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Caso Maria
Caso Maria
María tenía 6 años cuando nos conocimos, la primera vez que nos vimos no fue
en la situación deseada... Los at esperamos conocer nuestros pacientes en el
consultorio del terapeuta y tener en la protección de ese espacio una presentación
formal. La urgencia de incorporar un acompañante a la vida escolar de María no dio
lugar a esa instancia en la incorporación de la estrategia de AT.
La conocí en la fila para ingresar al aula. Ella sabía que yo iría ese día, estaba
nerviosa, al igual que yo, me acerque y le explique, junto con su mama que yo era su
AT, la persona de la que había hablado con Fernanda, su terapeuta. Ella me miro, y se
dirigió a su mamá diciendo: “menos mal que es rubia, lo único que quería yo era que
fuera rubia”.
Desde el día que me encontré con la psicóloga y me conto sobre las particularidades de
María, intente hacerme una idea acerca de cómo sería esta niña. En que pensaba
cuando le chupo el dedo a la directora? Porque sentía la necesidad de hacer todo como
la abeja? Estas y algunas más preguntas me daban vueltas hasta el día en que la
conocí.
María parecía una niña como cualquier otra, y la idea de la terapeuta de ayudar a frenar
estos impulsos, contenerla y acompañarla en la escuela, me parecían fuera de lugar, yo
no veía nada de raro en ella.
Cap. 2 LA ESCUELA
Cap 3 LA FAMILIA
María vive con su mama y su papa, es la más chica de la familia, tiene dos
hermanos más grandes, antes del nacimiento de los hermanos, la mama de María,
Sandra, tuvo un embarazo que al dar a luz la bebe murió, esta bebe aterroriza a María,
sueña constantemente con ella y refiere que a veces le habla y le dice que haga cosas,
a veces cosas buenas, a veces cosas malas.
Los padres de María trabajan mucho, tienen una casa muy grande, linda y un
status social alto. Con mucho esfuerzo mantienen esta manera de vivir, los hijos del
matrimonio se encuentran con sus padres por las noches a la hora de comer, durante el
día todos tienen múltiples actividades y los padres trabajan hasta tarde.
Cap 4 EL ACOMPAÑAMIENTO
Acompañar a María
Recuerdo una vez en la escuela en que la señorita de arte les pidió un dibujo
libre, María se dibujo a ella misma, encima de cada hombro había dos figuras, un
pequeño diablo y un pequeño angelito. Cuando le pregunte que significaba me dijo “es
mi hermanita muerta, diciéndome que haga tal cosa”. No sabía qué hacer, ni que decir,
ese día al salir de la escuela llame a la psicóloga de mi paciente para preguntarle que
debía hacer cuando ella hablara de estas cosas, ya que me había quedado sin palabras,
no sabía si creerle o seguirle la corriente o decirle que eso que me estaba diciendo era
imposible.
Acompañar a María no era tan fácil, trabajar con su familia, tampoco…sus padres
estaban muy preocupados por la posibilidad de que su hija se quedara de grado, algo
que pertenecía a sus fantasías, ya que el colegio nunca había hablado de esta
posibilidad. Al salir de la escuela, Sandra me preguntaba ansiosamente si María había
copiado todo del pizarrón. María no podía copiar del pizarrón, no porque no quisiera,
ella no podía, escribir implica un grado tal de organización psíquica que la paciente no
presentaba por el momento, su madre tenía muchas dificultades para entender esta, y
otras dificultades de María. De hecho en una ocasión me amenazo diciendo “si María
no copia del pizarrón nosotros no te vamos a pagar”, por suerte la terapeuta y yo
pudimos abordar esta escena aclarando una vez más cual era mi tarea allí.
Para ayudar a María a copiar del pizarrón fuimos conociéndonos, en sus tiempos y sus
necesidades, incluso a partir de este trabajo nos dimos cuenta, digo “nos” haciendo
referencia al equipo y a la familia, que la niña no podía copiar desde las filas del fondo,
donde generalmente la ubicaban debido a su altura, se pidió a la familia que consulten
con el oftalmólogo y como resultado de la misma María comenzó a usar anteojos.
Durante los primeros encuentros solo me enfoque en observar que hacia la niña, como
se manejaba en la escuela, dentro y fuera del aula, con sus compañeros, con las
docentes, y a que jugaría en los recreos. Fue todo una sorpresa ver para mí lo que María
hacia en los recreos…todas sus compañeras y compañeros salían rápidamente del
curso cuando tocaba el timbre, para no perder ni un minuto de ese momento, María, en
cambio, se quedaba ordenando su cartuchera, su mochila y luego lentamente salía del
aula y se dirigía a la biblioteca, sacaba un libro de cuentos y se sentaba a leer mientras
comía su merienda. El primer día que la vi hacer esto la acompañe, me senté a su lado,
y le pregunte por qué no salía a jugar a fuera como todos sus compañeros y me contesto:
“ellos salen al patio y corren todo el tiempo como tontos, es aburrido, yo acá leo y me
divierto”. Yo no podía creer lo que escuchaba, pero si tan solo tenía 6 años, como podía
pensar eso del recreo? Acaso no era el momento esperado por todos los niños? No le
gustaba jugar? Podía jugar? Alguien querría jugar con ella? Le habría dado esta
respuesta a alguien más? Qué pensarían sus compañeros si la escuchaban decir esto?
Intente calmar este mar de preguntas y sensaciones y le conté de la importancia del
recreo, de cómo era divertido jugar con otros, sobre todo con otros de la misma edad.
Ella hizo referencia que solo le gustaba saltar la soga, pero que ninguna quería jugar a
eso y ninguna compañera traía soga, entonces le pregunte si ella podía traer una soga,
para que invitáramos a las compañeritas a jugar, antes su respuesta positiva, se abrió
un abanico de posibilidades, sentí un gran alivio al reconocer que tenía algo para hacer.
Al día siguiente María trajo la soga, peor no quizá preguntarle a nadie si quería jugar,
me ofrecí acompañarla a buscar a alguna nena y que juntas le preguntáramos, accedió
y enmudeció al mismo tiempo cuando nos paramos frente a Carmen, se miraban con
cara bicho raro, Carmen me miro y me dijo: que les pasa a esta?, en ese instante mire
a María y le dije: vos querías decirle algo a Carmen, no? Sin levantar la mirada del piso
María movió la cabeza en respuesta negativa a mi pregunta, entonces le explique a
Carmen, a que a veces María se ponía nerviosa, o tenia vergüenza entonces yo le iba
a preguntar por ella, le conté de la soga y accedió a venir a jugar con nosotras. Así las
tres saltamos la soga. Así María salto la soga por primera vez en su escuela.