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lPara mi espíritu

El hombre es hijo de su pasado mas no su esclavo, y es padre de su


porvenir.

-Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud


hacia la vida.
La reacción anormal antes las situaciones anormales es parte del
comportamiento normal.
Nuestra más grande libertad es la libertad de escoger nuestra actitud.

Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía


puede conocer la felicidad -aunque sea sólo momentáneamente- si
contempla al ser querido.

-Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor,
siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.

El hombre se autorrealiza en la misma medida en que se compromete al


cumplimiento del sentido de su vida.

Vive como si ya estuvieras viviendo por segunda vez y como si la primera


vez ya hubieras obrado tan desacertadamente como ahora estás a punto de
obrar.

Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las


libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de
circunstancias— para decidir su propio camino.
Al declarar que el hombre es una criatura responsable y que debe
aprehender el sentido potencial de su vida, quiero subrayar que el
verdadero sentido de la vida debe encontrarse en el mundo y no dentro del
ser humano o de su propia psique, como si se tratara de un sistema
cerrado.
La experiencia final para el hombre que vuelve a su hogar es la maravillosa
sensación de que, después de todo lo que ha sufrido, ya no hay nada a lo
que tenga que temer, excepto a su Dios.

He encontrado el significado de mi vida ayudando a los demás a encontrar


en sus vidas un significado.
-No hay nada en el mundo que capacite tanto a una persona para
sobreponerse a las dificultades externas y a las limitaciones internas, como
la consciencia de tener una tarea en la vida.

-No apuntes al éxito. Mientras más le apuntes y lo vuelvas tu objetivo, más


rápido lo perderás. Porque el éxito, así como la felicidad, no puede ser
perseguido, sino que tiene que seguirse

Nadie puede ser consciente de la esencia de otro ser humano a menos de


que lo ame. A través del amor, se es completamente capaz de ver los rasgos
esenciales y las características de la persona amada.

-Cuando se ama, se ve el potencial en la persona amada, que quizás no


existe aún, pero puede existir. Gracias a su amor, la persona que ama hace
que la persona amada sea consciente de este potencial.

-En cierta medida, el sufrimiento cesa de ser sufrimiento en el momento en


el que adquiere sentido, así como el sentido del sacrificio.

La vida no se hace insoportable por las circunstancias, sólo se hace


insoportable por la falta de sentido y propósito.

-Las fuerzas que están más allá de tu control te pueden quitar todo lo que
tienes, excepto una cosa: la libertad de escoger cómo responder ante una
situación.

-Si hay sentido en la vida, entonces debe haber sentido en el sufrimiento.

La persona que responde a los problemas de la vida de forma activa es como


el hombre que quita cada una de las hojas del calendario y las archiva con
cuidado, después de haber escrito algunas notas en el dorso.
-Las personas que guardan su “calendario” pueden reflexionar con orgullo y
alegría, sobre la vida que ha vivido al máximo

El hombre no existe simplemente, sino que decide lo que su existencia será,


lo que se convertirá en el próximo instante. En este orden de ideas, cada ser
humano tiene la libertad de cambiar en cada momento.

El hombre tiene dos potenciales dentro de sí: ser bueno o ser malo. Lo que
es, depende de sus decisiones, no de sus condiciones.

-El intento de desarrollar el sentido del humor y de ver las cosas a través de
la luz del humor es un truco que se aprende cuando se domina el arte de
vivir.

la vida en un triunfo interno, o bien se puede ignorar el desafío.

Los que conocen la estrecha relación que existe entre el estado de ánimo de
una persona —su valor y sus esperanzas, o la falta de ambos— y la capacidad
de su cuerpo para conservarse inmune, saben también que si
repentinamente pierde la esperanza y el valor, ello puede ocasionarle la
muerte.

Debemos a la Segunda Guerra Mundial el haber enriquecido nuestros


conocimientos sobre la “psicopatología de las masas”, al regalarnos la guerra
de nervios y la vivencia única e inolvidable de los campos de
concentración. Tenemos que aprender por nosotros mismos y después,
enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos
nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros. Tenemos que dejar
de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en vez de ello, pensar
en nosotros como en seres a quienes la vida les inquiriera continua e
incesantemente. Nuestra contestación tiene que estar hecha no de palabras
ni tampoco de meditación, sino de una conducta y una actuación rectas. En
última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la
respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que
la vida asigna continuamente a cada individuo.

La sociedad y los medios de comunicación social no preparan para el sufrimiento o la


vivencia de lo espiritual: acentúan el valor del éxito, la eterna juventud y el poder mal
entendido. La imagen de la persona doliente o sufriente no es propugnada ni valorada
por nuestra cultura hedonista, periférica y exitista. Por ello, cuando alguien se enfrenta de
repente con la realidad ineludible de un dolor físico, moral, psicológico o espiritual, se
sacuden los cimientos de su seguridad, se derrumba y hasta se degrada muchas veces.
“Cuando la espiritualidad humana se bloquea, el hombre hace regresión en dirección de sus
ancestros animales.” [

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