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La mayor parte de Europa estuvo bajo el dominio del tercer Reich a inicios de 1944.
La mayoría de gobernantes simpatizaba y apoyaban al régimen nazi lo cual facilito
la obtención de estos territorios, todos creían que era exageración con el fin de crear
miedo en la población. El apoyo a esta ideología era en la creencia de la raza
superior alemana que se veían así mismo como el futro de la humanidad, fueron
están ideas extremistas lo que llevaron a un estado de xenofobia y posteriormente
a la persecución de los judíos. Dicha persecución se dio por toda Europa y fue tanta
la crueldad de esta que incluso arrestaban o ejecutaban a quienes escondiera o
protegieran a los judíos, mientras que para estos últimos lo que vivirían en los
campos de concentración sería completo un infierno en el que probablemente
terminaría sus vidas.
Lo que la autora nos cuenta en este libro es en carne propia lo que ella sufrió en
esto campos de concentración. Sobreviviente del holocausto, este libro me pudo
conmover en muchos sentidos. La escritora Olga Lengyel quien contaba con su
propio hospital producto del trabajo y esfuerzo que tenía con su esposo el Dr.
Lengyel, tenían dos hijos Thomas, Arved y su padrino quien vivió con ellos por
mucho tiempo antes de enfermarse, lamentablemente ella los lleva a un terrible
sufrimiento, donde pierde a su madre padre e hijos.
Todo inicia desde la firma de propiedades, el doctor Lengyel fue traicionado por un
médico a su servicio quien había visto su nombre en la lista de sospechosos del
régimen denuncio al Dr. quien fue alumno del padrino un doctor cirujano muy
reconocido, la despoja de su casa y hospital, si quería ver con vida a su esposo,
era muy doloroso firmar por todo el esfuerzo se perdería en un segundo, ¿por qué
hacer esto? le preguntaba, era para tener el poder, si perdían la guerra no lo
meterían a la cárcel porque tiene como demostrar sus propiedades, era así como
se quería salvar de cualquier acusación, en cuestión de segundos quedaron
reducidos a la pobreza, sacando a su padre y padrino del hospital sin ningún
remordimiento.
Olga trata en vano de salvarlos, un oficial alemán le dice que puede llevarlos a todos
si quiere y que esta por salir el tren rumbo al mismo destino, Olga Miclos, sus hijos
y abuelos llegaron a la estación de ferrocarriles y vagones aptos para ocho caballos,
se amontaron 96 personas por vagón, no habían comido nada, ni tomado una sola
gota de agua, parecían sardinas en esos vagones, se golpeaban entre ellos por un
poco de espacio partiendo a un rumbo desconocido, a ningún oficial le importo si
desmayaba alguien o moría alguien.
El tren se detuvo y hasta la noche los sacaron, los médicos fueron separados de un
lado y las mujeres del otro, niños y ancianos en otro, llegaban ambulancia para
supuestamente llevarse a los heridos, cada tren descargaba de a cuatro a cinco mil
pasajeros, Olga sospechaba que los mayores serian mandados a trabajos forzosos,
así que miente diciendo que su hijo mayor tiene menos de doce años, toda su
familia excepto ella y su esposo pasaron a filas izquierdas, una brisa paso y se sintió
el olor de carne quemada, todo estaba rodeado por alambres de púas, todos fueron
separados, las mujeres las obligaron a desnudarse, Olga pudo guardar una pastillas
de veneno en sus botas por si lo necesitaba, su vergüenza estaba superada por el
miedo.
Las examinaron delante de los soldados borrachos, las raparon cualquier muestra
de rebeldía eran castigadas con latigazos, a ella no la raparon, le pareció raro que
no la hubieran rapado así que se volvió a meter a la fila para que la raparan, por esa
razón la castigaron, les pusieron una ropa sucia y mal oliente, a unas les quedaba
grande y otras se le veía todo, en las barracas se dormían en camastros de a 16 a
20 personas, todas peleando por un poco de espacio, intentaban recolectar agua,
pero era difícil que alcanzara para todas.
Así eran las condiciones de vida dentro de los campos de concentración donde no
era garantizada la supervivencia y la mayoría estaba resignados a morir, pero ella
hacia todo por sobrevivir, denigrando su integridad.
Tambien pudo trabajar en lo que más se destacaba, enfermería, pero con las
condiciones del SS y Gestapo, este sufrimiento se disminuyó desde que empezó en
la enfermería a pesar de los pocos recursos que tenían para atender a los heridos.
El libro finaliza, reflexionando sobre su estadía en ese lugar que marco su vida,
deseando que nunca nadie viviera eso hechos tan atroces. Porque a pesar de lo
largo de la historia a habido acontecimientos similares, un intento de quebrantar el
espíritu humano, ha habido personas con una energía moral para no dejarse decaer
ante la tortura, seguir siendo fieles a su dignidad humana hasta el fin.