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Los principios administrativos

Durante la mayor parte de nuestra existencia pertenecemos a diversas organizaciones, algunas


con alto grado de complejidad en su estructura y otras con esquemas organizativos bastante
sencillos y funcionales. Sin embargo, todas la organizaciones, ya sean formales o informales
están conformadas por grupo de personas que buscan los beneficios de trabajar juntas en
equipo, con el propósito de alcanzar una meta común. Como podemos observar un elemento
básico de toda organización es su meta o propósito, dado que sin ella, ninguna organización
tendría razón de ser.

Además, todas las organizaciones tienen un programa o método para alcanzar las metas, es
decir, un plan. El plan es el diseño de la estrategia o sea, los pasos a seguir secuencialmente con
el objeto de conseguir la meta establecida. Sea como fuere, sin un plan de lo que debe hacer
una organización, ninguna podrá ser muy efectiva. Adicionalmente para lograr las metas, las
organizaciones deben adquirir y asignar los recursos que sean necesarios.

La administración consiste en darle forma, de manera consciente y constante, a las


organizaciones. Todas las organizaciones cuentan con personas que tienen el encargo de
servirles para alcanzar sus metas, estas personas se llaman gerentes.

La administración es la principal actividad que marca una diferencia en el grado que las
organizaciones le sirven a las personas que afectan. El éxito que puede tener la organización al
alcanzar sus objetivos y también al satisfacer sus obligaciones sociales depende, en gran
medida, de sus gerentes. Si los gerentes realizan debidamente su trabajo, es probable que la
organización alcance sus metas.

El desempeño organizacional es la medida de la eficiencia y la eficacia de una organización, en


otras palabras es el grado en que la organización alcanza los objetivos acertados; este
desempeño organizacional está relacionado en gran medida con el desempeño gerencial, el
cual podría definirse como la medida de la eficiencia y la eficacia de un gerente, o sea el grado
en que determina o alcanza los objetivos apropiados.

Para que aclaremos el concepto anterior describiremos lo que puede entenderse por eficiencia
y eficacia. Peter Drucker, uno de los autores actuales mas reconocidos en el campo de la
administración define la eficiencia como “hacer correctamente las cosas” y eficacia significa
“hacer las cosas correctas”.

La eficiencia, la capacidad para hacer correctamente las cosas, es un concepto que se refiere a
“insumos-productos”. Un gerente eficiente es el que obtiene productos, o resultados, medidos
con relación a los insumos usados para lograrlos. Los gerentes que pueden reducir al mínimo
los costos de los recursos que se necesitan para alcanzar metas, están actuando
eficientemente.

Por otra parte, la eficacia implica elegir las metas acertadas. Un gerente que elige una meta
equivocada es un gerente ineficaz, aun cuando realice su actividad con enorme eficiencia.
Ningún grado de eficiencia puede compensar la falta de eficacia. De hecho, Drucker afirma que
la eficacia es la clave del éxito de una organización. Antes de dedicarnos a hacer algo en forma
eficiente, tenemos que estar seguros de que hemos encontrado algo acertado para hacer.

La Administración está catalogada como ciencia, técnica o arte?: Para poder ubicar o clasificar a
la administración dentro de algunas de estas categorías de conocimiento, debemos describirlas
someramente. El continente de las ciencias incluye básicamente una actitud de conocer, de
investigar, de buscar el porqué de algo. Ciencia significa comprensión y explicación de la
realidad. Esa comprensión no resulta meramente descriptiva, sino que adiciona a la descripción
causal del fenómeno una historia cognoscitiva sobre su naturaleza y su evolución. Además,
debe brindar la explicación de las relaciones y de la interacción de los elementos que
componen al objeto de estudio, así como también un análisis dinámico de su funcionamiento.
En resumen podríamos decir que la ciencia no crea las cosas ni los objetos; las cosas y los
objetos están dados. La ciencia solo busca conocerlos, explicarlos y predecir su
comportamiento.

Ese nivel explicativo contiene varias dimensiones: (a) la referida al descubrimiento del objeto,
con sus explicaciones a nivel funcional y la historia de su nacimiento y evolución; (b) la referida
a su estado actual; y (c) la correspondiente a su proyección futura, tratando de predecir los
niveles de evolución y dinámica que devendrán.

La técnica es una complementación de la ciencia su objetivo es la operación de la realidad, o


bien su transformación a través de normas o procedimientos ejercidos sobre la realidad de los
objetos. Mientras la ciencia explica mediante hipótesis y teorías, la técnica opera dichos
objetos, según procedimientos y reglas que normalizan la operación y los transforman, y como
tal cumple un papel esencial al conectarse con la ciencia y ser el vehículo natural de
instrumentación de todos los descubrimientos científicos.

Por último, el continente de las artes encierra un conjunto de actitudes absolutamente


diferentes de las que caracterizan al continente de las ciencias y al de las técnicas. Las actitudes
del continente de las artes no buscan explicaciones, ni comprensión de la realidad de un objeto
(tal como la realiza la ciencia), ni tampoco transformar u operativizar las cosas (tarea que
realiza la técnica). El objetivo de la actitud artística, si bien está conectado con la realidad y se
efectiviza también sobre los objetos, es de esencia diferente, se realiza en forma individual,
subjetiva y vivencial, para ser comunicada, o no, a otros individuos pero sin rigurosidad, sin
imposiciones y, por el contrario, con la flexibilidad que imponen la personalidad y el estilo de
cada individuo.

En el arte se interpreta según la vivencia, enfocando lo esencial, pero en forma marcadamente


subjetiva. En consecuencia, el arte es una captación vivencial y espiritual de una realidad con
clara connotación subjetiva, donde juegan los valores del ser humano, sus estados de ánimo y
su personalidad.

En resumen: la ciencia investiga y busca comprensión, elabora leyes, hipótesis y aplica con
rigurosidad el método científico.

La técnica transforma y opera una realidad, aplica normas y procedimientos con rigurosidad y
sobre la base de un programa objetivamente definido.

El arte trata de captar una realidad en un plano vivencial y espiritual en forma esencial pero
subjetiva, tanto para si como para los demás.

Ante lo explicado para el continente de las artes, concluimos en que resulta imposible
considerar a la administración como un arte, dado que en ella no caben las vivencias ni las
interpretaciones subjetivas de una realidad.

Al descartar el campo del arte como posibilidad para ubicar a la administración, nos quedan
tres alternativas: que la administración sea una ciencia, una técnica, o ambas cosas a la vez.

Parecería que esta última es la apreciación correcta, pues la administración tiene un objeto de
estudio al que trata de conocer. Como tal operará en sus dos campos y en las tres dimensiones
del conocimiento: la retrospectiva, la actual y la futura. Para la consecución de este objetivo
deberá aplicar como herramienta esencial el método científico y, por medio de él, elaborará
teorías, modelos e hipótesis sobre la naturaleza, dinámica y evolución de su objeto de estudio,
esto es, las empresas u organizaciones.

Pero también existe una técnica de la administración, que cuenta con un instrumental que
permite conducir una organización, operativizar sus comportamiento y transformar su realidad,
este es el mundo de los gerentes profesionales, mejor definido por el universal concepto de
“management”.

La administración podría ser concebida, entonces, como una ciencia que estudia a las empresas
y las organizaciones con fines descriptivos, para comprender su funcionamiento, su evolución,
su crecimiento y su conducta.
Corrientes del pensamiento administrativo
Las primeras teorías sobre la administración fueron intentos por tratar de analizar actividades y
cómo repartirías y coordinarlas de manera eficaz.

El éxito económico de los primeros organizadores demostró la validez de esas nuevas ideas y, a
partir de entonces, fue constante la búsqueda de principios generales de organización que
ayuden a los dirigentes de las organizaciones a cumplir con su función y a establecer
estructuras que procuren el mejor rendimiento y, por lo tanto, sean duraderas.

Frederick N. Taylor y Henri Fayol ganaron fama mundial como precursores en este terreno,
aunque en realidad no hayan expresado más que ideas comúnmente difundidas en su época. Se
considera que Taylor definió los principios de organización válidos sobre todo a nivel de los
talleres de producción y Fayol especialmente a nivel de dirección de empresas. Si bien sus ideas
resultan hoy en día algo simples con relación a los problemas que intentaban resolver,
constituyen todavía la base de muchas prácticas de las organizaciones: así, la idea de que una
especialización más avanzada de los hombres y una preparación más minuciosa de las
instrucciones son reglas de organización válidas en todas partes, es algo todavía muy difundido
en nuestros días. Entre los seguidores del pensamiento de Taylor están Henry Gantt, Frank y
Lilian Gtlbreth, Ch. Bedaux, Rowan F.A., Malsey, entre otros, los cuales se interesaron
principalmente por la organización del trabajo, creando técnicas nuevas que desembocaron en
la descomposición elemental de las tareas, la medición de los tiempos, el análisis de los
movimientos, etc.; estas técnicas que se interesan sobre todo por la definición de los puestos
de trabajo ya no se refieren directamente a las estructuras de las organizaciones que pasan a
ser especialidad de ingenieros de fabricación o del servicio de métodos.

En cambio, si bien las ideas de Fayol han sido de estudios igualmente importantes, hasta el
presente no crearon disciplinas tan especializadas y precisas: la conducción de empresas en un
mundo en continua transformación sigue siendo un arte que permite muchas variaciones sobre
el mismo tema.

H. Fayol tuvo muchos menos seguidores de su ideología entre los cuales se encuentran Max
Weber, el cual desarrolló una teoría de la administración de burocracias que subrayaba la
necesidad de una jerarquía definida en términos muy estrictos y regida por reglamentos y
líneas de autoridad definidos con toda claridad.

Mary Parher Follet fue una de las creadoras del mareo básico de la escuela clásica, Follet estaba
convencida de que ninguna persona podría sentirse completa a no ser que formara parte de un
grupo y que los humanos crecían gracias a sus relaciones con otros miembros de las
organizaciones. Otro que podemos resaltar es a Chester I. Bernard quien, al igual que Follet,
introdujo elementos a la teoría clásica que serían desarrollados por escuelas posteriores, y por
último, se encuentran L. F. Urwick y L H. Gulick, por haber logrado sistematizar los principios de
organización. El aspecto normativo y rígido de la escuela clásica solo podía suscitar reacciones,
la más conocida y radical de las cuales fue la de la escuela de las relaciones humanas a partir de
1930.

Esta teoría desarrollada por Elton Mayo y sus colaboradores, surgió en los Estados Unidos como
consecuencia inmediata de los resultados obtenidos mediante la experiencia de Hawthorne,
con esta experiencia se determinaría la relación entre la intensidad de la iluminación y la
eficiencia de las obreras.

Otra reacción, tal vez la que E. W. Bakke representa mejor, fue la de preguntarse si los
principios de H. Fayol, L. F. Urwick y L. H. Gulick bastaban para obtener una buena
administración. Bakke proporciona una nueva lista de las actividades específicas de los
dirigentes de empresa (actividadeshomeostáticas), lo que constituirá el camino que
desarrollará la escuela neoclásica. Ésta trata de conservar todo lo positivo de la organización
científica del trabajo de Taylor y de rechazar todo lo que sea centralizador y autoritario en la
administración científica de Fayol. H. Dubreuil, uno de los más imaginativos representantes de
esta tendencia propone soluciones simples (los grupos autónomos) que , aunque parecieron
utopías en su momento, no por eso dejaron de aplicarse en las empresas, sirviendo sobre todo
de apoyo a todas las investigaciones sobre descentralización, otro tema privilegiado de la
escuela neoclásica.

Solo se cita a tres de representantes de esta escuela, aunque ella comprende un elevado
número de autores y sean muchos quienes la practican: casi todas las empresas del mundo
occidental están organizadas desde hace cerca de treinta años según los consejos de esta
escuela.

La explicación es simple: los teóricos de esta escuela provienen de las empresas (como Taylor y
Fayol), y la teoría está suficientemente unificada para no presentar mas que ligeras variaciones
de un teórico al otro. Se lo cita a A. P. Sloan porque es una forma moderna de Fayol; con mucha
práctica al servicio de una sola empresa, enuncia en un solo libro principios claros que le dieron
muy buenos resultados. Peter F. Drucker es el autor más prolífico (rebasaba el campo de la
organización) y el más exhaustivo en cuanto a descripciones teóricas es también quien supo a
menudo percibir los cambios en las estructuras que provocarían evoluciones en nuestras
sociedades. Finalmente 0. Geliner, muy conocido en Francia, supo transmitir todas sus
experiencias en organización y ordenarlas en un conjunto de principios, de ideas y de consejos
de gran unidad y rigor.
Por lo demás, la misma escuela neoclásica sigue evolucionando (k> que demuestran tos últimos
escritos de Peter Drucker y 0. Geliner) y ya ha nacido una nueva escuela que tendrá tanto éxito
en las empresas como el que lograron las clásicas y neoclásicas. Probablemente esta nueva
teoría tenga en cuenta los aportes de la teoría de la firma, de la teoría de los sistemas sociales
(ambas presentan numerosas semejanzas) y de la teoría de la administración estratégica. H. A.
Simón ocupa un lugar de privilegio en esta evolución pues, sí bien la teoría del comportamiento
de la firma, en la que él contribuyó en gran medida a crear, intenta sobre todo analizar las
condiciones o reglas de acción práctica (procedimiento que se asemeja mucho a los de los
sociólogos).

H. Simón ha examinado de manera muy completa como podían cambiar los sistemas de
administración y de organización por la acción de las computadoras, de la simulación, de la
investigación operacional, etc., todas ellas técnicas modernas de decisión. Simón realiza, por un
lado, un análisis que supera el ámbito de la organización y se inscribe en el de la economía y,
por el otro, formula propuestas sobre los sistemas que fundamentan una nueva práctica de la
administración.

R. M. Cyert y J. G. March, que desarrollaron la teoría del comportamiento de la firma, analizan


más profundamente que H. Simón, los fenómenos reales de decisión; de hecho intentan
establecer una sicología propia de las organizaciones, es decir, relativamente independiente de
las sicologías individuales de sus miembros que corresponde bastante bien, para las
organizaciones, a la teoría de las expectativas elaboradas para explicar la motivación de los
hombres en el trabajo.

J. N. Forester, eligió otro camino. Es considerado como uno de los principales fundadores del
método de los sistemas aplicados a las organizaciones. Elabora sistemas de ecuación para
explicar y modificar su comportamiento dinámico, un método analítico muy poderoso pero
también muy pesado que se aplicó también en otros campos.

Finalmente, I. Ansoff sistematizó la idea de que la estructura dependía o debía depender de la


estrategia escogida. A cada tipo de expansión o de diversificación de actividades corresponde
una estructura que es la mejor de todas. Si bien A. D. Chandler demostró históricamente esta
verdad para cuatro firmas norteamericanas (Du Pont, General Motors, Exxon y Sears-Roebuck),
Ansoff tuvo el mérito de extraer de ella consecuencias organizativas prácticas para todas las
empresas

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