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RELACIÓN DEL CUIDADO DE SÍ Y LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD1

Por: Ernesto Correa, Mateo Jaramillo y Susana Torres2

La práctica del cuidado de sí, entendida también como práctica de autoformación,


es un ejercicio que viene reflexionándose desde la civilización greco-romana. Consiste
en una elaboración y transformación de un determinado modo de ser, por lo que también
tiene un carácter ascético. Este proceso implica lo que Foucault llama prácticas de
libertad, las cuales permiten redefinir los elementos que determinan una práctica social a
favor de ese proceso ascético (Foucault, 1999). Sin embargo, este interés no es exclusivo
de la filosofía o de la época helenística. La psicología y medicina, por nombrar algunas
disciplinas, han heredado de las ideas del cuidado de sí un debate alrededor del bienestar,
la salud y la enfermedad.

Algunos estudiosos (Ballester-Arnal, 1998; Vergara-Quintero, 2007) señalan la


definición de salud que la OMS acuñó en 1948 como utópica al referirse a un completo
estado de bienestar; y la visión del modelo biomédico como miope al considerar que las
patologías son sólo producto de agentes externos de tipo biológico o desequilibrios
orgánicos. Esta percepción del sujeto como pasivo devienen de unos estados de
dominación, ideologías que impiden la reflexión a través de mecanismos económicos,
políticos y militares (Foucault, 1991). Una de las implicaciones de esto son las
concepciones de loco o enfermo mental, en donde los mecanismos para “tratarlos” rozan
con lo inhumano (Jaramillo-Estrada & Restrepo-Ochoa, 2015). En síntesis, estas
concepciones ubican al sujeto como un ente pasivo en su búsqueda de bienestar, o peor,
establecen el bienestar como inalcanzable.

A raíz de esta problemática se ha pasado a definir la enfermedad como un rango


de estados positivos de bienestar físico, mental y social (Sarafino, 2004), por lo cual
también se deduce que existen grados de enfermedad, convirtiendo estas dos dicotomías
en un continuo (Ballester-Arnal, 1998). De esta manera y en términos de Foucault, haber
redefinido lo que es la salud y enfermedad es una práctica de libertad.

1
Ensayo presentado a la profesora Mariantonia Lemos para la materia Psicología y Sociedad.
2
Estudiantes del Pregrado de Psicología. Universidad EAFIT. 2019.
Las implicaciones de esta práctica no son sólo académicas sino pragmáticas y
políticas. El abordaje de la salud no puede hacerse entonces desde un modelo unicausal,
sino que debe ubicarse en un paradigma biopsicosocial, en donde se reconoce la
influencia del entorno, la subjetividad y lo orgánico en el bienestar del individuo. Al
respecto de la salud mental, la OMS (2013) afirma:

Los determinantes de la salud mental y de los trastornos mentales incluyen no solo


características individuales tales como la capacidad para gestionar nuestros pensamientos,
emociones, comportamientos e interacciones con los demás, sino también factores
sociales, culturales, económicos, políticos y ambientales tales como las políticas
nacionales, la protección social, el nivel de vida, las condiciones laborales o los apoyos
sociales de la comunidad (p. 7).

A través de esta visión multicausal, las nuevas prácticas que promueve la


psicología de la salud son la formación de políticas de salubridad, la identificación de los
correlatos etiológicos y diagnósticos de la salud, la prevención y el tratamiento de la
enfermedad y la promoción y mantenimiento de la salud (Matarazzo, 1982). Estas
conductas son efectivas cuando se tiene en cuenta que el individuo es activo. Se ha
demostrado que muchas de las prácticas de promoción de la salud y prevención de la
enfermedad no se emplean adecuadamente porque las personas no encuentran motivos
suficientes para cambiar sus hábitos. Se requiere entonces que el individuo realice una
evaluación de los costos y beneficios de realizar conductas en salud (Bandura, 2004;
Rosenstock, Strecher & Becker, 1988). Esta evaluación puede pensarse como lo que
Foucault ha propuesto como el cuidado de sí a través de la inquietud sobre sí mismo. Ésta
es una mirada sobre lo que se piensa, e implica acciones en donde el sujeto se transforma.
Estas acciones se denominan técnicas de sí, que funcionan como unas reglas de conducta
(Vignale, 2011).

Pero, así como la psicología de la salud no niega la influencia de lo social en el


bienestar individual (OMS, 2013), Foucault tampoco niega que la reflexión sobre el
cuidado de sí sea un proceso colectivo. Vignale (2011), retomando a Foucault, expone
que "no llegamos a ser quienes somos sino mediante las relaciones que establecemos.
Para la constitución de sí mismo se requiere de otro: de la palabra y la escucha de otro"
(p. 321).
Añadiendo a esto, para los griegos el imperativo "cuida de ti mismo" es una
reflexión ética de la libertad, entendiendo ética como una respuesta a los eventos, como
un "modo de ser y un cierto modo de hacer" (Foucault, 1999, p. 263). No se trata entonces
simplemente de crear políticas externas al individuo, sino que éstas establezcan promover
y desarrollar actitudes que les permitan mejorar sus hábitos y tener una mejor calidad de
vida, como, por ejemplo, trabajando con las percepciones de la enfermedad (Leventhal,

Phillips & Burns, 2016). El individuo es una persona activa en su búsqueda de bienestar,

pero esas prácticas vienen en gran medida de lo social. Así la salud se convierte en un
asunto comunitario, pero que inicia en cada individuo de manera reflexiva.

Podemos decir entonces que la salud es un proceso en donde el sujeto es activo y


debe informarse para tomar decisiones asertivas. De hecho, una de las influencias en la
conducta de salud son las claves de acción externas, a saber, las recomendaciones de
médicos, el círculo social y los medios de comunicación (Moreno-San Pedro & Gil-
Roales, 2003). Es decir, una persona, apoyada en sus motivaciones, barreras y beneficios
percibidos, puede ejecutar cierta conducta a favor de su bienestar cuando su evaluación
de los hechos la realiza contrastándola con las recomendaciones y experiencias de los
demás. De esta forma, hay algunas formas de subjetivación que aparecen mediante
dispositivos institucionalizados y saberes especializados a favor de la transformación
(Vignale, 2011).

Foucault lo que propone para que estos dispositivos institucionalizados no sean


absolutistas es que éstos no sean el único medio, en donde el
maestro/médico/psicólogo/trabajador social sea el dador de verdades absolutas, sino que
éste transmita la preocupación del cuidado de sí al discípulo/paciente, y éste último la
haga propicia. Es decir, no se trata de discursos aislados, sino la promoción de prácticas
de autocuidado que surjan de la reflexión como sugiere Foucault (1999) o de la evaluación
de las cogniciones, como diría Bandura (200$4).

Teniendo en cuenta lo anterior, una reflexión sobre sí mismo, unas adecuadas


políticas públicas y programas enfocados en los elementos que inciden en las conductas
saludables pueden prevenir las consecuencias físicas nocivas del estrés crónico, por
ejemplo, y desarrollar estrategias de afrontamiento a este fenómeno tan estudiado en los
últimos años (McEwen, 2007; Lemos, Agudelo & Ríos, 2015).
Referencias

Ballester-Arnal, R. (1998). Salud y Psicología de la Salud (Capítulo 2). En: Emociones y


Adaptación (pp. 41-65). Barcelona, España: Ariel.
Bandura, A. (2004). Health promotion by social cognitive means. Health education &
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