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CIVIL
ANÁLISIS JURÍDICO
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Según el autor, nadie puede ser despojado de un derecho legítimo a través de la medida de
embargo dictada en un proceso ejecutivo sin análisis completo y plenario sobre la perte-
nencia del bien al deudor. Además, se debe admitir, como lo hace la jurisprudencia domi-
nante establecida incluso como doctrina jurisprudencial vinculante, que la inscripción de
un derecho personal en los registros públicos no lo convierte en real sino que conserva su
carácter, de modo que ante la concurrencia de un derecho real con otro de distinta natu-
raleza, prevalece el primero.
* El presente artículo forma parte del libro que acaba de ser publicado en coautoría por: GONZALES BARRÓN, Gunther
Hernán y ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Embargo, tercería de propiedad y remate judicial de inmuebles.
Jurista Editores, Lima, 2014.
** Doctor en Derecho, magíster en Derecho Civil y abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Máster en Dere-
cho Constitucional por la Universidad de Castilla La Mancha (España). Profesor de Derecho Civil de la PUCP, Universi-
dad de San Martín de Porres y Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Actualmente es Juez Superior Titular de la Corte de
Justicia de Lima. Ha sido vocal y presidente de una de las Salas del Tribunal Registral y notario de Lima.
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respectivamente. Ahora bien, la licencia que pague los impuestos respectivos. Todos
municipal de sub-división de lote urbano estos datos no se toman en cuenta, por lo
demora más de la cuenta, por lo que se que la solución jurídica se sustentaría exclu-
imposibilita la independización registral sivamente por la formalidad registral, pues
e inscripción de las ventas. Empero, el se considera que todo otro fundamento
titular inscrito sufre el embargo sobre el de orden material o procesal serían meras
bien inmueble que continúa a su nombre “subjetividades”.
en el registro, aunque evidentemente ya
lo había transferido. II. Refutación de dicha tesis
En consecuencia, el conflicto de intereses es
el siguiente: el registro anuncia un propieta- La teoría anterior no es aceptable conforme
rio meramente formal, que asimismo es el lo explicaremos con fundamentos de orden
deudor en un proceso ejecutivo, razón por la constitucional y procesal, sin perjuicio de las
cual se le embarga dicho inmueble; no obs- consideraciones de orden moral, lo que en
tante, el propietario de dicho bien es el com- general puede resumirse en el siguiente argu-
prador con título fehaciente, pero no inscrito. mento: el juez dicta el embargo sobre la base
de meras presunciones y apariencias, sin
Según una doctrina extremista1, si el acree- declaración de certeza sobre la titularidad de
dor logra embargar un inmueble del deudor los bienes, sin contradicción3; por tal motivo,
que mantiene la titularidad inscrita –aun- ese mandato de pura ejecución (“razón de
que ya no sea el propietario real–, entonces fuerza”) –dispuesto por la urgencia de las
“adquiere” el embargo por su confianza en circunstancias– no puede sustentar un dere-
la apariencia registral2; por tanto, el acreedor cho definitivo que despoje la propiedad de
habría adquirido un derecho a non domino, un tercero ajeno a la deuda, sin proceso y
producto de un propietario aparente. sin derecho defensa; por tanto, este man-
dato superficial, pero potencialmente lesivo,
Para esta postura, nada importa que en la rea- debe equilibrarse con un remedio que per-
lidad jurídica la transferencia se haya pro- mita corregir el error, que no es otro que la
ducido hace varios años, por instrumento tercería de propiedad (“fuerza de la razón”).
público, o que el comprador goce en forma
notoria y manifiesta de la posesión del bien y Luego abundaremos en la refutación.
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4 MORENO CATENA, Víctor. La ejecución forzosa. Palestra Editores, Lima, 2009, p. 219.
5 Véase: CARPI, Federico. “Riflessioni sui rapporti fra l’art. 111 della Constituzione ed il proceso esecutivo”. En: Rivista
Trimestrale di Diritto e Procedura Civile. Giuffrè Editore, Año LVI, N° 2, Milán, junio 2002, p. 381 y ss.
6 MONTERO AROCA, Juan. “El proceso de ejecución”. En: Ídem, GÓMEZ COLOMER, Juan Luis, MONTÓN
REDONDO, Alberto y BARONA VILAR, Silvia. Derecho Jurisdiccional. Proceso Civil. Tomo II, 16ª edición, Tirant lo
Blanch, Valencia, 2008, pp. 597-598.
7 “El tribunal está investido de potestad para hacer lo que puede hacer el ejecutado, pero no se puede extender más allá su
actividad. Consiguientemente, y por ejemplo, si el ejecutado solo puede realizar actos de disposición sobre su patrimonio,
no sobre patrimonios ajenos, tampoco podrá hacerlo el tribunal, siendo en caso contrario esos actos nulos o anulables”:
Ibídem, p. 515.
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8 Esta situación se justifica por las diferencias que existen entre el proceso de conocimiento (para lograr una certeza) y el de
ejecución (para afectar y liquidar bienes), por lo que en este último caso no se dilucida derechos. Solo metafóricamente
podría decirse que “no se piensa, se actúa”, lo que viene desde muy antiguo: “En ningún caso podía el actor tomar por
su cuenta los bienes del condenado, sino a través de la actuación del órgano judicial. Una vez formulada la petición del
demandante, el juzgador, sin necesidad de previa causae cognitio, dictaba una simple orden de tomar en prenda los bienes
del condenado, siguiendo el orden establecido, y designaba un funcionario subalterno que se encargase de las operaciones
de la ejecución”: DÍAZ-BAUTISTA CREMADES, Adolfo. El embargo ejecutivo en el proceso cognitorio romano. Pignus
in causa judicati captum. Marcial Pons, Madrid, 2013, p. 85.
9 MONDÉJAR PEÑA, María Isabel. “El sistema español de oponibilidad a un embargo indebido de bienes inmuebles”. En:
VV.AA. Temas actuales de Derecho Civil. Normas Legales, Trujillo, 2006, p. 733.
10 “La ejecución se ha formado, pues, por la ley como un procedimiento cerrado y perfecto en sí, del cual queda excluida
toda indagación de fondo, que camina inexorablemente por su vía, como si no existiese incertidumbre alguna sobre su
legitimidad; y, al mismo tiempo, queda a salvo la posibilidad de que desde el exterior (…) sobrevenga la orden de dete-
nerse y, eventualmente, de restablecer el estado anterior de las cosas”: LIEBMAN, Enrico Tulio. Manual de Derecho Pro-
cesal Civil. Traducción de Santiago Sentís Melendo, EJEA, Buenos Aires, 1980, p. 156.
11 La finalidad del proceso ejecutivo no es declarar derechos, por tanto, si la sentencia carece de ese objetivo, entonces con
mayor razón, los actos meramente ejecutivos, como el embargo, no declara derechos ni los constituye, conforme lo reco-
noce toda la doctrina. Por ejemplo, uno de los más grandes teóricos del derecho procesal dice en forma simple pero con-
tundente: “el proceso de ejecución no se ha creado para dar o quitar la razón a alguno de los litigantes, sino para procurar
la satisfacción de una pretensión”: CARNELUTTI, Francesco. Sistema de Derecho Procesal Civil. Traducción de Niceto
Alcalá-Zamora Castillo y Santiago Sentís Melendo. Tomo II, UTEHA Argentina, Buenos Aires, 1944, p. 548.
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12 “El propietario consolidado debe ser protegido frente a los procesos ejecutivos intempestivos o irregulares a sus espaldas”:
ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, José Antonio. “Oponibilidad de los derechos manifiestos al embargo y remate de inmuebles”.
En: Revista Jurídica del Perú. N° 145, Gaceta Jurídica, Lima, marzo de 2013, p. 206.
13 Esta es la razón de fondo por la cual la tercería sirve exclusivamente para levantar embargos, y no hipotecas, pues se trata
de un medio teóricamente sumario (proceso rápido de cognición) para corregir medidas dictadas por el juez en forma
superficial, por puras apariencias, sin contradictorio, y por pedido unilateral del acreedor. En cambio, ¿cómo una hipoteca
va a levantarse por una tercería? El embargo es la medida superficial de un juez que se limitó a reconocer la existencia de
un crédito, pero en el que no se discutió la propiedad de los bienes del deudor; en cambio, la hipoteca es un hecho sustan-
cial (derecho real) adquirido bajo la confianza del registro, por lo que su extinción requiere de otro hecho sustancial, como
la nulidad del título o la mala fe del acreedor para derogar su preferencia, y no la mera corrección de un error (al trabar el
embargo) como hace el juez en la tercería. ¿Puede igualarse un hecho procesal con ese déficit intrínseco con un hecho pro-
cesal? Lamentablemente en nuestra “doctrina” se opina sin conocer los fundamentos profundos de las instituciones jurídi-
cas, como hace sin ruborizarse: PASCO ARAUCO, Alan. “La tercería de propiedad frente a la hipoteca y el embargo”. En:
Gaceta Civil & Procesal Civil. N° 8, Lima, febrero 2014, pp. 97-98.
14 La injusticia del embargo trabado en bienes ajenos al deudor es una constatación obvia que se ha denunciado en todas las
épocas: “el emperador Zenón (474-491), C.11.57.1 (sin fecha), dice que es más grave, no solo para las leyes, sino contrario
a la equidad natural, molestar a alguien por deudas ajenas y prohíbe perpetrar esas iniquidades”: DÍAZ-BAUTISTA CRE-
MADES, Adolfo. El embargo ejecutivo … Ob. cit., p. 146.
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15 “219. Por lo que toca al automóvil que conducía al señor Tibi cuando fue detenido, si bien se trata de un bien mueble regis-
trable, este registro es necesario para el solo efecto de la oponibilidad ante el reclamo de los terceros que pretenden
tener algún derecho sobre el bien”; pero el embargo no es un “derecho sobre el bien”, ni puede serlo, conforme se explica
en el texto principal.
16 AVENDAÑO ARANA, Francisco. “Conflicto entre el embargo y la propiedad”. En: Diálogo con la Jurisprudencia.
Gaceta Jurídica, N° 149, Lima, febrero 2011, p. 80, considera que: “La oponibilidad deberá estar dada por la publicidad
que se le da a la relación jurídica, y en el caso de los derechos sobre inmuebles esa publicidad le da al registro”; lo que
constituye un mayúsculo error, pues el acto ejecutivo de embargo no es “derecho”. Por el mismo argumento hay que recha-
zar la desacertada frase de FERIA ZEVALLOS, Julio Eloy. “La naturaleza de la anotación de embargo, y el sentido del
principio de inoponibilidad registral en la jurisprudencia civil”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. N° 162, Gaceta Jurí-
dica, Lima, abril 2012, p. 248, cuando sostiene: “hay base para afirmar la naturaleza real de la anotación de embargo”
(¿de derecho real?).
17 Los extremistas registrales, a pesar de su talante ultraliberal, y sin darse cuenta de ello, proponen que el juez despoje a los
particulares de sus derechos mediante una orden dictada de manera superficial, o preliminar, con lo cual terminan consa-
grando un Estado arbitrario, que toma decisiones por puro voluntarismo, sin conocimiento completo de la situación, sin
proceso ni garantías contra el titular afectado, es decir, el juez “crea” la propiedad a través de un embargo, por lo que se
regresa al Estado despótico de Hobbes, basado en la voluntad omnímoda del soberano, en este caso del juez. Es evidente,
pues, que la congruencia filosófica no es una virtud del extremismo, que utiliza argumentos liberales para terminar cons-
truyendo un Estado sin libertad, en la que los jueces expolian los derechos sin proceso mediante resoluciones superficiales
de ejecución, sin previa declaración de certeza.
18 En este punto cabe mencionar una “curiosa” sentencia dictada por la Segunda Sala Civil de Lima, con fecha 30/06/2011,
Exp. N° 51352-2007 (ponente: Martínez Maraví) en la cual se hacen sorprendentes (y erradas) afirmaciones, que pare-
cen copiadas del texto de un extremista registral: “la demanda de tercería de propiedad que corre a fojas 31 solo puede
entenderse como una pretensión que se formula bajo la afirmación que el demandante es el verdadero propietario de tales
inmuebles; de lo que se colige que para resolver el presente conflicto resultaría indispensable que el juez establezca previa-
mente si el actor es realmente el verdadero propietario –valga la redundancia–, para luego recién poder decidir si le asiste
o no la razón en cuanto a su pretensión (…) la presente deviene en improcedente por falta de interés para obrar, por cuanto
en tales supuestos en que el derecho de propiedad aparece registrado a nombre de persona distinta al tercerista, resulta de
aplicación lo dispuesto en el artículo 2013 del Código Civil” (7º considerando).
En resumen, se sostiene que “el verdadero propietario” es el inscrito, y como el tercerista no inscribió, aunque su título
sea de fecha anterior al embargo, entonces “no es verdadero propietario”. Con este argumento –francamente insólito–, el
embargo se convierte en “derecho” protegido por la apariencia del registro, aunque se funde en un mandato ejecutivo dic-
tado en forma superficial, sin contradictorio ni certeza sobre la pertenencia del bien al deudor; pese a esta debilidad con-
natural del embargo, empero todas las tercerías inmobiliarias serían improcedentes por el sencillo motivo que el tercerista
no está inscrito; por tanto, bajo esta “lógica” el juez es un subordinado del registro quien es el que hace “verdaderos pro-
pietarios”, lo cual olvida que en el Estado Constitucional de Derecho, el juez tutela los derechos subjetivos (art. 139 de la
Const.) y las inscripciones son meras apariencias (art. 2013 del CC); pero lo peor de todo es que se contraviene la Consti-
tución (se despoja a un propietario sin proceso), la ley (las normas procesales de tercería son inservibles) y hasta el sentido
común (se reenvía al tercerista a un proceso de “mejor derecho de propiedad”, pero ello olvida que en este caso nadie dis-
cute la propiedad, pues el deudor no la defiende en cuanto no es el propietario, ni el embargante que solo es acreedor, por
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tanto, el único propietario es el tercerista, entonces, ¿para qué se habla de un proceso de mejor derecho cuando hay un
solo propietario?). Cómo no podía ser de otra forma, esta decisión fue anulada por la Corte Suprema a través de la Casa-
ción N° 3321-2011-Lima, de 30/05/2013: “Quinto: Que, como puede apreciarse el Superior Tribunal ha desestimado la
demanda de tercería partiendo de la premisa que a través de dicho proceso debe acreditarse un derecho de propiedad ajeno
a todo cuestionamiento, criterio que no corresponde a lo regulado por el artículo 533 del Código Procesal Civil”. Esta frase
de la Suprema es muy suave, y hasta diplomática, frente al desastroso argumento de la Sala Superior.
19 De esta forma quedan descartadas las posturas simplistas que pretenden resolver el tema con el simple conflicto de “situa-
ciones jurídicas de ventaja” que debe favorecer al inscrito de buena fe. En tal sentido: MERINO ACUÑA, Roger. “Propie-
dad no inscrita versus embargo inscrito”. En: Actualidad Jurídica. N° 153, Gaceta Jurídica, Lima, agosto de 2006, p. 55,
quien se olvida que el embargo no es una situación jurídica sustancial, sino un mandato judicial dictado sin certeza, por
lo que no puede constituirse en un “derecho definitivo” que enfrente a la propiedad. El propio extremista registral NINA-
MANCCO, Fort. Ob. cit., p. 116, termina reconociendo que el embargo carece de sustantividad, o sea no es “derecho”, no
obstante, ignora o pretende ignorar la consecuencia obvia que se deriva de tal premisa.
20 “La tercería de propiedad es una figura jurídica estrictamente de carácter procesal” (Casación N° 1405-2005-Cusco, de
07/11/2006), que sirve para remediar los errores cometidos en el proceso pues su objeto es “levantar embargos (ilegíti-
mos)” (Casación N° 1882-1997-Cajamarca, de 20/05/1998); es más, “la tercería de propiedad se constituye como una
medida ex post, es decir, destinada a restaurar una situación arbitraria” (STC Exp. N° 8231-2006-PA/TC, de 20/04/2007).
En tal sentido, es obvio que un error procesal no puede “crear” derechos.
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La primera garantía es la dialéctica (tesis, La quinta garantía es que la decisión del tri-
antítesis, síntesis), es decir, el proceso reúne bunal sea susceptible de revisión por una ins-
a dos partes que se enfrentan en igualdad tancia superior, con lo cual se pueda corregir
de condiciones (“de armas”) para contrapo- el eventual error cometido.
ner sus posiciones, argumentos y pruebas, lo
cual facilita alcanzar la verdad, pues oír una El proceso judicial es un instrumento de
sola versión, sin contrastación, es el camino justicia, que permite confrontar posiciones
más simple para equivocarse. Esta garan- en forma igualitaria, civilizada, racional,
tía presupone varias condiciones: derecho con reglas claras, que luego de escuchadas
a ser informado de la pretensión ajena o de ambas partes, exige que el juez (imparcial)
la imputación; contar con tiempo y medios emita una decisión argumentada que, no
suficientes para preparar una defensa ade- obstante, puede ser revisada. Nótese, pues,
cuada; ser oído en audiencia o en cada alega- que las garantías institucionales del proceso
ción de la parte contraria. tratan de alcanzar la verdad y la solución
justa de la controversia, y aunque siempre
La segunda garantía es contar con un pro- es posible el error, no obstante, este trata de
cedimiento sometido a reglas públicas, minimizarse. Por tanto, el debido proceso
21 El acceso a la justicia y el debido proceso se consideran normas internacionales de ius cogens, esto es, se imponen a los
Estados en forma obligatoria, aun sin tratado, lo que se explica en la siguiente cita: “En el Derecho Internacional, por ejem-
plo, se reconoce también la existencia de normas de ius cogens, esto es, que obligan a todos los Estados sin necesidad de
haberlas aceptado voluntariamente mediante un Tratado. La razón es que las normas de este tipo caracterizan un sistema
jurídico, lo hacen tal, lo definen y configuran. Sin ellas, dicho sistema pierde sentido y se desnaturaliza, pues se convierte
en un instrumento de pura opresión o coacción, por lo que se convierte en un orden radicalmente injusto. Según el artículo
53 de la Convención de Viena sobre los Tratados, una norma imperativa de derecho general internacional es aquella acep-
tada y reconocida por la comunidad internacional como norma que no admite pacto en contrario. La imperatividad radica
del interés jurídico que ellas tutelan, son disposiciones inderogables y están por encima de la voluntad de los propios Esta-
dos. Se entiende que las normas de ius cogens tienen origen consuetudinario, aunque muchas de ellas hoy se encuen-
tran positivizadas”: ACOSTA ALVARADO, Paola Andrea. “El derecho de acceso a la justicia como norma de ius cogens
según la jurisprudencia interamericana”. En: VV.AA. Apuntes sobre el Sistema Interamericano. Universidad Externado de
Colombia, Bogotá, 2009, pp. 24-27.
22 TARUFFO, Michele. “Ideas para una teoría de la decisión justa”. En: Íd. Sobre las fronteras de la justicia. Escritos sobre
la justicia civil. Traducción de Beatriz Quinteros, Editorial Temis, Bogota 2006, p. 203.
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23 Sobre este tema, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha desarrollado una valiosa doctrina por la cual indivi-
dualiza este concepto mediante el análisis de sus aspectos esenciales, según expone ACOSTA ALVARADO, Paola Andrea.
“El derecho de acceso a la justicia (…)”. Ob. cit., pp. 20-21: i) Derecho a ser oído, siempre que esté en cuestión la deter-
minación, afección o garantía de un derecho, de cualquier tipo. Por tanto, se trata del derecho a contar con los mecanis-
mos judiciales suficientes e idóneos para tal efecto; ii) Derecho a contar con las herramientas eficaces para la solución de
las controversias y la sanción de delitos; iii) Derecho a un recurso efectivo para la protección de los derechos humanos;
iv) Derecho a un tribunal independiente e imparcial; v) Derecho a contar todas las posibilidades de preparar una defensa
en igualdad de condiciones; vi) Derecho a obtener una solución en el plazo razonable.
24 MORELLO, Augusto. Constitución y Proceso. La nueva edad de las garantías jurisdiccionales. Librería Editora Platense,
La Plata 1998, p. 37.
25 Ídem.
26 La Corte Interamericana ha señalado que el órgano judicial también puede violar el debido proceso de los propietarios,
lo que no solo afecta las garantías judiciales que reconoce la Convención Americana (art. 8), sino también la propiedad
que no puede defenderse (art. 21); en efecto, las resoluciones judiciales dan lugar a vulneraciones ilegítimas de la propie-
dad cuando el proceso encubre o es el disfraz de un acto arbitrario proveniente del Estado. Textualmente se sanciona la
siguiente doctrina: “La Corte observa al respecto que cuando un proceso se ha realizado en contravención de la ley, tam-
bién deben considerarse ilegales las consecuencias jurídicas que se pretenda derivar de aquel. Por consiguiente, no fue ade-
cuada la privación del uso y goce de los derechos del señor Ivcher sobre sus acciones en la compañía, y este Tribunal la
considera arbitraria, en virtud de que no se ajusta a lo establecido en el artículo 21 de la Convención”: Sentencia de fondo
del 6 de febrero de 2001, Caso Baruch Ivcher Bronstein vs. Perú, 130º fundamento. Pues bien, eso mismo acontece si se
pretende embargar bienes de terceros para la ejecución de una deuda ajena, pues la falta de tutela judicial no solo vul-
nera las garantías del debido proceso, sino también el derecho sustancial desprotegido.
Por su parte, el Tribunal Constitucional Alemán también se ha pronunciado, en la sentencia de la Primera Sala del 7 de
diciembre de 1977, que la garantía de la propiedad no solo se manifiesta en el derecho sustancial, sino también en el
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procesal: “Esta garantía tiene por objeto asegurar la existencia concreta de la propiedad en manos del propietario. A ella le
ha sido atribuida constitucionalmente la función de garantizar al portador del derecho fundamental un espacio libre en el
ámbito de los derechos patrimoniales y permitir al particular, por tanto, la posibilidad de desarrollar y estructurar su vida en
forma responsable. Esa función garantista influye no solo la estructuración del derecho patrimonial material, sino que tam-
bién afecta el respectivo derecho procesal. Por consiguiente, se deduce directamente del artículo 14 de la Ley Fundamen-
tal el deber de garantizar una protección legal efectiva en caso de intervenciones en ese derecho fundamental. Esto incluye
el derecho a un “proceso justo”, que de acuerdo con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal pertenece a las
características esenciales del principio del Estado de Derecho”: SCHWABE, Jürgen (Comp.). Jurisprudencia del Tribu-
nal Constitucional Federal Alemán. Traducción de Marcela Anzola Gil y Emilio Maus Ratz. Konrad Adenauer Stiftung,
México 2009, p. 408.
27 RONQUILLO PASCUAL. Ob. cit., p. 86.
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28 Los extremistas registrales ignoran que hasta en los Estados Unidos la usucapión vence al título registrado. He aquí el reve-
lador párrafo: “Si A obtiene un título por usucapión frente a O y no lo inscribe, y luego O vende la finca a P, quien inscribe,
¿quién será el propietario de la finca? Aunque P investigue escrupulosamente las inscripciones registrales, el derecho de A
no aparecerá. Si bien pudiera parecer que, de acuerdo con las normas reguladoras de la inscripción registral, debiera ser P
quien ganara en este caso, los tribunales entienden que A gana por usucapión. P debe proteger su derecho frente a la usu-
capión inspeccionando la finca, adquiriendo conocimiento mediante una investigación. Si alguien que aparentemente no
tiene ninguna conexión con el futuro transmitente está ocupando la finca, el potencial comprador debe informarse de si
ese ocupante tiene una acción por usucapión. Si ha transcurrido el plazo de usucapión, la venta que realice el propietario
inscrito no será válida. Si el plazo de usucapión todavía no ha transcurrido, el propietario inscrito deberá echar al posee-
dor-usucapiente para poder ofrecer un título válido: recuerde que nadie desea adquirir problemas”: MERRIL, Thomas W.
y SMITH, Henry E. Propiedad y Derechos Reales. Una introducción al sistema jurídico de los Estados Unidos de Amé-
rica. Traducción de Josep Santdiumenge y Marian Gili. Thomson Reuters, Cizur Menor, 2013, p. 233. Frente al contun-
dente comentario de los profesores de las Universidades de Columbia y Harvard, ¿qué dirán los amantes de la “seguridad
jurídica vacía”, de la pura apariencia, de la reducción de costos de transacción y del mito de la publicidad como solución
a todos los males, frente a la clara posición del derecho estadounidense?
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29 Cit. JORDANO BAREA, Juan. “La teoría del heredero aparente y la protección de los terceros”. En: Anuario de Derecho
Civil. Tomo 3, Fascículo 2, Madrid, julio-setiembre 1950, pp. 668-669.
30 GORDILLO CAÑAS, Antonio. La representación aparente. Universidad de Sevilla, Sevilla, 1978, p. 470.
31 MIQUEL GONZÁLEZ, José María. La posesión de bienes muebles (estudio del artículo 464, 1 del Código Civil). Edito-
rial Montecorvo, Madrid, 1979, pp. 491-492.
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la conciencia humana que nadie puede ser aparente, lo que genera la contraposición de
despojado en forma arbitraria de su patri- intereses entre el propietario y el tercero.
monio; por tanto, la seguridad jurídica que
solo legaliza el despojo del verdadero titular Por tanto, si bien el principio general es la
por razones exclusivamente formales consti- tutela del propietario inicial, pues este repre-
tuye una regla de notoria e inaceptable injus- senta la defensa de una situación jurídica
ticia, que no puede salvarse con frases retó- legítima, empero, en el presente caso, por
ricas como la “seguridad del tráfico” o “la ejemplo, tal solución es radicalmente injusta,
economía exige certeza”, entre otras. La pues la actitud dolosa del propietario termi-
cuestión es mucho más complicada y exige naría afectando a un tercero de buena fe que
una adecuada ponderación32; por tanto, debe confió en la apariencia de legalidad del con-
rechazarse la ilusión óptica de “toda seguri- trato simulado. En tal contexto, en algunos
dad es justicia”, por lo que es necesario que casos se impone la protección del tercero,
el legislador mantenga un delicado equili- específicamente cuando el primero causó la
brio entre las posturas en controversia con apariencia que hizo confiar al tercero para
el fin de buscar la mejor solución según las fundar una adquisición supuestamente legí-
circunstancias. tima. Entre ambas posiciones jurídicas, la
culpa o imputabilidad del propietario en
La circunstancia natural o normal es que se
la creación de la apariencia es el elemento
imponga la realidad jurídica, esto es, que
clave para dilucidar los conflictos, en tal sen-
se proteja al verdadero propietario, no obs-
tido, si el titular primigenio da origen a la
tante la existencia del tercero de buena fe,
apariencia entonces debe ceder su derecho
cuya cadena de dominio se basa en un título
nulo, empero, en determinadas circunstan- ante la buena fe del tercero, como sanción
cias excepcionales se valora de forma prefe- al culposo que no puede conservar el dere-
rente la posición del tercer adquirente sobre cho. En caso contrario, esto es, si la apa-
la del propietario. ¿Cuál es la razón de este riencia se produce sin culpa del propietario
cambio en el interés de tutela? La razón es original, por ejemplo en el caso de las falsi-
simple: si la regla general es proteger al pro- ficaciones, entonces no hay razón para des-
pietario inicial, pues su derecho es inviolable pojar a un titular inocente cuyo derecho se
(art. 70 Const.), empero, puede ocurrir que encuentra protegido por mandato de la Cons-
este propietario, por dolo o culpa, cause una titución mediante la denominada “garantía
situación de apariencia significativa, como de indemnidad” o de inviolabilidad (art. 70),
un contrato simulado que da lugar a un titu- ratificada por la jurisprudencia del Tribu-
lar aparente, producto del negocio viciado, nal Constitucional (Exp. Nº 00043-2007-
y que a su vez origine un tercero de buena AA/TC, Exp. N° 5614-2007-AA/TC, Exp.
fe, como podría ser el comprador del titular N° 022-2007-AA/TC)33.
32 “Creo que el recurso a los sistemas normativos, y especialmente a los jurídicos, permite infligir insultos igualmente graves
a la dignidad humana, (…). La seguridad jurídica debería ser entendida, pues, como un dato fáctico que revela la existen-
cia de un sistema jurídico eficaz en tanto sistema normativo, y que no añade al sistema que la genera valor moral alguno.
Su ámbito es, por tanto, el de los mecanismos institucionales y no el de los principios ético-políticos”: GARCÍA MANRI-
QUE, Ricardo. El valor de la seguridad jurídica. México, 2007, p. 278.
33 En el Perú, normalmente se sostiene que el tercero de buena fe es protegido pese a que la apariencia registral se funda en
un título falsificado. No obstante, esta interpretación del artículo 2014 del CC infringe directamente la Constitución,
pues desnaturaliza la garantía de indemnidad que protege la propiedad. La razón es simple: la única forma de despo-
jar al titular ocurre cuando este ha propiciado, por dolo o culpa, la creación de una apariencia que engaña a un tercero de
buena fe, por lo cual sería injusto beneficiar al negligente, por más propietario que sea, y castigar al inocente. La doctrina
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de la apariencia correctamente entendida no constituye el simple juego de la “seguridad jurídica”, sino el triunfo de la posi-
ción jurídica moralmente preferible, esto es, la aplicación de cánones de justicia material a través de una fuerte dosis de
argumentación racional. Sobre el particular, puede verse mi artículo: “Constitución y Principios Registrales”. En: Gaceta
Constitucional. Gaceta Jurídica, N° 36, Lima, diciembre 2010, pp. 385-400 (luego en Revista Jurídica del Notariado. Con-
sejo General del Notariado, N° 78, Madrid, abril-junio 2011, pp. 297-325).
En buena cuenta, la doctrina extremista ha terminado favoreciendo las falsificaciones y con ello a los propósitos del crimen
organizado.
34 “La protección a la buena fe va en detrimento de la seguridad jurídica: las adquisiciones de buena fe implican, para el ver-
dadero titular, la pérdida de su derecho; el propietario, por ejemplo, pierde su derecho cuando otro, falsamente inscrito en
el registro como tal, o el poseedor, si se trata de una cosa mueble, enajene la cosa de su pertenencia y la enajenación surte
eficacia por la buena fe del adquirente”: VON THUR, Andreas. Parte General del Derecho Civil. Traducción de Wences-
lao Roces, Editorial Comares, Granada, 2006, p. 61.
35 CANARIS señala los siguientes elementos: a) El supuesto base de la confianza (Vertrauenstatbestand) que constituye un
hecho notorio que sirve de base objetiva a la apariencia; b) el tercero debe contar con buena fe, ya sea falta de conocimiento
de la verdadera situación jurídica, o exigir, además, la diligencia en la comprobación; c) la confianza debe dar lugar a un
acto de tráfico (oneroso); d) imputabilidad al titular de causar el supuesto base de la confianza: DE EIZAGUIRRE, José
María. Derecho Mercantil. Editorial Civitas, Madrid, 1999, pp. 231-232.
36 “Que no se tenga en cuenta el hecho de que al propietario no le es absoluto imputable la pérdida de la apariencia registral
se basa en que este contará en todo caso con una pretensión de resarcimiento frente al Estado”: WESTERMANN, Harry,
WESTERMANN, Harm Peter, GURSKY, Karl-Heinz y EICKMANN, Dieter. Derechos Reales. Traducción de Ana Cañi-
zares Laso, José María Miquel González, José Miguel Rodríguez Tapia y Bruno Rodríguez-Rosado. Tomo II, 7ª edición,
Fundación Cultural del Notariado, Madrid, 2007, p. 1064. La doctrina alemana conoce perfectamente el requisito de impu-
tación para aplicar el principio de apariencia, pero lo reemplaza por la indemnización del Estado, es decir, el sistema ger-
mano reconoce que el propietario inocente (sin culpa) no puede ser despojado impunemente del derecho, para lo cual opta
por una técnica de protección distinta, pues mientras en los ordenamientos latinos la propiedad se conserva en el titular pri-
migenio cuando este no tiene culpa, en cambio, en el ordenamiento alemán se impone al Estado el deber de indemnizar la
pérdida.
37 Es decir, el sistema germano reconoce que el propietario inocente (sin culpa) no puede ser expoliado impunemente, para
lo cual opta por una técnica de protección distinta, pues mientras en los ordenamientos latinos la propiedad se conserva
en el titular primigenio cuando este no tiene culpa, en cambio, en el ordenamiento alemán se impone al Estado el deber de
indemnizar la pérdida. El problema de los extremistas registrales es que no se han dado cuenta del distinto fundamento del
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CIVIL | PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
registro alemán, que asume el costo de las pérdidas cuando triunfa la apariencia en contra de un verus dominus despojado
injustamente. Este error lo comete hasta un gran jurista (FALZEA, Ángelo. “El principio jurídico de la apariencia”. En:
Revista Derecho. Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Traducción de Leysser León, Lima,
2006, p. 206: “No es necesario, en particular, que el error del tercero sea causado por dolo o culpa de otro, y, para ser más
precisos, del titular del derecho subjetivo”), quien descarta el fundamental requisito de la culpa del titular primigenio, con
lo cual no se sabe por qué se le despoja, y además olvida que la “objetivación” de la apariencia, propio del mundo jurídico
germano, se justifica porque el Estado asume el costo, como lo dice la doctrina de ese país: “El hecho de que no se tenga en
cuenta el hecho (sic) de que al propietario no le es imputable la pérdida de la apariencia registral se basa en que este con-
tará en todo caso con una pretensión de resarcimiento frente al Estado”: WESTERMANN, Harry y otros. Derechos Rea-
les. Ob. cit., Tomo II, p. 1064.
38 “La confianza tutelada por la norma es aquella que induce al confiante a realizar un acto correspondiente a la apariencia
suscitada, calificado de ‘acto de disposición’ o ‘inversión de confianza’”: DE EIZAGUIRRE. Derecho Mercantil. Ob. cit.,
p. 238.
39 Los Tribunales Argentinos han entendido perfectamente la necesidad de culpa del propietario en todas estas hipótesis de
tutela de la apariencia: “predomina en la doctrina la corriente de interpretación del artículo 1051 del CCiv, según la cual en
las transmisiones de dominio de inmuebles realizadas por quien no es el titular de ese derecho real (a non domino) urdidas
sobre la base de una falsificación de la firma del enajenante o de la presentación al notario de documentos falsos (…), la
transferencia no puede surtir efectos ni siquiera respecto de terceros adquirentes a título oneroso y de buena fe (por tanto)
los principios de la apariencia jurídica, de la protección a los terceros de buena fe, y de la preferencia de la seguridad diná-
mica frente a la estática, deben ceder frente al interés del verdadero propietario que no tuvo ninguna autoría y participación
–siquiera viciada– en el acto, y que siendo ajeno a la maniobra es su principal víctima (Cámara Nacional Civil, Sala C, del
26 marzo de 1985)”: ob. cit., DE REINA TARTIÉRE, Gabriel. La Posesión. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2010, p. 104.
40 Los principios registrales son hipótesis concretas de protección de la apariencia, de ámbito excepcional y de aplicación
estricta, cuya finalidad es salvaguardar los actos de adquisición que se fundan en la confianza de uno, pero que se ori-
gina en la apariencia creada por culpa del otro. La Corte Suprema ha reconocido expresamente, a través de la Casación
N° 695-99-Callao, del 22/07/2009, que los principios registrales –una manifestación más de la apariencia– se interpre-
tan en forma restrictiva: “Primero: Que, en autos ha quedado establecido que la accionante interpuso una demanda de
retracto, dirigiéndola contra Margarita Checya Alata y Carlos Vargas Miranda, los cuales habían adquirido por compra-
venta el inmueble materia de autos de sus anteriores propietarios los señores Ginocchio León, de los que la accionante era
97
GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 14 • AGOSTO 2014
3.5. La doctrina de tutela de la apariencia cuenta ningún bien específico o concreto del
es absolutamente inaplicable al acree- deudor41; siendo así, si el acreedor simple o
dor embargante quirografario no puede convertirse por arte
de magia en “tercer adquirente de un bien”,
El acreedor simple u ordinario es titular de cuando es evidente que el otorgamiento del
un crédito personal, lo cual significa que crédito no trajo aparejado la afectación de
carece de garantías reales, por tanto, cuando bien alguno del obligado42; por tanto, cuando
se celebra el crédito, el acreedor no toma en el acreedor logra la inscripción del embargo
inquilina; dicha demanda fue amparada por ambas instancias judiciales, ordenándose la subrogación de la accionante en
el lugar de los compradores, y ante la rebeldía de los emplazados, el juzgado otorgó la correspondiente escritura pública
de sustitución de compradores, la misma que obra a fojas dos y siguientes, y de esta forma la accionante adquirió la pro-
piedad del inmueble sublitis. Segundo: Que, la demandada Honorata Quispe Mamani sostiene ser propietaria del referido
bien por haberlo adquirido por compraventa de sus anteriores propietarios: doña Margarita Checya Alata y don Carlos Var-
gas Miranda, quienes registralmente aparecían con capacidad para transferirlo lo que en buena cuenta implica amparar
su posición en el principio de buena fe registral. Tercero: Que, el artículo 2014 del Código Civil consagra el principio de
buena fe registral, en el que para su aplicación deben concurrir copulativamente los siguientes requisitos: a) Que el adqui-
rente lo haga a título oneroso; b) Que el adquirente actúe de buena fe tanto al momento de la celebración del acto jurídico
del que nace su derecho, como al momento de la inscripción del mismo, buena fe que se presumirá mientras no se acre-
dite que tenía conocimiento de la inexactitud del registro, es decir, se trata de una presunción iuris tantum; c) Que el otor-
gante aparezca registralmente con capacidad para otorgar el derecho del que se tratase; d) Que el adquirente inscriba su
derecho; e) Que ni de los asientos registrales ni de los títulos inscritos resulten causas que anulen, rescindan o resuelvan
el derecho del otorgante. Cuarto: Que, el principio de buena fe registral persigue proteger al tercero, que ha adquirido un
derecho de quien finalmente carecía de capacidad para otorgarlo, lo que implica buscar seguridad en el tráfico inmobilia-
rio, sin embargo, la búsqueda de la seguridad en tal tráfico puede implicar un sacrificio de la seguridad del derecho, por
ello es que para morigerar tal sacrificio el legislador ha dificultado el acceso al principio de buena fe registral, el que para
ser alegado debe cumplir con los requisitos señalados en el considerando precedente, en consecuencia, la norma que con-
tiene el mencionado principio debe ser interpretada en forma restrictiva. Quinto: Que, como se ha indicado, uno de
los requisitos que tiene que cumplir el que alega el principio de buena fe registral y que por lo tanto su derecho resulte opo-
nible, es que del registro no aparezcan causales de nulidad, rescisión o resolución del derecho de quien se lo otorgó. Sexto:
Que, siguiendo al tratadista Manuel De La Puente y Lavalle, el derecho de retracto debe considerarse como un derecho de
subrogación, en virtud del cual el comprador es sustituido por un tercero, ajeno al contrato de compraventa que le da ori-
gen, quedando subsistente dicho contrato, subrogación que tiene su origen en la ley, aun cuando opere por impulso per-
sonal (el del retrayente), y cuya naturaleza es real en cuanto incide sobre un bien y corresponde a su titular frente a cual-
quiera (…). En consecuencia, al quedar intacto el contrato de compraventa que dio origen al retracto, este no lo anula, ni lo
rescinde ni lo resuelve, en consecuencia, el derecho adquirido en virtud de la buena fe registral no puede oponerse al dere-
cho nacido por vía de retracto, lo que se corrobora con la exposición de motivos oficial del Código Civil, cuando afirma
que: ‘el propio texto del artículo 2014 no establece que la adquisición por medio del registro enerva una acción de retracto,
situación que sí extiende a un contrato que padece a una causal de nulidad, anulabilidad, rescisión o resolución que no apa-
rece en el registro’ (exposición de motivos oficial del capítulo del derecho de retracto en el Código Civil, en el diario ofi-
cial El Peruano de fecha 19 de julio de 1987, página número 45); y tal posición se explica por cuanto tras el retracto existe
un interés público, en la medida que este opera por un mandato de la ley y no por la voluntad privada. Sétimo: Que siendo
preferente el derecho de la accionante, resulta amparable su pretensión reivindicatoria, siendo evidente que ha existido una
interpretación errónea de la norma contenida en el artículo 2014 del Código Civil. Octavo: Que, lo anteriormente vertido
no trae como consecuencia que la pretensión de nulidad de escritura pública, que en el fondo es una pretensión de nulidad
del acto jurídico que lo contiene, sea amparable, por cuanto tal nulidad se fundamenta en el argumento que Margarita Che-
cya Alata y su cónyuge vendieron un bien que se hallaba en litigio, y que en consecuencia no se trataba de un objeto lícito;
sin embargo, el inciso segundo del artículo 1409 del Código Civil señala claramente que la prestación materia de la obli-
gación creada por el contrato puede versar sobre bienes ajenos o afectados en garantía o embargados sujetos a litigio por
cualquier otra causal; y en lo concerniente a la pretensión indemnizatoria, determinar si en autos se ha acreditado o no la
causación de daños, no es objeto del recurso de casación, porque habría que analizar el material probatorio” (Finalmente,
la Corte declaró fundada la demanda de reivindicación, e infundada la de nulidad de acto jurídico e indemnización).
41 “Con esta expresión se indica, de modo tal vez más directo, que todos los bienes comprendidos en el patrimonio del deu-
dor aseguran una ‘garantía genérica’ del crédito: donde ‘garantía’ significa posibilidad de satisfacerse en caso de incumpli-
miento, y ‘genérica’ significa que el acreedor no tiene un particular derecho sobre este o aquel bien, sino un derecho de
proceder a la ejecución forzada con respecto a cualquier bien embargable que se encuentre en el patrimonio del deudor”:
ZATTI, Paolo y COLUSSI, Vittorio. Lineamenti di Diritto Privato. CEDAM, Padua, 2005, p. 354.
42 El crédito no es un derecho real, por lo que la concurrencia de créditos no se ordenan entre sí conforme al principio de prio-
ridad temporal. Por tanto, en circunstancias ordinarias, cada acreedor puede actuar sin tomar en cuenta a los demás acree-
dores. Esta situación no se modifica aun cuando el deudor sea insolvente, sin embargo, ello permite iniciar procedimientos
de insolvencia dirigidos a la ejecución ordenada del total de los créditos. No obstante, el ordenamiento jurídico reconoce
98
CIVIL | PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
–y eso ocurre mucho después de la conce- interesarle bien alguno que estuviese inscrito
sión del crédito–, es evidente que la adquisi- a su nombre, entonces no puede ampararse
ción de su derecho (crédito) no pudo tomar en principio registral alguno. Por lo demás,
en cuenta el registro, pues la obligación no se aun cuando el acreedor logre con posterio-
garantizó con bien alguno. ridad la inscripción del embargo, empero,
lo concreto es que dicho crédito no nació
amparándose en el registro, ni por la ins-
Comentario relevante
te cripción de la medida judicial, cuyo origen
del autor es muy posterior.
en ciertos casos excepciones, a través de privilegios crediticios, a efecto de cobrar con anterioridad a otros acreedores ya
sea sobre todo el patrimonio del deudor, o sobre bienes determinados: DÍEZ SOTO, Carlos Manuel. Concurrencia y pre-
lación de créditos: teoría general. Editorial Reus, Madrid, 2006, pp. 12-13.
43 TRIMARCHI, Pietro. Istituzioni di Diritto Privato. Giuffré Editore, Milán, 1998, p. 113.
44 Hasta los registradores españoles, normalmente extremistas, reconocen que el embargo inscrito no produce garantía
registral a favor del acreedor, pues se limita a evitar que un tercero pueda adquirir un inmueble libre de gravámenes por la
falta de inscripción del embargo. Así: ARNÁIZ RAMOS, Rafael. “La anotación preventiva de embargo en la Ley española
de enjuiciamiento civil”. En: Actualidad Jurídica. N° 98, Gaceta Jurídica, Lima, enero 2002, p. 68.
45 Así se desvanece otro de los fundamentos (absurdos) en pro de considerar al embargante como tercero registral, y que con-
siste en igualar (por analogía) la posición jurídica de este con el acreedor hipotecario: RONQUILLO PASCUAL. Ob. cit.,
p. 85 (nota 60).
46 Este ejemplo termina por aclarar las cosas: supongamos que A aparece como propietario inscrito de un edificio, pero en
realidad este le pertenece a B, que es un propietario no inscrito. En tal contexto, el edificio se cae y ocasiona serios daños
al vecino C, por lo que se activa la responsabilidad civil por caída del edificio regulada en el artículo 1980 del CC. Pues
bien, C no puede considerar que su derecho (crédito por daño extracontractual) se adquiere por la confianza en que A es el
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GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 14 • AGOSTO 2014
Por su parte, el extremismo sostiene que el a favor del acreedor siempre que se man-
acreedor personal, sin garantías, igual debe tenga la apariencia, pero con la particula-
ser protegido por la apariencia del registro47, ridad que en cierto aspecto se da la para-
como si fuese “tercer adquirente” de un bien, doja que la obligación personal, que congela
a pesar de que el crédito no estuvo vincu- todo el patrimonio, tiene mayor eficacia que
lado con bien alguno. Esta sorprendente afir- la obligación real, que congela un solo bien.
mación constituye el más claro ejemplo
de argumento que supera lo insólito48. En Esta tesis es simplemente inadmisible.
efecto, nadie discute que un deudor quiro- En tal sentido, debe recordarse que la apa-
grafario mantiene la gestión de su patrimo- riencia implica que un sujeto confía en una
nio, a diferencia del deudor vinculado con situación objetiva sobre la cual funda una
un bien en garantía, pues el primero se rige creencia honesta para perfeccionar la adqui-
por la regla de libertad, mientras el segundo sición de un bien, es decir, “el tercero se
por la de sujeción. No obstante, si ahora el apoya para actuar en la información que se
crédito personal genera tutela de la aparien- ofrece oficialmente, en el acto o actos jurí-
cia sobre bienes, a pesar de no vincular bie- dicos realizados, o en la mera situación de
nes, entonces el deudor quirografario se regi- hecho”49. El registro protege a los terceros
ría por el principio de sujeción, pero no sobre que adquieran bienes (o derechos sobre bie-
un bien específico, sino sobre todo su patri- nes) confiados en la publicidad registral; por
monio existente al momento de recibir el cré- el contrario, el acreedor es titular de un cré-
dito, que a partir de ese momento queda- dito basado en la solvencia personal del deu-
ría “afecto” al pago de la deuda, aun cuando dor, y no adquiere bienes registrados, por lo
se traspasen a tercero, con la única salvedad que es lógicamente imposible que un registro
que el nuevo adquirente inscriba su derecho de bienes proteja a un acreedor que no adqui-
para extraer el bien de la “apariencia”. La rió bienes. En suma, el acreedor, y luego
consecuencia de esta curiosa postura es que embargante, adquirió su derecho sin tener en
la diferencia entre el deudor personal y el cuenta al registro, sin tomarlo en considera-
deudor real se difumina, pues con solo firmar ción50, pues el crédito se otorgó con indepen-
un contrato, sin más, ambos tipos de deudo- dencia de aquel, entonces no puede acudir a
res ya habrían “congelado” su patrimonio sus normas protectoras.
propietario registral del bien, y ello por una razón muy simple: C no adquiere el derecho (a la indemnización) por acto de
voluntad que toma en cuenta el registro, sino que se origina por causa de una obligación legal. Por tanto, resulta tan absurdo
considerar como tercer adquirente “registral” al acreedor que resulta de un daño extracontractual (acreedor fortuito), como
ocurre con el acreedor embargante (acreedor simple, sin vinculación con bien alguno), pues ninguno de ellos adquirió el
derecho (de crédito) en relación con algún derecho inscrito en el registro, esto es, tomándolo como base porque se le con-
sultó y se adquirió el derecho por tal mérito.
47 NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., p. 110: “el acreedor suele otorgar el crédito en base a la información registral disponible
que indica la situación jurídica del patrimonio de su deudor, lo que facilita la realización de operaciones contractuales, sin
necesidad de desconfiar en demasía y exigir garantías”.
48 Ludwig Wittggenstein definía que los argumentos podían ser “sin sentido” o “absurdos”, en el entendido que los primeros
podían discutirse por su bondad lógica, aunque no llevaran a nada; en cambio, los segundos ni siquiera podían discutirse
por su contradicción interna. En este caso, el filósofo alemán se habría quedado corto.
49 BUSTOS PUECHE, José Enrique. La doctrina de la apariencia jurídica. Editorial Dykinson, Madrid, 1999, p. 70.
50 Los extremistas creen que los principios registrales se aplican a la persona que simplemente “consulta” el registro, lo
que es absurdo, pues, en teoría, todos han consultado el registro por la presunción de conocimiento de las inscripciones
(art. 2012 del CC), lo que implicaría que los principios registrales se aplicarían a los inscritos y los no inscritos, en cuyo
caso, ¿para qué habría que inscribir? En realidad, estos principios se aplican a los titulares de derechos inscritos, pues solo
el que acude al registro mediante una inscripción se beneficia con la protección (léase los arts. 2014, 2016 o 2022 del CC).
El que no inscribe derechos en registro, como es el caso del acreedor personal, obviamente no tiene la tutela del registro.
Eso es algo tan elemental que podría comprenderlo cualquier persona con un mínimo de sentido común.
100
CIVIL | PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
Pero hay algo más, pues el artículo 2014 del tiempo, se ha concluido que el acreedor
CC señala que la protección de la apariencia embargante no es tercero registral:
solo opera en caso de “tercero que de buena
fe adquiere algún derecho de persona que “¿Se considerarán como terceros los
en el registro aparece con facultades para acreedores que no tengan un derecho real
otorgarlo”, lo que obviamente no comprende sobre la finca enajenada, gravada o hipo-
al acreedor personal, en cuanto este no ha tecada?, o lo que es lo mismo, ¿podrán
adquirido un derecho registrado, ni el deu- los acreedores quirografarios, por ejem-
dor se lo ha otorgado voluntariamente, pues plo, y garantidos de cualquier manera
el embargo surge por mandato judicial, y no que no sea con hipoteca, pretender que
por “acto de persona que en el registro apa- la enajenación o gravamen que no está
rece con facultades para otorgarlo”. Esta es inscrito no pueda perjudicarles, y que
la razón decisiva por la que la doctrina ale- deben ser reputados como terceros para
mana sostiene con toda claridad que la fe los efectos de la ley? Nuestra opinión es
pública registral no abarca las situaciones que no deben ser considerados terceros.
jurídicas legales, forzadas o judiciales, pues Verdad es que no han intervenido en el
el titular no adquiere por su confianza en el
registro, sino por mandato de autoridad. Lo
Comentario relevante
te
curioso es que los extremistas peruanos son
más extremos que los alemanes, pero si bien
del autor
eso podría implicar una simple anécdota51,
empero denota claramente la mediocridad de Si el acreedor cobra elevados intere-
nuestra doctrina. ses, propio de un crédito personal, y
el deudor llega a ser insolvente, enton-
Por tanto, si el acreedor personal (luego
embargante) no se subsume en la hipótesis
ces aquel debe sufrir el riesgo que
del artículo 2014 entonces no puede ampa- asumió en forma voluntaria, el cual
rarse en la protección del registro, pero lo consiste en que el deudor carezca de
contrario ocurre con el acreedor hipoteca- bienes, por lo tanto, no cabe que un
rio que adquiere el derecho sobre la base acreedor personal pretenda igualarse
del registro e inscribe la garantía. Por estos a un acreedor con garantía real.
argumentos, conocidos desde hace mucho
No obstante, los extremistas no se rinden y sacan un nuevo argumento: “el principio de la apariencia es elástico” (NINA-
MANCCO, Fort. Ob. cit., p. 111), lo cual, obviamente, significa lo mismo que nada, pues se trata de una idea vacía, una
frase o fórmula simplemente demagógica de los que ni siquiera tienen la habilidad de la demagogia, pues con tal “argu-
mento”, de valor nulo, entonces debería admitirse cualquier cosa para “asegurar las transacciones” en una nueva versión de
que el fin justifica los medios, por lo que todo el Derecho, toda la economía, toda la sociedad debe reducirse a “una inscrip-
ción”, pues si el sujeto llega a la tierra prometida del registro entonces “ya ganó”, y si no inscribe, entonces “ya perdió”.
¡Qué triste visión del Derecho de los que piensan encerrar la vida en un libro estatal!; y la incoherencia llega al paroxismo
si tenemos en cuenta que neoliberales confesos pretenden anclarse en el Estado como supremo señor que decide quién es
propietario y desde cuándo, por medio de un registro público. Por lo demás, téngase en cuenta que el mundo posmoderno,
con derechos humanos, con Estado constitucional, con dignidad del hombre como base fundamental, con valores constitu-
cionales normativos, con un poderoso órgano judicial que tutela derechos, con una sociedad compleja, de diferentes orien-
taciones y con distintas cosmovisiones, da como resultado que el Derecho se ha complicado, ha dejado de ser el simple
conjunto de normas establecidas por un legislador único y que los jueces subsumen como autómatas; por tanto, en ese con-
texto, el Derecho no puede limitarse a un sello, a una escritura, a un papel o a un registro. El Derecho es mucho más que
eso, por lo que remitimos, con más detalles, al acápite 2.3.8.
51 La protección del registro se limita a las adquisiciones negociales”: WESTERMANN, Harry y otros. Derechos Reales.
Ob. cit., Tomo II, p. 1078.
101
GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 14 • AGOSTO 2014
acto o contrato; pero no debe perderse de derecho real alguno de hipoteca, o asimi-
vista que todo lo que se establece en la lado a esta, de ahí que la expresada ano-
Ley respecto al conflicto de derechos que tación preventiva de embargo practicada
puede haber entre varios, se refiere solo a adolezca de un vicio que puede conducir
los derechos reales. La omisión en inscri- a su cancelación”53.
bir un derecho de esta clase en que incu-
rre el adquirente, no induce a error a los
Comentario relevante
te
acreedores que no han creído que debían
exigir hipotecas, o que no han sido bas-
del autor
tante previsores para buscar su seguridad
y completa garantía en las cosas en lugar Es usual achacar negligencia al pro-
de confiar en las personas. (…) Por la pietario que no inscribe, pero tam-
misma razón no podrá el que entabla un bién debe considerarse que el acree-
juicio ejecutivo en virtud de alguna deuda dor embargante es negligente, pues
simple, y obtiene embargo de una finca no pidió en su oportunidad la consti-
que había sido vendida por su acreedor a
tución de una garantía real para con-
otro, aunque no haya inscrito su dominio,
pretender que el derecho de este legítima-
vertirse en “tercer adquirente”, y se
mente probado sea pospuesto al suyo que conformó con un crédito simple o qui-
no tiene el carácter de crédito real, sino el rografario, es decir, permitió que el
de personal”52. deudor tenga libre gestión y disponibi-
lidad de su patrimonio.
Otra importante opinión sigue la misma idea:
52 Esclarecedora cita de Gómez de la Serna, que se hace en el interesante artículo de: GORDILLO CAÑAS, Antonio. “El
principio de inoponibilidad: el dualismo moderado de nuestro sistema inmobiliario registral”. En: Anuario de Derecho
Civil. Tomo LVII, Fascículo II, Madrid, abril-junio 2004, pp. 530-531.
53 ROCA SASTRE, Ramón María; ROCA-SASTRE MUNCUNILL, Luis y BERNÀ i XIRGO, Joan. Derecho Hipotecario.
9ª edición, Tomo VII, Editorial Bosch, Barcelona, 2009, p. 483.
54 RAVAZZONI, Tito. Le ipoteche. Giuffrè Editore, Milán, 2006, p. 40.
102
CIVIL | PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
que el embargo constituye un acto judicial de económica obvia: a mayor riesgo, más inte-
agresión de bienes del deudor, pero que no reses; a menor riesgo, menos intereses.
se sustenta en la garantía del registro, pues
el crédito se otorgó sin relación ni vincula- En tal sentido, si el acreedor cobra eleva-
ción con bien alguno55. La cuestión es clara dos intereses, propio de un crédito perso-
y simple56. nal, y el deudor llega a ser insolvente, enton-
ces aquel debe sufrir el riesgo que asumió en
3.6. La doctrina de tutela de la apariencia, forma voluntaria, el cual consiste en que el
aplicada al acreedor embargante, es deudor carezca de bienes, por tanto, no cabe
inmoral que un acreedor personal pretenda igualarse
a un acreedor con garantía real. Lo contra-
El acreedor embargante, que solo es titular rio implicaría aplicar una especie de “ley del
de un crédito personal, asumió desde un ini- embudo”: el acreedor es personal mientras
cio mayor, riesgo pues dejó al deudor en la el deudor paga la deuda, por lo cual le cobra
libertad de decidir y actuar sobre su patri- altísimos intereses; empero, ese mismo cré-
monio, y ello se compensa con una tasa de dito pasa a convertirse en real cuando el deu-
interés más elevada. En cambio, el crédito dor no le paga, pues de esa forma busca obte-
con garantía real tiene una tasa de interés ner la protección registral. Esta situación de
sustancialmente menor pues su exposición doble estándar, en cuanto una misma ope-
al riesgo es reducida, en tanto el acreedor ración económica se beneficia de las ven-
cuenta con la garantía específica del bien tajas del crédito personal (más intereses),
gravado. El que otorga un crédito perso- pero rechaza sus desventajas (falta de pro-
nal asume mayor riesgo pues deja al deu- tección registral), es simplemente inmoral.
dor en la libertad de decidir y actuar sobre En tal caso, si los acreedores embargantes
su patrimonio, y, a cambio de ello, la contra- fuesen coherentes entonces deberían devol-
prestación que cobra (intereses) es más ele- ver la mayor tasa de interés que le cobraron
vada, lo que no ocurre con el acreedor hipo- al deudor por un crédito personal que final-
tecario que de antemano está inmunizado mente pretende tener la condición encubierta
frente a la insolvencia. Esta es una realidad de garantía real.
55 Los argumentos del texto principal descartan la visión simplista por la cual se igual al acreedor hipotecario con el embar-
gante, como en el caso de TORD VELASCO, Álvaro. “Tercería de propiedad sobre bienes inmuebles inscritos”. En:
Revista Jurídica Thomson Reuters. N° 61, Lima, 3 de marzo de 2014, p. 34: “no veo razones para que un embargo inscrito
no deba tener el mismo tratamiento que una hipoteca”. El mismo pobre argumento lo exhibe: PASCO ARAUCO. Ob. cit.,
pp. 112-113, cuando habla de “igual razón, igual derecho” (sic). ¿Puede ser lo mismo un embargo que es una medida judi-
cial dictada en proceso ejecutivo en el cual no se evalúa ni discute la propiedad de los bienes, por lo que se trata de una
providencia superficial, con relación a una hipoteca que es un derecho real sustentado en la confianza del registro? ¿Desde
cuándo es lo mismo un hecho procesal (embargo) con un hecho sustancial (hipoteca)? Para ampliar las innegables diferen-
cias, pues léase todas las páginas anteriores de esta obra.
56 Aunque no siempre es claro para la jurisprudencia. Un ejemplo curioso se resolvió en la Casación N° 1407-2002-Cusco, de
14/11/2003 y publicada el 31/05/2004, en la cual un acreedor había embargado un inmueble de su deudor, empero resulta
que este personaje había sido la parte compradora de un contrato simulado que se declaró nulo judicialmente, por lo cual la
titularidad del deudor desapareció del mundo jurídico y por consiguiente el embargo no tenía derecho alguno sobre el cual
montarse, por tanto, la tercería interpuesta por el propietario original –que había recuperado el derecho luego de la nulidad
contractual– debió declararse fundada. Esta misma lógica se aprecia, por ejemplo, en el artículo 1705-1 del CC, por el cual
la extinción del derecho del arrendador (por nulidad) trae aparejada la conclusión del contrato de arrendamiento, por lógico
efecto derivado, pero negativo, pues si el antecedente no existe, entonces ocurre lo propio con el consecuente. No obstante,
en forma paradójica, la Corte Suprema rechaza la tercería con el argumento de la fe pública registral, cuando es evidente
que el embargo no es un derecho, menos un derecho definitivo, y peor todavía, se olvida que no goza de la tutela de la apa-
riencia, pues el crédito se adquiere sin base en el registro. Sin duda, la errada concepción de las instituciones jurídicas trae
como consecuencia el despojo de los derechos legítimos y el triunfo de quienes no lo merecen, pues quien adquiere dere-
chos sin contexto registral, no puede invocar sus principios.
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Por otro lado, es usual achacar negligencia al créditos hipotecarios, pero no devuelven la
propietario que no inscribe57, pero también mayor suma cobrada por intereses.
debe considerarse que el acreedor embar-
gante es negligente, pues no pidió en su 3.7. La solución del derecho italiano es
oportunidad la constitución de una garantía irrelevante
real para convertirse en “tercer adquirente”, La posición extremista esboza un argumento
y se conformó con un crédito simple o qui- dogmático de autoridad, consistente en que
rografario, es decir, permitió que el deudor el Derecho italiano sí admite la posición pre-
tenga libre gestión y disponibilidad de su ferente del embargante inscrito frente al pro-
patrimonio. Un acreedor no puede dejar de pietario no-inscrito, por tanto, se dice que
inscribir su crédito con garantía real y luego en dicho sistema opera la “oponibilidad
imputarle su propio vicio al otro (propieta- registral” y, en consecuencia, la interpreta-
rio) por no inscribir. Es inmoral ver la paja ción de nuestro Derecho debe basarse en los
en el ojo ajeno pero no la viga en el propio. postulados italianos (sic)58.
En tal sentido, es inviable castigar al propie- La afirmación es inaudita por tres motivos:
tario por una culpa que también la tiene el
acreedor, máxime cuando el segundo nor- Primero, lo que digan las leyes italianas
no tiene importancia alguna para nues-
malmente es una entidad financiera o empre-
tro país, cuando el contexto, en este caso
sarial poderosa, con amplia información y
registral, es radicalmente diferente, salvo
conocimiento jurídico.
que se pretenda sostener el regreso al
En conclusión, la validación del embargo colonialismo jurídico.
inscrito contra un bien que no le pertenece al Segundo, esa visión demuestra una falta
deudor, por el solo hecho de que este man- de crítica absoluta, pues se sigue al pie de
tenga la titularidad registral, es una solución la letra los cantos de sirena del derecho
a todas luces inmoral, pues los acreedores extranjero, sin ninguna reflexión, máxime
que lucran con los créditos personales termi- cuando la doctrina de ese país se engaña
nan pidiendo una tutela análoga a la de los en el fundamento59, pues considera que
57 En este espejismo incurre TORD VELASCO, Álvaro. “Tercería de propiedad…”. Ob. cit., p. 34: “Cabe señalar que el
nuevo propietario tiene todas las herramientas para tomar sus precauciones al inscribir su propiedad (si el bien es registra-
ble) (…). Si el propietario no toma estas precauciones y el anterior propietario grava el bien o es embargado por un acree-
dor de buena fe, este último no debería ser afectado”. En este párrafo hay varios errores: i) se olvida que el acreedor tam-
poco inscribió derecho alguno, pues el embargo ocurre cuando el crédito ya había sido adquirido hace mucho tiempo, por
lo que no hay relación entre registro y derecho; ii) el “acreedor” de buena fe, suponemos, se refiere al embargante, pero
el embargo es un acto procesal ejecutivo (hecho procesal), por más buena fe que se tenga, no puede hacer adquirir hechos
sustanciales. ¿O acaso el demandante “de buena fe” puede invocar esa circunstancia para que le atribuyan la propiedad del
bien discutido? Por supuesto que no, pues resulta obvio y evidente que un hecho procesal no tiene la virtualidad de hacer
adquirir un derecho sustancial.
58 Artículo 2914 del CC Italiano: “Enajenaciones anteriores al embargo. No tienen efecto en perjuicio del acreedor embar-
gante y de los acreedores que intervengan en la ejecución, aunque anteriores al embargo: 1) Las enajenaciones de bie-
nes inmuebles o de bienes inmuebles inscritos en registros públicos, que hayan sido transcritos sucesivamente al embargo
(…)”.
59 Un ejemplo de ello puede verse en la siguiente opinión: “La norma en comentario representa el complemento del prece-
dente artículo 2913, del cual integra su alcance, extendiendo el régimen de ineficacia allí previsto también a los actos dis-
positivos perjudiciales realizados antes del embargo pero hecho oponibles a los terceros solo en momento sucesivo. Su fun-
ción es aquella de tutelar la confianza de los acreedores concurrentes, los cuales habían actuado sobre los bienes todavía
formalmente de propiedad del deudor ejecutado en la fundada convicción de poderse satisfacer sobre la base de ellos, y al
mismo tiempo, aquella de lograr más concretamente la garantía de la conservación del patrimonio del ejecutado mismo:
equiparando al acreedor con el tercer adquirente”: CIAN, Giorgio (Dir.). Commentario Breve al Codice Civil. 9ª edición,
CEDAM, Padua, 2009, p. 3673.
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CIVIL | PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
el embargante inscrito actúa por la con- sencilla y sin dificultades. Por el contra-
fianza en el registro, lo que es claramente rio, el registro peruano es radicalmente
falso pues el acreedor adquiere el crédito distinto en todo aspecto: calificación de
sin dispensarle relevancia alguna al regis- los actos mediante un control de legali-
tro, máxime si el derecho alemán –nada dad (ciertamente exageradísimo por la
menos que cuna del registro– descarta mala influencia española), títulos públi-
la protección al embargante60. A veces cos, folio real, tracto sucesivo, entre otras
las soluciones italianas pecan de dogma- muchas exigencias adicionales que hacen
tismo excesivo, sin contraste con la reali- complejo lograr la inscripción62.
dad ni con el derecho comparado.
Cuarto, y a mayor abundamiento, si bien
Tercero, la opinión aquí criticada la transcripción del embargo italiano
demuestra un desconocimiento absoluto hace inoponible las transferencias ante-
del registro italiano y de los presupuestos riores, pero no transcritas, empero, el
que podrían justificar la opción (discuti- Código Civil de ese país reconoce que
ble) de su legislador. En efecto, el regis- el adjudicatario por remate puede sufrir
tro de ese país es de folio personal, carece la evicción por el derecho de un tercero
de función calificadora, no tiene tracto (art. 2921), lo que se justifica pues en el
sucesivo y las inscripciones no requie- ámbito inmobiliario “la regla derivativa
ren de titulación pública, pues bastan los tiene plena consagración”63, por tanto, no
documentos privados61. En tal contexto, es tan cierto que el acreedor embargante
es muy fácil lograr la inscripción de cual- –ni siquiera en el caso italiano– obtenga
quier acto, aun de los viciados, irregula- una posición invulnerable, en cuanto
res o nulos, casi como si fuese una ven- tampoco la obtiene el adjudicatario, que
tanilla o simple mesa de partes. En tales queda sujeto a la evicción del verdadero
condiciones, el propietario puede inscri- propietario que haya sufrido la injusta
bir con una simplicidad llamativa, hasta ejecución64.
el punto que se considera una distracción
muy grave la ausencia de publicidad, y En suma, la solución italiana se funda en la
ello podría explicar, pero no justificar, la negligencia del propietario como argumento
preferencia del embargo inscrito frente a decisivo para castigarlo con la inoponibili-
la negligencia grave del propietario que dad de títulos, pues el registro italiano es de
pudo hacer público su título de manera “publicidad absoluta”, en cuanto hasta los
60 La protección del registro se limita a las adquisiciones negociales”: WESTERMANN, Harry y otros. Derechos Reales.
Ob. cit., Tomo II, p. 1078.
61 RAJOY, Enrique. La calificación registral en el marco de la Unión Europea. CRPME, Madrid, 2005, pp. 47-49.
62 Uno de los cultores del extremismo señala alegremente que “según su experiencia inscribir una compraventa es fácil”
(NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., p. 111), y con ese nada científico argumento, casi por arte de magia, ya igualó el regis-
tro peruano con el italiano, lo que solo demuestra ignorancia. Para aclarar el tema, basta decir que el registro italiano está
construido bajo la idea de “publicidad absoluta”, según el modelo francés, por lo que casi todo puede inscribirse, hasta los
actos irregulares o ilegales; en cambio, el registro peruano, tributario del español, sigue otro camino, el de la “publicidad
selectiva”, que constituye un importante filtro de depuración, las más de las veces exagerado, con folio real, tracto suce-
sivo, instrumento público, calificación del registrador, estrictos requisitos técnicos, etc.; por tanto, son registros concebi-
dos bajo fundamentos opuestos. No hay duda, la ignorancia es harto atrevida.
63 CIAN, Giorgio (Dir.). Commentario Breve… Ob. cit., p. 3688.
64 En ciertos casos, el verus dominus puede oponerse al embargo de acuerdo con el artículo 619 del Código de procedimien-
tos italiano; o por último, reivindicar el bien tras el remate, por lo cual en este último caso se habilita el saneamiento, con
la salvedad, por ejemplo, que el demandante no sea adquirente sucesivo del deudor, aunque no transcrito, pues en tal caso
se le reputará ineficaz.
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actos nulos se inscriben con la máxima sim- arroga la potestad de fundar y reconocer la
plicidad, por lo que esta simplicidad hace propiedad en orígenes ciertos que se materia-
que el domino sea cargado con un deber de lizan en libros formales y públicos que con-
inscripción más riguroso. tienen la voluntad de los propietarios expre-
sada a través de declaraciones tipificadas,
Por tanto, no hay punto de contacto entre una con lo cual se pretende corregir los proble-
y otra realidad jurídica, por lo que es inau- mas de la incertidumbre de la propiedad con
dito que se pretenda extrapolar soluciones la expulsión de los elementos supuestamente
del ordenamiento italiano al peruano. Por lo irracionales del sistema, como la posesión, o
demás, debe recordarse que el embargo no es de las subjetividades, como la buena fe, o de
derecho, por lo cual la solución no es sustan- los hechos desconocidos, como las nulidades
tiva, sino procesal, vinculada con la superfi- no patentes.
cialidad de la medida ejecutiva al momento
de afectar un bien de titularidad incierta, por La concepción del registro extremista o
lo que no puede tener carácter definitivo, y en “auto-suficiente” (no hay nada fuera de él)
tal condición es imposible que se oponga al nace de la mano con el positivismo dogmá-
derecho fundamental de propiedad. Lamen- tico del siglo XIX, que construye una teo-
tablemente, un sector del derecho italiano se ría jurídica conceptual y sistemática, basada
caracteriza por las soluciones extremadamente en la libertad individual y en la voluntad del
dogmáticas, por lo que se incurre en el espe- hombre, pero que se desvía con el tutelaje del
jismo de pensar que la solución pasa por una Estado para originar la propiedad y sancio-
norma sustantiva de oponibilidad de derechos, nar las transmisiones65. La propiedad queda
cuando en realidad el problema se encuentra incorporada en libros públicos que hacen
en la debilidad intrínseca de las medidas eje- fe por sí mismos, en consecuencia, se crea
cutorias dictadas sin contradictorio, a solo una “realidad” interpuesta y meramente for-
pedido del acreedor, y sin certeza sobre la mal que se impone a cualquier otro hecho de
pertenencia del bien al afectado. Empero, no la vida o interés sustancial, por razones de
hay razón para trasplantar el error italiano a seguridad66. Para el modernismo jurídico, las
nuestro país. bases teóricas se encuentran en el sueño dog-
mático de leyes seguras, inmutables, neutras
3.8. Conclusión: el extremismo registral (códigos), y que defienden la voluntad del
está liquidado propietario capitalista; lo que está ideológi-
El extremismo registral tiene como base camente vinculado con el liberalismo que
la idea de un Estado todopoderoso que se pretendía amparar a las clases burguesas y
65 Los economicistas reconocen que un puro sistema registral de la propiedad no sería eficiente. Así: “Podemos imaginar dos
sistemas de derecho de propiedad exactamente opuestos: la propiedad de acuerdo solo con un sistema de títulos de papel,
y la propiedad solo por la posesión física. Ambos sistemas implicarían graves ineficiencias. Un sistema universal de títu-
los de papel supone que todo es ya propiedad de alguien y solo permite las transferencias por la transmisión formal (por
ejemplo, la entrega de una escritura), de modo que es inútil buscar la adquisición de propiedades que no tengan dueño, ya
sea porque nunca lo tuvieron o porque han sido abandonadas. Tal sistema dejaría también sin definición el estatus de los
no propietarios que, sin embargo, tienen el uso exclusivo de la propiedad, como ocurre con los inquilinos. Y sería inevi-
table examinar los errores inevitables que causa un sistema de derechos de papel. (…) Por lo tanto, es probable que un
régimen legal de la propiedad eficiente sea un sistema mixto, que combine los derechos de papel con los derechos pose-
sorios”: POSNER, Richard. El análisis económico del derecho. Traducción de Eduardo Suárez, Fondo de Cultura Econó-
mica, México, 2013, p. 144.
66 Esta discutible proposición se refuta con los siguientes términos: “La acusación de que la propiedad privada de la tierra no
podría existir, sino fuera por la protección del gobierno no puede resistir la fuerza de la evidencia. El papel del gobierno
con respecto a la tierra ha sido agresivo en vez de protector. Se han arrebatado las tenencias privadas en manos de indi-
viduos o de grupos a los que el gobierno ha atacado, ya sea a través de guerras o de decretos legales. Tanto en el Antiguo
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CIVIL | PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
Egipto como en Asiria, y también en India, Grecia, y las provincias romanas, las tenencias privadas de tierra se respeta-
ban y se mantenían seguras y sagradas mucho antes de que cualquier tipo de gobierno intentase defender la propiedad
de la tierra”: LEFEVRE, Robert. La filosofía de la propiedad. Traducción de Juan Manuel González Otero. Unión Edito-
rial, Madrid, 2013, p. 111. El citado argumento proviene de un liberal, y los extremistas registrales, si bien son liberales,
empero, en forma contradictoria, se acogen a la verdad oficial del Estado.
67 “En el ámbito social, el proceso codificador cristalizaba los valores de la burguesía, de allí que esta lo postulara como
modelo de legislación y se reconociera ideológicamente en él. La expresión tan socorrida que alude al Código de Napoleón
como el código de la burguesía no resulta, pues, casual. Los códigos y la clase social que los sostienen alentaban la imple-
mentación de una pax burguesa, indispensable para el funcionamiento de la formación económica capitalista que poco a
poco se entronizaba, de manera que el código puede ser visto como la regla de juego que la sociedad burguesa requería”:
RAMOS NÚÑEZ, Carlos. Codificación, Tecnología y Postmodernidad. PUCP, Lima, 2005, p. 38.
68 Sobre el particular, hemos tenido la oportunidad de divulgar estas ideas en publicaciones peruanas, brasileñas, argenti-
nas, españolas, y próximamente en cubanas, mexicanas e italianas. En tal sentido, remitimos al lector a nuestros siguien-
tes artículos: “Constitución y Principios Registrales”. En: Gaceta Constitucional. N° 36, Gaceta Jurídica, Lima, diciembre
2010, pp. 385-400 (luego en: Revista Jurídica del Notariado. Consejo General del Notariado, N° 78, Madrid, abril-junio
2011, pp. 297-325). También puede revisarse: “El derecho registral se debate entre el realismo y el extremismo”. En: La
Ley. Tomo 2011-A, Buenos Aires, 24 de diciembre de 2010, pp. 1-4. Posteriormente, en forma extensa y con más deta-
lles: “La Constitución rechaza el derecho registral extremista”. En: Gaceta Constitucional. N° 66, Gaceta Jurídica, Lima,
junio 2013, pp. 229-272 (luego apareció en Atitude. Faculdade Dom Bosco de Porto Alegre. Año VII, N° 13, Porto Alegre,
enero-junio de 2013, pp. 139-173). Una versión resumida y actualizada acaba de ser publicada bajo el título de: “El futuro
de la publicidad registral: ¿extremismo o realismo?”. En: Revista Jurídica Thomson Reuters. N° 67, Lima, 14 de abril de
2014, pp. 1-15, cuya traducción al italiano será próximamente publicada en una revista jurídica de ese país.
Muchos de estos artículos pueden consultarse en <www.gunthergonzalesb.com>.
69 RAMOS NÚÑEZ, Carlos. Codificación…, Ob. cit., p. 85.
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GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 14 • AGOSTO 2014
70 “En efecto, aun cuando dentro del patrimonio de un sujeto no se encuentre derecho alguno sobre el cual ejercer su poder
de disposición, este igualmente puede ser ejercido respecto de derechos pertenecientes a otros sujetos”: NINAMANCCO
CÓRDOVA, Fort. Poderes de representación. Gaceta Jurídica, Lima, 2013, p. 95.
71 Un ejemplo de confusión es la del extremista registral MENDOZA DEL MAESTRO, Gilberto. “La ausencia de legitima-
ción para transferir la propiedad”. En: Actualidad Jurídica. N° 244, Gaceta Jurídica, Lima, marzo de 2014, p. 67, quien
primero habla de la “legitimación aparente”, pero termina reconociendo que “en este caso se está tutelando la adquisición
más que la transferencia”, con lo cual reniega de lo que acababa de sostener, pues si en la hipótesis examinada, la transfe-
rencia no es relevante, entonces tampoco lo es la pretendida “legitimación aparente” del transferente.
72 Incluso un famoso dogmático, como FALZEA, Ángelo. “El principio jurídico…”. Ob. cit., p. 195, no tiene más alternativa
que negar tajantemente la “legitimación aparente”: “Todo intento de atribuir un contenido positivo a la expresión mera-
mente negativa de legitimación aparente se resuelve en un juego de palabras que traiciona la verdadera naturaleza del fenó-
meno, el cual consiste en que el tercero de buena fe adquiere a título oneroso el derecho hereditario u obtiene la liberación
del débito, a pesar de que el heredero aparente no esté legitimado a transferir y de que el acreedor aparente no esté legiti-
mado para recibir el pago”.
73 PAU PEDRÓN, Antonio. “Esbozo de una teoría general de la oponibilidad”. En: La Publicidad Registral. CRPME,
Madrid, 2001, p. 329.
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CIVIL | PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
buena fe al tercer adquirente (art. 2014 del que un propietario sea despojado. La doc-
CC), como criterio básico para sustentar su trina alemana conoce perfectamente el
primacía frente al titular originario; por el requisito de imputación para aplicar el
contrario, si el transmitente fuese propieta- principio de apariencia, pero lo reemplaza
rio, ¿qué importaría la condición subjetiva por la indemnización del Estado, es decir,
del adquirente?, entonces habría que pregun- el sistema germano reconoce que el propie-
tarle a los dogmáticos, desde una cuestión tario inocente (sin culpa) no puede ser expo-
moral, ¿por qué dicha “teoría” pretende lega- liado impunemente, para lo cual opta por una
lizar a un estafador?; y desde una perspectiva técnica de protección distinta, pues mientras
jurídica, ¿por qué el adquirente necesita de en los ordenamientos latinos la propiedad
buena fe si el transmitente cuenta con “poder se conserva en el titular primigenio cuando
de disposición por legitimación aparente”? este no tiene culpa, en cambio, en el ordena-
miento alemán se impone al Estado el deber
No es lo mismo decir que el vendedor –pese
de indemnizar la pérdida74. El problema de
a todo– está “legitimado” como si fuese el
los extremistas registrales es que no se han
propietario; mientras que por otro lado se
dado cuenta del distinto fundamento del
sostiene que el vendedor no es propietario,
registro alemán, que asume el costo de las
bajo ningún concepto, pero la protección se
pérdidas cuando triunfa la apariencia en con-
hace pensando exclusivamente en el com-
tra de un verus dominus despojado injusta-
prador, por exigencias de tutela de la apa-
mente. Este error lo comete hasta un gran
riencia, pero con justicia. Nótese la gran
jurista75 que descarta el fundamental requi-
diferencia entre una y otra tesis: la primera
sito de la culpa del titular primigenio, con lo
sostiene que el enajenante está “legalizado”
cual no se sabe por qué se le despoja, y ade-
pues tiene “legitimación aparente”, en cam-
más olvida que la “objetivación” de la apa-
bio, la segunda considera que la doctrina de
riencia, propio del mundo jurídico germano,
tutela de apariencia no crea una falsa legiti-
se justifica porque el Estado asume el costo.
mación, pues solo se concentra en proteger al
Este es el problema de los dogmáticos que
único sujeto que lo merece: el tercer adqui-
rente de buena fe. se encierran en torres de marfil y olvidan los
fundamentos filosóficos de las instituciones
Otro debate técnico en el mismo ejemplo: la jurídicas. Mientras el sistema alemán se basa
protección registral exige, entre otros requi- en la idea que el Estado reparte la propiedad
sitos, que el tercero sea de buena fe y que el (registro), y si se equivoca asume el resar-
propietario primigenio sea culpable en haber cimiento; en cambio, el sistema peruano, e
creado la apariencia que engañó al tercero. El italiano, no reconoce indemnización efec-
extremismo diría que este segundo elemento tiva, salvo en un perdido apartado del ar-
no es necesario pues el apego al formalismo, tículo 3 de la Ley Nº 26366, pero que no
“sin valorar subjetividades”, es suficiente tiene aplicación práctica. Esta situación con-
para otorgar tutela. El realismo, por el con- lleva trasplantar parcialmente una institución
trario, requiere la actuación culposa del titu- jurídica, pues se acepta el beneficio (¿segu-
lar inicial, pues solo de esta forma se justifica ridad jurídica?) pero no el costo (indemnizar
74 “El hecho de que no se tenga en cuenta el hecho (sic) de que al propietario no le es imputable la pérdida de la apariencia
registral se basa en que este contará en todo caso con una pretensión de resarcimiento frente al Estado”: WESTERMANN,
Harry y otros. Derechos Reales. Ob. cit., Tomo II, p. 1064.
75 FALZEA, Ángelo. “El principio jurídico…”. Ob. cit., p. 206: “No es necesario, en particular, que el error del tercero sea
causado por dolo o culpa de otro, y, para ser más precisos, del titular del derecho subjetivo”.
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por el despojo producido por esa “seguri- dentro del contexto de un sistema patrimo-
dad jurídica”). Por ello no extraña que un nial sano, honesto, justo, seguro; en donde
sector doctrinal avisado haya denunciado la la información registral permita conocer los
importación de un sistema de expoliación hechos jurídicos, sin crearlos o sin deformar
“jurídica”, de dudosa base constitucional. la realidad78.
Así: “El llamado principio de publicidad,
entendido de modo absoluto, se enfrenta a Desde hace algunos años recusamos el dere-
inconsecuencias técnicas y jurídicas noto- cho registral extremista con fundamentos de
rias: ¿por qué se priva a un dueño de su pro- corte teórico79. Pero, en poco tiempo la rea-
piedad a favor del solo título registral? ¿no lidad terminó dándonos la razón en forma
es una expropiación sin indemnización? ¿se contundente. En efecto, es noticia diaria que
puede privar al propietario real de su propie- el crimen organizado ha venido despojando
dad, al que ha poseído y trabajado la tierra injustamente a los propietarios mediante la
quizás por generaciones y sigue poseyéndola idea de una inscripción totalizadora80, que
ahora?”76. arrasa incluso con la realidad y con los dere-
chos legítimamente adquiridos. Estos delin-
El registro no es “verdad oficial”, ni crea reali- cuentes utilizaron el extremismo registral,
dades de puro papel, y por supuesto, tampoco mientras sus cultores creyeron hacer “doc-
inventa legitimaciones para quien no es pro- trina”, y sirvieron indirectamente para ese
pietario. En tal contexto, una adecuada con- fin, aunque no sabemos si solo por ignoran-
cepción parte por considerar que el registro cia y desconocimiento. En cualquier caso, el
busca reflejar la realidad77, mas no crearla, resultado práctico del extremismo ha ter-
por tanto, su función es pre-constituir un título minado por liquidarlo, mientras sus autores
público de propiedad con alto grado de certi- siguen guardando silencio en todos los idio-
dumbre, y que en ciertas ocasiones, por vir- mas frente al desastre ocasionado al haberse
tud de una regla de ponderación, sirve para la dejado llevar por el dogmatismo y la enso-
protección de la apariencia por efecto de esa ñación de una perspectiva del derecho (for-
misma publicidad. De esta forma, la mecánica malista, positivista y puramente teórica) que
de inscripción y publicidad solo se justifica hace tiempo está pasada de moda.
76 ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Derecho inmobiliario registral. 3ª edición, Ediciones Legales, Lima, 2012,
p. 566.
77 La Corte Suprema ha acogido textualmente nuestra doctrina en la Casación N° 3350-2012-Lima, de 14/10/2013, publicada
el 31/03/2014: “Décimo Primero: Por otro lado, la inscripción registral del derecho de propiedad dota de una incuestiona-
ble seguridad jurídica al ejercicio de ese derecho, sin embargo, la garantía que reviste el título inscrito será meramente apa-
rente si no se crean las condiciones razonables y suficientes para que el procedimiento previo a la inscripción esté provisto
también de la suficiente seguridad jurídica, pues de lo que se trata es que el registro sea fiel reflejo de la realidad jurídica
extrarregistral”.
78 El Tribunal Constitucional ha señalado, en referencia a la unión de hecho, que la sentencia judicial y la inscripción registral
se limitan a reconocer la situación jurídica, pero no la fundan (Exp. N° 04777-2006-PA/TC). En efecto, el registro publica
la realidad jurídica con fines de seguridad, pero no sirve para hacer ciencia ficción.
79 Lamentablemente, algunos ni siquiera tienen idea de lo que es el extremismo registral, aunque se atreven a hablar de ello,
como ocurre con PASCO ARAUCO. Ob. cit., p. 93, quien considera erróneamente que el Derecho chileno es “extremista”
por el solo hecho de que la inscripción transfiere la propiedad inmobiliaria, sin tener en cuenta que dicha inscripción, en
realidad, solo tiene valor de “posesión”, por lo que no sanea los títulos, no los legitima, ni produce fe pública registral. Por
tanto, si el Derecho chileno fuese extremista, entonces el peruano sería hiperextremista. Un buen ejemplo que demuestra
que el Derecho comparado no puede traerse como argumento por solo leer un artículo de Internet, sino por conocer las ins-
tituciones jurídicas en forma profunda, lo cual requiere intercambio académico en el extranjero y estudio de muchos años.
No se puede hacer comparación jurídica desde un escritorio de Lima.
80 Para luchar contra este tipo de delincuencia, el autor de estas líneas ha preparado un “Proyecto de Ley de protección jurí-
dica del derecho de propiedad y de la vivienda”, que busca ser presentado al Congreso mediante iniciativa popular legis-
lativa. Puede verse más detalles en: <www.gunthergonzalesb.com>.
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CIVIL | PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
4. Cuarto argumento: el embargo es una se refiere a las materias debatidas dentro del
medida judicial tan débil que, luego del proceso, pero en ninguna parte del ejecutivo
remate, el verdadero propietario puede se declara quién es el propietario de los bie-
reivindicar el bien nes liquidados. Es más, normalmente cuando
Un nuevo argumento que se utiliza para sus- se producen ejecuciones ilegítimas, el verus
tentar que el embargo constituye un “dere- dominus ni siquiera aparece en juicio, por
cho” que puede convalidarse con el regis- lo que mal podría expandirse los efectos de
tro se vincula con la adjudicación por remate la cosa juzgada a quien no ha sido parte del
judicial, lo que supuestamente haría inataca- proceso ejecutivo, pues en este ámbito tam-
ble la propiedad del adjudicatario; por tanto, bién rige el principio res inter alios acta (art.
no podría aceptarse que la ejecución ilegí- 123 del CPC).
tima del embargo llegue a ser legítima con la
adjudicación81. Por tanto, si la adjudicación se realiza sin
que el propietario perjudicado haya tomado
No obstante, dicha opinión es errada, tanto conocimiento de la ejecución, entonces
desde el plano sustancial, como el procesal. resulta obvio que el debate sobre la propie-
En efecto, el embargo ilegítimo no se conva- dad no ha quedado clausurado, pues nadie
lida con la adjudicación del bien en remate puede perder lo suyo sin proceso, por lo que
público, y la razón de ello es muy simple: el el afectado tiene a su disposición los pro-
proceso ejecutivo no discute la propiedad cesos plenarios de reivindicatoria o mejor
del bien, en tanto este se embarga a pedido derecho; e incluso, si ese mismo propieta-
de parte, sin contradictorio, y luego se le rio hubiese planteado previamente la terce-
transfiere forzosamente. Ello determina que ría, sin éxito82, ello no genera cosa juzgada
no exista cosa juzgada sobre la propiedad en el caso de reformular la controversia por
del bien afectado y luego adjudicado a ter- medio de la reivindicatoria, pues este es un
cero. Es conocido que la cosa juzgada solo proceso plenario, con amplia cognición y
111
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83 En este punto debe cuestionarse la opinión de ARIANO DEHO, Eugenia. Embargo, tercerías y remate judicial … Ob. cit.,
p. 41, en cuanto señala que luego de la derrota en la tercería, o cuando el proceso no se formulase por extemporaneidad, ya
no cabe la reivindicatoria, pero sí la acción de enriquecimiento sin causa en contra del ejecutado que liberó su deuda con
un bien que no le pertenecía. Es paradójico sostener que un propietario pueda alegar su derecho para pedir una indemni-
zación, pero no para reconocer esa condición frente a terceros (art. 70 de la Const.). Nadie puede dejar de ser propietario
por una tercería fallida, sino por una reivindicatoria desestimada (contrario sensu, artículo 923 del CC) o por pérdida del
dominio por hecho sobrevenido, por ejemplo, por sentencia de prescripción adquisitiva (art. 952 del CC).
84 ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, José Antonio. “La cancelación de cargas por mandamiento judicial en la ejecución de bienes
inmuebles”. En: Revista Crítica de Derecho Inmobiliario. N° 672, Madrid, julio-agosto 2002, p. 1492.
85 En el Derecho alemán, nada menos, la fe pública registral no protege al adjudicatario por remate judicial, en tanto se trata
de un adquirente legal, no por negocio jurídico, en consecuencia la adquisición no se produce por virtud de la confianza en
el registro: WOLFF, Martin. “Derecho de Cosas”. En: ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, Martin. Tra-
tado de Derecho Civil. Traducción de José Alguer y Blas Pérez González, Tomo III-1º, Bosch Casa Editorial, Barcelona,
1971, pp. 271-272.
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CIVIL | PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
derecho anterior; por el contrario, si la adju- ejecución forzada para individualizar cosas a
dicación fuese inexorable, entonces, ¿cómo efectos de cubrir la responsabilidad patrimo-
podría haber saneamiento por evicción? nial del deudor89; y si bien debe reconocerse
que se trata de una medida ejecutoria desti-
Por tanto, el embargo sobre un bien ajeno nada a la tutela y protección del derecho de
constituye una hipótesis de ejecución ilegí- crédito, empero, ello no autoriza a ejecutar
tima que puede ser remediada a través de los bienes de una tercera persona distinta al
una tercería de propiedad (art. 533 del CPC), deudor u obligado en el proceso de ejecución.
por la cual se ordena levantar la medida judi-
cial por virtud de la acreditación prima facie El crédito es un derecho subjetivo patrimo-
del dominio (art. 535 del CPC). La tercería nial que otorga al acreedor la prerrogativa
puede interponerse hasta antes del remate del de exigir el cumplimiento de una prestación
bien (art. 534 del CPC), y de allí parece que valorable económicamente a cargo del deu-
alguien ha inferido que luego de la subasta dor, para lo cual este expone su patrimonio.
la propiedad es inatacable. Esa conclusión Por tanto, el acreedor puede agredir los bie-
es falsa, no solo por los fundamentos antes nes del deudor para la satisfacción del cré-
expuestos, sino, además, porque la tercería dito, y eventualmente de los terceros obliga-
no es lo mismo que la reivindicatoria86. Por dos, como los fiadores o garantes reales, pero
tanto, si la norma adjetiva suprime el reme- no de cualquier tercero. En ningún sistema
dio de la tercería, ello no significa nada en jurídico racional se admite que el crédito sea
orden a la reivindicatoria, que es precisa- un derecho que pueda cumplirse por medio
mente el gran proceso plenario con amplia de la ejecución de bienes ajenos al deudor, y
libertad de pruebas y de controversia para en el mismo sentido el artículo 642 del CPC
dilucidar la pertenencia del derecho. señala que el embargo es una afectación jurí-
dica de “un bien o derecho del presunto obli-
En resumen, la adjudicación por remate judi- gado”, y el artículo 690 del CPC establece
cial no convalida una ejecución ilegítima, que “cuando la ejecución pueda afectar dere-
pues el verdadero propietario que sufrió cho de tercero, se debe notificar a este con el
un embargo por deuda extraña87, siempre mandato de ejecución”, lo que obviamente se
podrá reaccionar por medio de los procesos refiere a los terceros interesados en la obliga-
amplios de cognición88. ción (ejemplo: garante hipotecario no deu-
dor), pero jamás a los terceros extraños que
5. Quinto argumento: el embargo, como no son deudores ni garantes, sino simples
medida ejecutiva que tutela un crédito, víctimas de una apariencia. En consecuencia,
no constituye un supra-poder que per- la ejecución de un bien perteneciente a per-
mita ejecutar bienes ajenos a los del sona extraña, distinta al deudor, que además
deudor no es notificada con el proceso de ejecución,
El embargo judicial no es un “derecho”, sino constituye una violación a la tutela jurisdic-
actividad jurisdiccional desarrollada en la cional de la propiedad y el debido proceso.
86 Por ejemplo: MORENO CATENA. La ejecución forzosa. Ob. cit., p. 268: “La tercería de dominio es en realidad una inci-
dencia en el embargo de ejecución, mediante la cual un tercero, que afirma ser titular de un bien o de bienes embargados,
pretende el alzamiento del embargo que indebidamente se trabó sobre ellos. No se trata, pues, de una acción reivindicato-
ria (…)”.
87 “El acreedor no puede adquirir, por ejemplo, un derecho pignoraticio si pretende sujetar a esta garantía una cosa que no
pertenece a su deudor”: VON TUHR, Andreas. Parte General… Ob. cit., p. 60.
88 Hasta el momento los extremistas no dicen una sola palabra de este argumento. Han preferido guardar silencio porque sim-
ple y sencillamente no hay forma de refutarlo, ni siquiera inventando algo.
89 MORENO CATENA. La ejecución forzada. Ob. cit., pp. 247-249.
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sin certeza sobre la propiedad del bien afec- oponer el derecho del propietario no inscrito.
tado, por lo que tal decisión emitida a tien- Empero, esta tesis no calza en lo absoluto
tas no puede constituir un derecho definitivo con las normas procesales, pues si un embar-
que derogue la propiedad. Este es el tema de gante inscrito se opone siempre a un propie-
fondo que permite concluir que el embargo, tario no inscrito, entonces queda sin solu-
como medida preliminar, no puede afectar ción la siguiente interrogante: ¿en qué casos
bienes ajenos, por lo que el titular puede exi- resultaría fundada la demanda de tercería en
gir que el juez enmiende el error a través de bienes inmuebles inscritos? Con la tesis de
la tercería. La tutela extracontractual del cré- los extremistas la tercería se aplicaría solo a
dito es una premisa que no tiene relación los muebles. Esta posición es simplemente
alguna con la eficacia del embargo, por lo que absurda.
el argumento es simplemente deleznable90.
En primer lugar, los artículos 533 a 536 del
CPC hablan claramente de la procedencia
6. Sexto argumento: las normas proce-
sales son decisivas de la tercería para levantar embargos sobre
“bienes”, sean muebles o inmuebles.
Las normas procesales establecen que el pro-
pietario puede lograr el levantamiento del En segundo lugar, el Tribunal Constitucional
embargo con la presentación de un docu- ha rechazado el amparo contra una sentencia
mento de fecha cierta anterior a la traba del de tercería que ordenó alzar el embargo de
embargo, es decir, no se requiere de un título
de propiedad registrado ni siquiera en el caso ¿Qué dice la Corte
de los bienes inscribibles; por tanto, es claro Suprema?
que el propietario no inscrito puede desvin-
cular el bien de la ejecución si prueba su
derecho con documento fehaciente (arts. 533 La inscripción de un derecho personal
y 535 del CPC). en los registros públicos no convierte
a este en real, sino que conserva su
Por su parte, la tesis que niega la posibili- carácter, de tal modo que ante la con-
dad de alzar un embargo con título de pro-
currencia de un derecho real (como
piedad no inscrito, sostiene que una vez ins-
crito el embargo, el acreedor alcanza una
es el de propiedad) con otro de dis-
posición inexpugnable, aun cuando el bien tinta naturaleza, prevalece el primero,
pertenezca a un tercero, por lo que se pro- ello por aplicación del Derecho común
duciría una adquisición a non domino. Esta que por mandato del referido artículo
solución trae como consecuencia que la ter- se impone al derecho registral (Cas.
cería sobre bienes inmuebles sea improce- Nº 2311-2009-Lima Norte).
dente de plano, pues no habría forma de
90 Hasta el extremista registral NINAMANCCO, Fort. Embargo inscrito y tercería de propiedad. Gaceta Jurídica, Lima,
2013, pp. 132-133, reconoce que la tutela extracontractual del crédito es un tema irrelevante para resolver el problema del
propietario no inscrito versus el acreedor embargante. Con ello el tema queda cerrado, aunque PASCO ARAUCO. Ob. cit.,
pp. 106-107, sigue sin darse cuenta que la supuesta oponibilidad del crédito se refiere en realidad a la obligación de indem-
nizar por el sujeto que ocasiona un daño a los valores patrimoniales ajenos, pero ello no significa en lo absoluto que el cré-
dito tenga el poder de agredir los bienes de terceros para satisfacerse, pues tal hecho no sería “oponibilidad”, sino abuso,
arbitrariedad e injusticia. Si la propiedad, como derecho oponible, no se expande a bienes de terceros, entonces ¿de dónde
se ha concluido que el crédito sí lo permitiría? Un típico caso de debate inútil. En cualquier caso, ambos incurren en noto-
rios errores desde la perspectiva de la filosofía analítica que se exponen en el capítulo III, acápite 3.3 de la obra detallada
en la nota a pie de página N° 1.
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91 Así: “3. Que, se aprecia de autos que lo que los recurrentes pretenden es que se deje sin efecto la sentencia casatoria de
fecha 3 de julio de 2008 (folio 5 a 7), que declara infundado su recurso aduciendo que transgrede sus derechos constitucio-
nales a la tutela jurisdiccional efectiva y al debido proceso. Al respecto se observa que la resolución cuestionada se encuen-
tra adecuadamente motivada, pues la Sala Suprema ha fundamentado debidamente la aplicación del derecho común por
parte de las instancias inferiores en concordancia con lo establecido por el artículo 2022 del Código Civil, toda vez que se
encontraban ante dos derechos de distinta naturaleza, por lo que se ha hecho prevalecer el derecho real de propiedad frente
al derecho personal de crédito, sustentados en la aplicación del artículo 949 del Código citado” (Exp. N° 03118-2011-
PA/TC, del 05/10/2011, que declara improcedente la demanda de amparo).
92 Artículo 120.- Intervención excluyente de propiedad: El tercero que sea propietario de bienes embargados, podrá interpo-
ner intervención excluyente de propiedad ante el ejecutor coactivo en cualquier momento antes que se inicie el remate del
bien. La intervención excluyente de propiedad deberá tramitarse de acuerdo a las siguientes reglas: a) Solo será admitida
si el tercero prueba su derecho con documento privado de fecha cierta, documento público u otro documento, que a juicio
de la administración, acredite fehacientemente la propiedad de los bienes antes de haberse trabado la medida cautelar (…).
El Tribunal Fiscal ha establecido en múltiples oportunidades que el embargo es indebido cuando afecta los bienes de ter-
cero que se acreditan con documento fehaciente, sin necesidad de inscripción. Solo a título ejemplificativo puede verse la
RTF N° 505-5-2000, de 21/07/2000: “Que de otro lado, cabe indicar que el artículo 949 del Código Civil establece que la
sola obligación de enajenar un inmueble determinado hace al acreedor propietario de él, salvo disposición legal diferente
o pacto en contrario; Que como se aprecia, en nuestro ordenamiento jurídico la transferencia de propiedad de los bienes
inmuebles, como en el caso de autos, es consensual; es decir, se perfecciona por el solo consentimiento de las partes, no
siendo necesaria la inscripción registral de dicho acto a efecto de que se produzcan los efectos reales de transmisión
de la propiedad; Que en el caso de autos la compraventa en nuestro sistema registral, la inscripción es meramente decla-
rativa ya que no perfecciona ni modifica el acto jurídico materia de inscripción, pues lo único que hace es reconocer una
situación de derecho preexistente; Que en consecuencia, al haberse efectuado el acto de compraventa del inmueble sublitis,
el 28 de enero de 1999, es decir, antes que se haya trabado la medida de embargo, resulta amparable la intervención exclu-
yente de propiedad interpuesta por los recurrentes; Que finalmente, es importante anotar que para el caso de autos resulta
aplicable lo dispuesto en el último párrafo del artículo 2022 del Código Civil, toda vez que el derecho de propiedad es de
naturaleza real y prima sobre cualquier acreencia relacionada con las obligaciones que son de naturaleza personal, cual es
el caso de la deuda tributaria” (finalmente, el Tribunal declaró fundada la intervención excluyente de propiedad).
Otros casos decididos en la misma línea: RTF N° 658-5-2001 de 28/06/2001, N° 3561-2-2002 de 02/07/2002, N° 3901-3-
2002 de 19/07/2002, N° 182-3-2003 de 17/01/2003 y N° 3716-1-2004 de 28/05/2004.
93 Artículo 20.- Tercería de Propiedad:
20.1 El tercero que alegue la propiedad del bien o bienes embargados podrá interponer tercería de propiedad ante el ejecu-
tor, en cualquier momento antes de que se inicie el remate del bien.
20.2 La tercería de propiedad se tramitará de acuerdo con las siguientes reglas:
20.2.1 Solo será admitida si el tercero prueba su derecho con documento privado de fecha cierta, documento público u otro
documento, que acredite fehacientemente la propiedad de los bienes antes de haberse trabado la medida cautelar.
Sobre esta norma, la doctrina se ha manifestado de manera enérgica en el siguiente sentido: “El trámite de la tercería de
propiedad exige dos precisiones. La primera, es que para que una tercería de propiedad pueda ser admitida no es necesa-
rio que la misma se sustente únicamente en un documento privado de fecha cierta o un documento público sino que, ade-
más, es posible que una tercería pueda ser sustentada mediante la presentación de otro tipo de documentos cuya fehacien-
cia debe ser merituada por el ejecutor coactivo. Tales documentos pueden ser, por ejemplo, contratos privados, letras de
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CIVIL | PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
cambio, certificaciones de pago mediante cheque u otros instrumentos financieros, libros contables, etcétera. La segunda
precisión, y más importante, es que, a efectos de que una tercería de propiedad culmine de modo favorable, lo único que
debe probar es que al momento de haberse trabado un embargo ya existía otro propietario. Eso es todo. Lo dicho viene a
colación debido a la interpretación errónea que han efectuado algunos ejecutores coactivos respecto al embargo sobre bie-
nes registrables. Se aduce en tales casos que, tratándose de bienes registrables, resulta de aplicación la regla del derecho
común que establece que la prioridad en el tiempo de la inscripción determina la preferencia de los derechos que otorga
el registro, por lo que solo se podrá declarar procedente una tercería de propiedad si se prueba que el título que acredita
la propiedad se encontraba inscrito antes de haberse inscrito el embargo. Tal interpretación no es correcta ya que lo único
que exige la ley es que se haya producido la transferencia de propiedad en momento anterior al embargo y que, de dicho
evento, exista fecha cierta. Acreditado tal hecho, la tercería de propiedad debe ser declarada procedente. Lo anterior exige
un mayor desarrollo tratándose de bienes inmuebles. No debe olvidarse que el artículo 949 del Código Civil señala que la
sola obligación de enajenar un inmueble determinado hace al acreedor propietario de él, salvo disposición legal diferente
o pacto en contrario. Es decir, se consagra un modo de transferencia de propiedad de carácter consensual. Basta el título
(como por ejemplo: un contrato de compraventa) para que se produzca la transferencia de propiedad, no siendo necesa-
rio para ello que se inscriba en el registro de propiedad inmueble. Es sabido que, en estos casos, la inscripción en el regis-
tro permite al nuevo propietario oponer su derecho a terceros mediante la publicidad, pero no constituye un requisito para
efectos de la transferencia, la que ya se produjo con anterioridad”: MENDOZA UGARTE, Armando. La Ejecución Coac-
tiva. Línea Negra Editores, Lima, 2009, pp. 362-363.
94 NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., p. 149.
95 Toda la doctrina está conforme en que la doctrina de la apariencia se aplica a hechos sustanciales, incluyendo a los dog-
máticos formalistas como FALZEA, Ángelo. “El principio…”. Ob. cit., p. 206: “Ya hemos explicado que la apariencia no
constituye una fattispecie autónoma, sino que opera en el ámbito de un acto o negocio jurídico”.
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que el acto procesal de demanda, por ser de obligado y no de terceros, para cuyo efecto el
buena fe, ya por esa sola circunstancia podría propietario deberá acreditar la preexistencia
convertir al actor en propietario del bien dis- de su título con fecha anterior al embargo,
cutido al interior de ese proceso. sin necesidad de haberlo inscrito.
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Solo se puede embargar, declara el artículo 1149 del Código de Enjuiciamientos Civiles, los bienes propios del deudor. No
por haberse dejado de inscribir la compraventa se extingue ese contrato de característica consensual, ni pierde su fuerza
probatoria la escritura pública que lo consigna (…). Este acto judicial es en consecuencia infractoria de dicho artículo
1149, y aunque registrado, su mérito legal es nulo”. Este caso puede verse en: Anales Judiciales de la Corte Suprema de
Justicia. Tomo III, Año Judicial de 1907, Imprenta El Lucero, Lima, 1907, pp. 18-24.
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98 A veces se pretende engañar a los menos avisados haciéndoles pasar gato por liebre, como sucedió con la reciente Casa-
ción N° 4448-2010-Arequipa, del 29/08/2012, que en realidad no resolvió el fondo, pues se limitó a despachar la cuestión,
mediante apretada decisión 4-3, con un argumento exclusivamente procesal: “debe señalarse que los argumentos esgri-
midos en el recurso se encuentran orientados al reexamen del material probatorio, situación no prevista en sede casato-
ria” (6º considerando). Por tanto, esta desafortunada sentencia no implica cambio de criterio alguno, pues no se ingresa en
la cuestión de mérito. Un comentario sobre este tema puede verse en: GONZALES BARRÓN, Gunther. “¿Hasta cuándo
seguiremos engañándonos con una inscripción como panacea para todos los males?”. En: Actualidad Jurídica. Gaceta
Jurídica, N° 232, Lima, marzo 2013, pp. 79-80.
99 En un claro afán de distorsionar la realidad (NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., p. 35), se llega a citar como favorables al
embargo las sentencias que declaran infundada la demanda, empero en ellas no se modifica en lo absoluto la doctrina pre-
valeciente, pues se limitan a establecer que el tercerista no pudo acreditar con documento de fecha cierta la anterioridad
de la transferencia frente al embargo. Es el caso de las casaciones N° 1417-2000-Lambayeque y N° 720-2011-Lima.
100 Nuevamente se incurre en una falsedad cuando se dice que la tendencia favorable al propietario “(no es) claramente domi-
nante” (Ibídem, p. 15), cuando en realidad está demostrado que desde hace casi una década no se conocen senten-
cias favorables al embargo sobre la propiedad anterior, por lo que la uniformidad es prácticamente absoluta, pero
en contra de la tendencia de los extremistas. Otro que se engaña a sí mismo, sin hacer investigación alguna es: FERIA
ZEVALLOS, Julio Eloy. “La naturaleza de la anotación de embargo (…)”. Ob. cit., p. 248, cuando dice que hay “descon-
cierto (jurisprudencial) sobre la materia”. Estos son ejemplos clarísimos del mediocre nivel de los “libros” y “artículos”
de revista que se publican actualmente en nuestro país.
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derecho personal en los registros públi- ocurriría si nos encontramos ante dere-
cos no convierte a este en real, sino que chos de igual naturaleza; así se esta-
conserva su carácter, de tal modo que blece en la Exposición de Motivos del
ante la concurrencia de un derecho real Código Civil cuando, refiriéndose al ar-
(como es el de propiedad) con otro de tículo dos mil dieciséis citado, señala:
distinta naturaleza, prevalece el primero, “Este artículo reconoce el principio de
ello por aplicación del Derecho común prioridad de rango, que es la que se pro-
que por mandato del referido artículo se duce respecto de derechos sucesivamente
impone al derecho registral. Este crite- inscritos con posibilidad de concurren-
rio concuerda con la Exposición de Moti- cia registral. En este caso, los derechos
vos del Código Civil que, sustentando el inscritos no se excluyen pero sí se jerar-
artículo 2022 del anotado Cuerpo nor- quizan en función de la antigüedad de
mativo, señala: “No hay duda que, si se su inscripción. (…) Esto se produce, por
enfrentan dos titulares de derechos rea- ejemplo, cuando un acreedor hipotecario,
les, quien tendrá preferencia en virtud del sin importar cuando se celebró el contrato
principio de prioridad será aquel que ins- de hipoteca, logra su inscripción con una
cribió primero; esto es confirmado por la fecha determinada, digamos del primero
primera parte de este artículo. Pero si se de diciembre de mil novecientos ochenta
trata de un enfrentamiento entre un dere- y cuatro. Posteriormente el quince del
cho personal y uno real, y a esto alude mismo mes, un segundo acreedor hipo-
la segunda parte del citado artículo, ten- tecario, también sin importar la fecha del
drá preferencia el titular del derecho real, contrato de hipoteca lo inscribe. Es evi-
porque goza de oponibilidad erga omnes, dente que el primero tendrá prioridad
que no tiene el derecho personal, y ade- de rango sobre el segundo (…)” (Bigio
más porque el derecho real goza de lo Chrem, Jack. Ob. cit., página doscientos
que se llama energía persecutoria, de la once).
que también carece el derecho personal”
(Bigio Chrem, Jack. Exposición de Moti- (…)
vos Oficial del Código Civil. Lima, Cul- DÉCIMO.- Que, de conformidad con lo
tural Cuzco Sociedad Anónima, Editores, expresado en el anterior considerando,
mil novecientos noventa y ocho, página y atendiendo a la necesidad de que la
doscientos veinticuatro). Corte Suprema de Justicia actúe nece-
(…) sariamente como un órgano jurisdiccio-
nal que siente líneas jurisprudenciales,
SEXTO.- Que, en autos se denuncia la lo cual constituye su verdadero rol ins-
inaplicación de los artículos dos mil die- titucional, y en tanto no se promueva
ciséis, dos mil catorce y dos mil doce un pleno casatorio, conforme al artículo
del Código Civil. Respecto del primero 400 del Código Procesal Civil, esta Sala
de los artículos citados se debe conside- Suprema resuelve establecer en con-
rar que este regula el principio de Priori- cordancia con lo normado en el primer
dad Registral, según el cual los derechos párrafo del artículo 22 del Texto Único
que otorgan los Registros Públicos están Ordenado de la Ley Orgánica del Poder
determinados por la fecha de su inscrip- Judicial, que los fundamentos tercero y
ción. Debe entenderse, sin embargo, que sexto de la presente sentencia constitu-
dicha prioridad rige solo cuando se trata yen principios jurisprudenciales de obli-
de confrontar dos derechos con posibi- gatorio cumplimiento para las instancias
lidad de concurrencia registral, lo que judiciales de mérito, esto considerando
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CIVIL | PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
las particularidades del presente caso, en contendientes tenga registro o el que lo sea
el que el derecho real ha nacido con ante- carezca de buena fe: art. 1135 del CC), sino
rioridad a la inscripción del derecho per- el título inscrito, aunque pudiera ser de fecha
sonal” (finalmente, la tercería se declaró posterior. No obstante, el legislador quiso
fundada). establecer excepciones a este principio, y por
ello consagró en el segundo párrafo del ar-
El Máximo Tribunal ha reiterado esta misma tículo 2022 del CC una típica oración adver-
doctrina en casos sucesivos, por lo que la sativa, es decir, una afirmación secundaria
cuestión está resuelta claramente a favor del que niega la afirmación principal y, en con-
propietario con fecha anterior al embargo, secuencia, la única manera de que ambas
como en las casaciones recaídas en los expe- oraciones puedan ser interpretadas en forma
dientes N° 5323-2009-Lima, del 02/07/2009, lógica es considerar que la secundaria resulta
N° 4295-2009-Lima y especialmente la ser una excepción de la principal.
N° 3321-2011-Lima y N° 3434-2012. Por lo
demás, los jueces superiores del país, reuni- En tal sentido, la regla primaria dice que la
dos en el Pleno Jurisdiccional Nacional Civil, oposición de derechos reales se resuelve a
del 20 de octubre de 2012, llegaron a la con- favor del derecho inscrito (1º párrafo), mien-
clusión, por amplia mayoría (62 votos contra tras la regla secundaria señala que en otro
7), que el propietario no inscrito puede alzar tipo de conflictos se aplican las disposicio-
el embargo si su título es de fecha anterior101. nes del derecho común (2º párrafo). Si ello
es así, entonces la oración principal consa-
En suma, existe un cordón umbilical entre la gra al registro como criterio de preferencia,
paradigmática ejecutoria del 23 de marzo de mientras la oración secundaria –recuérdese
1907 –sin dudas, pionera– y el precedente que es adversativa– lo niega, por lo cual esta
que ha dictado la Corte Suprema, de fecha se entiende muy fácilmente: si la regla gene-
15 de diciembre de 2009, pues durante más ral utiliza el registro, entonces la excepción
de un siglo se ha mantenido una doctrina casi implica que el registro no sirve de criterio de
uniforme a favor del propietario. preferencia, y por eso se trata de una regla
de negación frente a la anterior. Por tanto, en
III. El artículo 2022, 2º párrafo, del un determinado tipo de conflicto, la regla de
Código Civil no regula los efectos preferencia no está dada por el registro, sino
del embargo por las disposiciones del derecho común,
esto es, por la preferencia del derecho real
El registro declarativo constituye el criterio sobre el personal o por la simple antigüedad
de preferencia para dirimir derechos incom- del título.
patibles sobre el mismo bien, y por cuya vir-
tud, el título inscrito se opone frente al no Si bien el artículo 2022 del CC regula el con-
inscrito (art. 2022, 1º párrafo, CC). Nótese flicto de derechos, no obstante, el embargo
que en este caso no tiene preferencia el no es un derecho, pues se origina en una
título más antiguo (salvo que ninguno de los medida judicial dictada sin contradictorio102,
101 El texto de las actas del Pleno puede verse en: <www.gunthergonzalesb.com>.
102 “El procedimiento judicial pertenece al mundo del Derecho adjetivo: en él se comprueba la existencia del derecho recla-
mado y se impone su cumplimiento, pero no se le mejora ni altera en su naturaleza. El crédito no se hace de mejor condi-
ción por efecto o consecuencia de haber sido judicialmente reclamado; y la reclamación no asegura al actor su triunfo si en
ella interfieren otras fundadas en mejor derecho. Siendo ello así, porque la reclamación no mejora la condición del crédito,
se entiende muy bien que lo que el embargo y su anotación aseguran es, más que el derecho del actor reclamante, la efec-
tividad de la medida judicial que lo ordena (…) podemos ahora concluir que no hay incoherencia legal en el hecho de que
123
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a solo pedido del acreedor y sin declaración IV. Conclusión: el juez no puede crear
de certeza sobre la titularidad del bien, por lo derechos sobre la base de medi-
que es imposible que se constituya un dere- das de pura ejecución, sin previa
cho definitivo e irrevocable cuando su géne- declaración de certeza, como se
sis se encuentra en una medida ejecutoria pretende con el embargo de bie-
dispuesta por el juez con mínimos elementos nes ajenos
de juicio; por tanto, siempre puede enmen-
dársele mediante la oposición del propieta- La propiedad es el título jurídico que com-
rio a través de la tercería. Este es el funda- pendia un conjunto de posiciones normativas
mento decisivo por el cual el embargo debe favorables a un sujeto, cuyo fin es satisfacer
su interés en el aprovechamiento de una cosa
ceder frente al derecho de propiedad acre-
en relación con los terceros, sin límite tem-
ditado en forma suficiente, aun sin inscrip-
poral, pero en el contexto regulador y limi-
ción, pues una medida superficial del juez
tador de la interrelación humana y de la fun-
no puede oponerse a la propiedad, que tiene
ción social104.
valor de prerrogativa fundamental (art. 70 de
la Const.) y de derecho humano (art. 21 de Dentro de estas posiciones ventajosas se
la Convención Americana sobre Derechos encuentran las libertades o privilegios mate-
Humanos). riales (de uso y disfrute), los poderes de
intervención jurídica (disposición) y tam-
En suma, el artículo 2022 del CC no bién la protección frente a los ataques de ter-
regula los presupuestos ni los efectos del ceros (inmunidad). Esta última puede defi-
embargo, por lo que se trata de una norma nirse como la especial situación de tutela que
inaplicable para resolver la presente cues- imposibilita o anula las agresiones jurídicas
tión103. En buena cuenta, el problema es pro- contra el derecho mismo, o que permite reac-
cesal, no sustancial, pues una medida con cionar cuando se producen afectaciones a su
debilidad intrínseca no puede gravar la pro- ejercicio. En buena cuenta, la inmunidad se
piedad ajena. materializa en el conjunto de mecanismos
la misma ley que hace prevalecer el derecho real inscrito sobre el anterior no inscrito que se oponga a él o le sea incompa-
tible, niegue las ventajas de la prioridad sustantiva al crédito preventivamente anotado”: GORDILLO CAÑAS, Antonio.
“El principio de inoponibilidad...”. Ob. cit., p. 535.
103 El texto de NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., hace un esfuerzo inútil, pues toda su argumentación, que se centra básica-
mente en el artículo 2022 del CC, no tienen relación alguna con el tema controvertido, pues dicha norma es inaplicable al
embargo, que no es derecho. En consecuencia, el “libro” que ha publicado al respecto falla en la premisa, por lo que todo
el razonamiento posterior es simplemente errado.
Por el mismo error de base, es irrelevante el artículo de: PASCO ARAUCO. Ob. cit., pp. 100-105, quien además se entre-
tiene en criticar las posturas que se basan en la exposición de motivos del Código Civil, “porque tiene 30 años de anti-
güedad” (sic), aunque al parecer se ha olvidado que cuando se trata del artículo 911 del CC, sobre la posesión precaria,
allí sí sostiene que debe primar la letra de ese Código de 30 años. Curioso caso de argumento “por conveniencia”: cuando
la letra de la ley conviene a sus propósitos (¿cuáles?), entonces hay que seguirla; pero cuando, según cree, no, entonces
debe olvidarse del texto legal. Otra falacia en la que se incurre es igualar un embargo trabado contra el deudor del proceso
ejecutivo –que lo afecta por ser parte del proceso, por lo que los terceros posteriores sufren la afección por efecto de la
norma procesal (art. 656 del CPC), y no por el 2022 del CC–, con relación a un embargo injusto e ilegítimo trabado con-
tra persona ajena al proceso de ejecución. Diferentes hipótesis, diversas soluciones. La igualación de ambas solo demues-
tra que no hay argumentos.
104 ATIENZA, Manuel y RUIZ MANERO, Juan. Ilícitos atípicos. Editorial Trotta, Madrid, 2006, p. 48.
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105 MONDÉJAR PEÑA, María Isabel. “El sistema español de oponibilidad…”. Ob. cit., p. 720.
106 MONTERO AROCA, Juan. “El proceso de ejecución”. Ob. cit., p. 515.
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urgencia, a pedido del acreedor, sin mayor trata de una medida dictada sin certeza sufi-
contradictorio, que por obvia razón no deci- ciente sobre los hechos, y en tal contexto es
den, ni pretenden hacerlo, sobre la titularidad lógico suponer en la presencia de errores, por
de los bienes que se afectan. lo cual, la ventaja que se le otorga al acree-
dor para solicitar la traba en forma sencilla,
En sentido metafórico, es evidente que un empero, debe equilibrarse con la posibili-
primer piso de madera no podría sostener dad que se le dispensa al tercero para lograr
una segunda planta de concreto armado; lo que el juez enmiende su error, originado por
cual significa que es inadmisible una conse- el apresuramiento y la urgencia, a través del
cuencia que no tenga relación lógica con la proceso de tercería107. En consecuencia, la
premisa. Pues bien, con tal símil, es senci- debilidad intrínseca de las medidas judicia-
llo entender que la premisa de un embargo les ejecutivas, por su carácter superficial, se
dictado por un juez sin certeza, sin contra- compensa o equilibra con el mecanismo pro-
dictorio, con elementos superficiales (pre- cesal destinado a advertir de esa errata108. Lo
misa) no puede afectar de modo irrevocable contrario implicaría una solución irracional:
un derecho como la propiedad, que es invio- el juez se equivoca al haberse guiado por
lable según la Constitución (conclusión, que meras apariencias, al no contar con el necesa-
nadie discute). La falta de lógica entre uno y rio debate dialéctico entre las partes enfren-
otro enunciado es evidente, pues nadie puede tadas, no obstante, se le negaría al propieta-
ser despojado de un derecho legítimo por la rio la posibilidad que ese mismo juez corrija
desaprensiva medida de embargo dictada por la equivocación, pues el resultado concreto
algún juez en el transcurso de un proceso eje- sería que el embargo, una vez inscrito en el
cutivo, sin análisis completo y plenario sobre registro, no podría alterarse bajo ningún con-
la pertenencia del bien al deudor, pese a lo cepto. Una salida de este tipo no es otra cosa
cual se sostiene a veces que dicho mandato que disfrazar la arbitrariedad y el abuso bajo
superficial permite “gravar” de modo inexo- la vestimenta harapienta de un sistema jurí-
rable la cosa afectada, por el solo hecho de dico fundado en el formalismo extremo.
la apariencia.
Por su parte, el Tribunal Constitucional
Por tanto, si el juez tiene la potestad de Peruano ha señalado con claridad, en diver-
embargar bienes con la sola versión unila- sas sentencias, que el contenido de la pro-
teral del acreedor a efectos de tutelar el cré- piedad incluye necesariamente la protección
dito de modo urgente, pero sin las garan- del derecho sobre las interferencias externas
tías previas de contradicción, bilateralidad e ilegítimas, a lo que denomina “garantía de
igualdad, entonces la consecuencia es que se indemnidad”109; por tanto, la propiedad no
107 Esta necesidad de equilibrio se conoce desde antiguo: DÍAZ-BAUTISTA CREMADES, Adolfo. El embargo ejecutivo…
Ob. cit., pp. 146-149.
108 La Casación N° 3321-2011-Lima, del 30/05/2013, anuló una errada sentencia de vista que había establecido la doctrina
“la propiedad no inscrita no es verdadera propiedad” (y de la cual luego se hablará con más detalle), no obstante, el voto
singular del magistrado Calderón Puertas dice: “la tercería es un acto excepcional pues detiene un remate judicial, por
consiguiente su naturaleza es de orden restrictiva”, lo que implica una grave confusión de ideas, pues la tercería no es
ninguna medida excepcional, sino el mecanismo jurídico de equilibro que permite corregir los errores del juez de la eje-
cución, pues este dicta embargos por solo apariencias o suposiciones, sin certeza ni contradictorio. En buena cuenta, si se
permite embargar a solo pedido del acreedor, entonces se habilita un medio compensatorio para enervar los errores que
surgen de medidas superficiales.
109 Primera sentencia: “El derecho de propiedad privada, reconocido por el artículo 2, inciso 17 de la Constitución, cons-
tituye un derecho fundamental cuyo ámbito de protección o contenido garantiza las facultades de uso, usufructo y la
libre disposición del bien. Pero, la comprensión constitucional de la propiedad es más amplia y, prima facie, comprende
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puede perderse por “causa extraña” o por el (¿desde cuándo el registro es un fin constitu-
“solo querer de terceros”, y evidentemente cional, cuando en el mejor de los casos es un
una medida judicial dictada con un simple medio, una regla técnica y nada más).
conocimiento preliminar de los hechos, sin
contradictorio y sin certeza, no puede “crear” La cuestión es tan evidente que hasta la
derechos, no puede establecer “situaciones Corte Interamericana de Derechos Huma-
firmes y definitivas”, que en realidad son nos se ha pronunciado en el sentido de que la
incompatibles con la natural debilidad de la propiedad no inscrita igual debe reconocerse
resolución judicial de embargo. En tal con- como un derecho plenamente eficaz y opo-
texto, si se sostuviese que el embargo deba nible frente a un mandato judicial arbitrario,
mantenerse en agravio de la propiedad ajena, por lo que no se necesita inscribir el derecho
por más patente que sea el error en el cual en un registro público, pues basta exhibir el
haya incurrido el juez para ordenar su traba, título para que el Estado respete la propiedad
entonces se trataría claramente de una causa (Caso Tibi vs. Ecuador, Sentencia de fondo,
extraña, anómala y arbitraria de interferen- 07/09/2004):
cia sin justificación alguna, pues si la pro- “213. Se ha probado que fueron incauta-
piedad es un derecho fundamental, entonces das las pertenencias que el señor Daniel
la grave restricción que sufre el propietario Tibi tenía en su poder al momento de
(embargo indebido) solo podría permitirse su detención (…). El Estado no ha con-
excepcionalmente si hubiese algún principio trovertido este hecho, sino señaló que
o bien constitucional de tipo contrario que cuando el juzgado solicitó al señor Tibi
debiera protegerse en el caso concreto (pon- la demostración de la “preexistencia y
deración). Pues bien, ¿qué principio funda- propiedad” de los bienes incautados, lo
mental autoriza a que un acreedor pueda eje- único que este hizo fue sostener que en
cutar los bienes de terceros? La respuesta autos constaba la propiedad de tales bie-
es muy simple: Ninguno. Por tal motivo, la nes. Según el Estado, esto no es sufi-
inmunidad de la propiedad, que tiene carácter ciente para demostrar la propiedad con-
constitucional, no puede perderse por razo- forme a derecho. (…).
nes tan burdas y vacías de contenido, como
“la seguridad jurídica” (¿de quién? Obvia- 215. La legislación ecuatoriana dispone
mente, la del propietario, no), “reducir los que los bienes incautados a un detenido
costos de transacción” (¿es acaso un “princi- le serán restituidos, cuando así lo dis-
pio del derecho”?), “la publicidad registral” ponga el juez. En el presente caso, existe
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una decisión judicial que ordenó la devo- bien. En consecuencia, era procedente
lución de los bienes del señor Tibi, que respetar la posesión que ejercía.
no ha sido ejecutada a pesar de haber
transcurrido casi seis años desde que fue 220. En suma, los bienes incautados al
emitida. (…). señor Tibi, al momento de la detención,
se encontraban bajo su uso y goce. Al no
217. En el presente caso, el señor Tibi serle devueltos, se le privó de su derecho
se hallaba en una posesión no contro- a la propiedad. El señor Tibi no estaba
vertida de los bienes al momento de su obligado a demostrar la preexistencia ni
detención. Dicha posesión fue documen- la propiedad de los bienes incautados
tada por un agente estatal cuando levantó para que estos le fueran devueltos” 111.
la correspondiente acta.
Por otro lado, si se admite que el acreedor
218. Es generalizada la admisión de que
mantenga el embargo, aun cuando el bien no
la posesión establece por sí sola una pre-
pertenezca al deudor, por el solo hecho de
sunción de propiedad a favor del posee-
inscribir la medida judicial, entonces resul-
dor y tratándose de bienes muebles vale
taría que la decisión superficial del juez, con
por título. Esta Corte considera que el
escasa o nula cognición, habría despojado
artículo 21 de la Convención protege el
automáticamente al titular del derecho, sin
derecho de la propiedad en un sentido
proceso y sin derecho de defensa. Una situa-
que comprende, entre otras cosas, la
ción como la descrita es contraria a los cáno-
posesión de los bienes.
nes más elementales de lo que hoy se conoce
219. Por lo que toca al automóvil que como Derecho Justo, pues contraviene el
conducía al señor Tibi cuando fue dete- orden público internacional en el que existe
nido, si bien se trata de un bien mueble consenso respecto a la relevancia del debido
registrable, este registro es necesario proceso, sin excepciones112, sin perjuicio
para el solo efecto de la oponibilidad que la sentencia del proceso ejecutivo solo
ante el reclamo de los terceros que vincula al deudor, y no a terceros ajenos,
pretende tener algún derecho sobre el por lo que también se infringe el derecho
bien110. En el presente caso no consta que de tutela judicial efectiva, que implica juz-
persona alguna haya reclamado la propie- gar y ejecutar lo juzgado dentro de sus pro-
dad del automóvil que se encontraba en pios términos (art. 139 de la Const., art. 4 de
poder del señor Tibi, por lo cual no debe- la LOPJ), lo que autoriza que la sentencia
ría presumirse que no le pertenecía dicho sea exigible frente al demandado-obligado,
110 La Corte Interamericana define magistralmente el registro declarativo en cuanto el propietario no necesita la inscripción
para ser reconocido como tal; por el contrario, el registro adquiere relevancia cuando un propietario se enfrenta a un ter-
cero que también reclama el bien, por tanto, se tienen dos titulares en conflicto; por lo que el registro, solo en ese caso, se
convierte en criterio de preferencia entre ambos; pero el embargo no es un “derecho”, sino una medida ejecutiva urgente
dictada sin contradictorio, sin certeza y sin cognición sobre la propiedad del bien afectado.
111 El órgano jurisdiccional debe respetar al propietario, aun cuando su título no se encuentre inscrito y, por ello, la Corte In-
teramericana impone el deber del Estado de restituir los bienes a su titular.
112 El acceso a la justicia y el debido proceso se consideran normas internacionales de ius cogens, lo cual significa que son
inderogables por los Estados, aun si no los hubiesen reconocidos en tratados: ACOSTA ALVARADO, Paola Andrea. “El
derecho de acceso a la justicia como norma de ius cogens según la jurisprudencia interamericana”. En: VV.AA. Apuntes
sobre el Sistema Interamericano, Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 2009, pp. 24-27.
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pero no con relación a los terceros (art. 642 inviolable, así como al debido proceso de las
del CPC)113. personas que no han sido comprendidos en
En suma, el proceso de tercería tiene sus- la ejecución judicial, pero que sin embargo
tento constitucional, pues sirve para defender resultan afectados en sus intereses económi-
el derecho fundamental de propiedad, que es cos (arts. 70 y 139 de la Const.)114.
113 De conformidad con el artículo 139 inciso 2 de la Constitución, toda persona sometida a un proceso judicial tiene dere-
cho a que no se deje sin efecto aquellas resoluciones que han adquirido la calidad de cosa juzgada, ni modificar su con-
tenido, ni retardar su ejecución.
El Tribunal Constitucional, sobre el tema, ha sostenido que este derecho garantiza al justiciable que las resoluciones que
hayan puesto fin al proceso judicial no solo no puedan ser recurridas a través de medios impugnatorios –bien porque estos
han sido agotados, bien porque ha transcurrido el plazo legal para interponerlos– sino también que el contenido de las
mismas no pueda ser dejado sin efecto ni modificado, ya sea por actos de otros poderes públicos, de terceros o, incluso,
de los mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso (STC Exp. N° 04587-2004-AA/TC, f. j. 38). En el ámbito
de los procesos constitucionales, este derecho encuentra una configuración expresa en el artículo 22, primer párrafo, del
Código Procesal Constitucional, el cual dispone que la sentencia que cause ejecutoria al interior de estos procesos “se
actúa conforme a sus propios términos por el juez de la demanda”.
La ejecución de las sentencias en sus propios términos, ha dicho el Tribunal en la STC Exp. N° 01939-2011-PA/TC, cons-
tituye una garantía a favor de las partes procesales con el fin de evitar que se reabra el debate ya clausurado por la senten-
cia firme. En este sentido: “(no) resulta admisible que los contenidos de una resolución estimatoria puedan ser reinterpre-
tados en vía de ejecución y que incluso tal procedimiento se realice de forma contraria a los propios objetivos restitutorios
que con su emisión se pretende. Producida una sentencia estimatoria, y determinado un resultado a partir de sus funda-
mentos, es indiscutible que no pueden, estos últimos, ser dirigidos contra la esencia de su petitorio, de manera tal que este
termine por desvirtuarse” (STC Exp. N° 01102-2000-AA/TC). En idéntica línea, la sentencia recaída en el Expediente
N° 00054-2004-AI/TC ha señalado que la cosa juzgada proscribe que las autoridades distorsionen el contenido o realicen
una interpretación parcializada de las resoluciones judiciales que hayan adquirido tal cualidad. En suma, el derecho a la
ejecución de las resoluciones judiciales en sus propios términos presupone una identidad total entre “lo ejecutado” y lo
“establecido en la sentencia”.
El Tribunal Constitucional ha expresado reiteradamente esta doctrina, como ocurre en la STC Exp. N° 02356-2011-PA/
TC y N° 01939-2011-PA/TC.
En tal sentido, el artículo 4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial establece que: “no se puede dejar sin efecto resolucio-
nes judiciales con autoridad de cosa juzgada, ni modificar su contenido, ni retardar su ejecución”. Por tal motivo, las
resoluciones de ejecución tienen como base la regla jurídica nacida para el caso particular que emana de la sentencia, bajo
el entendido que la controversia ya está resuelta por una decisión definitiva, que se constituye en el título, fundamento,
paradigma o causa de las actuaciones y decisiones del juez ejecutor. En efecto, “el derecho a la efectiva ejecución de las
resoluciones judiciales, exigible en la etapa de ejecución de sentencia constituye la materialización de la tutela jurisdic-
cional del Estado respecto de aquello que ha sido definido en una sentencia con la calidad de cosa juzgada. Al respecto,
el Tribunal Constitucional ha establecido que el derecho a la efectiva ejecución de las resoluciones judiciales, impone
especiales exigencias a los sujetos pasivos del derecho, es decir, a los que se encuentran en principio vinculados y, en
particular, a quienes participaron en calidad de partes del proceso y, desde luego, al propio juez” (STC Exp. N° 00015-
2001-AI/TC, f. j. 12). En la misma línea: “el derecho a la tutela jurisdiccional (…) garantiza, entre otros aspectos, que
una sentencia con calidad de cosa juzgada sea cumplida en sus términos. Como consecuencia de ello, se desprende, por
un lado, un mandato de que las autoridades cumplan lo ordenado o declarado en ella en sus propios términos y por otro,
una prohibición de que cualquier autoridad, incluida la jurisdiccional, deje sin efecto las sentencias y, en general, resolu-
ciones que ostentan la calidad de cosa juzgada” (STC Exp. N° 1569-2006-PA/TC, f. j. 4).
Por último, y en reciente pronunciamiento del Tribunal Constitucional: “la etapa de ejecución de sentencia definitiva
no puede convertirse en sede de un nuevo proceso que modifique o anule los efectos de tal sentencia, precisamente
porque desnaturalizaría su finalidad de cumplimiento de lo ya decidido en una sentencia firme, concluyente y definitiva,
que por ello tiene la calidad de cosa juzgada. En dicha ejecución de sentencia, tanto los respectivos jueces como el Tri-
bunal Constitucional tienen la obligación especial de proteger y efectivizar lo decidido en la sentencia definitiva, sin que
puedan, en ningún caso, reducir, modificar o aumentar los efectos de lo decidido, incorporar nuevas pretensiones o valo-
raciones que no fueron objeto de debate en el proceso principal que dio origen a la sentencia definitiva, y menos aún,
resolver conforme a su moral subjetiva” (Auto TC N° 00791-2014-PA/TC, de fecha 15 de julio de 2014, en el caso Mateo
Grimaldo Castañeda Segovia).
114 El Tribunal Constitucional ha establecido recientemente que el proceso (arbitral) que no cita al propietario afectado
deviene en ilegítimo y no produce efectos en su contra, por lo que no le alcanza la cosa juzgada que emana del mismo
(STC Exp. N° 03841-2012-PA/TC, del 28/11/2013: “9. En tal sentido debemos tener en cuenta que toda vinculación de
las partes al proceso tiene como objetivo principal el respeto y cumplimiento de la decisión final asumida (tanto en un
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Por último, y luego de lo expuesto, queda en párrafo, del Código Civil, que es una norma
evidencia que el problema del tercerista sin inaplicable para este caso, por cuya virtud
inscripción no se resuelve con la falsa polé- el debate artificialmente levantado sobre este
mica levantada en torno al artículo 2022, 2º punto carece de sentido.
judicial, administrativo o arbitral “como en el caso de autos”), razón por la que es necesario y obligatorio para el juzga-
dor emplazar y/o comunicar a todas las personas que puedan tener interés en los resultados del proceso, puesto que solo
se puede vincular con la decisión a quien participó válidamente en este, a contrario sensu, si no se ha emplazado a una
parte en el proceso, sería inválido, y por ende ilegítima la decisión que obligue su cumplimiento. En conclusión no puede
exigirse al actor el cumplimiento de una decisión “en este caso emitida en un proceso arbitral” emitida sin su participa-
ción y mucho menos sin su conocimiento, por lo que la exigencia del cumplimiento de dicha decisión respecto a aspectos
que competen al actor vulneran su derecho al debido proceso, de defensa y de propiedad”). Pues bien, con idéntica razón,
esta misma solución se aplica para cualquier otro proceso.
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