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en R. Ramírez
Lo que produce una conjunción entre los aspectos cognitivos y afectivos del
proceso enseñanza aprendizaje, permitiendo una constante interacción
dialógica entre ambos. No debemos pasar por alto la máxima, de que la
tecnología debe estar al servicio del hombre y no el hombre depender de la
tecnología.
Aquí se destaca la dignidad del ser humano como valor supremo a alcanzar,
la autenticidad de sus actos, teniendo en cuenta que a través de ellos se
patentiza el respeto a las ideas de los semejantes, significando una relación
de comprensión y un crecimiento en el ámbito social e individual, para
propiciar el fomento del gusto y la sensibilidad por sus actividades,
alcanzando la satisfacción de su quehacer profesional y cotidiano con la
sencillez que da la sabiduría, de haber consumado las acciones con justicia
social y demostrando coherencia del pensar con el actuar.
En sí, todo el estado de cosas que estamos viviendo nos obliga a pensar
que cualquier actividad social que se ejerza debe hacerse bajo la modalidad
de la alternancia, ya que sólo así podemos contrastar lo que
institucionalmente se programa con lo que realmente se requiere.
Es por ello que educar o promover la educación resulta en verdad toda una
odisea; sin embargo, pensar en un mecanismo que favorezca al proceso
educativo no resulta tan difícil si lo hacemos con una visión de formación
humanista.
Surge la imperiosa necesidad de buscar alternativas que ayuden a producir
conocimientos, estos indudablemente deben tener la característica de
científicos, comprobado está que la visión racionalista y su método no es el
camino más adecuado para la producción científica, eso se debe a que deja
fuera el estudio de la conciencia en el proceso mismo de producción de
ciencia. La ciencia es posible por la existencia de la conciencia, si no
existiera la conciencia no se podría producir ciencia.
“La idea fundamental es que hay un ideal moral, un ideal al que todos
deberíamos aspirar, que consiste en que la sociedad debe no sólo permitir,
sino promover la realización de cada individuo, el despliegue de las
potencialidades de cada persona para que haga, pero sobre todo para que
sea, lo que verdaderamente desea hacer y quiere ser, de acuerdo con sus
convicciones, sus intereses, y en general de acuerdo con sus características
individuales.”[7]
Esto lleva a reflexionar que primero tenía que preparar el terreno con abono
fértil de un trabajo colaborativo que permitiera que la semilla de la
honestidad, trabajo responsable, y conciencia democrática pudiera germinar
y permear las ideas por toda la parcela de la vida comunitaria, para ello
utilizaba un método muy sencillo que consistía en lo siguiente:
Esto nos demuestra el gran esfuerzo que tenía que realizar el docente rural.
Ya que en él, recaía el peso de toda una organización, que no nada más
eran simples conceptos teóricos, sino una realidad en la que se encontraban
compenetrados. Tenían que hacer ver a las comunidades sus propias
realidades, pero con una característica, que los pobladores eran los propios
actores de ese cambio social.
A mi juicio, fue lo que logró que tuviera éxito. Lo difícil es crearles esa
necesidad de superación. Labor loable del pensamiento humanista del
profesor Ramírez.
Naturalmente cada uno de los cinco grupos a los que hacía referencia
debían estar conducidos por un jefe, mejor dicho por un líder:
“Indicaba que el maestro, tendría que organizarse de tal modo que realice
sus quehaceres áulicos y paralelamente pueda dar cabida dentro de ella a
los diversos grupos, con el objeto de que tenga periódicamente sus
reuniones ya sea aisladamente, o bien concentrándose para las sesiones de
conjunto, en la que hagan el balance de lo que han logrado y en las que
planee avances nuevos.
Una vez probadas las mieles citadinas, esos potenciales líderes comunitarios
nunca regresaron a sus comunidades para difundir los conocimientos
adquiridos, objetivo principal de la CEI. Durante el periodo de sus estudios,
afirma la editorial de la revista escuela Rural, los jóvenes han perdido
contacto con la vida del campo, y al terminar su carrera sienten horror de
salir de las ciudades. Esos muchachos ya no saben andar más que en las
calles asfaltadas, y se sienten incapaces de prescindir, siquiera
transitoriamente del cine, del teatro y, en una palabra, de la vida citadina.
Uno de los retos de los maestros rurales de educación indígena era nada
menos que realizan una intensa labor social reuniendo a los habitantes de
las comunidades periódicamente en las que se comentaran los
acontecimientos sobresalientes de la vida nacional, en la que se
intercambiarían impresiones sobre los problemas y preocupaciones que
afectan de algún modo la vida del poblado. La escuela rural indígena ideal
debía contar, entre otros elementos, con una sala de regulares dimensiones
destinada a las reuniones sociales.
En los años veinte, la escuela rural y las casas del pueblo tuvieron la misión
de romper las barreras lingüísticas y culturales entre los indios y mestizos;
más tarde numerosas misiones culturales recorrieron el país enseñando
artes y oficios; sin embargo, como lo reconocería Rafael Ramírez, la práctica
de enviar maestros normalistas que solamente hablaban el español a las
comunidades indígenas, cuyas características más elementales les eran
desconocidas, pronto mostró la ineficiencia de las acciones emprendidas.
Por eso, mientras la escuela rural debe seguirse extendiendo pareja por
todo el país, los Centros de Educación Indígena sólo se multiplicarán en las
regiones socialmente retrasadas.”[13]
Las actividades naturales, tal como las presenta la vida, despojadas de todo
artificio, ejercen influencias formadoras más duraderas y más profundas.
Serán Centros de Educación y deliberadamente se denominan así para
despojarlos de la idea formal involucrada en la palabra escuela.
Los alumnos, dirigidos por los maestros, harán los anexos necesarios de la
granja, cultivarán la tierra para sacar de ella el propio sustento; cuidarán de
los animales domésticos, y en resumen, nada de lo que se necesite para la
vida de esos Centros dejará de ser ideado, planeado y hecho por los
alumnos mismos. Esta vida de plena capacitación, desbordada a las
comunidades, las vivificará promoviendo su rehabilitación.
Todos los Centros de Educación Indígena fundados hasta ahora y los que se
funden en lo sucesivo, están enclavados y lo estarán en el mero corazón de
las comarcas indígenas. Todos cuentan y deben contar con terrenos
suficientes para los trabajos agrícolas, con extensión no menor de cincuenta
hectáreas; con los animales de labor y domésticos que se han necesitado.
Uno de los retos más importantes a todos los niveles, pero de manera
particular en la educación básica, se refiere a la educación intercultural para
toda la población. Se trata de la necesidad de una reforma curricular que
conduzca a un plan y programa de estudios que transversalmente recoja la
riqueza de la diversidad cultural del país.
El propósito es que todos los alumnos del país conozcan algunos aportes de
los conocimientos, valores, producción artística y cosmovisión de los 62
pueblos indígenas que viven en nuestro país, que descubran la riqueza
cultural del país en el que viven y, como consecuencia de ello, aprendan a
respetar y a valorar a los culturalmente diferentes. El currículum
intercultural para todos debe permitir desmontar actitudes discriminatorias
y racistas en toda la población nacional.
Referencias:
[1] Ver de Pupo, R. Educación y pensamiento complejo. En El ensayo como
búsqueda y creación. Hacia una aprehensión compleja. Universidad Popular
de la Chontalpa, Tabasco, México, 2007, p. 44
[3] Sobre esto ver: Ramírez, Rafael. La enseñanza del civismo. Edit.
Talleres gráficos de la nación. México, 1950.
[14] Ramírez, Rafael. Como dar a México un idioma. Edit. Caballito. México,
1928.
[15] Ramírez, Rafael. Como dar a todo México un idioma. Edit. Caballito.
México, 1928.
[17] Ramírez, Rafael. Como dar a todo México un idioma. Edit. Caballito.
México, 1928.