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Encuentro de Fin de Siglo: Latinoamérica Utopias, Realidades y Proyectos Salta (Argentina), 3, 4 y 5 de noviembre de 1999 GLOBALIZACION Y PENSAMI UTOPIA PERVERSA Julio Pérez Serrano Universidad de Cadiz, TO UNICO: L Introduccién. AL filo del Tereer Milenio de Ia Fta Cristiana vuelven a aparecer todo tipo de mitos EI cicrre, a mediados de agosto, de las lujosas tiendas de un conocido modisto parisimo ante Ia inminente Hegnda del fin del mundo(anunciada por Nostradamus) son Ia mejor muestra de que el dinero no tiene por qué erradicar la ignorancia, Sectas suicidas, fandticos y agoreros de toda indole reproducen en pequefia escala lo que fue el desenfreno colectivo del Afio Mil. De hecho, desde que cl hombre tiene conciencia de su existencia social y, sobre todo, desde que es capaz de medir el paso del tiempo, cada vez que ha rebasado un Timite cronolégico significative lo ha hecho acompafiado de una itrefrenable y contagiosa sensacién de inseguridad, Las profecias sobre la llegada del Anticristo, el Apocalipsis y el fin del mundo fentendido-como ebfin de la presencia del hombre sobre el planeta Henaron Ins iillimas décadas del primer Milenio de In Era Cristiana, Eran mitos asociados a la cultura entonces dominant, que conectaban con los elementos més primarios de las cercencias sociales del mundo feudal. Es comprensible, pues, que la visién teocéntrica del mundo hiciera pensar al hombre de ta época en un final que habria de venir, en l6gica concordancia con ello, de a mano de la religién. Suele omitirse, sin embargo, que los pueblos que no se rogian por el calendario cristiano, que eran la mayor parte de fos que poblaban entonces nuestro mundo, no forjaron este tipo de mitos y profecias cabalisticas, de modo que el primer milenarismo qued6 claramente caracterizido como un fenémeno propio de la civilizacién cristiana occidental. Los iil afios que nos separan de aquellas controversias quiz puedan dificultar la capacidad de algunos para hacer ciertas analogies. Esta inrapscidad, disoulpable en el ciudadano comin, esta sin embargo poco justificada cit el vaso de los historiadores y, en general, en quienes cultivan Jas disciplinas encuadrables entre las ciencias sociales, Contribuye, sin duda, a disminuir nuestro senticlo erftico el hecho de que, ipariencia ~ aunque sélo en apariencia- no estamos ante ninguna profecia, sino ante hechos tan constatables como Ia revolucién en las telecomunieaciones, Ia integracién de grandes maercados regionales 0 la clonacién de seres humanos. Pero no debemos olvidar que la nuestra no es ya, pese al enorme influjo que Ia religién todavia conserva en el ambito de la cultura, una sociedad teocentrica, sino una sociedad tecnoldgica. Es bien sabido que durante los dillimos cinco siglos el saber se ha secularizado y que cl centro de gravedad de nuestra civilizacién se ha desplazado de lo religioso a lo cicntifico- técnico. No debe extraiiar, por tanto, que en esta nueva frontera, la del Afio Dos Mil, tan convencional y arbitraria como {a precedente, el milenarismo adquiera los perfiles de la utopia tecnolégica y no tanto los del pesimismo apocaliptico. Ciertamente coexisten, e incluso se dan la mano en ciertas previsiones, pero, mientras que el segundo arraiga, por lo das, el primero se presenta como prognosis general, en capas marginales y poco instrui actualmente Ciontifica, asumida por las capas més cultas y propiciada por las instancias que ‘ostentan la direccién y la representatividad de nuestras sociedades. hos humanos a todos los rincones del La extensién de In demoeracia y de los dere planeta, In crradicacién de las guerras y de las revoluciones, ta constituciént de un nuevo orden internacional justo y otras tantas visiones benéficas de lo que habri de ser el futuro mis inmediato cn el nucvo Milenio son asumidas por instancias gubemamentales y neadémicas como escenarios posibles a corto © medio plazo gracias a la llamada globalizacién. Qué hay de cierto cn todo ello? {Estamos 0 no ante un nuevo milenarismo? 1. La globalizacién como fase de 1a mundializacion. Es evidente, desde luego, que el mundo de nuestros dias se parece poco al que conlemplarant 1s stibditos de Ot6n J, hace ms o menos mil affos, aunque ya entonces éste pretendié proclamarse soberano de una “Europa unida”. De hecho, aunque tienen su matriz, en el pensamiento racionalista ¢ ilustrado, nadie podria decir que nuestras sociedades son ‘una mera profongacién del Siglo de las Luces. Dos grandes procesos revolucionarios, el de 1789 y el de 1989 han extendido el liberalismo por todo el planeta, convyirtiéndolo -salvo muy contadas excepciones- en el tinico sistema mundial; un sistema que, probablemente, le seria del todo extrafio a sus primitivos promotores. Mas importantes, si cabe, han sido las tres revoluciones que, sin solucién de continuidad han transformado de raiz las estructuras:productivas que nos fueron legadas, desplazando al trabajo humano de su primacia en cl proceso de produccién y haciendo reeaer sobre lo tecnoldgico el protagonismo del canibio econémico y social. En términos demograficos, este gran salto'se tradujo cn un crecimiento cuantitativo sin precedentes. De hecho, hoy habitan el planeta unos 6.000 millones de seres humanos, mas de la mitad de los que se calcula que han existido en toda la historia de la Humanidad, y que son los responsables dc nuestro actual nivel de conocimiento y de desarrollo. {Qué puede esperarse de un potencial creativo de tamafia magnitud? Aun ponderando los tiempos necesarios para la difusidn y la asimilacion de los avances, resulta escalofriante imaginarlo. Deside cl punto de vista de las bascs materiales es evidente, pues, que la Mumanidad std preparada para dar cl salto cualitalivo que parece demandar el término globalizac Los parimetros ecoldgicos 110 mienten: nuestra especie, a diferencia de otras, puebla o esti en condiciones de poblar los mais inhdspitos Tugares del plancta y crece, de forma imparable, a un ritmo exponencial, Puede asimismo, gracias a su nivel tecnolégico y econémico, dar continuidad espacio-temporal a este poblamiento, por lo que es capaz de homogencizar sus formas y de asegurar la plena insercién de todas sus poblaciones en una tinica comunidad mundial, La Hamada “aldea global” es, desde este punto de vista, una realidad incuestionable, El camino que nos ha conducido hasta aqui hunde sus raices en el pasado mis remoto. Pero, aunque en el proceso de integracién de la especie humana a escala planetaria no ptieda ignorarse el papel, por ejemplo, de las primeras colonizaciones greco-fenicias en cl Mediterraneo, 10 cierto ¢s que -como ya puso de manifiesto E, Wallerstein- Ia mundializacién comienza a tomar cuerpo a finales del siglo XV. Para lo que aqui nos interesa, seftalemos s6lo que en esta primera fase tendente a la conformacién de una anda de materias primas y economia mundial actud como fuerza motriz Ia incesante de: netales preciosos por parte de las metrépolis europeas, sobre la qu intemacional de los modemios Estados autoritarios, mucho mas eficientes que sus antecesores medievalcs. se asentd la proyeccion TABLA 1 GRANDES ETAPAS DE LA MUNDIAL! CION Denominacién | Periado Fuerza motriz ; wi Colonialismo _|s.XV-1815 | Pugna por materias primas y metales preciosos 1815-1870 | Formacion de mercados nacionales Imperialismo __|1870-1945___ | Pugna por extender los mercados 1945-1990 | Integracién de mercados regionales Globalizacion [1990-hoy | Pugna por el mercado mundial 2 Tntegracién del mercado mundial Ya en los albores de la pasada centuria la economia europea habia sido capaz de absorber cl ingente caudal de recursos aportados por Ia practica del pacto colonial, pero su circulacién y puesta en valor se encontraba limitada por los propios fundamentos del sistema, Paraddjicamente, el poder centralizado de los monarcas y el mercantilismo, que habfan promovido la primera fase de la mundializacién -la llamada “expansién europea’ pasaban a ser ahora los principales obstéculos para su avance. {Qué habia sucedido? La practica del colonialismo durante los siglos modemos habia hecho florecer las ciudades, al calor de Ia creciente manufactura y del comercio, y habia promovido tambign avances en ef mundo del pensamicnto, la ciencia y la cultura, El hombre disponta de un mayor bagaje iniclectual y también de mayores recursos para poner cn practica sus ideas. Pero los factores de la produccion estaban controlados. Tanto la reglamentacién gremial como Ja servidumbre tendian a inmovilizar la fuerza de trabajo, justamente el factor que en esta segunda etapa se manifestaba como el mas dotado para impulsar un nuevo salto en el proceso de la mundializacion. No debe extrafiar, por tanto, que la quiebra de Ia monarquia absoluta como modelo de Estado viniese motivada en gran parte por la ineficiencia del sistema econémico sobre el que se asentaba, cl mercantilismo, incapaz, de adaptarse a las exigencias que por aquel centonces imponia ya la mundializacién. La revolucién liberal fue, por tanto, el resullado de tuna necesidad historica y no el fruto de una oscura conspiracién sectaria, como propugna hoy la historiografia revisionista mas radical. i Con Ia infroduccién de las nuevas relaciones econdmicas del capitalismo liberal Ia sociedad. comenz6 a experimentar cambios _notat La extensién de las relaciones mercantiles a todos los ambitos tavo como consecuencia més inmediata la formacién de mercados nacionales, para cuya defensa las respectivas burguesias, principales beneficiarias del cambio, articularon estructuras jurdieas y politieas propias. La revolucién liberal y el nacionalismo fucron ast las parteras del llamado Estado-nacién, vinculado a la necesidad de seo y extender los mercados nacionales en las nuevas condiciones de la competencia mundial,

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