Está en la página 1de 2

1

INVITACION A LA VIDA HEROICA: POLITICA Y DESTINO

La política es una forma del destino. Probablemente se trate de su manifestación

más elevada ya que, en los momentos de mayor antagonismo, en las grandes

encrucijadas existenciales de todo colectivo humano, la esencia de la política, la

decisión, pone siempre a prueba el carácter del líder. Ser líder, en momentos de

máximo peligro, no es otra cosa que apostar, con toda las fibras del ser, por una

fe suprema, por un ideal que trasciende a ese líder en tanto individuo concreto,

con una biografía y unas circunstancias determinadas. Ser líder, por tanto,

termina negando las determinaciones de la biología personal, la triste

materialidad de los intereses particulares, para identificarse con algo

potencialmente infinito o inmortal como lo es el pueblo.

Todo líder, para serlo, tiene que apostar a favor de un ideal supremo que es, en

definitiva, la expresión más depurada de los anhelos de su pueblo. Por esta

razón toda verdadera política se encuentra, de manera extrema, alejada de eso

que llaman “gerencia”, “administración”, o “negocios”. Su verdadero paradigma

es la guerra, el combate a muerte por lo que se cree, por las tradiciones y la

memoria que constituyen la identidad de toda una nación.

Toda verdadera política tiene que ser, antes que nada, una invitación a la vida

heroica. De allí la repugnancia, el asco que nos producen las pequeñas

triquiñuelas, las maniobritas mezquinas de aquellos que solamente quieren

sobrevivir, a como dé lugar, en un carguito. El “cargo no habilita”, en eso Perón

estaba profundamente equivocado. Es el hombre quien “habilita al cargo”, quien

le otorga o le quita su nobleza, su sentido más profundo, su orientación hacia lo


2

grande y puro, en tanto negación del nihilismo materialista, ese cáncer que nos

carcome prácticamente desde los inicios de nuestra nación y que el Libertador

advirtió, como enfermedad potencial de nuestro naciente Estado, de manera

trágicamente tardía. No otra cosa fue su rechazo al liberalismo benthamista en

1828.

Y así como hay que distinguir, dentro de toda política emancipadora, entre

acontecimiento y simulacro, entre el evento que rompe con lo existente fundando

una nueva conciencia del mundo y de la vida, de ese mismo modo debemos

distinguir entre el liderazgo y su simulacro, entre aquel que puede decidir (porque

se encuentra identificado con toda una nación) reconociéndose en la frágil

infinitud de la esperanza de todos, y aquel que simula ser líder, que imita o hace

la mímica de lo que se imagina que es un líder, para perderse, inevitablemente,

en el páramo de espejos del nihilismo, tierra desolada por la inercia burocrática

de clara raigambre kafkiana….

La política es destino. Todo indica que muy pronto tendremos que responder a

su llamado, a su desafío existencial,

También podría gustarte