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22-10-2018
I.- Introducción
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II.- El atorrante en los diccionarios
Según Conde (1994) el origen de la palabra atorrante es incierto, a pesar de las muchas
teorías que tratan de explicarlo. Una de ellas es la que fue incorporada al Diccionario de
la Real Academia Española (RAE) y define atorrante como un americanismo cuyo
significado es malandra, callejero y generalmente sin domicilio, que vive de pordiosear
(Ostuni, 1997). Otras interpretaciones (Gobello, 1953) lo relacionan con el verbo torrar,
es decir, dormir. En otras palabras, se define al término atorrante como holgazán.
El mito, quizá la teoría más arraigada y la que más difusión tuvo en el Río de la Plata, es
la que vincula el origen del sujeto atorrante con la supuesta marca de caños A. Torrent o
A. Torrant utilizados en las obras sanitarias de la Ciudad de Buenos Aires. Los tubos que
se usaban en el tendido de la red de aguas corrientes y que, apilados en el Bajo de las
Catalinas (hoy barrio de Retiro), daban albergue a personas en situación de vulnerabilidad
que dormían en ellos y eran llamados atorrantes (Ostuni, 1997).
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Con dicha expresión, se denominaba a un tipo particular de marginal que habitaba en esos
tiempos la ciudad (Conde, 1998). Ese individuo que dormía en los caños se consideraba
un sujeto pobre, totalmente particular, diferente al mendigo o al vago (Pomés, 2003). Bajo
esta expresión se lo describía como una persona que no dependía de nada, ni nadie, sino
que era autosuficiente. No robaba, debido a que su principal objetivo era conseguir su
alimento y carecía de límites relacionados a la vergüenza. El atorrante pensaba
únicamente en comer, y luego, en dormir. Esta significación del atorrante excluía la idea
de que era un ladrón o un mendigo.
Sin embargo, esta teoría no tiene sustento histórico puesto que no se logró probar hasta
hoy la existencia de caños que llevaran impresos la marca comentada (Ostuni, 1997). Pese
a esto, de este relato se desprende la acepción de atorrante más arraigada en el imaginario
popular. Aquí se vislumbra la diferencia del atorrante con otros personajes de la pobreza.
Su característica principal es su autosuficiencia y su separación respecto a la sociedad. Su
único vínculo con ésta, era obtener aquello que necesitaba para vivir, aún así guardaba
ciertos valores morales que lo apartaban del hurto o la mendicidad (Forcadell, 2009).
Sin embargo, la acepción moderna del atorrante adquiere nuevos matices, se le agrega a
este término una connotación pícara y simpática. A modo de ejemplo, el tango
“Atorrante” con letra de Alberto Vacarezza que data de 1929 define con este vocablo a
una persona que “(…) la va de gran señor, un desfachatado que da vueltas en la milonga
con actitud de que nada le importa (…)”. Este sujeto marginal descripto en la letra del
tango, se caracteriza por ser un individuo con carácter desvergonzado, sagaz y avispado
quien traiciona frente a sus propios intereses y siempre consigue lo que se propone.
(Pomés, 2003)
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En las acepciones vistas hasta aquí se puede identificar un rasgo común: atorrante
significa una cualidad que refiere a la capacidad de ir más allá de las reglas de la sociedad
en beneficio propio y sinvergüenza que va por la vida sin tener en cuenta códigos
preestablecidos (Forcadell, 2009). En virtud de ello, el atorrante es un transgresor que
siempre logra sus objetivos y su supervivencia. Significa un individuo que renunció a ser
uno más de la multitud. Esto último, habilita los dos sentidos descriptos al comienzo: uno
peyorativo y que usa la palabra atorrante como una persona que abandona las formas
correctas, se dedica a ser un vago y vive de arriba. La otra connotación es positiva. Se
admira a aquel que se atreve, que quebranta lo establecido y siempre se sale con la suya.
En ambos casos, la palabra que se esconde detrás es la transgresión.
VI.- Conclusión
VII.- Bibliografía
Conde, Oscar (1998). Diccionario etimológico del lunfardo. Buenos Aires: Taurus.
Gobello, José (1953). Lunfardía. Introducción al estudio del lenguaje porteño. Buenos
Aires: Argos.
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Oliver, Juan Manuel (1985). Diccionario del argot. Madrid: Sena.