aborresco la rutina aburrida de la existencia. Tengo apetito de exaltación metal.
Por eso he elegido mi profesión particular, o de hecho la he creado, pues soy el
único en el mundo.”
En el Escándalo en Bohemia, Watson describe a Holmes como la más perfecta máquina
de razonar y observar que el mundo jamás ha visto. Pero sin el estímulo intelectual de un caso interesante por resolver, es exactamente como una máquina sin combutible. Los arranques de energía apasionada que tiene mientras realiza las insólitas hazañas por las que es famoso, son inevitablemente seguidas por reacciones de letargo durante las cuales se la pasa con su violín y sus libros, apenas moviéndose entre el sofá y la mesa. Cuando en El signo de los cuatro Watson confronta a Holmes con esta dualidad entre lo que le parece practicamente una pereza absoluta y sus derroches de espléndida y vigoroza energía, Sherlock de buen humor acepta tener elementos tanto de un gran holgazán, como de un personaje vivaz, y cita incluso a Goethe: Schade dass die Natur nur einen Mensch aus Dir schuf, Denn zum wuerdigen Mann war und zum Schelmen der Stoff. (aproximadamente: Lástima que la Naturaleza sólo ha logrado un hombre como tú; con características de hombre ilustre, y con materia de bribón). Como sucede a menudo con las grandes mentes, el intelecto de Holmes le era tanto un don como simultáneamente una maldición. Sólo unas cuantas líneas adelante, Watson, quien se ha comprometido en matrimonio con la protagonista de la aventura, pregunta a Holmes: De este caso “yo he obtenido una esposa, Jones (el oficial de policía) se ha llevado el crédito, y qué queda para tí?”. Y de manera un tanto patética contesta Holmes: “Para mí queda aún la botella de cocaína”. Y es cierto que Holmes cree no poder vivir sin trabajo mental. El mundo es irremediablemente prosaico y material, y sin un objetivo concreto en el que pueda concentrar sus energías, Holmes no encuentra sentido a poseer sus habilidades particulares. Prueba inutilmente dar salida a su frustración pasando noches enteras realizando complicados experimentos químicos, pero al final, sólo su adicción a la