nada”, dice Clara, y agrega: “Creo que
ni siquiera sabe si me elige a mí”.
Dicen los psicólogos, en las notas de esta semana sobre la crisis, que la gente se refugia en
sus vínculos, que hay un regreso a los afectos frente a la hostilidad de lo público. Decir se
dice fácil. Y es probable que todo el mundo atine a guarecerse allí donde se ofrece la única
seguridad posible en esta época en la que todo tiembla y todo cae. Pero nadie sabe cómo
preservar esos vínculos de la furia, de la angustia, de la impotencia, de la humillación, del
sentimiento de injusticia que está brotando en nuestros interiores. Esos afectos son
percibidos como la última trinchera personal, como el territorio que cada uno y cada una se
encargan de mear una y mil veces para mantenerlo a salvo de la tempestad. Y es allí, en ese
íntimo núcleo familiar, en ese sillón en el que un chico se sienta sobre las piernas de su
padre desganado, en esa cama en la que marido y mujer ya no se hablan, en esa mesa en la
que un almuerzo transcurre en el más completo y tenso de los silencios, donde cada uno y
cada una sienten que una vez más, están perdiendo.
No es una moraleja ni un consejo ni un diagnóstico, pero tal vez sería útil recordar que
nadie estaba preparado para esto.
SABADO 15
El fantasma de los saqueos dejó de ser una de las fantasías que más alteraba a la
dirigencia política. Tanto en Rosario como en la ciudad de Mendoza hubo varios incidentes
con grupos de personas que se presentaron a pedir comida frente a supermercados. “Esta
mañana, unos 70 cartoneros se presentaron a reclamar que se le permitiera retirar efectivo a
los acopiadores que les compran los cartones con los que ganan de 3 a 5 pesos diarios”,
comentaron a Página/12 varios funcionarios provinciales y municipales. Reparaban en el
hecho por dos razones. Por un lado, por el peso que la falta de efectivo circulante tiene
entre los sectores más carenciados, en una zona que tiene una historia de postergaciones. Y
por otro, recordaban que en Santa Fe hay entre 5 y 6 mil cartoneros en la misma situación.
Así explicaban que anoche la policía provincial hubiera convocado a todos sus efectivos
que se encontraban de franco. También destacaban que los reclamos fueron en el mismo
lugar donde comenzaron los saqueos de 1989. “Estamos preocupados por que si bien
fueron aislados, los episodios fueron espontáneos”, admitió a este diario uno de los pocos
funcionarios del gobierno nacional que se avino a formular declaraciones. Claro que con
rigurosa reserva de su identidad.
“En la madrugada del viernes hubo un intento de robo al supermercado Santa Ana”, dijeron
a este diario voceros de la jefatura de la policía santafesina. Señalaban que en esa ocasión
fueron detenidos cuatro jóvenes cuyas edades van de los 17 a los 25 años. Acostumbrados a
las teorías conspirativas, remarcaban que los apresados tenían antecedentes penales. Los
elementos secuestrados dan más cuenta de la necesidad que del afán de enriquecimiento:
verduras, jabones y sidra. En el mismo local, unas horas más tarde, un grupo compuesto
mayoritariamente por mujeres y niños salió corriendo sin pagar. A las pocas cuadras fueron
detenidas unas 10 personas que habían dado cuenta de las góndolas de carne.
Lejos de la mirada que un vocero policial hizo de los hechos, un funcionario municipal
enrolado entre los seguidores del Intendente socialista popular Hermes Binner minimizaba
que se estuviera frente a episodios premeditados y organizados. “En estos casos siempre se
puede decir que hubo alguien que fogoneó pero si la gente no necesita, no sale”, precisó
ante una consulta de este diario.
El titular del radicalismo Angel Rozas no coincidió con este punto de vista y atribuyó los
saqueos a maniobras políticas. “Muchos seudodirigentes aprovechan la situación de
desesperación de muchos argentinos. Los motivan y los llevan a cometer saqueos o algunas
otras actividades que hemos visto en el pasado”, dijo en su paso por Santa Fe.
En diálogo con Página/12 otro funcionario rosarino destacó la diligencia de los
funcionarios de Carlos Reutemann y se explayó en lo que calificó como “ausencia” de la
administración de Fernando de la Rúa. “Es muy difícil mantener la calma ante la actitud
que está manteniendo el gobierno nacional. No hay respuestas”, dijo. En este punto resaltan
las deudas por la coparticipación provincial. La estiman en unos 140 millones de pesos.
Dicen que, luego de haber prometido que llegarían unos 70 millones a cuenta. el gobierno
les notificó anoche que solamente podría enviarles unos 35 millones.
Episodios aislados se vivieron en distintos puntos de la ciudad. En la zona sur, frente a la
empresa mayorista Micropack fue asaltado un camión que estaba descargando mercadería.
En el incidente fue detenida una persona. Horas más tarde, en la zona norte de la ciudad, en
la localidad de Empalme Granero, se viviría uno de los momentos más violentos. Unas 70
personas se presentaron frente al supermercado Azul para reclamar alimentos. La
movilización de unos 200 efectivos policiales fue enfrentada por los vecinos, quienes desde
los techos apedrearon a los uniformados. Hubo disparos al aire y gases lacrimógenos. Un
chico de entre 8 y 10 años fue herido por el perdigón de una bala de goma. A pesar de que
el menor fue retratado por las imágenes televisivas, la policía santafesinadesmentía el
hecho que sin embargo fue admitido por el ministro de gobierno provincial, Lorenzo
Domínguez.
El nivel de dirigentes que llegó al lugar testimonia la importancia que iban tomando los
acontecimientos. Se podía ver al jefe de la policía de Santa Fe, comisario José Storani, al
nuevo jefe rosarino de la fuerza, el comisario Jorge Populin, el subsecretario de promoción
comunitaria del gobierno provincial, Daniel Bonis y el secretario de promoción social
rosarino, Daniel Zamarini. Los dirigentes comenzaron a negociar con los vecinos de
Empalme Granero. Así comenzó el reparto de bolsas de alimentos en el club “La Gloria”.
Todo con momentos de mucha tensión. Cómo cuando se limitaron las raciones a los jefes
de familia o cuando una lluvia torrencial amenazó con la finalización de la entrega de
comida. Se repartieron unas 400 cajas de comida ante la atenta mirada de tropas de
infantería policial. Incluso, discretamente ubicada, se pudo ver a una camioneta del
ejército.
Los incidentes siguieron en un local que la cadena Norte de supermercados tiene ubicado
en un complejo Village de cines. En esta ocasión, la concentración de gente fue dispersada
preventivamente. También hubo saqueos en “La Gallega” un comercio ubicado en las
calles Donado y Derqui. La policía informó que se rompieron vidrios y aparecieron cajones
de verdura tirados en la vereda.
Tanto los hombres del socialista Binner, como los del peronista Reutemann coincidieron
ante este diario que las causas debían encontrarse en la actual política económica.
“Disminuyeron por miles los planes Trabajar, las cajas con alimentos y la ayuda social”
dijo Antonio Bonfatti, secretario de gobierno de la Municipalidad de Rosario. Y vinculó el
ajuste a los pagos de la deuda externa: “en lugar de recortar los pagos de la deuda y hacer
un pacto entre todos los argentinos, el gobierno los privilegia. No hay salida dentro de este
modelo”, añadió.
Para que no quedaran dudas aclaró que al referirse al modelo, estaba hablando del
neoliberalismo. “El mismo que comenzó en 1976 con José Alfredo Martínez de Hoz y que
hoy a través de distintos nombres como Roberto Alemann o Domingo Cavallo”, completó.
Concordantemente, Domínguez, dijo a este diario que “la situación se agravó luego de las
últimas medidas económicas, ya que se profundizó la falta de circulante”. No dudó en
reconocer el impacto que la medida tiene en la denominada economía informal.
Las comunicaciones con el gobierno nacional fueron la constante de la jornada. Reutemann
habló con el ministro del Interior Ramón Mestre, quien después de comprometer la
asistencia de unas dos mil cajas alimentarias y 35 de los 140 millones que se le adeuda a la
provincia en concepto de coparticipación, partió en silencio para Córdoba. En la Rosada no
podían ocultar su preocupación. Más aún cuando percibieron que estaban frente a hechos
espontáneos que, al caer la noche, había producido las detenciones de unos 28 pobladores
de Santa Fe, pobres de solemnidad.
OPINION
Por Martín Granovsky
Con más de 20 mil urnas desparramadas a lo largo y ancho del país, y con una
interesante cantidad de votantes, ayer comenzó la Consulta Popular por un seguro de
empleo y formación de 380 pesos por jefe de familia desocupado, entre otros beneficios
sociales, que impulsa el Frente Nacional contra la Pobreza (Frenapo) y que se prolongará
hasta pasado mañana. “La respuesta de la gente es espectacular. Antes protestábamos por
los ajustes, ahora además proponemos una alternativa a este modelo basado en la timba,
que impulsan (Fernando) De la Rúa, (Domingo) Cavallo y (Carlos Menem)”, dijo a
Página/12 un eufórico Víctor De Gennaro, titular de la Central de los Trabajadores
Argentinos (CTA) y miembro de la Junta Promotora de la Consulta.
La urna instalada en la mismísima Plaza de Mayo fue la que robó la atención en la primera
jornada. Allí votaron los diputados nacionales del ARI Elisa Carrió, Alfredo Bravo y Mario
Cafiero, Luis Zamora, de Autodeterminación y Libertad, y la senadora porteña frepasista
Vilma Ibarra. “Tenemos que votar para construir un país desde otro lugar. El país que
teníamos no existe más, y yo le pido a la gente que vote por otra nación”, afirmó Carrió,
luego de emitir su voto favorable a la propuesta del Frenapo. Por su parte, Zamora señaló
que “el Gobierno va a negar fondos para esto, y en el Congreso va a ser difícil que salga,
pero tenemos que pelear”.
A través de la Consulta, la gente puede expresarse sobre los siguientes puntos: pago de un
seguro de 380 pesos para cada jefe de familia desempleado, una asignación universal de 60
pesos por hijo menor de 18 años para todos los trabajadores y una retribución mensual de
150 pesos para las personas mayores de edad que no se han podido jubilar.
En el Frenapo no sólo se preocuparon por proponer una serie de beneficios sociales, sino
que además explicaron de dónde pueden surgir los fondos para financiarlos. La restitución
de aportes patronales a los grandes contribuyentes, reasignar los planes sociales vigentes,
mejorar la recaudación impositiva, eliminar exenciones a Ganancias y Rentas y modificar
el régimen de las AFJP son los mecanismos con los que podrían cubrirse los nuevos planes.
En el centro porteño, las urnas estuvieron, entre otros lugares, en el PAMI, en Perú y
Diagonal Sur, en Plaza de Mayo y en Florida y Avenida de Mayo. “Acá ya pasaron 300
personas para votar”, dijo Marta, una de las mujeres encargadas del puesto del Frenapo en
esta última intersección.
Además, hubo urnas en Acoyte y Rivadavia, Asamblea y Emilio Mitre y Alvarez Thomas y
Lacroze. Durante este fin de semana, las urnas recorrerán distintos barrios, como la Boca,
San Telmo y Parque Centenario. Quien quiera votar, debe tener más de 18 años y exhibir su
DNI.
“Es impresionante cómo se extiende la red territorial del Frenapo. Hubo urnas hasta en
lugares como El Dorado, en Misiones, o en barrios inundados en la provincia de Buenos
Aires. Hasta que no haya ningún hogar pobre en Argentina, no vamos a parar, seguiremos
movilizándonos, seguiremos con todo este trabajo”, enfatizó De Gennaro. “Es
imprescindible pelear por este seguro de empleo y formación, para acabar con este
desempleo disciplinador contra la sociedad, y con todas las chantadas que propone este
Gobierno”, agregó. Hasta el lunes, habrá tiempo para quien quiera participar de la movida.
PANORAMA POLITICO
Por J. M. Pasquini Durán
ALUD
Cuando Raúl Alfonsín, en su tiempo, anunció una “economía de guerra”, muchos le
creyeron, hasta que su administración, la primera de la democracia que daría educación,
comida y salud por 100 años, terminó en final prematuro. A continuación, tras algunos
titubeos desafortunados, en 1991 Carlos Menem encontró a Domingo Cavallo y, una vez
más, se repitió la ilusión de la vieja leyenda: el horrible sapo se convirtió en príncipe
encantador, a cuyos pies cayeron rendidas la inflación y otras malignidades. Nadie sabía,
porque el antiguo cuento nunca relató esos capítulos, que tales milagros duraban poco y
eran irrepetibles. Para colmo, la pareja se hizo pedazos debido a que cada uno de ellos
creyó que tenía la exclusividad de la pócima mágica.
Hartos de reyertas, de corsarios y de pasajeros ilusionistas, los pobladores de la Gran Aldea
buscaron al vecino manso, de familia, sin hábitos extravagantes, incluso con fama de
aburrido para quienes confundían su talante circunspecto con molicie, y le confiaron los
destinos colectivos. Después de las turbulencias pasadas, sus propulsores esperaban un
período de meticuloso orden administrativo, sereno y pacífico, con cierta tendencia al
progreso, basado en dosis sensibles de justicia social aportadas por un coro demócrata de
mediana edad y experiencias juveniles partisanas, cuyos miembros ocuparon expectables
posiciones en el nuevo organigrama institucional. De hecho, quedó formado un nuevo
cuadro político, bipolar como hasta entonces, pero dividido en coaliciones. El peronismo
con los conservadores, desde la historia del sapo y el príncipe, y los radicales inclinados
hacia la democracia liberal con preocupaciones sociales, una actitud que en Europa suelen
llamar socialdemocracia, aunque su aporte al Poder Ejecutivo fue el más notorio exponente
del ala conservadora del partido centenario.
Para no abundar en historias conocidas, quedan eximidos de esta crónica los capítulos más
recientes. El repaso era necesario sólo para recordar, a trazo grueso, que la incapacidad del
sistema político para representar, en la más amplia acepción del término, a las bases
ciudadanas viene ganando velocidad en la cuesta abajo desde hace un largo rato. Es lógico
que esa sensación de inminente estallido concentre la atención en la política, o si se quiere
en la antipolítica, porque los administradores del mercado no son elegidos por las urnas. La
crisis actual, sin embargo, es multipolar, o sea que afecta a todo el sistema de partidos,
incluidas las más recientes agrupaciones, y a otras formas de representación social. Expone,
además, con toda crudeza el fracaso cruel de las teorías acerca de la “mano invisible” del
mercado que había llegado para reemplazar al anterior Estado de bienestar. Ni siquiera
pudo prescindir del Estado para que le saque las papas del fuego al aparato financiero y
archivó todas sus monsergas acerca de la libertad de comercio y la propiedad privada
cuando tuvo que apropiarse del control hasta de los salarios y ahorros más humildes.
¿Dónde andan ahora esos liberales que se santiguaban hasta hace poco tiempo ante la más
mínima sugerencia de la intervención del Estado para equiparar tanta injusticia en el país?
Basta escuchar el parloteo de sus delegados para darse cuenta de que el alud será
imparable: unos repiten la lección memorizada acerca de los gastos fiscales y políticos
como la causa última de semejante depresión económica, como si esos factores alcanzaran
para explicar por qué uno de cada cinco argentinos esté desempleado. Otros hacen
proposiciones legítimas para reparar tanta injusticia, pero no tienen ideas o fuerza para
acumular la masa crítica de respaldo político-popular que les permita realizar esos
programas reparadores. Ni el más optimista presagio puede asegurar que una concertación
entre De la Rúa, Menem, Angel Rozas y Cavallo puede traer alivio, ni qué hablar de
soluciones verdaderas, a los sufrimientos de una Nación con múltiples fracturas, que ya no
confía enmédicos o curanderos, o a los avatares de una economía en la que prosperan sólo
los especuladores y los malandras. Con un Poder Ejecutivo sin partido ni base, aislado y
autista, con la principal oposición que sólo reúne sus fragmentos dispersos cuando puede
sacar algún provecho inmediato y con poderes constitucionales, la Justicia y el Legislativo,
que sólo aportan al descrédito generalizado, ¿alguien sabrá cómo impedir el estallido del
actual sistema político? Quede en claro: del sistema en su conjunto y no la mera caída o
desestabilización del Gobierno.
No es poca cosa un pronóstico de este porte, pero tampoco es el fin del mundo. Sin el
agotamiento de los regímenes que los precedieron, el yrigoyenismo y el peronismo no
hubieran sido posibles, para citar dos ejemplos significativos entre tantos antecedentes
universales. Cada vez que se produjo una reorganización de este tipo, las fronteras políticas
y económicas alcanzaron nuevos espacios. Aunque más no sea por precaución, sería bueno
prepararse para los acontecimientos, para lo cual se demandan algunos requisitos. Primero
que nada, saber qué país puede ser la Argentina en este siglo, para lo cual hay que
apaciguar los debates repetidos a favor y en contra del modelo vigente y avanzar sobre el
diseño del futuro. A la vez, la sociedad no puede estar guardada en sus casas ni resignada a
dialogar con un cajero automático. Desde hace varios días, en distintos sitios, a veces con
espontaneidad y otras con premeditación, grupos de ciudadanos están haciéndose notar y
oír en sus reclamos. En estado de alerta o movilización de la ciudadanía, el estallido
político no tiene por qué ser seguido de la violencia social sin sentido ni habrá que repetir
ninguna Semana Trágica. Las comunidades tienen una capacidad infinita para erigir líderes
cada vez que los necesitan, o para destruirlos cuando las defraudan, sobre todo cuando
tropiezan con alguien o con una corriente que saben hacia dónde van.
¿Habrá alguna posibilidad de pensar en el futuro en medio de tantas urgencias actuales?
Quizá sea la única manera de encontrar respuestas también para esas urgencias, en lugar de
dar vueltas sobre el mismo círculo. A modo de ejemplo: ¿cuántas veces por año irán a
cortar la ruta los que no cobraron el subsidio, o los que se les acaba o los que lo quieren?
¿Cuántas veces regresarán, frustrados o exitosos, a contar los días hasta la próxima vez?
¿Ese país les alcanza o les gustaría algún otro? ¿Qué haría falta para cambiarlo? Aun así,
presentados como preguntas, estos temas suenan más interesantes que el infinito y único
relato, en capítulos cotidianos, de Cavallo, o en aprender si conviene más la transferencia
bancaria que el cheque de mostrador, o, peor aún, dejar que se pierdan trescientos empleos
diarios como si fueran un granizo o cualquier otro fenómeno natural, sobre el que uno nada
puede hacer para impedirlo. Hay personas que no comen y otras no pueden retirar sus
plazos fijos: ¿qué puede reunirlas para luchar en común? Las ganas de vivir mejor y el
orgullo de compartir una identidad y una raza, que nunca serán suficientes para ninguno si
los demás tampoco pueden disfrutarlas con dignidad.
PANORAMA ECONOMICO
Por Julio Nudler
DOMINGO 16
“Decile a Menem que nos apoye. Le conviene. De la Rúa quiere terminar, pero Carlos
también necesita tiempo para crecer dentro del peronismo.” La frase, según confiaron a este
diario un dirigente peronista y un importante consultor, fue pronunciada por Domingo
Cavallo y transmitida de inmediato a Carlos Menem por un emisario antes de la cumbre
con Fernando de la Rúa. Tanto el cálculo de Cavallo como la reunión en sí misma han
cambiado el verso de Borges en dos direcciones. Al actual Presidente y al ex los unen, hoy,
tanto el amor como el espanto. Y, a la vez, a mayor amor entre ellos, mayor espanto ajeno.
De la Rúa es un formalista de la política, que cree en el valor gestual de la concertación
aunque no haya nada que concertar y puede repetir sin avergonzarse que dialoga con
Menem porque éste es el presidente del justicialismo. Sin embargo, cada vez que ambos se
reunieron en los últimos dos años fue signo de que algo brusco estaba sucediendo. El año
pasado, en una reunión privada en Olivos que De la Rúa siempre negó pero fue cierta,
Menem le susurró: “Te vamos a ayudar”. Y, poco antes de la absurda renuncia de Carlos
Alvarez a la vicepresidencia, le advirtió: “Cuidate de Chacho”. Después hubo una reunión
pública con Menem, supuestamente para inaugurar el diálogo político, que es la metáfora a
la que recurre el Gobierno cada vez que precisa disimular una voltereta para alejarse aún
más de las ilusiones del ‘99. Y esta semana se produjo la gran cumbre en la que De la Rúa,
en tono de estadista, prometió estudiar la propuesta de dolarización que le elevó el riojano.
Si el giro anterior consolidó la falta de voluntad del Ejecutivo por investigar el escándalo
de las coimas y, en cambio, cerrar filas con el viejo Senado, el último giro dejó espalda
contra espalda a Menem y De la Rúa contra enemigos, adversarios, populistas,
intervencionistas, keynesianos, devaluadores, industrialistas o simples candidatos a la
Presidencia.
En el medio de ambos giros, Menem había recibido señales claras de la preocupación
presidencial por su cautiverio. “Estuve estudiando el fallo del juez (Jorge) Urso y me
parece absurda la calificación de asociación ilícita”, dijo por ejemplo De la Rúa al ex
presidente chileno Eduardo Frei, seguro de que el político chileno que más se le parece lo
informaría en Don Torcuato. Efectivamente lo hizo, y por supuesto Menem lo dejó
trascender.
Uno de los deportes habituales desde hace dos años es buscar un pacto explícito de
impunidad entre De la Rúa y Menem. Si existe, es obvio que no fue escrito. Y además, no
importa. En política no hay pacto más sólido que el que sellan los hechos con el
fundamento de un interés común. Ambos quieren durar. Los dos buscan comprar tiempo.
Uno, Menem, es un punto de referencia importante para el establishment local e
internacional. El otro, De la Rúa, aún sueña con ganarse la confianza definitiva de los
operadores financieros, a quienes siempre quiso favorecer a pesar de que éstos le devuelven
su compromiso desconfiando de su autoridad, que en cambio si atribuyen a Menem. Y los
dos están absolutamente convencidos de que no hay valor político mayor que el uno a uno.
Menem, porque lo inventó junto con Cavallo, y solo lo reemplazaría por una economía
dolarizada. De la Rúa, porque piensa que soporta mejor la certeza de esta recesión cruel
que la incertidumbre de la devaluación.
El nombre de Miguel Kiguel, el economista de Roque Fernández que se sumó al exiguo
equipo de Domingo Cavallo, formado estos días solo por el israelí Jacob Frenkel y el
asesor Horacio Liendo, es el gran gesto de la convergencia entre De la Rúa y Menem. Ni
De la Rúa ni Cavallo impugnaron a Kiguel por sus antecedentes junto a Roque, que según
ambos era, hasta hace muy poco, el autor del déficit fiscal del último tramo de Menem que
impidió gobernar bien a la Alianza. Tampoco se les ocurrió cuestionarlo porque menos de
dos años después de privatizar el Banco Hipotecarioterminó presidiéndolo. El pragmatismo
desesperado que proviene de la segunda parte de la política en estado puro –la política
como el arte de conservar el poder– tiñe los tumbos de la nueva asociación.
Hace poco más de un año, colaboradores de José Luis Machinea solían quejarse de que De
la Rúa debía afrontar un cuadro fiscal muy severo y peligroso pero que, al revés de Menem,
no tenía delante suyo un cataclismo palpable para todo el mundo como la hiperinflación de
1989. Afortunadamente, unos cuantos meses de esfuerzo lograron achicar las diferencias.
Ya está claro que el peor costado del Plan Candado no es la molestia de la clase media –
sometida a un blanqueo forzoso en condiciones de recesión absoluta– sino la supresión de
un día para otro de todas las economías de subsistencia, desde cartoneros a remises de
barrio, pasando por verduleros y pequeños artesanos. Como ése es, en la Argentina, el
verdadero subsidio de desempleo, su liquidación sin reemplazo de ningún tipo puede
provocar un nivel de crisis desconocida hasta el momento. Otra razón más para que De la
Rúa haya visto en Menem su Richelieu.
Tomaron un
supermercado y
“pidieron” en otro
en Mendoza,
mientras en
Avellaneda
rodeaban un tercero.
Rosario en calma.
Desde el viernes, Rosario es otra vez sinónimo de saqueos, como en aquellos primeros
meses de 1989. Aunque esta vez, la situación social es más grave, ya que Rosario padece el
desempleo más alto del país: 22,9 por ciento. Ayer, un día después de los episodios que
alarmaron al Ejecutivo, los funcionarios provinciales intentaron tranquilizar los ánimos.
“La situación está bajo control. Comenzó a descomprimirse el clima”, declaró el ministro
de Gobierno, Lorenzo Domínguez. Y desde el municipio –que gobierna el frepasista
Hermes Binner– reconocieron que la gente actuó por “necesidad” y reclamaron “una
respuesta” al presidente Fernando de la Rúa. En Mendoza hubo un saqueo y un intento, y
en Avellaneda un “pedido”.
Aunque no quiso hablar de “saqueos”, el secretario de Gobierno de Rosario, Antonio
Bonfatti, reconoció que “la presión de la gente para obtener algún tipo de mercadería”
alteró el funcionamiento de varios comercios de la ciudad. “Indudablemente los reclamos
fueron por necesidad y no movilizados”, agregó Bonfatti, quien de esa forma desmintió que
haya operaciones políticas detrás de los robos. Los saqueos comenzaron el viernes al
mediodía, cuando unas treinta personas entraron al supermercado Santa Ana para llevarse
bolsas de comida. La policía detuvo a diez. El mismo día, un camión de reparto fue
asaltado en la zona sur y horas más tarde unas 70 personas rodearon al supermercado Azul
para reclamar comida. La policía comenzó a reprimir y los vecinos arrojaron piedras. En el
enfrentamiento, resultó herido un niño de 8 años, que recibió un perdigón.
Si en Rosario la situación pareció calmarse, en Mendoza –donde también se habían
registrado saqueos– el escenario no varió demasiado: los hechos habían comenzado el
jueves a la noche en el este de la capital, en el Gran Mendoza. Y en el barrio Godoy Cruz,
unas cien personas se habían citado frente a un supermercado para exigir comida. Ayer a la
mañana, se produjo un nuevo saqueo en el departamento de Guaymallén, donde un grupo
de vecinos de barrios humildes entraron organizadamente y en forma pacífica a un
supermercado de la cadena Atomo. Casi todos eran mujeres y niños, y se llevaron
productos alimenticios de primera necesidad, sobrepasando al único custodio que había en
el comercio. Mientras esto sucedía, un grupo de vecinos de un barrio pobre de Las Heras se
concentró delante de otro local de la misma cadena de supermercados. El clima llegó a
ponerse tan difícil que el cuerpo de Infantería de la policía provincial recibió la orden de
acuartelarse en su totalidad, en prevención de incidentes.
Entretanto, en Avellaneda, unas 250 desocupados y piqueteros ocuparon un supermercado
Carrefour en reclamo de alimentos. Después de tres horas de tensión, abandonaron el local
luego de que los gerentes del comercio se comprometieran a entregarles comida para 500
personas. “Lo hemos conseguido a través del esfuerzo de la gente que está decidida a
luchar para que haya una mesa digna. Esto sirve para paliar el hambre de un solo día pero
la lucha continúa. A mayor ajuste, mayor piquete”, dijo uno de los piqueteros al finalizar la
protesta.
En una Argentina en la que nueve de cada diez personas piensa que la situación es mala
o muy mala, una gran mayoría sigue respaldando la convertibilidad y son minoría los que
se inclinan por la dolarización y menos aún por la devaluación. Muy pocos son los que
tienen una opinión positiva sobre la gestión del presidente De la Rúa, aunque lo ven
levemente mejor que hace un mes. La mitad de los argentinos cree que el país se encamina
al default y que el panorama económico va a empeorar.
Las conclusiones surgen de una encuesta nacional realizada por la consultora Ibope OPSM
y denominada Monitor de Tendencias Económicas y Sociales. Es un testeo que se realiza
semanalmente para un grupo de empresarios y que conduce Enrique Zuleta Puceiro,
consultor que ha trabajado para candidatos de la Alianza, el radicalismo y partidos
provinciales. En total, se encuestaron 1200 personas en 56 localidades de todo el país,
respetándose la proporción por regiones, edad, sexo y nivel económico-social.
Prácticamente todos los consultores reconocen que la gente vive uno de los peores
momentos, primando la incertidumbre y enormes dudas sobre cómo resolver los problemas
cotidianos, qué sucederá con los ahorros o los créditos. Esto, como es obvio, se traduce en
que nueve de cada diez personas evalúa como mala o muy mala la situación actual. En ese
marco se evalúa la actuación del Gobierno.
Para Zuleta, “el Presidente y el Gobierno haciendo algo, tomando decisiones, reconstruyen
un piso de adhesiones que, a diferencia de los anteriores, todavía es muy bajo porque se
percibía que hacía poco o nada. Cuando el Presidente toma una alternativa, hay gente que
lo ve bien. Incluso habría que sumar a los que opinan regular del Gobierno, porque eso no
es poco en la actual situación. El gobierno ha sumado a la dificultad de pisar los depósitos,
la bancarización. Son dos crisis: obligarle a la gente a moverse con los bancos y
paralelamente tocarle los depósitos. Ni la bancarización ni la restricción de los 250 pesos
por semana tienen antecedentes en el mundo. A esto habría que agregarle que a la gente ni
siquiera le queda claro hacia adonde va todo esto, porque no cree que se recaude más y
percibe fundamentalmente la recesión y la falta de trabajo.
Tampoco le gusta una concertación en la que se reúnan sólo radicales y el peronistas, al
estilo de la que comenzó el jueves con la visita de Menem a la Casa Rosada. Eso tiene un
rechazo del 85 o el 95 por ciento”.
Los dilemas de la hora tienen que ver también con la dolarización, la devaluación y la
convertibilidad. Como se ha demostrado a través de los últimos años, la devaluación sigue
siendo un cuco para la gente: tiene créditos en dólares, cree que se viene la hiperinflación y
por lo tanto es una de las alternativas más rechazadas. Otros consultores han “apretado”
más a los encuestadores formulándole preguntas al estilo de “¿usted estaría dispuesto a
respaldar una devaluación si después viene la reactivación?”. Como es obvio, ante esa
alternativa, la gente rechaza menos la devaluación, pero en general es una opción muy
resistida, aunque en menor medida que hace unos años.
Por el contrario, los encuestados no saben muy bien en qué consiste la dolarización, pero
tienen la sensación de que no correrían tanto riesgo con sus créditos ni con la inflación. La
pesificación .-que en verdad también implica una devaluación.- es muy poco conocida.
Más allá de una u otra política económica, lo cierto es que más de la mitad de la población
cree que la Argentina va camino al default y que la economía evolucionará
desfavorablemente en el próximo período. Eso sí, curiosamente la gente le echa la culpa a
los políticos y no a los economistas por la actual situación: el 70 por ciento opinó que
estamos ante una crisis política que afecta a la economía y no una crisis económica que
afecta a la política.
EL CACEROLAZO Y LOS SAQUEOS EN PARALELO AL CONCLAVE DE LA RUA
MENEM
La consigna es liberación o CBU
Contaba la historia de estas pampas (si usted prefiere, una versión de esa historia) que el
gaucho fue más que un gaucho cuando tuvo su lanza y su caudillo, que el ciudadano lo fue
más cuando –tiempos del yrigoyenismo– libreta de enrolamiento en mano, supo valerse del
voto. Y que el laburante tuvo su cuota de poder cuando el carné sindical cambió en algo la
correlación de fuerzas. Movimientos populares debatidos, limitados, reformistas las más
veces permitieron que muchos argentinos disputaran el espacio público. Lo hicieron
usualmente con arrogancia, con prepotencia y aun con un jacobinismo mal direccionado
que los aislaba de potenciales aliados. Pero, así y todo, hubo tiempos –no siempre breves–
en que ser gaucho, ser argentino, ser trabajador era una condición honrosa y hasta
desafiante. En todo caso, la memoria de esas épocas permite que, a despecho de lo ajado de
sus pergaminos, el radicalismo y el peronismo sigan teniendo quien los represente en todos
y cada uno de los confines de la Argentina.
La lanza, la libreta de enrolamiento, el carné sindical vinieron apareados con colectivos que
potenciaron a sus integrantes, les permitieron mejorar sus condiciones de vida y hasta les
dieron el orgullo de ser lo que fueron. ¿Qué diantres tiene qué ver esa historia con un país
en el que un buen tramo de sus pobladores –de hecho no lo más sojuzgados- transita su
vida, cual si fuera un purgatorio, de casa al cajero automático y del cajero a casa, y cuyo
único signo palpable de identidad es el CBU?
Quizá conserve algo en común. Es el actual, algo se husmea, un país que no se banca más.
Y, acaso, broten cenizas de los pasados fuegos. Dos hechos, aislados entre sí por obra y
gracia de la fragmentación social, permiten suponerlo: el cacerolazo y los saqueos.
El cacerolazo superó las previsiones de sus organizadores, de los medios que debían
cubrirlo, de sus propios protagonistas que minutos antes de lanzarse a meter bulla no lo
tenían agendado. Ese colectivo improbable, incómodo, pero ineludible porque expresa el
tono de los tiempos –”la gente”– se hizo sentir y cómo. Como suele ocurrir si se afina
apenas la mira, hay más mujeres que hombres en “la gente”.
El cacerolazo fue impensado, toda bronca acumulada que detonó en alegría, en ese
sentimiento incomparable que brota en cualquier persona de bien, aun aquellas de
tendencia individualista, cuando se suma a algún hecho colectivo, así sea una batucada
informal.
“No nos convocó nadie –se preciaban (palabra más, palabra menos) las vecinas y vecinos–
detrás de esto no hay ni un sindicato ni un partido.” Tenían razón, pero tal vez andando el
tiempo deberán reparar que la pura espontaneidad, la falta de orgánicas y de proyectos de
poder es más un problema que un logro. Al fin y al cabo, mediaron casi dos meses entre el
“triunfo del voto bronca” y el ruido de las ollas y en el medio la mayoría silenciosa siguió
siendo ambas cosas, amén de inerte.
Pero el fenómeno no es menor y el Gobierno lo registró. “Es la clase media que nos da la
espalda –analizó frente a este diario un integrante del ala política del Gabinete– estamos
como Menem en el ‘97.” “Es la primera derrota de la Alianza en Capital” se estremeció una
alta espada del Gobierno. “Bien o mal, acá ganamos las elecciones de octubre. Ahora nos
gritan que nos vayamos.” La potencia de las frases sólo se mide bien si se recuerda la
proverbial tendencia al autismo y a la sordera que campea en la Rosada. Pero la surtida
protesta de estos días pareció encontrar antenas mejor orientadas, como se ve.
Ocurrió lo mismo con los saqueos. “Son espontáneos. No los capanguea la izquierda ni la
Corriente (Clasista y Combativa)”, diagnosticó un importante funcionario de Interior y eso
lo preocupa. Es que el Gobierno cree tener bajo control a la izquierda social, aun a la más
organizada y, de mínima, conoce sus límites numéricos. Pero la reacción de pobres
noencuadrados hace temblar todo el tablero. Los saqueos comenzaron en el mismo lugar
que el ‘89, lo que prueba que la realidad ama las simetrías, las metáforas... quizá las
profecías.
Es posible y hasta probable que las reacciones de estos días se repitan y potencien. Y no
tienen por qué quedar confinadas a la Capital y Rosario. En la provincia de Buenos Aires,
el ministro de Seguridad tiene desde hace varios días un informe que hace fruncir su ceño y
los del gobierno nacional que (vía Ministerio de Defensa) ya lo conoce. Preanuncia, para la
semana que empieza mañana, la inminencia de acciones masivas reclamando alimentos y
productos de primera necesidad frente a supermercados, que –de no ser acogidos– podrían
derivar en saqueos. La información no fue compilada apenas por los usualmente paranoicos
y poco perceptivos servicios de Inteligencia. También aportaron data intendentes del
sufrido conurbano y funcionarios de los ministerios de Trabajo nacional y provincial. Todos
prevén un incremento del conflicto social para las Fiestas, con inicio –ya se dijo– en los
próximos días.
Para prevenirlo el vicegobernador Felipe Solá viene urdiendo un acuerdo entre los
principales hipermercados de la provincia y dirigentes de la Corriente Clasista y Combativa
(CCC): la entrega de bolsas de comida para necesitados, cuyo costo será soportado por
mitades entre la provincia y los híper. En Provincia no saben si esta medida alcanzará para
evitar más reclamos y movilizaciones. Sobre todo si provienen de pobres no contenidos por
la CCC o por otros encuadramientos políticos o sindicales.
Al fin y al cabo, explica en riguroso off the record un peronista intendente del conurbano,
el argentino todavía piensa tener derecho a poner algo digno en su mesa para las Fiestas. Y
las que se vienen, con el aguinaldo en jaque para “los privilegiados” que trabajan y todo
aún peor de ahí para abajo, pintan como para hacer perder la paciencia a los más pacientes.
King makers in the Pink house
LUNES 17
En la reserva ecológica los porteños hicieron cola para votar. En Misiones un operativo
especial llevó urnas hasta las poblaciones metidas en la selva. En algunas zonas del sur del
país, como la pequeña localidad de El Hoyo, en Chubut, la votación terminó antes de
tiempo, cuando el habitante número 98 puso su boleta y en el pueblo ya no quedó nadie sin
votar. La Consulta del Frente Nacional Contra la Pobreza avanzó en su tercer día con una
participación muy por encima de la esperada. Las proyecciones del Frenapo indican que
entre el viernes, el sábado y el domingo votaron un millón novecientas mil personas. La
Consulta termina hoy a las seis de la tarde y la gran apuesta es a alcanzar los dos millones
de electores.
“Nos habíamos fijado un piso en cada lugar del país y prácticamente en todos lados ese
mínimo se está superando”, resumió anoche con los primeros datos en la mano Víctor De
Gennaro, secretario general de la CTA y uno de los fundadores del Frenapo.
La votación consiste en decir sí o no a la creación de tres instrumentos que en conjunto
constituyen un salario de ciudadanía: un seguro de empleo y formación de 380 pesos
mensuales para cada jefa o jefe de hogar desocupado, una asignación universal de 60 pesos
por mes por cada hija o hijo de hasta 18 años y otra de 150 pesos para los mayores de 65
años que no perciban jubilación ni pensión.
De acuerdo a los datos relevados hasta anoche por el Frente, los distritos con más alto
número de electores son la provincia de Buenos Aires (578.828), la Capital Federal
(186.683), Santa Fe (118.950) y Entre Ríos (90.340). Los datos corresponden al 67 por
ciento de las urnas escrutadas, con un total de 1.345.703 votos en todo el país. La
proyección del número de electores para el 100 por ciento de las urnas en estos tres
primeros días de la Consulta es así de 1.989.140 votos.
El balance final de la consulta se dará a conocer hoy, a las seis de la tarde, en una
conferencia de prensa en el local de Rivadavia 1944.
El domingo ofreció postales de todos los sectores sociales. En la Capital Federal se vio
votar a caras conocidas, algunas previsibles como Mercedes Sosa o los actores Daniel
Fanego y Raúl Rizzo; otras que causaron cierto revuelo, como la jueza federal María
Romilda Servini de Cubría.
En los barrios más postergados de La Matanza, grupos de cartoneros se organizaron para
llevar la Consulta a sus vecinos, recorriendo calles y pasillos de villas y asentamientos con
la urna arriba de sus carros tirados a caballo. Ocurrió en Villa San Antonio, en la zona de
altos de Laferrere y en el asentamiento El Tambo, según repasó Luis D’Elía, de la
Federación de Tierra y Vivienda.
Los piqueteros abrieron 337 urnas en todo el partido y caminaron barrios (Villa Adriana, La
Loma, Don Juan, Independencia, San Cayetano) para invitar a votar a la gente casa por
casa.
En Concordia, la ciudad con mayor índice de desocupación de Entre Ríos, el padrón se fue
completando mientras a unas pocas cuadras se producía un nuevo saqueo a un
supermercado.
Vale la pena contar cómo se originó el disturbio: “El viernes, los presidentes de 16
comisiones vecinales de las zonas más pobres organizaron una jornada solidaria en la plaza
para pedir donaciones de alimentos para repartir en la Navidad”, relató Beba Tribulatti,
integrante del Frenapo local. “La convocatoria, sin embargo, no dio resultado. Ocurre que
los que tienen trabajo están sin cobrar y entonces nadie puede dar mucho. Los saqueos
empezaron después de que en esos barrios se viera que el festival había sido un fracaso y
que no habría bolsas de Navidad. Los (viene de página 3) supermercados donde la gente
entró para llevarse comida están cerrados hace mucho tiempo y todo el mundo sabe que
tienen mercadería adentro.”
El responsable de la Consulta en El Hoyo (Chubut), telefoneó a la sede central del Frenapo
el sábado:
–Bueno ya está, listo, anoten los resultados –anunció. –¿Cómo que ya está? –se fastidiaron
del otro lado de la línea–; la consulta termina el lunes, así que traten de mantener las urnas
hasta el final.
–Es que no vale la pena –se ufanó el chubutense–. Acá ya votó todo el pueblo. No quedó
nadie sin participar.
Con la Consulta en la Argentina se usa por primera vez un mecanismo de democracia
directa por una iniciativa que no fue convocada desde el Gobierno. Sin el respaldo del
Poder Ejecutivo, sin el apoyo de las mayorías en el Congreso y sin usar las maquinarias de
los partidos políticos, las mesas de votación se sostienen a pulmón, con el impulso de los
60 mil militantes del Frente.
La falta de grandes aparatos partidarios se nota a simple vista y si bien eso dificulta el
proceso (ayer, por ejemplo, hubo menos mesas que el viernes y el sábado), en todos los
puntos que recorrió este diario el detalle era rescatado como un dato positivo por los
votantes, casi sin excepción.
“En general, la mayoría de los que se acercan conocen la propuesta”, apuntó en el centro de
votación de la Costanera Sur Julio Gambina, de Attac Argentina, “pero los que no, quieren
saber antes de votar quiénes están detrás del Frenapo. Hay mucho insulto hacia la clase
política, la gente incluso se molesta al saber que, aunque éste es un frente no partidario,
algunos políticos lo apoyan”.
El Frenapo reúne organizaciones empresariales, universitarias, de trabajadores, de derechos
humanos, culturales. Lo integran también intelectuales, artistas y por supuesto, políticos,
como las diputadas nacionales Elisa Carrió, Alicia Castro, Marcela Bordenave, Graciela
Ocaña y sus pares Alfredo Bravo, Jorge Rivas y Patricio Echegaray.
Entre los representantes de los organismos de derechos humanos está la presidenta de
Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto; el del Centro de Estudios Legales y Sociales
Horacio Verbitsky; el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. Por la Asamblea de
Pequeños y Medianos Empresarios, Francisco Dos Reis y Edgardo Form por el Instituto
Movilizador de Fondos Cooperativos.
Su planteo central es que el principal problema del país es la desigual distribución de la
riqueza que se produce. El Frenapo sostiene que la pobreza es la consecuencia de la
desocupación, y que la desocupación se ha convertido en el instrumento de
disciplinamiento social más fuerte, tanto en lo político como en lo cultural y económico.
“Económicamente –puntualizan– porque la desocupación sirve para sobreexplotar a los
ocupados, en lo social porque fractura a las familias y diluye a las organizaciones
populares; en lo político, porque ¿qué clase de ciudadanía es la que se ejerce en un país con
la mitad de la población viviendo por debajo de la línea de pobreza? En lo cultural,
finalmente, porque apela al terror de aquel genocidio que fue la hiperinflación se continúe
con este genocidio que es la planificación de la desigualdad actual.”
Los organizadores esperaban que la Consulta lograra un piso de un millón de votantes. Ya
lo duplicaron.
MARTES 18
Después de los saqueos del fin de semana, la situación es cada vez más frágil en
Concordia, Rosario y Mendoza, pero la novedad más importante es que los conflictos por
la falta de alimentos llegaron al Gran Buenos Aires. Grupos de desocupados se
concentraron frente a los supermercados Auchán, Makro, Vital y Carrefour de Quilmes, y
las protestas sólo se desactivaron mediante promesas de envío de comida y el pago de
planes Trabajar. Mientras tanto, el Ministerio de Desarrollo Social dispuso enviar 200 mil
kilos de comida para las zonas en conflicto, apostando a enfriar los ánimos.
En Concordia, escenario de copamiento de negocios durante los últimos días, dos mil
personas se instalaron en la playa de estacionamiento del supermercado Norte. La tensión
sólo comenzó a aflojar cuando el director de Asistencia Social provincial, Héctor Londra,
informó que 8 mil familias de la ciudad recibirán ayuda del gobierno entrerriano.
En Mendoza, los saqueos se evitaron a duras penas. En la capital provincial y en las
localidades de Las Heras y Guaymallén, la policía frustró los intentos de distintos grupos
que intentaron ingresar a los supermercados. Según fuentes policiales, hubo 15 personas
detenidas por estos hechos, entre los cuales están dos militantes peronistas vinculados a un
concejal de esa fuerza. En Salta, donde muchos recuerdan los piquetes de Tartagal y
General Mosconi, se redobló la presencia policial en los supermercados de la capital, y en
Rosario los pedidos fueron reprimidos a balazos (ver aparte).
El Ministerio de Seguridad bonaerense aseguraba manejar un informe de inteligencia que
advertía que se iban a multiplicar los reclamos por alimentos. El fantasma de los saqueos
asusta al Gobierno nacional, porque le recuerda los últimos meses de Raúl Alfonsín en
1989, pero también a Carlos Ruckauf. Además del informe que posee el ministro Juan José
Alvarez, el vicegobernador Felipe Solá negocia con los hipermercados la distribución de
bolsas de comida junto a la Corriente Clasista Combativa (CCC), para ahuyentar posibles
desbordes. Sin embargo, el problema se presenta con aquellos pobres no encuadrados en
esa organización.
Precisamente ayer fue la Coordinadora de Trabajadores Desocupados (CTD) Aníbal Verón
la protagonista de la protesta en Quilmes, ciudad gobernada por el aliancista Fernando
Geronés. Unas dos mil personas exigieron comida frente al supermercado Auchán. Luego
fueron al Carrefour de la Avenida Calchaquí, en donde permanecieron hasta el atardecer. La
CTD es un grupo mucho más intransigente que la CCC y que la Federación de Tierra y
Vivienda que conduce Luis D’Elía, a quienes aquella acusa de ser una “burocracia
piquetera”.
En Quilmes, recién cerca de las 20 una asamblea de los desocupados decidió aceptar la
propuesta tripartita hecha por la Nación, el gobierno bonaerense y los supermercados: que
se distribuyan entre los manifestantes 3 mil bolsones de alimentos frescos de 20 kilos cada
uno, y que el viernes se salden los pagos adeudados por los planes Trabajar.
“Es una situación gravísima la que se vive por la situación económica, por la recesión, en
resumen, por el estado de necesidades básicas que no están satisfechas”, dijo el sacerdote y
dirigente de la CTD Alberto Spagnolo.” Hace seis meses que venimos reclamando
alimentos y no tenemos respuestas a los reclamos; seguimos sin un plan alimentario en
serio”, agregó.
Pero el tema no está cerrado. “Si no se cumple con lo acordado, el miércoles estaremos con
el plan de lucha nuevamente en la calle”, señaló Spagnolo, y advirtió que “si el Gobierno y
la clase política siguen sin oír los reclamos de los pobres y los desocupados,
desgraciadamente, estamos yendo hacia estallidos sociales mucho más graves aún antes de
fin de año”.
En el Carrefour de Avellaneda, un distrito donde es intendente el frepasista Oscar Laborde,
cerraron sus puertas a las 18, ante la presenciade grupos de desocupados que también
pedían comida. Al levantarse la protesta en Quilmes, ellos hicieron lo mismo.
“Es muy difícil que tanto la provincia como la Nación cumplan con lo que pedimos”,
asumía un colaborador de la CTD. “Por lo tanto, lo más probable es que el miércoles
volvamos a reclamar”, decía, en sintonía con Spagnolo.
Por su parte, el Gobierno nacional observa con creciente preocupación el encadenamiento
de protestas. Saben que las deudas que todavía mantiene con las provincias es uno de los
causantes del problema. Ante ese panorama, el Ejecutivo apuesta a que el envío de comida
y la regularización de los pagos de los planes Trabajar puedan descomprimir la situación.
Además, confían en que la decisión de Domingo Cavallo de permitir extraer 500 pesos más
de las cuentas bancarias de sueldos inyecte efectivo y se calmen algo los ánimos.
Con los saqueos del fin de semana dando vueltas en el ambiente, el Gobierno apostó a la
promesa de enviar alimentos a las provincias en conflicto a través del Desarrollo Social.
Según informaron en esa cartera, Sartor dispuso mandar 200 mil kilos de comida a Santa
Fe, Entre Ríos y Mendoza. Precisamente ayer el ministro estuvo reunido por la tarde con el
gobernador mendocino, Roberto Iglesias, mantuvo contactos telefónicos con el mandatario
entrerriano Sergio Montiel, y hoy tiene previsto recibir al mediodía al santafesino Carlos
Reutemann.
El ministro de Trabajo, José Dumón, había revelado que las instrucciones de Fernando de
la Rúa son “colaborar codo a codo con las provincias que tienen problemas”.
Las fuerzas de seguridad e inteligencia reconocen que la gran parte de los saqueos y de los conatos de
saqueos de estos últimos días se deben fundamentalmente a la bronca y el malestar por la situación
económica y la falta de dinero. De todas maneras aducen que en el sur del Gran Buenos Aires y en Rosario
aparecen “canalizando a la gente muchos de los dirigentes de siempre, de los que reclaman planes Trabajar
No vemos que hagan negocio económico con esto, lo que hacen es proselitismo político. En Concordia, en
cambio, el movimiento que se llevó alimentos de un supermercado fue caracterizado como “muy
espontáneo, sin ninguna organización. Era una empresa en quiebra y los vecinos, desesperados, vieron un
boquete y se metieron a agarrar lo que había. Eso sí, estaba el Chelo Lima, aquel que hizo la payasada junto
a la sargento Pato fingiendo que era un guerrillero en el monte entrerriano. Estaba en el saqueo, pero no
tuvo ninguna influencia”. También –según las fuerzas de seguridad– fue distinto lo de Mendoza donde
resultaron detenidos dos matones ligados al PJ. Por supuesto no faltan en el Gobierno los que hacen una
lectura lineal: los líos son en Mendoza y Entre Ríos, provincias con administración aliancista y en Santa Fe
donde está Carlos Reutemann, que no quiere elecciones ya. Obviamente sugieren que Ruckauf o alguno de
sus adherentes está detrás de las movidas.
Para las fuerzas de seguridad, los hechos que se produjeron desde el viernes significaron un alerta y un
síntoma que consideran más que peligroso. Las órdenes que llegan desde la Casa Rosada y los gobiernos
provinciales son “negociar, negociar y negociar, no hacer demostraciones de fuerza y evitar cualquier
enfrentamiento. Y además, por sobre todo, tener las fuerzas en el lugar antes que lleguen los saqueadores,
para evitar males mayores”. Ayer a la tarde se dio un hecho inédito: un fiscal bonaerense le ordenó a la
empresa Carrefour cerrar su supermercado de Quilmes para evitar un posible saqueo.
En el Gran Buenos Aires, sobre todo en la zona sur, hubo que negociar durante horas frente a los
supermercados Makro, Vital, Auchán y Carrefour. Conducían el piquete hombres del Movimiento de
Desocupados Aníbal Verón una organización que, según las fuerzas de seguridad, se escindió del
Movimiento Teresa Rodríguez cuando tomaron una sucursal del Banco Provincia. El Aníbal Verón es un
grupo fuertemente politizado, más de izquierda que peronista y una mezcla de desocupados con gente de
clase media. Ayer las negociaciones duraron horas, aunque el eje de las tratativas fue el pago de planes
Trabajar que se les deben desde hace rato. En el marco de esos diálogos, los piqueteros pidieron 600
toneladas de comida, una cifra sideral, por lo que los supermercados presentes se retiraron de la mesa. Al
final, hubo un compromiso de la Provincia de Buenos Aires de pagarles los planes Trabajar y los
supermercados les entregarían algo de comida el sábado.
En Mendoza se da un caso conflictivo: fueron detenidos dos matones -Humberto “Chango” Carrera y
Carlos Farías– relacionados con dirigentes del PJ y empleados de la municipalidad de Las Heras. En
principio se los acusó de ser autores intelectuales de los saqueos e incluso se los vinculó, a través del
diputado nacional Guillermo Amstutz con la corriente que lidera Ruckauf. Con el correr de las horas, el
gobernador Roberto Iglesias dijo que el diputado no tuvo nada que ver y que incluso intercedió para frenar
los saqueos. De todas maneras, el papel de los matones nunca quedó claro, aunque hay que agregar que
hubo sucesos en al menos diez lugares distintos de Mendoza, producto de que en los cajeros automáticos n
había ni billetes ni bonos ni nada.
Concordia es una ciudad de 150 mil habitantes de los cuales 50 mil están desocupados o subocupados.
El sábado a las dos de la tarde, un grupo de gente entró al supermercado Maxitotal, que cerró hace tiempo,
para llevarse la mercadería almacenada. Como allí no había muchas cosas, el grupo siguió viaje a otra
sucursal de la empresa. El domingo fueron a un supermercado Norte, y como allí pudieron hacer poco y
nada porque el personal de seguridad estaba advertido, se metieron en los almacenes de barrio. Los
comerciantes tenían armas y se produjo una balacera que milagrosamente no produjo ninguna muerte. “Yo
me la veía venir y ya le había dicho al gobernador, Sergio Montiel, que iba a haber estallidos. El dijo que
no. La única salida ahora es cambiar la orientación de la política económica”, dijo a este diario el peronista
Hernán Orduna, intendente del distrito.
–¿Qué balance hace de los saqueos?
–Para usar una frase que está de moda, ésta es una pelea de pobres contra pobres. El domingo hubo un
tiroteo entre la gente que pedía comida y los dueños de los almacenes de los barrios más humildes, que
salieron a defenderse. No hubo heridos, pero fue una noche pesada. La mayoría de la gente que salió a
saquear es gente desesperada, que está sin laburo, pero todos los malandrines también aprovecharon la
volada y quedaron contentos. El domingo, Norte empezó a correr la bola de que iban a repartir bolsas y
ayer se distendió un poco la cosa. Terminaron entregando mil.
–¿A quién responsabiliza de esta situación?
–Hay una base material objetiva que tiene que ver con la desocupación feroz que hay en Concordia. Hay
ocho mil jefes y jefas de familia que son trabajadores de la fruta. Y gracias a la Convertibilidad no se
exporta nada. El programa alimentario UNIDOS, que debería llegar mensualmente, lo recibimos salteado. A
los municipales les debemos los sueldos de setiembre, octubre y noviembre porque no entra un mango. La
matriz de hambre es real. Y es el producto de un modelo que viene desde 1976.
–¿Cómo cree que se puede solucionar esto?
–En lo inmediato, la proximidad de las fiestas es un elemento muy fuerte: el gobierno tiene que enviar
ayuda alimentaria para esa fecha. Y en el corto plazo hay que cambiar la orientación de la política
económica. Eso es más profundo que devaluar o dolarizar. Acá hay que dejar de lado la especulación,
cobrarles impuestos a las empresas que más dinero ganan. Pero estos radicales...
–¿Usted cree que los radicales no saben gobernar?
–Yo creo que hay que cambiar la orientación de la política económica y formar un frente político y social.
–¿Qué opinión tiene de la consulta popular que realizó el Frente Nacional contra la Pobreza (FRENAPO)?
–Creo que fue una propuesta brillante que va en el camino correcto. Nosotros fuimos el primer municipio
que adhirió a la consulta.
–¿Cómo reaccionó el gobernador Sergio Montiel frente a los saqueos?
–Yo le había adelantado al gobernador el lunes de la semana pasada que iba a haber un estallido. Y el dijo
que no, que no creía que eso fuera a ocurrir. Y ocurrió. Montiel reaccionó, ayer me reuní con el ministro de
Acción Social, con gente de la Pastoral Social. Acá no hay margen para peleas. Sería suicida y miserable.
Tratamos de distribuir lo que hay.
MIERCOLES 19
El funcionario escucha el informe sin un comentario, se remueve en su silla con el aire de quien acaba
de recibir una noticia incómoda y pregunta cuántos son.
–Unas 400 personas, de nuevo en Quilmes –le dicen del otro lado.
–¿Qué hacen?
–Están dando vueltas, caminan. Hay movimiento, mujeres con chicos y nos pareció mejor tenerlo al tanto.
–¿Pero hacen algo? –insiste el de traje con la vista fija en la cucharita del café.
–Por ahora sólo caminan.
–Avíseme si pasa algo más.
El hombre tiene cargo de ministro en la provincia de Buenos Aires y un diagnóstico sobre los saqueos y
pedidos de comida. “Esto no es como en el ‘89”, dice a Página/12; “aquélla fue una crisis de coyuntura, en
cambio ahora hay una situación estructural”.
Ayer en el conurbano hubo nuevos pedidos de alimentos a los supermercados y un saqueo, el primero que
se produce en la provincia. A la mañana unos 60 vecinos de la villa 9 de Julio (en San Martín) cruzaron la
calle que separa el asentamiento de la zona asfaltada y pidieron comida en el local de la cadena Dia%. El
encargado del lugar les pidió que volvieran a las tres de la tarde con la promesa de que la casa central de la
firma le mandaría “un camión de mercadería”. A las tres, al ver que el camión no aparecía, los del negocio
intentaron bajar la persiana y los vecinos se abalanzaron para impedirlo.
Algunos consiguieron entrar y manotear las primeras góndolas. En el forcejeo, una fila de botellas terminó
por el piso mientras el encargado de seguridad llamaba a la policía; cuando se escucharon las primeras
sirenas la gente abandonó el supermercado.
Se reagruparon a cuatro cuadras, en el negocio que todos identifican como “el de los chinos”. Pero en la
puerta ya estaba apostada la policía y después de unos minutos la manifestación se desarmó.
Al mismo tiempo en San Miguel 200 habitantes de la Villa Mitre llegaban hasta la esquina del Disco de la
zona; hubo ladrillazos contra la custodia. Frente al Carrefour de San Isidro se reunieron otras 300
personas.
¿Son grupos organizados? En realidad, lo que preocupa a los funcionarios es que empezaron a verse
algunos que no. En los primeros reclamos de la semana (como el que se vio el lunes en Quilmes, por
ejemplo, del Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón) participaron efectivamente grupos
organizados, “aunque acompañados por una cantidad importante de gente más inorgánica”.
Se trata de organizaciones de piqueteros que por ser más recientes o todavía no muy numerosas, no
consiguen garantizarse el pago a término de los planes de empleo o la llegada de bolsas de alimentos desde
el municipio. Pero ayer, el primer saqueo fue protagonizado directamente por vecinos que “no respondían
a nadie” y que posiblemente por esto tengan poca experiencia en negociar con la policía, con los
comerciantes o los fiscales.
Para el conurbano la estrategia ante el conflicto social será intentar redoblar la asistencia y apoyarse en los
intendentes. En La Matanza, Alberto Balestrini prepara contra reloj una caja de Navidad, en un trabajo
conjunto con el consejo de emergencia económico que integran todos los partidos políticos, la iglesia, los
empresarios y los piqueteros. “Estamos tratando de llegar a 10 mil familias que hoy no reciben nada.
Queremos que el 24 a la noche puedan tener una cena decorosa, aunque sea de fideos con tuco”, dijo ayer
el intendente a este diario.
También se multiplicaron las gestiones para que los beneficiarios de los planes de empleo puedan
cobrarlos esta semana, algo que parece bastanteprobable con el Plan Barrios, que se paga en patacones,
pero más complicado con los Trabajar.
En La Plata consideran que “los que están saliendo a pedir comida ni siquiera son los más pobres de entre
los pobres, sino los más articulados”, y la pregunta que se hacen todos es qué va a pasar con los que no. En
el Ministerio de Seguridad que conduce Juan José Alvarez se ha ordenado a la policía que sostenga al
máximo una actitud de diálogo con los manifestantes mientras el vicegobernador Felipe Solá y el ministro
de Trabajo Aníbal Fernández intentan armar un colchón de asistencia que distribuirían esta semana. Todos
se muestran convencidos, sin embargo, de que esto no es lo del ‘89 y nadie está seguro de que el conflicto