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El Arraigo

El arraigo es una medida restrictiva de la libertad personal que tiene por objeto disponer la permanencia del
inculpado en el territorio nacional, permanencia que facilita y hace más oportuna la comparecencia del inculpado al
juicio
Con la dictación de la Ley 18.288, publicada en el Diario Oficial de fecha 21 de enero de 1984, se
incorporó definitivamente a1 Código de Procedimiento Penal la institución del arraigo.

Presunción de inocencia
Definición: El derecho a la presunción de inocencia constituye un estado
jurídico de una persona que se encuentra imputada, debiendo orientar la
actuación del tribunal competente, independiente e imparcial preestablecido
por ley, mientras tal presunción no se pierda o destruya por la formación de la
convicción del órgano jurisdiccional a través de la prueba objetiva, sobre la
participación culpable del imputado o acusado en los hechos constitutivos de
delito, ya sea como autor, cómplice o encubridor, condenándolo por ello a
través de una sentencia firme fundada, congruente y ajustada a las fuentes del
derecho vigentes.
El derecho a la presunción de inocencia forma parte del bloque
constitucional de derechos, porque está asegurado y garantizado tanto en la
Convención Americana de Derechos Humanos como en el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos.

Historia: la tradición humanista que ya encontramos en Ulpiano en su Corpus


Juris Civiles, en el cual precisa que "nadie puede ser condenado por sospecha,
porque es mejor que se deje impune el delito de un culpable, que condenar a
un inocente", lo que será arrasado por las practicas inquisitivas de la baja Edad
Media que se proyectaron hasta los tiempos modernos, donde el imputado
era considerado culpable, mientras no desvirtuara las conjeturas de
culpabilidad demostrando su inocencia.
En el pensamiento del siglo XVII, Voltaire será quién más claramente rechazará
la práctica de las ordenes de castigar sin oír al inculpado y sin prueba, planteó
el juicio oral y público, la asistencia judicial por abogado y el sistema de íntima
convicción del juez en la valoración de la prueba.
Sin embargo, será Francesco Carrara, como señala Ferrajoli, el que elevó el
principio de inocencia a postulado esencial de la ciencia procesal y a
presupuesto de todas las demás garantías del proceso.
Es en la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en su
artículo 9, que se positiva la presunción de inocencia (A todo hombre se le
presume inocente mientras no haya sido declarado culpable).
Será al término de la Segunda Guerra Mundial que la presunción de inocencia
adquirirá estatus de derecho humano en el artículo 11.1 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948, el cual dispone
"Toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley".
Y por último, La Convención Americana de derechos Humanos o pacto de san
José de Costa Rica, en su artículo 8, párrafo I, determina:
"Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
en cuanto no se compruebe legalmente su culpabilidad".

Sentido y alcance: La consideración de la presunción de inocencia como un


derecho fundamental, implica que sólo puede ser regulado por la potestad
legislativa, la que tiene como límite la no afectación de su contenido esencial;
como derecho es de aplicación directa e inmediata y obliga a todos los órganos
y agentes del Estado. Este derecho se encuentra relacionado con el principio
in dubio pro reo como criterio auxiliar; constituye además un criterio básico
que condiciona la interpretación de las normas jurídicas en cuanto ellas deben
interpretarse conforme a la Constitución y los derechos fundamentales en una
interpretación finalista y sistemática.
Se ha estructurado la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, la cual ha determinado que "el derecho a la presunción de inocencia
es un elemento esencial para la realización efectiva del derecho a la defensa y
acompaña al acusado durante toda la tramitación del proceso hasta que una
sentencia condenatoria que determine su culpabilidad quede firme. Este
derecho implica que el acusado no debe demostrar que no ha cometido el
delito que se le atribuye, ya que el onus probandi corresponde a quién acusa".
Objeto: El principio de inocencia busca evitar los juicios condenatorios
anticipados en contra del inculpado, sin una consideración detenida en la
prueba de los hechos y la carga de la prueba, como asimismo obliga a
determinar la responsabilidad del acusado a través de una sentencia fundada,
congruente y acorde a las fuentes del derecho vigentes.
Fuente normativa:
Código procesal penal
Artículo 4º.- Presunción de inocencia del imputado. Ninguna persona será
considerada culpable ni tratada como tal en tanto no fuere condenada por
una sentencia firme.
en el artículo 19 N°3, donde sólo se establece en su inciso sexto:
"La ley no podrá presumir de derecho la responsabilidad penal".

El principio de no autoincriminación
El principio de no autoincriminación tiene una larga tradición. Su fuente más
directa se encuentra en la máxima latina Nemo tenetur prodere seipsum
(nadie está obligado a traicionarse a sí mismo) tomada por el derecho común
europeo directamente desde el Corpus iuris canonici. Actualmente, el
principio se encuentra ampliamente incorporado a las declaraciones
internacionales de derechos humanos y a los catálogos de garantías
constitucionales de los Estados.
El principio de no autoincriminación no parece haber tenido el mismo
significado y alcance en todas las épocas y en todos los lugares. Por el
contrario, incluso si miramos la realidad normativa de nuestro país, parece
evidente que el principio ha tenido a lo menos tres alcances o formas de
concreción que pueden ser consideradas por separado: en un primer sentido,
el principio de no autoincriminación se ha identificado con el derecho a no
prestar juramento al momento de prestar declaración; en un segundo sentido,
se lo ha identificado con el derecho a permanecer callado o derecho al silencio;
finalmente, en un sentido más amplio, ha sido asociado al derecho del
imputado a que su persona no sea utilizada como fuente de prueba
incriminatoria en contra de sí misma.
El derecho a no prestar juramento
En nuestro país, el principio de no autoincriminación ha sido tradicionalmente
identificado con una prohibición constitucional y legal de tomar juramento al
imputado al momento de prestar declaración.
Nuestra CPR en su art. 19 Nº 7º letra f) afirma exactamente eso cuando declara
que "En las causas criminales no se podrá obligar al inculpado a que declare
bajo juramento sobre hecho propio. En la misma medida en que el imputado
no era obligado a prestar juramento, sin embargo, las autoridades de la
persecución penal tenían un amplio derecho a interrogarlo, sin que éste
pudiera hacer cesar el interrogatorio de manera alguna.

Libertad provisional y medidas cautelares personales


Hasta antes del año 1976 existía en Chile un régimen de delitos inexcarcelables, esto es, en los

procesos por aquellos delitos considerados más graves la prisión preventiva era necesaria a lo

menos por un cierto plazo, no estando autorizado el juez a levantarla. En ese año, el gobierno

militar introdujo el Acta Constitucional Nº 3, que estableció que la libertad provisional podía ser

otorgada en todo caso por el juez, suprimiendo por esta vía los delitos inexcarcelables. Ese

mismo criterio fue incorporado a la Constitución de 1980 y posteriores reformas fueron

ampliando la posibilidad de otorgar la libertad provisional, haciendo cada vez más claro que la

facultad de decidir entre ésta y la prisión preventiva era una facultad judicial que no

podía ser restringida por la ley.

No obstante la importante evolución que representó el paso desde un régimen de delitos

inexcarcelables a otro en que la decisión entre libertad provisional y prisión preventiva es una

facultad judicial, el sistema del Código de Procedimiento Penal continuó funcionando sobre la

base de lo que podemos calificar como un sistema de coerción necesaria. Esto es, que el

proceso penal supone, en todo caso y necesariamente, un régimen de coerción sobre el

imputado, sea por la vía de la prisión preventiva (régimen de coerción cerrado) o por la de la

libertad provisional (régimen de coerción abierto). La coerción constituida por la primera es

obvia, ya que se traduce en la privación de libertad, pero la segunda también es una forma de
coerción, ya que quien está en libertad provisional no está en libertad plena, como el resto de

los ciudadanos, sino sujeto a una serie de restricciones: no puede salir del país, no puede

ejercer derechos políticos, recibe una anotación en su prontuario, así como una serie de otros

detrimentos en sus facultades.

Los supuestos de las medidas cautelares personales

De acuerdo con la presunción de inocencia, el estatuto normal del imputado durante el proceso

es el pleno goce de sus derechos constitucionales, esto es, mientras no exista una sentencia

que establezca la existencia de los supuestos de la responsabilidad penal, el imputado debe, en

principio, ser tratado como cualquier otro ciudadano. Precisamente el objetivo del proceso es el

de esclarecer, por medio de una sentencia, si se dan o no las condiciones que habilitan la

afectación de los mismos por medio de una pena (art. 4º CPP).

Antes de comenzar el análisis pormenorizado de estos dos supuestos, creemos importante tener

una visión estadística del uso que ha tenido la prisión preventiva en la reforma, las que indican

que durante el año 2005 un total de 14.603 imputados fueron sometidos a prisión preventiva, lo

que equivale al 18,6% de los imputados formalizados.

Conforme al artículo 140 letras a) y b) del Código Procesal Penal, para que el juez pueda

ordenar la prisión preventiva debe considerar que los antecedentes presentados demuestran la

existencia de un hecho punible y dan cuenta de presunciones fundadas de participación del

imputado.

Las medidas cautelares personales exigen que el juez pondere la necesidad de las medidas
solicitadas por el fiscal. Esto es, que considere, por una parte, cuál es el riesgo de que el
comportamiento del imputado constituya una amenaza para el adecuado desarrollo del proceso y
la aplicación de la sentencia y, por otra, la efectiva utilidad de la o las medidas solicitadas para evitar
o disminuir ese riesgo. Lo anterior deberá hacerlo sólo una vez

que se estime que se ha cumplido el supuesto material, ya que de no ser así, aunque aparezca

de manifiesto la necesidad de cautela, es improcedente discutir acerca de la posibilidad de

decretar la prisión preventiva.

La Constitución, en su artículo 19 Nº 7 letra e), y el Código, en el artículo 140 letra c), establecen

en forma taxativa cuáles son los objetivos procesales que pueden ser objeto de protección, y

frente a qué tipo de riesgos precisos de afectación de esos fines se puede reaccionar con la
adopción de medidas de coerción. Dicho de otra manera, el Código establece cuáles son las

justificaciones que pueden legítimamente invocarse para solicitar medidas cautelares

personales. A su vez, en la lógica del sistema acusatorio se establece que la carga de su

petición y prueba corresponden siempre al fiscal.

Límites

1. El principio de proporcionalidad

Definido el carácter accesorio y excepcional de las medidas cautelares (art. 122 CPP), el

siguiente paso lógico es el de reconocer que estas medidas no pueden nunca trascender los

fines a los que están ordenadas. Esto es, si se trata de medios para permitir la discusión y

decisión sobre la procedencia de una pena, no pueden de ningún modo anticipar la aplicación,

ni menos superar el monto, de la pena que se discute, porque esto significaría poner los medios

por sobre los fines y hacer irrelevante el proceso mismo, dado que su eventual consecuencia

habría sido resuelta de facto por anticipado.

Las consecuencias concretas de esta idea son dos: por una parte, que las medidas cautelares

en general, o alguna en particular, deben ser excluidas cuando se trata de procesos de delitos

de baja gravedad en que de seguro, o muy probablemente, la pena será inferior en su monto a

cualquier medida que se adopte.

Por otra parte, que la duración de las medidas cautelares debe ser siempre limitada, teniendo en

consideración el monto de la pena arriesgada por el imputado, no sólo en cuanto las medidas

cautelares no pueden superar ese monto, sino que ni siquiera deben aproximarse a él, porque,

en tal caso, quitan relevancia a la sentencia, la que vendría a pronunciarse sobre algo ya

resuelto de facto.

2. Las medidas cautelares personales en el tiempo

Desde el punto de vista del juez y del sistema judicial, la mantención de medidas coercitivas

tiene siempre un alto costo en términos de la legitimidad del proceso, en cuanto éstas siempre

vulneran la presunción de inocencia, se aplican a quien legal y constitucionalmente debe ser

tenido como inocente y que puede además resultar finalmente absuelto. Por lo tanto, los jueces

estarán siempre interesados en su acortamiento y la resolución pronta del conflicto por la vía de

la sentencia.
Desde el punto de vista del imputado, la prolongación de la prisión preventiva pone en juego su

derecho a ser juzgado en un plazo razonable o a ser puesto en libertad, establecido en los

tratados internacionales de derechos humanos vigentes en Chile.

El recurso constitucional de amparo

Concepto de recurso de amparo


Recurso de amparo es el poder jurídico que tiene todo individuo de pedir al órgano
jurisdiccional la protección de su derecho a la libertad personal y a la seguridad
individual en los casos y en la forma determinados por la Constitución y las leyes.

6. El recurso de amparo en la Constitución


de 1980
a. Por primera vez en la historia constitucional del país se consagra como derecho
constitucional expreso "El derecho a la libertad personal y a la seguridad individual",
en la
forma y en los casos determinados por la Constitución y las leyes;
b. Puede ocurrir de amparo todo individuo que se hallare arrestado, detenido o preso
con
infracción de lo dispuesto en la Constitución o las leyes. Sobre este punto cabe
observar
que el texto constitucional distingue tres situaciones, a saber: la del arrestado, el
detenido
y el preso, si bien a todos ellos les reconoce el arbitrio. Sin embargo, mientras las
expresiones "detenido o preso" están definidas o conceptualizadas por la legalidad
positiva, la tercera de las situaciones citadas, vale decir el arresto, aparece sólo
mencionado en aquélla. Esto ocurre generalmente para indicar que el arresto es un
tipo de
apremio impuesto a quien desobedece una orden judicial, o que se trata de una
medida
disciplinaria aplicada en el ámbito castrense, o, por último, que es una medida
preventiva
para proteger la seguridad nacional en determinados Estados de
Excepción Constitucional, como ocurre a propósito del Estado de Sitio, según el
artículo
41 Nº 2;
c. La infracción motivante del amparo puede ser a lo dispuesto en la Constitución o en
las
leyes.
d. De acuerdo con lo dispuesto en el inciso 3º del artículo 21, puede ser deducido el
recurso
de amparo en favor de toda persona que ilegalmente sufra cualquiera otra privación,
perturbación o amenaza en su derecho a la libertad personal y a la seguridad
individual.
La respectiva magistratura dictará en tal caso las medidas conducentes al
restablecimiento
del imperio del derecho y a la debida protección del afectado.
En este orden de ideas, vale la pena dejar constancia de que en la Constitución de
1980
se ha reconocido, en forma expresa, que el recurso de amparo tiene la posibilidad de
ser
deducido con carácter preventivo, es decir, ante amenazas contra el derecho a la
libertad
personal y la seguridad individual, aunque no se haya consumado la tentativa de
privación
o perturbación de ellas.

Actualmente:
La Constitución estatuye que las medidas de suspensión o restricción de la libertad
personal
adoptadas durante el Estado de Asamblea, como igualmente las órdenes de traslado
de
personas, arresto de ellas, su expulsión del territorio nacional, la restricción de la
libertad de
locomoción y la prohibición a determinadas personas para entrar y salir del territorio,
durante el
Estado de Sitio, son las únicas permitidas a la autoridad que la misma Ley Fundamental
señala
como competente y respetando, en la forma y en el fondo, lo dispuesto en ella y en la
ley. Pues
bien, se torna obvio que si no se cumplen los tres requisitos copulativos enunciados, el
recurso
de amparo es perfectamente procedente.
7º.- El derecho a la libertad personal y a la seguridad individual.
En consecuencia:
a) Toda persona tiene derecho de residir y permanecer en cualquier
lugar de la República, trasladarse de uno a otro y entrar y salir de su
territorio, a condición de que se guarden las normas establecidas en la
ley y salvo siempre el perjuicio de terceros;
b) Nadie puede ser privado de su libertad personal ni ésta
restringida sino en los casos y en la forma determinados por la
Constitución y las leyes;
c) Nadie puede ser arrestado o detenido sino por orden de
funcionario público expresamente facultado por la ley y después de que
dicha orden le sea intimada en forma legal. Sin embargo, podrá ser
detenido el que fuere sorprendido en delito flagrante, con el solo objeto
de ser puesto a disposición del juez competente dentro de las
veinticuatro horas siguientes.
Si la autoridad hiciere arrestar o detener a alguna persona, deberá,
dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes, dar aviso al juez
competente, poniendo a su disposición al afectado. El juez podrá, por
resolución fundada, ampliar este plazo hasta por cinco días, y hasta por
diez días, en el caso que se investigaren hechos calificados por la ley
como conductas terroristas;
d) Nadie puede ser arrestado o detenido, sujeto a prisión preventiva
o preso, sino en su casa o en lugares públicos destinados a este objeto.
Los encargados de las prisiones no pueden recibir en ellas a nadie
en calidad de arrestado o detenido, procesado o preso, sin dejar
constancia de la orden correspondiente, emanada de autoridad que tenga
facultad legal, en un registro que será público.
Ninguna incomunicación puede impedir que el funcionario encargado de
la casa de detención visite al arrestado o detenido, procesado o preso,
que se encuentre en ella. Este funcionario está obligado, siempre que el
arrestado o detenido lo requiera, a transmitir al juez competente la
copia de la orden de detención, o a reclamar para que se le dé dicha
copia, o a dar él mismo un certificado de hallarse detenido aquel
individuo, si al tiempo de su detención se hubiere omitido este
requisito;
e) La libertad del imputado procederá a menos que la detención o
prisión preventiva sea considerada por el juez como necesaria para las
investigaciones o para la seguridad del ofendido o de la sociedad. La ley
establecerá los requisitos y modalidades para obtenerla.
La apelación de la resolución que se pronuncie sobre la libertad del
imputado por los delitos a que se refiere el artículo 9°, será conocida
por el tribunal superior que corresponda, integrado exclusivamente por
miembros titulares. La resolución que la apruebe u otorgue requerirá ser
acordada por unanimidad. Mientras dure la libertad, el imputado quedará
siempre sometido a las medidas de vigilancia de la autoridad que la ley
contemple;
f) En las causas criminales no se podrá obligar al imputado o
acusado a que declare bajo juramento sobre hecho propio; tampoco podrán
ser obligados a declarar en contra de éste sus ascendientes,
descendientes, cónyuge y demás personas que, según los casos y
circunstancias, señale la ley;
g) No podrá imponerse la pena de confiscación de bienes, sin
perjuicio del comiso en los casos establecidos por las leyes; pero dicha
pena será procedente respecto de las asociaciones ilícitas;
h) No podrá aplicarse como sanción la pérdida de los derechos
previsionales, e
i) Una vez dictado sobreseimiento definitivo o sentencia
absolutoria, el que hubiere sido sometido a proceso o condenado en
cualquier instancia por resolución que la Corte Suprema declare
injustificadamente errónea o arbitraria, tendrá derecho a ser indemnizado
por el Estado de los perjuicios patrimoniales y morales que haya sufrido.
La indemnización será determinada judicialmente en procedimiento breve y
sumario y en él la prueba se apreciará en conciencia;

Introducción

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos


dones que a los hombres dieron los cielos; con ella
no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra
ni el mar encubre”

Desde antiguo se ha considerado la libertad como uno de los bienes


más preciados del ser humano, de modo que para privarle de ella
debían seguirse reglas que eran, por lo general, bastante estrictas. No
sólo lo acredita la frase cervantina, sino que es un principio que está
presente en las leyes permanentemente, como se ve desde la ley de
Partidas.
Sin embargo, lo cierto es que la realidad histórica ha ido desdiciendo
tozudamente durante siglos este principio que, como mucho, llegaba
a ser de aplicación a las clases sociales más altas, porque para el común
de los mortales la garantía de la libertad resultaba una pura
entelequia, un anhelo más veces que pocas desmentido por la práctica
de los gobernantes.

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