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LUNEWULF 1

PACK LAW LORIE O'CLARE

"¡Tengo la lista!"
Sophia Rousseau saltó del sofá y corrió hacia su hermana mayor.
Gertrude apenas tuvo oportunidad de quitarse el abrigo antes de
que Sophie le arrebatara las hojas de papel grapadas de la mano.
"No sé por qué estáis tan excitadas por leer esa maldita lista". Elsa,
la hermana más joven de Sophie apareció en la puerta. "Ella
intenta controlar nuestras vidas diciéndonos con quien tenemos que
emparejarnos".
Sophie volvió al sofá y sus hermanas se apretujaron a su lado.
Conteniendo el aliento, pasó el dedo por los grupos de parejas,
buscando el suyo.
"¡Oh, Dios!". Fijó la mirada en los tres hombres-lobo quienes la
Abuela Rousseau, la líder de su manada, había determinado que
serían sus parejas. Leyó los tres nombres silenciosamente para sí
misma: Niklas Alexander, Lukas Kade, y Jonathan Abram. Durante
un momento, se olvidó de respirar.
"Jodida suertuda", susurró Gertrude, cogiéndole las hojas para
buscar su nombre.
Sophie se levantó y camino hacia el enorme ventanal por el que se
veía el terreno del jardín delantero. La urgencia de mutar avanzó
por su sistema, el deseo de experimentar sus emociones en su
forma más salvaje. Los huesos le dolían por querer hacerse más
grandes, elásticos; le empezó un cosquilleo en la nuca, pequeños
pelos picando por querer salir y transformarla en la preciosa bestia
que esperaba en el interior.
"Me pregunto si Nik ya lo sabe". Miró hacia el exterior por la
ventana. Una imagen de sus penetrantes ojos azules apareció ante
ella, ojos que siempre la miraban, la evaluaban. Y mostraban lo que
quería hacer con ella. Él sería su macho alfa -lo veía. Se lo follaría
el primero, y lo haría pronto.
"Mejor aprende a desear a todas tus parejas". El tono de
desaprobación de Elsa no molestó a Sophie. "Somos unas jodidas
afortunadas por tener que engendrar con tres lobos".
La imitación de su abuela hizo que Sophie sonriera. Al contrario que
su hermana, Sophie no lo encontraba repulsivo en absoluto. Eran
afortunadas de tener tres hombres-lobo a su disposición -
especialmente ¡sus tres magníficos lobos! Se volvió y sonrió a sus
hermanas.
"Nick será mi alfa. Pero Jonathan y Lukas son hombres estupendos
también".
"Te encanta la idea de follártelos a todos". Rió tontamente
Gertrude, entregándole la lista de hombres a Elsa. "Yo tengo los
hombres que quería también".
Elsa arrojó las hojas grapadas sobre la mesa de café. "Yo no quiero
ninguno de estos lobos. No entiendo como podéis estar tan
excitadas de que os digan con quien follar. Mierda niñas, este es el
siglo 21, no la edad oscura".
"Necesitas estar más orgullosa de ser una lunewulf", le dijo
Gertrude.
"Estoy de acuerdo". Sophie se dio la vuelta para mirar otra vez el
jardín. El anhelo de correr a través de los prados la distraía.
El fértil olor de la tierra, la maravillosa variedad de verdes, con el
profundo azul del infinito cielo sobre la cabeza suavizaría los
miedos que parecía no poder vencer a pesar de su aceptación de la
ley de la manada. Pero eso la excitaba también. Tendría tres
hombres-lobo, todos diferentes, sus cuerpos y pollas suyos para
poder explorarlos. Quería tumbarse en el prado, imaginándolos y
metiéndose los dedos dentro y fuera de su empapado coño.
Pero ¡tres hombres-lobo! ¿Podría con los tres?
Ignorando sus propios temores, retornó su atención a sus
hermanas.
"Tanto si estás de acuerdo como si no con los métodos que están
establecidos en la manada, es importante mantener la raza de los
lunewulf fuerte. Somos una de las razas más antiguas de
hombres-lobo en el mundo. Y sabes que los machos superan en
número a las hembras. Tomamos tres parejas para así no
extinguirnos."
"No me voy a encadenar a tres hombres". Elsa se metería en
problemas si protestaba en voz tan alta, pero Sophie estaba
cansada de discutir con ella.
Por no mencionar, que prefería soñar con lo que le aguardaba a
ella: Nik, con su cuerpo poderoso, aquella manera tan sexy de
moverse, su sonrisa de gallito, y aquellas largas y musculosas
piernas la mantenían despierta por la noche con deseos lujuriosos.
Su polla era enorme. La había apretado contra ella muchas veces.
Tan solo el pensamiento de aquel pene duro como una roca
empujando profundamente en su interior la hacía temblar de
necesidad. Se acaloró y se lamió los labios, imaginando su caliente
chorro saliendo mientras ella le chupaba aquella enorme polla.
Gertrude tenía razón. ¡No podía esperar para follar!

CAPÍTULO UNO

El rico, espeso aroma en el aire no podía malinterpretarse. Todo el


mundo quería follar.
En el salón, la hermana de Sophie, Trudy, giraba el dial de la
música. Los miembros de la manada se demoraban por todas
partes de la pequeña casa, disfrutando de la fiesta. Algunos
hombres-lobo de una manada del sur de Prince George habían
acudido también.
El aire húmedo que entraba por la ventana le puso la carne de
gallina cuando pasó por delante, zigzagueando alrededor de la
gente que se cernía sobre la mesa del comedor, devorando los
aperitivos.
Sal, lujuria, sudor y humo acre de cigarrillo impregnaba las
estancias cerradas. Su pelo apestaría por la mañana. Sophie se
colocó un rubio mechón detrás de la oreja, entonces se apoyó
contra la pared, al lado de la ventana, para disfrutar de algún que
otro vistazo del exterior.
Todos terminarían follando por las esquinas antes de que
acabase la noche, había dicho su prima Simone cuando había ido
a recoger a Sophie y sus hermanas a la casa de su abuela.
Quiero que me follen esta noche. Buscó por la habitación para
ver si él había llegado ya-con suerte, no sería obvio que a ella no
le importaba la fiesta. Desde que había cumplido los dieciocho, él
había ocupado todos sus pensamientos. Nik siempre parecía estar
cerca, pero ella sabía de buena tinta por Simone, que él planeaba
estar en la fiesta de Johann.
Estoy donde quiera que estés porque te vigilo. Nick se había
plantado detrás de ella en la última reunión de la manda y le había
susurrado al oído. Eres mía. Los nuestros te han elegido para mí, y
planeo ponerte mi marca pronto.
Su perversa promesa la había dejado al borde del orgasmo durante
toda la semana pasada. Su vibrante clítoris la hacía distraerse.
Ahora, una espesa crema empapaba completamente sus bragas
solo de pensar en lo que él le dijo. La brisa de octubre que se
filtraba por la ventana no hacía mucho para aliviar el intenso calor
de su dolorido coño.
"Elsa, espérame" La hermana de Sophie salió de la cocina,
encaminándose a la puerta trasera. "Saldré afuera contigo". Quizás
Nik estaría en el exterior.
"¿Tampoco te estás divirtiendo?" Elsa echó su largo y rubio pelo
sobre sus hombros. La preocupación nublaba sus bonitos ojos
azules.
Sophie pasó la mano por el pelo de su hermana pequeña. "Hace un
poco de calor dentro. Pero deberías relajarte. Deberías divertirte.
Hay montones de lobos sexys aquí esta noche".
Elsa pareció incluso más preocupada, y Sophie no pudo menos que
sonreír, su hermana actuaba como una mojigata. ¿Cómo podían ser
de la misma camada?
Cuando siguió a Elsa fuera por la puerta trasera, el frío aire de la
noche le dio en la cara. Un numeroso grupo rodeaba una hoguera
en una esquina del jardín. Sophie rodeó a su hermana para buscar
a Nik.
Su corazón latió más rápido y la sangre le corrió por las venas; la
necesidad primitiva de mutar llenó su ser. La bestia en ella, la
preciosa lunewulf, rogaba por ser liberada. Humo con aroma a
madera se mezclaba con la fresca dulzura de los pinos creciendo al
final de la propiedad. El aire de la noche la envolvió, haciendo de
sus pezones duros picos. Amaba el frío, el cambio de otoño a
invierno. La volvía fogosa, llena de vida y con deseos de correr y
jugar. Rodar por los prados con cierto, alto y macizo lunewulf
haría la noche perfecta.
Vagó por el jardín hacia la hoguera. Pero los participantes no la
impresionaron. En la otra punta, más allá del grupo de coches
aparcados, profundas, barítonas voces masculinas captaron su
atención, aumentando sus lujuriosos nervios. ¿Puede que estuviera
Nik en aquel grupo?
Miró hacia atrás, hacia Elsa. Johann la había encontrado. Bien. Su
hermana estaría entretenida. Sophie caminó balanceándose, y
paseó a través del jardín. Una cerveza podría calmar sus nervios.
"Se te ve bien Sophie". Lukas Kade sonrió desde el otro lado del
barril de cerveza, mientras sostenía el tubo negro que bombeaba
cerveza en un vaso de plástico. Le pasó el vaso a ella, derramando
la dorada bebida por el borde.
"Gracias Lukas". Sophie nunca sabía que decirle al cuadrado
hombre.
Dio un sorbo a la cerveza y lo miró sobre el borde mientras él se le
acercaba. Le cogió el hombro, sus gruesos dedos apretando sus
huesos, entonces se inclinó y enterró la cabeza entre su pelo.
"Me encanta tu aroma. Casi puedo saborear la rica crema de tu
coño cuando estoy cerca de ti. Necesitamos hacerlo juntos pronto".
Gruesos dedos acariciaron su barriguita y entonces se metieron
bajo su suéter para abarcar su pecho. Acarició con rudeza su tieso
pezón. Pinchazos eléctricos la recorrieron, y un sudor frío brotó de
su piel.
Olor a serrín, cerveza y lujuria consumieron sus sentidos cuando
inhaló el aire que rodeaba a Lukas. Se amoldó a él, su poderoso
cuerpo envolviendo el de ella como una cálida manta. De sus tres
parejas, él sería su osito de peluche.
"No puedo esperar a sentir esa pequeña y caliente boca tuya
alrededor de mi polla", susurró, su aliento a cerveza saturando el
aire. Lukas amasó su pecho, enviando llamaradas de nerviosa
energía a través de ella.
Eran prácticamente extraños, ya que él se había graduado varios
años antes que ella. Pero era un buen lobo, criado en una
trabajadora camada.
¿Llegaré a amarte a ti también?
Sus manos le sobaron el culo. Lentas caricias que le robaron
cualquier pensamiento racional, largos dedos bajando hacia su
ardiente coño.
Bruscamente su cabeza se aclaró. Cuando abrió los ojos, Lukas
sostuvo su cabeza con una mano, sus otros dedos apretaban su
pecho los suficientemente fuerte como para dejar su marca. Pero
alguien más estaba detrás de ella. Alguien con dedos
experimentados que parecían saber el lugar exacto donde tocar a
través de sus vaqueros, provocando que sus bragas de seda
danzaran alrededor de su inflamado clítoris.
No podía pensar. Las sensaciones la recorrían por entero. La
presión aumentaba en lo profundo de su matriz; su coño latía de
anticipación. Dedos expertos presionaban y acariciaban, sumiéndola
en un fuego que no podía parar. No quería parar. El mundo a su
alrededor se volvió borroso, y ella explotó, corriéndose
intensamente.
Se mordió el labio para no gritar...y giró la cabeza para ver quien la
había llevado a un intenso orgasmo en el patio trasero de su primo
en medio de una fiesta.

CAPÍTULO DOS

Ojos oscurecidos por la lujuria la miraban. El alivio y la excitación


atravesaron a Sophie.
Nik estaba de pie detrás de ella, su mano todavía frotando el
enfebrecido calor de su coño. Sus piernas se volvieron de arcilla
cuando encontró su oscura y satisfecha mirada.
"Maldición Sophie, te has corrido". Lukas intentó tirar de ella hacia
él, pero Nik enlazó un brazo alrededor de la cintura de ella,
sujetándola.
"Parece que has bebido demasiado esta noche, Kade". La sonora
voz de barítono de Nik envió escalofríos a través de Sophie.
Nik dio un paso atrás, forzando a Lukas a sacar la mano de debajo
del suéter. La mirada de Lukas se nubló. Recobró su compostura
antes de mirar sobre el hombro de ella a Nik.
"No puedes zampártela tú solo". La voz de Lukas sonaba grave.
Largos colmillos apretaban su labio inferior y brillante piel blanca
cubría sus mejillas. "Ella es mi compañera también".
Sophie no podía concentrarse otra cosa que en los poderosos
brazos que la rodeaban. Nik tenía un cuerpo de acero; duros,
firmes músculos que ofrecían un muro de fuerza. La pulsante
longitud de acero de la polla de Nik ardía contra su trasero. Su
interior bullía de calor. Aunque apenas había parado de temblar por
correrse, y ya deseaba la polla de Nik.
“Ya hemos hablado de esto, Kade. Decidimos como hacerlo.” Nik la
dejó ir, y el aire frío de la noche cayó sobre ella, enfriándola.
¿Habían hablado sobre qué? Sophie miró a Nik, y luego a Lukas.
“¿Qué habéis decidido hacer?”
La sonrisa de Lukas se volvió traviesa como la de un escolar. Pero
Nik la apartó de su otro compañero cruzando el jardín.
“¿De qué hablasteis?”
Se movieron entre los coches aparcados, donde varios de sus
compañeros de la manada notaron que la llevaba del brazo y
sonrieron.
Nik la soltó, pero su toque permaneció marcado en su piel. La
crecida hierba del prado se enredada alrededor de sus muslos.
Avanzó con fuerza entre ella, siguiéndolo hacia la espesa línea de
pinos que lindaban con la propiedad.
“Estás nerviosa sobre lo de tener que copular con los tres.” Nik se
dio la vuelta y la encaró, cruzando los brazos sobre el pecho.

Su declaración la dejó silenciosa durante un momento. Con todos


sus miedos emergiendo, lo miró. El pelo rubio como paja
enmarcaba su cara -una cara hermosa con pómulos altos y ojos
profundamente azules que la miraron como un halcón mira a su
presa.
“No me digas lo que pienso, hombre-lobo.” Algunas hembras, como
Elsa, se habían rebelado contra la decisión de la manada de tener
un acoplamiento polígamo. Pero Nik y la mayor parte de su camada
eran políticamente activos dentro de la manada. Sophie no sería
tachada de rebelde. “No puedo esperar a teneros a los tres a mi
entera disposición.”
“¿Te correrás con cada uno de nosotros cuándo aullemos para ti y
nos follarás con placer?” Su mirada fija la penetró, aparentemente
capaz de señalar cada uno de sus miedos. Pero estar aquí, con Nik
Alexander a unas pulgadas de ella, empañaba sus sentidos. Su culo
todavía vibraba en donde había apretado su polla contra ella. La
ardiente necesidad de su interior se hizo demasiado potente como
para contenerla.
Te follaré con mucho placer en cualquier momento hombre-
lobo.
“Claro que sí.” Se atrevió a dar un paso hacia él, manteniendo la
mirada en la suya. “Creo en que hay que conservar la raza de los
lunewulf pura, y para ampliarla La ley de la manada declara que
una hembra debe proporcionar pequeños de tres hombres-lobo
diferentes. Yo no infrinjo las leyes.”
“¿Y no estás asustada?”
Alargó la mano hacia él. Sus dedos ardieron con el calor de su
cuerpo en el mismo momento en que los presionó contra su pecho
duro como una roca.
"No", mintió, acariciándolo con los dedos por encima del suave
suéter. Un fuego ardió en los hermosos ojos azules de Nik.
"¿Yo no te asusto?" Alargó la mano para tocarle una mejilla, y le
apartó un mechón de pelo.
Sophie tragó. Le ofrecería un poco de honestidad, antes de que sus
temores llenaran el aire con su hedor. Nik había sido el hombre de
sus sueños a lo largo de todos sus años de instituto, su protector
cuando otros hombres-lobo se metían con ella. Ahora que ella había
cumplido los veinte y era lo suficiente mayor como para procrear, él
sería su compañero, y allí estaba ante ella preguntándole acerca de
sus sentimientos.
Susurró la primera cosa que le vino a la mente. "Te deseo". Sus
mejillas ardieron de vergüenza.
Él la estudió, aparentemente comprendiendo sus sentimientos
mejor que ella misma. El aire de la noche congelaba sus pulmones;
un anhelo de mutar y correr a través de los árboles la inundó,
realzando sus emociones, intensificando sus deseos.
Correr arruinaría este momento. Eso no podía permitirlo. Y tan
seguro como que hay infierno que ella no iba a decir nada más que
la avergonzara. Enderezándose, levantó la barbilla y esperó su
repuesta.
"Quítate la ropa". Su expresión no cambió, pero sus ojos azules
brillaban con deseo. Su fuego se enroscó en el interior de su
barriga, inflamándola y haciéndola arder.
"¿Qué?" Jadeó, su corazón latiendo tan fuerte que era imposible
que no se oyera.
"Plántate delante de mí mostrándote desnuda. Sin temor." Bajó la
mano para que sus dedos acariciaran sus hiper sensibles pezones.
Chispazos la encendieron, acelerándose por su matriz.
La chaqueta le erosionaba los pezones, él los apretó, torturándolos
hasta ponerlos aún más duros.
"¿Te gusta que te pellizque los pechos, verdad, brujita mía?"
Ella gimió, poco dispuesta a admitir que esa pequeña sensación
dolorosa había provocado un torrente de crema que empapaba sus
bragas.
"Quiero a mi compañera desnuda delante de mí", gruñó. Su boca
cambiando de forma mientras sus dientes crecían. Su petición lo
excitaba; el cambio que lo recorría lo probaba. La deseaba tan
intensamente como ella a él.
El orgasmo le goteaba a través de los vibrantes labios de su coño;
su interior tenso con la nerviosa energía de la lujuria. Me está
desafiando, comprobando mi audacia. Y si le digo que tengo
temores, él los apaciguará.
Pero, ¿quería ella suavidad? Sophie logró sonreír, aunque sus labios
temblaban de frío y de las emociones que la inundaban. Agarró el
bajo de su suéter, y tiró de él por encima de su cabeza antes de
acobardarse.
Hervía en su interior y el corazón le latía bruscamente dentro del
pecho. El aire frío de la noche la rozaba como con dedos helados
sobre su enfebrecida piel. Haciéndola respirar en rápidos jadeos.
Dejando caer su jersey, se arrodilló delante de él para desatarse las
cordoneras de las botas.
"Eres tan bella, Sophie, tan bella"
Aunque no podía ver su cara, podía verle la mano moviéndose
sobre la polla. Sus dedos manejaron torpemente las cordoneras
mientras él se tocaba, sus pequeños movimientos resultaban ser
una considerable distracción.
"Tengo frío. Quiero mutar". Sus huesos reventaban de agonía, y no
podía evitar que revelaran su deseo aún cuando ella quería que él
la viera como una hembra confiada.
"Contrólalo. Quiero verte con tu cuerpo." Él acarició la gruesa
protuberancia de sus pantalones.
Ella se plantó y se quitó los vaqueros y las bragas, dejando caer su
ropa en un montón a su lado. Entonces lo encaró, desnuda y
ardiendo, a pesar del cortante aire de la noche -un añadido a las
torturantes llamas que ardían en su chocho. El aire glacial abrazó
su enfebrecido coño. Un fuego helado que excitaba su clítoris;
doloroso de frío, de calor, de anticipación. "Mírate". Tiró de ella
hacia sus brazos, envolviéndola con el calor de su cuerpo, su fuerza
alimentándola. "Eres mía, Sophie. Te compartiré con tus otros dos
compañeros, pero, mi dulce y pequeña hembra lunewulf, tú eres
mía."

CAPÍTULO TRES
Habían habido otras hembras, mujeres bien dispuestas en su
manada quienes se abrieron de piernas en algún prado. Algunas de
ellas habían estado realmente bien, pero ninguna había sido
Sophie. Él había estado observándola a lo largo de los años de
instituto, e incluso después de eso, con sus hermanas en las
reuniones de la manada, o por la ciudad o en fiestas.
Sabía desde hacía años que haría de ella su hembra, la madre de
sus cachorros. Y puede que quizás expresara su interés a la gente
adecuada cuando se tomaron las decisiones de con quien tenían
que emparejarla. La compartiría, pero solo bajo sus términos.
Nik levantó a Sophie entre sus brazos, su suave piel torturándolo
más de lo que él creía posible. No podía creer que fuese tan osada,
por no mencionar la impaciencia con la que había hecho lo que le
pidió. Su sumisión hacía a su polla arder por la necesidad de estar
dentro de ella. Quería su coño, su dulce boca y su prieto culo.
Quería que ante todo ella le perteneciera a él.
Tendría que compartir su coño, pero nadie más follaría su
culo. Oiría esa promesa de ella.
Confiaba en Sophie, pero su palabra no era suficiente. Necesitaba
la palabra de sus otros dos compañeros también. Por lo que había
contactado con ellos. Los tres habían hablado sobre ella largo y
tendido. Era virgen, pero dispuesta para follar. Ella respetaría la ley
de la manada, aunque pareciera tímida de tener que follar con los
tres. Les dijo a los otros que él la iniciaría, y la iría calentando hasta
que estuviese preparada.
Ella era suya. Pero las leyes de la manada eran las leyes de la
manada. Por su cuenta, se había establecido él mismo como el
macho alfa y en su verdadero compañero. Lukas y Jonh no habían
discutido. Una maldita buena cosa también. No sería nada bueno
que un respetable miembro de la manada asesinara a uno de su
misma especie.
En estos momentos, matar era la cosa más lejana en su mente. El
torturante, caliente aliento de ella causaba estragos en su nuca.
Más que nada quería follársela ahora mismo, no tener que llevarla
a cualquier punto aislado. Su polla ardía con una fiebre que él no
había experimentado antes.
Follársela a lo loco estaría bien. El acto consumaría su
emparejamiento, la haría suya. Pero él quería que ella lo ansiara,
rogara por sus atenciones. Ella amaría su polla; podía decirlo por
como actuaba. Su aliento era rápido y excitado, sus pechos
amasándose contra su pecho con cada inhalación. La lujuria había
estado en sus ojos desde que ella supo que iban a ser pareja. Si él
manejaba esto bien, ella le rogaría que se la follara una y otra vez.
Por lo que tenía que ir despacio, no importaba lo
desesperadamente que deseaba machacar su coño hasta que su
polla ya no pudiera más.
Encontró un área tranquila entre los árboles con una gruesa capa
de hojas alfombrando el duro suelo. Cuando la bajó, su polla se
tensó dolorosamente con la presión de su pequeño cuerpo. Ella no
debía saber de su tormento personal, o del dulce dolor que le
infligía. Tirarse a Sophie había sido su sueño durante años. Lo haría
bien. Se quitó la sudadera y la extendió sobre las hojas, haciéndole
una cama.
"Quiero que te tumbes". Le costó sonar tranquilo cuando lo que
quería era forzarla a ponerse a cuatro patas. Agarrar su culo, y
embestir contra sus agujeros mientras ella gritaba de placer.
Sophie se arrodilló, mirando hacia arriba, a él, con los ojos de par
en par. "¿Qué vas a hacer?"
Sonaba tímida, borrada la chulería anterior y reemplazada por una
recatada mirada que lo ponía más que si le estuviera bombeando la
polla.
Sería más fácil mostrárselo que decírselo. Había abierto las piernas,
mostrando completamente su glorioso coño; empapado todo
alrededor con su humedad. Su dulce aroma llenaba el aire que los
rodeaba. Ella sonrió y sus mejillas se colorearon de un precioso
tono rosado. Quería besarla, decirle lo que había hecho con él.
Decirle que había querido follársela durante años. Pero sabía que si
se acercaba ahora mismo a ella, enterraría su polla en ella y solo él
encontraría satisfacción. Esta noche era para los dos.
Esta noche podía hacerla suya para siempre.
"Tócame Nik", susurró.
No había querido mantenerla en vilo mientras se estaba divirtiendo
en la fiesta. La belleza de aquel meloso coño, aquellos esbeltos
muslos abiertos, redondos pechos con tiesos pezones la hacían
parecer un sacrificio ofrecido a él, y solo quería adorar su belleza
durante un momento.
Si la tocaba, la violaría, estaba seguro. Quizás la conversación
podría mantenerle cuerdo, ayudarle a recordar cuan inocente era
en realidad la virgen ansiosa que yacía delante de él.
"¿Por qué te depilas?" Él pasó un dedo por su raja.
Su cuerpo se tambaleó cuando ella intentó agarrarlo, pero entonces
dudó, y sus dedos vagaron por su rubio y sedoso pelo.
Su polla daba tirones, implorando atención. En vez de eso, él
apartó los labios de su coño, tocando su pequeño y redondo clítoris.
Sus caderas corcovearon, y aprisionó con las piernas el brazo de él.
"Nik. Oh, Dios mío. Nik"
El orgasmo la atravesó, llenándolo a él de orgullo y un poderoso
deseo. Se corría por él con el simple toque de su dedo. Y el modo
en que había gritado su nombre...Su adorable hembra sería una
maravillosa pareja de juegos.
"Eres tan hermosa" No pudo evitar elogiarla.
Cuando cogió sus rodillas, ella luchó, tratando de verlo bajo los
párpados semi-cerrados como un animal salvaje, pero al final, abrió
las piernas de par en par.
"Buena chica. Ahora respóndeme". Sus dedos temblaban mientras
él toqueteaba su coño, luchando por ser suave, dolorido por
zambullirse profundamente en su calor, sentir sus músculos
apretarse alrededor de él.
Continúa hablando. Mantén el control. "Dime, ¿por qué te
depilas?"
"Me gusta como queda", dijo con un jadeo, con la boca formando
una "o".
No tuvo comentarios para esto. Separó los labios de su coño, y sus
músculos externos se agarraron a su dedo, lo empaparon con su
caliente cremosidad. Su cuerpo preparado para otro orgasmo, sus
muslos temblando, su respiración en jadeos. Deslizó un dedo en su
interior, imaginando su polla deslizándose en el interior de su dulce
agujero. ¡Ella estaba tan jodidamente caliente! La lujuria de ella lo
abrasaba.
"¿Te lo haces tú misma, pequeña?" Metió otro dedo en su chocho.
Los fluidos de su orgasmo le cubrieron la mano.
La folló con los dedos, bombeando dentro y fuera de su húmedo
coño. La respiración de ella se hizo más rápida y superficial, y ella
se agarró los pechos, tirando de ellos, apretándolos hasta que sus
pezones color caramelo se alzaron hacia él.
"A veces".
Sus pelotas se pusieron duras. Pre-semen goteó de su polla. No
podría resistir la dulce tortura mucho más tiempo. Movió con
dificultad una mano hasta su cremallera, hasta que liberó su polla
del insoportable confinamiento. El aire frío hizo poco por calmar el
pulsante calor salvaje que lo atravesaba.
Dentro y fuera. Sus dedos se introducían profundamente en su
apretado chocho, entonces se deslizaban fuera lentamente, los
músculos de ella luchando contra él. Quería enterrarse él mismo en
su calor. La necesidad hacía muy difícil mantener sus pensamientos
coherentes.
Abriendo aún más las piernas, ella balanceó su culo atrás y
adelante, provocando un orgasmo. "Oh, Nik". Cabalgó sus dedos,
empujando salvajemente y sujetándolo apretadamente. Calientes
fluidos empaparon su mano. Le tomó más fuerza de la que creía
que poseía no correrse él también.
Su coño prensaba sus dedos, entonces otro espasmo los expulsó de
su interior. Él no podía quitar la vista de su pequeño agujero, que
permanecía abierto para él, por poco tiempo, antes de que se
cerrara del todo y la suntuosa crema se deslizara hacia su culo.
"Tengo que saborearte, pequeña" Se acomodó entre sus piernas,
esperando hasta que pareció que ella era consciente de lo que le
había dicho y lo miró. "Antes de follarte, quiero lamer todo tu
orgasmo"
Él quería que ella lo mirase, que lo viese disfrutarla mientras se
bebía a lengüetazos el flujo que goteaba hacia su virgen ano que
sería solo de él. Cuando por fin bajó la boca hasta su ardiente
chocho, su rica cremosidad lo embriagó. Los pliegues de su coño
eran tan suaves, tan tersos.
"Nik. Oh. Mierda" Agitaba la cabeza de lado a lado, su precioso pelo
rubio golpeándole en la cara.
Él agarró sus piernas, espatarrándola mientras se deleitaba con su
coño. Empujando su lengua profundamente, saboreó su reciente
lujuria, y sus músculos se contrajeron alrededor de él. Entonces,
levantándola más, provocó su prieto culo con la lengua,
mordiéndolo y observando como su flujo formaba un charquito en
la entrada de su ano.
Bordeó su dulce ano, imaginando lo apretado que estaría cuando se
la follara por allí.
Su polla se encabritó como una criatura peligrosa, hinchándose y
aumentando llena de vida. Necesitaba penetrarla, necesitaba su
apretado calor a su alrededor. Necesitaba poseer cada trozo de ella.
"No puedo esperar más", murmuró, medio para sí mismo. "Me voy
a volver loco si no te follo enseguida".
"¿Me vas a hacer tu hembra?" Su susurro lo envolvió, recordándole
la antigua tradición de la manada. Su virginidad, su pureza, su
primera experiencia. Todo esto compartirían, haciéndola su
hembra, marcando su unidad.
Cuando levantó la cabeza, ella lo estudió con la mirada llena de
lujuria y curiosidad. Su rubio pelo estaba alborotado alrededor de
su cara, enredado de pasarse los dedos por él. Sus ojos azules se
veían salvajes, llenos de deseo y vacilación que lo hacían
enloquecer de lujuria. Entonces la incertidumbre se instaló en sus
ojos y su boca se frunció en lo que casi fue un puchero. Su cuerpo
se tensó; su preocupación impregnó el aire que los rodeaba.
"Mi dulce y pequeña hembra lunewulf. Mi gloriosa Sophie".
Necesitando quitar con un beso aquel puchero de su boca, sonrió y
se alzó sobre ella. "Has sido mi hembra durante años"
Ella jadeó, un brillante tono rosado calentó sus mejillas - le había
dicho lo que ella quería oír. Sophie quería ser su hembra.
No la decepcionaría. Su unión sería para siempre. Le traería su
presa, la depositaría a sus pies, la adoraría por siempre.
Y se aseguraría de que ella supiera que en primer lugar le
pertenecía a él.
Su polla ardía enfebrecida por probarla. Sabiendo que ella lo
deseaba, lo necesitaba, colocó la hinchada cabeza de su polla
contra su coño. Ella abrió la boca para gritar, y el capturó su súplica
con un beso. La lengua de ella salió disparada para retraerse igual
de rápidamente.
Su timidez lo excitó. La impaciencia que vibraba en su cuerpo
llenaba el aire a su alrededor de un aroma lujurioso. Caliente, a
punto. Su boca era dulce, una mezcla de queso, patatas fritas, y un
recuerdo del fuerte sabor de la cerveza. Folló su boca con la
lengua, perdido en el deseo de embestir contra su coño.
"Fóllame Nik". Suspiró las palabras sobre su boca. "He estado
esperando esto desde siempre".
Igual que él.
Presionó su crecida polla contra el virgen chocho, sintiendo como se
abría a él. Húmeda y preparada para ser su hembra, se
emparejaría a él, y siguiendo la tradición de siglos, serían uno para
el otro durante toda la vida.
Estaba tan apretada...tan mojada...tan jodidamente caliente que
sabía que perdería la cabeza. "Dios mío. Sophie"
Control. Tenía que mantener el control o mutaría mientras estaba
en su interior. Sophie no estaba preparada para eso.
Se deslizó profundo, abriéndose paso a través del frágil himen. El
calor de ella lo devoraba, haciendo que su cuerpo ardiera,
separando al depredador de su alma.
"Mía, Sophie". Fuego líquido escaldaba su pulsante polla. Ella se
sentía tan jodidamente bien. "¡Tú eres mía!"
Ella se tensó brevemente, lo que le recordó que tenía que mantener
los movimientos lentos. "Está bien, pequeña. Dime si te hago
daño", susurró, y le recorrió el hombro con la lengua. El aroma del
aire libre impregnaba su salada piel.
"No pares Nik. Lo necesito mucho. Fóllame. Por favor, fóllame" Sus
gritos hicieron eco en la acalorada mente de él, añadiéndose al
caos de sus extasiados sentidos.
Él arqueó la espalda, sus huesos forzándose a cambiar, doliendo al
crecer y dividirse. Centrándose en ella, descendió la cabeza para
succionar un tieso pezón, provocándolo con los dientes.
Ella lo envolvió con las piernas, manteniéndolo pegado a ella. Sus
fluidos empapaban sus pelotas y se escurrían por los muslos de él.
Él se alimentó del cálido aroma del sexo de ella, deslizándose con
estocadas largas y lentas, profundamente en su interior.
"Nik. Ayúdame ¡Nik!" Se tensó, y otro orgasmo la atravesaba,
apretando su polla con las paredes de su coño.
Tan apretada. Y aunque deseaba su culo, deseaba su boca, su
coño...el coño de él...estrujándolo, ordeñándolo. Dejó de luchar y
se corrió en una explosión, su alma fundiéndose con la de ella.

CAPÍTULO CUATRO

Nik se mantuvo sobre ella mientras su polla se contraía lentamente.


Su aroma la envolvía, poderoso y dominante, aún así mimándola al
mismo tiempo. Había intentado ser tierno, pero casi la parte en
dos. Un inmenso calor la recorría toda, formando un camino hasta
su coño. Su pulso latía fuerte en su chocho.
Las emociones la recorrían demasiado deprisa como para
comprenderlas. No podía dar marcha atrás, no podía alterar su
futuro. La tradición dictaminaba que cuando dos hombre-mujer
lobo se apareaban, era para toda la vida. Ella le pertenecía a él, y
él le pertenecía a ella.
Muchísimos pensamientos la asaltaron a la vez. Tendría que
decírselo a la Abuela. Nik vendría a por ella, se la llevaría a su
hogar. Todo sería diferente ahora.
Pero esos pensamientos palidecían al lado de la avalancha de
sensaciones de su recién follado cuerpo. Su coño ardía, lo sentía
ensanchado e inflamado, satisfecho aunque dolorido. Tenía los
nervios de punta, de excitación y miedo.
"Soy tu compañera", susurró, pero sus palabras fueron confusas.
Había comenzado a mutar y su boca se había agrandado.
Miró a Nik. Tan maravilloso, con tanto control. Aquellos oscuros
ojos azules mirándola, protegiéndola. Él sonrió y deslizó su polla
fuera de ella. A pesar del frío de la noche ella estaba caliente con el
cálido pelaje sobre su piel. Se dio la vuelta, alzándose sobre sus
patas, queriendo bailar bajo la luna. Celebrarlo con su reciente
compañero. Pero follar la había dejado más floja de lo que creía;
sus piernas no la aguantaron.
Tanto si Nik simpatizó con su inhabilidad para prevenir la mutación,
como si le pareció buena idea cubrirse con el pelaje, el caso es que
permitió que la transformación de hombre a lobo recorriera su
cuerpo también. Se colocó detrás de ella, cogiéndola con la boca
del cuello para sostenerla hasta que se mantuvo derecha.
Cuando la fuerza de ella retornó, él le dio un golpecito y agarró las
ropas de ambos con la boca. A la orden de su compañero, ella trotó
a través de los bosques. Iba haciendo cabriolas al lado de Nik,
esforzándose por ir al ritmo de sus largas zancadas.
Su coño vibraba y los fluidos se enredaban con su piel de color de
la luna en el interior de sus muslos. Era muy consciente de Nik a su
lado, su fuerte olor a alpha impregnaba el aire que cosquilleaba en
sus fosas nasales. Sus poderosos músculos se tensaban bajo su
grueso y blanco abrigo de piel, creando olas de movilidad que le
recordaban con qué fuerza la había hecho correrse.
El deseo la atravesó. Quería su polla dentro de ella otra vez, ya.
Su coño estaba dolorido. Pero había otras cosas que podían hacer.
Podía chuparle la polla, succionar la eyaculación de su rabo y
saborear la mezcla de los jugos de ambos.
O él podía tomarla por el culo- un acto tan rudo, tan carnal, ella
casi se corría otra vez solo de pensar el someterse a él de ese
modo.

***********************************************
La fiesta había terminado cuando llegaron al patio trasero de casa
de Johann. Nik mutó primero, sus piernas crecieron, el pelaje
blanco se convirtió en piel. Tensa, suave piel que brillaba por el
sudor.
Los músculos de ella se alteraron y el pelaje desapareció. El aire de
la noche atravesó su piel. Su precioso cuerpo de lunewulf,
poderoso y puro como el brillo de la luna, transformado en su
forma humana, esbelto, pequeño...y helado.
"¿Nik?" Alargó la mano para coger su ropa, entonces se puso un
suéter por la cabeza.
Él permaneció allí desnudo, con la ropa en la mano, mirándola. La
oscuridad añadía una dureza depredadora a sus rasgos, acentuando
su bien definido pecho. Se veía peligroso, un lobo al que había que
tener en cuenta.
Ella inspiró profundamente, aclarando sus pensamientos. "Voy a
tener que..." Su posesiva mirada descansó con fuerza sobre ella.
"Bueno, ya sabes. Voy a tener que follar con Jonathan y Lukas
también."
Él miró a lo lejos y tiró de los vaqueros sin hacer ningún
comentario.
"Soy leal a la manada". Se mordió el labio inferior, buscando las
palabras con las que decirle que estaba asustada pero dispuesta.
Nik respaldaba la ley de la manda, y ella lo respaldaría a él. "No
quiero que pienses que te crearé problemas como compañera".
Nik miró al rededor del jardín. Estaba silencioso ahora aunque el
olor a cerveza todavía llenaba el aire. Estaban solos. Los coches se
habían ido, y ella no olía a ningún hombre-lobo cerca de ellos.
Encontró su mirada cuando él la miró.
"No quiero compartirte con nadie." La agarró por los brazos, su
tono brusco, cortante. "¿Me entiendes? ¡Eres mía!"
¡Oh, diablos siii! El corazón se le salía del pecho por su ferocidad.
No se había dado cuenta hasta ahora de los verdaderos
sentimientos de él.
"Soy completamente tuya. No lo olvides nunca" Tenía que saber
que había planeado hacer con sus otros dos compañeros. "Pero,
¿qué hay de la ley de la manada?"
"Haremos honor a la ley de la manada". Ella estudió su cara. Tan
guapo y sexy, tan seguro de sí mismo.
Ella querría apretarse contra ese poderoso pecho, y dejar que las
manos de él la acariciaran enviando las preocupaciones lejos. Pero
él tenía algo que decirle; lo intuía.
"He hecho arreglos".
Se le hizo un nudo en el estómago.
Le acarició los brazos, tranquilizándola, obviamente percibiendo su
nerviosismo, y entonces le cogió la cara entre las manos. "Y lo
haremos solo si tú estás de acuerdo".
"¿Hacer qué?" ¡Los planes que él le había mencionado a Lukas!
Oh...Se le secó la boca.
"He arreglado con Jonathan y Lukas encontrarnos en mi casa
mañana por la noche. Ellos te follarán, pero yo estaré allí. Eres mi
pareja, y tendré conocimiento de lo que mi pareja experimenta".
De repente era difícil respirar. ¿Los tres estarían allí con ella? El
corazón se le salía del pecho. ¿Podría follarla uno, y después otro?
¿O quizás lo haría con los tres a la vez? Una nerviosa energía la
recorrió, no podía negar la chispa de excitación que creció en lo
profundo de su barriga al pensar en estar los cuatro juntos. Tres
hombres follándosela al mismo tiempo...
¿Sería capaz de hacerlo? ¿Quería hacerlo?
"¿Tú estarás con ellos?" Quería que Nik estuviese con ella, si
decidía que la follaran todos a la vez.
"Ningún lobo te tocará si yo no estoy" Sus palabras produjeron
escalofríos por toda ella, tan firmes, tan llenas de pasión, tan
protectoras.
"Necesito pensar sobre ello". No quería decepcionarlo pero, ¿y si
ella no podía con eso? Necesitaba tiempo para aclarar sus ideas.
"Es como tiene que ser, Sophie" tiró de ella hacia él, los latidos de
su corazón golpeando contra los pechos de ella. "Podemos tenerte
de compañera todos, y luego yo diré cuando pueden ellos
preñarte".
Cuando los brazos de Nik la envolvieron con fuerza, se relajó en su
calor. Su coño estaba dolorido, aún así el doloroso deseo de follar
con él la inundó de nuevo.
Nik nunca quebrantaría la ley de la manada, no importaba cuanto
quisiera tenerla para él solo. Sabía como se sentía él. Si no fuese
por él, a ella no le importaría follar con los otros dos lobos- no eran
feos o crueles. Pero amaba a Nik. Y solo a Nik. Lo haría, por su
raza, por la manada, pero mayormente lo haría por Nik. Sería más
fácil para él de este modo, y más fácil para ella también si lo tenía
a él allí.
"Si. Es como tiene que ser", susurró ella.
CAPÍTULO CINCO

Los miembros de la manada de Sophie se alineaban a lo largo de


dos filas de sillas, colocadas intencionadamente para que la Abuela
pudiese caminar por delante de la manada. Nik estaba apoyado
contra la pared, los brazos cruzados sobre su amplio pecho, su
expresión seria. Él respetaba a la Abuela como líder de la manada y
siempre había respaldado sus decisiones. Pero en estos momentos
a Sophie le importaba un comino la política de la manada, o las
decisiones que pudiesen tomar.
Alguna riña había comenzado entre dos camadas, y la Abuela
mediaba mientras cada camada contaba sus quejas.
"Está disfrutando mucho esto", susurró Elsa, sentada a su lado. Su
repulsa llenó el aire de fétido olor.
Sophie le chistó para que callara, no queriendo que su hermana se
metiera otra vez en problemas con la Abuela. Elsa parecía tenerle
cogido el tranquillo en hacer que la vieja hembra se cabreara.
Ella retornó su atención a Nik. Su presencia parecía tener poder
sobre ella; tan solo el mirarlo la hacía humedecerse de deseo.
Jonathan Abram, quien también sería su compañero, estaba
plantado al lado de él. Aprovechó la oportunidad de estudiar al
hombre-lobo, dejando que su mirada vagara por su larguirucho
físico. No resultaba un hombre feo, solo tranquilo. Él no iba a las
fiestas o bares que iba ella. Su largo pelo rubio se le rizaba por
debajo del cuello en la parte de atrás del cuello. Ahora llevaba su
chaqueta de piel, pero ella le había visto trabajando en la ciudad
con su cuadrilla de obreros y sabía que tenía varios tatuajes.
¿Qué clase de amante sería? Sus sentidos se arremolinaron en su
interior, un revoloteo de mariposas se instaló en su estómago.
Lo descubrirás cuando vayas a lo de Nik esta noche.
"¿Hay algo más que necesitemos discutir?" La mirada de la Abuela
recorrió a los hombre-lobo, quienes se removieron en sus asientos,
anticipando el final de la reunión. La vieja hembra asintió con la
cabeza. "Entonces se levanta la sesión hasta el próximo mes".
La Abuela Rousseau se tomó su tiempo para sentarse en una silla
alta, grande, Sophie suspiró aliviada. Casi se había levantado ya de
la silla cuando Nik empezó a caminar hacia ella.
¿Te gustará verme follar con otros lobos?
"Sophie". Gertrude hizo un gesto hacia ella para llamar su atención.
"La Abuela quiere hablar contigo. Me dijo que te enviara a su
estudio." Gertrude dibujó una línea que le cruzaba el cuello con el
dedo. Sophie estaba en problemas por algún motivo.
Las mariposas del estómago de Sophie formaron un grueso nudo.
¿Qué diablos había hecho ella ahora?
Miró hacia Nik, quien se había parado a hablar con dos compañeros
de camada. Con un suspiro de frustración, se dirigió hacia el
estudio a encarar el hacha de guerra ella sola.

***********************************************

"Me han dicho que ahora eres la pareja de Niklas Alexander".


Katherine Rousseau no malgastó tiempo.
Sophie le ofreció la mano para ayudar a su abuela a sentarse en
una silla. La Abuela Rousseau se sentó con cuidado, soltando la
mano de Sophie solo para palmearle el culo.
Sophie chilló antes de poder contenerse. "¿Qué?"
El azote de su abuela no le había hecho más daño que el de
humillarla. "Nik es uno de mis compañeros destinados. ¿Qué he
hecho mal?"
"Sophia". La Abuela se agarró las manos sobre el regazo,
frunciendo los labios. Su dura mirada hacía que Sophie estuviese
más nerviosa de lo que ella quería admitir. "Copulaste con él en el
bosque, como una vulgar vagabunda. ¡Eres una Rousseau!"
Sophie permanecía plantada delante de ella silenciosa. No sería
digno preguntarle como había obtenido esa información. Lo mejor
que podía hacer era tragarse la reprimenda.
"¿Dejarías que te preñara en el bosque?" La Abuela curvó los labios
con disgusto, y entonces dándose cuenta, aparentemente, de que
Sophie no había respondido, suspiró y agitó la cabeza. "Niklas
Alexander se me acercó esta mañana. Vive con su hermano, pero
me informó que ha solicitado un préstamo y que tendréis una casa
para vosotros dentro de un mes."
¿Nik me ha comprado una casa? Quería saltar de alegría. El
hombre de sus sueños la alejaría de las restricciones de su
abuela...y ella tendría su propia casa.
"Supongo que hasta entonces, los dos viviréis conmigo. Al menos
de ese modo puedo asegurarme de que haréis las cosas
apropiadamente"
Sophie se crispó con el pensamiento de la Abuela a los pies de la
cama, supervisando el modo en que follaban. "Le haré saber a Nik
que nos has ofrecido tu casa". Esperó que sonara con gracia.
La Abuela asintió con la cabeza. Estaba perdonada. Menos mal.
Necesitaba salir de allí, de la casa, y tan lejos de la Abuela como
pudiera.
¿Dónde estaba Nik?
Como era costumbre, cada grupo trajo platos de comida que se
dispusieron sobre las mesas mientras Sophie estuvo ausente.
Elsa estaba de pie junto a la larga mesa de comida con un plato
vacío en la mano. "Se supone que te tengo que decir que Nik ha ido
a la ciudad con unos pocos hombres, y que te recogerá cuando
vuelva".
"¿Qué quería la Abuela?", Gertrude caminó tras ellas, dándole un
vistazo a la comida.
"Nik y yo tuvimos relaciones anoche" Sophie miraba la comida, con
un nudo en el estómago demasiado fuerte como para apetecerle
nada. "Y, por supuesto, la Abuela parecía conocer todos los
detalles".
"Seguramente se ha corrido con todos esos detalles". Elsa cogió
una alita de pollo, y luego la volvió a dejar en el plato.
"Eres tan desagradable" Gertrude rodó los ojos, cogiendo ella una
alita. "Esa vieja mula probablemente se secó hace años. Pero de
cualquier modo, felicita a Sophie. Uno derribado y dos por llegar"
Y lo haré con ambos esta noche. El miedo la atenazó, pero una
nerviosa excitación parecía zumbar por su circulación sanguínea
también.
Copularía con sus otros dos lobos con Nik a su lado. Era la mejor
manera.
"Yo creo que ser forzada a tomar tres compañeros es
desagradable". Elsa puso su plato sobre el borde de la mesa.
"Nadie va a decirme con quien tengo que emparejarme".
Se echó su largo y rubio pelo por detrás de los hombros y se
marchó. Sophie sacudió la cabeza. "Se va a meter en un montón de
problemas de mierda con esa actitud".
Dando un vistazo a lo largo de la gran habitación, Sophie no vio a
nadie con quien le apeteciera hablar. No tenía ni idea de lo que iba
a tardar Nik. Quizás una carrera estaría bien. Sus huesos se
extendieron, explosionaron al pensarlo, y sus dientes presionaban
contra el interior de su boca para cuando alcanzó la parte de atrás.
Rodeó a un grupo de cachorros que jugaban alrededor de sus
madres; algunos estaban con su pelaje, otros solo mutados a
medias.
"¿Aprobaría Nik que su compañera corriera sola?" La paró Johann
cuando estaba a medio camino de la parte de atrás.
Elsa estaba a su lado, y por la expresión de su cara, parecía haber
sido interceptada por su primo también.
"No está aquí para que pueda preguntarle". Sophie se tensó. No
dejaría que su primo lejano, más mayor y sobre protector, le
arruinara ni un día más. "Y tampoco soy ya una hembra soltera".
Elsa curvó el labio. Claramente a su hermana pequeña le acababan
de recordar la norma de las jóvenes mujer-lobo. Las pequeñas y
buenas mujer-lobo no corrían sin escolta, les había dicho la
Abuela más veces de las que Sophie quería recordar.
"Me uniré a vosotras en la carrera" Johann sacó el teléfono móvil
del clip de su cinturón. "Y le haré saber a Nik que su compañera
está en buenas manos".
Sophie suspiró y asintió. Al menos podría largarse lejos de la pirada
de su abuela. Algo es algo.

CAPÍTULO SEIS

El instinto de dominar, de reclamar de nuevo lo que era suyo,


desgarró los sentidos de Nik, pero tomó la mano de Sophie y la
guió al interior de la casa de su hermano. Su piel fría le confirmó el
nerviosismo que su olfato percibía en ella.
Cerró la puerta principal tras ellos cuando entraron.
"¿Estamos solos?" Lo miró con los ojos muy abiertos.
"De momento sí"
"No creo que a la Abuela le complazca que esté fuera toda la
noche" Sacó el labio inferior en un pequeño y perfecto puchero. Él
podía imaginar el deslizar su polla a través de esos fruncidos labios.
"¿Cuanto-cuanto tardarán Jonathan y Lukas en llegar?"
"Eres mi compañera. Puedo tenerte fuera de casa por el resto de mi
vida si lo deseo". Él adoraba mirar sus ojos de azul cristalino
agrandarse y ver que algo semejante a la gratitud se reflejaba en
su cara. "Jonathan y Lukas están calle abajo en el bar. Vendrán
cuando yo los llame".
"Oh" Se mordió el labio. ¿Se echaría ahora atrás? "Supongo que no
querrán esperar allí toda la noche".
"Podemos estar todo el tiempo que necesites" La acarició con el
dedo desde la mejilla hasta los labios. Él no podía negar el pequeño
deseo de que ella se echara atrás, de que rehusara estar con
cualquier otro hombre-lobo que no fuese él. Pero también ansiaba
ver como la follaban los otros lobos, verla correrse hasta que se le
enturbiara la vista.
Ella abrió la boca, y sacó la lengua para saborear su dedo. Aquellos
labios formando un puchero se movieron, chupándole el dedo.
Entonces enrolló la lengua alrededor del dedo, haciendo brincar su
polla llena de vida.
Su pequeña y dulce bruja no se daba cuenta del peligro al que se
exponía.
"Tengo algo para ti" De mala gana deslizó el dedo fuera de su
caliente boca, y se encaminó hacia el comedor.
"¿Qué es?"
Él le dio una bolsa, y observó como ella sacaba la sexy lencería que
había decidido que ella llevara esa noche.
"Desvístete para mí, Sophie" Se sentó en el sofá ignorando su polla
que estaba exageradamente tiesa, sofocada por la presión de los
vaqueros. "Quiero verte con la lencería que he comprado para ti".
"Me encanta la lencería" Su entusiasmada sonrisa le dijo a él que
había acertado.
Ella se pondría lo que había comprado para ella, lo que había
comprado para su adorable hembra.
Ella se colocó delante de él, dejando la bolsa en medio de ambos
sobre la mesa de café. Agarrando su jersey, se lo quitó, mostrando
su piel. Unos estupendos y llenos pechos desbordaban su sujetador
rosa de encaje, y a él la sangre le nubló el cerebro.
Una lenta sonrisa bailaba en los labios de ella. Se estaba
divirtiendo. Sus delicados dedos trazaban líneas invisibles sobre
aquellos montes, que le hacían la boca agua, de carne y encaje. Él
quería que ella le hiciera un show privado, que se follara a sí misma
con el dedo...que le rogara que la tomara él primero, antes de que
los otros hombres-lobo aparecieran.
Ella se desabrochó los vaqueros, de manera tortuosamente lenta,
entonces los deslizó por sus largas, esbeltas piernas.
A él el corazón se le salía del pecho, los latidos haciendo juego con
las pulsaciones de su polla. "Maldición, Sophie". El puntiagudo filo
de su incisivo se le clavó en el interior de la boca, y el sabor de la
sangre urgía a la bestia en su interior a salir. "No puedo ser
responsable de mis acciones si me vas a provocar de ese modo"
Ella parecía muy complacida consigo misma. "Pero tú me dijiste que
me desvistiera para ti". El coqueto tono de su voz sonó casi
malicioso.
"Eso hice". Él quería ayudarla, pero sabía que si se movía, nunca le
vería puesto aquel conjunto.
Se desprendió de sus bragas y del sujetador de encaje, entonces se
puso el corsé negro de seda por la cabeza. Le quedaba ajustado en
la cintura; sus perfectas tetas rebosaban por las copas. Se puso
lentamente el tanga a juego, cubriendo su suave coño. Su aroma
llegó hasta él, creándole un hambre voraz mientras ella se colocaba
la pieza correctamente entre las piernas.
"No puedo esperar a follarte. Y voy a disfrutar viendo como te
follan". Casi había llegado el momento. Necesitaba prepararla.
Pero ella estaba tan jodidamente caliente que tuvo que tomarse un
momento para simplemente mirar a su pequeña y perfecta hembra.
Su rubio pelo se desparramaba sobre sus hombros, y los ojos azul
cristal buscaban su cara, necesitando su aprobación. Su cremosa
piel no tenía ni una cicatriz de rasguños del bosque. Su estrecha
cintura y sus pequeños músculos le hacían un tipo perfecto.
"Date la vuelta" Ella obedeció al instante, ofreciéndole una
maravillosa vista de su redondo culo.
Él se plantó lentamente. El arma letal en sus pantalones le
dificultaba los movimientos.
"Tan jodidamente perfecto". Le abarcó el culo con las manos,
abriéndolo para revelar el elástico negro que pasaba sobre su ano y
desaparecía en el húmedo coño que él se moría por comerse.
"Quiero que tus otros dos compañeros te vean en toda tu
perfección" Apretó su espalda contra él, presionando su culo contra
el inflamado calor de su polla.
Él inhaló el lujurioso aroma de ella, besando su sedoso pelo. La
plenitud de sus pechos ofrecía una vista que atormentaría a un
santo.
"¿Disfrutarás mirando?" Se apoyó contra él, su aliento cálido y
húmedo contra la piel de él. Dios. Cómo le gustaría follarse aquel
escote.
Alcanzó su teléfono, sujeto a su cintura, y Sophie se tensó entre
sus brazos. Se dio la vuelta rápidamente, el pánico impregnaba su
olor. Percibiendo su instinto de darle una patada en venganza, él la
sujetó con fuerza.
"Todo va bien, mi sexy hembra. Pasaremos por esto juntos. Tengo
el presentimiento de que te va a encantar ser follada por los tres a
la vez".

CAPÍTULO SIETE

Sophie no podía respirar. Su corazón latía con un desenfrenado


anhelo de correr, de dejar que la mutación la recorriera para poder
protegerse. Quería enterrar su cara en el poderoso pecho de Nik y
confesarle que no estaba preparada.
"Ve al dormitorio, mi pequeña y dulce hembra". Le hizo dar la
vuelta y le dio una suave palmada en el culo.
Las piernas le temblaban mientras caminaba hacia el dormitorio.
Ella solo había estado en esta casa un par de veces, y rezó para no
meterse en la habitación equivocada. Necesitaba la privacidad de la
habitación de él, un santuario. Incluso aunque los lobos se le
unieran pronto, solo unos pocos minutos a solas podrían suavizar
sus descarnados sentidos. Su boca parecía estar más seca que un
estropajo, y sus palmas demasiado sudadas. ¿Cómo podría copular
con tres hombres cuando estaba al borde del pánico?
Pasó los dedos sobre la primera puerta que encontró. Se abrió
fácilmente al tocarla. La oscuridad no le molestaba, pero sus brazos
y piernas parecían estar débiles y temblorosas. Calmar su agitada
respiración fue imposible, pero se las arregló para subirse a la cama
y sentarse en el medio, absorbiendo la quietud de la habitación.
Barítonas voces llegaron hasta ella. Estaban aquí. Sus otros dos
machos habían llegado.
Alguien encendió la luz, robando la comodidad de las sombras. Ella
rodó para darse la vuelta, con el corazón en la garganta, y aún
cuando su coño se inflamada y vibraba.
Boqueó buscando aire. Nik estaba de pie solo en la habitación,
quitándose lentamente la ropa.
"Quiero la luz encendida, preciosa mía" Su tono la tranquilizó, la
calmó.
Ella inspiró lenta y profundamente, forzándose a relajarse.
"Quiero ver como te follan, y quiero ver como te corres con ellos"
Todos ellos follándosela, todas sus pollas enterradas en su
interior...Su coño tembló con loca, nerviosa excitación. "No sé si
puedo hacer esto", susurró, aún cuando no podía negar la
excitación que se propagaba por toda ella con un deleite febril.
Sus pezones empujaron con fuerza contra la tela del corsé. El olor
de su lujuria llenaba la habitación.
Nik se desnudó y se plantó delante de ella, su polla hinchada y
deseosa de clavarse en ella, reclamándola. A ella la boca se le hizo
agua, y la habitación parecía estar más cálida cuando ella se
arrodilló en la cama, mirando como se aproximaba con aquella dura
polla sobresaliendo delante de él. Miró más allá de él durante un
momento, pero no vio a ninguno de los otros hombres.
"Vamos a hacer esto juntos, Sophie". Nik parecía notar su
inquietud. "Quiero asegurarme primero de que estás tranquila, y
preparada para ellos".
"¿Qué debería hacer?" ¿Podría hacer esto?
Su cuerpo era un manojo de nervios. Ella había disfrutado mucho
follando con Nik, y Lukas y Jonathan eran sus compañeros de
acuerdo con la ley de la manada. En los próximos años follaría con
todos ellos muchas veces. Se recordó a sí misma las razones por
las que esto era una buena forma de romper el hielo. Todos ellos la
aceptaban, y aprendería que placeres le ofrecería cada uno de
ellos. Y Nik tenía razón; iban a hacer esto juntos. Él era su macho
alpha, su protector, y el lobo a quien amaba.
"Relájate" Nik le sonrió, gateando sobre la cama y tirando de ella
hacia él. Su boca cubrió la suya, su caliente beso
marcándola...poseyéndola. Pasó la lengua por los labios de ella,
dejando su boca cálida y húmeda. "Todos disfrutaremos de ti y te
ofreceremos un placer como nunca has conocido antes. Todo lo que
tienes que hacer es disfrutarlo".
Todo lo que tengo que hacer es disfrutarlo. Repitió sus
palabras como un mantra, ralentizando su respiración,
concentrándose en su toque. Nik bajó la cabeza, y pasó la lengua
por en medio de sus pechos. Se arqueó hacia él, agarrándose a sus
hombros. Él la cogió del culo, amasándolo y haciéndola abrirse,
exponiendo su coño.
El fuego la quemaba por allí donde la tocaba. La necesidad de que
él se la follara consumía sus sentidos.
"Quiero que me chupes la polla", le susurró en el cuello, y ella
asintió con la cabeza, aunque sabía que él no podía verla.
Cualquier cosa. Haría cualquier cosa. La puso boca arriba en la
cama, el calor de su mirada llena de deseo chamuscaba su piel. Se
colocó más cerca de modo que su polla, repleta de oscuras venas
moradas, quedó suspendida sobre su cara.
Poderosas manos agarraron su cabeza, enredando su pelo. El
almizcleño aroma de su sexo la embriagaba. Su boca estuvo de
repente demasiado húmeda, como si ella estuviese babeando de
anticipación. Apretó sus labios alrededor de su cabeza, entonces
tocó la punta con la lengua.
Su polla le llenaba la boca, la suave piel moviéndose contra sus
labios. Le provocó arcadas su tamaño, la plenitud de él empujando,
presionando, hasta que llegó al fondo de su garganta.
"Maldición Sophie. Tu boca es más caliente de lo que había soñado
que sería"
Así que ¿él había soñado con esto también? Sus halagüeñas
palabras le aseguraron que a él no le molestaría que hubiese tenido
una pequeña arcada. Sophie cerró los ojos para saborear el salado
gusto de su pre-semen. Él empujaba su polla adelante y atrás entre
sus labios, mientras su lengua se enroscaba en su dureza,
explorándolo mientras él le follaba la boca.
Su polla, su ritmo. Era todo de lo que era consciente.
Entonces unas manos le agarraron los muslos, quitándole el tanga
y abriéndole las piernas. Unos dedos le tocaron los ardientes labios
de su coño. Contuvo el aliento y se agitó cuando una suave lengua
suavizó el tórrido dolor y se hundió profundamente en su coño.
Más manos apretaron sus pechos, apretándolos y amasándolos. El
cierre de su sujetador desabrochado. Dedos pellizcando sus
pezones, enviando olas de electricidad a través de toda ella,
haciendo que su coño vibrara con sensación de hormigueo.
Alguien levantó su mano y envolvió con ella una polla.
Inmediatamente ella pasó los dedos a lo largo de la gruesa verga.
La sedosa piel se deslizaba bajo sus dedos, y la dureza se volvió de
acero mientras ella la tocaba y acariciaba. Pasando los dedos sobre
el capullo, notó el grueso diámetro de él. Cuando una gota salió
humedeciendo su dedo, ella la extendió sobre la verga, disfrutando
de lo caliente y resbaloso que resultaba.
"Estás tan jodidamente caliente" La voz de Lukas - así que debía
ser su polla lo que tenía en la mano. Ella siguió explorando,
deslizando adelante y atrás, descubriendo lo que podía acerca de su
grueso, fuerte y musculoso macho.
El placer la recorrió cuando él gimió de gusto.
"Es absolutamente preciosa" Jonathan, su obrero de la construcción
tatuado, habló desde en medio de sus piernas. Entonces bajó la
cabeza y chupó su clítoris, enviando chispazos tras sus párpados.
Sophie no podía creer que maravillosa la hacía sentir toda esta
atención y halagos. Las preocupaciones y el innecesario pánico
desaparecieron, y ella flexionó la parte interior de sus muslos,
apretando su coño contra la boca de Jonathan. Una fogosa
humedad se deslizó hacia la raja de su culo mientras él la chupaba.
La lengua de ella bailaba alrededor de la polla de Nik mientras él la
metía dentro y fuera de su boca. Su mandíbula se estiró, y sus
labios hormigueaban, lo inagotable de su poder liberándola,
haciéndola fuerte...una hechicera capaz de complacer a tres
amantes.
Movió sus dedos arriba y abajo de la polla de Lukas, más y más
segura de sus acciones mientras su verga de acero se agitaba en su
mano.
Estos tres hombres serían sus compañeros para toda la vida. Sus
gemidos le aseguraban que sería capaz de darles placer, y el
orgasmo que estaba creciendo en ella, que ella lo recibiría también
de cada uno de ellos.
"Mi pequeña loba se está divirtiendo" La voz de Nik sonó ronca. Su
reclamo personal dejó claro que ella respondería primero ante él en
esta tetra-relación. También la hizo sentirse amada.
Sacó la polla de su boca. Ella se lamió los entumecidos labios, su
boca inflamada pero llena del sabor de la polla de su macho.
Nik la apartó de los otros dos machos, alzándola de modo que
quedara sentada en la cama. Ella parpadeó, mirando entonces a los
tres lobos. Todos ellos estaban desnudos, sus ojos vidriosos de
lujuria. El aroma a sexo era espeso, afrodisíaco.
"Quiero que montes a Lukas, pequeña" Le dijo Nik.
Lukas gateó sobre la cama y se coloco a su lado. Acercándola, le
besó y pellizcó sus extra-sensibles pechos mientras ella subía sobre
él.
"Eso es pequeña", le dio valor Nik, pasándole la mano por el pelo.
"Desliza ese empapado coño tuyo sobre su polla. Puedo oler lo
húmeda que estás"
Sophie se movió y posicionó la polla de Lukas a la entrada de su
chocho. Sus músculos se abrieron para permitirle empalarla. La
presión creció en su matriz, acelerándola, creciendo mientras él se
movía más y más profundamente en su interior.
"Nik" Necesitaba saber que el estaba cerca. "Oh. Mierda"
"Eso es Sophie" Nik se puso detrás de ella.
Las manos de Nik le cogieron las caderas, empujándola más abajo
contra la polla de Lukas. Ella gritó. Luces blancas explotaron en su
cabeza...su chocho reventó en un ardiente calor líquido.
Sintiendo un peso cerca de ella, miró a través de su niebla sexual.
Jonathan se había movido a su lado en cama.
"Coge la polla de Jonathan", susurró Nik en su pelo. "Quiero que se
la chupes del mismo modo que me la chupaste a mí".
Ella se dio la vuelta hacia Jonathan, fijándose momentáneamente
en los oscuros rizos rubios que cubrían varios tatuajes en su pecho.
Bajó la mirada a su larga polla, que parecía estar tiesamente
orgullosa, mostrando sus ganas de conocerla.
Se dejó caer a cuatro patas, permitiendo que Nik controlara el
folleteo a la polla de Lukas. Jonathan deslizó su hinchado capullo y
su verga sobre su lengua, llenado su boca mientras ella cerraba sus
labios alrededor de él. Su polla sabía jodidamente bien.
Las manos de Nik excitaban su sensible culo, lubricando su
pequeño, apretado agujero con la propia cremosidad de ella. Ella
empujó contra el dedo de él, creando su propio ritmo. Se estaba
follando la polla de Lukas y el dedo de Nik, una increíble presión
creció en su culo, otro orgasmo a punto de explotar.
Su ano se tensó, fuego extendiéndose por toda ella.
"Te gusta esto ¿verdad pequeña?" Los gruñidos de Nik la volvieron
salvaje con el irrefrenable impulso de follar y ser follada. Una
dolorosa necesidad creció en su interior con la experiencia de
tenerlos a todos en su interior al mismo tiempo-
Seis manos acariciaban y tocaban su ardiente cuerpo, sus machos
rodeándola, invadiendo sus sentidos con sus aromas individuales.
Ella chupaba, follaba, su cerebro aturdido con la sobrecarga
sensual. Nik le follaba el culo con algo más que su dedo ahora,
haciéndola estirarse aún más, presionando en su interior mientras
ella cabalgaba la polla de Lukas.
Y entonces ellos la movían de nuevo. Ella a penas oyó las
instrucciones esta vez, simplemente ajustó su cuerpo para permitir
a Jonathan ponerse bajo ella. Su polla se deslizó en su interior,
golpeando en un profundo punto que Lukas no había tocado. Ella
aulló por la intensidad de la embestida, y las manos de Nik la
estabilizaron, sosteniéndola para que no cayera. Una ráfaga de
calor la recorrió, desencadenando un anhelo de más.
"Chupa la polla de Lukas, pequeña loba" El susurro alentador de Nik
pareció llenar su cabeza, ser su único pensamiento. Cuando abrió la
boca a la gruesa verga que acababa de tener en su coño, el sabor
de sí misma la saludó, espeso y cremoso, agridulce y excitante.
La polla de Nik se apretaba contra su culo, lanzando eléctricos
zumbidos de placer. Su chocho se apretaba contra la larga verga de
Jonathan, mientras su lengua revoloteaba sobre la gruesa polla de
Lukas.
Un ardiente dolor la recorrió, dejándola sin fuerza. Parecía como si
la cama se hubiese caído de debajo de ellos.
El dolor se marchitó y la polla de Nik se deslizó profundamente en
su culo, sus propios jugos empapaban la entrada facilitándole el
camino. Las dos pollas, la de Jonathan en su coño y la de Nik en su
culo, la estiraban, se frotaban contra ella, haciendo surgir un dolor
más allá de lo soportable. Ella vibró del placer al dolor, lista para
correrse pero no queriendo que esto terminase.
Chupó con ganas la polla de Lukas, y él le cogió la cabeza, bien
frenándola o simplemente controlando la dirección. No lo sabía, y
estaba muy lejos de importarle.
"Me voy a correr", gritó Lukas, conservando la boca de ella en su
polla. Caliente semilla se derramó en su lengua.
El sabor salado se filtró a través de ella como una droga. Lo lamió
hasta que él liberó su polla, dejando su boca vacía, privada de ella.
Ella jadeó y se mantuvo sobre sus manos y rodillas por sí misma,
necesitando correrse- incapaz de hacer algo más que aceptar las
múltiples sensaciones que la recorrían mientras Nik y Jonathan
embestían su chocho y su culo.
Jonathan la sacó de su coño, entonces empujó su polla contra su
boca. Ella no se cuestionó sus acciones, solo chupó y saboreó la
polla que le acababa de follar el chocho, bebiendo y tragando la
caliente explosión del orgasmo de él.
"Es mi turno pequeña". Nik agarró sus caderas con rudeza,
embistiendo duro, entonces su caliente semilla se derramó en el
interior de su culo.
Ella se sintió lo suficientemente ligera como para flotar cuando él se
deslizó fuera y su caliente semen goteó por su ardiente culo.
Jonathan la tomó entre sus brazos y la abrazó. "Eres maravillosa
Sophie. Tengo suerte de tenerte de compañera".
"Eres absolutamente preciosa". Lukas le ofreció una tímida sonrisa.
Ella sonrió, su visión borrosa y sus labios demasiado hinchados
como para formar palabras.
Unos fuertes brazos tiraron de ella, y se encontró acurrucada en el
cálido abrazo de Nik.
"Lo hiciste, mi dulce loba" El aliento de Nik le hacía cosquillas en la
oreja. "Eres la mejor compañera que podría haber soñado tener".
Ella permaneció allí, saciada y sin fuerzas. Todo lo que pudo hacer
fue sonreír cuando escuchó a Jonathan y Lukas decir adiós.
La puerta del dormitorio se abrió y se cerró, pero ella no se movió.
El calor de Nik se extendía sobre ella al estar a su lado, con sus
fuertes brazos envolviéndola. Estaba casi dormida cuando él
susurró contra su mejilla.
"Te amo, mi dulce Sophie"
Ella abrió los ojos y centró la mirada en la cara del hombre que
había adorado durante años. "Oh Nik, yo te amo también".

- FIN -

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