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1.2. Aculturación
“Intercambio de rasgos culturales resultante del contacto directo continuo entre grupos; así los
patrones culturales originales de cada uno o de ambos grupos pueden verse alterados, sin que los
grupos pierdan su diferencia.
La aculturación se puede dar en una situación de asimetría, pues generalmente una de las culturas
involucradas tiene mayor capacidad de imponer sus patrones. Es el caso de los misioneros cristianos
que mantuvieron contacto con los pueblos indígenas americanos, difundiendo sus valores culturales
y su sistema religioso, que sustituyeron las prácticas originarias, así como su lenguaje.
El contacto no necesariamente debe ser de tipo físico: se puede dar a través de los medios de
comunicación, como viene sucediendo en las últimas décadas. Dentro del contexto actual de
globalización se promueve la interconexión de personas de culturas diferentes, a través de la
comunicación intercultural o la migración.
En algunos casos, cuando se fusionan elementos de dos o más culturas o tradiciones, el proceso ha
sido descrito como sincretismo (que no es una simple yuxtaposición).”
A. Lorena Campo A. Diccionario básico de Antropología. Quito: Abya-Yala, 2008, pp. 23
1.3. Subalternidad
A finales del siglo XX, el término “subalterno” fue puesto en escena por el grupo de
subalternistas de la India y su grupo de “Subaltern Studies”. Pero la genealogía del término
se traza a Antonio Garmsci, el primero que lo utilizó en un sentido teórico para referirse a la
relación entre hegemonía (gobierno por consenso) y dominancia (gobierno por la fuerza).
Para Gramsci, subalterno es un término usado en sentido colectivo, “grupo subalterno”. Un
grupo subalterno es aquel que todavía no cobra conciencia de su fuerza y posibilidades de
desarrollo político (…)
Ranajit Guha pide prestado el concepto gramsciano y lo utiliza para construir una relectura
de la historia e historiografía de la India y proponer una nueva mirada sobre las relaciones
entre hegemonía y dominancia. Su punto de partida es la definición del diccionario conciso
de Oxford, según la cual “subalterno” representa “al de rango inferior”. Guha lo usa para
nombrar “el atributo general de subordinación en las sociedades del Sureste Asiático ya sea
que ésta se exprese en términos de clase, casta, edad, género, oficio o de alguna otra manera”.
(…)
La [definición de] Gyan Prakash: “debemos entender la subalternidad como una abstracción
usada para identificar lo intratable que emerge dentro de un sistema dominante x, y que
significa aquello de lo que el discurso dominante no puede apropiarse completamente, una
otredad que resiste ser contenida”.
En el subalternismo latinoamericano, Gareth Williams dice: “entiendo la categoría de
subalternidad en los términos articulados por Guha y Spivak. La considero como el a menudo
violento efecto-de-sujeto de los procesos nacionales y posnacionales de subordinación social,
pero también como el límite epistemológico en el cual lo no-hegemónico anuncia los límites
del pensar hegemónico y del pensamiento hegemónico. (…)
Para Walter Mignolo, “la idea de subalternidad” no es simplemente una cuestión de
dominación de unos grupos sociales por otros, sino que tiene repercusión global más amplia,
en el sistema interestatal analizado por Guha y Anibal Quijano. La subalternidad conecta
historias locales y estructuras de dominación mundiales. En esto consiste la colonialidad del
poder.
Ileana Rodríguez (2013) “Subalternismo”, en Diccionario de estudios culturales
latinoamericanos. México DF: Instituo Mora: Siglo XXI editores, pp. 255-256
2. EL HOMBRE COMO ANIMAL DE POLIS (politikón zoion)
“De todo esto es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza
un animal social1 (…)
La razón por la cual el hombre es un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier animal
gregario, es evidente: la naturaleza, como decimos, no hace nada en vano, y el hombre es el único
animal que tiene palabra. (…) La palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como
lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer, él solo, el
sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demás valores, y la participación
comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad.”
Aristóteles (2011) Política Madrid: Gredos. pp. 250-251
3.2. Influencia del mito del hombre salvaje sobre la representación del bárbaro
“los antiguos griegos también definieron, en el interior de su mundo, una gran variedad de seres
salvajes –humanos y semihumanos– que contribuyeron tanto como sus ideas fantásticas sobre los
bárbaros a trazar el contorno de la razón griega.”
Roger Bartra (2011) El mito del salvaje. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, pp. 22
1
Otras traducciones usuales de esta clásica expresión son “animal cívico” o “animal político”.
y, por consiguiente, ajenos a cualquier forma de virtud, porque la virtud sólo puede practicarse dentro
de la polis.
Cuando posteriormente, los bárbaroi lograron organizarse en algún tipo de colectividad política,
debieron hacerlo “bárbaramente”, porque no tienen gobernantes naturales y sólo viven en tiranías
insoportables para todos los hombres racionales, que son libres por naturaleza. La definición de la
palabra “bárbaro” en términos principalmente culturales más que raciales permitió que su traducción
al mundo cristiano, que en su mayoría no hablaba griego, fuera relativamente fácil. (…) La
congregatio fidelium cristiana, la hermandad de todos los hombres en Cristo, estaba tan convencida
de su singularidad y tan preocupada por evitar la contaminación por el contacto con el mundo exterior
como lo había estado la oikuméne. De nuevo, los que estaban dentro se consideraban casi como de
otra especie que los de fuera.”
Anthony Pagden ([1982] 1988), La caída del hombre natural. El indio americano y los orígenes
de la etnología comparada. Madrid: Alianza editorial, pp. 37-40
4.2. Gobierno “con arreglo a derecho” como rasgo de superioridad de la polis griega
“El gobierno con arreglo a derecho, tal como Aristóteles entiende la expresión, tiene tres elementos
principales: En primer término, es el gobierno en interés público o general, a diferencia de un gobierno
faccioso o tiránico, que actúa en interés de una sola clase o individuo. En segundo lugar, es un régimen
jurídico en el sentido de que el gobierno se realiza mediante regulaciones generales y no por decretos
arbitrarios, y también en el sentido más vago de que el gobierno no se burla de las costumbres y
convenciones permanentes de la constitución. En tercer lugar, el gobierno con arreglo a derecho
significa gobierno de súbditos que obedecen voluntariamente y se diferencia del despotismo, que se
apoya únicamente en la fuerza.”
George Sabine ([1937] 1994) Historia de la teoría política. México D.F.: Fondo de Cultura
Económica, p. 96
5. NOCIÓN DE DERECHO NATURAL EN ARISTÓTELES
5.1. Cosas justas “por convenio humano”
“las cosas que son justas no por naturaleza, sino por convenio humano, no son las mismas en todas
partes, puesto que tampoco lo son los regímenes políticos”
Aristóteles, Ética nicomáquea, V, 7
2
La guerra que entre 431 a. C. y 404 a. C. enfrentó a la Liga de Delos (encabezada por Atenas) y la Liga del
7Peloponeso (encabezada por Esparta).
7. EL IMPERIO MACEDÓNICO: HELENISMO, OCASO DEL MODELO DE POLIS Y
RELATIVIZACIÓN DE LA DIFERENCIA CON EL BÁRBARO ASIÁTICO
7.1. Influencia de la hegemonía macedónica: unificación de toda Grecia
“Los antiguos estados, a pesar de haberse agrupado para librar la última batalla por la libertad3, no
fueron ya capaces de hacer frente al poder guerrero organizado del reino macedonio. Su historia
desembocó en el gran imperio fundado por Alejandro después de la repentina muerte violenta del rey
Filipo, en su arrolladora campaña de conquistas a través del Asia, sobre las ruinas del imperio persa.
Ante la colonización, la economía y la ciencia griegas se abrieron nuevas perspectivas insospechadas
de desarrollo aun después de que el imperio de Alejandro se desintegró (…). Pero políticamente la
Hélade había muerto. Ya era realidad el sueño isocrático de la unificación de todos los griegos bajo
el mando de Macedonia para la guerra nacional contra el enemigo tradicional, contra los persas.”
Werner Jaeger ([1957] 2009) Paideia: los ideales de la cultura griega. México D.F.: Fondo de
cultura, p. 1106
7.3. Helenismo: difusión de la cultura griega y nueva concepción del individuo más allá del
orden de la polis
“La filosofía de la época helenística trató de proyectar sobre un campo cósmico unos ideales que, en
su primera aparición, habían estado confinados dentro de los límites de la ciudad. Aristóteles había
sostenido que las dos condiciones esenciales de la ciudadanía eran la de que debía haber una relación
entre iguales y la de que éstos tributasen voluntariamente lealtad a un gobierno que tuviera autoridad
basada en las leyes y no despótica. Pero había inferido que sólo podía afirmarse la igualdad de un
cuerpo de ciudadanos pequeño y muy selecto. La nueva concepción postulaba la igualdad para todos
los hombres, incluso los esclavos, extranjeros y bárbaros.”
George Sabine ([1937] 1994) Historia de la teoría política. México D.F.: Fondo de Cultura
Económica, p.131
3
El autor se refiere a la resistencia de los demás estados griegos frente al expansionismo de Macedonia, a
mediados del siglo IV a. C.
7.4. Contacto cultural entre griegos y orientales
“Aunque el imperio esté dividido entre los sucesores de Alejandro –los “diadocos”– y aunque los
nuevos amos de la Asia conquistada reanuden como cosa inevitable la política de colaboración con
los medios dirigentes indígenas, Asia Menor, Egipto, Mesopotamia y lo esencial de Irán han entrado
por mucho tiempo en un mundo helenístico fiel a unos modelos comunes de organización política y
militar, de estructura administrativa y financiera, de especulación intelectual y de expresión artística.
Los diadocos dejan una estirpe. Herencia de Seleuco y de sus descendientes, el imperio seléucida
permanecerá intacto, de Asia Menor a Beluchistán, hasta la conquista romana”
Jean Favier (([1991]2006) Los grandes descubrimientos. De Alejandro a Magallanes. México
D.F.: Fondo de Cultura Económica, p. 26