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Ya pasó el temblor para Cerati, recorrió la ciudad de la furia y salió intacto, fue prófugo y hasta

utilizó su cabeza como un revólver. Él tuvo una sobredosis de tv, le faltaron vitaminas, vivió
entre caníbales y hasta tuvo imágenes retro y un picnic en el 4 B, pero nunca dejó de cantar
canción animal. Tuvo muchos signos de grandeza, compró persianas americanas, participó en
juegos de seducción y hasta compartió un té para tres. Vivió sin sobresaltos, pero hoy todo es
una danza rota. Sé que no fue nada personal, pero estoy azulado con la noticia, casi en el
borde, pero, La luna roja me permitirá seguir escuchándolo incluso a un millón de años luz,
pues Soda es un disco eterno.

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