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ANTECEDENTES:
I
El coste de la electricidad en España ha experimentado cambios sustanciales en las
últimas dos décadas que han impactado directamente en la competitividad de la
industria española. En este sentido, es necesario recalcar el papel jugado por la
legislación específica del sector eléctrico del final del siglo XX y albores del siglo XXI,
que aún hoy sigue estando vigente con ligeros retoques. Véase tras dieciocho años
vigente, el Real Decreto 1955/2000, de 1 de Diciembre por la que se regulan las
actividades de transporte, distribución, comercialización, suministro y procedimientos
de autorización de instalaciones de energía eléctrica. El Real Decreto 437/1998, de 20
de marzo, por el que se aprobaban las normas de adaptación del Plan General de
Contabilidad a las empresas del sector eléctrico. La Orden ECO/797/2002, de 22 de
marzo, por la que se aprobó el procedimiento de medida y control de la continuidad
del suministro eléctrico, o la Ley 24/2013, de 26 de diciembre del Sector Eléctrico que
vino a reformar superficialmente a la homónima Ley 54/1997, de 27 de noviembre.
La evolución de los precios en el país, ha ido indefectiblemente ligada al sistema de
retribución a las empresas eléctricas para sus actividades de generación y comercio, y
por ende a las modificaciones que a través de la normativa se han ido sucediendo. El
punto de partida de esta deriva se produjo en el año 1997, año hasta el que el
mercado eléctrico y la fijación de precios disponían de una clara influencia
gubernamental como servicio público.
La conformación del primer gobierno del Partido Popular en mayo del año 1996 tras
las elecciones del 3 de marzo de ese mismo año, trajo consigo una fuerte oleada de
privatizaciones y liberalización de sectores estratégicos, entre los que se incluyó
rápidamente el sector energético y en particular el eléctrico. Antes de que concluyese
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el primer año de acción de gobierno, ya se había suscrito el denominado protocolo
para el establecimiento de una nueva regulación del Sistema Eléctrico Nacional,
firmado el 11 de diciembre de 1996. El cual acabó desembocando en la Ley 54/1997,
de 27 de noviembre, del Sector Eléctrico, que inauguró un proceso de liberalización de
algunas segmentos del sector eléctrico, principalmente, el de generación. Lo que en su
momento vino a constituir el cambio de una situación de regulación de precios, al de
una pretendida situación de libre competencia.
Por tanto, el nudo gordiano que blindaba la subida de tarifas con límites superiores
iguales al Índice de Precios al Consumo, fue desatado con celeridad. En este contexto,
se finiquitó el denominado marco legal estable en el que la retribución se dividía entre
una parte fija sobre la inversión real acometida y otra variable sobre los costes y el
mantenimiento. Cabe destacar, que las principales empresas eléctricas habían
combatido judicialmente la política de tarifas vigente y el mencionado marco legal
estable.
La normativa sectorial ha ejercido de paraguas al equilibrio financiero de las empresas
eléctricas. En los últimos cinco años, las ganancias han superado los 29.000 millones de
euros por parte de las tres grandes compañías del sector (Iberdrola, Naturgy y Endesa).
Con un beneficio, solo en el año 2017 de alrededor de 5.627 millones de euros. Ello ha
favorecido la concentración de mercado, así pues las cinco principales empresas de
distribución de energía eléctrica, tienen reconocida una retribución superior al 90% de
la retribución regulada de la actividad en España. Cantidades que suponen el 30% de
los costes regulados del sistema eléctrico, y esas mismo empresas disponen del 88,5%
de los suministros comercializados en mercado libre.
En los últimos veinte años, los precios finales de la electricidad en España han tenido
una evolución alcista, con independencia del contexto económico mundial, nacional,
de la demanda de consumo interna, o la situación de los mercados energéticos
nacionales. No ha sido así en otros países de la Unión Europea, que en 2009 y los años
posteriores tuvieron una reducción de costes de la energía sobre el valor añadido. Así
el coste energético para la industria española ha tenido el mayor crecimiento
acumulado en la última década respecto a Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. Del
mismo modo, la evolución de las tarifas eléctricas para una persona consumidora de
electricidad con un perfil medio de 366 kWh mensuales de consumo pasaron desde
los 48,59 €/mes del año 2007 a los 75,52 €/mes del año 2017, una subida de más de un
50% con respecto a las tarifa de hace diez años.
Estos incrementos de los cuáles se podrían poner numerosos ejemplos, tienen como
principal motor, además de la subida de peajes y la presión impositiva, al componente
de energía cuyo precio se fija en el mercado mayorista. El mecanismo de fijación de
precios es de tipo marginalista, lo que significa que el precio para cada franja horaria lo
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fija la última unidad de oferta que casa con la demanda. Esto determina que el precio
del MWh pueda ser igual para la hidroeléctrica que para una central térmica, a costa
de las personas consumidoras y del tejido productivo español. Es por ello ineludible la
necesidad de intervenir y modificar la formación de los precios de la energía en
España. La reducción del margen de actividad para las empresas, la desprotección de
las personas consumidoras, han convertido a la ciudadanía y el tejido empresarial
español en rehenes del mercado eléctrico.
II
El proyecto de real decreto sobre el que se registran estas alegaciones, pretende dotar
de competitividad a la industria española, por ello abre vías de definición en nuestro
ámbito territorial de protección y garantías para que el consumidor electrointensivo en
él definido, pueda optimizar el coste de la energía eléctrica que necesita para la
realización de su actividad industrial. En apoyo del mismo se prefiguran algunas
medidas que pretenden estructurar unas condiciones de suministro eléctrico similares
a las que nos encontramos entre nuestros pares europeos. La consecución de estos
logros, ayudaría a que la actual desventaja competitiva de las empresas industriales
electrointensivas españolas, no continúe siendo laminada por las empresas europeas e
internacionales.
El proyecto se ha sometido a audiencia pública hasta el próximo 27 de marzo, las
alegaciones. El Gobierno haya decidido no contar con las fuerzas políticas presentes en
las Cortes Generales durante la pasada legislatura, en el caso del Grupo Parlamentario
Unidos Podemos – En Comú Podem – En Marea, a pesar de haber pactado en el
Acuerdo de PGE un punto en materia de Transición Energética, que proyectaba una
reforma profunda del sector eléctrico que permitiera reducir los costes del acceso a la
energía tanto a las empresas como a las personas consumidores. Pese a todo ello y
como representantes políticos haremos llegar a continuación las alegaciones que
consideramos urgentes que el texto definitivo debería recoger en su seno.
El Real Decreto-ley 20/2018, de 7 de diciembre, de medidas urgentes para el impulso
de la competitividad económica en el sector de la industria y el comercio en España,
estableció en su artículo 4 la obligación de que mediante real decreto se aprobara un
Estatuto del consumidor electrointensivo. Una petición histórica del sector
electrointensivo en España.
La propia Ministra de Industria, Comercia y Turismo en el debate del Real Decrreto-
Ley 20 de 7 de diciembre, se comprometió a que en seis meses dispondríamos, de un
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estatuto que regulara la electrointensividad y los grandes consumidores, que
permitiera equiparar la competitividad de los precios energéticos de España a los de
Francia, en Alemania, etc.
Este proyecto de real decreto debería aspirar a que la industria española
electrointensiva tuviese un precio cierto y garantía sobre el mismo a futuros, y en
nuestra opinión, es justo lo que no consigue este proyecto con su actual redacción. La
clave para la proliferación de las inversiones en el sector industrial y para el
mantenimiento de las que actualmente operan es la estabilidad de los precios, no
rebajas parciales que no afectan a buena parte de los costes que impactan en la
factura. Dicha volatilidad afecta directamente a la viabilidad y al interés de potenciales
inversores interesados en adquirir las fábricas existentes y/o acometer inversiones
para establecer con vocación de futuro nuevas actividades electrointensivas.
En este sentido, la principal industria electrointensiva en nuestro país es la producción
de aluminio primario. Con el ERE sobre la mesa de las fábricas de Avilés y A Coruña de
Alcoa, se están planteando medidas que el propio sector anuncia que conducirá al
cierre de la planta de aluminio de San Cibrao, única instalación que mantiene la
producción de aluminio primario en España en la actualidad.
A esta situación hay que sumar la escasa ejecución de los sucesivos Presupuestos
Generales del Estado en los últimos tres años, en las partidas relativas a la
compensación de costes indirectos por emisiones de gases de efecto invernadero,
cantidades de créditos ejecutados siempre inferiores al 15% de los presupuestados. La
reducción del déficit del sector con la complicidad de los partidos que han gobernado
en la última década ha supuesto un definitivo empuje a la desindustrialización de
nuestro país. Todo ello, a pesar de que la Unión Europea permite que esos apoyos
encajen en los sectores industriales.
El Estatuto definitivo debería integrar medidas que se permitan reducir los costes
eléctricos para las empresas con un intensivo consumo de energía eléctrica en sus
procesos de producción, para combatir la pérdida de mercado y por lo tanto de
empleo. En este sentido es clave señalar que la industria ha pasado de generar algo
más del 20% del trabajo en España hace veinte años, a poco más del 10% actualmente.
Son cifras que ilustran a todas luces el papel de omisión por parte de las autoridades
políticas estatales en estos últimos veinte años.
La puesta en marcha de grupos de trabajo entre los diferentes ministerios para
trabajar a favor de la transición energética, no ha logrado dotar hasta la fecha de un
precio competitivo de la energía ni para las empresas con independencia de la
intensividad de su consumo, ni para las personas consumidoras.
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ALEGACIONES:
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II. ARTICULADO DEL PROYECTO.
- Artículo 9.
Compensación de costes indirectos por emisiones de gases de efecto invernadero. Este
artículo conforme a su actual redacción, queda condicionado a la realidad
presupuestaria que se determine en los futuros Presupuestos Generales del Estado, y
al grado de voluntad política en ejecutar los créditos asignados a lo largo del ejercicio.
En este Proyecto no existe una garantía futura de compensación de los costes
indirectos de las emisiones de CO2 (costes en aumento) en la factura de electricidad de
las empresas del sector industrial.
Propuesta:
Incorporar un aumento de las partidas presupuestarias dedicadas a
compensaciones por costes indirectos por emisiones de gases de efecto
invernadero en los Presupuestos Generales del Estado y garantizando la ejecución
íntegra de los créditos asignados, de acuerdo con el 20% de la recaudación
permitido por la Comisión Europea.
- Artículo 10.
Revisión de los coeficientes de pérdidas estándar de energía imputables que resulten
del estudio que en seis meses realice el operador del sistema eléctrico (REE).
Propuesta:
Permitir que se puedan pactar las pérdidas estándar de energía en aquellos supuestos de
contratación bilateral, al amparo del precio contratado entre las partes.
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- Artículo 11.
Fomento de la contratación bilateral a largo plazo con generadores renovables no
incluidos en el régimen retributivo específico. Tras seis meses, no existe metodología
concreta que garantice que parte de la generación sea destinada a PPA´s, quedan
pendientes por tanto el desarrollo de mecanismos adecuados y suficientes para la
cobertura de estos riesgos. Una medida ampliamente esencial y ampliamente
demandada por el sector.
Propuesta:
Incorporar requisitos en la planificacion de subastas de nuevas instalaciones
renovables y de repotenciación de parques de energía renovable que favorezcan la
contratación bilateral con los consumidores que obtengan la certificación de
consumidores electrointensivos conforme al Estatuto de aplicación.
- Artículo 8.
La exención de los pagos por capacidad. En el punto primero del artículo 8, se estipula
que quedarán exentos del 100 por cien de los pagos para la financiación de los pagos
por capacidad los consumidores electrointensivos que sean proveedores del servicio
de gestión de la demanda de interrumpibilidad, y con una exención del 70 por cien el
resto de los electrointensivos.
Propuesta:
Reestructuración de los peajes que permita reducir la parte fija traducida de la factura
eléctrica tanto para empresas como para personas consumidoras, parte que en España
supone un factor diferencial con los ejemplos comparados europeos. Las empresas
electrointensivas podrían beneficiarse de una reducción de la tarifa que cubre los
costes del mantenimiento y desarrollo de redes de distribución y transporte.
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servicio de gestión de la demanda de interrumpibilidad regulado en la Orden
IET/2013/2013, de 31 de octubre, por la que se regula el mecanismo competitivo de
asignación del servicio de gestión de la demanda de interrumpibilidad.
Propuesta:
Reformar el servicio de interrumpibilidad que dote de un marco estable y
adecuado al servicio, con una periodicidad no inferior a la anual que fije las
retribuciones para los diferentes tipos de bloques ofertados con precios de salida
competitivos para los diferentes bloques ofertados. El servicio deberá estar dotado
de utilidad y ajustado a los homólogos europeos.
3. Otras consideraciones:
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jornada, aprobado por el Real Decreto 1483/2012, de 29 de octubre, y que ésta
comunicación implique una reducción de más de un 85 por ciento de toda su plantilla.
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Propuesta:
Con el ánimo de garantizar el mantenimiento del empleo y la actividad, se propone la
necesidad de modificar el RD-l de referencia, reduciendo de un 85 a un 25 por ciento la
condición para considerar incumplida la obligación en el caso reducción de la capacidad de
producción y de un 85 a un 10 por ciento en el caso de despido colectivo.
- Las empresas que accedan a estos mecanismos de ayuda, deberán entre otras
cuestiones de disponer de un sistema de gestión de la energía auditado y certificado
según la norma UNE-ISO 50.001 y aplicar en sus procesos productivos las mejores
tecnologías disponibles relativas a la eficiencia energética, o alcanzar una elevada
precisión de su programa horario de consumo de electricidad. El establecimiento de
obligaciones para la concesión de ayudas supone en la mayoría de los casos planteados
un acierto para fijar compromisos por parte de las empresas certificadas.
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III. CARENCIAS DEL PROYECTO Y PROPUESTAS AL MISMO.
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equiparación de las cantidades presupuestadas con los principales países
europeos.
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8. En el caso de no prorrogar la suspensión del impuesto sobre el Valor de la
Producción Eléctrica, aplicación del impuesto medioambiental del 7% a la
generación como financiación de las renovables, compensando posteriormente a
los electrointensivos, de acuerdo con la normativa europea de financiación de
renovables.
12. Asegurar que las empresas y centros de actividad que sean beneficiarios de ayudas
o subvenciones públicas aseguren un compromiso estable con la industria nacional,
los últimos ejemplos de deslocalización industrial, han generado una pérdida
ingente de empleos.
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14. Recuperar la presencia de empresas públicas en todos los segmentos del sector
energético, entre ellas el aumento de la participación publica en Red Eléctrica de
España, fomento de las empresas comercializadoras públicas y posibilidad de
gestión pública de la red de distribución. Estos son casos como el de la reciente
toma de control de su red de distribución eléctrica por parte de Berlín, o la
participación del Estado Francés en EDF o del Estado Italiano en ENEL, empresas
propietaria de Endesa, una de los dos energéticas más importantes del oligopolio
eléctrico en España.
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IV. CONCLUSIONES.
Estamos ante una propuesta de regulación tardía y formulada a espaldas del resto
de fuerzas políticas y de las diferentes Comunidades Autónoma, con especial
incidencia en la gallega y la asturiana que disponen de un peso muy relevante del
sector electrointensivo en España.
La protección de las compañías eléctricas en detrimento del consumidor
electrointensivo, dada la falta de medidas ambiciosas y con incidencia real, solo es
posible explicarla por un eventual bloqueo de los grandes actores del oligopolio
español.
Agravación de la posición de debilidad del consumidor electrointensivo en estos
últimos años que no viene a reconducir el proyecto de real decreto por el que se
regula el estatuto de consumidores electrointensivos, con el consiguiente
desamparo del sector en un momento en el que el peso de la industria en la
economía española corre un riesgo de no retorno a umbrales cercanos o superiores
al 20% del PIB.
La equiparación del precio de la electricidad a los países con los que compite la
industria española, no llega con un descenso de menos de 2 euros/MWh, no hay
un replanteamiento que permita cumplir varias o algunas de las medidas
comentadas en el punto tercero del escrito de alegaciones. Así como, la exención
parcial o total de parte de los peajes, una compensación plurianual, estable y
garantizada sobre el precio del carbono, la modificación de las subastas de
interrumpibilidad diseñadas por el Gobierno o fijar el destino de parte de la
generación nuclear para apostar por el aumento del peso del sector industrial en
España.
La ausencia de los aspectos referidos resulta particularmente grave en la medida
en que las propuestas realizadas por el sector industrial están sobre la mesa desde
hace tiempo y el Acuerdo firmado el pasado mes de octubre entre el Grupo
Parlamentario Confederal y el Gobierno, incorporaba reformas que permitían
incorporar recursos públicos y sumar recursos privados para cambiar el modelo
energético de nuestro país, acompañando desde políticas públicas activas la
creación de empleo.
Por tanto, las medidas recogidas en el proyecto constituyen una solución temporal,
incluso aquellas medidas concretas que sí tendrán impacto real en los costes
energéticos para la industria, ya que tanto la interrumpibilidad como los pagos por
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capacidad son susceptibles de revisión, según el propio literal del proyecto las
medidas tangibles en el contenidas, son medidas de carácter transitorio. Por todo
ello, la incertidumbre sobre dichos valores permanece. De todo ello se infiere que
el efecto sobre las decisiones corporativas del sector industrial será prácticamente
nulo.
Por todo ello, la promesa de la ministra de Industria, Reyes Maroto, según la cual el
Estatuto de Consumidores Electrointensivos permitiría garantizar la
competitividad, consideramos que ha sido incumplida.
En definitiva, el fundamento del proyecto es aceptable desde la perspectiva de
necesidad del Estado social que propugna el artículo 1.1 de la Constitución, de la
protección a las personas trabajadoras ordenada por el artículo 35 del mismo
texto, y en aplicación de las obligaciones de servicio universal y los derechos de la
industria como la Directiva 2009/72/CE del Parlamento europeo y del Consejo,
cuando establece que será condición asegurar el suministro de todas las fuentes de
energía al precio más competitivo posible para los consumidores y la industria en la
Comunidad. Si bien, y por lo argumentos expuestos en el presente escrito, no logra
sustanciar la creación de herramientas efectivas que permitan cumplir los objetivos
dispuestos en su aparato expositivo. Todo ello, conduce al rechazo por insuficiente
de la Propuesta formulada que se expresa, no sin antes formular las presentes
alegaciones al articulado.
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