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LA MISIÓN DEL MAESTRO:

" Hay gente que tiene derecho a leer un libro y entenderlo como lo puedo hacer
yo y lo tiene en las manos y anda preguntando quién me lo puede leer ", dice
Gabriel Castillo, profesor por más de medio siglo y formador de profesores
desde hace 35 años.

Desde que entró a la Universidad Católica y luego al equipo pionero del CPEIP de
1969, Gabriel Castillo despertó muchas vocaciones en el mundo de la educación,
enseñando a los nuevos profesores que su misión es crear justicia. Algo que aprendió
de grandes maestros, como Alberto Hurtado y de los niños de las escuelas de
nuestro país que, como él dice, llegan a aprender y se encuentran con un sistema
injusto, que muchas veces ya ha decidido quién saldrá adelante y quién no... a menos
que su profesor, en ese pequeño mundo de la sala de clases, recuerde su misión de
hacer justicia, o la escuela anticipe un verdadero cambio en la sociedad chilena.

La siguiente conversación se realizó en el Programa de Aseguramiento de


Aprendizajes Básicos del CPEIP, cuya dirección está en manos de este profesor de
Lenguaje. Quisimos dividir en dos la entrevista y comenzar por el final, cuando Gabriel
Castillo nos regaló la anécdota del gran error que transformó en aprendizaje:

GC: Hubo un tiempo en que yo había visto que la gente hacía leer El Quijote y
después hacía controles de lectura: capítulo XIV, capítulo XX, capítulo XXVIII, etc. Los
alumnos se los leen y usted hace un control de lectura. Yo hice lo mismo. Pero me
encontré con un niño que estaba al frente mío en un curso de 52 alumnos. Él tomaba
su hoja, veía las preguntas, firmaba, sacaba la hoja y me la dejaba encima de la mesa.
¿Qué significaba? - "No pienso trabajar". Eso pasó una vez. Yo ya había aprendido
tantas cosas de ellos que aguanté y dije "si me la hace por segunda vez voy a tener
que hablar con él". Una semana después, hago el segundo control y el mismo
muchacho de primera fila pesca su prueba, la firma y sin contestar nada me la tira por
la cara. Entonces lo llamo aparte y le pregunto: ¿Qué es lo que pasa?, porque usted
no sabe si es culpable o no. Han pasado tantos años, y usted ha cometido tantos
errores que no está para decirle: ¿Qué pasa? No. Parece que fuera insolencia, parece
que fuera mala conducta, parece que fueran otras cosas, pero como ya me había
tocado aprender eso, prefiero tomar el otro camino y decir: ¿Qué es lo que pasa?

- "No puedo soportar un mal profesor", me dice. "Mire, yo quiero ser pintor, no tengo
más ropa que la que ando trayendo (era de los más pobres del curso) y quiero ser
pintor. En mi casa me dicen que cómo puedo ser tan imbécil. Un pobre no puede ser
pintor, que de qué voy a vivir, que los cuadros no se venden, que por qué no tomo otro
oficio... Y dice mi mamá: " Este es un Quijote " y yo creo que mi mamá está hablando
bien de mí. No está hablando mal, está pensando que yo soy un tipo como un Quijote,
que quería un mundo justo, que quería luchar por aquellos que no tenían defensores.
Bueno, eso creo yo. Pero usted hace un control de lectura en que pregunta toda clase
de tonterías, menos qué es ese hombre. No nos pregunta qué opinamos de él
nosotros, de que se haya dedicado a producir un mundo más justo, de que le fuera tan
mal.... Todo eso usted se lo salta porque pregunta cosas tan tontas como A, como
B...".

Entonces yo le explico que en un control de lectura lo que usted está tratando de saber
es si efectivamente le leyeron o no le leyeron. En el afán de controlar la lectura, usted
hace muchas preguntas sensatas y otras preguntas tontas, porque no quiere correr el
riesgo de que alguien no haya leído nada y se vaya a salvar hablando las maravillas
de Don Quijote, porque vio una película y salió al paso. En cambio si uno entra en el
detalle del capítulo XXI no va a saber qué hacer.
Y él me dice: "O sea si usted quiere averiguar eso ¿por qué no estudió para
policía?... yo creo que usted está perdido. Llevamos tres años tratando de hacer de
un profesor un maestro y no hemos avanzado gran cosa. Le hemos dicho cómo tiene
que hacer las cosas, cómo tiene que mostrarlas, pero no hay caso, a usted le da por
andar controlando si hicimos esto, si hicimos lo otro..."

Entonces cuando yo ya estoy en el suelo, derrotado, le digo: "Entiendo todo" (un


maestro no es un controlador, es un suscitador, es un tipo que levanta el alma de la
gente). Y me dice: "Ahora que usted entendió, ahora que usted se atrevió a
preguntarme, se ha hecho digno de que yo le enseñe algo que antes habría sido inútil.
Usted como profesor tiene un sola manera de saber si uno hizo o no hizo algo... son
cortos de inteligencia, no saben más que sus tecniquitas para saber si aprendí o no
aprendí. Pero mire, yo tengo otra manera, usted sabía que a mí me gustaba la pintura,
pero se olvidó de eso..." - y fue a su banco, sacó cinco cuadros hermosos: capítulo
XIV, capítulo XXV, capítulo XXII... - y mostrándolos me preguntó: "¿Los leí o no los
leí?"

¿Este alumno realmente existió?

Sí, existió, por cierto, se lo estoy contando tal cual, lo tengo tan presente, pero eso me
pasó unas veinte veces.

¿A un profesor le pasa unas veintena de veces?

A mí por lo menos sí. A otros puede que no. Yo no me meto con los otros profesores.
Pero un profesor que comete errores por no haberse metido en los sustantivo, que ha
olvidado lo esencial, para lo que usted ha nacido... Una cosa es que usted lo piense en
su cabeza y otra cosa es que le salga de aquí (apuntando a su pecho)... tiene que
pasar por el corazón. Tiene que salírsele de la cabeza e irse para dentro. Tiene que
aprender a vivir que el magisterio es otra cosa que pasar materia. Esto lo saben todos
los maestros que hay en el país. Cada uno de ellos le podría firmar esto que le estoy
diciendo. Demora mucho darse cuenta que hay que construir la justicia. Y que uno
mientras no tenga eso claro comete errores, y que el que trabaja en educación es un
hombre cuya misión es decirle al otro: "Tenemos que construir una sociedad más
justa". Y usted tiene que mostrarle que lo está haciendo porque si no, no tienen por
qué creerle. Es demoroso, es largo, pero yo diría que no hay otra alegría más grande.
Un regalo de Gabriel Castillo
La misión del Maestro (artículo publicado en www.educarchile.cl escritorio docente)

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