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2013
Módulo
ESCUELA DE POSGRADO
Antología
Mg. Freder Arredondo Baquerizo
Buscando un Inca
MAESTRÍA EN
TERCER CICLO
Flores Galindo
UNIDAD DE POSGRADO DE LA FACULTAD DE ANTROPOLOGÍA
ANTROPOLOGÍA JURÍDICA
A pahter del siglo XVI se entabla una relación asimétrica
entre los Andes y Europa. Podría resumirse en el encuen-
tro de dos curvas: la población que desciende y las importa-
ciones de ganado ovino que paralelamente crecen, ocupan-
do los espacios que los hombres dejan vacíos. Encuentro
dominado por la violencia y la imposición. Pero estos in-
tercambios son más complejos, como lo ha recordado Ruggie-
ro Romano: barcos que vienen trayendo caña, vid, bueyes,
arado a tracción, hombres del Mediterráneo, otros hombres
provenientes del Africa y, con todo ello, ideas y concepcio-
nes del mundo, donde se confunden palabras y conceptos
admitidos con otros que estaban condenados por heréticos.
Del lado andino, junto al resquebrajamiento de un univer-
so mental, surge el esfuerzo por comprender ese verdadero
cataclismo que fue la conquista colonial, por entender a los
vencedores y sobre todo por entenderse a sí mismos. Iden-
tidad y utopía son dos dimensiones del mismo problema.
La utopía hoy
Los Andes son el escenario de una antigua civilización.
Entre los 8,000 y 6,000 años, en las altas punas o los valles
de la costa, sus habitantes iniciaron el lento proceso de do-
16 CAPITULO I
10. Cfr. "El Perú hirviente de estos días...", cap. 6 de este libro.
EUROPA Y EL PAIS DE LOS INCAS: LA UTOPIA ANDINA 25
trario, se trata de varias historias: la imagen del inca y del
Tahuantinsuyo depende de los grupos o clases que las ela-
boren. Así, para un terrateniente como Lizares Quiñones,
era una manera de encubrir bajo la propuesta de un federa-
lismo incaico a los poderes locales (1919), mientras que en
Valcárcel tenía un contenido favorable a los campesinos.
La utopía andina
EXTRANJEROS EN EL PERU
(1532-1560)
Portugal 171
Mediterráneo (Italia e islas) 240
Europa (norte y central) 59
Inglaterra y Francia 7
No identificados 39
Total 516
Fuente: Stern, Steve: Peru's Indian People and the challenge of Spanish Conques:
Huamanga to 1640. Madison, Wisconsin, 1982.
EUROPA Y EL PAIS DE LOS INCAS: LA UTOPIA ANDINA
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ra cuerpos que, a diferencia de los del viejo mundo, no es-
tán suficientemente inmunizados.
Esa religión que llegaba acompañada con la imagen te-
nebrista de un esqueleto o una calavera, traía también un
mensaje diferente al que fueron receptivos los indios. Cristo
después de la crucifixión, de su agonía y de su muerte, al
tercer día resucita para ascender a los cielos. Los cuerpos po-
dían recobrar la vida. La muerte no era un hecho irrever-
sible. Existía la promesa de una resurrección al final de los
tiempos.
La-idea de un regreso del inca no apareció de manera
espontánea en la cultura andina. No se trató de una respues-
ta mecánica a la dominación colonial. En la memoria, pre-
viamente, se reconstruyó el pasado andino y se lo transfor-
mó para convertirlo en una alternativa al presente. Este es
un rasgo distintivo de la utopía andina. La ciudad ideal no
queda fuera det la historia o remotamente al inicio de los
tiempos. Por el contrario, es un acontecimiento histórico. Ha
existido. Tiene un nombre: el Tahuantinsuyo. Unos gober-
nantes: los incas. Una capital: el Cusco. El contenido que
guarda esta construcción ha sido cambiado para imaginar un
reino sin hambre, sin explotación y donde los hombres an-
dinos vuelvan a gobernar. El fin del desorden y la obscuri-
dad. Inca significa idea o principio ordenador.
El itinerario que lleva a estas concepciones parte tam-
bién de las montañas de Vilcabamba. Allí se refugiaron los
restos de la familia real cusqueña, los últimos incas empe-
ñados en una imposible resistencia a los españoles y, en otras
ocasiones, en el intento de proponer una especie de cogobier-
no o protectorado hispano. Se debatían entre la colabora-
ción y el enfrentamiento. A diferencia de los seguidores del
Taqui Onkoy, no rechazaban lo occidental, sino que busca-
ban integrarlo para sus propósitos: empleaban caballos, ar-
cabuces, leían castellano. Uno de los monarcas de Vilcabam-
ba, Titu C U S Í Yupanqui, se hizo cristiano. Este hecho alen-
50 CAPITULO I
53. Del Busto, José Antonio. Historia General del Perú, Lima, Stu-
dium, 1978, p. 379.
EUROPA Y EL PAIS DE LOS INCAS: LA UTOPIA ANDINA
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dor la mandó a Lima. Pero el proceso es algo más comple-
jo. Inkarri resulta del encuentro entre el acontecimiento —la
muerte de Túpac Amaru I— con el discurso cristiano sobre
el cuerpo místico de la iglesia y las tradiciones populares.
Sólo entonces se produce una amalgama entre la vertiente
popular de la utopía andina (que se remonta al Taqui On-
koy) y la vertiente aristocrática originada en Vilcabamba.
Franklin Pease sugiere la hipótesis de que el mito de In-
karri habría comenzado a circular a inicios del siglo XVII.54
Desde lo que hemos expuesto hasta aquí, parece verosímil.
Para entonces la utopía arriba a la escritura. Este tema nos
remite a la situación de los mestizos. Hijos de la conquista,
jóvenes a los que por padre y madre correspondía una si-
tuación de privilegio y cuando menos expectante, termina-
ron rechazados por los españoles cuando éstos deciden orga-
nizar sus familias, acabar con el concubinato y reemplazar
a sus mujeres indias por españolas; para sus madres, esa pri-
mera generación de mestizos traía el recuerdo de la derrota
y el menosprecio por la presunta violación. Hijos naturales,
carecían de un oficio, no podían tenerlo. Engrosaron las fi-
las de los vagabundos a los que sólo quedaba la posibilidad
cada vez más lejana de buscar nuevas tierras o de enrolar-
se en el ejército para combatir a indios poco sumisos como
eran los araucanos. Recibieron el apelativo genérico de "guz-
manes".- Aquellos mestizos que no arriesgaban su vida en
cualquiera de estas empresas, terminaron como ese hijo de
Pedro de Alconchel, trompeta en Cajamarca, y una india de
la tierra, dedicado a la bebida, consumido en medio de una
existencia pobre y miserable en el pueblito de Mal,a.55 "Hom-
bres de vidas d e s t r u i d a s . . l o s llama un funcionario colo-
nial. No exageraba. En ellos la identidad era un problema
demasiado angustiante. Algunos motines encontraron entre