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Autonomía para las escuelas normales.

¿Qué tipo de autonomía


necesitamos?
RESUMEN

Se analizan las diferentes propuestas de transformación de la función de las


escuelas normales. Se establece una hipótesis en la que la búsqueda de las
acciones de comprobación sería el aumento de la autonomía de las escuelas
normales en cuanto a organización y gestión de sus acciones y compromisos con
la construcción de un perfil de egreso que deberá cumplir con las demandas de
ingreso al servicio educativo, sólo a través de concursos de oposición. Se concluye
con los aspectos de consecuencias positivas que se visualizan con la adquisición
de una autonomía relativa para un sector que ha sido absolutamente patrimonio de
políticas educativas sectorizadas en el perfil de lo público.

DIAGNOSTICO

La formación inicial de los docentes sigue siendo uno de los factores críticos al
momento de analizar la relación entre calidad de la educación y desempeño
profesional de los maestros.

Los recursos invertidos no han mostrado coherencia con la mejora de los resultados
de aprendizaje de los estudiantes y ni con cambios en la gestión de las escuelas.

La formación inicia de docentes es considerada uno de los campos más difíciles de


transformar bajo argumentos como la dificultad de concertar con organismos
diversos que poseen realmente experiencia formativa, incluso en la oferta de
reconocidos niveles de profesionalización, otros autónomos, como las
universidades y la existencia de grupos consolidados de “formadores” resistentes a
las innovaciones, además de los altos costos políticos y económicos que demanda
un cambio a fondo del sistema de formación inicial.

De hecho, a pesar de los intentos de cambio, las prácticas, programas, licenciaturas


y planes de estudio referidos a la formación inicial de docentes, desde nuestro
punto de vista, ha continuado atrapada en modelos tradicionales de enseñanza y
aprendizaje

La actual formación inicial, en general, refleja los mismos problemas de la educación


tradicional, refuerza, en muchos casos, el rol pasivo de los estudiantes y el rol de
los docentes se diluye en confusas propuestas de uso de la tecnología como modo
complementario de formación autorregulada.

Sebusca discutir con actores interesados en la revisión crítica del actual modelo de
formación inicial de docentes encomendado a la educación normal, las posibilidades
para ir introduciendo cambios sustanciales, con gran cuidado a las historias, los
contextos y la influencia de las políticas locales que determinan la vida de las
instituciones. Se trata de compartir visiones y posibilidades desde la experiencia

Las instituciones de formación inicial de docentes, llámense escuelas normales o


centros de formación, como mejor se acomode a su realidad, continúan
reproduciendo la cultura formativa y de desarrollo de habilidades y competencias
para desarrollar los programas de preescolar, primaria o secundaria que establece
la SEP, de manera tradicional, mientras los estudiantes para educadores llegan con
trayectorias escolares igualmente tradicionales.

Estas acciones contradicen algunos elementos de la propia realidad, porque,


históricamente, las políticas de los gobiernos han subordinado la formación docente
a las necesidades de las reformas educativas; a su vez, la participación de los
maestros, como actores fundamentales en las reformas, se ha reducido al papel de
ejecutores de políticas; consecuentemente, la formación docente sigue siendo una
imposición desde arriba antes que un espacio propio.

Las instituciones de formación docente están obligadas a preparar a maestros que


desarrollen sus funciones en un sistema educativo con características
determinadas. Todo esto en un marco que armonice la necesidad de orientaciones
nacionales con el respeto a las particularidades y las demandas locales.

Sin embargo, sí es posible intentar de nuevo, en el aprovechamiento de esta


coyuntura democratizadora para revisar el modelo de formación docente, observar
la aparición de oportunidades de innovación sobre asuntos en los que se puede
actuar, con o sin la espera de una radical transformación cuya expectativa se apoye
en 5, 10 o 15 años. Esto nos lleva a pensar en la existencia de algunas tendencias
en la formación de docentes para el futuro cercano, tendencias, que, pueden servir
como punto departida para cualquier reflexión que busque elaborar el modelo de
formación de docentes, que en el mejor de los casos, puede avanzar en su
concepción, de acuerdo a la lectura que se haga sobre las necesidades de su
correlativa transformación del sistema de educación general y particular de México,
y en especial, los resultados de la armonización de las políticas federales.

HIPOTESIS

Las escuelas normales pueden contribuir con mayor grado de pertinencia en cuanto
al perfil profesional de sus egresados, si se les otorga una mayor autonomía en
relación a sus niveles organizativos, en apego a las regulaciones en la que se les
establece como una opción dentro de las instituciones de educación superior que
forman recursos humanos para la docencia.

ARGUMENTACIÓN

Los cambios sí son posibles en la formación inicial de los docentes y que es una
apuesta por la que hay que optar si queremos formar las nuevas generaciones de
docentes que asumirán la educación de niñas, niños y jóvenes que viven la era de
la información y el conocimiento..

Como innovación entendemos aquello que contiene aportes novedosos que


parecen contribuir a una mejor consecución de sus objetivos. Hay que subrayar el
carácter relativo de la innovación.

Algo es innovador inserto en determinado contexto y momento histórico. De esta


forma, los innovaciones dentro de un sistema educativo concreto, en otro no lo
puede ser, incluso hasta hacerlo ver como inviable.

En la actualidad, la escuela, a la par que enfrentarse al reto de incrementar los


niveles de calidad y equidad de la educación, ha de confrontar los desafíos que
supone una sociedad sujeta a rápidos cambios sociales, culturales, económicos y
tecnológicos; desafíos que exigen un docente diferente para el que, reproducir
esquemas aprendidos en sus años de formación inicial ya no es suficiente. Ahora
se deberá exigir a las instituciones de formación de docentes, que formen
profesionales bien preparados y comprometidos con su trabajo, flexibles y capaces
de dar respuesta a nuevas necesidades y demandas, innovadores y con recursos
para transformar su realidad inmediata.

De esta forma, a partir de este momento y con la participación de todos los actores
involucrados, todo está sujeto a reflexión, crítica y reelaboración: el qué, el para qué,
el cómo, el con quién, el para quién, el dónde y el cuándo.

Todas las instituciones de formación docente inicial deberán realizar contribuciones


que supongan la semilla que lleve a la modificación en el que se requiere la
socialización de nuevos enfoques.

Las instituciones de formación docente inicial y en especial sus integrantes, deben


estar abiertos para iniciar la transformación de sus prácticas docentes, auto
reconocerse como los responsables directos de la modificación de sus actitudes
hacia los complejos procesos de la formación de profesionales de la educación,
consolidar el trabajo cooperativo para el alcance de metas comunes. Sus
propuestas de trabajo educativo serán sugestivas de consideración a una adecuada
contextualización hacia su interior y su situación, hacia el entorno social y geográfico
y hacia su marco histórico. Sólo así se podrán dar respuestas a las necesidades y
expectativas del entorno.

Cuando se olvidan estas características y determinaciones que definen el entorno


social y su impacto en todos los ámbitos, cualquier propuesta educativa, pedagógica
o de transformación, va camino al fracaso. Las propuestas no son más que la
evolución de esa historia.

Con ello se valida la idea de la necesidad de que las innovaciones estén


sustentadas tanto en lo pedagógico como en lo organizativo.
Lo pedagógico sin lo organizativo es inviable, y lo organizativo sin lo pedagógico es
ineficaz. Con ello se concluye que los dos se erigen como dos elementos
inseparables de toda propuesta de innovación educativa.

No cabe duda de que el docente es el factor de calidad más importante del sistema
educativo, no siendo posible una buena enseñanza con un mal profesor. De esta
forma, inevitablemente, si queremos mejorar el sistema educativo, es imprescindible
apoyar a los docentes para que ellos mejoren su labor. Y el primer apoyo consiste
en darles una formación inicial de calidad que les provea de recursos y fomente en
ellos actitudes adecuadas para el trabajo que desempeñan

CONCLUSION

Ahora sabemos que para que un proceso de transformación pase de las palabras a
los hechos y llegue a transformar realmente la propuesta de formación docente es
necesario que la iniciativa, el impulso y la coordinación de los esfuerzos de cambio
provengan del interior de las propias instituciones.

Es posible, incluso es frecuente y hasta necesario, que la iniciativa de cambio sobre


el aumento de la autonomía de las instituciones de formación docente,
concretamente, en las escuelas normales, venga del exterior, por ejemplo desde la
puesta en marcha de una reforma educativa nacional o de “presiones externas”; sin
embargo, el cambio será efectivo y real, sólo si es la comunidad educativa quien
asume y lidera dicho cambio.

Dicha autonomía debe permitir que se implementen cuatro competencias


fundamentales: la competencia personal, la competencia social, la competencia
metodológica y la competencia de contenidos (de la asignatura). Igualmente se
deberán plantear una serie de competencias transversales, las cuales se adquieren
entrelazando las diferentes asignaturas y los proyectos escolares y extra-escolares.

Las ventajas de aumentar la autonomía organizativa de las escuelas normales


traerían como consecuencia:

El inmediato beneficio de una planeación institucional, misma que además de


poseer las mejores herramientas metodológicas en su diseño, abordara las
demandas de los contextos comunitarios y sociales de los que depende y a los que
debe servir

Favorecer la autonomía de los centros de formación docente, sin restar importancia


al papel fundamental que tienen las administraciones educativas en establecer
pautas que garanticen que todos y cada uno de los alumnos y alumnas reciban una
educación de calidad con equidad, la clave en la mejora de la calidad de la formación
de los futuros docentes la tienen los propios centros de formación docente.

Las implicaciones positivas de tener un cierto nivel de autonomía curricular,


organizativa, de gestión de personal y económica mejoraría la competitividad que
requiere el perfil de los egresados, sobre todo cuando sus expectativas laborales
están depositadas en la aprobación de concursos de oposición.

Si y sólo sí las instituciones de formación docente inicial como las escuelas


normales, tienen las competencias que les hagan ser responsables de su propio
camino, sólo ahí podrán realmente implicarse en una formación de calidad que
genere profesionales de calidad.

Los máximos expertos en formación docente son los profesionales que se dedican
a ello, son ellos quienes pueden aportar las ideas más interesantes y constructivas.
Estimular su participación, valorar sus aportes y apoyar su desarrollo son
estrategias fundamentales para la mejora de la formación docente y, con ello, del
sistema educativo en su conjunto.

La nueva autonomía permitiría reconocer el esfuerzo realizado por cada institución


de formación docente inicial, se les ofrecería apoyo técnico tanto en materiales
como en asesores, se atenderían las solicitudes de las instituciones en pleno
proceso de cambio, se flexibilizarían las limitaciones curriculares y organizativas de
los centros.

Resulta fundamental promover el intercambio de información y el impulso de trabajo


cooperativo entre formadores de las diferentes instituciones de educación normal.
De esta forma se extiende la idea de que el cambio es posible, se fomenta la cultura
innovadora entre los centros y se posibilita la planificación de modelos de
transformación propios.
La expedición de la Ley Federal de Autonomía Universitaria, reglamentaria de las
siguientes fracciones del Artículo 3 constitucional: “IV. Toda la educación que el
Estado imparta será gratuita; VII. Las universidades […] tendrán la facultad y la
responsabilidad de gobernarse a sí mismas; y VIII. Lo que se refiere a la
responsabilidad del Congreso de la Unión para ?distribuir la función social educativa
entre la federación, los estados y los municipios’”. Una ley que transforme en
obligación legal lo que hoy es una facultad discrecional del Poder Ejecutivo: la
asignación de recursos económicos suficientes y oportunos para que las
universidades autónomas del país realicen los fines sustantivos

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