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Emociones: las enemigas del ahorro
Querido/a lector/a:
Seguro que, a lo largo de tu vida, has recibido más de un consejo para poder hacer crecer tus
ahorros. Casi todos, con buen criterio, se centran en un manejo responsable de las finanzas, de
no gastar más de lo que se tiene, de tener una visión a largo plazo… Sin embargo, en muy pocas
ocasiones nos hablan del verdadero problema a la hora de tomar decisiones financieras: las
emociones. Lo creas o no, ¡es muy difícil mantener la cabeza fría cuando se trata de nuestro
propio dinero!
Las Finanzas Conductuales, el estudio de cómo los sesgos o trampas de la mente nos influyen a
la hora de invertir, gozan hoy de una gran celebridad. De ellas vamos a hablarte en este libro.
Sin embargo, queremos que sepas que no son algo nuevo. Ennio Doris, fundador del Grupo
Medolanum, ya tuvo en cuenta, allá por XXXX(AÑO), este comportamiento en el ahorrador y lo Commented [UdMO2]: Insertar fecha, si lo veis adecuado
incorporó a su nuevo modelo de hacer banca. Así, de esta idea pionera, surgieron los Family
Bankers, los profesionales de las finanzas que acompañan al cliente a lo largo de su vida para
que puedan alcanzar sus metas, ayudándoles a tomar decisiones correctas con total objetividad.
¡Feliz lectura!
Vittorio Colussi
Consejero Delegado de Banco Mediolanum
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1. Por qué con nuestro ahorro tomamos decisiones sin sentido
Eres de los que…¿Eres de los que ¿siempre encuentra una excusa para no ahorrar?; ¿Pprefieres
asegurarte una ganancia baja, aun teniendo la posibilidad de obtener muchos más beneficios??;
¿Ccontratas un seguro sabiendo que no lo vas a usar?; ¿Aacabas picando en el súper y te llevas un
montón de supuestas ofertas de productos que no pensabas comprar? Tranquilo/a. No pienses que
eres un dejado con poca ambición, un derrochador y consumidor nato. Este comportamiento nos
afecta a todos y tiene explicación, además de solución.
Vayamos al principio. Este modo de actuar lo estudia la Economía Conductual, una disciplina que
defiende que, ante decisiones sobre el dinero, la felicidad e, incluso, la salud, las personas somos
seres limitados a la hora de razonar y nos dejamos influenciar por nuestras emociones, los prejuicios,
los influencers de turno. No tenemos autocontrol. Nuestra mente no piensa, actúa rápido y por
instinto, buscando atajos para tomar el camino más fácil. El clásico “¡piensas con el corazón y no con
la cabeza!” pero aplicado a cuestiones del bolsillo, donde, además, los humanos tropezamos siempre
con la misma piedra.
Trasladando la teoría a la vida real, ¿cómo hacer que cumplamos con nuestras obligaciones fiscales?
¿Amenazando por carta? ¿Sancionando? En EE. UU. se ha demostrado que los contribuyentes son
más diligentes cuando se les informa de que la mayoría de los ciudadanos ha presentado ya su
declaración de la renta. Otro ejemplo: ¿cómo conseguir que consumamos menos energía? Avisando
al cliente de que su gasto está por encima de la media. Si estos nudges los aplicamos a cuestiones
del ahorro, ¿cómo lograr que se invierta para la jubilación? Adhiriendo todo asalariado a un plan de
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empleo (planes de pensiones proporcionados por la empresa), de tal manera que un porcentaje ya
prefijado de la nómina se destine a este producto financiero. Sirva de botón de muestra el Reino
Unido, donde toda compañía está obligada a ofrecer este vehículo de inversión (algo que no ocurre
en nuestro país) a sus trabajadores. El resultado es que la tasa de ahorro en planes de pensiones está
por encima del 55% frente al 16% de España, según datos de Eurostat.
La cuestión no es baladí, y políticos como Barack Obama o David Cameron llamaron durante sus
gobiernos a las puertas de la Economía Conductual para poner en práctica estas medidas financieras.
Es lo que Thaler llama paternalismo libertario. No se trata de obligar. Todo lo contrario, la idea es
dejar libertad a cada uno, pero facilitándole el camino. Solo así, el éxito del nudge está garantizado.
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2. Siempre hay alguien más tonto
El más tonto, al que hace referencia la teoría, es la última persona en pagar y la que se queda con el
objeto sobrepreciado justo antes de que la realidad caiga por su propio peso y la burbuja pinche.
Este momento es llamado por algunos como momento Minsky. Bautizado así por el economista
Hyman Minsky, que en 1992 creó la hipótesis de la inestabilidad financiera, básicamente hace
referencia al momento en el que los mercados recuperan la cordura y al más tonto le toca bailar
con la más fea.
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rápidamente con un pelotazo”. Las burbujas especulativas, tarde o temprano, revientan y provocan
grandes pérdidas a los inversores emocionales y el desplome de los mercados por la rápida
depreciación o las ventas masivas de los activos. De modo que, antes de lanzarte a comprar algo que
“está de moda” cueste lo que cueste, piensa antes sobre si el precio real de ese activo está
determinado no por su propio valor, sino por las expectativas de quienes quieren lucrarse con ellos
en el mercado.
Imaginad Imagina a un ahorrador que siempre invierta en el peor momento. Pues así es Bob, el
protagonista de un artículo que Ben Carlson publicó en su blog A Wealth of Common Sense en
febrero de 2014 y que reproducimos aquí con su autorización.
Te presento a Bob
Un tipo que era pésimo tratando de adivinar los mejores momentos para invertir. Su historia como
inversor empieza en 1970, a los 22 años. Era un ahorrador diligente y planificado. Su plan consistía
en ahorrar 2.000 dólares anuales durante la década de los setenta e ir aumentando esa cantidad
cada década, hasta que se jubilara a los 65 años, a finales de 2013. (Es decir, 4.000 dólares anuales
en los ochenta; 6.000 al año en los noventa y, después, 8.000 dólares anuales hasta su retiro).
Empezó ahorrando 2.000 dólares anuales en su cuenta hasta que tuvo 6.000 dólares para invertir a
finales de 1972. Su problema como inversor es que solo tenía el valor para invertir su dinero después
de que el mercado hubiese subido mucho.
Así que todo su dinero fue a parar a un fondo índice que reproducía la evolución del S&P 500 (sé que
no existía este tipo de fondos en 1972, pero permíteme la licencia… Mira los supuestos al final del
artículo). Bob invirtió en el punto álgido del mercado justo antes que este cayera un 50% en 1973-
74. A pesar de todo, Bob tenía una virtud que le acabaría salvando, ya que, desde que empezó a
invertir, nunca vendió sus participaciones. Se aferraba a ellas como si le fuera la vida por temor a
equivocarse en el momento de vender.
La elección de los momentos en los que invertía su dinero no favorecía a Bob, con lo que siguió
dejando sus ahorros invertidos como lo había hecho antes. Tras el batacazo de 1987, no se vio de
nuevo con la confianza para invertir hasta el siguiente momento álgido de la burbuja de las puntocom
a finales de 1999. Tenía 68.000 dólares ahorrados en su cuenta. La compra de esa vez, en diciembre
de 1999, fue justo antes de una caída del 50% que se prolongó hasta 2002. Esa decisión de compra
dejó a Bob con más cicatrices, pero consideró que aún tenía que hacer una última gran inversión con
sus ahorros antes de retirarse.
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La inversión final llegó en octubre de 2007, cuando invirtió los 64.000 dólares que había estado
ahorrando desde el año 2000. Completó su horrible cadena de despropósitos comprando justo antes
de otro desplome del 50% por la crisis de las subprime. Después de la crisis financiera, decidió
continuar ahorrando en el banco (otros 40.000 dólares), pero mantuvo sus inversiones en renta
variable hasta la jubilación a finales de 2013.
Recapitulando, Bob fue un inversor pésimo al tratar de adivinar el momento perfecto para invertir,
ya que todas sus inversiones en el mercado de renta variable se hicieron en máximos de mercado,
justo antes de los grandes desplomes. Aquí están las fechas de inversión, con las caídas de mercado
que sucedieron y la cantidad invertida por fechas:
Commented [UdMO3]: A diseño se le proporcionará la
imagen en alta calidad
Formatted: Centered
Afortunadamente, y aunque Bob era incapaz de acertar el momento perfecto, nunca vendió. No lo
hizo después del mercado bajista de 1973-74, ni tras el Lunes Negro de 1987, ni después de la crisis
tecnológica de 2000 o de la crisis financiera de 2007-09. Nunca vendió una sola participación.
Entonces ¿cómo le fue? A pesar de que solo compró participaciones en el punto álgido del mercado,
Bob acabó siendo millonario con 1.100.000 de dólares.
Obviamente, este relato tiene una finalidad meramente ilustrativa y no recomendaría asumir una
cartera compuesta al 100% en un único mercado, en el S&P500, a menos que se tenga una elevada
tolerancia al riesgo. Incluso entonces, una cartera más equilibrada en diferentes mercados globales,
con una política de reequilibrio sólida, tendría más sentido.
Y si simplemente hubiera entrado en el mercado con inversiones periódicas anuales, habría
terminado con mucho más dinero (más de 2,3 millones de dólares). Pero entonces no sería Bob, el
inversor que peor escogía los momentos para invertir.
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Ahorrar más, visión a largo plazo y dejar que el interés compuesto trabaje para nosotros son los
mayores catalizadores para crear riqueza. Estos factores no tienen nada que ver con la selección de
acciones o una estrategia de inversión compleja. Si aplicas correctamente estos grandes principios,
cualquier estrategia de inversión disciplinada debería resultar efectiva.
Supuestos y disclaimers: Esta es una historia ficticia y en ningún modo pretende decirte cómo invertir
tu dinero. Hay que tener nervios de acero para mantener el 100% de tu cartera en renta variable
durante décadas. Este es un simple ejercicio sobre el poder de la visión a largo plazo y el interés
compuesto. He utilizado el S&P 500 menos un 0,20% de gastos desde 1972 hasta 1977 cuando el
fondo Vanguard 500 tuvo su año completo. A partir de 1977 he utilizado el fondo Vanguard 500, por
lo que son resultados de un fondo real y no puramente hipotético.
Esperamos que la historia de Bob os te haya ayudado a comprender mejor la importancia del
ahorro y algunos principios que todo buen inversor debe seguir.
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4. ¿Hombres y mujeres invierten igual?
¿Influye el género a la hora de invertir? ¿Existen prioridades de ahorro distintas por el hecho de ser
un hombre o una mujer? ¿Actuamos igual ante nuestro dinero con el paso de los años? Entre muchos
otros aspectos, la neuroeconomía, la parte de la neurociencia que se encarga de estudiar cómo
tomamos decisiones financieras, también estudia cómo reacciona nuestro cerebro en función de
nuestro sexo (y también de la edad).
“El cerebro del hombre y de la mujer son similares, pero tienen pequeñas diferencias. No son ni
buenas ni malas, todo depende de cada contexto”. Lo dice Pedro Bermejo, neurólogo, doctor en
neurociencias y máster en biología del comportamiento. Según el autor de libros
como Neuroeconomía, Quiero tu voto y El cerebro del inversor, estas diferencias de género son
“complementarias y nos han ayudado a evolucionar como especie”.
La genética predispone
Cuando vamos a tomar una decisión financiera, se nos activa una parte del cerebro que se
llama sistema de recompensa cerebral, que analiza las características positivas de esa elección. Pues
bien, ese sistema de recompensa cerebral funciona con un neurotransmisor que es la dopamina.
Como señala el autor de El cerebro del inversor, “existen determinados estudios que vinculan
determinados genes relacionados con la dopamina con el hecho de tener mejor y peor resultado
financiero”.
Factores externos
Además de la genética, hay factores externos que pueden influir en nuestra predisposición o
reticencia a invertir.
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La luz. De momento, ningún estudio certifica la incidencia de la contaminación (más allá de algún
tipo de alteración o lesión cerebral). En cambio, “cuanta más intensidad lumínica, más eufóricos
estamos”, comenta Bermejo. “Y eso nos abre a tomar decisiones arriesgadas”. Trasladado al paso
de las estaciones, “en enero no se invierte lo mismo que en agosto. Y en el mismo mes, la gente
tiende a invertir más en un día soleado que en un día gris”, concluye el doctor en neurociencias.
También influye el paso del tiempo. A lo largo de los años, la testosterona baja y, por lo tanto, según
lo que puntualiza Pedro Bermejo: “somos menos agresivos respecto a las inversiones”. Es más, en
edades avanzadas, a partir de los setenta y cinco años aproximadamente, cambian las estructuras
cerebrales y solemos basarnos más en la confianza.
Y ahí es donde entra la figura de un profesional de las finanzas. Un asesor formado, alineado con
nuestras circunstancias, pero con la suficiente distancia para evitar que gestionemos nuestro ahorro
atrapados por la euforia de los mercados o arrastrados por el pánico de los mismos. Un profesional,
que en Banco Mediolanum llamamos Family Banker, que se muestra empático con nuestros sueños,
pero decisivo para que nuestras hormonas o estructuras cerebrales no perjudiquen nuestras
decisiones. Sin duda, contar con su ayuda para alejarnos de todos los condicionantes que hemos
conocido y que, queramos o no, influyen en nuestras decisiones financieras.
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5. No sigas a gurús financieros, ¡sigue a tu plan de ahorro a largo plazo!
5. Probablemente, uno de los errores más comunes del inversor poco experimentado es dar una
gran importancia a las opiniones de uno o varios gurús financieros, a la vez que abandona su
planificación periódica de ahorro a largo plazo. ¿Por qué? Pues porque piensa que es el camino más
rápido. Intentar obtener una mejor rentabilidad con las oscilaciones del mercado pronosticadas por
estos “sabios” o “influencers” de los mercados es, a todas luces, un riesgo que nos puede traer una
gran sensación de fracaso al estar jugándonosla por una corazonada.
Probablemente, uno de los errores más comunes del inversor poco experimentado es dar una gran
importancia a las opiniones de uno o varios gurús financieros, a la vez que abandona su planificación
periódica de ahorro a largo plazo. ¿Por qué? Pues porque piensa que es el camino más rápido. Intentar
obtener una mejor rentabilidad con las oscilaciones del mercado pronosticadas por estos “sabios” o
“influencers” de los mercados es, a todas luces, un riesgo que nos puede traer una gran sensación de
¿Quieres ver crecer de verdad tus ahorros? ¡Diseña tu plan de ahorro partiendo de estos consejos!
Eso sí, siempre con un profesional al lado. Formatted: Font: (Default) +Body (Calibri), 10.5 pt, Font
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Los gurús no son infalibles color: Custom Color(RGB(68,68,68))
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Jim Rogers, presidente de Rogers Holding y cofundador del Quantum Fund, con más de 54 años de At least 12 pt, Font Alignment: Baseline, Pattern: Clear
experiencia en el mundo de las inversiones, es uno de los grandes inversores en el mundo, que hizo (White)
su fortuna durante la crisis de los años setenta. ¿Cómo? Invirtiendo en materias primas y metales
preciosos. Su leyenda nació cuando, bajo su gestión, su cartera llegó a conseguir una rentabilidad del
4.200%, mientras que el S&P500 lograba una rentabilidad del 47%.
Por esa razón, muchos perciben a Rogers como un gurú. Sin embargo, los inversores que han
seguido sus avisos catastrofistas iniciados en el año 2011 han sufrido un elevado coste de
oportunidad, es decir, el que supone no realizar la inversión frente a las diferentes alternativas a su
alcance.
Noviembre de 2011: “El mundo se enfrentará a otra crisis financiera definitiva debido a los
problemas en Europa”.
¿Acertó en su pronóstico? No. El mundo no se enfrentó a una nueva crisis financiera por los
problemas de la deuda soberana europea. De hecho, quedaron focalizados en el Viejo Continente.
Prueba de ello es que el diferencial entre la bolsa estadounidense y la europea se amplió en esos
años, algo que refleja la fortaleza de Estados Unidos.
Año 2012: “La Sra. Merkel tiene unas elecciones el próximo año y Obama en noviembre. Los
estadounidenses y los alemanes quieren hacer todo lo posible para mantener el mundo estable
hasta después de las próximas elecciones. Todo irá mal después de las elecciones”.
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Rogers se refería a las elecciones estadounidenses en las que Obama que fue reelegido en 2012 y los
comicios alemanes en 2013 en las que Merkel también se mantuvo en el poder. Al finalizar el año
2013, el S&P500 ofreció una rentabilidad del 29,60%, más del triple de la rentabilidad media
nominal del índice. ¡Imagínate cuánto habrían perdido ese año los inversores de haber seguido su
consejo!
En el año 2015, el S&P500 cerró con una rentabilidad negativa del 0,73%, por lo que no podemos
hablar ni de desplome bursátil ni tan siquiera de una corrección normal, que tiende a situarse entre
el 5 y el 10 por ciento. Es más, si tenemos en cuenta los dividendos, la rentabilidad del índice
estadounidense fue positiva, en concreto, de un 1,19%.
Año 2016: “Un colapso 'bíblico' de 68 billones de dólares está listo para aniquilar a millones de
estadounidenses”.
Un colapso que, a pesar de “estar listo”, al parecer se está retrasando bastante. En el año 2016, la
rentabilidad del S&P500 fue del 9,84%. En 2017 subió hasta el 18,74% y en lo que va de 2018 se sitúa
en un 4,66%.
Atendiendo a estos datos que te acabamos de presentar, saquemos conclusiones. ¿Cuál habría sido
el coste de oportunidad máximo soportado por los inversores que hubieran seguido a Rogers? El
inversor que se hubiera apartado del mercado tras escuchar la visión catastrofista de Rogers en
noviembre de 2011 habría perdido hasta 1.154 puntos adicionales en la revalorización del índice, lo
que supone una rentabilidad del 125%. En definitiva, ¡una gran oportunidad perdida!
Obviamente, algún año, Jim Rogers, por simple estadística, acertará. Recordemos que, los mercados
bajistas aparecen tarde o temprano y ofrecen. Sin embargo, las subidas de los índices en el largo
plazo compensan los descensos, lo que significa que finalmente aportan valor al inversor. Por todo
ello, el verdadero inversor a largo plazo no pierde el tiempo en seguir las opiniones de los
diferentes gurús financieros y continúa cumpliendo su plan de ahorro para alcanzar sus objetivos de
inversión.
El verdadero inversor sabe que no necesita un gurú, necesita a un profesional de las finanzas que le
acompañe para, juntos, decidir las mejores soluciones a sus circunstancias presentes y futuras.
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6. Keep calm! Deja que el largo plazo trabaje por ti
Cada uno de nosotros adolecemos de determinadas trampas mentales que distorsionan nuestra
visión de la realidad y, peor aún, que nos condicionan en la toma de decisiones del día a día. Si
hablamos de mercados financieros, los inversores no son ajenos a esas trampas de la mente y cada
oscilación en bolsa es vista, por muchos, como un puñal que se clava en lo más profundo de uno
mismo.
Cuando la bolsa cae un cinco o un diez por ciento —una corrección muy habitual en mercados
alcistas—, muchos inversores sufren esas pérdidas latentes de manera muy intensa y llegan a
replantearse si es correcto lo que están haciendo. Ese sesgo de negatividad por toda noticia adversa
que pueda darse en el corto plazo y que se plasme en caídas bursátiles se traduce en una
preocupación que nos evoca recuerdos, crea visiones de potenciales escenarios futuros y altera el
juicio del inversor sobre sus finanzas personales. ¿Y si sigo perdiendo? ¿He comprado en el momento
equivocado? ¿Debería haber esperado?
Por ello, enEn ese contexto específico y derivado de esas intensas emociones vividas en el corto
plazo, algunos buscan hacer timing, es decir, entrar y salir constantemente del mercado. Así tratan
de obtener mejores rentabilidades aprovechando esos vaivenes del mercado que se van
produciendo en el corto o medio plazo. En otras palabras, se alejan de una planificación de la
inversión a largo plazo para evitar esas emociones derivadas de la exposición al mercado.
El timing exige capacidad de anticipación, para aprovechar esas fluctuaciones del mercado en el
corto plazo. Es algo parecido a lo que nos encontramos cuando estamos en un supermercado y
decidimos repentinamente cambiarnos de fila porque pensamos que la otra se mueve más rápido
(hasta que lo hacemos y entonces empieza a avanzar más lentamente).
Decidir sobre factores que escapan a nuestro control carece de sentido porque no tenemos
influencia alguna sobre ellos y, lo peor de todo, es que, cuando lo hacemos en el mercado, todas
esas decisiones continuadas tienen un coste, un impacto monetario que mengua la rentabilidad
final del inversor.
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Pero, a pesar de la imposibilidad de anticipación y a los mayores costes en los que se puede incurrir,
¿es realmente una opción beneficiosa buscar el timing del mercado?
Para ello, Samuel Lee, asesor de inversiones de SVRN Asset Management, publicó un estudio que
abarcaba desde mediados de 1926 hasta finales de 2016. En él se probaba una estrategia básica: un
inversor adoptaría una estrategia por la que compraría después de una caída del 10% y se
mantendría durante al menos 12 meses o hasta que los precios de las acciones volvieran a los niveles
anteriores a la caída. Luego recogería el dinero y volvería a repetir la misma estrategia.
Esta estrategia nos evitaría parte de esos sesgos de negatividad que se producen en determinadas
coyunturas, principalmente porque nos impediría permanecer en el mercado en todo momento.
Pero ¿realmente habría funcionado? Vayamos a los resultados.
Si bien es cierto que permaneciendo en todo momento en el mercado el inversor asume más
volatilidad, es decir, una mayor intensidad en la variación de los precios, esa misma volatilidad queda
compensada por unos resultados de rentabilidad sobresalientes. De hecho, Lee concluye que, por
cada punto porcentual de volatilidad, la estrategia de comprar tras la caída proporcionó un 0,14%
de rentabilidad adicional, muy inferior a los resultados de comprar y mantener, que aportó al
inversor un 0,34% por cada punto porcentual de volatilidad.
Y es ese miedo a la volatilidad de permanecer constantemente en mercado lo que nos puede llevar
a tomar malas decisiones en el corto plazo, que, como hemos visto, deterioran severamente la
rentabilidad final a largo plazo. En consecuencia, sea cual sea la coyuntura del mercado, nuestro plan
de inversiones está orientado en el largo plazo. Siéntate, relájate y deja que el largo plazo y el
interés compuesto trabajen por ti.
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Ahorrar: tu mejor meta
Ahora que ya conoces todos los efectos y las reacciones neurológicas que interfieren a la hora de
mantener una buena salud financiera, ¡es momento de aplicar lo aprendido!
Si quieres tener verdadero control en tus ahorros y tomar decisiones financieras alejadas de los
sesgos y los comportamientos emocionales que influyen en contra de tus intereses… ¡es momento
de contar con un asesor financiero!
A igual que los atletas se apoyan en sus entrenadores personales, tú puedes contar con el apoyo de
del Family Banker de Banco Mediolanum, el profesional de las finanzas cercano y siempre disponible
que te asesorará de forma objetiva e imparcial y diseñará contigo una estrategia personalizada para
conseguir tus objetivos económicos.
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Commented [UdMO4]: La imagen lleva un link trackeado a
la página “hazte cliente”.
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