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del
método
Más que cualquier otra cosa, por todas las razones ya expuestas, el
método usado deberá respetar la naturaleza del objeto estudiado. Los
fenómenos psicológicos tienen una estructura propia, constituida por
las vivencias personales del sujeto en su relación única con el mundo
fenoménico. Aislar y tratar de definir variables para después captar su
significado en una estructura psíquica, es comenzar desvirtuando su fun
ción y sentido. El enfoque pertinente es el estructural: ver y ubicar el
bosque para después poder ver y ubicar los árboles.
Por último -—dentro de este cuadro de premisas básicas— , es nece
sario tener muy presente la influencia que tiene la presencia del ob
servador. Oppenheimer dice que hasta en la física esto es decisivo:
Toda intervención para hacer una medición, para estudiar lo que sucede
en el mundo atómico, crea, no obstante todo el orden de este mundo, una
situación nueva, única, no plenamente predecible (cfr. Burgental, 1967, pá
gina 6).
Ahora bien, las realidades psíquicas son mucho más fluidas, dinámi
cas y sensibles que los cuerpos físicos. Si el estudioso de la psicología
quiere comprender al hombre, deberá tener esto muy en cuenta; de lo
contrario, no captará lo que hay en la persona, sino lo que él ha puesto
en ella.
NECESIDAD E IMPORTANCIA DE LA
EXPERIENCIA INTERNA
LA INTENCIONALIDAD
Aristóteles dijo que “ lo que está dado a los ojos (es decir, lo que
se percibe) es la intención del alma” . Esto quiere decir que la inten
ción, el interés o deseo con que miramos las cosas tiene tanto poder sobre
nuestros sentidos que acomoda, desvirtúa o transforma esos objetos,
adaptándolos perceptivamente a su perspectiva. La intención con que
examinamos, por ejemplo, una casa (si deseamos adquirirla para vivir
en ella, comprarla para revenderla, pasar en ella un fin de semana o
verla para pintar un cuadro artístico), nos lleva a ver algo muy diferen
te, y aun las mismas cosas tienen un significado especial en cada caso. Se
impone el significado funcional sobre el significado per se.
El concepto específico de “ intencionalidad” fue introducido en el
pensamiento occidental por los filósofos árabes de España al principio
de la Edad Media, y se convirtió en un punto central del pensamien
to de esa época. Su idea básica era la aristotélica, aunque Santo T o
más de Aquino reelaboró y enriqueció el concepto.
Aquí nos interesa, especialmente, el aspecto psicológico de la inten
cionalidad, y este aspecto lo enfatizaron mucho los filósofos escolásticos
y lo concretaron en un principio famoso: quidquid recipitur ad modum
recipientis recipitur (lo que se recibe, se recibe según la forma del reci
piente). Psicológicamente, el ser humano moldea el objeto de su per
cepción de acuerdo con sus características idiosincrásicas. La revolución
kantiana impulsó esta idea aún más. Para Kant, la mente humana es
un participante activo y formativo de lo que ella conoce. La mente
construye su objeto informando la materia amorfa por medio de for
mas subjetivas o categorías y como si inyectara sus propias leyes a la
materia. El entendimiento es, entonces, de por sí, un constitutivo de
su mundo. Por esto, Kant daba a los filósofos un inteligente consejo:
miren al ojo del observador. Es decir, no tanto el objeto observado en
sí, cuanto la disposición, enfoque e intenciones del observador, porque
ahí encontrarán una buena explicación de lo que dice que ve.
El nombre que está más ligado al concepto de “ intencionalidad” es
el de Franz Brentano. Brentano -—profesor, en la Universidad de Vie-
na, de Freud y Husserl— se interesó en este problema con el fin de
distinguir los fenómenos psíquicos de los no psíquicos o físicos. Fue así
como desarrolló su célebre doctrina de la intencionalidad. Dada la
importancia crucial que tiene la significación que él le atribuye a este
término, reproduciremos literalmente su explicación:
LA CONCIENCIA INTENCIONAL
EL MÉTODO FENOMENOLÓGICO Y EL
COMPRENSIVO EN EL DIÁLOGO
enfocar a fondo, sobre todo, los puntos neurálgicos del mismo. La clase
de introspección rigurosamente definida y practicada por Titchener es
una de las que ha tenido más adeptos. Para este autor, la introspección
consiste en analizar, a través de una observación disciplinada, los datos
de las vivencias y descomponerlos en sus elementos irreductibles — sen
saciones, sentimientos e imágenes— y en especificar sus atributos: ca
lidad, intensidad, extensión, etc.
Sin embargo, aunque la introspección no está muy lejos de la obser
vación y descripción fenomenológicas, entre ellas hay dos diferencias
cruciales. Ante todo, la introspección parte del presupuesto de que la
vivencia psíquica es reductible a un número finito de elementos y atri
butos conscientes. Este pre-juicio de ninguna manera es aceptado por
la orientación fenomenológica. En segundo lugar — y esto es mucho
más importante— , el análisis introspectivo relega, si es que no excluye
totalmente, el significado. Su atención está puesta en el sentido per se
de los elementos, que, como señalamos en otra parte, puede ser intras
cendente. Para la psicología fenomenológica, en cambio, el significado
real y auténtico, ya sea de cada elemento como de la totalidad, es algo
fundamental y central.
La segunda objeción tiene una base muy sólida e incuestionable:
toda persona dirige su atención al mundo exterior o hacia su mundo
privado interno en forma selectiva; esta atención puede estar influen
ciada por “ mecanismos inconscientes” y, por lo tanto, su percepción será
también selectiva. Si esto es cierto, ¿qué objetividad pueden tener sus
palabras o los informes que haga, en una entrevista, sobre sí misma?
Como anotamos al hablar de la intencionalidad, la percepción selec
tiva es una realidad innegable de nuestra estructura cognoscitiva y,
podríamos añadir, que constituye el tendón de Aquiles de toda preten
sión de “ objetividad absoluta” en nuestros conocimientos. Pero de esta
constatación no se deriva la conclusión adoptada por el conductismo y,
en general, por toda orientación positivista: estudiar al ser humano
únicamente mediante la observación externa y negar todo valor a los
informes personales y privados. Ya vimos cómo este procedimiento ma
terializa al hombre, no permite aferrar el significado de sus acciones y
vuelve incomprensible al ser humano.
Una de las conclusiones más sabias que pueden derivarse de la
realidad de la percepción selectiva es la que dio origen al método feno-
menológico: si no podemos actuar sin presupuestos, sin teorías, sin pre
juicios, sin actitudes, etc., tratemos de tomar plena conciencia de ellos
para reducir a un mínimo su influencia en nuestro sistema cognoscitivo.
Otra conclusión igualmente inteligente es la adoptada en la terapia
rogeriana. El clima vivencial plenamente auténtico y genuino, la com
156 S e gu nda parte. Un nuevo p a ra d ig m a en psicología