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Historia de Filosofía Antigua

Universidad Nacional de Rosario


Facultad de Humanidades y Artes
Escuela de Filosofía
Cátedra de Historia de la Filosofía Antigua
Prof. Titular: Pilar Spangenberg
JTP: Rodrigo Braicovich

[APUNTES SOBRE
HISTORIA DE GRECIA]
MATERIAL DIDÁCTICO DE CIRCULACIÓN INTERNA
Romina V. Andrea
"La mente humana sufre extraños errores en las perspectivas del
tiempo cuando se somete a consideración el pasado remoto:
los siglos se convierten en años y los milenios en décadas."
M. I. Finley
(El mundo de Odiseo, p. 7)

1. Advertencia preliminar

La historia de Grecia es tan extensa como compleja. Aquí nos proponemos resumir en pocas páginas los
acontecimientos históricos más relevantes que han tenido como consecuencia cambios sociales de gran
impacto y que encontramos reflejados en muchos de los textos que trabajamos en nuestra materia. Es
necesario aclarar, en consecuencia, que la pretensión de sencillez deriva no solamente en un gran
recorte, sino también en la simplificación de fenómenos históricos de enorme complejidad.

Debemos advertir que el presente trabajo tiene como único objetivo orientar al alumno en la cronología
histórica del mundo griego, ofreciendo como referencia material bibliográfico de consulta para ampliar
y profundizar lo que aquí se esboza.

Sugerimos que esta lectura se complemente con la ficha de Cronología mínima que se encuentra entre
el material ofrecido por la Cátedra. Para ampliar las referencias bibliográficas en relación con la historia
de Grecia se podrá consultar el programa de la materia, así como también el programa de Historia de
Europa I de la carrera de Historia de la UNR.

Toda la bibliografía está a disposición de los alumnos.

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2. El mundo micénico y el mundo homérico

Los poemas homéricos, la Ilíada y la Odisea, se los sitúa temporalmente en el siglo VIII a.C., pero
describen una época que comienza en el año 3000 a.C. y culmina aproximadamente en el 1100 a.C..
Durante mucho tiempo se pensó que Homero en verdad daba testimonio fiel a ese antiguo mundo. Sin
embargo, bajo la luz de nuevos descubrimientos, los estudiosos comenzaron a notar las diferencias
entre las antiguas sociedades palaciales y la sociedad homérica.

2.1. La Edad de Bronce [3000 a.C. - 1100 a.C.]

Dos grandes descubrimientos cambiaron nuestra concepción del mundo antiguo drásticamente.1 El
primero fue propiciado por Heinrich Schliemann quien, a finales del siglo XIX, realizó campañas
arqueológicas que permitieron localizar Troya y Micenas. El segundo fue el desciframiento, en el siglo
XX, de un tipo de escritura encontrada en tablillas de arcilla en los palacios micénicos, conocido como
Lineal B.

En 1871 Schliemann comenzó las excavaciones en el monte de Hissarlik con la convicción de que
encontraría Troya. Y lo hizo, aunque de una forma desprolija e inexperta, ya que era un aficionado y no
un arqueólogo. Como se sabe, no hubo sólo una ciudad de Troya, sino muchas (nueve en total), que se
fueron construyendo unas sobre las ruinas de las otras. Schliemann empezó a cavar hasta alcanzar lo
que él creyó que era la ciudad descrita en la Ilíada, destruyendo las ruinas que estaban por encima de
ésta.2 A pesar de ello, se le reconoce el mérito de haber encontrado ese lugar que se pensaba como algo
mítico. Posteriormente, en 1876, comenzó con los trabajos en Micenas.

Las excavaciones permitieron comenzar a descubrir el mundo de la Edad de Bronce, del cual no se tenía
hasta entonces ninguna prueba histórica concisa. Es un período que abarca desde el 3000 a.C. hasta el
1100 a.C. aproximadamente. Dos milenios de historia de la humanidad equivale a muchas
generaciones, y esto, a su vez, implica muchas variaciones. La periodización que generalmente se toma
como referencia es la que realizó Arthur Evans a principios del siglo XX.3 En ella se divide la Edad de
Bronce geográficamente en las siguientes regiones: Heládico, Minoico y Cicládico,4 las cuales se
subdividen temporalmente en: Antiguo, Medio y Reciente, con tres divisiones temporales más por cada
una.5

1
Cf. GARCÍA IGLESIAS, Luis, Los orígenes del pueblo griego, Síntesis, Madrid, 2002.
2
No nos detendremos en los detalles del descubrimiento de Troya, que son verdaderamente interesantes, pero
no influyen de manera directa sobre nuestra materia. Recomendamos leer el artículo: GAMER, Gustav. “Troya a la
luz de las últimas investigaciones” en Arqueología Prehistórica del Próximo Oriente U.A.B., Actas del Primer,
Segundo y Tercer Seminario de Arqueología en el Próximo Oriente, celebrados en la Universitat Autònoma de
Barcelona, ed. M. Eugènia Aubet y Miquel Molist, 1992, pp. 199-223.
3
Se puede ver el cuadro periodológico de GARCÍA IGLESIAS, op. cit., p. 25.
4
El período Heládico corresponde a la zona geográfica de la Grecia continental; el Minoico corresponde a la isla de
Creta; y el Cicládico corresponde a las Cícladas, un archipiélago situado en el Egeo.
5
Esta periodización ha acarreado muchas críticas. Finley, uno de los grandes historiadores de los últimos tiempos,
dice que si bien esta presentación en tríadas de la Edad de Bronce es estéticamente agradable, “no ofrece

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La utilización del bronce, como también del plomo y la plata, estaban destinadas a distintos objetos que
van desde piezas decorativas hasta armas. No se han encontrado grandes cantidades de herramientas
de metal, y las encontradas correspondían a artesanos, lo cual hace suponer que se trataba de un
material de lujo. Debemos aclarar que el bronce no es un metal por sí mismo, sino una aleación, y su
utilización presupone al menos dos cosas: en primer lugar, el surgimiento del trabajo calificado que
respondía a la necesidad de una mano de obra especializada para la fabricación de los objetos; en
segundo lugar, la organización de grandes expediciones que incluían cateo, organización de minas,
fundición y transporte de los metales.6 No se trata de algo menor, teniendo en cuenta que la zona del
Egeo es verdaderamente pobre en cuanto minerales, y si bien el cobre era más sencillo de hallar (ya que
se encontraba en mayor cantidad), el estaño se ubicaba en lugares bastante alejados (en la zona de lo
que hoy en día es España, Portugal y el norte de Europa).7

En torno al 1900 a.C. se introdujeron dos cambios importantes en las costumbres sociales: la primera
fue una nueva técnica en la alfarería en la que se utiliza una textura del tipo “saponácea”; la segunda fue
una nueva práctica de inhumación, con cámaras sepulcrales individuales, cerradas con una lápida y
enterradas en las propias casas.8 Son muchas las hipótesis que intentan explicar estos cambios en las
costumbres, que evidencian un cambio radical de la sociedad. Desde invasiones de poblaciones
extranjeras, llegada pacífica o penetración paulatina de nuevos grupos humanos, evolución in situ de la
sociedad existente, etc.9 Lo cierto es que todos los historiadores coinciden en que estos cambios
señalan el principio de la sociedad que posteriormente vamos a conocer como los “griegos”. Esto
inaugura lo que, siguiendo el esquema de Evans, podemos llamar como Bronce Medio y abarca desde
1900 a 1700 a.C. aproximadamente. En este tiempo comenzaron a construirse los Primeros Palacios.
Los palacios representan el poder monárquico en sentido propio y, además de ser una novedad
arquitectónica, parece que toda la vida de la comunidad se articula alrededor y por medio de ellos.

Los trabajos de Arthur Evans a principios del siglo pasado arrojaron resultados trascendentes: en la isla
de Creta, en primer lugar, se produjo el hallazgo de tablillas que contenían una forma de escritura
silábica identificada como Lineal A. Cuarenta años más tarde, sobre la zona del Peloponeso, en Pilos, se
hallaron archivos con tablillas con una escritura también silábica a la que se identificó como Lineal B.
Éste último sería de un período mucho más reciente que el Lineal A y correspondería a lo que se conoce
como período de los Segundos Palacios, alrededor del 1400-1200 aproximadamente. Se han
conservado muchas tablillas escritas en Lineal A y en mayor cantidad en Lineal B.10

suficientes garantías para muchos sitios y ha conducido a la aplicación de métodos bastantes violentos para forzar
la ubicación de una prueba evidente y molesta dentro de un marco que se creó en los primeros tiempos de la
arqueología egea” (FINLEY, Moses, Grecia primitiva: La edad de bronce y la era arcaica, Eudeba, Buenos Aires,
2007, p. 29). Sin embargo, el mismo Finley terminará admitiendo, al final de ese mismo párrafo, que no
disponemos de una periodización mejor que permita reemplazarla.
6
Cf. FINLEY, Grecia primitiva…, op. cit., pp. 24-25.
7
Cf. GARCÍA IGLESIAS, op. cit., pp. 48-49.
8
Cf. FINLEY, Grecia primitiva…, op. cit., pp. 37-38.
9
Cf. GARCÍA IGLESIAS, op. cit., pp. 27 y ss.
10
Cf. GARCÍA IGLESIAS, op. cit., Cap. 6 “Escritura y archivos palaciales”.

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Ventris y John Chadwick11 lograron descifrar el Lineal B y gracias a ellos podemos saber que las tablillas
contienen asientos contables de los palacios, inventario de ganado, armas, alimentos, etc. A partir de
esto fue posible llevar a cabo una mínima reconstrucción de ciertas características de la sociedad
micénica.

2.2. Las sociedades palaciales

En general se habla de “sociedad micénica” para hacer referencia a las sociedades palaciales que se
encontraban en el período que va desde el 1700-1600 a.C. hasta el final de la Edad de Bronce, en la zona
geográfica que estamos estudiando, porque –como explica Finley–: “Micenas se convirtió de pronto en
un centro de riqueza y de poder, en una civilización guerrera que no tenía igual en la región. En poco
tiempo aparecieron otros centros importantes en la zona central y sur de Grecia, irradiándose sus
influencias hasta las islas del Egeo y hasta las costas de Asia Menor y Siria hacia el este, así como
también hasta Sicilia y el sur de Italia hacia el occidente.”12 Es decir que en estos territorios comenzaron
a establecerse principados de iguales características al de Micenas. Y, como los arqueólogos ven una
notable homogeneidad en cuanto a las estructuras políticas y sociales, hablan consecuentemente de
una “sociedad micénica”.

Por otra parte, algunos estudiosos sostienen que Micenas funcionaba como el palacio que ejercía el
poder hegemónico, gobernando el resto de los palacios. Sin embargo, ésta presunción no tiene ningún
respaldo documental más que la literatura posterior, que está demasiado alejada temporalmente como
para representar una fuente confiable.13 En la actualidad, la mayoría concuerda que cada principado
funcionaba de forma independiente.

Resulta difícil recomponer la estructura social de los principados micénicos únicamente a partir de las
tablillas, debido a que éstas arrojan muy pocos datos. A pesar de ello, nos permiten saber que se
trataba de un régimen monárquico, con un sistema económico palatino. En otras palabras, era el propio
palacio el que regulaba la política, la comercialización, la producción, y se encargaba de la
administración y de todo lo referente a lo militar.14

En la cúspide de la estructura social palacial se ubicaba el wa-na-ka, monarca, soberano, que mantenía
un aspecto divino, pero que no era considerado propiamente un dios, sino un protegido de los dioses.
En la línea de poder, seguía el ra-wa-ke-ta (lawageta), que era una especie de conductor del pueblo y,
probablemente, el jefe del ejército. Debajo de éste se sucedían una serie de personajes de los cuales no
hay consenso sobre el lugar que ocupaban realmente: estaban los te-re-ta (telestai), posiblemente
hayan sido barones feudales; e-ge-ta (hepetai), constituirían el séquito del rey; el ko-re-te, representaba
una especie de gobernador; el po-ro-ko-re-te, seguía al gobernador en el poder, es decir, una especie de

11
CHADWICK, John, El mundo micénico, Alianza, Madrid, 1977.
12
FINLEY, Grecia primitiva…, op. cit., p. 77.
13
Cf. GSCHNITZER, Fritz, Historia Social de Grecia: Desde el periodo micénico hasta el final de la época clásica, Akal,
Sevilla, 2005, p. 22.
14
Cf. VERNANT, Jean-Pierre, Los orígenes del pensamiento griego, Paidós, Buenos Aires, 2004, Cap. 2 “La
monarquía micénica”.

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vicegobernador; y, por último, el pa-si-re-u (basileus), que aparece asociado con el ko-re-te y que,
probablemente, cumplía con una función religiosa, aunque los investigadores no se ponen de acuerdo
al respecto (algunos sostienen que se trataba de un jefe local, otros que sólo era un noble, o un
funcionario oscuro, un sacerdote de culto mayor, e incluso hay quienes piensan que se trataba
simplemente de un oficial de bajo nivel o un capataz).15

Como se hace evidente, son mayores las dudas que las certezas a la hora de intentar reconstruir la
estructura de las sociedades palaciales. Gracias al desciframiento del Lineal B podemos tener una idea
aproximada de este complejo entramado, aunque es mucho lo que permanece sin ser explicado.
Además, debemos tener en cuenta que las tablillas contenían los asientos de los palacios del último
período, porque se las reutilizaba año tras año, ya que eran de arcilla. El destino trágico de los palacios
hizo que, con los incendios, las tablillas perduraran hasta nuestros días.16

2.3. El colapso de los palacios

En el siglo XII a.C. tuvo lugar un colapso generalizado del mundo micénico. Los palacios fueron
incendiados y destruidos. Muchas hipótesis intentan explicar esto:17

- Una sostiene que fue una invasión doria la responsable de dicha destrucción. Aunque se sostuvo esta
tesis durante algún tiempo, no se encontró evidencia arqueológica que la respalde. No hay indicios que
muestren que hubo efectivamente una irrupción por parte de otro pueblo.

- Otra lo explica por medio de factores internos: guerras entre palacios, revueltas civiles, quema de
recursos. Hay quienes, siguiendo esta tesis, sostienen incluso que la caída palacial fue provocada por el
robustecimiento del sistema burocrático, que generó un colapso socio-económico al demandar más
producción de lo que el palacio podía absorber y derivó en un agotamiento del suelo cultivable,
acompañado de una mayor presión fiscal y un aumento del trabajo que terminaron finalmente en una
revuelta social.

- Hay quienes sostienen, por otra parte, tesis vinculadas con la idea de una destrucción por causas
naturales, como un cambio climático, una catástrofe sísmica, o enfermedades endémicas.

- Una tesis que ha tenido mucho peso fue la que sostiene una destrucción de los palacios micénicos por
parte de los llamados “Pueblos del Mar”. Éstos habrían destruido también el imperio hitita18 y habrían
amenazado a Egipto en más de una ocasión.

15
Se puede leer un desarrollo más minucioso en GARCÍA IGLESIAS, op. cit., Cap. 7 “La vida de los principados
micénicos”.
16
García Iglesias hace una reconstrucción que, entre otras cosas, incluye a la milicia, la economía con las distintas
actividades económicas y la religión. Cf. GARCÍA IGLESIAS, op. cit., Cap. 7 “La vida de los principados micénicos”.
17
En el Capítulo 9 “El colapso del mundo micénico” García Iglesias explica con detenimiento todas las posibles
causas. Por cuestiones de extensión, nosotros sólo las mencionaremos. Cf. GARCÍA IGLESIAS, op. cit., Cap. 9.
18
El imperio hitita es de origen indoeuropeo y estaba geográficamente ubicado en el corredor sirio-palestino.

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- Por último, una explicación más compleja sugiere que la destrucción de los palacios no responde a una
única causa, sino a una conjunción de varias de ellas: el resquebrajamiento de un rígido sistema
burocrático, una disminución en el nivel de población, consecuencia probablemente de las continuas
guerras, 19 y una falta de obtención de cobre y estaño. Todo esto pudo haber provocado un
debilitamiento en la defensa del propio territorio, favoreciendo a los ataques de los Pueblos del Mar y al
desarrollo de nuevos asentamientos, como en el caso de los dorios.

Más allá de las causas, lo cierto es que a lo largo del siglo que va desde el 1200 al 1100 a.C. los palacios
fueron destruidos. Sin embargo, las comunidades aldeanas vinculadas a éstos siguen subsistiendo.
Finley sostiene que:

lo que ocurrió después de la caída de la civilización micénica no fue sólo una decadencia dentro del
marco social existente, sino una decadencia y un cambio de carácter a la vez. Luego, al surgir la nueva
sociedad griega de estos nuevos comienzos, se movió en una dirección muy diferente, de modo que la
clase de mundo que había existido antes del 1200 a.C. nunca volvió a aparecer en la Grecia antigua
20
propiamente dicha. En este sentido, la ruptura fue completa y permanente.

El período comprendido entre el 1100 a.C. al 800 a.C., que sigue a la época palacial, es conocido como
“Edad Oscura” o “Siglos Oscuros”, y recibe esta denominación a causa de que se pierde todo rastro de
fuentes escritas. Robin Osborne afirma que: “en realidad la imagen de los siglos inmediatamente
posteriores al año 1050 a.C. que nos ofrecen los testimonios materiales es la de una serie de fracasos
sucesivos en el establecimiento de una organización política, económica o social importante. Estos
fracasos demuestran hasta qué punto se había hecho borrón y cuenta nueva de todo lo anterior.”21

Lo que llama la atención de los investigadores es que, habiendo sido destruidos los palacios, nadie haya
intentado ocupar ese lugar vacío. Particularmente teniendo en cuenta el hecho de que las comunidades
aldeanas siguieron existiendo. Un dato importante es que se observan en las costumbres funerarias una
des-jerarquización de la sociedad. Osborne sostiene que “la introducción de estos cambios en las
costumbres funerarias indica que la sociedad más o menos amorfa del período submicénico se volvió
más regular: la sociedad se reguló a sí misma y las unidades familiares existentes en ella se hicieron más
conscientes de su independencia y de su estatus.”22

2.4. El mundo de Homero

El análisis del mundo homérico requeriría un trabajo aparte. Principalmente porque se aleja de lo
puramente histórico. Sin embargo, el impacto que tuvo Homero en la cultura griega clásica fue tan
grande que no podemos dejar de señalar algunas cuestiones que nos parecen fundamentales para
evitar caer en errores frecuentes.

19
Cabe recordar que la guerra de Troya se sitúa temporalmente en este período, es decir, en el 1200 a.C.
aproximadamente.
20
FINLEY, Moses, La Grecia Antigua, Crítica, Barcelona, 2000, p. 263.
21
OSBORNE, Robin, La formación de Grecia 1200 – 479 a.C., Crítica, Barcelona, 1998, p. 58.
22
Ibíd., p. 66.

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Durante mucho tiempo se pensó que la Ilíada y la Odisea reflejaban fielmente el mundo micénico, pero
el desciframiento del Lineal B fue decisivo, porque abrió un panorama completamente nuevo. Gracias a
dichas tablillas se pudo comparar la sociedad que describía Homero con la que resulta de los restos
históricos, y se comprobó que en realidad Homero no tenía más que referencias trasmitidas de manera
oral de las grandes hazañas que llevaron a cabo los héroes de un tiempo muy anterior al suyo.23 Austin y
Vidal-Naquet sostienen que: “existen tres niveles históricos en Homero: el mundo micénico que el
poeta trata evocar, la edad oscura y la época en la que vivió el poeta; y no siempre resultará fácil
distinguir con claridad lo que pertenece a uno u otro nivel.”24

Hoy en día se considera que Homero fue un aedo, es decir, alguien que trasmitía de manera oral sus
historias. También se cree que no fue él quien escribió efectivamente los poemas, porque Homero vivió
en el seno de una sociedad profundamente iletrada del siglo VIII a.C..25 Según indica Finley, hay
estudios que ubican nuestras versiones de la Ilíada y la Odisea en el siglo VI a.C. aproximadamente.26

La distancia entre el mundo micénico y el mundo homérico es enorme, y se manifiesta en las


diferencias: las armas que describe Homero corresponden a su propio tiempo y no al micénico; en los
poemas aparecen templos de los dioses y arqueológicamente no se ha encontrado ninguno que
perteneciera al período micénico. Y, aunque se describe una sociedad jerarquizada, la estructura de las
instituciones sociales no se corresponde con la micénica.

La sociedad que se describe en los poemas es esencialmente aristocrática y son limitadas las referencias
que se hacen a todos aquellos que están por debajo de la cúspide social. En la cima de la sociedad
estaban los agathoí, jefes de oikos. Un oikos es la casa en un sentido muy amplio: todo lo que se
encuentra en el territorio del oikos es propiedad del agathós, esto es, esposa, hijos, esclavos, otras
personas dependientes, como también armas, herramientas, porciones de tierra, animales y demás
posesiones. Para Austin y Vidal-Naquet: “Económicamente, el ideal del oikos es la autarquía (ideal que
tendrá una larga historia en el mundo griego): el oikos debe bastarse a sí mismo en la mayor medida
posible, debe producir en su seno todo lo que necesita para su existencia.”27

Los agathoi eran los aristoi, es decir, los mejores. Nótese que aristoi (que va a componer la palabra
aristo-cracia: el gobierno de los mejores) tiene la misma raíz que areté. Los agathoi eran aristoi porque
poseían areté y, a su vez, poseían areté porque eran agathoi. Los agathoi eran los jefes, guerreros y
héroes. Explica Finley que:

"Guerrero" y "héroe" son sinónimos, y el tema principal de una cultura de guerreros está constituido
sobre dos notas: valentía y honor [areté]. La primera es atributo esencial del héroe, el segundo es su

23
Cf. FINLEY, Moses, El mundo de Odiseo, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1995.
24
AUSTIN, Michel, y VIDAL-NAQUET, Pierre, Economía y sociedad en la Antigua Grecia, Paidós, Barcelona, p. 47.
25
Cf. FINLEY, El mundo…, op. cit., p. 17.
26
Ibíd., pp. 18-19. También VIDAL-NAQUET, Pierre, El mundo de Homero, Fondo de Cultura Económica, Buenos
Aires, 2011, pp. 17-19.
27
AUSTIN y VIDAL-NAQUET, op. cit., p. 51.

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objetivo principal. Todo valor, todo juicio, toda acción, todas las habilidades y talentos ejercen la
28
función de definir el honor o de lograrlo.

Los poemas homéricos están enfocados en las relaciones entre agathoi, por tanto no encontramos una
descripción detallada de todo lo que estaba por debajo de ellos. La multitud, la plebe, eran todos
aquellos que estaban por debajo de los agathoi. Las divisiones al interior de la multitud no son
demasiado visibles. Sin embargo, más por debajo de la multitud en la escala social encontramos a los
thetes, hombres libres que no pertenecían al oikos, pero que dependían de éste para subsistir. Según
Finley:

Un thes, y no un esclavo, era la más baja criatura de la Tierra que podía imaginar Aquiles. Lo terrible
acerca de un thes era su falta de adhesión a nadie, su carencia de vínculo. La casa autoritaria, el oikos,
era el centro a cuyo alrededor estaba organizada la vida, de la cual fluía, no solamente la satisfacción de
las necesidades materiales, incluyendo la seguridad, sino las normas y los valores éticos, los deberes,
29
obligaciones y responsabilidades, las relaciones sociales y las relaciones con los dioses.

La categoría social del thes se va a mantener aún en la polis, como veremos más adelante, aunque con
ciertas diferencias.

3. La Época Arcaica: formación de la polis

Se conoce como “época arcaica” al período comprendido entre el siglo VIII al VI a.C. Como advierte
Finley: “Los tres siglos que duró la Edad arcaica se caracterizaron por una enorme evolución llena de
considerables diferencias.” 30 Aquí no haremos más que señalar algunos elementos, por lo que
sugerimos al lector que profundice el estudio de lo que aquí se afirma recurriendo a los textos
señalados.

Dos rasgos importantes marcan esta época: por un lado, la aparición y el desarrollo de la polis; por otro,
el asentamiento de colonias griegas en territorio no-griego. En este contexto, “colonia” no implica una
dependencia en ningún sentido con la polis madre, sino que se utiliza como traducción de apoikía
(literalmente “hogar lejano”). De modo que una apoikía es una nueva polis, fundada por miembros de
una polis madre, pero que no guardan ninguna relación de dependencia con ésta. Finley señala la
existencia de dos grandes olas migratorias-“colonizadoras”: una ola occidental, desde mediados del
siglo VIII a mediados del siglo VII a.C.; y una ola oriental, hacia la región de Asia Menor, anterior al siglo
VIII hasta finales del siglo VI a.C.. Esto significa que estos pequeños movimientos de población se iban
extendiendo cada vez más a regiones nuevas, posiblemente motivados por una superpoblación de las
poleis madres y una crisis agraria generalizada, consecuencia de una insuficiente explotación del suelo y
desigual repartición de tierras. 31 Es importante subrayar, al respecto, que estas colonias se
establecieron desde su inicio como poleis.

28
FINLEY, El mundo…, op. cit., p. 58.
29
Ibíd., p. 29.
30
FINLEY, Moses, Los Griegos de la Antigüedad, Labor, Colombia, 1994, p. 32.
31
Cf. VIDAL-NAQUET, El mundo…, op. cit., pp. 65 y ss.

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La traducción de polis, o de su plural poleis, sigue hoy en día en el foco de la discusión. No disponemos
en español una traducción exacta para el término. Por ello, a través de la historia se ha optado por
traducirlo como ciudad-estado, o simplemente como ciudad o estado. En cualquiera de los casos, la
traducción siempre resulta insuficiente para dar cuenta de eso que era una polis griega. La característica
fundamental de estas poleis empiezan a surgir como -siguiendo la definición de Finley- “un Estado
autónomo, que se gobierna a sí mismo.”32 Este gobernarse a sí mismo es la autarquía que veíamos
aparecer en los oikos homéricos. El ideal autárquico, es decir, el ideal de gobernarse a sí mismo sin la
necesidad de depender de otros es una constante a lo largo de la historia griega.

Topográficamente las poleis presentaban características más o menos generales: un centro urbano (que
era una especie de pequeño pueblo, en donde residían muchos de los habitantes de la polis,
mayormente los poderosos); la acrópolis (la cual servía como ciudadela de defensa), y el ágora. Esta
última representaba la plaza pública, un espacio abierto dedicado a la reunión de los habitantes. El
ágora siempre estuvo acompañado de edificios religiosos y civiles, y –posteriormente– se establecieron
también los puestos de los mercaderes. Finalmente, en la época clásica, constituyó el espacio que
operaba como centro de toda la vida política, económica y social.33 A pesar de esto, como Finley
explica, “la polis no era un sitio, un lugar material, aunque ocupaba, naturalmente, un territorio
determinado, sino que era, en su esencia, el conjunto del pueblo actuando de común acuerdo y
necesitado, por lo mismo, de un lugar donde reunirse en asamblea para discutir y buscar soluciones a
los problemas que se presentasen.”34 Aunque las poleis no presuponían necesariamente un sistema de
gobierno democrático, ni oligárquico ni monárquico, poseían cierta estructura similar que posibilita
clasificarlas como polis.35

El origen de la polis no es del todo claro. Aristóteles ofrece una explicación que, hasta el día de hoy,
muchos comentaristas avalan. En Política 1252b 12-28, Aristóteles explica que la constitución de la polis
es el resultado de una evolución natural que comienza con el oikos, es decir, el hogar como unidad social
mínima, que –como vimos ya en Homero– incluía desde el territorio y el ganado hasta todos los
miembros de la familia y también los esclavos. Estos oikoi, motivados por necesidades mutuas, se
agrupan en una aldea. Las aldeas, por último, se unen en una polis.

Siguiendo esta perspectiva aristotélica, los investigadores sostienen que ciertas comunidades aldeanas
–que preexistían a la polis– convivían en un principio sin ningún tipo de regulación; es decir: cada una de
ellas se regulaba a sí misma, pero carecían de reglas compartidas que regularan la interacción entre las
distintas aldeas. En un momento determinado, y por mutua conveniencia, habrían decidido agruparse
en una unidad política mayor. Éste proceso de agrupamiento social y político entre distintas aldeas se

32
FINLEY, Los Griegos…, op. cit., p. 55.
33
Cf. FINLEY, Grecia primitiva…, op. cit., pp. 137.
34
FINLEY, Los Griegos…, op. cit., p. 57.
35
Para profundizar sobre el Estado antiguo y sus diferentes variantes, véase: ROMERO, José Luis, “El Estado y las
facciones en la antigüedad”, en Estado y sociedad en el mundo antiguo, FCE, México, 2012, pp. 243-341.

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conoce como sinecismo,36 proceso al que García Iglesias define como “la fusión jurídica y política más o
menos voluntaria de pequeños hábitats dispersos.”37 Lo destacable del sinecismo es que la constitución
de una polis no presupone la desaparición de las aldeas, las cuales siguen existiendo como instancias de
organización local, es decir, la aldea se ocupaba de la organización cívica, sirviendo de intermediaria
entre la polis y los aldeanos-ciudadanos. De hecho, la dicotomía campo-ciudad no sólo se mantendrá,
sino que derivará en serios conflictos por la posesión de tierras.

Cambios sumamente significativos se produjeron con el surgimiento de la polis, tanto al nivel social,
como militar y político, cambios que se encuentran íntimamente relacionados entre sí. A nivel social se
observa el crecimiento de un sector no aristocrático de la población, compuesto por agricultores,
mercaderes y artesanos. Así como también el uso de la escritura, la creación de monumentos y un culto
heroico que intentaban recuperar la herencia micénica en pos de una fundamentación de memoria
colectiva.38 A nivel militar se organiza la infantería hoplita, con una novedosa formación en columnas y
filas, mucho más eficaz que las desorganizadas tropas aristocráticas.39 Los plebeyos, ese sector no
aristocrático en crecimiento que pertenecía mayormente al campesinado, se introducen en las
falanges, rompiendo con el monopolio militar que las familias aristocráticas habían mantenido durante
largo tiempo. Esta participación militar posibilita que, posteriormente, el campesinado exija un
reconocimiento a nivel político,40 lo cual derivará en una tensión creciente entre los campesinos y la
aristocracia de la ciudad. A fin de solucionar estos permanentes conflictos (stáseis),41 las leyes de la
ciudad comenzarán a ser puestas por escrito, y es aquí donde surge la figura del legislador, hasta ahora
desconocida. A partir de esto, la administración de la justicia ya no será algo exclusivo de unos pocos,
sino un asunto de orden público.

3.1. Atenas

En el caso particular de Atenas,42 “el sinecismo ateniense se da indiscutiblemente a raíz de la unión de


comunidades preexistentes, muchas de ellas generadas por la expansión demográfica, de manera que
el territorio ateniense sería el producto de una unificación típica de aldeas u otras organizaciones

36
Cf. VALDÉS GUÍA, Miriam, “La formación del estado en Atenas. El sinecismo ático, entre mito y realidad”, en
AA.VV., CAMPAGNO, GALLEGO y GARCÍA MAC GAW (comps.), El estado en el mediterráneo antiguo: Egipto,
Grecia, Roma, Miño y Dávila, 2011, pp. 157-179.
37
GARCÍA IGLESIAS, op. cit., p. 253.
38
Cf. VALDÉS GUÍA, op. cit., pp. 157-179.
39
Sobre las particularidades del cambio militar producido en la época arcaica véase: OSBORNE, La formación…,
op. cit., pp. 206-211.
40
Cf. FINLEY, Grecia primitiva…, op. cit., pp. 148 y ss.
41
La stasis, que es una palabra que se utiliza para dar cuenta de los conflictos sociales, va ser una constante a lo
largo de la historia griega.
42
En este trabajo desarrollaremos sólo la historia ateniense, tanto por razones de espacio como por el hecho de
que resulta la polis de mayor relevancia para nuestra materia.

Historia de la Filosofía Antigua - UNR 10


semejantes.”43 De acuerdo con esto, Atenas sigue el modelo típico de conformación de las poleis que
sugerimos en el punto anterior.

Uno de los primeros datos que poseemos sobre los inicios de Atenas como polis es que entre el 683 y el
682 a.C. se crea el consejo del aerópago, conformado por un grupo de arcontes, magistrados supremos
de la ciudad que eran elegidos anualmente. Este grupo estaba formado inicialmente por tres arcontes y
luego por nueve, pertenecientes al grupo aristocrático de los eupátridas (“bien nacidos”).

En el 630 a.C., Cilón, quien fuera vencedor de uno de los Juegos Olímpicos, intenta tomar el poder de
Atenas por la fuerza, tratando de apoderarse de la Acrópolis con la ayuda de un grupo de jóvenes
aliados. Se presume que Cilón estuvo probablemente incentivado por su suegro, Teágenes, tirano de
Mégara, lo cual sugiere una tendencia creciente por imponer este tipo de forma de gobierno en
distintos territorios. El intento de Cilón se vio truncado por los Alcmeónidas.44 Más allá de la veracidad
histórica del relato que encontramos en Heródoto y Tucídides (quienes vivieron dos siglos más tarde), lo
que resulta importante es que evidencia el grado de tensión política, de stasis, en la que se encontraba
inmersa la sociedad. Esta situación requería necesariamente un marco legal que garantice una mínima
organización social.

La primera ley de Atenas es atribuida tradicionalmente a Dracón, de quien tenemos noticias a través de
la historiografía posterior y de la reformulación que se hizo de su ley en el siglo V a.C.. Ésta ley
establecía que “aunque uno mate a otro sin premeditación, sea desterrado».”45 Osborne interpreta que
lo que Dracón pretendía regular era el límite del castigo que puede exigir la familia de la víctima en su
deseo de venganza. Sin embargo, a nivel legislativo, el paso decisivo será dado por Solón.

3.1.1. Solón (c. 638 a.C.– 558 a.C.)

José Luis Romero nos advierte sobre Solón: “la tradición modela y configura el personaje, lo despoja de
ciertos elementos, le atribuye otros, y nos presenta una imagen semejante a las que tradiciones lejanas
nos daban de los antiguos legisladores.”46 Como poseemos sólo algunos fragmentos de su obra que
resultan insuficientes para reconstruir la imagen de este personaje tan importante en la vida ateniense,
una vez más debemos recurrir a testimonios posteriores,47 los cuales nos presentan a Solón como un
sabio que despreciaba la tiranía y las ambiciones políticas desmedidas.

Fue elegido arconte en el año 594 a.C. para poner a fin a la stasis generada por la tensión creciente entre
grupos antagónicos. Ciertamente era un gran problema el que debía solucionar: una gran parte del
campesinado era pobre y dependiente económicamente de las familias aristocráticas, a quienes se le

43
GALLEGO, Julián, Campesinos en la ciudad: bases agrarias de la polis griega y la infantería hoplita, Ediciones del
Signo, Buenos Aires, 2005, p. 30.
44
Los Alcmeónidas era una familia eupátrida de Atenas, que decían ser descendientes de Alcmeón, rey mítico de
Pilos. Se presentaban a sí mismos como autóctonos de la ciudad.
45
OSBORNE, op. cit., p. 224.
46
ROMERO, op. cit., cap. “Imagen y realidad del legislador antiguo”, pp. 236-237.
47
Nos ha llegado el testimonio de Heródoto (V a.C.) y Aristóteles (IV a.C.) de la época clásica. Y, algo posterior, la
versión de Plutarco (I d.C.) y Diógenes Laercio (III d.C.).

Historia de la Filosofía Antigua - UNR 11


debía pagar una sexta parte de los salarios. Esto derivaba en un infinito círculo vicioso, dado que el
campesinado pobre, al no tener suficientes tierras para cultivar o suficiente dinero para sembrar, debía
recurrir a los prestamistas, endeudándose cada vez más y exponiéndose al riesgo de ser vendido como
esclavo cuando no podía pagar sus deudas.48

No debemos confundir cuál es en verdad el conflicto. Robin Osborne lo define con claridad: “El
problema no es en principio que los ricos, como colectividad, luchen contra el bando de los pobres, sino
que el ciudadano se enfrente al ciudadano: la propia libertad de la ciudad se ve amenazada por «la
herida» de la discordia civil, producida por el afán de cada individuo de perseguir sus propios
intereses.”49 Éste era el centro mismo, el origen, de la stasis. Y Solón era, en este sentido, quien debía
intentar poner fin a la discordia que aquejaba a la polis ateniense, implantando la eunomía (buena
regulación) de la ciudad.

Una de las reformas más importante que introdujo Solón fue la seisachtheia (“liberación de cargas”),
esto es, la abolición de las deudas y la prohibición de la esclavitud por deudas, con lo cual liberó al
campesinado ateniense de ese estado de dependencia respecto de los sectores aristocráticos. Sin
embargo, no repartió las tierras de la polis como muchos esperaban que hiciera (en especial los sectores
más pobre), razón por la cual fue duramente criticado posteriormente. Además promulgó una serie de
leyes, a las cuales le dio plena publicidad para que sean válidas para todos los atenienses. Según Austin
y Vidal-Naquet, estas leyes fueron “un enorme despliegue legislativo que enmarcaba todos las aspectos
de la vida comunitaria –desde la pared medianera hasta los pesos y medidas–”.50

Dividió a la población de acuerdo con la cantidad de bienes que poseían en cuatro clases censitarias: los
pentakosiomedimnoi, ciudadanos con rentas superiores a las quinientas fanegas de grano anuales; los
hippeis (caballeros), con una renta superior a las trescientas fanegas; los zeugitai (labradores), con una
renta de ciento cincuenta o doscientas fanegas; y, por último, los thetes51 que eran todos aquellos que
no alcanzaban en status de zeugitai.52

También creó la boulé (o bulé), un Consejo del Aerópago integrado por cuatrocientos ciudadanos, y la
heliaia, un tribunal del pueblo. Instituciones que se unieron a las otras preexistentes: el arcontado
(compuesto por 9 arcontes pertenecientes a la primera y segunda clase censitaria), el consejo del
aerópago (que supervisaba a los arcontes) y la ekklesía (asamblea general de los ciudadanos). De esta
manera queda formado un gran órgano burocrático-administrativo.

Finley nos advierte que a pesar de no ser del todo claro el modo específico en que funcionaban estas
divisiones gubernamentales, sabemos cuáles fueron sus repercusiones:

48
Cf. MOSSÉ, Claude, Historia de una democracia: Atenas, Akal, Madrid, 1987, pp. 16-18.
49
OSBORNE, op. cit., p. 258.
50
AUSTIN y VIDAL-NAQUET, op. cit. p. 68.
51
Vemos aquí reaparecer esa categoría social relegada que aparecía en los poemas homéricos.
52
Cf. GSCHNITZER, op. cit., pp. 116 y ss.

Historia de la Filosofía Antigua - UNR 12


Los plebeyos más pudientes tuvieron la posibilidad de ser electos para ocupar los cargos más altos e
integrar el Aerópago, quebrando así el monopolio eupátrida, pero de ningún modo alejando a estos
últimos del poder y de la influencia, ya que sin duda todavía constituían la mayoría de los grandes
propietarios de tierra. Las clases intermedias, incluso los soldados hoplitas que tenían tierras suficientes,
tuvieron por primera vez una función en el gobierno, e inclusive los pobres, tanto los de la ciudad cuanto
los del campo, fueron reconocidos como parte trabajadora del demos en general, aun cuando su
situación era muy restringida. Se redujeron así las fallas de la estructura de la polis rudimentaria que
habían impedido que ésta funcionara como comunidad viable, pero sin quedar aún solucionadas del
53
todo.

Las reformas solonianas, no obstante, no pudieron poner fin a la stasis. Por un lado, el hecho de que no
se haya hecho la división de tierras fue un punto de constante conflicto. El campesinado más
empobrecido, los thetes, habían recibido un reconocimiento social que no solucionaba su gran
problema económico: el ser dependiente de ciudadanos más ricos. Dependencia que se daba de dos
formas: o por tener que trabajar tierras ajenas, o por necesitar constantes préstamos para cultivar las
pocas tierras que poseían. En cualquiera de los dos casos, lo que producían nunca era suficiente como
para evitar pedir nuevos préstamos. Por otro lado, como Osborne señala, “el legado que dejó Solón a
los atenienses fue la continuación de las rivalidades políticas entre los miembros de la nobleza.”54 Y, tal
como sostiene Finley, “la stasis no podía desaparecer de un plumazo.”55 Esto hizo que Solón tuviera
finalmente que abandonar Atenas. La situación social y política era tan complicada que en dos
ocasiones antes del 580 a.C. resultó imposible elegir un arconte. En otras palabras, el clima político-
social ateniense era muy propicio para la aparición de la tiranía.56

3.1.2. Pisístrato (c. 607–527 a. C.) y los pisistrátidas

Pisístrato aparece en medio de la puja por el poder de dos partidarios rivales: Licurgo y Megacles, dos
eupátridas poderosos, pertenecientes a las grandes familias de Atenas. Según Mossé, “Licurgo
representaría a la aristocracia tradicional, cuyos bienes raíces se encontraban en el Pedión, la llanura;
Megacles, un partidario moderado que reunía a los habitantes de la costa, dedicados al comercio, y a
los artesanos ricos de la ciudad.”57 Pisístrato, por su parte, no representaba a ningún sector fuerte, sino
que, por el contrario, intentó captar la atención de todos aquellos que estaban descontentos, formando
un tercer partido. Por ello, Claude Mossé asegura que: “Pisístrato se inscribe en el esquema tradicional
del tirano «demagogo» de la época arcaica que, para asegurarse el poder, levanta contra la aristocracia
a las masas empobrecidas que esperan de él ciertas ventajas materiales.”58 (Cabe aclarar que la palabra
“tirano” en el mundo arcaico no poseía la misma connotación que posee actualmente. El tyrannos era
aquel que ejercía el poder en un gobierno de “uno solo”; lo cual se contrapone evidentemente con la

53
FINLEY, Grecia primitiva…, op. cit., pp. 181-182.
54
OSBORNE, op. cit., p. 333.
55
OSBORNE, op. cit., p. 182.
56
Cf. Ibíd., pp. 333 y ss.
57
MOSSÉ, op. cit., p. 20.
58
Ibíd., p. 21.

Historia de la Filosofía Antigua - UNR 13


democracia, en la que el poder reside en el demos -pueblo-. Osborne incluso sostiene que la tiranía era
una variante de la oligarquía.)59

El primer intento de Pisístrato por quedarse con la totalidad del poder de la incipiente democracia
ateniense fue en el 561 a.C., cuando toma la acrópolis tras fingir haber sido atacado por un grupo de
enemigos. Las fuentes aseguran que se habría herido a sí mismo y a sus muleros para convencer a los
ciudadanos de que le proporcionaran una guardia personal, lo cual finalmente consigue. De esta forma,
por la fuerza y con la ayuda de su “guardia personal” (trescientos hombres armados con mazas de
madera), se apodera de la acrópolis. Sin embargo, la pronta oposición que encontró lo obligó a exiliarse
durante doce años.

Lo paradójico de la historia se encuentra en que es el mismo Megacles quien lleva de nuevo a Pisístrato
a Atenas, con el acuerdo previo de que contrajera matrimonio con su hija. Pisístrato vuelve a Atenas,
nuevamente sirviéndose de la astucia para engañar al pueblo ateniense, asegurándoles que era la
mismísima diosa Atenea quien lo devolvía. Y, probablemente para consolidar su poder, Pisístrato
rompe su alianza con Megacles, abandonando a su hija con el argumento de que el matrimonio no
había sido consumado. Éste hecho lleva nuevamente a Pisístrato al exilio, pero por un período menor.

El segundo exilio de Pisístrato fue mucho más propicio, ya que se refugió en una región rica en metales
preciosos. Al respecto, Mossé dice que:

Es preciso pensar que, como otros aventureros atenienses, tránsfugas de la aristocracia, explotó las
riquezas naturales del país, procurándose el suficiente oro y plata para poder a continuación,
establecido en Eretria de Eubea formar un ejército, desembarcar en Ática y, venciendo a sus adversarios
en una batalla que se desarrolló cerca del templo de Palas Atenea, volver a entrar a Atenas, esta vez
60
definitivamente.

El tercer período de Pisístrato como tirano de Atenas va a durar hasta su muerte en el 527 a.C. Según
cuentan los autores antiguos, Pisístrato gobernó respetando las leyes instauradas por Solón y los
magistrados se seguían eligiendo de la misma manera que antes. Incluso Aristóteles, en la Constitución
de los atenienses, sostiene que eximió de pagar impuestos a los labradores necesitados y otorgó
préstamos a los pobres, pero con el doble objetivo de mantenerlos dispersos en el campo y de que se
dedicaran a resolver sus asuntos personales, manteniéndolos así lejos de los asuntos del Estado. No
obstante esto, también dice que gobernó con moderación y mantuvo la paz.61 Robin Osborne indica
que: “Lejos de ser soberanos absolutos, vemos que los Pisistrátidas lograron conservar su supremacía
gracias a una delicada combinación de amenazas y promesas. Su gobierno no era un monopolio del
poder y del patrocinio.”62 Grandes reformas y construcciones de templos que se ubicaban sobre la
acrópolis se llevaron a cabo en esta etapa, como también la acuñación de la emblemática moneda con
la figura de la lechuza de Atenea. “Los Pisistrátidas –afirma Osborne– intentaron asegurarse que fuera

59
OSBORNE, op. cit., p. 333. También puede consultarse: ROMERO, op. cit., cap. “Los tiranos griegos”, pp. 279-
284.
60
MOSSÉ, op. cit., p. 22.
61
Cf. ARISTÓTELES, Constitución de los atenienses, Gredos, Madrid, 1984, pp. 85 y ss.
62
OSBORNE, op. cit., p. 335.

Historia de la Filosofía Antigua - UNR 14


de sus acciones de los único que se hablara en Atenas.”63 Sin embargo, tampoco realizó el reparto de
tierras que desde hacía tiempo reclamaban los campesinos.

Pisístrato murió en el año 528/7 a.C. y sus dos hijos, Hipias e Hiparco, heredaron el poder. La tiranía se
habría robustecido durante su gobierno. Durante los primeros años formaron una corte con artistas y
escritores. Muchos de los miembros de la aristocracia que habían sido desterrados volvieron a Atenas.
Hasta el año 514 a.C. se mantuvo la calma, pero ese año Hiparco fue asesinado por motivos amorosos.64
Lo importante de la historia es que los tiranicidas fueron consagrados como héroes por la democracia
ateniense. La muerte de Hiparco fue el punto de declive del poder de los pisistrátidas. Hipias todavía se
mantendría en el poder durante cuatros años más, período en el cual acrecentó su despotismo, y obligó
a todos los aristócratas que habían vuelto del exilio, a volver a irse. Entre ellos se encontraba Clístenes,
que en varias ocasiones intento volver a Atenas. Lo más relevante de todo esto, remarca Mossé, es que:
“el demos, que no había jugado ningún papel en la muerte de Hiparco, permaneció pasivo, y no fue un
levantamiento, sino una intervención extranjera, la del rey de Esparta Cleómenes, llamado por los
aristócratas atenienses (510 a.C.)”65 quienes pusieron fin a la tiranía de los pisistrátidas. Hasta este
momento la participación del demos en la vida política fue realmente escasa. El proceso del
establecimiento de polis ateniense fue en esencia aristocrático.

3.1.3. Clístenes

Dos hombres peleaban por ganar la elección del arconte en el 508 a.C.: Clístenes, quien pertenecía a los
Alcmeónidas, e Iságoras, quien era amigo de Cleómenes, rey de Esparta. Finalmente Iságoras fue
elegido arconte como resultado de la amenaza del ejército espartano que acampaba en las afueras de
Atenas. Los sucesos posteriores difieren según la versión de la historia. Según relata Heródoto,
Clístenes hizo que el demos ingresara en su heteria, que era como una facción política, para poder
acceder al poder. Por su parte, Aristóteles relata una versión completamente diferente: Iságoras
posibilitó que Cleómenes ocupara la acrópolis y obligó a Clístenes a exiliarse. Ante esta situación, el
demos se sublevó y le concedió el poder a Clístenes. Claude Mossé señala la diferencia entre ambas
versiones: “el papel del demos es mucho más importante en el relato de Aristóteles que en el de
Heródoto. Del demos procede la iniciativa de volver a llamar a Clístenes, mientras que en Heródoto, es
el Alcmeónida quien, por oportunismo, decide apoyarse en el demos.”66

Los cambios introducidos por Clístenes son determinantes en la construcción de lo que conocemos
como la Atenas clásica. Hasta ese momento la polis ateniense estaba organizada de acuerdo a una
estructura de origen jónico que dividía el territorio en cuatro tribus. Clístenes reorganiza las antiguas
cuatro tribus en diez nuevas tribus, y las subdivide en tres tritias. Cada tribu tenía una tritia de la costa,
una de la ciudad y una del interior. Y, a su vez, cada tritia agrupaba diversos demoi. El resultado de la
reestructuración del espacio de la polis fue el quebrantamiento de los cimientos de la vieja aristocracia.

63
Ídem.
64
Puede leerse en: MOSSÉ, op.cit., p. 25.
65
ídem.
66
Ibíd., p. 26.

Historia de la Filosofía Antigua - UNR 15


Otra modificación que llevó a cabo Clístenes tuvo lugar en la bulé (Consejo creado por Solón) que lo
formaban inicialmente cuatrocientos hombres y que a partir de aquí pasó a estar formado por
quinientos. “La bulé –explica Mossé–, efectivamente, iba a ser el órgano esencial de la democracia
ateniense, preparando las sesiones de la Asamblea, redactando decretos y haciendo por lo demás el
papel de un alto tribunal de justicia después de las reformas de Efialto.”67 Y, aproximadamente en el
año 501 a.C., se empezó a obligar a prestar juramento como guardianes de la constitución a todos
aquellos que asumieran un puesto en la bulé.68

Otra de las reformas importantes que impuso Clístenes fue la ley del ostracismo que condenaba a un
exilio de diez años a quien ejerciera la tiranía en beneficio propio. Esto se lleva a cabo por medio de un
sistema de votación popular, ostrakoforia, que consistía primero en votar a mano alzada y luego en un
voto secreto. También se creó el cargo de estratego,69 que cumplía la función de un jefe militar. Este
cargo tenía algunas diferencias con el resto de los magistrados: por un lado, el jefe militar requería de
cierta capacidad y competencia para el cargo que debía ocupar, por lo que su elección no era por sorteo,
como el resto de los magistrados; por otro lado, se elegía uno por cada tribu y un mismo hombre podía
volver a ser elegido después de que terminara con su período, aunque no tenía privilegios especiales
fuera del campo de batalla. Los estrategos tendrán un rol determinante en las Guerras Médicas, como
veremos en el siguiente punto.

Como mencionábamos más arriba, existen dos versiones distintas de cómo Clístenes llega al poder: la
de Aristóteles, que cuenta cómo el demos habiéndose sublevado contra Iságoras le concede el poder a
Clístenes; y la versión de Heródoto, que difiere esencialmente, pues, de acuerdo con ella es Clístenes
quien, por oportunismo y mediante la astucia, logra llegar a la cima del poder ateniense. Tomar
posición en la interpretación del modo en que Clístenes llega al poder es, de cierta forma, explicar qué
intenciones tenía para introducir todos los cambios que mencionamos. Para algunos historiadores,
como Finley, Clístenes fue el verdadero propulsor de la democracia en Atenas. Y sostiene que se da una
extraña paradoja: es el tirano quien en última instancia le otorga al demos una conciencia política que
deriva posteriormente en una verdadera democracia.70 Siguiendo esta línea interpretativa, Sinclair
afirma que: “la razón «política» de Clístenes fue la de hacer más poderosa su propia facción, y esperaba

67
Ibíd., p. 27.
68
Para Osborne: “Es posible que el Consejo asumiera al principio unos poderes bastantes amplios, pero, en
cualquier caso, éstos se vieron reducidos enseguida: el juramento introducido en el 501 a.C. ponía de manifiesto
que el Consejo constituía un órgano deliberativo, no ejecutivo, con unas competencias judiciales estrictamente
limitadas; y una ordenanza de limitaciones posteriores, conocidas sólo de manera fragmentaria por su
reincorporación al código legal ateniense en la última década del siglo V, probablemente aluda a una ulterior
restricción de las facultades judiciales del Consejo. Las sucesivas restricciones de los poderes del Consejo ponen
de manifiesto que ya hacia 501 a.C. la Asamblea era la que mandaba, que estaba decidida a afirmar la soberanía
del pueblo, y que incluso una institución tan representativa como el Consejo no era sino un mero órgano
consultivo del pueblo.” OSBORNE, op. cit., p. 358.
69
Ibíd., p. 360.
70
“La paradoja radica en que, a pesar de estar por encima de la ley y de la constitución, los tiranos en última
instancia vigorizaron la polis y sus instituciones, contribuyendo a elevar al demos, o sea al pueblo en general, a un
nivel de conciencia política: esto condujo en algunos Estados al gobierno de demos, es decir, a una democracia.”
FINLEY, Grecia primitiva…, op. cit., p. 159.

Historia de la Filosofía Antigua - UNR 16


que el Demo o los atenienses en general acabarían mostrando gratitud y lealtad a su facción.”71 En otras
palabras, la intención de Clístenes no descansa en un altruismo desinteresado y el resultado de sus
reformas escapó ampliamente sus objetivos políticos.72

3.2. Las Guerras Médicas

El relato sobre las Guerras Médicas bien se puede leer en Mossé73, aquí nos interesa puntualizar las
consecuencias que éstas han generado en la historia ateniense.

Mossé indica que: “a despecho de las reformas de Clístenes, la política ateniense permanecía en las
manos de las grandes familias” y que, “si bien respetando las formas constitucionales, aquéllas
continuaban destrozándose en medio de inútiles querellas.”,74 pero las Guerras Médicas van a constituir
un punto de quiebre a partir del cual cambió drásticamente la realidad social, económica y política de
Atenas. En el transcurso de unas pocas décadas, Atenas dejó de ser sólo una polis para pasar a ser un
imperio, y el punto cero de esta transformación lo encontramos aquí.

La primera guerra tuvo lugar en el año 490 a.C. cuando Darío, rey persa, avanzaba sobre el Ática,
habiendo obtenido la rendición de las Cícladas. Ese año los atenienses logran vencer a los persas en la
ciudad de Maratón. La victoria fue un gran éxito para los atenienses y, en especial, para Milcíades, quien
por aquél entonces era uno de los estrategos. Tras la guerra intentará recuperar sin éxito una isla que
había sido tomada por los persas y un aliado de los Alcmeónidas propone que sea condenado a pagar
una multa (lo cual muestra que pese a las reformas clistenianas el poder seguía estando en manos de la
aristocracia).

El gran cambio comienza después, en el 483/2 a.C. cuando el sorteo del arcontando designa a un
hombre “nuevo”, es decir, un hombre que no desciende de la antigua aristocracia. Este hombre,
llamado Temístocles, va a ser el gran protagonista de la segunda guerra médica en el 480 a.C.. El primer
acierto político de Temístocles fue llevar a cabo una expedición que terminó en el descubrimiento de un
gran yacimiento de plata. El segundo gran acierto fue destinar esa plata para la construcción de cien
navíos. La fortuna y el ingenio lograron que Temístocles empezara a ganar el apoyo popular y el poder
de su cargo político le permitió deshacerse de sus enemigos condenándolos al ostracismo.

Mientras tanto Jerjes, rey de Persa e hijo de Darío, comienza la ofensiva hacia a Atenas por mar y por
tierra. Ante ésta amenaza, los griegos de distintas poleis organizaron la defensa de su territorio: los
espartanos estaban al mando de la defensa por tierra y los atenienses por mar. Los resultados son por
demás conocidos, los persas lograron derrotar a los espartanos en la Batalla de las Termópilas en el 480
a. C. y siguieron su ofensiva hacia Atenas. Los atenienses evacuaron la ciudad, resguardando a la

71
SINCLAIR, R. K., Democracia y participación en Atenas, Alianza, Madrid, 1999, p. 21.
72
Sinclair aclara: “lo que se concibió sólo como una maniobra dentro de la política de la aristocracia acabaría
convirtiéndose en algo toralmente diferente cuando el ateniense ordinario llegó a tomar conciencia de su propio
peso político.” SINCLAIR, op.cit., p. 21.
73
MOSSÉ, op.cit., pp. 29-36.
74
Ibíd., p. 31.

Historia de la Filosofía Antigua - UNR 17


población en El Pireo, mientras el ejército aguardaba en las embarcaciones. Así le tendieron una
emboscada a los persas que venían por mar. Finalmente los atenienses vencieron a los persas en
Salamina.

Como aclaramos en el comienzo de este apartado, los detalles se pueden leer en Mossé. Nos interesa,
en cambio, detenernos en las consecuencias que han provocado las guerras médicas. Tras la victoria en
Salamina y con el antecedente de la victoria de Maratón el patriotismo ateniense se había visto
engrandecido. Un sentimiento que había sido acompañado de “la creencia de que no sólo eran
superiores a los persas, sino también a otros griegos”.75 Y es a partir de aquí que la historia ateniense
comienza a dar un significativo cambio de rumbo y se comienza a forjar lo que terminará siendo el gran
imperio ateniense.

Este sentimiento de orgullo patriótico va a derivar en la construcción de una identidad política que
reivindica a los atenienses como nacidos de la tierra. El mito sobre la autoctonía del pueblo ateniense es
producto de este sentiemiento.76 Para Sinclair, “otra manifestación del orgullo o sentimiento de
superioridad ateniense era la seguridad con que permitían un fácil acceso a su polis y ellos mismos
hacían hincapié en el carácter abierto de su sociedad y su actitud hospitalaria hacia los extranjeros.”77
Esto se comprueba por el crecimiento de la población meteca y también por las restricciones a la
ciudadanía.78 En otras palabras, el mismo sentimiento que generaba una gran hospitalidad hacia los
extranjeros hacía que se definiera cada vez más quiénes eran los ciudadanos, restringiendo de esta
forma a la ciudadanía. No obstante, lo más notable de ese sentimiento de orgullo patriótico fue hacer
que los hombres que habían combatido en Maratón y en Salamina empezaran a participar activamente
de la democracia ateniense, inaugurando una nueva etapa en la vida política de Atenas.79

Podemos marcar dos grandes consecuencias de las Guerras Médicas: la primera fue que Atenas logra
hacerse cargo (por decirlo de algún modo) de esa gran masa de población que eran los thetes. Estos
hombres ocuparon un lugar de importancia sobre todo en la segunda guerra médica, ya que se los
empleó como remeros en los nuevos navíos que había mandado a construir Temístocles. Lo
significativo no fue tanto que por primera vez en la historia de Atenas los thetes hayan asumido un rol
activo en la guerra, sino el hecho de que a raíz de la importancia decisiva de su participación (la victoria
en Salamina fue en gran parte gracias a ellos), cobraron una consciencia de sí que les permitió en lo
sucesivo participar activamente de la democracia. Sin embargo, no dejaron de ser hombres
dependientes: los thetes pasaron de ser dependientes de los grandes aristócratas a ser dependientes
del creciente imperialismo ateniense. Esto nos lleva a la segunda consecuencia: el sistema político y
económico que comenzaba a mantener a Atenas requería de la explotación de otras poleis. Finalizadas

75
SINCLAIR, op. cit., p. 36.
76
Sobre el mito de la autoctonía se puede leer: LORAUX, Nicole, Nacido de la Tierra. Mito y política en Atenas, El
cuenco de Plata, Buenos Aires, 2007.
77
SINCLAIR, op.cit., p. 37.
78
Sobre las diferentes categorías sociales véase: SINCLAIR, op. cit., cap. 2: “Privilegios y oportunidades del
ciudadano”.
79
Cf. SINCLAIR, op.cit., p. 37.

Historia de la Filosofía Antigua - UNR 18


las Guerras Médicas, Atenas comienza a expandirse mediante el dominio de las poleis que habían sido
sus aliadas durante de las guerras, gobernando así el Ática, casi la totalidad de las islas del Egeo, las
costas de Macedonia y Tracia, y gran parte de las costas del imperio persa. Lo paradójico de la historia
fue que al buscar el ideal de la autarquía por medio de la dominación de otras poleis, Atenas termina
siendo altamente dependiente de ese sistema imperialista que finalmente la conducirá a su propia
destrucción.80

80
Cf. AUSTIN y VIDAL-NAQUET, op. cit., cap. 7: “La época de la crisis”, pp. 127-148.

Historia de la Filosofía Antigua - UNR 19


4. Bibliografía

4.1. Citada

AA.VV., GALLEGO y GARCÍA MAC GAW (comps.), El estado en el mediterráneo antiguo: Egipto, Grecia,
Roma, Miño y Dávila, 2011.

ARISTÓTELES, Constitución de los atenienses, Gredos, Madrid, 1984.

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Barcelona.

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Historia de la Filosofía Antigua - UNR 21

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